Historia Del Tradicionalismo Español 3 PDF
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MELCHOR FIRRER • DOMINGO TEJIRA • JOSI F. ACIDO
HISTORIA. DEI}·
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EUANOL
TOMO 111
EDICIONES TRAJANO
Al'ARTADO 141
SEVILLA
carlismo.es
HISTORIA DEL
TRADICIONALISMO ESPAÑOL
TOMO III
carlismo.es
HISTORIA
DEL
TRADICIONALISMO
ESPAÑOL
POR
MELCHOR FERRER, DOMINGO TEJERA
y
JOSE F. ACEDO
TOMO III
Carlos V de Borbón
EDICIONES TRAJANO
apartado de correos 1 4 1
Sevilla, i 9 4 2
carlismo.es
o5
y. 3
ES PROPIEDAD
Queda hecho el depósito qut
marca la ley
CAPITULO PRIMERO
CAPITULO PRIMERO
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campaña de los llamados "Cien Mil Hijos de San Luis", que hemos vis
to conllevada por muchos miles de españoles; ya en aquella protesta
viril de los "malcontents" catalanes. Tales hechos hacen prueba
irrebatible del noble y heroico tesón de los precarlistas en la defensa de
las tradicionales instituciones. Se obtuvo el triunfo, pero no triunfó el
realismo, porque el Rey, caduco, decrépito, vacilante siempre, se hizo
instrumento de su última mujer, Cristina, conocida por "la masona"
(1), y su cuñada, la Infanta Carlota, que lo era de cierto, como su
marido, Don Francisco de Paula, una vez más indigno del infantado por
este otro espurlsmo.
Los vicios carnales del Rey derivaron por la curva de los de su El "De
pariente Luis XV de Francia, que terminó por perder del todo su bar seado"
niz religioso superficial. Así, se refiere de Fernando que, al morir su llega a
tercera esposa, la piadosísima Amalia, se trató de casarle con otra hacerse
Princesa alemana, y el muy desparpajado contestó: "i No más rosa inde
rios!" (2). Tentado siempre por el tercer enemigo del alma, precoz seable
"viejo verde" a los cuarenta y tres años, gustáronle las morbideces
de la candidata napolitana María Cristina, y vino a precipitarse en
los senderos de la muerte por do más pecado había. En aquella na
turaleza, estragada por el abuso del apetito sensual, se apuró el ago
tamiento al casar con una mujer a la que casi doblábale la edad. En el
verano de 1832, Fernando padeció agudísimos ataques de ciática; el
atronamiento de tal rama del árbol nervioso puede ir seguido de
alteraciones en el segmento central del mismo, y en la médula, hasta
degenerar en un estado parapléjico. La exacerbación de aquel mal re
mitió, hasta un año después, y el 29 de Septiembre dispuso Dios que se
le acabara la vida de repente.
La política no tiene entrañas, pero carece también, en ocasiones,
de lógica. Rey político, demasiado político, en el sentido de un mengua
do empirismo maquiavélico, muchas veces mostró su mala entraña, y
muchas la buena razón no estuvo acorde con los actos del que, si le
llamaron "Deseado", llegó a hacerse indeseable.
Esto en cuanto al Rey. Pero en cuanto al reinado, justo es hacer
un breve resumen, ya que, si mal lo conocen los españoles, peor ha
sido la fisonomía dada por todos los autores del siglo XIX,
que fueron liberales o bebieron en las fuentes del liberalismo. Aver-
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CAPITULO II
¡Ya está aquí! ¡Ya está aquí el "faccioso"!— "Un "faccioso más"—
díjose entonces, cuando entró en Navarra el primer Rey de la dinastía
carlista.
Faccioso, de facción. Facción: parcialidad, bando, pandilla.
Parcial: el que forma en una parte, en un partido, minoría entre
otras minorías, o respecto de un todo.
Esto, en cuanto al número, porque en un orden de sustancia, de
doctrina, parciales de un partido, sectarios de una secta, pueden ser
los que repugnan el acervo ideológico nacional, o discrepan de la
integra verdad revelada que la Iglesia mantiene. El que permanece fiel
a lo propio, a lo que ha sido común de todos, a lo característico de las
propias costumbres del país, del propio derecho, del propio pensa
miento, de la propia fe, ese no es faccioso.
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rano de los apostólicos dió un suspiro como los que daba Don Quijote
en la presencia ideal de Dulcinea del Toboso, y luego se quedó miran
do a la pintura, cual si netamente rezara.
"— Francisquita— dijo al concluir — , no me traigas recados, como
no sean para darme cuenta de la enfermedad de mi adorado herma
no. No quiero intrigas palaciegas ni menos conspiraciones para sublevar
tropas, paisanos o voluntarios realistas. Mis derechos son claros, y vie
nen de Dios; no necesitan más que su propia fuerza divina para
triunfar, y aquí estén de más las espadas y bayonetas. No se ha
de derramar sangre por mi, ni es necesario tampoco. Yo ■ no con
quisto; tomo lo mió de manos del Altísimo, que me lo ha de dar. Esa,
esa augusta Señora— añadió señalando el cuadro— es la Patrona de
mi causa y Generalísima de nuestros ejércitos: Ella nos daré todo
hecho, sin necesidad de intrigas, ni de sangre, ni de conspiraciones y
atropellos.
"Doña Francisca miró a la imagen bendita, y aunque era, como
su ilustre esposo, mujer de sincera devoción, no parecía fiar mucho,
en aquellos momentos, de la excelsa Patrona y Generalísima. La de
Beira fué la primera que tomó la palabra, para decir a Su Alteza:
"— Carlitos, no podemos estar mano sobre mano, y esperar los
acontecimientos con esa santa calma tuya, cuando se van a decidir las
cosas más graves. Nosotros no intrigamos, lo que hacemos es aperci
birnos para cortar las intrigas que se traman contra tí, legítimo here
dero del trono, y contra nosotras. No conspiramos; pero estamos a la
mira de la conspiración asquerosa de los liberales, que ahora se llaman
c r i s t i n o s , para burlar tus derechos, emanados de Dios, y alterar
la ley sagrada de la sucesión a la corona. En este momento, Cristina,
por encargo del Rey, llama a Consejo al ministro Calomarde, al
Obispo de León y al conde de Alcudia. ¿Sabes para qué?
" — ¿Para qué?
"—Para proponer un arreglo, una componenda— dijo prontamente
Doña Francisca, no menos iracunda que su hermana.— Pronto lo sa
bremos. Esa pobre Cristina apelará a todos los medios para embrollar
las cosas y ganar tiempo, hasta que se desencadenen las furias de la
revolución, que es su esperanza.
" — ¡Un arreglo! — dijo Don Carlos con entereza.— ¿Con quién y
de qué? Entre los derechos legítimos, sagrados, y la usurpación ilegal,
no puede haber arreglo posible.
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"Dijo esto con tanto aplomo, que parecía un sabio. Después miró
a la Virgen, como para tener la satisfacción de ver que ella opinaba
lo mismo.
" — Basta de cuestiones políticas— dijo Su Alteza, volviendo a tomar
una actitud tranquila. ¿Sigue Fernando más aliviado del paroxismo de
esta tarde?
"—Hasta ahora no hay síntomas de que se repita...
"—Pero puede suceder que de un momento a otro...
" — Pobre Fernando— exclamó Don Carlos, dando un gran suspiro
y apoyando la barba en el pecho. Incapaz de fingimiento ni de mentir,
la apariencia tétrica del Infante era fiel expresión de la vivísima pena
que sentía. Amaba entrañablemente a su hermano..."
"Don Carlos no tenía talento, pero tenía fe, una fe tan grande
en sus derechos, que éstos y los Santos Evangelios venían a ser para
Su Alteza Serenísima una misma cosa. La fe, que en lo moral producía
en él la honradez más pura, y en los actos políticos una terquedad
lamentable, fué la que en tales momentos salvó la causa apostólica,
llenando de júbilo los corazones de aquellos señorones codiciosos y
princesas levantiscas.. Las Infantas miraban a los labios de Don Carlos,
y Don Carlos se puso pálido, alzó la frente) más ancha que hermosa,
y tosió ligeramente. Parecía que iba a decir las cosas más estupendas
de que es capaz la palabra humana, o a dictar leyes al mundo, como
su homónimo el de Gante las dictaba desde un rincón del Alcázar de
Toledo. Con voz campanuda, dijo:
"No ambiciono ser Rey; antes al contrario, desearía librarme de
carga tan pesada, que reconozco superior a mis fuerzas...
"Aquí se detuvo, buscando la frase. Doña Francisca estuvo a
punto de desmayarse, y la de 5eira echaba fuego por los ojos.
"—Pero Dios— añadió Don Carlos—, que me ha colocado en esta
posición, me guiará en este valle de lágrimas... Dios me permitirá cum
plir tan alta empresa...
"...Pero entonces Don Carlos, como si recibiera una inspiración
del cielo, habló con facilidad y energía en estos términos, que son exac
tos y textuales:
"—No estoy engañado, no; pues sé muy bien que si yo, por cual
quier motivo, cediese esta corona a quien no tiene derecho a ella, me
tomaría Dios estrechísima cuenta en el otro mundo, y mi confesor en
éste no me lo perdonaría; y esta cuenta sería aún más estrecha, per
judicando yo a tantos otros y siendo yo causa de todo lo que resul
tare; por tanto, no hay que cansarse, pues no mudo de parecer.
"Olvidábamos decir que Don Carlos, luego que dió aquella res
puesta, digna de un arcángel encargado de defender una celestial for
taleza, sitiada por los picaros demonios, habló con sus amigos y con su
esposa y cuñada, repitiéndoles lo que ya les había dicho muchas veces,
a saber: que se negaba resueltamente a apelar a las armas, que des
aprobaba todas las conspiraciones fraguadas en su nombre y que se
le enterase cada poco rato del estado de la salud del Rey.
"Luego se encerró en su oratorio, donde rogó gran parte de la
noche, pidiendo a Dios, su superior jerárquico, y a la Limpia y Pura,
su Generala en jefe, que salvara la vida de su amado hermano Fer
nando. Tal era, ni más ni menos, aquel Don Carlos que en España ha
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(1) Balmes.—"Lógica":
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(1) Guillermo IV, hijo de Jorge III y hermano de Jorge IV, a quien
sucedió en 1830. Nació en 1775 y murió en 1837, habiendo dejado la sucesión
a la Corona de Inglaterra a su sobrina la Reina Victoria y la del Reino de
Hannover a su hermano Ernesto Augusto.
(2) Federico VI. hijo y sucesor de Cristián VI!. Nació en 1768, gobernó
primero en calidad de Regente durante la enfermedad de su padre, Rey de
Dinamarca y de Noruega de 1808 a 1814, y sólo de Dinamarca de 1814 a 1839.
Declaró la guerra a Rusia y Prusia por su alianza con el Imperio francés,
pero se vió obligado a firmar la paz de Kiel en 1814, cediendo por ella la
Noruega a Suecia. Como duque de Holstein entró en la Confederación germá
nica, y murió en 1839.
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cía (1) y el presidente Jackson, de los Estados Unidos (2), pero los Mo
narcas que habían formado antiguamente en la Santa Alianza, o los que
les habían sucedido, Nicolás I, Zar de Rusia (3), Francisco I, Em
perador de Austria, Federico Guillermo III, Rey de Prusia, Fernan
do II de Ñapóles, a pesar del estrecho parentesco que le unía a la
viuda de Fernando VII, Doña María Cristina; Carlos Alberto, Rey de
Cerdeña (4), Guillermo I, Soberano de los Países Bajos (5), tomaron
deliberadamente una actitud abstencionista, aunque expresaban sus
simpatías por la causa de la legitimidad española y por la persona
del hasta entonces Infante, ya Rey de España, con el nombre de
voroso católico, dedicado siempre a cumplir con las más rígidas prác
ticas religiosas. Así era en lo natural, y la formación que se le daba a
aquel Príncipe, nieto preferido de Carlos III, fué formando al hombre
que un día debía marcar como Rey y bautizar con su nombre el
camino de retorno de España a sus tradiciones seculares.
Hasta que los vendavales de la Revolución francesa no se troca- gn e]
ron en los devastadores huracanes del imperialismo napoleónico, el cauti-
Infante llevó vida recatada, aunque desentonaba por. su seriedad y Vgrj0
piedad en aquella Corte decadente, donde toda licencia tenía galar
dón y todo vicio hallaba en el ambiente frivolo, todavía sietecentista,
su excusa y justificación. Ambicioso sin medida, el infame favorito
Godoy, abrió las puertas de la Patria a los ejércitos napoleónicos, y
al derrumbarse la Monarquía española, que apuraba los sedimentos
de la copa de sus vergüenzas y oprobios, Carlos IV, acompañado de
la Reina María Luisa y de sus hijos Fernando y Carlos y demás miem
bros de la familia Real, cruzaron la frontera francesa para ir a Ba
yona, donde se consumó la ludibrica abdicación y renuncia de los de
rechos de la Corona de España en favor del tirano Bonaparte.
Hubo un conato de resistencia por parte del Príncipe Don Fer
nando, mas pronto cedió, en aquel triste ambiente de las ignominiosas
jornadas de Bayona. Pero el Infante Don Carlos María Isidro demos
tró allí su temple, no queriendo renunciar los derechos que le co
rrespondían, y, enfrentándose con el entonces omnipotente Empera
dor francés, cuando éste estaba en el cénit de su gloria, y con dignidad
y sentido de responsabilidad, que serán propios de él en toda su lar
ga historia, exclamó: "Si mi padre el Rey y mi hermano el Príncipe
renuncian, yo no. Yo soy Infante de España, y si consiguiera la libertad
de que me priváis, me pondría al lado de los que luchan por la in
dependencia española." Amenazas e instancias fueron igualmente va
nas. Por no querer suscribir la renuncia de sus derechos, vivió en el
cautiverio, primero en el castillo de Marrac, y luego en Valencay, hasta
que las armas triunfadoras de España, empuñadas por todo el pue
blo, que, como un solo hombre, se había arrojado a la— para los ojos
de los prudentes y juiciosos afrancesados— descabellada empresa de
oponerse al vencedor de todos los pueblos del continente europeo,
junto con los aliados, ingleses y portugueses, y bajo la espada del
gran general que era el duque de Wellington, acabaron con aquella
orgía de sangre que desde 1789 venía envileciendo a Europa.
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nes del Rey. El Rey, por el artículo 171, tenía, entre otras facultades:
proveer todos los empleos civiles y militares (5.2), mandar los Ejér
citos y Armada y nombrar los generales (8.2), disponer de la fuerza
armada, distribuyéndola como más convenga (9.2). Don Carlos, ade
más de sus vínculos de obediencia como Infarite y como hermano,
venía obligado a obedecer como militar con mando recibido por des
pacho Real. Se dirá que no es forzosa la obediencia para un católico
si el que la exige con derecho se hubiese obligado a no acatar la íe.
Pero la fórmula del juramento, según el Código constitucional de
1812, contiene la defensa solemne de "la religión católica, apostólica,
romana, sin permitir otra alguna en el reino". Y esto, ¿no había de
suscribirlo el Infante, partidario de la unidad religiosa?
Las otras obligaciones eran de índole política y administrativa,
algunas libremente opinables, pues en el artículo 4.5 se decía que "la
nación— que es la reunión de todos los españoles de am
bos hemisferios, según el artículo 1 .-— está obligada a conservar y
proteger por leyes sabias y justas la libertad civil, la propiedad y los
demás derechos legítimos de todos los demás individuos que la com
ponen"; lo cual implica que, aunque las leyes fueran sabidas, si eran
injustas, no obligaban, y así ocurrió que, con el abuso, el régimen liberal
se hizo notoriamente injusto y fué derrocado en justicia, porque la
ley injusta no es ley, y es legítima la resistencia, no solamente pasiva,
sino la activa contra la tiranía, pues cuando un régimen degenera en
tiránico pierde su derecho a ser obedecido.
Otra obligación; ésta más sutil. Dando por sentado que aquel
poder establecido en 1820 era de suyo tiránico, por el origen arbitra
rio que tuvo en 1812, y por renacer mediante la rebeldía de los me
nos contra el mayor sentir de la nación, ¿sería lícito sostenerle, coope
rar con él para que se mantuviera? Hay, precisamente, en libros de
graves autores moralistas, un caso parecido a! que examinamos. Los
habitantes de un país ocupado por un régimen tiránico— afirma ese
ejemplo— pueden permanecer lícitamente entre los injustos poseedo
res, y si éstos les obligan con sus mandatos, pueden lícitamente auxi
liarles, trabajando y contribuyendo con su dinero; y esto se entien
de por consentimiento presunto del legítimo Príncipe, en virtud del
cual prometen también con juramento tales servicios, para evitar tam
bién mayores males, suyos y de su Príncipe".
En el caso de Don Carlos, el consentimiento de su Rey para que
jurara, no sólo no era presunto, sino expreso. El no jurar en aquellas
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xico de la época; son un último eco del arte "rococó", pero el sen
tido, el alma puesta en las mismas, son de todos los tiempos, y por
esto es fácil de comprenderlas: veneración que guarda para su hermano
y para su Rey. Dice Pirala sobre este particular: "Amigo, más que
hermano de Fernando, le amaba con aquel cariño que engendra en
dos personas la mutua participación de unas mismas desgracias."
