Defelitto PDF
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DEDICATORIA
NÓMINA DE COLABORADORES
INSTRUCTIVO DE NAVEGACIÓN
ÍNDICE GENERAL
AUTORES – EDITORES
A nuestras familias
A nuestros maestros
J. R. D. y A. H. C.
COLABORADORES
Josefina ETCHEVERS
Servicio de Gastroenterología del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Josefina SOBRERO
Servicio de Gastroenterología del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Han transcurrido casi cinco años de haber cristalizado una aventura editorial
muy promisoria, pero a la vez muy desafiante, debido a que en 2011
emprendimos el registro de la obra en soporte electrónico, alojado en el
repositorio de acceso gratuito del Servicio de Difusión de la Creación
Intelectual (SEDICI) de la Universidad Nacional de La Plata; toda una
experiencia nueva para nosotros y para todo el equipo editorial en un trabajo
de colaboración permanente, tan diferente del libro editado en papel. Así fue
que enfrentamos la aventura sin saber siquiera si tendríamos las fuerzas
necesarias para lograrlo.
Hoy estamos ante la tercera edición actualizada y aumentada, y han pasado
sólo cinco años; el prodigio es debido al trabajo de todos cuantos hicieron
posible la obra, autores de capítulos, coordinadores, correctores,
diagramadores, autoridades y muchos más que pusieron su capacidad, su
tiempo y su esfuerzo desinteresadamente al servicio del objetivo, aunque
también debemos reconocer que es el soporte electrónico el que nos ha
permitido esta flexibilidad editorial, al permitir contar con innumerables
esquemas, fotos y videos de la práctica real, y nos ha llevado a tener una
difusión tan expandida que ya hemos contabilizado, a agosto de 2016, 20.875
descargas (de la primera edición) y 14.614 (de la segunda edición), a un costo
tan accesible que lo hizo posible.
Está en nuestro espíritu, además del placer de ver la obra acrecentada en
cada edición, como fruto de nuestro trabajo continuado, el elevado deseo de
haber encendido alguna vocación quirúrgica, al mostrarles las maravillas que a
diario hacen los cirujanos de nuestro país y del extranjero, en su práctica
asistencial, académica, de investigación clínica y de docencia.
Estamos orgullosos de haber convocado autores tan competentes y
renombrados en cada uno de los temas, tanto los que actualizaron sus
capítulos como los nuevos que se incorporan en esta edición; de ellos es el
éxito que ha tenido este libro electrónico de Cirugía.
Para finalizar, queremos agradecer efusivamente a las autoridades de
nuestra casa, a la Presidencia de la Universidad Nacional de La Plata, y en
especial a la Ingeniera Marisa De Giusti, Directora del Servicio de Difusión de la
Creación Intelectual (SEDICI), a la Especialista en Edición Analía Pinto, nuestra
compaginadora/correctora, y a los demás integrantes del SEDICI, quienes
permanentemente nos motivan, nos guían y nos ayudan con este
emprendimiento. Sin ellos, esta obra no hubiera sido posible.
J. R. D. y A. H. C.
INSTRUCTIVO DE
NAVEGACIÓN DEL LIBRO
Al hacer clic allí, se desplegará un esquema que contiene cada una de las
partes del libro o bien cada uno de los capítulos que conforman cada parte,
como puede verse en la imagen:
Al hacer clic en los títulos, se abrirá inmediatamente el texto seleccionado.
Esto es especialmente útil para quienes bajen a sus computadoras el libro
completo o bien las partes que más contenido tienen, como la de abdomen
(Parte VIII). Los marcadores permiten, a su vez, ir y volver al comienzo o al final
del libro (o a la parte que se desee) con suma facilidad y rapidez.
Con respecto a la visualización de los videos, a diferencia de la edición
anterior, esta vez se ha optado por subirlos como una lista de reproducción a
You Tube, por lo que se accede a ellos a través de enlaces. En la parte de videos
(Parte XII) al pasar el mouse sobre las fotos que los representan, el cursor se
transformará en una “manito” y mostrará el enlace hacia You Tube, como se
puede ver en la imagen:
Al hacer clic sobre la foto, se accederá al sitio de You Tube y se podrá ver el
video. Puede ocurrir que el programa que se utiliza para visualizar el PDF
pregunte primero si uno está seguro de que se quiere dirigir allí; bastará
responder que sí para ver el video a continuación.
Por otra parte, los videos pueden ser vistos juntos, como una lista de
reproducción de You Tube, desde este enlace.
ÍNDICE GENERAL
I PARTE GENERAL
I 1 Síndrome de shock
Dr. H. Almandos
I 2 Hemorragias, transfusiones y hemostasia
Dr. P. Pucci
I 3 Preoperatorio
Dr. J. Hijano
I 4 Evaluación del riesgo respiratorio prequirúrgico
Dr. A. Echazarreta
I 5 Nutrición en cirugía
Dres. G. Defelitto y H. Almandos
I 6 Postoperatorio
Dr. J. Hijano
I 7 Protocolo de normatización: tromboembolismo pulmonar (TEP)
Dr. A. H. Cariello
I 8 Oncología: generalidades
Dr. A. H. Cariello
I 9 Infecciones en cirugía [NUEVO]
Dres. M. L. Gnoni y J. A. Ramírez
I 10a Dolor
Dr. R. F. Rezek y Laurino
I 10b Anestesia
Dr. R. F. Rezek y Laurino
I 11 Concepto de Cirugía Invasiva Mínima
Dres. H. D’Agostino y M. Giménez
I 12 Cirugía ambulatoria
Dr. D. Surur
I 13 Medicina legal en cirugía
Dr. A. Ferreres
I 14 Ética médica en cirugía
Dr. J. Manrique
I 15 Comités hospitalarios de bioética
Dres. H. Granato y B. Peredo
I 16 Cómo leer en forma crítica un artículo científico
Dr. E. Arribalzaga
I 17 Enseñanza de la cirugía
Dres. A. Martínez Marull, I. Atteme de Ceballos y F. Martínez Lascano
I 18 La técnica en la educación del cirujano
Dr. J. M. Mainetti
I 19 Por qué, cómo y dónde publicar [NUEVO]
Dr. E. de Santibañes
I 20 Futuro de la cirugía y los cirujanos [NUEVO]
Dr. J. R. Defelitto
II TRAUMA
II 1 Heridas
Dr. M. Massa
II 2 Atención inicial del traumatizado
Dres. G. Tisminetzky y A. Potes
II 3 Trauma abdominal
Dr. A. De Gracia
II 4 Trauma torácico
Dres. E. Eskenazi y J. Reilly
II 5 Quemaduras
Dr. C. Rodríguez Peyloubet
III TRASPLANTE DE ÓRGANOS
III 1 Trasplante de órganos: generalidades
Dr. J. Defelitto
III 2 Procuración de órganos [NUEVO]
Dr. Lucas Mc Cormack
III 3 Trasplante hepático
Dres. M. Ciardullo, F. Mattera y E. de Santibañes
III 4 Trasplante renal [NUEVO]
Dres. M. Massa, D. Surur, R. Tanus y J. C. Raimondi
III 5 Trasplante intestinal
Dres. P. Farinelli, D. Ramisch y G. Gondolesi
III 6 Cirugía del trasplante de duodeno-páncreas
Dr. P. Argibay
III 7 Trasplante pulmonar [NUEVO]
Dres. D. Chimondeguy y J. Braga Menéndez
IV CABEZA Y CUELLO
IV 1 Malformaciones congénitas
Dres. C. Rufino y C. Rufino (h)
IV 2 Cáncer de labio
Dr. O. González Aguilar
IV 3 Glándulas salivales [NUEVO]
Dr. S. Zund
IV 4 Nódulo tiroideo y cáncer de tiroides
Dr. P. Sacco
IV 5 Glándulas paratiroides [NUEVO]
Dres. S. Zund e I. Califano
IV 6 Tumores laterales del cuello
Dres. L. Califano y A. Begueri
V TÓRAX
V 1 Anatomía quirúrgica de tórax: toracotomías
Dres. R. Cavo Frigerio y A. Vidal
V 2 Fisiopatología pulmonar
Dr. S. Albo
V 3 Hidatidosis pulmonar
Dr. N. Lucilli
V 4 Absceso de pulmón
Dr. N. Lucilli
V 5 Clínica y tratamiento quirúrgico de las afecciones de la pleura
Dr. J. M. Campana
V 5a Addendum: videotoracoscopia en patología pleural [NUEVO]
Dr. M. J. Branda
V 6 Cáncer de pulmón [NUEVO]
Dr. E. Saad, M. Lo Tartaro y F. Cardinale
V 7 Rol de la cirugía torácica videoasistida (CTVA) [NUEVO]
Dr. R. Grinspan
V 8 Patología mediastinal
Dres. R. Cavo Frigerio y A. Vidal
V 9 Ruptura traumática de diafragma
Dr. J. R. Defelitto
V 10 Hernias diafragmáticas [NUEVO]
Dres. E. Sívori, F. Wright y P. Picco
V 11 Cirugía videotoracoscópica [NUEVO]
Dr. G. Demarchi
V 12 Complicaciones de la cirugía torácica [NUEVO]
Dr. Rubén Valiente
VI ESÓFAGO
VI 1 Divertículos esofágicos
Dr. J. R. Defelitto
VI 2 Cuerpo extraño en el esófago
Dr. J. R. Defelitto
VI 3a Trastornos de la motilidad esofágica
Dr. M. Canestri
VI 3b Acalasia
Dr. L. Tortosa
VI 4 Traumatismo esofágico
Dr. L. Tortosa
VI 5 Cáncer de esófago
Dr. L. Tortosa
VI 6 Adelantos en el tratamiento del cáncer de esófago y cardias [NUEVO]
Dr. A. Badaloni
VI 7 Cirugía endoscópica del esófago [NUEVO]
Dres. A. Nieponice, F. Nachman, F. Ciotola, J. M. Riganti y A. Badaloni
VI 8 Esofagectomía mini-invasiva [NUEVO]
Dr. D. Pirchi
VII MAMA
VII 1 Tumores benignos de la mama
Dr. J. L. Uriburu
VII 2 Tumores malignos de la mama [NUEVO]
Dr. L. A. Barbera
VII 3 Mapeo linfático y biopsia del ganglio centinela en el cáncer de la mama
Dr. M. Montesinos
VIII ABDOMEN
VIII 1 Abdomen agudo quirúrgico
Dr. J. R. Defelitto
VIII 1a Ecografía en el abdomen agudo
Dra. M. M. Defelitto
VIII 1b La TAC en la urgencia quirúrgica [NUEVO]
Dres. F. Mazzini y E. Levi
VIII 1c Rol de la videolaparoscopía en el manejo del abdomen agudo (AA)
[NUEVO]
Dr. J. Pekolj
VIII 2 Abdomen agudo médico
Dr. C. Bellone
VIII 3a Rol de la videolaparoscopia en las complicaciones postoperatorias
[NUEVO]
Dr. J. Pekolj
VIII 3b Drenaje percutáneo abdominal y transorificial guiado por imágenes
[NUEVO]
Dres. A. Cosoli, H. D’Agostino y M. A. De Gregorio Ariza
VIII 3c Abdomen abierto. De la indicación inicial al cierre definitivo [NUEVO]
Dres. D. E. Wainstein y J. Langer
VIII 4 HERNIAS
VIII 4a Hernias de la pared abdominal
Dres. A. Cariello y J. R. Defelitto
VIII 4b Biomateriales en cirugía de pared abdominal: presente y futuro
Dres. M. Hidalgo, E. Ferrero, M. Ortiz y A. Hidalgo
VIII 5 EVENTRACIONES
VIII 5a Eventraciones y evisceraciones
Dr. R. Cerutti
VIII 5b Eventroplastia laparoscópica con separación de componentes
videoscópica
Dres. R. Cerutti y E. Silberman
VIII 6 ESTÓMAGO
VIII 6a Úlcera gastroduodenal
Dr. L. Tortosa
VIIII 6b Cáncer gástrico
Dr. L. Tortosa
VIII 6c Tumores estromales gastrointestinales (GIST)
Dr. A. Cariello
VIII 6d(a) Complicaciones de la cirugía gastroduodenal [NUEVO]
Dr. A. Fernández Marty y Lic. C. Guinle
VIII 6d(b) Cirugía bariátrica
Dres. L. Chiappetta Porras y B. Quesada
VIII 6d(c) Complicaciones en la cirugía de la obesidad [NUEVO]
Dr. J. Ithurralde Argerich
VIII 6e(a) Hemorragia digestiva alta [NUEVO]
Dra. M. Cariello
VIII 6e(b) Hemorragia digestiva baja [NUEVO]
Dra. M. Cariello
VIII 6e(c) Hemorragia digestiva de origen oscuro [NUEVO]
Dra. M. Cariello
VIII 7 YEYUNO ÍLEON
VIII 7 Yeyunoíleon
Dres. A. Inchauspe y A. Suárez
VIII 7a Fístulas enterocutáneas
Dr. D. E. Wainstein
VIII 7b Divertículo de Meckel
Dr. A. Inchauspe
VIII 7c Enfermedades inflamatorias del intestino
Dres. J. De Paula, G. Rossi, J. Sobrero y J. Etchevers
VIII 7d Tumores de intestino delgado
Dres. A. Inchauspe y A. Suárez
VIII 8 ANO
VIII 8a Patología orificial benigna
Dres. A. Graziano, K. Collia Ávila, S. Lencinas y A. Potolicchio
VIII 8b Cáncer de ano
Dr. A. Cariello
VIII 9 COLON Y RECTO
VIII 9a Enfermedad diverticular del colon
Dr. A. Cariello
VIII 9b Pólipos colónicos y su potencial malignización
Dres. C. Vaccaro, M. Marcolongo y N. Resio
VIII 9c Cáncer del colon
Dr. A. Cariello
VIII 9d Cáncer del recto
Dr. A. Cariello
VIII 9e Megacolon del adulto
Dres. H. R. Amarillo y H. A. Amarillo
VIII 10 HÍGADO
VIII 10a Anatomía quirúrgica del hígado
Dr. J. R. Defelitto
VIII 10b Hepatectomía
Dr. J. R. Defelitto
VIII 10c Ecografia intraoperatoria hepatobiliopancreática (EIO) [NUEVO]
Dr. J. Pekolj
VIII 10d Anatomía quirúrgica del sector dorsal del hígado y sus diversas vías
de abordaje
Dr. O. C. Andriani
VIII 10e Protocolo de recuperación rápida en cirugía hepática a cielo abierto
[NUEVO]
Dres. S. Montal y O. C. Andriani
VIII 10f Complicaciones postquirúrgicas de las resecciones hepáticas [NUEVO]
Dres. V. Ardiles y E. de Santibañes
VIII 10g Tumores del hígado
Dr. J. R. Defelitto
VIII 10h Carcinoma primitivo del hígado: hepatocarcinoma (CHC)
Dr. O. Gil
VIII 10i(a) Cáncer secundario del hígado: metástasis hepáticas CCR
Dr. J. R. Defelitto
VIII 10i(b) Metástasis hepáticas de tumores neuroendocrinos
Dres. R. Bracco y J. Grondona
VIII 10i(c) Metástasis hepáticas no colorrectales no neuroendocrinas
Dr. J. Lendoire
VIII 10i(d) Extendiendo los límites de la cirugía hepática
Dres. V. Ardiles, F. Álvarez y E. de Santibañes
VIII 10j Hepatomegalia
Dr. J. R. Defelitto
VIII 10k Abscesos hepáticos
Dr. J. R. Defelitto y A. Cosoli
VIII 10l Cirugía de la hidatidosis hepática
Dres. A. Martínez Marull, F. Martínez Lascano y C. Esquivel
VIII 10m Quiste hidatídico del hígado: algoritmos de diagnóstico y tratamiento
Dr. J. R. Defelitto y N. Guerrini
VIII 10n(a) Tratamiento percutáneo de la hidatidosis quística hepática con
técnica de PAIR [NUEVO]
Dres. D. Correa y V. Peláez
VIII 10n(b) Tratamiento videolaparoscópico del quiste hidatídico del hígado
[NUEVO]
Dres. M. Moro y G. Stork
VIII 10o Hipertensión portal: fisiopatología
Dr. O. C. Andriani
VIII 10p Hipertensión portal y su complicación hemorrágica
Dr. M. Fainberg
VIII 10q Manejo quirúrgico de la hipertensión portal
Dres. M. Fauda, A. González Campaña y L. Podestá
VIII 10r Trauma hepático
Dr. J. R. Defelitto
VIII 10s Métodos de diagnósticos oncológicos en hígado
Dres. O. Mazza y M. Palavecino
VIII 11 VÍAS BILIARES
VIII 11a Anatomía quirúrgica de las vías biliares y del páncreas
Dr. J. Hijano
VIII 11a(1) Variantes anatómicas de la vía biliar
Dr. C. Zavatti
VIII 11b Ictericias [ACTUALIZADO]
Dr. J. R. Defelitto
VIII 11c Litiasis vesicular
Dres. S. Perera, F. J. Gasali y A. del Sol Messere
VIII 11d Litiasis coledociana
Dr. E. Cassone
VIII 11e Lesiones quirúrgicas de vías biliares
Dr. J. R. Defelitto
VIII 11f Manejo de las lesiónes quirúrgicas complejas de la vía biliar [NUEVO]
Dres. V. Ardiles, J. C. Iaquinaldi, J. Pekolj y E. de Santibañes
VIII 11g Videolaparoscopía
Dres. J. Moroni, J. Haurie y E. Bianchin
VIII 11h Cirugía biliar laparoscópica avanzada
Dr. J. Pekolj
VIII 11i Endoscopia biliopancreática
Dres. P. Belloni y R. Belloni
VIII 11j Prótesis biliares
Dres. F. Baldoni, A. Villaverde y N. Chopita
VIII 11k Alternativas endoscópicas de manejo de las litiasis biliares
Dres. M. Yantorno, F. Baldoni, A. Villaverde, F. Tufare y N. Chopita
VIII 11l Cirugía percutánea de la vía biliar
Dr. M. Giménez y H. D’Agostino
VIII 11m Cáncer de la vía biliar [ACTUALIZADO]
Dr. J. R. Defelitto
VIII 11n Cáncer de vesícula biliar [ACTUALIZADO]
Dr. J. Rodríguez
VIII 11ñ Tumores benignos de vesícula y vía biliar
Dr. J. Ciribé
VIII 11o Cáncer periampular [ACTUALIZADO]
Dres. C. Castilla, J. R. Defelitto, J. Rodríguez, N. Guerrini y A. Cosoli
VIII 11p Dilataciones quísticas de las vías biliares
Dr. J. R. Defelitto
VIII 11q Fugas biliares postoperatorias
Dres. H. Zandalazini y R. Klappenbach
VIII 12 PÁNCREAS
VIII 12a Anomalías congénitas del páncreas
Dr. J. R. Defelitto
VIII 12b Pancreatitis aguda [ACTUALIZADO]
Dr. C. Castilla
VIII 12c Pseudoquistes pancreáticos postnecróticos
Dr. N. Guerrini
VIII 12d Pancreatitis crónica (PC)
Dres. L Gramática y C. Palas
VIII 12e Pancreatitis autoinmune (PAI)
Dr. C. Castilla
VIII 12f Tumores neuroendocrinos del páncreas (TNE)
Dr. C. Castilla
VIII 12g Tumores quísticos del páncreas
Dr. E. A. Rolle
VIII 12h Carcinoma ductal del páncreas
Dr. C. Ocampo
VIII 12i Complicaciones de la cirugía pancreática [NUEVO]
Dr. O. Mazza
VIII 13 BAZO
VIII 13a Esplenopatías quirúrgicas
Dr. H. Almandos
VIII 13b Traumatismos esplénicos
Dr. H. Almandos
VIII 14 RETROPERITONEO
VIII 14a Tumores retroperitoneales
Dres. C. Apestegui y M. R. Mateu
VIII 14b Tratamiento oncológico y nueva clasificación de sarcomas
Dres. C. Apestegui, M. R. Mateu, L. Gennari y G. Jankilevich
VIII 15 Tumores estromales gastrointestinales (GIST)
Dres. C. Apestegui, M. R. Mateu y A. Robales
VIII 16 Cirugía de las glándulas suprarrenales
Dres. R. H. Lamy y R. Amicucci
X TEJIDOS BLANDOS
X 1 Quiste pilonidal (quiste sacrococcígeo)
Dres. J. R. Defelitto y A. Cariello
X 2 Sarcomas de partes blandas
Dres. J. M. Fernández Vila y N. A. Mezzadri
X 3 Melanoma cutáneo
Dres. N. A. Mezzadri y J. M. Fernández Vila
XI CIRUGÍA INFANTIL
XI 1 Atresia de vías biliares [NUEVO]
Dr. O. C. Imventarza y G. L. Cervio
XI 2 Patología del conducto peritoneovaginal [NUEVO]
Dr. A. Fontana
XI 3 Apendicitis aguda [NUEVO]
Dr. A. Fontana
XII VIDEOS
TRASPLANTE DE ÓRGANOS
XII 1 Trasplante hepático back-table
Dres. M. Ciardullo, J. Mattera, J. Pekolj y E. de Santibañes
XII 2 Trasplante hepático
Dres. E de Santibañes, J. Pekolj, M. Ciardullo y J. Matera
XII 3 Trasplante de intestino aislado
Dr. G. Gondolesi
XII 4 Trasplante multivisceral clásico
Dres. G. Gondolesi, D. Ramisch, P. Farinelli y J. Padin
XII 5 Trasplante pulmonar. Extracción pulmonar [NUEVO]
Dres. D. J. Chimondeguy y J. Braga Menéndez
XII 6 Nefrectomía laparoscópica transvaginal en donante viva
Dr. M. Featherston
TÓRAX
XII 7 Hiperhidrosis videotoracoscopía [NUEVO]
Dr. G. Demarchi
XII 8 Videotoracoscopía tumor neurogénico [NUEVO]
Dres. G. Demarchi, R. Lamy y L. Santilli
ESÓFAGO
XII 9 La electroestimulación en el tratamiento quirúrgico del reflujo
gastroesofágico [NUEVO]
Dr. A. Nieponice
XII 10 Esofagectomomía mini-invasiva [NUEVO]
Dr. D. Pirchi
MAMA
XII 11 Lesiones no palpables [NUEVO]
Dr. L. Barbera
XII 12 Resumen del capítulo y autoevaluación [NUEVO]
Dr. L. Barbera
XII 13 Video comprobación ex vivo
Dr. M. Montesinos
HERNIA
XII 14 Hernia inguinal, técnica de Lichtenstein
Nº 1: Original, fijación malla con puntos
Dr. M. Hidalgo y col.
Nº 2: Sutura de malla con pegamento
Dr. M. Hidalgo y col.
Nº 3: Utilización de malla autofijable
Dr. M. Hidalgo y col.
N° 4: Técnica de Gilbert
Dr. M. Hidalgo y col.
XII 15 Técnica de Rutkow
A: Con plug reabsorbible y sutura con puntos
Dr. M. Hidalgo y col
B: Con plug de polipropileno
Dr. M. Hidalgo y col.
C: Con plug y malla autofijable
Dr. M. Hidalgo y col.
ABDOMEN
XII 16 Yeyunostomía
Dr. J. R. Defelitto
XII 17 Cirugía bariátrica (by pass gástrico)
Dr. R. Cavo Frigerio
XII 18 Cirugía robótica de recto [NUEVO]
Dr. Rossi
XII 19 Apendicetomía videolaparoscópica
Dr. C. Pérez Irigoyen
XII 20 Colecistectomía videolaparoscópica
Dr. C. Pérez Irigoyen
XII 21 La pinza de Leger-Mazzariello en la CVL de la litiasis coledociana
Dr. J. R. Defelitto
XII 22 Coledocotomía laparoscópica
Dr. J. Pekolj
XII 23 Reconstrucción de la vía biliar con técnica H-W-P-D
Dr. J. R. Defelitto
XII 24 Injuria de vía biliar
Dr. J. R. Defelitto
XII 25 Stent autoexpandible vía biliar
Dr. F. Baldoni
XII 26 Quiste de colédoco
Dr. J. R. Defelitto
XII 27 Hepatectomía derecha simultánea con cáncer de colon
Dr. J. R. Defelitto
XII 28 Hepatectomía izquierda laparoscópica-mano asistida
Dres. P. Barros Schelotto y L. Moulin
XII 29 Triseccionectomía derecha, abordaje anterior, maniobra de colgado
hepático
Dres. J. Pekolj, J. León, S. Rochet y G. De La Valle
XII 30 Resección laparoscópica del segmento IVb [NUEVO]
Dr. J. Pekolj
XII 31 Resección laparoscópica del segmento lateral Izquierdo [NUEVO]
Dr. J. Pekolj
XII 32 Tratamiento videolaparoscópico del quiste hidatídico del hígado: a)
conservador; b) radical [NUEVO]
Dres. M. Moro y G. Stork
XII 33 Pancreatectomía distal videolaparoscópica
Dr. P. Ferraina
XII 34 DPC: resección
Dres. H. Zandalazini, C. Ocampo y A. Oria
XII 35 DPC: anastomosis ductomucosa
Dres. H. Zandalazini, C. Ocampo y A. Oria
XII 36 Insulinoma
Dr. J. R. Defelitto
XII 37 Duodenopancreatectomía cefálica por vía laparoscópica
Dr. J. Pekolj
SISTEMA VASCULAR PERIFÉRICO Y CENTRAL
XII 38 Aneurisma de aorta (terapéutica endovascular)
Dr. M. Cerezo
XII 39 Cirugía coronaria con circulación extracorpórea [NUEVO]
Dres. R. Aisenberg, A. Di Stefano y L. Santilli
XII 40 Cirugía coronaria sin circulación extracorpórea [NUEVO]
Dres. R. Aisenberg, A. Di Stefano y L. Santilli
GINECOLOGÍA
XII 41 Miomectomía uterina con láser
Dr. J. R. Defelitto
I
PARTE GENERAL
Cirugía | Parte I
ÍNDICE
I 1 Síndrome de shock
DR. H. ALMANDOS
I 3 Preoperatorio
DR. J. HIJANO
I 5 Nutrición en cirugía
DRES. G. DEFELITTO Y H. ALMANDOS
I 6 Postoperatorio
DR. J. HIJANO
I 8 Oncología: generalidades
DR. A. H. CARIELLO
2
Cirugía | Parte I
I 10a Dolor
DR. R. F. REZEK Y LAURINO
I 10b Anestesia
DR. R. F. REZEK Y LAURINO
I 12 Cirugía ambulatoria
DR. D. SURUR
I 17 Enseñanza de la cirugía
DRES. A. MARTÍNEZ MARULL, I. ATTEME DE CEBALLOS Y F. MARTÍNEZ LASCANO
3
Cirugía | Parte I
4
Cirugía | Parte I
SÍNDROME DE SHOCK
HUGO ALMANDOS
5
Cirugía | Parte I
6
Cirugía | Parte I
7
Cirugía | Parte I
8
Cirugía | Parte I
9
Cirugía | Parte I
Definición de shock
10
Cirugía | Parte I
11
Cirugía | Parte I
Fisiopatología
En la fisiopatología veremos que los tipos de shock, hipovolémico,
cardiogénico y por secuestro periférico comienzan en general con fenómenos
macrocirculatorios, al principio fácilmente reversibles. Pero todos estos
cuadros cuando se inician entran en un círculo vicioso que si no se interviene a
tiempo termina con la disfunción orgánica múltiple (DOM) y la muerte.
12
Cirugía | Parte I
13
Cirugía | Parte I
14
Cirugía | Parte I
15
Cirugía | Parte I
16
Cirugía | Parte I
Así, se podría decir que el shock séptico comienza donde los demás tipos de
shock llegarán si los dejamos evolucionar en el tiempo. Si intervenimos a
tiempo con aporte de volumen en primer lugar, evitaremos que se pongan en
marcha el segundo mecanismo y con ello la lesión de los órganos.
Cuadro clínico
Será fácil ahora entender la clínica de los diferentes cuadros de shock. Ésta
surgirá de la sumatoria de la signo-sintomatología de la causa desencadenante
con los signos y síntomas del mecanismo de defensa que se ha puesto en
marcha, o sea la respuesta que se ha desencadenado.
17
Cirugía | Parte I
18
Cirugía | Parte I
19
Cirugía | Parte I
20
Cirugía | Parte I
Tratamiento
Pocos cuadros clínicos en la medicina tienen tan directamente relacionado
su pronóstico vital con el diagnóstico y tratamiento en los momentos iniciales
del cuadro.
Para ello se debe seguir un plan predeterminado donde se deberá
implementar simultáneamente el tratamiento que salve la vida del paciente,
mientras se practican estudios con la finalidad de encontrar la causa etiológica
y permitir un tratamiento definitivo. En este plan al ingreso del paciente a la
sala de emergencias se debe seguir el A B C D, teniendo en cuenta en primer
lugar la vía aérea y la ventilación correcta. Ver la circulación con búsqueda
exhaustiva e intensiva de la causa que desencadenó el problema. En todas las
etiologías es fundamental tratar de lograr la estabilidad hemodinámica, para
ello, en general, se comienza con reposición de volumen, excepto en el shock
de origen central; en segundo lugar, es determinante ubicar la causa y tratar de
eliminarla (origen de la hemorragia en hipovolémico, foco infeccioso en el
séptico, agente desencadenante en el anafiláctico).
21
Cirugía | Parte I
Reanimación inicial
Salvo que exista ingurgitación yugular o signos manifiestos de falla
ventricular izquierda, se comienza con la reposición de volumen, en forma
rápida se infunden dos litros de cristaloide como lineamiento general para
todos los tipos de shock, en 15 a 20 minutos y se ve la respuesta. Si el paciente
se reperfunde y comienza a orinar, se puede continuar con esta medida. En el
caso del shock hipovolémico, si la respuesta es buena y duradera, significa que
la pérdida ha sido compensada. Si la respuesta es transitoria significa que la
pérdida es mayor o que continúa y deberemos pensar en utilizar sangre. Si no
tenemos respuesta, deberemos revisar la magnitud de la hemorragia, que es
grave y necesitará sangre de entrada.
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
25
Cirugía | Parte I
Bibliografía
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26
Cirugía | Parte I
HEMORRAGIAS,
TRANSFUSIONES Y
HEMOSTASIA
PABLO O. PUCCI
Hemorragias
Se denomina hemorragia a la extravasación sanguínea fuera de su normal
continente que es el sistema cardiovascular. La sintomatología y gravedad
dependen principalmente de la velocidad y volumen del sangrado, como así
también de la edad del paciente y sus enfermedades concomitantes.
Las hemorragias se pueden clasificar siguiendo diferentes criterios (Cuadro
1):
HEMORRAGIAS
Masiva Interna
Cataclísmica Exteriorizables
No
exteriorizables
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Cirugía | Parte I
Manifestaciones clínicas
La sintomatología de las hemorragias depende fundamentalmente de la
velocidad y volumen de la pérdida.
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Cirugía | Parte I
Cuadro clínico
Tratamiento
El tratamiento depende de la gravedad y causa de la hemorragia. En primera
instancia, consiste en mantener la estabilidad hemodinámica mediante el
reemplazo de la volemia con solución fisiológica, solución de Ringer y/o sangre
según corresponda. Con el paciente hemodinámicamente estable se pasa a la
siguiente instancia que es el tratamiento de la causa.
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Cirugía | Parte I
Transfusiones
Antecedentes históricos
La primera transfusión se remonta a junio de 1667, cuando el médico francés
Jean Baptiste Denis transfundió sangre de una oveja a un joven de 15 años.
Posteriormente, se realizaron otras experiencias similares con resultados
desfavorables lo que llevó, en abril de 1668, a prohibirse las transfusiones a
menos que la Facultad de Medicina de París las aprobara.
James Burdell, en 1818, realiza las primeras transfusiones en humanos con
éxito, aunque el equipamiento rudimentario, la tendencia de la sangre a
coagularse y la alta mortalidad hacían que ésta se considerara difícil y peligrosa.
Entre 1901 y 1910, Karl Landstiener y col. describe los antígenos de superficie
ABO de las células rojas, conduciendo a una forma inicial de tipificación de la
sangre lo cual disminuyó la mortalidad de las transfusiones. En 1916, Rous y
Turner, en Nueva York, añaden dextrosa a la sangre permitiendo su
almacenamiento hasta por 21 días. Posteriormente, se introdujeron otras
soluciones conservadoras como dextrosa y citrato ácido (DCA), citrato-fosfato-
dextrosa (CFD), citrato-fosfato-doble dextrosa-adenina (CF2D-A), etc.,
prolongando la vida de almacenamiento de la sangre hasta 42 días. En 1932 se
funda el primer banco de sangre en Leningrado (Rusia). En 1939 se reconoció el
factor RH. En 1977, Denton Cooley desarrolla el concepto de “la cirugía sin
sangre”, que se basaba en la autotransfusión. En la década de los 90 del siglo
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Cirugía | Parte I
Definición
Denominamos transfusiones al procedimiento mediante el cual se restituye
la sangre perdida, alguno o varios de sus componentes. La sangre puede
proceder de un donante diferente del receptor (transfusión alogénica u
homóloga) o del mismo paciente (transfusión autóloga), en este último caso se
puede realizar la extracción y conservación o la recuperación, filtración, y
transfusión intraoperatoria (Cell Saver).
Los objetivos de la terapia transfusional son:
1. Proporcionar un adecuado volumen sanguíneo.
2. Aumentar la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre.
3. Reponer las plaquetas o factores de la coagulación para mantener la
hemostasia.
4. Reposición de glóbulos blancos.
Hemoderivados e indicaciones
Los avances en medicina transfusional han permitido que la transfusión de
hemocomponentes sea un acto cada vez más seguro, especialmente en
relación a los riesgos de transmisión de agentes infecciosos y reacciones
transfusionales severas. No debe olvidarse que al transfundir a un paciente lo
estamos sometiendo a un transplante de tejido de vida media corta, que
conlleva los riesgos de todo tejido transplantado. Existe una serie de
fenómenos inmunológicos y no inmunológicos relacionados con la transfusión
que pueden afectar negativamente la evolución de los pacientes. La indicación
de la transfusión es responsabilidad del médico tratante, quien ha evaluado
directamente al paciente y los beneficios que obtendrá éste en relación a los
eventuales riesgos.
Actualmente se dispone de una amplia variedad de hemoderivados como:
1. Sangre completa
2. Concentrado de glóbulos rojos
3. Plasma fresco congelado
4. Concentrado plaquetario
5. Crioprecipitado
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Cirugía | Parte I
6. Concentrado de leucocitos
7. Concentrado de factor VIII
8. Complejo protrombina
9. Otros.
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Cirugía | Parte I
Tipificación y compatibilidad
En la selección de sangre para una transfusión se establece
sistemáticamente la compatibilidad serológica para los receptores A, B, O y RH.
Sistema ABO: los seres humanos se clasifican en cuatro grupos en el sistema
ABO, ya sea por la presencia o ausencia en sus eritrocitos de los aglutinógenos
A y B, que pueden existir juntos o separados.
Las personas del grupo A tienen el antígeno A y producen anticuerpos anti -
B, mientras que las personas del grupo B tienen antígeno B y producen
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Cirugía | Parte I
TIPO DE
SANGRE O- O+ B- B+ A- A+ AB- AB+
AB sí sí sí sí sí sí sí sí
AB- sí sí sí sí
A+ sí sí sí sí
A- sí sí
B+ sí sí sí sí
B- sí sí
Complicaciones
Las complicaciones más frecuentes que se producen durante la transfusión
son:
1. Reacción hemolítica transfusional aguda
2. Reacción hemolítica transfusional tardía
3. Reacción febril y alergias
4. Edema pulmonar
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Cirugía | Parte I
5. Complicaciones infecciosas
6. Hipotermia
7. Hiperpotasemia
8. Tromboflebitis
Hemostasia
La hemostasia se define como el conjunto de mecanismos íntimamente
relacionados entre sí, que se ponen en juego luego de la lesión de un vaso para
cohibir la hemorragia.
35
Cirugía | Parte I
Constricción vascular
Luego de la ruptura de un vaso se produce una vasoconstricción refleja, se
libera tromboplastina tisular y la sangre al contactar con el colágeno
perivascular atrae a las plaquetas. La adherencia de las células endoteliales
vecinas entre sí puede ser suficiente para suprimir la pérdida sanguínea. El
tromboxano A2 y la serotonina son potentes vasoconstrictores liberados por
las plaquetas durante su agregación y contribuyen a la vasoconstricción. El
factor de respuesta vascular también incluye la contribución de la presión que
proporcionan los tejidos vecinos.
36
Cirugía | Parte I
Producción de fibrina
La trombina es el factor clave en el proceso, comienza la formación de la
fibrina e incluso, como después veremos, activa la fibrinasa (factor XIII), enzima
que actuando dentro de la molécula de fibrina ya formada, consigue una
estructura más resistente. Clásicamente, se describe la activación de la
protrombina por dos vías: intrínseca y extrínseca. El sistema intrínseco es
relativamente lento, y el extrínseco, más rápido. En ambos, la vía final es la
conversión de protrombina en trombina, enzima activa que actúa sobre el
fibrinógeno como sustrato. La vía intrínseca comienza con la activación del
factor XII (factor Hageman). La activación extrínseca se produce cuando la
sangre se pone en contacto con los tejidos perivasculares lesionados y material
procedente de éstos penetra en la circulación (tromboplastina). Esta vía
comienza con la activación del factor VII por la tromboplastina en presencia de
calcio. La distinción entre las dos vías parece un poco arbitraria ya que el factor
VII se puede activar por el factor XIIa y por el IXa. A su vez, el factor tisular, el
factor VIIa y el factor Xa, pueden activar al factor IX. El factor tisular funciona
como un cofactor en la activación. La conversión del fibrinógeno en fibrina es
una reacción compleja: la trombina divide la molécula de fibrinógeno liberando
dos péptidos (fibrinopéptidos A y B), siendo uno de éstos una sustancia
vasoactiva. La molécula proteica que resulta de esta escisión se polimeriza para
formar largos agregados moleculares unidos por enlaces de hidrógeno. En una
primera fase, la fibrina formada es soluble en urea puesto que esta sustancia es
capaz de romper los enlaces de hidrógeno; por esta razón se denomina fibrina
soluble. En una segunda fase, mediante la actividad del factor XIII, que es
activado a su vez por la trombina, se producen dentro de la molécula de fibrina
enlaces covalentes de disulfuro, con lo que se consigue una mayor estabilidad
de su estructura: es la fibrina insoluble.
Fibrinólisis
La fibrinólisis es un proceso natural cuyo objetivo es conservar la
permeabilidad de los vasos sanguíneos mediante la lisis de depósitos de fibrina.
Se inicia al mismo tiempo que el mecanismo de coagulación. El sistema
fibrinolítico está constituido por el plasminógeno y aquellas sustancias que lo
convierten en su forma activa, la plasmina, responsable de la lisis de la fibrina.
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Cirugía | Parte I
Pruebas de laboratorio
Recuento de plaquetas: el rango normal oscila entre 150.000 y
300.000/mm³. Se encuentra descendido en las trombocitopenias.
Tiempo de sangría: el tiempo normal es de 1 a 5 minutos. Se encuentra
prolongado en trombocitopenias, tromboastenias y en la fragilidad capilar.
Tiempo de coagulación: el tiempo normal es de 5 a 10 minutos. Se
encuentra prolongado cuando hay una alteración en el mecanismo intrínseco.
Tiempo de protrombina: (T. de Quick), su valor normal es de 12 a 15
segundos. Se encuentra prolongado en alteraciones del mecanismo extrínseco
de la coagulación.
Concentración de protrombina: su valor normal es de 60 a 100 %. Desciende
por alteraciones del mecanismo extrínseco de la coagulación.
Tiempo parcial de tromboplastina: (KPTT), su rango normal es de 35 a 45
segundos. Se encuentra prolongado en alteraciones del mecanismo intrínseco
de la coagulación.
38
Cirugía | Parte I
39
Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
PREOPERATORIO
JULIO C. HIJANO
Debido a que por definición este término es muy extenso, ya que es todo lo
que antecede a una operación sin delimitación de tiempo, se hace necesario
una definición más precisa; consideramos que hablar de evaluación
preoperatoria del riesgo quirúrgico nos permite enfocar con mayor claridad los
objetivos básicos que debe analizar el cirujano antes de llevar a la sala de
operaciones a un paciente.
No es nuestro propósito enumerar tan sólo una lista de estudios ideales o
utópicos, sino determinar cuáles son, a nuestro entender, los elementos
mínimos compatibles con una evaluación aceptable, cualquiera sea la patología
que aqueja al paciente.
Como bien expresa E. Katz, la evaluación preoperatoria comienza en el
momento mismo en que se inicia la primera entrevista. De lo que se desprende
que el primer elemento en la sistemática de estudio será la historia clínica.
La evaluación se hará según la escala de estado físico.
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Cirugía | Parte I
Estado nutricional
La mortalidad operatoria ha sufrido un marcado descenso en las últimas
décadas debido al influjo de muchos factores, los que han contribuido a reducir
los riesgos a que se encontraba expuesto el enfermo. Uno de estos factores es
la nutrición.
Ésta puede alterarse en cada uno de los períodos que debe cursar el proceso
quirúrgico, el preoperatorio, el operatorio y el postoperatorio.
La preparación de un enfermo con un buen estado de salud no ofrece
ninguna dificultad, pero sí es necesario preparar un enfermo en el cual la
patología ha causado importantes modificaciones en su nutrición. Dicha
preparación debe efectuarse muy cuidadosamente a fin de reducir los riesgos
propios del acto quirúrgico.
El estudio del estado de la nutrición del enfermo comprende el examen
clínico general y las investigaciones imprescindibles del laboratorio, con el
objeto de conocer las posibles deficiencias de proteínas, minerales y vitaminas.
La desnutrición previa a la operación aumenta la morbilidad y la mortalidad
postoperatoria.
Las alteraciones de la nutrición en el período preoperatorio son debidas, en
general a las siguientes circunstancias: a) inadecuada alimentación; b)
impedimentos para la alimentación, por mala higiene dentaria o por falta de
piezas dentarias; c) alcoholismo crónico que se asocia a veces con la anorexia;
d) obstrucciones del aparato digestivo: tumores de esófago, estenosis pilórica y
obstrucciones intestinales; e) enfermedades del sistema endocrino:
hiperparatiroidismo e hipopituitarismo, las cuales producen hipercatabolismo y
anorexia respectivamente; f) enfermedades que interfieren sobre la digestión
normal o sobre la absorción intestinal; g) diarreas crónicas; h) cirrosis hepática;
i) pérdida de proteínas en el carcinoma gástrico, en la úlcera gástrica
pseudotumoral, en la colitis ulcerosa grave y en los vómitos y diarreas
prolongadas.
Todas las alteraciones de la nutrición deben ser corregidas durante el
período preoperatorio, con las limitaciones impuestas de acuerdo con el
momento fijado para la intervención quirúrgica.
No nos extenderemos en el estudio detallado de este tema, ya que el mismo
configura por sí solo un capítulo aparte. Simplemente, nos limitaremos a
42
Cirugía | Parte I
expresar que el modo más práctico y simple de realizar una buena corrección
del estado nutricional preoperatorio, se basa en las Leyes Fundamentales de
Escudero, quien expresa que la alimentación debe ser: COMPLETA, ARMÓNICA,
SUFICIENTE y ADECUADA (CASA). Las cuatro leyes son conexas y concordantes, de
modo que el incumplimiento de una lleva forzosamente al incumplimiento de
las demás.
Evaluación cardiológica
La presencia de enfermedades del corazón o del aparato circulatorio
aumenta el riesgo de quienes deben ser sometidos a intervenciones
quirúrgicas. Actualmente es posible llevar a cirugía a enfermos que hasta no
hace muchos años hubiera sido imposible hacerlo. El uso de técnicas
especiales, monitores cardíacos, nuevas drogas, etc., hacen posible grandes
intervenciones con riesgos mínimos.
Ya la historia clínica nos permitirá conocer algunos síntomas y signos como lo
son el dolor precordial, disnea, palpitaciones, tos, mareos, claudicación de la
marcha, etc., que nos pondrán sobre la pista de cardiopatías presentes o
pasadas, intensificando de esta manera su estudio y tratamiento. Luego de este
examen clínico es imprescindible un electrocardiograma, el que no nos
asegurará ningún pronóstico pero permitirá diagnosticar ciertos estados
patológicos que puedan pasar inadvertidos en el estudio semiológico.
Las enfermedades que comúnmente aumentan el riesgo operatorio son las
coronariopatías, hipertensión arterial, arritmias, insuficiencia cardíaca,
insuficiencias o estenosis valvulares, cardiopatías congénitas, etc.
Si el paciente ha sufrido un IAM conviene posponer la cirugía electiva 6 a 12
meses.
Insistimos en que estas enfermedades deben ser diagnosticadas en el
preoperatorio, ya que llevar un paciente a cirugía desconociendo estos estados
patológicos nos conducirá al fracaso de la misma o lo que es peor complicará el
postoperatorio llevando en algunos casos a la muerte del enfermo.
Evaluación respiratoria
De la misma manera que tratamos de individualizar los trastornos
cardiocirculatorios, haremos un estudio prolijo y exhaustivo del aparato
respiratorio, dado que él será el que sufrirá la acción de los diversos métodos
anestésicos y estará predispuesto en el postoperatorio a las congestiones
posturales y a las infecciones que con tanta frecuencia complican la evolución
clínica del enfermo operado (ver capítulo “Evaluación de Riesgo Respiratorio
Prequirúrgico”).
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Cirugía | Parte I
Evaluación endocrina
El paciente que va a ser sometido a una cirugía pasará por etapas pre, intra y
postoperatorias que necesariamente provocarán una alteración en el sistema
neuroendocrino. Motivo por el cual será importante diagnosticar
endocrinopatías a fin de evitar una reagudización o su complicación provocadas
por el acto quirúrgico.
Debemos destacar por su frecuencia e importancia la diabetes y la obesidad,
teniendo de igual manera presentes otras patologías como la insuficiencia
suprarrenal, el hiperaldosteronismo, el feocromocitoma, etc., estas últimas
aunque poco frecuentes influirán de manera primordial en el acto operatorio y
en la recuperación del paciente.
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Cirugía | Parte I
Evaluación anestesiólogica
La Sociedad Estadounidense de Anestesia implementó la escala ASA para la
estratificación del riesgo preoperatorio de los pacientes quirúrgicos, que se
transcribe a continuación:
ASA I: Sin trastornos psicofísicos (paciente sano normal).
ASA II: Trastornos sistémicos leves o moderados causados por el motivo
operatorio (ej.: apendicitis aguda en paciente previamente sano).
ASA III: Trastornos severos no causados por el motivo quirúrgico
(cardiopatías, angor).
ASA IV: Trastornos sistémicos graves, incapacitantes con riesgo de vida.
ASA V: Agónico (paciente moribundo con menos de 24 horas de vida, ej.:
aneurisma roto, shock)
Emergencia: Se agrega la letra E y se considera un grado más.
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
Definición
Es el conjunto de exámenes neumonológicos que se realizan antes de llevar
a cabo una intervención quirúrgica, con la finalidad de identificar a los
pacientes con riesgo elevado de padecer complicaciones respiratorias en el
período intra o postoperatorio. Entendemos por complicaciones respiratorias
intra o postoperatorias aquellas anormalidades pulmonares que producen
enfermedad o disfunción identificable, que es clínicamente significativa y
afecta de forma adversa el curso clínico del paciente durante o luego del acto
quirúrgico.
Las complicaciones respiratorias clínicamente más significativas son:
Atelectasia
Infecciones respiratorias (incluye bronquitis y neumonía)
Ventilación mecánica prolongada y fallo respiratorio
Agudizaciones de enfermedad pulmonar crónica de base (ej.: EPOC)
Broncospasmo
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
RESPIRACIÓN SUPERFICIAL
+
AUSENCIA DE SUSPIROS FISIOLOGICOS
ATELECTASIAS LAMINARES
AUMENTO DEL TRABAJO RESPIRATORIO
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Cirugía | Parte I
Negativo Positivo
Con Sin
resección resección
pulmonar pulmonar
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Cirugía | Parte I
Pruebas normales
Pruebas anormales
Riesgo moderado
Reconsiderar la indicación quirúrgica Realizar tratamiento perioperatorio
Trat. perioperatorio reduce el riesgo para reducir el riesgo
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Cirugía | Parte I
Estudio espirométrico
54
Cirugía | Parte I
Bibliografía
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55
Cirugía | Parte I
NUTRICIÓN Y CIRUGÍA
GABRIELA S. DEFELITTO Y HUGO ALMANDOS
Desnutrición
Definición
Es un proceso que se inicia cuando el organismo no recibe la suficiente cantidad de
alimento para cubrir sus necesidades y progresa hasta la aparición de alteraciones
funcionales y estructurales que afectan la salud y la calidad de vida.
Clasificación
La desnutrición puede clasificarse básicamente en tres tipos:
Crónica: hipometabólica. Calórico-proteica por falta de aporte (también
llamada “marasmo”).
Aguda: hipermetabólica. Fundamentalmente proteica. Por aumento de los
requerimientos. También llamada “Kwashiorkor”.
Mixta: por disminución del aporte y aumento de los requerimientos. Es el
ejemplo típico del postoperatorio.
Se reconocen tres grandes causas para llegar a la desnutrición calórico-
proteica:
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
Riesgo nutricional
Definición
Es el grado de aumento de la morbi-mortalidad de la enfermedad actual y
sus tratamientos clínicos o quirúrgicos producidos por la desnutrición calórico-
proteica en etapa pre-hospitalaria o durante su internación.
En la práctica, para la evaluación del estado nutricional con fines clínicos
(para evaluar el riesgo nutricional) e indicar soporte o terapia nutricional se
toma un modelo de composición corporal de dos compartimentos:
- Masa grasa: reserva energética.
- Masa magra: o masa libre de grasa, que contiene la proteína, el
glucógeno, los minerales, y el agua corporal.
Esto nos permite considerar al paciente como una unidad anatómica y
funcional, y de acuerdo a los resultados obtenidos, tomar las medidas
necesarias para restablecer su normalidad. También posibilita caracterizar,
diagnosticar y cuantificar el grado de compromiso de la salud del individuo y el
estado de sus órganos y sistemas de reserva energética y plástica.
La evaluación del estado de nutrición se realiza en diferentes etapas que
comprenden el estudio clínico, bioquímico y/o instrumental del individuo, a
través del interrogatorio, examen físico y técnicas complementarias de
laboratorio, radiológicas , inmunológicas, antropométricas, etc.
Interrogatorio
En ciertos aspectos no es diferente del que realizamos a cualquier enfermo.
Desde el punto de vista nutricional, nos interesa la alimentación propiamente
dicha y su repercusión sobre el paciente como también la influencia que ha
tenido la enfermedad sobre el estado de nutrición.
Debemos saber el grado de repercusión de la enfermedad sobre los instintos
y sensaciones primarias: el apetito (en forma general ó selectiva), la sed y las
sensaciones de saciedad y plenitud.
Determinar el tiempo de inapetencia o hiporexia al igual que ciertos hábitos
(cigarrillo, alcohol) y el uso de medicamentos o terapias radiantes que pueden
influir en el estado nutricional.
Para verificar el estado de alimentación (primer tiempo de la nutrición)
realizamos anamnesis alimentaria con lo cual podemos ver si cumple o no con
las leyes de la alimentación que caracterizan un régimen normal (suficiente en
energía, completo en principios nutritivos y con adecuada proporcionalidad de
todos sus componentes) o si se ha apartado de ella.
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Cirugía | Parte I
Examen físico
El examen físico (EF) sigue al interrogatorio y en él se podrán confirmar
muchos datos sospechados en la etapa anterior.
El examen físico deberá estar dirigido a buscar signos de déficit nutricional,
como pelo quebradizo u opaco, queilitis, alteraciones dentarias, facies
abotagadas, ausencia de bola de Bichat, bocio, dermatitis o foliculitis, uñas
quebradizas o coiloniquia, pérdida de masa muscular o celular subcutáneo,
edemas, visceromegalias, debilidad muscular, neuritis, alteraciones sensitivas o
motoras, en los nervios periféricos y otros signos que se relacionen con un
déficit de nutrientes o vitaminas.
Todo EF debe iniciarse con el estudio antropométrico, el cual realizaremos a
través del peso y talla, asociado a diferentes pliegues corporales, que nos
permitirán estimar la masa magra ó masa libre de grasa.
Talla es un parámetro importante, porque nos permite establecer el peso
deseable. Debemos tener en cuenta que la talla llega a su valor definitivo al
terminar el crecimiento, y que con el tiempo puede disminuir. Esto es evidente
después de la menopausia y en ciertos trastornos óseos. La talla deberá ser
comparada con la expresada en las tablas respectivas. Tener en cuenta que en
niños y adolescentes algunos cuadros de mala absorción, como dietas
insuficientes en calorías y ciertas enfermedades endócrinas repercuten sobre la
talla definitiva.
Peso es uno de los parámetros más fáciles de evaluar. El peso actual es el
que presenta el paciente al momento de la evaluación; el peso usual es el que
presentaba cuando se encontraba en buen estado de salud; el peso para la talla
es el que le corresponde al paciente cuando se le evalúa en relación a las tablas
61
Cirugía | Parte I
de población normal, dado que el peso guarda relación con la talla, la edad, el
sexo y además con la estructura corporal.
Dado que estas tablas fueron realizadas por compañías de seguros
americanas y no se correlacionan con los modelos de peso y talla
latinoamericanos, podríamos evaluar el peso determinando el porcentaje de
pérdida de peso o incremento de peso, y se establece en relación con el tiempo
que transcurrió para ese cambio de porcentaje.
peso usual
25-29,9 Sobrepeso
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
Datos de laboratorio
El laboratorio proporciona todo un perfil de pruebas diagnósticas que nos
permiten confirmar o descartar las sospechas despertadas por el interrogatorio
y el examen físico.
Las proteínas son los constituyentes celulares fundamentales, por lo que es
lógico que se realicen dosajes que se basen en su metabolismo y muestren las
diferentes fracciones que nos llevarán a un diagnóstico.
Los compartimientos proteicos, somáticos y viscerales, pueden evaluarse
independientemente.
Compartimiento somático: el método más utilizado para evaluar masa
muscular corporal (compartimiento somático) es la excreción urinaria de
creatinina en las 24 horas.
Excreción urinaria de creatinina: la producción y excreción de creatinina
endógena refleja la masa muscular corporal. La excreción normal promedio de
creatinina es de 23 mg/kg de peso para varones y de 18 mg/kg de peso para
mujeres, luego de una dieta libre de creatinina y creatina. Se considera que
17,9 kg de músculo producen una eliminación de 1000 mg/día de creatinina. La
evaluación se hace por comparación con la excreción de creatinina promedio e
n niños y adultos sanos, bajo dieta libre de creatina y creatinina. El índice talla-
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Cirugía | Parte I
Interpretación:
Valores del 80 % o más: depleción ligera de proteínas somáticas
Valores del 80 % al 69 %: depleción moderada
Valores menores del 60 %: depleción severa
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
IPN = 158 % - 16,6 albúmina (gr %) – 0,78 pliegue tricipital (mm) – 0,2 transferrina (mg
%)– 5,8 hipersensibilidades retardadas
Donde:
IPN: % de riesgo de morbimortalidad
Albúmina: en gramos por decilitro (g%)
Pliegue tricipital: milímetros
Transferrina: miligramos por decilitro (mg%)
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Cirugía | Parte I
Requerimientos basales
Los requerimientos nutricionales de cada paciente deben ser capaces de
cubrir sus necesidades logrando un equilibrio que impida el deterioro
progresivo de su estado nutricional, y que con ello disminuya la morbi-
mortalidad derivada de esta situación.
El soporte nutricional debe ser individualmente planeado de acuerdo a la
condición de cada paciente.
Debemos determinar el requerimiento diario, o sea la provisión nutricional
que debe ser administrada para atender el gasto energético/24 hs del paciente.
El gasto energético varía según la condición clínica del paciente, y debe ser
determinado a partir del gasto energético en reposo (GER), que para efectos
prácticos equivale al gasto energético basal (GEB) o metabolismo basal, por
cuanto el paciente hospitalizado ejerce mínima actividad. Pero si el paciente
está ambulatorio o en fisioterapia debe considerarse también el gasto
energético de la actividad (GEA). Por último, existe el factor termogénico de los
alimentos que corresponde a un 10% más del requerimiento energético basal,
o sea la “acción dinámica específica”, que es la cantidad de energía que se
requiere para metabolizar el alimento administrado, el cual varía según el tipo
y cantidad del alimento.
El gasto de energía se puede calcular mediante la ecuación de Harris
Benedict:
Macronutrientes
Se define como macronutrientes a los tres nutrientes fundamentales de las
mezclas nutricionales, es decir, las proteínas, hidratos de carbono y lípidos.
Requerimientos de proteínas: existen varias formas de estimar la cantidad de
proteínas que debe recibir un paciente; una de ellas es el cálculo de gramos de
proteínas por kilo de peso corporal. Hasta la fecha se considera que un
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Cirugía | Parte I
paciente debe recibir como mínimo 1 gramo de proteína por kilo de peso y el
rango aceptable es de 1 a 2 gramos de proteína por kilo de peso.
Se debe establecer que 1 gramo de proteína representa 4 calorías (Kcal). Es
importante relacionar, para un buen uso de la proteína, la concentración
calórica derivada de proteína en relación a las calorías totales. Ello se conoce
como P%.
El tratamiento será adecuado cuando el P% se encuentre entre 10 y 20 %, es
decir cuando el porcentaje de calorías derivado de proteína sea de 10 a 20 %.
Otra forma de establecerlo es determinar la relación calorías totales con
gramos de nitrógeno. Se dice que un paciente normal requiere 1 g de nitrógeno
por cada 300 cal, pero un paciente en estrés requiere en promedio 1 g de
nitrógeno por cada 150 cal. E incluso en excesivo estrés metabólico puede
llegar a 1 g de nitrógeno por cada 120 o 100 cal. Lo mismo ocurre en pacientes
ancianos, quienes requieren menos cantidad de calorías totales.
Así se calcula:
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Cirugía | Parte I
BN = Ni - Ne
Balance nitrogenado (BN), Nitrógeno ingresado (Ni), nitrógeno eliminado (ne)
Ne = urea en orina de 24 hs X 0,56 + 4
Donde
0,56 = factor de corrección de urea a nitrógeno
4 = constante de pérdidas de nitrógeno por otras vías (piel, intestino) se puede calcular la
necesidad proteica diaria de cada paciente
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Complicaciones
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
Bibliografía
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TNT (Terapia Nutricional Total). Cuidado integral del paciente. Versión 2.0. IV edición. Abbot
Laboratorios. 2003.
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Cirugía | Parte I
POSTOPERATORIO
JULIO C. HIJANO
1. Etapa adrenocorticoidea
Esta etapa va desde el primer al tercer día. Se inicia generalmente por la
alteración psíquica y emocional del paciente juntamente con la preparación del
preoperatorio. Se la denomina fase adrenérgica. Se caracteriza por un aumento
de la secreción hormonal suprarrenal. Estas hormonas (adrenalina y
noraderenalina) actúan sobre la hipófisis estimulando la secreción de hormona
antidiurética. Además, la secreción de ACTH actuando sobre las suprarrenales,
produce glucocorticoides, mineralocorticoides y aldosterona. Este juego
hormonal se manifiesta clínicamente en esta etapa por taquicardia moderada,
aumento de la tensión arterial sistólica, oliguria, hipertermia. El balance
nitrogenado de esta etapa es siempre negativo.
2. Etapa de estabilización
Esta etapa va desde el segundo o tercer día al quinto. Clínicamente, hay una
tendencia a la normalización del pulso, temperatura y diuresis. Desaparece el
íleo (si lo hubiera). Se la denomina fase de retiro corticoide o fase de punto
crítico.
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Cirugía | Parte I
3. Etapa anabólica
Esta etapa se extiende desde el sexto hasta el vigésimo día
aproximadamente. Se produce por aumento en la secreción de hormonas
androgénicas. El balance nitrogenado se normaliza y se hace sostenidamente
positivo.
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
Medicación: estas deberán ser quizá las indicaciones más precisas, aclarando
dosis, horario, vías de administración y forma de administración. La medicación
que se utiliza en un postoperatorio normal es la siguiente:
Antitetánica: se hará de acuerdo al plan de vacunación del paciente.
Esta podrá ser aplicada en el preoperatorio o en postoperatorio
inmediato.
Analgésicos: teniendo en cuenta la baja toxicidad en general que estos
medicamentos presentan, no se deberá escatimar en su aplicación.
Consideramos que deben ser aplicados en forma horaria, siguiendo los
lineamientos farmacológicos que cada uno presenta y no “al dolor”
como se observa con tanta frecuencia en la práctica diaria, ya que de
esta manera no obtendríamos un tenor de droga circulante óptimo
para inhibir este síntoma. Es nuestra misión prevenir el dolor y no
tratarlo ya que este hecho complicaría en muchos casos el
postoperatorio normal. No estarán indicados en aquellos casos en que
el cirujano “necesite” este síntoma. No olvidemos que el dolor puede
ser una importante clave diagnóstica.
Vitaminas: los complejos vitamínicos desempeñan importante función
en el postoperatorio, sobre todo si el enfermo carece de alguno de
ellos. Las vitaminas del grupo B ejercen su acción sobre la regulación
enzimática del metabolismo glúcido. La vitamina C es conocida por su
importancia antiinfecciosa y su participación en la coagulación y la
cicatrización. La vitamina K interviene en los mecanismos de
formación de protrombina en el hígado, por lo que se recomienda su
aplicación en los estados alterados o disminuidos de esta sustancia.
Heparinas: se utilizan para la prevención de los efectos trombóticos
(TVP/TEP) que complican un postoperatorio normal agregándole alta
morbilidad y mortalidad, sobre todo en aquellos pacientes
oncológicos, sometidos a cirugías pelvianas, ortopédicas de miembros
inferiores, o en los que se previera una inmovilización prolongada. Se
debe administrar en el preoperatorio ya que el momento más proclive
para la formación de trombos venosos es durante el acto quirúrgico,
donde el paciente al estar sometido a una relajación muscular
farmacológica, pierde el efecto de bomba en los miembros inferiores.
Hay diferentes tipos: sódica, cálcica, y de bajo peso molecular, estas
últimas dos por su practicidad en la administración y su seguridad son
las más utilizadas.
Antibióticos: las infecciones que se observan en el postoperatorio
normal son en orden de frecuencia, de la herida operatoria, del
aparato respiratorio, de las vías urinarias y de las venas superficiales
del miembro superior (accesos venosos). Los gérmenes más
comúnmente involucrados son los cocos grampositivos, estafilococos,
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Cirugía | Parte I
Signos vitales: estos son los elementos básicos de los que se sirve el médico
para evaluar las funciones elementales del enfermo y detectar precozmente
cualquier alteración de los sistemas vitales. Se deberán indicar de acuerdo a
cada caso en particular cada una hora, dos horas, cuatro horas, etc. Consisten
en el control de tensión arterial, frecuencia cardíaca, presión venosa central,
frecuencia respiratoria, temperatura y diuresis, parámetros éstos que de un
modo general nos permiten el control clínico de todos los sistemas vitales.
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Cirugía | Parte I
Complicaciones postoperatorias
Las complicaciones postoperatorias pueden ser diversas y de distinta
magnitud, dependiendo a su vez de múltiples factores. Enumeraremos las más
frecuentes ya que en forma extensa y específica a cada caso serán
desarrolladas en los capítulos correspondientes.
Fiebre: ésta puede ser expresión de las infecciones más frecuentes que se
observan en el postoperatorio, que como ya hemos mencionado corresponden
en orden de frecuencia a la herida operatoria, al aparato respiratorio, a las vías
urinarias y a las venas superficiales del miembro superior. Descartadas estas
causas como generadoras del síndrome febril, se enfocará un estudio
sistematizado del enfermo a fines de diagnosticar precozmente infecciones
intraabdominales (subfrénicas, intraparenquimatosas, libres, etc.) torácicas
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
PROTOCOLO DE
NORMATIZACIÓN:
TROMBOEMBOLISMO
PULMONAR (TEP)
ALBERTO H. CARIELLO
Definición
Entidad clínico-anatomopatológica resultante de la impactación de un
trombo (u otra partícula) en el lecho vascular pulmonar produciendo zonas de
no irrigación que varían en su magnitud, en relación con el número y tamaños
de los trombos, dando una variedad de manifestaciones clínicas multiformes y
de diversa severidad que obliga a un diagnóstico minucioso y precoz.[18, 19]
Factores predisponentes
Estasis venoso: paciente encamado, obesidad, várices, insuficiencia
cardíaca, embarazo.
Lesión tisular: postoperatorios, traumatismos severos, grandes
quemados.
Estados de hipercoagulabilidad: neoplasias malignas, policitemia,
anemias hemolíticas, esplenectomía con trombocitosis, anticonceptivos orales,
síndrome nefrótico.
Edad: mayores de 50 años.
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Cirugía | Parte I
Frecuencia
En Estados Unidos, 600.000 casos por año;[18] 2 % 1/5 mueren por TEP
masivo;[18] mortalidad del 18 al 38 %.[18] Es la tercera causa de muerte en
Estados Unidos.
Clínica
Masivo: síncope. Dolor torácico (central o puntadas de costado). Cianosis.
Disnea. Hipotensión (shock). Fallo derecho agudo.
Moderado: dolor pleurítico con frote o sin él. Hemoptisis. Signos de
consolidación o de derrame pleural. Poca disnea. Si hay infarto: fiebre,
leucocitos, ictericia leve.
Múltiple: hay una alteración de la permeabilidad capilar con importante
alteración de la relación ventilación-perfusión. Hay importante disnea
taquipneica y taquicardia habitualmente inexplicable.
Importante: el médico debe tener en cuenta que la mayoría de las veces no
aparecen ninguno de estos síntomas y que el diagnóstico se sospecha cuando
un paciente con cualquiera de los factores predisponentes comienza una
disnea aguda y taquicardia en ausencia de fallo cardíaco o asma o EPOC
reagudizado.
Diagnósticos diferenciales
Aneurisma de aorta disecante
Insuficiencia cardíaca aguda izquierda (EAP)
Rotura de esófago
Asma
Alveolitis alérgica extrínseca
EPOC reagudizado
Pleurodinia por coxackie B
Neumotórax agudo hipertensivo
Exámenes complementarios
Gases en sangre: PO2 menor de 80, puede ser normal. a/A alterado.
Enzimas: no son de extrema utilidad si no se acompaña de infarto pulmonar.
LDH↑ TGO↑ CPK↑
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Cirugía | Parte I
Normal 0%
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Cirugía | Parte I
Arteriografía
Indicaciones:
centellografía de probabilidad intermedia o baja, pero rasgos clínicos
muy sugestivos de TEP, con pletismografía de miembros inferiores normal;
cuando por centellografía la posibilidad es alta pero hay riesgo de
sangrado;
cuando se plantea la posibilidad de hacer trombolisis, trombectomía o
ligadura de cava.
Se considera el método de certeza, el de máxima utilidad cuando:
hay patología pulmonar de base
cuadro clínico poco específico
gammagrafía V/Q ambigua
edad avanzada
La arteriografía aporta índice de gravedad a través de la medición de la
presión de la arteria pulmonar y de cavidades derechas.
Sirve también para diferenciar una verdadera recurrencia de TEP (lo cual se
considera fracaso de la terapéutica) de la fragmentación y migración del
trombo original (circunstancia que no es considerada fracaso terapéutico).
Detecta émbolos oclusivos totales de más de 2,5 mm alargados no oclusivos de
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Cirugía | Parte I
Pletismografía
Se realiza con técnica del Pier. Se indica cuando la probabilidad de TEP es
intermedia o baja.[2, 4, 8] Ha sustituido a la venografía o flebografía.[8] Si da como
resultado positivo se puede iniciar anticoagulación sin arteriografía. Si da
negativo, deberá hacerse arteriografía.
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Cirugía | Parte I
Sospecha de TEP
SOSPECHA DE TEP
Sangre
Clínica – Rx
Centellografía – V/Q
Anticoagulación
Doppler de MLI o
flebografía
radioisotópica
Normal Patológica
Arteriografía Anticoagulación
Tratamiento
Anticoagulación
Se utiliza heparina sódica por vía EV por infusión continua con bomba.
Dosis inicial: bolo de 30.000 U, luego continuar con 40.000 U a 60.000 u/día
o según otros autores 20.000 U a 30.000 x día.
Se controla con KTP: trata de prolongar de una vez a una vez y media el valor
normal.[9, 10, 11]
Duración 4 a 9 días con 3 días de superposición con anticoagulantes orales.[7,
8]
Anticoagulantes orales
Se combinan con la heparina, se indica 1 comp/día.
Se controla con tiempo Quick una y media a dos veces el valor normal.
Duración: no complicado, 3 meses; complicado, de por vida (recurrencia).
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Cirugía | Parte I
Contraindicaciones de anticoagulación
Diátesis hemorrágica
Úlcera, diverticulosis sangrante, várices esofágicas
Hipertensión arterial severa, hernia hiatal
Retinopatía diabética con exudados
Trombocitopenia, defectos congénitos de factores de coagulación,
daño renal severo
Tratamiento trombolítico
Se utiliza la estreptoquinasa y uroquinasa que pueden, a través de la
activación del fibrinógeno, disolver los coágulos. Tienen efecto potenciado
combinados con la heparina. Complicación: hemorragia.
Utilidad:
TEP masivo
TEP con síntomas hemodinámicas
TEP con defectos equivalentes a 1 lóbulo o más
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Cirugía | Parte I
Tratamiento quirúrgico
Ligadura de la vena cava
Se indica en:
Contraindicaciones de anticoagulación
Recurrencia en el curso de anticoagulación
Tromboflebitis séptica con émbolos
Embolia pulmonar recurrente múltiple
Tiene una recurrencia de 3,5 % (del filtro tipo paraguas). Aplicaciones 1 %.
Embolectomía pulmonar
Tórax abierto con circulación extracorpórea: es maniobra de salvataje. Se
indica en TEP masivo con shock, que no responde al tratamiento médico y que
está condenado a muerte inexorable. Mortalidad del 40 al 100 %.
Profilaxis de TEP
Se observa TEP en 20 a 30 % de pacientes que son sometidos a cirugía. Más
en caso de ortopedia: la gran mayoría subclínico.[15]
1) Bajo riesgo: paciente sano, menor de 40 años, sin factores de riesgo,
anestesia menor a 30 minutos.[7]
2) Riesgo medio: más de 40 años, anestesia más de 30 minutos.
3) Alto riesgo: portador de neoplasia maligna, insuficiencia cardíaca,
debilidad de miembros inferiores, obesidad, más de 65 años, reposo en cama
duradero, fractura de cadera.[7] También embarazadas, grandes quemados,
postoperatorio de próstata, ingesta de anticonceptivos orales.
A) Heparina subcutánea 5.000 U cada 12 horas.[7] Primera dosis se hace 2
horas antes del acto quirúrgico. Incrementa el sangrado pero no de tal
magnitud para requerir transfusión.
B) Dihidroergotamina, incrementa el tono vasomotor, se usa con la
heparina lo que muestra efecto superior a la heparina sola.[7] Se da 5.000 U de
heparina más 0,5 mg de dihidroergotamina subcutánea.
C) Compresión neumática intermitente; eficacia controvertida aunque en
ciertos trabajos se la recomienda en cirugía de alto riesgo de sangrado como
neurocirugía.
D) Vendas elásticas: mejoran el retorno venoso y su uso ha sido
recomendado para personas de bajo riesgo.
96
Cirugía | Parte I
Bibliografía
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18. Clínica norteamericana de cardiología, emergencias cardiológicas, 1986.
19. Wobb, Cecil. Tratado de medicina interna, ed 17.
97
Cirugía | Parte I
ONCOLOGÍA:
GENERALIDADES
ALBERTO H. CARIELLO
Tumores benignos
Su proliferación está fuera de control, pero las células anormales
permanecen agrupadas en una masa única, encapsuladas y su curación es
posible mediante la exéresis de dicho tumor, en la mayoría de los casos.
Producen sólo alteración local, generalmente de orden mecánico, sólo
excepcionalmente son graves como en el leiomioma uterino (metrorragia) o el
meningioma (hipertensión endocraneana).
Caracteres generales:
Crecimiento lento y expansivo
Tumores bien delimitados (a veces capsulados)
Células típicas, bien diferenciadas
98
Cirugía | Parte I
Tumores malignos
También llamados cáncer, se trata de un conjunto heterogéneo de
enfermedades caracterizado por una proliferación de células de origen mono o
policlonal con capacidad de invadir tejidos vecinos. Esta capacidad invasora
implica la posibilidad de entrar en el torrente sanguíneo y/o en los vasos
linfáticos, para migrar y diseminarse en tejidos lejanos, formando tumores
malignos secundarios o metástasis.
Producen destrucción local, destrucción en sitios alejados y trastornos
metabólicos generales. Provocan la muerte si no son tratadas adecuadamente
y en el momento oportuno.
Caracteres generales:
Crecimiento rápido
Crecimiento infiltrativo e invasor, destructor (Figura 1)
Degradación de la matriz extracelular (MEC), que produce
proteólisis del citoesqueleto alterando la forma de la célula
Heterotipía celular, las células difieren mucho entre sí (Figura 2)
Alteraciones cromosómicas, como oliploidía (múltiplo de 23),
aneuploidía
Mitosis monstruosas (Figura 2)
Lámina
Propia
Figura 1. Invasión de lámina propia Figura 2. Célula normal Figura 2. Célula neoplásica
Tomado de Chuaqui, J. B. y González, B. S.
99
Cirugía | Parte I
Una vez en el intersticio del nuevo tejido, la colonia celular necesita nutrirse
y su viabilidad depende de su capacidad de inducir la angiogénesis. Es el propio
tumor el que produce la inducción, la célula cancerosa produce un factor de
crecimiento vascular endotelial (FCVE), que actúa sobre una proteína receptora
en la membrana de la célula endotelial, la cual mediante proteínas de relevo
activa sus genes, para que la célula endotelial libere una proteína que estimula
el crecimiento tisular endotelial.
100
Cirugía | Parte I
Factor de Crecimiento
Vascular Endotelial
101
Cirugía | Parte I
Semiología en oncología
Síntomas debidos al propio crecimiento del tumor: por compresión,
destrucción, invasión. Ej.: tos, disnea, hemorragias.
Síntomas a distancia: pueden ser:
Síndromes paraneoplásicos: son síndromes funcionales sistémicos
por producción desde el tumor de proteínas activas a distancia.
Síntomas sistémicos por consunción.
Síntomas por el estrés: como consecuencia del conocimiento que
tiene cada paciente debe adaptarse y aparecen síntomas psicosociales
(ansiedad, miedo, huida).
Signos guía:
Cambio en una verruga o lunar, como su aumento de tamaño.
Bulto en una mama u otra localización.
Úlcera persistente en piel o mucosas: hacer biopsia.
Hemorragias o supuraciones crónicas, normalmente pequeñas.
Tos o ronquera persistente o con cambios de la tos habitual.
102
Cirugía | Parte I
Ejemplo:
Estadificación del cáncer colorrectal, según AJCC, 7ª edición, 2010
TUMOR PRIMARIO
T1 Invade la submucosa
103
Cirugía | Parte I
METÁSTASIS A DISTANCIA
M1 Metástasis a distancia
Nota: la estadificación AJCC 7ª edición (2010) se aplica a las más frecuentes neoplasias epiteliales
del recto y no se aplica a sarcoma, linfoma, tumores carcinoides y melanoma.
0 Tis N0 M0 -- --
T1 N0 M0 A A
I
T2 N0 M0 A B1
A T3 N0 M0 B B2
II B T4a N0 M0 B B2
C T4b N0 M0 B B3
T1–T2 N1/N1c M0 C C1
A
T1 N2a M0 C C1
T3–T4a N1/N1c M0 C C2
T4a N2a M0 C C2
C T3–T4a N2b M0 C C2
T4b N1–N2 M0 C C3
104
Cirugía | Parte I
105
Cirugía | Parte I
Bibliografía
Chuaqui, J. B.; González, B. S. “Clasificación de las Neoplasias según su evolución”, en
http://escuela.med.puc.cl/publ/patologiageneral/Patol_093.html
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164.
Seoane González, B. “TNM. Escala de estadiaje del cáncer”, en
http://www.meiga.info/escalas/TNM.pdf
106
Cirugía | Parte I
INFECCIONES EN CIRUGÍA
MARTÍN L. GNONI Y JULIO A. RAMÍREZ
Introducción
Desde el punto de vista infectológico, el cirujano puede efectuar cirugía en
dos tipos de pacientes. Un tipo de paciente es aquel con infección previa, como
es el caso del paciente admitido en el hospital con una infección de la
comunidad (Figura 1, situación I). Ejemplo de este tipo de cirugía es el paciente
que se presenta con apendicitis. El otro tipo de paciente es aquel en el que la
cirugía se realiza sin infección previa, por ejemplo la cirugía electiva, como el
reemplazo de cadera o el reparo de una hernia (Figura 1, situación II).
En el postoperatorio de cualquiera de estos dos ejemplos el paciente puede
desarrollar una infección postoperatoria nosocomial, como infección del sitio
quirúrgico, la infección del tracto urinario, neumonía nosocomial o infección
asociada a catéter. Estas infecciones pueden ser de alta gravedad, se pueden
complicar con sepsis severa y están asociadas con un aumento de la estadía
hospitalaria y mortalidad.
El manejo de las infecciones adquiridas en la comunidad y nosocomiales
requiere que el cirujano tenga conocimiento de ciertos conceptos
infectológicos como flora endógena bacteriana, sensibilidad antibiótica de
patógenos más frecuentes, así como también el conocimiento del espectro y
posibles toxicidades de los antibióticos disponibles.
Los objetivos de este capítulo son los siguientes:
Primero: describir la historia natural de la infección y cómo el paciente puede
progresar de una infección localizada a fallo multiorgánico poniendo énfasis en
las nuevas guías de manejo de sepsis publicadas este año.[2, 43]
Segundo: describir los principios de antibióticoterapia en cirugía.
Tercero: describir la fisiopatología y el manejo de las infecciones
nosocomiales más frecuentes.
107
Cirugía | Parte I
108
Cirugía | Parte I
Bacteria
FALLO
Sepsis Shock MULTIORGA
infeccion Sepsis NICO Y
Severa septico
MUERTE
SIRS
Es importante diferenciar el concepto de sepsis del de SIRS (del inglés
Systemic Inflammatory Response Syndrome). Estos conceptos fueron
originalmente descriptos en el primer consenso sobre sepsis en 1991 (ACCP,
American College of Chest Physicians y SCCM, Society of Critical Care
Medicine)[44] y revisados más tarde en 2001 sumando otras sociedades
científicas como por ejemplo la ATS (American Thoracic Society).[45]
SRIS (Sindrome de Respuesta Inflamatoria Sistémica) se define como un
sindrome clínico que se origina como resultado de una respuesta inflamatoria
desregulada o desmedida a un insulto no-infeccioso. El ejemplo típico es la
pancreatitis aguda en la cual el paciente puede cursar con fiebre, leucocitosis y
aumento de glóbulos blancos simulando un foco infeccioso. Otros ejemplos son
quemaduras, tromboembolismo de pulmón, vasculitis, etc. Se requieren dos o
más de los siguientes criterios para definirlo:
1) Temperatura > 38.3 o < 36
2) Frecuencia cardíaca > 90 x minuto
3) Frecuencia respiratoria > 20 x minuto o PaCO2 < 32 mmHg
4) Glóbulos blancos > 12000 células/mm3, < 4000 células/mm3, o > 10 % de
formas inmaduras (pandemia)
Sepsis en cambio se define como un sindrome clínico que se origina como
109
Cirugía | Parte I
110
Cirugía | Parte I
valores normales
3) Variables hemodinámicas
- Hipotensión arterial (presión sistólica < 90 mmHg, PAM < 70 mmHg,
disminución de > 40 mmHg en adultos, o 2 desvíos estándar por debajo de los
valores normales para la edad)
4) Variables de disfunción de órgano blanco
- Hipoxemia arterial (PaO2/FIO2 < 300)
- Oliguria (flujo urinario < 0,5 mL/Kg/h
- Incremento de creatinina > 0,5 mL/Kg/h o 44,2 micromol/L
- Anormalidades de la coagulación (INR > 1,5 o KPTT > 60s)
- Ilea intestinal
- Trombocitopenia (< 100.000 x/microL)
- Hiperbilirrubinemia (bilirrubina total plasmática > 4 mg/dL o 70
micromol/L)
5) Variables de perfusión tisular
- Incremento del ácido láctico (> 1 mmol/L)
- Disminución del relleno capilar
Probablemente los criterios de esta nueva guía son un poco más complejos
ya que necesitan variables de laboratorio en muchos de los casos.
Comparándola con los criterios clásicamente usados en la práctica clínica
muchos de los criterios utilizados aquí para definir sepsis corresponderían a
sepsis severa ya que tienen daño de un órgano blanco. Por ejemplo, un
paciente con sepsis más confusión mental desde el punto de vista práctico sería
sepsis severa ya que el sistema nervioso central se considera un órgano blanco.
Es muy importante destacar que independientemente si se trata de SRIS (no
infeccioso) o de sepsis (infección probable o documentada) cualquiera de los
dos puede progresar a fallo multiorgánico y muerte. Por ejemplo, no es raro
ver pacientes con pancreatitis severa (necrotizante) que progresan a
insuficiencia renal, SDRA (Síndrome de Distress Respiratorio del Adulto) y
shock.[46]
111
Cirugía | Parte I
SEPSIS C.V
SEPSIS SHOCK
SEVERA SEPTICO
Trastornos
de la
coagulacion
infeccioso
I .R.A
S.D.R.
No A
infeccioso FALLO
M ULTI ORGANI CO Acidosis
metabolica
112
Cirugía | Parte I
actualizadas (febrero del 2013) se define Sepsis severa como sepsis más la
presencia de por lo menos uno de los siguientes signos de disfunción orgánica o
hipoperfusion periférica:
1) Hipotensión inducida por sepsis.
2) Ácido láctico por encima de los valores máximos de laboratorio.
3) Flujo de orina < 0,5 mL/Kg/h por más de 2 horas a pesar de una
expansión volumétrica adecuada.
4) Injuria pulmonar aguda con una Pa02/FI02 < 250 en ausencia de
neumonía como foco infeccioso.
5) Injuria pulmonar aguda con una Pa02/FI02 < 200 en presencia de
neumonía como foco infeccioso.
6) Creatinina sérica > 2 mg/dL (176 umol/L)
7) Bilirrubina > 2 mg/dL (34,2 umol/L)
8) Plaquetas < 100.000 /ml
9) Coagulopatía (RIN > 1,5)
Como vemos, muchos de los conceptos para definir sepsis severa se
superponen con los criterios para definir sepsis en estas guías. El enfoque
clásico de considerar sepsis severa cuando se afecta al menos un órgano blanco
es más práctico desde el punto de vista clínico.
Se define shock séptico cuando existe sepsis severa más uno o ambos de los
siguientes parámetros hemodinámicos:
1) Presión Arterial Media (PAM) < 60 mmHg (o < 80 mmHg si el paciente
tiene hipertensión previa) a pesar de lograr una expansión volumétrica
adecuada.
2) Mantener la PAM en > 60 mmHg (o > 80 mmHg si el paciente tiene
hipertensión previa) requiere la utilización de dopamina a dosis > 5
mcg/Kg/min, norepinefrina a dosis < 0,25 mcg/Kg/min, o epinefrina a dosis <
0,25 mcg/Kg/min a pesar de lograr una expansión volumétrica adecuada.
Se define shock séptico refractario cuando se necesitan dosis de dopamina >
15 mcg/Kg/min, dosis de norepinefrina > 0,25 mcg/Kg/min, o dosis de
epinefrina > 0,25 mcg/Kg/min para mantener dichas cifras de PAM.
Definimos expansión volumétrica adecuada cuando administramos 40 a 60
mL/Kg de solución fisiológica, o cuando la presión pulmonar enclavada es de 12
a 20 mmHg. Si el paciente tiene una vía central la expansión volumétrica es
adecuada cuando tiene una PVC entre 8 a 12 mmHg.
Como mencionamos anteriormente, sepsis o SRIS puede progresar a fallo
orgánico múltiple, esto es, daño progresivo de distintos órganos blanco. En
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Figura 4. Indicadores de calidad para lograr una buena performance en el manejo de sepsis bundle
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Cirugía | Parte I
Tratamiento antibiótico
Es importante diferenciar algunos conceptos generales de antibioticoterapia
antes de realizar recomendaciones específicas.
El uso de antibióticos se puede dividir de la siguiente manera:
Profiláctico: cuando el antibiótico se usa con el objetivo de prevenir
infecciones (véase infecciones del sitio quirúrgico).
120
Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
2) Pseudomona aeruginosa
Por lo tanto se deben seleccionar dos antibióticos con actividad contra
Pseudomonas aeruginosa. Se recomiendan dos antibióticos con cobertura para
pseudomona ya que existe la posibilidad de que el organismo sea resistente al
antibiótico elegido como monoterapia y por tratarse de infecciones severas con
poco margen para el error:[58, 59]
Cefalosporinas (Ceftazidima o Cefepime)
Betalactámicos + inhibidores de betalactamasas (Piperacilina-
Tazobactam, Ticarcilina-Acido clavulánico)
Carbapenems (Imipenem, Meropenem, NO Ertapenem)
Quinolonas (de elección, Ciprofloxacina)
Aminoglucósidos (Gentamicina, Amikacina)
Monobactams (Aztreonam)
124
Cirugía | Parte I
Estafilococo
meticilino-
resistente de la ① Estafilococo aureus
comunidad
(SAMR-AC)
maticilino-sensible (SAMS)
② Estreptococos beta-
hemoliticos grupos A y B
(Streptococcus pyogenes,
Streptococcus agalactiae)
Organismos ③ Enterococo faecalis sensible
originados en ④ Escherichia coli sensible
Sepsis, la comunidad
sepsis
severa o ① Estafilococo aureus
shock meticilino-resistente (SAMR)
septico ② Estafilococo coagulasa
Organismos negativo meticilino-resistente
originados ③ Enterococo faecium
en el vancomicino-resistente (EVR)
hospital ④ Pseudomona aeruginosa
⑤ Klebsiella pneumoniae,
Serratia, Proteus,
Enterobacter (algunas
productoras de BLEE)
⑥ Acinetobacter baumani
panresistente
Las nuevas guías solo recomiendan biterapia en pacientes con sepsis severa
y shock séptico en pacientes neutropénicos y pacientes con infecciones
causadas por organismos multiresistentes difíciles de tratar (Acinetobacter y
Pseudomona). En este último caso se recomienda la consulta con el especialista
en enfermedades infecciosas del hospital. Si se decide realizar biterapia la
misma no debe extenderse más allá de 3 a 5 días y se debe tratar lo antes
posible de simplificar el régimen a una sola droga basados en el antibiograma.
125
Cirugía | Parte I
Estafilococo
meticilino-
resistente de la
comunidad
(SAMR-AC)
① Cefalosporinas de tercera generacion
(Ceftriaxona, Cefotaxime)
Organismos ② Betalactamicos + inibidor de betalactamasas
originados en (Piperacillin-Tazobactam)
la comunidad ③ Carbapenems (Imipenem, Meropenem,
Ertapenem, Doripenem)
④ Si SAMR-AC es una posibilidad agregar
Sepsis, Vancomicina + clindamicina o Linezolid
sepsis
severa o
shock
① Para cubrir Pseudomona 2 de los siguientes=
septico
- Cefalosporinas (Ceftazidima o Cefepime)
- Betalactamico/inibidor de betalactamasa
(Piperacilina-tazobactam, Ticarcilina-Acido
Organismos
clavulanico)
originados en - Carbapenems (Imipenem, Meropenem, Doripenem)
el hospital - Quinolonas (de eleccion Ciprofloxacina)
- Monobactams (Aztreonam)
- Aminoglucosidos (Gentamicina, Amikacina)
①Para cubrir SAMR-AC/AH=
Cubrir
empiricamente -Vancomicina,
SAMR + - Linezolid,
Pseudomona - Daptomicina.
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Cirugía | Parte I
127
Cirugía | Parte I
Clasificación de heridas
Existe un sistema de clasificación de heridas ampliamente aceptado, creado
hace más de 35 años que todavía rige en la actualidad. Este esquema de
clasificación de la herida, desarrollado por la Academia Nacional de Ciencias y
el Consejo Nacional de Investigación, se basa en el grado de contaminación
microbiana que se espera durante la cirugía:[25]
Heridas limpias: se definen como no infectadas y son aquellas heridas
quirúrgicas en las que no se ha encontrado inflamación y la herida se cerró
completamente. Por definición, no se ha realizado la apertura de una víscera
(del tracto digestivo, respiratorio, genital o urinario) durante el procedimiento
limpio.
Heridas limpias-contaminadas: son definidas como heridas quirúrgicas
en las que se realiza apertura de una víscera, pero en situaciones controladas y
sin contaminación inusual.
Heridas contaminadas: incluyen heridas abiertas, heridas accidentales
recientes, operaciones sin una técnica estéril apropiada o derrame del
contenido de una víscera. Las heridas en las que se encuentra inflamación
aguda también se incluyen en esta categoría.
Heridas sucias: heridas traumáticas antiguas con tejido desvitalizado,
cuerpos extraños, con contaminación fecal o aquellas heridas en las que hay
infección o perforación visceral.
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Cirugía | Parte I
Tabaquismo
Diabetes
Uso de esteroides sistémicos u otros inmunosupresores
Desnutrición
Colonización nasal o de otros sitios por SAMR
Presencia de un foco infeccioso a distancia
Duración de la hospitalización preoperatoria
Severidad de la enfermedad preoperatoria del paciente
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Cirugía | Parte I
Clasificación de ISQ
(véase Figura 7)
Infección de la herida
- superficiales: sólo se afecta piel o tejido celular subcutáneo
- profundas: se afectan el musculo o fascia
Infección del órgano o espacio: en este caso se puede afectar a cualquier
parte de la economía (aparte de la incisión) que fue abierta o manipulada
durante el procedimiento quirúrgico (por ejemplo, meningitis luego de un
procedimiento electivo neuroquirúrgico, o mediastinitis después de una cirugía
de revascularización coronaria). A pesar de que estas representan solo un
tercio del total de ISQ, están asociadas con un 93% de las muertes debido a
ISQ. También los costos asociados a estas últimas son mucho más altos que las
asociados a ISQ de la herida.[17]
El tipo de cirugía también se asocia con diferentes tasas de ISQ. Las tasas
más altas se producen luego de la cirugía abdominal: la cirugía del intestino
delgado (5 a 10 %), cirugía del colon (4 a 10 %), cirugía gástrica (3 a 12 %),
130
Cirugía | Parte I
Patogenia y microbiología
Las ISQ se adquieren en el momento de la cirugía. El mecanismo más
frecuente es la inoculación directa de la flora endógena del paciente al
momento del procedimiento.
Para procedimientos limpios, los patógenos más frecuentes causantes de ISQ
son los constituyentes de la flora normal de la piel e incluyen Staphylococcus
aureus tanto meticilino-sensible como meticilino-resistente (SAMS o SAMR
respectivamente) y Staphylococcus epidermidis. En procedimientos limpios-
contaminados incluyendo procedimientos abdominales y transplante renal,
cardiaco y hepático, los organismos predominantes son bacilos gram negativos,
especies de enterococos y flora de la piel.
Si bien las especies bacterianas responsables de las ISQ no han cambiado
drásticamente durante las últimas décadas,[19] la proporción de infecciones
causadas por organismos resistentes a los antibióticos sí se han incrementado.
Ejemplos son SAMS, SAMR, Staphylococcus epidermidis meticilino-resistente y
Enterococcus faecium resistente a la vancomicina (EVR).[20] Además de especies
bacterianas, cada vez se aíslan mas especies de Candida albicans así como no-
131
Cirugía | Parte I
Prevención de ISQ
En 1957, Miles demostró la existencia de una ventana de 4 horas, período
durante el cual un antibiótico debe ser administrado para tener un efecto
preventivo en la infección de la herida. En 1969, Polk demostró que para
prevenir la infección de la herida el nivel del antibiótico durante el curso de la
cirugía debe ser 2 a 4 veces superior a la concentración inhibitoria mínima
(CIM), que es el nivel más bajo de concentración de antibiótico en el que se
observa inhibición del crecimiento bacteriano. Esto se ha convertido en una
práctica común en los pacientes que serán sometidos a cirugías limpias-
contaminadas, como cirugías del tracto digestivo, y operaciones en las cuales
material protésico es implantado.[5]
Recientemente se publicaron guías actualizadas en cuanto a
recomendaciones de profilaxis antibiótica prequirúrgica, que pueden verse en
este enlace. Estas son algunas de las novedades de las guías del 2013:
Cuándo administrar el antibiótico: se recomienda administrar dentro de
los 60 minutos previos a la incisión quirúrgica. En las guías anteriores se
recomendaba administrar el antibiótico “en la inducción de la anestesia”. La
excepción es con vancomicina y quinolonas que como necesitan una infusión
de una hora se deben administrar dentro de los 120 minutos de la incisión
quirúrgica.
Qué antibiótico administrar: sigue siendo de elección cefazolina por la
amplia experiencia en su uso, la cobertura antibiótica para los gérmenes que
generalmente causan ISQ, y bajo perfil de toxicidad y daño colateral. Una
cefalosporina de segunda generación como cefuroxima también puede
utilizarse.
132
Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
empirico
① Vancomicina (+ clindamicina si se
sospecha SAMR-AC)
① SAMR-AC ② Daptomicina (+ clindamicina si se
Tincion de gram sospecha SAMR-AC)
② SAMR-AH ③ Linezolid monoterapia
mostrando cocos
③ SAMS
gram positivos en
④ SEMS
racimos
⑤ SEMR ① TMP-SMX
② Tetraciclinas (doxiciclina,
minociclina)
③ Quinolonas (>>actividad
levofloxacina)
④ Rifampicina (nunca como
monoterapia)
Figura 8. Tratamiento empírico de ISQ de heridas limpias de cabeza y cuello, tronco y extremidades
SAMR-AC: estafilococo aureus meticilino resistente adquirido en la comunidad
SAMR-AH: estafilococo aureus meticilino resistente adquirido en el hospital
SEMR: estafilococo epidermidis meticilino resistente
SEMS: estafilococo epidermidis meticilino sensible
135
Cirugía | Parte I
positivos (en
cadena o en ① TMP-SMX
racimos)- ② Tetraciclinas (doxiciclina,
minociclina)
incluyendo ③ Quinolonas (>>actividad
enterococos- levofloxacina)
Tx ② Bacilos gram ④ Rifampicina (nunca como
empirico monoterapia)
negativos
(Escherichia coli,
Klebsiella
pneumoniae)
③ Anaerobios ① Ampicilina-sulbactam
(Bacteroides ②Moxifloxacina
③ Cefazolina + metronidazol
fragilis) ④ Levofloxacina/ ciprofloxacina + metronidazol
⑤ Ceftriaxona + metronidazol
⑥ Piperacilina-tazobactam
⑦ Carbapenems (imipenem, meropenem, ertapenem)
136
Cirugía | Parte I
Peritonitis
La peritonitis se desarrolla cuando las bacterias alcanzan la cavidad
peritoneal y se multiplican, produciendo una inflamación local o generalizada
del peritoneo parietal y visceral. La cavidad peritoneal contiene menos de 50
mL de fluido estéril y menos de 300 células/mm3, compuesta de macrófagos y
linfocitos. De acuerdo a cómo la bacteria arriba a la cavidad peritoneal, la
peritonitis se puede clasificar como primaria o secundaria.[31]
Patogénesis y microbiología
Peritonitis primaria: también llamada Peritonitis Bacteriana Espontánea
(PBE). En esta forma de peritonitis las bacterias llegan a la cavidad peritoneal
sin un sitio primario de infección en un paciente con ascitis preexistente.[32] La
ruta principal por la cual las bacterias llegan a la cavidad peritoneal es la
hematógena, pero en algunos pacientes, la migración transmural a través de la
pared intestinal intacta quizás ocurra. La peritonitis primaria es generalmente
una infección monomicrobiana. En el pasado, Streptococcus pneumoniae era el
principal patógeno causante de PBE; actualmente las bacterias gramnegativas
entéricas son aisladas en el 60 a 80 % de los organismos cultivados del líquido
ascítico. El agente etiológico más frecuente es Escherichia coli. Esta forma de
peritonitis se da casi exclusivamente en pacientes con ascitis por disfunción
hepática (hipertensión portal). En el paciente con cirrosis, la mucosa intestinal
parece ser anormalmente permeable a las bacterias, especialmente, las
bacterias gramnegativas aeróbicas como E. coli y Klebsiella pneumoniae. Estas
bacterias son capaces de translocarse desde el lumen intestinal a los ganglios
linfáticos mesentéricos y a la circulación portal y luego alcanzar la circulación
sistémica y desde el torrente sanguíneo son capaces de infectar el líquido
ascítico.
