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Pablo Ciccolella

El documento presenta los temas discutidos en el XI Coloquio Internacional de Geocrítica sobre planificación territorial y urbanismo. Se critica el modelo neoliberal de desarrollo urbano y la planificación estratégica por favorecer a las elites. También se destaca el resurgimiento de movimientos sociales. Se plantea la necesidad de una nueva geografía crítica de la ciudad latinoamericana que vaya más allá del discurso de la globalización y proponga formas de construir ciudades más democráticas e inclusivas.
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El documento presenta los temas discutidos en el XI Coloquio Internacional de Geocrítica sobre planificación territorial y urbanismo. Se critica el modelo neoliberal de desarrollo urbano y la planificación estratégica por favorecer a las elites. También se destaca el resurgimiento de movimientos sociales. Se plantea la necesidad de una nueva geografía crítica de la ciudad latinoamericana que vaya más allá del discurso de la globalización y proponga formas de construir ciudades más democráticas e inclusivas.
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Actas del XI Coloquio Internacional de Geocrítica

LA PLANIFICACIÓN TERRITORIAL Y EL URBANISMO DESDE EL DIÁLOGO


Y LA PARTICIPACIÓN

Buenos Aires, 2 - 7 de mayo de 2010


Universidad de Buenos Aires

METROPOLIS Y DESARROLLO URBANO MÁS ALLÁ DE LA


GLOBALIZACIÓN. HACIA UNA GEOGRAFÍA CRÍTICA DE LA
CIUDAD LATINOAMERICANA
Discurso inaugural del XI Coloquio Internacional de Geocrítica

Pablo Ciccolella
Director del Instituto de Geografía-Facultad de Filosofía y Letras
UBA

En las últimas décadas el urbanismo y la planificación urbana ingresaron en una


crisis y en un debate que aún no parece haber concluido ni desembocado en un
paradigma urbanístico comparable a los que se desarrollaron entre fines del siglo
XIX y comienzos del XX, en las brillantes ciudades redesarrolladas por Ildefonso
Cerdá o el Barón de Hausmann), o en los intentos de los urbanistas del
movimiento moderno y organicista que tuvieron como referentes a Le Corbusier,
Garnier, o Wrigth.

Los tópicos urbanísticos se volvieron fragmentarios en el último cuarto del siglo


veinte y transcurrieron en torno de la protección y rescate del patrimonio urbano,
la protección del ambiente, el reciclaje de infraestructuras obsoletas, la
revalorización de la arquitectura de escala, la monumentalidad y la planificación
estratégica. Pero estas visiones del urbanismo han sido hasta ahora, sin embargo
fragmentarias y no parecen estar delineando una nueva concepción integral de la
ciudad, ni construyendo una nueva realidad urbana.

Queda claro que el modelo de desarrollo urbano neoliberal ha fracasado


rotundamente paras solucionar los problemas de la ciudad. La Planificación
Estratégica, si bien es de origen progresista y promueve contenidos y
modalidades de planificación participativa, termina volviéndose a menudo
reaccionaria, elitista y excluyente, sino ineficaz. Lamentablemente hay más casos
de asociación de la planificación estratégica con el marketing urbano y la
gentrification que con una genuina democratización de los usos del suelo urbano
y el desarrollo urbano integral e integrador. En algunos casos, especialmente en
el ámbito latinoamericano, la planificación estratégica ha fortalecido la posición
del capital especulativo y ha permitido al decir de Otília Arantes, una
convergencia entre especuladores, funcionarios y desarrolladores urbanos, al
promover un tipo de gestión del espacio urbano que termina estando al servicio
predominantemente de las elites.

Paralelamente, y también como lógica respuesta a los límites y a la fragilidad de


la acción estatal, también se han revitalizado algunos movimientos y
organizaciones sociales y mecanismos de participación que comienzan a plantear
territorialidades diferentes y formulación de proyectos y visiones de la ciudad (o
de barrios) alternativos a aquel del poder económico y de sus proyectos
hegemónicos, mostrando una inusitada vitalidad de la sociedad civil.

Frente a estas transformaciones, es necesario retomar la discusión sobre la


naturaleza de la ciudad y particularmente de los grandes espacios metropolitanos.
y la Geográfica puede y debe aportar elementos para la construcción de una
nueva Geografía Crìtica de la ciudad latinoamericana.

Como trasfondo de estas tensiones, aparecen interrogantes significativos: ¿Es


posible pensar en una ciudad latinoamericana competitiva, productiva y a su vez
socialmente justa y territorialmente integradora?