Y volviendo el viejo seguidor de Espartero a su tema de progresista
del ochocientos, escribe: "La fe que tenia Don Carlos en sus ideas
religiosas le hacía ser bondadoso con sus criados, afable con todos, y
revestirse para mandar de aquella dulzura que el Evangelio le enseña
ba en sus santos varones. Fuese por debilidad de carácter o por su
perstición, rebajaba algunas veces la dignidad del Príncipe con ciertos
actos, propios sólo de un monje". Corrijamos y pongamos en el lenguaje
de un católico del siglo XX lo que decía el liberal del XIX. No rebaja
ba la dignidad del Príncipe con ciertos actos propios sólo de un mon
je, sino que la elevaba, al colocarse, en ciertos momentos, por su pie
dad y por sus devociones, en la ruta de la santidad. Creía Pirala que
su frase era acerada saeta contra el Príncipe. Lo que creía injuria o
burla, es hoy para las generaciones liberadas de la mentira liberal un
signo más de la grandeza de espíritu del Infante Don Carlos Maria Isi
dro de Borbón. Frente a la bondadosa austeridad de aquel descendiente
de Reyes, que antaño se consideraban padres de su pueblo, y que
había sido educado a la antigua usanza, choca la figura del historia
dor liberal, que tenía metidas, no sólo en el alma, sino hasta en los
huesos, la concepción de sus ideas individualistas, contrarias a la solida
ridad social cristiana; solidaridad que nace y se afirma desde el nú
cleo de la familia, donde los criados no eran, como hoy, emigración
golondrina en el hogar, que entran y salen de él sin cobrarle afecto a
sus señores, porque éstos, a su vez, los tratan, más como cosas que
como personas, en vez de en aquellos felices tiempos en que formaban
la llamada "sociedad eril", compenetrados con el conjunto familiar,
obligados al elemental respeto para con sus amos, pero correspondidos
por éstos con cariño, con llaneza, con desvelo, como si fueran tutores,
y realmente tal es la misión que les cumple ejercer en la ausencia de
los padres naturales de sus servidores. J
Entrando más en el orden personal, nos lo presenta Pirala con las 1
siguientes elogiosas palabras: "El orden que reinaba en su persona y I
en su cuarto lo extendía a su familia y a cuanto le rodeaba. Cada
uno ocupa su verdadero lugar, y, aunque dispensaba alguna falta, I
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CAPITULO III
"SIL.
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 73
una guerra que alcanzara tres años (de 1820 a 1823)! IComo si no
conociéramos los principios liberales que informaban el pensamiento
de la Infanta Carlota, ni tuviéramos idea de los caracteres y opiniones
diametralmente opuestos de los Infantes Don Carlos y Don Francisco
de Paula! En fin, i como si no tuviéramos pruebas de la oposición al
liberalismo que sintió siempre la Infanta Doña María Francisca de
Asís! De todos esos motivos fundamentales y generadores del ambiente
cortesano que reflejamos, se prescinde, para hacer depender la histo
ria de España en el siglo XIX de los trajes que vistieron en el Puerto
de Santa María, según la generalidad de los escritores, o en una fun
ción de Corte, según el conde de Rodezno, unas Princesas, por su
distinta educación inconciliables. La relación del hecho, por la pluma
La sen
de Eduardo Chao, será más o menos exacta, pero refleja una bien ló
cillez
gica intención al referirse a la Infanta Luisa Carlota: "Al regresar la
"demo
familia Real de Cádiz, entre ovaciones y vítores, y cuando pisaba ya
cráti las playas de Santa María aconsejó Doña Francisca a la Reina Ama
ca" de lia que estrenasen dos vestidos de gala, en justa celebridad de día
Carlota tan fausto. Vino en ello la Reina, y ostentaron trajes lujosos y es
plendentes, al paso que Doña Luisa, con quien no se había contado,
se encontró desairada y hecha el blanco de las burlas y de las ma
lignas y satíricas observaciones de los cortesanos, que afectaron des
cubrir retratado sobre su modesto traje el pesar de ver a la reacción
entronizada sobre el liberalismo. Desde este trance humillante, las
dos Infantas se aborrecieron de muerte, viniendo a ser las causas y
el. centro de la gigante lucha que nos ha dividido por espacio de
tantos años. Uno de guerra civil equivale a un siglo entero de norma
lidad y concordia" (1).
Y así se va escribiendo la historia, y nadie se preocupa de mos
trarnos cómo ya en 1823 se sabía que moriría la Reina Amalia sin su
cesión, que Fernando VII se casaría con Doña María Cristina, que
de este matrimonio nacerían dos hijas, que el Rey dictaría la Prag
mática de 1830 y, en fin, que se usurparía la corona al Rey legitimo...
Es mejor que reflexionemos un instante. Condescendemos a este
fin en la existencia de la cuestión de trapos, pero si se mira
más a lo hondo de las cosas, ¿no sería más explicable que Doña
Luisa Carlota, cuyas ideas liberales no ofrecen duda alguna, "vistiera
democráticamente" por afectación y en servicio de sus ideas y aun
como disgusto y en protesta por lo que había triunfado? ¿No se-
ría esta interpretación más galante en los liberales, que tanto debian
a la muñidora de su causa? ¿Y no seria también más lógica?
Convenía a los autores liberales demostrar que Doña Marfa Fran
cisca de Asís se había empeñado en una guerra sorda para apoderarse
del trono de Fernando VII, cuando éste muriera. Aunque Pirala no
llega a tanto. Chao lo acepta, en la conspiración de 5essléres. ¿Quién
demuestra que intervino la Infanta Doña Maria Francisca de Asfs?
¿Y para qué? No lo comprendemos. Si Bessiéres buscaba en aquel
momento proclamar a Fernando VII Rey absoluto, porque consideraba
que estaba rodeado de liberalizantes; si, según Pirala y otros auto
res, era el mismo Fernando VII el que sacrificó a Bessiéres, lanzándolo
a la aventura, ¿qué le importaba esto, y qué beneficios obtenía la In
fanta Doña María Francisca de Asís, presentada por los liberales como
ejemplo de ambición?
Todo cuanto se ha dicho de la sublevación catalana de 1827 ha
demostrado que en ella nada participó el Infante. Sin embargo, se
acusa a la Infanta Doña Maria Francisca de Asís. Dicen, los escritos li
berales: "No se conocía a fondo la participación de la Infanta en estos
últimos acontecimientos, aunque la opinión la calificaba de un modo
vago como fautora y principal agente. Sabidos sus precedentes, cono
cida su pasada conducta, apenas puede presumirse en buen criterio
que permaneciera extraña e indiferente en esta ocasión a las
sugestiones de los realistas exagerados; pero su intervención, caso de
existir se limitó a señalar el principio y el fin de la insurrección, el
plan y el objeto a que debia dirigirse, sin cuidarse de designar los
medios, empresa ostensiblemente inútil, porque éstos casi nunca, y
mucho menos en período de convulsión, penden del cálculo matemá
tico del hombre, sino de las circunstancias. Sin duda en la ejecución
de esto se traspasaron los deseos de Doña Francisca, quien huía de pa
trocinar cualquier tentativa dirigida a expulsar a Fernando del solio
de sus mayores, ya porque su espíritu recto y ajustado no fuese sucep-
tible de abrigar pensamientos torpes y denigrantes, ya también por
que, sobrado sagaz y observadora, comprendía también, por más que
apareciese también en muchos casos inconsecuente y débil, no acepta
ría jamás con su conciencia ni ceñirse la diadema española con un
crimen. " (1).
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL Bl
(1) Uno de los pintores que la retrataron fué don Agustín Esteve.
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te Don Carlos María Isidro, sólo pudo hacerlo por su pretensión justa
y digna de mantener los derechos de sus hijos en la persona del Prín
cipe su esposo.
Murió en el extranjero, exiliada en Inglaterra, y, largos años des
pués de haber muerto piadosamente en el seno de la Iglesia Católica,
sus restos fueran llevados a la Catedral de San Justo, de Trieste, para
descansar junto a su Rey y señor y a sus hijos bien amados.
No fué una mujer genial; fué una mujer de talento, discreta y
buena. No fué una mujer mediocre: llenó su puesto con dignidad, con
decoro. Ser lo que se es: he aquí un supremo mérito que, si volvieran
& nacer, apetecerían cuantos, por haberse desorbitado, sembraron a
su paso dolor, injusticia y ruina, logrando, en pago, para sus nom
bres, la maldición de la historia.
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CAPITULO IV
CUESTIONES SUCESORIAS
(1) Habían corrido más de cuatro siglos desde que en las Cortes de
Alcalá de Henares, de 1348, se concretó en una fórmula el viejo pleito
sobre la preferencia de sitio y de primer voto entre Burgos y Toledo. Ale
gaba Burgos supremacía, por ser cabeza de Castilla; Toledo, su titulo ele
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 101
quien desee satisfacerse, lea la copia, y verá que en ella nada se dice
de que el sucesor a la Corona haya de ser nacido y criado en Es
paña: está exactamente y puntualmente conforme con el texto de la
Novísima Recopilación. (1).
"No contentos en atacar la labor de las Cortes de 1713, los par
tidarios de la Pragmática de 1830 quisieron rebajar la categoría
de la ley de Felipe V. Auto acordado lo llamaron, y auto
acordado repitieron, quizás unos por ignorancia, otros puede que
por mala intención, y hasta en algunos pudiera ser para darse el lustre
de la petulancia de conocer que en España había antiguamente autos
acordados: Pero lo cierto es que la ley era fundamental, y asi
nparece en documento tan oficial como es la impresión dada por el
Consejo. "Todos los autos que siguen hasta el fin de esta obra, aun
que se ponen como tales..., son respectivos a Reales Ordenes, Decretos
de S. M.... Ley fundamental de la sucesión del Rei
no y otros Reales Decretos muy importantes, que se ponen por orden
de sus fechas y con separación desde el año 1713 en adelante." (2).
¿Habia regido hasta la muerte de Carlos II la ley de Partida? Las
Contesta a esto Cos y Durán: "El código de Las Partidas, ter- leyes
minado en 1262, no fué publicado hasta el siglo XIV, y sin que nos- de
otros tengamos la pretensión de dar gran importancia a este retraso, "Parti-
si bien es notable, debemos constatar que este código no es actual- da"
mente más que lo que fué desde su publicación, un código su- y la
plementario para las provincias de Castilla, co- suce-
mo lo son el Derecho canónico y el Derecho romano para el Prlncl- sión
pado de Cataluña y el Derecho romano para el Reino de Navarra. a ]a
En efecto, en el titulo II, libro 3.5, de la Novísima Recopi- Corona
lación, hay la ley por la que el Rey ordena que las leyes de
Partidas no tendrán aplicación más que en los casos "que no se
pudieran determinar por las leyes, los ordenamientos y pragmáticas por .
las fechas y por los Reyes que de nos vinieren". Este es el valor legal que
este código recibió cuando su publicación por Alfonso XI, y de nuevo
un siglo más tarde, y éste su valor legal actualmente en las provin
cias que están regidas por la legislación de Castilla; de manera que las
leyes de la Novísima Recopilación ocupan el primer lugar
con aquellas que Ies son posteriores; siguen inmediatamente las del
CAPITULO V
(1) Apéndice primero del tomo segundo.—Doe. núm. 13., pág. 273.
carlismo.es
126 MELCHOR FERRER - DOMINGO TEJERA - JOSE F. ACEDO
Ayllón (1), don Mateo Seoane (2), don Martín Serrano, don Miguel
de Alava, don Pablo Montesinos (3), don Pedro Alvarez Gutiérrez,
don Pedro Bartolomé, don Pedro Juan de Zulueta (4), don Pedro
Surrá (5), don Ramón Adán (6), don Ramón Gil de la Cuadra (7), don
Rodrigo Valdés Busto (8) y don Vicente Salvé (9).
Decía en prosa oficial la Regente, al referirse a ellos: "de cuyo pací
fico y leal proceder estoy asegurada', aunque entre todos habrán de ex
cusarla años más tarde. Fueron, por supuesto, importante refuerzo para
los liberales cristlnos, y, excepto algunos, muy pocos, que no intervi
nieron ya en lugar preferente de las luchas políticas, los más, arrimá-
en los últimos días de su vida, bajo las tiendas donde el ejército carlista
descansa en espera de la fecha en que su Rey lo llame otra vez al com
bate. Los otros permanecieron en su error hasta la muerte; prefirieron,
aunque bajo una ciega incomprensión, ver a España hundida antes
que rebajar su orgullo y confesar sus yerros. Como decimos, ninguna
fuerza armada se sublevó: maravillosamente había maniobrado Doña
María Cristina desde Octubre de 1832, guiada por el consejo de Zea
Bermúdez, y aprovechándose de la falta de personalidad del ministro
de la Guerra, don José de la Cruz, para imponer su voluntad.
No es de extrañar que todos los mandos fueran sumisos a María Cam-
Cristina el 1 .2 de Octubre de 1833. Habían sido eliminados durante un bios de
año todos los que se suponía que no estaban conformes con la usur- mandos
pación (1). Era capitán general de Castilla la Nueva e inspector gene
ral de Infantería el general don Manuel Freiré, personalidad ambigua,
que no satisfacía a los realistas en 1814, y que, sin embargo, se había
opuesto a los constitucionalistas de Cádiz en 1820. Capitán general de
Castilla la Vieja era el duque de Castroterreño, al que ya hemos visto
figurar en el período constitucionalista; pronto fué relevado, pues en
el mismo mes de Octubre de 1833 pasaba a capitán del Cuerpo de Guar
dias de Alabarderos, y lo sustituía el general Quesada, realista de 1820
al 23, al que los leales cordobeses denunciaban en 1827 como uno
de sus perseguidores, y le dedicaban coplas en las que latía el desdén
contra el que había traicionado sus antiguas convicciones.
Bien querrá luego Quesada decirnos que en 1820 también él era
liberal, para borrar lo que consideraba mancha, o sea, su campaña al
frente de la División Real de Navarra, su mejor página en la Historia.
No agradecerán estas claudicaciones de Quesada las turbas madrile
ñas de sus correligionarios cristinos, pues arrastraron su cuerpo por
las calles del pueblo de Hortaleza, desgarraron sus entrañas y se repar
tieron sus despojos.
Era capitán general de Aragón el conde de Ezpeleta de Veyre,
hijo de aquel otro conde de Ezpeleta que en 1820 fué depuesto de su
mando en Pamplona por el general Espoz y Mina. Los Ezpeletas ahora
(1) José de Fuente Herrero. Fué diputado por Burgos en 1837 y 1841.
y luego senador por Burgos.
(2) Eugenio de Avinareta. Famoso intrigante vascongado, que pertenecía
a la masonería, anticarlista furibundo, uno de los que prepararon con más
astucia y maña el desconcierto en el ejército Real del Norte, y luego en Catalu
ña, instigando con falsos documentos, hasta conseguir que fuera asesinado el
conde de España. Había tomado parte en las principales asonadas de España de
la época Cristina, y fué desterrado a Africa por los motines de 1836 en Barce
lona, durante los cuales fué asesinado el general cristino Bassa, así como los
prisioneros carlistas de aquella ciudad. Pío Baroja, alrededor de este personaje,
escribió las novelas de la serie "Historia de un nombre de acción".
(3) Pirala. "Historia de la guerra civil y de los partidos liberal y
carlista".
(4) Luis Joaquín Fernández de Córdoba, duque de Medinaceli. Fué
del servicio de Palacio durante el reinado de Fernando VII, y falleció en
1840.
carlismo.es
140 MELCHOR FERRER - DOMINGO TEJERA - JOSE F. ACEDO
(1) Nicolás María Garelli. Nació en 1777. Jurista muy reputado, inter
vino en la formación de la "Novísima Recopilación", de 1805. Durante las
Cortes de Cádiz fué uno de los adheridos al partido liberal, y perseguido en
1814. Ministro de Estado en 1823, y de Justicia en el mismo año. pudo ser
purificado. Adherido a Doña Isabel, fué ministro de Gracia y Justicia es
1834 y 1835. Prócer del Reino en las Cortes del Estatuto, senador del Reino y
presidente del Tribuna! Supremo. Falleció en 1849.
(2) José María Hevia y Noriega. Nació en Oviedo en 1766. Magistrado.
En 1814, regente de la Audiencia de Granada, y fiscal del Consejo de Castilla,
en 1815; cesó en 1820 y reingresó en 1823. Después de la muerte de Fer
nando VII fué presidente del Tribunal Supremo. Murió en 1834.
(3) Pedro José de Fontes. Español, era Arzobispo de Méjico, y tuvo
que emigrar ante la situación interior de aquella República, fijando su resi
dencia en España, donde falleció en 1839.