Peritonitis secundaria: esta es la forma más común de peritonitis. En la
peritonitis secundaria, las bacterias alcanzan la cavidad peritoneal a través de
la perforación o ruptura del tracto gastrointestinal o del tracto genitourinario,
pero en algunos pacientes las bacterias pueden migrar a través de la pared del
tracto gastrointestinal que está inflamada o se encuentra isquémica. La
perforación del tracto gastrointestinal ocurre usualmente como una
complicación de una infección localizada como apendicitis, colecistitis o
diverticulitis. La peritonitis secundaria es una infección polimicrobiana
producida por la microflora intestinal. Como la microflora intestinal adquiere
bacterias más resistentes en pacientes hospitalizados, cuando se considera la
etiología de la peritonitis secundaria es importante tener en cuenta si el
paciente desarrolla una peritonitis adquirida en la comunidad o nosocomial. La
etiología más frecuente para la peritonitis bacteriana secundaria adquirida de
137
Cirugía | Parte I
Diagnóstico clínico
Peritonitis primaria: el diagnóstico clínico de peritonitis primaria o
peritonitis bacteriana espontánea está basado en la presencia de fiebre y dolor
abdominal en el paciente con ascitis. La mayoría de los pacientes no tienen
evidencia de toxicidad sistémica. Como parte del examen inicial se recomienda
realizar una punción abdominal y dos hemocultivos. El líquido ascítico se debe
enviar para recuento de glóbulos blancos, examen físico-químico y tinción de
Gram; también se debería solicitar una muestra de líquido ascítico para cultivo
preferentemente en frasco de hemocultivo. Este último gesto diagnóstico ha
demostrado incrementar el rendimiento diagnóstico de 50-70 % a 80-100 %.[62]
Deben inocularse siempre 10 ml de líquido en las botellas. Para el diagnóstico
de peritonitis primaria el líquido ascítico debe tener más de 250
neutrófilos/mm3. Recordar que hay que corregir el conteo si la punción es
traumática ya que glóbulos blancos y eritrocitos modificarán el conteo. En ese
caso se restará un leucocito al total por cada 250 eritrocitos.
Peritonitis secundaria: el diagnóstico de peritonitis secundaria está
basado en la presencia de fiebre, dolor abdominal, náusea y vómitos. El dolor
abdominal es de brusca aparición si la peritonitis secundaria es secundaria a
víscera perforada. Durante la palpación abdominal, los pacientes tendrán un
espasmo involuntario de la pared, secundario a la inflamación del peritoneo
parietal. El abdomen se encontrará distendido con ruidos intestinales
disminuidos o ausentes. Los pacientes pueden presentarse también con
hipotensión o alguna otra evidencia de disfunción orgánica, debido a que la
sepsis severa es una complicación común de la peritonitis secundaria. Los
procesos intra-abdominales más comunes que pueden dar lugar a peritonitis
secundaria incluyen apendicitis, diverticulitis, colecistitis, úlcera péptica
perforada, obstrucción del intestino delgado, isquemia mesentérica aguda,
colitis isquémica y el cáncer colorrectal perforado. Es muy importante
diferenciar correctamente peritonitis primaria de secundaria debido a que la
intervención quirúrgica es un aspecto crítico en el manejo de la peritonitis
secundaria. Se han propuesto algunos parámetros para diferenciar ambas, ya
que en principio ambas entidades tendrán >= 250 polimorfonucleares y el
cultivo del liquido ascitico positivo. A estos criterios se los denomina Runyon’s
criteria: (al menos 2 de los siguientes)
138
Cirugía | Parte I
Terapia empírica
Peritonitis primaria: los pacientes con peritonitis bacteriana espontánea
que están clínicamente estables, sin evidencia de encefalopatía, con una
presión arterial estable y sin sangrado gastrointestinal o íleo pueden ser
manejados con antibióticos orales y sin necesidad de hospitalización. Estos
pacientes tendrán buena evolución clínica con una terapia inicial con
quinolonas.[32] Según las guías de la AASLD los pacientes que requieran
hospitalización deben ser tratados inicialmente con antibióticos intravenosos.
La terapia antibiótica empírica sugerida en casos de peritonitis primaria es una
cefalosporina de tercera generación (como cefotaxima o ceftriaxona) para
cubrir la posibilidad de Streptococus pneumoniae o Escherichia coli. Las
alternativas incluyen ampicilina/sulbactam o fluoroquinolonas. Se han
reportado casos de bacilos gramnegativos productores de betalactamasas de
espectro extendido en España por lo cual esto podría modificar los
tratamientos empíricos en el futuro.[65]
Peritonitis secundaria: está claro que el tratamiento para pacientes con
peritonitis secundaria perforativa es “quirúrgico”. La tasa de mortalidad con
antibióticos solamente es cercano al 100%. Según las últimas guías de la IDSA
del 2010,[66] la terapia antibiótica empírica debe comenzarse lo más temprano
posible, incluso al mismo tiempo que se está tratando de controlar el foco en
forma quirúrgica. Solamente en algunos pacientes cuidadosamente
seleccionados (por ejemplo, pequeño flemon periapendicular o pericolónico
organizado) se podría manejar solo con antibióticos y seguimiento cercano.
La terapia empírica de la peritonitis secundaria originada en la
comunidad puede dividirse de la siguiente manera de acuerdo a la severidad:
- enfermedad leve-moderada (por ejemplo apendicitis perforada o
abscedada): se recomienda cefoxitin, ertapenem, moxifloxacina, tigeciclina o
ticarcilina-ácido clavulánico si usamos monoterapia. Si usamos biterapia
139
Cirugía | Parte I
140
Cirugía | Parte I
Patogenia y microbiología
La mayoría de las bacterias patogénicas urinarias tienen su origen en la flora
fecal. Estas bacterias, para causar pielonefritis por la ruta ascendente,
necesitan tener mecanismos de virulencia, como la capacidad de adherirse al
uroepitelio. Las bacterias, una vez adheridas, ascienden a través de la uretra, se
multiplican en la vejiga, siguen por el uréter y finalmente se multiplican en la
pelvis renal y en el parénquima. Las bacterias gramnegativas generalmente
alcanzan los riñones por vía ascendente y una vez allí es frecuente que
produzcan bacteriemia. El microorganismo más frecuentemente aislado en
este tipo de infecciones es Escherichia coli.
Es mucho menos frecuente la infección urinaria debido a siembra
hematógena pero no es infrecuente verlo con organismos como SAMR en el
contexto de bacteriemia persistente. En estos pacientes primero se infecta el
parénquima renal y en forma descendente la vejiga. No es raro tampoco
encontrar abscesos renales.
En los pacientes con catéteres, las bacterias pueden llegar a la vejiga urinaria
por dos vías, la extraluminal o la intraluminal (Figura 9):
Cuando las bacterias llegan por la vía extraluminal éstas alcanzan la
vejiga a través del biofilm que se forma alrededor del catéter en la uretra.
Cuando las bacterias llegan a la vejiga por la vía intraluminal esto es
secundario al estasis urinario por un drenaje inapropiado o por la
contaminación de la bolsa colectora de orina, con subsecuente ascenso de las
bacterias y posterior desarrollo de la infección. La vía de infección extraluminal
es más frecuente que la vía intraluminal (66 vs 34 %).[36]
141
Cirugía | Parte I
Vejiga
Cateter
Factores de riesgo
Aproximadamente, los pacientes con catéteres urinarios tienen un riesgo de
bacteriuria de 3 a 10 % por día. La significancia de la bacteriuria en el contexto
del paciente sondado no está muy clara. Se sabe que 10 a 25 % de aquellos
pacientes con bacteriuria que están sondados desarrollarán síntomas de
infección urinaria pero de ninguna manera se trata de una indicación de
tratamiento en ausencia de síntomas.
Los principales factores de riesgo para las infecciones del tracto urinario en
general son:[67, 68]
sexo femenino
cateterización prolongada
colonización bacteriana de la bolsa de drenaje
errores en el cuidado del catéter, incluyendo errores en la técnica estéril
de toma de cultivos y en la mantención del sistema de drenaje cerrado
142
Cirugía | Parte I
Clasificación general
Las infecciones del tracto urinario (ITU) se clasifican de acuerdo a su
localización como bajas (ej.: cistitis) o altas (ej.: pielonefritis). Otra forma de
clasificarlas y que tiene implicancias pronósticas y terapéuticas es como
complicadas o no-complicadas (Figura 10).
Clínica
Los pacientes con catéteres permanentes frecuentemente no experimentan
los típicos síntomas de una infección urinaria como disuria, polaquiuria,
tenesmo y urgencia.
Las infecciones del tracto urinario asociadas a catéteres abarcan un grupo
muy heterogéneo de manifestaciones clínicas. Por un lado algunos pacientes
presentarán solamente registros subfebriles, una molestia lumbar leve, o
molestias locales en el sitio de inserción (muchas veces sólo de origen
traumático). Otros pacientes pueden presentar registros febriles importantes
con episodios compatibles con bacteriemia, alteraciones del sensorio o con un
cuadro sistémico de sepsis sin foco claro.
Es por esto que cultivos de sangre y orina deben ser obtenidos cuando los
pacientes hospitalizados presentan fiebre o alguna otra manifestación de sepsis
o sepsis severa sin un foco claro.
En los pacientes cateterizados con bacteriuria es difícil distinguir los
patógenos verdaderos de los organismos colonizadores, dado que casi todo
paciente con un catéter urinario tendrá bacterias en la orina. Incluso el análisis
fisicoquímico y citológico de la orina mostrará alteraciones en la mayoría de
pacientes sondados, aun en aquellos que se encuentran asintomáticos. Es
común encontrar leucocituria pronunciada y bacterias en el directo de estos
pacientes.
Antes de la iniciación de antibióticos empíricos deben obtenerse muestras
de orina para cultivo.
Diagnóstico
En el 2009 IDSA actualizó las guías para manejo de infecciones urinarias
complicadas que incluyen las asociadas a catéteres urinarios, que pueden verse
en este enlace.[69]
Frecuentemente, el diagnóstico de infección urinaria en pacientes con
catéter urinario se realiza en aquellos pacientes con fiebre o elevación de los
glóbulos blancos y un cultivo de orina positivo, donde se ha descartado otro
sitio de infección.[35] Los puntos de corte y criterios diagnósticos se muestran
143
Cirugía | Parte I
Tratamiento
El paciente hospitalizado sintomático con un catéter urinario y un cultivo de
orina positivo debe tratarse con antibióticos.
La elección de los antimicrobianos debe estar basada en los cultivos cuando
estos están disponibles. Si se requiere tratamiento, la elección de los
antibióticos debe estar basada en la tinción de Gram de la orina. Usualmente la
terapia es dirigida hacia Escherichia coli y los antibióticos comúnmente usados
incluyen cefalosporinas de tercera generación como ceftriaxona o
fluoroquinolonas como levofloxacina, o ciprofloxacina (no se recomienda el uso
144
Cirugía | Parte I
Figura 11. Criterios diagnósticos de infección urinaria asociada a catéteres IDSA 2009
145
Cirugía | Parte I
Figura 12. Criterios diagnósticos para definir bacteriuria asintomática asociada a catéteres urinarios
IDSA 2009
Figura 13. Estrategias que demostraron efectividad en prevenir infecciones urinarias asociadas a
catéteres urinarios IDSA 2009
146
Cirugía | Parte I
Figura 14. Pautas de manejo de infecciones urinarias asociadas a catéteres urinarios IDSA 2009
Neumonía nosocomial
La neumonía es la principal causa de muerte dentro las infecciones
hospitalarias. Ésta afecta a los pacientes quirúrgicos como una infección aislada
o como una infección concomitante, particularmente de aquellas infecciones
originadas dentro del abdomen.
Las neumonías nosocomiales son definidas como aquellas que ocurren luego
de 48 a 72 horas de la admisión del paciente. Esta definición tiene implicancias
importantes para la terapia antibiótica porque los microorganismos más
probables y sus susceptibilidades son diferentes con respecto a la neumonía
adquirida de la comunidad.[37]
Los pacientes en la unidad de cuidados intensivos y en las unidades de
recuperación posquirúrgica poseen más riesgo de adquirir neumonía
nosocomial, principalmente como resultado de la aspiración de bacterias que
colonizan las vías aéreas superiores.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo para el desarrollo de neumonía nosocomial incluyen:
Intubación (factor más importante)
Estrés quirúrgico (cirugía torácica tiene particular riesgo)
Enfermedad pulmonar crónica subyacente
147
Cirugía | Parte I
148
Cirugía | Parte I
Diagnóstico
A menudo es difícil diagnosticar neumonía nosocomial debido a la presencia
de varios factores preexistentes que confunden el escenario clínico.
Los signos clínicos como fiebre, tos, expectoración y dolor de pecho, quizás
no estén presentes en el paciente hospitalizado. La mayoría de estos pacientes
críticamente enfermos tienen moderada leucocitosis. Un infiltrado subyacente,
visible en la radiografía de tórax, puede ser explicado por contusión pulmonar,
atelectasias progresivas, sobrecarga de volumen, tromboembolismo de
pulmón, etc. Además, el aislamiento de bacterias potencialmente patogénicas
en los cultivos de tracto respiratorio no necesariamente representa la
presencia de neumonía, pues pueden representar colonización de la vía aerea.
Son los cambios abruptos en el estado clínico del paciente los que definen el
diagnóstico:
aumento de temperatura o hipotermia
empeoramiento de los parámetros de oxigenación
comienzo o empeoramiento de la tos preexistente
incremento en la producción de esputo
junto con la combinación de un infiltrado nuevo o cambiante en la
radiografía de tórax
149
Cirugía | Parte I
Tratamiento
El tratamiento inicial es de soporte, y consiste en incrementar el oxígeno
inspirado, la presión positiva al fin de la expiración, la succión de las
secreciones traqueales, broncoscopía, y el posicionamiento frecuente del
paciente en posición sentada, preferentemente en una silla.
La terapia antibiótica empírica temprana con antibióticos de espectro lo
150
Cirugía | Parte I
151
Cirugía | Parte I
152
Cirugía | Parte I
0 1 2
153
Cirugía | Parte I
Factores de riesgo
La Tabla 4 muestra algunos factores de riesgo para infecciones relacionadas
a catéteres tanto del huésped como del cateter mismo.[40]
Etiología y fisiopatología
En orden de prevalencia, los cuatro grupos de microorganismos que más
frecuentemente causan bacteriemias asociadas a catéteres periféricos de
inserción percutánea y sin manguito, son Staphylococcus epidermidis,
Staphylococcus aureus, Candida spp., y bacilos gramnegativos
En catéteres implantados quirúrgicamente (ej., Port-a-cath o Hickman) y en
catéteres centrales de inserción periférica (PICC lines), los microorganismos más
frecuentemente aislados son Staphylococcus epidermidis, bacilos entéricos
gramnegativos, Staphylococcus aureus y Pseudomona aeruginosa.[39]
Las bacterias pueden alcanzar el catéter de distinta manera. En la Figura 15
se describen las distintas vías por las cuales las bacterias pueden llegar al
catéter.
Prevención
La incidencia de infecciones es más baja en las vías centrales colocadas a
través de la vena subclavia que aquellas colocadas a través de la vena yugular,
a pesar de que el riesgo de neumotórax y de sangrado venoso fatal debido a
una laceración venosa es mayor. El acceso femoral es el que posee el mayor
riesgo de infección. Sin embargo, si no existe un acceso superior, los catéteres
inguinales pueden ser utilizados por largos períodos de tiempo. En tales casos
un vendaje parcialmente oclusivo es lo mejor; una simple gasa humedecida con
iodopovidona y cambiada una a dos veces por día, se asocia con un riesgo más
bajo de infección.[40]
154
Cirugía | Parte I
155
Cirugía | Parte I
Diagnóstico
El diagnóstico de infección asociada a catéter se establece cuando se cultiva
el mismo microorganismo con la misma sensibilidad en sangre periférica y en la
punta del catéter. La técnica más comúnmente utilizada es la técnica
semicuantitativa en la cual se hacer rodar en una placa de agar los últimos 5 cm
del catéter, considerándose positivo si el crecimiento es mayor o igual a 15
unidades formadoras de colonias.
La presencia de fiebre, eritema, drenaje purulento, y la ausencia de otra
fuente de infección puede hacer sospechar infección asociada al catéter; en tal
caso, éste debe ser removido. No obstante, frecuentemente la fiebre ocurre en
el contexto de una infección remota. Esto trae la pregunta de si el catéter está
contribuyendo a la infección o no. Si otras causas han sido excluidas o están
siendo tratadas, y persiste la fiebre y la leucocitosis, no habiendo evidencia
local de infección, parece razonable cambiar el catéter sobre guía de alambre y
156
Cirugía | Parte I
enviar la punta del catéter para cultivo al mismo tiempo que se realizan
hemocultivos periféricos.[39]
El diagnóstico definitivo de infección asociada al catéter requiere:
que el mismo microorganismo crezca de al menos un cultivo de sangre
periférica y de la punta del catéter si este se ha extraído;
que dos hemocultivos (uno a través del catéter y otro de sangre
periférica) cumplan los criterios de infección asociada a catéter por cultivos
cuantitativos o por medio de la evaluación del tiempo diferencial de
positivización de hemocultivos.
Tratamiento
Si el catéter está infectado debe ser removido, reemplazado y un nuevo sitio
debe ser elegido. Cuando un cultivo de sangre periférica muestra el mismo
organismo que el obtenido de la punta del catéter se tiene diagnóstico de
certeza.
La elección de antibióticos para las infecciones asociadas a catéteres
depende de las circunstancias clínicas, incluyendo la severidad de la
enfermedad, los factores de riesgo para el desarrollo de la infección, y los
157
Cirugía | Parte I
Conclusión
Las infecciones siguen ocurriendo en los pacientes que requieren
intervenciones quirúrgicas, y el cirujano debe estar preparado para manejar
una amplia variedad de infecciones. El manejo apropiado del paciente,
incluyendo la limpieza preoperatoria, la mínima estadía hospitalaria
preoperatoria, la preparación mecánica intestinal, la técnica aséptica, la
administración de antibióticos profilácticos cuando están indicados, y el
vigoroso cuidado postoperatorio, son todos elementos que deberían limitar la
incidencia de infecciones en las heridas quirúrgicas.
En los pacientes que desarrollan infecciones postoperatorias o que
desarrollan infecciones del sitio quirúrgico, es importante el conocimiento de la
flora normal, así como los patógenos que afectan dichos sitios y sus
susceptibilidades, para poder seleccionar una adecuada terapia empírica. Los
158
Cirugía | Parte I
159
Cirugía | Parte I
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163
Cirugía | Parte I
164
Cirugía | Parte I
DOLOR
RODOLFO A. REZEK Y LAURINO
1. Región afectada
2. Sistema involucrado
3. Características temporales del dolor
4. Intensidad declarada por el paciente
1
Y necesaria para la preservación de la vida y su calidad. Agregado por el Dr. Oreste Ceraso.
165
Cirugía | Parte I
5. Etiología
Cuadro 1
166
Cirugía | Parte I
CUALIDAD Continuo, palpitante, pulsátil, punzante, apuñalante, quemante, familiar o conocido, no familiar o desconocido.
SISTEMAS AFECTADOS SNC, SNP, respiratorio y cardiovascular, músculoesquelético y tejido conectivo, cutáneo, subcutáneo y glándulas,
gastrointestinal, genitourinario, otros órganos y visceras.
El análisis exhaustivo del dolor que presenta el paciente, nos acercará con mayor seguridad a:
UN DIAGNOSTICO CORRECTO, UN PRONOSTICO MAS ACERTADO Y A UNA TERAPEUTICA ADECUADA.
167
Cirugía | Parte I
2
Para ampliar, repasar vías de dolor, anatomía y fisiología.
168
Cirugía | Parte I
169
Cirugía | Parte I
3
Encuesta internacional de la IASP durante el 2004.
170
Cirugía | Parte I
paciente no se refiere a una zona dolorida sino más bien brinda una respuesta
cargada de ansiedad, preocupación y angustia.
Dolor post-operatorio: de las clasificaciones de dolor que hemos visto, lo
primero que podemos concluir es que el dolor provocado durante una cirugía
es un dolor nociceptivo, que desencadenará una serie de respuestas
fisiopatológicas conocidas, y lo segundo es que estas respuestas deben ser
tratadas antes de que se produzcan y desencadenen la respuesta de dolor del
organismo. Así, por ejemplo, en una cirugía convencional antes de la incisión
quirúrgica provocada por el cirujano, el anestesiólogo ya debe haber
bloqueado los mecanismos que provocarán una respuesta ante la injuria,
somática o visceral. Generalmente, en anestesia se comienza con una pre-
medicación analgésica para el postoperatorio que pueden ser drogas tipo
AINES, mientras que para el intraoperatorio generalmente se utilizan opioides
(fentanilo, remifentanilo) para provocar analgesia. Son conocidos por el
anestesiólogo signos que indican cuándo el paciente está fuera de plano con
dolor, como: ojo rojo, lagrimeo, taquicardia o aumento de la tensión arterial. Lo
deseable es que la dosis suministrada sea suficiente para evitar estos signos. En
conclusión, el dolor intraoperatorio es dominio del anestesiólogo4
exclusivamente, mientras que el manejo del dolor postoperatorio puede
intervenir más de una especialidad.
IMPORTANTE
¡El dolor postoperatorio debe ser prevenido y tratado antes de que comience!
4
Hipócrates planteó que aliviar el dolor es arte de los dioses: “Anaesthesia deorum ars”.
171
Cirugía | Parte I
172
Cirugía | Parte I
Dolor leve
1 - Analgésico no opioide c/s paracetamol, DAINE, metamizol
2 - Coadyuvante
Dolor severo
1 + 2 + opioide potente: morfina, oxidodona, fentanilo, metadona, buprenorfina.
Analgésicos no opioides: AAS, paracetamol, lisina, diclofenac, indometacina, ketoprofeno,
piroxicam.
Coadyuvantes: ansiolíticos, antidepresivos.
Opioides: morfina, meperidina, tramadol, propoxifeno, fentanilo, remifentanilo,
nalbufina, codeína.
173
Cirugía | Parte I
No Opioides
Droga Dosis Vía Intervalo Adversos
Coadyuvantes
Opiáceos
Droga Vía Dosis Intervalo
Oral ( 1 – 4 1% 1 ml = 10 mg = 20 g 10 a 20 g c/4 – 6 hrs
%) 4% 1 ml = 40 mg = 40 g 5 a 20 g c/ 4 – 6 hrs
174
Cirugía | Parte I
Opiáceos
Droga Dosis Dosis Vía Intervalo Adversos
techo
Opiáceos
Droga Dosis Dosis Vía Intervalo Adversos
techo
175
Cirugía | Parte I
Conclusiones
El correcto tratamiento del dolor y su éxito requiere de un detallado
conocimiento de los mecanismos fisiológicos y fisiopatológicas que intervienen
en el mismo, un profundo conocimiento de las drogas a utilizar en el esquema
terapéutico y por sobre todo entender que el dolor representa no solamente el
contexto individual de un paciente sino también tener en cuenta el medio en el
que éste se desarrolla, tanto físico, social y económico. El tratamiento del dolor
no es dominio de una especialidad sino que debe tratarse de manera conjunta
con varias disciplinas5, y por sus implicancias6 socio-económicas es considerado
un problema de Salud Pública.
5
La tendencia mundial es crear Unidades de Dolor interdisciplinarias.
6
Referido al dolor crónico.
176
Cirugía | Parte I
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177
Cirugía | Parte I
ANESTESIA
RODOLFO A. REZEK Y LAURINO
Hizo, pues, Yavé Dios, caer sobre el hombre un profundo sopor; y dormido, tomó una
de sus costillas, cerrando en su lugar con carne, y de la costilla que del hombre tomara,
formó Yavé Dios a la mujer, y se la presentó al hombre.
(La Santa Biblia, Génesis, 2, vv. 21 y 22)
Historia
La anestesia es conocida y practicada desde la antigüedad por los pueblos de
las primeras civilizaciones, como así también en la Edad Media y
Contemporánea. El origen primario de la palabra “anestesia” en su significado
moderno corresponde a l médico griego Dioscórides (50 d. C.), quien al
describir los efectos de la mandrágora empleó la palabra exactamente como se
usa en la actualidad. La primera demostración pública de la anestesia general
inhalada, usándose el dietiléter, tuvo lugar en el Massachusetts General
Hospital de Boston, el 16 de octubre de 1846, por William Thomas Green
Morton. Motivo por el cual se conmemora en esa fecha, actualmente a nivel
mundial, el Día del Anestesiólogo. La palabra anesthesia aparece en el
diccionario inglés de Bailey (1721) y fue Oliver Wendell Holmes quien sugirió a
Thomas G. Morton el término. M. J. Seifert (1902) ideó la palabra
“anestesiología”, como la ciencia que incluye los métodos y recursos para
producir insensibilidad al dolor, con hipnosis o sin ella.
178
Cirugía | Parte I
Antecedentes en Argentina
En la ciudad de Buenos Aires se realizó la primera anestesia general
practicada y documentada fehacientemente. La misma fue la administrada por
el médico y cirujano dental Dr. Jacob Merrill Tewksbury, estadounidense, quien
la realizó a fines de agosto de 1847 en la casa del mencionado facultativo,
utilizando éter dietílico para dormir a un paciente de sexo masculino de
alrededor de 30 años. La operación, también efectuada por Tewksbury, fue una
corrección de estrabismo, colaborando como ayudante el Dr. en Medicina
Teodoro Aubain, nacido en 1814 en Francia y fallecido en 1896 en Buenos
Aires. Tanto la operación como la anestesia se realizaron sin inconvenientes. En
diciembre de 1946, el ministro de Salud Pública, Ramón Carrillo, dictó una
Resolución reconociendo la anestesiología como especialidad médica y en
1948, la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata creó el
primer Curso de Anestesiología para Graduados, y designó a Gregorio Aranés
para llevarlo a cabo. Fue el primer profesor universitario argentino de
anestesiología. Este curso, el primer Curso Universitario de Anestesiología, con
duración de un año, les otorgó a sus egresados el primer título universitario de
anestesiología. También cuenta la Argentina con la primera revista
sudamericana de anestesiología y la segunda en América después de la
norteamericana.
Generalidades
La anestesiología es una rama de la medicina definida como “la práctica de la
medicina dedicada al alivio del dolor y al cuidado completo e integral del
paciente quirúrgico, antes, durante y después de la cirugía”. Definida así por la
Sociedad Americana de Anestesiología7, la anestesia ha recorrido un camino
más que importante en el mundo del arte médico. Cuando hablamos de
anestesia nos referimos a una gama amplia de técnicas y habilidades médicas
que las encontramos clasificadas en:
Anestesia general: endovenosa, inhalatoria y balanceada (con o sin
intubación).
Anestesia regional: subaracnoidea (raquídea), epidural, bloqueo de
nervios regionales, anestesia regional endovenosa (Bier).
Anestesia local.
7
Fue en 1905 su origen, en Long Island, con nueve médicos, en 1911 pasa a llamarse New York
Society of Anesthetists y en 1935 cambia a su actual nombre, American Society of Anesthesiologists
(ASA).
179
Cirugía | Parte I
Etapa preanestésica
Objetivos: la realización de la evaluación preanestésica persigue el fin de que
el anestesiólogo concluya un riesgo anestésico para el procedimiento
quirúrgico a realizarse. Para establecer dicho riesgo, el médico anestesiólogo
debe comenzar por realizar el ABC de la clínica, es decir, la anamnesis, el
examen físico y exámenes complementarios, realizados durante la visita
preanestésica. Dentro de los objetivos de la evaluación preanestésica podemos
encontrar: interiorizarse de la enfermedad actual y concomitantes; establecer
la relación médico-paciente; evaluar vía aérea; solicitar evaluaciones de otra
especialidad si es necesario; realizar un plan anestésico; obtener el
consentimiento informado del paciente; recabar datos de su historia personal,
hábitos (alcohol, cigarrillo, drogas), uso de medicamentos, enfermedades
previas, alergias, cirugías previas, en mujeres si están cursando el embarazo;
prestar atención a enfermedades que puedan afectar la vía aérea: EPOC,
artritis o enfermedad discal cervical, artritis reumatoidea, infecciones de la
boca, tumores, obesidad mórbida por apneas del sueño, cuello corto y
aumento de tejidos blandos en cuello y vía aérea superior, traumatismos,
quemaduras, cirugías o radiación del cuello, acromegalia, autoinmunes,
trisomía, enanismo.
Examen físico: en el examen físico se detalla: peso y talla, signos vitales,
aspecto general, deformidades visibles. El anestesiólogo debe buscar
deformidades de la columna, cifosis o escoliosis que impidan realizar una
anestesia regional; rigidez de columna cervical que impida la hiperextension de
la misma durante la intubación, prognatismo, micrognatia, macroglosia,
apertura bucal disminuida, alteraciones dentarias, buenos accesos venosos,
incisivos prominentes, cuello corto, obesidad mórbida, hidratación, estado
mental, dismorfias craneofaciales, distancia tiromentoniana, desviación
traqueal, entre otros. Se pueden recaban datos de su historia familiar a fin de
180
Cirugía | Parte I
181
Cirugía | Parte I
Clasificación ASA
La escala de estado físico elaborada por la Sociedad Americana de
Anestesiología o ASA (por sus siglas en inglés, American Society of
Anestesiology) se usa comúnmente para clasificar a los pacientes según su
gravedad. Esta escala se diseñó originalmente para facilitar un lenguaje común
entre el anestesiólogo y el cirujano en los equipos de medicina humana,
aunque muchas veces se ha extrapolado su uso como predictor de
morbimortalidad.
ASA I: paciente sano, sin alteraciones físicas ni metabólicas.
ASA II: paciente con alteración leve a moderada de su estado físico que
no interfiere con su actividad diaria. En esta categoría se incluyen todos
los menores de un año de edad.
ASA III: paciente con trastornos físicos o metabólicos severos que
interfieren en su actividad diaria.
ASA IV: paciente con trastornos severos, con peligro constante para la
vida.
ASA V: paciente moribundo, con pocas expectativas de vida en las
próximas 24 horas sea intervenido o no.
ASA VI: paciente declarado con muerte cerebral cuyos órganos se toman
para transplantes.
E: Se agrega una E si es de urgencia.
El riesgo de la anestesia: datos recientes sugieren que puede estar en el
orden de 1 cada 10.000, y para los pacientes sanos (ASA I y II) de 1 cada
100.000 ASA V. La vigilancia y atención hasta el detalle son esenciales para
conducir la anestesia en forma segura.
11
Procedimiento que forma parte de una inducción anestésica de urgencias o intubación
de secuencia rápida en pacientes con el estómago lleno. Consiste en aplicar presión con el
dedo pulgar e índice sobre el cartílago cricoides. Esta maniobra comprime el esófago entre
este cartílago y la columna vertebral impidiendo la regurgitación gástrica. Debe ser realizada
por personal con experiencia.
182
Cirugía | Parte I
Etapa anestésica
Una vez realizada la evaluación preanestésica, el anestesiólogo decidirá qué
técnica implementará para el desarrollo de la cirugía electiva o de urgencia. Ya
en quirófano, el anestesiólogo hablará nuevamente con el paciente y le
explicará las características de la anestesia que le aplicará. Previamente, el
anestesiólogo ya debe haber revisado la máquina de anestesia, las drogas12 que
necesitará (las cuales deben estar rotuladas), haber revisado la aspiración,
chequeado el desfibrilador más cercano, ver el vencimiento de las drogas, su
disponibilidad y acceso rápido, haber encendido los monitores, etc. Chequear
nuevamente la historia clínica del paciente, revisar su grupo y factor, revisar
nuevamente sus estudios complementarios13. Si se dispone de la ayuda de un
técnico en anestesia14, el mismo podrá ir colocando los monitores para la
vigilancia intraoperatoria: electrocardiógrafo, tensiómetro, oxímetro de pulso,
colchón térmico, colaborar con la medicación y asistir al anestesiólogo
principalmente al inicio de la anestesia. También se encargará de la limpieza y
mantenimiento de los equipos de anestesia, mantenimiento del canister15,
reposición de drogas, sueros y elementos descartables.
Desarrollaremos algunos conceptos de importancia en anestesiología antes
de pasar a los pasos de una anestesia general, referentes a las partes de la
máquina de anestesia.
Canister: aparato anexo a la mesa de anestesia que contiene la cal sodada,
posee válvulas unidireccionales. La cal sodada está formada por hidróxido de
calcio 80%, hidróxido de sodio 4%, hidróxido de potasio 1%. Contiene agua de
14-18ml/% esencial en el proceso de absorción, sílice para endurecimiento y
violeta de etilo, que cambia de color para indicar el agotamiento de la
capacidad de absorción.
Rotámetro o flujómetro: son aparatos para medir las cantidades de un gas en
movimiento. En las mesas de anestesia los gases más utilizados son el oxígeno y
el óxido nitroso o protóxido de azoe. Son tubos transparentes con una bola
plástica en su base que se eleva al abrir el paso del gas.
12
En este capítulo sólo se mencionarán las drogas utilizadas en anestesia.
13
Tener en cuenta que no siempre el anestesiólogo que realiza la visita preanestésica es el mismo
que realiza la anestesia.
14
En Estados Unidos, el anestesista es el técnico de anestesia y el anestesiólogo el médico
especialista.
15
Parte de la máquina de anestesia que contiene la cal sodada, útil para impedir la reabsorción de
CO2 exhalado por el paciente en el circuito anestésico.
183
Cirugía | Parte I
184
Cirugía | Parte I
IMPORTANTE
Ninguna anestesia se debe realizar sin contar con el monitoreo mínimo, una vía
periférica, un equipo de reanimación cercano que incluya desfibrilador, tener
armado siempre para una anestesia general en caso de complicaciones y el
consentimiento del acto médico a realizarse firmado por paciente, tutor o
curador.
Anestesia local: los anestésicos locales (AL) son fármacos que, aplicados en
concentración suficiente en su lugar de acción, impiden la conducción de
impulsos eléctricos por las membranas del nervio y el músculo de forma
transitoria y predecible, originando la pérdida de sensibilidad en una zona del
cuerpo. Se dividen en dos grupos con base en su estructura química: las amidas
y los ésteres. Amidas: lidocaína, bupivacaína, mepivacaína, prilocaína,
ropivacaína. Ésteres: procaína, cloroprocaína, tetracaína, benzocaína. La
procaína, sintetizada como un sustituto no tóxico de la cocaína. Los ésteres se
hidrolizan en la sangre por acción de la seudocolinesterasa. La característica
que todos los anestésicos locales comparten es el bloqueo de la transmisión de
impulsos neurales, tienen distintos tiempos de recuperación según su
solubilidad en lípidos y la toxicidad se manifiesta primero en el sistema
nervioso central más sensible y luego en el sistema cardiovascular.
Anestesia regional: consiste en provocar, únicamente en la parte del cuerpo
donde se va a operar, una inyección de un anestésico local en la zona en la que
se encuentran localizados los nervios que proporcionan sensibilidad a esa zona.
Son múltiples los usos que se le ha dado a los bloqueos en las distintas partes
del cuerpo. La anestesia regional puede ser subaracnoidea16, en el caso de la
inyección de un anestésico local en el espacio subdural, provocando un
bloqueo motor y sensitivo; peridural, en el caso de que la inyección del
anestésico local se realice en el espacio que rodea la duramadre, sin perforarla,
provocando un bloqueo sensitivo principalmente. Ambas técnicas tienen como
contraindicación absoluta la negativa del paciente. Los anestésicos locales más
usados para estas técnicas son la lidocaína, la bupivacaina y la ropivacaina. Se
pueden utilizar coadyuvantes que se mezclan con los AL, los más usados son
bicarbonato, fentanilo y adrenalina. Los sitios elegidos preferentemente para
realizar ambas técnicas son los espacios interlumbares, L2-L3; L3-L417. Dentro
de las complicaciones del bloqueo subaracnoideo el más frecuente es la cefalea
postpunción. Existen también Bloqueos de Nervios Regionales como los
bloqueos de nervios paravertebrales, bloqueo de los nervios intercostales; en
el miembro superior, el bloqueo supraclavicular, bloqueo axilar, bloqueo
16
Mal denominado raquídeo.
17
También existen técnicas en las que se realizan bloqueos a nivel dorsal y cervical.
185
Cirugía | Parte I
18
August Karl Gustav Bier, catedrático de Berlín, en 1908 fue el primero en inyectar procaína por
vía endovenosa, entre dos torniquetes, para anestesiar un brazo.
19
También se pueden usar relajantes musculares no despolarizantes de acción corta como el
mivacurio.
186
Cirugía | Parte I
Etapa postanestésica
Sala de Cuidados Postanestésicos: después de una anestesia general (y a
veces en las regionales) se debe llevar al paciente a una unidad de cuidados
20
Recordar que cuando existe insuficiencia de los órganos encargados de la eliminación de una
droga, se deben ajustar sus dosis.
187
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188
Cirugía | Parte I
IMPORTANTE
El primer y más importante monitor es el observador humano y se debe
recordar un viejo dicho: se debe tratar al paciente y no al monitor.
Conclusiones
La anestesiología es una rama de la medicina ejercida por un médico
especialista el cual debe poseer un profundo conocimiento de la fisiología
humana y la fisiopatología de las enfermedades, conocer farmacología para
poder manejar un amplio arsenal de drogas, su farmacodinamia y
farmacocinética, como así también su interacción con otras drogas. Tener
amplia destreza en el manejo de la vía aérea, accesos venosos periféricos,
centrales y monitoreo invasivo. Manejo de situaciones de Apoyo Vital Básico y
Avanzado. Manejo de situaciones de trauma. Y conocimiento básico de las
distintas subespecialidades de la anestesiología, como cirugía cardiovascular
central, cirugía de tórax, neurocirugía, cirugía pediátrica, cirugía en el paciente
psiquiátrico, cirugía en el paciente quemado, sólo por nombrar algunas.
189
Cirugía | Parte I
Bibliografía
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190
Cirugía | Parte I
CONCEPTO DE CIRUGÍA
INVASIVA MÍNIMA
HORACIO D’AGOSTINO Y MARIANO E. GIMÉNEZ
191
Cirugía | Parte I
192
Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
amplia hasta 1974, cuando Gruntzig desarrolló y demostró la eficacia del uso
de balones de alta presión para dilatar estenosis arteriales.
En 1968, Otho y Tsuchiya, en la Universidad de Chiba, inventan una aguja
metálica de gran flexibilidad y pequeño calibre que tuvo gran difusión luego de
los trabajos y publicaciones de Okuda en 1974, permitiendo la opacificación de
la vía biliar con mínimo riesgo.
Un tema interesante es el origen del término stent. Las prótesis son llamadas
stents por Charles Stent, dentista británico del siglo pasado que diseñó moldes
para dientes postizos. Desde entonces su apellido se generalizó y se utiliza para
denominar estructuras de sostén como las prótesis.
Merecen destacarse las figuras de Cesare Gianturco,[2] médico italiano que
desarrolló sus actividades en la Mayo Clinic y el Anderson Hospital, quien, entre
otros aportes, a los 80 años de edad describió la prótesis que lleva su nombre y
la de Sidney Wallace, que entre otros procedimientos introdujo el drenaje
transhepático de la vía biliar, la embolización de la arteria hepática para el
tratamiento de tumores y el drenaje de abscesos hepáticos.[9]
En nuestro país, Mirizzi y Royer fueron verdaderos precursores en este
campo mediante la introducción de la colangiografía operatoria y de la
colecisto-colangiografía laparoscópica. Posteriormente, en Buenos Aires,
Mazzariello con la técnica que había iniciado Mondet, difunde el
intervencionismo biliar a nivel mundial, y últimamente Palmaz y Parodi aportan
nuevos modelos de prótesis de gran aplicabilidad y aún en desarrollo.[6, 8]
En este contexto, el cirujano general ha visto disminuir su accionar a
expensas de otros especialistas, como los gastroenterólogos o radiólogos que
ahora ocupan un lugar en el tratamiento de muchas afecciones quirúrgicas. La
resultante de este cambio en términos generales, puede considerarse positivo,
ya que si uno compara estudios de morbimortalidad en algunas enfermedades,
la misma ha disminuido y ese es el objetivo de la práctica médica. Un ejemplo
de esta situación es lo acontecido con el drenaje de abscesos hepáticos o la
realización de gastrostomías percutáneas. Sin embargo en otras situaciones los
resultados no han sido superiores a la cirugía convencional, como en el drenaje
de necrosis pancreática infectada, o al menos no son concluyentes.
El desarrollo de nuevas técnicas requiere de un análisis científico para
valorar el verdadero impacto que su uso puede tener. Esta condición no ha sido
una constante, existiendo algunas dificultades que creemos pueden
sintetizarse de esta forma:
1. Pocos estudios randomizados.
2. Implementación de nuevas técnicas en enfermedades cuya historia
natural hace difícil evaluar los resultados (punción percutánea en los
194
Cirugía | Parte I
195
Cirugía | Parte I
Bibliografía
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9. Wallace, S. “Hepatic artery infusion and chemoembolization in the management of liver
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196
Cirugía | Parte I
CIRUGÍA AMBULATORIA
DIEGO SURUR
Introducción
Se define como cirugía ambulatoria a las prácticas quirúrgicas que, luego de
realizadas, permiten el alta o externación hospitalaria en el mismo día del
procedimiento. Pueden realizarse diferentes tipos de cirugías, anestesia o
analgesia, siendo la premisa la estadía post operatoria fuera del hospital la
primera noche luego del acto quirúrgico.
Los procedimientos que habitualmente se realizan pueden practicarse con
anestesia local y alta inmediata, siendo éstos las denominadas cirugías
menores, o pueden requerir una recuperación post anestésica más prolongada,
considerados cirugía mayor o simplemente cirugía ambulatoria.
La cirugía ambulatoria requiere una cuidadosa selección de pacientes y
actualmente sólo algunas prácticas pueden realizarse con esta modalidad. Se
recomienda la práctica en una unidad integrada a una base hospitalaria, con
posibilidad de internación si alguna complicación lo requiriese. Sin embargo,
existen también con buen funcionamiento unidades independientes exclusivas
de cirugía ambulatoria.
Las prácticas factibles de realizarse en forma ambulatoria en cirugía menor
son la exéresis de lesiones de piel, como nevus, lipomas, quistes sebáceos,
drenaje de colecciones subcutáneas.
En cirugía mayor la patología más frecuente es la de pared abdominal:
hernias inguinales, crurales o umbilicales. También las eventraciones de
pequeño tamaño pueden resolverse de manera ambulatoria al igual que la
patología ano orificial. La colecistectomía videolaparoscópica puede realizarse
de manera segura de forma ambulatoria. Estas prácticas serán abordadas de
forma individual.
Selección de pacientes
Todos los enfermos pasibles de ser operados de manera ambulatoria deben
ser evaluados en forma individual por el cirujano actuante en consultorio
externo. Puede establecerse una unidad de cirugía ambulatoria con un grupo
197
Cirugía | Parte I
Procedimientos operatorios
Hernias
La reparación de la hernia inguinal es el procedimiento que se practica con
más frecuencia en un servicio de cirugía general. Puede realizarse de manera
ambulatoria con anestesia local de forma segura y eficiente, disminuyendo la
tasa de morbi-mortalidad, así como los costos operatorios, con alta satisfacción
del paciente. La técnica clásicamente aceptada es la hernioplastia con
colocación de malla de polipropileno según la técnica de Lichtenstein. Pueden
utilizarse mallas de macroporo combinadas o PTFe de acuerdo a la preferencia
del grupo quirúrgico.
198
Cirugía | Parte I
199
Cirugía | Parte I
200
Cirugía | Parte I
En conclusión:
Más personas pueden acceder a procedimientos quirúrgicos.
Tolerancia a dieta inmediata y retorno temprano a vida social activa.
El 43,30 % de los casos se resolvieron en forma ambulatoria.
Pacientes correctamente seleccionados.
Optimiza el aprendizaje de la cirugía por parte de los médicos
residentes.
Aumenta el número de prácticas, impone la adquisición de una técnica
quirúrgica dúctil, delicada y precisa.
La anestesia local infiltrativa no interfiere en ningún caso para la
aplicación de los diferentes tipo de técnica existentes para la
reparación herniaria.
La morbilidad del 13,33 % fue debida en todos los casos a
complicaciones menores, que se equiparan a las halladas en
reparaciones con otro tipo de anestesia.
201
Cirugía | Parte I
Patología ano-orificial
La corrección quirúrgica del prolapso hemorroidal, la esfinterotomía lateral
externa para el tratamiento de la fisura anal, las diferentes técnicas de
fistulotomía para fístulas de margen anal, y la confección de colgajos deslizados
(técnica de Sarner) para la estenosis anal, son factibles de realizarse de manera
ambulatoria.
Estas prácticas deben ser realizadas en posición decúbito ventral
preferentemente, con monitoreo por anestesiólogo dado el alto índice de
complicaciones intraoperatorias por reflejo vaso vagal en el momento de la
aplicación de anestesia local en el margen anal.
Se utiliza lidocaína diluida al 0,5 %, 20 cc, infiltrando primero la piel y luego
planos profundos en la totalidad del margen anal.
El alta del paciente puede otorgarse a las horas de realizado el
procedimiento. Debe controlarse la ausencia de hemorragias, no presentar
dolor, tolerancia a líquidos, micción espontánea y estabilidad hemodinámica.
Colecistectomía videolaparoscópica
En la actualidad la colecistectomía videolaparoscópica es el tratamiento de
elección de la litiasis vesicular. La práctica de este método de manera
ambulatoria disminuye costos innecesarios y evita internaciones excesivas,
otorgando al enfermo una veloz inserción socio laboral. Debe realizarse
siempre en una institución que otorgue la posibilidad de internación en el
postoperatorio inmediato y admisión no programada (urgencia) dada la
posibilidad de complicaciones mayores.
Deben seleccionarse los pacientes de manera individual, en entrevista
personal con el cirujano. Serán excluidos aquellos enfermos con ASA III,
antecedentes de colestasis o sospecha de litiasis coledociana, pancreatitis,
colecistitis previa evolucionada con tratamiento médico o colecistostomía, e
índice de masa corporal mayor a 35.
Las consignas básicas de cirugía ambulatoria deben ser respetadas,
asegurando la comprensión del paciente y del acompañante.
Durante el acto operatorio se realiza anestesia general con intubación oro
traqueal, utilizando narcóticos de acción ultra corta. Se administran analgésicos
al inicio y al fin de la cirugía, así como drogas antieméticas y sonda oro gástrica
para descomprimir y vaciar el estómago.
202
Cirugía | Parte I
203
Cirugía | Parte I
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204
Cirugía | Parte I
MEDICINA LEGAL
EN CIRUGÍA
ALBERTO R. FERRERES
Antecedentes históricos
En el transcurso de la historia de la Cirugía y del Derecho, la responsabilidad
del cirujano ha sido admitida y reconocida siempre.
En la antigua Persia se autorizaba el ejercicio de la profesión después de
haber tratado con éxito a tres enfermos indigentes. El Código de Hammurabi —
el conjunto de leyes más antiguas que se conoce— no habla de los médicos
sino exclusivamente de los cirujanos, cuya actividad aparecía regulada
mediante honorarios y castigada cuando se cometían errores. Así en la Ley 218
establece: “Si un médico hizo una operación grave con el bisturí de bronce y lo
ha hecho morir, o bien si lo operó de una catarata en el ojo y destruyó el ojo de
este hombre, se le cortarán las manos”. En caso de que el daño fuera en la
persona de un esclavo, debía reemplazarlo por otro.
En el antiguo Egipto, el Libro de Toth de reglas profesionales condenaba a
muerte a los médicos que provocaban daño por apartarse de las normas allí
establecidas.
El Código de Manú, en la antigua India, establecía castigos para tratamientos
incorrectos y prohibía a los médicos prestar asistencia a los criminales.
Los cirujanos aztecas abandonaban a sus pacientes cuando los augurios
mágicos determinaban días adversos en el calendario. Practicaban la eutanasia
y ejercían una severa autoridad social.
En Grecia estaban prohibidos el aborto y la castración. Es a partir de la
Escuela de Kos que la medicina griega alcanza su mayor apogeo apoyada en un
criterio racional y natural. Hipócrates, líder de esa escuela, traza los principios
éticos vigentes hasta hoy y establece en forma específica las obligaciones del
médico, la protección del paciente, el respeto a los maestros y colegas, el
secreto médico, la moderación en los honorarios y el rechazo a la eutanasia.
La Ley Aquilia, en la Roma imperial, protegía a los pacientes de la negligencia
o imprudencia de ciertos médicos con normas básicas sobre el concepto de
205
Cirugía | Parte I
206
Cirugía | Parte I
207
Cirugía | Parte I
Marco conceptual
Se deben distinguir tres conceptos fundamentales, que son los siguientes:
Mala praxis
Patoiatrogenia
Responsabilidad profesional médica (RPM)
Mala praxis
Es la desviación de los estándares de cuidado aceptados, que causa un daño
en la salud del paciente. El Diccionario de Derecho Black la define como
la omisión por parte del médico de prestar apropiadamente los servicios a que está
obligado en su relación profesional con su paciente, omisión que de por resultado
cierto perjuicio a éste.
El concepto está integrado por tres elementos:
a) Violación de los estándares de cuidado: el cuidado dispensado guarda
una brecha con los parámetros comparativos de adecuada calidad de
atención quirúrgica.
b) Nexo de causalidad: implica que el resultado obtenido debe ser
consecuencia directa del accionar u omisión del profesional. Significa el
cumplimiento de la relación causa-efecto.
c) Daño: la existencia de un daño o incapacidad es un elemento
indispensable para la acreditación de una conducta de mala praxis, ya
que la ausencia de lesión es impedimento para su concreción.
Patoiatrogenia
El término iatrogenia usado habitualmente es incorrecto, ya que
etimológicamente significa “originado en el accionar médico”. Patoiatrogenia
implica todo daño ocasionado o resultante, de manera directa o indirecta, por
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Cirugía | Parte I
la actividad del médico. Este concepto ha sido reemplazado desde hace más de
una década por el de Error en Medicina (EM) y por extensión, Error en Cirugía
(EC). El EM, mal denominado error médico, puede definirse como “la acción
desacertada o equivocada que sucede en el ejercicio de la ciencia o arte de
precaver o curar las enfermedades del cuerpo humano” y se origina en la
producción de errores humanos en el proceso de atención médica. Su
consecuencia puede ser seria o potencialmente seria para el paciente y el EC
corresponde a los errores en el proceso de atención quirúrgica. Estos errores
incluyen:
a) los errores del cirujano individual, siendo los más característicos los
vinculados al juicio o criterio y los de índole técnica;
b) los errores sistémicos, atribuibles al sistema u organización en todos sus
niveles (equipo, sector, sección, servicio, institución, región, etc.)
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Consentimiento informado
La doctrina del consentimiento informado (CI), cuyo primer antecedente se
remonta a un caso inglés del siglo XVIII (Slater vs. Baker & Stapleton), fue
plasmada en un leading case representado por el dictamen del juez Benjamín
Cardozo, integrante de la Corte de Apelaciones del Estado de Nueva York en el
año 1914 en el juicio “Schloendorff vs. Society of New York Hospital”. Allí
sostuvo “todo ser humano adulto y mentalmente sano tiene derecho a
determinar qué es lo que se hará con su propio cuerpo, debiendo
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directivas deberán ser aceptadas por el médico a cargo, salvo las que impliquen
desarrollar prácticas eutanásicas, las que se tendrán como inexistentes.
f. En el ámbito de la provincia de Buenos Aires, el único antecedente
corresponde al Decreto 2368/97 Reglamentario de la Ley Provincial
11.072/91 que establecía
Art. 4º, inc. 1º: son derechos de los pacientes… e) la información continua y correcta
dada a él o a sus familiares sobre su proceso de salud-enfermedad; g) la libertad de
elección o de negativa frente a las opciones diagnósticas o terapéuticas que se le
planteen, requiriendo su consentimiento para la realización de cualquier
intervención, excepto: cuando de la no intervención devenga riesgo para la salud
pública, ante la imposibilidad del paciente de tomar decisiones, en cuyo caso lo harán
sus familiares o representantes legales o autoridad judicial, cuando por las
características del caso se presume lesión irreversible o riesgo inminente de muerte
ante la no intervención.
Dicho decreto fue anulado por el Decreto 135/03.
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Cirugía | Parte I
La documentación médica
La historia clínica (HC) puede ser definida como “la relación ordenada y
detallada de todos los datos y conocimientos, tanto anteriores, personales y
familiares, como actuales, relativos a un enfermo, que sirve de base para el
juicio acabado de la enfermedad actual”.
En la Ley 26.529/09 (Ley de los Derechos del Paciente) se entiende por HC
(artículo 12, capítulo IV) “el documento obligatorio cronológico, foliado y
completo en el que conste toda actuación realizada al paciente por
profesionales y auxiliares de la salud”.
Lorenzetti considera que
la HC, desde el punto de vista médico, es un documento en que se dejan constancias
de los acontecimientos principales del acto médico y de la enfermedad del paciente y,
desde el punto de vista jurídico, la HC es la documentación del deber de información
que tiene el médico.
Por lo tanto la HC —tanto en soporte papel o informático— es un elemento
fundamental dentro del proceso de atención quirúrgica de los pacientes, ya
que registra la patología y su evolución y sirve de comunicación entre los
integrantes del equipo de salud. Es un instrumento destinado
fundamentalmente a garantizar una asistencia adecuada al paciente.
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En resumen, la HC debe:
Ser completa, actualizada, legible y rubricada.
Guardar determinada consistencia interna; esto es, la adecuada
interrelación para vincular el diagnóstico, el tratamiento, los estudios
solicitados, la medicación administrada, el seguimiento y el eventual
desenlace.
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Conclusiones y recomendaciones
La mejor profilaxis frente a los reclamos por presunta mala praxis es la buena
praxis que consiste en:
Desempeñar la actividad quirúrgica asistencial acorde al nivel de
estándares aceptados y aceptables (hacer las cosas bien).
Efectuar una correcta documentación del acto médico (documentarlas
mejor).
Guardar una buena relación médico-paciente.
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calificación de “era del vacío”[24] o “edad del desencanto”[25] acuñada por sus
críticos.
Algunos pensadores conservan el pensamiento crítico, cuestionan la justicia
de los procederes[26] y de las tasas de distribución de bienes y servicios.
Mientras crecen los presupuestos específicos, discuten los individuos y los
estados y pacientes y profesionales están insatisfechos.[27, 28] El disenso de
juristas, sanitaristas y filósofos relacionado con el derecho a la salud desnuda la
distancia entre lo que se quiere, lo que se debe y lo que se puede justificar. Las
discusiones registradas en 2010 en los Estados Unidos al respecto reducen la
cuestión a responder quién y por qué debe pagar por la atención de la salud y
exponen con crudeza la polisemia de tal garantía[29] proyectada hasta nuestros
días.
La complejidad del contexto[30, 31, 32] muestra que la práctica médica excede
lo técnico-científico y lo específicamente personal y explica la necesidad de
procurar una respuesta “novedosa”: la bioética.
Advenimiento de la bioética
En 1971, el oncólogo estadounidense Van Rensselaer Potter alertó sobre la
deshumanización de las aplicaciones de los avances científicos. Sugirió buscar
un futuro superador y propuso el sendero de una nueva disciplina: la
bioética[33], que luego se definió como “estudio sistemático de la conducta en el
área de las ciencias de la vida y de la atención de la salud, en tanto dicha
conducta es examinada a la luz de principios y valores legales y morales”.[34] La
propuesta contaba con antecedentes sustantivos, desoídos hasta entonces: el
dictamen del Juicio de Nuremberg (1946),[35] la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de la Asamblea de las Naciones Unidas (1948) y el
Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales (1950). La coincidencia en el respeto de la
autonomía recalificó los derechos humanos y motorizó actualizaciones
constitucionales y legislativas que cambiarían el marco normativo del mundo
en las siguientes décadas.
La propuesta bioética creció amalgamada con otras mociones de pretensión
holística: hibridó como interdisciplina y retoñó en transdisciplina. Le interesa
“el todo” de cada cuestión. Son sujetos y objetos de interés bioético pacientes,
médicos, ciencia médica y quehacer sanitario así como el medio ambiente,
social, económico y legislativo en que se desarrollan la vida y la actividad. Se
interesa por las facetas civiles, seculares, pluralistas, autónomas y no
heterónomas que las atraviesan.
En 1979, la bioética recibe el espaldarazo definitivo del Informe Belmont,
dictamen de la Comisión Presidencial estadounidense encargada de analizar la
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El profesional actual
El cuidado de la salud es una cuestión sustantiva para las sociedades civiles y
el juramento de fidelidad a los intereses del paciente que efectúa cada médico
le concede la certificación como profesional.[64] Hoy, la profesión es una
ocupación cuyo objetivo primario es atender y servir a los mejores intereses de
los destinatarios (los pacientes, en caso de los galenos) cuya fe y respeto han
de respetar, conservar o ganar.[65] La licencia médica inviste al médico con
reconocimiento social, lo autoriza a presentarse en público como guardián
competente y digno de crédito de los intereses de la salud del paciente. Se
otorga a individuos y corporaciones que los representan el privilegio de uso de
los saberes y las habilidades en alguna rama de la ciencia o en la práctica de un
arte basado en ellas. La sociedad les otorga derechos para practicar en forma
autónoma, autorregularse y proponer códigos de ética propios.[66] Las
corporaciones profesionales se obligan a ofrecer posibilidades de aprender y de
enseñar, lograr idoneidad en el quehacer, certificar conocimientos, calificar
habilidades y ofrecer condiciones que permitan mantener actualizado el
dominio y asegurar el comportamiento de sus miembros.[67] La respuesta a la
confianza otorgada reclama respeto y exige equidad y compasión.
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51. Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. XI); Declaración Universal
de Derechos Humanos (art. 25); Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (art. 12); Convención sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación de la
Mujer (art. 12); Convención sobre Derechos del Niño (arts. 24, 25 y 26).
52. CNA, artículo 75, inc. 22.
53. CNA, artículo 16.
54. CNA, artículo 14 bis.
55. CNA, artículo 4.
243
Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
COMITÉS HOSPITALARIOS
DE BIOÉTICA
HERNÁN GRANATO Y BENITO PEREDO
Bioética
1º caso
La llamada sonó en mitad de la noche. En mi condición de ginecólogo residente en el turno
rotatorio de un gran hospital privado, había llegado a detestar las llamadas de teléfono;
invariablemente eso suponía estar en pie varias horas y no encontrarme bien al día siguiente.
Pero llamaba el deber y cogí el teléfono. Una enfermera me informaba que una paciente
tenía dificultades para descansar, ¿podía ir a verla? Estaba en la 3 Norte, la unidad de
oncología ginecológica. No era la zona donde normalmente yo prestaba servicio. Mientras
andaba con paso cansino, chocando adormilado contra paredes y esquinas, incapaz de creer
que otra vez estaba de pie, intenté imaginar lo que encontraría el cabo del recorrido. Quizá
una mujer anciana con un ataque de ansiedad o tal vez algo particularmente horrible.
De camino a la habitación, pedí la historia clínica de la paciente en el puesto de las
enfermeras; una de ellas me dio unos cuantos detalles a toda prisa: una chica de veinte años,
de nombre Debbie, se estaba muriendo de cáncer de ovario. Los vómitos, al parecer causados
por una gota de alcohol que le habían administrado para sedarla, no remitían. Hmmmmm,
pensé. Muy triste. A medida que me aproximaba a la habitación, se iba haciendo audible una
respiración fuerte, penosa. Entré y vi a una mujer extenuada, de cabellos oscuros, que
parecía mucho mayor de veinte años. Estaba en el estadio IV y en ese momento le aplicaban
una mascarilla de oxígeno; sentada en la cama, atravesaba lo que obviamente era una grave
insuficiencia respiratoria. Otra mujer, también de cabellos oscuros pero de mediana edad,
estaba en pie a su lado, sosteniendo la mano de la muchacha. Las dos levantaron la mirada
al entrar yo. La habitación entera se hacía eco de los denodados esfuerzos que la paciente
hacía por sobrevivir. Tenía los ojos hundidos y sufría retracciones supra esternales e
intercostales al respirar. No había dormido ni ingerido alimento alguno en dos días. No había
reaccionado a la quimioterapia y solamente recibía cuidados de apoyo. Era una escena
macabra, una burla cruel a su juventud y a lo que la muchacha habría podido ser. Sus únicas
palabras fueron:
—Acabemos con esto.
Regresé acompañado por mis pensamientos al puesto de las enfermeras. La paciente
estaba cansada y necesitaba reposo. Yo no podía devolverle la salud, pero sí podía darle
descanso. Pedí a la enfermera que preparara una jeringuilla con 20 miligramos de sulfato de
morfina. Suficiente para concluir el asunto. Llevé la jeringuilla a la habitación y dije a las dos
mujeres que iba a dar a Debbie algo que la dejaría descansar y decir adiós. Debbie miró la
jeringuilla; después, apoyó la cabeza sobre la almohada y con los ojos bien abiertos,
245
Cirugía | Parte I
contempló lo poco que le quedaba de mundo. Inyecté la morfina por vía intravenosa y esperé
para comprobar si mis cálculos habían sido correctos. En cuestión de segundos la respiración
adquirió un ritmo normal, los ojos de la muchacha se cerraron y sus facciones se suavizaron
cuando, al fin, pareció sosegarse. La otra mujer acariciaba los cabellos de la paciente que
ahora dormía. Esperé a que se produjera el siguiente, inevitable, efecto de depresión del
centro respiratorio. Con puntual certeza, a los cuatro minutos disminuyó aún más el ritmo
respiratorio, luego se hizo irregular y por último, cesó. La mujer de cabellos oscuros se irguió
y pareció aliviada.
Se acabó, Debbie.
2º caso
Susana tiene 16 años y pide una consulta con su pediatra (quien la atiende desde los 8
años). Le comenta que tiene un novio de 21 años y le pide información sobre anticoncepción.
Quiere conocer los riesgos de las enfermedades transmitidas sexualmente, incluyendo el
SIDA. Le explica a su médico que no ve nada de malo en tener relaciones sexuales con la
persona que quiere. El doctor le pregunta si conversó estas cuestiones con sus padres y
Susana responde que ellos no la comprenderían, que no se está apurando pero que quiere
vivir su vida. Cuando Susana se va del consultorio, el doctor se pregunta si debiera informar a
los padres de Susana esta conversación.
3º caso
El 30/6/95, Ángel Parodi ingresó al Hospital Interzonal de Agudos de Mar del Plata,
presentaba gangrena en el pie derecho, con antecedentes de diabetes tipo II y alcoholismo.
Se le realizaron estudios y luego de reiteradas negativas del paciente, éste acepta la
amputación suprapatelar del miembro derecho. El 16/8/95 se diagnosticó necrosis en dos
dedos del pie izquierdo y el 23 de agosto se indicó la amputación del miembro inferior
izquierdo. El 7/9/95 se labró un acta, firmada por diversos profesionales, en presencia del
Director Asociado del Hospital, donde se consignó la expresa negativa del paciente a
realizarse la intervención quirúrgica mencionada. Pero, ante la negativa del paciente a ser
sometido a una operación quirúrgica necesaria para salvar su vida, se acude a la justicia,
interviniendo el Juzgado en lo Criminal y Correccional Nº 3 de Mar del Plata, a cargo del Dr.
Pedro Hooft, quien, como primera medida, solicitó un dictamen del Comité de Bioética del
establecimiento, el que aconsejó “respetar la voluntad previamente expresada por el
paciente de rehusar la amputación propuesta”. El titular del Juzgado se entrevistó con el
paciente y, si bien éste no logró verbalizar las respuestas, sus gestos fueron inequívocos. El
juez Hooft menciona en su fallo que “si se admite, sin inconvenientes, la necesidad de
suministrar información por parte del equipo de salud, acorde con la capacidad de
comprensión del paciente, a fin de poder contar con su consentimiento válido para la
realización de una intervención médica, debe admitirse de igual manera, el derecho de ese
paciente a negarse a un tratamiento considerado conveniente o necesario para el equipo de
salud”. (...) “En el caso bajo análisis, entraría en conflicto el valor “vida”, que los
profesionales de la salud querían privilegiar y proteger y la “dignidad” del paciente como
persona, quien reiteradamente ha manifestado su negativa con una nueva intervención
quirúrgica mutilante...”. En función de estas argumentaciones el Dr. Hooft falló decidiendo a
favor del respeto de la decisión autónoma del paciente Parodi en lo que se refería a su
negativa a una intervención quirúrgica mutilante (El Derecho, Nº 8894, 11/12/95).
246
Cirugía | Parte I
El propósito es:
que usted reflexione sobre el contenido de cada uno de los casos e
identifique los conflictos y conductas de los protagonistas;
que imagine una recomendación.
247
Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
Comités de bioética
Antecedentes históricos
El célebre caso de la adolescente Karen Quinlan, conocido por todos, abre el
camino para la formación de los CHE tras un fallo de la Corte Suprema del
Estado de Nueva Jersey, Estados Unidos. Como es sabido, Karen se hallaba
afectada de un coma profundo de carácter irreversible y conectada a un
respirador, situación que se prolongó por varios años, período durante el cual
sus padres reclamaron judicialmente en reiteradas oportunidades el retiro del
soporte vital. En el invierno de 1975, la pediatra Karen Teel publica en una
revista un artículo en el que proponía la formación de un comité de ética
multidisciplinario, integrado por médicos, trabajadores sociales, abogados y
teólogos como instrumento de análisis y diálogo para la evaluación de
diferentes alternativas terapéuticas en determinados pacientes. Poco tiempo
después, en marzo de 1976, el juez Richard Hughes, tomando como base el
artículo de Teel, demanda a la Morris View Nursing Home, lugar en el que
Karen se hallaba internada, la formación de un comité similar que analizara el
caso y se expidiera. Hecho lo cual, y elevado el informe correspondiente, el
fallo de la Suprema Corte del 31 de marzo 1976 decía en su dictamen que si el
guarda de la persona (su padre, Joseph Quinlan), la familia y los médicos a
cargo, concluían que no había ninguna posibilidad razonable de que Karen
249
Cirugía | Parte I
Consideraciones generales
Los Comités de Ética Hospitalaria son grupos interdisciplinarios que se
ocupan de las consultas, estudio, consejo y docencia frente a los dilemas éticos
que surgen en la práctica de la atención médica hospitalaria. En su constitución
deben intervenir profesionales de la salud, filósofos, personal administrativo,
abogados, educadores, asistentes sociales, sociólogos, psicólogos y distintos
integrantes de la comunidad. Es muy importante también la opinión religiosa a
través de los representantes de los diferentes credos, a los que se podrá dar
intervención en forma puntual cuando el caso lo requiera. Para jerarquizar su
labor, el CEH debe contar con reconocimiento institucional y a la vez su
funcionamiento deberá ser completamente autónomo y en lo posible,
autárquico.
Ahora bien, ¿sobre qué bases encaramos el análisis y la discusión en
bioética? ¿Cómo concluimos en determinar lo que es correcto o incorrecto? Se
ha acudido para ello a diversas teorías y posturas filosóficas como el
utilitarismo de J. Bentham, el deontologismo de Kant, la teoría igualitaria de J.
Rawls y N. Daniels, la teoría de las virtudes, la teoría liberal, etc. Ellas son las
que dan sustento a las distintas modalidades que conducen a una de las tareas
de más importancia de todo CEH, como es la toma de decisiones.
Los CEH han adquirido gran diversidad según las diferencias culturales, las
realidades regionales o locales y aún las circunstancias concretas de cada
hospital. Esto, que por un lado puede ser necesario y también inevitable, en
algún momento ha llegado a confundir el tema de los comités y a hacer
imposible plantear una sola forma correcta, ideal o perfecta en cuanto a su
constitución y funcionamiento.[4] Hacia fines de la década de los 80, los autores
Beauchamp y Childress proponen la aplicación de cuatro principios básicos y
tres reglas fundamentales. Esos principios son: Autonomía, Beneficencia, No
Maleficencia y Justicia Distributiva. Y las reglas: Veracidad, Confidencialidad y
Consentimiento Informado, que catalizan el análisis y el juego entre los
250
Cirugía | Parte I
Funciones
Es habitual destacar básicamente tres grandes funciones para el logro de los
objetivos de todo comité de bioética: educativa, consultiva y normativa, en
cada una de las cuales podemos señalar distintas etapas de desarrollo.
La función educativa debe cumplirse primero hacia adentro, es decir hacia
los propios integrantes del comité en una etapa de autoformación con la
lectura de libros, artículos de revistas especializadas, concurrencias a cursos,
jornadas o congresos y revisión de casos clínicos ya cerrados que sirvan a su
entrenamiento. En una segunda etapa, la función educativa deberá extenderse
hacia todo el personal hospitalario, profesional y no profesional, mediante la
realización de conferencias, charlas, seminarios etc. Y por último, proyectarse
hacia la comunidad: pacientes, familiares, centros comunitarios, etc. para
informar y aún debatir en el seno de la sociedad misma los grandes temas de la
bioética haciéndolos así también partícipes de ellos.
La función consultiva o de consultoría es la más importante de todo CEH, es
la base de sus tareas y su razón de ser desde el punto de vista de encontrar las
soluciones a los conflictos éticos generados en la práctica médica, ya sea entre
los propios médicos, el personal de enfermería o los propios pacientes o sus
familiares. El estudio de cada caso sometido a su análisis deberá fundamentar
las recomendaciones necesarias para una mejor toma de decisiones en
situaciones difíciles o conflictivas y puede hacerse ya sea que se trate de un
caso actual o bien en base a casos o situaciones ya solucionados o que por su
significación o similitud con otros puedan considerarse paradigmáticos. En esta
función, el Comité deberá decidir qué casos recibirá en consulta, quién o
quiénes pueden consultar (médicos, enfermeras, pacientes o sus familiares,
251
Cirugía | Parte I
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Cirugía | Parte I
Conflictos
1- Cantidad vs calidad de vida. Es muy improbable la sobrevida, pero si esto
sucediera una vez retirado el respirador, existe una altísima probabilidad de
que permanezca en estado vegetativo.
2- Asignación de recursos escasos con criterio de justicia.
3- Se debe tratar el tema para evitar decisiones apresuradas, poco meditadas
en situación de emergencia (profesionales de guardia que no conocen el caso).
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Cirugía | Parte I
Consideraciones
a) Los hechos médicos: en la descripción del caso se establecen con claridad
los hechos médicos y se adjunta la historia clínica. De la misma surge que no
existen posibilidades terapéuticas, y solamente se está manteniendo a la
paciente con vida, de modo que el respirador, que al comienzo del tratamiento
constituyó una práctica habitual, se ha transformado en un medio
extraordinario en este caso.
Todos los miembros del CHE aceptan no tener dudas sobre el estado de la
paciente que desde el punto de vista neurológico y de secuelas tiene un pésimo
pronóstico, ya que los resultados obtenidos de las acciones terapéuticas
realizadas son pobres.
Sin embargo con la estrategia de evaluación continua tratando de actuar a
favor de la vida, se debe plantear si continuar con ella tiene algún valor para
este ser, situación difícil dado la subjetividad de la interpretación, a la que se
suma el concepto de recurso escaso, y los problemas de costos económicos.
b) La autonomía de la niña: por la edad de la paciente, la autonomía pasa a
su familia o a sus representantes legales. Aparentemente, la niña está
abandonada, dado que la abuela, que concurrió una vez sola, durante los
primeros días de la internación, no ha vuelto a interesarse por ella, y una
profesional de la ciudad natal, ha informado que la madre se halla internada
aún. Los profesionales no han realizado las acciones tendientes a la localización
de los familiares, dado que suponen que los mismos aceptarán lo que ellos le
sugieran realizar.
Ante la pregunta de quién se hace cargo de la vida y de la muerte de este
bebé, el CHE considera que se debe tratar de encontrar a los familiares, puesto
que la decisión, en primer lugar, es de ellos. En caso de resultar
manifiestamente imposible hallarlos o comunicarse con ellos, se deberá
recurrir a la justicia para que se haga cargo de la decisión o nombre un
representante legal.
El CHE desea dejar en claro que de ningún modo la decisión debe ser tomada
por los profesionales, sin haber dado los pasos señalados.
c) Factores externos: en la paciente se está utilizando un elemento que en
este momento puede ser considerado como extraordinario. Además, por ser un
recurso escaso en el servicio, y dado que se han derivado ya otros pacientes
pasibles de ser tratados con él a otros servicios de la ciudad, se señala como
importante tener esta situación presente en el debate.
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Cirugía | Parte I
El CHE señala que si bien estos factores deben ser tenidos en cuenta, no
deben ser decisivos para la toma de decisión. Pero si debemos tomarla en base
al recurso escaso, es deseable no comparar el valor de cada una de las vidas,
sino simplemente cómo mejor utilizar un recurso escaso.
Recomendaciones
Tratar de entrar en contacto con la familia de la paciente, ponerla en
conocimiento de todos los hechos y solicitar una decisión, que puede
ser razonablemente compartida por los profesionales. La decisión
familiar debe ser escrita y firmada en un formulario de consentimiento
informado, o en su defecto, en la historia clínica.
Si fuera imposible hallar a la familia se debe recurrir a la justicia.
Cubiertas las instancias mencionadas se recomienda el retiro del
respirador.
Se sugiere que el servicio, de ahora en más, implemente las medidas
necesarias para evitar la falta de contacto con familiares de los
pacientes.
Este comité está disponible para acompañar al servicio en el logro de
las recomendaciones citadas.
Palabras finales
Tal vez nunca como ahora el profesional médico deberá tener en cuenta
para su formación las palabras de Platón en su Apología de Sócrates. Decía el
filósofo que los médicos debían tener dos condiciones: una, era la aptitud que
le daban sus conocimientos para curar la enfermedad, a la que llamó tekné (de
allí “tecnología”). Pero esto no era suficiente. Para ser buen médico debía
tener, además, la actitud de cuidar a otra persona. A esto lo llamó medeos. Por
lo que, etimológicamente, médico es la persona que cuida a otra persona y
además la cura.[5] Conocimiento y aptitud son entonces dos cualidades tan
fundamentales que las descontamos en la formación de toda persona que
alcanza el título médico. Pero para ejercer la profesión, quien lo haga, deberá
tener consigo, incorporado a su persona, la “actitud ética”, que sólo se logra
con el pleno cultivo de su espíritu, de su alma. Sólo así podremos llegar a
entender al hombre, ese “animal racional” que puede estar sano en su cuerpo
pero enfermo en su alma. La irrupción de la bioética en el escenario médico ha
significado un valiosísimo aporte en el sentido humanístico, contribuyendo a
clarificar conductas, fundamentar decisiones, considerar la calidad de vida de
nuestros pacientes, informar con veracidad, respetar la confidencialidad. En
definitiva, ha valorizado al hombre como sujeto en sí mismo.
255
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256
Cirugía | Parte I
Bibliografía
1. Moszenberger, A. “Los dilemas éticos de la medicina” en Conversaciones sobre ética y salud.
Carina Maguregui, 29-43.
2. Favaloro, R. “Los síntomas de la medicina actual en Conversaciones sobre ética y salud. Carina
Maguregui, 15-27.
3. Tealdi, J. C. y Mainetti, J. A. “Los comités hospitalarios de ética”. Boletín de la OSP. Vol. 108 (5-
6), 431-438, 1990.
4. Comisión Provincial de Estudios Bioéticos (COPEB). “Orientaciones para Comités de Ética
Hospitalaria”. V, 3-22.
5. Maglio, P. “La dignidad del otro”.
6. Tercer Encuentro Nacional de Comités de Ética de la Salud. Hospital Italiano (Buenos Aires).
Septiembre, 1999.
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Niveles de evidencia
Nivel I Experimento clínico controlado o meta-análisis
Nivel II Experimento clínico controlado (con probabilidad alta de resultados
falsos + o - ).
Nivel III Experimento clínico no controlado ni aleatorizado bien diseñado.
Estudio analítico, observacional, cohorte o casos y
controles, multicéntrico.
Series de casos.
Nivel IV Opiniones de expertos, comentarios de artículos, conferencias de
consenso.
Aunque también hay grados interesantes de recomendación (ver Tabla 2):
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calidad
D 5 Opinión de Opinión de expertos sin Opinión de expertos sin Opinión de expertos sin
expertos sin evaluación crítica evaluación crítica explícita, o evaluación crítica, o basada
evaluación crítica explícita, o basada en basada en fisiología, o en teoría económica
explícita, o basada fisiología, o investigación investigación teórica
en fisiología, o teórica
investigación
teórica
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razón— debe ser analizado junto con los datos de los enfermos que siguieron
todo el protocolo. Por el contrario, los abandonos del placebo deben ser
analizados con aquellos que verdaderamente tomaron el placebo.
En pocas situaciones el análisis de intención de tratar no se usa. Lo más
común es el análisis de eficacia que explica los efectos de la intervención
misma, y por lo tanto del tratamiento realmente recibido. Pero aun si los
sujetos en un análisis de eficacia son parte de un trabajo controlado
aleatorizado, para el propósito del análisis ellos efectivamente constituyen un
estudio de cohorte.
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Cirugía | Parte I
como capacidad para aprobar la versión final y, por tanto, para defender
públicamente el trabajo; estos requisitos son aceptados por todas las revistas
adheridas al convenio de Vancouver. Puesto que el número de autores en las
publicaciones médicas no hizo más que crecer en los últimos años, conviene
recordar, sin embargo, que es norma bastante común la existencia de una
relación inversa entre la calidad de una revista y el número de autores de los
artículos que en ella aparecen. En los últimos años se sugirieron diversos
procedimientos para solucionar o limitar el problema de la coautoría
injustificada. El orden en la firma de una publicación debiera establecerse en
atención a la responsabilidad intelectual y al esfuerzo relativo de cada autor en
la elaboración del trabajo.
La institución o lugar de origen del trabajo publicado debe reseñarse con
claridad, ya que refiere a los autores a un centro, con lo que de alguna manera
se avala o garantiza la calidad del artículo. Por esta razón, los autores contraen
una evidente responsabilidad con el centro cuyo nombre utilizan como
respaldo científico.
Resumen: quizá la parte más leída de un artículo, fundamentalmente para
los que no tienen tiempo o no están suficientemente interesados en el tema y
es lo primero que normalmente evalúan los editores y expertos de la revista
elegida y es, por tanto, un factor decisivo para su aceptación o rechazo.
Además, el resumen es clave para la difusión del trabajo, ya que suele ser lo
único que se incluye en las bases de datos e índices internacionales y es así, a
veces, lo único accesible para muchos lectores.
Un buen resumen debe reunir varias características. Debe ser breve (150 a
250 palabras), conciso y claro, por lo que es recomendable escribirlo con frases
cortas y concretas, transcribiendo datos exactos, precisos y sin errores. El
contenido debe ser autosuficiente, es decir, lograr que el trabajo se comprenda
sin necesidad de recurrir a su lectura completa. Ha de explicar el propósito del
estudio, lo esencial de la metodología, los resultados más relevantes y las
conclusiones.
Introducción: debe cumplir unos objetivos muy concretos: familiarizar al
lector con el asunto del estudio, plantear y exponer cuál es el problema, su
interés y su razón de ser, la justificación de la investigación y el esfuerzo
realizado y debe concluir formulando las preguntas que hay que resolver (los
objetivos) en función de la hipótesis que se quiere contrastar en el trabajo. No
debe anticipar las conclusiones de la investigación.
Material y métodos: apartado aparentemente fácil de escribir, pero debe
estar bien redactado, de forma que cumpla con su objetivo primordial que es
ofrecer la información necesaria para que otros puedan repetir la experiencia o
el trabajo en cualquier lugar y en cualquier momento. La reproducibilidad o
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Cirugía | Parte I
Reflexiones finales
En ocasiones el autor de un trabajo no transmite el mensaje por no saber
hacerlo y no identificar el real objetivo del mismo: transmitir la verdad hallada
a través de la observación de pacientes y/o animales de experimentación.
Por consiguiente, el lector de un trabajo publicado debe preguntarse acerca
de la originalidad e interés de los resultados logrados o ser tan obvios debidos
a una investigación anacrónica, con escasa implicancia clínica o tener sólo
significación estadística. La existencia de deficiencias de diseño o con sesgos
visibles, como así también una redacción confusa, con abuso de jerga y/o
abreviaturas o tablas, no contribuyen a una fácil difusión de los conocimientos
surgidos. En algunas oportunidades se advertirá el mecanismo de
271
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272
Cirugía | Parte I
Bibliografía
1. Angell, M. “Publish or perish: a proposal”. Ann Intern Med, 1986; 104: 261-2.
2. Arribalzaga, E. B. y Mihura M. E. “Medicina basada en evidencia: ¿moda, mito o metodología
moderna?”. Rev Argent Cirug, 2001; 81(1-2): 18-29.
3. Arribalzaga, E. B. “Lectura crítica de un artículo científico”. Rev Argent Cirug, 2004; 87(1-2): 45-
49.
4. Arribalzaga, E. B.; Borracci, R. A.; Giuliano, R. J. y Jacovella, P. F. El artículo científico. Del papiro
al formato electrónico. Editorial Magíster Eos, Buenos Aires, 1ra. Edición, 2005.
5. Arribalzaga, E. B. “El factor de impacto: su uso, abuso y mal uso”. Rev Argent Cirug, 2009; 97 (1-
2): 15-21.
6. Barcat, J. A. “Original e interesante”. Rev Med Rosario, 1992; 60 (1): 42-43.
7. Bunge, M. La investigación científica. Siglo Veintiuno Editores, México DF, 2000.
8. DRAE. Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, 23° Edición, Madrid, 2003.
9. Sackett, D. L.; Richardson, W. S.; Rosenberg, W. et al. Evidence-based Medicine. How to practice
& teach EBM. Churchill Livingstone, New York, 1997.
273
Cirugía | Parte I
ENSEÑANZA DE LA CIRUGÍA
ALFREDO MARTÍNEZ MARULL, IRMA ATTEME DE CEBALLOS
Y FERNANDO MARTÍNEZ LASCANO
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Cirugía | Parte I
termina en la cama del enfermo. Por otra parte, vale señalarlo, un cirujano
académico debe desarrollar y consolidar tres atributos fundamentales: 1) sólida
formación quirúrgica, probada habilidad y experiencia en técnica quirúrgica; 2)
aptitud pedagógica y entusiasmo por la docencia; 3) condiciones para la
investigación, es decir tiempo, tesón y sacrificio. Todo un conjunto normativo
que implica disciplina y exigencias metodológicas que se deben transmitir junto
a la estimulación del espíritu crítico.
Así eran y deberán seguir siendo las cualidades personales, morales y
profesionales con que nuestros maestros plasmaban a su servicio y escuela de
cirugía.
Por otro lado, en el cirujano no académico las diferencias son claras y
evidentes, pero no pasan ni por la formación ni por la capacidad, sino por las
limitaciones propias devenidas de su formación y experiencia y por la
complejidad del centro quirúrgico donde ejerce, aunque siempre, capacidad y
habilidad técnica le den seguridad y eficiencia a su tarea.
No obstante, hoy los cirujanos son la consecuencia del sistema de salud y de
los mecanismos de formación, recordando que el período de aprendizaje, sea
una residencia o sus alternativas, sólo sientan las bases de una formación de
permanente revisión.
Por otra parte, un buen plan de residencia está centrado en la dedicación
exclusiva a la tarea y en la adecuada retribución económica para evitar
compensaciones fuera del sistema y, desde luego, para que el instructor esté
junto al residente todo el tiempo posible.
Deberían ser similares al antiguo internado, aquellas escuelas de
caballerosidad y comprensión, donde la ecuación enfermo-médico nutría la
vocación participando en ambientes donde el tuteo con el dolor y la muerte
templaban el espíritu del médico y del cirujano.
Las opiniones de nuestro compatriota Carlos Pellegrini en Estados Unidos
sobre lo que él denomina cambios profundos y filosóficos para una nueva
generación de médicos resultan esenciales para este presente. El libro
Cruzando la brecha de la calidad, un sistema nuevo de salud para el siglo XX se
ha convertido en guía para esas tareas. Define “calidad” a la provisión de
cuidados médicos basado en seis principios:
1º Seguridad: no hacer daño.
2º Eficacia: mejor resultado.
3º Eficiencia: menor gasto.
4º Oportuno: en el tiempo
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Insatisfactorio…………………….. Satisfactorio…………………………Sobresaliente
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
7 Competencia clínica global No se observan
1---2---3 4---5---6 7---8---9
Insatisfactorio……………………….Satisfactorio………………………Sobresaliente
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Tiempo de desarrollo del EECR: Observación…….min. Devolución…….min.
Satisfacción del examinador con el EECR
Baja---1----2----3----4----5----6----7----8-----9----ALTA
Satisfacción del residente con el EECR
Baja---1----2----3----4----5----6----7----8-----9----ALTA
COMENTARIOS
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incluso las grandes cirugías sólo demandan breves días de internación. Todo
incide, indudablemente, en la dedicación docente, en su promedio semanal y
los informes de jefes y profesores que comentan la dificultad del control del
residente.
De todas formas, como bien se dice, el cambio, bien analizado y programado
siempre reporta beneficios.
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Cirugía | Parte I
LA TÉCNICA EN LA
(*)
EDUCACIÓN DEL CIRUJANO
JOSÉ MARÍA MAINETTI
A fines del siglo XVIII el gran Bichat afirmaba que la cirugía era la aplicación
metódica de la mano del cirujano para producir un efecto saludable en la
región en que actuaba. Hoy, en el siglo XX, la cirugía es algo más que técnica, es
habilidad diagnóstica, criterio quirúrgico, pre y postoperatorio, prevención y
tratamiento de las complicaciones, humanismo y psicología del enfermo y esta
filosofía quirúrgica puede expresarse mejor con la definición de Francis D.
Moore (actual profesor de cirugía de la Universidad de Harvard, Boston): “la
práctica de la cirugía es una responsabilidad total en beneficio del paciente que
sufre”. La noción de responsabilidad coloca al cirujano en una dignidad ética
fundamental. El cirujano como hombre de acción debe someter a ésta a un
juicio axiológico o de valor, es decir, ético. En todo caso, como el valor de su
acción está en razón directa al grado de realización del fin que se propone (el
restablecimiento de la salud del enfermo), su ética aspira a la perfección, a la
virtus o areté como excelencia en el hacer. La acción quirúrgica requiere, pues,
del cirujano un esfuerzo permanente y una pasión invencible que lo compele a
disciplinar y educar su carácter, su mente y su mano.
A los cultores de la cirugía se les asigna idealmente un cúmulo tan variado y
profuso de conocimientos, que no es posible verlos incorporados en un solo
hombre pues es demasiado, ya que nuestra facultad de asimilación es limitada
y el tiempo del Renacimiento ha pasado.[1]
(*) Trabajo leído en el curso de Clínica Quirúrgica de Postgraduados, noviembre de 1962, sobre
“Cirugía Tiroidea”, en homenaje al profesor Dr. José Alberto Caeiro. El autor manifestó en esa
ocasión que “este ensayo sobre la técnica en la educación del cirujano está plasmado con el
pensamiento puesto en mi maestro José Alberto Caeiro, cuya memoria hoy honramos en este acto y
con este curso. Hace más de treinta años fui su practicante en el Instituto Modelo de Clínica Médica
(Hospital Rawson) cuando estaba en todo su esplendor de desarrollo la cirugía tiroidea, de la que
José A. Caeiro fue pionero. Allí conocí su personalidad y emoción artística por la técnica, que con
grandeza y generosidad supo transmitir”.
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Bibliografía
1. Jourdan, P. Misére de la philosophie chirurgical, Vigné, 1952.
2. Partipilo, A. V. Surgical Tecnique, Lea-Febiger, 1957.
3. Kahler, E. Man the Measure. New York, 1943.
4. Marti Ibañez, F. “To be a Doctor”. M. D. IV, 13-14 Noviembre 1960.
5. Aird, Ian. The Making of Surgeon. Butterwoth, London, 1961.
6. Morador, J. Enseñanza de la cirugía. Montevideo, 1948.
7. Dunphy. The choice of a Medical Career. Ed. by Garland-Slokes, Lippincott, 1961.
8. Leriche, R. Filosofía de la cirugía. Edición Colenda, 1951.
293
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Cirugía | Parte I
Las razones para escribir y publicar son egoístas y altruistas a la vez. Los
motivos egoístas que podemos considerar son, en primer lugar, la promoción
académica. La frase “publicar o perecer” sigue vigente en el ámbito académico.
Es difícil escalar esa ladera sin un cierto número de trabajos en el currículum
vitae. Para progresar académicamente en cualquier ambiente se debe publicar
regularmente y dichas comunicaciones crecer constantemente en número y
calidad.
La segunda razón es la promoción profesional. Ella en general sigue a la
promoción académica y viceversa. El solo hecho de haber escrito y publicado,
convierte al profesional en “un pensador” interesado en investigar y compartir
su experiencia con la comunidad médica. Se debe entender que escribir y
publicar no es prerrogativa exclusiva de los ámbitos académicos. Excelentes
trabajos pioneros en distintas disciplinas han sido publicados por astutos
cirujanos provenientes de ámbitos no académicos. Buenas publicaciones de
cirujanos generales son respetadas por sus pares y sus escritos agregan
estatura a su personalidad.
La tercera razón es el incremento del conocimiento y por ende la mejor toma
de decisiones. El proceso de escribir y publicar obliga a profundizar, a estudiar,
investigar, cotejar, discutir, comparar, aumentando nuestro saber en
determinado tema. Este proceso siempre termina beneficiando al paciente,
pues difícilmente se olvide un tópico sobre el cual se ha escrito.
La cuarta razón es ser un cirujano de renombre. La autoría de cualquier
trabajo y la satisfacción de ver nuestro nombre reflejado en él, así como el ser
citado por otros colegas, es una fantástica indulgencia del ego. Una buena
publicación no sólo nos hace “localmente conocidos”, sino también nos
proyecta nacional e internacionalmente. Por otra parte, nuestro paso por este
mundo es temporario, y escribir y publicar nos da la oportunidad de la
permanencia. ¿Se acordaría alguien hoy de Rudolf Nissen si este no hubiera
publicado su famosa técnica antirreflujo? El que escribe y publica algo
importante lo hace para un público eterno.
La quinta razón es el desarrollo de contactos profesionales. Cuantos más
trabajos de calidad se publiquen, mayor será la reputación del autor: ello torna
al escritor interesante para otros. Los contactos internacionales que se crean
incrementan la posibilidad de intercambios y crecimiento de los grupos
médicos. El club médico internacional no tiene costo pecuniario de ingreso, las
buenas publicaciones permiten acceder a él con los beneficios consecuentes.
La sexta razón es la ganancia económica. La promoción y fama que
acompañan a las publicaciones pueden ayudar a conseguir una posición mejor
paga.
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Cirugía | Parte I
Para que un artículo sea publicado la clave está en descubrir el gusto del
editor de esa revista y satisfacer sus exigencias, o sea, escribir un artículo que el
director de la revista X quiera publicar. Lógicamente, debe tener un sólido
fundamento científico y metodología apropiada pero los elegidos serán
aquellos artículos que los editores consideren que van a ser apreciados por sus
lectores.
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Gráfico ★★ ★★ ★★★
Ilustración ★ ★ ★★★★
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Cirugía | Parte I
6 |Carta de presentación
Es la gran oportunidad de “vender” y posiblemente lo único que lea el editor
de nuestro artículo. En el encabezamiento, explicar quiénes son los autores, a
qué grupo e institución pertenecen. Esta carta debe incluir el mensaje principal,
su importancia, impacto y originalidad. Además se debe describir cuáles son las
razones por las cuales la revista debería publicar este artículo. Es conveniente
resaltar si la revista viene publicando sobre el tema o cuánto tiempo ha pasado
de la última publicación.
9 | Revisión
Previo a la aceptación de un artículo, la gran mayoría de las veces el editor
envía a los autores una serie de puntos para revisar de acuerdo a las
sugerencias de los revisores. Siempre hay que tener en cuenta que puede
haber discordancia entre los revisores, que a veces pueden criticar partes del
artículo sin haberlo leído y que incluso pueden haberlo revisado sin estar
empapados en el tema del artículo. Sin embargo, deben tomarse todos los
comentarios como una oportunidad de mejorar nuestro artículo y no como
algo personal. Si los cambios sugeridos tienen fundamento, aceptarlos y
300
Cirugía | Parte I
10 | Publicación
Si finalmente han aceptado nuestro trabajo, es una buena oportunidad para
festejar. Hay que prepararse para todo tipo de comentario crítico, pero tener
en cuenta que es mucho más fácil comentar sobre algo que ya está escrito que
escribirlo.
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Cirugía | Parte I
FUTURO DE LA CIRUGÍA Y
DE LOS CIRUJANOS
JORGE R. DEFELITTO
Futuro de la cirugía
Cuando se analiza la lenta evolución de la cirugía, como arte manual y que
recién a partir de William S. Halstead se transforma en una actividad científica,
que perduró una centena de años, durante los cuales aparecieron la anestesia
general y la penicilina, se observa la rapidez de los cambios producidos a fines
del siglo XX y principios del XXI.
Los más notables, a partir de 1985, se inician con la primera colecistectomía
videolaparoscópica realizada por Erich Mühe en Bolingen (Alemania) y el
desarrollo de la cirugía mínimamente invasiva, momento desde el cual la
cirugía fue menos invasiva y más tecnológica.
Estos cambios evolucionaron en cinco técnicas:
302
Cirugía | Parte I
303
Cirugía | Parte I
II | Cirugía endoscópica
La videofibroscopia dio mayor impulso a la endoscopia en las afecciones
digestivas: gastroduodenoscopio, colonoscopio, esofagoscopio, ecoendoscopio
coledocoscopio. En las afecciones torácicas: toracoscopio, broncoscopio,
laringoscopio.
Esto permitió la obtención de biopsias, prótesis, tratamiento de afecciones
poliposas, extracción de litiasis biliar y colocación de prótesis autoexpandibles.
La ecoendoscopia a su vez permitió detectar la profundidad de la invasión
tumoral e identificar las adenopatías asociadas.
304
Cirugía | Parte I
En general se acepta que este tipo de cirugía tenga una duración cercana a
los noventa minutos o menos.
Es necesaria una correcta selección de pacientes, que incluya los estudios
pre-quirúrgicos habituales.
El paciente debe contar con teléfono para realizarle el seguimiento
posoperatorio y alojarse a no más de una hora de trayecto de la institución
donde se llevó a cabo la cirugía.