De un lado, se ubican los problemas de la comprensión de la naturaleza de los


cambios en las formas, en la estructura, en las dinámicas, en las tendencias
urbanas y de otro lado, los problemas referentes a las formas más adecuadas para
intervenir y gestionar los sistemas socio-territoriales metropolitanos heredados de
sucesivos procesos recientes de reestructuración.

El propio discurso académico parece estar en un callejón sin salida. Las


reflexiones se han estancado en torno al discurso y a los relatos de la
globalización y de la competitividad de nuestras ciudades. Es necesaria una
reflexión desde el sur, que vaya más allá de estos "chalecos de fuerza",
profundizando sobre las nuevas formas de fractura socio-territorial,
desmitificando la narrativa política, mediática y científica falaz que extiende al
conjunto de nuestras metrópolis, la experiencia "exitosa" de algunos fragmentos
de nuestras ciudades.
La transformación de grandes ciudades en centros financieros globales como
Nueva York, Londres, Tokio, Frankfurt, y, en un futuro próximo, seguramente
también Sao Pablo, Santiago, México, Buenos Aires, Shangai, Mumbai, El Cairo,
etc., va haciendo progresivamente imposible a los sectores populares y ciertas
clases medias vivir en los núcleos centrales de las grandes conurbaciones. El
dinero especulativo financiero-inmobiliario esta "comprando" los mejores lugares
de las ciudades y convirtiéndolas en gigantescos condominios cerrados y
desplazando hacia las periferias más hostiles no sólo a los pobres sino también a
los sectores medios. Las clases medias altas y altas se han ido apropiando a la vez
de los mejores lugares del suburbio y a la vez están volviendo al centro,
apropiándose también de los mejores lugares para el consumo de objetos y bienes
culturales, en las burbujas internacionales y turistificadas de las áreas centrales de
la ciudad, de donde también están expulsando a los pobres en esos obcenos
procesos que tanto hemos estudiado bajo el benévolo y neutro eufemismo de
la gentrification...

Esto representa un gran problema y desafío intelectual, político y metodológico.


Ya no es sólo la clase trabajadora, en términos clásicos, la que está siendo
desposeída y desplazada. Las izquierdas políticas y académicas deberían prestar
más atención a estos nuevos fenómenos, relativizando los conceptos clásicos e
intentando acumular energía para unificar los diferentes movimientos sociales y
las formas de resistencia y lucha.

Lo realmente importante es que nuestras ciudades sean buenos lugares para vivir.
Sin duda, tenemos un compromiso ético con la realidad, con la búsqueda de la
mejor aproximación a la verdad desde los métodos científicos, pero estos, a veces
están condicionados por nuestros posicionamientos ideológicos y pertenencia de
clase consciente o inconsciente. Pero, por otro lado, también como intelectuales,
pensadores o científicos, tenemos otro compromiso ético y moral e ideológico,
que es el compromiso con el derecho a la ciudad, con una ciudad para todos, con
la búsqueda de propuestas para ayudar, aún modestamente a construir ciudades
cada vez más democráticas, integradoras solidarias e inclusivas.

La ciudad global en América latina esta sólo representada por ciertos fragmentos
privilegiados de la ciudad, que el discurso político, el de los medios, y aún a
veces, el propio discurso académico mistifican por el conjunto de la ciudad.

Al lado de la "ciudad-éxito", siempre está aquella otra ciudad, la ciudad popular,


la que procura soluciones que garanticen la supervivencia y los valores que las
mayorías buscan preservar, ya sean identidades, arquitecturas, estilos de vida o
simplemente el cotidiano elegido y amado. Esa ciudad, a pesar de todo está viva
y demanda soluciones y respeto, cosa que el capital y la pasividad y permisividad
del Estado ignoran o atropellan.

Nuestras ciudades latinoamericanas se parecen en sus problemas y ello representa


una fortaleza de las mismas, no en el sentido de la planificación estratégica sino
en el sentido de una articulación para la lucha común en el futuro cercano.

Pero también, desgraciadamente, nuestras ciudades se parecen en sus fragmentos


más globalizados: los barrios cerrados, los monumentales y pavorosos distritos
de comando, los patéticos centros comerciales y de ocio. Todas monstruosidades
arquitectónicas y urbanísticas procedentes de otra cultura, de otra realidad, de
otras necesidades que no son las de América latina. Este es el gran triunfo
cultural del estilo de vida norteamericano.