(4) Documento número 2 en Apéndice Documental.
carlismo.es
HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 141
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carlismo.es
HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 145
fruiría, acabando con las esencias propias de nuestro sér, que habíamos
comunicado a grandes porciones del viejo y del nuevo mundo. En
Talavera de la Reina surgía, pues, la primera manifestación de un
pueblo rebelde a dejarse morir en manos del liberalismo, y pocas
horas más tarde levantaba Bilbao sus banderas en son de guerra por
el Rey Carlos V. A no tardar seguiría en un rincón de Cataluña, en
Prats de Llusanés, el ejemplo dado en Talavera, y la ciudad de Vi
toria se pronunciaba por la legitimidad, siguiendo las huellas que
le había marcado la villa de Bilbao. Logroño quedaba en manos de
los carlistas, y arrastrados los pueblos vizcaínos, guipuzcoanos y alave
ses por la senda emprendida en Oñate y en Orduña, aclamábase al
Rey tradicional. Y los ecos de esta gesta que comenzaba se oían en
las montañas de Cantabria y de Asturias, repercutían en tierra galaica,
encendían el voraz Incendio de la gran sublevación de los voluntarios
realistas en Castilla la Vieja, en Aragón y en Valencia, en la Mancha,
en Andalucía y Extremadura, que se lanzaban a la ardua empresa. Era
la España llena de sí misma y celosa de su prosapia nacional que,
con el instinto y el genio propios de una secular experiencia histórica,
sobreponíase al engaño. Eran labradores, pequeños propietarios del
campo; eran curas de los que se llaman con desdén de "misa y olla";
eran oficiales con licencias ilimitadas o que estaban perseguidos y
en desgracia por sus convicciones, noblemente sostenidas. Era el
pueblo, en masa, cantera inagotable de la propia grandeza patria, por
que del pueblo ha salido todo entre nosotros, hasta los Reyes y los
grandes señores. Eran los españoles— pueblo de sutilísima intención,
cuando no se rebaja al grado de cazurrería—, que comprendieron
todos la mentira que entrañaba el manifiesto del 4 de Octubre; eran
los españoles anónimos, que fueron arrancados del anonimato por las
empresas que llevaron a cabo en su gesta guerrera o por figurar en
las sentencias de muerte dictadas por los Consejos de Guerra. No era
la España de cortesanos que mendigaban los favores en los alcázares
Reales, fueran quienes fueren los que los ocuparan, con tal de lucir
la vanidad; ni los militares bien situados en los escalafones, que, dis
puestos a ponerse al servicio del que manda, tenga o no derecho,
cumpla o no con la justicia, transigían con las nuevas instituciones,
como si ellas, juzgando por el manifiesto de Cristina, no recordaran al
lobo de la fábula, disfrazado de cordero, o al grajo empelucado con
los bellos colores del pavo real. No eran los sacerdotes injertados
de jansenismo y de filosofismo, que se rebelaron más tarde contra
Roma, al ocupar, desobedeciendo la orden pontificia, las Sedes
10
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146 MELCHOR FERRER - DOMINGO TEJERA - JOSE F. ACEDO
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 147
(1) José Manuel de Arjona. Había sido nombrado para este cargo en
1824, y, a pesar de adherirse a Doña Isabel, fué sustituido en 1833.
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 149
CAPITULO VI
CARLOS V EN PORTUGAL
Había cruzado nuestra Doña Juana del Centro al Sur las tierras
de España, envolviendo con su locura de amor, o con el amor de su
locura, como en un nuevo sudario impalpable los despojos mortales
de su esposo, Don Felipe. La Reina Doña María de Portugal es
también una imagen del dolor y del amor, que inspira respetuosa y
compasiva simpatía. En silla de manos era llevada diariamente al cam
po, y allí se estaba, como la Ofelia del poetó inglés, entre flores y
bajo la fronda, llorando o cantando... Al contemplarla, al pasar, os
campezinhos, decían: — "ILa Reina juega!" Jugaba con su deli
rio, figura de romance, inconsciente de todo, menos de su dignidad
Real, como lo demostró con entereza, cuando, en la fuga precipitada de la
Corte, casi para oírse el piafar de los caballos napoleónicos a las puertas
de Lisboa, la Reina Loca, sin perder el instinto del señorío propio de
la Realeza, resistíase a salir de su Patria, y, llena de dignidad, ordenaba
al conductor del carruaje que lo guiase frenando y moderando el andar
de las bestias, para que no se dijera que huia, como una fémina vulgar,
la Soberana de un Reino donde la historia de su pueblo estaba esmal
tada de gallardías...
El paralelismo entre España y Portugal, continuará, por culpa de
los extranjerizantes de uno y otro país, empeñados en acabar con las
instituciones tradicionales, y, lo mismo allí que aquf, es de justicia
registrar que, más que los Reyes, eran los pueblos los que instaban a
las represalias, cuando no las realizaban estos mismos, desbordando la
táctica de tolerancia seguida en las alturas del poder.
Breves años transcurrieron entre la pérdida del imperio continen
tal de España en América y la escisión del Brasil de la tutela portugue
sa. Juntos sufrieron los embates de la revolución interna ambos repre
sentantes de la legitimidad monárquica, y a un tiempo mismo comen
zaron la dinastía miguelista y ¡a carlista a padecer los sinsabores del
destierro. Tanto D- Miguel como D. Carlos fueron objeto del vilipendio
calumnioso con que se desatara la pasión sectaria de aquella época.
Una y otra nación tuvieron su guerra civil, y pasaron por la fase omi
nosa de repúblicas que ofendieron y menospreciaron la fe de los
pueblos y los conducían a la ruina, bajo la consigna de las sectas in
ternacionales. Y, por último, fluctuaron ambas en períodos de dicta
duras, queriendo justificarlas sobre algunas normas entresacadas de la
Tradición; pero no es momento de juzgar ahora ese fenómeno desde
la atalaya de la historia, por falta de perspectiva.
Ollvelra Martíns, en su "Portugal Contemporáneo", se
cree en la obligación de dar, al comienzo de la segunda edición de esa
carlismo.es
156 MELCHOR FKRRER - DOMINGO TEJERA - JOSE F. ACEDO
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carlismo.es
HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 157
éste invitara una vez mas a D. Carlos a que abandonara el reino lusi
tano y se confinara en el destierro de los Estados Pontificios, mandato
que reiteró el 3 de Octubre y por la misma intermediación de Fernán
dez de Córdoba. No ignoraba tampoco D. Carlos que su hermano
Don Francisco de Paula estaba bajo el imperio de la que era rival de
su esposa, la Infanta Doña Luisa Carlota. Sabia que el Infante D. Se
bastián Gabriel habia desoído las maternales exhortaciones de la Prin
cesa de Beira y, a pesar de ellas, acudió a la jura de Doña Isabel. Y no
ignoraba, por último, el desagradecimiento de Fernández de Córdoba,
que al Infante y su esposa les debía la vida, y a pesar de ello, había
organizado en torno a su salvador un servicio de espionaje para infor
mar en Madrid a los enemigos del entonces Infante. Pero sabía también
Don Carlos que su deber era sumar voluntades, pues a un Rey no le
es licito erigirse en cabeza de un partido, y si es notoria su insistencia,
a riesgo de negativas y menosprecios para ahorrar a España una nueva
guerra de sucesión, bien a pesar suyo ésta sobrevino, y la culpa histó
rica corresponde a los que se apretaron codo a codo junto a los que
representaban la ilegitimidad de derecho y de ejercicio, o sea a la
dinastía defensora del liberalismo antiespañol.
Prepá Al día siguiente de la entrevista de Fernández de Córdoba, éste se
presentaba de nuevo ante D. Carlos y le comunicaba que, en cumpli
rase la
miento de las órdenes recibidas del Gobierno de Madrid, el Rey legi
inter
timo debía salir de Portugal. Carlos V. contestó: "Las circunstancias
vención han variado completamente. Nadie tiene autoridad para mandarme,
militar ni yo la menor necesidad de obedecer, ni responder a nadie. Tengo
de derechos muy evidentes y superiores a todos los otros derechos sobre
España el Trono de España, y no conozco ya en ti la facultad de notificarme
en orden alguna". Todavía, citado por D. Carlos, compareció Córdoba, y
Portu hubo de oír estas palabras: "Ya todo ha variado, y ahora soy yo el
gal legítimo Rey de España. Como tal, tú eres ministro, y reclamo tu obe
diencia, esperando que seas el primero que me reconozcas." Fernán
dez de Córdoba se negó, y D. Carlos, entregándole unas cartas, le des
pidió así: "Está bien; vete". Después de este diálogo, el plenipotencia
rio Fernández de Córdoba se persuadió hasta la saciedad del desaira
do papel que estaba haciendo en Portugal, por lo que el 9 de Octu
bre decidió y el 11 comunicó que retiraba de aquel reino la Legación,
en vista de la sistemática insistencia del gobierno portugués y del Rey
D. Miguel de reconocer a D. Carlos como Rey de las Españas. En rea
lidad, las relaciones diplomáticas, más o menos tirantes, prosiguieron
entre el Gobierno cristino y el legitimista de Portugal, pues no cesaron
■
carlismo.es
HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 163
diócesis a ella volvió, no sin antes formular la carta que hemos repro
ducido, en la que revelaba la entereza de su carácter.
Ya hemos visto cómo fué incluido entre los autores de los aconte
cimientos ocurridos en León en Enero de 1833, cómo tuvo que escon
derse en los lugares más recónditos de su diócesis, cómo protestó me
diante documento en el que da prueba de su saber y experiencia de
jurisconsulto, en la carta que dirigió a Fernando VII sobre la Jura de
Doña Isabel, y al fin emigró a Portugal, uniéndose a Don Carlos, de
quien fué entonces confesor y director espiritual, hasta que ahora los
acontecimientos le ponian de nuevo en la vida política como ministro
de su Rey y Señor.
Pertenecía el Obispo Abarca a un sector intransigente, que se
avenía con su temple de buen aragonés; era ilustrado, como dió de
ello muchas muestras; era culto y amaba las bellas artes. Servicial
para con todos, un solo ejemplo nos lo retrata: cuando la invasión na
poleónica, los franceses se habían llevado de Sevilla numerosas obras de
arte; unas pasaron la frontera, y otras, la mayoría, quedaron en
Madrid. Entre éstas estaba el maravilloso cuadro de Zurbarán "El Triun
fo de Santo Tomás", que se conserva hoy en el Museo Provincial de Se
villa. Pretendían los sevillanos recobrarlo; había dificultades, y alguien
les aconsejó que se dirigieran a don Joaquín Abarca, para que apoya
ra la restitución a Sevilla. Así lo hicieron, y gracias a la influencia y
actividad del recto Abarca, Sevilla recobró la obra maestra de Zur
barán.
En su correspondencia particular, se destaca el gracejo y campea
el donaire; de sus convicciones políticas, ¿qué vamos a decir, a mayor
abundancia? Su historia está tan ligada a la del Tradicionalismo espa
ñol, que muchas páginas pueden estimarse plasmadas sobre la silueta
de esta eminente figura. Cierto es que, por su palabra cáustica y mor
daz—nadie ha intentado la empresa de formar la efigie de la verdad
con trapos y alfeñique—, se granjeó Abarca buen número de enemigos.
Satirizaba con frecuencia a los generales que llamaba "de mapa y com
pás', no sabemos si con cierta intención contra varios de ellos, ya
que uno de estos instrumentos figura entre los signos masónicos. Qui
zá nos hemos avanzado demasiado en la interpretación, y tal vez
intentaba sólo hacer critica de los que soñaban en grandes planes es
tratégicos de guerra a lo Napoleón, y no eran de capacidad para
desarrollarlos. Era la guerra carlista la más opuesta a alardes tipo
Escuela Militar, y fracasaron cuantos esto Intentaron con planes admi
rablemente trazados en el mapa, pero que no respondían en los
carlismo.es
166 MELCHOR FERRER - DOMINGO TEJERA - JOSE F. ACEDO
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO' ESPAÑOL 173
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL
(1) Víctor Isabel Boni, Conde de Castellane, nació en París en 1788. Sir
vió en las guerras del Imperio hasta ascender a coronel. Adherido a la restau
ración, fué nombrado Mariscal de Campo y luego aceptó la Monarquía libe
ral. Por su comportamiento en el Sitio de Amberes, fué nombrado Teniente
General. Cuando la insurrección de 1848, y durante la segunda República, es
tuvo de cuartel, pero al proclamarse el segundo Imperio, volvió al servicio-
sofocando la revuelta de Lyon. Ascendió a Mariscal de Francia y fué Senador
del Imperio, falleciendo en 1863.
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 179
lítulo 3.2, libro 1.2, del Fuero Real, incluida en la 1.8, título
1.2, libro 3.2 de la Novísima Recopilación , ni lo que ésta
aduce de la Ley 8.2, título 7.2, libro 12, todo lo cual invocaba im
propiamente el secretario del Despacho de Justicia de Cristina, don
Nicolás María Garelly, por órdenes de ella, como veremos a
su tiempo, para concluir proponiendo, en la Exposición fechada en
Río Frío el 5 de Agosto de 1834, que fuese sometida a la deliberación
de las Cortes la conducta de Don' Carlos María Isidro de 5orbón, de
modo que recayera el acuerdo solemne de "quedar excluido dicho
Príncipe y toda su línea del derecho a suceder en la Corona de España".
¿Que atento a su lealtad, y a su honradez, y a sus sentimientos y
convicciones de católico, Don Carlos no usó de picardía para alzarse
con el Trono, en vida de su hermano, para lo cual sólo le bastaba
fomentar las conspiraciones de infinitos realistas impacientes? ¡Tanto
mejor! Toda virtud tiene sabiduría, y la recta humildad, aunque a los
picaros les parezca candidez, está llena de ciencia y de presciencia. Si
Don Carlos hubiera sido un intrigante, un inadaptado, un insumiso,
hasta el extremo de violar sin escrúpulos la santidad de las supremas
leyes del Reino, ¿cómo podrían hoy la historia y el derecho, de consuno
proclamar, con las máximas pruebas, la legitimidad de los sucesores de
aquel Rey verdadero? ¿Y qué podrán alegar hoy los listos, los picaros,
los despreocupados o los ignorantes, llenos de falsedad y de encono,
para restaurar a la dinastía usurpadora, de todo en todo y por todo,
hasta la saciedad, ilegitima, culpable de aquella Injusticia de la usur
pación, si tratase de comparecer a un concurso de aspirantes al Cetro
de San Fernando, puesto que, además de falta de títulos de origen, tiene
más que manchado el balance de su ejecutoria con una tremenda y san
grienta ilegitimidad de ejercicio, porque amparó la almoneda que el
liberalismo y las sectas han estado haciendo de nuestras creencias re
ligiosas, y con sus contemplaciones y claudicaciones imperdonables
frente a la osadía revolucionarla, dejó caer a España en el abismo?
i Que Don Carlos, por "no ambicionar el Trono" y estar "lejos dé
codiciar bienes caducos", era un Cándido, un Ingenuo, un pobre de
espíritu! Mejor para él. Porque habrá alcanzado la promesa concedida
en la primera bienaventuranza, el Reino de los cielos. Y, así, sus suce
sores, también por humildes— al no apetecer la transigencia con el. mal
y al sufrir persecuciones—, podrán, además del logro del cielo empíreo,
reinar bajo el cielo de nuestra tierra.
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carlismo.es I
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CAPITULO VII
I
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO. ESPAÑOL 185
(1) José Antonio Goñi. Era navarro, y se distinguió durante teda la pri
mera guerra civil en las filas carlistas, pero cuando el Convenio de Vergara
se adhirió al mismo.
(2) Basilio Antonio García. Nació en la provincia de Logroñr^ en 1791.
Sirvió durante la guerra de la Independencia y en la campaña de 1822 y 23,
ascendiendo a comisario de guerra. Al comenzar el levantamiento de 1833,
fué nombrado Coronel de Infantería, y se hizo célebre en la primera guerra
carlismo.es
194 MELCHOR FERRER - DOMINGO TEJERA - JOSE F. ACEDO
civil por sus atrevidas expediciones, la más notable de las cuales fué en
1837-38, en la que llegó hasta Andalucía. Ascendió a Mariscal de Campo, y.
perseguido por Maroto, pudo librarse de ser fusilado. No se adhirió al Con
venio de Vergara, emigrando a Francia, y falleció en Hyeres (Francia) en 1844.
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carlismo.es
HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 195
visión del 4.2 Ejército, hasta que fué nombrado el 1 de Enero de 1814
comandante interino del regimiento 3.2 de Voluntarios de Navarra,
cuyo empleo sirvió hasta 1615, y entonces, por orden superior, pasó
al regimiento de Infantería del Principe con el encargo especial de
reorganizar su tercer batallón. Cuando las ocurrencias de "los cien días"
en Francia, estuvo en el ejército que se preparaba para invadir el
territorio vecino, y que, como es sabido, no llegó a entrar en lucha,
por haber sido derrotado Napoleón en la batalla de Waterlóo.
Vivía dedicado a su servicio militar cuando sobrevinieron los
acontecimientos de 1820, y ante la general insurrección, levantó tam
bién su grito de guerra en 1821, y aunque de momento tuvo que aban
donar la campaña, no tardó en regresar de Francia, actuando con
tanto valor y pericia, que, fracasados los generales Quesada y O'Don-
nell en sus mandos, a principios de 1823 quedó D. Santos al frente
del Ejército Real.