El paciente y el adulto responsable deben tener capacidad de comprensión
para poder ejecutar correctamente las indicaciones y cuidados posoperatorios
en el domicilio. Se dan indicaciones escritas, un teléfono para urgencia y pautas
de alarma.
Esa misma noche y al día siguiente, el médico se comunica con el paciente
para evaluar su evolución.
Si aparecen complicaciones y de acuerdo con la gravedad de éstas, el
cirujano puede verlo por guardia, decidir la re-internación o la solución por el
equipo de atención domiciliaria.
Este tipo de cirugía ha incrementado su práctica porque fue aceptado por
pacientes y médicos, asociada a mejoras financieras y rentables para las
instituciones.
305
Cirugía | Parte I
V | Cirugía robótica
El futuro pasará por ella, ya que permite llegar a lugares difíciles de alcanzar
con el bisturí o las manos, con el desarrollo de instrumentos flexibles,
rotatorios y articulados. Sobre todo, obtuvo beneficio en operaciones que
requieren maniobrar en lugares pequeños.
El Sistema Quirúrgico Da Vinci, introducido en 1999, fue diseñado para
mejorar la CVL. Consiste en un robot quirúrgico diseñado para posibilitar
cirugías complejas con invasiones mínimas al cuerpo humano, usado
especialmente para operaciones de próstata, reparaciones de válvulas
cardíacas y procedimientos quirúrgicos ginecológicos, con una precisión sin
precedentes.[5]
El cirujano se sienta fuera del campo estéril, en la consola del operador y usa
los controles maestros para maniobrar cuatro brazos robóticos que aseguran
los instrumentos y una cámara endoscópica de alta definición en 3D. Moviliza y
maneja los instrumentos con los ojos, las manos y los pies mediante dos
controladores principales y pedales. El sistema interpreta los movimientos del
cirujano y los traduce a escala con movimientos precisos de los instrumentos.
La función del componente quirúrgico del sistema es sostener los brazos
para instrumentos y el brazo para la cámara. Trabaja en un sistema estéril y
permite incorporar instrumentos auxiliares (electrocirugía, aspiradores,
insufladores).
Los instrumentos son de uso múltiple, disponibles en diámetros de 5 mm y 8
mm y están diseñados para permitir mayores movimientos que el que posee la
mano humana. Realizan las suturas, disecciones y técnicas de manipulación de
tejidos más rápidas y precisas que existen.
El movimiento a escala y reducción del temblor mejoran y refinan el
movimiento de la mano del cirujano, minimizando los errores humanos.
El robot no actúa en forma autónoma, sólo replica a escala con precisión los
movimientos que realiza el cirujano en la consola. El robot mejora las
capacidades humanas, pero no reemplaza al cirujano. El cerebro es el cirujano,
el robot son sus tentáculos.
Hoy el bisturí, tijera e hilo son reemplazados por sistemas de coagulación,
láser, máquinas que cortan y suturan, instrumentos que vaporizan vasos y
arterias sin que sangren. Así disminuye la agresión a los pacientes, aumenta la
precisión de los cirujanos y mejora la seguridad general en comparación con la
CVL clásica.
El sistema Da Vinci está aceptado por la FDA para múltiples procedimientos
quirúrgicos, que puedan ser realizados por laparoscopia o toracoscopia.
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Cirugía | Parte I
Bibliografía
1. Hernández Centeno R. Caruso Rojas J. et al. “El futuro del cirujano general”. Cirugía general
2010; 32: 106-108
2. Lera J. M. “Reflexiones sobre el pasado, presente y futuro de la cirugía mínimamente invasiva”
Anales Navarra 2005; 28 suppl 3: 7-10
3. Martínez Ramos C. “Cirugía mayor ambulatoria. Concepto y evolución” Reduce (Recursos
educativos) Serie Medicina 2009; 1: 294-304
4. Marescaux J., Smith M., Fölscher D. et al. “Telerobotics laparoscopic cholecystectomy: Initial
clinical experience with 25 patients” Ann Surg 2001: 234: 1-7
5. Villavicencio Havrich H. “Tecnología de futuro: Cirugía robótica” Actas Urol Esp 2005; 29: 919-
921
Lecturas recomendadas
Bertranou E. G. ”Educación de posgrado en cirugía con énfasis en la “ignorancia artesanal
estructural” Rev. Hosp. Privado de la Comunidad 2004;7: 52-53
Büchler P., Marti D., & Marcus W. “Formación en administración de empresas para los cirujanos
del futuro: ¿que nos pueden enseñar las ciencias empresariales?” Cir. Esp. 2006; 79: 274-82
García Berro M., (ASCAMM) y Concha Toribio (FENIN). El futuro de la cirugía mínimamente
invasiva. Tendencias tecnológicas a medio y largo plazo. Ed. Cyan, Proyectos y Producciones
Editoriales S. A. Madrid. España. Noviembre 2004
311
II
TRAUMA
Cirugía | Parte II
ÍNDICE
II 1 Heridas
DR. M. MASSA
II 3 Trauma abdominal
DR. A. DE GRACIA
II 4 Trauma torácico
DRES. E. ESKENAZI Y J. REILLY
II 5 Quemaduras
DR. C. RODRÍGUEZ PEYLOUBET
313
Cirugía | Parte II
HERIDAS
Tipos, relación con la cirugía, tratamiento de
las heridas operatorias y accidentales
MARIANO G. MASSA
Introducción
Una herida es una solución de la continuidad normal de los tejidos, mientras
que el poder de autorreparación que tienen todos los seres vivos se denominan
cicatrización.
Las heridas se pueden clasificar según múltiples criterios, pero tal vez los más
importantes son en base a su morfología y agente lesional, a su profundidad y
al grado de contaminación.
Clasificación
A – Según su morfología y agente lesional:
- punzantes
- incisa o cortante
- contusa
- desgarrante
- por arma de fuego
B – Según su profundidad:
- superficiales
- penetrantes
C – Según el grado de contaminación:
- limpia
- limpia-contaminada
- contaminada
- sucia
314
Cirugía | Parte II
B – Según su profundidad:
Superficiales: afectan la piel y el tejido celular subcutáneo, eventualmente
músculo.
315
Cirugía | Parte II
Proceso de reparación
La injuria actúa como disparador de una cascada organizada de eventos
celulares y bioquímicos que conducen a la cicatrización de la herida. Este
proceso secuencial de reparación tisular comienza con la hemostasia asociada a
la respuesta inflamatoria local, continúa con la formación de tejido conectivo y
la epitelización del defecto, finalizando con la maduración de la herida.
La capacidad en los seres vivos para reparar los tejidos dañados en forma
rápida y eficiente es crítica para la supervivencia del organismo comprometido
y la falla en algunas de las etapas se asocia a alta morbimortalidad.
316
Cirugía | Parte II
Cicatrización normal
Podría considerarse que la cicatrización transcurre en tres fases sucesivas
pero a su vez superpuestas:
1. hemostasia e inflamación;
2. proliferación;
3. maduración y remodelado.
En la primera fase se produce la concentración plaquetaria en los vasos
dañados y la activación de los factores intrínsecos de la coagulación. El
contacto entre el colágeno subendotelial y las plaquetas, junto con la presencia
de trombina, fibronectina y sus fragmentos estimula la liberación de citocinas,
factores de crecimiento y serotonina, formando el coágulo de fibrina que
facilitará la quimiotaxis para que ingresen neutrófilos, monolitos, fibroblastos y
células endoteliales. Esta migración está favorecida por el aumento de la
permeabilidad vascular y la liberación de prostaglandinas junto al incremento
de sustancias quimiotácticas como los factores del complemento, la
interleucina 1, el factor de necrosis tumoral y los productos bacterianos. La
activación de los macrófagos juega un papel importante en el desbridamiento,
la eliminación de detritos, la conformación de la matriz fibrinosa y la
angiogénesis. Entre otras respuestas, la activación de los macrófagos produce
la síntesis de óxido nítrico que tiene variadas funciones, incluso propiedades
antibacterianas.
En la segunda fase, de proliferación, los fibroblastos y las células endoteliales
son estimulados por los factores de crecimiento y las citocinas liberadas
previamente y comienza a formarse la matriz extracelular donde los
fibroblastos depositarán el colágeno. La angiogénesis se traduce en
neovascularización con la recomposición de la estructura vascular hasta
adquirir las características de irrigación del tejido sano instalándose con rapidez
el proceso de epitelización. Este proceso que provee el sellado de la herida,
aunque no resistencia a la tensión, cumple un importante papel como barrera
de contención ya que contribuye tempranamente a coaptar los bordes de la
herida.
Durante la maduración y remodelado (tercera etapa) el rasgo principal es el
depósito de colágeno; la calidad y el monto del colágeno determinarán la
317
Cirugía | Parte II
Manipulación de la cicatrización
Al encontrarnos frente a una herida, particularmente de tipo quirúrgico, hay
preguntas que siempre surgen: ¿cómo cerrarla? y ¿cuándo cerrarla? Son dos
cuestiones claves ya que en muchas oportunidades, de ellas depende evitar
una de las complicaciones más temidas de las heridas, la infección.
Los diferentes tipos de cierre varían principalmente según el grado de
contaminación que presentan y se dividen en tres:
Cierre primario: también se conoce como cierre por primera intención.
Es aquel en que los bordes de la herida son afrontados al terminar el acto
quirúrgico. En casos en los que la pérdida de tejido no favorece el
afrontamiento de sus bordes, y la herida es cerrada con injertos o colgajos,
también se considera como cierre primario. Este tipo de cierre se acopla
perfectamente al proceso de cicatrización descripto y por consiguiente no
hay manipulación del mismo, siendo el cierre ideal de toda herida. Los
bordes de la herida están aproximados por sutura, stapless o strip adhesivo.
La herida es limpia y la hemostasia ha sido controlada, la epitelización y la
contracción son mínimas, dado el buen acercamiento de los bordes. En 24
horas una herida que se cura por epitelización deja de exudar y no conlleva
riesgo de invasión bacteriana mientras se mantenga íntegro el epitelio, sin
embargo la protección es todavía precaria por la escasa resistencia
estructural de la epidermis, pudiendo haber disrupción ante traumatismos
leves. En la práctica puede considerarse sellada una herida quirúrgica de
bordes bien coaptados de los 3 a 5 días en coincidencia con la finalización
de la etapa de inflamación. Entre los días 5 y 15 la resistencia se incrementa
durante la fase de proliferación mientras que la resistencia a la tensión
aumenta con rapidez hasta aproximadamente los 20 días, siendo casi
imperceptible luego de ese tiempo hasta los 2 años. Desde las 48-72 horas,
una herida seca, no secretante, con bordes bien coaptados, puede ser
mantenida al aire. Sólo se justifica el apósito para lograr mayor bienestar y
evitar lesiones por fricción. Pasado este tiempo el paciente puede bañarse
siempre y cuando evite restregar la herida. Definir un período para extraer
318
Cirugía | Parte II
los puntos llevaría implícito que las heridas cicatrizan de acuerdo con una
velocidad estándar; pero ésta es variable para cada individuo y para
distintas partes del organismo. La razón para quitar las suturas al cabo de 6
a 8 días radica en evitar que dejen marcas resultantes de la reacción
inflamatoria, pequeños conductos epitelizados o microabscesos de los
puntos de sutura. Al comenzar a retirar los puntos, se debe observar si los
bordes cutáneos tienen adherencia suficiente para retirarlos a todos, de lo
contrario, será conveniente diferir esta conducta. Los puntos subcuticulares
contribuyen a reducir el ensanchamiento ulterior de la cicatriz. Es el caso de
la sutura intradérmica. La sutura del tejido celular subcutáneo (TCS)
proporciona escasa resistencia estructural, pero sirve para cerrar una
cavidad potencial y prevenir hemorragias. Ésta debe encontrarse limpio y
con hemostasia adecuada. La mejor limpieza del TCS se logra con solución
fisiológica actuando por arrastre, no se aconseja el uso de antisépticos por
su acción irritativa de los tejidos.
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Cirugía | Parte II
325
Cirugía | Parte II
Bibliografía
Carrico, T. “Wound healing biology”. Surg Clin North Am, 64: 721-731, 1984.
Cullen, M. “Developing a Wound Management Orientation Program Using Evidence Based
Guidelines”. Home Health Care Management Practice, 2005; 17: 308-315.
Cullum, N.; O’Meara, S. “Systematic Reviews of Wound Care Management”. Health Technol
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Escallón, J. Herida e Infección Quirúrgica – Curso Avanzado para Cirujanos. FELAC, 1999.
Webb, L. “New techniques in wound management”. J. Am. Acad. Ortho. Surg. 2002; 10: 303-311.
Whitfield, C. “The early management of gunshot wounds”. Trauma. 2007; 9: 47-71.
326
Cirugía | Parte II
327
Cirugía | Parte II
centrales. Estos pacientes rara vez alcanzan a ser llevados a los hospitales y
fallecen en el sitio del accidente.
El segundo pico ocurre entre pocos minutos y dos horas luego del evento, se
ocasiona por hematomas sub y extradurales, hemoneumotórax, ruptura
esplénica, laceraciones hepáticas y otras lesiones que impliquen hemorragias.
Estos enfermos suelen ser transferidos a los hospitales y fallecen durante el
traslado o a su llegada.
El tercer pico ocurre varios días o semanas luego del suceso en las Unidades
de Terapia Intensiva y se debe casi siempre a disfunción multiorgánica por
sepsis y/o secuela del shock hipovolémico relacionado con la injuria inicial.
Al segundo pico se lo denomina “la hora de oro” y es donde mayor esfuerzo
se emplea para normatizar las conductas a seguir.
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Cirugía | Parte II
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Cirugía | Parte II
Evaluación secundaria
Tratamiento definitivo
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Cirugía | Parte II
traqueostomía.
Las maniobras para el acceso a la vía aérea se dividen en:
Básicas:
Aspiración de secreciones
Elevación del mentón
Sub-luxación mandibular
Cánula orofaríngea
Cánula nasofaríngea
Avanzadas:
Intubación traqueal
oral
nasal
Procedimientos quirúrgicos
Cricotiroideotomía percutánea o quirúrgica
Traqueostomía
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Cirugía | Parte II
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Cirugía | Parte II
Procedimiento general:
1) verificación del material apropiado;
2) ventilar al paciente durante tres a cinco minutos con fracción inspirada de
oxigeno de 100%;
3) monitoreo cardíaco y oximetría de pulso;
4) medicación previa a la intubación: atropina: puede ser utilizada para
evitar la bradicardia asociada al procedimiento de intubación, la dosis es de 0,5
a 1,0 mg endovenosos, 3 minutos antes del procedimiento; lidocaína: se
administra para prevenir el aumento de la presión intracraneana asociada a las
maniobras de aspiración e intubación, la dosis es de 1,0 a 1,5 mg/kg
endovenoso previos a la maniobra.
5) administrar agentes sedantes/hipnóticos;
6) administrar un bloqueante neuromuscular;
7) proceder a la intubación, confirmar la correcta ubicación del tubo
mediante la auscultación, inflar el balón, asegurar el tubo;
8) continuar con sedación y relajación de acuerdo a la necesidad.
Agentes sedativos
Midazolam: es una benzodiazepina de acción corta que produce sedación y
amnesia. No posee propiedades analgésicas. La dosis es 0,05 a 0,1 mg/kg
endovenoso, siendo la dosis habitual para adultos de 5 mg. El comienzo de
acción es de 60 a 90 segundos y la duración de acción de aproximadamente 30
minutos. Puede causar depresión respiratoria e hipotensión arterial.
Diazepan: puede usarse a una dosis de 0,2 mg/kg, pero tiene un comienzo y
una duración de acción más prolongada. Otras desventajas incluyen dolor en el
sitio de aplicación y prolongación de los efectos de los bloqueantes
neuromusculares.
Tiopental: es un barbitúrico de acción ultracorta, produce sedación pero no
tiene propiedades analgésicas ni amnésicas. La dosis es de 3 a 5 mg/kg. El
comienzo de acción es dentro de los 30 segundos de su administración y la
duración es de 5 a 10 minutos. Puede producir depresión respiratoria e
hipotensión. Además puede ocasionar espasmo laríngeo y aumento de las
secreciones mucosas, por este motivo se debe administrar con precaución a
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Cirugía | Parte II
Bloqueantes neuromusculares
Agentes despolarizantes
Succinilcolina: la succinilcolina actúa despolarizando la membrana,
produciendo fasciculaciones musculares transitorias. Esta fase es seguida por
bloqueo de la transmisión neuromuscular y parálisis fláccida. La dosis usual de
succinilcolina es de 1,5 mg/kg endovenoso en bolo. El comienzo de acción es a
los 30 a 60 segundos. La duración del efecto es entre 3 a 10 minutos. Una de las
ventajas de la succinilcolina es el rápido comienzo y la corta duración de la
acción. Los efectos adversos a tener en cuenta son elevación del potasio
plasmático (no está indicado en pacientes con sospecha de trauma
raquimedular severo y en la insuficiencia renal), aumento de las presión
intracraneal, intragástrica e intraocular. Además puede producir bradicardia,
taquicardia, hipertensión arterial y arritmias.
Agentes no despolarizantes
Vencuronio: es un agente no despolarizante de acción intermedia. En dosis
de 0,1 mg/kg su comienzo de acción es de un minuto, lográndose su efecto
máximo entre los 3 y 5 minutos. Su duración de acción es de 30 a 45 minutos, y
ésta se puede prolongar en los pacientes hipotérmicos.
Pancuronio: es un agente no despolarizante de acción larga. Administrando
una dosis de 0,1 mg/kg se produce parálisis a los 2 a 3 minutos, con una
duración del efecto de 60 a 75 minutos. Puede producir hipertensión y
taquicardia. La liberación de histamina es menos significativa que con el uso de
los otros agentes no despolarizantes. Por su larga duración de acción y su
relativo comienzo de acción tardío es más comúnmente usado para mantener
los efectos paralizantes que para la secuencia de intubación rápida.
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Cirugía | Parte II
1. B) Respiración (oxigenación-ventilación)
Una vía aérea permeable posibilita el intercambio de aire, pero para que sea
correcta siempre se debe proporcionar oxígeno suplementario con una fracción
inspirada de oxígeno (FIO2) superior al 85 % y que la frecuencia respiratoria (FR)
sea de 15/min, asistir la ventilación, favorecer el intercambio gaseoso y
mantener un transporte de oxígeno adecuado.
Las fuentes de oxígeno deben proporcionarlo a una presión suficiente para
los dispositivos de reanimación y ventiladores mecánicos (2 a 4 atmósferas).
Los dispositivos más comúnmente utilizados para la oxigenación y
ventilación del paciente son:
máscaras multigraduadas tipo venturi/cánula nasal
balón válvula mascarilla (tipo ambú)
tubo en T
asistencia respiratoria mecánica
ventilación translaríngea por chorro de oxígeno
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Cirugía | Parte II
336
Cirugía | Parte II
Neumotórax abierto
Una lesión penetrante de la pared torácica y del parénquima pulmonar
poniendo en comunicación la vía aérea, la pleura y el exterior produce un
colapso pulmonar con entrada y salida de aire por dicha lesión parietal, si el
tamaño de la lesión alcanza las dos terceras partes de la luz traqueal el aire
toma este camino preferentemente.
Las manifestaciones semiológicas son: paciente con lesión penetrante
torácica, marcada dificultad respiratoria, auscultación y percusión torácica
compatible con neumotórax y respiración soplante por la herida torácica.
Tratamiento: antisepsia de la herida. Oclusión del defecto parietal con gasa
vaselinada o bolsa de nylon, de forma rectangular, fijada con tela adhesiva en
tres de sus cuatro lados. Esto permite la salida de aire por la brecha parietal
durante la espiración; durante la inspiración, al aumentar la presión negativa
intratorácica, la gasa o la bolsa se adhiere a la herida impidiendo el ingreso de
aire. La terapéutica definitiva consiste en la reparación quirúrgica de las
lesiones y el avenamiento pleural.
Advertencia: el sellado de los cuatro lados de la gasa o bolsa con tela
adhesiva puede causar la muerte del paciente al generar un neumotórax
hipertensivo.
337
Cirugía | Parte II
Taponamiento cardíaco
Es un cuadro clínico que ocurre con más frecuencia en traumatismos
penetrantes del área cardíaca, puede observarse en traumatismos cerrados. Se
debe a la acumulación brusca de líquido (sangre) dentro del pericardio,
afectando la dinámica normal de las cavidades cardíacas.
Las manifestaciones semiológicas son: paciente con traumatismo torácico en
área cardíaca, en shock, cianótico, con ingurgitación yugular, tráquea centrada,
auscultación pulmonar con presencia de murmullo vesicular, percusión sonora,
auscultación de latidos cardíacos débiles y alejados. Electrocardiograma con
complejos cardíacos de bajo voltaje.
Diagnóstico diferencial: neumotórax hipertensivo.
Tratamiento: requiere urgente pericardiocentesis. Se realiza antisepsia de la
zona, se palpa el ángulo esternocostal izquierdo, se punza con aguja envainada
en dirección hacia el hombro izquierdo. La aguja debe conectarse a una jeringa
y penetrar creando presión negativa (aspiración). Al obtener sangre se quita la
aguja, se deja colocada la vaina de teflón conectada a una llave de tres vías y
ésta a una tubuladura bajo agua.
El procedimiento debe realizarse bajo monitoreo electrocardiográfico, con
un cable del monitor conectado por un broche cocodrilo a la aguja metálica
para ir registrando cambios debidos a injuria miocárdica (onda de lesión); si
aparecen significa que se ha penetrado más de lo debido.
Es un procedimiento transitorio, que permite mantener con vida al paciente
hasta que se repare quirúrgicamente la causa del sangrado intrapericárdico.
Advertencia: la salida por la pericardiocentesis de sangre roja rutilante, con
ritmo pulsátil hace sospechar la penetración en cavidad cardíaca y no
únicamente lesión pericárdica.
338
Cirugía | Parte II
Hemotórax
El cuadro clínico es similar al anterior, la diferencia es que la cavidad pleural
se encuentra ocupada por sangre, proveniente de un vaso parietal (fracturas
costales) o de una lesión pulmonar.
Al cuadro de insuficiencia respiratoria se agrega en muchos casos las
manifestaciones de shock hipovolémico.
Las manifestaciones semiológicas son: paciente con dificultad respiratoria de
grado variable, hipotensión arterial, palidez y taquicardia, auscultación
pulmonar con ausencia de murmullo vesicular y percusión mate (por la
presencia de sangre).
Diagnóstico diferencial: con neumotórax hipertensivo, neumotórax simple y
contusión pulmonar.
Tratamiento: se realiza avenamiento pleural y se controla el débito horario
sanguíneo. Se considera indicación de toracotomía un débito inicial mayor de
1500 cc, o un débito horario de más de 200 cc/hora durante las primeras 3
horas.
Fracturas costales
Las costillas frecuentemente se fracturan, en particular en pacientes añosos
y más raramente en niños.
Se manifiestan por intenso dolor durante la respiración y a la palpación
(signo de la tecla). Se puede corroborar en la Rx de tórax.
El dolor genera inmovilización del segmento afectado con hipoventilación de
la región, acumulo de secreciones y atelectasia. El traumatismo puede haber
ocasionado también una zona de contusión subyacente.
El trazo fracturario genera sangrado (debe calcularse 150 cc por cada trazo
339
Cirugía | Parte II
costal) lo cual debe ser tenido en cuenta para la estimación total de sangrado
en un paciente.
El tratamiento consiste en la analgesia para posibilitar una correcta aireación
de la zona.
1. C) Circulación
- Signos vitales: TA - FC - FR
Débito urinario
PVC (Cuando está indicado)
- Signos clínicos: estado de conciencia
Color de la piel
Relleno capilar
Diaforesis
La categorización del estado del shock hipovolémico permite cuantificar el
volumen de sangre perdido y su reposición. Debe colocarse dos vías venosas
cortas y gruesas, de preferencia antecubitales y por punción, de una de ellas se
extrae una muestra de sangre, que se remitirá a hemoterapia y a bioquímica.
Luego se perfundirá con cristaloides o sangre según la demanda, teniendo en
cuenta que la reposición con la primera es de 3 litros por cada litro de sangre
perdida y de 1 a 1 para la segunda.
Además, deben colocarse sonda nasogástrica (SNG), sonda vesical (SV),
monitor electrocardiográfico (EKG) y oxímetro de pulso (OP).
La SNG descomprime y diagnostica eventuales lesiones del tracto digestivo
superior. Su uso está contraindicado ante la sospecha de fractura de base de
cráneo, cuyos signos son:
Otorragia - Otorraquia - Hemotímpano
Nasorragia - Nasorraquia
Hematoma de la mastoides (signo de Battle)
Ojos de mapache
En los casos citados se debe colocar la sonda por vía oral.
La SV descomprime, diagnostica eventuales lesiones de árbol urinario
superior y se usa para medir débito urinario. Su uso está contraindicado
cuando se sospecha lesión de uretra si cuyos signos son:
Fractura de pelvis
340
Cirugía | Parte II
Imposibilidad de orinar
Hematoma escrotal
Sangre en meato uretral
Próstata elevada en el tacto rectal
En estos casos se debe colocar la sonda por talla vesical.
El EKG registra alteraciones del ritmo cardíaco (la causa más frecuente de
arritmia es la hipoxia), y es útil en el diagnóstico diferencial de shock
cardiogénico/ taponamiento cardíaco.
La OP (oximetría de pulso) nos indica el porcentaje de saturación de la
sangre a nivel periférico, no mide el nivel de hemoglobina circulante ni es útil
en el diagnostico de alteraciones de transporte de O2 (ej.:
metahemoglobinemia y corboxihemoglobinemia).
El shock hipovolémico resulta de la pérdida de sangre, plasma, o agua
corporal. Si hablamos de pérdida de sangre lo denominamos shock
hemorrágico, es el más frecuente en un paciente politraumatizado.
En aquel que presenta sangrado agudo la principal preocupación es su poca
tolerancia a la pérdida del volumen de sangre, pero la pérdida aguda del 35%
de la volemia podría ser fatal. Esto sería un 4 % del agua total. El sistema
cardiovascular opera con un volumen reducido.
Líquidos corporales:
El agua corporal total representa el 60 % del peso ideal (BMI), o sea 60 ml
por cada kilogramo de peso (70 a 80 ml en niños). Si tomamos un teórico
paciente de 70 kg:
Intersticial 75 % Intravascular 25 %
14 litros 5 litros
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Cirugía | Parte II
1. D) Evaluación neurológica
Inicialmente no se requiere de una semiología minuciosa, sólo busca
determinar el nivel de conciencia y de eventuales signos de lateralidad.
Para el nivel de conciencia se utiliza la regla nemotécnica AVDI en base a qué
tipo de estímulo obtiene respuesta apropiada del paciente.
342
Cirugía | Parte II
1. E) Exposición
Debe evaluarse el paciente completamente desnudo, frente y dorso, pero
respetando el principio de no generar lesiones secundarias al desvestirlo.
Una vez evaluadas y resueltas aquellas lesiones que amenazan la vida, se
considera que la víctima ha sido reanimada (esto no debería llevar más de 10
minutos).
2) Evaluación secundaria
Se realiza la revisión detallada, ordenada y meticulosa de todo el organismo,
buscando pesquisar lesiones ocultas o inadvertidas.
Se inicia por la cabeza y se finaliza por los pies, investigando todo orificio
anatómico digital o instrumentalmente. La deformidad en las extremidades
debe ser alineada e inmovilizada. Las quemaduras se deben lavar y ocluir. Las
lesiones abiertas deben lavarse, explorarse y suturarse. El abdomen será
evaluado por el cirujano, y es de buena práctica realizar el ECO FAST.
Hasta tanto no se descarte radiológicamente lesión vertebral, el paciente
permanecerá en decúbito dorsal, sobre tabla rígida, con collar cervical, aire
enriquecido y perfusión venosa.
De no contar con la infraestructura adecuada o con el recurso humano
correspondiente, se transferirá al paciente a un centro de mayor complejidad.
Dicho traslado requiere:
Coordinación con el médico receptor.
Normalizar hemodinámicamente al paciente.
El paciente será acompañado por un médico y se adjuntará las
radiografías y todos los estudios complementarios.
Los beneficios del traslado deben superar a los perjuicios.
3) Tratamiento definitivo
En esta etapa se convocará a todos los especialistas que deban efectuar las
prácticas específicas (cirujanos, ortopedistas, neurocirujanos, etc.)
Finalizada su tarea, remitirán al paciente al nivel de complejidad que éste
requiera (Cuidados Intensivos, Intermedios, Generales, Autocuidados).
343
Cirugía | Parte II
Bibliografía sugerida
ATLS. Programa Avanzado de Apoyo Vital en Trauma para Médicos. Manual del Curso. American
College of Surgeons. Committee on Trauma. 8° Edición, 2008.
Feliciano, D.; Moore, E. and Mattox, K. Trauma. 3rd Edition. Appleton & Lange Ed. 1996.
Gomez, M. A.; Neira, J. Atención Inicial de Pacientes Traumatizados. Asociación Argentina de
Cirugía. Comisión de Trauma. Editor Fundación Pedro Luis Rivero. Buenos Aires, 1992.
Gomez, M. A.; Neira, J. Atención Inicial de Pacientes Traumatizados. Asociación Argentina de
Cirugía. Comisión de Trauma. Editor Fundación Pedro Luis Rivero. Buenos Aires, 2010.
Tisminetzky, G.; Pahissa, G. Manual de Emergencias Médicas y Quirúrgicas. Editorial El Ateneo, 4°
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Wilson, R. and Walt, A. Management of Trauma. Pitfalls and Practice. 2nd Edition. Williams &
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344
Cirugía | Parte II
TRAUMA ABDOMINAL
Evaluación de los traumatismos de abdomen
ALEJANDRO DE GRACIA
Introducción
Las lesiones que involucran al abdomen, ya sean penetrantes o contusas,
pueden provocar daños con resultados devastadores si no se diagnostican y
tratan en tiempo y forma. Una vez establecidas las fases de atención inicial del
politraumatizado, el objetivo primario en un paciente con traumatismo
abdominal es determinar la necesidad y momento oportuno del abordaje
quirúrgico. La decisión de tratamiento no operatorio debe considerar el estado
hemodinámico del paciente, la experiencia de los cirujanos tratantes y el medio
adecuado para implementarlo. La valoración del traumatismo abdominal es el
primer paso para la toma de decisiones, asignando a los datos obtenidos del
examen clínico y métodos auxiliares la relevancia y confiabilidad que le
corresponde. En el presente capítulo se desarrollará el concepto de la
evaluación y no el tratamiento específico de lesiones ya que excede el objetivo
del tema.
345
Cirugía | Parte II
346
Cirugía | Parte II
B. ABIERTO o PENETRANTE
Fuerzas inerciales: desgarro en la fijación de órganos
Sospechar:
por desaceleración Lesiones del mesenterio
Lesiones vasculares
347
Cirugía | Parte II
Examen clínico
Las maniobras semiológicas de evaluación del abdomen brindarán una
primera aproximación diagnóstica de las lesiones que puedan presentarse.
En la inspección es necesario determinar los orificios de entrada y salida —si
se trata de una herida por arma de fuego (HAF)— para poder inferir la
trayectoria y posibles órganos involucrados, además de la importancia de
consignar el dato por razones médico-legales. En los traumatismos cerrados
por colisiones vehiculares, la impronta cutánea del cinturón de seguridad es un
marcador de alta incidencia de compromiso intraabdominal de hasta ocho
veces mayor que en quienes no la presentan. La presencia de exteriorización
visceral o de líquidos del tubo digestivo por la herida es indicación absoluta de
cirugía.
En la palpación, el dolor es un síntoma frecuente pero de difícil
interpretación. Se asocia a contractura muscular, no es bien localizado y puede
obedecer a compromisos extraabdominales, como las fracturas costales. La
reacción peritoneal es índice de compromiso visceral o hemorragias.
La percusión es la mínima estimulación que puede efectuarse sobre el
peritoneo. La reacción peritoneal ante esta maniobra debe hacer sospechar
compromiso de la cavidad.
La auscultación puede ser normal o disminuida. Si bien la respuesta orgánica
es el íleo, no es posible establecerlo en las etapas iniciales.
348
Cirugía | Parte II
349
Cirugía | Parte II
350
Cirugía | Parte II
Riñón excluido
351
Cirugía | Parte II
TRAUMATISMO Anormalidad
ABDOMINAL hemodinámica
CERRADO
¿FAST disponible?
SI NO
Laparotomía
Positivo Negativo
352
Cirugía | Parte II
TRAUMATISMO Normalidad
ABDOMINAL hemodinámica
CERRADO
¿TAC disponible?
SI NO
Laparotomía Observación
vs
Positivo Negativo
Trat. no operatorio
353
Cirugía | Parte II
Resumen
Atención inicial del politraumatizado como regla general.
Establecer modalidad traumática penetrante o contusa.
Determinar normalidad y estabilidad hemodinámica.
Identificar criterios de cirugía inmediata.
Categorizar lesiones en traumatismos cerrado en quienes sea
aplicable.
Seleccionar pacientes para manejo no operatorio.
Valorar especificidad y disponibilidad de recursos.
354
Cirugía | Parte II
Bibliografía
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355
Cirugía | Parte II
TRAUMA TORÁCICO
EDUARDO ESKENAZI Y JORGE REILLY
Fisiopatología
La hipoxia es el factor fundamental, ya sea por el síndrome de compresión
endotorácica (neumotórax, hemotórax, etc.), tórax móvil o síndromes
funcionales (hemopericardio).
Otro aspecto a tener en cuenta es la hipercarbia, debida a la hipoventilación
por aumento del CO2.
Manejo inicial
El manejo de todo paciente politraumatizado deberá seguir una sistemática
adecuada independientemente de la lesión. Esta deberá ir específicamente a:
A- Vía aérea, con control de la columna cervical
B- Respiración
C- Circulación con control de hemorragias
Es así como con actitud proactiva, se deben conocer y buscar las principales
lesiones torácicas en este contexto inicial, que, en un intento de simplificar,
pueden agruparse y recordarse como la Docena Mortal.
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Cirugía | Parte II
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Cirugía | Parte II
TEMPRANAS TARDÍAS
Embolia grasa
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Cirugía | Parte II
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Cirugía | Parte II
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Cirugía | Parte II
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Cirugía | Parte II
Evaluación secundaria
Una vez que el paciente está normalizado se comienza una evaluación más
detallada. En esta etapa se solicita los estudios complementarios necesarios:
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Cirugía | Parte II
Contusión pulmonar: hay que tener en cuenta que puede ocurrir con o sin
fracturas costales, sobre todo en gente joven donde los arcos costales son más
elásticos. La insuficiencia respiratoria puede ser muy sutil y desarrollarse con el
tiempo. Para el manejo debemos lograr una buena ventilación. Control del
dolor si lo hubiera, kinesioterapia y no sobrehidratarlo evitando encharcar más
el edema preexistente.
Contusión miocárdica: se produce por el impacto directo sobre la región
anterior del tórax. El diagnóstico se basa en las anormalidades
electrocardiográficas, que suelen ser muy variadas (ej., arritmias), esto se debe
complementar con la ecocardiografía bidimensional, que nos puede revelar
hipoquinesia auriculo-ventricular, roturas de pilares, cuerdas tendinosas y
válvulas. Inicialmente el tratamiento es mejorar la actividad eléctrica.
Ruptura aórtica: esta es causa común de muerte (> 80 %) en el lugar del
hecho. En la mayoría por colisiones a gran velocidad o de caídas de gran altura,
ya que se produce una brusca desaceleración. En estos pacientes la laceración
de la intima se encuentra con frecuencia a nivel del ligamento arterioso,
produciendo un hematoma contenido. No tiene una sintomatología específica.
Se manifiesta hipotensión arterial inicial, por pérdida de 500 a 1000 ml dentro
del hematoma, pero que responde a la expansión con líquidos. Los signos
radiográficos a tener en cuenta son el ensanchamiento mediastinal, fractura de
la primera y segunda costillas, desaparición del botón aórtico, desviación de la
tráquea hacia la derecha, desaparición del espacio entre la arteria pulmonar y
la aorta, y desviación del esófago a la derecha (SNG). La TAC, arteriografía o
ecografía transesofágica (en el paciente inestable), nos dan el diagnóstico
definitivo. El tratamiento se basa en la reparación quirúrgica de la lesión o
actualmente con endoprótesis por procedimientos endovasculares.
Hernia diafragmática: la región toracoabdominal es una de las zonas que
puede presentar dudas diagnósticas en los traumatizados graves. En una
espiración forzada el diafragma puede llegar hasta el cuarto espacio intercostal
en la parte anterior del tórax. Cualquier herida penetrante en esa zona puede
comprometer al diafragma y víscera abdominal. Del lado izquierdo, el
diagnóstico es más fácil dado por el pasaje de vísceras huecas a la cavidad
torácica (estómago, colon, etc.). Del mismo modo el hígado ofrece un efecto
protector sobre el diafragma derecho evitando su ruptura. En la Rx pueden
aparecer algunos signos que nos lleven al diagnóstico como: elevación del
363
Cirugía | Parte II
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Cirugía | Parte II
Toracotomía de emergencia
La toracotomía inmediata de emergencia o de resucitación es aquella que se
efectúa sin preparación previa del paciente y se lleva a cabo en el
departamento de emergencia, o en el quirófano, considerándola como parte
integral de la resucitación inicial. El progreso de la atención prehospitalaria en
pacientes críticos ha incrementado sin ninguna duda la cantidad de pacientes
in extremis que llegan al departamento de emergencia. Este procedimiento
quirúrgico mayor, aplicado oportunamente y siguiendo indicaciones precisas,
representa el “paradigma del control del daño en el trauma torácico”, durante
el manejo inicial hospitalario.
Indicaciones
Se debe valorar la real utilidad de la toracotomía de emergencia de acuerdo
al estado fisiológico del paciente al ingreso. Se considera “ausencia de signos
de vida” cuando no existe tensión arterial detectable asociado a ausencia de
reflejo pupilar o actividad eléctrica cardíaca (es decir signos de muerte clínica).
Por otra parte, se consideran “signos de vida” a la presencia de actividad
eléctrica (ECG) con una frecuencia mayor a 40 lpm sin pulso o TAS irregistrable,
presencia de reflejo pupilar y/o esfuerzo respiratorio y score de Glasgow > 3. Se
considera que los traumatizados con actividad eléctrica sin pulso o con menos
de 40 latidos por minuto deben de ser declarados muertos en la escena o en el
departamento de emergencia.
365
Cirugía | Parte II
366
Cirugía | Parte II
367
Cirugía | Parte II
Bibliografía
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368
Cirugía | Parte II
QUEMADURAS
CARLOS RODRÍGUEZ PEYLOUBET
Consideraciones generales
Definición: las quemaduras son lesiones producidas en los tejidos vivos, por
la acción de diversos agentes físicos, químicos o biológicos que provocan
alteraciones que varían desde un simple enrojecimiento hasta la destrucción
total de la estructura afectada (Fortunato Benaim).[1]
Etiología: la etiología es de naturaleza variada. Resumimos en tres grandes
grupos los agentes causales:
1 | Agentes físicos
Térmicos. Calor: metales, líquidos, explosión de gases, llamas.
Frío: hielo, congelamiento.
Eléctricos: electricidad médica, industrial o atmosférica.
Radiantes: sol, rayos X, energía atómica, radium.
2 | Agentes químicos
Cáusticos: ácidos, álcalis; quemaduras corrosivas o químicas.
3 | Agentes biológicos
Seres vivos: insectos, aguas vivas, sapos, etc.
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Cuadro que resume las características histológicas de las lesiones y su correlato clínico
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Cirugía | Parte II
Ejemplo de quemadura por exposición solar, con flictenas. Quemadura tipo A ampollar o flictenular.
Evoluciona hacia la epitelización espontánea con los cuidados adecuados
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Cirugía | Parte II
Esquema que resume las características histológicas de las lesiones y su evolución clínica
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Cirugía | Parte II
En esta fotografía se visualiza la zona quemada tipo AB con un puntillado blanquecino, que
corresponde a la dermis. Puede evolucionar hacia la epitelización espontánea a expensas de las
faneras que se encuentran en la dermis remanente
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Cirugía | Parte II
Se muestra claramente la dermis blanquecina y zonas parduscas que son escaras intermedias
adheridas a planos más profundos que afectan parcialmente la dermis. El paciente evolucionó
favorablemente, con epitelización espontánea. No fue necesario injertar
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Cirugía | Parte II
Cuadro que resume las características clínicas y evolutivas de las quemaduras tipo B
378
Cirugía | Parte II
Paciente con quemaduras tipo AB y B. Las zonas blanquecinas corresponden a quemaduras de tipo B,
las otras zonas son quemaduras tipo AB
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Cirugía | Parte II
EVOLUCIÓN
SUPERFIC. “A” → EPIT. ESPONTÁNEA
(10-14 días)
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Cirugía | Parte II
Esquema de la Regla de los 9 de Pulaski y Tennisson, con los porcentajes de las distintas zonas del
cuerpo
Existen distintas proporciones entre los niños y los adultos, es por ello que
para los primeros se utilizan otros porcentajes.
En los niños es mayor el porcentaje de superficie que le corresponde a la
extremidad cefálica a expensas de las extremidades inferiores.
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Cirugía | Parte II
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Cirugía | Parte II
LOCALIZACIONES ESPECIALES
CRÁNEO
CARA
CUELLO
AXILAS
PLIEGUES DE FLEXIÓN
CODO
MANOS Y DEDOS
GENITALES
PLIEGUE INGUINAL
HUECO POPLÍTEO
PIE
A) Pronóstico de vida
Para evaluar el pronóstico de vida se deben considerar la extensión y la
profundidad de las lesiones. Nacen de esta valoración cuatro formas clínicas
propuestas por F. Benaim:[1, 4, 5, 6, 7]
Grupo I: quemaduras leves
Grupo II: quemaduras moderadas
Grupo III: quemaduras graves
Grupo IV: quemaduras críticas
383
Cirugía | Parte II
GRUPOS DE GRAVEDAD
TIPO GI G II G III G IV
LEVES MOD. GRAVE CRÍTICO
AB -5 % 6-15 % 16-40 % + 41 %
B -1 % 2-5 % 6-20 % + 21 %
Se muestran los grupos de gravedad de las quemaduras con sus respectivos porcentajes y el riesgo de
vida de cada uno de los grupos (tomado de Benaim, 1959)
GRUPOS DE GRAVEDAD
Para calcular las equivalencias de los distintos
tipos de quemaduras, se hace la siguiente
operación:
Equivalencias aproximadas entre los distintos tipos de quemaduras, que nos permite evaluar el grado
de gravedad y determinar a qué grupo de gravedad pertenece el paciente
384
Cirugía | Parte II
GRUPOS DE GRAVEDAD
Ejemplo:
18 % quem. “A” dividido 6 = 3 %
6 % quem. “AB” dividido 3 = 2 %
3 % quem. “B” no se divide = 3 %
B) Secuelas
La gravedad de la secuela se determina tomando en consideración la
“localización” y la “profundidad” y se clasifican en leves, moderadas, graves o
críticas según la magnitud de la misma, desde pequeñas secuelas estéticas
(hipo o hiperpigmentación) hasta cicatrices retráctiles o mutilaciones de
estructuras profundas.
GRAVEDAD DE SECUELAS
LEVES
MODERADAS
GRAVES
CRÍTICAS
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Cirugía | Parte II
Secuela de quemadura mal tratada, con formación de importantes cicatrices queloides. Estas
cicatrices son generadoras de secuelas funcionales, estéticas y cursan con dolores regionales. Si se
hubiera hecho el tratamiento correspondiente, que en este caso es cubrir la zona con injertos de piel,
las secuelas hubiesen sido menos graves
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Cirugía | Parte II
Secuela de quemadura tipo AB que ha epitelizado con cicatrices queloides en la cara, que produce
una retracción de la comisura bucal
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Cirugía | Parte II
FISIOPATOLOGÍA
PERÍODO DE REACCIÓN INMEDIATA
Primeras horas
PERÍODO ALTERACIONES TEXTOHUMORALES
1 semana
PERÍODO INTERMEDIO
2ª a 4ª semana
PERÍODO DE RECUPERACIÓN
1 a 3 meses
Cuadro que muestra los distintos períodos en que se presenta la fisiopatología de las quemaduras.
Son esquemas aproximados, que pueden tener distintos tiempos evolutivos, según cada paciente
FISIOPATOLOGÍA
P. REACCIÓN INMEDIATA
(primeras horas) urgencia
DOLOR
SHOCK PRIMARIO NEUROGÉNICO (SELYE)
REACCIÓN DE ALARMA
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Cirugía | Parte II
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Cirugía | Parte II
Paciente que sufre quemadura en la cara provocada por una explosión. Se muestra a su ingreso, y la
evolución a las 48 horas. Se aprecia el intenso edema producido por la alteración de la permeabilidad
capilar. En estos casos es muy importante valorar la ventilación, por la posible necesidad de hacer
una traqueostomía
FISIOPATOLOGÍA
P. ALTERACIONES TEXTO-HUMORALES
Alteración de la permeabilidad capilar
(etapa clínica)
ETAPA RETENCIÓN: EDEMA (1º signo local) (3
días) HIPOVOLEMIA (1 s. gral.)
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Cirugía | Parte II
lecho y los injertos. Termina cuando no hay más superficie cruenta. Se lo divide
en tres etapas:
A) Etapa de Transición (ET): es la etapa donde se determinan cuáles son las
áreas a injertar. La tendencia actual es efectuar escarectomía precoz a fin de
acortar los períodos evolutivos.
B) Etapa Útil (EU): es el período donde se efectúan todos los injertos que
cubren las zonas cruentas. Ocupa la tercer y cuarta semana y se extiende hasta
los dos meses en pacientes graves o críticos del tipo “B”. Es aconsejable acortar
estos dos períodos lo máximo posible a fin de realizar una pronta recuperación.
C) Etapa complementaria: se realizan injertos complementarios y
curaciones.
En este período intermedio se puede instalar una complicación muy
frecuente en estos pacientes: la infección,[11] que debe ser tratada
adecuadamente para evitar su diseminación.
FISIOPATOLOGÍA
PERÍODO INTERMEDIO
( etapa clínico-quirúrgica)
Etapa transición = 2º semana, ¿qué se
injerta?
Etapa útil = 3 º sem., escarectomía
Etapa complementaria = de curación
4) Período de recuperación
Su duración es de entre uno y tres meses. En este período se realiza la
rehabilitación y la terapia ocupacional para reinsertar al paciente en su medio
habitual.
391
Cirugía | Parte II
FISIOPATOLOGÍA
PERÍODO DE RECUPERACIÓN
(etapa de rehabilitación)
Tratamiento
Tratamiento de las quemaduras del grupo I o leves
Generalmente el tratamiento se reduce a curas locales en forma
ambulatoria.
Las de tipo A curan en 15 días espontáneamente.
Las de tipo AB pueden epitelizar a expensas de las faneras. En localizaciones
especiales puede ser necesario hacer injertos de piel.
Las de tipo B, es necesaria la escarectomía (resección de la escara) y cubrir
con injerto de piel.
392
Cirugía | Parte II
TRATAMIENTO GENERAL
MODERADAS Internación
Primeros auxilios
Una persona con sus ropas en llamas no debe correr porque el fuego se aviva
y no debe permanecer de pie para evitar inhalar gases tóxicos. Tratar de cubrir
el cuerpo con una manta o rodar por el suelo para que el fuego se apague. El
agua es un elemento muy eficaz y calma el dolor inicial. Se pueden colocar
compresas frías en las zonas quemadas para aliviar el dolor. En quemaduras
domésticas, colocar la superficie quemada debajo de un chorro de agua fría.
Tratar de cubrir las lesiones lo más rápido posible para evitar la contaminación
y calmar el dolor.
No dar nada por boca, ni aplicar estimulantes.
Las quemaduras provocadas por agentes químicos deben ser lavadas con
abundante agua para eliminar los químicos.
Si hay paro respiratorio por inhalación de gases, realizar respiración artificial
boca a boca.
Los pacientes con quemaduras graves o críticas (grado III y IV de las
clasificación de Benaim) deben ser derivados lo antes posible a un centro
especializado, los que sufren quemaduras moderadas (grado II de la misma
clasificación) pueden ser tratados en hospitales de menor complejidad, pero
393
Cirugía | Parte II
394
Cirugía | Parte II
Dolor
Oxígeno
Canalización
Hidratación
Tratamiento quirúrgico
Evaluación clínica y humoral
PRIMEROS AUXILIOS
LO QUE PUEDE HACERSE:
QEM. LÍQ. CALIENTES: sacar ropas, agua fría,
cubrir
FUEGO: no correr, rodar por el suelo, cubrir con
mantas, rociar con agua
ELECTRICIDAD: cortar corriente. Si hay paro:
masaje cardíaco y respiración boca a boca
SUST. QUÍM.: irrigar con agua
Alcalis: vinagre
Ácidos: bicarbonato
Cal en polvo: NO AGUA (la aviva), sacar el polvo
Tratamiento general
Es preciso recabar datos sobre el estado general del paciente, si es diabético,
o padece enfermedades cardiovasculares, renales o pulmonares, y considerar
su tratamiento y/o evolución.
395
Cirugía | Parte II
TRATAMIENTO GENERAL
396
Cirugía | Parte II
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Cirugía | Parte II
Fórmulas de reposición
Fórmula de Brooke (1953)
2 ml de Ringer Lactato x Kg x % de sup. quemada
2.000 de dextrosa al 5%
La mitad en las primeras 8 horas.
La otra mitad en las 16 hs restantes.
398
Cirugía | Parte II
TRATAMIENTO GENERAL
Tratamiento local
Se debe realizar bajo estrictas normas de asepsia y con personal
especializado y luego de haber realizado todo el tratamiento general indicado.
Bajo una sedación se comienza con la resección de tejidos esfacelados, es
decir una toilette quirúrgica. No emplear soluciones alcohólicas, ni cepillado de
las lesiones. Resección de las ampollas, lavado cuidadoso con abundante agua,
y luego se determina el tipo de curación a seguir, o cura expuesta[12, 13, 14] o cura
oclusiva.[15, 16]
En los centros especializados se cuenta con instalaciones adecuadas para
realizar la cura expuesta en salas acondicionadas con camas especiales, con
temperaturas de 33°, en boxes individuales, con aire filtrado, con sábanas
estériles y el personal idóneo. En los hospitales generales sin la infraestructura
adecuada, se realiza la cura oclusiva a fin de preservar las heridas de la
contaminación.
La cura expuesta se emplea preferentemente en la cara y en quemaduras
que afectan una sola cara del cuerpo, ej.: abdomen o tórax.
A las quemaduras se les aplica distintos tópicos, como la sulfadiacina de
plata[14] o el acetato mafemida para prevenir las infecciones.
La cura oclusiva se emplea preferentemente en las quemaduras bajo
tratamiento ambulatorio o en pacientes internados en hospitales generales
para evitar su contaminación.
399
Cirugía | Parte II
TRATAMIENTO LOCAL
CURA EXPUESTA: (sala aislada; temperatura
ambiente 33°C), sábanas estériles; toilette
quirúrgica adecuada; eliminación de flictenas y
restos necróticos; cremas antimicrobianas
CURA OCLUSIVA: lo mismo + vendaje con apósitos
algodonosos de 5 cm de espesor
Curación en quirófano de una quemadura en la mano. Se realiza una prolija toilette de la herida con
resección de flictenas y tejidos mortificados, con todas las normas de asepsia
400
Cirugía | Parte II
Se muestra la curación, con cobertura de las heridas con gasas impregnadas en cremas antisépticas y
el vendaje con apósitos algodonosos de 5 cm de espesor. Se concluye con un vendaje y la colocación
de una férula que evite la flexión de la muñeca
Quemadura tipo B que muestra el lecho cruento con tejido de granulación y tejido graso apto para
recibir injertos de piel
401
Cirugía | Parte II
A la izquierda, una pierna con tejido de granulación apto para ser injertada. A la derecha, la zona
cruenta fue injertada con una plancha de piel, tomada con dermátomo de Padgett
402
Cirugía | Parte II
403
Cirugía | Parte II
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III
TRASPLANTE DE
ÓRGANOS
Cirugía | Parte III
ÍNDICE
406
Cirugía | Parte III
TRASPLANTE DE ÓRGANOS:
GENERALIDADES
JORGE R. DEFELITTO
407
Cirugía | Parte III
408
Cirugía | Parte III
Tipo de donante
En la actualidad los trasplantes clínicos son aloinjertos de parientes vivos o
donantes cadavéricos; los primeros se utilizan preferentemente en los órganos
pares. Los cadavéricos se utilizan para los trasplantes de órganos únicos y
vitales.
Donante vivo
En este caso el donante sigue vivo después de la donación, generalmente
emparentados. Se pueden donar: tejidos (piel), células (médula ósea), órgano
completo (riñón) o parte de un órgano que tenga capacidad de regeneración
(hígado).
Donante cadavérico
En este caso el donante es un individuo fallecido en muerte encefálica, en el
cual los órganos a trasplantar son mantenidos con vida hasta el trasplante,
manteniendo la irrigación los órganos a ser trasplantados.
Por muerte encefálica se entiende el cese irreversible y permanente de las
funciones de todas las estructuras cerebrales, lo cual es incompatible con la
vida.
Se patentiza por medio del electroencefalograma isoeléctrico o plano,
además de otras pautas técnicas que aseguran la irreversibilidad del proceso
que lleva irremediablemente a la muerte total. En nuestra legislación, la Ley
21.541 y el Decreto reglamentario 3011 autorizan a un equipo formado por un
clínico, un neurólogo o neurocirujano y un cardiólogo a certificar el
fallecimiento de un dador mediante: 1) electroencefalograma practicado en las
condiciones que exige el artículo 21 de la citada ley; 2) la ausencia de
respiración espontánea; 3) pupilas midriáticas o en posición intermedia pese a
estímulos fóticos intensos; 4) ausencia de reflejos oculoencefálicos durante las
rotaciones cefálicas pasivas; 5) pruebas calóricas vestibulares negativas; y 6)
prueba atropénica negativa. Una vez obtenido el dador y cumplidos los
requisitos de ley es común realizar ablaciones múltiples (riñones, hígado,
páncreas, huesos, corazón, pulmones, piel y córneas).
409
Cirugía | Parte III
Exclusiones
También generales y en relación a cada trasplante (enfermedad neoplásica,
infecciones, antecedentes de internación psiquiátrica, embarazo, otras
patologías a evaluar en cada caso).
Tipos de rechazo
Dependiendo de la velocidad con la que se produzca, se distinguen 4 tipos de
rechazo:
1) Rechazo hiperagudo, que se produce sólo horas o incluso minutos
después del injerto. Es el rechazo fulminante mediado por anticuerpos, cuando
el receptor se halla previamente sensibilizado por embarazo, transfusión o
trasplante previo o bien porque no se ha tomado el recaudo de controlar que
exista compatibilidad ABO. La expresión histopatológica del fenómeno es la
destrucción del injerto en las horas o minutos que siguen a la revascularización,
por trombosis o infarto de los pequeños vasos del injerto, por lo que son
410
Cirugía | Parte III
Inmunosupresión
Luego de realizado el implante, la lucha contra el rechazo está presidida por
la inmunosupresión con drogas que hagan tolerables inmunológicamente las
diferencias que quedan después de realizado el descarte de compatibilidades
por medio de la tipificación tisular y las pruebas cruzadas.
A excepción de los isoinjertos (trasplante entre gemelos, no hay rechazo), la
inmunosupresión no puede detenerse después del trasplante, pero a dosis
intensivas sólo debe usarse las primeras semanas o durante la crisis de rechazo.
Posteriormente, el injerto puede mantenerse con dosis relativamente
pequeñas de fármacos inmunosupresores que desde luego tienen efectos
adversos mucho menores.
La eficacia de la inmunosupresión solo puede medirse por la respuesta
específica e inespecífica de los linfocitos en la sangre periférica y por la
411
Cirugía | Parte III
A) Fármacos inmunosupresores
Prednisona o metilprednisona:
Se administra a dosis elevadas (2 a 20 mg/kg/d) en el momento del
trasplante y en los tejidos de rechazo, para ir disminuyendo hasta una dosis de
mantenimiento de 0,2 mg/kg/d que debe darse indefinidamente. Debido a los
efectos adversos, sobre todo en los niños en los que detiene el crecimiento, en
ciertas ocasiones se utiliza a días alternos, pero esto reduce su capacidad
inmunosupresora.
Azatioprina
Es un antimetabolito que se usa desde el momento mismo del trasplante y
que es tolerado indefinidamente por el receptor a dosis de 1,5 a 3 mg/kg/d. Sus
efectos adversos son la depresión de medula ósea y la hepatitis.
Ciclofosfamida
Es un agente alquilante y es el sustituto para los pacientes que no toleran la
azatioprina. Tiene con frecuencia episodios de toxicidad grave: cistitis
hemorrágica, alopecia, infertilidad, etc.
Ciclosporina A
Su acción es sumamente específica pues inhibe de manera intensa la
formación de células T citotóxicas, lo cual resulta evidente en cultivos mixtos
de linfocitos y evitando el rechazo de aloinjertos con su administración
profiláctica. Impediría la producción de IL-2, esencial para la proliferación de los
clones de linfocitos T reactivos a antígenos, aunque no inhibe las células T
supresoras. Su uso ha hecho evolucionar los trasplantes clínicos pues en
combinación con dosis bajas de prednisona suplanta con ventaja a todas las
otras drogas debido a su especificidad. Su principal desventaja radica en su
nefrotoxicidad y en su absorción en medio liposoluble (leche o aceite) cuando
es administrada oralmente.
Otros
Se han usado con variado suceso:
globulina antilinfocitaria (ALG);
anticuerpos monoclonales contra células T (MoAb, OKT3);
irradiación
412
Cirugía | Parte III
Resoluciones INCUCAI:
Sistema Nacional de Información de Procuración y Trasplante de la República
Argentina (SINTRA).
Procuración de órganos y tejidos para trasplante.
Habilitación de establecimientos y equipos profesionales para trasplante de
órganos y tejidos.
Habilitación de bancos de tejidos y laboratorios de histocompatibilidad.
Inclusión en lista de espera.
Situaciones especiales en lista de espera para trasplante.
Criterios para la distribución y asignación de órganos y tejidos para
trasplante.
Células progenitoras hematopoyéticas.
413
Cirugía | Parte III
414
Cirugía | Parte III
Bibliografía
Frohn, Christoph; Fricke, Lutz; Puchta, Jan-Christoph and Kirchner, Holger. “The effect of HLA-C
matching on acute renal transplant rejection”. Nephrol. Dial. Transplant. 16: 355-360.
Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implantes (INCUCAI), Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
Simmons, R.L.; Migliori, R. J.; Smith, C. R.; Reemtsma, K. y Najarian, J. S. “Trasplantes” Cap. 10,
Vol. 1. Principios de Cirugía. Schwarts y col. Ed. Interamericana/Mc Graw-Hill 4° ed. 1991,
México.
415
Cirugía | Parte III
TRASPLANTE Y
PROCURACIÓN
DE ÓRGANOS
JORGE DEVOTO Y LUCAS MCCORMACK
Objetivos de aprendizaje
Introducir a los alumnos en los conocimientos básicos relacionados con
la procuración de órganos y tejidos y el trasplante de órganos.
Conocer el marco institucional y legal en el que se encuadra la actividad
trasplantológica en nuestro país.
Definir claramente en qué consiste el diagnóstico de muerte.
Informar qué tipos de trasplantes existen y cómo se constituye la lista de
espera para trasplantes en nuestro país.
Entender cuáles son las limitaciones en la procuración que motivan que
haya escasez de órganos para trasplante y mortalidad en las listas de espera.
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
Tabla 1. Escala de coma de Glasgow para la valoración del nivel de conciencia de un paciente
internado en UTI
420
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421
Cirugía | Parte III
promedio de 18 donantes PMP anuales, España y Croacia son los países del
mundo con mayor actividad de procuración superando los 35 donantes PMP
anuales. En Argentina y en América Latina la procuración ha crecido
considerablemente hasta el año 2010 (Figura 1).
Sudamerica Argentina
20
14,5 14,6 15,1
15 13,4 13
10 7,1 7,4 8,3 7,7 8
5
0
2010 2011 2012 2013 2014
Figura 2. Donantes cadavéricos de órganos por millón de población en Sudamérica y Argentina (2010-
2014)
422
Cirugía | Parte III
423
Cirugía | Parte III
NÚMERO DE
%
INSCRIPTOS
Cardiopulmonar 8 0,1
Hepatorrenal 25 0,4
Intestino 11 0,2
Hepato-intestinal 1 0,01
Tabla 2. Pacientes inscriptos en lista de espera para órganos y tejidos en el INCUCAI (marzo 2016)
424
Cirugía | Parte III
425
Cirugía | Parte III
Muerte encefálica
Actualmente, la comunidad científica acepta como criterio suficiente de
muerte aplicable al ser humano el cese irreversible de todas las funciones
integradas a nivel encefálico, ocasionado por una lesión primariamente
encefálica o secundaria a un paro circulatorio (como sucede en la mayoría de
los casos de “muerte natural”).
El diagnóstico clínico de la muerte es una de las pocas situaciones de la
medicina en que un diagnóstico médico está expresado en una ley, la 24.193,
desde 1993. Dicha ley, en su artículo 23 dice:
El fallecimiento de una persona se considerará tal cuando se verifiquen de modo
acumulativo los siguientes signos, que deberán persistir ininterrumpidamente seis (6)
horas después de su constatación conjunta:
a) Ausencia irreversible de respuesta cerebral, con pérdida absoluta de conciencia;
b) Ausencia de respiración espontánea (apnea);
c) Ausencia de reflejos cefálicos y constatación de pupilas fijas no reactivas;
d) Inactividad encefálica corroborada por medios técnicos y/o instrumentales
adecuados a las diversas situaciones clínicas.
La verificación de los signos referidos en el inciso d) no será necesaria en caso de paro
cardio-respiratorio total e irreversible.
426
Cirugía | Parte III
simplemente como muerte (no hay dos tipos de muerte), sin ningún tipo de
especificación técnica.
Coma: es un cuadro secundario a la pérdida de la conciencia que puede estar
producido por diferentes situaciones como fármacos o traumatismos
cerebrales. En este estado el paciente no tiene pérdida de todos los reflejos
neurológicos ni de la actividad eléctrica y circulatoria cerebral. En este estado
el paciente está vivo.
Estado vegetativo permanente: es un estado irreversible y permanente de
pérdida del contenido de la conciencia, acompañado de otros déficits
neurológicos. En este estado el paciente está vivo y conserva el reflejo
respiratorio y otros reflejos primitivos. Este estado es secundario a una secuela
neurológica grave y no debe ser confundido con la muerte de un paciente.
La muerte se diagnostica cuando se verifica por métodos clínicos e
instrumentales el cese irreversible y permanente de todas las funciones
encefálicas, aunque exista actividad cardiocirculatoria.
427
Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
a) Neoplasias
Los siguientes tumores del Sistema Nervioso Central representan una
contraindicación para la donación de órganos:
Astrocitoma anaplásico (grado III)
Glioblastoma multiforme
Meduloblastoma
Oligodendroglioma anaplásico
Ependimomas malignos
Pineoblastomas
Meningiomas anaplásicos y malignos
Sarcomas intracraneales
Tumores de células germinativas (excepto teratomas bien diferenciados)
Cordomas
Linfomas cerebrales primarios
Se excluirá como donante a todo aquel que haya padecido o padezca una
enfermedad neoplásica con tratamiento y sin criterios de curación, salvo:
1. Tumores de piel de bajo grado, salvo melanoma (exclusión absoluta)
429
Cirugía | Parte III
b) Infecciones
Son contraindicaciones absolutas la infección por HIV, infección por Virus de
la Hepatitis Delta y por HTLV I y II, tuberculosis activa, enfermedades virales
agudas como causa o complicación de la enfermedad actual, enfermedades
neurodegenerativas familiares y por priones, infección con disfunción orgánica
múltiple o por gérmenes multiresistentes.
c) Legales
Embarazo en curso
Antecedentes de internación psiquiátrica
Anencefálicos
430
Cirugía | Parte III
Venta de órganos
En toda la historia jurídica argentina no se registra ningún caso de denuncia
de venta de órganos. Un proceso de donación y trasplante requiere una
infraestructura de alta complejidad que involucra a más de cien profesionales.
Es por ello que su realización en forma clandestina es completamente
imposible y jamás se ha realizado en nuestro país un trasplante por fuera del
sistema sanitario regido por el INCUCAI.
La venta de órganos para trasplante es ilegal y está penada por la legislación.
La donación de órganos se basa en una decisión altruista y desinteresada, por
lo que no puede existir una contraprestación económica a cambio.
En Argentina, solamente se puede ser donante vivo de un familiar o
cadavérico pero resguardando la identidad entre donantes y receptores. No se
debe difundir la identidad del donante ni la del receptor. La donación es un
hecho anónimo.
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
Preguntas
1) Todas son una contraindicación absoluta para la donación de órganos, excepto:
a- Embarazo en curso
b- Síndrome de Guillan Barré
c- Síndrome de Reye
d- Sepsis controlada
e- Enfermedades de etiología desconocida
4) Los siguientes signos forman parte de los criterios de muerte encefálica, excepto:
a- Ausencia irreversible de respuesta cerebral, con pérdida absoluta de conciencia
b- Ausencia de respiración espontánea (apnea)
c- Ausencia de reflejos cefálicos y presencia de pupilas fijas no reactivas
d- Inactividad encefálica corroborada por medios técnicos y/o instrumentales adecuados
a las diversas situaciones clínicas
e- Arritmia cardiaca severa
434
Cirugía | Parte III
8) En relación a los donantes de órganos y tejidos, señale cuál de las siguientes afirmaciones
es incorrecta:
a- Se denomina potencial donante a toda persona fallecida que no presenta ninguna
contraindicación médica ni legal para la donación de órganos y tejidos
b- Se denomina donante efectivo a aquel al cual se le ablaciona uno o más órganos
irrigados con o sin tejidos, que son efectivamente implantados en un receptor
c- Donante ideal es un potencial donante de hasta 50 años, sin enfermedades previas, con
función normal de cada uno de sus órganos, con menos de 24 horas de internación y de
ARM
d-Se denomina donante a corazón parado a aquel que sin presentar contraindicaciones ni
legales ni médicas, durante el procedimiento de ablación presenta un paro cardíaco.
e- Se denomina donante multi-orgánico al donante real al que se ablaciona mas de un
órgano irrigado con o sin tejidos
435
Cirugía | Parte III
10) Respecto a la infección por HIV y la donación de órganos, cual de los siguientes
enunciados es incorrecto:
a- La infección por HIV es una contraindicación para la donación de órganos
b- Los niños nacidos de madres HIV+ deberán ser rechazados como donantes
c- Los niños > 18 meses, hijos de madres con infección o riesgo de HIV que no han
recibido lactancia materna en los últimos 12 meses y cuyos estudios de laboratorio, examen
físico e historia clínica no indiquen evidencia de infección por HIV, pueden ser aceptados
como donantes
d- Un receptor portador de una coinfección VHC-HIV con un fallo hepático puede recibir
un hígado proveniente de un donante HIV+
e- Los niños > 18 meses que han nacido con infección o riesgo de infección para HIV que
han seguido con lactancia materna en los últimos 12 meses no deberán ser considerados
como donantes
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Cirugía | Parte III
Bibliografía
INCUCAI. Donación y Trasplante de órganos. Guía de referencia para periodistas. Web:
http://www.incucai.gov.ar/
INCUCAI. Guía para el proceso Donación – Trasplante: material de consulta para el desarrollo del
proceso.
INCUCAI. Manual "Procurar para curar": manual para la selección y mantenimiento del Potencial
Donante.
INCUCAI. Manual de Selección y Mantenimiento.
INCUCAI. Protocolo de Diagnóstico de Muerte bajo Criterios Neurológicos.
Ley 24.193. De Trasplante de Órganos y Tejidos –Texto actualizado por Ley 26.066 –Sancionada:
Marzo 24 de 1993. Promulgada Parcialmente: Abril 19 de 1993
Newsletter transplant. International figures on donation and transplantation 2014. EDQM.
Volume 20. 2015.
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Cirugía | Parte III
TRASPLANTE HEPÁTICO
MIGUEL A. CIARDULLO, FRANCISCO J. MATTERA
Y EDUARDO DE SANTIBAÑES
Introducción
El trasplante hepático es en la actualidad una terapéutica habitual (difundida
por todo el mundo) para tratar pacientes con enfermedades irreversibles del
hígado agudas o crónicas para las cuales no existen tratamientos curativos.
La supervivencia actual en las series oscila entre 80-90 % a 1 año y 70-80 % a
5 años de postrasplante. La mortalidad de 10-15 % de este procedimiento se
contrapone fuertemente con el 100 % de mortalidad que padecen los enfermos
con hepatopatías en fases terminales.
Los comienzos del trasplante hepático se relatan en el volumen 15 de Clio
Chirurgica, editado por Starzl, Groth y Makowka y en Experience in Hepatic
Transplantation, de Starzl y Putnam. En 1955, C. Stuart Welch, de Albania,
Nueva York, informó sobre sus esfuerzos para trasplantar un hígado auxiliar en
perros mestizos sin inmunosupresión. En 1958, Francis Moore describió la
técnica habitual del trasplante ortotópico de hígado en perros (también
Thomas Starzl había desarrollado un modelo similar y efectuado más de 200
trasplantes en perros).
El primer trasplante ortotópico de hígado en humanos lo realizó T. Starzl en
un niño de tres años que padecía atresia de las vías biliares, éste falleció antes
de finalizar la operación, el 1º de marzo de 1963 en Denver, Colorado (Estados
Unidos).
A lo largo de los diez años siguientes, se realizaron cerca de 200 trasplantes
hepáticos en todo el mundo, la mitad de éstos, por Starzl. Menos de una
tercera parte de los pacientes sobrevivía a largo plazo (sobrevida anual, 17 %).
Gracias al descubrimiento de la ciclosporina por Jean Borel en Cambridge
(Inglaterra), el trasplante hepático pasó de ser un procedimiento experimental
a un procedimiento probado para tratar pacientes con cirrosis. En junio de
1983 los Institutos Nacionales de Salud (NIH) celebraron, en Maryland (Estados
Unidos), una conferencia para alcanzar un consenso general sobre el desarrollo
del trasplante hepático. Cuatro grupos procedentes de otros tantos países
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
Indicaciones en pediatría
Los pacientes en los cuales se considera la realización de un trasplante
hepático son los que presentan alguna de las etiologías mencionadas y en los
cuales se observa que:
1) la enfermedad aguda progresa al fallo hepático;
2) la enfermedad crónica evoluciona con factores de agravamiento de
síntomas, mala calidad de vida;
3) la enfermedad metabólica tiene potencial daño neurológico;
4) se presentan alteraciones sistémicas secundarias a la enfermedad
hepática;
5) hepatomalignidad.
442
Cirugía | Parte III
Enfermedades metabólicas
Es la segunda indicación en edad pediátrica. Los pacientes con deficiencias
congénitas de enzimas que tienen su actividad o son sintetizadas en el hígado
pueden ser curados mediante el trasplante de un hígado normal. Los
hepatocitos del hígado trasplantado no expresan fenotípicamente el defecto
genético y funcionan en forma normal.
Hay dos categorías de enfermedades metabólicas, las que no ocasionan
ningún tipo de daño hepático. En casos seleccionados, es necesario indicar el
trasplante combinado (hígado/riñón o hígado/corazón) para tratar el defecto
metabólico primario en el hígado y el órgano blanco dañado. La otra categoría
es donde la lesión hepática domina el cuadro.
443
Cirugía | Parte III
Enfermedad maligna
Si bien no son frecuentes en la infancia, los pacientes trasplantados con
enfermedad maligna tienen un pronóstico pobre. Koneru informó sobre una
444
Cirugía | Parte III
Indicaciones en adultos
Frente a un paciente candidato a trasplante hepático antes de decidir el
ingreso en lista de espera, es importante:
1. Confirmar la necesidad de realizar un trasplante hepático.
2. Investigar la posible existencia de contraindicaciones.
3. Identificar factores que puedan ser importantes en el peri y
postoperatorio.
En la evaluación pretrasplante se confirma la patología de base que motiva el
trasplante, que los síntomas se deban a la enfermedad por la que se indica el
trasplante y que éste pueda curar la enfermedad o prolongar claramente la
supervivencia. Se debe evaluar también el estado de salud del candidato
(especialmente el estado del aparato cardiovascular, respiratorio y renal) y el
estado psicosocial (está en condiciones psíquicas para soportar el
procedimiento y todo el tratamiento posterior al mismo, posee un apoyo para
llevarlo adelante).
El trasplante se debe indicar cuando:
1. la sobrevida del paciente luego de la realización del trasplante es superior
a la observada con el tratamiento convencional;
2. la calidad de vida del paciente con hepatopatía crónica es inaceptable.
Se mencionan como contraindicaciones del trasplante hepático en la
población adulta:
1. edad avanzada (no hay una edad fija pero en mayores de 70 años sólo en
pacientes con excelente estado de salud y sin comorbilidades);
2. infección extrahepática incontrolable;
3. enfermedad extrahepática severa (cardiocirculatoria, respiratoria, renal o
neurológica) no relacionada con la hepatopatía crónica, e imposible de
controlar o corregir;
4. dificultades tanto individuales como familiares para realizar un correcto
seguimiento postoperatorio.
445
Cirugía | Parte III
Cirrosis hepática
Independientemente de la causa (viral, autoinmune, Nash, criptogénica)
cuyas características particulares escapan a esta capítulo, la decisión de incluir
en la lista de espera a un paciente con cirrosis hepática debe estar basada en la
severidad de la enfermedad valorada por el puntaje Child-Pugh o MELD y en la
presencia de complicaciones. Como regla general no está indicado el trasplante
en los pacientes en estadio A de la clasificación de Child-Pugh que no hayan
tenido ninguna complicación importante, ya que la esperanza de vida al año es
mayor sin trasplante que con él. Se debe considerar el trasplante en todo
paciente con cirrosis a partir del estadio B. La supervivencia en los pacientes
con estadio C disminuye significativamente. La aparición de complicaciones
(ascitis, ictericia, hemorragia por várices, encefalopatía o síndrome
hepatorenal) empeora el pronóstico y son factores de agravamiento. La
presencia de uno solo de estos indica la necesidad de incluir el paciente en lista
de espera. También son de mal pronóstico una presión arterial media < a 85
mmHg, un nivel de Na sérico < a 135 mEq/L, un NA urinario > a 10 mEq/L.
446
Cirugía | Parte III
Distribución de órganos
Para que funcione un programa de trasplante es fundamental una buena
procuración de órganos de donantes cadavéricos, y que éstos sean distribuidos
a los pacientes de manera clara y trasparente, única forma que el proceso de
donación (desinteresado y altruista) no se afecte.
En la Argentina, hasta el año 2005 existían tres categorías de acuerdo al
estado del candidato a trasplante: emergencia, urgencia y electivo; en cada una
de ellas la prioridad es según el tiempo en lista de espera. Existiendo varios
centros de trasplante y más pacientes que donantes se buscó una forma que
fuera lo más justa posible y para ello se decidió adoptar el sistema MELD (por
sus siglas en inglés: Model for End-stage Liver Disease, Modelo para
Enfermedad Terminal del Hígado) que se utilizaba en Estados Unidos. Es un
modelo matemático (ver Tabla 1) para predecir mortalidad en pacientes con
hepatopatía crónica terminal y que ha sido validado. A mayor puntaje, mayor
gravedad de la enfermedad y mayor posibilidad de fallecer por ésta.
FÓRMULA MELD
Tabla 1
Los pacientes están inscriptos en una única lista nacional en la que figuran
distribuidos en dos categorías: emergencia (falla hepática aguda) y MELD, en
ésta la distribución es regional pero al superar los 20 puntos hay prioridad
nacional.
Desde este punto de vista la distribución de órganos se realiza priorizando la
gravedad y sólo en caso de empate la antigüedad en la lista. Sólo se consideran
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Cirugía | Parte III
Procedimiento quirúrgico
Consta de una intervención quirúrgica en el donante destinada a obtener el
injerto (que puede ser total o parcial) llamada ablación. Es diferente según sea
el donante cadavérico o vivo. Una cirugía de banco donde se acondiciona el
injerto y un procedimiento quirúrgico en el receptor que tiene tres etapas: la
remoción del hígado enfermo (hepatectomía), la fase anhepática y el implante
del nuevo órgano.
Desarrollaremos el procedimiento para donante cadavérico y describiremos
las variantes para donante vivo.
Ablación multiorgánica
Es importante identificar y realizar un mantenimiento óptimo del donante
para obtener órganos de buena calidad y que puedan funcionar luego de
ablacionados.
Se pueden obtener de un donante los siguientes órganos: corazón, dos
pulmones, hígado entero o dividido (split in situ), páncreas, dos riñones e
intestino delgado. Para lograrlo se necesita una coordinación adecuada entre
los diferentes equipos quirúrgicos participantes en la ablación y un donante
estable. La presencia de un anestesiólogo durante el mismo es fundamental.
La cirugía comienza con una incisión mediana abdominal y la visualización e
inspección macroscópica de los órganos (color, tamaño, consistencia); el
descubrimiento de un hígado cirrótico no advertido o con infiltración grasa
masiva contraindican la ablación, así como la presencia de tumores pueden
hacer abortar el procedimiento. Si los órganos son aptos se continuará con la
ablación.
Sólo se realiza la disección como para colocar las cánulas para perfundir sin
realizar una disección de los pedículos (técnica de ablación rápida) en casos en
que el donante esté inestable (hemodinámicamente). Para la remoción del
páncreas e intestino delgado es recomendable la disección previa de los
pedículos vasculares para la identificación precisa de estas estructuras previa al
clampeo y perfusión de los órganos.
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
Cirugía de banco
Es el procedimiento que se efectúa en el hígado donante una vez que llega al
centro donde se encuentra el receptor y tiene por objeto la preparación del
órgano previa a su implante. La cirugía de banco (back-table) se realiza
generalmente en forma simultánea con la etapa de la hepatectomía en el
receptor. Consiste en preparar el órgano donante de manera tal que queden
eliminados todos los tejidos celuloganglionares y musculares que acompañan al
hígado luego de la ablación en bloque, dejando los vasos libres para poder ser
anastomosados.
En este paso se reconocen las variaciones anatómicas y se procede a la
reconstrucción en caso de encontrarse arterias múltiples. Es en este momento
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Cirugía | Parte III
Cirugía en el receptor
1 | Hepatectomía
Es la primera fase del trasplante y es la parte más variable, pudiendo ser
sencilla en receptores con poca hipertensión portal y sin cirugías previas hasta
imposible de ser cumplimentada (receptores con múltiples cirugías y peritonitis
plástica). La descripción de esta etapa lo es con fines didácticos ya que el
cirujano experimentado determinará por dónde comenzar y cómo seguir. La
disponibilidad de tecnología (coagulador de argón, bisturí ultrasónico, clips,
etc.) y el manejo anestesiológico adecuado facilitan su realización.
Se recomienda una amplia incisión bisubcostal con o sin prolongación
mediana hasta el xifoides (que puede ser resecado) (Figura 9), lo que permite
un cómodo acceso a la cavidad subfrénica derecha y a la vena cava
suprahepática verticalmente. Si la vena umbilical es de tamaño considerable se
aconseja su remoción total para dejarla como injerto venoso de ser necesario.
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
2 | Fase anhepática
Concluida la movilización del hígado y la disección de los elementos del
pedículo realizamos una prueba de clampeo (vena cava y porta), con la
finalidad de evaluar la repercusión hemodinámica en el receptor (Figura 11). Si
la misma es bien tolerada (TA y gasto cardíaco no deben caer de 30 %) se
procede con la hepatectomía total; caso contrario se procederá a una de las
dos técnicas que se describirán a continuación.
Técnica de piggy-back (conservación de la vena cava): esta técnica se utiliza
en aquellos pacientes que debido a que no han desarrollado suficiente
circulación venosa colateral al territorio cava superior no logran compensar la
falta del flujo a la circulación sistémica producida por el clampeo del territorio
venoso infra diafragmático, por lo que al dejar la vena cava retro hepática en su
lugar se evita esta interrupción del retorno venoso, disminuyendo las
posibilidades de hipotensión durante la fase anhepática.
Por ello, pacientes con hipertensión portal leve, metabulopatías con hígado
no cirrótico o pacientes con falla hepática fulminante suelen ser candidatos
para este procedimiento. Otro grupo de pacientes que se benefician con esta
técnica son aquéllos que presentan algún grado de insuficiencia renal que se
agravaría con el clampeo de la vena cava infra hepática, con la consecuente
congestión venosa en el lecho renal.
En pacientes sin hipertensión portal (como sucede en pacientes con
metabulopatías o falla hepática fulminante) la confección de un shunt porto-
cava-termino-lateral transitorio antes de la hepatectomía suele ser de utilidad
ya que, además de aumentar el flujo sanguíneo sistémico circulante, disminuye
las complicaciones relacionadas con una hipertensión portal aguda, como
puede ser el estallido esplénico y la congestión esplácnica (Figura 12).
456
Cirugía | Parte III
Figura 11. Clampeo total hepático Figura 12. Shunt porto-cava transitorio
Figura 13. Bomba veno-venosa Figura 14. Preparación vena cava superior
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Cirugía | Parte III
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3 | Implante
Por último, comenzamos el implante propiamente dicho. Una vez finalizada
la cirugía de banco y preparado adecuadamente el órgano a implantar, se
comienza por realizar la sutura de la vena cava inferior suprahepática que se ha
ampliado a expensas de seccionar los puentes que separan las tres venas
suprahepáticas, mediante un surget de polipropileno 4 o 5-0, controlando una
buena aposición del endotelio. Luego se efectúa la anastomosis de la vena cava
inferior infra hepática durante la cual comenzamos el lavado del injerto con
solución de lactato a 4°C para asegurar la eliminación de las sustancias de
preservación que son muy ricas en potasio y que pueden provocar un paro
cardíaco en el momento del desclampeo (Figura 17).
En los casos en que haya sido preservada la vena cava del receptor, como
sucede con la técnica del piggyback, se procederá a la anastomosis del ostium
superior de la vena cava donante con las venas suprahepáticas del receptor, las
cuales se amplían seccionando sus espolones para lograr una sola boca;
solidarizar las tres es la situación ideal con lo cual se logra una boca de mayor
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
Reducción hepática
Cuando existe diferencia de tamaño entre el hígado donante y la cavidad del
receptor, se debe efectuar una reducción hepática durante la cirugía de banco
(generalmente para colocar hígados de donantes adultos en receptores
pediátricos). Es un procedimiento en el cual se efectúa una hepatectomía en el
hígado donante. La clasificación anatómica de Couinaud y la descripción
detallada de la anatomía quirúrgica hepática de Bismuth, brindan el
fundamento para la realización de la reducción. El objetivo de ésta es sortear la
461
Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
primarias del injerto es casi nulo y permite aumentar el pool de donantes con
excelentes resultados.
Las desventajas atañen al hecho de tener que someter a una persona sana a
un procedimiento quirúrgico mayor como lo es una hepatectomía con el riesgo
de complicaciones y muerte que conlleva. Por este motivo debe ser llevado a
cabo en centros con amplia experiencia en resecciones hepáticas y trasplante,
incluyendo reducciones cadavéricas
Hoy la existencia de múltiples centros utilizándolo justifica su aparición y
aplicación. Ante la carencia de donantes cadavéricos adecuados, es un recurso
con una elevada efectividad, aunque conlleva un potencial riesgo: la vida del
donante sano. La mejor manera de evitar resultados adversos es la adecuada
evaluación del donante y un excelente entrenamiento de los equipos
quirúrgicos y anestesiológicos.
Gracias a este procedimiento es posible evitar la espera prolongada en lista,
con deterioro progresivo del estado general del paciente y consecuentes
índices elevados de mortalidad en lista de espera e intrahospitalaria. El
trasplante se realiza en forma programada con el paciente en mejor estado de
nutrición, inmunológico, infectológico, etc.
Paralelamente, se incrementa el número de trasplantes realizados,
existiendo órganos para pacientes más críticos con necesidad del trasplante a
muy corto plazo.
464
Cirugía | Parte III
Selección de donantes
Existen dos cuestiones clave en la selección de donantes. La primera es que
la donación de hígados por parte de donantes vivos debe ser voluntaria, sin
mediar coerción ni incentivos económicos. La segunda, las condiciones de salud
del potencial donante deben ser tales que no puedan aumentar los riesgos de
su operación. El hígado del donante tendrá que proporcionar una masa
funcional adecuada al potencial receptor y la masa hepática restante deberá
ser suficiente como para minimizar el riesgo de disfunciones hepáticas
postoperatorias en el donante. A pesar de que el número de casos es bajo, la
experiencia actual parece indicar que el riesgo de muerte por lobectomía
hepática derecha en donantes saludables es de aproximadamente 0,3%. La
falla hepática fue la causa de muerte más común. Sin embargo, ésta no se
registró en ausencia de cirrosis subyacente.
Resultados en receptores
Actualmente, la mayor parte de los trasplantes con lóbulo derecho de
donantes vivos se efectúan en receptores incluidos dentro de la categoría 2b o
3 de UNOS (Red Nacional de Procuración de Órganos). Los receptores
gravemente enfermos pueden no tolerar una masa hepática de menor
volumen que la que proporciona el injerto de un órgano entero proveniente de
donante cadavérico. Cuando la masa hepática no es suficiente deviene el
llamado small for size, síndrome que se caracteriza por una marcada colestasis
seguida de insuficiencia hepática y que la mayoría de las veces sólo puede ser
tratada con un retrasplante. Las complicaciones de las vías biliares se
producen, según se informa, en el 15 al 40 % de los receptores de trasplante
hepático con donante vivo.
Complicaciones posoperatorias
Gracias al refinamiento de la técnica quirúrgica, la mejor preparación de los
candidatos a trasplante, el uso de soluciones de preservación más efectivas, los
avances en el manejo intraoperatorio y postoperatorio y la disponibilidad de
más potentes y mejores inmunosupresores se ha hecho del trasplante hepático
un procedimiento muy reglado y seguro.
Por otro lado el empleo cada vez más de donantes subóptimos o marginales
dada la gran disparidad entre oferta (de donantes) y demanda (de receptores)
465
Cirugía | Parte III
hace que las complicaciones sigan siendo una causa importante de pérdida de
órganos (injertos) y de morbimortalidad. Más del 60 % de las fallas del injerto
ocurren dentro del primer mes ya sea por no función primaria, rechazo agudo,
trombosis vasculares, mientras que sólo el 5 % luego del segundo año y están
relacionadas con rechazo crónico no controlado, recidiva de la enfermedad u
obstrucciones vasculares alejadas.
Podemos clasificar esquemáticamente a las complicaciones en el
posoperatorio en quirúrgicas y médicas e inmediatas o tardías. Las
complicaciones quirúrgicas específicas comprenden la disfunción primaria del
injerto, las complicaciones vasculares y las biliares.
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Cirugía | Parte III
Complicaciones vasculares
Son importantes como causa de pérdida del injerto y su frecuencia varía de
acuerdo a las series de 3 a 10 %. No sólo son debidas a fallas técnicas sino
también colaboran el rechazo y el daño de preservación, causantes ambos de
lesiones en la microcirculación. Si bien la causa más común es la obstrucción
parcial o total del vaso (trombosis), también pueden ocurrir rupturas
anastomóticas, formación de pseudoaneurismas y fístulas arteriovenosas.
Trombosis arterial: en general es más frecuente en la población pediátrica
(10 al 15%) que adulta (5 %). La confección de anastomosis con microcirugía o
magnificación es recomendable para disminuir el factor técnico como causa. El
mejor diagnóstico es el precoz, para ello es recomendable el control con
ultrasonido doppler durante los primeros días postrasplante, la disminución o
turbulencia del flujo arterial nos alertará de una posible obstrucción o
hipoflujo, frente a la no visualización de flujo arterial la angiografía es de
imperiosa realización. Es la única manera de confirmar qué está sucediendo y el
paso previo y obligado antes de decidir si estamos frente a hipoflujo por edema
del injerto (rechazo severo o daño de preservación), robo por la arteria
esplénica en cuyo caso se puede recurrir a embolización de este vaso para
dirigir todo el flujo por la arteria hepática, dilatación en caso de obstrucciones
parciales (alejadas), y en caso de obstrucción total desobstrucción quirúrgica
con o sin uso de fibrinolíticos y revascularización. El retrasplante es la
alternativa frente al fracaso con estos recursos.
Actualmente con estas medidas es excepcional estar frente a un cuadro de
necrosis hepática fulminante (gangrena hepática) por trombosis de la arteria
hepática, como se describía en la década del 80.
En general la obstrucción arterial hipoflujo severo conlleva isquemia y
necrosis de la vía biliar con la formación de abscesos intrahepáticos, colangitis y
bilomas, que es lo que ocurre cuando la revascularización fracasa, se realiza
tardíamente o la trombosis ocurre alejada del trasplante. Por ello, frente a todo
paciente con estas manifestaciones en el seguimiento alejado de un trasplante
se debe efectuar además del estudio de la vía biliar (colangioresonancia) un
estudio de la vascularización (angiografía). Las manifestaciones bioquímicas en
general son mínimas y tardías.
También la obstrucción arterial tardía puede ser silente y descubierta sin
manifestaciones ni de laboratorio ni clínicas debido al desarrollo de circulación
colateral.
Trombosis portal: es infrecuente en adultos, 1 a 2 % de los pacientes
trasplantados y entre los factores de riesgo se incluyen la presencia de
trombosis portal previa, shunt porto sistémico previo quirúrgico o espontáneo,
utilización de injerto venoso como puente a la mesentérica. En el postrasplante
467
Cirugía | Parte III
Complicaciones biliares
Continúan siendo el talón de Aquiles del trasplante: su frecuencia varía
según las series entre el 13 y el 34 %, y su forma de presentación es variable.
Son mucho más frecuentes en hígados reducidos ya sea cadavéricos o mayor
aún de donante vivo adulto. Debemos dividir a las complicaciones entre
anastomóticas y no anastomóticas.
La reconstrucción de la vía biliar preferida actualmente es la anastomosis
colédoco-colédoco. Como complicaciones pueden ocurrir fístulas o estenosis.
Las primeras generalmente en el posoperatorio inmediato y las segundas en
general más tardías, pero pueden ocurrir estenosis más tempranas con esta
técnica. El empleo del tubo de Kehr es controvertido, debido a la gran cantidad
de complicaciones relacionadas con su uso (fistulas biliares, migración,
rupturas). Su uso evitaría estenosis y permite monitorear la vía biliar, que
puede hacerse por medio de colangioresonancia de alta definición que permite
estudiar la vía biliar de forma incruenta. No lo empleamos rutinariamente.
Como se mencionó anteriormente siempre frente a una complicación biliar
debe descartarse una complicación arterial.
Las bilirragias se observan más como complicación de la línea de transección
hepática (hígados reducidos, split, DVR) que de fugas anastomóticas. En este
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Cirugía | Parte III
Cuidados en el posoperatorio
El cuidado inicial y las medidas en el paciente trasplantado hepático,
dependen del estado previo (severidad de la insuficiencia hepática y
comorbilidades) del mismo y de cómo resultó el procedimiento quirúrgico.
Si bien los pacientes pasan a la unidad de cuidados intensivos intubados, con
monitoreo hemodinámico (catéter de Swan-Ganz, presión arterial media) hay
publicaciones de pacientes trasplantados que son recuperados en el quirófano
y extubados en él (fast track).
Los pacientes trasplantados por patologías crónicas (cirrosis) se encuentran
inicialmente hiperdinámicos y persisten en el tiempo en esta situación
normalizándose con el transcurso de los meses. Se debe mantener una
adecuada función cardiovascular y reposición de pérdidas con infusión de
coloides (plasma albúmina).
Si se mantiene al paciente en ARM, debe mantenérselo con una PO2 cercana
a 100 mmHg y normocápnico para impedir aumentos en la resistencia vascular
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Cirugía | Parte III
Complicaciones infecciosas
Las complicaciones infecciosas constituyen una de las principales causas de
morbimortalidad y se describen con una incidencia del 45 al 80 %. En el
posoperatorio temprano son más frecuentes las infecciones bacterianas
habitualmente por gérmenes gram negativos, enterococos o estafilococos y
relacionados con complicaciones técnicas. El 75 % de las infecciones
bacterianas se produce en el primer mes postrasplante.
Los sitios más comunes de infección son colecciones intraabdominales,
herida quirúrgica, pulmón, catéteres centrales y, en pacientes con
complicaciones en la arteria hepática, abscesos hepáticos y colangitis. Se deben
retirar lo más rápidamente posible los catéteres utilizados durante la cirugía y
suspender la profilaxis antibiótica dentro de las 48 horas, para evitar el
desarrollo de cepas resistentes.
Las infecciones fúngicas severas tienen una mortalidad elevada y son
habitualmente de difícil diagnóstico. El hongo causante más frecuente es
candida albicans, aunque aspergilosis y criptococosis también han sido
descriptas, en todos los casos asociadas a factores de riesgo como el uso de
antibióticos, alteraciones de la función hepática y renal, reintervenciones
quirúrgicas y estadía prolongada en la Unidad de Cuidados Intensivos. El uso de
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Cirugía | Parte III
Inmunosupresión
El tratamiento inmunosupresor tiene como objetivo prevenir o revertir el
rechazo del injerto, alterando lo menos posible la inmunidad no relacionada
con el injerto. Debe buscar el equilibrio entre la máxima eficacia para evitar el
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Cirugía | Parte III
rechazo del injerto y la mínima cantidad posible para evitar los efectos del
exceso de inmunosupresión (infecciones oportunistas y neoplasias) y la
toxicidad directa de las drogas inmunosupresoras (renal, diabetes,
hipertensión, hiperlipemia y osteoporosis). Con la intención de conseguir un
nivel adecuado de inmunosupresión, con los menores efectos secundarios
posibles, se utilizan en distintas combinaciones medicamentos que actúan en
las diferentes fases del ciclo celular y aprovechar el efecto sinérgico que tiene
algunos entre sí.
Se pueden utilizar diferentes esquemas de inducción (el utilizado durante los
primeros tres meses, cuando el riesgo de rechazo es mayor). Mencionaremos
los siguientes:
Doble terapia con inhibidor da calcineurina y esteroides. Es el primer
esquema utilizado y el que permitió obtener buenos resultados. Se lo considera
el tratamiento estándar. Los resultados son buenos, con incidencia de rechazo
del 35-50 % y una supervivencia del paciente del 80-90 % al año. Sin embargo
se acompañan de una elevada morbilidad que afecta la sobrevida a largo plazo
por efectos secundarios de la inmunosupresión (oportunistas y tumores),
gravedad de la recidiva de la enfermedad viral y efectos tóxicos.
La incorporación de nuevos agentes inmunosupresores como mofetil
micofenolato, anticuerpos monoclonales contra el receptor de la interleukina-2
(basiliximab y daclizumab) y agentes inhibidores de la señal de proliferación
(sirolimus, everolimus) durante los últimos años ha permitido nuevas pautas
inmunosupresoras.
La triple terapia con inhibidor de la calcineurina, esteroides y micofenolato
que disminuye la incidencia de rechazo agudo precoz, rechazo agudo tardío
(después del sexto mes) y enfermedad linfoproliferativa postrasplante,
aumentando la supervivencia del paciente y del injerto, tanto en pacientes
trasplantados por cirrosis por virus C como por otras etiologías.
Se ha demostrado que la adición de basiliximab a un régimen de ciclosporina
y corticoides disminuye significativamente la incidencia y gravedad del rechazo,
sin aumentar los efectos secundarios.
También se han ensayado inmunosupresión sin corticoides y tolerancia al
injerto, pero este último sólo experimentalmente sin lograr resultados en el
trasplante clínico.
