III Semana 40 Dias VCP
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Semana 3 – Comunión
PROPÓSITO 2: Fuiste hecho para la familia de Dios
Bienvenido a la sesión tres de nuestro estudio “Una vida con propósito”. La semana
pasada vimos el primer propósito: Amar a Dios, y tratamos el tema de la adoración.
¿Pero sabía que usted también fue hecho para mantener relaciones con otras
personas? Por cierto, Jesús una vez resumió la Biblia entera en dos principios:
amar a Dios y amar a otros.
I. INTRODUCCIÓN
En esta sesión veremos el segundo propósito de Dios para su vida: Fuiste hecho
para la familia de Dios, es decir, para amar a otros. Dios es amor, y quiere que
usted aprenda a amar tal como él lo hace, por eso creó un laboratorio en la tierra
para que podamos practicar el aprender a amarnos unos a otros. Ese lugar se llama
“iglesia” y la acción de amarnos unos a otros se llama “comunión” o
“compañerismo”.
La vida cristiana implica mucho más que usted creer: también significa “pertenecer”.
Dios quiere que sea parte de su familia, la iglesia. Este estudio tiene como intención
hacerle ver cómo puede construir diferentes tipos de relaciones que provean
compañerismo profundo, satisfactorio y significativo con otros.
Fíjese en la frase “cómo hay que comportarse”. ¿Cómo viviría en la familia de Dios?
¿Cómo ejercería y profundizaría sus relaciones con otros creyentes?
Romanos 12:9-16 (NVI) dice: “El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal;
aférrense al bien. Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y
honrándose mutuamente. Nunca dejen de ser diligentes; antes bien sirvan al Señor
con el fervor que da el Espíritu. Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en
el sufrimiento, perseveren en la oración. Ayuden a los hermanos necesitados.
Practiquen la hospitalidad. Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no
maldigan. Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran. Vivan en
armonía unos con otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los
humildes. No se crean los únicos que saben”.
Hay cierto secreto inconveniente en los grupos pequeños: cada uno tiene por
lo menos una persona difícil. Él o ella piensa o se comunica usted un poco
diferente de los demás. Quizá tienen necesidades emocionales especiales e
inseguridades. Tal vez nos irriten sus manías o rarezas. Quizá tengan hábitos
del tipo de bicho raro que molestan un poquito. Son un poco raros y ridículos.
Son de los que tienden a dominar al grupo entero con sus asuntos. También
son personas con muy pocas habilidades sociales. Estas personas son
llamadas NGE: Necesitan Gracia Extra. Cada grupo tiene por lo menos un
NGE. Si no puede pensar inmediatamente en una persona así en su grupo,
puede que sea usted.
La Biblia dice en Eclesiastés 4:9-10 (DHH): “Más valen dos que uno, pues
mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo
levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante!”
1. ALIENTO recíproco.
2. HONOR RECÍPROCO.
3. RESPONSABILIDAD recíproca.
Romanos 12:16 (NVI) dice: “Vivan en armonía unos con otros, no sean
arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos
que saben”.
1. Unidad de propósito.
El primero es la unidad de propósito, no la unidad de personalidad. Puede
tener unidad sin tener uniformidad. ¿Dios quiere que seamos parecidos?
No. ¿Dios quiere que estemos unidos? Sí.
Diez veces en los cinco primeros capítulos del libro de los Hechos en la
Biblia se dice: “Estaban unidos”,“Estaban todos juntos”, “Eran de un solo
corazón”. El libro de los Hechos es un tremendo ejemplo de la iglesia llena
de poder. En él tuvo lugar todo tipo de milagros. Cuando tengamos esta
unidad del libro de los Hechos en nuestras iglesias, también tendremos el
poder que se muestra en el libro en ellas. Dios puede pasar por alto la
falta de programas, la falta de infraestructura, o la falta de talento. Pero
algo que Dios no va a pasar por alto es la desarmonía o la división.
Cuando una iglesia está unida, hay un enorme poder.
1 Corintios 1:10 (NVI) dice: “Que todos vivan en armonía y que no haya
divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo
pensar y en un mismo propósito”.
2. Humildad.
El segundo elemento de la unidad es la humildad. Necesitamos entender
que nosotros no entendemos todo. La humildad es tener la buena
voluntad para admitir cuándo cometimos un error, porque todos los
tenemos. La humildad nos permite decir las tres palabras que más nos
cuestan decir: “Necesito su ayuda”; las dos palabras difíciles: “Estaba
equivocado” y la palabra más difícil aun: “Perdóneme”.
Hay cinco ladrillos para edificar una verdadera comunidad. Cada uno de nosotros
los quiere. Deseamos un lugar donde podamos ser capaces de compartir nuestros
verdaderos sentimientos (autenticidad); donde seamos respetados (amabilidad);
donde seamos animados (reciprocidad); donde podamos permanecer algún tiempo
con las personas, aprendiendo a conocerlas (hospitalidad); y donde podamos
encontrar apoyo para nuestros propósitos y seamos aceptados, a pesar de nuestras
debilidades (unidad).