Aunque a grandes rasgos hemos reseñado en nuestro volumen II
aquella campaña realista, la concisión no ha impedido que el nombre
de Ladrón de Cegama figurara con honor. Ascendió rápidamente, siem
pre por sus méritos, a coronel y brigadier, y más tarde Fernando VII
lo ascendió a mariscal de campo. El primero de sus destinos con este
grado fué el de gobernador militar de la plaza de Pamplona, luego el
de la plaza de Cartagena. Aquí le alcanzó la reacción antirrealista de
Doña María Cristina. Sus convicciones firmemente sentidas, la fran
queza de su lenguaje y su historia pasada le hacían sospechoso: su
valer y merecimientos eran ahora los motivos que le hicieran caer
en desgracia. Hubiera sido conformista en las épocas liberales; hubie
ra sido adulador con los detentadores del poder; le hubiera faltado en
tereza para seguir el camino del deber, y el general Ladrón de Cegama
no hubiera sido depuesto de su mando, ni confinado en Valladolid,
ni hubiera visto sus pasos seguidos por los esbirros de la Superinten
dencia General de Policía. Como en tantas ocasiones de la historia,
!os que son galardones del honor de un hombre se convierten en
pretextos para que los acomodados con la arbitrariedad y la injusti
cia les persigan.
Tal era el jefe que en aquel momento encarna la insurrección car
lista en España. Todavía no ha salido por las puertas de Pamplona el
genial Zumalacarregul; todavía está indeciso— no oye la tormenta y
parece dormido su genio guerrero—, el famoso Merino; todavía en
el Seminario de Tortosa, la sotana esconde la vehemencia y el arrojo
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196 MELCHOR FERRER - DOMINGO TEJERA - JOSE F. ACEDO
(1) Pirala.—"Historia
(2) Documento númerode 21la en el apéndice
Guerra Civil ydocumental.
de los partidos liberal v cab
lista".
carlismo.es
HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 197
mostrado por los habitantes y los que iban con él, que en esta oca
sión tenía la cabeza perturbada, por haberle dado una droga, pro
bablemente opio, en Los Arcos, mezclada al vino, la que produjo
el efecto de. privarle de sus facultades intelectuales. Lo que sí es
cierto, es que, cuando la hora del peligro se aproximó, él no se apro
vechó de la gran influencia que tenía con los campesinos, ni de la na
turaleza del terreno, ni de sus conocimientos del mismo, sino que,
habiendo dirigido sus hombres hacia Los Arcos, incapaz de
dar nuevas órdenes, se quedó esperando neciamente la hora
fatal, como un pájaro fascinado por una serpiente. La con
fusión e irresolución de la masa que tenía a sus órdenes, y que
siempre había confiado en el talento de su jefe, se imaginará fácil
mente, cuando repentinamente supieron que el enemigo estaba so
bre ellos. Santos Ladrón, despertando al fin de su letargo, mecánica
mente se colocó, con su espada levantada, a la cabeza de algunos
oficiales partidarios, pero el cerebro que había de guiar a sus huestes
había desaparecido" (1).
A pesar de los términos de este relato, no muy seguro de su
aserto, el escritor inglés quiere atribuirlo a una segunda causa, y
dice: "Muchos detalles corroboran la afirmación de haberle sido ad
ministrada una droga; pero su conducta puede, sin embargo, haber
sido causada por una de esas enfermedades cerebrales que algunas
veces trastornan los entendimientos más brillantes." (2). La verdad
es que don Santos Ladrón de Cegama intentó resistir con fuerzas
muy inferiores en armamento, y de organización apenas embrio
naria, a un enemigo fuerte y disciplinado. ¿Qué esperaba el general
navarro con su temeridad? Dice Zaratiegui que tenía Ladrón de Ce
gama "la esperanza de que Lorenzo, a quien había conocido perso
nalmente y suponía de ideas carlistas, se declarase por la causa del
Infante" (3). Pero esto lo aplicó al combate o escaramuza de Nove-
leta. ¿Es que hubo engaño o promesa falaz en la que creyó don
Santos? Lo cierto es que, sus tropas desbandadas, el general Ladrón
de Cegama resistió con valor y heroísmo. Caído su caballo, quedó im
posibilitado para defenderse, y entonces lo hicieron prisionero. Con
él, unos cuantos más, entre ellos el teniente de Voluntarlos realistas
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 209
(1) Alan Secger. "Tengo una cita con la muerte", en "Poems", traducido
al francés en "Alan Seeger, le poéte de la Legión Etrangére", por Odette
Raymontli-Matheron.
(2) Francisco López Borricón. Fué preconizado Obispo de Mondones
ín 1817. Acusado de actividades carlistas, fué llamado por el Gobierno cns-
tino a Madrid, pero en su viaje, y al llegar a Valladolid. marchó a las Provin
cias Vascongadas a unirse con el ejército carlista. El Papa Gregorio XVI le
nombró Vicario general castrense del ejército carlista. Murió en Morella a
fines de 1839. Escribió aiversas Pastorales mientras estuvo en el campo car
lista, las que fueron impresas en Morella, Oñate y Berga.
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CAPITULO VIII
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CAPITULO IX
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 233
ejército carlista a mariscal de campo. Fué uno de los autores, y quizá el más
influyente, en los preparativos del Convenio de Vergara, siendo revalidado en
sus grados y empleo en el ejército isabelino
carlismo.es -
(1) Ramón Cabrera y Griñó, conde de Morella y marqués del Ter. Nació
en Tortosa en 1806, de humilde familia. Estudiaba en el Seminario de Tortosa
cuando comenzó la guerra civil, y habiendo sido desterrado de aquella ciudad,
ingresó de voluntario en el ejército carlista. Su valor extraordinario y su ca
pacidad militar lo elevaron rápidamente en la jerarquia del ejército, alcan
zando su ascenso a Teniente General Terminada la primera guerra civil, emi
gró a Francia, volviendo a España en 1848, para tomar el mando del ejército
carlista en Cataluña durante la segunda guerra. Fué recompensado con el
ascenso a Capitán General. Emigró de nuevo, residiendo en Inglaterra, y
desde entonces se comenzó a notar su desviación de la línea política. Sin
embargo, tuvo la dirección del partido carlista en 1869-70 por nombramiento
de Carlos VI, terminando con una ruptura por cuestiones ideológicas, ya
que Cabrera se había ido liberalizando, lo que le llevó a claudicar comple
tamente, reconociendo a Alfonso XII. Falleció en Inglaterra en 1876.
carlismo.es
240 MELCHOR FERRER - DOMINGO TEJERA - JOSE F. ACEDO
Todos los demás que figuraron, todos los heroísmos, que fueron
muchos, y todas las victorias están encerradas en los dos arcos del
paréntesis, el que Inicia Zumalacarregui, al comienzo, en la acción
de Nazar y Asarta, y el que cierra Cabrera en la defensa de Berga
en Julio de 1840.
Sobre la fecha de salida de Zumalacarregui de Pamplona hay
disparidad. El virrey de Navarra, general Sola, la anunciaba el 6 de
Noviembre en los siguientes términos: "El coronel ¡Imitado D. Tomás
Zumalacarregui ha desaparecido de esta plaza de Pamplona hace
unos cuatro días, abandonando a su mujer y familia", lo que nos
sitúa al primero o dos de Noviembre. Tengamos en cuenta que Zu
malacarregui debía estar vigilado, ya que el 25 de Enero anterior
se decía, en comunicación del virrey al Gobierno, que era peligroso
por sus ideas "exageradas" y haber sido separado recientemente". Y
ante esas sospechas, se solicitaba que se le señalara otro sitio de
residencia que no fuera Navarra ni Guipúzcoa. Pirala señala la salida
a fines de Octubre, y es esta la opinión generalmente más adop
tada (1). El P. Risco sitúa la fecha en 6 de Noviembre, en lo que
evidentemente hay error, pues en esta fecha ya se consideraba por el
virrey que hacía unos cuatro días que estaba cusente (2). Henningsen
(3) asegura que fué la noche del 29 de Octubre cuando franqueó
Zumalacarregui las puertas de la ciudad de Pamplona, y se presentó
el 30 en el campo carlista. Zaratiegui, impreciso en los hechos ante
riores a la incorporación de D. Tomás a filas, reconoce que no sabe
la fecha exacta, pero dice que fué posterior al 20 de Octubre (4).
Solanos le dió la fecha arbitraria del 21 de Octubre, que se debe
rechazar plenamente (5). Madrazo asegura que fué una mañana
del mes de Octubre "cuando vieron venir hacia ellos un hombre de
fornida estatura, envuelto en una capa y con boina y alpargata al
estilo del país" (6). Peña, el historiador más moderno, sigue a
muy a las claras en su figura y en sus modales que había nacido para
el mando, y que estaba predestinado para dirigir la suerte y poner 1
muy altas las esperanzas de un partido que tenía abatidas por el suelo
Aquellas indisciplinadas huestes habían de convertirse, a su impulso
y a su voz, en un ejército aguerrido y victorioso, a cuyo violento em
puje deberían vacilar por algún tiempo unas instituciones y un Trono
que contaba para su defensa con inmensos y poderosos ejércitos" (1).
El marqués de Mendigorria consideraba que "Zumalacarregui fué
bajo todos los conceptos un prodigio que nadie superó ni aún ha igua
lado" (2). Y hace así su elogio: "Aquel hombre extraordinario consi
guió en muy poco tiempo afirmar en su tropa la disciplina más rigu
rosa, y, haciéndose querer de los soldados, alcanzó de ellos y del
país el respeto, la confianza y el entusiasmo. Organizó con igual ha
bilidad y firmeza una caballería costosa, y dificilísima de obtener con
sus escasos recursos, y formó una artillería que en muchos casos le
bastó para rendir algunos de los fuertes atacados, cuando sus operacio
nes se desarrollaban en mayor escala." Antes de este tributo de res
peto al adversario, había escrito el mismo marqués de Mendigorria:
"Los que contra Zumalacarregui luchamos, reconocimos siempre sus
cualidades extraordinarias, y a nadie extrañará que yo las recuerde
ahora a grandes rasgos, rindiendo así Justo homenaje a una de las
figuras más esclarecidas de nuestra historia contemporánea" (3).
Ildefonso Antonio Bermejo, ya citado, se compadece así de la
suerte del general: "Varón digno de mejor fortuna y fin, y que, de
humilde lugar, con la grandeza de su corazón, con su valor e In
dustria, trabajó con guerra de tanto tiempo la grandeza de su Rey;
no le quebrantaron las cosas adversas, ni las prósperas le ensoberbe
cieron" (4).
Un militar erudito del Cuerpo de Infantería, y un militar y también
artista, del Cuerpo de Artillería, Francisco Barado y José Cusachs,
cuando publicaron su artístico e interesante "Cuadros y escenas
de la vida militar", no olvidaron la figura procer de Zumala
carregui: "Zumalacarregui estaba dotado de un profundo talento, un
alma enérgica y un carácter espartano. Abarcaba con mirada de águila
las circunstancias más complicadas, tenía extraordinaria sagacidad, valor
impasible, gran entusiasmo por la causa que defendía; conocía a fon-
(1) Madrazo.—"Historia Militar y Política de D. Tomás de Zumalaca
rregui".
(2) Marqués de Mendigorria.—"Mis Memorias Intimas".
(3) Marqués de Mendigorria.—"Mis Memorias Intimas".
(4) Bermejo.—"La estafeta de Palacio".
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 251
de Don Carlos... Para frustrar este plan grandioso necesita don Tomás
discurrir alguna diablura, y bien pudiera ser que la discurriese. Le
conozco, es tremendo: nada se le escapa, y, contra la lógica de los
demás, tiene él la suya, que es la lógica madre...
"Zumalacarregui, que sabe mucho, pero mucho, nos deja meter
nuestros veinticinco batallones en la Sierra, y él acampa tan tranquilo
en los pueblos de abajo, confiando en que pasaremos el tiempo mi
rando a las estrellas, pues la mayor parte de las tropas que van
peñas arriba no pueden hacer otra cosa. Verás cómo no pasa la
mañana sin atacarnos por la retaguardia... Y todo ese ejército que
anda a gatas por los montes, ¿de qué nos sirve?... Los grandes ejérci
tos son para operar en el llano. La guerra de montaña tiene su táctica
especial, que en este caso no he visto aplicada... Puntualmente se
ajustan los hechos a lo que el capellán pensaba... Caían soldados de la
Reina sin cesar... Córdova y el barón del Solar defendían sus vidas
como el último de los soldados... Lo peor de aquella tremenda jornada
era que los cristinos no encontraban ningún apoyo en el país... Ha
bía que esperar los hechos, subordinando todo plan a lo que resultase
de los del enemigo, por lo cual, el verdadero director de la campaña
era Zumalacarregui, como jefe de un ejército dueño absoluto del pais
en que operaba y de todo el paisaje navarro... Zumalacarregui reapa
reció en una altura formidable, donde les hizo más bajas... Y lo peor
era que al día siguiente tendrían que sostener nuevos encuentros,
pues el carlista no cejaba: quería recoger todas las ventajas de su
victoria y acosar hasta en su último refugio a las heroicas cuanto des
graciadas tropas de la Reina...
"La causa de Don Carlos tuvo aquel día (el de la salida de Zu
malacarregui de Pamplona, para incorporarse a los carlistas); tuvo
aquel dia lo que le faltaba : una cabeza. Luego veremos cómo y cuándo
esta grande y noble cabeza se perdió para siempre...
"Caudillo de un poderoso ejército, apóstol de una causa formida
ble, moría en una absoluta pobreza, y hasta le faltaba ropa militar
con que pudieran amortajarle conforme a su categoría. De lo que
a cuenta de sus pagas le dió Mendigaña al salir de Bilbao, poco se
encontró en sus bolsillos: ¡Casi todo lo había empleado en gratificar y
obsequiar a los granaderos que le transportaron en hombros desde
la plaza en mal hora sitiada!"
Hasta aqui entresacados, al azar, aspectos personales y de am
biente, unos imaginativos, otros históricos, que Galdós apunta en su
novela.
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 255
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 257
do así que no tenía otros bienes ni riquezas que los 2.500 reales de
vellón que tomaba mensualmente por vía de sueldo (1).
Otro ejemplo de caballerosidad: "Un jefe de los principales del
ejército crístino había abandonado hacía tiempo a su anciana es
posa, cuyas virtudes eran, de muchos años antes a la época que refe
rimos, conocidas de Zumalacarregui. Mientras éste era perseguido por
su marido, la suerte le condujo al pueblo donde la infeliz lloraba su
abandono, sepultada en un rincón, abandonada de todos Así que
llegó, la fué a visitar y la consoló, obligándola al mismo tiempo a
recibir la cantidad de que podía socorrer con ella, en parte, su ne
cesidad (2).
De cómo trataba a su gente muestras son las siguientes anécdotas:
"No teniendo Zumalacarregui más ropa que la que llevaba puesta, se
mandó hacer, en tiempo que la guerra era muy activa y el frío grande,
una casaca de paño; el sastre que la hizo acababa de traerla y de re
cibir el valor de ella, cuando, asomándose el general a la ventana
de su alojamiento, advirtió el mal estado en que, por falta de vestido,
se hallaba el capitán don Carlos L..., de nación francés. Llamóle enton
ces por su nombre. Zumalacarregui le hizo probar la nueva casaca, y,
viendo que le venía bien, le despidió con ella, quedándose él en el
mismo estado que antes (3).
Es de este mismo oficial, a nuestro entender, del que se refiere la
anécdota que sigue: "Lacour, al ir a dar cuenta de lo que hizo (se
refiere a una sorpresa en Ormaiztegui), encontró a Zumalacarregui
almorzando; éste le invitó con insistencia a que le acompañase, y en
salzó su valor, mientras le animaba a hacer honor a su comida. "Co
mo ya he bebido una pinta de coñac— dijo Lecour— para librarme del
rocío de la mañana (comer sin beber es un trabajo muy árido),
di al vecino que la fortuna colocó más cerca una palmada en la es
palda, como diciéndole: denos usted algo para beber, amigo..." Era
el general Guibelalde. Imaginándose él que yo no le conocía, me
!o diio después en otra ocasión: pero como Zumalacarregui se sonreía
al mirarme, naturalmente, todo salió de perlas." Lacour es favorito de
todos nosotros— observó uno—; él es quien apresó a cuatro hombres y
jn cabo en Vitoria. Lacour es un verdadero soldado— dijo el gene-
ai.— "Sí, general— replicó éste—; Lacour por aquí, Lacour por allá,
ruando haya algo que hacer; pero cuando hay que cambiar una cha-
I
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 261
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 267
CAPITULO X
unos muros indefensos y a una población que esperaba abrir sus puer
tas. Resonaron los clarines de la Fama por la victoria de Morella,
victoria que no era tal, pues lo que en realidad representaba era la
primera parte de un drama que se iba muy pronto a consumar.
No por esto cedió . la insurrección en el Maestrazgo y en Valencia.