Consideraciones finales
El trasplante hepático es un capítulo de la cirugía apasionante que está en
permanente cambio por los avances, que estimula a los cirujanos que lo
practican a estar siempre atentos y trabajar en nuevos proyectos con el mismo
472
Cirugía | Parte III
473
Cirugía | Parte III
Bibliografía
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474
Cirugía | Parte III
TRASPLANTE RENAL
MARIANO G. MASSA, DIEGO SURUR,
ROBERTO F. TANUS Y JORGE C. RAIMONDI
La insuficiencia renal crónica estadio V (etapa terminal del fallo renal con
filtrado glomerular menor de 15ml/min) puede ser tratada con reemplazo de la
función renal, a través de diálisis (hemodiálisis o diálisis peritoneal) o el
trasplante renal. Este último está considerado, con fundamento, como la mejor
opción terapéutica pues permite al paciente una recuperación funcional más
integral y claramente una mejoría de su calidad de vida.
El trasplante de riñón es un procedimiento quirúrgico para el tratamiento de
la insuficiencia renal crónica en estadio V (IRCT). Consiste en el implante de un
riñón procedente de un donante en un paciente receptor, mediante
anastomosis quirúrgica arterial, venosa y de la vía urinaria El riñón del donante
es colocado en la fosa iliaca del receptor (raramente es ortotópico).
Dependiendo de la fuente del órgano donado, el trasplante de riñón es
clasificado como de dador cadavérico (muerte bajo criterios neurológicos, o
dadores en asistolia) o de dador vivo.
Historia
Durante siglos la humanidad intentó prácticas relacionadas con el trasplante,
sin conocimiento de los fenómenos biológicos implicados en la interacción
entre el receptor y el donante.
Durante la Segunda Guerra Mundial, mediante experimentos realizados por
el investigador británico Peter Medawar, se definieron las bases biológicas del
trasplante, denominadas leyes del trasplante.
Hasta la década del 50 se realizaron intentos de trasplante renal sin utilizar
inmunosupresores. En 1952, Jean Hamburger llevó a cabo el primer trasplante
con donante vivo relacionado (madre-hijo), con buena evolución hasta el dia 21
post-operatorio cuando el receptor presentó anuria, rechazo y falleció.
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
Evaluación pre-trasplante
Se entiende por evaluación pre-trasplante a una serie de procedimientos que
se realizan para determinar si un paciente portador de insuficiencia renal
crónica estadio V es apto para recibir un trasplante o no. Del resultado de la
evaluación pueden surgir tres posibilidades:
Apto para trasplante
No apto para trasplante
No apto transitorio para trasplante
Objetivos
Informar y orientar al paciente respecto de los riesgos, beneficios y
responsabilidades frente al trasplante para que pueda tomar una
decisión libre.
Identificar factores que contraindiquen el trasplante.
Detectar condiciones que aumenten el riesgo inherente al
procedimiento (perioperatorios/inmunosupresión) permitiendo que
sean tratadas previamente, lo que disminuye la morbimortalidad
asociada a la práctica.
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Cirugía | Parte III
Relevamiento de antecedentes
Se deben tener en cuenta:
Enfermedades heredo-familiares
Causa de IRCT
Duración y modalidad dialítica
Trasplantes previos y su evolución
Patologías cardiovasculares
Enfermedades metabólicas
Cirugías previas
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Cirugía | Parte III
Evaluación cardiovascular
La mortalidad CV en la población de diálisis y trasplantada es superior
respecto de la población general siendo la principal causa de muerte con riñón
funcionante.
Evaluación urológica
Para que pueda llevarse a cabo el trasplante renal, el tracto urinario debe
reunir determinadas condiciones, a saber:
Reservorio que permita almacenar un adecuado volumen de orina a
baja presión.
Mecanismo de control uretral competente que asegure la continencia.
Vaciamiento completo de la vejiga, ya sea por diuresis espontánea o
cateterismo limpio intermitente.
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Cirugía | Parte III
Aspectos psico-sociales
Se deben evaluar conductas o aspectos sociales que puedan influir
negativamente sobre el resultado del trasplante.
El candidato a trasplante debe tener suficiente habilidad cognitiva para
entender los riesgos a los que se expone con el trasplante, los beneficios que
logra y los cuidados que debe tener cuando esté trasplantado.
El trasplante está contraindicado para severos trastornos de la personalidad,
no adherencia al tratamiento dialítico, abuso activo de sustancias, psicosis no
controlada, retraso mental severo sin contención de entorno apropiado.
Evaluación inmunológica
La tipificación HLA es esencial para ser inscripto en lista de espera para
trasplante. Además de esta prueba, es necesario conocer si existe algún grado
de sensibilización en el candidato a trasplante y en qué magnitud, por lo que
periódicamente se determina la reactividad frente a un panel de linfocitos.
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Cirugía | Parte III
Aspectos inmunológicos
El sistema inmunológico es fundamental para la aceptación del trasplante y
el desarrollo de rechazo.
En términos generales es necesario respetar la compatibilidad ABO en el
trasplante de órganos con la finalidad de evitar la ocurrencia de rechazo
hiperagudo mediado por isoaglutininas anti A o anti B.
Los individuos genéticamente diferentes tienen en la superficie de las células
moléculas polimórficas que constituyen parte de su identidad molecular. Estas
moléculas son principalmente del sistema HLA (human leucocyte antigens) y
son reconocidas por el sistema inmunológico del individuo trasplantado
desencadenando un proceso llamado rechazo.
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Pruebas de cross-match
La prueba de cross-match se realiza para detectar en el suero del receptor la
presencia de anticuerpos preformados contra los antígenos HLA del donante.
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Ablación cadavérica
En un operativo de ablación multiórgánica, una vez ablacionados el corazón,
los pulmones, el hígado y el páncreas, es el turno de extirpar los riñones.
Estos son removidos en bloque con la vena cava y la arteria aorta.
Los ligamentos laterales de ambos riñones son seccionados, los uréteres se
seccionan lo más distal posible cerca de su entrada a la vejiga. Luego se
secciona la vena cava y la arteria aorta cerca de su bifurcación en vasos ilíacos.
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Una vez divididos los músculos anchos del abdomen, se rechaza la bolsa
peritoneal hacia la línea media, y por trasparencia se dejan ver los vasos ilíacos.
Se diseca la vejiga para prepararla para la anastomosis futura.
Se procede a exponer únicamente los segmentos vasculares necesarios para
lograr una anastomosis correcta, evitando disecciones innecesarias y logrando
una prolija linfostasia para evitar linfoceles post-operatorios.
La anastomosis venosa comienza con un clampeo lateral de la vena ilíaca
externa o bien un clampeo proximal y distal al sitio donde se emplazará la
anastomosis.
Se realiza un ojal adecuado al tamaño de la vena del injerto y se practica la
anastomosis términolateral continua con polipropileno 5-0. Una vez terminada,
se clampea la vena renal lo más próximo a la anastomosis posible y se liberan
los clamps de la vena ilíaca para restituir el flujo del miembro inferior, evitando
el ingreso de sangre al injerto.
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Estenosis
Puede ser secundaria a fallas en la técnica del implante, edema de la unión
vésico-ureteral, twister del uréter, compresión ureteral por hematoma,
anormalidades del árbol urinario del donante.
Son más tardías y se anuncian por un descenso de la diuresis y/o aumento de
los valores de creatinina en sangre. La ecografía es diagnóstica y la nefrostomía
percutánea permitirá localizar el punto exacto con eventual dilatación
percutánea como tratamiento. Si esta fracasa, la reanastomosis con la vejiga o
con el uréter nativo serían los pasos a seguir.
Linfocele (1-10 %)
Es una colección en la celda del trasplante renal secundaria a la acumulación
de linfa. Hay que diferenciarla del urinoma. En caso de ser pequeño cursa de
manera asintomática y se resuelve espontáneamente. Las colecciones de
mayor tamaño ocurren generalmente entre los 15 y 180 días post-trasplante y
pueden provocar compresión de estructuras adyacentes, dando lugar a
alteraciones funcionales del injerto, uronefrosis, edema del miembro inferior
homolateral al implante. El diagnóstico se realiza por ecografia, punción y
análisis bioquimico del líquido encontrándose niveles de Na, K, urea y
creatinina en linfa semejantes al plasma.
El tratamiento consiste en la evacuación percutánea y si se reproduce, en la
confección de una ventana linfocele-peritoneal, la cual se lleva a cabo por
videolaparoscopia.
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Trasplantectomía precoz
Se reabre la incisión anterior y se moviliza el injerto con facilidad por la falta
de adherencias. El control vascular de las ilíacas es importante ya que no es
despreciable el número de complicaciones vasculares en estas
reintervenciones. Se ligan por separado la vena y la arteria renal del injerto
dejando un cabo de estas para no tener que reparar las bocas anastomóticas
en los vasos receptores y se reaseguran con sutura. Se inspecciona la lodge
renal y se realiza una hemostasia minuciosa.
Trasplantectomía alejada
Aquí la inflamación crónica por rechazo del injerto genera un ambiente de
densa fibrosis haciendo difícil la identificación de los elementos anatómicos y
adhiriendo el peritoneo.
Se ingresa por la cicatriz del implante previo y se seccionan los planos hasta
llegar al parénquima renal, este abordaje directo se hace algo hacia afuera para
evitar la apertura accidental del peritoneo. Como la disección alrededor del
riñón sería peligrosa, se abre la cápsula del injerto y en forma digital se lo
despega del parénquima subyacente. Al llegar al seno renal, habiéndolo
rodeado se corta la cápsula y se accede a la pelvis y los vasos renales. Aquí se
pueden ligar los elementos por separado o bien se puede colocar un clamp en
bloque, verificar que el pulso en la arteria ilíaca este presente, y seccionar por
encima del clamp extirpando el injerto y luego realizar la hemostasia de la vena
y de la arteria.
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Cirugía | Parte III
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Inmunosupresión
La inmunosupresión es fundamental para el éxito del trasplante renal,
especialmente durante el periodo post-trasplante inmediato, cuando es más
frecuente el rechazo agudo.
Los efectos adversos comunes de las drogas inmunosupresoras incluyen
mayor riesgo de infecciones y de neoplasias. Por otro lado, todos los
inmunosupresores tienen efectos adversos específicos y dosis dependientes.
La mayoría de los esquemas inmunosupresores actuales asocian varias
drogas con el objetivo de reducir los efectos adversos, manteniendo o
potenciando la eficacia de cada droga por separado.
La terapia inmunosupresora debe ser individualizada de acuerdo a las
características del receptor y del donante, debiendo considerarse en su
elección distintos factores:
Características del receptor: edad, sexo, patologías concomitantes,
grado de sensibilización, compatibilidad HLA.
Características del donante: origen del injerto (donante vivo o
cadavérico), tiempo de isquemia fría, donante con criterios
expandidos.
Evolución del trasplante en su fase inicial: función retardada del
injerto, rechazo agudo.
Evolución a largo plazo: disfunción crónica del injerto, neurotoxicidad
por drogas, efectos adversos en el receptor.
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Cirugía | Parte III
Inmunosupresores de mantenimiento
Anticalcineurínicos: tacrolimus y ciclosporina A microemulsión.
Antiproliferativos: azatioprina, micofenolato mofetil (MMF), micofenolato
sódico (MFS).
Inhibidores de mTOR: sirolimus, everolimus.
Esteroides: prednisona, metilprednisona.
Proteína de fusión: Belatacept.
Se recomienda iniciar la inmunosupresión con terapia triasociada basada en
anticalcineurínico, antiproliferativo y esteroides.
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Rechazo
Los individuos tienen en la superficie de las células moléculas del sistema
mayor de histocompatibilidad (HLA) que constituyen parte de su identidad
molecular.
Estas moléculas son reconocidas por el sistema inmunológico del individuo
trasplantado, desencadenando un proceso llamado rechazo. El rechazo del
injerto corresponde a un cuadro clínico caracterizado por deterioro de la
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RA celular
El RA de tipo celular se manifiesta en la biopsia por la acumulación de células
mononucleares en el intersticio renal, acompañado por inflamación de los
túbulos (tubulitis). La aparición del RA depende de la respuesta aloinmune
contra las moléculas de superficie celular conocidas como antígenos del
complejo mayor de histocompatibilidad (MHC) de clase I y II (HLA). Las células T
reconocen estos antígenos extraños tanto en las células del injerto (vía directa)
o a través de un reprocesamiento en las células presentadoras de antígenos del
huésped (vía indirecta).
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Cirugía | Parte III
Rechazo humoral
Un segundo tipo de RA ampliamente estudiado en los últimos años es el
mediado por anticuerpos llamado rechazo humoral. Puede ser de presentación
hiperaguda, pero puede seguir también una presentación clínica similar al
rechazo celular y su diagnóstico se basa en la biopsia renal. Los factores de
riesgo para su desarrollo son la pre-sensibilización y la sub-inmunosupresión. La
histopatología muestra daño vascular, pudiendo observarse, en casos severos,
microtrombos, hemorragias, necrosis de la pared vascular e infartos. Existe una
alta correlación con depósitos de fragmentos inactivos del complemento C4d
en la mayoría de los capilares peritubulares y la presencia de anticuerpos
donante-específicos circulantes.
El tratamiento del rechazo humoral requiere una estrategia diferente del
rechazo celular mediante el uso de plasmaféresis y gammaglobulina EV (los
mejores resultados están asociados al agregado de Rituximab al tratamiento ya
expuesto. En casos exepcionales se usa el inhibidor de proteosoma
Bortezomib).
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Cirugía | Parte III
Complicaciones infectológicas
Las complicaciones infectológicas dependen fundamentalmente del estado
de inmunosupresión del paciente y de las exposiciones epidemiológicas a las
que se vea sometido.
Esquemáticamente pueden describirse distintos periodos en relación a las
complicaciones infectológicas más frecuentes:
Primeros meses post-trasplante
Infecciones hospitalarias
Herida quirúrgica
Urinarias
Segundo al sexto mes post-trasplante
Infecciones oportunistas (virus, hongos)
A partir del sexto mes
Predominan las infecciones de la comunidad
Diabetes post-trasplante
Su frecuencia es del 10 al 32 %.
Entre los factores asociados se incluyen
Fármacos inmunosupresores: tacrolimus
esteroides
503
Cirugía | Parte III
Obesidad
Antecedentes familiares
Serologia positiva para hepatitis C
Anemia
Se describe con una frecuencia elevada (40 %). Su incidencia y severidad se
relaciona con la función renal. Es de etiología multifactorial (toxicidad por
drogas, pérdidas hemáticas). Se debe considerar oprtunamente el uso de
eritropoyetina para su tratamiento.
504
Cirugía | Parte III
Factores de riesgo
Factores inmunológicos
Grado de compatibilidad HLA
Inmunosupresión
Rechazo
Factores no inmunológicos
Edad del donante y masa nefronal
Tiempo de isquemia
Síndrome isquemia-reperfusión
Inmunosupresión nefrotóxica
Infecciones en el receptor: CMV, poliomavirus BK
Condiciones del receptor: HTA, dislipemia
505
Cirugía | Parte III
INCUCAI
506
Cirugía | Parte III
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507
Cirugía | Parte III
TRASPLANTE INTESTINAL
PABLO FARINELLI, DIEGO RAMISCH
Y GABRIEL GONDOLESI
Introducción
El trasplante intestinal surge como opción terapéutica para pacientes con
insuficiencia intestinal permanente y falla a la nutrición parenteral total (NPT).
La Insuficiencia Intestinal (II) se define como la incapacidad del tracto
gastrointestinal para mantener el equilibrio calórico, hídrico y/o electrolítico,
además de permitir el crecimiento en los niños. Según el tiempo de duración, la
insuficiencia intestinal puede ser aguda (menor a 6 meses) o crónica, mayor a
este lapso; y de acuerdo a la reversibilidad del cuadro, puede dividirse en
transitoria (reversible) o permanente (irreversible).
La etiología más frecuente de insuficiencia intestinal es el síndrome de
intestino corto, secundario a una resección masiva del intestino delgado, cuyas
causas varían de acuerdo al grupo etario analizado; las causas más comunes en
niños son la atresia intestinal, la gastrosquisis, la enteritis necrotizante, el
vólvulo y la mal rotación, mientras que en la población adulta lo son la
isquemia mesentérica, el vólvulo, el trauma abdominal, la enteritis radiante y
las complicaciones asociadas a la cirugía abdominal (fístulas) o a la enfermedad
de Crohn.
Otras causas menos frecuentes de insuficiencia intestinal son las anomalías
congénitas del enterocito (enfermedad de inclusión microvellositaria y displasia
epitelial congénita, entre otras) y las alteraciones neuromusculares como
enfermedad de Hirshprung extendida o la pseudo obstrucción intestinal
crónica.
Existen predictores anatomo-clínicos de dependencia a la NPT (es decir de
que la insuficiencia intestinal sea irreversible), habiéndose identificado que
pacientes adultos con < 100 cm de intestino delgado o pediátricos con < 30 cm,
que presentan una yeyunostomía terminal o falta de válvula ileocecal y > 2
años en NPT tendrán > 90 % de posibilidades de necesitar soporte nutricional
parenteral permanente.
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Cirugía | Parte III
Indicaciones
Un paciente será candidato para trasplante intestinal (TxI) cuando no pueda
continuar recibiendo NPT debido a la aparición de complicaciones relacionadas
a su uso. La aparición de estas complicaciones ha sido denominada falla de la
nutrición parenteral. La enfermedad hepática asociada a la II y nutrición
parenteral es la más grave seguida por la pérdida de accesos vasculares y la
sepsis recurrente asociada al catéter. Estas tres han sido aceptadas
internacionalmente como las principales causas que llevan a indicar el
trasplante en todo paciente portador de insuficiencia intestinal crónica
irreversible.
La detección precoz de estas complicaciones es necesaria para intervenir
sobre ellas, ya sea para extender la supervivencia en soporte parenteral de
aquellos que no califican para trasplante o para evitar que las mismas se
transformen en contraindicaciones para el trasplante.
Los pacientes en NP desarrollarán 1 a 4 infecciones del catéter/1000 días de
soporte; 5 al 28 % de ellos desarrollarán trombosis de sus accesos, y en general
47 % desarrollarán alteraciones bioquímicas o histológicas hepáticas a cinco
años de iniciado el soporte. La rapidez en el desarrollo de esta última
complicación dependerá además de otros factores, como la longitud del
intestino residual, la presencia de circulación entero-hepática, la prematurez o
edad de inicio del soporte por encima de los 60 años, como así también del
número y tipo de infecciones asociadas al catéter, entre otros.
Los avances en el desarrollo de la NP y el manejo de los pacientes con II ha
producido un cambio en la indicación del trasplante, la enfermedad hepática
asociada a II y NPT ha sido desplazada al segundo lugar, mientras que en la
actualidad la principal indicación es la falta de accesos vasculares.
Si un paciente es portador de insuficiencia intestinal y fallo a la NP pero con
función hepática normal, deberá indicarse un trasplante de intestino aislado,
de igual forma si dentro de los signos de falla al soporte parenteral presenta
colestasis pero con biopsia hepática con fibrosis leve (< a grado 3, escala
Metavir), ya que se ha podido demostrar la regresión de la fibrosis luego del
trasplante intestinal con discontinuación de la NP. Si por el contrario, la biopsia
excede este criterio debemos indicar un trasplante combinado hepato-
intestinal.
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Figura 3. Clasificación de injertos que incluyen intestino delgado. Modificado de Abu Elmagd K.
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Figura 4. Anastomosis vascular con drenaje venoso mesentérico. VMS: vena mesentérica superior;
AMS: arteria mesentérica superior
Figura 5. Anastomosis vascular con drenaje venoso sistémico. VCI: vena cava inferior; AMS: arteria
mesentérica superior
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gravedad que representa esta complicación se debe tener una alta sospecha
clínica en todo paciente que presente acidosis metabólica, cambios en la
coloración y trofismo de la ostomía, pérdida de la señal en el doppler pulsado
de la ostomía y confirmación mediante ecografía doppler color debiendo
realizar exploración quirúrgica para valoración del intestino y posibilidad de
realizar trombectomía con altas probabilidades de remoción del injerto.
Drogas inmunosupresoras
Las drogas inmunosupresoras se dividen en grupos de acuerdo a su
mecanismo de acción (Tabla 1); el objetivo es inhibir en distintos sitios de
acción la respuesta inmunológica responsable del rechazo del órgano. A
continuación se describen las diferentes drogas, su mecanismo de acción y sus
principales efectos adversos.
El esquema de inmunosupresión para el trasplante de intestino se realiza en
dos etapas: inducción (durante el trasplante) e inmunosupresión primaria o de
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Cirugía | Parte III
Fase S - Micofenolato
Síntesis de ADN
Proliferación de células T
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Agradecimientos: A los Dres Luis Moulin y Juan Padín por el trabajo realizado
en la edición de los videos correspondientes al capítulo.
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
528
Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
Introducción
En 1927, Frederick Grant Banting, un cirujano canadiense, ganó el premio
Nobel por el co-descubrimiento de la insulina, el más grande hito en el manejo
de la diabetes.
La diabetes es una de las enfermedades más devastadoras en términos
individuales, sociales y económicos. Se espera que esta enfermedad afecte la
vida de 380 millones de personas en el año 2025 (Figura 1).
Figura 1. Comparación entre la mortalidad global calculada para 2010 y la mortalidad calculada para
la diabetes tipo 1 (insulino-dependiente), para 2010 y 2020
Fuente: World Health Organization
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Cirugía | Parte III
El trasplante de páncreas
Sin duda, el desafío quirúrgico actual y la opción más realista es el reemplazo
total del páncreas. Sin embargo, luego de años de práctica, y siendo una
terapia completamente aceptada, el trasplante de páncreas vascularizado tiene
algunas particularidades que lo hacen uno de los trasplantes más complejos en
términos clínicos y quirúrgicos.[8] En particular, se deben tener en cuenta los
siguientes ítems: la edad del donante ideal debería rondar los 25 años; se
deben evitar los donantes con pancreatitis o trauma abdominal. El órgano debe
ser perfundido con una solución de preservación adecuada en términos de
volumen y presión. El tiempo de preservación en isquemia fría no debería
superar las 12 horas y, sobre todo, la técnica de ablación debe ser efectuada
531
Cirugía | Parte III
por cirujanos entrenados evitando el manoseo y trauma del órgano (Figura 2).[9,
11]
Figura 3. Reconstrucción vascular del páncreas. AE: arteria esplénica; AM: arteria mesentérica
superior; AIP: arteria ilíaca primitiva con su bifurcación; VP: vena porta
532
Cirugía | Parte III
Figura 4. Preparación para la revascularización arterial del páncreas. La arteria superior es la ilíaca
que reconstruyó los vasos mesentéricos y esplénicos; la arteria inferior con la perforación (para la
anastomosis) efectuada es la ilíaca primitiva del receptor
Fuente: Hospital Italiano de Buenos Aires
533
Cirugía | Parte III
Resultados
Según los datos del último informe del Registro Internacional de Trasplante
de Páncreas (IPTR), se habían realizado en el mundo casi 20.000 trasplantes,[16]
con los siguientes resultados para el trasplante doble de páncreas y riñón: al
año, 98 %, 94 % y 89 % para paciente, riñón y páncreas respectivamente. La
supervivencia del páncreas varía en términos del tipo del trasplante, siendo la
supervivencia anual de 89 %, 88 % y 66 %, para las modalidades de trasplante
simultáneo de riñón y páncreas, trasplante de páncreas sucesivo a un
trasplante renal y trasplante de páncreas aislado. En esas modalidades la
supervivencia de pacientes al año fue: 95 %, 95 % y 98 % respectivamente.
La pérdida inmediata del páncreas debido a causas inmunológicas varía
entre un 1,8 % y un 6,6 %.
Las fallas técnicas debido al tipo de derivación endocrina varían entre un 8,9
% para la derivación intestinal en trasplante simultáneo de páncreas y riñón y
6,9 % para la derivación vesical en el mismo tipo de trasplante.
El resto de las complicaciones técnicas se distribuyen entre 4,3 a 6,4 % para
la trombosis vascular; 1,1 % para las causas infecciosas; 0,3 a 0,8 % para la
pancreatitis; 0,3 a 0,7 % para las fallas anastomóticas y 0,3 a 0,5 % para el
sangrado postoperatorio.
Los datos en relación a la supervivencia de pacientes y órganos a muy largo
plazo (más de 5 años), varían de centro a centro, pero en general los resultados
se estabilizan en un 70 % a partir del quinto año.
En conclusión, el trasplante de páncreas en cualquiera de sus modalidades es
una terapéutica efectiva en aquellos pacientes en los cuales por diversos
534
Cirugía | Parte III
535
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Cirugía | Parte III
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537
Cirugía | Parte III
TRASPLANTE PULMONAR
DOMINGO J. CHIMONDEGUY Y JUAN BRAGA MENÉNDEZ
Introducción
El trasplante de pulmón consiste en reemplazar uno o los dos pulmones de
un paciente con enfermedad pulmonar terminal avanzada, por uno o dos
pulmones sanos provenientes de un donante que puede ser cadavérico o vivo.
El primer trasplante pulmonar realizado en humanos fue reportado por
James D. Hardy en 1963, practicado en el Hospital Universitario de Mississippi
(Estados Unidos). Se trató de un trasplante unipulmonar izquierdo practicado
en un paciente enfisematoso de 58 años, con diagnóstico de carcinoma
escamoso en el pulmón izquierdo. Luego del trasplante sobrevivió diecinueve
días.
Fue recién en 1983, con el advenimiento de la ciclosporina como
inmunosupresor, que Joel Cooper del Hospital General de Toronto (Canadá)
realizó con éxito a largo plazo el primer trasplante unipulmonar en un paciente
con fibrosis pulmonar idiopática. Se trató de un trasplante pulmonar único
derecho, que sobrevivió seis años a la cirugía. Hasta ese momento se habían
realizado alrededor de 44 trasplantes pulmonares en el mundo con una
supervivencia menor a los seis meses.
En 1986, también Joel Cooper en Toronto, practicó el primer trasplante
bipulmonar en una mujer de 42 años que padecía enfisema, obteniendo una
sobrevida de catorce años tras la cirugía.
Las principales complicaciones asociadas al trasplante inicialmente estaban
relacionadas con la anastomosis bronquial y la inmunosupresión. Actualmente
el trasplante pulmonar es una técnica internacionalmente aceptada para el
tratamiento de la enfermedad pulmonar terminal avanzada. Se han
estandarizado y protocolizado tanto la técnica quirúrgica como la
inmunosupresión y tratamiento posterior del paciente trasplantado. Los
avances en la preservación del órgano del donante y la correcta selección del
receptor también contribuyeron a mejorar los resultados.
538
Cirugía | Parte III
Contraindicaciones
El trasplante de pulmón es una terapia compleja con un riesgo significativo
de morbilidad y mortalidad peri operatoria. Por eso es importante tener en
cuenta la suma total de las contraindicaciones y comorbilidades.
Contraindicaciones absolutas
Historia reciente de malignidad. Se sugiere un intervalo libre de
enfermedad de 5 años en la mayoría de los casos. En los pacientes
con un bajo riesgo predicho de recurrencia puede aceptarse un
intervalo libre de enfermedad de 2 años.
Disfunción significativa no tratable de otro sistema u órgano principal
(por ejemplo, corazón, hígado, riñón o cerebro) a menos que el
trasplante de órganos combinado se pueda realizar.
Enfermedad aterosclerótica no corregida con sospecha o
confirmación de la isquemia de los órganos diana o disfunción y/o la
enfermedad de la arteria coronaria no susceptible de
revascularización.
Inestabilidad médica aguda, incluyendo, pero no limitado a, sepsis
aguda, infarto de miocardio e insuficiencia hepática.
Diátesis hemorrágica incorregible.
Infección crónica por microbios altamente virulentos y/o resistentes
mal controlada pre-trasplante.
Evidencia de infección activa por Mycobacterium tuberculosis.
Deformidad severa de la pared torácica o de la columna que se espera
cause una grave restricción después del trasplante.
539
Cirugía | Parte III
Contraindicaciones relativas
Edad > 65 años en asociación con otras contraindicaciones relativas.
Obesidad clase I (IMC 30,0-34,9 kg/m2), en particular la obesidad
troncal (central).
Desnutrición severa o progresiva.
Osteoporosis grave sintomática.
Cirugía extensa de tórax previa con resección pulmonar.
La ventilación mecánica y/o de soporte vital extracorpóreo. Sin
embargo, los candidatos cuidadosamente seleccionados sin otra
disfunción orgánica aguda o crónica pueden ser trasplantados con
éxito.
La colonización o infección con bacterias altamente resistentes o
altamente virulentas, hongos y ciertas cepas de micobacterias (por
ejemplo, la infección crónica extrapulmonar se espera que empeore
después del trasplante).
Para los pacientes infectados con hepatitis B y/o C, el trasplante de
pulmón puede ser considerado en ausencia de, clínica, radiología, o
signos bioquímicos de cirrosis o hipertensión portal significativas y
estables con la terapia adecuada.
Para los pacientes infectados con el virus de la inmunodeficiencia
humana (VIH), un trasplante de pulmón puede ser considerado en
pacientes con enfermedad controlada con niveles indetectables de
ARN-VIH, y compatible con la terapia antirretroviral combinada.
540
Cirugía | Parte III
Indicaciones
Las indicaciones de trasplante de pulmón se han ido ampliando a lo largo del
tiempo. Actualmente abarcan todo el espectro de enfermedades pulmonares
incluyendo la vía aérea, el parénquima o la vasculatura. La enfermedad
pulmonar obstructiva crónica (EPOC) sigue siendo la indicación más frecuente
(43 % de los trasplantes). La causa más común de EPOC es el enfisema
producido por el cigarrillo (35,5 %), seguido del déficit de la enzima 1
antitripsina (6,9 %). En segundo lugar de frecuencia se encuentra la fibrosis
pulmonar idiopática (22,1 % de los trasplantes), que ha ido incrementándose
en los últimos años llegando a ser la primera causa de trasplante pulmonar en
algunos lugares. La fibrosis quística ocupa el tercer lugar en orden de
frecuencia (representa 16 % de los trasplantes) seguida de la hipertensión
pulmonar idiopática (3,3 %). Otras indicaciones menos comunes incluyen las
bronquiectasias, sarcoidosis, linfangioleiomiomatosis, re-trasplantes por
síndrome de bronquiolitis obliterante (BOS), enfermedades del tejido conectivo
y otras raras indicaciones.
541
Cirugía | Parte III
542
Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
la embolización de arterias
bronquiales
Tabla 1
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
Donantes
Existen dos tipos principales de donantes: donantes cadavéricos y donantes
vivos. La mayor experiencia en trasplante de pulmón es con donantes muertos.
Estos donantes mueren a causa de muerte cerebral o de paro cardíaco. En
nuestro país actualmente no existen programas de trasplante de pulmón con
donantes vivos o provenientes de parada cardíaca.
Existen criterios para determinar si los pulmones de un donante están en
condiciones de ser aceptados para trasplante o no. En la primera etapa del
trasplante pulmonar estos criterios se basaban en la experiencia de los
expertos más que en la evidencia científica. De esta manera eran excluidos
pulmones que podían ser trasplantados con buenos resultados. Con el tiempo y
debido a la escasez de donantes estos criterios fueron modificados con el fin de
obtener una mayor cantidad de pulmones para trasplantar. Se habla así de
criterios clásicos y criterios ampliados (Tabla 2).
546
Cirugía | Parte III
de parénquima limitada o
utilización de pulmón
menos afectado.
Ausencia de secreciones
purulentas en
broncoscopia
Sin historia de
enfermedades pulmonares
o infección pulmonar
activa
Tabla 2. Comparación de los criterios clásicos y los criterios utilizados actualmente para la selección
de los donantes
Técnica quirúrgica
Extracción pulmonar
La incisión usada es la esternotomía mediana extendida inferiormente hasta
el pubis para realizar también la extracción de los órganos abdominales.
Apertura amplia de ambas pleuras mediastínicas, inspección y palpación de
ambos pulmones. Se comprueba la ausencia de atelectasias sobre todo en las
bases. En caso de observar atelectasias se le pedirá al anestesista que realice
maniobras de reclutamiento alveolar. La persistencia de atelectasias tras las
maniobras mencionadas manifiesta la existencia de consolidaciones
pulmonares que pueden invalidar el pulmón para ser trasplantado. Debe
comprobarse la elasticidad pulmonar con el test del colapso pulmonar tras
desconexión del respirador, pulmones rígidos, con edema o enfisematosos
mostrarán una diminución en la capacidad de colapsarse.
Luego de que todos los equipos hayan terminado sus respectivas disecciones
para las correspondientes ablaciones, el donante es heparinizado y se procede
a la canulación de la arteria pulmonar para poder perfundir la solución de
preservación en los pulmones.
Antes del clampaje de la raíz de la aorta se inyecta un bolo de 1 mg (1000
mcg) de prostaglandinas E1 diluido en 10 ml de suero fisiológico en la arteria
547
Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
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Cirugía | Parte III
Implante
El implante comienza con la anastomosis bronquial. La porción membranosa
del bronquio se realiza con una sutura continua (Figura 1), mientras que la
porción cartilaginosa con puntos separados (Figura 2).
Figura 1
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Cirugía | Parte III
Figura 2
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Cirugía | Parte III
Figura 3
Figura 4
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Cirugía | Parte III
Figura 5
Figura 6
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Cirugía | Parte III
Figura 7
Figura 8
554
Cirugía | Parte III
pulmonar con una mano mientras que con la otra se quita el clamp de la
arteria, comenzando la reperfusión progresiva del pulmón. Esta reperfusión
debe realizarse lenta y progresivamente en aproximadamente 10 minutos para
disminuir el edema de reperfusión.
Trasplante bilateral
La incisión utilizada generalmente es una toracotomía bilateral con
esternotomía transversa (tipo clamshell) a nivel del cuarto espacio intercostal.
La toracotomía se extiende hacia ambos lados hasta la línea medio-axilar. Esta
incisión provee una excelente visualización y acceso al espacio pleural desde el
ápex hasta el diafragma y del mediastino en toda su extensión permitiendo el
seguro manejo de los elementos del hilio pulmonar.
La primera neumonectomía corresponde al pulmón menos perfundido por
gammagrafia V/Q. La técnica de neumonectomía e implante es en todo similar
a la del trasplante unilateral. En caso de entrar en bomba de circulación
extracorpórea es posible realizar ambos implantes en forma simultánea para
acortar los tiempos de isquemia.
Resultados y complicaciones
Según el 32º reporte oficial de trasplante de pulmón y corazón-pulmón en
adultos, del Registro de la Sociedad Internacional de Trasplante de Corazón y
Pulmón (ISHLT) publicado en 2015, el análisis sobre un total de 45.542
trasplantes de pulmón en adultos realizados entre enero de 1990 y junio de
2013 reveló que la sobrevida media fue de 5,7 años, con una tasa de
supervivencia del 89 % a los 3 meses, 80 % al primer año, 65 % a los 3 años, 54
% a los 5 años y 31 % a los 10 años. Los receptores que sobrevivieron al primer
año después del trasplante tuvieron una sobrevida media de 7,9 años.
Los receptores que recibieron un trasplante bipulmonar presentaron una
sobrevida global significativamente mejor que los que recibieron un trasplante
unipulmonar (sobrevida media de 7,1 años vs. 4,5 años respectivamente; p <
0,001), y la diferencia se acrecienta si consideramos aquellos que sobrevivieron
al primer año (sobrevida media de 9,7 años vs. 6,4 años respectivamente).
La supervivencia también fue diferente de acuerdo a la indicación del
trasplante. Luego de los primeros tres meses del trasplante, aquellos que se
trasplantaron por EPOC o fibrosis quística, fueron los que presentaron la tasa
de mortalidad mas baja (9 %), mientras que los que se trasplantaron por
hipertensión pulmonar primaria idiopática fueron los que presentaron la mayor
mortalidad (23 %). Sin embargo para aquellos que sobrevivieron el primer año
postrasplante, la sobrevida media fue mayor para la fibrosis quística (11,1
555
Cirugía | Parte III
556
Cirugía | Parte III
Conclusión
El trasplante de pulmón es un procedimiento que durante muchos años no
tuvo gran difusión debido a los resultados desfavorables que se obtuvieron
inicialmente. El desarrollo de la técnica quirúrgica sumada a los avances
tecnológicos permitió, en centros de alta complejidad, mejorar la evolución de
los pacientes que son trasplantados y disminuir las complicaciones a corto y
largo plazo. Esta mejoría en los resultados generó el aumento del número de
trasplantes de pulmón en el mundo. En la actualidad es una técnica
mundialmente aceptada y en crecimiento, lo que ha llevado a un considerable
crecimiento de las listas de espera dada la escasez de órganos. Hoy en día gran
parte de los esfuerzos se concentran en la recuperación de un mayor número
de pulmones aptos para implantar.
557
Cirugía | Parte III
Bibliografía
Hardy, JD; Webb, WR; Dalton Jr, ML; Walker Jr, GR. Lung Homotransplantation in Man. JAMA
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558
IV
CABEZA Y CUELLO
Cirugía | Parte IV
ÍNDICE
IV 1 Malformaciones congénitas
DRES. C. RUFINO Y C. RUFINO (H)
IV 2 Cáncer de labio
DR. O. GONZÁLEZ AGUILAR
560
Cirugía | Parte IV
MALFORMACIONES
CONGÉNITAS
CARLOS D. RUFINO Y CARLOS D. A. RUFINO (H)
Introducción
Las malformaciones congénitas de cabeza y cuello son un capitulo amplio y
complejo que comparten la cirugía plástica reconstructiva y la cirugía de cabeza
y cuello.
Las anomalías del desarrollo son muy variables y abarcan desde alteraciones
a escala molecular y celular, hasta la formación defectuosa o falta de un
órgano. Cuando la anomalía consiste en un defecto morfológico, estamos en
presencia de una malformación, que si es grave, lleva a limitaciones en la vida
normal del individuo.
Dichas alteraciones se encuentran estrechamente relacionadas con el
desarrollo del sector mesodérmico correspondiente al proceso frontonasal y
los arcos branquiales (Ilustración 1). La faringe primitiva, derivada del intestino
anterior, se ensancha y se une por su extremo craneal a la boca primitiva o
estomodeo y se estrecha en su extremo caudal uniéndose al esófago.
En el lado ectodérmico se localizan los elementos que componen el
estomodeo, la cara y el cuello. Debe recordarse que entre los relieves de los
arcos branquiales existen depresiones que separan los arcos que se denominan
surcos branquiales.
En el lado endodérmico se encuentran los elementos constitutivos de la
faringe primitiva y dicho endodermo penetra entre los arcos branquiales
formando las bolsas faríngeas.
561
Cirugía | Parte IV
Ilustración 1
562
Cirugía | Parte IV
Tipos
Cara y labio
Ilustración 2 Ilustración 3
1 2 3
Ilustración 4
Ilustración 5
Ilustración 6
563
Cirugía | Parte IV
Paladar
Ilustración 6 Ilustración 7
Ilustración 8 Ilustración 9
564
Cirugía | Parte IV
Quiste branquial
Los surcos branquiales 2º, 3º y 4º quedan incluidos dentro de una fosa
ectodérmica común denominada seno cervical (Ilustración 11) que aparece a la
altura del cuello.
Ilustración 10 Ilustración 11
Ilustración 12
El quiste branquial son restos del seno cervical que persiste como
consecuencia de una incompleta obliteración del quiste cervical transitorio.
Usualmente se encuentran en el cuello, por debajo del ángulo mandibular.
Eventualmente se forman conductos que comunican con un epitelio formando
los senos. Si ese conducto comunica dos epitelios, ectodermo y endodermo, se
determina una fístula branquial (Ilustración 13).
565
Cirugía | Parte IV
Ilustración 13 Ilustración 14
Ilustración 15
566
Cirugía | Parte IV
Fístulas branquiales
Son conductos que se forman por la persistencia del seno cervical o del
segundo surco branquial (Ilustración 17).
Ilustración 16 Ilustración 17
Quiste tirogloso
La glándula tiroides se origina a partir de punto situado entre el tubérculo
impar y la cópula que van a formar la lengua. A partir del endodermo, se
produce una proliferación hueca, conducto tirogloso, que penetra en el
mesodermo y desciende hasta el cuello. Posteriormente este conducto se torna
macizo y se expande en su extremo distal formando la glándula tiroides y
ulteriormente desaparece.
567
Cirugía | Parte IV
Ilustración 18
Ilustración 19
A veces aparece una fístula secundaria a nivel de los cartílagos laríngeos, que
comunica la cavidad del quiste con el exterior.
Clínicamente se presenta en personas jóvenes como una tumoración en la
región cervical anterior (Ilustración 20), de meses o años de evolución, no
doloroso, que experimenta cambios con episodios inflamatorios agudos de vías
aéreas superiores, y menos frecuentemente acompañado con una fístula.
Al examen físico se observa un nódulo que asciende al deglutir y sacar la
lengua, siendo duro-elástica la palpación, y encontrándose entre el hueso
hioides y el cartílago tiroides.
568
Cirugía | Parte IV
Ilustración 20 Ilustración 21
Ilustración 22
569
Cirugía | Parte IV
Bibliografía
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126.
570
Cirugía | Parte IV
CÁNCER DE LABIO
OSVALDO GONZÁLEZ AGUILAR
Introducción
Los labios son el orificio de entrada a la cavidad bucal, pero no forman parte
de ella. Precisamente, la línea que separa el bermellón de la mucosa bucal,
constituye el límite anterior de la boca. Ésta tiene, como cualquier cavidad, un
contenido y el suyo es la lengua móvil y los aparatos dentarios superior e
inferior. Por lo tanto, el cáncer de labio se produce en una estructura con
anatomía y función propia, cuya etiopatogenia es diferente a la de la piel de la
cara y de la mucosa bucal. Ello justifica un análisis independiente del resto del
cáncer de la vía aerodigestiva superior y del manto cutáneo de la cara.
Incidencia
Analizada por continentes, Oceanía la encabeza con 13,5/100.000 hab/año,
seguida por algunas regiones de Estados Unidos con 12,7/100.000 hab/año y
Europa con 12/100.000 hab/año. Por el contrario, es virtualmente desconocido
en algunos sitios de Asia.
Dentro de Oceanía, Australia es el país con mayor incidencia, siendo de
15/100.000 hab/año en el hombre y de 4/100.000 hab/año en la mujer, según
el Registro Central de Australia.
En Europa varía de 1/100.000 hab/año en Inglaterra a 8,9/100.000 hab/año
en Hungría. Noruega, como otros países nórdicos, mantiene cifras bajas, que se
incrementan en ciertos grupos que trabajan expuestos al sol, en los cuales llega
a de 4,4 trabajadores/100.000/año.
En América del Norte la incidencia global es del 3,5/100.000 hab/año,
variando de 2,6/100.000 hab/año en la Columbia Británica a 12/100.000
hab/año a medida que se analizan poblaciones más cercanas al mar Caribe y
Golfo de México.
Por último, en África no se hallan registros, pero se sabe que el cáncer de
labio es más frecuente entre los varones de cutis claro que en los de piel
oscura.
571
Cirugía | Parte IV
Epidemiología
En términos generales, el cáncer de labio es más frecuente en la raza blanca
y en el hombre que en la mujer. Sin embargo, se reconocen diferencias según
las series analizadas.
Por un lado, la propia[8] registra una relación 9/1 a favor del hombre, por
otro, Chile y México reconocen solo ⅔ para igual sexo. En un lugar intermedio
se ubica Australia con el 77 %.
La edad de aparición de la enfermedad varía entre los 60 y 70 años, con
cifras ligeramente más bajas en Australia y más altas en Finlandia.
Etiopatogenia
A diferencia de otros carcinomas del tracto aerodigestivo superior, la
mayoría de los autores reconocen a la radiación solar como la principal causa
del cáncer de labio. Se puede afirmar pues, que las personas que a lo largo del
tiempo hubieren estado sometidos a dicho trauma, tienen mayor riesgo de
desarrollar la enfermedad.
Una reciente encuesta anónima a 299 bañistas de la Isla de Galveston (Texas)
demostró que los que protegían su piel, generalmente también protegían sus
labios; que las mujeres eran más cuidadosas que los hombres y los fumadores
se comportaban inversamente.
Por otro lado, un porcentaje alto de los enfermos de cáncer de labio tienen a
su vez hábitos como el tabaco y el alcohol, aunque éstos no jueguen un papel
tan evidente como ocurre en el cáncer de la vía aerodigestiva superior.
Menos difundida es la acción de las virosis labiales, la presencia de manchas
rojas y blancas premalignas, el mal estado dentario y las prótesis mal
adaptadas.
Ciertas ocupaciones como las de los agricultores, pescadores, forestadores,
vitivinicultores y granjeros demuestran tener mayor tendencia a desarrollar
cáncer de labio.
A ello se agregan factores individuales o genéticos como los ojos claros,
raciales como piel blanca, y educacionales.
572
Cirugía | Parte IV
Diagnóstico
Entre el 85-95 % de los cánceres de labio se desarrollan en el inferior. Le
sigue el superior con el 8 % y la comisura con el 7 %. Por tratarse de una lesión
visible, su diagnóstico es temprano y su curación con tratamiento adecuado, se
acerca al 100 % de los casos.
No obstante, la práctica diaria permite observar casos inexplicablemente
avanzados y con pocas posibilidades de tratamiento con intención curativa. Se
reconocen como causas responsables, por un lado, la desidia y la ignorancia de
algunos enfermos y, por otro más grave aún, el desconocimiento de los
médicos y la aplicación de tratamientos inadecuados.
Contribuyen al diagnóstico, el descubrimiento de lesiones precursoras, entre
las que se destacan las actínicas, las úlceras traumáticas crónicas, leucoplasias,
queilitis y el papilomavirus humano. Todas ellas tienen un período de curación
no mayor de 15 días. Si ello no ocurre, la biopsia asegura el diagnóstico de
certeza.
El cáncer de labio puede adoptar forma vegetante o ulcerada. Esta última es
más frecuente en los localizados en comisura o labio superior y tiene mayor
tendencia a infiltrar en profundidad.
En este lote de enfermos debe esperarse un mayor porcentaje de
diseminación ganglionar. Sin embargo, ello ocurre de inicio solo en el 2-12 % de
los casos. Otro 3-13 %, la desarrolla en forma diferida.
Histológicamente, entre el 82-95 % son carcinomas epidermoides y de ellos,
el 70 % bien o moderadamente diferenciados. El resto es pobremente
diferenciado. En la serie propia, el 95,5 % era bien y moderadamente
diferenciado.
Como se sabe, el bermellón cuenta con una abundante población de
glándulas salivales menores. Por lo tanto, aunque infrecuente el cáncer a punto
de partida de ellas, debe ser tenido en cuenta.
573
Cirugía | Parte IV
Tumor (T)
Tis: Carcinoma in situ
T0: Sin evidencia de tumor primario
T1: Tumor 2 cm
T2: Tumor entre 2 y 4 cm
T3: Tumor > 4 cm
T4: Tumor con invasión de hueso, piso de boca, lengua o piel del cuello
Node (N)
NX: Ganglios cervicales no valorados.
N0: Ganglios sin metástasis.
N1: Metástasis en 1 ganglio ipsilateral 3 cm
N2: Metástasis en ganglio/s entre 3 y 6 cm
N2a: Metástasis entre 3 y 6 cm en 1 ganglio ipsilateral
N2b: Metástasis entre 3 y 6 cm en múltiples ganglios ipsilaterales
N2c: Metástasis entre 3 y 6 cm en múltiples ganglios contralaterales
N3: Metástasis en 1 ganglio > 6 cm
Metástasis (M)
MX: Metástasis a distancia no valoradas
M0: Sin evidencia de metástasis a distancia
M1: Presencia de metástasis a distancia
Estadio
E1: T1 N0 M0
E2: T2 N0 M0
E3: T3 N0 M0
T1-2-3 N1 M0
E4: T4 N0 M0
Cualquier T, cualquier N, con M1
574
Cirugía | Parte IV
575
Cirugía | Parte IV
Si bien los márgenes libres no garantizan que una recurrencia no ocurra, está
demostrado que los márgenes comprometidos implican un mayor riesgo.
En conclusión, la cirugía resectiva con margen de seguridad es el mejor
tratamiento para tratar con éxito el cáncer de labio. El tamaño de la resección
no debe preocupar. Se conocen múltiples reconstrucciones apropiadas para
cada caso en particular. Esto quiere decir que la resección no debe realizarse en
función de la reparación. Lo esencial es que la exéresis quirúrgica sea completa.
576
Cirugía | Parte IV
577
Cirugía | Parte IV
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Cirugía | Parte IV
Si la resección del tumor representa más de la mitad del labio, pero queda
por lo menos 1,5 cm de remanente, una de las técnicas de reconstrucción más
utilizadas es la de Burow-Webster. Este procedimiento deja un labio inferior
más retraído y atado, por lo tanto funcionalmente peor (Figura 3).
579
Cirugía | Parte IV
Figura 3. Esquema de técnica de reconstrucción de labio inferior en lesiones del tercio medio según
Burow-Webster
580
Cirugía | Parte IV
Pieza operatoria
581
Cirugía | Parte IV
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Cirugía | Parte IV
Diseño de colgajo de peroné con isla de Peroné moldeado sobre placa de titanio. Obsérvese la
piel para reconstrucción del labio microanastomosis con los vasos faciales
inferior
Figura 5
583
Cirugía | Parte IV
asociados a peroné, resuelven bien el 100% de los enfermos que requieren una
resección del labio, cualquiera sea su dimensión.
Evolución de la enfermedad
Depende de cuatro factores, a saber:
1- Aspecto macroscópico del primario y patrón de crecimiento.
2- Grado de diferenciación histológica.
3- Tamaño del tumor primario.
4- Localización del tumor primario.
En síntesis, si bien es la localización de cabeza y cuello con mejor pronóstico,
existen factores que redundan en mayores posibilidades de desarrollar
metástasis cervicales. Sin embargo, la mayoría de éstas no son lo prevalente de
la enfermedad.
584
Cirugía | Parte IV
585
Cirugía | Parte IV
Bibliografía
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586
Cirugía | Parte IV
GLÁNDULAS
SALIVALES
SANTIAGO A. ZUND
Introducción
Las glándulas salivales se distribuyen en dos grandes grupos: glándulas
salivales mayores y glándulas salivales menores. Las glándulas salivales
mayores incluyen a tres glándulas pares: parótida, submaxilar y sublingual. La
parótida esta compuesta exclusivamente por glándulas serosas, la submaxilar
es mixta con predominio de serosas y la sublingual es mixta con predominio de
mucosas.[10]
La glándula parótida se encuentra localizada por detrás de la rama
ascendente de la mandíbula, por debajo de la arcada cigomática, por arriba de
los músculos esternocleidomastoideo y vientre posterior del digástrico y por
fuera del espacio parafaríngeo o maxilofaríngeo. El nervio facial sale de la base
del cráneo por el agujero estilomastoideo y luego de ingresar a la glándula, a
poco de su emergencia, se divide en una rama superior o temporofacial y una
inferior o cervicofacial. La superior se divide en ramas colaterales frontal,
orbicular superior y cigomática, y la inferior en las ramas para el buccinador,
bucal, marginal mandibular (nervio de Jaffé) y cervical. El grado de variación de
esta ramificación es importante. El plano del nervio se utiliza para dividir a la
parótida en lóbulo superficial, externo y más grande, y profundo, interno y
pequeño. La submaxilar se ubica en la fosa submaxilar en relación con la cara
interna de la rama horizontal de la mandíbula. Las relaciones más importantes
son los nervios lingual, hipogloso y la rama marginal mandibular del nervio
facial. La sublingual se sitúa por debajo de la mucosa de la porción anterior del
piso de la boca.
Las glándulas salivales menores comprenden un grupo de cientos de
glándulas uniacinares localizadas en la submucosa de la cavidad oral y la
orofaringe y, menos frecuentemente, en otros subsitios del tracto
aerodigestivo superior.[2, 12]
587
Cirugía | Parte IV
Abscesos
Definición: formación de una colección circunscripta intraparenquimatosa en
una glándula salival mayor.
Etiopatogenia: en general, son secundarios a una sialadenitis supurativa
aguda no tratada oportunamente. Se dan con mayor frecuencia en la parótida
en ancianos e inmunocomprometidos. En jóvenes son más frecuentes en la
submaxilar, y se asocian a obstrucción por litiasis o a estenosis ductales.[9]
Diagnóstico: invariablemente se presenta con fiebre, dolor local, salida de
pus por el conducto excretor e importante deterioro del estado general. En el
examen físico, la glándula se encuentra firme, muy dolorosa y se acompaña de
edema y flogosis local. El diagnóstico se hace por el cuadro clínico asociado a
las imágenes, ecografía y/o TAC (Foto 1 y 2).
Tratamiento: drenaje quirúrgico asociado a antibioticoterapia.
588
Cirugía | Parte IV
Sialoadenitis crónica
Definición: trastorno inflamatorio crónico caracterizado por una tumefacción
difusa o local de glándulas salivales mayores, que suele repetirse en forma
intermitente.[2]
Etiopatogenia: se atribuye a una disminución en la velocidad de secreción, lo
que origina éstasis salival. Son factores predisponentes: sialolitiasis y estenosis
ductal.[9]
Diagnóstico: clínicamente, se manifiesta por tumefacción, dolor que se
exacerba al comer y xerostomía, producto de la fibrosis del cuadro crónico. Al
examen físico la glándula se encuentra aumentada de tamaño y dura, con
salida escasa de saliva a través de su conducto excretor. El estudio diagnóstico
por excelencia es la sialografía, que permite descartar tanto litiasis como
estenosis. Actualmente dicho estudio ha caído en desuso y ha sido
reemplazado por la sialorresonancia magnética (sialo-RMN).
Tratamiento: inicialmente debe ser conservador y orientado al factor
etiológico (sialagogos, masaje y antibiótico-terapia en agudizaciones). Si fracasa
el tratamiento médico, se recomienda dilatación ductal periódica, ligadura del
conducto o exéresis de la glándula.[2, 12]
Sialoadenosis
Definición: trastorno caracterizado por aumentos de volumen recidivantes
de las glándulas salivales mayores, no inflamatorios ni tumorales.[2]
Etiopatogenia: desconocida, aunque siempre se asocia a un trastorno
sistémico como diabetes, cirrosis hepática, desnutrición, anorexia y bulimia.
Diagnóstico: es clínico; generalmente, se objetiva aumento de volumen que
suele comprometer la parótida en forma bilateral y simétrica. Las glándulas son
589
Cirugía | Parte IV
Sialolitiasis
Definición: presencia de cálculos en la glándula o su conducto excretor, lo
que lleva a sialoadenitis repetitivas que con el tiempo conducen a atrofia,
fibrosis e hipofunción.
Epidemiología: afecta a pacientes entre los 30 y 70 años, con predilección
por los varones.
Etiopatogenia: entre 80 y 90 % de los cálculos se localizan en la glándula
submaxilar, de los cuales la mayoría se encuentran en el conducto. Esto se
debe a que el conducto de Wharton es más largo y de mayor calibre, el flujo
salival más lento, drena contra gravedad y la saliva es más alcalina y con niveles
de calcio más elevados. En 70-80 % de los casos el lito es único.[2] Deben
descartarse causas sistémicas de hipercalcemia como el hiperparatiroidismo.
Diagnóstico: típicamente, el paciente debuta con una inflamación brusca y
muy dolorosa de la glándula tras la ingesta de alimentos. Este cuadro
disminuye con el correr de las horas para repetirse tras nuevas ingestas. Al
examen físico es posible palpar el lito en los conductos excretores mediante
palpación bimanual. Las radiografías simples revelan los cálculos submaxilares
por ser radio-opacos, pero son menos confiables en la parótida donde son
radio-lúcidos. La ecografía es un método eficaz para objetivar las litiasis (Foto
3), aunque a veces será necesaria una TAC (Foto 4 y 5). La sialorresonancia
magnética permite obtener imágenes para el diagnóstico de cálculos y
estenosis.[9]
Complicaciones: sialoadenitis supurativa aguda, abscesos y fístulas.
Tratamiento: en los pacientes con litiasis ductales pequeñas se podrá
intentar tratamiento conservador con hidratación, masajes y sialagogos. Los
cálculos que se encuentren en el orificio del conducto excretor de la glándula
podrán ser extirpados por vía endo-oral. La sialoendoscopia es un método mini-
invasivo y eficaz para el tratamiento de la sialolitiasis. Los cálculos móviles de
entre 2 y 7 mm pueden ser extraídos con la introducción de una canastilla.
Cálculos mayores deben ser fragmentados primero mediante litotricia, y luego
extraídos. Los cálculos localizados por dentro del hilio de la glándula requerirán
su exéresis (Fotos 6 y 7).[2, 6, 9]
590
Cirugía | Parte IV
Quistes
Etiopatogenia: son más frecuentes en la glándula parótida. Pueden ser
congénitos o adquiridos. Los congénitos son quistes del primer arco branquial,
por anomalía de la porción membranosa del conducto auditivo externo. Los
adquiridos se producen por dilatación del sistema canalicular principal por
estenosis u obstrucción.
Diagnóstico: se presentan generalmente como un nódulo parotídeo. Los
exámenes complementarios deben incluir la ecografía para caracterizar el
nódulo y la punción aspiración con aguja fina (PAAF) para realizar diagnóstico
diferencial con tumores. La resonancia magnética nuclear (RMN) permite
obtener imágenes fiables, hiperintensas en T2 por el contenido líquido del
quiste (Foto 8).
Tratamiento: es quirúrgico, siendo de elección la parotidectomía (Foto 9).[2, 6]
591
Cirugía | Parte IV
Patología tumoral
Tumores benignos
Clasificación
TUMORES EPITELIALES Tumor mixto (adenoma pleomorfo)
Tumor de Warthin
Mioepitelioma
Oncocitoma
Adenoma canalicular
Adenoma sebáceo
Linfadenoma
Cistadenoma
Papiloma ductal
Schwanoma
Neurofibroma
Lipoma
Otros
592
Cirugía | Parte IV
593
Cirugía | Parte IV
Foto 13. Nódulo parotídeo derecho de gran tamaño Foto 14. RMN donde se aprecia tumor del lóbulo
profundo de la glándula parótida izquierda
Foto 15. TAC de tumor de glándula submaxilar izquierda Foto 16. PAAF correspondiente a un
adenoma pleomorfo
594
Cirugía | Parte IV
595
Cirugía | Parte IV
Foto 19. Disección del nervio facial y sus Foto 20. Resultado cosmético a 6 meses de
ramas postoperatorio
596
Cirugía | Parte IV
Foto 25. Parotidectomía total (ya está realizada la exéresis del lóbulo superficial)
Foto 26. Submaxilectomía por adenoma pleomorfo Foto 27. Pieza de submaxilectomía con
adenoma pleomorfo
597
Cirugía | Parte IV
Tumores malignos
Clasificación:
TUMORES DE BAJO GRADO Carcinoma de células acinares
Carcinoma mucoepidermoide de bajo grado
598
Cirugía | Parte IV
599
Cirugía | Parte IV
600
Cirugía | Parte IV
601
Cirugía | Parte IV
T (Tumor primario)
Tx: el tumor primario no puede evaluarse
T0: no hay indicios de tumor primario
T1: tumor de 2 cm o menos, sin extensión extraparenquimatosa
T2: tumor > de 2 cm pero < de 4 cm, sin extensión extraparenquimatosa
T3: tumor > de 4 cm o con extensión extraparenquimatosa(*)
T4a: tumor que invade piel, mandíbula, conducto auditivo externo o nervio
facial
602
Cirugía | Parte IV
T4b: tumor que invade base de cráneo, apófisis pterigoides o arteria carótida
(*)
La extensión extraparenquimatosa es la evidencia clínica o macroscópica de invasión de tejidos
blandos. La evidencia microscópica solamente no constituye invasión extraparenquimatosa.
ESTADIO I T1 N0 M0
ESTADIO II T2 N0 M0
ESTADIO III T3 N0 M0
T1-2-3 N1 M0
Cuadro 3. Agrupación por estadíos según TNM de la UICC, 7ª edición, 2009 [1 ,8]
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Cirugía | Parte IV
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Cirugía | Parte IV
Foto 36. Parotidectomía total con Foto 37. Parotidectomía total sin
conservación de nervio facial y músculo conservación de nervio facial y vaciamiento
masetero, más vaciamiento del nivel II de 1ra estación ganglionar (nivel II)
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606
Cirugía | Parte IV
NÓDULO TIROIDEO
Y CÁNCER DE TIROIDES
PEDRO SACO
Introducción
El presente trabajo sobre la enfermedad nodular tiroidea y el cáncer
diferenciado de tiroides tiene como objetivo establecer, con el mejor nivel de
evidencia disponible, pautas de diagnóstico, tratamiento y seguimiento para el
manejo de los pacientes con esta patología.
Este consenso enfatiza el tratamiento individualizado y a la medida del
riesgo de cada paciente, así como el trabajo multidisciplinario de los
integrantes de los equipos involucrados en la asistencia de estos pacientes. La
comunicación permanente entre los integrantes de los equipos constituye la
estrategia ideal para ofrecer la mejor asistencia y obtener los mejores
resultados terapéuticos y en calidad de vida.
Los aspectos relevantes que serán incluidos en este trabajo son:
1) evaluación del nódulo tiroideo y del cáncer diferenciado de tiroides;
2) tratamiento quirúrgico;
3) estadificación TNM y grupos de riesgo;
4) tratamiento adyuvante con radio-yodo y terapia supresiva;
5) seguimiento luego del tratamiento inicial y seguimiento alejado: papel de
la tiroglobulina, ecografía, centelleograma y anticuerpos anti-tiroideos;
6) tratamiento de la recurrencia local, regional y de las metástasis a
distancia.
Se utilizó para su preparación la evidencia disponible en los consensos
internacionales de mayor prestigio académico: las guías de manejo de
pacientes con nódulos tiroideos y cáncer de tiroides de la American Thyroid
Asociation (ATA), volume 19, number 11, 2009 (Thyroid 2008; 16: 1-34), la guía
de práctica clínica de la American Association of Clinical Endocrinologists y la
Associazioni Medici Endocrinologi (AACE/AME/ETA Thyroid Nodule Guidelines,
Endocr. Pract. 2010; 16 Suppl. 1), y el Consenso Europeo para el manejo de
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Cirugía | Parte IV
1 | Evaluación
El nódulo tiroideo es una lesión en la glándula tiroides que es palpable o
ecográficamente distinta del parénquima tiroideo circundante; constituye la
manifestación clínica de un espectro amplio de enfermedades tiroideas
diferentes. Pueden ser únicos o múltiples tanto en una glándula normal como
en un bocio difuso. Entre los multinodulares, un nódulo puede ser dominante
en términos de crecimiento, tamaño o función. Algunos no son palpables, se
visualizan fácilmente en la ecografía y se denominan incidentalomas. El riesgo
de malignidad es el mismo para los nódulos únicos que para el bocio
multinodular.
Deben evaluarse todos los nódulos mayores de 1 cm; también deben
estudiarse todos los pacientes con antecedentes clínicos de importancia, como
historia familiar de enfermedad tiroidea, benigna o maligna, cáncer medular,
MEN 2, síndromes de Cowden, Gardner y poliposis colónica familiar y cualquier
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Cirugía | Parte IV
1a | Laboratorio
El dosaje de tirotrofina (TSH) debe solicitarse para la evaluación de todo
nódulo tiroideo; si el resultado es normal, no se requieren otras
determinaciones.
Si el valor de TSH es alto, solicitar T4 y anticuerpos anti-peroxidasa para
evaluar hipotiroidismo; si es bajo, solicitar dopaje de tri-iodotironina (T3) y
tiroxina (T4) para evaluar hipertiroidismo (recomendación C, AACE-ATE).
El dosaje de anticuerpos antitiroideos es necesario cuando se sospecha
enfermedad autoinmune de la tiroides; la utilidad del dosaje de anticuerpos
anti-tiroglobulina es controvertido; debe considerarse frente a hallazgos
clínicos y ecográficos sugestivos de tiroiditis con anticuerpos anti-peroxidasas
normales.
El dosaje de tiroglobulina no está indicado en el preoperatorio
(recomendación C, AACE/AME).
El dosaje de calcitonina es controvertido dado que detecta un carcinoma
medular en uno cada 200/300 casos; debe solicitarse ante la presencia de
antecedentes familiares o de citología sospechosa de carcinoma medular
(recomendación B, AACE/AME).
1b | Ecografía
Constituye la técnica por imágenes más precisa para la detección y
evaluación de los nódulos tiroideos; ofrece la mayor sensibilidad diagnóstica,
permite conocer la estructura y medir las dimensiones del nódulo dominante y
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1d | Centelleograma tiroideo
Debe solicitarse en el caso de un nódulo o de bocio multinodular con niveles
de TSH baja (nódulo/s autónomo/s) se recomienda su realización con Tc99 o I123
para establecer la funcionalidad de cada nódulo mayor de 1-1,5 cm.
En áreas con déficit de iodo, debe solicitarse un centelleograma en bocios
multinodulares para demostrar la presencia de eventuales nódulos
funcionantes autónomos, aun con la TSH en rango normal (recomendación
grado B y C, AACE/AME). Debe solicitarse también ante la presunción de tejido
tiroideo ectópico y en bocios retroesternales (recomendación B, AACE/AME).
De los nódulos con citología folicular, el 5 % son hiper-funcionantes; su
demostración mediante centelleograma con I123 puede obviar la necesidad de
cirugía.
1e | Estadificación pre-operatoria
El carcinoma papilar se acompaña de metástasis ganglionares en 20-50 % de
los casos; la incidencia de micro-metástasis puede llegar hasta el 90 %; es
importante, a los fines pronósticos y de la estrategia quirúrgica, la
identificación pre-operatoria de adenopatías sospechosas mediante la
ecografía cervical. El eventual compromiso ganglionar metastásico puede
confirmarse con punción de la adenopatía bajo control ecográfico, con
medición de Tg en el líquido de lavado de la aguja (wash out) de punción.
La tomografía computada, la resonancia nuclear magnética no son
procedimientos de rutina en la estadificación preoperatoria; deben solicitarse
cuando exista evidencia clínica de extensión extra-tiroidea o en tumores
grandes, de rápido crecimiento, localmente invasivos, con extensión endo-
torácica o ante la presencia de hemoptisis. Es conveniente evitar el uso de
contrastes iodados que reducirían la captación de yodo en estudios o eventual
terapéutica subsiguientes.
La laringoscopía indirecta y/o fibro-laringoscopia para evaluar la movilidad
cordal deben formar parte de la evaluación preoperatoria de todo nódulo
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ALGORITMO DE EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA DEL NÓDULO TIROIDEO
Historia clínica
Examen físico: tiroides y cuello
Centelleograma
Nódulo/s “frío/s”
Seguimiento
PAAF
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2c2 | Conducta con los ganglios del compartimiento central del cuello
(nivel VI/VII)
Se define como linfadenectomía central o del nivel VI y VII la extirpación de
los ganglios que se ubican en el espacio célulo-graso limitado arriba por el
hueso hioides, lateralmente por ambas arterias carótidas primitivas, y abajo
por el tronco innominado (braquiocefálico) a la derecha y por el plano axial
donde dicho vaso cruza la tráquea, a la izquierda. Los grupos ganglionares
ubicados en esta región anatómica son los prelaríngeos (o delfianos), los
pretraqueales y los paratraqueales (recurrenciales) derechos e izquierdos que
se localizan, por delante y por detrás, de cada nervio recurrente.
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Cirugía | Parte IV
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2c3 | Conducta con los ganglios del compartimiento lateral del cuello (nivel
VI/VII)
Frente al hallazgo intraoperatorio de adenopatías sospechosas en el cuello
lateral (vaina carotídea), éstas deben biopsiarse por congelación, y en caso de
ser positivas, debe agregarse a la tiroidectomía una disección cervical de los
niveles II a IV.
Si en el preoperatorio existen ganglios sospechosos en el cuello lateral,
clínicamente o por imágenes, es necesario su estudio mediante punción
citológica bajo control ecográfico y/o medición de tiroglobulina en el lavado de
aguja; si la citología es positiva, se agregará, a la tiroidectomía total, una
disección cervical modificada de los niveles II a V, preservando el nervio
espinal, la vena yugular interna y el músculo esternocleidomastoideo.
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Estadio III T3 N0 M0
T1 N1a M0
T2 N1a M0
T3 N1a M0
Estadio IV A T4a N0 M0
T4a N1a M0
T1 N1b M0
T2 N1b M0
T3 N1b M0
T4b N1b M0
Estadio IV B T4b Cualquier N M0
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Mts a dist. no sí
4 |Tratamiento adyuvante
4a | Radio-yodo
El objetivo de la ablación tiroidea postoperatoria con I131 es eliminar todo
tejido tiroideo normal remanente en el lecho tiroideo con la finalidad de
disminuir el riesgo de recurrencia loco-regional y de facilitar el seguimiento
alejado de los pacientes.
La utilidad de este tratamiento es todavía controvertida de acuerdo a la
evidencia disponible; numerosos trabajos retrospectivos muestran disminución
en el riesgo de recurrencias locales, metástasis a distancia y mortalidad
específica por cáncer, pero restringida a pacientes con tumores mayores de 1,5
cm o con enfermedad residual luego de cirugía.
La ablación postoperatoria favorece también el seguimiento mediante el
dosaje de tiroglobulina y el rastreo con I131 y permite completar la
estadificación del paciente mediante el rastreo corporal total luego de la dosis
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la TSH en el rango normal bajo (0.1-0.5 mU/ml) en los pacientes de bajo riesgo
y libres de enfermedad; en los de alto riesgo o con enfermedad persistente,
debe mantenerse por debajo de 0.1 mU/L por un período de 3-5 años; debe
mantenerse indefinidamente en aquellos con evidencia de enfermedad
persistente.
La medición debe repetirse a los tres meses y la dosis diaria debe ajustarse
con aumento o disminución de 25 μg/día.
5 | Seguimiento
Luego del tratamiento inicial, los objetivos del seguimiento son mantener un
tratamiento adecuado con hormona tiroidea y detectar persistencias o
recurrencias en pacientes catalogados como libres de enfermedad. Un paciente
se considera libre de enfermedad luego de tiroidectomía total y ablación con
I131 si cumple con las siguientes condiciones:
1) no tiene evidencia de tumor, clínica o por imágenes (no captación fuera
del lecho tiroideo en el centelleograma post dosis terapéutica, o en un
centelleograma diagnóstico reciente o en una ecografía cervical);
2) la tiroglobulina es no detectable bajo supresión y estimulada, en ausencia
de anticuerpos antitiroideos. El examen físico es poco sensible para la
detección de enfermedad persistente o recurrente salvo en los estadios
avanzados de la enfermedad. La enfermedad recurrente o persistente puede
ser detectada mediante el uso combinado del dosaje de tiroglobulina, la
ecografía cervical y el centelleograma corporal total en el postoperatorio
alejado.
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Cirugía | Parte IV
5b | Ecografía cervical
La ecografía es altamente sensible para la detección de metástasis
ganglionares cervicales, aún en pacientes con niveles no detectables de
tiroglobulina; metástasis ganglionares de hasta 2-3 mm pueden ser detectadas
con ecógrafos de alta frecuencia (> 7.5 MHz).
Son características sugestivas de malignidad la ausencia de hilio, la forma
redondeada, la hipogenicidad, la presencia de microcalcificaciones o de un
componente quístico, el aumento de vascularización periférica en el Doppler y
la localización en el nivel III-IV-V. Los ganglios sospechosos, de más de 5 mm en
su diámetro menor, deben ser evaluados con punción con aguja fina bajo
control ecográfico, con dosaje de tiroglobulina y anticuerpos en el líquido de
lavado de aguja. Los de menor tamaño, pueden ser controlados
ecográficamente.
La ecografía cervical debe realizarse en forma rutinaria en todos los
pacientes con cáncer papilar y folicular de tiroides. Se recomienda su
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Cirugía | Parte IV
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5e | PET
Las indicaciones de PET en cáncer diferenciado de tiroides son,
fundamentalmente, los pacientes con tiroglobulina no estimulada mayor a 10-
20 ng/ml con estudios de localización negativos, y aquellos en los que el rastreo
post dosis terapéutica no localizó la enfermedad (habitualmente focos en el
cuello posterior o en mediastino). Es útil también para la localización de
metástasis en los pacientes con tumores menos diferenciados, donde la
capacidad para captar I131 es escasa, y como factor pronóstico en pacientes con
enfermedad metastásica para identificar aquellos con mayor riesgo de
progresión rápida y mortalidad específica por la enfermedad (recomendación
C, ATA). Una alta captación en el PET en grandes masas tumorales tiene una
significación pronóstica desfavorable.
El estímulo con TSH endógena (suprimiendo la T4 o con rhTSH) y la fusión
con tomografía computada pueden incrementar la sensibilidad y especificidad
del PET en este contexto.
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Tiroidectomía total
Ablación con I131 y centelleograma post dosis
3 meses
Dosaje de TSH y Tg (LT4)
Examen físico
6-12 meses Tg estimulada: rhTSH (si disponible)
Si Tg basal detectable: no rhTSH
Ecografía cervical
Bajo riesgo Tg detectable < corte: 1-2 ng/ml) Tg detectable > nivel corte
Eco normal Eco dudosa: sin otras anormalidades. y/o otra patología
Tg no detectable > 5 mm: PAAF
retirar T4
nueva Tg estimulada al dosis terapéutica
año centelleo post dosis
Curación PAAF + tratar
y/o cirugía
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Cirugía | Parte IV
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GLÁNDULAS
PARATIROIDES
SANTIAGO A. ZUND E INÉS CALIFANO
Introducción
Las glándulas paratiroides son 4 glándulas endocrinas encargadas de la
regulación del metabolismo fosfocálcico. Las paratiroides superiores se
desarrollan en la cuarta bolsa faríngea y suelen localizarse a nivel del polo
superior de ambos lóbulos tiroideos, sobre el músculo cricotiroideo. Las
glándulas inferiores se originan en la tercera bolsa faríngea, y su localización
más frecuente es detrás del polo inferior de la glándula tiroides. Sin embargo,
la extensa y prolongada migración de las glándulas en su embriogénesis
condiciona su mayor variabilidad de localización, pudiendo ubicarse desde la
base del cráneo hasta el pericardio, aunque las localizaciones ectópicas más
frecuentes son timo e intratiroideas. Una de la relaciones anátomoquirúrgicas
más importante de las glándulas es con el nervio laríngeo inferior o recurrente.
La glándula superior se ubica por fuera del nervio y la glándula inferior lo hace
por dentro (Foto 1). La arteria tiroidea inferior proporciona la irrigación de la
paratiroides inferior y hasta el 80 % de la superior, ya sea por ramas directas o
un arco anastomótico que forma con la arteria tiroidea superior.[18, 19] El resto
de las superiores reciben irrigación de la arteria tiroidea superior. El número
normal de cuatro glándulas puede variar. Hasta 10 % de los pacientes tienen
glándulas supernumerarias (entre 5 y 8) y 2-3 % tienen menos de cuatro.[19]
Foto 1. Relación anatómica entre las glándulas paratiroides y el nervio laríngeo inferior o recurrente
(luego de la tiroidectomía). La glándula superior por fuera (lateral) del nervio y la inferior por dentro o
medial al mismo
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Cirugía | Parte IV
Hiperparatiroidismo
Hiperparatiroidismo primario (HPT1º)
Definición: enfermedad caracterizada por hipercalcemia debida a la
sobreproducción de hormona paratiroidea o paratohormona (PTH) como
consecuencia de una patología primaria de las glándulas paratiroides.
Epidemiología: el HPT1º tiene una incidencia anual de 1/500 mujeres y
1/1000 varones. La relación mujeres/varones está en alrededor de 2-3:1, y se
da con más frecuencia luego de los 50 años. El antecedente de exposición a
radiación cervical a edades tempranas incrementa el riesgo de desarrollar
HPT1º.
Etiología: el HPT1º se puede presentar en forma esporádica, familiar o como
parte de un síndrome de neoplasia endócrina múltiple (NEM) tipo 1 (síndrome
de Wermer) o tipo 2A (síndrome de Sipple). La forma esporádica es la más
frecuente, comprendiendo el 90 % de los casos. Las causas más frecuentes de
esta forma son: adenoma (85 %, siendo en su mayoría adenomas únicos y en
un porcentaje muy bajo de entre 3 a 5 % adenomas dobles), hiperplasia (10-15
%) y carcinoma (1 %).[10, 14] Las variantes familiares pueden evidenciar HPT1º
aislado (habitualmente secundario a hiperplasia) o asociado a otras entidades.
El HPT1º familiar consiste en una hiperplasia glandular aislada, transmitida en
forma autosómica dominante. Las formas sindrómicas incluyen las Neoplasias
Endócrinas Múltiples tipo 1 y 2A, el HPT1º asociado a tumor maxilar (HPT1º-JT)
y los HPT1º por mutaciones del receptor sensor de calcio (hipercalcemia
hipocalciúrica familiar e HPT1º neonatal severo). El síndrome NEM tipo 1 está
constitutido por gastrinoma o insulinoma pancreático, adenoma hipofisario e
hiperplasia paratiroidea. El síndrome NEM tipo 2A comprende carcinoma
medular de tiroides, feocromocitoma e hiperparatiroidismo por hiperplasia
paratiroidea. El HPT1º-JT asocia HPT (en 40 % de los casos causado por
carcinoma paratiroideo), fibroma osificante de maxilar y malformaciones o
tumores renales y uterinos.[4]
Fisiopatología: el aumento en la producción de PTH incrementa el
remodelado óseo (con la consecuente pérdida de masa mineral). A nivel renal,
estimula la producción de 1,25 dihidroxicolecalciferol (1,25 (OH)2 vitamina D),
lo que aumenta la absorción intestinal de calcio, y la reabsorción tubular del
mismo. Todos estos mecanismos en conjunto generan hipercalcemia.
Anatomía patológica: la diferenciación histológica entre hiperplasia y
adenoma no resulta fácil. Durante la cirugía, la biopsia por congelación es útil
para distinguir tejido paratiroideo de otras estructuras (adenopatías, tiroides,
timo, grasa) y paratiroides normal o patológica. El hallazgo intraoperatorio de 4
glándulas agrandadas sugiere el diagnóstico de hiperplasia y una glándula
agrandada que coexiste con 2 o más hipoplásicas, sugiere adenoma.[18]
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Cirugía | Parte IV
Foto 2. Tumores pardos en cuerpo de fémur Foto 3. RMN con tumores pardos de
(bilateral) HPT1 en tibia
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Cirugía | Parte IV
Foto 4. Densitometría ósea que demuestra osteoporosis severa en columna lumbar (Z-score -
2.8/T-score -5.0 en L4)
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Cirugía | Parte IV
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Cirugía | Parte IV
Foto 7. Centellograma con Tc-99 Sesta- Foto 8. Mismo estudio, imagen tardía a
Mibi. Imagen precoz donde se observa las 4 horas, a los 15 minutos, con
hipercaptación en glándula paratiroides hipercaptación de tiroides y paratiroides
inferior izquierda, compatible con topografía de inferior izquierda
adenoma
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Cirugía | Parte IV
Tratamiento
Quirúrgico
El tratamiento definitivo es quirúrgico. Está indicado en todos aquellos
pacientes sintomáticos, cualquiera sea su manifestación. Las indicaciones
quirúrgicas en HPT1º asintomático han sufrido modificaciones en los últimos
años. Según las guías del IV Workshop Internacional para el manejo del
hiperparatiroidismo asintomático publicadas en 2014,[2] se recomienda la
paratiroidectomía en aquellos pacientes con una elevación en su calcemia igual
o mayor a 1 mg/dl por encima de los límites normales, calciuria > 400 mg/dl en
orina de 24 horas, riesgo aumentado de nefrolitiasis por análisis bioquímico de
litiasis, clearence de creatinina < 60 ml/min, T-score < -2,5 desvíos standard en
la densitometría ósea, a nivel de columna lumbar, cadera, cuello del fémur y/o
tercio distal del radio o fractura vertebral constatada por cualquier método de
imágenes y edad < 50 años.
Los pacientes que no cumplen los criterios quirúrgicos pueden ser
monitoreados y eventualmente recibir tratamiento médico. No obstante, debe
recordarse que el único tratamiento curativo del HPT1º es el quirúrgico, por lo
que aún en sujetos asintomáticos que no cumplen con los criterios quirúrgicos,
la cirugía siempre es una opción. Existen casos individuales en los que puede
objetivarse un beneficio de la cirugía (por ejemplo, la mejoría de calidad de
vida y síntomas neurocognitivos).[2, 3]
Una vez efectivizada la indicación quirúrgica, la táctica operatoria dependerá
de la etiología del HPT1º, es decir, si es una enfermedad uniglandular como en
el caso del adenoma (aunque en hasta un 4 % pueden encontrarse adenomas
dobles), o una enfermedad multiglandular como en las hiperplasias.[3, 5] La
diferencia principal radica en el hecho de que en la patología multiglandular la
exploración bilateral del cuello es obligatoria, pero en el caso de un adenoma
único una exploración selectiva o focal, también llamada paratiroidectomía
mini-invasiva (en inglés, minimally invasive parathyroidectomy o MIP) o
unilateral, sería suficiente para realizar la paratiroidectomía (Foto 11 a 14).[1, 3]
Si bien esto es cierto, como los estudios de localización preoperatoria no son
100 % eficaces, la exploración focal y la unilateral tienen como desventaja una
incidencia de persistencias o recurrencias mayor que la bilateral y como
ventaja, menores complicaciones específicas. En contrapartida, la exploración
bilateral se asocia a un mejor control del HPT, pero a una incidencia mayor de
complicaciones específicas como parálisis recurrencial, hipoparatiroidismo y
hemorragias. Por estas razones, es fundamental complementar los métodos
diagnósticos de localización preoperatoria, con la experiencia del cirujano de
cabeza y cuello interveniente y con métodos de localización intraoperatorios.[2,
5, 11]
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Cirugía | Parte IV
Foto 11 y 12. Paratiroidectomía por abordaje focal o miniinvasivo (MIP) por mini-incisión de 3 cm
de longitud
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Cirugía | Parte IV
Foto 15. Tinción con azul de metileno de una Foto 16. Paratiroidectomía radioguiada
glándula paratiroides (la tiroides ya se ha con uso de gammaprobe en un HPT1º
“lavado”) recurrente
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Cirugía | Parte IV
Médico
En pacientes en los que no se indica la cirugía, se recomienda no restringir la
ingesta de calcio y mantener niveles adecuados de 25(OH)2 vitamina D. Los
bifosfonatos por vía oral evidenciaron un efecto positivo en la densidad mineral
ósea de columna y cadera en estos pacientes, aunque el riesgo de fractura no
fue evaluado. El cinacalcet (modulador alostérico del receptor sensor de calcio)
fue efectivo para reducir los niveles de calcemia, no obstante, no mostró
beneficio a nivel de la densidad mineral ósea.[12]
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Cirugía | Parte IV
Los estudios por imágenes del cuello son normalmente innecesarios ya que
se trata de una enfermedad multiglandular por hiperplasia. No obstante, la
ecografía, el sestamibi, la TC4D y la RMN, pueden ser útiles para la localización
preoperatoria, especialmente en reoperaciones (HPT2º persistente o
recurrente) y para descartar glándulas ectópicas.[17]
Foto 17. Tumores pardos mandibulares Foto 18. Deformidad ósea craneofacial
en HPT2º renal
Tratamiento
Médico
El manejo de los pacientes con HPT2º es predominantemente médico,
mediante suplementos de calcio y vitamina D por vía oral. Como algunos de los
pacientes se vuelven refractarios a este tratamiento, en ellos se indican
calcimiméticos (cinacalcet) y análogos de la vitamina D, con resultados
variables, pero con el objetivo de contemporizar el cuadro clínico hasta que el
paciente pueda ser transplantado.[8, 17]
Quirúrgico
El tratamiento quirúrgico está indicado en las siguientes circunstancias: 1)
calcifilaxis (vasculopatía urémica calcificante); 2) prurito intratable; 3)
651
Cirugía | Parte IV
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Cirugía | Parte IV
Foto 19 Foto 20
Foto 21 Foto 22
Paratiroidectomía total con posterior autoimplante en paciente con HPT2º renal, donde se evidencian
glándula derecha inferior (19), derecha superior (20), izquierda superior (21) e izquierda inferior (22),
respectivamente
653
Cirugía | Parte IV
654
Cirugía | Parte IV
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655
Cirugía | Parte IV
TUMORES LATERALES
DEL CUELLO
LEONARDO L. CALIFANO Y ALEJANDRO BEGUERI
Generalidades
El término ‘tumor lateral del cuello’ (TLC) abarca una serie de patologías de
diferentes orígenes y significado clínico, cuya única característica común es la
de presentarse como un bulto en una región anatómica específica: la región
lateral del cuello. Los límites de esta región son:
- Hacia arriba, el borde inferior de la mandíbula.
- Hacia abajo, las clavículas y el manubrio esternal.
- Hacia los lados y atrás, el borde anterior de los
músculos trapecios.
- Hacia la línea media, la celda visceral del cuello.
Debido a lo antedicho, las patologías de las estructuras centrales del cuello,
que se encuentran dentro de la celda visceral (nódulos tiroideos, por ejemplo),
no se incluyen dentro de esta entidad clínica y no serán tratadas aquí.
El origen de los tumores laterales del cuello puede resumirse en cuatro
grandes grupos:
De origen malformativo, anomalías congénitas.
Procesos inflamatorios, agudos o crónicos.
Neoplásico benigno.
Neoplásico maligno, que a su vez puede tratarse de un tumor primitivo o
metastásico.
Es importante destacar que la presencia del tumor puede estar acompañada
de otros signos o síntomas locales, regionales o generales, por lo que se debe
aclarar si el tumor es toda la enfermedad o sólo la parte más evidente de ella.
El conocimiento de la frecuencia y formas con que se presentan estos
656
Cirugía | Parte IV
657
Cirugía | Parte IV
TUMORES LATERALES
TUMORES LATERALES DE
DE CUELLO
CUELLO
ORIENTACIÓN
20 % 80 %
Inflamatorios,
NEOPLASIAS
congénitos , otros
20 % 80 %
benignas MALIGNAS
20 % 80 %
METASTÁSICAS
primarias
20 % 80 %
infraclavicular C y C
Adaptado de Skandalakis ; T. extratiroideos
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Cirugía | Parte IV
Higromas quísticos
También conocidos como linfagiomas quísticos o quistes serosos congénitos,
su formación se debe a la persistencia de elementos vestigiales del sistema
linfático y se presentan con mayor frecuencia en el área de la cabeza y el cuello.
Cerca del 90% son diagnosticados antes de los dos años de edad.[4]
Se presentan como tumores blandos, fluctuantes, indoloros, fijos en
profundidad pero no a la piel que desliza libremente. Se ubican con mayor
frecuencia en la fosa supraclavicular y del lado izquierdo.
La ecografía y la tomografía pueden ser de utilidad diagnóstica, pero el
método de elección es la RMN.
Se los puede clasificar de acuerdo al tamaño en micro o macro-quísticos (< o
> a 1 cm) o teniendo en cuenta su localización y grado de afectación. De Serres
y col. propusieron una clasificación en cinco estadios:[3]
Estadio 1: infrahioideo unilateral
Estadio 2: suprahioideo unilateral
Estadio 3: supra e infrahioideo unilateral
Estadio 4: suprahioideo bilateral
Estadio 5: supra e infrahioideo bilateral
En cuanto al tratamiento existen tres alternativas posibles: la resección
quirúrgica, la inyección de agentes esclerosantes y la observación.
Adenopatías cervicales
Las adenopatías pueden ser de dos orígenes: inflamatorias o neoplásicas.
Adenopatías inflamatorias
Las adenopatías inflamatorias, en especial las agudas, son mucho más
frecuentes que las neoplásicas pero debido a su evolución favorable en forma
espontánea o con tratamiento, no deben ser consideradas dentro de los TLC, o
sólo lo serán aquellas que pasen a una cronificación luego de un período agudo.
660
Cirugía | Parte IV
Punción-aspiración
661
Cirugía | Parte IV
Adenopatías neoplásicas
Como fue descripto con anterioridad las adenopatías neoplásicas pueden ser
primarias o metastásicas.
Adenopatías primarias
Son las que constituyen el asiento de las enfermedades linfoproliferativas
malignas, que suelen encontrarse dentro del contexto de la enfermedad
general, pero muchas veces la presencia de una o dos adenopatías cervicales
constituye el inicio o la única o más evidente manifestación de la enfermedad.
La PAAF orientará el diagnóstico y la biopsia quirúrgica (hecha en condiciones
particulares) permitirá tipificar correctamente la enfermedad.
Adenopatías metastásicas
En los pacientes entre los 50 y 60 años, constituyen el grupo más frecuente
de los tumores laterales de cuello. Esto siempre debe ser tenido en cuenta,
sobre todo cuando media el antecedente de consumo de alcohol y tabaco.
Los grupos linfáticos del cuello drenan el cuero cabelludo, la piel del área de
la cabeza y cuello, la mucosa del tracto aerodigestivo superior, las glándulas
salivales y la glándula tiroides, en forma específica, predecible y secuencial en
los distintos grupos ganglionares. Por lo tanto la ubicación de una adenopatía
sugiere en principio dónde puede estar ubicado el tumor primario, pero debe
recordarse que existe una superposición en el área de drenaje de distintas
localizaciones. Es importante entender entonces esta diseminación linfática a
los distintos grupos ganglionares y describirlas como “niveles” más que como
grupos ganglionares anatómicos.
La terminología para categorizar los grupos ganglionares del cuello fue
originalmente descripta en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, New
York (Estados Unidos), que es ampliamente aceptada. Ésta divide al cuello en
cinco regiones ganglionares a cada lado. Una sexta región, el compartimiento
central, fue agregada después (Figura 1).[10]
662
Cirugía | Parte IV
Debe recordarse que más del 80 % de las adenopatías metastásicas del cuello
tienen origen en tumores primarios de la cabeza y el cuello. El resto (menos del
15 %) tienen su origen en primarios infra claviculares, de ubicación más
frecuente en el pulmón, seguida por el aparato digestivo (estómago, colon,
esófago, páncreas) y el urogenital.
El riesgo de metástasis ganglionar depende de varios factores relacionados
con el tumor primario, como su ubicación, tamaño, estadio del T, grado
histológico. El riesgo de metástasis aumenta desde la zona anterior a la
posterior del tracto aerodigestivo superior: labio (10 %), lengua (25 %), encía
(30 %), piso de boca (40 %), orofaringe (55 %), hipofaringe (65 %). Los tumores
endofíticos y con gran espesor (lengua y piso de la boca) tienen más posibilidad
de metastatizar.
Así, excluyendo la piel, la mayoría de los tumores de la cabeza y cuello se
originan en la mucosa de la vía aerodigestiva superior (la cavidad oral y, dentro
de ésta con mayor frecuencia la lengua, es responsable de alrededor del 75 %
de las adenopatías cervicales) y su histología corresponde a carcinomas
663
Cirugía | Parte IV
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Cirugía | Parte IV
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Cirugía | Parte IV
TAC de cuello en la que se observa un tumor de densidad grasa (lipoma) por detrás del músculo
esternocleidomastoideo derecho
TAC de un tumor del glomus carotideo y la clásica separación en forma de lira que produce entre las
carótidas externa e interna. Abajo: reconstrucción 3D
666
Cirugía | Parte IV
667
Cirugía | Parte IV
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668
V
TÓRAX
Cirugía | Parte V
ÍNDICE
V 2 Fisiopatología pulmonar
DR. S. ALBO
V 3 Hidatidosis pulmonar
DR. N. LUCILLI
V 4 Absceso de pulmón
DR. N. LUCILLI
V 8 Patología mediastinal
DRES. R. CAVO FRIGERIO Y A. VIDAL
670
Cirugía | Parte V
671
Cirugía | Parte V
Generalidades
El tórax es la porción superior del tronco. Tiene la forma de un cono
truncado, con su base menor en la parte superior y su base inferior de mayor
diámetro. Pueden distinguirse una cubierta músculo-esquelética externa, la
pared torácica, que envuelve a una gran cavidad interna que se divide en tres
cavidades celómicas: dos laterales, las cavidades pleuropulmonares y una
central, el mediastino (Figura 1).
672
Cirugía | Parte V
673
Cirugía | Parte V
media se ubican en la cara lateral del tórax proyectando en forma vertical los
pliegues anterior y posterior de la axila y su parte media respectivamente. Estas
líneas determinan regiones sobre las que se proyectan los distintos órganos
intratorácicos unificando el lenguaje en la práctica diaria.
La pared del tórax presenta una cubierta cutánea con algunas características
de interés:
las líneas de Langer Dupuytren discurren perpendicularmente a su eje
mayor lo cual es menester recordar al momento de planear algunas
incisiones quirúrgicas cosméticas;
la distribución de los dermatomas reflejan la distribución segmentaria de
los nervios espinales torácicos, la excepción se produce para el 1º
dermatoma torácico que se ubica en el miembro superior y no en el
tronco, el 2º se ubica en sectores; la disposición de los restantes
dermatomas puede observarse en la Figura 4.
Dos fascias de tejido celular se ubican por debajo, una superficial formada
por tejido graso laxo que permite el desplazamiento de la piel y que contiene a
la glándula mamaria, y otra profunda más delgada y de consistencia fibrosa. Las
glándulas mamarias en la mujer son caracteres sexuales secundarios y están
representadas por las mamilas en el varón. La superficie de implantación en la
mujer adulta se extiende por delante de la fascia profunda de tejido celular
verticalmente desde la 2ª hasta la 6ª costilla y desde el borde esternal hasta la
línea axilar media, extendiéndose desde el cuadrante superoexterno hacia el
vértice axilar (prolongación axilar de Spencer); esta situación debe considerarse
al momento de realizar una toracotomía para evitar su lesión (Figura 5).
Figura 4. Distribución de
dermatomas[1] Figura 5. Detalles de glándula
mamaria[1]
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Cirugía | Parte V
Estructura ósea
El esqueleto óseo está formado por las costillas, el esternón y las vértebras
dorsales. La escápula, con su musculatura anexa no forma parte de la pared
torácica, pero cubre una buena parte de la región posterior del mismo y deben
ser tenidos en cuenta al planificar un abordaje quirúrgico de dicho sector.
Esternón
Debido a su forma ha sido comparado con una espada por los antiguos
anatomistas; presenta tres segmentos que se designan, de arriba hacia abajo,
el manubrio, el cuerpo y el apéndice xifoides (Figura 6).
Manubrio: de forma cuboidea con seis caras típicas; la superior
presenta tres fosetas, dos laterales destinadas a alojar la carillas
articulares que intervienen en la unión con las clavículas y una
central denominada la escotadura yugular. Sus caras laterales
contienen la carilla articular destinada a la primer cartílago costal
y la hemicarilla superior para la segunda costal que permitirá
interacción con las respectivas costillas.
Cuerpo: su altura corresponde a los dos tercios del total de la
longitud de dicho hueso. Sus caras laterales contiene las carillas
articulares destinadas a los cartílagos costales a 2ª (hemicarilla
articular inferior) a 7ª.
Apéndice xifoides: es la parte más pequeña del esternón, de forma
variable: amplio, plano, puntiforme, bífido, perforado. Puede ser
resecado en el transcurso de una laparotomía mediana
supraumbilical con el objetivo de ampliar la exposición de dicho
abordaje quirúrgico.
675
Cirugía | Parte V
Figura 6. Esternón[1]
Costillas[4]
Las costillas son doce arcos óseos alargados que se articulan con el raquis
torácico y se extienden en sentido ventral hasta la región torácica anterior. Su
número puede incrementarse por la presencia de costillas cervicales o
lumbares. Los siete primeros arcos costales se conectan con el esternón por
intermedio de sus respectivos cartílagos costales, designándoselos costillas
verdaderas. Las cinco restantes se las conoce como falsas costillas, pues no se
unen al esternón a través de un cartílago costal propio: los cartílagos de las
costillas 8ª, 9ª y 10ª se fusionan entre sí formando un arco costal de unirse a
dicho hueso, mientras que la 11ª y 12ª no lo alcanzan; las partes blandas del
tronco son conocidas como costillas flotantes.