Es necesaria más que nunca una Geografía Urbana Crítica que no sólo
cuantifique y describa aquellos artefactos. Es necesaria una Geografía Urbana
Crítica que no quede sólo fascinada y sorprendida por esos fenómenos. A veces,
leyendo decenas de artículos sobre la ciudad latinoamericana, da la sensación de
que muchos autores vuelven a dejar entrar por la puerta grande a la vieja
Geografía descriptiva, inventarista y catalogadora que había sido supuestamente
expulsada por la ventana. De pronto, esa Geografía pretérita parece salir del
letargo y de su estado residual, de esa especie de hibernación, para reaparecer
reina de nuestros razonamientos territoriales, travestida de marcos teóricos y
categorías conceptuales sumamente sofisticadas (y a veces distanciada de la
realidad), de técnicas muy avanzadas de análisis cuantitativo y de representación
cartográfica digitalizada, de narrativas políticamente correctas, pero sin
comprender lo que acontece y sin propuestas serias para lo que debería suceder
con nuestras ciudades.

Podemos pensar así, en una ciudad latinoamericana, que tiene un gigantesco


capital cultural, simbólico, humano, moral, natural y material; que hace aún de
nuestras ciudades lugares no irremediablemente destruidos, corrompidos,
corroídos, erosionados, por el avance de un tipo de modernidad y de
modernización desestructuradora, agresiva y desterritorializadora. Felizmente, la
modernización neoliberal-posmoderna, esa modernidad liquida de Bauman, no
llegó a todos los lugares de la ciudad latinoamericana.

Barrios enteros de la ciudad, a la vez han sido marginados por ese tipo de
modernización y en algún sentido son el germen de la resistencia a la misma y el
testimonio de que algo funciona muy mal en nuestras ciudades y en el
crecimiento económico de nuestros países, por cuanto los procesos de
fragmentación, segregación y marginación urbana no sólo no se solucionan con
ese tipo de crecimiento sino que la brecha entre distintos lugares de la ciudad
están en aumento.

Las transformaciones estructurales, morfológicas, tecnológicas,


productivas, culturales, urbanísticas y socioterritoriales experimentadas por las
grandes metrópolis latinoamericanas no deben ser "naturalizadas" ni
consideradas una fatalidad o algo irreversible, necesario e inevitable. La ciudad
siempre es un espacio vivo y mutante cuyas concreciones deben apuntar a
mejorar la calidad de vida del conjunto de la comunidad que en ella habita, y ello
puede implicar ajustes y cambios de rumbo considerables en el modelo territorial,
en el proyecto de ciudad y en los principales elementos de infraestructura que le
dan materialidad.

El gran desafío intelectual es reconceptualizar y proponer acciones desde nuestra


disciplina para la construcción de un modelo de ciudad y de un proyecto político
socialmente justo, genuinamente democrático y participativo y territorialmente
integradores.

Muchas voces están admitiendo desde el propio corazón del primer mundo sobre
el deterioro alarmante de la calidad de las democracias occidentales y su
vaciamiento de contenidos igualitarios y de los propios derechos ciudadanos. Lo
mismo acontece con la calidad de vida de crecientes sectores de esas sociedades
satisfechas. Es un buen espejo donde no mirarse.

El desafío es cómo construir un discurso, conceptos e instrumentos analíticos y


operativos alternativos que puedan evitar el "canto de sirena" del llamado
"pensamiento único" sobre la ciudad y la planificación urbana.

Sabemos que en nuestras ciudades tenemos un capital evidente de conocimiento,


de creatividad, de inteligencia, de sensibilidad, de esa condición que hace vino
del agua y multiplica panes y peces; ese milagro no bíblico sino real, concreto,
contemporáneo y cotidiano: aquel que todos los días hace renacer el orden del
caos, la vida de la muerte, la solidaridad de la violencia, la fuerza de la fragilidad,
la unidad de la fractura. La ciudad latinoamericana no es ciertamente una ciudad
idílica sino contradictoria, enferma pero maravillosamente viva, dinámica aunque
desordenada, inmensamente pobre, pero también inmensamente rica...

Dichas "ventajas competitivas" no se consiguen fácilmente en los elegantes


centros o suburbios satisfechos de las elites de nuestras ciudades y de aquellas
del primer mundo. Ese es un patrimonio del barrio y de las comunidades
populares de la periferia de nuestras ciudades latinoamericanas. Esas que no
acaso, como tan bien canta Chico Buarque, no figuran en el mapa...

Referencia bibliográfica

CICCOLELLA, Pablo. Metrópolis y desarrollo urbano más allá de la


globalización. Hacia una geografía crítica de la ciudad
latinoamericana. Conferencia dictada en la inauguración del XI Coloquio
Internacional de Geocrítica. La planificación territorial y el urbanismo desde el
diálogo y la participación. Actas del XI Coloquio Internacional de Geocrítica,
Universidad de Buenos Aires, 2-7 de mayo de 2010
<http://www.filo.uba.ar/contenidos/investigacion/institutos/geo/geocritica2010/0
2.htm>

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