El 10 de Diciembre, los carlistas luchaban en Ballestar (Castellón), y
al día siguiente, contra las fuerzas que mandaba el teniente Lara Irigo-
yen (1), en Castellfort (Castellón). Nuevos Jefes aparecieron, como
Mestres y Magraner; en Orihuela se levanta el vecindario, y salen sus
mozos més atrevidos a recorrer la comarca, bajo el mando del "Man
co de Alcoy". El más intrépido, Magraner, combate en Vallada (Va
lencia) contra la columna mandada por Garrigó (2), se interna por
el Reino de Murcia, y, al regresar a Valencia, sufre descalabro el 24
de Diciembre, cerca de Jétiva, y al día, siguiente, prisionero la víspera,
es pasado por las armas. Sin embargo, nada apaga el fervor de aque
llos guerrilleros, que puede decirse no tienen más que un Jefe Incor
póreo por encima de ellos, y este Jefe es el Ideal. El Maestrazgo es
recorrido constantemente por las partidas carlistas, pero todavía más
por las fuerzas Cristinas, y sólo a la tenacidad de los primeros se pue
de atribuir aquel resurgimiento que más tarde veremos en la región
valenciana, hasta hacer del Maestrazgo una inmensa fortaleza donde
dominan las armas de Don Carlos.
En Aragón continuaban haciendo esfuerzos los que ya se habían
levantado en armas. Sus nombres más prestigiosos eran: el brigadier
Tena, el comandante Quílez y el comandante Carnicer. Pero el pri
mero tiene la mala fortuna de ser batido y caer prisionero en Santa
Cruz de Noguera (Teruel), y, perseguidos sus desanimados volunta
rios, caen prisioneros el brigadier Tena y su segundo, don Roque
León. Este morirá fusilado inmediatamente, y Tena sufrirá la pena
capital en la ciudad de Zaragoza. Así se va regando el suelo de Es
paña, con la sangre de sus mejores hijos; así se irá formando el tem
ple de los carlistas españoles. En todas partes, la misma dura repre
sión. Sea en el Norte, sea en el Centro, sea en Levante, los carlistas
J
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 275
ciones, han sido pasados por las armas en Teruel, a las once de la
mañana del día 27, el coronel graduado barón de Hervés y el co
mandante del batallón de Voluntarios Realistas de Liria don Vicen
te Gil."
En Aragón, los carlistas se agruparon, después de la muerte del Carni-
primer comandante general del Maestrazgo, alrededor de Carnicer; cer, jefe
pronto será este el jefe indiscutible de aquel reino, entendiendo bien de los
que cuando nos referimos a Aragón, se comprende sólo el bajo Ara carlis
gón, es decir, la orilla derecha del Ebro, hasta Castilla y Valencia. La tas ara
guerra en esta región no siguió límites geográfico-políticos, sino natu gone
rales. Eran los ríos y eran los montes los que fijaban el área de expan
ses
sión de los levantados por Carlos V. Podía decirse que del Ebro a
Cabriel, y de las Sierras de Molina y Albarracin hasta el mar, se com
prendía el teatro de estas luchas.
Aparte la suficiencia y experiencia de los jefes militares de pro
fesión que han intervenido en las anteriores campañas, se observa
aquí el instinto guerrero de estos pueblos, su situación estratégica,
que les enseñaba ser los ríos lineas naturales de invasión, los montes
posiciones defensivas, las veredas laberínticas vías apropiadas para
dispersarse en un punto y reunirse en otro y así atacar de flanco o
por retaguardia al enemigo, después de fatigarlo y aturdlrlo. La gue
rra es formidablemente realista, y de poco valen las entelequias imagi
nativas si no se tiene un exacto conocimiento del terreno. Sentimos
desilusionar a los estrategas de café, que proyectan batallas con inge
nuos croquis dibujados en el mármol de la mesa que preside sus ter
tulias, o toman con desparpajada rapidez países enteros con sólo des
lizar su dedo índice sobre un mapa de estractadísima escala. Hay
un don que no se adquiere, y lo poseen de naturaleza no muchos
militares, y es la visión inconfusa del terreno, para descubrir la posi
ción y maniobras del adversario, y, una vez fijado, saber desenfilarse
de sus tiros y contraatacarlo con ventaja. No ha de extrañar, por tanto,
que, habiendo actuado en el Maestrazgo valiosas figuras profesionales
de la milicia, destacaran, sin embargo, dos guerreros que no se ha
bían enredado entre los senos y cosenos; ni tocádose con las tangen
tes y cotangentes trigonométricas en las academias castrenses: así.
Cabrera y el "Serrador"; el primero, sin más bagaje que sus latines,
y el segundo, sin más oropel sobre las solapas de su zamarra que el
serrín de los troncos que atablaba en los pinares.
Pero, además de conocer las montañas y valles de la comarca,
poseían el instinto de la conformación panorámica de aquel territo-
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276 MELCHOR FERRER - DOMINGO TEJERA - JOSE F. ACEDO
J
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 279
(D Más que retrato es caricatura lo que escribían los autores riel ''Panora
ma Español": "Era un hombre de poco más de cinco pies, enjuto, pero mem
brudo, monstruoso por una quebradura singular en su magnitud, tosco y des
garbado en el andar, el semblante cetrino, la nariz bastante ancha, los ojos
hundidos, perspicaces y encendidos, las cejas pobladas, su mirar no muy
fiero, sus modales toscos..."
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HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL 281
LAUS DEO
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APÉNDICES
DOCUMENTALES
carlismo.es
J
carlismo.es
APÉNDICES DOCUMENTALES
DOCUMENTO NUM. 1
Real Decreto
DOCUMENTO NUM. 2
Manifiesto de Doña María Cristina
(4 de Octubre de 1833)
"Sumergida en el más profundo dolor por la súbita pérdida de mi augusto
Esposo y Soberano, sólo una obligación sagrada a que deben ceder todos los
sentimientos del corazón, pudiera hacerme interrumpir el silencio que exigen
la sorpresa cruel y la intensidad de mi pesar. La expectación que excita
siempre un nuevo reinado, crece más con la incertidumbre sobre la adminis
tración pública en la menor edad del Monarca; para disipar esa incertidum
bre, y precaver la inquietud y extravío que produre en los ánimos, he creido
de mi deber anticipar a conjeturas y adivinaciones infundadas, la firme y fran
ca manifestación de los principios que he de seguir constantemente en el
gobierno, de que estoy encargada por la última voluntad del Rey, mi augusto
Esposo, durante la minoría de la Reina, mi muy cara y amada hija Doña Isabel.
"La Religión y la Monarquía primeros elementos de vida para la España
serán respetadas, protegidas, mantenidas por Mí en todo su vigor y pureza.
El pueblo español tiene en su innato celo por la fe y el culto de sus padres
la más completa seguridad de que nadie osará mandarle sin respetar los
objetos sacrosantos de su creencia y adoración; mi corazón se complace en
cooperar, en presidir a este celo de una nación eminentemente católica; en
aseguraría de que la Religión inmaculada que profesamos, su doctrina, su?
ejemplos y sus ministros serán el primero y más grato cuidado d? mi gobierno.
"Tengo la más intima satisfacción de que sea un deber para Mi, conservar
intacto el depósito de la autoridad Real que se me ha confiado. Yo mantendré
religiosamente la forma y las leyes fundamentales de la monarquía, sin ad
mitir innovaciones peligrosas, aunque halagüeñas en su principio, probadas
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286 APENDICE DOCUMENTAL
DOCUMENTO NUM. 3
Real Decreto
Por una serie de hechos plenamente comprobados y demasiado decisivos,
tengo la funesta certidumbre de que el Infante D. Carlos María Isidro ha to
mado una resolución hostil, aspirando a usurpar el Trono de mi augusta Hija
Doña Isabel II. en menosprecio de la ley fundamental y vigente del Estado,
de la suprema voluntad del Rey mi Esposo (Q. E. G. E.), y del reconocimiento
de la nación testificado solemnemente en Cortes, por los prelados, grandes, títu
los, y procuradores de las ciudades, a que han unido sus protestaciones de
fidelidad a la Primogénita del Rey los Ayuntamientos y autoridades civiles 1
militares de la Monarquía. Esta conspiración temeraria sumiría la fiel nación
española en abismes de males y horrores, después de tantos y tan amar
gos padecimientos como ha experimentado en este siglo. Y no siendo esto
justo, ni pudiendo yo tolerar en grave daño de los pueblos que se distraigan
a fomentar la discordia civil, y los medios destinados a decorosa y pacífica
subsistencia de una persona tan obligada por su alta clase como por los estrechos
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APENDICE DOCUMENTAL 2a 7
vínculos de ¡a sangre a respetar los derechos reconocidos de la Augusta Hija
de su Hermano, y a mantener en el reino la paz que ha menester para las
mejoras y alivios que espero procurarle; he determinado y mando por el pre
sente decreto que inmediatamente se proceda al embargo y adjudicación al
Real Tesoro de todos los bienes de cualquier especie, fruto, renta y crédito,
así procedentes de las encomiendas como de cualesquiera otras fincas perte
necientes en propiedad, posesión o disfrute del expresado Infante D Carlos.
Y estando segura de la inteligencia y celo por el Real servicio del ministro
del Consejo y Cámara de Castilla, D. Ramón López Pelegrín, le nombro co
misario regio, con todas las facultades que sean necesarias para la ejecución
de este decreto en todas sus partes, y para nombrar y remover depositarios,
administradores y cualesquiera otras personas que le parezca conveniente al
más cumplido desempeño de esta soberana resolución. Lo tendréis entendido,
y dispondréis su cumplimiento. Está rubricado de la Real mano.—Palacio,
17 de Octubre de 1833.—A D. Francisco de Zea Bermúdez.
DOCUMENTO NUM. 4
Ruptura con el Gobierno legítimo portugués
Habiendo el gobierno del Rey de Portugal D. Miguel cooperado a frus
trar el embarque del Sermo. Sr. Infante D. Carlos para los Estados Pontificios
que se le previno por el Sr. Rey D. Fernando VII (Q. E. G. E.) y se confirmó
por R. O. de S. M. la Reina Gobernadora, y protegido las maquinaciones
del Sr. Infante contra la sucesión legítima del trono y la tranquilidad de
España negándose de hecho a alejarlo de sus fronteras, y consintiendo que sea
tratado como Rey por las autoridades portuguesas a pesar de las incesantes
reclamaciones del Gobierno español, pidió, por orden de S. M. y obtuvo sus
pasaportes el Excmo. Sr. D. Luis Fernández de Córdoba, nuestro Ministro
plenipotenciario en aquel reino, y se ha notificado al encargado de Negocios
de Portugal en esta Corte, haber cesado nuestras relaciones diplomáticas con
su gobierno.
S. M. la Reina Gobernadora, de concierto con su augusto amigo y aliado
el Rey de la Gran Bretaña, está tratando de poner un término a los desastres
y desolación de Portugal, entablando unidos una mediación entre las partes
beligerantes, que asegure el reposo permanente de aquel reino, concille los
intereses de las dos potencias mediadoras y contribuya al mantenimiento de
la paz general en Europa. ("Gaceta de Madrid", 12 de Noviembre de 1833 )
DOCUMENTO NUM. 5
Manifiesto de Abrantes
(1.° de Octubre de 1833)
Españoles:
¡Cuan sensible ha sido a mi corazón la muerte de mi caro hermano!
Gran satisfacción me cabía en medio de las aflictivas tribulaciones, mientras
tenía el consuelo de saber que existía, porque su conservación me era la más
apreciable. Pidamos todos a Dios le dé su Santa gloria, si aún no ha disfrutado
de aquella eterna mansión.
No ambiciono el trono; estoy lejos de codiciar bienes caducos; pero la
religión, la observancia y cumplimiento de la ley fundamental de sucesión,
y la singular obligación de defender los derechos imprescriptibles de mis
hijos y todos los amados consanguíneos me esfuerzan a sostener y defender la
corona de España del violento despojo que de ella me ha causado una sanción
tan ilegal como destructora de la ley qus legítimamente y sin interrupción
debe ser perpetua.
Desde el fatal instante en que murió mi raro hermano (Q.-S. G. H.>, crei
carlismo.es
2&Í APENDICE DOCUMENTAL
DOCUMENTO NUM. 6
- Decretos de Santarem
i
Habiendo recibido ayer oficialmente la infausta noticia de haber sido
Dios servido de llamar para sí el alma de mi muy caro y amado hermano el
Señor Rey D. Fernando VII (Q. E. P. DJ. Declaro: Que por falta de hijo
varón que le suceda en el trono de las Españas, soy su! legítimo heredero
y Rey, consiguiente a lo que manifesté por escrito a mi muy caro y amado
hermano ya difunto, en la formal protesta que le dirigí con fecha 29 de Abril
del presente año, igualmente que a los Consejos, diputados y autoridades, con
la del 12 de Junio.
Lo participo al Consejo, para que inmediatamente proceda a su reconoci
miento, y expida las órdenes convenientes, para que así se ejecute en todo
mi reino.
Santarem, 4 de Octubre de 1833.—Yo el Rey.—Al Duque Presidente de
mi Consejo Real.
II
ni
TV
Habiendo recibido ayer la noticia oficial de la muerte de muy amado
Hermano y Rey, y siendo yo su legitimo sucesor, os mando pongáis en ejecu
ción los tres adjuntos decretos, y les deis el destino que a cada uno corres
ponde: y al mismo tiempo publicaréis la protesta que con fecha 29 de Abril
dirigí a mi muy amado hermano, dándole cuenta de que queda ejecutado.
Santarem, 4 de Octubre de 1833.—Yo el Rey.—A. D. Francisco de Zea
Bermúdez.
DOCUMENTO NUM. 7
DOCUMENTO NUM. 8
DOCUMENTO NUM. 9
Proclama de la Diputación de Vizcaya
Vizcaínos: Una facción anti-religiosa y anti-monárquica se ha apoderado
del mando durante la larga enfermedad de nuestro difunto Rey, y trata de
ir adquiriendo ascendientes para exponeros sin defensa a los ataques de la
Revolución y de la anarquía que combatimos en 1823. Sus partidarios apa
rentan que consideran las leyes antiguas y fundamentales del reino aboli
das por otras nuevas, y después de haber alterado el orden de sucesión al
trono con una audacia de que no presenta otr0 ejemplo la historia, quieren
hacer a España cómplice de sus abominables maquinaciones que la propa
ganda revolucionaria inventa para destruir el orden social en Europa. Con
tal objeto se traman intrigas públicas y privadas, y la célebre fidelidad de
este glorioso país no puede escaparse completamente de sus ramificaciones.
Vizcaínos: La lealtad que anima a vuestros corazones estaba contenida
carlismo.es
292 APENDICE DOCUMENTAL
bida forma para conservar ileso todos vuestros fueros y privilegios os tras
mitirán las emanaciones de la voluntad de vuestro augusto soberano el Señor
Don Carlos V de Borbón de cuya piedad y justicia, y demás virtudes que
le adornan, os podéis prometer con razón días de gloria y de esplendor para
vuestra iglesia de paz y sosiego para vosotros y vuestros hijos, y de abundan
cia y prosperidad para toda España.
Elegid, alaveses; españoles, elegid. De vuestra decisión depende la exis
tencia del trono español: en vuestras manos tenéis la felicidad y la ruina de
vuestra patria. Católicos sois, la causa de Dios os llama protectores del altar;
sois leales y fieles vasallos, y el mejor y más deseado de los reyes esperan
vuestro auxilio para exterminar la canalla liberal, y consolidar su trono:
nada os detenga; cooperad todos de un modo posible a la defensa de la causa
más justa que los hombres han defendido. Dad gloria al Dios de los ejér
citos que nos ha conservado ileso tan excelso príncipe y saludad con toda :3
efusión de vuestro corazón a vuestro nuevo rey y monarca esclarecido, re
pitiendo con los buenos: ¡Viva Carlos V, viva nuestro augusto soberano!—Vi
toria 7 de Octubre de 1833.—Valentín Verástegui.
DOCUMENTO NUM. 11
Constitución de la Junta gubernativa de Navarra
En la villa da Aguilar y casa de alojamiento del Sr. coronel D. Francisco
Iturralde, actual comandante general de las tropas -de Navarra, a cinco días
del mes de Noviembre del año mjl ochocientos treinta y tres; convocar
los Señores jefes y capitanes de este ejército que lo son: D. Juan Manuel
Sarasa, comandanta de la 2.a división; D. Félix Ichaso, capitán de la guardn
Real de infantería, y jefe interino de Estado Mayor; los primeros coman
dantes de batallón, D. José Antonio Goñi y D. Fermín Ripalda; los segundos ce
ídem D. Irineo Zalá y D. Juan Tarragual; D. Manuel Fuertes, comandar»?
de escuadrón, y los capitanes D. Bernardo Zubiri, D. Javier Olloqui. D. As-
tero Dancausa, D. Francisco Ibáñez. D. Francisco Antonio Izcue, D. Casimiro
Ilzarbe, D. Francisco Iturmendi, D. Mateo López de Goicoechea, D. Juan
Bautista Arellano, D. Martín Martínez de Langrán, D. Tomás Plaza. D. Fran
cisco Lafcaroti, D. Venancio Urdiain, D. José María Irigoyen. D. José Moriones.
D. Francisco García. D. Andrés Borda. D. Dámaso Berdiel, D. Javier Pérez.
Don Bernardo Echarte, D. Manuel Ibeas. D. José María Berradre, D. Manare
Andevingochea y don Juan Antonio Zalduendo; con el justo fin de atender
a las imperiosas exigencias que reclame este ejército, han resuelto lo si
guiente:
Considerando que el reino de Navarra, por su decisión y levantamiento
general en favor de los legítimos derechos del Rey nuestro Sr. D. Carlos
VIII de Navarra y V de Castilla, exige medidas que concilien el fomento
y subsistencia del ejército con el menor gravamen y régimen de los pue
blos, y teniendo presente que éstas no pueden adoptarse oportunamente per
el solo jefe militar, sino que es precisa la concurrencia de una autoridad, que
al paso de ser independiente del ejército, tenga un carácter de superioridal
por el que los cuerpos la estén sujetas, juzgan indispensable la creación de
una junta que proceda en la forma que lo hiz0 la que existió hasta fin
Octubre de 1823, en que terminada la campaña se repuso a la Ilustnsmu
Diputación de este Reino.