Una costilla presenta típicamente los siguientes rasgos morfológicos:
Extremidad posterior o cabeza costal: presenta dos superficies articulares
separadas por una cresta. La cara articular superior más pequeña se
corresponde con la faceta articular inferior del cuerpo vertebral supradyacente,
mientras que la carilla articular inferior hace lo propio con la cara costal
superior de su propia vértebra.
676
Cirugía | Parte V
Cuello: es una zona plana y corta y se continúa hacia delante con el tubérculo
costal.
Tubérculo costal: este engrosamiento localizado óseo presenta una faceta
articular orientada hacia abajo y atrás por la cual la costilla apoya sobre la
apófisis transversa de su vértebra. A partir de este sector el arco costal cambia
de dirección orientándose hacia abajo y adelante para continuarse con la
diáfisis costal. Este cambio de dirección determina el ángulo costal posterior.
Como se observa, cada costilla tiene una doble articulación con las vértebras;
esta situación debe recordarse en el momento de la resección costal ya que
deben seccionarse los ligamentos de ambas sectores para realizar su exéresis.
Cuerpo: suele ser delgado y aplanado; se distingue una cara interna y otra
externa, un borde superior romo y otro inferior agudo presentando en su
margen inferior un surco por el que transcurre el paquete vasculonervioso
intercostal.
Extremidad anterior: de forma irregular se continúa con los cartílagos
costales.
Existen diferencias entre las costillas, mención especial merece el primer
arco costal por su importancia quirúrgica. Es la más corta y ancha. Presenta una
cara superior y otra inferior y dos bordes laterales. La cara superior tiene un
relieve (tubérculo de Lisfranc) para la inserción del escaleno anterior. Detrás
del tubérculo existe un surco por donde pasa la arteria y por delante la vena
subclavia.
Cartílagos costales
Los cartílagos costales son de variedad hialina. De forma irregularmente
cuadrangular aumentan de tamaño desde el 1º al 7º y decrecen
progresivamente en sentido caudal, siendo cortos y puntiformes el 11º y 12º.
677
Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
Músculos
Este firme andamiaje óseo está cubierto por una importante estructura
muscular. El aparato muscular puede dividirse en un grupo posterior y un grupo
anterolateral. A la vez, este último, según su relación con el plano costal los
músculos pueden subdividirse en superficiales, ubicados por encima del
mencionado plano, intercostales y profundos, alojados por detrás de dicho
hueso.[2]
Pared antero lateral (Figura 10 y 11)
El pectoral mayor se inserta por dentro en los dos tercios del borde anterior
de la clavícula, en la cara anterior del esternón, en los seis primeros cartílagos
costales y en el borde superior de la aponeurosis del recto mayor del abdomen.
De esta larga línea de inserción las fibras convergen para fijarse en el lado
anterior de la corredera bicipital. El borde inferior forma el pliegue axilar
anterior.
Figura 10. Músculos de la región anterolateral[1] Figura 11. Músculo serrato mayor[4]
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Cirugía | Parte V
diez primeras costillas; constituye la pared lateral del tórax. Actúa como
músculo inspiratorio cuando los músculos romboides fijan el omóplato.
Grupo posterior (Figura 12)
El dorsal ancho es un músculo aplanado que cubre toda la parte inferior del
dorso. Se inserta en las apófisis espinosas de las últimas seis vértebras dorsales
y en las cinco lumbares, en la cresta sacra, en el tercio posterior de la cresta
ilíaca y en las cuatro últimas costillas. Por su otro extremo se inserta como un
grueso fascículo en la corredera bicipital del húmero. Cubre la pared posterior
del tórax, donde es el más superficial, oculta la parte inferior del romboides, la
aponeurosis del serrato y los músculos espinales. El trapecio cubre la nuca y la
parte superior del dorso del tórax. Se inserta en las vértebras dorsales y 7ª
cervical, para dirigirse luego hacia arriba y adelante e insertarse en la clavícula,
el acromion y el omóplato. El romboides está situado entre la columna
vertebral y el omóplato y cubre al serrato mayor y al menor.
680
Cirugía | Parte V
Grupo profundo
Por dentro del intercostal interno, en la pared anterior del tórax, se
encuentra el músculo triangular del esternón. Se trata de un músculo
sumamente fino. Su aponeurosis se extiende diagonalmente hacia arriba,
desde el cuerpo del esternón y la apófisis xifoides a los cartílagos costales
tercero a sexto. Sus fibras inferiores se continúan con el transverso de la pared
abdominal.[3]
681
Cirugía | Parte V
Diafragma
Es un tabique músculo-tendinoso que separa las cavidades torácica y
abdominal. Presenta una porción carnosa periférica formada por fibras
musculares que se insertan en los márgenes del orificio inferior del tórax
convergiendo hacia una zona central tendinosa (Figura 14).
682
Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
Figura 16 (fotos personales). Técnica quirúrgica: toracotomía lateral sin sección muscular. A.
Decúbito lateral contralateral al hemotórax a explorar. B. Incisión cutánea a dos traveses de dedo
inferior a la punta de la escápula. C. Diéresis de tejido celular y confección de colgajos celular superior
e inferior. D. Exposición de músculo dorsal ancho disección de su cara costal y exposición posterior del
serrato mayor. E. Exposición del plano costal-intercostal. F. Diéresis del plano muscular intercostal. G.
Apertura de pleura parietal. H. Colocación de separador intercostal de Finocchieto. I. Cierre del plano
intercostal con puntos separados con material reabsorbible
685
Cirugía | Parte V
A B
686
Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
FISIOPATOLOGÍA PULMONAR
SERGIO ALBO
688
Cirugía | Parte V
Vía aérea
Pulmones
Pared Mediastino
torácica
Diafragma
689
Cirugía | Parte V
Estructuras
mediastinales
desplazadas
Derrame
pleural o
aire a
presión
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Cirugía | Parte V
691
Cirugía | Parte V
Obstrucción vía
aérea
Atelectasia
Desplazamiento
mediastinal
compensador
Síndrome hemorrágico
Puede ser:
Externo: manifestado por hemorragia a través de una herida o
desgarro parietal o por hemoptisis. Si la hemoptisis pone en peligro la
vida se denomina amenazante aunque no sea masiva, pero
692
Cirugía | Parte V
693
Cirugía | Parte V
Hipoventilación
Segmento móvil
Inspiración
694
Cirugía | Parte V
Retención de
CO2
Aire
pendular
Segmento
móvil
Espiración
Esto hace que en la zona del pulmón en contacto con el volet entre menor
cantidad de aire (hipoventilación), lo que lleva a una hipoxemia con o sin
hipercapnia. Agregado a esto se produce un efecto shunt (alteración
ventilación/perfusión). Antiguamente se decía que el aire del pulmón
contralateral al del volet se desplazaba al pulmón comprometido y eso
originaba hiparcapnia e hipoxia, sabiéndose hoy que pese a que el movimiento
pendular del aire puede ocurrir, la verdadera causa de la hipoxia y la
hipercapnia es la contusión pulmonar subyacente al volet, y la hipoventilación
por falla en la rigidez de la pared.
Además el movimiento paradójico puede originar un movimiento pendular
del mediastino dando dificultad del retorno venoso. Según su ubicación los
volets pueden ser:
- unilateral: lateral, anterolateral, posterior;
- bilateral: esternocondrocostal (por fracturas de arcos anteriores de las
costillas de ambos lados, acompañado frecuentemente de fractura
esternal) siendo este típico del impacto contra el volante (Figura 9).
Tratamiento: dependerá de la magnitud del volet y de su ubicación; los
volets pequeños suelen fijarse solos a los pocos días aunque muchas veces en
depresión de la pared; si son mayores pueden requerir osteosíntesis costal
695
Cirugía | Parte V
como único gesto o asociarse al terminar una intervención por otra indicación
(hemotórax que no cesa de sangrar, por ejemplo); la fijación del volet puede
ser interna con asistencia ventilatoria mecánica , que podrá necesitarse en
contusiones pulmonares graves.
El diagnóstico se hace por inspección observando la depresión de la pared
torácica en la inspiración y la expansión en la espiración.
Figura 9. Volet anterior bilateral con fracturas costales múltiples en ambos hemitórax y esternales
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Cirugía | Parte V
Síndromes funcionales
Suelen ser secundarios a los ya descriptos, especialmente al de compresión
endotorácica y su principal mecanismo es el desplazamiento mediastínico que
actúa fundamentalmente dificultando el retorno venoso.
Las causas más frecuentes son:
hemotórax masivos que desplazan el mediastino; se considera masivo
al hemotórax cuando su volumen al ser drenado supera los 1500 ml;
hernias diafragmáticas con pasaje importante del contenido
abdominal al tórax, el mecanismo es similar al anterior (Figura 10);
neumotórax hipertensivo por lo dicho más arriba;
neumotórax abiertos, por el bamboleo mediastinal (Figura 11, 12 13 y
14).
Figura 10. Herniación del colon a través de una herida diafragmática traumática
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Cirugía | Parte V
Figura 11. Neumotórax abierto en inspiración Figura 12. Neumotórax abierto en espiración
Figura 13. Con lesión pulmonar asociada Figura 14. Neumotórax abierto hipertensivo
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Figura 16. Objeto empalado con lesión bronquial, el objeto impide la progresión del neumotórax
B) Lesiones pleurales
Hemotórax: puede ser uni o bilateral, solo o asociado a neumotórax. Se
manifiesta por los síndromes compresivos y hemorrágicos ya descriptos. En
realidad se describe como lesiones en que raramente su etiología es pleural, la
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701
Cirugía | Parte V
C) Lesiones pulmonares
Heridas penetrantes:
a) arma blanca: producen lesiones de bordes netos fáciles de reparar. El
tratamiento puede ser el simple drenaje pleural o la sutura de pulmón. Se
deben sospechar lesiones más graves que las pulmonares, asociadas a ellas si
existe inestabilidad hemodinámica o la herida se ubica en un área limitada por
las dos clavículas por arriba, una línea que pasa por los dos rebordes costales,
por abajo y las líneas medioclaviculares a ambos lados (zona de peligro).
b) arma de fuego: producen lesiones variables de acuerdo con el tipo de
proyectil (bala, perdigones, etc.) y la distancia del disparo. La gravedad de las
lesiones producidas en general es mayor que las de arma blanca por la energía
de los proyectiles, si el paciente está estable se debe intentar buscar
radiológicamente el proyectil para descartar lesiones transfixiantes (pasaron
por el mediastino) o embolización si penetraron alguna cavidad del sistema
cardiovascular.
c) heridas contusas: pueden producir:
hematomas: es la acumulación de sangre en el intersticio pulmonar,
producen generalmente imágenes redondeadas en la radiografía y
evolucionan a la reabsorción en varias semanas, raramente se
abscesan;
contusión pulmonar: muchas veces grave, con hipoxia refractaria,
necesidad de asistencia ventilatoria prolongada y asociada muchas
veces a otras lesiones con alta morbimortalidad. Su tratamiento en
general es en Terapia Intensiva;
desgarros: son producidos por fragmentos costales, en general basta
el drenaje pleural y eventualmente la sutura pulmonar si persiste la
fuga aérea;
estallido pulmonar: resección pulmonar de acuerdo a la lesión.
D) Lesiones traqueobronquiales
En los traumas cerrados se ven sobre todo en compresiones bruscas
frecuentemente con mecanismo de desaceleración. El 80% se localiza en la
tráquea o bronquios fuentes.
En las heridas penetrantes, la localización puede ser cualquier punto del
árbol bronquial.
Clínicamente se puede observar:
enfisema mediastínico
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Cirugía | Parte V
enfisema subcutáneo
neumotórax (que puede ser hipertensivo)
hemoptisis
disfonía (por compresión del recurrente)
disnea, cianosis, estridor.
F) Lesiones de esófago
Ver capítulo aparte.
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Cirugía | Parte V
Diagnóstico
Examen clínico:
Interrogatorio: al enfermo cuando es posible y sino a los acompañantes. Se
debe obtener la mayor cantidad de datos posibles relacionados con la
modalidad del traumatismo y antecedentes patológicos del traumatizado. Para
no olvidar los datos a obtener se puede recordar la sigla AMPLE:
A: antecedentes
M: medicación
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Cirugía | Parte V
P: patologías conocidas
L: última (“last”) ingesta
E: ecotóxicos (drogas o alcohol)
Examen físico: debe hacerse siempre con el enfermo desnudo en un
ambiente cálido para prevenir la hipotermia. Establecer rápidamente siguiendo
un orden: A B C D E
A: vía aérea
B: ventilación
C: circulación
D: déficit neurológico
E: exposición
Se debe seguir ese orden sin salteo de etapas pues así es la importancia de
cada una; de nada vale intentar aliviar un taponamiento cardíaco (punto C) si la
vía aérea no se encuentra permeable, ya que no ingresa el “combustible“ del
organismo y la muerte es segura. Diagnosticar y tratar cada parte en ese orden
y el éxito es más probable.
El manejo de la vía aérea se debe realizar siempre con control de la columna
cervical, hasta descartar lesión de ésta. La vía aérea se puede asegurar sobre
todo en pacientes con deterioro de la conciencia, mediante intubación traqueal
habiendo pasado por cánulas faríngeas o simple máscara de oxígeno.
En el punto de ventilación se diagnosticarán y tratarán las lesiones que se
han analizado más arriba, poniendo énfasis en el neumotórax hipertensivo
abierto o no, el hemotórax y el tórax paradojal.
En el punto de circulación se diagnosticarán y tratarán las hemorragias
visibles, inicialmente con compresión de las heridas, se pondrán las vías de
infusión de líquidos, eventuales drogas y se aprovechará para tomar muestras
de sangre y se aliviará el taponamiento cardíaco si hubiera.
En el punto de déficit neurológico se evaluará el estado de conciencia
después de corregido lo previo que podría haber sido causa del déficit por
hipoxia y/o hipovolemia.
El punto de exposición se refiere a detectar otras lesiones posibles.
Laboratorio:
Se realizarán las tomas en el momento en que se coloquen las vías venosas,
las habituales son grupo y factor rh, hematocrito, glucemia, muestras para
tóxicos, y, si es mujer en edad fértil, test de embarazo. Luego de estas muestras
básicas se verá la necesidad de otras como medio interno, etc.
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Cirugía | Parte V
Examen radiológico:
Radiografía simple de tórax: en lo posible se la debe obtener con el
paciente sentado o de pie. Si esto no es posible se tomará con el
paciente acostado incluso en la tabla larga de transporte. Se buscará:
hemotórax, neumotórax, ensanchamiento mediastinal, enfisema
mediastínico y subcutáneo, fracturas costales y esternales,
desviaciones bronquiales, etc.
Radiología contrastada: angiografias: para evidenciar posibles lesiones
de grandes vasos en ensanchamientos mediastínicos; contrastadas de
tubo digestivo: para demostrar lesiones esofágicas (perforación) o
hernias diafragmáticas traumáticas.
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Tratamiento
1) Manejo inicial del traumatizado torácico:
Debe considerarse su atención en tres situaciones distintas:
a) en el lugar del accidente;
b) durante el transporte;
c) en el hospital.
a) En el lugar del accidente:
I) asegurar vía aérea permeable (desobstruirla);
II) control de la hemorragia externa (compresión);
III) inmovilización de las fracturas óseas;
IV) suprimir la traumatopnea (cerrando la brecha torácica);
V) suprimir la respiración paradójica por compresión de la zona móvil o
decúbito sobre la lesión.
b) Durante el traslado:
Agregar una vía de perfusión para reponer volemia, la vía venosa puede
obviarse si el centro al que se traslada el paciente está a 10 minutos de
distancia. Tratar de mantener la vía aérea permeable y una buena ventilación,
colocando suplemento de O2. Estar atento a la aparición del neumotórax
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Cirugía | Parte V
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E) Exposición:
Tratar de descubrir otras lesiones menos peligrosas para la vida pero en las
que se podría actuar en forma diferida, como lesiones de miembros, heridas en
cuero cabelludo, etc.
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1
5
4 4
2
3 3
Figura 18. Zonas anatómicas del tórax : 1) cervicotorácica, 2) área cardíaca, 3) abdominotorácica, 4)
lateral, 5) transfixiante (las áreas 2 y 5 tienen indicación de toracotomía inmediata)
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2 - Lesiones pleurales
Los neumotórax traumáticos siempre deben ser drenados (distinto de los
espontáneos), ya sean éstos por traumatismos abiertos o cerrados. Su
evolución posterior nos dará la conducta a seguir (ver neumotórax
espontáneo).
3 - Lesiones pulmonares
Las heridas lineales (por ejemplo de arma blanca) se suturan con material
reabsorbible. La resección pulmonar se realiza cuando hay desgarros
pulmonares extensos, irreconstruíbles, o estallidos pulmonares o lesiones que
involucren vasos importantes y con el sólo objeto de lograr la hemostasia, o
lesiones bronquiales irreparables.
Contusión pulmonar: comúnmente está presente en los traumatizados
graves pudiendo evolucionar en los casos graves al pulmón húmedo o pulmón
de shock, cuyo tratamiento se describe en ese capítulo (restricción líquida,
corticoides, diuréticos y ARM con PEEP). Es habitual encontrarla asociada a
tórax móvil.
4 - Lesiones traqueobronquiales
a) Lesiones traqueales: si son pequeñas (⅓ de circunferencia) se puede
intentar tratamiento conservador por traqueostomía. Cuando son mayores
deben operarse. Si son descubiertas en agudo se operan por toracotomía
derecha o cervicotomía y generalmente se logra la sutura directa. Si son de
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Figura 20. Taponamiento cardíaco por acumulación rápida de sangre en cavidad pericárdica
6 - Lesiones de esófago
(Ver capítulo correspondiente).
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8 - Lesiones diafragmáticas
En el período inmediato la vía de abordaje puede ser tanto abdominal como
torácica y estará determinado por las lesiones asociadas. Se reducen las
vísceras herniadas y luego se cierra la brecha diafragmática con puntos
separados de material irreabsorbible.
En período tardío la vía de elección es torácica (7º espacio intercostal) en
estos casos hay que tener preparada una malla protésica para el cierre pues no
siempre se pueden afrontar los bordes. Si hay complicaciones y hay que realizar
resecciones intestinales se reducen las vísceras al abdomen y se agrega una
laparotomía para completar la intervención. Esto evitará contaminar la cavidad
pleural y posterior desarrollo de empiema.
Traumatismos combinados
Son los asociados con traumatismos de zonas vecinas: toracoabdominales y
cervicotorácicos.
Traumatismos cervicotorácicos
Son generalmente producidos por heridas penetrantes de arma de fuego.
El compromiso más serio es vascular (carótidas, subclavias), nervioso (plexo
braquial) de la vía aérea y del esófago.
Las lesiones serán tratadas por vías combinadas o separadas según los casos.
Traumatismos toracoabdominales
Son los que producen lesiones torácicas y abdominales al mismo tiempo.
Pueden ser toracoabdominales propiamente dichos o combinados, según el
diafragma esté o no lesionado.
Clínicamente, se suman al cuadro torácico agudo los síndromes traumáticos
abdominales, fundamentalmente hemorrágico, por lesión de víscera maciza y/o
perforativo por lesión de víscera hueca.
En las heridas penetrantes somos partidarios de la exploración quirúrgica
sistemática. Por ello, los procedimientos diagnósticos nos interesan
particularmente para los traumatismos cerrados. Los esenciales son: examen
clínico, la radiología simple, TAC y ecografía.
Táctica terapéutica: se puede hacer un abordaje por separado o simultáneo
de ambas cavidades.
1) Abordaje simultáneo de ambas cavidades:
Toracofrenotomías: consiste en la realización de una toracotomía baja en 6º
o 7º espacio intercostal, más la apertura del diafragma. Con esta vía se puede
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Cirugía | Parte V
715
Cirugía | Parte V
Bibliografía
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Clínicas Quirúrgicas de Norteamérica, Traumatismos Torácicos, Ed. Interamericana.
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Nyhus, Condon. Manual de Terapéutica Quirúrgica. Ed. Salvat.
Reilly, Neira. Relato Oficial del 50° Congreso argentino de Cirugía Torácica, 2006, “Traumatismos
de Tórax”.
716
Cirugía | Parte V
HIDATIDOSIS PULMONAR
NORBERTO LUCILLI
Definición y concepto
La hidatidosis es una enfermedad parasitaria, agrupada dentro de las
helmintiasis (es decir, que viven en el intestino de algún vertebrado) producida
por el embrión hexacanto de la Taenia Equinococcus o Echinococcus
granulosus. Este parásito desarrolla su ciclo reproductivo en el perro (huésped
definitivo, donde crece la tenia adulta) y en los bovinos, ovinos, caprinos,
porcinos y humanos (huéspedes intermediarios, en estado larval que forma los
quistes).
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Cirugía | Parte V
de los diversos ganados antes enunciados con la generación de una nueva tenia
y reinicio del ciclo.
Incidencia y epidemiología
Conocida y tratada eficientemente en nuestro país desde fines del siglo XIX,
se trata de una enfermedad del ambiente rural, en la que es necesaria la triada:
hombre-perro-ganado. Nuestro país presenta zonas ganaderas endémicas
propicias para el auge de la hidatidosis como:
la Patagonia incluyendo el sur de Cuyo;
el noroeste de Córdoba, involucrando sus límites con La Rioja y
Catamarca;
la Mesopotamia, extendiéndose regionalmente también a Uruguay y
el sur de Brasil.
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También está presente en otros países como Chile, Perú, Bolivia, Francia
(fueron pioneros los trabajos de Félix Dévé, hidatidólogo francés, en la década
del 40 del siglo pasado) y otros bañados por el mar Mediterráneo.
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Cirugía | Parte V
cubierta
Intestino
Parásito Estomago
S. porta
Hidatidosis Hepática
HÍGADO
Riñon
VCI
Peritoneo VD
a. pulm
Hidatidosis Pulmonar
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Diagnóstico
La procedencia geográfica del paciente desde una zona endémica, los signos
y síntomas de alergia o hipersensibilidad junto con la semiología respiratoria,
los métodos auxiliares de diagnóstico por imágenes y el laboratorio son los
pilares para confirmar la sospecha clínica de hidatidosis pulmonar.
QH pulmonares bilaterales
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Rx frente y perfil que muestran signo del “menisco” en pulmón derecho y del “doble arco” en
el izquierdo
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Ecografía pleuropulmonar
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Tratamiento
El tratamiento de la HP es preponderantemente quirúrgico. Existen además
alternativas médicas complementarias tales como la terapéutica biológica de B.
Calcagno, hoy perimida y reemplazada por drogas, que a través de vacunas
elaboradas con distintos componentes del parásito, mediante inmunización
activa conduciría a la muerte del mismo, útil para la posterior e ineludible
cirugía.
El tratamiento farmacológico de demostrada efectividad es con parasiticidas,
antihelmínticos como el mebendazol y el albendazol, éste en dosis para adultos
de 800 mg/día, en ciclos de 28 días con intervalos de 14 de descanso entre los
mismos; tales ciclos pueden repetirse a lo largo de meses si es necesario. En
pacientes cuyo peso es menor a 60 kg la dosis es de 15 mg/kg/día con idéntica
periodicidad en la administración.
Su indicación es como coadyuvante antes (a fin de desvitalizar al parásito
ante la eventualidad de posibles siembras quirúrgicas) y/o después de la cirugía
o en los excepcionales casos en que ésta no es posible.
El objetivo de la operación es la exéresis del parásito sin contaminación de
los tejidos adyacentes, reparando las lesiones ocasionadas en el huésped y
preservando a ultranza el parénquima pulmonar sano. Precedidas por la
intubación selectiva con tubo de doble luz para la anestesia general que
preserva el parénquima pulmonar sano ante una eventual rotura y
diseminación por la vía aérea, todas las maniobras quirúrgicas estarán
precedidas por el aislamiento del campo quirúrgico con gasas embebidas con
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729
Cirugía | Parte V
Bibliografía
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730
Cirugía | Parte V
ABSCESO DE PULMÓN
NORBERTO LUCILLI
Definición y concepto
Como regla general, absceso en cualquier sitio de la anatomía es una
colección de pus en una cavidad neoformada, es decir sin preexistencia de la
misma; a diferencia del empiema, que se denomina así cuando dicha colección
asienta en una cavidad anatómicamente preformada (ejemplo: pleural,
vesicular, pericárdica). En lo que respecta al pulmón, el absceso pertenece al
capítulo de las supuraciones y necesariamente requiere de infección primaria
circunscripta, necrosis de licuefacción del parénquima y posterior cavitación.
La secuencia cronológica es:
Paciente sano
Neumonitis/neumonía
Neumonía necrotizante
Absceso de pulmón
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Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
Absceso simple
En este tipo de absceso se distinguen tres períodos o etapas:
1er período: se caracteriza por una congestión neumónica. El aspecto
macroscópico del absceso dependerá de su causa.
2do período: existe necrosis del parénquima, licuefacción y secuestro.
3er período: se caracteriza por la evacuación y la formación de cavidades.
Una vez formada la cavidad hay que distinguir 3 características:
a) Contenido: es un pus amarillo-verdoso, cremoso, con restos del
parénquima necrosado.
b) Pared: existe tendencia a la limitación del proceso. En los abscesos
benignos de corta duración se forma una membrana piógena muy delgada
que tapiza la cavidad. En los casos de evolución prolongada la membrana es
gruesa y a veces llega a esclerosarse.
c) Zona pericavitaria: está constituida por un halo de hepatización que
también puede llegar a fibrosarse. La zona pleural vecina al absceso se
encuentra adherida y engrosada, puede llegar a perforarse y dar lugar a un
neumotórax o a un pioneumotórax.
Manifestaciones clínicas
Inicialmente los signos y los síntomas son los de una neumonía, con fiebre,
dolor torácico, tos, disnea, expectoración purulenta abundante y un sindrome
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Cirugía | Parte V
Diagnóstico
Los exámenes de laboratorio mostrarán eritrosedimentación acelerada,
leucocitosis y tal vez una discreta anemia, se debe investigar la bacteriología
directa y cultivo del esputo seriado, pero el diagnóstico se obtendrá mediante
las imágenes del par radiológico de tórax (frente y perfil) y la tomografía
computada. La imagen típica es la cavitada, que muestra un nivel hidroaéreo
por pérdida de sustancia conectada con el árbol bronquial, la superficie interna
de la cavidad debe ser regular y lisa porque ante la presencia de mamelones
(signo del peñón) debemos sospechar el cáncer abscedado.
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Cirugía | Parte V
Diagnóstico diferencial
QUISTE Lesiones de contenido aéreo con paredes finas bien definidas (< 3
mm) pueden ser congénitos (broncogénicos) o parasitarios
(hidatidosis, amebiasis)
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Cirugía | Parte V
Tratamiento
El tratamiento médico resuelve más del 90 % de los AP oportunamente
diagnosticados, la antibióticoterapia empírica al comienzo y luego adecuada a
la bacteriología y cultivo del esputo durante un mínimo de 3 semanas, sumado
a la kinesioterapia respiratoria, los drenajes posturales, la correcta hidratación
del paciente, el soporte nutricional, control e higiene de focos bucodentales, la
fluidificación de las secreciones mediante nebulizaciones, eventuales
broncoscopias para broncoaspiraciones y lavados bronquiales de acuerdo a la
magnitud de la broncorrea, relegaron la cirugía a tratar sólo las complicaciones
o los infrecuentes casos de cronicidad por falta de respuesta terapéutica.
El tratamiento quirúrgico contribuye mediante drenajes percutáneos
transparietotorácicos guiados por imágenes a modo de neumonostomías para
completar o mejorar una evacuación incompleta del absceso o
excepcionalmente abordajes para resecciones pulmonares económicas (se
debe respetar a ultranza el parénquima pulmonar sano) ante la cronicidad, el
grosor parietal que perpetúa la cavidad (todo AP tiene un halo periférico de
neumonitis) o para tratar en los de origen secundario su enfermedad
dominante. Destacamos que cualquier procedimiento invasivo realizado con
sedación o anestesia debe cuidar los decúbitos y la eventual intubación
orotraqueal se hará mediante intubación selectiva con tubo de doble lumen
para evitar aspiraciones del pulmón sano contralateral.
El tratamiento médico precoz y los antibacterianos disminuyeron
drásticamente la indicación de cirugía en esta supuración pulmonar; es de
esperar que la desnutrición y la indigencia social no refloten en el futuro esta
enfermedad, hoy controlada.
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Cirugía | Parte V
Complicaciones y mortalidad
La complicación más frecuente es la apertura del absceso a la cavidad pleural
constituyendo un pioneumotórax que requerirá el adecuado drenaje pleural.
La inaceptable mortalidad de 45 % de los casos previa a la era antibiótica, es
hoy menor al 2 % en los adecuadamente tratados, menor al 8 % en los que
necesitaron resecciones quirúrgicas y alrededor del 22 % en los
inmunodeprimidos.
A modo de corolario queremos citar una celebérrima frase de Oscar A.
Vaccarezza (pionero en la fundación de la Sociedad Argentina de Cirugía
Torácica):
Foco neumónico paravertebral y aliento fétido en un ebrio consuetudinario que
acostumbra dormir la mona, sugiere absceso pútrido broncogénico en el segmento de
Nelson y supone focos sépticos orofauciales.
Agradecimiento
Al Dr. Mario Branda por cedernos gentilmente algunas de las ilustraciones.
737
Cirugía | Parte V
Bibliografía
Boretti, J. y Lovesio, C. Cirugía. Ed. El Ateneo, 1989.
Ferraina, P. y Oria, A. Cirugía de Michans. Ed. El Ateneo, 2002.
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Karcic, Arsad A. and Karcic, Edin. “Lung abscess”. The Journal of Emergency Medicine, Vol. 20, No.
2, 165-166, 2001.
Masciarelli, P.; Negri, M.; Kantor, B.; Bonnor, A.; Monzón, D.; Di Biasio, A.; Gidekel, L.; Celentano,
A.; Cera, D. Hospital de Emergencias “Dr. Clemente Álvarez” de Rosario. “Serie de casos de
abscesos de pulmón”. Sección Publicaciones Originales de la Publicación Científica Digital
Clínica-UNR, de la Cátedra de Clínica Médica y Carrera de Posgrado de Especialización en
Clínica Médica de la Universidad Nacional de Rosario, sita en www.clinica-unr.org
Sabiston, D. y Spencer, F. Gibbon. Cirugía Torácica. Ed. Salvat, 1980.
Schwartz, S.; Shires, G. y Spencer, F. Principios de Cirugía. Ed. Interamericana, 1989.
738
Cirugía | Parte V
CLÍNICA Y TRATAMIENTO
QUIRÚRGICO DE LAS
AFECCIONES DE LA PLEURA
JUAN M. CAMPANA
La pleura
Fundamentos para el diagnóstico y tratamiento de su patología
Una estructura membranosa, derivada del tejido mesenquimático, con
células mesoteliales montadas sobre una lámina fibroelástica ricamente
poblada de elementos vasculonerviosos y linfáticos, se encarga de cubrir, por
una parte, el lado interior de la pared torácica, el mediastino y el diafragma. En
las dos zonas citadas en primer término, la ya citada lámina fibroelástica
permite la separación, con pocas dificultades, de la membrana mesotelial que
da título a este capítulo.
Por otra parte, merced a una serie de repliegues, también envuelve al
pulmón en su totalidad. Por una sencilla razón de topografía se las designa
como pleura parietal a la primera y visceral a la última que, a diferencia de la
anterior, continúa su trayecto junto a los tabiques situados entre los lobulillos
del pulmón, aportando en su recorrido la inervación e irrigación de los mismos.
Esta pleura visceral ofrece dificultades para su separación en la región del
diafragma y del pericardio por no encontrarse allí las condiciones de soporte
laxo como el citado en el párrafo anterior.
Pese a las enseñanzas de los sabios anatomistas, los cirujanos no hemos
corregido este modismo que daría la impresión de señalar a dos hojas
diferentes y no a una sola. Con el agregado de que en ambos hemitórax, y en
forma absolutamente independiente para los dos, su recorrido forma una
cavidad habitualmente calificada como virtual ya que se hallan en íntimo
contacto conteniendo, entre ambas, 2 a 3 ml de líquido para su mejor
lubricación y deslizamiento. Para una mejor comprensión de esto solemos citar
su parecido con las dos láminas adosadas mediante unas pocas gotas de líquido
en los parabrisas inastillables de los vehículos modernos.
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Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
Empiema pleural
El tema empiema pleural es diariamente examinado durante cada una de las
consultas médicas relacionadas con los pacientes que son derivados a las áreas
de cirugía torácica y/o neumonológica, comparando, al mismo tiempo, los
resultados obtenidos mediante el uso de distintos métodos de diagnóstico,
pero también, haciendo el examen exhaustivo de los hallazgos clínicos,
semiológicos y de los métodos auxiliares con relación a los distintos estadios en
los que se encuentra la enfermedad.
La compulsa arroja resultados sumamente disímiles, poniendo de manifiesto
un accionar que, en general, es casi siempre vacilante en la terapéutica,
permitiendo el desarrollo de una entidad nosológica en cuyos momentos
iniciales podrían haber tenido éxito un par de medidas simples y, sin embargo,
se permitió su avance hacia un estado de gravedad que puede comprometer la
vida del enfermo.
El futuro de un empiema pleural debe resolverse en las primeras horas o
durante las primeras maniobras realizadas. Un buen diagnóstico, basado
fundamentalmente en una semiología correctamente llevada a cabo,
anamnesis incluida. Una actitud del médico que, sin ser agresiva, tenga el
carácter de activa, observando frecuentemente los cambios y adecuando la
conducta terapéutica a los mismos, será la mejor manera de administrar los
recursos médicos y de cambiar un futuro ominoso por una esperanza de
resolución rápida y con pocas o ninguna secuela.
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Cirugía | Parte V
Fundamentos fisiopatológicos
El líquido empiematoso es un exudado. Esto quiere decir que tiene un alto
tenor proteico (mayor de 3 g/%) situación que confiere positividad a la
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Cirugía | Parte V
EXUDADO TRASUDADO
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Cirugía | Parte V
los mejores ejemplos se hallan en los traumatismos torácicos (por arma blanca
o proyectil de arma de fuego); los iatrogénicos (punciones transparietales,
endoscopias digestivas altas o broncoscopías con biopsias perbronquiales,
postoperatorios) y las que acompañan a las rupturas del esófago.
La contaminación por contigüidad es una de las más corrientes y su nombre
señala la procedencia desde el parénquima pulmonar en la mayoría de los
casos, aunque también puede proceder desde el mediastino, la pared torácica
o el diafragma.
Los exudados pleurales, producto del empiema, pueden estar provocados
por variados agentes etiológicos: entre los piógenos se encuentran,
principalmente, el Streptococcus pyogenes, el Staphylococcus aureus, la
Escherichia coli, Klebsiella proteus y Pseudomonas aeruginosa. Además de los
gérmenes anaerobios (que deben ser sospechados cuando el pus tiene olor
muy fétido) como el Peptostreptococcus, Clostridium y bacteroides.
Los hongos también pueden participar del proceso, tal como ocurre, por
ejemplo en el caso de histoplasma, coccidiomyces, el actinomyces y la
nocardia, sin descontar los parásitos entre los que la ameba es uno de los más
frecuentes.
La denominación de cada una de las formas clínicas dependerá, no
solamente de la forma de presentación de la enfermedad, sino también de los
hallazgos semiológicos y de la aplicación de los diferentes métodos auxiliares
de diagnóstico. Si el empiema complica al postoperatorio de alguna
intervención quirúrgica, se tratará de un empiema postoperatorio. Si se tratara
de uno que aparece en la evolución de una tuberculosis se tratará de un
empiema tuberculoso.
Consideramos como empiema pleural inespecífico a todo aquél, que ab initio
está producido por los denominados “gérmenes comunes”, vale decir gram
positivos o negativos, sin intervención de mycobacterium, hongos o parásitos.
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Sintomatología
Todos los síntomas clásicos de los estados infecciosos pueden hallarse en
estos pacientes, que, por lo general, consultan por tos (de carácter irritativo) y,
casi siempre, se quejan de algunos “dolorimientos” dorsales en las
inmediaciones de las bases hemitorácicas. La tos está explicada por la irritación
de la pleura y los “dolorimientos” por la acción de los tejidos inflamados sobre
los nervios intercostales subyacentes. Tienen hipertermia o fiebre con toda su
constelación de inapetencia y astenia. Muchas veces el aliento de estos
pacientes es fétido, lo que hace suponer que se está ante la presencia de una
fístula o, por lo menos, en la etapa inmediatamente inicial de la misma.
Una anamnesis breve pero prolija puede extraer datos de mucho valor:
tareas que ha realizado y exposición, durante las mismas, a gases, polvo,
elementos presuntivamente contaminantes, o contactos con enfermos. Se
tendrá especial cuidado en tratar de determinar cuáles fueron los cuidados
médicos y sanitarios que el enfermo recibió, tratando de recabar información
sobre las diferentes determinaciones con medios auxiliares de diagnóstico que
le fueron efectuadas.
El examen semiológico será lo más detallado posible. En el campo del tórax
habrá especial cuidado en la inspección; palpación de las vibraciones vocales;
percusión buscando delimitar los campos mates, sonoros y timpánicos y, sobre
todo una prolija auscultación, cerrará este capítulo escuchando la presencia de
ruidos agregados como roncus, sibilancias y estertores de burbuja gruesa, fijos
o cambiantes.
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Toracoplastia
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Neumotórax
Cuando la cavidad pleural se encuentre ocupada por aire, estaremos en
presencia de un neumotórax. Babini sostiene que el término correcto sería
“neumopleura”. A la más común de las formas de presentación de esta entidad
se la denomina clásicamente neumotórax espontáneo benigno. Se trata de
aquel que ocurre en gente joven y que, casi siempre, está determinado por la
ruptura de una pequeña vesícula aérea subpleural comúnmente denominada
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sus moradores. Su acción puede tardar entre 20 y 40 años hasta aparecer las
manifestaciones clínicas de la enfermedad.
La edad en la que se presentan, preferentemente, es el lapso entre los 50 y
55 años, con mayor frecuencia en las mujeres, para los benignos y en los
hombres, para los malignos.
Bracco y Polak[2] propusieron una clasificación de los mesoteliomas, de
acuerdo a su estirpe histológica, según fueran derivados del sector mesotelial,
del reticuloendotelial o del conectivovascular, y, además, de acuerdo a su
carácter de benignos o malignos para cada una de las especies. Pero también la
OMS los clasificó, casi treinta años más tarde. En ésta última, que fue
ampliamente aceptada, se los agrupa del siguiente modo: A) epitelioides (con
sus dos variedades: túbulopapilar y sólido); B) sarcomatoides; C) combinados.
Habitualmente los pacientes consultan, por primera vez, debido al dolor de
tipo pleural, permanente, que no calma con posición alguna y que, además se
acompaña de una tos irritativa que acentúa las algias ya mencionadas. Éste es
el momento de efectuarles una radiografía del tórax, en la que, casi siempre, se
puede apreciar un derrame pleural que adopta el trazado de una curva de
Damoisseau, o bien ser de una extensión difusa, tipo de presentación que es la
más corriente. A menudo suelen padecer fiebre y permiten confundir al cuadro
con la iniciación de un empiema.
Otras veces presentan una imagen radiológica de engrosamiento pleural
que, en algunos lugares de la periferia agrupa a distintas formaciones
vegetantes o nodulares o, incluso, columnares que pueden sugerir la forma de
las “arcadas“ que tienen las galerías.
Una vez punzado el derrame, y comprobado que tiene características de un
exudado hemorrágico se pondrán en juego todas las acciones tendientes a
averiguar su estirpe histológica. En tal sentido, la presencia y labor de un
patólogo experimentado es fundamental. Él deberá recurrir a todos los medios
para obtener una correcta diferenciación del tumor usando, si fuera necesario,
los métodos inmunohistoquímicos de diagnóstico, habida cuenta de la
dificultad que esta afección presenta para su diagnóstico anátomo-patológico y
las posibilidades que brinda de ser confundida con un adenocarcinoma
pulmonar.
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T: TUMOR PRIMARIO
T1a: Tumor limitado a la pleura parietal
T1b: Ídem + compromiso de la pleura visceral
T2: Compromiso de ambas pleuras + uno de los siguientes:
- Diafragma
- Cisuras
- Parénquima pulmonar
T3: Tumor localmente avanzado pero potencialmente resecable
Compromete ambas pleuras + uno de los siguientes:
- Fascia endotorácica
- Grasa mediastinal
- Foco único completamente resecable en partes blandas de la pared
torácica
- Cara externa del pericardio
T4: Tumor localmente avanzado y técnicamente irresecable,
comprometiendo órganos mediastínicos, pared torácica, cara interna del
pericardio, órganos abdominales
N: COMPROMISO GANGLIONAR
Nx: Ganglios no evaluados
N0: Sin compromiso ganglionar
N1: Compromiso de ganglios broncopulmonares o hiliares
broncopulmonares o hiliares homolaterales
N2: Compromiso de ganglios subcarinales o mediastinales homolaterales,
incluida la cadena mamaria interna
N3: Compromiso supraclavicular y/u homolateral
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M: METÁSTASIS:
Mx: Metástasis no evaluadas
M0: Sin metástasis
M1: Metástasis a distancia
ESTADIFICACIÓN
Estadio I: Ia: T1a N0 M0
Ib: T1b N0 M0
Estadio II: T2 N0 M0
Estadio III: Cualquier T3 M0
Cualquier N1 M0
Cualquier N2 M0
Estadio IV: Cualquier T4
Cualquier N3
Cualquier M1
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Bibliografía
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ADDENDUM:
VIDEOTORACOSCOPIA
EN PATOLOGÍA PLEURAL
MARIO J. BRANDA
Aporte al capítulo de tratamiento de patologías pleurales, escrito por el Dr. Juan Manuel
Campana, a su pedido, indicando la utilización de los procedimientos videotoracoscópicos,
en la resolución de estas patologías.
Videotoracoscopia
Tomado de G. Abed
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Requerimientos
1) hospital especializado
2) equipo quirúrgico/anestésico
3) cirujano entrenado en VATS, en cirugía convencional y de urgencia
4) juicio crítico del equipo actuante
Beneficios
Este aporte tecnológico trajo aparejados dos tipos de beneficios:
1) directos: por evitar la toracotomía y sus secuelas e
2) indirectos: por aportar a la cirugía abierta un instrumental
tecnológicamente más avanzado que brinda mejores resultados
La VATS está indicada para abordar tres patologías, solucionables
satisfactoriamente con este procedimiento. Ellas son:
1) Empiema pleural (EP) (etapa exudativa y fibrinopurulenta)
2) Neumotórax simple (2º episodio)
3) Diagnóstico y tratamiento del derrame pleural neoplásico (DPN) (incluido
mesotelioma)
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Cirugía | Parte V
Empiema pleural
Desarrollaremos algunos conceptos generales sobre etapas evolutivas,
epidemiologia, patogénesis y procedimientos diagnósticos (ecografía y TAC),
para luego enfocarnos en el tratamiento y sus respectivas indicaciones de
acuerdo a la progresión de la enfermedad; se finalizará con las indicaciones
precisas de cuándo utilizar VATS y un algoritmo o secuencia diagnóstica para
resolver el empiema de la mejor forma posible.
El derrame paraneumónico, asociado a una neumonía bacteriana o a un absceso pulmonar
(AP), es probablemente la causa más frecuente de exudado. Un 40 % de las neumonías causan
un derrame paraneumónico.[7]
Epidemiología
Las supuraciones pleuropulmonares (SPP) ocasionan un derrame
paraneumónico entre un 36 a un 57 % de los casos, pero menos de un 5 % de
ellos evolucionan a un empiema (EP) franco.
Las causas más frecuentes son las siguientes:
1) Derrame paraneumónico 40 a 60 %
2) Postoracotomía 20 %
3) Postraumáticos 4 a 10 %
4) Idiopáticos 9 %
5) Otros 5 a 10 %
Con menor frecuencia puede originarse por infección y diseminación de
estructuras torácicas adyacentes como rotura del esófago, infecciones
cervicales profundas, TBC, infecciones de la pared torácica, raquídeas o
extensión de procesos transdiafragmaticos como un absceso subfrénico.[8]
765
Cirugía | Parte V
Patogénesis[6]
EMPIEMA
LOCULACIONES
FIBROSIS PATOGENESIS
Figura 1. Patogénesis del empiema pleural[6]
Clasificación
La evolutividad de un derrame simple tratado con antibióticos (ATB)
resolverá fácilmente el cuadro. Pero un derrame complicado, al que no se le
efectúe un drenaje pleural, corre el peligro de evolucionar a las distintas etapas
clasificadas por la American Thoracic Society, de la siguiente manera:[4]
1) Etapa exudativa
2) Etapa fibrinopurulenta
3) Etapa de organización
Estas etapas no están definidas con precisión, sino que más bien representan
un espectro continuo (evolución natural de la enfermedad).
766
Cirugía | Parte V
Tabla 1. Clasificación de los exudados pleurales de acuerdo con la American Thoracic Society[4]
Diagnóstico
Tomografia axial computada (TAC)
El empiema (EP) tiene imagen lenticular biconvexa, se adosa a la parrilla
costal y tiene pared delgada, ocupa el hemitórax y comprime al parénquima
pulmonar, desplazando los hilios. El signo más especifico es el de la separación
de las hojas pleurales o split sign (pleuras separadas).
En resumen, la TAC es útil para diferenciar:[8]
1) Liquido pleural de infiltrado pulmonar o engrosamiento pleural.
2) Valorar patología subyacente: neumonía de la comunidad, neumonía
hospitalaria, neumonía necrotizante o absceso pulmonar (AP).
3) Evaluar loculaciones.
4) Caracterizar pleuras.
5) Guíar y adaptar terapéutica.
6) Por último, la TAC también es útil para evaluar en la historia natural de la
enfermedad empiematica su último periodo de fibrosis u organización.
767
Cirugía | Parte V
Foto 2. TAC. A) Empiema loculado. B) Empiema y broncograma aéreo por neumonía necrotizante. C)
Empiema, paquipleura y nivel hidroaéreo[6]
Ecografía
Este procedimiento es fácil de realizar, portátil, es sencillo aun en la
cabecera del paciente, puede repetirse indefinidamente, y hoy debe
considerárselo como un elemento imprescindible en el manejo del cirujano, ya
que no solo evaluará la magnitud del derrame, sino que será el operador de la
maniobra invasiva.
La pleura es una estructura superficial muy accesible al estudio
untrasonografico. Se identifica fácilmente como una línea blanca, brillante e
hiperecoica.
La mayor parte de las colecciones liquidas libres o encapsuladas producen
una imagen hipoecoica limitada por una imagen hiperecoica que representa a
la pleura visceral. Se puede discernir si la imagen es liquida o sólida, si hay
bandas o septos que indican presencia de exudados ricos en proteínas y es el
instrumento ideal para guiar la toracocentesis o un eventual drenaje pleural.[5]
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Cirugía | Parte V
Tratamiento
1) Quirúrgicos
Toracocentesis
Drenaje pleural convencional o drenaje percutáneo (DPC) guiado por
imágenes
Toilette pleural por cirugía videotoracoscópica (VATS)
Decorticación por toracotomía convencional
2) Complementarios
Antibioticoterapia, utilización de agentes fibrinoliticos intrapleurales,
asistencia quinésica respiratoria (AKR), bronco aspiraciones, tratamiento de la
desnutrición. Estas se adaptarán según el momento evolutivo de la
enfermedad.[6]
Debe señalarse que la maniobra primigenia es la toracentesis, y el aspecto
fundamental del tratamiento del empiema es el drenaje pleural, en posición de
declive y por gravedad.
769
Cirugía | Parte V
Foto 4. Toracocentesis
770
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DP
TORACOSTOMIA TORACOPLASTIA
SEMANAS
1 2 3 4 5 6 7
Conexión entre etapas del empiema torácico y el mejor método de elección. La teórica escala de
tiempo no es necesariamente idéntica a la duración de la enfermedad de cada paciente.
La representación gráfica no intenta ser considerada como un esquema absoluto y exclusivo.
DRENAJE VATS
TORACOCENTESIS TORACOPLASTIA
DECORTICACION TORACOSTOMÍA
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Cirugía | Parte V
5) Compromiso parenquimatoso
772
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Cirugía | Parte V
Foto 5. Tratamiento del empiema loculado mediante la colocación de múltiples drenajes sucesivos.
Curación con secuelas[6]
VATS: generalidades[7]
Resulta obvio señalar las condiciones necesarias para efectuar un
procedimiento quirúrgico, que minimice los riesgos operatorios, mejorando en
lo posible el estado general del paciente en el preoperatorio inmediato.
Se utilizarán tubos endotraqueales de doble luz, tanto para cirugía
videotoracoscópica como para cielo abierto, por dos indicaciones básicas:
1) evitar la contaminación contralateral del pulmón normal, por bronco
aspiración de la supuración;
2) mejorar la maniobrabilidad quirúrgica al colapsar, parcial o totalmente el
pulmón asiento de la supuración.
Analgesia preoperatoria, infiltrando los espacios intercostales, previo a la
toracotomía, o los correspondientes puertos de trabajo si se efectúa un
procedimiento toracoscópico; algunos utilizan analgesia epidural, en el intra y
774
Cirugía | Parte V
Para lograr éxito con este proceder, debemos seleccionar bien al paciente,
conocer la evolutividad del proceso, si tuvo otros procedimientos invasivos por
dicha supuración, tiempo de instalación del cuadro clínico, resistencia al
tratamiento médico ATB o mala evolución a pesar de estar bien instituido,
demorar la indicación quirúrgica y con ello pasar a otra etapa evolutiva de la
supuración, que hará necesario pasar a otro abordaje. Si se lo utiliza en la etapa
correcta, lograremos la destrucción de los lóculos, eliminar el líquido formando
prácticamente una “gelatina”, difícil de evacuar por un drenaje pleural, destruir
los tractos iniciales de fibrina que intenta colapsar el pulmón, teniendo como
meta la unificación de la cavidad pleural, obliterarla y favorecer la re-expansión
pulmonar, dejando habitualmente uno o dos drenajes pleurales, que se colocan
según técnica, manteniéndolos hasta que agoten su débito o este sea seroso y
no debiten más de 100 cm3/día.
Hay que señalar, que ante la mínima duda de no poder resolver el caso, por
este abordaje, deberá hacerse una toracotomía convencional, resolviendo por
esta vía lo señalado en el párrafo anterior, porque inadvertidamente se está
pasando a la tercera etapa o de organización.[6] Evidentemente es mejor el
tratamiento agresivo temprano versus tratamientos conservadores, como
toracocentesis o drenaje pleural simple con o sin fibrinoliticos, en cuanto a días
versus semanas de internación respectivamente y mayor numero de secuelas,
incapacidades y mortalidad con los tratamientos conservadores.[13]
El consenso del ACCP (American College of Chest Physician) publicó sus
conclusiones sobre derrames paraneumónicos tratados con cirugía, VATS y
fibrinolíticos, y si bien constituían enfoques aceptables de tratamiento, habría
que demostrar el valor de cada uno de ellos con estudios aleatorizados.[3]
775
Cirugía | Parte V
Derrame
EP Mac Kinlay A.
Drenaje Pleural
Fracaso
Cavidad única TAC--Eco
Derrame fluido
cavidad residual
776
Cirugía | Parte V
Bibliografía
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Cirugía | Parte V
Sintesis diagnóstica[2]
1) Clínica e imágenes (Rx, ecografía, TAC)
2) Toracocentesis (citología y cultivo)
778
Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
6) Restauración anatomo-fisiológica
44 % 62 % 95 %
74 % 96 %
97 %
Tabla 1. Algoritmo diagnóstico clásico de Loddenkemper,[4] con porcentajes de cada procedimiento y
su correspondiente combinación, a fin de aumentar el rédito de cada uno de ellos
781
Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
Combinacion 60 (49,2 %) 74 %
Otros 11 23 (18,8 %) 6 (3 %)
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Mesotelioma
Generalidades
El mesotelioma es un tumor poco frecuente, de difícil diagnóstico, y con una
clara tendencia a su incremento, no habiéndose llegado aún a un pico máximo
de manifestación. Predomina entre la cuarta y la octava década y con una
franca relación de los pacientes en contacto con asbesto. La sospecha clínica
junto al interrogatorio exhaustivo son piezas fundamentales en el estudio de
esta enfermedad. Tanto la radiología como la tomografía y la resonancia
magnética presentan características evidentes que hacen sospechar el
mesotelioma. La forma más común de manifestarse es a través de un derrame
pleural neoplásico (DPN).[3]
Diagnóstico
1) Toracocentesis y citología líquido
2) Punción biopsia pleural con aguja (Abrams)
3) VATS
4) Toracotomía mínima
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Cirugía | Parte V
Tratamiento
No existe una terapéutica eficaz para el tratamiento del mesotelioma y en la
actualidad su terapéutica puede sintetizarse en varios ítems que son los
siguientes:
1) Terapia multimodal
2) Cirugía: a) pleuroneumonactomía y b) decorticación parietal o completa
(parieto-visceral)
3) Radioterapia
4) Quimioterapia
5) VATS diagnóstica y pleurodesis con silicato de magnesio hidratado (talco)
786
Cirugía | Parte V
Aún hoy se discute y hay controversia con respecto a cuál sería el mejor
tratamiento para la variedad epiteloide, ya que las sobrevidas postcirugías de
magnitud vs. tratamientos conservadores con sellamiento pleural por VATS y
tratamiento posterior con quimioterapia, inclinarían la balanza hacia esta
última alternativa.
Sintetizando:
Supervivencia promedio entre 9 a 12 meses
Supervivencia tratados alrededor de 18 meses
Supervivencia en variedad epiteloide con cirugía resectiva total
(pleuroneumonectomía), más radioterapia, más quimioterapia (tratamiento
multimodal) en series seleccionadas: 44 % a 2 años y 49 % a 5 años.[3]
Aún así la pleuroneumonectomía no prolongó la sobrevida y las
complicaciones postoperatorias en series seleccionadas están en el rango del
60 %.[3]
Lo habitual es el tratamiento paliativo, diagnóstico por VATS, sellamiento
con talco y tratamiento complementario en variedad epiteloide con
quimioterapia (cisplatino/premetexed), con relativa buena respuesta versus
cirugía resectiva.
En un estudio del Hospital Cetrángolo sobre 28 pacientes con esta patología,
se determinó que su histología fue: epiteloide, 22 casos (78 %); sarcomatosos,
4 casos (15 %) y bifásicos, 2 casos (7 %).[2]
Los procedimientos diagnósticos utilizados fueron varios, como punción con
aguja de Trucut, toracotomía mínima, etc.; lo destacable del estudio es que
cuando se efectuó VATS, en casi la mitad de los casos tuvieron un rédito de
787
Cirugía | Parte V
788
Cirugía | Parte V
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789
Cirugía | Parte V
Neumotórax
Generalidades
El neumotórax puede ser primario o secundario. Se define como primario
cuando resulta de la rotura de una bulla o bleb periférica. El neumotórax
secundario se produce como consecuencia de la rotura de una lesión que
forma parte de una enfermedad parenquimatosa difusa.
“El neumotórax espontáneo y benigno no debe ser llamado así; porque no es
esponáaneo —tiene una causa etiológica— y puede, por otra parte, ser mortal”
(Dr. Roberto Lamy, padre). Este neumotórax debe ser llamado “neumotórax
simple, tal como lo hiciera Laennec“.
El neumotórax simple primario ocurre en personas jóvenes, que en general
toleran funcionalmente bien el episodio, y puede asociarse a hemorragia por
rotura de una brida vascularizada por irrigación sistémica.[2, 3]
790
Cirugía | Parte V
La técnica operatoria
Infiltración de los puertos de trabajo con anestesia local, colocación de
trócares: habitualmente tres, uno para la videocámara, otro para prensión del
complejo bulloso y un tercero habitualmente abierto para la colocación de la
endosutura; este último ubicado peri-areolar en el hombre y retro o
submamario en la mujer.
La bulla debe resecarse junto con un pequeño margen de tejido normal para
evitar aerorragia por la línea de sutura. Bajo control endoscópico se coloca un
tubo de drenaje que se extrae por el portal caudal y se conecta a un frasco
bitubulado con trampa de agua.[2, 3]
En casos de no hallarse complejo bulloso efectuar igualmente resección del
vértice pulmonar (apicectomía) y efectuar una rigurosa pleurodesis con malla o
gasa.
El área de trabajo se ubica habitualmente en un cuadrilátero con las
referencias siguientes:
1) Línea axilar anterior
2) Línea axilar posterior
3) 4º espacio intercostal
4) 8º espacio intercostal
791
Cirugía | Parte V
Localización de bullas
1) Vértices lóbulos superiores
2) Segmento Nelson (superior de lóbulos inferiores) (B/6 de los
endoscopistas)
3) Aristas de los lóbulos
4) Vertiente mediastinal
5) En un 20 % no hay bullas, resecar el vértice igual
6) En todos los casos, efectuar pleurodesis con malla
7) No utilizar pleurodesis con talco (jóvenes)
8) Ni pleurectomía
792
Cirugía | Parte V
Consideraciones finales[6]
1) Recidiva post-VATS menor al 2-6 %
2) Está indicada re-VATS o toracotomía (causas)
a) falta resección ápice
b) falta o mala abrasión pleural
Casos excepcionales[6]
Neumotórax bilateral sucesivo o simultáneo (2 % casos)
Drenar ambos hemitórax y luego asegurar un hemitórax por VATS.[1, 2, 6, 8, 9]
Resolución
793
Cirugía | Parte V
Bibliografía
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13.Torresini Cardiothoracic surgery 2001;20;42-5.
794
Cirugía | Parte V
CÁNCER DE PULMÓN
EDUARDO N. SAAD, MAXIMILIANO A. LO TARTARO
Y FEDERICO H. CARDINALE
Introducción
El cáncer es la segunda causa más común de muerte en Estados Unidos, sólo
superada por las enfermedades cardiovasculares.
La tasa de muerte por cáncer total aumentó durante la mayor parte del siglo
XX debido a la epidemia de tabaquismo, alcanzando un máximo en 1991 con
215 muertes por cáncer por cada 100.000 personas. Sin embargo, desde 1991
hasta 2012, la tasa se redujo un 23% debido a la reducción del consumo de
tabaco, a las intensas campañas antitabaco y a otras medidas, como las
mejoras en la detección y tratamiento temprano.
Nuevos casos estimados y muertes por cáncer en ambos sexos en Estados Unidos para el 2016
795
Cirugía | Parte V
Hombres
Mujeres
Hombres
Mujeres
796
Cirugía | Parte V
Epidemiología
Antes de comenzar con el estudio del cáncer de pulmón conviene hacer la
aclaración de que el término cáncer de pulmón, cáncer broncopulmonar o
carcinoma broncogénico se emplea para identificar cualquier tumor maligno
de estirpe epitelial originado en el epitelio de revestimiento o glandular del
árbol bronquial, quedando de este modo excluidos los tumores benignos, los
mesenquimáticos, los pleurales, los metastásicos y otros que puedan
comprometer los tejidos del tórax originados de regiones vecinas.
El cáncer de pulmón es la primera causa de muerte por cáncer en el mundo
para ambos sexos habiendo superado la mortalidad por cáncer de mama en la
mujer desde el año 1985.
Debido a que el 85 % de los cánceres pulmonares corresponden al tipo
carcinoma no de células pequeñas de pulmón (CNCP) o no microcítico
dedicaremos el presente capítulo a este tipo de cáncer, dejando los otros tipos
menos frecuentes, como carcinoma de células pequeñas de pulmón (CCP) o
microcítico, tumores del vértice de pulmón y nódulo pulmonar solitario, ya que
merecen un capítulo aparte.
La Encuesta Nacional de Factores de Riesgo para Enfermedades no
Transmisibles (ENFR) considera cada 4 años desde 2005 los principales factores
de exposición para el desarrollo del cáncer en general:
bajo consumo de frutas y hortalizas
inactividad física
alto índice de masa corporal
consumo de tabaco
ingesta excesiva de alcohol
Edad
El cáncer generalmente se desarrolla en personas de edad avanzada. El 86 %
de todos los cánceres en Estados Unidos se diagnostican en personas mayores
de 50 años de edad. Menos del 15 % de los casos ocurren en pacientes
797
Cirugía | Parte V
menores de 30 años de edad. La edad promedio de las personas a las que se les
detecta cáncer del pulmón es 60 años.
Género
El cáncer de pulmón es la neoplasia más frecuente en el varón, con tasas de
70 casos por cada 100.000 habitantes en países de gran incidencia a 20 por
cada 100.000 en países como Suiza y otros países que reportan las incidencias
más bajas.
La tasa entre mujeres es aproximadamente la mitad de la de los hombres,
con tasas cercanas a 30 por cada 100.000 mujeres en los países con más casos
y 20 cada 100.000 mujeres en países que reportan las incidencias más bajas.
En la mujer sigue teniendo una menor incidencia, pero la muerte por cáncer
de pulmón ya se ha situado en primer lugar en muchos países y en segundo
lugar en otros.
Aunque la tasa de mortalidad entre los hombres de países occidentales está
disminuyendo, la tasa de mortalidad de mujeres por cáncer de pulmón está
aumentando, debido al incremento en el número de nuevos fumadores en este
grupo.
En nuestro país, al analizar las tasas oficiales se identifican algunos
problemas de calidad en los reportes; para nombrar solo uno de ellos, las
muertes por cáncer de origen desconocido son muy superiores a las cifras
habituales reportadas en el resto del mundo; como es sabido en la práctica
diaria es muy habitual la escasa importancia que se le da a la confección del
certificado de defunción, principal fuente de información para llenar los
registros públicos.
798
Cirugía | Parte V
Estimaciones de Incidencia y Mortalidad por principales sitios tumorales en mujeres, Argentina, 2012.
Tasas ajustadas por edad por cien mil habitantes según población estándar internacional
799
Cirugía | Parte V
Mortalidad por cáncer en hombres y mujeres según principales localizaciones tumorales, Argentina,
2014. Tasas estandarizadas por edad según población mundial estándar
Tabaco
La relación con el tabaquismo es tal que la incidencia de muerte por cáncer
de pulmón guarda relación directa y proporcional con la cantidad de cigarrillos
consumidos y el tiempo de consumo. El tabaquismo ejercería su poder
carcinogenético a través de sustancias químicas que se ligan y producen la
mutación del ADN.
Investigadores identificaron 22.910 sustituciones somáticas, incluyendo 134
exones de codificación.
Si se considera que el paciente no fumador tiene una probabilidad de
padecer el cáncer de pulmón igual a 1, el fumador tiene 30 o 40 veces más con
respecto al no fumador.
Exposiciones ocupacionales
Es conocida la relación del asbesto como un factor de riesgo para el cáncer
de pulmón. Las personas que trabajan con asbesto tienen un riesgo mayor de
padecer cáncer de pulmón y, si además fuman, el riesgo aumenta
considerablemente. Aunque el asbesto se ha utilizado durante muchos años,
los gobiernos occidentales casi han eliminado su uso en el trabajo y en los
productos para el hogar.
En la Argentina está ampliamente difundido y su uso se encuentra
escasamente fiscalizado. Otros compuestos como el radón (gas radiactivo
incoloro, inodoro e insípido) que se produce por la desintegración natural del
800
Cirugía | Parte V
Dieta
El aumento del consumo de frutas y verduras podría reducir la carga mundial
de morbilidad por cáncer de esófago, estómago, pulmón y colorrectal en un 20
%, 19 %, 12 % y 2 %, respectivamente. Se creería que ciertas vitaminas, sobre
todo las A y C, son protectoras de la mucosa bronquial, por su capacidad de
inactivar los radicales libres de los carcinógenos, o por su capacidad de regular
de forma precisa ciertas funciones celulares, a través de distintos mecanismos.
Contaminación ambiental
La contaminación ambiental puede aumentar ligeramente el riesgo de
cáncer de pulmón. Este riesgo es mayor en los fumadores.
Historia familiar
Las personas cuyo padre, madre, hermano o hermana han tenido cáncer de
pulmón, pueden tener un riesgo ligeramente más alto, especialmente si son
fumadores.
Historia personal
Las personas que han tenido cáncer de pulmón tienen un mayor riesgo de
padecer un segundo tumor.
Clasificación
801
Cirugía | Parte V
802
Cirugía | Parte V
803
Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
Características moleculares
La identificación de las mutaciones en estos tumores llevó a la creación de
terapias moleculares dirigidas a mejorar la sobrevida de los pacientes con
adenocarcinoma con enfermedad metastásica.
805
Cirugía | Parte V
Síntomas
El cáncer de pulmón en fase inicial no produce síntomas. Cuando progresa,
los síntomas más frecuentes son:
Tos: está presente en el 50 a 70 % de los pacientes con cáncer de
pulmón, en el momento de la presentación y ocurre más frecuentemente en
pacientes con carcinoma epidermoide y microcítico (células pequeñas), debido
a la tendencia a comprometer la vía aérea central. La aparición de un episodio
de tos pertinaz en un fumador o ex fumador debería ser un signo de alarma, y
hacer pensar en la probabilidad de un cáncer de pulmón. La broncorrea o una
tos productiva de alto volumen y secreción mucosa abundante puede ser el
primer síntoma de un carcinoma pulmonar, habitualmente en un estadío
avanzado.
Disnea: es un síntoma relativamente frecuente, presente en alrededor
del 25 % de los casos. La disnea puede corresponder a múltiples causas:
compromiso intra o extraluminal de la vía aérea, neumonitis o atelectasia post-
obstructivas, linfangitis carcinomatosa, embolia tumoral, neumotórax, derrame
pleural o pericárdico, este último con o sin taponamiento. Puede estar
simplemente asociado a enfermedad obstructiva crónica, que tiene un factor
causante común, y una prevalencia mayor a la esperada para igual consumo de
tabaco. Lo cierto es que e un tabaquista la aparición o exacerbación de la
disnea deben ser estudiadas extensamente.
Dolor torácico: el dolor torácico se presenta en aproximadamente el 20
% de los pacientes, y puede ser variable en su forma de presentación. Es más
común en poblaciones jóvenes, del mismo lado del pulmón comprometido,
sordo, persistente, puede presentarse por compromiso mediastínico, pleural o
de la pared torácica y no necesariamente implica irresecabilidad.
Hemoptisis: en un paciente con hemoptisis la probabilidad de cáncer de
pulmón, es entre el 3 y el 34 %, en distintas series, dependiendo de la edad de
la población analizada y la historia de tabaquismo.
Síndromes paraneoplásicos: los podemos dividir en
806
Cirugía | Parte V
Diagnóstico
Procedimientos de diagnóstico y estadificación no invasivos
La anamnesis y la exploración física detalladas pueden aportar datos de gran
valor sobre el grado de extensión de la enfermedad, que permitirían una
simplificación sustancial de las pruebas a realizar posteriormente: así, la
disfonía, el síndrome compresivo de la vena cava superior, el síndrome de
Claude Bernard Horner o el dolor torácico a menudo reflejan la invasión de
estructuras anatómicas adyacentes al pulmón que suelen contraindicar un
tratamiento quirúrgico. Igualmente, los síntomas neurológicos o el dolor óseo
intenso y persistente deben hacer sospechar la existencia de metástasis a
distancia, que tendrían implicaciones pronósticas y terapéuticas relevantes.
Radiografía simple
La radiografía de tórax es habitualmente la primera prueba que permite
sospechar con alta probabilidad la existencia de un cáncer pulmonar. Además
de su valor diagnóstico, la detección de derrame pleural, de destrucción de
vértebras o costillas, de invasión mediastínica, etc., puede ser decisiva para
807
Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
TC con imagen de densidad de partes blandas en lóbulo inferior del pulmón derecho
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RMN que muestra una imagen hipointensa en la región del vértice de pulmón izquierdo
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PET-TC que muestra una lesión hipercaptante en lóbulo superior del pulmón derecho
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Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
con mediastino normal por TC (diámetro < 1 cm), con una sensibilidad entre 50
% y 61 % y una especificidad entre 98 y 100 %.
816
Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
TBNA a ciegas[21] 78 99 – – – 75
EBUS FNA lineal[13, 24, 25, 27] 79- 99- 86- 100 97-98 53,2
95 100 99
TC[12] 18 98 89 71 88 –
PET/TC12 92 98 98 89 97 –
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Cirugía | Parte V
TC[46] 59 62 53 66 60 –
PET[46] 71 69 64 75 70 –
PET/TC[46] 77 92 75 93 83 –
Estadificación
La determinación del estadío de la enfermedad es de vital importancia para
poder indicar el mejor tratamiento disponible para cada paciente teniendo
como objetivo curar, en los casos de ser posible, o de lo contrario controlar o
paliar la enfermedad.
Para la estadificación del cáncer de pulmón se utiliza el sistema TNM (tumor-
nodes-mestastases), cuya última edición es la 7ª, que data del año 2009
(IASLC).
Para poder realizar una correcta estadificación se requiere evaluar una
variedad de parámetros que permitan estudiar:
Características, tamaño, localización y relaciones del tumor (T)
Presencia o ausencia de adenopatías mediastinales (N)
Presencia o ausencia de metástasis (M)
819
Cirugía | Parte V
Tx Tumor primario que no puede ser evaluado, o se demuestra en citología de esputo o lavado
bronquial con imágenes y endoscopia negativa
T1 Tumor ≤ 3 cm en su diámetro mayor, rodeado por tejido pulmonar o pleura visceral, sin
invasión al bronquio principal por fibrobroncoscopia
T2 Tumor > 3 cm pero ≤ 7 cm en su diámetro mayor o tumor con cualquiera de las siguientes
características: afecta al bronquio principal, se encuentra a 2 cm o más de la carina, invade
pleura visceral, se asocia a atelectasia o neumonitis obstructiva hasta el hilio
T3 Tumor > 7 cm o de cualquier tamaño que invade directamente una de las siguientes
estructuras: pared torácica (incluye los tumores del sulcus superior), diafragma, nervio frénico,
pleura mediastínica, pericardio parietal; o tumor que se encuentre a menos de 2 cm de la
carina pero sin invadirla; o asociado a atelectasia o neumonitis obstructiva de todo el pulmón;
o nódulos en el mismo lóbulo
T4 Tumor de cualquier tamaño que invade cualquiera de las siguientes estructuras: mediastino,
corazón, grandes vasos, tráquea, nervio recurrente, esófago, cuerpo vertebral, carina; o nódulo
en un lóbulo diferente homolateral
820
Cirugía | Parte V
M1a Existencia de nódulo en un lóbulo del pulmón contralateral; tumor con nódulos pleurales;
derrame pleural o pericárdico maligno
PET TC
Este estudio combina las imágenes tomográficas de alta resolución con la
captación anormal de FDG (fluorodesoxiglucosa) del PET en los tejidos
neoplásicos.
Ha adquirido gran importancia para la evaluación mediastinal de
diseminación ganglionar (N).
Puede visualizar además metástasis hepáticas, suprarrenales y óseas.
821
Cirugía | Parte V
Centellograma óseo
Útil para la exploración de ósea en busca de secundarismo.
ESTADÍO 0 Tis N0 M0
ESTADÍO IA T1a N0 M0
T1b N0 M0
ESTADÍO IB T2a N0 M0
ESTADÍO IIA T2b N0 M0
T1a N1 M0
T1b N1 M0
T2a N1 M0
ESTADÍO IIB T2b N1 M0
T3 N0 M0
822
Cirugía | Parte V
Tratamiento
Para el cáncer de pulmón encontramos distintas modalidades terapéuticas:
Cirugía
Quimioterapia
Radioterapia
La quimioterapia y la radioterapia pueden usarse como terapia de inducción
(neoadyuvancia) para intentar luego cirugía, como terapia definitiva o como
terapia adyuvante postoperatoria dependiendo del estadío tumoral del
paciente.
Estadios I y II
En los estadíos iniciales de la enfermedad el tratamiento de elección es la
cirugía y sólo para pacientes con contraindicación quirúrgica se indica
radioterapia.
El gold standard en el tratamiento quirúrgico es la lobectomía pulmonar
asociada a un muestreo o vaciamiento ganglionar mediastinal homolateral.
La lobectomía consiste en extirpar en forma completa el lóbulo afectado.
Puede realizarse por toracotomía o por videotoracoscopia.
823
Cirugía | Parte V
Evaluación prequirúrgica
Todo paciente candidato a tratamiento quirúrgico debe realizar los estudios
necesarios para poder determinar la magnitud de la resección a realizar.
Dentro de la variedad de estudios disponibles encontramos:
Espirometría (determinación del VEF1)
Test de difusión de CO (monóxido de carbono)
Cálculo de función ventilatoria postoperatoria
Test de caminata
Centellograma de ventilación perfusión
Evaluación de Performance Status/Índice Karnofsky/ECOG
De esta forma se podrá evaluar si el paciente puede ser sometido a una
lobectomía standard, a resecciones menores (segmentectomía) o resecciones
mayores (bilobectomía o neumonectomía).
824
Cirugía | Parte V
Estadio IIIA
El estadio IIIA es el más heterogéneo de los estadios y el más complejo para
decidir la mejor conducta.
Dentro de las distintas opciones terapéuticas se encuentran:
Cirugía con adyuvancia postoperatoria
Terapia de inducción (neoadyuvancia) seguida por cirugía
Tratamiento oncológico sin cirugía
Estas opciones deberán manejarse en equipos multidisciplinarios que
puedan evaluar a cada paciente en particular para ofrecerles el mejor
tratamiento disponible.
En términos generales aquellos pacientes con estadío IIIA con N2+
prequirúrgico se benefician con neoadyuvancia seguido de cirugía (lobectomía
con vaciamiento mediastinal) en caso de buena respuesta al tratamiento
oncológico.
Aquellos pacientes con tumores resecables desde el punto de vista
quirúrgico con N2- pueden ser candidatos a cirugía seguida de adyuvancia
postoperatoria.
Dentro del estadio IIIa encontramos los tumores del sulcus superior (tumor
del vértice pulmonar o de Pancoast) que se presentan en menos del 5 % de los
pacientes y que pueden invadir plexo braquial, ganglio estrellado, vasos
subclavios y vértebras, requiriendo para su tratamiento radioterapia sola o
seguida de cirugía en caso de buena respuesta.
Estadio IIIB y IV
Los pacientes en estadíos IIIB y IV tienen indicación de tratamiento
oncológico (quimioterapia/radioterapia) y no son candidatos a tratamiento
quirúrgico con intención curativa.
Seguimiento
Todos los pacientes diagnosticados y tratados por cáncer de pulmón
requieren seguimiento tanto clínico como imagenológico (tomografía
computada) y endoscópico (fibrobroncoscopia).
825
Cirugía | Parte V
Pronóstico y sobrevida
El cáncer de pulmón es la primera causa de muerte por cáncer tanto en
hombres como mujeres con una sobrevida al año y al quinto año de 44 % y 17
%.
La sobrevida estimada a 5 años por estadio es:
Estadio Ia 50 %
Estadio Ib 43 %
Estadio IIa 36 %
Estadio IIb 25 %
Estadio IIIa 19 %
Estadio IIIb 7 %
Estadio IV 2 %
Solo el 16 % de estos tumores se diagnostican en estadios localizados
(estadios I y II) con una sobrevida a 5 años del 55 %.
Conclusiones
El cáncer de pulmón es la causa más frecuente de muerte por cáncer en
ambos sexos en el mundo.
Es el segundo tumor en frecuencia en el hombre (luego del de próstata) y
el segundo en frecuencia en la mujer (luego del cáncer de mama).
Tiene una asociación directa con el hábito tabáquico y con otro tipo de
carcinogénicos ambientales y laborales.
Por sus características biológicas, de crecimiento y localización suelen
presentar síntomas tardíos que no permiten diagnósticos tempranos.
Los diagnósticos tardíos asociados a la agresividad biológica y a la falta de
métodos de sreening hacen que la sobrevida a largo plazo sea pobre.
Es importante lograr un rápido diagnóstico histológico y una correcta
estadificación según el TNM.
El 85 % de estos tumores corresponden a carcinomas no células
pequeñas (CNCP).
La mayor parte de estos tumores corresponden a adenocarcinoma,
carcinoma epidermoide y carcinoma de células grandes.
El gold standard en tratamiento curativo es la lobectomía asociada a un
muestreo o vaciamiento ganglionar mediastínico ya sea por toracotomía o
videotoracoscopia.
826
Cirugía | Parte V
827
Cirugía | Parte V
Bibliografía
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828
Cirugía | Parte V
Introducción
Desde hace algo más de 20 años que este tema del NPSI me tiene
preocupado, y no porque no sepa qué hacer desde el punto de vista
táctico/terapéutico, sino porque me resulta muy difícil transmitir los múltiples
cambios que a mi juicio fueron modificando lo que hace más de 60 años se
llamó nódulo pulmonar y que se arraigó en el vocabulario médico y nadie se
encargó de modificar.
El tema “Nódulo Pulmonar” puede estimarse de inicio como complejo y
controvertido, tanto en su etapa diagnóstica como terapéutica hasta tanto
tomemos la decisión de aceptar definirlo con propiedad.
El arraigo de la definición histórica hizo difícil que entendiéramos que el
advenimiento de la CTVA nos cambió la idea de a qué se debe considerar NPSI.
Si a lo anterior le sumamos la estadificación del cáncer mediante la
clasificación TNM y sus modificaciones, los cambios en los avances tecnológicos
de imágenes (que veremos en procedimientos diagnósticos complementarios)
y nos planteamos controversias, quizá podamos comenzar a entender qué
significa hoy el término NPSI.
Un breve comentario de los hitos mencionados.
829
Cirugía | Parte V
Definición histórica
El Nódulo Pulmonar, llamado así en 1948 por Effler y denominado en el
mismo año como lesión en moneda por Obrien, fue definido por ellos como una
imagen de hasta 6 cm de diámetro rodeada de pulmón sano, sin
linfadenopatías, no cavitada, redondeada y de límites precisos.
Davis, en 1956, y luego diversos autores, tratando de imponerle un rótulo de
benignidad o malignidad, impusieron algunas características: presencia o
ausencia de calcificaciones y/o cavitación, forma ovoide o lobulados.
Estableciendo algunas controversias llegaremos a la definición actual.
Controversias
Nódulo o nódulos: ¿singular o plural? Este es el primero y más
importante de los datos a definir. ¿Incluimos los únicos o múltiples? Si
son múltiples, ¿de qué características?
T1 N0 M0: en cáncer esto significa de menos de 3 cm. ¿Debemos
incluirlo?
Si tenemos un nódulo de menos de 3 cm con diagnóstico de cáncer no
ingresa en la definición que daremos de nódulo.
T2 N0 M0: También en cáncer esta variedad puede ser mayor o menor
de 3 cm; el menor de 3 cm ¿lo incluimos?
Patología benigna o maligna: con certificación diagnóstica. ¿Excluimos
ambos?
La patología intersticial difusa, aunque tenga una zona de
conglomerado nodular dominante, no entra en la categoría de nódulo,
sino bajo la denominación de patología intersticial en donde la CTVA
tiene indicaciones precisas e identidad propia.
Metástasis única/múltiple: ingresa en la controversia de singular o
plural, diagnóstico certificado o no. Sean únicas o múltiples, si tienen
diagnóstico por lo tanto no son indeterminados.
830
Cirugía | Parte V
831
Cirugía | Parte V
Epidemiología
Indagar este aspecto en el interrogatorio es fundamental buscando, entre
otras, grupo etario, antecedentes laborales, hábitos, historia de fumador,
ambientales, exposición a cancerígenos, residencia o viajes a medios rurales o
grandes urbes, áreas endémicas de micosis, tuberculosis, hidatidosis, historia
de enfermedad maligna previa y enfermedad pulmonar previa.
Los NPSI se encuentran en 1 a 2 de cada 1000 radiografías del tórax sin tener
en cuenta grupos etarios.
Manifestaciones clínicas
Sucede en general que el NPSI no tiene síntomas ni signos, no tiene clínica
propia y se descubre por exámenes radiográficos practicados de rutina o por
alguna causa clínica no relacionada, una radiografía de rutina por catastro, por
un pre-operatorio por control, etc. (ver en anexo casos ilustrativos).
Recién entonces toma valor la clínica con una historia clínica y un examen
físico completos, sin esperar que este último aporte datos significativos, con un
interrogatorio dirigido y sobre todo dirigido a la epidemiología, indagando los
factores ya comentados.
En pacientes menores de 35 años con un NPSI, calcificado y sin otros factores
de riesgo (historia de fumador o enfermedad maligna previa), la probabilidad
de malignidad es baja (menos de 5 %). La probabilidad de malignidad aumenta
832
Cirugía | Parte V
Un estudio radiológico simple de dos años antes con imagen similar habla
con cierta seguridad de benignidad.
La TAC de tórax tiene muchas ventajas sobre la radiografía simple de tórax.
Estas ventajas incluyen mejor resolución de los nódulos y la detección de
lesiones pequeñas como de 3 o 4 mm no visibles en radiografías simples. Las
imágenes tomográficas también nos permiten una mejor caracterización de los
rasgos morfológicos de diversas lesiones.
Procedimientos no invasivos
La radiografía simple requiere una extensa evaluación para establecer un
diagnóstico correcto. Evaluar las características morfológicas (tamaño,
márgenes, contorno y características internas, calcificación, la presencia de
broncograma aéreo en el interior del NPS, la cavitación con paredes delgadas y
regulares podría guardar relación con un absceso de pulmón o una lesión
benigna, mientras que las cavitaciones de paredes gruesas pueden insinuar una
lesión maligna).
El tiempo de duplicación (TD) del nódulo es un dato en la diferenciación de
lesiones benignas y malignas.
Las lesiones benignas presentarían una velocidad de crecimiento muy rápida
(TD menor de 7 días) o muy lenta (TD mayor de 465 días). Tiempos de
duplicación intermedios serían indicativos de malignidad.
833
Cirugía | Parte V
TAC
Todo lo descripto en características morfológicas en las radiografías simples
se aplican a la TAC con una visión más anatómica y detecta nódulos más
pequeños, a punto tal que se comienza a hablar de nodulillos, imágenes
milimétricas que no tendrían importancia patológica.
La TAC agrega a lo morfológico cuantificar el realce con contraste. Nódulos
con un realce o atenuación menor de 15 unidades Hounsfield (UH), después de
administrado el medio de contraste es fuertemente indicativo de benignidad,
mientras que valores mayores indican una alta probabilidad de malignidad. La
demostración de densidad grasa dentro de un nódulo pulmonar solitario es
indicativo de procesos benignos y es virtualmente diagnóstico de hamartoma.
Estos estudios tienen limitaciones en la evaluación de nódulos menores de 8
mm, lesiones cavitadas o nódulos con necrosis en su interior.
Además, se habla de que son operador-dependiente y con variaciones según
la aparatología.
La calcificación difusa, central, laminar, condroide (popcorn) es indicativa de
benignidad; mientras que la calcificación excéntrica es indeterminada y puede
encontrarse tanto en procesos benignos como malignos, pero es más
característica de esta última entidad. En algunas ocasiones, las neoplasias
pulmonares malignas se implantan sobre una lesión preexistente con
contenido cálcico, y éste puede quedar incorporado y suele ocupar una
localización excéntrica en el tumor.
La visualización de la vascularización del nódulo mediante la TAC helicoidal
con contraste es útil para diferenciar los NPS malignos de los benignos. Los
malignos tienden a captar con mucha rapidez el contraste y a su vez también lo
eliminan de forma rápida. La TAC multidetector da información aún más
precisa de la hemodinamia del nódulo y tanto la captación de contraste como
su eliminación es mucho más rápida que con la TAC helicoidal.
PET
Es una técnica de imagen que utiliza sustratos metabólicos como
aminoácidos o glucosa marcados con radioisótopos. El radioisótopo más
frecuentemente utilizado es el análogo de la d-glucosa, fluorodeoxyglucose
(FDG). El incremento del metabolismo de la glucosa en los tumores da como
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Cirugía | Parte V
Resonancia magnética
Puede ser de utilidad en nódulos centrales para determinar contacto o
invasión de elementos vasculares o nerviosos pero al momento actual no
agrega más información que los otros procedimientos de imágenes.
Las reconstrucciones tridimensionales con sustracción de tejidos o
estructuras nos maravillan con sus imágenes anatómicas tipo anatomía de
Testut y avizoran panoramas imposibles de predecir porque nos llegan
informes con hasta presunciones de la etiología de los nódulos.
Procedimientos invasivos
Punción aspiración con aguja fina (PAAF)
Método diagnóstico certero de benignidad en menos del 10 %. Arroja un 10
% de falsos benignos que luego resultan malignos. Si se obtiene un resultado
positivo para cáncer, no siempre indica estirpe histológica. Esta insuficiente
evidencia de benignidad o de malignidad hace que la biopsia-aspiración tenga
un papel discutible. La realizamos en casos particulares y seleccionados; sin
embargo, es un procedimiento que tiene más adeptos que detractores, sobre
todo estimulada por los laboratorios de imágenes. Da más rédito y menos
complicaciones en nódulos cercanos a los 3 cm y periféricos.
Una definición que clasifica a los nódulos y es de alguna utilidad para decidir
tipo de procedimiento quirúrgico invasivo expresa:
Se define al nódulo “periférico”, como aquel que está ubicado en el tercio externo del
parénquima y esta definición de “localización” no pareciera ser del todo apropiada.
Clasificarlo como nódulo profundo o “central” pareciera más apropiado el
decir que se considera “central” a todo nódulo cercano o junto a la unidad
broncovascular subsegmentaria o segmentaria y/o al nódulo que se ubica a
más de uno o dos cm de la pleura visceral.
Por contraposición, el que no cumple estos requisitos es considerado
periférico y seria de utilidad para decidir qué procedimiento utilizar.
(Ver en anexo casos ilustrativos)
Cirugía convencional
Otorga, por las complicaciones propias de la incisión, y por la perturbación
de la dinámica respiratoria, una morbilidad de 5 a 14 %. Es obvio que permite la
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Cirugía | Parte V
descripta, retiro del mandril, dejándola anclada por su extremo distal al nódulo.
Agregando mínima cantidad de azul de metileno, con jeringa milimetrada para
insulina, se tiñe la superficie pleural en la proximidad del nódulo. Esto sirve
como una referencia más en la CTVA, procedimiento no difundido y que fue
utilizado por unos pocos (ver en anexo casos ilustrativos).
Durante la realización de la CTVA ha sido exitoso nuestro proceder sin
métodos de localización previos valiéndonos, para ello, de una prolija
inspección o semiología pulmonar, que junto a maniobras de colapso y
decolapso, nos permitió identificar los nódulos.
Los nódulos que tienen exteriorización en la pleura visceral son de
localización sencilla. En los más profundos, la palpación del parénquima con
una varilla palpadora detecta el resalto en el que se encuentra el nódulo.
Si de esta manera no es localizado, se realiza lo que denominamos la
maniobra digital. Se retira un trócar, y por el orificio que éste deja, se introduce
el dedo índice con lo que se logra una palpación directa. Esta maniobra puede
hacerse doble, es decir retirando dos trócares y realizando el mismo
procedimiento bimanual/bidigital (ver en anexo casos ilustrativos).
Existe un “prolongador digital”, ideado por Yohihito Takeno, que consiste en
un dedal para el dedo índice al que le sigue una varilla palpadora y que lo
presenta Takeno para la palpación pulmonar.
Localizado el nódulo por alguna de las maniobras comentadas, existen varias
opciones tácticas para poder anclarlo y realizar la resección. Podemos sujetarlo
con un punto, colocarle un endoloop que lo tome desde la base o tomarlo con
una pinza tipo Duval, logrando que el nódulo quede prehensado entre las dos
ramas (ver en anexo casos ilustrativos).
Si es periférico los elementos grapadores endoscópicos de corte y sutura son
los ideales para realizar la resección.
Si por algún motivo realizamos una minitoracotomía utilitaria podemos
utilizar grapadoras mecánicas convencionales.
No somos proclives a utilizar los lazos preanudados, aunque en casos de
nódulos pequeños y exteriorizados en pleura visceral, pueda ser útil y de
menor costo. Los clips generalmente no se utilizan, salvo que se encuentre
algún pedículo fino.
No tenemos experiencia en Cavitron Ultrasonic Surgical Aspirator (CUSA),
Argoon Beam Coagulator (ABC) y tampoco con láser.
El CUSA fue poco difundido, incluso en la cirugía convencional. Respecto al
ABC realiza adecuada aero y hemostasia; sin embargo, autores que utilizaron el
láser y el ABC, se inclinan por el primero. Hemos observado cirugías con uso de
láser y consideramos, por lo visto y leído, que es el elemento útil que permite,
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Diagnóstico diferencial
Deslindar un proceso maligno de uno benigno es de capital importancia, por
lo que cabe la pregunta que nos hicimos en clínica: el nódulo es o no un cáncer.
Sin embargo, dentro de los malignos debemos diferenciar primarios de
metástasis y dentro de los diagnósticos de benignidad es importante
determinar a qué patología corresponde ya que de las variedades posibles
existen opciones terapéuticas diferentes (Tabla 1).
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Cirugía | Parte V
Fiebre Q
Émbolos sépticos
Tumores benignos
Lipomas
Fibromas
Hamartomas
Adenomas
Hemangiopericitoma
Patologías autoinmunes
Granulomatosis de Wegener
Nódulo reumatoideo
Tratamiento y seguimiento
Repetimos conceptos vertidos sobre los procedimientos quirúrgicos ya que
son diagnósticos y en ocasiones terapéuticos. Los exponemos en forma
sintética.
En pacientes con NPSI, si no se define el diagnóstico con los estudios previos
para decidir conducta, lo llevamos a cirugía.
Si el nódulo es periférico, y más aún si tiene exteriorización en pleura
visceral, practicamos CTVA y de acuerdo con el diagnóstico de la biopsia por
congelación se define la conducta. Si el nódulo resulta benigno, la extirpación
segmentaria por VT lo cura y/o colabora con el tratamiento médico que esté
indicado según la patología.
Si corresponde a una metástasis única, la extirpación segmentaria es
correcta.
Si fuera un carcinoma primitivo, entra en el protocolo para cáncer.
Proponemos la ampliación a toracotomía, o sea la conversión de la CTVA
salvo en funcionales limites, pero existen grupos torácicos con protocolos por
CTVA para cáncer en estadio I (T1 N0 M0).
Las resecciones segmentarias por CTVA se realizan con grapadoras
endoscópicas de corte y sutura.
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Algoritmo
Surge de todo lo expuesto una pregunta clave que nos hicimos en
diagnóstico: el nódulo ¿es o no un cáncer?
Insistimos en llegar por medios diagnósticos incruentos (imágenes) antes de
ir a procedimientos quirúrgicos. Ir a imágenes de mayor definición (TAC
helicoidal-multislice). Llegamos a la necesidad de cirugía: convencional o CTVA.
En este último caso se debe ser conciente y meditar si la CTVA está indicada.
Para ello debemos pensar si existe un procedimiento convencional menor, o un
procedimiento más fácil y seguro. Además, plantearnos si mantiene la eficacia
terapéutica y no compromete el resultado alejado y según necesidad saber
convertir a convencional. Como en toda CTVA, reflexionar que no por el avance
tecnológico y lo mini-invasivo, olvidemos lo clásico.
Síntesis
El NPSI es en un alto porcentaje clínicamente asintomático.
El NPSI es una patología diagnosticada en estudios complementarios por
imágenes (hallazgo) y por lo tanto es un diagnóstico de imagen.
Es importante inducir en interrogatorio de la historia clínica datos
epidemiológicos: edad, hábitos, zonas endémicas de ciertas patologías, etc.
La primera diferenciación a realizar es si se trata de una patología benigna o
maligna.
Definir qué estudios incruentos (TAC convencional, TAC helicoidal, PET)
realizar para ir definiendo la terapéutica.
Evaluar estudios más invasivos como PAAF, etc.
Decidir realizar diagnóstico o terapéutica por cirugía convencional o por
CTVA.
Conclusiones
La CTVA es el procedimiento de elección frente al nódulo ya definido, por el
diagnóstico certero y la mínima agresión del procedimiento con el consiguiente
beneficio de una rápida recuperación. Creemos que el extremar las medidas
diagnósticas preoperatorias y que en nuestro grupo los pacientes con cáncer
tienen neoplasias avanzadas, hicieron que no hallemos durante la CTVA
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Cirugía | Parte V
cánceres primarios. Esto marca la diferencia con otros autores con alto índice
de conversión (30-35 %) para los grupos que no utilizan protocolos por CTVA
para cáncer en estadio precoz.
Surge de todo lo expuesto una pregunta clave: el nódulo ¿es o no un cáncer?
Insistimos en llegar por medios diagnósticos antes de ir a procedimientos
quirúrgicos. Se debe ser consciente y meditar si la CTVA está indicada. Para ello
debemos pensar si existe un procedimiento convencional mejor, o un
procedimiento más fácil y seguro, si se dejan márgenes libres de enfermedad y
si la extensión de la resección es suficiente. Además, plantearnos si mantiene la
eficacia terapéutica y no compromete el resultado alejado y, como en toda
CTVA, reflexionar que no por novedoso, olvidemos lo convencional.
841
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Bibliografía
Encyclopedie Medico-Chirurgicale. Techniques Chirurgicales. COU, Mediastin, Trachee, Poumons,
Plevre. Editions Techiques, Paris, 1982
Gibbon, J. H., Sabinston, D. C. y Spencer, F. C. Cirugía Torácica. 2ª Ed. Salvat, Barcelona, 1980.
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Grinspan, Ricardo H. y Ariel Eremeeff. Nódulo Pulmonar Solitario Indeterminado. En Giménez, M.:
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Jacobson, F. L. Nódulo Pulmonar Solitario. Abordajes prácticos a problemas específicos. En
Sugarbaker, D., Bueno, R., Krasna, M., Mentzer, S., Zellos, l.: Cirugía del Tórax. Editorial Médica
Panamericana. Buenos Aires, 2011, pág. 28. Parte 1: atención y manejo de los pacientes de
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Lyons, G., Angelillo D., Noguera M., Angelillo Mackinlayt. Experiencia sobre 100 casos
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Videoasistida. Rev. Argent. Cirug., 2000; 79 (3-4): 92-101.
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Cirugía | Parte V
Casos ilustrativos
Este es un NPS en un paciente de 81 años que presentaba funcional límite para cirugía
convencional y si bien no tenía diagnóstico de cáncer primario y por lo tanto era
Indeterminado, tenía clínicamente y por los factores epidemiológicos una fuerte presunción
de cáncer. Estos son los únicos casos en los que hacemos resección segmentaria por CTVA
por necesidad.
Vemos la imagen endoscópica con la lesión umbilicada.
La resección y la Rx post-operatoria.
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Este es un nódulo encontrado en el preoperatorio de una paciente que iba a ser operada
por un cáncer de ovario. Vemos el nódulo que pareciera doble y realizamos esta cirugía con
un criterio diagnóstico bajo la sospecha de metástasis.
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Vemos la imagen de la resección que aún requiere otra sutura y finalmente la pieza
resecada que resultó quística con caseum con diagnóstico final de tuberculosis. Se
demuestra así la utilidad del procedimiento.
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Ahora vemos el nódulo dominante que fue extirpado junto con algunas de las otras
lesiones.
La radiografía post-operatoria inmediata y el resultado A. P. arrojó leiomiomatosis
múltiple.
Nuevamente vemos el valor de la VT, aunque en ese caso no era NPS.
Este otro paciente mostró en la TAC un nódulo simple a izquierda. Se realizó punción
transparietal que ocasionó un neumotórax hipertensivo.
La PAAF no dió diagnóstico y originó la complicación, uno de los motivos por la que no la
indicamos a larga mano. Es nuestra postura aunque la gran mayor parte de los grupos son
proclives a indicarla.
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Se solucionó con avenamiento pleural y realizamos CTVA viendo el nódulo sujetado con
un clamp.
El resultado fue TBK.
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Las imágenes son en la experimentación animal que hicimos para ver la dispersión del
colorante y la cantidad exacta milimétrica a aplicar cuando lo trasladamos al humano.
Aconsejamos jeringa de insulina y no inyectar más de 1 a 2 mm.
Observen cómo el colorante tiñe tanto una cara como la opuesta por la rápida dispersión
del colorante y esto puede confundir respecto a la ubicación del nódulo.
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PET
Es una técnica de imagen que utiliza, entre otros, glucosa marcada con radioisótopos. El
incremento del metabolismo de la glucosa en los tumores da como resultado un incremento
en la recaptura y acumulación del FDG, (fluorodeoxiglucosa) permitiendo la diferenciación
entre un nódulo maligno de uno benigno aunque hay falsos positivos en procesos
inflamatorios, sarcoidosis, enfermedades autoinmunes (Churbi-Strauss, Wegener).
En la imagen TAC-PET aislada y PET-CT que le da valor agregado.
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PATOLOGÍA MEDIASTINAL
RAÚL CAVO FRIGERIO Y ADRIÁN R. VIDAL
Generalidades
El mediastino es el compartimento central de la cavidad torácica situada
entre ambas cavidades pleurales, delimitada hacia delante por la cara posterior
del esternón y los cartílagos costales; hacia atrás por el plano de la columna
vertebral desde D1 hasta L1; lateralmente, por las pleuras mediastínicas
derecha e izquierda; por debajo, por el tabique diafragmático (músculo
diafragma) que lo separa del abdomen, atravesado por varios orificios; y hacia
arriba por el opérculo torácico limitado por el esternón, el cuerpo de la
vértebra D1 y la primera costilla (Figura 1).
Tiene forma de una pirámide truncada de vértice superior y base inferior
oblicua hacia abajo y hacia atrás, lo cual conforma la región toraco-abdominal.
Si bien existen variaciones en cuanto a su conformación por edades y sexos,
podría decirse que representa una quinta parte del espacio de la jaula torácica
y que en el adulto mide aproximadamente 15 a 20 cm de altura media desde su
abertura superior al centro frénico, un ancho de 4 a 5 cm en su porción
superior y de 12 a 15 cm caudalmente y un diámetro antero posterior de 12 a
16 cm.
En su interior se encuentran básicamente la tráquea y los bronquios
principales, el esófago, el corazón y su pedículo vascular, grandes vasos,
nervios y ganglios linfáticos; estos órganos se encuentran rodeados de una
discreta cantidad de tejido celuloadiposo laxo que se continúa con el cervical y
el retroperitoneal, lo que hace posible la propagación de enfermedades por
contigüidad. Además, durante la etapa embrionaria, es el trayecto obligado, en
su desplazamiento caudal, de los esbozos de los futuros sistemas digestivo y
génito-urinario pudiendo quedar retenidos en él grupos celulares
pluripotenciales capaces de originar neoplasias características.
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Cirugía | Parte V
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Cirugía | Parte V
Clasificación de Felson
Basado en los hallazgos de una radiografía lateral de tórax resulta dividido
en:
Mediastino superior: su límite inferior está establecido por una línea
imaginaria que se extiende desde la unión manubrio-esternal hasta el cuarto
disco intervertebral de la columna torácica.
Mediastino anterior: se corresponde con el espacio entre la pared torácica
anterior y una línea imaginaria trazada desde el cuello, por delante de la
tráquea y por detrás del corazón hasta el diafragma.
Mediastino medio: espacio que se extiende desde la línea descrita con
anterioridad para definir el mediastino anterior hasta otra línea, que une cada
vértebra dorsal a un centímetro posterior a su borde anterior.
Mediastino posterior: situado entre la línea descrita a un centímetro del
borde anterior de las vértebras dorsales hasta la pared torácica posterior.
Anterior
Posterior
Medio
Clasificación de Martínez
Utiliza un sistema de cuatro líneas, dos verticales y dos horizontales:
Una línea anterior, la cual pasa por delante de corazón y grandes vasos.
Una línea posterior, que recubre la cara posterior del esófago.
La línea horizontal superior pasa por el borde superior del cayado aórtico.
La línea horizontal inferior pasa por el borde inferior de la vena pulmonar.
Con esto quedan constituidos nueve compartimentos, tres anteriores o
previscerales, tres medios o viscerales, y tres retroviscerales o posteriores;
cada uno de ellos se subdivide a su vez en superior, medio y posterior.
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Síndromes mediastinales
Es el conjunto de síntomas y signos clínicos e iconográficos con que se
manifiestan la afectación de los órganos o sistemas contenidos en el
mediastino o su disfunción.
Los procesos tumorales expansivos, blastomatosos o no, se constituyen en el
centro etiológico predominante de los síndromes mediastinales quirúrgicos.
Cada componente anátomo-funcional lesionado o comprimido originará un
síntoma o un signo, pudiéndose hallar solo o con otros simultáneamente.
Se describen a continuación los más frecuentes:
Compresión de tráquea: disnea inspiratoria, cornaje, tiraje, tos, voz
ronca afónica.
Bronquio: atelectasia.
Vago: tos, disnea, disfagia, bradicardia.
Compresión de esófago: disfagia.
Compresión de vena cava superior: cefalea, edema palpebral. Dará
circulación colateral intercostal ácigos-cava inferior, edema en
esclavina, cianosis cérvico-facial. Ingurgitación yugular que no late.
Compresión de la vena cava inferior en su desembocadura auricular
(pericarditis constrictiva, síndrome de Pick). Ascitis
hepatoesplenomegalia.
Compresión del nervio frénico: parálisis frénica con elevación
diafragmática del lado afectado. Hipo.
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Etiopatogenia
Los procesos patológicos que afectan al mediastino pueden ser considerados
teniendo en cuenta diversos criterios: su naturaleza, repercusión anatómica, las
manifestaciones clínicas, etc. De forma genérica, los clasificaremos en tres
grupos: inflamatorios (agudos y crónicos), tumorales (quistes y tumores) y
misceláneas.
Mediastinitis[6, 8]
El compromiso inflamatorio que asienta en la celda mediastinal es conocido
como mediastinitis. Pueden distinguirse una forma aguda y otra de evolución
crónica.
1. Mediastinitis aguda
Es un proceso infeccioso agudo grave que compromete el tejido celular del
mediastino.
Etiología. Sus causas obedecen a procesos de origen torácico o extratorácico.
El origen torácico es el más frecuente y son desencadenados por perforaciones
esofágicas o del árbol traqueobronquial y secundarios a intervenciones
quirúrgicas cardíacas en la mayoría de los casos. Dentro del segundo grupo, las
infecciones orofaríngeas que se extienden desde el cuello hacia el mediastino,
mediastinitis necrotizante descendente, representa la causa habitual. A
continuación se exponen una lista de posibles agentes etiológicos:
- Contaminación externa
Heridas penetrantes torácicas.
Postoperatorio cirugía cardíaca: mediastinitis post-esternotomía
media.
- Contaminación interna
Cervical
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En todas las series los tumores del mediastino anterior son los más
frecuentes, oscilando entre 50-60 %, le siguen los medios con 15-25 % y los
posteriores con 25-35 %. También la proporción de los tumores malignos varía
para cada compartimiento; todas las series muestran uniformemente que el
mediastino anterior tiene un mayor porcentaje de tumores malignos (del 50 al
70 % de los casos), siguiendo en orden el medio y el posterior.
Presentación clínica
Dada la diversidad de estructuras que se encuentran en el mediastino, y que
pueden resultar afectadas como consecuencia del crecimiento de la lesión, las
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Cirugía | Parte V
Exámenes complementarios
Laboratorio. Aunque tiene poca importancia diagnóstica, es frecuente
encontrar elevada la velocidad de sedimentación globular en los procesos
malignos. En los timomas puede aparecer aplasia de la serie roja e
hipogammaglobulinemia, y en algunos seminomas elevación de la LDH sérica.
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Bibliografía
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General Thoracic Surgery, 5th ed. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins, 2000.
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11. Caruso, E. “Tumores de mediastino”. Relato Oficial del XL Congreso Argentino de Cirugía
Torácica, 1996.
871
Cirugía | Parte V
RUPTURA TRAUMÁTICA
DE DIAFRAGMA
JORGE R. DEFELITTO
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Cirugía | Parte V
Diagnóstico
En pacientes con politraumatismos donde no hay síntomas específicos,
aunque la sospecha es más firme en los traumas penetrantes, el diagnóstico
tardío en meses o años es posible. Probablemente en traumas graves la
ventilación mecánica con presión positiva al retardar la herniación por la
brecha, sea una de sus causas.
La eventración del contenido abdominal en el tórax puede provocar una
insuficiencia respiratoria grave o una estrangulación de alguna víscera hueca.
La clínica es orientadora si se auscultan borborigmos en el tórax y la Rx de
tórax demuestra gas intestinal por encima de un diafragma elevado. Puede
crear confusión la presencia de hemo-neumotórax.
En la duda, y sobre todo en diagnóstico alejado del trauma, se puede colocar
sonda nasogástrica y contraste o un colon por enema. Cuando se presenta en
politraumatismos, se diagnostica en la laparotomía, que siempre debe explorar
el diafragma en estos casos, para evitar que la lesión pase desapercibida.
De las imágenes, la de mayor utilidad es la Resonancia Magnética (RMI) que
demuestra si el diafragma está intacto.
Tratamiento
El abordaje puede ser abdominal o torácico, prefiriéndose este último en el
lado derecho y en las operaciones tardías. La vía torácica facilita la disección y
liberación de adherencias.
Una vez reintroducido el contenido eventrado a la cavidad abdominal, la
brecha puede cerrarse con sutura simple o imbricada con material
irreabsorbible o con el empleo de una malla protésica y drenaje de la cavidad
pleural.
En general el resultado es bueno, dependiendo la morbi-mortalidad de la
gravedad de las lesiones asociadas.
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Ruptura de diafragma izquierdo. La paciente fija el brazo para facilitar la respiración. Contraste por la
SNG confirma el diagnóstico de eventración gástrica en el tórax
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Herida penetrante por arma blanca. Rx con contraste. Eventración con ruptura esplénica
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Cirugía | Parte V
Bibliografía
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Guth, A. y col. “Pitfalls in the diagnosis of blunt diaphragmatic injury”. Am. J. Surg. 1995, 170: 5-9.
Sparks, H. y Falcone, R. “The ruptured diaphragm revisited”. Panam. J. Trauma, 1992; 3: 76-85.
878
Cirugía | Parte V
HERNIAS DIAFRAGMÁTICAS
ENRIQUE A. SÍVORI, FERNANDO G. WRIGHT, PEDRO I.
PICCO, VIRGINIA CANO BUSNELLI
Hernias de Morgagni
Aparece entre las inserciones esternales y condrales del diafragma.
Representan una minoría entre las hernias diafragmáticas del adulto,
aproximadamente el 3 %. Ligeramente más frecuente en las mujeres (60 %) la
edad promedio es de 53 años. 91 % son derechas, 5 % izquierdas y 4 %
bilaterales.
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Figura 1. Hernia de Morgagni. Colon por enema que evidencia una porción del colon trasverso
herniado al tórax (flecha blanca)
Figura 2. Hernia de Morgagni. Tomografía computada, corte axial que evidencia colon y epiplón
intratorácicos (flecha blanca)
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Cirugía | Parte V
Figura 4. Hernia de Morgagni. Defecto diafragmático (Fig. 3) cubierto por malla de polipropileno visto
por laparoscopia
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Cirugía | Parte V
Hernias de Bochdalek
Se produce en la región posterolateral del diafragma producto de la falla del
cierre del hiato pleuroperitoneal. Representan la mayoría de las hernias
congénitas del adulto. Su tamaño varía en un rango entre 1 cm hasta casi la
totalidad del hemidiafragma. Debido a que el diafragma izquierdo se cierra más
tarde que el derecho y a la presencia del hígado de este mismo lado (que
actuaria como barrera), el 90 % de estas hernias son izquierdas.
Ligeramente más frecuente en los hombres, la edad promedio es menor que
las hernias de Morgagni.
Manifestaciones clínicas: a diferencia de las hernias de Morgagni, casi la
totalidad de los pacientes con hernia de Bochdalek manifiestan alguna
sintomatología. Más aún, existe un gran grupo de pacientes que se presentan
con cuadros agudos requiriendo tratamiento de urgencia. La falla respiratoria
aguda producida por el desplazamiento y compresión pulmonar y mediastinal
son capaces de provocar la muerte en el neonato, haciendo de esta patología
patrimonio de los cirujanos pediatras. Sin embargo un porcentaje llega a la
edad adulta. En estos casos las manifestaciones pulmonares son menores y el
principal síntoma es el dolor abdominal. Le siguen los cuadros obstructivos
(nauseas, vómitos, distención) y dolor torácico. Las vísceras del hipocondrio
izquierdo son las más frecuentemente involucradas: colon trasverso (58 %),
estómago (54 %), epiplón mayor (50 %), bazo (42 %), intestino delgado (42 %) y
otros. Debido a la etiopatogenia de estas hernias, el 90 % carecen de saco a
diferencia de las hernias anteriores.
Estudios complementarios: al igual que las hernias de Morgagni, una
inusualmente elevada cámara gástrica o ángulo esplénico del colon (nivel
hidroaéreo) en una radiografía de tórax ayudan al diagnóstico. La tomografía
computada de tórax y abdomen es el recurso diagnóstico de elección. Las
imágenes típicas son el estómago, bazo, colon en localización intratorácica.
Actualmente con técnicas de reconstrucción con cortes sagitales y axiales se
puede estimar las características del defecto diafragmático, lo que resulta
particularmente útil en el planeamiento preoperatorio.
Diagnósticos diferenciales: similares a las hernias anteriores, rupturas
traumáticas, eventraciones diafragmáticas, quistes y tumores del diafragma.
Tratamiento: al igual que las hernias de Morgagni, es siempre quirúrgico. Sin
embargo al ser más frecuentes y presentar un índice más alto de
complicaciones mecánicas, es posible que requieran tratamiento inmediato.
Tanto el abordaje abdominal como torácico, convencional o mini-invasivo, son
posibles y éste dependerá de la experiencia y posibilidades del grupo quirúrgico
y centro asistencial. Consistirá en reducir el contenido herniario y cerrar el
defecto diafragmático con suturas irreabsorbibles. Por el tamaño del defecto es
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Figura 5. Hernia de Bochdalek: radiografía de tórax, gran nivel hidroaéreo en hemitórax izquierdo
(flecha blanca)
Figura 6. Hernia de Bochdalek. Tomografía computada corte sagital. Flecha fina: diafragma, flecha
gruesa: estómago, flecha gris: bazo
Figura 7. Hernia de Bochdalek. Tomografía computada corte coronal. Flecha fina: diafragma, flecha
gruesa: estómago
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Figura 8. Hernia de Bochdalek. Tomografía computada corte axial. Flecha gruesa: estómago, flecha
gris: bazo
Hernias hiatales
A diferencia de las hernias anteriores, éstas son adquiridas y producen el
pasaje de las vísceras abdominales (casi exclusivamente el estómago) a través
del hiato esofágico hacia el tórax.
La clasificación anatómica las divide en cuatro: por deslizamiento (tipo I),
paraesofágica (tipo II), mixta (tipo III), complejas (tipo IV).
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Figura 9. Hernia tipo I. Flecha gruesa: unión gastroesofágica (GE); flecha fina: hiato
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Figura 10. Hernia tipo II. Flecha gruesa: unión GE; flecha fina: estómago
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Figura 11. Hernia tipo III. Flecha gruesa: unión GE. Flecha fina: hiato
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Cirugía | Parte V
Bibliografía
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2002 Sep; 16 (9): 1345-9.
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Cirugía | Parte V
CIRUGÍA
VIDEOTORACOSCÓPICA
GONZALO DEMARCHI
Introducción
Como era previsible e inevitable el acceso a la cavidad abdominal por vía
mini-invasiva mostró el camino para efectuar diversos procedimientos
quirúrgicos en la cavidad torácica. De esta manera se hizo realidad una antigua
aspiración de los cirujanos, la visualización intratorácica precisa y amplificada a
través de elementos ópticos y la posibilidad de realizar maniobras diagnósticas
y terapéuticas por esa vía. Su logro fundamental es que permite resolver mini-
traumáticamente situaciones que antes debían ser abordadas únicamente
mediante la toracotomía en sus distintas variantes. Así nace primero la
toracoscopia y luego la actual cirugía torácica videoasistida (CTVA o VATS:
Video Assisted Thoracic Surgery) de indudable valor tanto en la patología
pleuropulmonar como en la mediastinal.
Historia
La visión endoscópica de la pleura es un antiguo procedimiento cuya primera
utilidad estuvo ligada a la lisis de adhesiones pleurales con el objeto de
colapsar el pulmón afectado por la tuberculosis. El primero en idear un
procedimiento racional con el fin de visualizar la cavidad pleural fue Kelling a
principios del siglo XIX, utilizando un cistoscopio en perros. Hans Christian
Jacobaeus, un internista de la ciudad de Estocolmo, Suecia, fue el padre de la
toracoscopia convencional. Comenzó su experiencia en humanos, también con
un cistoscopio, en 1910. Su primera experiencia endotorácica la realizo en dos
pacientes con pleuresía exudativa, maniobra que denominó “Thorakoskopie”.
Publicó la primera biopsia en 1925 con instrumental diseñado por él.
Posteriormente otros autores incorporaron el método, destacándose Anton
Sattler en Viena, quien, a partir de 1937, efectuó un número importante de
pleuroscopias en pacientes con neumotórax y falta de reexpansión pulmonar
temprana, además de numerosas biopsias pleurales. Las experiencias de Fabri y
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Definición
Se entiende como videotoracoscopia al abordaje mini-invasivo del tórax
mediante el implemento de una óptica conectada a una fuente de luz que se
interpone entre el cirujano y la patología para su visualización. La forma de
complementar la visión con el instrumental a utilizar y el eventual abordaje
manual permiten clasificar o diferenciar dos tipos de procedimientos: la
videotoracoscopia pura y la cirugía torácica videoasistida. Algunos autores
optan por el tamaño de la incisión como punto de corte para hablar de uno u
otro procedimiento, estableciendo el límite de los 5 cm para la
videotoracoscopia pura y los 10 cm para la frontera entre la cirugía
videoasistida y la abierta. Personalmente me inclino por considerar
videoasistido todo aquel procedimiento que debe complementarse por un
separador costal, que permita la introducción de la mano en la cavidad torácica
y/o el ingreso directo de la luz de quirófano; estas tres circunstancias son las
que realmente diferenciarían el procedimiento puramente videotoracoscópico
independientemente del tamaño de la incisión. Los procedimientos
videotoracoscópicos puros fueron más alla en la apuesta en los últimos años
con la opción del abordaje uniportal que reduce la agresión quirúrgica a su
mínima expresión.
Sea cual fuere el caso, estas opciones de abordaje mini-invasivo deben
cumplir con el precepto de la igualdad de resultados logrados con la cirugía
abierta.
Ventajas
Las ventajas principales son:
1. Exploración visual e instrumental amplificada.
2. Menor alteración anatómica.
3. Menos dolor postoperatorio.
4. Menor estadía hospitalaria.
5. Más rápida reinserción laboral.
6. Mejor cosmética.
Indicaciones
La mayoría están plenamente aceptadas por las escuelas de cirugía torácica
de la Argentina y del mundo; otras, en cambio, se encuentran en pleno proceso
de discusión y revisión. Señalaremos las indicaciones tomando dos puntos de
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Cardioscopia
Ventana pericárdica
Pericardiectomía
Pared
Tratamiento pectum excavatum
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Consideraciones anestésicas
La realización del procedimiento obliga a mantener el colapso pulmonar del
hemitórax operado, mientras se mantiene la ventilación del otro pulmón. Si
bien es factible realizar determinados procedimientos videotoracoscópicos (se
detallará más adelante) sin la intubación selectiva, ventilando ambos pulmones
a bajo volumen, no es el escenario ideal para este método y se reserva para
casos en que el paciente no tolere el colapso pulmonar selectivo. Esta
particular situación provoca diferentes modificaciones fisiopatológicas que
deben ser estrechamente vigiladas para afirmar la seguridad del paciente. El
estímulo nociceptivo provocado por la colocación de los trocares en los
espacios intercostales, y su movilización durante la intervención, genera una
irritación de los nervios del paquete vásculo-nervioso intercostal, cuyas
características son la de producir, en ocasiones, un dolor de gran intensidad,
pero de menor duración que el de la toracotomía amplia. La integridad de la
pared torácica respetada por los procedimientos toracoscópicos, se manifiesta
en una pronta y adecuada recuperación de la mecánica respiratoria.
Empiema pleural
La clasificación de la American Thoracic Society describe tres grandes
estadios en la evaluación del empiema:
Fase 1: Exudativa
Fase 2: Fibrino-purulenta
Fase 3: Organizativa (peel)
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División del tórax según áreas de dificultad de abordaje por CTVA para empiema
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Algoritmo terapéutico del empiema según tipo de infección (American Thoracic Society)
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Pleura parietal con múltiples siembras metastásicas Biopsia pleural por CTVA
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Hamartoma Adenocarcinoma
Las causas más frecuentes en conjunto resultan ser los granulomas, los
carcinomas y los hamartomas. Los métodos iniciales de estudio del NPI
comprenden la punción aspirativa bajo guía tomográfica y/o con mucho menor
rédito la fibrobroncoscopia y la citología del esputo. El resultado puede ser
informado como benigno, maligno o inespecífico. Salvo que el diagnóstico y el
aspecto de la lesión sean muy concluyentes de benignidad, se debe plantear la
biopsia quirúrgica. La punción, por no analizar la totalidad del nódulo, puede
tener falsos negativos. Por otro lado, el resultado de células atípicas en la
muestra, y más aun con un antecedente oncológico, obliga a diferenciar si
estamos ante una lesión primaria o metastásica ya que la conducta oncológica
será muy distinta en uno u otro caso.
Es en esta situación que la CTVA se presenta como una invalorable opción
diagnóstica y en ocasiones también terapéutica. Claro que tiene sus
limitaciones. No todos los nódulos son identificables o de fácil acceso por esta
vía. Cuando se presume que el nódulo no tiene expresión en superficie (al no
contar con el tacto que nos facilita la cirugía abierta), es muy pequeño o
presenta un patrón radiológico en vidrio esmerilado (riesgo de
adenocarcinoma) se puede recurrir a métodos de localización pre o
intraoperatoria:
Arponaje
Tinción con azul de metileno guiada por TC
Ecografía intraoperatoria
Palpación indirecta con el instrumental
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Resección del nódulo mediante endosutura lineal Vista de la pieza previo a la congelación
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Hiperhidrosis primaria
Esta entidad se caracteriza por secreción excesiva de sudor en la superficie
cutánea, por encima de lo requerido para el control de la regulación térmica,
en ausencia de una enfermedad sistémica que la genere. Limitante del
desarrollo normal de la vida de jóvenes de ambos sexos, con predominio por el
femenino, ha sido intentado su tratamiento con una serie diversa de métodos
como antitranspirantes, cloruro de aluminio, drogas anticolinérgicas, toxina
botulínica, iontoforesis, etc. El advenimiento de la CTVA ha cambiado
notablemente los resultados con una mínima agresión quirúrgica. Su utilidad
está aceptada en los casos de hiperhidrosis severa palmar y/o axilar. Quedan
excluidos de esta modalidad terapéutica los casos leves, los de hiperhidrosis
plantar y aquellos pacientes con un riesgo quirúrgico elevado por otra causa.
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Posición semisentada
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Hemotórax
El hemotórax plantea siempre la necesidad de actuar en forma temprana. Su
evacuación debe ser rápida y completa para prevenir la generación de
empiemas. Desde ya que los hemotórax masivos, con descompensación
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Abordaje Izquierdo:
Mayor control del TVBI
Disminuye la posibilidad de lesión de la VCS
Facilita la identificación de tejido graso y restos tímicos en la ventana
aorto-pulmonar, debajo del TVBI y el ángulo cardiofrénico izquierdo
Abordaje Infraesternal:
Visualización y vaciamiento completo del espacio mediastinal anterior
Se asocia frecuentemente con accesos intercostales derechos, izquierdos
o ambos
No requiere selectividad pulmonar
Pacientes con baja reserva pulmonar
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Patología tumoral:
Los tumores del mediastino anterior constituyen el 56 % de los tumores del
mediastino:
Timomas (35 % miasténicos)
Linfomas
Germinales
Tiroideos
Paratiroideos
Paragangliomas
Hemangiomas
Lipoma
Mediastino medio
Biopsia de adenopatías mediastinales:
Opción para biopsiar adenopatías de complejo acceso por otros métodos o
por carecer de ellos por dificultades técnicas o instrumentales, de gran valor en
la estadificación del cáncer de pulmón:
Ventana aorto pulmonar (grupo 5)
Paraaórticos (grupo 6)
Paraesofágicos subcarinales (grupo 8)
Ligamento pulmonar (grupo 9)
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Patología quística
Entéricos:
Broncogénicos (los más frecuentes)
Esofágicos
Mesoteliales:
Pleurales
Pericárdicos
Tímicos
Misceláneas:
Quistes del conducto torácico
Meningoceles
Patología neoplásica
Procedimientos diagnósticos:
Linfoma
Cáncer de pulmón
Procedimientos terapéuticos:
Teratoma
Feocromocitoma
Bocio Ectópico
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Derrame pericárdico
Ventajas CTVA:
Tratamiento de la patología pleural o pulmonar coexistente.
Mejor visualización del campo quirúrgico.
Permite una resección más amplia de la membrana pericárdica y la toma
eventual de biopsias dirigidas.
Permite explorar todo el mediastino.
Menor porcentaje de recidivas.
Desventajas CTVA:
Necesidad de colapso pulmonar satisfactorio.
Decúbito lateral en presencia de un derrame pericárdico.
Mediastino posterior
Tumores neurogénicos:
Representan el 15 al 20 % de todos los tumores mediastinales del adulto
y hasta el 50 % de los hallados en la infancia.
Si la evaluación del tumor por TC y RNM no evidencia invasión local y si
se descarta la relación con el canal neural, la CTVA constituye el abordaje inicial
electivo para este tipo de tumores.
Contraindicación absoluta: sospecha o confirmación histológica de
malignidad.
Contraindicaciones relativas:
Tamaño tumoral: ¿8 cm?
Localización costo-diafragmática
Presencia de la arteria radicular muy cerca del tumor
Imposibilidad de colapso pulmonar unilateral
Pleurodesis
Tumores muy altos
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Schwannoma paravertebral
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Conclusiones
La cirugía torácica videoasistida es una técnica para ser realizada por
cirujanos entrenados en cirugía torácica convencional, que distinga con
claridad los límites del procedimiento, con el adecuado equilibrio científico y
ético para transformar una intervención toracoscópica propiamente dicha en
cirugía torácica videoasistida o en toracotomía convencional; no es prudente
competir consigo mismo y mucho menos ser partícipe de “desafíos
videoendoquirúrgicos” propios de cirujanos inmaduros.
Existen límites que condicionan la toracoscopia determinados por:
1. El paciente
2. La patología
3. La tecnología
4. La relación costo-beneficio
En verdad son excepcionales los enfermos que no admiten toracoscopia,
sólo nos reservamos esta exclusión para aquellos insuficientes respiratorios
severos que no tolerarían la restricción provocada por el colapso pulmonar
imprescindible para el movimiento interpleural de la videocámara y para los
portadores de sínfisis pleural completa de cualquier etiología. Son innegables
las ventajas enumeradas por Hurtado Hoyo y col. de la CTVA:
Minimiza la agresión quirúrgica de la pared torácica con superior valor
estético.
Amplifica la visión de los elementos anatómicos.
Presenta escaso o nulo dolor postoperatorio con mínima repercusión
funcional respiratoria.
Facilita los recaudos de bioseguridad al reducir considerablemente el
contacto con la sangre y otros humores del paciente.
Mejora la ecuación costo-beneficio de la cirugía torácica al permitir
retirar antes los tubos de drenaje, disminuir el dolor postoperatorio, favorecer
la deambulación precoz, utilizar menor consumo de analgésicos, kinesioterapia
y posibilidades de alta con menor tiempo de internación.
920
Cirugía | Parte V
Bibliografía sugerida
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Cirugía | Parte V
COMPLICACIONES DE LA
CIRUGÍA TORÁCICA
RUBÉN A. VALIENTE
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Cirugía | Parte V
Parietales Seroma
Absceso o infección de la herida
Dehiscencias de toracotomía o esternotomía
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Figura 4. Uso del neumoperitoneo para elevar el diafragma y resolver una falla de re-expansión
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Figura 5. Confección de “jaula de pájaro”: se disecan los músculos intercostales para que cubran el
defecto de reexpansión
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Hemorragias
Como en la cirugía general, también en la cirugía torácica las hemorragias
son complicaciones frecuentes.
Pueden ser intraoperatorias o postoperatorias.
Hemorragias intraoperatorias: ocurren como consecuencia de los gestos
quirúrgicos. Más frecuentemente durante:
la lisis de adherencias pleurales; son en napa, se tratan mediante
coagulación, ligaduras o compresión; muchas veces requieren un repaso
minucioso.
En el área de los grandes vasos, durante la disección de adenopatías
mediastinales; requieren control vascular proximal, con ligaduras reforzadas y
eventualmente suturas mecánicas.
En el parénquima pulmonar durante las resecciones pulmonares, tanto
en las cisuras como en las maniobras sobre los pedículos vasculares. También
pueden manifestarse como hematomas intrapulmonares.
En la pared torácica durante el curso de una toracotomía o
esternotomía, por ejemplo la lesión de la arteria mamaria interna, que corre
lateral al borde externo del esternón o de las arterias intercostales que corren
por el borde inferior de los arcos costales.
Hemorragias postoperatorias: es considerada normal la salida por los
drenajes de un débito de 200-300 ml/24 h de material serosanguinolento. Debe
sospecharse una hemorragia ante la presencia de:
Más de 500 cc de sangre por los drenajes en la primera hora del
postoperatorio.
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Empiema postoperatorio
El empiema es todo un capitulo dentro de la cirugía torácica y reconoce
muchas causas. Aquí solo nos referiremos a los empiemas postoperatorios.
El empiema es la acumulación de material purulento en la cavidad pleural,
en este caso luego de una cirugía torácica. Es poco frecuente, pero tiene una
alta morbimortalidad, convirtiéndose entonces en una complicación temible.
Hay factores predisponentes:
Presencia de un pulmón infectado previamente.
Presencia de un muñón bronquial largo y/o devascularizado luego de una
resección pulmonar.
Presencia de tumor en el margen del muñón bronquial luego de una
resección pulmonar por cáncer de pulmón.
Las linfadenectomías radicales.
La radioterapia preoperatorio.
Mal estado nutricional.
La asistencia respiratoria mecánica prolongada en el postoperatorio.
Los signos clínicos son los de una infección severa, con fiebre, astenia,
perdida del apetito, etc.
Su diagnóstico se basa en la sospecha clínica, en la observación de la salida
de material purulento por los drenajes y en las imágenes (radiología simple y
TAC). Eventualmente la fibrobroncoscopia puede ser útil.
Debemos separar los empiemas post-neumonectomías de los empiemas
post-lobectomías o pos-resecciones menores.
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Figura 9. Empiema postneumonectomía izquierda, aquí puede observarse una muy marcada
desviación de la vía aérea hacia la izquierda, acompañada de ascenso del hemidiafragma izquierdo
Fístula aérea
Es la pérdida de aire desde los bronquios y/o parénquima pulmonar hacia la
cavidad pleural y los drenajes torácicos, que se manifiesta como un burbujeo
excesivo en el frasco de drenaje, con menor o mayor compromiso de la
mecánica ventilatoria.
Podemos considerar dos situaciones distintas: pérdida aérea prolongada y
dehiscencia del muñón bronquial.
Pérdida aérea prolongada: es la salida de aire por los drenajes durante más
de siete días luego de cirugías con sección y suturas del parénquima pulmonar.
Tiene factores predisponentes:
EPOC y enfisema pulmonar
Falta de adecuación continente/contenido
Lisis de adherencias pleuro-pulmonares
Decorticación del peel pleural
El tratamiento es básicamente la aspiración continua de los drenajes
torácicos y asegurar la permeabilidad de la vía aérea. Además debe
considerarse lo siguiente:
Con pulmón expandido: drenaje prolongado y eventual uso de válvulas
tipo Heimlich.
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Figura 10. Fallo de re-expansión en el campo pulmonar superior derecho causado por una fístula
broncopleural derecha
Figura 11. Tomografía Axial Computada de Tórax en la que se observa luego de una neumonectomía
izquierda la dehiscencia del muñón bronquial izquierdo y su apertura hacia la cavidad pleural
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Figura 12. Uso de un flap de músculo intercostal para reforzar el cierre de una fístula broncopleural
Figura 13. Uso de un flap pleural para cubrir el cierre de una fístula broncopleural
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Mediastinitis
Es la inflamación aguda o crónica de las estructuras del mediastino. Los
postoperatorios de esternotomías son la causa más frecuente de mediastinitis
aguda. Su incidencia es baja pero tiene una alta morbimortalidad.
El cuadro clínico se acompaña de dolor torácico y/o cervical, signos
generales de infección, disfagia, disnea, insuficiencia respiratoria, enfisema
subcutáneo cervical y torácico alto, sepsis rápidamente evolutiva al shock
séptico y fallo multiorgánico.
En la radiología torácica, TAC y resonancia nuclear magnética se puede hallar
ensanchamiento del mediastino, neumomediastino, alteración de los tejidos
blandos mediastinales; frecuentemente se acompañan de derrame pleural y
neumotórax.
Deben descartarse dehiscencia de suturas esofágicas y fístulas del árbol
bronquial.
El tratamiento son las medidas de sostén general, antibioticoterapia y el
drenaje y lavado quirúrgico del mediastino con desbridamiento esternal y
nuevo cierre. Si se asocia a derrame pleural, lavado y drenaje de la pleura. Si
existe la dehiscencia de una sutura esofágica, debe realizarse una derivación
esofágica con una esofagostomía cervical y una gastrostomía.
Las dehiscencias del esternón pueden requerir múltiples reintervenciones.
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Torsión pulmonar
Es la rotación del parénquima remanente sobre su eje broncovascular, luego
de una resección pulmonar, con el consiguiente estrangulamiento de bronquios
y pedículo vascular y desarrollo de infarto del lóbulo afectado con posterior
necrosis.
El lóbulo medio luego de una lobectomía derecha es el que más
frecuentemente se torsiona.
Tiene una presentación clínica grave, con disfunción respiratoria progresiva,
dolor torácico atípico, hipoventilación pulmonar, hemoptisis, broncorrea y
fiebre.
Su diagnóstico es difícil en el postoperatorio temprano y debe tenerse un
alto índice de sospecha clínica ya que la reintervención precoz mejora los
resultados
La TAC con contraste endovenoso permite el diagnóstico preciso.
La fibrobroncoscopia puede ser útil.
El tratamiento es la reintervención de urgencia, destorsión del lóbulo
afectado, lobectomía o eventualmente neumonectomía si la reserva funcional
pulmonar lo permite.
Hernia cardíaca
En las cirugías como una neumonectomía o lobectomía en las que se realiza
una apertura del pericardio mayor a 5 cm, existe la posibilidad de herniación
cardíaca, sobre todo si es del lado derecho. En el lado izquierdo puede dejarse
el pericardio abierto extensamente con escaso riesgo de herniación. En cambio,
a la derecha debe siempre suturarse la apertura pericárdica, ya que el riesgo de
que ocurra una hernia cardíaca es alto, con su consecuente acodamiento de los
grandes vasos venosos (especialmente de la vena cava superior) y puede
resultar en un paro cardiaco.
La presentación más frecuente es en el postoperatorio de una
neumonectomía intrapericárdica derecha.
Clínicamente hay hipotensión, taquicardia y cianosis en las primeras 24 horas
del postoperatorio que evolucionan al paro cardíaco si no es tratada con
urgencia.
Durante el intraoperatorio puede ser prevenida dejando aperturas amplias
del pericardio a la izquierda. Si el procedimiento es derecho, debe cerrarse la
apertura o efectuar una plastia con otros tejidos.
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Cirugía | Parte V
Síndrome postneumonectomía
Se trata de una obstrucción bronquial producida por un excesivo
desplazamiento de las estructuras mediastinales hacia el lado operado luego de
una neumonectomía derecha (más frecuente) o izquierda debida a la reducción
del volumen intratorácico del lado intervenido.
Es una complicación alejada, produce disnea progresiva por desplazamiento
de la traquea y compresión de la vena cava superior, infección respiratoria
recurrente y ocasionalmente disfagia. En la práctica clínica se trata en general
de pacientes jóvenes con neumonectomía de larga data.
El tratamiento debe ser precoz para prevenir cambios irreversibles en la vía
aérea. Puede ser quirúrgico, con liberación de adherencias para restaurar el
mediastino a su posición normal, incluyendo la fijación del pericardio a la cara
posterior del esternón y eventual relleno de la cavidad pleural con prótesis.
Otra opción es el uso de stents endobronquiales autoexpandibles para
mantener su permeabilidad.
Quilotórax
El quilotórax como complicación postoperatoria puede verse en dos
situaciones:
Lesión inadvertida del conducto torácico (Figura 14) por un traumatismo
torácico penetrante que requiere toracotomía.
Iatrogénica: por lesión del conducto torácico o alguna de sus ramas
principales durante una intervención quirúrgica.
939
Cirugía | Parte V
Lesiones nerviosas
Lesión del Nervio Frénico: el diafragma, principal músculo de la respiración,
esta inervado por los nervios frénicos, uno a cada lado. Transcurren desde el
cuello al diafragma, descendiendo por las caras laterales del mediastino. Puede
ser lesionado a cualquier nivel, produciendo parálisis diafragmática según la
gravedad de la lesión.
Esta parálisis puede ser desde asintomática hasta producir insuficiencia
respiratoria, acumulación de secreciones, atelectasias, etc.
Su prevención es la adecuada manipulación del nervio en el intraoperatorio.
940
Cirugía | Parte V
Lesiones del plexo braquial: ocurren por lesión directa durante su disección
en el acto quirúrgico. Su prevención también es aquí su adecuada identificación
y manipulación intraoperatoria. Si es identificada durante la operación, es
necesaria la sutura primaria de los nervios.
También puede ocurrir por elongación excesiva del plexo durante la posición
en decúbito lateral del paciente durante el curso de una toracotomía.
En el postoperatorio se manifiesta como déficit neurológico del miembro
afectado; puede ser tratada, según su gravedad, con fisioterapia y/o cirugía de
reparación.
Broncoaspiración contralateral
Es una complicación que ocurre en el intraoperatorio. Es el pasaje de
secreciones, sangre y/o material purulento por vía bronquial desde el pulmón
que está siendo operado hacia el árbol bronquial contralateral, provocando
atelectasias, consolidaciones, infecciones y abscesos tardíos si no es
identificada y tratada en forma inmediata. Para que ello suceda debe haber un
defecto técnico en la colocación del tubo de doble luz en la vía aérea, con
pérdida de la independencia de ambos pulmones durante la cirugía, lo que
permite el pasaje de materiales de un bronquio al otro.
Su prevención es la correcta colocación del tubo de doble luz, de uso común
en cirugía torácica, y el aspirado de posibles secreciones en el intraoperatorio.
Complicaciones en la videotoracoscopia
En cirugía torácica los procedimientos efectuados por videotoracoscopia
también están expuestos a las mismas complicaciones generales que los
efectuados en forma convencional. Aquí mencionaremos las complicaciones en
videotoracoscopia que pueden forzar a convertir el procedimiento en
convencional.
Pueden dividirse en:
Relacionados con la anestesia:
Incorrecta ventilación por mal posicionamiento de tubo doble luz.
Relacionados con el instrumental:
Uso de trocares de gran tamaño (dolor postoperatorio).
Mala visión por deficiente sistema óptico y/o iluminación.
Mal funcionamiento de endograpadoras o rotura de instrumental.
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Cirugía | Parte V
Conclusiones
El manejo de las complicaciones en cirugía torácica, tanto como en el
resto las especialidades quirúrgicas, requiere por parte del equipo tratante
profundos conocimientos sobre la prevención de dichas complicaciones,
prudencia y paciencia en su manejo, y desde luego una sólida formación en la
especialidad.
Una conocida recomendación en cirugía es también valida aquí: no
emprender procedimientos quirúrgicos cuyas complicaciones habituales no se
esté en condiciones de resolver.
El Consentimiento Informado prequirúrgico debe considerar siempre la
posibilidad de complicaciones.
El cuidado de la relación médico-paciente y sus familiares durante el
curso de una complicación también es un factor importante en manejo de los
tiempos y en la toma de las decisiones destinadas a resolver dicha
complicación.
942
Cirugía | Parte V
Bibliografía
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943
VI
ESÓFAGO
Cirugía | Parte VI
ÍNDICE
VI 3b Acalasia
DR. L. TORTOSA
VI 4 Traumatismo esofágico
DR. L. TORTOSA
VI 5 Cáncer de esófago
DR. L. TORTOSA
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Cirugía | Parte VI
DIVERTÍCULOS ESOFÁGICOS
JORGE R. DEFELITTO
Definición
Es una hernia:
a) de la mucosa (falso divertículo);
b) de todas las capas con comunicación con la luz esofágica a través de un
orificio (cuello).
Clasificación
Patogenia
A) Pulsión
Adquiridos: alteración dinámica esofágica, por encima de un esfínter.
Faringo-esofágico, protruye la capa mucosa (falso).
Frecuencia: 60 %.
B) Tracción
Adquiridos (procesos inflamatorios), medio esofágico, protruyen todas las
capas (verdadero). Secundarios a adenopatía inflamatoria traqueo-bronquial,
más frecuentemente TBC. Se complican produciendo perforación bronquial y
fístulas esófago-bronquiales.
En trastornos de la motilidad esofágica, pueden ser por vómitos, provocar
ruptura del esófago (síndrome de Boerhaave).
Frecuencia: 60 %.
Localización
Faringoesofágicos (pulsión)
Esofágicos medios (tracción)
Epifrénicos (pulsión)
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Cirugía | Parte VI
Etiología
Congénitos (raros)
Adquiridos (más frecuente, sin capa muscular)
Divertículo de Zenker
Fisiopatología
Fuerza propulsora
25 cm H O
++++++++++ punto débil
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Cirugía | Parte VI
Clínica
Síntomas: depende del momento evolutivo.
1) Sensación de cuerpo extraño (precoz), figura 2a.
2) Disfagia progresiva, figura 2b.
3) Regurgitaciones, figura 2c, 2d.
4) Manifestaciones respiratorias: tos irritativa, broncorrea crónica, bronquitis
a repetición, disfagia, figura 2e.
5) Halitosis: generalmente tardía, aunque puede ser precoz.
6) Ruido de gorgoteo en la deglución.
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Cirugía | Parte VI
Figura 2
Estudios complementarios
1- Radiología (tener en cuenta imagen relacionada con tipo evolutivo) (Figura
2).
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Cirugía | Parte VI
Diagnóstico diferencial
Con otras causas de disfagia orgánicas o funcionales.
Complicaciones
a- Bronconeumonía de deglución.
b- Fístula traqueo-bronqueal.
c- Absceso pulmonar.
d- Desarrollo de un tumor en la zona (raro).
e- Perforación.
Tratamiento
1- En hallazgo y pequeño, sin tratamiento, observación.
2- Moderado, sin estasis alimentario, tratamiento médico-dietético.
3- Moderado, con estasis alimentario asociado a otra patología, tratamiento
quirúrgico.
Tratamiento quirúrgico:
Invaginación simple y diverticulopexia (abandonados).
De elección: diverticulectomía (vía de abordaje cervical) y sección del
músculo cricofaríngeo para evitar las recidivas.
En general, cuando dan síntomas, deben operarse por su evolutividad
progresiva.
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Cirugía | Parte VI
951
Cirugía | Parte VI
952
Cirugía | Parte VI
Bibliografía
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953
Cirugía | Parte VI
CUERPO EXTRAÑO
EN EL ESÓFAGO
JORGE R. DEFELITTO
Entre los cuerpos extraños, los más comunes son los huesos.
Los cuerpos extraños en el esófago enfrentan al profesional con el problema
de eximir una conducta expectante, solicitar endoscopia o indicar cirugía para
lograr un resultado óptimo (hay que tener en cuenta que un gran porcentaje de
los objetos extraños ingeridos son eliminados por vía natural).
Los endoscopios flexibles permiten ahora recuperar objetos antes accesibles
sólo mediante cirugía.
La anestesia general se recomienda en los niños o en los pacientes que no
cooperan.
Hay que descartar que el cuerpo extraño esté en la hipofaringe, para evitar
la obstrucción de la vía aérea superior.
Clínicamente, pueden producir espasmo y dolor inmediato, herida esofágica
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Cirugía | Parte VI
Diagnóstico
Es importante el antecedente de haber deglutido un cuerpo extraño. El
aumento de la disfagia en un paciente con estenosis previa constituye un
síntoma de posibilidad de cuerpo extraño.
Examen directo y por laringoscopia de la faringe e hipofaringe.
Examen radiológico de placas simples para partes blandas de cuello en
posición lateral, y de tórax frente, perfil y ambas oblicuas. La falta de
visualización (objetos radiolúcidos) no descartan su presencia y queda
justificado un período de expectación (si el objeto pasa al estomago los
síntomas generalmente desaparecen a las 24 horas).
Si persisten, sobre todo el dolor, se aconseja examen directo por endoscopia.
En los niños, los cuerpos extraños pueden no alojarse en el esófago, sino en
la vía aérea (radiológicamente los CE esofágicos se alinean en el plano frontal, y
los traqueales se alinean sagitalmente).
La mayoría quedan enclavados en el esófago cervical. Cuando se observa en
la porción torácica o abdominal del esófago, debe tenerse en cuenta la
posibilidad de un proceso estenótico preexistente.
Tratamiento
La inmensa mayoría puede extraerse mediante esofagoscopia. La detención
de un cuerpo extraño (sobre todo en adulto) constituye a veces un signo de
enfermedad esofágica, y en ningún caso debe considerarse resuelto el
problema hasta no haber determinado el estado exacto del esófago.
El tratamiento posterior a la evaluación consiste en extraer el CE en primer
lugar por endoscopia o por cirugía.
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Cirugía | Parte VI
956
Cirugía | Parte VI
957
Cirugía | Parte VI
Bibliografía
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958
Cirugía | Parte VI
TRASTORNOS DE LA
MOTILIDAD ESOFÁGICA
MARIO CANESTRI
Mecánica de la deglución
Estadio 1: alimento empujado por la lengua hacia el paladar y la faringe.
Estadio 2: contracción de la faringe y propulsión del bolo en sentido distal.
Relajación del esfínter esofágico superior paladar que ocluye la nasofarinx, la
epiglotis ocluye la laringe, protección de la protección de los alimentos.
Estadio 3: contracción de la musculatura longitudinal del esófago y
acortamiento, contracción secuencial de la musculatura circular que
distalmente relaja el esfínter esofágico inferior (peristalsis esofágica).
Sintomatología
Disfagia intermitente para líquidos o sólidos (falta de coordinación
entre los tres estados de la deglución).
Dolor torácico atípico, contracciones vigorosas durante el tercer
estadio de la deglución o sensibilidad excesiva del órgano o isquemia.
Regurgitación: el esfínter esofágico inferior impide el pasaje al
estómago del bolo alimentario o el esófago se dilata como bolsa no
propulsiva, incapaz de vaciarse.
Disglucia: la faringe no propulsa el bolo hacia el esófago por alteración
funcional de esfínter esofágico superior. Se produce reflujo faringo-
repiratorio.
Conducta diagnóstica
a- Descartar patología obstructiva orgánica mediante: radiología,
endoscopia, biopsia, citología exfoliativa, esofagogástrica fúndico-cardial.
b- Interrogatorio, patografía.
Descartada la patología orgánica la conducta diagnóstica será la siguiente:
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Cirugía | Parte VI
1- Manometría esofágica:
Zona de alta presión: 12,9 mmHg + - 5,6
Duración de la onda peristáltica: 4,5 seg
Presión de la onda peristáltica: 34 mmgh
Velocidad: 3,8 cm/seg
2- Duda diagnóstica: conducta:
Acalasia: urecoline
Provocación de dolor: Bernstein test. Cloruro de edronofio. Test de
distensión con balones. Ingesta de alimentos fríos.
3- Manometría - Phmetría de 24 horas.
4- Tránsito esofágico radioisotópico.
Diagnósticos:
Trastornos primarios de la motilidad esofágica
1) Síndromes hipotensivos
Acalasia (síndrome hipotensivo del cuerpo esofágico)
Reflujo gastroesofágico (síndrome hipotensivo del esfínter esofágico inferior)
2) Síndromes hipertensivos
Espasmo difuso del esófago (corkscrew)
Peristalsis dolorosa (nutcracker)
Esfínter esofágico inferior hipertenso
Esfínter esofágico superior hipertenso
Trastornos secundarios de la motilidad esofágica
Colagenopatías: esclerodermia, lupus, polimiositis, dermatomiositis,
fenómeno de Reynaud, esclerosis sistémica progresiva.
Enfermedades neuromusculares: distrofia miotónica, miastenia gravis,
Parkinson, esclerosis lateral amiotrófica, neuropatías diabéticas y alcohólicas,
accidente cerebrovascular, distrofia muscular oculofaringea, tirotoxicosis,
amiloidosis, seudo obstrucción intestinal idiopática, anorexia nerviosa.
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Cirugía | Parte VI
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Cirugía | Parte VI
Tratamiento
1) médico: elevación de la cama para reducir aspiración. Bloqueantes
cálcicos: nifedipina 30-40 mg/día, reduce la presión del EEI y la presión del
cuerpo esofágico. Se indica en a) ancianos, b) post-dilatación neumática o
miotomía, c) preoperatorio de procedimientos definitivos, d) rechazo a la
cirugía;
2) dilatación: con bujías de mercurio de French da resultados transitorios.
Con dilatación neumática o hidráulica Rusell-Plummer produce 60 % de
mejorías y 80 % en la segunda dilatación. Desventajas: hematomas,
hemorragias, perforación. Contraindicaciones: reflujo, estenosis, hernia hiatal,
proc. antirreflujo previos, divertículos epifrénicos;
3) tratamiento quirúrgico: operación de Heller con técnica antirreflujo
estadios 1-2-3. Esofagectomía total sin toracotomía estadio 4 (reemplazo
esofágico con ascenso gástrico). Anastomosis gastroesofágica en región
cervical.
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Cirugía | Parte VI
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Cirugía | Parte VI
Tratamiento
El tratamiento logra la curación de úlceras, erosiones y estenosis; la
histología en general no se modifica en forma significativa.
Primera etapa: dietético, supresión de drogas agresivas, alginatos
sucralfatos, antiácidos, descenso ponderal.
Segunda etapa: no remisión sintomatología, anti H2, bismutato, sucralfatos,
betanechol.
Tercera etapa: dilataciones, cirugía antirreflujo.
5 % de los casos no responden al tratamiento médico etapas 1 y 2.
La esofagitis por reflujo es una enfermedad benigna de tipo multifactorial en
su fisiopatología. Presenta remisiones prolongadas por lo cual la evaluación de
los resultados terapéuticos resulta difícil de realizar. Cuando cursa con esfínter
esofágico inferior hipotensivo, presión menor de 7 mmHg predice curso
evolutivo más grave con mala respuesta al tratamiento médico y necesidad de
tratamiento quirúrgico en dos tercios de los pacientes.
Es necesario el diagnóstico precoz de la enfermedad para realizar
tratamiento correspondiente y evitar las secuelas esofágicas graves que
requieren procedimientos de tratamiento quirúrgico complejo o dilataciones
prolongadas, así como la posibilidad de desarrollo de un carcinoma en áreas de
displasia o esófago de Barrett.
Síndromes hipertensivos
Espasmo difuso del esófago (corkscrew)
Peristalsis dolorosa (nutcraker)
Dolor intermitente
Disfagia
Preservación del peristaltismo y relajación del esfínter esofágico inferior
Peristalsis normal intermitente
964
Cirugía | Parte VI
Tratamiento
Médico:
Inhibidores cálcicos
Anticolinérgicos pirazepina
Nitritos
Antagonistas de la dopamina
Dilatación: para el dolor, mal resultado para disfagia, buenos.
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Cirugía | Parte VI
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Cirugía | Parte VI
SINTOMAS DE TME
SEGD-FL-EGDC-B-CIT-ME-pH
Manometría
Normal Patológica
Prueba de provocación
Positiva Negativa
Observación Tratamiento
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Cirugía | Parte VI
EGDC: esofagogastroscopia
TER: tránsito esofágico radioisotópico
pH: pHmetría
968
Cirugía | Parte VI
Bibliografía
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969
Cirugía | Parte VI
ACALASIA
LEANDRO G. TORTOSA
Introducción
La acalasia es un desorden primario de la motilidad esofágica caracterizada
por un fallo del esfínter esofágico inferior (EEI) que no puede relajarse,
acompañado de una ausencia del peristaltismo esofágico.
Etiopatogenia
La alteración motora del EEI se debe a una destrucción progresiva de los
plexos nerviosos mientéricos del tercio inferior del esófago. En la fase inicial se
aprecia infiltrado inflamatorio a predominio de linfocitos T, observándose
después disminución o ausencia de neuronas ganglionares y fibrosis neural
progresiva. También anomalías degenerativas en el nervio vago y en núcleo
motor dorsal del vago.
Existe una destrucción selectiva de neuronas inhibitorias no colinérgicas no
adrenérgicas del plexo esofágico, estando conservadas las neuronas
excitatorias colinérgicas. Estas últimas median la contracción del EEI, mientras
que las primeras median la relajación.
Existe una disminución de los neurotransmisores de las neuronas
inhibitorias, ácido nítrico y péptido intestinal vasoactivo, así como una
hipersensibilidad del EEI al estimulo colinérgico, mientras que los niveles de
sustancia P, otro neurotransmisor de las neuronas excitatorias, son normales.
La lesión de las neuronas inhibitorias, al impedir la relajación del EEI, produce la
acalasia.
Epidemiología
En los Estados Unidos la incidencia anual es de 0,3 a 1,1 por 100.000
casos/año, mientras que en nuestro medio es de 0,007 por 100.000 casos
por/año. Más frecuente entre los 25 y 65 años de edad, sin distinción de sexo.
970
Cirugía | Parte VI
Síntomas
Disfagia (95 % de los casos): es larga de evolución, para líquidos y
sólidos, suele ser retroesternal o subxifoidea.
Regurgitación (75 % casos): durante el sueño, causante de
complicaciones respiratorias.
Dolor toráxico, más frecuente en las fases iniciales, mejora con la
evolución de la enfermedad.
Pirosis, por fermentación bacteriana de comida con formación de
ácido láctico, no por ERGE.
Pérdida de peso (60 %).
Tos nocturna (30 %).
Historia natural
Diagnóstico
El diagnóstico se realiza con la clínica, tránsito esófago-gástrico con doble
contraste, manometría y endoscopia. A continuación, se describen las
principales características de estos:
Seriada esófago-gastro-duodenal (SEGD):
Puede ser diagnóstico en el 95 % de los casos
Pérdida de contracciones esofágicas
Presencia de contracciones terciarias
Restos de alimentos, con vaivén del bario
Terminación en pico de ave a la altura del EEI
Distintos grados de dilatación esofágica
Ausencia de cámara gástrica
Existen diferentes clasificaciones radiológicas:
971
Cirugía | Parte VI
Clasificación de Stewart
(toma el diámetro del esófago como parámetro)
Estadio I (< 3 cm)
Estadio II (3-5 cm)
Estadio III (5-7 cm)
Estadio IV (> 7 cm)
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Cirugía | Parte VI
Manometría esofágica:
Presenta dos variedades de anomalías:
1) Cuerpo esofágico:
- Pérdida de peristaltismo.
- Acumulación de alimentos, líquidos y secreciones.
2) Esfínter esofágico inferior (EEI):
- Relajación ausente o incompleta.
Criterios mayores:
- Pérdida completa del peristaltismo en los ¾ inferiores del cuerpo
esofágico.
- Relajación anormal (disminuida en amplitud o en duración) o ausente
del EEI.
Criterio accesorio:
- Aumento de la presión en reposo del EEI (> 45 mmHg).
El Dr. Pinotti, en Brasil, propuso una clasificación fundamentada en
parámetros morfológicos y funcionales, avalados radiológicamente y por
manometría esofágica.
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Cirugía | Parte VI
Forma incipiente:
Esófago no dilatado, con cierta ectasia de sustancia de contraste y/o
evidencias sugerentes de alteraciones motoras en examen radiológico, y alguna
evidencia manométrica de mega-esófago.
Forma intermedia:
Dilatación esofágica menor a 7 cm, que mantiene la orientación rectilínea de
esófago en el estudio radiológico. Aperistalsis esofágica con complejos de
deglución de amplitud superior a 10 cm de agua en el examen manométrico.
Forma avanzada:
Dilatación esofágica mayor de 7 cm y/o pérdida de orientación rectilínea del
esófago, en estudio radiológico.
La prevalencia de cáncer de esófago en la acalasia es del 10 %, la mayoría en
estadios III-IV, y el 95 % con más de 20 años de evolución. Por esto, las
endoscopias con tinción con lugol permiten diagnosticar cánceres tempranos
en estos pacientes.
Tratamiento
La lesión neural degenerativa no tiene tratamiento; la terapéutica está
dirigida a paliar los síntomas y prevenir complicaciones pulmonares y
neoplásicas.
Estrategia terapéutica:
Fármacos
Toxina botulínica
Dilatación con balón
Miotomía
Esofagectomía
Fármacos
Se utiliza dinitrato de isosorbida 5-10 mg sublingual 10 minutos antes de las
comidas o nifedipina 10-20 mg sublingual. La indicación de éstos son acalasia
temprana con mínima disfagia, mejorar el estado nutricional antes de la cirugía,
cuando la respuesta es parcial luego de las dilataciones o cirugía, o cuando
existe contraindicación de tratamiento quirúrgico o dilatación neumática y no
respondedores a inyección de toxina botulínica. Son eficaces en un 70 % y los
efectos adversos frecuentes y taquifilaxia.
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Cirugía | Parte VI
Toxina botulínica
De las 7 toxinas producidas por la cepa toxigénica de Clostridium botulinum
(serotipos A, B, C, D, E, F y G) la que se utiliza es el serotipo A. Tiene afinidad
selectiva por terminaciones presinápticas periféricas. Ejerce una acción
enzimática sobre una proteína de membrana (SNAP-25), y bloquea su
funcionamiento, impide el paso de acetilcolina al citosol; esto bloquea la salida
de acetilcolina produciendo parálisis flácida de la placa neuromuscular. Se
utiliza una inyección de 80-100 UI de Botox®, con una eficacia del 60 al 85 %.
Acción eficaz y potente, pero reversible, en 3-6 meses la placa es reinervada.
Reservada a pacientes en los que no se puede realizar dilatación neumática o
con elevado riesgo quirúrgico. Efectos secundarios: molestia o dolor toráxico,
reflujo gastroesofágico en < 5 %.
Dilatación neumática
El objetivo es la ruptura de fibras musculares lisas del EEI, tiene una eficacia
del 60-95 %, y ésta disminuye a la mitad en las dilataciones siguientes. Se
realiza dilatación con 300 mmHg por 30 segundos.
Contraindicaciones: hernia hiatal grande, divertículo epifrénico, dilatación >
7 cm.
Complicaciones: perforación 3-5 %, con mortalidad 0,3-1 %; dolor torácico y
enfermedad por reflujo gastro-esofágico.
Con una estimación de mantenerse en remisión de 59 % al año, 26 % a los 5
años. Las dilataciones sucesivas son menos eficaces y tras tres dilataciones sin
éxito se recomienda la cirugía (esofagectomía).
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Cirugía | Parte VI
Cirugía
Miotomía de Heller: consiste en seccionar las fibras musculares lisas del
esófago distal y unión esófago-gástrica hasta la mucosa. Como una de las
complicaciones de esta técnica es el reflujo gastroesofágico, se asoció una
funduplicatura parcial anterior (Door) o posterior (Toupet). Los resultados con
estas técnicas son efectivos en 80-90 % a 5 años.
Indicaciones: fracaso de dilatación neumática, se toma como límite el fracaso
de la tercera dilatación, perforación durante dilatación.
Contraindicada en hernia hiatal o divertículo epifrénico.
Complicaciones: perforación, reflujo gastro-esofágico (funduplicatura) y
disfagia (funduplicaturas muy tensas).
La mortalidad es del 2 %.
976
Cirugía | Parte VI
977
Cirugía | Parte VI
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978
Cirugía | Parte VI
TRAUMATISMO ESOFÁGICO
LEANDRO TORTOSA
Etiología
Las causas de lesión esofágica pueden ser divididas en instrumentales,
principalmente iatrogénicas o no instrumentales.
979
Cirugía | Parte VI
-A- -B-
Instrumentales No instrumentales
- endoscopia - deglución de cuerpo extraño
- dilatación - trauma penetrante
- intubación - trauma barogénico
- escleroterapia - lesión cáustica
- laserterapia - trauma quirúrgico
-A- Instrumentales
A (Instrumentales)
Las instrumentales representan el 45 % de los casos. Se pueden producir con
cualquier variedad de tubos utilizados, como endoscopios, sondas naso-
yeyunales, tubos endo-traqueales, stents esofágicos, etc. También son causas
de perforación iatrogénica la terapia con láser utilizada para permeación de
tumores, y la escleroterapia de várices sangrantes.
La endoscopia tiene una tasa de perforación del 0,03 a 0,35 %, y esto es más
frecuente cuando se realiza en esófagos enfermos.
Las dilataciones de las estenosis tienen una tasa de perforación del 0,25 al
0,40 %, llegando al 4 % cuando se realizan en pacientes con acalasia.
Los sitios de perforación en el esófago son, según orden descendente de la
frecuencia, en músculo cricofaríngeo, que es la zona más estrecha de la luz
esofágica, por encima del hiato diafragmático, a nivel del arco aórtico y por
último a nivel del bronquio fuente izquierdo.
B (No instrumentales)
Ingestión de cuerpos extraños:
En los niños la ingesta de monedas representa un 60 % y en los adultos los
huesos, dentaduras y botones son los más frecuentes.
La sintomatología puede ser de dos tipos: obstructiva, como disfagia u
odinofagia, o de perforación (dolor, fiebre, crepitación cervical).
Diagnóstico: se comienza con radiología simple que puede mostrar los
objetos radiopacos, o un estudio baritado los pone de manifiesto. Si no, se
recurre a la endoscopia que es diagnóstica y terapéutica. La endoscopia rígida
bajo anestesia general se prefiere sobre la endoscopia flexible porque tiene
mayor porcentaje de éxitos para la extracción. Luego de la extracción del
cuerpo extraño se debe realizar un tránsito esofágico para descartar la
perforación.
Los objetos que no pueden ser removidos requieren cirugía.
980
Cirugía | Parte VI
Traumatismos externos:
La signo-sintomatología y radiología suelen estar enmascaradas por lesiones
de otros órganos. El manejo de esta patología la podemos dividir en dos
grupos:
1) aquellos pacientes que deben ser operados por la gravedad de las lesiones
asociadas: debe realizarse un minucioso examen intra-operatorio e incluso
realizar endoscopias intra-operatorias que tienen una sensibilidad del 100 % y
especificidad del 80 %;
2) pacientes que no requieren cirugía: se realizará esofagograma con
contraste; como este estudio tiene un 10-20 % de falsos negativos, en estos
casos se efectuará endoscopia o tomografía computada.
Las rupturas por contusiones se producen más frecuencia en esófago cervical
y suelen acompañarse con lesión traqueal.
Trauma barogénico (síndrome de Boerhaave):
Ruptura esofágica como causa de aumento brusco e intenso de la presión
intra-esofágica, siendo el principal factor desencadenante el vómito, pero
también otras situaciones como el esfuerzo defecatorio, el parto, traumatismo
cerrado, etc.
El 90 % de los casos se localiza sobre el lado izquierdo del tercio inferior del
esófago existiendo una contaminación importante debido a la gran fuerza con
que es propulsado el contenido intraluminal.
La característica clínica de este tipo de lesión es que se da en hombres de 35-
55 años alcoholistas, que comienza con dolor intenso precordial o epigástrico
post-vómito.
La reparación primaria obtiene buenos resultados en el 80 % de los casos con
mortalidad del 14 %.
Lesiones cáusticas:
Existen dos grupos de pacientes: los menores de 5 años que ingieren de
forma accidental y los adultos que intentan el suicidio.
Los principales agentes son:
Álcalis
Ácidos
Lejías
Detergentes
La presentación clínica varía según el agente y la cantidad ingerida, pero las
perforaciones se acompañan de shock séptico progresivo. Cuando no existe
981
Cirugía | Parte VI
Clínica
Ésta depende de la altura de la lesión y tiempo transcurrido de la misma.
Los síntomas más frecuentes son:
Dolor, fiebre y leucocitosis
Crepitaciones cervicales palpables
Disfagia-odinofagia
Enfisema subcutáneo
Distress respiratorio
Ronquera
Disfonía
Shock
Diagnóstico
Esofagograma baritado es el primer estudio a realizar luego de tener la
sospecha de perforación esofágica.
Rx simple de tórax: los posibles hallazgos son enfisema cervical y/o
mediastínico, derrame pleural uni o bilateral; el edema retro-faríngeo
en la radiología de perfil de cuello es característico de lesión de
esófago cervical.
Endoscopia digestiva alta. Permite identificar el lugar de perforación o
constatarla al ser producida, ya que es una de las principales causas de
perforación.
Tomografía computada: indicada cuando existe fuerte sospecha de
perforación y los estudios anteriores no lo confirman, o en el contexto
de un paciente con lesiones de órganos concomitante.
982
Cirugía | Parte VI
983
Cirugía | Parte VI
Bibliografía
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984
Cirugía | Parte VI
CÁNCER DE ESÓFAGO
LEANDRO G. TORTOSA
Introducción
A pesar del avance en el tratamiento de estos tumores, el pronóstico de vida
sigue siendo desfavorable, debido al estadio avanzado en el momento del
diagnóstico.
La incidencia y prevalencia del cáncer de esófago ha aumentado en
Occidente, debido principalmente al adenocarcinoma del tercio distal.
La incidencia en Oriente (China, Irán) es de 150 casos/habitante/año; en
Estados Unidos es de 6 por 100.000/hombres y 1,5 por 100.000/mujeres.
Representa el 1,8 % de las muertes por cáncer en general y 7,7 % por las del
tubo digestivo. En Argentina hay 15 casos/100.000 habitantes/año, con una
relación hombre/mujer de 7:1, predomina en mayores de 50 años de bajo nivel
socio-económico.
Etiología
Factores relacionados con cáncer de esófago:
Alcohol
Tabaco
Nitrosaminas, hidrocarburos aromáticos policíclicos (alimentos)
Té caliente (taninos y fenoles)
Deficiencias nutricionales (molibdeno, hierro, silicio, titanio, magnesio,
riboflavina, vitamina A y C)
Tilosis: síndrome con gen autosómico dominante (hiperqueratosis de
palmas y plantas, papilomas del esófago). Riesgo de cáncer
espinocelular alrededor del 70 %
Acalasia: 5 al 10 %
Estrechez esofágica por lejía
Esofagitis crónicas
985
Cirugía | Parte VI
Histología
-A- -B-
EPITELIALES NO EPITELIALES
Clínica
Roce o ardor durante la deglución
Deglución lenta
Disfagia progresiva (85,4 %)
Pérdida de peso
Regurgitaciones y vómitos
Síndrome anémico por pérdidas crónicas (hemoptisis y hematemesis
son raras)
Fetidez del aliento
Sialorrea
Dolor retro-esternal
Tos, por neumonitis por aspiración
Voz bitonal, por afectación de nervio recurrente
Disnea e hipo, por afectación de nervio frénico
986
Cirugía | Parte VI
Diagnóstico
A continuación se detallan los estudios que se realizan para el diagnóstico,
principalmente la endoscopia digestiva alta con biopsia, y los que se utilizan
para la estadificación oncológica con las características principales de cada uno
de ellos.
Seriada esófago-gastro-duodenal con doble contraste
Sensibilidad 80 %.
Determina altura y extensión aproximada del tumor.
Estenosis y falta de relleno de la luz, desfiladero (imágenes características).
Demuestra irregularidades y rigideces de la pared.
No demuestra lesiones tempranas.
Lesiones fungoides o ulcerosas.
987
Cirugía | Parte VI
Endoscopia
Observa directamente la lesión, combinada con citología dirigida y biopsias
múltiples, ofrece una especificidad cercana al 100 %.
Ecoendoscopia
Los tumores se ven como masas hipodensas con bordes irregulares.
Precisión global de profundidad del 70 al 85 % y de ganglios metastásicos
periesofágicos cercana al 85 %. Detecta ganglios de 3 a 5 mm; los delimitados
con hipoecogenicidad interna y con 6 a 8 mm de eje mayor son signos de
infiltración neoplásica.
988
Cirugía | Parte VI
Broncoscopia
Investiga infiltración traqueobronquial. Hallazgos tempranos de invasión:
edema y sobre-elevación de la mucosa con sangrado por contacto.
Permite la punción y aspiración con aguja vía transcarinal de adenopatías
mediastínicas.
Ecografía
Metástasis hepáticas.
Adenopatías supraclaviculares y cervicales (permite punción y citología).
989
Cirugía | Parte VI
Metástasis
hepáticas
990
Cirugía | Parte VI
Estadificación TNM
(American Joint Committee on Cancer. Esophagus, 1997)
T: tumor primario.
TX: imposibilidad de evaluar tumor primario.
T0: ausencia de evidencia de tumor primario.
Tis: carcinoma in situ.
T1: tumor que invade la lamina propia o la submucosa.
T2: tumor que invade la muscular de la mucosa.
T3: tumor que invade la adventicia.
T4: tumor que invade las estructuras circundantes (pericardio, árbol
traqueobronquial, aorta, cuerpos vertebrales).
N: ganglios linfáticos.
NX: imposibilidad de evaluar los ganglios linfáticos regionales.
N0: ausencia de metástasis en los ganglios linfáticos regionales.
N1: metástasis en los ganglios linfáticos regionales.
Ganglios linfáticos regionales:
- del esófago cervical: todos los ganglios cervicales incluyendo los
ganglios supraclaviculares.
- del esófago intratorácico: ganglios linfáticos mediastinales y
perigástricos (curvatura menor, techo gástrico y arteria gástrica
izquierda). No incluye ganglios del tronco celíaco.
M: metástasis
MX: imposibilidad de evaluar las metástasis alejadas.
M0: ausencia de metástasis alejadas.
M1: metástasis alejadas (ganglios linfáticos no regionales, hígado, pulmones,
peritoneo, glándulas suprarenales).
Tumores del esófago torácico superior
M1a: metástasis en los ganglios linfáticos cervicales.
991
Cirugía | Parte VI
Cervicales 14 8 7 5
Mediastínicos 11 29 11 11
superiores
Mediastínicos 0 27 21 16
medios
Mediastínicos 0 29 18 28
inferiores
Abdominales 3
-gástricos - 32 33 35
superiores
- tronco celíaco - 0 4 21
-art. hepática - 0 2 10
común
-art. esplénica - 0 6 17
Incidencia de compromiso de los ganglios linfáticos (N) según el tipo de tumor primario
Hígado 31,8
992
Cirugía | Parte VI
Pulmón 25,5
Peritoneo 12,1
Huesos 9,1
Riñón 8,8
Diafragma 7
Páncreas 4,9
Tiroides 4.7
Bazo 4,7
Corazón 3,8
ESTADIO 0 Tis N0 M0
ESTADIO I T1 N0 M0
ESTADIO IIA T2 N0 M0
T3 N0 M0
ESTADIO IIB T1 N1 M0
T2 N1 M0
ESTADIO III T3 N1 M0
T4 Cualquier N M0
Estadios
993
Cirugía | Parte VI
Estadificación biológica
Tiene mayor valor predictivo que el grado histológico o el estadio
histopatológico.
Tratamiento
Prioritaria la evaluación en cada caso, ya que dos pacientes con un mismo
tumor en la misma región y con la misma estadificación pueden recibir
distintos tratamientos.
Evaluar:
Estadificación oncológica
Edad del paciente
Estado nutricional
Estado pulmonar
Estado cardiovascular, hepático y renal
Medio social del enfermo
994
Cirugía | Parte VI
995
Cirugía | Parte VI
Tubo gástrico
996
Cirugía | Parte VI
997
Cirugía | Parte VI
Trasplante de asa delgada con anastomosis vascular con microcirugía (atención del Dr. Defelitto)
Complicaciones
Las dos causas más frecuentes de complicaciones son la insuficiencia
respiratoria y la filtración de la anastomosis.
La tasa de mortalidad operatoria, medida como la muerte hospitalaria en el
curso de los 30 días posteriores a la intervención es del 0 a 20 % según las
series publicadas.
Muerte 5-20
Pulmonares
Neumonía 20
SDRA 14
Cardiovasculares
IAM 2
Arritmias 30
Gastrointestinales
Filtración anastomótica 9
Infecciosas
Empiemas 5
998
Cirugía | Parte VI
Abscesos subfrénicos 5
Otras
Quilotórax 2
999
Cirugía | Parte VI
Stent esofágico
1000
Cirugía | Parte VI
Bibliografía
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1001
Cirugía | Parte VI
ADELANTOS EN EL
TRATAMIENTO DEL CÁNCER
DE ESÓFAGO Y CARDIAS
ADOLFO EUGENIO BADALONI
1002
Cirugía | Parte VI
Epidemiología
El cáncer de esófago es el octavo cáncer más común en el mundo. Es
endémico en algunas regiones en desarrollo, con alta incidencia en el litoral del
mar Caspio en Irán, en el sudeste asiático y en el norte de Francia.
Histológicamente se distinguen prevalentemente dos tipos, escamoso o
epidermoide (CEE) y adenocarcinoma (ACE). El CEE es más frecuente en las
zonas endémicas referidas y ambos son más comunes en el sexo masculino. El
CEE se consideraba el tipo histológico más frecuente, pero el aumento en la
prevalencia del ACE, 300 % en los últimos 30 años, posicionaron al CEE en la
actualidad como el segundo carcinoma esofágico y si tomamos en conjunto a
los carcinomas de esófago y cardias (ACEyC), la prevalencia del
adenocarcinoma es más notoria, pues los de cardias son todos
adenocarcinomas.
Creemos que se justifica englobar en un capitulo esófago y cardias, pese a las
diferencias epidemiológicas, por la similitud de estudios y tratamientos y
fundamentalmente porque el grupo médico tratante debe ser el mismo para
ambos. El tabaquismo y el etilismo son los factores de mayor importancia para
el desarrollo de CEE. Este prevalece en las clases socioeconómicas bajas, con
mal nutrición y disminuye su frecuencia en las sociedades que abandonan el
tabaquismo, mientras que el ACEyC se relaciona con el reflujo gastroesofágico,
con la obesidad, en menor medida con el tabaquismo y es patrimonio en
general de individuos de aceptable situación económica.
La condición preneoplásica por excelencia del ACEyC es claramente la
Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico con su expresión más severa, el
esófago de Barrett. Los pacientes portadores de epitelio de Barrett tienen
1003
Cirugía | Parte VI
Clasificaciones topográficas
La Comisión Japonesa para el Estudio del Cáncer de Esófago en 1985
estableció límites claros, factibles de observar radiológicamente, para la
división topográfica del esófago. El cervical, desde el cricofaríngeo, sexta
vértebra cervical, hasta la horquilla esternal. Torácico superior desde la
horquilla hasta el nivel de la carina, el torácico medio desde el nivel carina al
punto medio carina/cardias, y el inferior desde el punto medio carina/cardias
hasta el cardias. En cuanto al cardias, este es una línea, no una región. Siewert
lo convirtió con su clasificación en una región con límites precisos, obviamente
arbitrarios (Imagen 1).
1004
Cirugía | Parte VI
Diagnóstico
El síntoma predominante del cáncer de esófago y cardias es la disfagia y esta
es un síntoma tardío. Es imprescindible que el médico generalista tenga
presente esta enfermedad y que comprenda que el mejor resultado
terapéutico está directamente relacionado con el diagnóstico temprano.
Teniendo en cuenta estos conceptos, se debe estudiar a todo paciente que
tenga síntomas en el tracto digestivo superior, por ejemplo una disfagia
transitoria, aun cuando estos sean ocasionales. Los estudios básicos a pedir:
seriada esofágo-gastroduodenal (Imagen 2) y videoendoscopia digestiva alta.
1005
Cirugía | Parte VI
Imagen 2. Seriada EGD. Se observa la falta de relleno que provoca la impronta tumoral en el esófago
inferior
Imagen 3. VEDA de apariencia normal a la izquierda. A la derecha, teñido con Lugol, marcador
lesional negativo. Las zonas sin tinción, correspondían a displasia de alto grado
1006
Cirugía | Parte VI
utilidad para observar el tamaño del tumor, sus relaciones con los órganos
vecinos y ubicar adenopatías regionales (Imagen 4).
Imagen 4. TAC. Adenocarcinoma de cardias Siewert II. Adenopatías en curva menor gástrica alta y
tronco celíaco
Imagen 5. Ecoendoscopia EUS. El estudio que mejor nos muestra la profundidad de invasión tumoral.
Aquí, compromiso submucoso y muscular
1007
Cirugía | Parte VI
Imagen 6. PET Scan. Captación del radiotrazador en el tumor cardial y en una metástasis pulmonar
1008
Cirugía | Parte VI
Estadificación
Con todos los elementos de diagnóstico se hace una primera evaluación
clínica y se define la estrategia terapéutica. Si el paciente es sometido a
tratamiento oncológico neoadyuvante, finalizado éste se hace una segunda
evaluación/estadificación que permite definir junto a la evaluación clínico-
nutricional si el paciente va o no a cirugía y el tipo de cirugía a realizar. La
estadificación definitiva es la patológica post resección quirúrgica. El American
Joint Comittee (AJC) en el año 2010 presentó modificaciones en la clasificación
TNM y en la estadificación de los carcinomas de esófago y cardias. El TNM es
igual para los adenocarcinomas de cardias y para el carcinoma epidermoide de
esófago (Cuadro 1).
1009
Cirugía | Parte VI
Evaluación clínico-nutricional
La considerable morbilidad y mortalidad que generan las intervenciones
quirúrgicas realizadas para tratar al carcinoma de esófago y cardias dependen
en gran medida del estado fisiológico preoperatorio del paciente. Este estado
es claramente deficitario en los pacientes oncológicos avanzados y se hace más
1010
Cirugía | Parte VI
Tratamiento
Para obtener los mejores resultados en una patología tan compleja como el
cáncer de esófago y cardias se debe profundizar en el diagnóstico temprano, la
vigilancia y seguimiento de las lesiones y enfermedades preneoplásicas, los
tratamientos oncológicos, la estrategia terapéutica, la cirugía y los tratamientos
paliativos. El diagnóstico temprano depende de la educación, médica y
poblacional, la consulta precoz por parte del paciente ante cualquier síntoma
digestivo alto y la formación y perseverancia del médico generalista para
indicar consulta con el especialista y estudios imprescindibles, radiología
contrastada y endoscopia, más la adecuada vigilancia de los pacientes con
lesiones y enfermedades preneoplásicas. La lesión preneoplásica por excelencia
es la displasia y las enfermedades o condiciones preneoplásicas: Barrett –
Reflujo gastroesofágico – Secuelas caústicas y corrosivas – las patologías que
provocan estasis como la acalasia y los divertículos y finalmente la única
hereditaria reconocida, para el carcinoma epidermoide, la hiperqueratosis
palmoplantar o tilosis.
Cuando el paciente llega al especialista ya no se puede volver atrás. Ese es el
momento de completar estudios e iniciar tratamiento de acuerdo a la
evolución de la enfermedad y a las características del portador. Los
tratamientos oncológicos han mostrado significativos progresos en los últimos
15 años, pero los resultados globales de supervivencia a largo plazo todavía son
pobres. La mejoría en los resultados se observa en los pacientes tratados por
grupos médicos multidisciplinarios dedicados a esta patología, que potencian
posibilidades y minimizan complicaciones. En la década 1990-2000 se confirmó
que en el CEE loco-regional, excluyendo el Estadio I, que debe ser tratado sólo
con cirugía radical, los buenos resultados se obtienen con tratamientos
neoadyuvantes quimio-radioterápicos (Qt-Rt) concurrentes y cirugía de
resección con intención curativa, o con Qt-Rt sin cirugía y realizar esta como
rescate si los controles confirman la existencia de enfermedad residual loco-
regional.
1011
Cirugía | Parte VI
1012
Cirugía | Parte VI
1013
Cirugía | Parte VI
Complicaciones de la cirugía
La esofagectomía es una cirugía agresiva. Esta agresión y la condición del
paciente oncológico facilitan el desarrollo del Síndrome de Respuesta
Inflamatoria Sistémica con sus múltiples manifestaciones. Naturalmente, la
incidencia de las diferentes complicaciones está muy influenciada por las vías
de abordaje de las esofagectomías. El concepto clásico es que en la
esofagectomía por vía transpleural se obtiene una mejor linfadenectomía con
el costo de un incremento en la prevalencia de complicaciones respiratorias y
también de la mortalidad; por contrapartida, la esofagectomía
transdiafragmática y la transhiatal tienen una menor morbimortalidad pero son
cirugías “menos oncológicas”.
Con el abordaje quirúrgico por invasión mínima, los grupos experimentados
han logrado una más satisfactoria radicalidad con menor riesgo de
morbimortalidad. Earlam y Cunha Melo, en 1980, publicaron una mortalidad
operatoria del 29 % luego de analizar la bibliografía disponible hasta esa fecha
en cirugía resectiva del cáncer de esófago. Hoy esa variable es inferior al 7 % en
cualquiera de los centros especializados. El volumen anual de esofagectomías
por cirujano es uno de los factores que más influye en las variaciones de este
índice. El trabajo del anestesiólogo que controla todas las variables
intraoperatorias, el manejo hidroelectrolítico y la analgesia y el de los
intensivistas que asisten permanentemente al paciente en el postoperatorio
inmediato también están relacionados en cuanto a resultados con la frecuencia
de esofagectomías tratadas.
Las causas prevalentes de muerte son las complicaciones respiratorias y la
sepsis provocada por fístula anastomótica. De las complicaciones respiratorias,
la neumonía es la más frecuente y grave, pero también se observa distress
respiratorio del adulto, derrame pleural y quilotórax. La fistula anastomótica se
produce hasta en un 20 % de las anastomosis cervicales, y generalmente se
trata con éxito con apertura de la herida cervical y medidas higiénico-dietéticas
y en un 5 a 10 % de las torácicas, que implican mayor gravedad y obligan a
tratamientos endoscópicos, introducción de endoprótesis o cirugía. Rara vez
ocurre pero es de enorme gravedad la necrosis parcial o total del órgano
reemplazo. La lesión recurrencial provoca disfonía, dificulta el toser y puede
llevar a la insuficiencia respiratoria cuando es bilateral. Excepcional pero
factible, la eventración diafragmática, si se presenta en el postoperatorio
inmediato obliga a reoperación. Las complicaciones alejadas que se observan
en estas intervenciones son la estenosis anastomótica que se trata con
dilataciones y el mal vaciamiento gástrico, que puede tener solución con
tratamiento endoscópico y excepcionalmente necesita cirugía.
1014
Cirugía | Parte VI
Resultados terapéuticos
Los datos que mostraron en el análisis univariable y multivariable diferencias
significativas en la supervivencia, fueron el estadio, la radicalidad de la
resección, la presencia de metástasis linfáticas, los tratamientos oncológicos
neoadyuvantes, perioperatorios y adyuvantes y el desarrollo del tumor en
esófago de Barrett. En el Relato Oficial del Congreso Argentino de Cirugía del
año 2006, “Avances en el tratamiento del cáncer de la unión gastroesofágica”
se analizaron los resultados obtenidos en 153 pacientes portadores de
adenocarcinoma, con cirugías resectivas. Las conclusiones destacadas de esa
presentación fueron:
a) La supervivencia actuarial global a 5 años, 33 % (Figura 1).
Figura 2. Supervivencia Actuarial 5 años. Amplia y significativa diferencia a favor de los pacientes sin
compromiso ganglionar
1015
Cirugía | Parte VI
Figura 3. Ventaja significativa para los pacientes que recibieron adyuvancia con Qt + Rt
Figura 4. Mejor supervivencia para el grupo cuyo adenocarcinoma se había desarrollado en epitelio
de Barrett
1016
Cirugía | Parte VI
1017
Cirugía | Parte VI
1018
Cirugía | Parte VI
Lecturas sugeridas
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1019
Cirugía | Parte VI
CIRUGIA ENDOSCÓPICA
DEL ESÓFAGO
ALEJANDRO NIEPONICE, FABIO NACHMAN, FRANCO
CIOTOLA, JUAN MARTÍN RIGANTI, ADOLFO BADALONI
1020
Cirugía | Parte VI
Técnicas
Resección endoscópica de mucosa (REM)
En pacientes con lesiones nodulares limitadas, que ecoendoscópicamente no
invaden más allá de la submucosa, se puede realizar REM mediante el método
de ligadura multibanda Duette (Cook, Purdue, USA). Brevemente, se delimita el
área a resecar mediante puntos de electrocauterio que deben quedar incluidos
en la resección para asegurar margen de seguridad y orientación de la pieza.
Una vez delimitado, se succiona el área a resecar dentro del capuchón del kit y
se aplica una ligadura por banda que funciona como hemostático. El corte se
realiza con un anza endoscópica por debajo de la ligadura (Figura 1).
1021
Cirugía | Parte VI
Figura 2. Resección endoscópica de submucosa. A: Lesión con infiltración submucosa con solución
salina. B: Lecho de la resección
1022
Cirugía | Parte VI
Nuestra experiencia
Entre octubre de 2010 y diciembre de 2015 se trataron 23 pacientes con
cáncer de esófago temprano. La edad mediana fue 65 años, con un rango entre
19 y 85 años (Tabla 1).
POBLACIÓN DE PACIENTES N
MASCULINO 14
FEMENINO 5
ESTADIO T
T1A 20
T1B 3
HISTOLOGÍA
ADENOCARCINOMA 22
CARCINOMA ESCAMOSO 1
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Cirugía | Parte VI
Resultados
En 22 de los 23 pacientes tratados endoscópicamente se logró preservar el
órgano alcanzando una resección radical R0 en un promedio de 2,5 sesiones de
tratamiento. Un paciente presentaba T1b con factores de riesgo por lo que se
realizó una esofagectomía mini-invasiva.
De los pacientes tratados en forma endoscópica 2 pacientes (10 %) sufrieron
estenosis que fue tratada mediante dilataciones endoscópicas, un paciente
requirió 4 sesiones, el restante 2. De los 2 pacientes que requirieron
dilataciones, a todos (100 %) se les había realizado RES. En uno de los pacientes
que se les realizó sólo REM, específicamente al que se le realizó una resección
extensa, sufrió un sangrado que fue manejado en forma conservadora,
requiriendo transfusión de 2 UGRD. Al momento del seguimiento, un paciente
presento una recurrencia de la enfermedad al ano (carcinoma escamoso) y fue
tratado con esofagectomía mini-invasiva en forma satisfactoria y con control
completo de la enfermedad.
Discusión
El advenimiento de las técnicas endoscópicas intervencionistas para el
tratamiento de las lesiones de esófago ha permitido desafiar el paradigma de la
cirugía y comenzar a pensar en la erradicación de los tumores con preservación
del órgano. Aunque se mantiene como una decisión controvertida, es cada vez
más aceptada y avalada por grupos de experiencia y consensos internacionales.
Las técnicas quirúrgicas minímamente invasivas también han aportado a la
disminución de la morbilidad y a la mejoría en la evolución de aquellos
pacientes cuyos estadios no permiten la preservación del esófago. Para aplicar
estos protocolos se aconseja que los centros cuenten con la aparatología
necesaria y la preparación técnica para realizar endoscopia intervencionista y
1024
Cirugía | Parte VI
1025
Cirugía | Parte VI
Los datos actuales apoyan RE como terapia apropiada con intención curativa
sólo para los tumores limitados a la mucosa.[23] Si el espécimen resecado
demuestra la penetración de la submucosa, la esofagectomía con
linfadenectomía regional está indicada salvo en casos excepcionales que
presenten alto riesgo quirúrgico o una histopatología de muy bajo riesgo.[24] En
el marco de una DAG o un carcinoma intramucoso, que a menudo es
multifocal, la RE se debe utilizar en conjunto con una técnica ablativa
endoscópica con el objetivo de eliminar el epitelio metaplásico.[25]
La mayor experiencia con RE para el adenocarcinoma esofágico inicial fue
reportado en 2007 por Ell et al. desde Wiesbaden, Alemania.[26] Se
seleccionaron 100 pacientes con sospecha de adenocarcinoma inicial, a los
cuales se les realizaron 144 resecciones (1,47 por paciente) sin mayores
complicaciones. La resección endoscópica fue combinada con coagulación con
argón plasma en los pacientes con EB de segmento corto o terapia
fotodinámica para los EB con segmento largo en 49 pacientes. La remisión local
completa se logró en 99 de los 100 pacientes, con un máximo de tres
resecciones a una media de 1,9 meses. Se ha producido enfermedad
metacrónica recurrente en el 11 % de los pacientes durante un seguimiento
medio de 36,7 meses. Las recurrencias fueron re-tratadas con resección
endoscópica, que fue un éxito en todos los casos. El cálculo de la supervivencia
a 5 años fue del 98 % sin muertes relacionadas con cáncer durante el período
de seguimiento.
Un informe de seguimiento a la experiencia de Wiesbaden fue publicado en
2008.[27] La población del estudio aumentó a 349 pacientes con un seguimiento
medio de 63,6 meses. Lesiones metacrónicas se observaron en el 21,5 %, y la
esofagectomía por falla en el control endoscópico de la neoplasia fue necesaria
en el 3,7 %. Los factores de riesgo para la enfermedad recurrente fueron
identificados incluyendo resecciones parciales, EB de segmento largo, la falta
de tratamiento ablativo después de RE, y neoplasia multifocal.
Las limitaciones incluyen la resección fragmentaria que puede entorpecer el
análisis histológico, en particular cuando hay multifocalidad, estenosis después
de resecciones amplias (> 50 % circunferencia) y riesgo de perforación.[28]
La RES es una técnica de resección endoscópica avanzada para la resección
en bloque de lesiones mayores a 2 cm de diámetro, proporcionando una más
exacta valoración de los márgenes laterales y de profundidad. No obstante, es
un procedimiento técnicamente demandante así como también más
prolongado.[25, 29, 30] Comparada con la REM la RES muestra una mejor tasa de
resección curativa, cercana al 100 %, lo cual lleva a una dramática reducción en
la recurrencia local con similar índice de complicaciones.[31, 33] La resección
circunferencial en manga del epitelio del tercio inferior del esófago,
removiendo así todo el epitelio anormal es un procedimiento factible pero está
1026
Cirugía | Parte VI
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Cirugía | Parte VI
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Cirugía | Parte VI
Patologia de
riesgo
Si
Barrett
Multifocalidad No Si
Largo?
No Si
No
Si
Sí No
Lesión
Nodular? REM Experiencia y recursos
disponibles?
No
Si
RFA
Barrett RES Resección quirúrgica
remanente?
1029
Cirugía | Parte VI
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1033
Cirugía | Parte VI
Indicaciones y contraindicaciones
Los informes iniciales de las diferentes series publicadas presentan al POEM
como una alternativa eficaz y de baja morbilidad para el tratamiento de la
acalasia clásica. Sin embargo, su utilización en otros trastornos motores
hipertensivos aún no está del todo clara.[9]
Existen algunos reportes de buenos resultados de la utilización de POEM en
casos de espasmo esofágico difuso, EEI hipertensivo, esófago en cascanueces y
esófago Jackhammer. Se ha sugerido también que el resultado de la miotomía
laparoscópica no es tan efectivo en cuanto al tratamiento del dolor asociado a
estos trastornos motores como lo es con la disfagia. En un estudio
internacional multicéntrico se observó mayor eficacia para el tratamiento de
acalasia clásica, EEI hipertensivo y esófago Jackhammer que en casos de
espasmo esofágico difuso y acalasia Tipo III de Chicago. Probablemente la
disminución de la eficacia en estos casos se debe a que la alteración motora es
más extensa. En base a lo expuesto en este estudio y a la opinión de expertos
en el tema (IPOEM) se recomienda el POEM en estos trastornos motores
difusos y no la miotomía de Heller clásica, ya que ésta se puede realizar en
mayor extensión desde una zona más proximal en el esófago.[12]
1034
Cirugía | Parte VI
El método
Preparación: los pacientes que van a ser sometidos a la intervención deben
realizar una dieta líquida las 36 horas previas al procedimiento y la noche
previa ingerir 2 sobres de sales efervescentes (tipo sal de frutas), con no más
de 50 cc de agua manteniendo cerrada la glotis, a fin de facilitar la limpieza
esofágica previo a la cirugía. Asimismo, se realizará profilaxis antibiótica con
una dosis única de 150 mg de fluconazol vía oral.
Técnica: para poder realizar una miotomía endoscópica se precisa disponer
de modo general un sobretubo de trabajo, ya que el procedimiento puede
demandar la entrada y salida del equipo varias veces; un videoendoscopio de
alta resolución, idealmente terapéutico (se puede utilizar uno con canal simple
de diagnóstico) y un insuflador de CO2. Como materiales de trabajo intra-
luminal: un cap semirrígido, un inyector, una pinza de hemostasia de agarre y
un knife (TT knife) con una fuente de energía monopolar con función Spray.
Para iniciar el procedimiento se realiza una VEDA donde se tomarán las
medidas correspondientes a la UEG, el hiato y el sitio donde se realizará la
mucosotomía. Del mismo modo, esta primera VEDA servirá de parámetro para
evaluar el pasaje y resalto a nivel de la UEG. El sitio de la mucosotomía se ubica
por lo menos 15 cm distante de la UEG e idealmente en hr 2. Se realiza un
habón en el sitio seleccionado inyectando solución fisiológica teñida con índigo
carmín para generar un buen espacio submucoso. Se realiza una mucosotomía
con el knife de aproximadamente 15 mm, lo que permite el ingreso cómodo del
endoscopio. Bajo visión directa, se inicia la confección de un túnel submucoso
hasta pasar la UEG en al menos 3 cm utilizando electrocoagulación en función
Spray. Para facilitar esta maniobra se realizan sucesivas infiltraciones con la
solución antes mencionada, a fin de proteger la mucosa del daño térmico y
ampliar el campo de trabajo. Durante la tunelización pueden aparecer vasos
sanguíneos que deberán ser coagulados utilizando la pinza de hemostasia de
agarre. Completado el túnel submucoso se inicia la miotomía propiamente
dicha en dirección céfalo-caudal, dejando una superposición mucoso-muscular
de al menos 5 cm en la porción proximal. Este flap servirá de válvula de
1035
Cirugía | Parte VI
A B C D E
Figura 1. A: mucosotomía; B: creación del túnel; C y D: miotomía; E: cierre mucoso con endoclips
1036
Cirugía | Parte VI
Nuestra experiencia
El primer caso de POEM en un paciente con acalasia se realizó en el mes de
octubre de 2013, teniendo hasta la fecha un total de 33 casos completados de
35 programados (dos pacientes fueron convertidos a Heller antes de empezar
el túnel porque no se podía despegar la mucosa de la submucosa por la
enfermedad crónica y avanzada). Los primeros dos casos clínicos se realizaron
bajo el tutelaje de expertos, Blair Jobe y Toshitaka Hoppo, del West Penn
Allegheny Health System (Pittsburgh, Estados Unidos). Todos los pacientes
fueron estudiados antes de la cirugía con manometría esofágica de alta
resolución (MARE) y seriada esófago-gastro-duodenal (SEGD) minutada. En este
último caso el estudio se realizó de manera pre y posoperatoria con una
diferencia sustancial en el tiempo de pasaje esofágico antes y después de la
cirugía, sirviendo también para corroborar la indemnidad mucosa y ausencia de
filtración. Se realizó score de Eckardt pre y posoperatorio, con un promedio de
Eckardt pre y posoperatorio de 9 y 1 respectivamente. En el seguimiento a
corto y mediano plazo 2 de los pacientes presentaron reflujo gastroesofágico
manejado satisfactoriamente con IBP y en 4 casos se necesitó realizar una
dilatación con balón en el posoperatorio alejado debido a cicatrización excesiva
en el sitio de la miotomía. Las complicaciones intraoperatorias incluyeron
capnotórax (2 casos), capnoperitoneo (2 casos), sangrado en el túnel
submucoso (2 casos), perforación mucosa a nivel del cardias (1 caso) y fueron
resueltas en el mismo acto sin complicaciones posteriores. En el caso de la
perforación se cerró con un clip endoscópico.