Considerando por último que esta Junta debe componerse de persona
que a su conocida decisión por la causa de la legitimidad reúnan la circunstan
cia de arraigo en el país, conocimiento y celo por el bien general; nombran desdi
luego a D. Juan Echevarría, provisor vicario que fué de Mañeru. a D. Joa
quín Marichalar, vecino propietario del lugar de Añorbe y primer coman
dante del 4.° Batallón de la columna móvil de voluntarios realistas de N>"
varra; a D. Martín Luis Echevarría, propietario y alcalde, capitán a guerr»
del valle del Baztán; al Dr. D. Benito Díaz del Rio, vecino igualmente pro
pietario de Puente la Reina, y a D. Juan Crisóstomo Vidaondo y Mendinuf
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APENDICE DOCUMENTAL 295
ta, que lo es del lugar de Elizorido, a quienes se da plena facultad para que
obren según les dicte su amor al Rey nuestro Sr. en defensa de sus legítimos
derechos, tanto para el fomento, organización, vestido, armamento, equipo
y subsistencia del ejército, cuanto para el régimen y distribución de las
obligaciones que en las actuales circunstancias pesan sobre los pueblos, y
para la conservación de la tranquilidad pública. En consecuencia, acuerdan
se pase el oportuno oficio de nombramiento a cada uno de los Sres. citados,
convocándoles a la ciudad de Estella para el día 15 del corriente, en el que
se celebrará el acto de instalación de dicha Junta.—Siguen las firmas de los
Señores citados al principio.
DOCUMENTO NUM. 12
Nombramiento de Zumalacarregui para jefe de Navarra
En la ciudad de Estella, á 14 de Noviembre de 1833, juntos y congre-
grados los señores jefes y oficiales, cuyos nombres aparecerán por sus fir
mas á continuación, después de haber conferenciado largo rato, unánimemen
te dijeron: Que consecuente al general levantamiento de este reino, cuyos
naturales se han armado para sostener y defender los derechos á la corona
de España del señor rey don Carlos VIII de Navarra y V de Castilla, se ha
reunido en este punto un número de fuerzas tan considerables, que imperio
samente se hace necesario se encargue del mando un jefe de conocida expe
riencia y pericia en el arte militar, que reúna á la esencial cualidad de fide
lidad á los soberanos derechos del rey nuestro señor, la de adhesión a
los fueros y leyes de este reino, quien desde luego deberá proceder a la
organización de las fuerzas reunidas para ponerlas en un estado imponente
al enemigo; y de común acuerdo, convenidos de las sobresalientes virtudes
militares y políticas que adornan al coronel vivo y efectivo don Tomás de
Zumalacarregui, perteneciente á este ejército, cuyos servicios así en este
reino como fuera de él le han merecido siempre el más alto concepto, uná
nimemente han dispuesto que desde luego se encargue del mando superior de
estas tropas, y que sin tardanza se pida al rey nuestro señor, por medi0 de
una reverente exposición, la confirmación de esta gracia, ínterin no se pre
senta el coronel don Francisco Benito Eraso, que se cree ya la obtiene, y se
halla ausente.
Asimismo han dispuesto dichos señores que se oficie al señor comandan
te don Francisco Iturralde cese en este momento en las funciones que hasta
ahora ha desempeñado de este cargo, respecto á que es de inferior graduación
al citado coronel Zumalacarregui, y carece de la competente autorización
para obtener el citado mando. Y para que conste, mandaron hacer esta acta,
que la firmaron dichos señores, recomendando se remita copia de ella para
los efectos que puedan convenir á la Ilustrisima diputación de este reino y
las Provincias .Vascongadas.—Martín Luis de Echevarría.—Joaquín Máncha
la.—Juan Manuel Sarasa—Manuel Fuentes.—Fermín Ripalda.—Luis Ereya-
lar.—Félix Ichaso.—Irineo Zalá—Casimiro llzarbe.—Tomás Tatrraguai.—Fran
cisco García.—Juan Antonio Zaratiegui.—Dámaso Berdiel.—Juan Bernardo
Zubiri..—Bernardo Echarte.—Ramón Goñi.—Martin Ulibarri.
DOCUMENTO NUM. 13
Nombramiento de Zumalacarregui para jefe del Ejército
carlista de Vizcaya
Diputación general del Señorío de Vizcaya.—Siendo indispensable que
a nuestro regreso a Vizcaya, mediante la indisposición de D. Pedro Novia
Salcedo, vuelva a ocupar el destino de Diputado general de aquel Señorío el
señor brigadier don Fernando Zabala, comandante general de la división car
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296 APENDICE DOCUMENTAL
■
carlismo.es
APENDICE DOCUMENTAL 297
sido de este Señorío, y las del brigadier Trujillo y démás prisioneros políti
cos y de guerra existentes en esta villa, para ponerlos bajo la protección de
su pabellón y evitar que fuesen víctimas de un movimiento popular, pro
metiendo en compensación de éste acto de deferencia las seguridades más
positivas por parte de su gobierno para intervenir con el de la reina, y los
jefes militares que obran en su nombre a fin de que se respeten las perso
nas, familias y bienes de los vizcaínos que defienden la causa del señor don
Carlos V de Borbón, sin consentir que se cometan con ellas daños, confis
cación ni violencia alguna; que " á los prisioneros vizcaínos que caigan en
poder" de las tropas enemigas, se les trate con la humanidad y las considera-
dones que con arreglo a las leyes de guerra, se observa con ellos cuando es
esta de nación á nación, y que a las personas del mismo Señorío, partidarios
del Señor don Carlos que se vean en la necesidad de emigrar a Francia, no
se les sujetará á las disposiciones onerosas y restrictivas que se adopten con
los refugiados pertenecientes a otras opiniones, antes bien se les permitirá
su residencia en cualquier punto de aquel reino aun en los de la frontera,
y su libre tránsito de un pueblo á otro, guardando con ellos las mismas
reglas que con cualquiera otro viajante extranjero. La diputación, si bien no
puede reconocer en el gobierno francés un derecho de intervención directa
ni indirecta en la cuestión interior que se ventila en España, sin embargo,
considerando que podría ser muy útil a las personas comprometidas por la
causa del señor don Carlos V el accederse a las proposiciones del señor agen
te comercial francés, ya por la seguridad que se ofrece a sus familias, bie
nes y propiedades, y ya porque en el desgraciado caso de caer ellos mismos
en poder de sus enemigos, no se verían amagados del temor de ser víctimas
del último rigor, ha contestado que convendrá desde luego en la entrega del
señor Mota, Uhagón, Trujillo y demás presos, con motivo de las disensiones
civiles actuales, siempre que el gobierno francés, se comprometa y salga
garante, en nombre del honor, á conducir á dichos individuos á país extran
jero, sin tocar ni comunicar en pueblo alguno dominado por los partidarios
de la reina, y á que permanecerán ausentes de España, mientras dure en
Vizcaya la presente lucha, sin tomar activa ni pasivamente parte en ella;
y con tal también de que en justa reciprocidad de este acto de deferencia
hácia el gobierno francés, tome este las disposiciones más activas y termi
nantes á fin de que por las tropas de la reina no sólo se respeten desde el
momento las personas, familias, bienes y propiedades de los vizcaínos adic
tos al señor don Carlos V, sin consentir ni tolerar en. que se comete con
ellos el menor insulto, vejación ni arbitrariedad, sino que a los vizcaínos
que caigan en poder de las mismas tropas, sea cuales fueren su calidad, con
dición, carácter y compromiso, se les trate como meros prisioneros de gue
rra sin sujetarles á otro rigor que á las precauciones ordinarias para evitar
su fuga, y que á los vizcaínos que emigren á Francia con motivo de las
circunstancias actuales se les considerará como á meros transeúntes, guar
dándoles la inmunidad que les pertenece como á extranjeros pertenecientes á
una nación amiga.
El señor agente ha convenido en todos los extremos de la disposición, y
en su virtud ha prometido solemnemente, en nombre de la nación á quien
representa, guardar y hacer guardar extrictamente, y sin dar lugar a inter
pretación alguna desfavorable todos los términos de este tratado; en su conse
cuencia, la Diputación ha acordado hacer la entrega de las personas de los pre
sos mencionados en la forma y por los medios que dicta la prudencia de las cir.
cunstancias actuales, según lo ha propuesto el mismo señor agente comer
cial, y para fé de este convenio recíproco de mutua amistad y buena armo
nía, hallándose presentes en este acto el señor comandante de la goleta
"La Golondrina", que prometió recibir á dichos sujetos a bordo de ella, y
poner a continuación los correspondientes recibos, lo firman dicho señor
agente y los señores que componen la diputación, tres de un tenor en la
villa de Bilbao á ventidós de Noviembre de mil ochocientos treinta y tres,
de que certifico yo el secretario interino de gobierno de este Señorío.—El
agente comercial de Francia.—Augusto Regnaudin.—El marqués de Valde-
Espina—Javier de Batiz.—Pedro Novia de Salcedo.—Miguel de Artimaño, se
cretario de gobierno interino."
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298 APENDICE DOCUMENTAL
DOCUMENTO NUM. 16
Levantamiento carlista de Talavera de la Reina
A las dos y media de la mañana de ayer, recibió el gobierno de S. M.
por parte de D. Josef García Tejero, corregidor de Talavera de la Reina, fe
cha 3 de Octubre las noticias siguientes:
A principios de la noche del 2 de Octubre se formó una facción acau
dillada por el administrador de correos procesado y suspenso don Manuel Ma
ría González, la cual despojó violentamente de la autoridad al corregidor
Tejero, y le puso preso a las nueve de la noche, como también al mariscal de
campos D. Antonio María Rojos, al comandante de armas y a otros honrados.
Después se apoderaron de los caballos de los habitantes del pueblo y de los
fondos públicos (objeto quizás exclusivos de la sublevación).
Al amanecer del 3 prorrumpieron en la plaza pública con voces infames
y subversivas. Pero notando que ninguna persona del vecindario tomaba
parte en atentado tan alevoso, y que el corregidor se negó absolutamente a
reasumir la autoridad que le ofrecían restituir a condición de que suscri
biese a sus ideas, salieron de la villa con dirección al lugar de Gtlera, que
es el primero en el camino de Extremadura, llevándose dos de los vecinos
que habían preso.
El corregidor volvió a recobrar su autoridad, dispuesto a defender en
cuanto le fuese posible la tranquilidad pública contra aquella facción re
belde, si como habían asegurado volvían por la noche a Talavera.
A penas el Gobierno de S. M. supo este suceso, tomó las providencias
convenientes contra tamaño atentado; y posteriormente el mismo corregi
dor ha remitido a S. M. la Reina Gobernadora la Siguiente exposición por
medio del Sr. secretario de Estado del Despacho de Gracia y Justicia.
"Señora: Tengo el honor de elevar a conocimiento de V. M.. según lo
que ofrecí en mi parte anterior que en la villa del Puente de Arzobispo, seis
leguas de ésta, han sido presos por su justicia, con auxilio del teniente reti
rado y Secretario de aquel Ayuntamiento D. Antonio Acevedo, las personas
de D. Francisco López Salas, cadete de Borbón, D. León Nieto, alférez del
Cuadro de esta villa; D. Manuel González Bárbara y D. Celestino Pabat, éste
hijo de un oficial de correos de esta villa, y el anterior del administrador
de la misma, a quienes he mandado conducir a mi disposición, y de la
causa que estoy formando sobre la sublevación y acaecimiento del día 2. Me
apresuro a comunicar a V. M. que en esta mañana se han presentado expon-
táneamente con sus armas diferentes de los individuos que componian la
facción revolucionaria, y en esta tarde acaban de presentarse los restantes en
quienes he recogidos las armas, sin perjuicio de las demás medidas que arroje
de sí la causa. No han quedado en la facción más que siete de los principales
que son: D. Manuel María González, administrador de correos de esta villa;
Don Juan Bautista Alonso, mozo de correos; D. Miguel Salas, capitán de
Caballería del cuadro establecida en la misma; D. Saturnino Barco, alférez
retirado; D. Joséf Aicmerit, ex guardia de Corps; D. Francisco González,
y D. Mariano Cevallos, teniente de Caballería; pudiendo afirmar, según las
noticias que se han participado, que huyen sin fuerza alguna que auxilie
sus planes revolucionarios, desesperanzados de conseguir sus horrendos de
signios porque han visto que los voluntarios Realistas de los pueblos con
quien contaban, no sólo no han secundado sus intenciones, sino que han
mostrado una resistencia muy digna de recomendación. La tranquilidad pú
blica sigue inalterable en esta villa, y sus habitantes a porfía dan pruebas
manifiestas de su fidelidad adhesión a la legitimidad del trono que como Gober
nadora dirige V. M. Los pueblos por donde caminan los insurreccionados dan
pruebas patentes de su lealtad y sus justicias desplegan su celo de una manera
laudable; pudiendo asegurar que el espíritu público lisonjea las esperanzas de los
leales vasallos, el que ha hecho desmayar a los sublevados de su infernal
empresa, prometiéndole será extinguida del todo la formación mediante las
medidas que tengan tomadas al objeto.
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APENDICE DOCUMENTAL 299
DOCUMENTO NUM. 17
Parte de guerra
Regimiento de Caballería de la Reina, 2.° de Líneas.—Partida en per
secución.
Excmo. Sr.: Pareciéndome conveniente no retardar a V. E. este parte para
su más pronto conocimiento, con esta fecha paso el oficio que a la letra
copio al brigadier coronel del expresado regimiento.
Luego que salí de Villanueva de la Serena, en el día de hoy, en persecu
ción de los revolucionarios de Talavera de la Reina, según las instrucciones
que me dió V. E., me dirigí a la casa de Perales, en la que no me detuve,
porque no encontré razón alguna, y marché al vado de las Puercas, a donde
llegué como a las dos de la tarde, y adquirí la noticia que lote revolu
cionarios, en número de oche, habían exigido un saco de cebada en el
molino del vado, y ocho o diez panes, siguiendo el Guadiana abajo, como a
las ocho de esta mañana, en cuya dirección continué sin pararme, y como a
las dos leguas, en la dehesa llamada Guadaperales. tuve la satisfacción de sor
prenderlos, pues los encontré en el mayor descuido, acostados, y los caballos
atados, sin que me vieran hasta que estuve a la distancia de 40 á 50 pasos.
Trataron de fugarse, pero la mayor parte de ellos, al ver la intrepidez,
entusiasmo y decisión con que mi tropa, a mi voz, los cargó espada en mano,
se desanlentaron de tal manera que se entregaron sin resistencia alguna; a
saber, don Manuel María González, administrador de Correos de Talavera
de la Reina y primer comandante de Voluntarios Realistas; don Mariano
Cevallos, teniente de Caballería: don Francisco Gabriel Jiménez, ex guardia
de Corps; don Miguel López de Salas, capitán de Caballería del cuadro de
Talavera de la Reina, y don Saturnino del Barco, oficial retirado en el mis
mo pueblo; habiéndoseme fugado don Juan Alonso Bautista, don Josef Galeti
y don Francisco Vicente González.
Puesto en seguridad los reos aprehendidos, a pesar de la poca fuerza que
llevaba a mis órdenes, compuesta sólo de siete soldados, un cabo y un sar
gento, dispuse que éste con dos soldados batiese las inmediaciones del monte,
cuya espesura le impidió cojer los fugitivos. Volvíme a esta villa con los
reos, y con auxilio de los voluntarios realistas de ella fueron puestos en se
guridad en la cárcel; unos paisanos a quienes al retirarme dejé encargados
que batiesen el monte, trajeron a poco rato preso al citado don Juan Bautista
Alonso, oficial de Realistas de Talavera, que al pasar por la iglesia cuando
le conducían á la cárcel se acogió á sagrado agarrándose a la aldaba de la
puerta de ella y recibió del párroco papel de iglesia.
Los reos tenían seis caballos, dos pistolas, dos espadas, un florete y dos
sables, y además 120106. r. s. y cuarto, en plata y oro. Mañana saldrá el co
mandante de Voluntarios Realistas de esta villa al sitio donde fué aprehendido
Alonso, por haber manifestado éste que había arrojado dos mil reales que
llevaba.