Conclusión
El POEM es un método seguro y eficaz que permite pensar en un cambio de
paradigma respecto a la miotomía laparoscópica. Sus buenos resultados y su
baja morbilidad permiten una recuperación más rápida del paciente que
estimula su adopción. La necesidad de contar con un equipo multidisciplinario
con amplia experiencia en endoscopia terapéutica hace que sea aconsejable
limitar este procedimiento a centros de referencia y con alto volumen en esta
patología.
1037
Cirugía | Parte VI
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1038
Cirugía | Parte VI
ESOFAGECTOMÍA
MINI-INVASIVA
DANIEL PIRCHI
Introducción
La esofagectomía es una operación compleja con altos índices de morbilidad
(40-60 %) y mortalidad (5-20 %). Si bien el tratamiento multimodal ha brindado
una modesta mejoría de los resultados, la esofagectomía continúa siendo la
principal forma de tratar los tumores esofágicos, ofreciendo no sólo posibilidad
de curación, sino también beneficios en calidad de vida. En la última década se
ha desarrollado el abordaje mini-invasivo de la esofagectomía (EMI). Las
ventajas potenciales de la EMI incluyen la reducción de la morbilidad y la
mortalidad perioperatoria con resultados oncológicos equivalentes, incluyendo
la extensión de la linfadenectomía y la sobrevida.
Definición
Dado que existen múltiples formas de aplicar la “técnica mini-invasiva” en
todo o parte de una esofagectomía, se incluyen habitualmente dentro de las
“esofagectomías mini invasivas” una gran variedad de abordajes.
Las EMI se pueden agrupar en:
1- Técnicas “puras”: aquellas que son realizadas en su totalidad mediante
abordaje mini invasivo:
a. Transtorácica: toracoscopia (en decúbito lateral izquierdo o en decúbito
prono) + laparoscopia (con anastomosis cervical o torácica).
b. Transhiatal: laparoscopia + anastomosis cervical.
2- Técnicas “híbridas”: aquellas que combinan el abordaje convencional y el
mini invasivo:
a. Laparoscopia + toracotomía
b. Toracoscopia + laparotomía
c. Cualquiera de las formas “puras” que realicen una conversión
programada a mini-laparotomía para confeccionar el tubo gástrico.
1039
Cirugía | Parte VI
Selección de la técnica
Todas las variantes previamente enumeradas derivan de las dos técnicas
convencionales clásicas, que son la esofagectomía por toracotomía (con
anastomosis en la cúpula torácica tipo Ivor Lewis o cervical, tipo McKeown) y la
transhiatal (Orringer). La transtorácica permite una mejor visualización del
campo quirúrgico, y por tanto una mejor linfadenectomía. La transhiatal, al
evitar la toracotomía, se asocia a menor morbilidad respiratoria. Estas han
planteado grandes controversias, las cuales son transitivamente heredadas en
1040
Cirugía | Parte VI
sus variantes mini-invasivas, cuyo análisis escapa a este capítulo. Sin embargo,
se sugiere que la técnica ideal debería cumplir con:
Linfadenectomía óptima: se requiere una extirpación de más de 15
ganglios para poder lograr una estadificación adecuada. Un estudio reciente ha
sugerido que la mejor sobrevida se logra con resecciones mayores a 10 ganglios
en T1, 20 ganglios en T2 y 30 en T3/4. En líneas generales, se debería realizar
una linfadenectomía extendida que recolecte 20 o más ganglios.
Tiempos operatorios adecuados: la esofagectomía se asocia a tiempos
anestésicos prolongados. La realización por abordaje mini-invasivo no debería
provocar grandes demoras, sobre todo de requerirse un período de ventilación
unipulmonar.
Anastomosis segura: si bien la mayoría de los casos requieren
anastomosis cervicales, en pacientes con tumores distales puede optarse entre
una anastomosis cervical o intratorácica alta. Las intratorácicas se asocian a
mas reflujo pero menos fugas anastomóticas aunque, de ocurrir éstas, tienen
mayores riesgos de mediastinitis. A su vez, las anastomosis cervicales se
asocian a mayor índice de estenosis, trastornos deglutorios y lesiones
recurrenciales.
Evitar la agresión pulmonar en pacientes con enfermedad respiratoria
previa.
Evitar pérdidas de sangre mayores a 300 ml.
1041
Cirugía | Parte VI
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Cirugía | Parte VI
Manejo preoperatorio
La estadificación preoperatoria y los estudios prequirúrgicos son similares a
los de la esofagectomía convencional.
Se requiere una fisioterapia respiratoria intensiva, la supresión preoperatoria
del tabaco y soporte nutricional. En caso de desnutrición y estenosis
importante, debe optarse entre la colocación de una endoprótesis
transtumoral, una gastrostomía percutánea o una yeyunostomía. La
coronariopatía es uno de los factores de riesgo corregibles mediante
angioplastia preoperatoria.
Manejo anestésico
Es preciso disponer de diferentes dispositivos de intubación selectiva y
exclusión pulmonar, recomendándose la utilización del fibrobroncoscopio para
mejorar la calidad de la técnica.
La anestesia epidural torácica alta permite una extubación precoz, reduce la
morbimortalidad así como la estancia en Cuidados Intensivos y hospitalaria en
general.
El monitoreo invasivo de presión arterial y de gases arteriales se logra
mediante un catéter arterial radial. Todos los pacientes requieren además
sonda vesical y medidas antitrombóticas.
Durante la ventilación unipulmonar se requieren estrategias ventilatorias
usando bajo volumen tidal y uso de PEEP (presión positiva de fin de espiración).
La necesidad de diferentes abordajes (abdominal, torácico y/o cervical)
conlleva cambios de posición (incluido el decúbito lateral o prono) que exigen
una atención especial tanto en cuanto a puntos de presión como a la posible
malposición del tubo endotraqueal, vías, sondas o drenajes.
La restricción de fluidos (cristaloides) durante la intervención reduce el
riesgo de edema intersticial, el distrés y otras complicaciones.
El objetivo anestésico es lograr la extubación del paciente en quirófano en
forma segura.
Detalles técnicos
Selección del reemplazo: el órgano ideal para el reemplazo es el
estómago, resecando su porción proximal con fines oncológicos. No se
recomienda el ascenso del estómago íntegro. Se confecciona un tubo gástrico
de 4 a 6 cm de ancho, mediante uso de suturas mecánicas o en forma manual
1043
Cirugía | Parte VI
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Cirugía | Parte VI
Manejo postoperatorio
Los pacientes son extubados en quirófano y enviados a Unidad de Cuidados
Intensivos para el control de las primeras 12 a 24 horas.
El control de analgesia se logra mediante el catéter raquídeo los primeros 3 a
4 días.
Se indica profilaxis antitrombótica subcutánea con heparinas de alto peso
molecular por 1 semana.
Se realiza fisioterapia intensiva y se estimula la deambulación precoz (dentro
de las 48 horas).
La alimentación enteral por yeyunostomía se inicia a las primeras 36 horas
incluso en ausencia de ruidos hidroaéreos y se prosigue de acuerdo a
tolerancia.
Se realiza un control radiológico contrastado al 4º a 6º día postoperatorio.
De no hallarse fugas, se retira el drenaje pleural y se reinicia la alimentación
oral con líquidos, la cual es complementaria a la yeyunostomía. Un exceso de
volumen oral inicial puede producir una dilatación innecesaria del tubo gástrico
y riesgo de aspiración.
1045
Cirugía | Parte VI
1046
Cirugía | Parte VI
Bibliografia sugerida
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1047
VII
MAMA
Cirugía | Parte VII
ÍNDICE
1049
Cirugía | Parte VII
TUMORES BENIGNOS
DE LA MAMA
JUAN L. URIBURU
Clasificaciones
Los tumores benignos pueden clasificarse en epiteliales (fibroadenoma,
phyllodes, tumor papilar, adenoma del pezón) y no epiteliales.
1050
Cirugía | Parte VII
Tienen las características clínicas comunes a todos los tumores benignos, con
algunas peculiaridades a la palpación o a la mamografía.
Todos tienen el mismo tratamiento quirúrgico de los tumores benignos:
resección en cuña, con margen de tejido sano adyacente, con lo que se obtiene
la curación.
Neurofibromatosis
Vasos Angioma
Linfangioma
Nervios Neurinoma
Músculo Leiomioma
Mioblastoma
Esqueleto Condroma
Osteoma
Mixto Mesenquimoma benigno (adiposo-vascular)
Hamartoma (= fibroadenolipoma)
(“mama dentro de la mama”)
b) Provenientes del tejido epitelial Quistes dermoides
Adenomas de glándulas sudoríparas
Quiste sebáceo
1051
Cirugía | Parte VII
Fibroadenoma
El fibroadenoma de mama (FA) es el tumor semiológico más común en las
mujeres jóvenes.
Etiología y patogenia. Constituye —en nuestra serie— el 8,4 % de todas las
mastopatías —benignas y malignas—. Geschickter ya señaló que la
estimulación estrogénica intensa y constante produce la formación de
fibroadenomas en animales de experimentación, y una vez constituidos, la
inyección de fuertes dosis de estrógenos acelera bruscamente su crecimiento.
Desde el punto de vista clínico, confirman la influencia de los estrógenos los
siguientes datos:
el FA aparece en mujeres jóvenes, en un período de gran dependencia
hormonal;
sufre modificaciones de tamaño durante el embarazo (y durante el
ciclo menstrual);
cuando se lo biopsia durante el embarazo se encuentran
modificaciones del componente epitelial propios de una glándula
mamaria gestante;
a veces es múltiple o bilateral;
nunca aparece después de la menopausia;
se demostró la presencia de receptores estrogénicos en
fibroadenomas.
Si bien se lo observa desde la pubertad —cuando comienza el desarrollo
mamario— hasta las últimas décadas de la vida, en este período se trata de
fibroadenomas de larga data que muchas veces están calcificados.
Patología. Macroscópicamente el FA se presenta como un nódulo de forma
esférica u ovoide, a veces multilobulada y bien delimitada. Su tamaño es
variable: por lo general mide entre 1 y 5 cm de diámetro, aunque puede
alcanzar los 6 u 8 cm (con este tamaño es más probable que se trate de un
fibroadenoma gigante o de un tumor phyllodes).
Su consistencia es duro-elástica y a veces dura; menos común es detectarlo
de consistencia blanduja por su estirpe mixomatosa. La superficie es lisa, los
bordes netos y al corte muestra un color blanco grisáceo. La superficie de
corte, convexa como en todos los procesos benignos, presenta hendiduras más
o menos profundas (pero no tan marcadas como en el tumor phyllodes). Sus
límites están definidos por una seudocápsula de parénquima vecino
comprimido.
La microscopia muestra una proliferación de tejido conjuntivo laxo alrededor
de glándulas bien conservadas, típicas y sin actividad mitótica. Este cuadro es
1052
Cirugía | Parte VII
1053
Cirugía | Parte VII
Estudio por imágenes. Dado que este tumor afecta a pacientes jóvenes, en
ocasiones no se manifiesta en el estudio mamográfico pues la densidad propia
de la glándula oculta al fibroadenoma (muchas veces de igual densidad).
Cuando no es así, se lo ve como una opacidad homogénea de bordes netos, a
veces con macrocalcificaciones en su interior. Además, la mamografía puede
aportar un sensible aumento de multiplicidad no sospechada clínicamente.
1054
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Cirugía | Parte VII
GRADO I GRADO IV
Criterios de malignidad
A) Criterio histológico: es infiel. Pietruzca y Barnes dicen que “los intentos de
clasificar estas lesiones se ven frustrados por el hecho que sólo un pequeño
porcentaje de cystosarcomas phyllodes histológicamente malignos, se
1062
Cirugía | Parte VII
comportan clínicamente como tales”. A menudo las áreas malignas son focales
y pueden ser pasadas por alto si no se hacen múltiples cortes.
Hemos observado phyllodes que presentan imágenes histológicas
alarmantes de malignidad, sin que evolutivamente lo sean, como lo demuestra
su curación luego de la resección; y otros, de grado 1 de Norris y Taylor que
más adelante evolucionaron a sarcoma.
Rosen los clasifica en cistosarcoma benigno; cistosarcoma de bajo grado de
malignidad (“borderline”) y de alto grado de malignidad.
Para Lester y Stout el 23 % de los tumores phyllodes presentaba
características de malignidad, 23 % limítrofe entre lo benigno y maligno, y 54 %
decididamente benignos.
B) Criterio evolutivo: la simple recidiva, aunque sea iterativa, mientras no
demuestre en el último examen histológico transformación maligna en
sarcoma, no es válido para calificar al phyllodes como “maligno”, pero sí como
“agresivo”. La variedad de sarcoma es, en este orden: mixosarcoma,
fibrosarcoma, liposarcoma u otra (Azzopardi). Para Mosto, cuando el phyllodes
se transforma en sarcoma, lo hace como “lipomixosarcoma”, que raramente da
metástasis, estableciendo así una diferencia entre el sarcoma originado en un
tumor phyllodes y el resto de los sarcomas.
C) Criterio de la metástasis: para Haagensen es el más seguro. Phyllodes que
da metástasis es categóricamente maligno. La metástasis más frecuente es la
pulmonar, luego la ósea (y luego corazón). El patrón metastásico más frecuente
es el fibrosarcomatoso. Con este criterio se tiene aproximadamente 2 a 6 % de
malignidad.
Nosotros seguimos los dos últimos criterios: la transformación en sarcoma y
la producción de metástasis, y tenemos 10,25 % de “malignos”.
Tratamiento y evolución. Hasta hace unos años no había uniformidad de
criterio en cuanto a la magnitud de la extirpación. Los había excesivamente
conservadores y otros excesivamente radicales. Actualmente, dentro de lo
posible se tiende a ser conservador (salvo que sea maligno).
El objetivo fundamental del tratamiento es la exéresis completa para
prevenir la recidiva local. Los factores que predisponen la recidiva local son:
resección incompleta, bordes de crecimiento invasivo y nódulos tumorales
secundarios periféricos al tumor principal. El tamaño del tumor primario es un
factor de importancia en el éxito de la resección local, dado que cuando el
tumor es pequeño, es más factible obtener un margen de seguridad más
generoso.
La recidiva local es peligrosa, dado la tendencia de muchos T Ph de
desarrollar un mayor grado nuclear en las lesiones recurrentes, con respecto a
1063
Cirugía | Parte VII
1064
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PROBABILIDAD DE PROBABILIDAD DE
MTS (%) RECIDIVA LOCAL (%)
Benigno 0% Baja
Maligno 25 % Alta
Tumores papilares
En 1969 Mosto y Bernardello describieron los tumores papilares con un
criterio unicista, englobando en esa clasificación al conocido papiloma
intracanalicular junto a las lesiones papilares neoplásicas no invasoras e
invasoras. Nos ocuparemos aquí sólo de los tumores papilares tipo I y II
(papiloma solitario y papilomas multicéntricos) por corresponder a los
benignos, aunque en el 7 % para los primeros y en más del 30 % para los
segundos, aparece un carcinoma de mama en la evolución de estas pacientes.
Frecuencia. Es un tumor relativamente frecuente que aparece en la quinta
década de la vida. La edad promedio en nuestras enfermas ha sido de 49 años,
con un rango entre 21 y 77 años.
Clínica. El signo clínico más frecuente es el derrame por el pezón, en
ocasiones, el único signo que permite sospecharlos. El derrame es
sanguinolento o serosanguinolento (pocas veces seroso), y sale por un poro a la
presión de determinado sector areolar o paraareolar. Es de tipo C1 (glóbulos
rojos y colgajos papilares típicos).
En ocasiones puede palparse un tumor oblongo retroareolar que no es otra
cosa que el conducto dilatado, ocupado por contenido hemorrágico. Cuando se
presenta como tumor, está ubicado en las cercanías de la aréola, es duro, de
superficie lisa, bordes netos y relativa movilidad. La presión del tumor puede
dar salida al derrame.
Estudio por imágenes. Cuando el tumor adquiere cierto tamaño, la
mamografía lo muestra como una opacidad de bordes netos y densidad
homogénea.
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Cirugía | Parte VII
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1070
Cirugía | Parte VII
TUMORES
MALIGNOS DE LA MAMA
LUIS A. BARBERA
COLABORADORES: N. A. BOVA, F. J. TERRIER, M. R. IRIGO Y S. M. DANIELE
Introducción
El cáncer de mama es una enfermedad genética que se expresa en una
variedad de tumores invasores. La clasificación actual revela 18 variantes
histológicas,[24, 30] de las cuales una sola de ellas, denominada carcinoma ductal
invasor no específico (NOS o NST) representa el 75 % de los casos. De las 17
variantes restantes denominadas “específico” el carcinoma lobulillar invasor
ocupa el 10 %.
Tabla 1
1071
Cirugía | Parte VII
1072
Cirugía | Parte VII
Figura 1
1073
Cirugía | Parte VII
La mama presenta una importante red vascular linfática. Sus capilares más
primitivos están constituidos por una sola capa de células endoteliales que se
fijan al intersticio por filamentos. Cuando la presión intersticial aumenta los
filamentos se tensan y se producen pequeñas fenestraciones en los capilares
linfáticos. Así ingresan en los mismos partículas que no superen la amplitud de
la fenestración: virus, bacterias, antígenos, etc.
El sentido es unidireccional, los capilares van presentando más capas
celulares y válvulas en su interior que no permiten la circulación retrograda.
En este intercambio también pueden ingresar células tumorales uniéndose a
otras moléculas, desprendiéndose del tumor por quimiotaxis o cuando el
tumor invade la pared linfática.[5]
La próxima estación en esta circulación son los ganglios regionales.
Con las células tumorales presentes en el ganglio puede ocurrir que sean
destruidas o que pasen a la circulación sanguínea donde los linfocitos activados
intentarán destruirla. Por lo tanto encontrar células aisladas no es indicador de
metástasis. Si las características de uno de los clones encuentran en el ganglio
un ambiente favorable comienza a adherirse a las estructuras, estimulan
moléculas antiapoptóticas y crean una intricada relación entre ellas; comienzan
a proliferar y son capaces de suprimir la respuesta inmune. Cuando la
metástasis ganglionar no supera los 2 mm, se denomina micrometástasis.
Luego pueden seguir desarrollándose e invadir todo el ganglio hasta hacerse
extracapsulares y extenderse a ganglios vecinos.
Las células tumorales aisladas, las micrometástasis y las metástasis tienen
implicancia pronostica y por tal motivo ahora ingresan al TNM (ver
estadificación).
Hay una relación directa entre el tamaño del tumor primario y la
enfermedad ganglionar. Existen dos teorías sobre la evolución de las
metástasis. Varios investigadores sostienen que las células metastásicas del
ganglio pueden luego desarrollarse en cualquier otro órgano. Si esta teoría es
válida, la erradicación de los ganglios enfermos con el vaciamiento axilar y la
radioterapia permiten establecer un pronóstico, pero además tienen valor
terapéutico ya que elimina la posibilidad de que las células que metastizaron
los ganglios puedan ir a otros órganos.[17]
Hay otras investigaciones que demuestran que el tumor posee diferentes
clones con selectividad específica para un órgano determinado y así pueden
pasar por el ganglio y anidar en otro órgano. Esta identidad fenotípica
explicaría por qué hay pacientes con enfermedad metastásica a distancia y
ganglios negativos o a la inversa, pacientes que tuvieron ganglios positivos en
los que se esperaba un mal pronóstico y no presentaron metástasis a distancia.
Si el modelo de células con características de selectividad para órganos es real,
1074
Cirugía | Parte VII
Epidemiología
Como en casi todos los países desarrollados, el cáncer de mama es la
neoplasia más frecuente en la mujer y la primera causa de muerte por cáncer
en la población femenina. En los últimos años se ha observado un incremento
de la incidencia, que se ha acompañado, al contrario de lo que se esperaría, de
una disminución de la mortalidad, debido a los notables progresos en la calidad
diagnóstica y terapéutica. La probabilidad de que una mujer adquiera un
cáncer de mama al cumplir los 85 años de edad se aproxima a un 13 %, esto es,
una de cada 8 mujeres desarrollará un cáncer de mama al llegar a esa edad.
Esto supone una importante pérdida de vidas, muchas de ellas en edades
relativamente jóvenes, con un considerable costo sanitario, económico y
social.[3]
En la Argentina se estima que se detectan más de 18.000 casos nuevos de
cáncer de mama por año; sin embargo, no contábamos con registros de dicha
patología que posean poder estadístico adecuado. Desde el 2010 la Sociedad
Argentina de Mastología creó una base de datos web, el Registro de Cáncer de
Mama (SAM/RCM). Actualmente hay más de 10.000 pacientes ingresados,
siendo el mayor repositorio de casos clínicos, preservando rigurosamente la
confidencialidad gracias a lo cual se pueden obtener datos que reflejan las
características de la enfermedad en nuestro país.
Factores de riesgo
Llamamos factor de riesgo a una característica o circunstancia detectable en
un individuo o en un grupo, asociada con una probabilidad incrementada de
experimentar un daño a la salud.
Los principales factores de riesgo para cáncer de mama son los siguientes:
Edad y sexo: el 77 % de todos los casos ocurren en mujeres mayores de 50
años. En el hombre, representa menos del 1 % de los casos. El 10 % de las
mujeres con antecedente de cáncer de mama presentarán un segundo tumor.
1075
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1076
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1077
Cirugía | Parte VII
Estadificación
Basándonos en los conceptos anteriores, podemos sintetizar la
estatificación. Es decir, agrupar a las pacientes de acuerdo a la extensión de la
enfermedad, intentando establecer un pronóstico y ayudar a decidir el
tratamiento.
El sistema utilizado debe ser reproducible para que permita comparar los
resultados entre las instituciones y flexible para permitir incorporar nuevos
datos.
Estas características las presenta la clasificación de la Unión Internacional
contra el Cáncer a través de su TNM:
1078
Cirugía | Parte VII
TIPO DESCRIPCIÓN
T1 1 a 20 mm
T2 21 a 50 mm
T3 > 50 mm
1079
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TIPO DESCRIPCIÓN
TIPO DESCRIPCIÓN
1080
Cirugía | Parte VII
Tabla 5
1081
Cirugía | Parte VII
Clasificación biológica
Si bien la clasificación TNM es primordial, cada vez tiene menor relevancia,
dado que sus datos no se relacionan con el comportamiento biológico que
muchas veces presenta la enfermedad, haciendo que su valor predictivo sea
bajo ya que no define posibilidades terapéuticas.
Cuando a estos datos morfológicos se suman examenes histoquimicos se
mejora el valor pronóstico y se logra definir una posibilidad terapéutica (valor
predictivo). Los estudios considerados estándar son la expresión de:
Receptores hormonales para Estrógeno y Progesterona: predicen
tratamiento hormonal.
Her 2 neu: su sobreexpresión predice tratamiento con anticuerpos
monoclonales específicos.
Ki 67: se relaciona con la proliferación celular.
Clasificación genética
En la actualidad se intenta clasificar los tumores a través de su perfil genético
permitiendo individualizar la agresividad de cada tumor, buscando terapias
más selectivas de acuerdo a las alteraciones identificadas y con menor
toxicidad.[9]
Existe una clasificación ya aprobada, que mediante una técnica denominada
Microarray puede reconocer y comparar con modelos establecidos la expresión
de muchos genes y categorizarlos en subtipos de cáncer.[29] En orden creciente
de agresividad se presentan en la Tabla 6. Sigue habiendo muchas dificultades
para su realización, la muestra en parafina debe ser enviada a otros países
(Estados Unidos u Holanda) de acuerdo a las firmas que operan en Argentina y
su costo es alto.
Las alteraciones del ADN en el núcleo reconocidas mediante el Microarray
expresan también sus productos en el citoplasma. Éstos pueden leerse, como
antes mencionamos, mediante técnicas de hematoxilina y eosina e
inmunohistoquímicas, existiendo una relación entre ambas que pueden hacer
comparables los resultados obtenidos y permitiendo en nuestro medio
reemplazar los perfiles genéticos.
Sólo señalamos los que tienen importancia para la práctica por su vínculo
entre las clasificaciones.
1082
Cirugía | Parte VII
Tabla 6
*La expresión génica del Her 2 puede estar presente con RH positivos (luminales) o negativos (Her2)
** Her 2 + cuando los RH son negativos
Tabla 7
1083
Cirugía | Parte VII
Diagnóstico
Las imágenes mamarias se integran al estudio de la patología mamaria ya
sea en pacientes sintomáticas para caracterizar la lesión o en pacientes
asintomáticas como método de detección.
Los métodos de imágenes que más se utilizan son: la mamografía con sus
variantes como son la magnificación, la compresión y la incorporación reciente
de la tomosíntesis, la ecografía y el Doppler y la resonancia magnética.
Mamografía
Es un método que permite detectar el cáncer de mama en pacientes
asintomáticas, este ha disminuido la mortalidad por cáncer de mama porque
puede detectar el Carcinoma In Situ y los Carcinomas Infiltrantes cuando tienen
pequeño tamaño y hacer que los tratamientos sean más eficaces.
Hay tumores que aún siendo palpables no son diagnosticados por
mamografía por eso la inspección y la palpación siguen teniendo vigencia y
deben ser realizados también por el especialista en imágenes.
Con una clínica de lesión mamaria y una mamografía negativa, se debe
incorporar la ecografía; y si la mamografía y la ecografía son normales, la
existencia de un carcinoma de mama es muy poco probable.
Antes de realizar el informe es importante comparar con estudios anteriores.
Hoy los servicios de imágenes cuentan con archivos de imágenes previas
(sistemas de almacenaje digital) y fundamentalmente con la Historia Clínica
Única donde figuran todos los informes previos como asimismo las opiniones
de los diversos especialistas del Área de Mastología. Se cuenta con
antecedentes familiares y propios, factores de riesgo y tratamientos
efectuados. Figuran las intervenciones quirúrgicas, los diagnósticos
anatomopatológicos, los tratamientos radiantes y oncológicos y el
asesoramiento genético si lo hubo.
1084
Cirugía | Parte VII
a. Nódulo espiculado
1085
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Figura 2
a. Calcificaciones
b. Calcificaciones vasculares c. Microcalcificaciones
cutáneas
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Figura 3
f. Calcificaciones sospechosas
Figura 3
1087
Cirugía | Parte VII
1088
Cirugía | Parte VII
Ecografía
La ecografía mamaria es un método de imágenes que se utiliza para
diagnosticar lesiones palpables, para detectar lesiones infraclínicas visibles o no
en mamografía y para guiar el intervencionismo.
Los términos utilizados surgen de comparar la ecogenicidad de una lesión
con el aspecto de la grasa subcutánea.
Si tiene menos ecos que la grasa es “hipoecoica” (más oscura), si tiene más
ecos es “hiperecoica” (más blanca), si no tiene ecos es “anecoica” (es decir
negra) y si tiene la misma ecogenicidad es “isoecoica”.
1089
Cirugía | Parte VII
Las imágenes por otra parte generan: 1º o una sombra posterior asociada
casi siempre a lesiones malignas (Figura 7e), pero algunas lesiones benignas y
las calcificaciones pueden dar sombra o 2º pueden dar una mayor ecogenicidad
que se llama “refuerzo acústico” que se da en las lesiones líquidas, si bien está
asociado a estructuras líquidas puede estar en lesiones sólidas malignas.
Con la ecografía se detectan nódulos, calcificaciones y otros hallazgos:
Nódulos: se verá la forma (redonda, oval o irregular). Las primeras se ven en
casos de benignidad, pueden presentar algunas lobulaciones, las irregulares
inclinarán hacia malignidad.
Se determinará la orientación si es paralela a los planos cutáneos es
propiedad de lesiones benignas, si es perpendicular es decir el diámetro
anteroposterior es mayor que el transversal se deberá pensar en malignidad.
En cuanto al margen será circunscripto cuando es abrupta la transición entre
la lesión y el tejido que la rodea. O será no circunscripto es decir indefinido,
microlobulado o espiculado estos últimos inclinan hacia malignidad.
Se suma a estos conceptos la ecogenicidad ya comentada anecoica,
hipoecoica, hiperecoica o isoecoica, y los hallazgos acústicos posteriores como
ser el refuerzo en los quistes o sombra acústica en los cánceres siempre que
cumplan otros requisitos de su margen o de su orientación. Se ven sombras
acústicas benignas en las cicatrices, en las mastopatías fibrosas y en las
macrocalcificaciones.
En cuanto a las calcificaciones se ven mucho mejor en una mamografía son
focos ecogénicos dentro de un nódulo o fuera de un nódulo como las
distróficas en cirugías previas.
Existen otros hallazgos como el edema (aumento de la ecogenicidad), el
engrosamiento cutáneo que es secundario al carcinoma inflamatorio, a la
radioterapia, o a una mastitis.
En cuanto a la vascularización un nódulo es hipovascular o hipervascular
para lo cual es preciso comparar con un sector sano de la mama. No hay ningún
patrón vascular que sea específico de un diagnostico.
Tanto la ecografía Doppler y Doppler Color dependen de factores técnicos
por lo tanto es importante no tomar la vascularización como la única
característica diagnóstica al interpretar una imagen.
La vascularización puede estar ausente (los quistes son las lesiones
avasculares más frecuentes aunque se ve en algunos nódulos sólidos), o la
vascularización puede ser intranodular con vasos desorganizados y se ve en
lesiones malignas.
1090
Cirugía | Parte VII
Resonancia magnética
Otro método de diagnóstico mamario es la resonancia magnética, se
describen en la misma las características morfológicas de los hallazgos y los
datos cinéticos.
Al igual que en mamografía y en ecografía hay que comparar con estudios
anteriores y establecer si las lesiones son estables, nuevas o se han modificado.
La resonancia magnética se realiza con contraste intravenoso y el tejido
fibroglandular puede presentar:
1- Realce parenquimatoso de fondo que puede ser mínimo, moderado o
marcado y comparando las mamas será simétrico o asimétrico.
1091
Cirugía | Parte VII
1092
Cirugía | Parte VII
CATEGORÍA 3 Seguimiento a
Hallazgo probablemente corto plazo 0%a2%
benigno (6 meses)
CATEGORÍA 4 Biopsia 2 % a 95 %
(Diagnóstico
Hallazgo sospechoso
histológico)
Categoría 4a 2 % a 10 %
Categoría 4b 10 % a 50 %
Categoría 4c 50 % a 95 %
Algunas observaciones
Categoría 0: Se utiliza principalmente en los estudios de screening porque requieren un
estudio mamográfico completo y/o ecografía. No se utiliza para solicitar RM es
1093
Cirugía | Parte VII
responsabilidad del especialista de imágenes consignar una categoría antes que se realice la
RM.
Categoría 1: No hay ningún hallazgo. (Normal)
Categoría 2: Hallazgo benigno, incluye los fibroadenomas calcificados, las diversas
calcificaciones benignas, las lesiones adiposas (quistes oleosos, lipomas, hamartomas de
densidad mixta), ganglios intramamarios, implantes, distorsiones dadas por cirugías previas,
cuerpos extraños metálicos (Figura 7a, b y c).
Categoría 3: Se la utiliza para determinar la estabilidad del hallazgo. Serían nódulos
circunscriptos no calcificados y sólidos en ecografía, la asimetría focal y el grupo de
calcificaciones puntiformes. Si en el control en corto plazo aumenta de tamaño o extensión,
lo mismo que las asimetrías nuevas (salvo que la ecografía demuestre que es un quiste)
podría ir a una biopsia (Figura 7d). Si se demuestra estabilidad a largo plazo (2 a 3 años), se
recategoriza como hallazgo benigno: Categoría 2.
Categoría 4: El hallazgo tiene características suficientes de sospecha y como es muy
amplio el margen de malignidad del 2 al 95 % la recomendación es efectuar procedimientos
intervencionistas.
En la categoría 4a entrarían los nódulos parcialmente circunscriptos y sólidos, los quistes
complicados y palpables, y los abscesos.
En la categoría 4b encontramos los grupos de calcificaciones amorfas o finas pleomorfas y
los nódulos sólidos de margen indefinido.
En la categoría 4c están los nódulos irregulares sólidos, indefinidos y los grupos de
calcificaciones lineales finas (Figura 7e).
Categoría 5: es muy alta la probabilidad de carcinoma más del 95 %, la indicación es la
biopsia percutánea guiada con imágenes para facilitar la toma de decisiones terapéuticas,
quirúrgica o administración de quimioterapia neoadyuvante antes de la resección quirúrgica.
Si son nódulos espiculados o calcificaciones lineales finas y ramificadas ante un diagnóstico
histológico no maligno se considera “discordante” y se repite la biopsia por lo general
quirúrgica.
Categoría 6: es para los estudios que se realizan luego de obtener un diagnóstico de
carcinoma y antes de la resección quirúrgica.
1094
Cirugía | Parte VII
Figura 7
1095
Cirugía | Parte VII
Intervencionismo mamario
El uso de la mamografía, ecografía y resonancia magnética es muy eficaz en
la detección de pequeñas lesiones, a las que se puede llegar a través de
punciones guiadas, al diagnóstico de certeza aportado por el estudio
histológico.[4]
Se utilizan agujas finas y gruesas.
Las agujas finas para aspirar el contenido de los quistes y sólo en los casos
que estos tengan síntomas significativos. Se prefiere guiar la punción con
ecografía aún en quistes palpables. El líquido aspirado no se somete a estudio
citológico por ser una enfermedad benigna.
La punción aspiración con aguja fina (PAAF) de nódulos sólidos con fines de
diagnóstico citológico está siendo reemplazada por la utilización de agujas
gruesas que permiten obtener material para estudio histológico. Pueden ser
Core Biopsia usando un mecanismo de resorte pistola con una aguja de 14G, o
podrá ser una Mamotomía con un dispositivo de vacío y uso de agujas entre 8G
y 11G. La mayoría de las indicaciones son imágenes clasificadas como Birads 4
y 5. Si la lesión es visible en ecografía se utilizara ésta guía, si no tiene
traducción ultrasónica como algunas asimetrías o grupos de calcificaciones la
guía será una mamografía utilizando tomosíntesis o stereotaxia digital.
Al finalizar la extracción del tejido se dejará en el sitio de la biopsia un
marcador de tejido (clip metálico).
Ante una lesión no palpable con indicación quirúrgica y diagnóstico previo
por punción (procedimiento aconsejado en casi todos los casos) siempre debe
realizarse la marcación de la lesión con Tc (tecnecio), carbón o arpón guiada
con ecografía o mamografía para que el cirujano pueda reconocer el sitio
exacto de la lesión. La misma debe ser corroborada al momento de la
extirpación por el propio cirujano si es un nódulo o mediante mamografía de la
pieza operatoria si son microcalcificaciones o un marcador de tejido que se
dejó post mamotomía (ver Figura 9).
Tratamiento
La cirugía es un medio esencial y eficaz para controlar el tumor mamario y
los ganglios axilares cuando están afectados. Estos últimos a principio del siglo
pasado se extirpaban mediante la mastectomía radical independientemente si
contenían o no metástasis y se pensaba que su negatividad era indicador de
que la cirugía había llegado antes de que las células tumorales metastizarán a
los mismos.
El concepto actual es que el estado de los ganglios es un indicador
pronóstico y que sólo tiene valor su extirpación si se encuentran afectados. Es
1096
Cirugía | Parte VII
por esto que el manejo quirúrgico de la axila se tratará aparte y el enfoque del
tumor primario lo basaremos de acuerdo a las posibilidades de conservar o no
la mama.[10] Básicamente estas conductas se llevan a cabo mediante la
mastectomía que consiste en la extirpación completa de la glándula con parte
de la piel que incluye el complejo aréola-pezón y la cirugía conservadora que
consiste en la extirpación del tumor manteniendo el tejido mamario residual al
que posteriormente se somete a un tratamiento radiante con el objetivo de
disminuir las posibilidades de recidiva en la propia mama (Figura 8).
Figura 8
Radioterapia
Todas las pacientes con cáncer de mama que fueron sometidas
posteriormente a tratamiento radiante experimentaron una tasa más baja de
recidiva local que aquellas que no la recibieron. Por tal motivo la imposibilidad
de realizarla descarta el tratamiento conservador. Podemos resumirlos en:
Falta de centros especializados
Radioterapia previa en campos que hayan involucrado las mamas (ej.:
enfermedad de Hodgkin)
Embarazo
Enfermedades del colágeno (lupus y esclerodermia)
1097
Cirugía | Parte VII
Figura 9
1098
Cirugía | Parte VII
La otra condición que está muy ligada a las características del tumor es
poder valorar sus márgenes: distancia microscópica más cercana entre el tejido
resecado que lo rodea y el mismo tumor ya que es un requisito básico que los
márgenes sean negativos. En la práctica un criterio quirúrgico aceptado es
resecar 1 cm de margen macroscópicamente sano y en la revisión histológica
no debe existir lesión en estos bordes. Para determinar esta condición el
patólogo debe entintar la pieza resecada (con tinta china) antes de cortarla
(Figura 12).
Figura 12
1099
Cirugía | Parte VII
Figura 13. Carcinoma lobulillar invasor: Figura 14. Componente intraductal extensivo
Dificultad para determinar sus márgenes presente en tumores invasores expresado por
(mama izq.) microcalcificaciones (CIE), dentro y fuera del tumor
1100
Cirugía | Parte VII
Figura 15
A. Orientación de pieza operatoria
para no perder sus márgenes
B. Rx de la pieza para confirmar la
extirpación de todas las
microcalcificaciones (comparación
con Mx previa)
C. Entintar la pieza si se cumplió con
los requisitos A y B
D. Corte seriado de la pieza y
posterior Rx numerando los cortes y
señalando cuales tienen
microcalcificaciones para su correcto
estudio histopatológico
Figura 16
1101
Cirugía | Parte VII
1102
Cirugía | Parte VII
Figura 18
Figura 19
1103
Cirugía | Parte VII
Figura 20
Mastectomías
Fue históricamente la principal modalidad de tratamiento y como dijimos,
sigue siendo una opción. El camino iniciado por Halsted (1894) con la mutilante
mastectomía radical que consistía en la extirpación de gran parte de la piel,
toda la glándula con el tejido celular subcutáneo, ambos pectorales y el
vaciamiento axilar completo, fue modificándose sin alterar los resultados
oncológicos pero con evidente mejoramiento de los resultados cosméticos y
funcionales.
Los pasos trascendentes en este recorrido fueron la posibilidad de conservar
ambos pectorales con su irrigación e inervación.
1104
Cirugía | Parte VII
Figura 21
a. Ahorro de piel
1105
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b. Disección de colgajos
Figura 22
Cuando los tumores son pequeños (< 3 cm) y están alejados como mínimo
1cm del complejo areola pezón, también podría preservarse dado que los
porcentajes de recidivas están por debajo del 3 %, el problema sigue siendo
que al respetar los criterios de radicalidad oncológica los colgajos deben ser
finos y la temida necrosis del complejo por falta de irrigación es una
complicación frecuente.
Hasta aquí se cumple con el primer objetivo que es la radicalidad oncológica,
en estos días es muy importante contar con un segundo objetivo, el cosmético,
que en el caso de las mastectomías está dirigido a que la paciente sienta el
menor “cambio” posible, esto se logra a través de la reconstrucción mamaria,
que puede iniciarse en el mismo momento de la mastectomía (inmediata) o
tiempo después de la misma (diferida). (Ver siguiente tema)
1106
Cirugía | Parte VII
Reconstrucción mamaria
Introducción
El objetivo de la reconstrucción mamaria es permitir a la mujer recuperar su
contorno corporal primitivo previo a la mastectomía, ayudando a superar el
trance psicológico que implica la pérdida de un órgano tan íntimo como es la
mama, para la vida personal y social.
La reconstrucción, tanto inmediata como diferida, puede realizarse mediante
prótesis mamarias de silicona o con tejidos autólogos, pudiendo en algunas
técnicas combinar ambos métodos.
La selección del procedimiento reconstructivo dependerá de factores
diversos, tales como el tipo de mastectomía, calidad y cantidad de los tejidos
preservados, estado general, tratamiento oncológico, preferencias de la
paciente y experiencia del cirujano.
1107
Cirugía | Parte VII
En dos tiempos
La mayoría de las veces, la magnitud de la resección de piel no permite la
cobertura suficiente para la colocación de un implante de silicona y es
necesario, en un primer tiempo, la colocación transitoria de un expansor que se
puede implantar estando vacío, permitiendo fácilmente el cierre de los colgajos
de la piel. Posteriormente a través de la piel se inyecta suero fisiológico en
forma periódica hasta conseguir el volumen necesario para que la piel se
expanda (Figura 25).
En una segunda intervención, se reemplaza por un implante de silicona
definitivo. Tanto los expansores como los implantes definitivos se ubican entre
ambos músculos pectorales (Figura 24), esta cobertura muscular proporciona
una mayor protección si hay dudas en la viabilidad de la piel o si de acuerdo a
los resultados se necesitaría administrar radioterapia postoperatoria.[13]
Esta técnica en dos tiempos, también es la utilizada cuando la paciente fue
mastectomizada previamente dejando para un segundo tiempo la
reconstrucción diferida (Figura 26).[25]
1108
Cirugía | Parte VII
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d. Reconstrucción inmediata, primer tiempo con expansor hasta conseguir el volumen deseado.
Figura 25
1110
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a. TRAM
b c
d e
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Figura 29
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Figura 32
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Si bien como desventaja podríamos decir que son necesarios más pasos
quirúrgicos, que otras indicaciones, a la hora de plasmar las distintas
alternativas goza de una gran aceptación ya que todos sus pasos son con
cirugía ambulatoria, sin alterar ninguna otra parte de la economía.
En todas las reconstrucciones es necesario tener en cuenta la simetrización
de la mama contralateral.[20]
1116
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Figura 34
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1122
Cirugía | Parte VII
Introducción
La metástasis ganglionar constituye el factor pronóstico independiente más
importante en las pacientes con estadios clínicos iniciales (I y II) de cáncer de
mama.
Durante muchos años, el procedimiento necesario para conocer el
compromiso ganglionar ha sido el vaciamiento axilar. Esto implicaba la
extirpación de la totalidad de los ganglios de la axila.
Si bien en algunos centros señalan como suficiente la resección de los niveles
I y II (ganglios ubicados por fuera y por detrás del pectoral menor,
respectivamente), la extirpación del nivel III (ganglios ubicados por dentro del
pectoral menor o del vértice de la axila) no implica mayor demora de tiempo
operatorio ni morbilidad y asegura una estadificación más completa.
Además de su utilidad en la estadificación, el vaciamiento axilar permite
mejorar el control regional de la enfermedad cuando se extirpan ganglios con
metástasis.
Adicionalmente, se ha considerado que podría mejorar la supervivencia
alejada, ya sea por la disminución de la masa de tejido tumoral como por la
influencia en la indicación de tratamiento adyuvante sistémico (quimioterapia)
cuando se diagnostica metástasis ganglionar. Sin embargo, en los últimos años
el empleo rutinario del vaciamiento axilar ha recibido algunos
cuestionamientos.
Los programas de screening o detección precoz de cáncer de mama con
mamografía, también llamados de prevención secundaria, han permitido el
diagnosticar carcinomas de mama de tamaño progresivamente menor.
1123
Cirugía | Parte VII
1124
Cirugía | Parte VII
Valores estadísticos
Como cualquier otro procedimiento diagnóstico, la aplicación de la biopsia
del ganglio centinela puede ser estimada usando diferentes indicadores:
sensibilidad, especificidad, valor predictivo negativo y valor predictivo positivo,
a los que se deben agregar otros como la tasa de identificación, la tasa de
falsos negativos y la exactitud.
Especificidad: es la proporción de todos los casos con ganglios negativos en
los que el ganglio centinela es también negativo. Mide la posibilidad de que en
una axila negativa, el ganglio centinela sea informado correctamente como
negativo. Debido a que son extremadamente raros los falsos positivos del
ganglio centinela, casi todos los autores tienen un 100 % de especificidad.
Sensibilidad: es la proporción de todos los casos con ganglios positivos en los
que el ganglio centinela es también positivo. Mide la posibilidad de que en una
axila positiva, el ganglio centinela sea informado correctamente como positivo.
En revisiones de series alcanza un 93 a 95 %.
Valor predictivo negativo: es la proporción de los casos con ganglio centinela
negativo en los que la axila es también negativa. Mide la posibilidad de que un
ganglio centinela negativo realmente corresponda a una axila negativa. Está
influido por la incidencia de ganglios positivos, y casi siempre se encuentra por
encima del 90 %.
Valor predictivo positivo: es la proporción de casos con ganglio centinela
positivo en los que la axila es también positiva. Mide la posibilidad de que un
ganglio centinela positivo realmente corresponda a una axila positiva. Debido a
la rareza de falsos positivos, y al hecho de que un ganglio centinela positivo es
considerado como una axila positiva, este índice no resulta de utilidad.
Tasa de identificación: es el porcentaje de todos los casos de biopsia de
ganglio centinela en los que pudo identificarse al menos un ganglio centinela.
1125
Cirugía | Parte VII
INDICADOR FÓRMULA
Especificidad VN / VN + FP
Sensibilidad VP / VP + FN
Notas: VN = verdadero negativo; VP = verdadero positivo; FN = falso negativo; FP = falso positivo; GC = ganglio
centinela
Los indicadores de mayor valor para el análisis de las series son la tasa de
identificación y la tasa de falsos negativos, ya que representan el riesgo de
error que tiene el método.
La falla en la identificación del ganglio centinela, la inversa de la tasa de
identificación, conduce a la realización de un vaciamiento axilar probablemente
innecesario, ya que la mayoría de las pacientes con ganglios clínicamente
negativos también tienen ganglios patológicamente negativos. Si bien se ha
enfatizado en las secuelas del vaciamiento axilar, algunos estudios indican que
1126
Cirugía | Parte VII
éstas son razonables y bien toleradas. Por otra parte, si bien la biopsia del
ganglio centinela es un procedimiento menos extenso, también está expuesto a
complicaciones locales y secuelas alejadas.
La tasa de falsos negativos indica el riesgo de no identificar una axila positiva,
cuyas consecuencias, en caso de no proceder con el vaciamiento
contemporáneo, son exponer a la paciente a una recidiva ganglionar alejada, y
a una incorrecta estadificación, lo que puede llevar a no indicar un tratamiento
adyuvante sistémico útil. Deben ser cuidadosamente buscados en las
publicaciones, ya que algunas incorrectamente estiman la tasa de falsos
negativos empleando como denominador el total de los casos.
La tasa de falsos negativos exige conocer el estado de los ganglios no-
centinela, por lo que solo puede obtenerse de series que hagan rutinariamente
vaciamiento axilar.
El estado de los ganglios no-centinela depende, entre otras cosas, de la
extensión del vaciamiento, de la pericia con que el patólogo diseque la pieza
buscando la mayor cantidad posible de ganglios, el número de cortes que le
realicen, las técnicas de inmunohistoquímica que les apliquen, etc. De esto
puede surgir que aquellos cirujanos más expertos, con patólogos más
dedicados, puedan descubrir mayor número de casos de ganglios no-centinela
positivos, y eventualmente tener mayor tasa de falsos negativos.
1127
Cirugía | Parte VII
1128
Cirugía | Parte VII
Tipo de metástasis
La biopsia del ganglio centinela llamado la atención sobre el significado del
tipo de metástasis ganglionar.
Actualmente, y siguiendo a la 7ª y última versión del Manual de
Estadificación de Cáncer del American Joint Commission on Cancer, se
establecen los siguientes tipos.
Macrometástasis: aquellas mayores de 2 mm.
Micrometástasis: depósitos tumorales en el ganglio mayores de 0,2 mm
pero no mayores de 2 mm (N1mic).
Células tumorales aisladas: depósitos tumorales menores de 0,2 mm.
Desde el punto de vista terapéutico no se consideran metástasis
ganglionares y no requieren completar el vaciamiento axilar ni
considerar por sí solo el tratamiento adyuvante sistémico. Según el
método de detección de las células tumorales aisladas se las clasificará
como N0 (i+), en caso de que la identificación haya sido hecha por
hematoxilina eosina o por inmunohistoquímica, y N0 (mol+) en caso de
que la identificación haya sido hecha por técnicas moleculares (PCR).
1129
Cirugía | Parte VII
Técnica
Para realizar un mapeo linfático debe emplearse un marcador, que puede ser
un colorante vital, un radiofármaco o ambas sustancias.
El colorante más usado es el azul patente al 3 %. Tiene la propiedad de tener
mínima difusión a los tejidos vecinos, ser captado rápidamente por los
canalículos linfáticos y teñir de un color azul intenso el ganglio en el que se
concentra, lo que permite la identificación visual.
Permite realizar el mapeo linfático en forma rápida, segura, con bajo costo,
pero requiere experiencia del operador.
Este colorante se elimina por vía urinaria y por la bilis, por lo que tiñe de azul
la orina y la materia fecal luego de su administración. Se ha descrito un
porcentaje bajo de reacciones alérgicas, y debe ser advertido el anestesista que
durante el procedimiento puede alterar la lectura de la saturación de oxígeno.
Puede también quedar en la piel durante varios meses.
Otros colorantes usados son el azul de metileno, isosulfán blue y el verde de
indocianina.
El radiofármaco en un “biocompuesto” integrado por un radioisótopo y un
fármaco.
El radioisótopo más empleado es el Tc99 por poseer una vida media de 6
horas (a las 30 horas la actividad es casi nula), baja energía (140 keV), lo que
produce bajo grado de irradiación al paciente y al equipo médico, y emisión
gamma pura, con mayor penetración y detección con cámara gamma y
gammaprobe.
El Tc99 se lo emplea unido a un coloide con un tamaño de partícula de entre
50 y 200 nm que es captado por los linfáticos y queda retenido en los ganglios.
El más usado es albúmina coloidal.
Permite realizar la linfocentellografía preoperatorio que ubica el ganglio,
incluyendo localizaciones extra axilares, y la identificación intraoperatoria con
el gammaprobe.
Posee como desventaja su mayor costo, mayor complejidad y la necesidad
de manipular material radiactivo.
Según la experiencia y los recursos de cada equipo médico puede optarse
por uno u otro método. Sin embargo, la combinación de ambas técnicas
1130
Cirugía | Parte VII
Linfocentellografía preoperatoria
Se realiza unas horas antes de la intervención, en un servicio de Medicina
Nuclear, mediante la inyección de 1 a 2 ml de radiofármaco, preferentemente
intradérmica o periareolar. Permite visualizar el trayecto linfático y la captación
en uno o más ganglios centinela, generalmente en la axila homolateral. Se
marca la piel suprayacente al ganglio centinela para mejor orientación del
cirujano.
1131
Cirugía | Parte VII
1132
Cirugía | Parte VII
1133
Cirugía | Parte VII
1134
Cirugía | Parte VII
1135
Cirugía | Parte VII
Foto 3. Cuadrantectomía del tumor primario. Se puede observar la tinción con azul de los tejidos
mamarios
1136
Cirugía | Parte VII
Foto 4. Resultado en los primeros días del postoperatorio. Se puede observar los restos del colorante
en la piel de la mama
1137
Cirugía | Parte VII
1138
Cirugía | Parte VII
1139
Cirugía | Parte VII
1140
Cirugía | Parte VII
1141
Cirugía | Parte VII
Foto 2. Proyección cutánea de la marcación con arpón del tumor primario y del ganglio centinela
Foto 3. Identificación del ganglio centinela con el gammaprobe. Se ve el elevado número de cuentas
por segundo en la pantalla
1142
Cirugía | Parte VII
Foto 4. Comprobación ex vivo de la captación del ganglio centinela, para descartar la captación del
resto del cuerpo
Foto 5. Pieza quirúrgica de la resección radioguiada del tumor no palpable. Se puede observar el
arpón en la pieza y las suturas de orientación para el control de márgenes por parte del patólogo
Ver video XII 11. Comprobación ex vivo. Se puede apreciar el sonido del
gammaprobe según la radiactividad que capta.
1143
Cirugía | Parte VII
Bibliografía
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1144
VIII
ABDOMEN
ÍNDICE
VIII 5 EVENTRACIONES
VIII 5a Eventraciones y evisceraciones
DR. R. CERUTTI
VIII 6 ESTÓMAGO
VIII 6a Úlcera gastroduodenal
DR. L. TORTOSA
VIII 8 ANO
VIII 8a Patología orificial benigna
DRES. A. GRAZIANO, K. COLLIA ÁVILA, S. LENCINAS Y A. POTOLICCHIO
VIII 10 HÍGADO
VIII 10a Anatomía quirúrgica del hígado
DR. J. R. DEFELITTO
VIII 10d Anatomía quirúrgica del sector dorsal del hígado y sus
diversas vías de abordaje
DR. O. C. ANDRIANI
VIII 12 PÁNCREAS
VIII 13 BAZO
VIII 13a Esplenopatías quirúrgicas
DR. H. ALMANDOS
VIII 14 RETROPERITONEO
VIII 14a Tumores retroperitoneales
DRES. C. APESTEGUI Y M. R. MATEU
ÍNDICE
1146
Cirugía | Parte VIII
VIII 4 HERNIAS
VIII 4a Hernias de la pared abdominal
DRES. A. CARIELLO Y J. R. DEFELITTO
VIII 5 EVENTRACIONES
VIII 5a Eventraciones y evisceraciones
DR. R. CERUTTI
VIII 6 ESTÓMAGO
VIII 6a Úlcera gastroduodenal
DR. L. TORTOSA
1147
Cirugía | Parte VIII
VIII 8 ANO
VIII 8a Patología orificial benigna
DRES. A. GRAZIANO, K. COLLIA ÁVILA, S. LENCINAS Y A. POTOLICCHIO
1148
Cirugía | Parte VIII
VIII 10 HÍGADO
VIII 10a Anatomía quirúrgica del hígado
DR. J. R. DEFELITTO
VIII 10d Anatomía quirúrgica del sector dorsal del hígado y sus
diversas vías de abordaje
DR. O. C. ANDRIANI
1149
Cirugía | Parte VIII
1150
Cirugía | Parte VIII
1151
Cirugía | Parte VIII
1152
Cirugía | Parte VIII
VIII 12 PÁNCREAS
1153
Cirugía | Parte VIII
VIII 13 BAZO
VIII 13a Esplenopatías quirúrgicas
DR. H. ALMANDOS
VIII 14 RETROPERITONEO
VIII 14a Tumores retroperitoneales
DRES. C. APESTEGUI Y M. R. MATEU
1154
Cirugía | Parte VIII
1155
Cirugía | Parte VIII
ABDOMEN AGUDO
QUIRÚRGICO
JORGE R. DEFELITTO
La experiencia vivida en sala de guardia nos hace recordar algunas cosas que
consideramos fundamentales desde el punto de vista general, antes de entrar
en los abdómenes agudos en especial.
El abdomen agudo quirúrgico tiene una urgencia relativa, por lo tanto el
mejor tratamiento se basa en realizar primero un buen diagnóstico.
Siempre se puede ver al enfermo por segunda vez. Nadie olvida que el pulso,
presión y temperatura no hacen diagnóstico, pero es frecuente olvidar revisar a
todo el paciente, la temperatura rectal, el tacto rectal y los orificios herniarios.
Jamás hacer:
1) Diagnóstico instantáneo (éste sale del examen clínico).
2) Calmantes porque hay dolor (antes del diagnóstico).
3) Antibióticos porque hay fiebre (en la peritonitis es un manto de ceniza
sobre un fuego que no se apaga).
4) No pensar en cosas raras y la laparotomía exploradora realizarla en la
duda diagnóstica, nunca antes del razonamiento.
A) Interrogatorio
Dolor. Síntoma capital en el abdomen agudo quirúrgico, ya que todos ellos
comienzan con dolor; si no es así o no es un abdomen agudo quirúrgico o es
raro. La intensidad no sirve, es personal.
Hay dos tipos fundamentales de dolor en el abdomen:
1) Cólico: desde el conducto de Stenon hasta el recto, significa trastorno del
tránsito. Biliar, intestinal, uretral; con sus inicios e irradiaciones clásicas. El
paciente se mueve sin encontrar alivio; por el contrario, cuando hay irritación
peritoneal el paciente está inmóvil, para evitar exacerbar el dolor.
1156
Cirugía | Parte VIII
B) Afecciones anteriores
Lo más importante son las operaciones anteriores: de qué lo operaron, quién
lo operó (las operaciones al igual que los cuadros, valen por la firma), qué le
dijo, si le mostró lo que sacó. Si es la primera, segunda o tercera vez que tiene
igual cuadro.
1157
Cirugía | Parte VIII
C) Examen físico
Se debe realizar con el enfermo desnudo (hay un aforismo que dice: el
abdomen va desde las clavículas hasta rodillas), con buena luz y camilla dura,
para no olvidar el tórax: en ocasiones, por pudor, se cubre a una paciente con
las sábanas por arriba del pubis y queda oculta una hernia crural atascada.
Signo de CULLEN
1158
Cirugía | Parte VIII
percusión duele la FID pero mucho y cada vez más el epigastrio. Buscar
sonoridad y matidez donde generalmente no hay. El aire, la sangre y los
líquidos libres en el abdomen, van donde los dejan, por lo tanto buscar en los
cuatro costados.
Auscultación. Nunca en una peritonitis hay ruidos intestinales, cuando están
presentes o aumentados, igual proceso mecánico.
E) Tacto rectal
Es un dedo que se pasea por el recto para buscar en todas las caras dolor y
bultos. Siempre mirar al retirar el dedo del recto, pude haber sangre en
estrangulaciones, isquemias y abdomen vascular. Permite acceder al peritoneo
por el contacto de la cara anterior del recto con el fondo de saco de Douglas.
F) Punción abdominal
Solo tiene valor si es positiva, su negatividad no invalida el diagnóstico
clínico. Se debe hacer en los cuatro cuadrantes y en la duda realizar lavado
peritoneal. En el abdomen agudo hemorrágico la sangre no coagula.
G) Temperatura
Se debe tomar la axilar y rectal para observar si la diferencia es mayor a un
grado. Si comienza con axilar de 39°-40° es difícil que se trate de abdomen
agudo. En general sirve como pronóstico, no como diagnóstico. Recordar que
los ancianos y los inmunocomprometidos pueden no hacer fiebre.
H) Exámenes complementarios
Laboratorio: no sirve como diagnóstico oportuno pues sus alteraciones son
tardías. Pedir solo las que puedan orientar o confirmar un diagnóstico clínico
de orientación.
Radiología: da sombras y estas no hacen diagnóstico; los gases y derrames
necesitan tiempo para evidenciarse. Ambos se deben realizar para confirmar lo
que se piensa y no para ver qué pasa.
1159
Cirugía | Parte VIII
1160
Cirugía | Parte VIII
ABDOMEN AGUDO
INFLAMATORIO
Dolor continuo o progresivo
Tª
Axilar = Rectal
Leucocitosis-Neutrofilia
Defensa o Rx: “Íleo regional”
Contractura
localizada
Apendicitis aguda
“Ausencia de paralelismo anatomoclínico: imprevisible estado y evolución de
las lesiones, imprevisibles dificultades operatorias y postoperatorias”.
1161
Cirugía | Parte VIII
1162
Cirugía | Parte VIII
1163
Cirugía | Parte VIII
Hepatectomía derecha por absceso hepático, en una paciente joven con una apendicitis aguda
tratada con antibióticos y calmantes, con diagnóstico de gripe. La pileflebítis portal se produjo
después de apendicetomía y reintervención por peritonitis
También en pediatría se pueden confundir las adenitis mesentéricas, en este caso por amigdalitis
supurada
1164
Cirugía | Parte VIII
Sigmoiditis diverticular
El 80-90 % de divertículos colónicos se hallan en el sigmoides y colon
descendente. La diverticulitis, proceso inflamatorio de la diverticulosis, se
presenta como un cuadro de apendicitis a la izquierda en adultos mayores
entre 40-50 años. En ocasiones debuta con síntomas urológicos.
Se palpa un cilindro doloroso, defensa o plastrón, que puede localizarse en
cualquier segmento del colon, aunque es más frecuente en el sigmoides.
Diverticulitis
1165
Cirugía | Parte VIII
FISTULA
COLO-VAGINAL
Fístula Colo-vesical
Cierre vagina y colon Epiplón
Orificio vejiga
Epiplón entre Sutura vejiga
vagina y recto
Orificio colon
Sutura colon
1166
Cirugía | Parte VIII
1167
Cirugía | Parte VIII
SALPINGITIS
Salpingitis catarral
Piosalpinx Salpingectomía
ENDOMETRITIS
CESAREA
ABORTO
SÉPTICO
HEMORRAGIA
Y
SEPSIS
1168
Cirugía | Parte VIII
1169
Cirugía | Parte VIII
Otros cuadros parecidos los pueden producir las colecistitis filtrantes: por
procesos vasculares: diabetes, edad avanzada. Pancreatitis aguda.
1170
Cirugía | Parte VIII
Colecistitis filtrante
ÍLEO BILIAR
1171
Cirugía | Parte VIII
1172
Cirugía | Parte VIII
Perforación de Ciego
Rx: Aire entre hígado y diafragma TAC: Aire entre asa y pared, neumoperitoneo
1173
Cirugía | Parte VIII
ABDOMEN AGUDO
PERFORATIVO
Dolor brusco
Punción
+
Contractura general. Rx: Neumoperitoneo
“Abdomen en tabla”
Perforación gástrica
1174
Cirugía | Parte VIII
Fístula
estercorácea
1175
Cirugía | Parte VIII
1176
Cirugía | Parte VIII
ABDOMEN AGUDO
HEMORRÁGICO
Dolor repentino
Shock hipovolémico + Anemia aguda
Punción o
lavado peritoneal +
Abdomen blando Rx: derrame
Íleo peritoneal
Matidez c/decúbito
ECTOPICO
1177
Cirugía | Parte VIII
1178
Cirugía | Parte VIII
1179
Cirugía | Parte VIII
1180
Cirugía | Parte VIII
1181
Cirugía | Parte VIII
1182
Cirugía | Parte VIII
1183
Cirugía | Parte VIII
1184
Cirugía | Parte VIII
HERNIA EPIGASTRICA
ATASCADA
HERNIA EPIGASTRICA
ATASCADA
Obstrucción de delgado
VÓLVULO DE SIGMOIDE
1185
Cirugía | Parte VIII
VÓLVULO DE CIEGO
1186
Cirugía | Parte VIII
Vólvulo de delgado por divertículo de Meckel. Se observa la dilatación por detrás de la obstrucción
1187
Cirugía | Parte VIII
1188
Cirugía | Parte VIII
ENDOMETRIOSIS
Obstrucciones en pediatría
1189
Cirugía | Parte VIII
1190
Cirugía | Parte VIII
1191
Cirugía | Parte VIII
1192
Cirugía | Parte VIII
1193
Cirugía | Parte VIII
ABDOMEN AGUDO
VASCULAR
Dolor brusco y brutal + shock precoz e intenso
Tacto y Punción
sangre
Meteorismo mate
Masa pastosa Rx: Asa infartada
Morcilla
Trombosis
Mesentérica
1194
Cirugía | Parte VIII
1195
Cirugía | Parte VIII
Pedículo
torcido
Útero
a)
ANEURISMA
ARTERIA
ESPLÉNICA
b)
1196
Cirugía | Parte VIII
Intestinal
III Isquemia AGUDA Vascular
complicada
Estenosis intestinal crónica
CRÓNICA
Mesenteritis retráctil
EXPLORACIÓN RADIOLÓGICA
1) Aortografía directa (frente y perfil)
1197
Cirugía | Parte VIII
Hepática
Mesentérica
Superior
Hepática
1198
Cirugía | Parte VIII
1199
Cirugía | Parte VIII
1200
Cirugía | Parte VIII
Ruptura de segmento lateral izquierdo del hígado. La sangre corrió hacia el conducto peritoneo
vaginal y se presentó a la clínica con un nódulo en el cordón y necrosis testicular. En la incisión
herniaria manaba sangre y se diagnosticó y resolvió con una laparotomía
1201
Cirugía | Parte VIII
1202
Cirugía | Parte VIII
ABDOMEN AGUDO
POSTOPERATORIO
INFLAMATORIO
HEMORRÁGICO
MECÁNICO
1203
Cirugía | Parte VIII
1204
Cirugía | Parte VIII
1205
Cirugía | Parte VIII
EVISCERACIÓN
1206
Cirugía | Parte VIII
Post Histerectomía
Epiplón
Pegado asa
intestinal
1207
Cirugía | Parte VIII
1208
Cirugía | Parte VIII
1209
Cirugía | Parte VIII
EN UN MAR DESCONOCIDO,
EMBARCADO.”
1210
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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Moore, H. Abdomen agudo. Ed Toray-Masson, Barcelona, 1963.
1211
Cirugía | Parte VIII
ECOGRAFÍA EN EL
ABDOMEN AGUDO
MARÍA M. DEFELITTO
Introducción
La ecografía tiene una enorme fiabilidad en la diferenciación entre masas
sólidas y líquidas, y ha resultado ser un método de elección en el estudio de
pacientes con patología inflamatoria aguda de abdomen (sigmoiditis,
apendicitis, diverticulitis, etc.). Sin embargo, dicha utilidad ha sido muy
cuestionada para el estudio sistemático de las enfermedades gastrointestinales
(GI), las cuales son habitualmente exploradas mediante otros métodos de
diagnóstico (endoscopia, seriada esófagogastroduodenal, colon por enema,
etc.).
Antes de describir las características más salientes que aporta este método
de diagnóstico, aclararemos algunos términos habituales en ecografía:
Isoecogénico: cuando existen múltiples ecos en el interior de una lesión
iguales o semejantes al órgano en estudio (ej.: lesiones sólidas como los
tumores).
Anecogénico: si una lesión permite el paso fácil del ultrasonido a su través
y no contiene ecos en su interior (ej.: líquido).
Hiperecogénico: cuando se observan muchos ecos de gran amplitud.
Hipoecogénico: cuando los ecos son de baja amplitud.
Sombra sónica: haz rectilíneo sonolucente originado tras estructuras
altamente refractantes que no dejan pasar el ultrasonido (ej.: litiasis,
hueso).
Después de realizar una exploración abdominal general aplicando una ligera
compresión con el transductor para desplazar el aire en las áreas de interés,
además de corroborar la compresibilidad que se observa en el intestino
normal, se evaluará cuidadosamente la zona de dolor (signos de Murphy y Mc
Burney ecográficos). Asimismo, se valorará el origen intra o extraluminal del
gas. La presencia de gas extraluminal puede deberse a la perforación de una
1212
Cirugía | Parte VIII
Apendicitis aguda
El apéndice es una estructura tubular, aperistáltica que se localiza en el
extremo del ciego, cuyos diámetros normales no deben superar los 3 mm de
espesor. Se discute si el apéndice normal es visible en la ecografía; lo cierto es
que cuando se detecta una imagen tubular rígida, no deformable por la
compresión, con paredes engrosadas (más de 6 mm), y el paciente presenta
dolor en fosa ilíaca derecha, dichas imágenes son compatibles con inflamación
aguda apendicular. También lo es la visualización de un cálculo (apendicolito)
en su interior. Otros hallazgos a tener en cuenta son la presencia de líquido a
nivel pericecal y en el fondo de saco de Douglas, así como colecciones
adyacentes (flemones, abscesos).
El diagnóstico de apendicitis aguda no siempre es fácil de realizar, sobre todo
en mujeres en edad fértil donde la inflamación de las trompas de Falopio
(salpingitis) o la rotura folicular derecha puede simular un cuadro apendicular
agudo. En el diagnóstico diferencial de esta afección deben incluirse además la
1213
Cirugía | Parte VIII
ileítis, tiflitis (inflamación del ciego) y enfermedad de Crohn, entre los más
frecuentes.
APENDICOLITO
APENDICITIS AGUDA APENDICITIS AGUDA
Apendicitis aguda: imagen con transductor lineal en eje longitudinal a nivel de la fosa iliaca
derecha que muestra el apéndice inflamado con diámetro mayor a 6 mm
Apendicitis aguda: imagen en eje transverso cercano al ciego que muestra el engrosamiento de las
paredes del apéndice
Diverticulitis aguda
Es la lesión inflamatoria obstructiva más común del colon y se presenta
frecuentemente con dolor, leucocitosis y fiebre. Los divertículos son hernias
adquiridas de la capa mucosa y muscular mucosa del intestino que se forman
por disfunción e hipertrofia de la capa muscular, siendo más frecuentes en el
colon sigmoide y descendente. Su incidencia aumenta con la edad y suelen ser
múltiples. Ecográficamente puede observarse el colon marcadamente
hipoecogénico debido al engrosamiento parietal con visualización o no del
divertículo inflamado, áreas hiperecogénicas pobremente definidas por
cambios inflamatorios locoregionales y colecciones líquidas heterogéneas
adyacentes a la pared, que suelen corresponder a abscesos. La fístula es una
1214
Cirugía | Parte VIII
1215
Cirugía | Parte VIII
Obstrucción intestinal: en las imágenes se observan asas intestinales dilatadas con contenido líquido
Colecistitis aguda
La gran mayoría de las colecistitis agudas son debidas a litiasis enclavadas en
el cuello de la vesícula o a obstrucción del conducto cístico, que lleva a la
inflamación y/o necrosis de la pared, dependiendo del tiempo transcurrido.
El cuadro suele comenzar con dolor, generalmente de tipo cólico, que
dependerá del estado evolutivo de la enfermedad y de las características
1216
Cirugía | Parte VIII
1217
Cirugía | Parte VIII
Colecistitis aguda: en un corte longitudinal A y transversal B muestran la vesícula con barro biliar y
litiasis en su interior. Pared vesicular engrosada (6 mm) marcada por los cursores. Colédoco se
visualiza con barro biliar en su interior
1218
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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Seibert, J. J. et al. “The distended gasless abdomen: a fertile field for ultrasound”. J Ultrasound
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Wilson, S. R. (1996). “Gastrointestinal tract sonography”. Abdom Imaging 21: 1-8.
1219
Cirugía | Parte VIII
LA TAC EN LAS
URGENCIAS ABDOMINALES
FEDERICO N. MAZZINI Y EZEQUIEL LEVI
Introducción
Gracias a los avances de los métodos de diagnóstico por imágenes, hoy en
día la tomografía axial computada (TAC) se ha convertido en un método
fundamental para el estudio del abdomen agudo. La semiología tomográfica
del abdomen agudo es extremadamente rica en signos específicos de
patologías causantes de abdomen agudo. Por tal motivo, un análisis exhaustivo
de los hallazgos tomográficos resulta, en muchos casos, en un diagnóstico
certero etiológico.
Es nuestra intención repasar los causantes más frecuentes de abdomen
agudo y sus hallazgos tomográficos.
Apendicitis aguda
Actualmente, la apendicitis aguda es la causa más frecuente de abdomen
agudo quirúrgico no traumático. Por años, el diagnóstico de apendicitis aguda
se basaba en la clínica y el examen físico realizado por el cirujano. Actualmente,
el diagnóstico de apendicitis aguda sigue siendo desafiante para el cirujano. La
tasa de apéndices cecales, histológicamente normales, luego de una
apendicectomía es del 20 % en la población general y del 42 % en mujeres en
edad fértil. Sin embargo, durante los últimos 20 años, el advenimiento de la
ultrasonografía y de la TAC han cambiado progresivamente la forma de evaluar
a estos pacientes. En especial, la TAC permite un diagnostico preoperatorio
más acertado, evaluación de las complicaciones relacionadas, disminuir la tasa
de apendicectomías innecesarias con su eventual costo y la evaluación de
diagnósticos diferenciales.
El engrosamiento del apéndice cecal es el principal signo evidenciado en la
TAC. El engrosamiento se define midiendo desde pared externa a pared
externa del apéndice. Algunos autores consideran que este valor es anormal
cuando excede los 6 mm. Sin embargo, la certeza diagnóstica de apendicitis
1220
Cirugía | Parte VIII
aguda se establece con una medición igual o mayor de 10 mm. Por supuesto
que estos valores estáticos deben ser correlacionados con la clínica del
paciente.
Otros hallazgos que podremos encontrar son: la presencia de apendicolito
en la base del apéndice (Figura 1), presencia de aire en las paredes del
apéndice, líquido libre en la pelvis, infiltración de la grasa pericecal íleo
regional, signos de peritonitis generalizada o colecciones regionales
Figura 1. Apendicitis aguda. Tomografía computada corte axial a) donde se evidencia el apéndice
cecal aumentado de tamaño con engrosamiento de su pared (flecha) y marcado aumento de la
densidad del tejido graso adyacente a él, como signos inflamatorios (punta de flecha). Corte coronal
b) donde se observa el apéndice desplegado y los hallazgos descriptos previamente junto a la
presencia de un apendicolito en el extremo del apéndice inflamado (flecha)
Isquemia intestinal
Es importante repasar algunas definiciones que a veces pueden generar
confusión cuando nos referimos al abdomen agudo vascular. Isquemia se
refiere a un evento vascular que puede ser totalmente reversible mientras que
infarto es el evento vascular terminal con muerte tisular sin posibilidad de
reversibilidad. Ambos corresponden a diferentes estadios de una patología
cuya etiología es la pérdida del suministro sanguíneo del intestino. Es posible
distinguir tres causantes principales de alteración de la irrigación del intestino,
trombosis o embolismo arterial, obstrucción del drenaje venoso, o descenso
del flujo sanguíneo intestinal de causa sistémica (hipovolemia, insuficiencia
cardíaca, shock, etc.).
1221
Cirugía | Parte VIII
1222
Cirugía | Parte VIII
Figura 3. Isquemia intestinal etapa avanzada. Tomografía computada con contraste endovenoso. a)
corte axial donde se evidencian marcada distensión con nivel hidroaéreo y afinamiento parietal del
colon derecho con ausencia de realce del contraste endovenoso con presencia de burbujas de aire en
la pared intestinal como signo compatible de neumatosis (punta de flechas; b) corte sagital donde se
evidencia marcada ateromatosis calcificada aórtica difusa y falta de relleno de la arteria mesentérica
superior como causante de la isquemia (flecha)
1223
Cirugía | Parte VIII
Pancreatitis aguda
La pancreatitis aguda es una enfermedad inflamatoria que suele ser leve y
resuelve sin una morbilidad considerable hasta en un 80 % de los casos. En el
restante 20 % de los casos, es una patología que se complica con una
considerable morbilidad y mortalidad. La TAC cumple un rol fundamental en el
manejo del paciente con pancreatitis aguda. Permite la generación de un
sistema de categorización que pretende predecir cuáles pacientes tendrán una
evolución desfavorable durante su estadía hospitalaria. El tiempo de realización
de este estudio por imágenes está bien establecido. En la etapa inicial de la
enfermedad permite evaluar la extensión de la lesión (necrosis y colecciones
líquidas) y secundariamente la detección de complicaciones tempranamente.
En la etapa más tardía permite realizar el diagnóstico etiológico y la detección
de complicaciones tardías.
En cuanto a la técnica utilizada para la adquisición de las imágenes, se
recomienda la utilización de contraste iodado endovenoso en una fase portal
para identificar con mayor precisión la presencia de necrosis pancreática. La
necrosis pancreática se manifiesta con la ausencia de refuerzo luego de la
administración de contraste endovenoso en un sector o en la totalidad de la
glándula pancreática. No solo puede involucrar un sector o la totalidad del
páncreas, sino también puede afectar la grasa peripancreática. La necrosis
pancreática se encuentra presente en el 5 al 20 % de los pacientes con
pancreatits aguda.
Figura 4. Pancreatitis aguda. Tomografía computada, cortes axiales donde se evidencia marcado
aumento de tamaño de la glándula pancreática con borramiento de sus contornos con áreas de
menor realce (flecha) e infiltración del tejido graso peripancreático. Nótese la presencia de litiasis
biliar en la vesícula (punta de flecha). Importante cantidad de líquido peripancreático, en espacio de
Morrison y en fascias pararrenal izquierda
1224
Cirugía | Parte VIII
Figura 5. Pancreatitis con desarrollo de abscesos. Se observan mismos hallazgos que la figura previa
con aumento de tamaño de la glándula heterogénea e infiltración del tejido graso peripancreático y
la presencia de formaciones de centro hipodenso y realce periférico con burbujas aéreas en su interior
en relación a la cabeza y cola del páncreas (flechas)
1225
Cirugía | Parte VIII
A Tomografía normal
Diverticulitis aguda
La diverticulosis colónica se define como una patología asintomática como
resultado de la formación de divertículos en la pared del colon. La diverticulitis
aguda se define como el resultado de la inflamación aguda de uno de estos
divertículos colónicos. El espectro de variantes de la diverticulitis agudas va
desde la inflamación y microperforación de un divertículo provocando una
inflamación local del colon hasta situaciones que amenazan la vida como
peritonitis purulenta o fecal generalizada. La complicación más frecuente de la
diverticulitis aguda es la formación de abscesos diverticulares, mucho más
severos cuando no están limitados al mesocolon. En estas condiciones, la TAC
es el estudio radiológico de elección para el diagnóstico de la diverticulitis
aguda, y debe ser utilizada sin demoras en pacientes con sospecha clínica de
diverticulitis aguda para confirmar el diagnóstico, identificar o excluir otras
causas de dolor abdominal y evaluar la severidad y extensión del proceso
inflamatorio.
El uso de la tomografía para la evaluación de la diverticulitis aguda fue
reportado hace más de 25 años, pero no fue hasta principios del siglo XXI en
que se estandarizó la utilización de la tomografía para el diagnóstico de la
diverticulitis aguda. Esto es debido principalmente al desarrollo de los nuevos
tomógrafos multipistas y al desarrollo de las nuevas técnicas radiológicas. La
1226
Cirugía | Parte VIII
Figura 6. Diverticulitis aguda. Tomografía computada corte a) axial sin contraste oral y b) axial con
contraste oral y endovenoso. a) Nótese la presencia de los divertículos (flecha) asociado al marcado
aumento de la densidad del tejido graso pericolónico (punta de flecha) b) Engrosamiento de la pared
del colon > 4 mm (flecha fina asociado a menor distensibilidad, presencia de infiltración grasa y
líquido libre
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Cirugía | Parte VIII
GRADO MANIFESTACIÓN
Ia Engrosamiento colónico
IV Peritonitis fecal
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Cirugía | Parte VIII
Figura 7. Diverticulitis aguda complicada. Tomografía computada corte coronal donde se evidencia
similares hallazgos a los descriptos previamente asociados a una imagen redondeada de centro
hipodenso y realce periférico (flecha) en contacto con la porción del colon sigmoides engrosada y
rodeado de infiltración del tejido graso, compatible con un absceso pericolónico en el contexto de una
diverticulitis
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Cirugía | Parte VIII
Figura 8. Tomografía computada donde se muestran signos de íleo objetivables por marcada
distensión y dilatación de asas de intestino delgado ocupadas con líquido y con presencia de niveles
hidroaéreos. Líquido libre interasas (punta de flechas). Nótese la falta de dilatación de asas colónicas
(flechas) lo que indica que la obstrucción se ubica en el intestino delgado.
1230
Cirugía | Parte VIII
Figura 9. Tomografia computada donde se muestran signos de ileo debido a la presencia de bridas,
objetivables por marcada distensión de asas de intestino delgado con presencia de niveles
hidroaéreos y líquido libre interasas, en un paciente con antecedentes de transplante renal
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Cirugía | Parte VIII
Figura 10. Paciente con oclusión intestinal mecánica por hernia inguinal atascada. Tomografia
computada con contraste endovenoso axial a) y corte oblicuo b) demostrando el pasaje de intestino
delgado por la arcada inguinal donde se observa el sitio de estenosis (flecha) con la consecuente
distensión de asas proximales (punta de flecha) y nivel hidro aéreo (flecha delgada)
1232
Cirugía | Parte VIII
Figura 11. Vólvulo de ciego. Corte coronal de TCMS con contraste ev. Se evidencia marcada distensión
del colon derecho el cual se encuentra rotado y en el lado contralateral (flecha)
Figura 12. Úlcera perforada. Tomografía computada de un paciente con dolor intenso en epigastrio se
evidencia a) corte axial donde se observa líquido libre perihepático y periesplénico y líquido rodeando
el antro gástrico. Se observa una burbuja de aire (flecha) adyacente al mismo por fuera de la luz. b)
corte axial con ventana de pulmón donde se demuestra mejor la presencia del aire fuera dela luz
gástrica (flecha)
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Cirugía | Parte VIII
Figura 13. Colecistitis aguda. Tomografía computada cortes axiales a) se evidencia irregularidad y
engrosamiento de la pared de la vesícula con realce intenso del contraste ev (flecha) asociado a
aumento de la densidad por infiltración del tejido graso perivesicular; b) otro paciente donde se
observa vesícula distendida con engrosamiento (punta de flcha) y realce parietal asociada a líquido
perivesicular
1234
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
Britt, L.; Peitzman, A; Barie, P; Jurkovich, G; Acute Care Surgery. Wolters Kluwer. 2012.
García Mónaco, R; Seehaus, A. Los 101 Diagnósticos por imágenes que un médico no puede dejar
de conocer. Delhospital ediciones. 2009.
Tourel, P. CT of the Acute Abdomen. Springer. 2011.
1235
Cirugía | Parte VIII
ROL DE LA VIDEO
LAPAROSCOPIA EN EL
MANEJO DEL ABDOMEN
AGUDO (AA)
JUAN PEKOLJ
1236
Cirugía | Parte VIII
1237
Cirugía | Parte VIII
En forma resumida podemos decir que sus beneficios son los propios del
abordaje laparoscópico, asociados a una resolución más rápida de las dudas
diagnósticas y un índice menor de complicaciones parietales.
Los mitos que se asociaron al uso de la laparoscopia en AA fueron los riesgos
de endotoxemia y bacteriemia y el riesgo de hipercarbia, asociadas todas ellas
al uso de neumoperitoneo, y el riesgo de focos sépticos residuales asociados a
una exploración laparoscópica deficiente. Con el tiempo se demostró que solo
eran mitos frente a procedimientos técnicamente bien realizados.
Sus limitaciones están dadas por la necesidad de disponibilidad de
equipamiento y de mayor nivel de entrenamiento, y en oportunidades la falta
de reconocimiento económico de la práctica.
Los riesgos de su utilización en casos de AA son las potenciales
descompensaciones hemodinámicas generadas por el empleo de
neumoperitoneo, los accidentes asociados al emplazamiento del primer trocar,
los errores diagnósticos asociados a una exploración limitada, la perforación
intestinal y otras lesiones inadvertidas.
En una experiencia inicial en el Servicio de Cirugía General del Hospital
Italiano de Buenos Aires (1993-1998) sobre 136 casos de laparoscopia en AA
en 111 (86,6 %), se realizó el tratamiento por dicha vía de la causa del dolor.
Sólo 2 (1,4 %) exámenes fueron erróneos y en 8 (6 %) fueron laparoscopias
blancas con lo que se evitaron laparotomías innecesarias.
En el año 1999, la Comisión de Cirugía Laparoscópica de la Asociación
Argentina de Cirugía realizó una reunión de consenso en San Martín de los
Andes sobre laparoscopia en abdomen agudo. Su principal recomendación fue
“emplear la videolaparoscopia como un procedimiento diagnóstico y
eventualmente terapéutico de primera elección en el manejo invasivo del
abdomen agudo”.
Este tema fue motivo de un relato en el año 2012 en el 83º Congreso
Argentino de Cirugía. Entre sus principales conclusiones figuran:
a. El abordaje videolaparoscópico es mejor que el abordaje laparotómico.
b. En el caso de peritonitis, la evaluación de los distintos cuadrantes y el
lavado por vía laparoscópica es mejor que por laparotomía.
c. Si bien el abordaje videolaparoscópico es mejor, aún no está
generalizado.
d. La falta de uso sistematizado de la videolaparoscopia obedece a
múltiples causas, no siempre de origen estrictamente médico.
e. Debiera estimularse el uso de la videolaparoscopia rutinaria en el
abdomen agudo.
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Figura 4. Peritonitis aguda de origen apendicular. Se observa apéndice recubierto parcialmente con
fibrina y pus libre en pelvis
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Cirugía | Parte VIII
Figura 6. Extracción de hueso de pollo desde el colon sigmoideo perforado, en caso de abdomen
agudo
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Cirugía | Parte VIII
Figura 7. Úlcera duodenal perforada. Se resolvió con sutura simple y epiploplastia por vía
laparoscópica
Figura 8. Peritonitis de origen diverticular. Se resolvió con lavado y drenaje peritoneal por vía
laparoscópica
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Cirugía | Parte VIII
Figura 9. Sección de brida intestinal por vía laparoscópica, causante de oclusión intestinal
1243
Cirugía | Parte VIII
Figura 11. Extracción de bezoar a través de enterotomía abierta, por incisión umbilical
1244
Cirugía | Parte VIII
Figura 13. Fosa para duodenal causante de hernia interna resuelta por laparoscopia
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Cirugía | Parte VIII
Figura 15. Laceración superficial de bazo. Se realizó hemostasia por vía laparoscópica
1246
Cirugía | Parte VIII
Figura 17. Quiste de ovario a pedículo torcido. Se realizó detorsión y resección por vía laparoscópica
1247
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía sugerida
Agresta F., Ansaloni L., Balocchi G., et al. Laparoscopic approach to acute abdomen from the
Consensus Development Conference of the Societa Italiana de Chirurgia and the European
Association for Endoscopic Surgery (EAES) Surg.Endosc.2012,26:2134-2164.
Di Saverio S., Emergency laparoscopy: a new emerging discipline for treating abdominal
emergencies attempting to minimize costs and invasiveness and maximize outcomes and
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García H., Staltari J.C., Abdomen Agudo Quirúrgico: diagnóstico y tratamiento. Rev. Argent. Cirug.
2012, Número extraordinario.
Pekolj J., Ardiles V., Hyon S., Complicaciones de la cirugía abdominal. Cómo manejarlas. Clínicas
Quirúrgicas del Hospital Italiano. Del hospital ediciones. 2014
Pekolj J., Manejo de las complicaciones más frecuentes de la cirugía abdominal. Rev. Argent.
Cirug. 2003, Número extraordinario.
1248
Cirugía | Parte VIII
Uremia
En este caso, además del antecedente renal se hallarán aliento urémico,
“escarcha urémica” perilabial, piel seca, amarillenta con descamación fina.
1249
Cirugía | Parte VIII
Porfiria intermitente
Más común en la mujer; suele presentarse con dolor abdominal intenso,
estreñimiento pertinaz, abdomen blando y fácil de palpar, manifestaciones
psiquiátricas y neurológicas de comienzo también brusco, orina rojiza con
coloración característica a la luz de Wood; crisis que se repite con intermitencia
(importancia de interrogatorio). Pueden ser desencadenadas por ingesta de
fármacos anticonceptivos combinados, barbitúricos, clordiazepóxido,
imipramina, fenotiazidas, etc.
Crisis addisoniana
No es de frecuente observación. La dificultad se presenta cuando se trata de
un paciente con insuficiencia suprarrenal latente hasta entonces; el síntoma
relevante puede ser el algia abdominal con vientre blando, asociado a diarrea
severa, hipotensión arterial, estado álgido, deshidratación. En la duda: dosaje
de cortisol plasmático Na y K.
Fiebre tifoidea
“La gran simuladora”; el dilema diagnóstico es grande, pues por un lado
puede generar falso AAQ con dolor, distensión y vientre blando asociado a
fiebre alta, en meseta, cefalea, discreto estupor y por otro lado puede producir
AAQ por perforación a nivel de una o varias placas de Peyer afectadas.
Neumonía
Puede generar distensión abdominal por gastrectasia aguda (timpanismo en
cuadrante superior izquierdo). Más frecuentemente, rigidez muscular y/o
1250
Cirugía | Parte VIII
Pleuritis aguda
Cuando compromete el área torácica inferior (pleura diafragmática) el dolor
puede referirse al abdomen a través de los nervios intercostales que también
inervan la pared abdominal superior. El dolor precede a veces en dos a tres días
a la tos y el frote. Suele acrecentarse con la respiración y modificaciones en el
decúbito. El vientre es blando. La tos seca.
Infarto de pulmón
En el postoperatorio de una cirugía abdominal (peritonitis apendicular,
diverticular, etc.) o de cadera, un dolor en cuadrante superior derecho del
abdomen puede generar el diagnóstico erróneo de “absceso subfrénico” si el
infarto embólico se produce, como habitualmente, en un segmento basal del
pulmón derecho con irritación de la pleura diafragmática. Contribuyen para el
error la elevación del hemidiafragma y un escaso derrame pleural en la Rx de
tórax. Pensar en aquel si el cuadro se produce a la semana, más o menos del
evento quirúrgico. En la sospecha ayudarán: ECO abdominal, centelleografía
pulmonar (ventilación y perfusión).
Tétanos abdominal
La contractura dolorosa, acentuada e intermitente de la musculatura
abdominal, contrasta con el abdomen totalmente blando, indoloro, depresible
en los intervalos. Se asocia a “facies sardónica” por contracción de musculatura
facial. Investigar el antecedente valioso de herida previa o maniobra quirúrgica
(ej.: curetaje ilegal). Rarísimo en la actualidad. Recordarlo en medios rurales o
donde la profilaxis del tétanos no se considere.
1251
Cirugía | Parte VIII
Síndrome de Schönlein-Henoch
Vasculitis hiperérgica o “peliosis reumática” más común en la infancia y
adolescencia, a través de múltiple púrpuras y equimosis en las asas intestinales,
puede generar AAM. Ayudarán la manifestación cutánea (púrpura morbiliforme
en miembros inferiores), artralgias, proteinuria y Addis patológico por
glomerulopatía. Valor de la laparoscopia de urgencia.
Panarteritis nudosa
Entre sus expresiones semiológicas figura el dolor abdominal que puede
simular una colecistitis aguda, pancreatitis, etc. Se encontrarán, si se buscan,
manifestaciones renales, respiratorias, neurológicas (mononeuritis múltiples)
asociadas a elementos de vasculitis cutáneas, en proporción variable de
acuerdo al caso clínico.
Intoxicaciones
Cólico saturnino
Se presenta con intensos dolores abdominales, estreñimiento, abdomen
blando. El dolor no se acentúa al profundizar la palpación, sino que suele
aliviar; se asocia con grandes variables de disturbios psíquicos (excitabilidad,
estupor), neurológicos (parálisis del nervio radial con caída de la mano).
Antecedentes del oficio: fábrica de baterías de automóviles, linotipistas.
Hemograma: anemia moderada, punteado basófilo.
Afecciones cardíacas
Infarto agudo de miocardio (de cara diafragmática)
Suele comenzar con epigastralgia y vómitos; los signos habituales que se
esperan en el infarto pueden faltar; se confunde en consecuencia a la ligera
colecistopatía, apendicitis aguda o pancreatitis. Importancia del interrogatorio:
antecedentes de ángor previo, sexo, edad, factores de riesgo aterogénico. En la
duda, solicitar ECG y enzimas TGO, TGO, CPK MB.
Hepatalgia
Por insuficiencia congestiva de evolución rápida. Genera dolor exquisito con
cierto grado de defensa en cuadrante superior derecho, por distensión de la
cápsula de Glisson. El hallazgo, si se los busca, de los signos asociados:
distensión yugular, cianosis, arritmias y/o soplos cardíacos, galope, edema
sacro leve, aclararán el cuadro.
1252
Cirugía | Parte VIII
Salpingitis aguda
Genera diagnóstico diferencial con apendicitis o diverticulitis. Edad de
actividad genital, temperatura rectal elevada, anexo tumefacto y muy doloroso.
Ecografía ginecológica.
Metroanexitis
Similar a la anterior. Habitualmente flujo vaginal purulento, que escurre del
cérvix. Tacto: útero extremadamente doloroso a la movilización. Temperatura
rectal elevada.
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Cirugía | Parte VIII
Pseudocolecistitis aguda
Por poussé de necrosis en hepatitis o cirrosis alcohólica. Dolor intenso con
discreta defensa cuadrante supero externo. Hígado extremadamente
agrandado, doloroso a la palpación. Fiebre. Leucocitosis. Es valioso el
antecedente reciente de abuso alcohólico. Exige extremar el juicio clínico.
Estigmas alcohólicos y/o cirróticos.
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Cirugía | Parte VIII
ROL DE LA
VIDEOLAPAROSCOPIA EN LAS
COMPLICACIONES
POSTOPERATORIAS
JUAN PEKOLJ
1255
Cirugía | Parte VIII
VENTAJAS DESVENTAJAS
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Cirugía | Parte VIII
subyacente
Relaparoscopia
La aplicación de este abordaje en el manejo de complicaciones
postoperatorias de procedimientos laparoscópicos ha sido limitada por
distintas razones. El tipo de complicaciones, la disponibilidad de métodos
diagnósticos y terapéuticos alternativos, el estado general del paciente y el
grado de entrenamiento de los cirujanos han sido los principales.
Las indicaciones ideales para una relaparoscopia son la peritonitis
postoperatoria, coleperitoneo, oclusión intestinal y hemoperitoneo en paciente
compensado hermodinámicamente. El subdiagnóstico de algunas
complicaciones (peritonitis y coleperitoneo) por la ecografía y tomografía
computada se puede resolver adecuadamente con el uso precoz de la
laparoscopia diagnóstica.
Diferente resulta la situación cuando se plantea el abordaje de pacientes con
perforaciones viscerales (principalmente colónicas) y abscesos abdominales.
Dada la elevada aplicabilidad y efectividad del drenaje percutáneo de abscesos
1257
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Figura 8. Hallazgo de resección y clipado de vía biliar principal. Se realizó drenaje abdominal y biliar
por vía laparoscópica. A los dos meses se realizó reparación definitiva con hepático-yeyuno-
anastomosis
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Cirugía | Parte VIII
B. Complicaciones hemorrágicas
Para estos casos, la videolaparoscopia puede ser una herramienta
sumamente útil cuando es empleada en pacientes estables,
hemodinámicamente compensados y realizada por cirujanos con
entrenamiento e instrumental adecuados.
La estabilidad hemodinámica del paciente resulta fundamental para evitar la
magnificación de los trastornos cardiovasculares propios del neumoperitoneo.
En la toma de decisiones debe considerarse la posibilidad de un síndrome
compartimental abdominal subclínico en los pacientes con gran distensión
abdominal brusca, con persistente hipotensión arterial y oliguria, a pesar de
una resucitación enérgica. En estos casos la realización del neumoperitoneo
podrá ser difícil, condicionar hipotensión intraoperatoria y eventuales
complicaciones cardiológicas. La descompresión y aspiración inicial por el
orificio del trocar umbilical representa una alternativa para mejorar la situación
del paciente previo a la exploración abdominal. La reevaluación del estado
hemodinámico del paciente, el juicio clínico y el sentido común del cirujano
definirá si se justifica allí la relaparoscopia.