He pasado requisitoria á la villa de Miajadas para que salga también en
persecución de los dos fugitivos que restan. No puedo menos de recomendar
a V. E. el valor y decisión del sargento primero Josef Alba y demás que en
esta ocasión he tenido a mis órdenes, Dios etc. Orellana la Vieja, 14 de Octu
bre de 1833.—Cuyo oficio elevo directamente al superior conocimiento de
V. E. para los fines convenientes. Dios &c. Orellana la Vieja 14 de Octubre
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300 APENDICE DOCUMENTAL
DOCUMENTO NUM. 18
DOCUMENTO NUM. 19
DOCUMENTO NUM. 20
Proclama de D. Santos Ladrón
(8 de Octubre de 1833)
Ejército realista del Sr. D. Carlos V, Rey de las Españas.—Madre, hermana
Matea, hermanos mios Joaquín y Mónica, parientes, amigos, amados compa
tricios navarros, y últimamente todos los valientes compañeros de armas en
la última lucha; ya estoy con vosotros, libertado sin duda por la mano de
rfciestro Dios y Señor e intercesión y clara protección de su Santísima Madre
Nuestra Sra. del Rosario, en cuyo día me presenté sólo en el pueblo de Tricio,
en la Rioja, y di el sagrado grito en defensa de la Religión de Jesucristo, procla
mando al Sr. D, Carlos V Rey de las Españas, que el cielo nos tenía destinado
para enjugar nuestras lágrimas y acabar nuestras desgracias y calamidades,
y para que triunfe la Religión de todo el Infierno; siendo como siempre los
navarros uno de los más firmes balauarte de aquella. Seguid, pues, hermanos
míos en Jesucristo el impulso de vuestro belicoso corazón, y con su auxilio
emprenderé rápidamente en este reino tan justa lucha, alzando el grito y pro
clamando a nuestro amado monarca Carlos V, y por Reina a su augusta esposa
Doña Francisca de Asís, y por Príncipe de Asturias a su hijo primogénito
D. Carlos; y confío en Dios, en vuestra decisión y fe, que seguirá este mo
vimiento como el fuego eléctrico por todo el reino y los inmediatos; y al
efecto, autorizo a todos los jefes, voluntarios realistas, y los que fuisteis mis
compañeros de armas, y que merecéis y conserváis la opinión y ascendien
tes de este pueblo cristiano y fiel, sin que le contamine los cuerpos con nin
gún, ni un soldado que haya titubeado; D. Ramón de Alio, de Viana, D. Ra
món Bustamante, de Morentín, Ochoa, de Olza, D. Miguel Sarasa, de Ronces-
valles, el capitán Zubiri. los Manehos, de Ochagavía, y otros semejantes, sean
mis apóstoles y precursores por mi izquierda de Pamplona, y para mi dere
cha D. Juan Manuel Aurmendi, de Ledosa, y hacia la raya el que, o los que
esta deja, Sagués, el de Beire, D. Miguel Larumbe, beneficiado de Tafalla, Eraso
de Garinoain, Uriz de Sada, y los que estos elijan; ahí van sus instrucciones
para arreglarse a ella, y lo demás ya sabéis lo que. habéis practicado ante
riormente; así, pues ponerse en manos del Señor y emprended tan justa lu
cha en cuyo apoyo aquí me tenéis con aire bizarro y religioso, riojanos,
nuestros hermanos vecinos.
Cuartel general de Viana, 8 de Octubre de 1833.—Santos Ladrón.
DOCUMENTO NUM. 21
Fusilamiento del teniente coronel Aguilar
Presidencia de la Real Cnancillería.—Excmo. Sr.: No hay más novedad
que la aprehensión del cabecilla D. Lorenzo Aguilar con varios de su gavi
lla, que a estas horas habrán sido fusilados.
Esta ciudad goza de la más completa tranquilidad.
Dios guarde a V. E. muchos años. Valladolid 6 de Noviembre de 1833.—
Excmo. Sr. Vicente de Quesada.—Excmo. Sr. Secretario de Estado y dél
Despacho de Gracia y Justicia. •
("Gaceta de Madrid" del 9 de Noviembre de 1833.
DOCUMENTO NUM. 22
Circular de Merino
Castellanos:
Nunca sufrieron los españoles que se violasen sus leyes fundamentales,
sino eran derogadas o modificadas por unánime sentimiento, y, especialmente
la de sucesión a la corona; a nadie se ocultan los medios que se han em
carlismo.es
302 APENDICE DOCUMENTAL
pleado de muy pocos años a esta parte para derogar la expresada ley, pero
todos contra lo que la misma ley dispone, para tales casos, y otras que tratan
sobre el asunto no menos terminante, de lo que se siguen y seguirán fata
les consecuencias que omito referir por no ser difuso, y porque no pueden
ocultarse al más. rudo entendimiento. Es, pues, preciso oponerse con energía
al dolo de la injusticia, y procurar nuestro bien. Ha llegado el momento de
ejecutarlo con las armas en la mano, porque, en las actuales circunstancias,
no hay otro medio menos violento, por más sensible que éste sea; y, para que
tenga efecto, he resuelto ponerme al frente de la fuerza armada, y tomar el
mando de Castilla la V¡eja interinamente, a lo que me obligan e impelen
motivos poderosos y razones fuertes que no me permite manifestar la po
lítica; en cuya consecuencia prevengo y mando a usted:
1.° Que reúna su batallón en el punto que más bien le parezca, con arre
glo a lo que tiene que ejecutar.
2." Que se haga con la posible reserva y mucha prontitud, por manera
que no medie más que media hora, desde que se avise a los voluntarios
hasta que salgan de los pueblos a el punto que usted les señale y una desde
que esté todo el batallón reunido hasta, que se ponga en marcha, que será
a jornada doble, para la villa de Riaza, en donde se hallarán ya el dia 10
de Noviembre, y allí esperará mis órdenes, cuya combinación de operaciones
arreglará usted con su prudencia.
3.° Que sobre la marcha en despoblado, y cerca del punto designado
por mí, haga usted entender al batallón de esta orden, para satisfacción de
sus individuos y para que no aleguen ignorancia, si acaso algún temerario
faltase a ella.
4.° Hasta el punto dicho suministre usted libra y media de pan y dos
reales y medio a cada voluntario, tres a los sargentos y cuatro a los señores
oficiales, si los quisiesen.
5." Que en los pueblos donde transite y haya de suministrar la tropa,
sólo exija las raciones de pan, las que pagará a precios moderados, si tuviese
fondos para ello la caja, y, si no, dejará el competente recibo a las justicias,
para que se les abone en cuenta de sus contribuciones, como en efecto se
les abonará.
6.° Que para el socorro que lleva designado se valga usted de los mis
mos fondos de la caja, si los hubiere, de lo que a ella deban los pueblos o
de algún empréstito de los fondos municipales, y, en último extremo, su
ministrarán a usted lo necesario de los pueblos comprendidos en la demar
cación de este batallón que no hubiéranse pagado el tercio vencido de
contribución y a cuenta de su importe; todo con la debida cuenta y razón,
por manera que no se agrave a los pueblos especialmente en nada fuera de
aquello con que deben contribuir, y aún es mi voluntad que, pudiendo reme
diarse, ni con eso por ahora.
Las justicias y demás autoridades, los individuos que componen el bata
llón, todas las personas a quienes comprendan algo los artículos de esta orden,
y. particularmente, a usted, me serán responsables de su exactísimo cumpli
miento: castigaré con las penas más severas a los que faltasen a él en lo
más mínimo, y la de muerte tendrá lugar con frecuencia, si lo exige la gra
vedad de la culpa, y especialmente si aunque sea leve se malograse por ella
alguna operación importante, cuya ejecución será inevitable en cualquiera
evento, púes nunca pueden faltarme medios para ello; al mismo tiempo,
los buenos, y con particularidad los que hagan servicios importantes a el logro
de la justa causa que se defiende, pueden prometerse de la justicia y libera
lidad del señor Don Carlos V de Borbón el merecido premio, si logramos
colocarle en el trono que por derecho le pertenece.—Dios guarde a usted
muchos años.—Cuartel general de Aranda. Octubre 24, de 1833.—Gerónimo
Merino.—Señor comandante del batallón de voluntarios realistas de...
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APENDICE DOCUMENTAL 303
DOCUMENTO NUM. 23
Circular de Cuevillas
Ejército Real del -Sr. D. Carlos V.—La Excma. Junta Gubernativa de la
provincia de Castilla la Vieja, establecida con las autorizaciones necesarias
por S. M. el Sr. D. Carlos V de Borbón, nuestro legitimo soberano, me ha
nombrado comandante general del ejército de este distrito, poniendo a mi
disposición la fuerza existente de voluntarios realistas y de cuantos indi
viduos se conceptúen útiles para atender a la defensa de los sagrados dere
chos de S. M. al trono de las Españas, igualmente que de la religión cuya ,
causa se interesa, en la inteligecia de que, el que se niegue a concurrir a la
defensa de tan justa causa, es declarado traidor a sus banderas, con mani
fiesto que S. M. ha comunicado en fecha 1.° de Octubre en Abrantes.
En su consecuencia, mando: que, bajo su responsabilidad personal, in
mediatamente reúna el batallón de su digno mando, y con toda la fuerza se
presente a recibir mis órdenes en el punto que se designe al margen, con
duciendo la caja de este Cuerpo con los intereses que tenga, y, al mismo
tiempo, dispondrá usted que se haga la requisición de caballos y monturas
que sean útiles para el servicio, de que dará usted recibo provisional, que
renovará después el interesado en la Intendencia del Ejérrito.
También exigirá usted que las justicias a que corresponda la fuerza so
corran a sus voluntarios con el haber de reglamento hasta que se incorporen
al Ejército, y de estos socorros dará el correspondiente resguardo del habilitado
del batallón, o el jefe encargado de las fuerzas para que les sean abonados en
contribuciones reales.
Encargo a usted el mayor orden y evite toda clase de escenas en las
operaciones que se ejecuten por usted.
Dios guarde a usted muchos años. Cuartel general de Poza. Octubre, 25.
1833.—El comandante general, Ignacio Alonso Cuevillas.—Ser. Comandante
del batallón de voluntarios de...
NOTA AL MARGEN—Pasará usted con el batallón a Cervera del Río,
Pisuerga, a marchas dobles, donde con otros batallones permanecerá hasta
recibir órdenes de don Santiago Villalobo, comandante de la 2.a brigada, con
quien se entenderá.
DOCUMENTO NUM. 24
Comunicación de Cuevillas al comandante militar
dé Burgos
Excmo. Sr.— La Excma. Junta Gubernativa de esta provincia de Castilla
la Vieja se halla hace días establecida, con las autorizaciones necesarias, por
S. M. el Sr. D. Carlos V, nuestro legítimo soberano: Por ella he sido nom
brado comandante general del distrito de Rioja, hallándome a la cabeza de
los valientes batallones de voluntarios realistas y fuerza que he organizado
de guerreros, que en ambas épocas defendieron los derechos del trono, que
forman mi división, resueltos conmigo a defender los derechos usurpados del
virtuoso Rey, por quien hemos jurado morir.
Estoy resuelto a marchar sobre esa capital, en combinación con las fuer
zas alavesas; pero antes de verificarlo me parece oportuno dirigirme a V. E.,
para evitar el derramamiento de sangre, bien entendido que, si V. E., los se
ñores jefes y oficiales de esa guarnición, se olvidan de la obligación sagrada de
la lealtad, y no juran inmediatamente las banderas de Carlos V, según S. M. lo
previene en manifiesto dirigido a dicha Junta Superior Gubernativa de
la provincia, en fecha del 1.° del corriente, de que incluyo copia, puede V. E„
sin disputa, asegurarles que la dificultad será satisfecha con sus cabezas y
la de V. E.
Exijo, bajo la responsabilidad de V. E., para que en ningún tiempo
alegue ignorancia ningún individuo, que el manifiesto de S. M. y este oficio
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304 APENDICE DOCUMENTAL
DOCUMENTO NUM. 25
Comunicación de Cuevillas al general Sarsfield
"Cuartel general de Briviesca, 1.° de Noviembre de 1833.—Exemo. Sr Don
Pedro Sarsfield.—Excmo. Sr.: La muerte de nuestro amado soberano el señor
Don Fernando VII (Q. S. G. H.), ha sido el estruendo del cañón que se ha
dejado oír por la Península; a su eco, todos los buenos españoles, aquellos
que en ambas épocas empuñaron las armas, en unión de V. E., para defender
la soberanía de sus reyes, vuelan hoy a ratificar su fidelidad al legitimo
derecho al trono de San Fernando, el señor Don Carlos V, jurando morir an
tes que sucumbir al gobierno tiránico y caprichoso de una reina inexperta,
entregada a seguir los consejos de hombres malvados, llenos de crímenes y
delitos. V. E. conoce tan bién como yo la justicia que asiste a nuestro
Rey legítimo, y que sus derechos a la corona están asegurados por las leyes
y por el voto general de los pueblos.—Un millón de combatientes están en
campaña, decidido a defender la legitimidad de los derechos del más virtuoso
de todos los reyes.
"El Ejército es el primero que lo ama, y, si no se ha declarado, esté se
guro V. E. que es por falta de ocasión: En Aragón algunos cuerpos lo han
verificado, como constará a V. E. La mirada del gobierno usurpador tiende
a entronizar la guerra civil, comprometer, como en la época constitucional,
el honor de la milicia y las glorias de sus dignos jefes: Creo seria injuriar
a V. E. si tratase de extender mi pluma a nuevas reflexiones, mayormente
cuando sus conocimientos poco comunes son bien conocidos: asi, me limito a
ofrecerle mi amistad, y en nombre del Rey nuestro señor (Q. D. G.) a
manifestarle la necesidad de que jure V. E. sus banderas, bien seguro de que
si su resolución es favorable, le granjeará la más alta estimación del so
berano y la1 gratitud eterna de la nación. En V. E. consiste evitar que la
sangre española se derrame de nuevo, y, si, como no lo dudo, se decid?
por la justicia, la empresa es concluida, porque, puesto V. E. al frente de
los valientes realistas y tropas del Ejército, conducirá a la capital sus armas
triunfadoras con el orgullo que es propio a un general acreditado, que jama;
dejó que desear en el cumplimiento de su deber.
Si V. E. da la acogida que deseo a este escrito, puede contestarme, para
ponerse de acuerdo con la excelentísima real Junta Superior Gubernativa
de esta provincia, y tratar lo que V. E. tenga por conveniente; bien seguro
que si se resuelve a tomar partido por la causa de nuestro Rey. será el dia
de mayor satisfacción que tendrá su S. S. Q. S. M. B., Ignacio Alonso Cue
villas."
DOCUMENTO NUM. 27
Proclama de Merino
Castellanos.—Dos campañas gloriosas fueron la mayor garantía de que
ocurrí siempre a la defensa de la Patria, cuándo se vio amenaza por las
intrigas y audacias de los enemigos exteriores e interiores, que quisieron su
mirla en la desgracia, envolviendo en ruinas los fundamentos del altar y del
trono. Por tercera vez salgo al campo del honor acaudillando las leales
huestes castellanas, para poner un fuerte muro al impetuoso torrente de cala
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APENDICE DOCUMENTAL 305
DOCUMENTO MUN. 27
Orden de Merino
DOCUMENTO NUM. 28
Circular de Merino
El general en jefe del ejército combinado de Rioja y de Castilla.
Soldados: La causa más santa y la más justa ha reunido este brillante y
numeroso ejército que veis a las puertas de la ciudad: la santa religión
de nuestros padres y el trono de la España; tales son los queridos objetos
que queremos poner al abrigo de la persecución de los monstruos infames
de la iniquidad, que han llegado a apoderarse por segunda vez, engañando
traidoramente, aparentando dar su adhesión a la augusta esposa y a la hija
de nuestro amado soberano, que descansa en el seno de la divinidad. ¿Podíais
creer que los enemigos declarados de Fernando VII, los que arrancaron el
cetro de sus manos, los que le condujeron cautivo a Cádiz, aquellos, en
fin, que decretaron la proscripción de los fieles realistas, se hablan vuelto
sinceramente los defensores de las instituciones monárquicas? Vosotros no
lo creéis, soldados españoles, vosotros habéis sido muchas veces testigo de los
esfuerzo que ha hecho para resucitar su sistema revolucionario, sistema que no
podrán realizar mientras que un príncipe español ocupe el trono. Salid, pues,
del error en que estáis; no contribuyáis al triunfo de los perversos y a la
desolación de la Patria; no cubramos de luto nuestro desgraciado pais, y na
hagamos correr más sangre española para satisfacer solamente a nuestro^
enemigos. En este ejército están reunidos vuestros amigos, vuestros pídrtí.
vuestros hermanos y vuestrbs parientes. ¿Sería tan grande nuestra ceguedad
que con nuestras propias manos clavásemos el puñal en el corazón de per
sonas que nos son tan queridas? No, amigos míos; unámonos, venid a ate
taros en nuestras filas, en las que os recibiremos con los brazos abiertos
seamos todos felices bajo el gobierno paternal y dulce del príncipe que Dios
destina para reinar sobre nosotros, de nuestro muy amado Carlos V, en cuyo
nombre prometo a todos los oficiales, no solamente la conservación de su¡
grados y de sus empleos, sino también los ascensos que merecieren, como yo
lo he hecho ya con todos los que han venido a alistarse en las banderas
de la lealtad; los individuos de las otras clases obtendrán su licencia absoluta
el mismo día que la reclamen; la carrera del honor estará abierta a los que
prefieran quedarse en el servicio.
Oíd, pues, la voz de la razón y de la justicia; no hagáis amargo el
triunfo de nuestras armas. Que estoy decidido a no abandonar con todo*
mis valientes soldados hasta que no haya colocado sobre el trono a nuestro
legítimo soberano N. S. Don Carlos V... Y vosotros, fieles habitantes de
Burgos, contribuid a panetrar a los soldados de estas justas máximas: eüos
oirán vuestros ruegos y abrazarán el partido que le tendemos: pero si, contra
mi esperanza, se hiciesen sordos a la voz de la razón, huid, abandonad la
ciudad, ponéos al abrigo de los estragos del cañón, que bien pronto os
anunciará la fiereza con que nos presentaremos -al combate.
En el cuartel general del honor, en las cercanías de Burgos, el 13 de
Noviembre de 1833.—Jerónimo Merino.
carlismo.es
APENDICE DOCUMENTAL 307
DOCUMENTO NUM. 29
Alocución de Zumalacarregui
(Noviembre de 1833)
"Navarros: La Diputación de Vizcaya, viendo próxima a perderse la villa
e Bilbao, principal joya de su Señorío, os llama a toda prisa en su socorro,
a Vizcaya dice por el órgano de sus representantes que ya sabe que sois
ocos, y que gran parte estáis desarmados, pero que también le consta que
)dos sois valientes, entusiastas y muy decididos, y que vuestra sola presencia
astará para infuiTdir en sus hijos el suficiente ánimo para vencer a los ene-
ugos que la amenazan. Si después de invocar de este modo vuestro auxi-
o, -dejáseis de dárselo, seríais a la verdad poco dignos de la ilustre patria
ue os vió nacer; de este suelo llamado por antonomasia el país clásico de !a
¡altad. Vuestros mismos padres, al saberlo, os negarían para siempre el
siento que antes tuvisteis en su hogar. No es menester, navarros, que me
íostréis vuestro cuerpo y hasta vuestros pies, porque, con harto dolor, os
eo que estáis medio desnudos y descalzos. ¿Pero, acaso esto os privará de
encer? No lo creo. Bilbao es una capital rica; si la salvamos, allí tendréis
)■? necesario: la Diputación
Animo: ¡Voluntarios, a lasmearmas!
lo promete. ¿Porque
Bien sabéis qué, pues,socorre
el que tardamos en
pronto,
acorre dos veces.
El comandante general, Zumalacarregui."
carlismo.es
carlismo.es
APÉNDICE BIBLIOGRÁFICO
B
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310 APENDICE BIBLIOGRAFICO
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sucedidos en la guerra de la Independencia de América y la guerra última.—
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tecimientos que han tenido efecto en las tres épocas siguientes, por don Juan
Cotarelo, primer comandante graduado de caballería, guerra de la Inde
pendencia, guerra de América, guerra contra Don Carlos".—Madrid, 1841.
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y la parte referente a Cataluña no se publicó.
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H. REINAUD—Histoire d'Espagne depuis la mort de Charles III—Madrid,
París, 1873.
Alberto RISCO.—Zumalacarregui en campaña.—Madrid, 1935. Se publico
en folletín en el "Siglo Futuro".
José ROBREÑO.—La vuelta del faccioso. Barcelona, 1833.
Tomás DOMINGUEZ AREVALO. Conde de RODEZNO.—La princesa de
BeirsJ y los hijos de D. Carlos.—Madrid, 1927, segunda edición. Madrid, 1938.
Mariano RODRIGUEZ DE ABAJO.—Notice biographique sur le Cure Me
rino. Caen. 1846. El autor se llamaba en realidad Levasseur-Beaudry.
A. RODRIGUEZ DE MORALES.—El primer carlista, en "El Correo Es
pañol", de Madrid. 10 de Marzo de 1894. Se refiere a Manuel María González.
Juan María ROMA.—Centenario del tradicionalismo español. Album his
tórico del Carlismo 1833-1933-35.—Barcelona, 1935.
Julio ROMANO.—Cabrera, el tigre del Maestrazgo.—Madrid, 1936.
Alvaro de FIGUEROA, Conde de ROMANONES.—Espartero, el general del
pueblo. Madrid.
s
Alexis SABATIER.—Tío Tomás. Souvenirs d'un soldat de Charles V.—Bur
deos, 1836. Hay traducción española de 1840..
Luis SALGUERO.—Relieves de la raza: el general Cuevillas.—En "Tra
dición", de Santander, 1.° Abril de 1933.
Francisco SALMERON Y ALONSO.—Victoria de Espartero—Madrid, 1870.
Evaristo SANZ MIGUEL.—De los facciosos—Madrid—Madrid, 1837.
Otra edición. Habana, 1836.
carlismo.es
APENDICE BIBLIOGRAFICO 319
T
TRES años de guerra civil.—San Sebastián, 1837.
José TOBELLA GALCERAN.—Zumalacarregui, artista de la guerra.—En
"Almanaque tradicionalista para 1936".
Mariano TOMAS.—Ramón Cabrera, historia de un hombre.—Barcelona.
Narciso TOME LOPEZ Y RUEDA.—Las más notables ideas de los defen
sores de Isabel II y los depravados sentimientos de los enemigos de la Pa
tria.—Madrid, 1834.
u
Pietro ULLOA.—Delle Biscaglie e della Navarra. Breve descrizione.—Ná-
poles, 1835.
V
M. F. M. de VARGAS.—La guerra en Ndvarra y Provincias Vascongadas.
Historia de los acontecimientos que han tenido lugar desde 1833 hasta el 1839,
en que se verificó el Convenio de Vergara, acompañada de una colección de
biografías y retratos de aquellos personajes que más celebridad obtuvieron,
tanto carlistas como liberales. Escrita por M. F. M. de Vargas, testigo ocular,
y bajo la colaboración de varios respetables generales que militaban en uno
y otro ejército. Dedicado a las ilustres Diputaciones forales de aquellas pro
vincias.—Madrid, 1841.
José VELAZQUEZ SANCHEZ.—Bosquejo histórico de la revolución espa
ñola. Período desde 1800 hasta 1840.—Sevilla, 1856.
VIDA y hechos de los principales cabecillas facciosos de las provincias
de Aragón y Valencia desde el levantamiento da Morella, en 1833, hasta el
presente, por un emigrado del Maestrazgo.—Valencia, 1840.
VIDA militar y política de D. Baldomero Espartero^ por J. M. D.—Mála
ga, 1847-49.
VIDA y hechos de Ramón Cabrera, con una reseña de sus principales
campañas desde Noviembre de 1833 hasta el presente, por un emigrado del
Maestrazgo.—Valencia, 1839.
Francisco VILA.—Breves noticias, por orden cronológico, de los sucesos
más notables acaecidos en España desde el principio del siglo hasta nuestros
dias, ministros, motines, amnistías, ejecuciones, vicisitudes.—Madrid, 1868.
Miguel VILLALBA HERVAS.—Una década sangrienta.—Dos regencias.—
Madrid, 1897.
Francisco VILLAMARTIN.—Nociones del arte militar.—Madrid.
MARQUES DE VILLA URRUTIA.—La Reina Gobernadora, Doña María Cris
tina de Borbón. Prólogo del conde de Romanones.—Madrid, 1925.
MARQUES DE VILLA URRUTIA.—Las mujeres de Fernando VII.—Ma
drid, 1916. Otra edición, 1925.
M. VOLCATHA.—Zumalacarreguy et l'Espagne ou proces des évennements
carlismo.es
320 APENDICE BIBLIOGRAFICO
militaires qui se sont passés dans les provinces Basques depuis 1831.—Nan-
cy, 1835.
VOZ DEL DESENGAÑO (La) .—Relación de las causas, concausas, prolon
gación y duración de la guerra civil y único medio de poder concluirse. Por
un español independiente de todos los partidos.—Madrid, 1838. (El autor parece
ser Lorenzo Alemany.)
w
William WALTON.—The Revolutions of Spain from 1808 to the end oi
1836.—Londres, 1837.
Sir Thomas WISDOM.—Zumalacarregui y Cabrera.—Madrid. (La traduc
ción española de esta obra inglesa no contiene más que la parte correspon
diente a Zumalacarregui.)
z
Pío ZABALA Y LERA.—España bajo los Borbones.—Barcelona, 1930.
Juan Antonio ZARATIEGUI.—Vida y hechos de Zumalacarregui, duque
de la Victoria y capitán general del ejército de Carlos V.—París, 1845. La
edición española se titula "Vida y hechos de D. Tomás de Zumalacarregui,
nombrado por el señor D. Carlos María Isidro de Borbón capitán general
del ejército realista, duque de la Victoria y conde de Zumalacarregui".—Ma
drid, 1845. Fué traducida al francés por Alexandre Hournon y se publicó
con el siguiente título: "Vie de Zumalacarregui, duc de la Victoire, capitaine
general de l'armée de Charles V, par le general D J. A, Zaratiegui".—Pa
rís, 1845.
ZUMALACARREGUI y los facciosos, o retrato imparcial de los facciosos,
por F. P.—Madrid, 1835.
carlismo.es
Indice
TOMO III
CARLOS V DE BORBÓN
(Iniciación de la primera guerra civil)
Págs.
CAPITULO I.—Acusación y defensa de Fernando VII 7
Bajo el signo de la contradicción 7
Semblanza de los padres de Fernando: Carlos IV »
María Luisa: La Corte de Luis XV, foco de la corrupción de Europa 10
El Ducado de Parma, miniatura de Versalles 13
Las camaristas de la Reina
Gcdoy cae... de pie j-j*
Los primeros maestros de Fernando VII 17
La trapisonda de El Escorial JjJ
Las culpas del absolutismo 20
¡Vivan las cadenas! 22
La tauromaquia fernandina 23
La firme lealtad de los realistas 24
El -Deseado" llega a hacerse indeseable 25
Síntesis de este reinado 26
CAPITULO II—Don Carlos María Isidro de Borbón 29
¡Ya está aquí el faccioso! 29
Don Carlos en la novela 30
El "exceso" religioso 31
La semblanza en "Los Apostólicos" 32
Don Carlos y la madre de "Isabelita" 35
Argumentos "ad hominem" aplicados a Galdós 37
La falsa semejanza con el "Hechizado" 39
Rasgos físicos de D. Carlos, según Pirala 42
Actitud de las Cortes europeas 43
Pormenores biográficos del fundador del Carlismo: Sus primeros años. . . 45
En el cautiverio .' 47
El regreso a España 48
Bodas festejadas i 49
Don Carlos y el constitucionalismo 50
La lealtad de D. Carlos con su hermano el Rey 53
El destierro a Portugal 56
Refutación de otros juicios de Pirala 57
Los tiempos del "Hechizado" y los isabelinos 62
Don Carlos o la Voluntad 63
Fragmentos de otros historiadores 64
CAPITULO III.—La Infanta Doña María Francisca, de Asís 69
De Portugal al Brasil 69
El Obispo Abarca se retrata a sí mismo 72
La Infanta, según los historiadores liberales 74
¿Por una "cuestión de trapos"? 78
La sencillez "democrática" de Carlota 78
carlismo.es
322 INDICE
Wp.
Las "geminas" del Zodíaco íernandino 80
Doña Francisca, en sus lares 81
Con dignidad y decoro 83
CAPITULO IV.—Cuestiones sucesorias : 87
Apuntamiento y pleito entero 87
Las Cortes de 1789 88
Las Cortes de 1713 93
El mito del "Auto Acordado" 95
Errores de Bacallar sobre costumbres y leyes de España SI
Las leyes de "Partida" y la sucesión a la Corona... 165
Nunca, mientras hubo varones, reinaron las mujeres en España 107
Doña Urraca y Alfonso "el Batallador" H!
La cronología, de los Alfonsos 115
El. caso de Doña Berenguela 116
El gran ejemplo de Isabel la Católica 118
"Donde yo fuere Reyna, Vos sereys Rey" 118
No prevalecen las hembras 119
Se da fin a la polémica 121
CAPITULO V.—Semblante social y político de España en Octubre de 1833 123
Como un volcán en latencia ¡|]
Los emigrados, .incorregibles J»
El Clero y el Ejército 123
Cambios de mandos B¡
Los voluntarios eran unos figurantes 1"
La aristocracia, adhesionista ljjj
Inconsciencia de los realistas
Sobre el testamento de Fernando VII "8
El manifiesto del 4 de Octubre JJ*
Opinión de Balmes ™
La prensa extranjera ™
La España llena de sí misma ¡*j
Protesta malograda de las milicias realistas en Madrid H'
Hacia la intervención de las tropas españolas en Portugal «9
CAPITULO VI.—Carlos V en Portugal }g
Paralelismo histórico entre España y Portugal »■
Unos pasajes de Oliveira Martins J*
Manifiestos, decretos y cartas de Don Carlos «■
Prepárase la intervención militar de España en Portugal 1*
La figura de D. Joaquín Abarca, Obispo de León
Los emigrados en Portugal ¡J
Rodil traspasa la frontera lusitana ■
Don Carlos no fué conspirador J™
Por leal, aseguró Don Carlos la legitimidad de sus sucesores ™
CAPITULO VII.—Iniciación de la guerra carlista (Octubre de 1833) 181
Nuevos Quijotes en la Mancha }°*
El hidalgo D. Manuel María González ¡JJ
Los héroes de Talavera de la Reina jjj
También los vizcaínos conocieron a Don Quijote J8J
El "Manchuelo de Ermua", marqués de Valde-Espina JJ
Alzan sus banderas los carlistas alaveses y guipuzcoanos J*j
Desgraciados comienzos en Navarra y la Rioja £
El caballero mariscal carlista D. Santos Ladrón de Cegama ™
El comandante D. Francisco Iturralde J
Episodios en la Montaña *~
Nuevos encuentros en la Rioja JJ
En Aragón, Cataluña, Castilla la Nueva y Andalucía JJ
En Asturias y Galicia
carlismo.es
INDICE 323
Pica
CAPITULO VIII—El levantamiento de Castilla la Vieja (Octubre-
Diciembre, 1833) 211
El cura Merino vuelve a campaña.. 211
Reconocimiento ofensivo de Merino sobre Madrid 216
Vida y anecdotario de D. Jerónimo Merino 217
Otros movimientos y escaramuzas de los carlistas castellahos 221
La guerra regular y la de guerrillas 223
Una "terrible" conspiración... 224
Merino entra en Portugal 225
La lucha en la Riojai y Cantabria 228
CAPITULO IX.—Vascongadas y Navarra hasta la unificación del mando
iNoviembre, 1833) 231
Todos buscan al caudillo 231
El coronel Zumalacarregui 236
El "gran capitán" carlista don Tomás de Zumalacarregui 241
Retrato de Zumalacarregui 245
Zumalacarregui, visto por los historiadores 247
Zumalacarregui. disenado por Pérez Galdós 252
Anecdotario de Zumalacarregui 256
Zumalacarregui en el campo carlista 260
Nombramiento de Zumalacarregui para comandante general de Navarra.. 262
CAPITULO X—Las demás provincias españolas a fines de 1833 269
En el reino de León 269
Levantamiento del Maestrazgo 270
;Ramón Cabrera! 271
El caballeroso barón de Hervés 272
Carnicer, jefe de los cablistas aragoneses 275
Los carlistas luchan en Cataluña 278
Don Manuel Adame en la Mancha 279
Primeros tiempos de lucha en Extremadura 280
En Andalucía, Murcia* y Asturias 281
APENDICES DOCUMENTALES 283
Documento núm. 1: Real Decreto 285
Documento núm. 2: Manifiesto de Doña María Cristina 285
Documento núm. 3: Real Decreto 286
Drcumento núm. 4: Ruptura con el Gobierno legítimo portugués 287
Documento núm. 5: Manifiesto de Abrantes 287
Documento núm. 6: "Decretos de Santarem 288
Documento núm. 7: Manifiesto de Castello Branco 289
Documento núm. 8: Manifiesto de Castello Branco : 291
Documento núm. 9: Proclama de la Diputación de Vizcaya 291
Documento núm. 10: Proclama de Verástegui 292
Documento núm. 11: Constitución de la Junta gubernativa de Navarra.. 294
Documento núm. 12: Nombramiento de Zumalácarregui para jefe de
Navarra 295
Documento núm, 13: Nombramiento de Zumálacarregui para jefe del
Ejército carlista de Vizcaya , 295
Documento núm. 14: Nombramiento de Zumalacarregui para jefe del
Ejército carlista de Guipúzcoa 296
Documento núm. 15: Convenio sobre entrega de unos prisioneros 296
Documento núm. 16: Levantamiento carlista de Talavera de la Reina.... 298
Documento núm. 17: Parte de guerra 299
Documento núm. 18: Partida de defunción de D. Manuel María González. 300
Documento núm. 19: Proclama de Ibarrola del 5 de Octubre de 1833. . . . 300
Documento núm. 20: Proclalma de D. Santos Ladrón 301
Documento núm. 21: Fusilamiento del teniente coronel Aguilar 301
Documento núm. 22: Circular de Merino 301
Documento núm. 23: Circular de Cuevillas 303
carlismo.es
324 INDICE
Págs.
Documento núm. 24: Comunicación de Cuevillas al comandante militar
de Burgos 303
Documento núm. 25: Comunicación de Cuevillas al general Serafield . . . . 304
Documento núm. 26: Proclama de Merino 301
Documento núm. 27: Orden de Merino 305
Documento núm. 28: Circular de Merino 306
Documento núm. 29: Alocución de Zurnalacarregui 307
APENDICE BIBLIOGRAFICO 309