En el manejo laparoscópico de las complicaciones hemorrágicas y a modo de
resumen podemos mencionar que en un porcentaje no despreciable de estos
pacientes estables con hemorragias intra-abdominales, no podrá demostrarse
la causa de la hemorragia y el gesto terapéutico sólo consistirá en la remoción
de coágulos y lavado peritoneal.
En otro grupo de pacientes será factible demostrar y tratar la causa de la
hemorragia por vía laparoscópica, como es la originada en los orificios de los
trócares de acceso laparoscópico, o en la zona operatoria (lecho de resección,
vasos sangrantes de la zona operatoria, desgarro de otras estructuras, etc.)
(Figura 9).
1263
Cirugía | Parte VIII
C. Obstrucción intestinal
Esta es una de las complicaciones postoperatorias donde se emplea con más
frecuencia la laparoscopia para su resolución (Figura 10).
1264
Cirugía | Parte VIII
Figura 10. Brida postoperatoria condicionante de oclusión intestinal luego de colectomia por vía
abierta
1265
Cirugía | Parte VIII
E. Otras complicaciones
Las complicaciones precoces de las operaciones colónicas, antireflujo
gastroesofágico y cirugía bariátrica también son pasibles de solucionar por vía
laparoscópica. De esta manera se resolvieron filtraciones anastomóticas o de la
línea de suturas, hernias agudas, funduplicaturas estrechas y cierre estrecho de
los pilares, etc. En estos casos el grado de entrenamiento del cirujano fue
condicionante del uso y efectividad de la relaparoscopia, lo que motivó en
algunas series que la aplicabilidad inicial de la relaparoscopia fuera del 17 % y
luego llegara hasta el 78 %.
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Cirugía | Parte VIII
Figura 11. Inserción de trocar en zona umbilical en paciente con cicatriz mediana supra en
infraumbilical y subcostal derecha
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Cirugía | Parte VIII
Figura 15. Reoperación por coleperitoneo postoperatorio posterior a resección hepática abierta.
Obsérvese incisión umbilical para trocar. Los drenajes fueron colocados a través de trocares de 5 mm.
La incisión subcostal permanece cerrada
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Cirugía | Parte VIII
Figura 16. Fibrina en superficie serosa y asas intestinales distendidas secundarias a coleperitoneo
1269
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
1271
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía sugerida
Agresta F., Ansaloni L., Balocchi G., et al. Laparoscopic approach to acute abdomen from the
Consensus Development Conference of the Societa Italiana de Chirurgia and the European
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Pekolj J., Ardiles V., Hyon S., Complicaciones de la cirugía abdominal. Cómo manejarlas. Clínicas
Quirúrgicas del Hospital Italiano. Delhospital ediciones. 2014
Pekolj J., Manejo de las complicaciones más frecuentes de la cirugía abdominal. Rev. Argent.
Cirug. 2003, Número extraordinario.
1272
Cirugía | Parte VIII
DRENAJE PERCUTÁNEO
ABDOMINAL Y
TRANSORIFICIAL GUIADO
POR IMÁGENES
ARIEL COSOLI, HORACIO D’AGOSTINO
Y MIGUEL ÁNGEL DE GREGORIO ARIZA
1273
Cirugía | Parte VIII
1274
Cirugía | Parte VIII
1275
Cirugía | Parte VIII
Principios básicos
1.- Saber qué se va a drenar
2.- Conocer al paciente que se está tratando
3.- Drenar la colección totalmente
4.- Seguimiento
Del paciente
Del catéter
1276
Cirugía | Parte VIII
1277
Cirugía | Parte VIII
4.- Seguimiento
Seguimiento del enfermo
Clínico: mejoría del enfermo, resolución del dolor, fiebre,
deformidad/obstrucción.
Laboratorio: normalización de la leucocitosis, mejorar la nutrición.
Imágenes: controlar con imágenes; cuando el paciente no mejora o empeora
luego del drenaje, propósitos académicos.
Seguimiento del catéter
Controlar el catéter: rondas diarias en enfermos hospitalizados, seguimiento
por consultorio externo; cuando el paciente no mejora o empeora luego del
drenaje, propósitos académicos. Controlar el volumen diario del drenaje.
Características del fluido. Radioscopia del catéter.
Manejo del catéter: fijación externa. Drenaje bajo cama en bolsa. Succión
(intermitente/continua). Irrigación.
Sugerencias para la irrigación segura del catéter: aspirar todos los líquidos
residuales de la cavidad. Inyectar 5-10 ml de solución salina. Aspirar
totalmente. Instilar 5 ml de solución salina.
Seguimiento del catéter en colecciones con fluidos viscosos o con partículas
Irrigación vigorosa para remover/debridar tejidos necróticos.
Jeringas grandes (60 ml)
Utilizar solución salina en hígado
1278
Cirugía | Parte VIII
1279
Cirugía | Parte VIII
Catéteres de drenajes emparejados = optimización del drenaje. Punción guiada por ecografía
1280
Cirugía | Parte VIII
Control radioscópico
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Materiales y método
Estrategia de tratamiento y evacuación con drenaje vigoroso, lavado y
aspiración de:
Colecciones bien circunscriptas (pseudoquiste, absceso)
Drenaje compartimental cuando no están bien definidos los márgenes de
la colección en las imágenes
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Cirugía | Parte VIII
1286
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Resultados
Catéteres de drenaje Pts %
Único 25 20
Múltiple 96 80
Recambio – revisión del drenaje (electivo)
Rango 1-15
Duración de la cateterización (días)
1288
Cirugía | Parte VIII
Promedio 51.57
Rango 4-237
Media 36
45 pacientes 30
15 pacientes > 100
Complicaciones
Relacionados con el catéter de drenaje
Dolor (acceso intercostal, catéteres grandes)
Extracción accidental
Bloqueo del drenaje
Fístulas pancreáticas*
Pancreato-cutánea
Pancreato-enteral
* Todas cerradas excepto en un paciente
1289
Cirugía | Parte VIII
Conclusiones
El drenaje percutáneo combinado con drenaje endoscópico (NOTES) puede
reducir el número de catéteres de drenaje, su revisión y la duración de la
cateterización.
Clasificación anatómica
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Cirugía | Parte VIII
1291
Cirugía | Parte VIII
Transvaginal/Transglútea/Transperineal/Transrectal
Disponibilidad de equipamiento
1292
Cirugía | Parte VIII
Aguja de punción
1293
Cirugía | Parte VIII
Aguja de punción
Drenaje transrectal/transvaginal
Equipamiento y material necesario
Transductor endovaginal con guía de aguja para punción
Aguja larga (20-30 cm) 18 g
Guías blandas
Catéteres pigtail
Preparación y posición del paciente
Sonda Foley vesical
Decúbito lateral
Posición ginecológica
NO USAR ESPÉCULO O ANOSCOPIO
1294
Cirugía | Parte VIII
Acceso transglúteo
Indicaciones
Colecciones estériles o infectadas de la pelvis menor.
Evitar lesiones del nervio ciático o vasos sanguíneos (considerar la cercanía
del sacro). DOLOR Y COMPLICACIONES
1295
Cirugía | Parte VIII
Acceso transperineal
Pacientes con colecciones postoperatorias en el piso pelviano.
El drenaje a través de heridas quirúrgicas previas es simple y seguro.
Conclusiones
Drenaje guiado por imágenes percutáneo/transorificial
Bien indicado y bien realizado es un acceso inicial eficiente para la
evacuación y la resolución de colecciones abdominales estériles o infectadas.
La endoscopia, la laparoscopia o la cirugía abierta pueden ser utilizadas
para resolver los infrecuentes casos donde no se logra la evacuación completa,
o ante la falla del drenaje percutáneo.
1296
Cirugía | Parte VIII
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1297
Cirugía | Parte VIII
ABDOMEN ABIERTO: DE LA
INDICACIÓN INICIAL AL
CIERRE DEFINITIVO
DANIEL E. WAINSTEIN Y JESICA LANGER
Introducción
El desarrollo tecnológico ha permitido el incremento en la cantidad y
complejidad de la cirugía abdominal en los últimos años. Por otra parte, el
progreso en los cuidados perioperatorios ha logrado que los pacientes
operados soporten exitosamente el trauma quirúrgico y eventuales
complicaciones cuya gravedad era antes difícil de superar.
Los indudables beneficios de los cambios mencionados trajeron como
contrapartida nuevos desafíos. En este contexto, se observa con mayor
frecuencia en los servicios de cuidados críticos las denominadas catástrofes
abdominales. Dicho término, no novedoso, admite más de una interpretación y
ha sufrido cambios en su significado con el paso del tiempo. Actualmente, en el
ámbito de la cirugía general, es atribuido principalmente a un paciente crítico,
afectado por una patología severa y con abdomen abierto (AA), condición que
conlleva una elevada mortalidad (20 a 60%). Su tratamiento es complejo,
requiere de un abordaje multidisciplinario, donde el manejo del AA es
responsabilidad indelegable del equipo quirúrgico. Si bien es esperable
encontrar entre las causas mas frecuentes patologías graves, cirugías complejas
y urgencias quirúrgicas, llama la atención, en las distintas series publicadas, la
presencia en aumento de esta complicación a consecuencia de procedimientos
de menor complejidad y más cotidianos. Por tal motivo, el siguiente es un
tópico de especial interés para los cirujanos orientados a la patología
abdominal en cualquiera de sus especialidades.
En el presente capítulo se realizará una detallada descripción de los distintos
aspectos médicos y quirúrgicos que hacen al manejo del AA, desde la operación
inicial hasta el cierre definitivo de la pared abdominal.
1298
Cirugía | Parte VIII
Perspectiva histórica
Si bien existieron reportes anteriores, es durante la Segunda Guerra Mundial
cuando dicha práctica adquiere relevancia, para el manejo quirúrgico de las
heridas abdominales, siendo Ogilvie quien en 1940 describe su técnica basada
en compresas humedecidas con vaselina, las cuales se suturaban con catgut a
la aponeurosis. El propósito era proteger las vísceras de la exposición al
ambiente y evitar la retracción de la pared abdominal. Publicaciones ulteriores
del mismo autor presentaron su uso para el tratamiento de la peritonitis,
dejando el abdomen abierto por 1 a 4 días, homologándolo al tratamiento de
cualquier herida infectada, la cual permanecía abierta para un posterior cierre
una vez controlada dicha infección.
Existieron diversos estudios en los años siguientes sobre el uso y los
beneficios de la técnica del AA, pero fue recién en la década del 80 cuando, con
la entonces novedosa estrategia de relaparotomías programadas, adquirió
mayor difusión. Uno de los trabajos más representativos acerca de las ventajas
de la relaparotomia programada sobre la tradicional “reoperación a demanda”
fue el de Penninckx y col. Este grupo de cirujanos belgas publicó un estudio
retrospectivo sobre 42 pacientes con sepsis abdominal severa sometidos a
relaparotomías programadas cada 2 o 3 días hasta controlar el foco infeccioso.
Luego de las primeras reexploraciones cerraban la pared abdominal hasta que,
finalmente, ante la imposibilidad de continuar con el cierre de la fascia,
dejaban el abdomen abierto y contenido generalmente por una malla
irreabsorbible. Con dicha estrategia lograron una reducción significativa de la
mortalidad, de 73 a 36 %. No obstante, sus beneficios fueron motivo de
controversia a lo largo del tiempo. Complicaciones como la evisceración y las
fístulas enteroatmosféricas, el manejo complejo de la herida e incluso mayor
mortalidad que la relaparotomía según demanda fue en detrimento de su uso.
En la década del 90, con el refinamiento de los métodos de cierre abdominal
transitorio (CAT), un nuevo concepto en la cirugía de urgencia renovó el interés
en el AA: el control del daño (CD). Dicho concepto consiste en el tratamiento
quirúrgico por etapas ante un paciente con severas alteraciones fisiológicas,
controlando inicialmente el derrame de fluidos (sangre, líquido entérico, bilis,
etc.) y luego de un período variable de recuperación en la UCI, completar la
resolución de la injuria en una o más sesiones quirúrgicas. El CD, proveniente
de la cirugía vascular de urgencia y del trauma, se ha extendido posteriormente
también al manejo de la sepsis abdominal. No obstante, la discusión acerca de
los beneficios y limitaciones del AA persisten aún en búsqueda del lugar preciso
que dicha estrategia debería ocupar en la cirugía de urgencia.
1299
Cirugía | Parte VIII
Definición y clasificación
Se define al AA como la separación de los planos cutáneo, muscular y
aponeurótico con exposición visceral controlada que ocurre luego de una
laparotomía. Dicha táctica requiere necesariamente un método de cierre
abdominal transitorio (CAT).
Una visión moderna del tema en cuestión debería considerar el AA no
solamente como un recurso quirúrgico para una situación extrema. Por el
contrario, se trata de una estrategia terapéutica dividida en diferentes etapas
de duración variable, desde escasos días a varios meses, período durante el
cual habrá que resolver el foco, resucitar al enfermo crítico y finalmente
restablecer la anatomía y función de la pared abdominal. Dicha estrategia, que
debe ser cuidadosamente planificada desde la misma urgencia, se divide en 3
etapas: 1) laparostomía, 2) cierre abdominal temporario y 3) cierre definitivo de
la pared abdominal. Simultáneamente, se deberán tomar los recaudos
necesarios para minimizar el riesgo, ciertamente elevado, de nuevas y mayores
complicaciones.
En el año 2009, Bjork estableció una clasificación de AA según su
complejidad, la que posteriormente fu modificada por el mismo autor y con el
respaldo de la Sociedad Mundial del Compartimento Abdominal (WSACS).
Dicha tipificación representa un paso importante para ordenar y comparar
distintas poblaciones en estudio (Tabla 1).
1. Sin adherencias
1A. Limpio
1B. Contaminado
1C. Con derrame de material entérico
2. Con adherencias
2A. Limpio
2B. Contaminado
2C. Con derrame de material entérico
3. Abdomen congelado
2A. Limpio
2B. Contaminado
1300
Cirugía | Parte VIII
Trauma abdominal
Peritonitis PO
Aneurisma de aorta
Isquemia intestinal
Fascitis necrotizante
Pancreatitis
Oclusión intestinal
Tumor infiltrante de pared
Quemaduras graves
Evisceración
Todas ellas pueden ser incluidas en al menos uno de los siguientes grupos:
prevención y tratamiento del síndrome compartimental abdominal, sepsis
abdominal severa y estrategia del control del daño.
1301
Cirugía | Parte VIII
1302
Cirugía | Parte VIII
falla renal con oliguria que progresa a la anuria sin el tratamiento adecuado
(Tabla 3).
1303
Cirugía | Parte VIII
1304
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
Existen cuatro principios fundamentales en el manejo de la HIA: 1)
monitoreo seriado de la PIA, 2) optimizar la perfusión sistémica y la función
orgánica, 3) tratamiento médico específico para reducir la PIA, y 4)
descompresión quirúrgica a través de un laparostomía descompresiva.
Un correcto manejo de la sedación, de la analgesia y del bloqueo
neuromuscular puede ser utilizado para lograr disminuir la PIA. El objetivo
primario es la correcta reposición de fluidos para corregir la hipovolemia y
prevenir la falla de órganos blanco. Sin embargo, hay que prestar especial
atención en evitar un excesivo balance hidrosalino positivo, lo cual genera el
efecto opuesto al buscado empeorando de PIA, generando un SCA secundario.
La descompresión por vía quirúrgica, es decir, la realización de una
laparostomía descompresiva es la indicación adecuada en pacientes con HIA
refractaria al tratamiento o en aquellos en que ya se ha instalado el SCA. Los
objetivos de la cirugía son disminuir drásticamente la PIA a fin de evitar la falla
de los distintos órganos y sistemas, permitiendo de esta manera continuar con
una adecuada reanimación. Con la descompresión hay un inmediato descenso
de la PIA y una rápida recuperación de la función de algunos órganos, pero la
insuficiencia renal usualmente requiere tiempo adicional para ser
revertida.
Control del daño
El CD es una estrategia terapéutica que describe cirugías de salvataje para
pacientes en situación de grave inestabilidad fisiológica. Dichas fases son: 1)
laparotomía inicial y AA, 2) reanimación en UCI y 3) reoperación programada.
Los objetivos de la laparotomía inicial son controlar la hemorragia, evitar
contaminación y prevenir el SCA mediante el AA. La reanimación en UCI
persigue el recalentamiento central del paciente, proporcionar apoyo
1305
Cirugía | Parte VIII
1306
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Cierre de la piel
La cobertura de la herida laparotómica puede ser de utilidad en casos de
necesitar cerrar rápidamente la cavidad abdominal. Según distintos estudios,
dicho método está asociado con una incidencia elevada de HIA por lo que no se
recomienda su indicación.
Bolsa de Bogotá
Osvaldo Borráez, cirujano del Hospital San Juan de Dios de Bogotá
(Colombia), realizó en el año 1984 un aporte importante a la técnica del AA con
el empleo de una lámina de polivinilo como CAT. Posteriormente, este hecho
fue difundido en Estados Unidos por K. Mattox, quien la denominó “bolsa de
Bogotá”. Consiste en la fijación a la fascia o la piel de una bolsa estéril de 3 L de
irrigación o similar material, la que provee cobertura atraumática de las
vísceras expuestas y permite la visualización y monitoreo permanente de su
estado.
A partir del 2008, el mismo Borráez agregó a su técnica otra lámina de
polietileno fenestrada, de ubicación subperitoneal con el objeto de impedir las
adherencias víscero-parietales y así facilitar aún más el acceso a la cavidad
abdominal. La bolsa de Bogotá es poco duradera, ineficiente para la remoción
de secreciones tóxicas y para evitar la retracción de la fascia. Por tal motivo, y
por la irrupción de métodos más modernos, muchos equipos de trauma han
abandonado su uso. No obstante, por ser un método de aplicación sencilla, el
mas accesible y económico, sigue siendo uno de los más utilizados,
especialmente en centros no especializados de cirugía general (Figura 2).
1308
Cirugía | Parte VIII
Mallas sintéticas
Las mallas sintéticas, tanto las absorbibles como las no absorbibles,
constituyen una alternativa frecuentemente utilizada como método de CAT. La
fijación firme a la fascia mediante suturas permite una sólida contención
abdominal con el beneficio agregado de que ante la reducción del edema
intestinal, es posible la aproximación progresiva de los bordes de la herida
mediante la sección medial de la prótesis, recorte y nueva sutura o bien
simplemente su plicatura. Las prótesis absorbibles pueden ser dejadas en su
sitio en el cierre quirúrgico, mientras que las no absorbibles son usualmente
removidas.
Existe en el mercado una gran variedad de mallas permanentes con
diferentes diseños macroporos, microporos y compuestas. Las prótesis clásicas,
de estructura reticular, previenen la retracción de la fascia, permiten evacuar
las secreciones y visualizar el estado de las vísceras subyacentes. Los cirujanos
están mayormente familiarizados con su aplicación y son relativamente
accesibles. Por otra parte, si bien el origen de una fístula enteroatmosférica es
multicausal (ver capítulo Fístulas Enterocutáneas), la reparación con prótesis de
estructura reticular, especialmente aquellas con macroporos, está fuertemente
asociada con dicha complicación.
Las prótesis de pequeños poros como el politetrafluoroetileno son menos
adherentes a las vísceras que las anteriores, sin embargo no están exentas de
reparos. En principio, el diseño compacto no permite el monitoreo mediante
visualización directa del estado de las asas intestinales. Además, el pequeño
tamaño de los poros dificulta la respuesta inmunológica a la colonización
bacteriana por lo que facilitan la infección. Finalmente, son de un elevado
costo, teniendo en cuenta su carácter transitorio en el caso de AA.
Las mallas compuestas presentan una capa de microporos o material no
reticular (celulosa, colágeno, etc.) del lado a contactar con las vísceras y otra
capa de macroporos en la superficie opuesta con el objeto de promover la
granulación y la integración tisular. Hasta el momento, sólo existen escasas
publicaciones sobre su aplicación en AA, lo que dificulta establecer claramente
la superioridad con respecto a las mallas reticulares. Algo similar sucede con las
prótesis biológicas: ambos tipos de prótesis son presentadas por sus
fabricantes como alternativas superadoras respecto de las clásicas. No
obstante, debido a que se trata de productos altamente costosos, sería
conveniente postergar su implementación hasta constatar resultados
claramente superiores.
1309
Cirugía | Parte VIII
Parche de Wittmann
El parche de Wittman (Star Surgical Inc., Burlington, WI, USA) consta de dos
hojas de poliamida y polipropileno suturadas a la aponeurosis que se unen en
aposición mediante un sistema de velcro. Dicho dispositivo facilita, mediante la
apertura de la malla, el rápido acceso a la cavidad abdominal. Además
preserva el dominio y permite la reaproximación progresiva de la fascia (Figura
3). Algunos estudios retrospectivos acreditan un cierre primario de la fascia
mayor al 80 % de los casos tratados mediante dicho sistema. Por otra parte, el
parche de Wittman no permite un adecuado drenaje de los fluidos
intraabdominales, y la sutura a los bordes de la fascia atenta, al igual que en el
caso de las mallas, contra su integridad, lo que hace más dificultoso el cierre
definitivo. Cabe agregar que se trata de un producto comercial de alto costo y
difícil disposición en nuestro medio.
Figura 3. El Parche de Wittmann como método de CAT previene la perdida de domicilio y facilita el
cierre primario de la pared abdominal
ABRA
El ABRA (ABRA®, Canica, Almonte, Ontario, Canadá) es un sistema de
aproximación dinámica diseñado con el principal objetivo de lograr el cierre
primario y progresivo del AA (Figura 4). Consiste en la aplicación de puntos
transparietales diferidos a 5-6 cm de los bordes de la herida y la piel. Dichos
puntos están constituidos por cordones gruesos de elastómeros que apoyan
sobre una plataforma de silicona que protege la piel y la herida, esta última
cubierta también con un film fenestrado en posición subperitoneal. De esta
forma, es posible la aproximación de los bordes de la pared abdominal en la
medida en que se reduce su edema y el de las vísceras. Durante el
procedimiento es posible el acceso periódico a la cavidad abdominal para
realizar lavados y recambio del film. A diferencia de otros sistemas de
aproximación como el parche de Wittman y la plicatura de las mallas, el ABRA
mantiene la integridad de la fascia en tanto no requiere de suturas de fijación a
ella.
1310
Cirugía | Parte VIII
Figura 4. Sistema ABRA (Abdominal Re-aproximation Anchor System) fue diseñado con el objetivo
principal de lograr el cierre primario de la pared abdominal prescindiendo de una operación adicional
Técnicas de vacío
En los últimos años, las técnicas de tratamiento mediante vacío se han
difundido ampliamente también para el tratamiento del AA. Schein y col.
fueron los primeros en publicar, en 1986, la aplicación de vacío en un AA. Los
investigadores describieron la “técnica del sándwich” compuesta por una malla
de polipropileno como método de contención abdominal en una herida
cubierta por un film. El interior de la cámara así conformada quedaba
atravesado por dos catéteres de succión, los que generaban presión negativa.
Dicha técnica fue posteriormente modificada por Barker y col. en 1995 al
agregar gasas húmedas o toallas quirúrgicas dentro de la cámara de vacío.
Desde entonces se la conoce como Barker vacuum pack technique.
La aplicación local de vacío para diferentes tipos de heridas y fístulas
enterocutáneas, cuyos pioneros fueron diversos investigadores rusos a
mediados del siglo pasado y, en nuestro medio, Fernández y col. en los años
80, ha sido últimamente modernizada con la aparición en el mercado de
modernos dispositivos de succión y materiales refinados para colocar sobre la
herida (VAC; KCI, San Antonio, TX y Renasys; Smith & Nephew, Inc. St Pet., US).
La técnica en cuestión consiste primeramente en la aplicación de una lámina de
polietileno fenestrada sobre el plano visceral y subperitoneal. Sobre dicha
lámina se colocan diferentes tipos de materiales hidrófugos (esponja de
poliuretano, gasas húmedas, fibras poliméricas, etc.) y en su interior se
introduce un catéter que conecta con un bomba de succión y un reservorio
como depósito de fluidos. Finalmente se cubre todo con un film adhesivo fijado
a la piel sana circundante. Al accionar la bomba de vacío con una presión de 80
a 120 mmHg se logra el efecto de compactación de la herida (Figura 5).
1311
Cirugía | Parte VIII
1312
Cirugía | Parte VIII
Métodos combinados
El concepto de AA como una técnica pasiva de contención abdominal ha sido
recientemente reemplazado por el de una conducta activa, en donde se busca
no solamente la contención sino también la mayor efectividad en la remoción
de fluidos tóxicos a fin de reducir la chance de falla multiorgánica y además
lograr el cierre temprano de la pared abdominal, o al menos minimizar la
retracción aponeurótica. Los métodos de CAT anteriormente descriptos no
logran satisfacer todos los objetivos deseables. En este contexto se ha buscado
en los últimos años aplicar dos o más técnicas en forma conjunta.
En este marco, la propuesta de Peterson y col. es actualmente la que estaría
logrando mayor adhesión. El método consiste primeramente cubrir las vísceras
con una amplia lámina fenestrada de polietileno. Sobre ella se coloca una malla
de polipropileno suturada a los bordes de la aponeurosis, finalmente se aplica
vacío de la forma anteriormente detallada. Durante la primera curación, luego
de retirar la esponja de poliuretano u otro material compresible utilizado para
la compactación, se corta la malla por la línea media, se recambia el film
fenestrado previo lavado profundo de la cavidad y, si el edema se redujo, se
procede a recortar y suturar los bordes mediales libres de la malla reduciendo
así la brecha de la laparostomía. Según las características de cada centro
asistencial, y el criterio del cirujano, dicho procedimiento se realizará en la
Unidad de Cuidados Intensivos o bien en el quirófano. Luego de la última
curación, se retira el resto de la malla y se cierra la fascia borde a borde (Figura
7).
A B C D
Figura 7. Método combinado de CAT. Aplicación de vacío y tracción medial de la fascia con recortes
progresivos de una malla de polipropileno
1313
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Complicaciones
El AA conlleva un elevado riesgo de complicaciones sistémicas y locales (30 a
80 %). Debe tenerse presente que tales complicaciones son el resultado no
solamente del AA, sino de su asociación siempre presente con una patología
primaria grave, muchas veces incompletamente resuelta, y una condición
crítica del propio enfermo. En este contexto las complicaciones sistémicas más
frecuentes son SIRS, FMO, sepsis, insuficiencia respiratoria y complicaciones
por inmovilización prolongada. Dentro de las complicaciones locales se
destacan: fístula entero atmosférica (5 a 75 %), infección de la herida, absceso
intraabdominal, las complicaciones de las ostomías de descarga y de
alimentación, y finalmente la eventración gigante como secuela.
Dicha morbilidad suma gravedad y todavía mayor complejidad al manejo del
AA. El tratamiento específico es ampliamente abordado en los respectivos
capítulos. No obstante, es importante volver a señalar, aún a riesgo de ser
reiterativos, que la elección y la aplicación adecuada de un método de CAT y
muy especialmente el manejo multidisciplinario por parte de un equipo
acotado de profesionales con experiencia en el tema contribuyen a minimizar
dichos riesgos.
1317
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
HERNIAS DE LA PARED
ABDOMINAL
ALBERTO CARIELLO Y JORGE DEFELITTO
Hernia inguinal
I | Definición
Es la protrusión de peritoneo, grasa preperitoneal y/o vísceras abdominales
a través del orificio miopectíneo de Fruchaud (región inguinofemoral señalada
con un círculo en el gráfico de la izquierda).
II | Epidemiología
Tiene una prevalencia de 4 a 7 % en la población occidental, con una razón
de masculinidad de 20:1. En Estados Unidos la hernioplastia inguinal (operación
correctora del defecto) tiene una incidencia de 100 a 300 op./100.000 hab./año
(unas 600.000 al año), lo que muestra la importancia sanitaria y económica del
fenómeno.
1322
Cirugía | Parte VIII
VEJIGA
1323
Cirugía | Parte VIII
Ligamento de POUPART
Ligamento de GIMBERNAT
Hernia Obturatriz
Hernia Inguinal Indirecta
Hernia Crural
Hernia Inguinal Directa
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Cirugía | Parte VIII
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M. Oblicuo Menor
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Clasificación de Gilbert
[Gilbert, A. I. Am J Surg. 1989, Mar; 157 (3): 331-3]
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
NOMBRE
MATERIAL DESCRIPCIÓN
COMERCIAL
IMAGEN
Es cara y se puede
fabricar con una
porosidad muy fina
Politetrafluoroetileno en una de sus caras,
(PTFE) lo que permite
colocarla
directamente sobre
Goretex® las vísceras
Al contar con 75 % de
material absorbible,
Poliéster +
deja poca cantidad de
Poliglactina
material extraño a los
tejidos
Vypro®
1333
Cirugía | Parte VIII
1334
Cirugía | Parte VIII
B – Técnicas laparoscópicas
B – I – Técnica transabdomino pre-peritoneal (TAPP): es la más usada en la
actualidad, y su indicación específica es en las hernias recidivadas, en las que
abordando la región desde atrás se evita disecar sobre la fibrosis de la plástica
primaria o tener que extraer una malla de la operación anterior. En nuestro
medio, el Dr. R. Cerutti y colaboradores, del Hospital Británico de Buenos Aires,
han presentado en la Academia Argentina de Cirugía en abril de 2008 una serie
de 377 pacientes tratados con TAPP, con seguimiento a 10 años (72,6 % de los
operados) con resultados que pueden considerarse excelentes (su serie
histórica 1993-2008 son 5400 hernioplastias TAAP).
1335
Cirugía | Parte VIII
COMPLICACIONES Nº %
Recidivas 5 1,30 %
Hidrocele 1 0,20 %
Obstrucciones intestinales 0 -
Lesiones viscerales 0 -
1336
Cirugía | Parte VIII
4- Cerramos el colgajo peritoneal con puntos o con tacks
helicoidales mecánicos, evitando el contacto de la
malla con las vísceras abdominales. Hay que tener la
precaución de evitar colocar tacks en el triángulo de
Doom (entre m. psoas y c. deferente, donde están los
vasos Ilíacos) y en el triángulo del Dolor (entre el m.
psoas y la c. ilio-pubiana donde están los nervios
genitocrural y femorocutáneo)
1337
Cirugía | Parte VIII
precauciones para que esto no ocurra. Sin embargo, cuando ocurre, predispone
al rechazo de la malla protésica colocada y a la recidiva herniaria.
C – Seroma de la zona operatoria o hidrocele: es la acumulación de líquido
seroso y se produce cuando ha habido extensas disecciones, habitualmente
innecesarias, como producto de la lisis del tejido graso. Es un “caldo de
cultivo”, por lo que, por lo general, no debe ser evacuado por punción con
aguja. Sólo cuando sea muy extenso, se debe punzar y extraer en medio
aséptico y luego dejar una compresión continua para evitar su repetición.
D – Orquitis isquémica y atrofia testicular: se pueden producir como
consecuencia de trombosis venosa de las venas del cordón espermático
provocada durante la disección del saco herniario. La orquitis isquémica genera
dolor, tumoración testicular dura y fiebre moderada entre las 24 y 72 hs de la
operación, en su evolución puede causar la atrofia testicular al cabo de unos
meses.
E – Neuralgia residual post-hernioplastia: es más común en la técnica
abierta aunque puede ocurrir en la técnica laparoscópica. Es tal vez la más
frecuente de las complicaciones y se debe a varias situaciones relativas a los
nervios de la región. Según Chevrel, J. P. PG Gral Surg. 4: 142, 1992:
1 – Dolor neuroma: se produce por la proliferación de fibras nerviosas fuera
del neurilema después de la sección nerviosa parcial o total. Hay hiperestesia
siguiendo el dermatoma correspondiente y dolor agudo en el sitio del corte.
2 – Dolor de desferentación: se produce por sección o atrapamiento de un
nervio y produce una zona de anestesia y una circundante de hiperestesia, con
dolor crónico paroxístico.
3 – Dolor proyectado: se produce cuando un nervio indemne es atrapado por
una zona de fibrosis, produce dolor al tacto leve sobre el trayecto de dicho
nervio.
4 – Dolor referido: por una lesión a distancia, un granuloma por hilos de
sutura o el muñón del saco peritoneal y refieren el dolor a la superficie.
F – Recidiva herniaria o eventración post-hernioplastia: si bien no reviste
gravedad para el paciente, es la complicación más temida por el cirujano. Es el
fracaso del tratamiento y deja de nuevo al paciente en el punto de partida, en
el mejor de los casos, ya que se ha trabajado en la región y es frecuente que
haya fibrosis y destrucción de los elementos anatómicos de la región.
1338
Cirugía | Parte VIII
TÉCNICA RECURRENCIA
Bassini 3-25 %
Mc Vay 2-15 %
Nyhus 3-21 %
Shouldice 0,2-3 %
Lichtenstein 0-1.7 %
Hernia crural
Anatomía quirúrgica
El orificio o infundíbulo (embudo) crural, se halla ubicado por debajo de la
arcada de Poupart, por sobre la rama iliopubiana revestida por su ligamento de
Cooper, bordeada por dentro con el ligamento de Gimbernat y por fuera es
cerrado por el músculo psoas, revestido por la cintilla iliopectínea. Mediante
dicho orificio se conectan la cavidad abdominal con la región femoral del
triángulo de Scarpa.
En el espacio antes delimitado, transcurren, contando desde el ligamento de
Gimbernat, que es el más interno, hacia afuera, los vasos iliofemorales (vena
más interna, arteria y nervio crural), envueltos todos en láminas fibrosas que
constituyen verdaderos ligamentos. El orificio crural, por donde se ubican
ganglios linfáticos (ganglio de Cloquet), es el lugar donde con mayor frecuencia
se producen las hernias de esta región. Alrededor de estos elementos pueden
protruir las hernias, ubicándose de manera prevascular, retrovascular, pectínea
y externa, de aparición excepcional.
Esta hernia posee un saco fino y alongado adaptándose a las características
del infundíbulo donde se halla alojada, generalmente precedida de un lipoma
pre-herniario, que a medida que el saco crece se ubica perisacularmente. Su
contenido por lo general suele ser epiplón mayor, que actúa a modo de tapón
defensivo, para evitar la introducción, generalmente, de asas intestinales
delgadas.
El hecho de ser el sexo femenino el que padece más frecuentemente este
tipo de hernia (3 crurales por cada inguinal en la mujer; 20 inguinales en el
1339
Cirugía | Parte VIII
hombre por cada inguinal en la mujer) hace suponer que la tipología pelviana,
la tendencia mayor de obesidad en la mujer y los partos, suelen ser factores
predisponentes y también desencadenantes en su producción.
Diagnóstico diferencial
Es de suma importancia este punto, ya que la tumoración herniaria puede
ser fácilmente confundida con patologías quirúrgicamente banales y cometer
errores inducidos por una presunción diagnóstica equivocada.
Si la hernia es reductible puede confundirse con hernia inguinal,
especialmente en pacientes obesos o de tipología longilíneos.
Las várices de la safena interna, especialmente de su cayado, y la existencia
de várices del resto del miembro y/o complejo varicoso, puede aclarar el
diagnóstico.
Si la hernia es irreductible, la confusión más frecuente es con la adenitis
crónica. Las causas de ésta son las infecciones crónicas del miembro inferior,
principalmente complejo varicoso o síndrome post-flebítico ulceroso.
1340
Cirugía | Parte VIII
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Hernia inguinal
Dilatación varicosa cayado safena
Tumores inguinales
(lipoma, linfomas, adenopatías)
Abscesos del psoas
(fríos, fluctuantes, por fuera a. fem.)
Tratamiento
Es quirúrgico, como en la hernia inguinal. El abordaje puede ser por:
vía crural o femoral (baja subinguinal). Bassini: se diseca el saco,
reduce o reseca el contenido desde abajo del infundíbulo. Una vez
cerrado el saco se trata de cerrar el orificio mediante una sutura que
une la arcada de Poupart al ligamento de Cooper.
vía inguinal (Ruggi-Parlovecchio). Es la preferida en general y soslaya
los errores diagnósticos. Se abre el trayecto inguinal, se expone la
arcada y a nivel del triángulo medio de Hesselbach se diseca el saco
herniario crural que se dirige hacia abajo, siendo necesario, a veces,
para su liberación la sección de la arcada. Una vez que se tiene a mano
el saco con su contenido, se realiza el tratamiento de éste y luego la
plástica herniaria como si fuera una hernia inguinal, pero tratando de
1341
Cirugía | Parte VIII
Hernia Saco
1342
Cirugía | Parte VIII
Hernia umbilical
Es la protrusión del saco peritoneal con o sin lipoma preperitoneal, con o sin
contenido abdominal de asas intestinales.
Desde el punto de vista anatómico está conformada por el ombligo donde la
piel hace contacto con la aponeurosis sin grasa interpuesta como ocurre en los
costados, existiendo un nódulo fibroso que tapona un orificio congénito
delimitado por las láminas aponeuróticas del recto anterior del abdomen, el
cual se halla separado entre sí desde el apéndice xifoides hasta por debajo de
esta zona, donde con más cuerpo carnoso se juntan en la línea media.
1343
Cirugía | Parte VIII
Fisiopatología
En el adulto el origen de esta hernia se produce por dos mecanismos:
1) predisposición constitucional de la región en cuanto a la laxitud de
tejidos fibrosos y aponeuróticos, tejidos grasos en obesos que tienden a
pulsar por la zona debilitada y diastasis que desprotege la zona
permitiendo su elongación, ampliación del orificio y protrusión del
contenido abdominal;
2) el aumento de presión abdominal puede tener dos orígenes:
a) primario o fisiológico: gestación, esfuerzos fisiológicos o físicos. Deben
resolverse con tratamiento quirúrgico. Se denomina hernia enfermedad.
b) secundario o patológicos (hernia síntoma): especialmente ascitis ya sea
por hipertensión portal o de origen neoplásico. Estos no deben ser
operados ya que se complican con fístulas ascíticas incontrolables. En el
caso de tumores o complicación herniaria, la operación en primer término
estará dirigida a la causa y luego a la reparación anatómica.
En el niño aparece en los primeros meses de vida extrauterina hasta el año
de vida. Generalmente no ocasiona consecuencias y retrograda con el
desarrollo del niño, debiendo ser tratada médicamente plegando la zona con
tela adhesiva.
En las congénitas, nace el feto con una solución de continuidad en la región
umbilical de distintas magnitudes, que originarán la mantención de las vísceras
intra-abdominales fuera del abdomen, pudiendo ser su contenido algunas asas
intestinales, todo el intestino y/o extrofia vesical y el hígado (onfalocele). El
grado de protrusión visceral originará correlativamente la gravedad del cuadro
del recién nacido, ya que el único elemento que recubre dicha zona es sólo el
amnios que se continúa con la piel del abdomen y no alcanza a constituir una
barrera contra la infección y la contención abdominal, complicándose con
peritonitis mortales si no se actúa rápidamente.
La hernia umbilical se presenta clínicamente como un bultoma de distintos
tamaños que oscilan desde menos de 1 cm de diámetro a sacos de más de 30
cm. Pueden ser uniloculados o multiloculados, dependiendo ello del contenido,
asas intestinales con epiplón que se adhiere parcialmente en distintos sitios del
saco.
1344
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
El quirúrgico es el único tratamiento radical para esta patología, salvo en los
niños que responden bien al tratamiento médico. La técnica a emplear
dependerá fundamentalmente de la magnitud de la hernia, el contenido o si se
halla complicada.
En condiciones normales se deben cumplir lo pasos de toda hernioplastia y
en el caso de grandes hernias el empleo de malla protésica.
Hernia epigástrica
Se forman a nivel de la línea blanca o de la línea media, por los orificios que
producen los vasos y nervios al atravesar las aponeurosis a dicho nivel. Pueden
ser epigástricas o hipogástricas, siendo más frecuentes las primeras.
Generalmente están constituidas por tejido graso preperitoneal y no tienen
saco, lo que provoca un tironeamiento del peritoneo y el consiguiente dolor o
aparentes trastornos digestivos que se acompañan de dolor, que obliga a
realizar estudios biliodigestivos para descartar patología a este nivel.
Se presenta como un nódulo de escaso tamaño, generalmente descubierto
por el mismo enfermo, que puede reducirse espontáneamente a nivel de la
línea blanca, y que provoca dolor al presionar sobre él. El tumor grasoso tiene
la forma de “botón de camisa” y generalmente se ubica con más frecuencia en
la región supraumbilical.
1345
Cirugía | Parte VIII
HERNIA EPIGASTRICA
ATASCADA
HERNIA EPIGASTRICA HERNIA EPIGASTRICA ATASCADA
ATASCADA
SACO CONTENIDO
1346
Cirugía | Parte VIII
LIPOMA
PREHERNIARIO
HERNIA DE SPIEGEL
CIERRE
ORIFICIO
ORIFICIO
HERNIARIO
1347
Cirugía | Parte VIII
Hernia lumbar
Es de excepcional presentación y se puede manifestar a nivel de los
triángulos lumbares de Petit por debajo (formado por afuera el oblicuo mayor,
por dentro el dorsal ancho y por debajo la cresta ilíaca) y de Grynfeld por arriba
(delimitado por el serrato menor y posterior por arriba, el oblicuo mayor por
fuera, los músculos lumbares por dentro y la cresta ilíaca por debajo). Esta
hernia generalmente no posee saco y se observa en individuos muy delgados
con extrema laxitud de los tejidos. Son espontáneas, adquiridas y no presentan
complicaciones.
Hernia obturatriz
Es la procidencia, por el canal subpubiano, del agujero obturador de tejido
adiposo que puede arrastrar un saco peritoneal. Es casi exclusivo del sexo
femenino y de la senectud, presentándose mediante complicaciones, ya que el
bultoma herniario se oculta debajo del músculo pectíneo y no es evidente al
examen clínico.
Al protruir por el canal subpubiano el saco comprime el nervio obturador y
provoca dolor a nivel de la rodilla y la pantorrilla, por los nervios perforantes
sensitivos a ese nivel; dolor que se exacerba al producir movimientos de flexo-
extensión y abducción del muslo sobre la cadera constituyendo el signo de
Romberg-Howship.
1348
Cirugía | Parte VIII
Hernias intersticiales
Son aquellas cuyo saco penetra entre las capas musculares de la pared,
preferentemente cerca de la región inguinal y coexistiendo con esta, de
manera que su presunción se realiza cuando reduciendo una hernia inguinal, se
mantiene un bultoma superior o externo irreducible. Su confirmación es
quirúrgica.
1349
Cirugía | Parte VIII
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1350
Cirugía | Parte VIII
BIOMATERIALES EN CIRUGÍA
DE PARED ABDOMINAL:
PRESENTE Y FUTURO
MANUEL HIDALGO, EDUARDO FERRERO,
MANUEL ORTIZ, ANA HIDALGO
Introducción
La cirugía de la pared abdominal ha visto modificado su contexto en las
últimas décadas, como consecuencia de diferentes factores, que han aparecido
casi simultáneamente y que han condicionado tanto las técnicas quirúrgicas
como el postoperatorio de estos pacientes, que constituyen un considerable
grupo de personas y que plantean repercusiones laborales y sociales de gran
trascendencia.
Las consecuencias de estas modificaciones han incidido de una manera
sorpresiva y han dado lugar a la aparición de nuevos y prometedores caminos,
que posibilitan un atractivo futuro para las personas que padecen esta
patología.
Los resultados no se han hecho esperar y las publicaciones científicas de
todos los países y comunidades se han inundado de artículos, en los que se
describen las excelencias de las nuevas orientaciones terapéuticas, derivadas
de aspectos que hasta hace poco tiempo no eran tenidos en cuenta.
En 1950, Cumberland y Scales describieron los principios básicos que debería
cumplir un biomaterial idóneo: no modificable con los fluidos titulares, que no
provoque reacción inflamatoria, no ser carcinogénico, no provocar alergia o
hipersensibilidad y ser resistente a la presión abdominal. Todos estos requisitos
deberían proporcionar un biomaterial que además de ser biocompatible
tuviese unas propiedades que ofreciesen una buena resistencia mecánica a la
tracción.
Un nuevo paso en el desarrollo de la biocirugía se produjo con la aparición
de los biomateriales en 1944. Éstos deberían llamarse más correctamente
materiales biocompatibles, ya que no se trata realmente de materiales vivos
1351
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Tipo de prótesis
Todas las prótesis deben cumplir una serie de propiedades para ser útiles
como reemplazo o reforzamiento de los tejidos. El modelo matemático
calculaba que la fuerza de la pared abdominal era de 16 N/cm y la elasticidad
de la misma para esa fuerza era en los varones de 23 (± 7 %) y 15 (± 5 %) en
dirección vertical y de 15(± 5 %) en horizontal, y en las mujeres era de 32 (± 7
%) en dirección vertical y de 17(± 5 %) en la horizontal. Posteriormente, Cobb
et al. midieron la presión intraabdominal (vía intravesical) en voluntarios sanos
que realizaban una serie de actividades como saltar, toser, etc., obteniendo
presiones de hasta 252 mm Hg que se correlacionaban con fuerzas de hasta 27
N/cm. De lo anterior se deduce que todas las prótesis que se utilicen deberían
soportar esta fuerza.
Además de cumplir con lo anterior, la prótesis ideal para colocación
intraperitoneal tendría que tener dos caras con funciones opuestas: la
superficie en contacto con las vísceras evitaría la formación de adherencias y la
cara en contacto con el peritoneo se integraría a través del mismo y la grasa
preperitoneal al plano musculofascial. Esta prótesis ideal no existe por el
momento. En la actualidad se utilizan una serie de prótesis que intentan
acercarse a las funciones de esa “prótesis ideal”. Estas prótesis son sintéticas
tanto laminares, irreabsorbibles microporosas (sólidas) < 100 µm tipo
politetrafluoroetileno (PTFE) o absorbibles de ácido poliglicólico: trimetileno
carbonato (Gore Bio-A) como las compuestas o también llamadas de “segunda
generación” formadas con una malla reticular y una barrera irreabsorbible o
absorbible que quedaría en contacto con las vísceras, y aquellas con estructura
reticular fabricadas con materiales que permiten su uso intraperitoneal, y las
1355
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Selección de la prótesis
A la hora de elegir qué tipo de prótesis utilizar, y teniendo en cuenta que
todavía no existe “la mejor” prótesis, la decisión la tomaremos analizando una
serie de factores concurrentes como la técnica a realizar, la situación clínica y la
manejabilidad, disponibilidad y coste de la prótesis a elegir.
Las prótesis de ePTFE han sido utilizadas durante muchos años por ser
inertes y fuertes, sin embargo son hidrofóbicas y dejan gran cantidad de
material extraño en el paciente, además son más difíciles de manejar
comparadas con otras por la falta de memoria, causan mayor incidencia de
seromas y tienen menos resistencia a la infección. Hasta ahora han sido las más
utilizadas y en recientes estudios parece que si se fijan bien y no se dejan
tensas, no se producen retracciones importantes al cabo del tiempo
(Schoenmaeckers EJ, Eriksen JR). Las prótesis compuestas con una capa de PPL
de alto peso sobrepasan ampliamente las necesidades requeridas para una
reparación de la pared, y aunque los cirujanos se pueden sentir satisfechos por
la sensación de una reparación con un material fuerte, los resultados para el
paciente no van a ser totalmente satisfactorios por la cantidad de
complicaciones potenciales que van desde el dolor crónico, sensación de
coraza y falta de elasticidad de la pared, etc. (Klinge U, Saettele TM). Por ello
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Cirugía | Parte VIII
Discusión
La solución de los problemas asociados con material protésico colocado en la
pared abdominal representarán un nuevo trabajo para los cirujanos en los
próximos años. En la actualidad, los problemas derivados de la formación de
adherencias con el tejido visceral, erosión del injerto, emigración y fistulización
del mismo, todavía no han sido eliminados y solucionados de forma
satisfactoria. Sin embargo, con una buena técnica quirúrgica que elimine la
tensión, la isquemia y la disminución en las tasas de infección lograremos
reducir el riesgo de otras importantes complicaciones.
Teniendo en cuenta que las prótesis reticulares son macroporosas y las
laminares microporosas y que a mayor porosidad mayor adherencia, las
prótesis reticulares provocarán una gran reacción fibroblástica concéntrica a
los hilos de la prótesis, lo que produce un atrapamiento desordenado de la
malla y, por tanto, son más susceptibles de provocar adherencias firmes con el
intestino.
Hasta la actualidad no hemos encontrado un tipo de “material ideal” que
combine una buena fuerza tensil con una adecuada elasticidad, que permitiría
disminuir las molestias postoperatorias, evitar las adherencias y que deje poco
material extraño en el organismo, fuente de posibles complicaciones futuras
(infección crónica, dolor, serosas, etc.). La hidrólisis de las mallas reabsorbibles
con poliglactina y ácido poliglicólico es demasiado rápida como para permitir la
creación y maduración óptima del colágeno. Por lo tanto, no son susceptibles
de lograr una buena reparación herniaria sin tensión.
La investigación actual está centrada en evitar la formación de adherencias y
disminuir el peso del material protésico. Mientras que con la construcción de
multifilamentos de alto peso se consigue una alta resistencia, el problema de
las mallas de polietileno es su degradación, que conduce a una reducción en los
mecanismos de estabilidad después de los 10 años. También se ha demostrado
que las mallas de polietileno tienen mayor incidencia de complicaciones
relacionadas con la cicatrización de las heridas, fístulas y formación de seromas
y mayor incidencia de recurrencia herniaria que con la utilización de mallas de
polipropileno. Debido a esta pérdida de la estabilidad a largo plazo y a sus
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Nihus avalan resultados muy buenos con estudios y trabajos de varias décadas
de duración.
Los grupos que realizan sistemáticamente cirugía laparoscópica (Bittner,
Kukleta) han publicado recientemente grandes series de pacientes con buenos
resultados y con una tasa de complicaciones similares a los de la vía posterior,
lo cual confirma la idea de que ambas técnicas son válidas siempre y cuando la
cirugía laparoscópica sea realizada por grupos de expertos. En nuestro criterio,
no puede generalizarse el abordaje laparoscópico, dado que los resultados y las
complicaciones de la laparoscopia son llamativamente peores cuando no se
realizan por expertos.
Donde más discusión existe sobre la vía de abordaje es en el tratamiento de
las hernias incisionales o eventraciones. La laparoscopia ha adquirido aquí una
gran preponderancia respecto del abordaje anterior que, sin embargo, es
preciso matizar en algunos puntos importantes.
Así, en el apartado de los resultados y las complicaciones postoperatorias, la
cirugía clásica tiene una hospitalización mayor, más dolor postoperario y más
dificultad técnica. Los resultados a largo plazo son diferentes según el punto de
colocación de la malla, pero en resumen hay una tasa menor al 10 % en
recidiva como única complicación a largo plazo.
La cirugía laparoscópica aporta menor dolor postoperatorio, menor
hospitalización, una tasa considerable de seromas; debe ser realizada por
expertos; una mayor tasa de recurrencia y sobre todo un hecho preocupante:
la necesidad de dejar una malla intraperitoneal con la posibilidad de
obstrucciones o perforaciones intestinales como consecuencia de ella. El uso de
los tackers para fijar la prótesis es un punto asimismo preocupante por la
posibilidad de formación de neuromas. Creemos que es preciso individualizar
los pacientes, tanto con uno como con otro tipo de abordaje, para obtener
resultados óptimos.
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
1370
Cirugía | Parte VIII
EVENTRACIONES Y
EVISCERACIONES
Fisiopatología, diagnóstico y tratamiento
ROBERTO A. CERUTTI
Eventración
Se denomina eventración, hernia ventral o hernia incisional a la protrusión
subcutánea del contenido intra-abdominal a través de una zona debilitada de la
pared abdominal o lumbar como consecuencia de una intervención quirúrgica,
una brecha posterior a un traumatismo cerrado o una malformación congénita.
La eventración se presenta en el postoperatorio de los pacientes sometidos a
cirugía abdominal en un porcentaje que va del 3 al 13 %.
El contenido puede ser una víscera o epiplón que se aloja en el tejido
subcutáneo dentro de un saco de tejido fibroso y restos del peritoneo.
Etimológicamente la palabra “eventración” significa destrucción parcial de la
pared y se diferencia de la hernia en que ésta protruye a través de orificios
anatómicos.
Tipos de eventración
Las eventraciones las agrupamos en espontáneas o traumáticas; también se
las suele denominar eventraciones no postoperatorias y postoperatorias.
En el primer grupo se incluyen las alteraciones de la pared abdominal
provocadas por afecciones generales, infecciosas o nerviosas (raquitismo,
obesidad, paludismo, tifoidea, poliomielitis, etc.), que son muy poco frecuentes.
Además, deben citarse las consecuencias de partos seguidos, que pueden dar
lugar a la diastasis de los rectos anteriores del abdomen.
En el segundo grupo, a su vez, se pueden dividir en accidentales (heridas o
contusiones de abdomen) y postoperatorias.
1371
Cirugía | Parte VIII
Eventración aguda
Cuando se produce la dehiscencia de la pared en el postoperatorio
inmediato, puede ocurrir que las vísceras irrumpan a través de los planos
músculo-aponeuróticos y queden contenidas sólo por la piel que es más
resistente generando una eventración aguda, pero si ésta también cede y se
produce la exteriorización visceral, este cuadro es una evisceración.
El comienzo es entre el tercer o cuarto día postoperatorio y, como la
resistencia cutánea es diez veces mayor que la aponeurosis, los puntos de
sutura de la piel sostienen y el diagnóstico se hace cuando se retiran los puntos
alrededor del octavo día.
Esta dehiscencia aguda de la pared abdominal tiene una incidencia en los
adultos que oscila entre un 0,4 y 3,5 %.
En su etiopatogenia se encuentran citadas múltiples causas como edad
(demasiado joven o demasiado viejo), el estado nutricional (obesidad, delgadez,
estados carenciales), parámetros bioquímicos (anemia, hipoproteinemia,
uremia), enfermedades asociadas (el 70 % de los enfermos presentan alguna
enfermedad grave asociada, como enfermedad pulmonar crónica, diabetes,
cáncer o enfermedades infecciosas), la cirugía de alto riesgo (intervenciones de
urgencia por peritonitis y oclusión intestinal), cirugía de grandes obesos, cirugía
en carcinomas diseminados y grandes laparotomías xifopúbicas, la medicación
con esteroides, los fallos técnicos o estratégicos al realizar el cierre de la pared
abdominal (rotura del hilo de sutura, desanudamiento de los nudos, tomas
muy cercanas, excesivo intervalo entre puntos, sutura lacerante, mala
relajación del enfermo, cierre con prisa de ostomías y drenajes en la incisión) y
problemas postoperatorios, como infección de la herida, el meteorismo, los
esfuerzos de la tos, los vómitos, el hipo persistente, la ascitis, la actividad
motriz sostenida, el levantamiento precoz, etc.
1372
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
Los síntomas que presenta el paciente son: sentirse mojado y con el apósito
manchado por la filtración de un líquido rosado, serosanguinolento, como
“agua de lavado de carne” de color asalmonado. Entre los puntos o grapas de la
sutura de piel hay un abultamiento y se encuentra parte de asas de intestino
delgado en el apósito; en ocasiones puede haber un dolor agudo con sensación
de que “algo se ha roto por dentro”, lo que predomina es el íleo y en ocasiones,
el paciente puede entrar en shock.
La morbilidad es importante: supera el 30 % (infección de pared, absceso
intra-abdominal, dehiscencia repetitiva, fístulas enterocutáneas, síndrome
compartimental abdominal, etc.).
La mortalidad promedio en las revisiones es del 25 %, pero puede oscilar
entre el 16 y 36 %, las causas del fallecimiento son problemas
cardiorrespiratorios y sepsis (peritonitis).
La tasa de mortalidad se incrementa en los pacientes de edad avanzada con
fallos multiorgánicos y múltiples relaparotomías.
El tratamiento de esta patología es la intervención quirúrgica urgente. Al ser
una herida potencialmente infectada debe indicarse tratamiento antibiótico, el
cual continuará en el postoperatorio. En caso de distensión intestinal se
recomienda colocar sonda nasogástrica.
En la prevención de esta grave complicación quirúrgica se puede actuar de
varias formas:
Previa a la intervención: corregir los diversos déficits (anemia,
hipoproteinemia, deficiencias vitamínicas o de zinc) o actuar sobre las
enfermedades de base (ascitis, bronquitis, diabetes, hipertensión arterial,
otros).
Durante la cirugía: incisiones más pequeñas y transversas, uso de
técnicas laparoscópicas, prevención de la infección y cierre de la pared
con buena relajación del paciente.
En el postoperatorio: hacer un seguimiento estricto del paciente y actuar
precozmente ante la sospecha de complicaciones.
1373
Cirugía | Parte VIII
Eventración crónica
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Tratamiento de la eventración
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Cirugía | Parte VIII
Técnicas
a) Reconstrucción anatómica plano por plano.
b) Reconstrucción por planos mediante la superposición en forma
transversal basado en la operación de imbricación de W. J. Mayo (técnica de
Mayo), la superposición vertical de las vainas anteriores de los músculos rectos
del abdomen (técnica de San Martín; técnica de Barrionuevo o separación de
componentes; técnica CSM (Components Separation Method), Dr. Ramírez).
c) La reparación utilizando una prótesis (polipropileno o
politetrafluoroetileno expandido (PTFE-E).
d) Eventroplastia laparoscópica.
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Cirugía | Parte VIII
Reconstrucción anatómica
La reconstrucción anatómica es la técnica recomendada para las
eventraciones pequeñas o medianas, y además, para aquellas en las que la
brecha entre los músculos en oposición aunque extensa en el plano vertical, es
relativamente estrecha en su eje transversal.
El procedimiento debe contemplar la identificación del anillo eventrógeno, el
tratamiento del saco y su contenido, la preparación de los tejidos a reconstruir
y por último, la plástica reparadora.
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Cirugía | Parte VIII
Eventroplastia laparoscópica
El advenimiento de la cirugía laparoscópica ha posibilitado la corrección de
los defectos de la pared abdominal, asociando a las ventajas del uso de una
prótesis los beneficios de la cirugía mini-invasiva.
La plástica de reparación ideal es la que posibilita la colocación de una
prótesis en el espacio preperitoneal, libre de tensión y que exceda
ampliamente el defecto.
La técnica laparoscópica cumple con estos principios, de ahí la propuesta
para su realización.
Eventración gigante, el dibujo muestra la herida quirúrgica y el gran saco eventrógeno. Reparación
quirúrgica por técnica laparoscópica
1379
Cirugía | Parte VIII
1380
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
EVENTROPLASTIA
LAPAROSCÓPICA CON
SEPARACIÓN DE
COMPONENTES
VIDEOSCÓPICA
ROBERTO A. CERUTTI Y EZEQUIEL A. SILBERMAN
Introducción
La reconstrucción de la pared abdominal para reparar hernias incisionales
sigue planteando un desafío para cirujanos generales, principalmente por la
falta de una técnica universalmente aceptada con bajas recurrencia y
morbilidad postoperatoria. En efecto, la reparación primaria de este tipo de
hernias se ha asociado a una tasa de recidivas de 18-62 %.[1] Actualmente está
universalmente aceptado que la colocación de una malla protésica ha
disminuido significativamente las recurrencias, que se informan en la literatura
entre 2 y 32 %,[2] dependiendo del tamaño del defecto. Sin embargo, también
es conocido que la colocación de mallas eleva los riesgos de complicaciones de
herida (infección, seromas, fístulas, adherencias).[3]
En 1990, Ramírez y col.[4] describieron la técnica de separación de
componentes para la reconstrucción de defectos en la pared abdominal
anterior, dividiendo la fascia del músculo oblicuo externo cerca de la línea
semilunar y posibilitando la medialización de los músculos rectos abdominales
con menor tensión para reparar la hernia ventral sin el uso de material
protésico. Con esta técnica es posible hacer avanzar cada recto abdominal
retraído unos 6 a 8 cm hacia la línea media en cada lado, pero para lograr este
fin es necesario realizar una disección extensa, creando un gran espacio muerto
de piel y tejido celular subcutáneo que puede causar seromas, hematomas,
infecciones de heridas y necrosis de la piel. Es así que la morbilidad reportada
relacionada a la herida es de aproximadamente del 40 %.
1382
Cirugía | Parte VIII
1383
Cirugía | Parte VIII
Si bien concluyeron que los resultados obtenidos a 6 meses eran buenos y con
escasa morbilidad, leyendo la publicación se observa que un paciente recidivó,
hubo dos hematomas e infección de herida y 2 casos necesitaron transfusiones
sanguíneas. Sin embargo, es de señalar que muchas de estas complicaciones
pudieron deberse a la eventroplastia abierta y no tuvieron relación con la
separación de componentes mini-invasiva.
En el mismo año, Malik y col.[7] publicaron una serie de 4 pacientes
portadores de eventraciones medianas en los que si bien realizaron separación
de componentes mini-invasiva de la misma forma que la experiencia anterior,
las eventroplastias fueron también efectuadas en forma laparoscópica. A pesar
de que el número de casos es pequeño y con corto seguimiento, el trabajo
mostró que esta era una técnica factible de realizar e interesante para
proseguir su desarrollo.
A partir de entonces, la Separación de Componentes Videoendoscópica fue
evaluada en varias experiencias. En 2011, Parker y col.[8] publicaron un trabajo
comparativo entre 3 técnicas: 1) Eventroplastia Abierta más Separación de
Componentes Abierta, 2) Eventroplastia Abierta más Separación de
Componentes Videoendoscópica y 3) Eventroplastia Laparoscópica más
Separación de Componentes Videoendoscópica. Si bien no obtuvieron
resultados estadísticamente significativos, probablemente debido a insuficiente
número de la población en estudio, el grupo de pacientes con la operación
totalmente laparoscópica (n=9) no presentó complicaciones de herida, re
internaciones en los 30 días postoperatorios, transfusiones sanguíneas ni
recidivas luego de un promedio aproximado de 8 meses de seguimiento.
Giurgius y col.[9] efectuaron en 2012 un estudio comparativo de
eventroplastias abiertas con separación de componentes convencional (n=14) o
videoendoscópica (n=21). No encontraron diferencias significativas en el
tiempo quirúrgico, estadía hospitalaria y recidiva, pero las complicaciones de
herida fueron significativamente menores en el grupo videoendoscópico, lo
que atribuyeron a que, mediante este abordaje, se evita crear grandes colgajos
cutáneos y se conserva la irrigación de las arterias perforantes, colaterales de
las arterias epigástricas.
Por último, Ghali[10] publicó en ese año otro trabajo comparativo similar,
pero con mayor número de pacientes (57 eventroplastias convencionales con
separación de componentes videoendoscópica vs. 50 eventroplastias
convencionales con separación de componentes abierta), comprobando que las
complicaciones de herida fueron significativamente menores en el grupo
videoendoscópico y no existieron diferencias en el índice de recidivas luego de
un seguimiento promedio de 15 meses.
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Cirugía | Parte VIII
Técnica quirúrgica
Se realiza antibioticoterapia profiláctica y se colocan un dispositivo de
compresión neumática intermitente de miembros inferiores, sonda gástrica y
vesical.
Si bien algunos autores aconsejan realizar primero la separación de
componentes videoendoscópica, nosotros preferimos comenzar por la
eventroplastia laparoscópica ya que es el procedimiento más laborioso y
prolongado y en el cual la mayoría de las veces es necesario realizar extensas
enterolisis. Para ello se pone al paciente en posición supina y se ubica el
monitor en el flanco derecho. Se coloca el primer trocar de 12 mm en flanco
izquierdo por técnica abierta y se establece el neumoperitoneo a 14 mmHg. Se
sigue con la laparoscopia exploradora y la colocación de 2 trócares accesorios
en mismo flanco para lograr una adecuada triangulación. Se procede luego a la
liberación del saco eventrógeno y eventual enterolisis.
A continuación se realiza exsuflación y se comienza con la separación de
componentes por medio de una nueva mini-incisión de 15 mm subcostal
izquierda, a 2 cm por debajo del reborde costal (Figuras 1 y 2).
1385
Cirugía | Parte VIII
Figura 3. Sección de aponeurosis del oblicuo externo para acceder a espacio inter oblicuo
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Cirugía | Parte VIII
Figura 4. Disección roma en dirección a cresta ilíaca en espacio avascular entre los oblicuos
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Luego se coloca una malla “doble faz” cubriendo toda la sutura, como se
realiza habitualmente en las eventroplastias laparoscópicas clásicas (Figura 9).
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Cirugía | Parte VIII
Figura 9. Colocación de malla doble capa y fijación por debajo del defecto
Conclusiones
La Separación de Componentes Videoendoscópica constituye una
herramienta de gran utilidad en la cirugía reconstructiva de pared por vía mini-
1390
Cirugía | Parte VIII
1391
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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1392
Cirugía | Parte VIII
ÚLCERA
GASTRODUODENAL
LEANDRO G. TORTOSA
Introducción
Enfermedad de origen multifactorial que se caracteriza, desde el punto de
vista anatomopatológico, por ser una lesión localizada y en general única de la
mucosa del estómago o duodeno y que se extiende como mínimo hasta la
muscularis mucosae.
Epidemiología
La prevalencia de úlcera péptica activa es del 1 %, con una mortalidad global
inferior al 2 %, debida fundamentalmente a las complicaciones de la
enfermedad y por causas inherentes a la cirugía.
La mortalidad es más elevada en enfermos de más de 60 años que toman
AINE de forma crónica y en fumadores.
Úlcera duodenal: es más frecuente que la úlcera gástrica, con un pico de
incidencia a los 45 años, siendo similar en ambos sexos.
Úlcera gástrica: su incidencia oscila entre el 0.3-0.4 por 1000 habitantes, con
un pico de incidencia entre los 55 y 65 años, siendo similar en ambos sexos.
Fisiopatología
La úlcera péptica es el resultado de un desequilibrio entre los factores
agresivos y defensivos de la mucosa gastroduodenal.
Factores defensivos:
Secreción de moco y bicarbonato
Flujo sanguíneo de la mucosa gástrica
Restitución celular
Prostaglandinas
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Cirugía | Parte VIII
Factores agresivos:
Secreción de ácido gástrico
Actividad péptica
Factores ambientales frecuentes:
Infección por Helicobacter pylori
AINE (antiinflamatorios no esteroideos)
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Cirugía | Parte VIII
Sintomatología
Dolor abdominal: es el síntoma más frecuente, se localiza en el epigastrio. Se
describe como ardor, dolor corrosivo o sensación de hambre dolorosa.
Presenta un ritmo horario relacionado con la ingesta, generalmente aparece
entre 1 y 3 horas después de las comidas cediendo con la ingesta o con
antiácidos (en la úlcera gástrica el dolor puede aumentar con la ingesta).
También es frecuente la aparición de dolor nocturno y no lo es tanto que
aparezca antes del desayuno.
En la mayoría de casos sigue un curso crónico recidivante con brotes
sintomáticos de varias semanas de duración y generalmente con una clara
relación estacional (primavera u otoño), seguido de remisiones espontáneas
con periodos libres de síntomas de meses o años.
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Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
El diagnóstico de la úlcera duodenal o gástrica no se puede basar nunca por
la clínica, dada su inespecificidad, por lo que el diagnóstico se basa en la
demostración del cráter ulceroso por técnicas de imágenes.
Exploración física
La mayoría de las veces y fuera del cuadro agudo suele ser normal, aunque
puede haber dolor con la palpación profunda del epigastrio.
El examen físico puede reflejar la existencia de complicaciones:
Hemorragia: palidez cutánea-mucosa, taquicardia, hipotensión.
Perforación: abdomen en tabla y signos de irritación peritoneal.
Estenosis pilórica: distensión epigástrica, movimiento gástrico en
ayunas.
Exploraciones complementarias
Endoscopia
Es la técnica diagnóstica de elección. La sensibilidad y la especificidad de esta
técnica son superiores a las de la radiología, siendo la exploración de elección
en la práctica clínica ante la sospecha de esta enfermedad.
En caso de úlcera gástrica, el examen endoscópico no puede establecer con
toda seguridad la naturaleza de la lesión, habiéndose de obtener múltiples
biopsias de todas las úlceras gástricas independientemente de su aspecto
endoscópico, para excluir siempre la presencia de células malignas. Una vez
confirmada la benignidad después del estudio histológico, se ha de comprobar
endoscópicamente la cicatrización completa a las 8-12 semanas de
tratamiento, para confirmar de forma definitiva su carácter benigno.
En caso de úlcera duodenal, la obtención de biopsia no está indicada ya que
la malignidad es excepcional. Sólo está indicada la realización de biopsias
antrales para determinar H. pylori.
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico diferencial
Carcinoma gástrico: se tiene que sospechar en un paciente de edad
avanzada con una historia corta de epigastralgias de carácter
continuo, que empeora con la ingesta de alimentos y se asocia a
anorexia y pérdida de peso. Hay que tener presente que la clínica de
un cáncer gástrico precoz puede ser indistinguible de la clínica de la
úlcera péptica.
Patología biliar o pancreática, dispepsia funcional, enfermedad por
reflujo gastroesofágico.
Gastrinomas: síndrome de Zollinger-Ellison: existe hipergastrinemia,
resultado de la secreción no controlada por un gastrinoma, tumor
ubicado en páncreas o duodeno, que produce un estímulo secretorio
continuo y niveles de acidez gástrica muy elevados. En el 90-95 % de
estos tumores se origina una esofagitis y úlcera duodenal, en
localizaciones atípicas (múltiples duodenales, postbulbares). Si se
controla la secreción con cirugía del tumor o con fármacos
antisecretores desaparecen las lesiones pépticas. En estos casos no
hay infección por Helicobacter pylori.
Complicaciones
Éstas se producen en alrededor del 35 % de los pacientes ulcerosos. Las
complicaciones son:
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Cirugía | Parte VIII
1399
Cirugía | Parte VIII
1400
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
Objetivos:
Alivio de la sintomatología.
Cicatrización de la úlcera.
Prevención de la recidiva sintomática y de las complicaciones.
Medidas generales
Dieta: no se recomiendan los regímenes rigurosos, procurando evitar
aquellos alimentos que producen dispepsia. Es conveniente hacer comidas
frecuentes para evitar la excesiva distensión antral ya que aumenta la secreción
ácida.
Alcohol: no está claramente definido su papel en el desarrollo de la úlcera,
habiéndose demostrado que su consumo retarda la cicatrización.
Leche y derivados: el calcio y las proteínas lácteas estimulan la secreción de
ácido y no tienen efecto protector. Para evitar la pirosis que pueden producir
las grasas de los lácteos, se recomiendan los productos descremados.
Café: no hay evidencia de que interfiera en la cicatrización, aunque es un
estimulante de la secreción gástrica, favoreciendo la sintomatología de reflujo
gastroesofágico. No se ha demostrado un riesgo aumentado de presentar
enfermedad ulcerosa en los consumidores habituales o excesivos de café.
Tabaco: se ha implicado como factor etiológico de la úlcera duodenal,
retardando la cicatrización y aumentando las recurrencias.
AINE: la toma de AAS y AINE se tiene que evitar en pacientes ulcerosos
durante el brote agudo.
Tratamiento farmacológico
1 - Fármacos inhibidores de la acidez gástrica
Antiácidos: eficaces en el alivio sintomático y en la cicatrización de la úlcera
gástrica y duodenal. El principal inconveniente es su acción de corta duración
(debido al rápido vaciado gástrico y a la continua secreción ácida) requiriendo
una dosificación repetida a lo largo del día. Por este motivo no se utilizan como
fármaco único para la cicatrización de la úlcera, utilizándose para el alivio
rápido de la sintomatología asociado a otra medicación.
Hidróxido de aluminio y hidróxido de magnesio: la combinación de ambos es
la forma más utilizada actualmente. El efecto astringente del hidróxido de
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Tratamiento quirúrgico
En la actualidad, debido al avance farmacológico, la cirugía de la úlcera
gastroduodenal está prácticamente reservada para las complicaciones de ésta.
Indicaciones:
Presentación de complicaciones: hemorragia, perforación o estenosis.
Úlcera refractaria.
Técnicas quirúrgicas en la úlcera duodenal:
Vagotomía troncular con drenaje (piloroplastia).
Vagotomía troncular y antrectomía.
Vagotomía gástrica selectiva.
Vagotomía gástrica proximal o supra selectiva.
Perforación
Úlcera duodenal: sutura directa transversal sin estenosis con o sin
epiploplastia.
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Cirugía | Parte VIII
Epiploplastia
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Hemorragia
Úlcera duodenal: apertura cara anterior duodenal y sutura directa de la
arteria gastroduodenal por vía intraluminal del duodeno y/o ligadura y sección
posterior de la arteria gastroduodenal en el borde superior del duodeno.
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Cirugía | Parte VIII
Paciente con perforación ulcerosa en cara posterior duodenal, de la arteria gastroduodenal. Se realiza
ligadura de la arteria el borde superior e inferior del duodeno. Cohibida la hemorragia, se observa la
ulcera en cara posterior (Imágenes: atención del Dr. J. Defelitto)
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Cirugía | Parte VIII
Obstrucción
Estenosis pilórica: gastroenteroanastomosis con o sin resección.
Gastroenteroanastomosis Gastroenteroanastomosis
con antrectomía, BII sin resección
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Cirugía | Parte VIII
1409
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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1410
Cirugía | Parte VIII
CÁNCER GÁSTRICO
LEANDRO A. TORTOSA
Introducción
No hay signos o síntomas característicos que permitan sospechar
clínicamente un cáncer gástrico temprano. El 60 % de los pacientes con cáncer
avanzado han tenido síntomas durante más de un año antes de que fueran
estudiados.
En el año 1990 hubo 798.000 nuevos casos en el mundo. Representa el 10%
de todos los cánceres.
Más del 50 % son proximales y ha aumentado la incidencia de éstos y los
histológicamente difusos.
La tasa de mortalidad en Estados Unidos es de 30/100.000 en 1930 y <
5/100.000 en 1998. En Argentina más del 90 % se diagnostican avanzados.
Sintomatología
Es inespecífica y depende del estadio y localización del tumor:
Dolor epigástrico
Astenia
Anorexia
Pérdida de peso
Hematemesis
Melena
Reflujo gastro-esofágico
Disfagia
Síndrome pilórico
Gastritis crónica
Ascitis
1411
Cirugía | Parte VIII
Metodología diagnóstica
Podemos diferenciar los estudios complementarios para el diagnóstico
propiamente dicho y los estudios para estadificación oncológica:
DIAGNÓSTICO ESTADIFICACIÓN
1412
Cirugía | Parte VIII
SEGD Videoendoscopia
Clasificación histológica
Adenocarcinoma
- intestinal
- difuso
Carcinoides
Estadificación
Como en todo cáncer, una vez realizado el diagnóstico debemos estadificarlo
para la elección correcta del tratamiento y saber su pronóstico.
1413
Cirugía | Parte VIII
Eco-endoscopia 95 % 80/50 %
Ecografía intra-operatoria 90 %
Ecoendoscopia
Utiliza equipos radiales, lineales o minisondas, con frecuencias de 7,5 y 12
MHz, pero actualmente los hay con frecuencias de hasta 20 MHz.
El radial es el más utilizado, e identifica cinco capas en la pared de todo el
tracto digestivo.
1414
Cirugía | Parte VIII
Ecografía abdominal
Mayor utilidad en la evaluación del parénquima hepático en busca de
metástasis, aumenta su utilidad cuando se realiza en forma intra-operatoria.
Laparoscopia
En la siguiente tabla se puede observar la comparación entre la laparoscopia
y la ecografía y tomografía en la sensibilidad para evaluar el tumor (T), y el
hallazgo de metástasis no sospechada con el consiguiente cambio de estadio.
1415
Cirugía | Parte VIII
SENSIBILIDAD T3 T4
Metástasis no sospechadas 21 %
Cambio de estadificación 58 %
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Cirugía | Parte VIII
ESTADIOS T N M
ESTADIO IA T1 N0 M0
IB T1 N1 M0
T2 N0 M0
ESTADIO II T1 N2 M0
T2 N1 M0
T3 N0 M0
ESTADIO IIIA T2 N2 M0
T3 N1 M0
T4 N0 M0
IIIB T3 N2 M0
ESTADIO IV T 1, 2, 3 N3 M0
T4 N1, N2, N3 M0
Cualquier T Cualquier N M1
1417
Cirugía | Parte VIII
- nutrición preoperatorio
- estadificación exhaustiva
- cirujanos formados
- profilaxis ATB
- anastomosis en Y de Roux
- alimentación yeyunal temprana
- control radiológico de anastomosis
- tratamiento médico de filtraciones
Terapéutica quirúrgica
La indicación quirúrgica es la gastrectomía radical con resecciones R0 D2.
No se recomiendan la pancreatectomía caudal ni la esplenectomía como
parte de una linfadenectomía D2 para resecar los ganglios a lo largo de la
arteria esplénica y del hilio esplénico porque no sólo no se han demostrado
beneficios oncológicos sino que están asociadas a la mayor parte de las
complicaciones de los vaciamientos D2. Sólo están indicadas cuando hay
infiltración directa del tumor.
1418
Cirugía | Parte VIII
Gastrectomías paliativas:
Resección incompleta, queda tumor residual.
R1: Tumor residual microscópico.
R2: Tumor residual macroscópico.
Linfadenectomías:
Las denominaciones D1, D2, se refieren a la disección de los diferentes
niveles ganglionares, no se debe confundir con N del TNM.
Ganglios linfáticos
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Cirugía | Parte VIII
Conglomerado
ganglionar
en tronco celíaco
Tumor gástrico
panparietal
Radioquimioterapia
Existe gran controversia con respecto a la utilización de quimioterapia y/o
radioterapia ya sea como neoadyuvancia o adyuvancia.
La mayoría de los trabajos existentes no demostraron una diferencia
significativa en cuanto a la sobrevida con o sin quimioterapia.
Como guía para la adyuvancia, avalada por evidencia de diferentes trabajos
podemos decir que deben recibir adyuvancia con radioquimioterapia aquellos
pacientes con T3, T4, o N+, y a los T2 con factores de riesgo (pobremente
diferenciados, alto grado histológico, invasión vasculolinfática, invasión neural
o edad menor a 50 años). Y pacientes con resecciones R1 y R2.
Las drogas antineoplásicas utilizadas son el 5-Fluorouracilo (5-FU) más
leucovorina y la dosis de radioterapia es de 4500 cGy.
En el tratamiento paliativo de los pacientes con cáncer gástrico localmente
avanzado o metastásico, ya sea con criterio hemostático, antálgico, o en el
tratamiento local de la enfermedad en casos seleccionados (por ejemplo en la
disfagia) la radioterapia juega un rol importante, como así también la
poliquimioterapia ha demostrado beneficios en estos pacientes.
1420
Cirugía | Parte VIII
1421
Cirugía | Parte VIII
Anastomosis
al pie (30 y 60 cm.)
yeyunostomía
Prueba
hidráulica
Técnica de Hivet-Warren-Praderi-Defelitto
Cáncer de cardias
Es un tipo de tumor con aumento de la incidencia en los últimos años y si
bien para la estadificación oncológica se lo considera igual que el cáncer
gástrico, hay diferencias con respecto al tratamiento, por lo que se comentarán
las principales diferencias.
Definición: los adenocarcinomas de la unión esofagogástrica (AEG) son
tumores que tienen su centro dentro de los 5 cm proximales y distales del
cardias anatómico.
1422
Cirugía | Parte VIII
1423
Cirugía | Parte VIII
Tipo I 9.7
Tipo II 2.4
1424
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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1425
Cirugía | Parte VIII
TUMORES ESTROMALES
GASTROINTESTINALES (GIST)
ALBERTO CARIELLO
Introducción
Los tumores estromales gastrointestinales se originan en el estroma, tejido
conjuntivo reticular que constituye el armazón de soporte de los órganos
gastrointestinales. Su frecuencia de presentación es muy baja, de sólo 0,5 a
1/100.000 habitantes/año, pero actualmente están aumentando los casos
diagnosticados.
Asientan con mayor frecuencia en el estómago (50 a 60 %), pero también se
pueden presentar en el intestino delgado (20 a 30 %), el colon (10 %) y otras
localizaciones abdominales.
Se desarrollan a partir de las células intersticiales de Cajal, las que expresan
en su membrana un receptor para el factor de células madre (stem cell factor)
con actividad sobre el receptor tirosin-kinasa conocido como c-kit (o CD 117), el
cual que se puede demostrar por inmunohistoquímica en el 95 % de estos
tumores.
La posibilidad de identificarlos mediante la detección inmunohistoquímica
del CD 117 y del CD 34 (expresado en el 70 a 90 % de los GIST) facilita la
identificación de estos tumores y permite diferenciarlos de otros sarcomas
(leiomiosarcomas, schwanomas, etc.), cuyo tratamiento y pronóstico son
claramente diferentes.
Su diagnóstico cobra valor en virtud de existir, además de la cirugía R0, un
tratamiento selectivo frente a la diana molecular que promueve su desarrollo,
el imatinib, que es un inhibidor del receptor para la tirosin-kinasa (TK).
Clínica
Son tumores submucosos que generalmente asientan en el estómago o el
intestino, cuya semiología está generalmente dominada sólo por la presencia
tumoral (tumor abdominal, pilorismo, dolor abdominal, etc.), que presentan
dudas diagnósticas luego de haber obtenido y procesado muestras histológicas,
1426
Cirugía | Parte VIII
KIT
CD 34 ACTINA ML DESMINA S 100
(CD117)
Schwanoma _ + (antinoni B) _ _ +
algunas
Fibromatosis disputada rara + _
células
Biología molecular
Los portadores de estos tumores tienen mutaciones activadoras del
protooncogen KIT que codifica para el receptor del stem cell factor en sus
membranas celulares (c-kit, KIT o CD117), el cual activa en forma descontrolada
la cascada de proliferación celular, bloqueando la apoptosis y provocando el
crecimiento tumoral.
1427
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
Habitualmente estos pacientes se estudian por los síntomas tumorales como
tumor abdominal, pilorismo, hipersecreción ácida y/o dolor abdominal.
1428
Cirugía | Parte VIII
1429
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1430
Cirugía | Parte VIII
Pronóstico
Fletcher, C. D. y col. en 2002 [J Clin Oncol. 2002, Sep. 15; 20 (18): 3898-905],
al año siguiente del consenso sobre GIST de 2001, analizaron 48 casos de GIST y
definieron los grupos de riesgo en base al tamaño y al índice mitótico del
tumor.
Bajo 2 a 5 cm <5
Intermedio < 5 cm 6 a 10
> 5 cm >5
cualquiera > 10
Tratamiento
Exéresis quirúrgica R0: la resección sin tumor residual es la base del
tratamiento de los GIST, se puede hacer por vía laparotómica, o por vía
laparoscópica, sobre todo cuando las características del tumor permiten la
exéresis del tumor sin resección del órgano que lo aloja. Lo importante es
lograr una resección R0.
1431
Cirugía | Parte VIII
1 | Resección laparotómica
En este caso, al examen de la cavidad abdominal se visualiza una protrusión en la cara anterior del
estómago. Se hizo una resección subtotal del estómago, conteniendo en la pieza al tumor de unos 10
cm de diámetro
2 | Resección laparoscópica
Se marcan los bordes del tumor y se secciona la pared gástrica hasta definir
un plano que permita disecar el tumor, para terminar ligando los vasos que lo
irrigan. Se cierran con puntos los planos de la pared gástrica, previo repaso de
la hemostasia.
1432
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento médico
El mesilato de imatinib (Glivec®) inhibe selectivamente distintos receptores
tirosin-kinasa —BCRABL, KIT, PDGFR— y está indicado en el tratamiento de
pacientes con GIST malignos de alto recidivado, metastásicos o no resecables
(para reducir el tamaño y transformarlos en operables). En concreto, se han
demostrado elevadas tasas de respuesta en pacientes con GIST que presentan
mutaciones activadoras en el gen KIT (exones 11 y 9), lo que ha animado a
algunos a utilizarlo como neoadyuvancia; mientras que algunas mutaciones
descritas en el gen PDGFR (exones 12 y 18) confieren resistencia al tratamiento.
Sin embargo, hoy el tratamiento con imatinib en Argentina se encuentra
limitado por el elevado costo de cada comprimido de 400 mg que el paciente
debe ingerir por día, unos u$s 117 (u$s 3500/mes).
Los efectos adversos que podrían sobrevenir al tratamiento son: edema
facial (75 %) por hipoalbuminemia, náuseas (50 %), diarrea, mialgias, dermatitis
y cefaleas. Además, hay que controlar que una rápida remisión no produzca
hemorragias intratumorales. La aparición de resistencia al imatinib es alta, la
duración media de la respuesta es de sólo 17 meses [A. Fernández, Rev. Esp.
Enferm. Dig. 96: 10, 723-9].
1433
Cirugía | Parte VIII
1434
Cirugía | Parte VIII
Algoritmo de tratamiento
1435
Cirugía | Parte VIII
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1436
Cirugía | Parte VIII
COMPLICACIONES DE LA
CIRUGÍA GASTRODUODENAL
Trastornos y secuelas nutricionales
y metabólicas
ALFREDO P. FERNÁNDEZ MARTY Y CAROLINA GUINLE
SIN ANASTOMOSIS
Sin resección
Sutura simple
Gastrostomía
Vagotomía
Piloroplastia/piloromiotomía
Gastroplastia
Cirugía de la unión gastroesofágica
Con resección
Resección parcial/cuña
CON ANASTOMOSIS
Sin resección
1437
Cirugía | Parte VIII
Gastroenteroanastomosis
Bypass gástrico
Con resección
Gastrectomía subtotal BI, BII
Gastrectomía total
Cuadro 1
INTRAOPERATORIAS
1438
Cirugía | Parte VIII
PRECOCES
Hemoperitoneo
Hemorragia digestiva
Necrosis: gástrica, intestinal
Dehiscencias anastomoticas
Colecciones
Pancreatitis aguda
Infarto hepático
Anastomosis inadvertidas : gastroileostomía,
gastrocolostomía
Íleo mecánico
TARDÍAS
Cuadro 2
Complicaciones intraoperatorias
Lesión esplénica
Generalmente traumática por el uso de valva o por tracción al movilizar el
ángulo esplénico del colon o el ligamento espleno-gástrico.
Se debe tratar de ser conservador y extremar los diferentes métodos
hemostáticos, en caso de efectuar una esplenectomía debemos considerar la
1439
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Neumotórax
Durante la disección del cardias y del esófago abdominal se puede producir
la apertura accidental de la pleura; si sólo involucra la pleura mediastinal, no
suele ser problema. Si ocurre durante un abordaje laparoscópico el CO2 se
reabsorbe rápidamente, en caso de cirugía abierta se debe reparar la pleura y
solicitar al médico anestesiólogo la re-expansión pulmonar. Eventualmente se
necesitará el drenaje pleural.
Complicaciones precoces
Hemoperitoneo
Secundario a los grandes decolamientos o al fracaso en la hemostasia de
algún vaso importante, debe descartarse la lesión hepática o esplénica
inadvertida. Se manifiesta por las características del líquido drenado y por los
trastornos hemodinámicos, generalmente necesita de una re intervención.
Hemorragia digestiva
Generalmente el débito hemático por la SNG nos alerta del sangrado, si es
de mayor cuantía la hematemesis y la melena pueden presentarse, por lo
general debidas a una hemostasia defectuosa, es más frecuente con el uso de
las suturas mecánicas.
Si se manifiesta tardíamente (entre el 5º y 8º día) puede deberse a la caída
de una escara.
Si el cuadro clínico lo amerita se puede recurrir a una endoscopia, con los
cuidados pertinentes al posoperatorio inmediato, esta puede resultar
terapéutica; actualmente es recomendable el uso de clips.
Si la hemorragia es persistente o descompensa al paciente se debe
reintervenir desmontando la cara anterior de la anastomosis y efectuando
hemostasia directa.
Fugas anastomóticas
De muy variable cuantía, muchas veces pasan desapercibidas, en otras
ocasiones se manifiestan a través de los drenajes, sin repercusión clínica o ser
motivo de abscesos intra-abdominales y sepsis.
Es fundamental un seguimiento clínico riguroso, así como la valoración del
débito de los drenajes, el uso de azul de metileno podrá aportar para el
diagnóstico, debiendo recurrir a la ecografía y a la tomografía axial computada
con contraste hidrosoluble. Esta constituye un elemento fundamental ya que
permite certificar la localización, la ubicación y el número de colecciones y /o
abscesos, lo que facilita la táctica terapéutica.
1441
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Cirugía | Parte VIII
Trastornos funcionales
Estos se producen por la pérdida del reservorio gástrico a lo que se suma la
denervación vagal y los defectos de absorción resultantes de la alteración del
tránsito.
Diarrea posvagotomía
Los pacientes sometidos a vagotomía tienen una mayor incidencia de
diarrea, esta suele ser transitoria pero en ocasiones persiste llegando a ser
incapacitante. Se atribuye a la alteración de la motilidad intestinal, a la
contaminación bacteriana del intestino proximal así como a poner de
manifiesto una enfermedad celíaca no diagnosticada previamente, o a una
deficiencia de lactasa, cuando mejoran restringiendo la ingesta de lácteos.
En general responden al tratamiento médico-dietético.
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Recomendaciones dietéticas
Ofrecer alimentos con alta densidad calórica, pero en pequeños
volúmenes.
Tomar líquidos 30 minutos antes o después de comer, preferentemente
sin gas y dietético.
Evitar las temperaturas extremas.
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Cirugía | Parte VIII
Soporte nutricional
En el prequirúrgico las siguientes guías recomiendan:
ESPEN: “…pacientes con riesgo nutricional severo, se benefician de un
soporte nutricional por 10 a 14 días previo a la cirugía, aunque esto implique
retrasarla…”.
En todo paciente con cáncer, que será sometido a cirugía abdominal mayor
se recomienda alimentación enteral inmunomoduladora (arginina, ácidos
grasos w3 y nucleótidos) durante 5-7 días independientemente de su estado
nutricional. Dichas sustancias inmunomoduladoras aportan los requerimientos
nutricionales necesarios, y además mejoran el estado inmunológico,
minimizando la respuesta a la agresión quirúrgica. Colaboran a una menor
incidencia de complicaciones (vómitos, distención abdominal y diarreas) que
permiten la normalización de la alimentación del paciente lo antes posible.
Mejoran la respuesta inmunitaria local, sistémica y temprana reparación de las
heridas. También muestran menor incidencia de complicaciones infecciosas.
ASPEN: “…el soporte nutricional no se debe usar rutinariamente en
pacientes que serán sometidos a cirugía mayor…”.
El soporte nutricional sería beneficioso en pacientes desnutridos severos o
moderados, administrado 7-14 días previos, pero evaluando los riesgos
potenciales del soporte en sí mismo y de la demora de la cirugía.
Fórmulas inmunomoduladoras, con inmunonutrientes podrían ser
beneficiosas en pacientes desnutridos que serán sometidos a una cirugía
abdominal mayor (5-7 prequirúrgicos)
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
2. Malabsorción y maldigestión
La ausencia o disminución importante de ácido clorhídrico y de otras
secreciones que modulan la secreción de enzimas pancreáticas (gastrina,
secretina, etc.) produce una insuficiencia pancreática exocrina
postgastrectomía, que tiene como consecuencia producir una dificultad para la
digestión de proteínas y grasas. El déficit de secreción de enzimas lipolíticas
contribuiría a maldigestión de grasa y esteatorrea. La malabsorción de grasas
puede mejorar con la administración de enzimas pancreáticas. El déficit de
amilasa produce maldigestión de carbohidratos complejos. Por otro lado,
puede existir malabsorción también por sobrecrecimiento bacteriano, mal
función de la vesícula biliar y tránsito intestinal acelerado. La alteración en la
absorción produce una manifestación predominante en la pérdida de peso, que
ocurre en el 20-80 % de los pacientes sometidos a una gastrectomía parcial.
Como toda cirugía tiene un proceso adaptativo durante el cual mejoran estas
funciones, según la individualidad de cada paciente.
3. Diarrea posgastrectomía
Suele producirse unas 2 horas tras la ingesta y con más frecuencia cuando se
han ingerido alimentos hiperosmóticos. Las causas son múltiples: sección del
nervio vago, mala función del vaciado de la vesícula biliar y la pérdida del
píloro, con el consiguiente aumento de la velocidad del tránsito. También
contribuyen de manera importante la maldigestión y malabsorción. Se
recomienda una dieta que disminuya la velocidad del tránsito gastrointestinal,
rica en fibra soluble e hipograsa.
4. Anemia
El factor intrínseco secretado por las células parietales gástricas es necesario
para la absorción de la vitamina B12 en el íleon distal. Los pacientes
gastrectomizados acaban sufriendo invariablemente, luego del año de la
1450
Cirugía | Parte VIII
6. Malnutrición
Es común, previa a la cirugía, consecuencia de la sintomatología presente,
dolor abdominal, saciedad precoz y pobre ingesta. Es por esto que toma
relevancia la realización de una valoración nutricional completa de los
pacientes, tanto subjetiva como objetiva, porque se podrán en determinados
casos tomar medidas de intervención nutricional, con el objetivo de que el
paciente responda mejor al tratamiento quirúrgico. El porcentaje de pérdida de
peso es un parámetro clínico que ha demostrado buena correlación con la
morbimortalidad postoperatoria, una pérdida de peso del 10 % en 6 meses se
considera muy importante, es decir, el riesgo de complicaciones aumenta con
la cuantía de la pérdida y el tiempo en que se produjo esa pérdida.
1451
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
CIRUGÍA BARIÁTRICA
LUIS T. CHIAPPETTA PORRAS Y BERNABÉ M. QUESADA
Introducción
La obesidad es definida como una acumulación excesiva de grasa que causa
enfermedad. Es una enfermedad crónica e incurable, definida por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las más importantes
epidemias del mundo moderno.[14] El riesgo de morbilidad y mortalidad de la
obesidad es directamente proporcional al grado de sobrepeso,[5] siendo los
pacientes con más alto riesgo aquellos categorizados como obesos mórbidos u
obesos clínicamente severos. La manera más utilizada para clasificar a los
individuos con sobrepeso y obesidad es el Índice de Masa Corporal (IMC), cuyo
valor surge de dividir el peso por el cuadrado de la talla:
1454
Cirugía | Parte VIII
excluyen (by pass gástrico) esta porción del estómago provocarían descensos
en su producción, logrando así un efecto anorexígeno.[4]
Cuadro clínico
El cuadro clínico del obeso mórbido se halla íntimamente relacionado al
grado de sobrepeso que presenta el paciente y con la presencia de
enfermedades asociadas conocidas como comorbilidades. Las más frecuentes
son:
hipertensión arterial
diabetes mellitus tipo 2
dislipemias
problemas cardiovasculares
osteoartrosis de articulaciones de carga
patología lumbar crónica
insuficiencia venosa crónica de miembros inferiores
reflujo gastroesofágico
apneas del sueño
1455
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
El tratamiento quirúrgico está indicado en pacientes que cumplan las
siguientes condiciones:[2, 10]
2
IMC ≥ 35 kg/m con la presencia de comorbilidades asociadas
2
IMC ≥ 40 kg/m
edad entre 16 y 70 años
riesgo quirúrgico aceptable
paciente competente e informado o tercero responsable
equipo tratante capacitado
1456
Cirugía | Parte VIII
Malabsortivos:
Derivación biliopancreática (Scopinaro)
Derivación biliopancreática con switch duodenal (Marceau)
1457
Cirugía | Parte VIII
Gastrectomía en manga
Es una técnica restrictiva y resectiva, ya que en ella se realiza una resección
gástrica mayor incluyendo el fundus, zona donde se produce mayormente la
hormona grelina, postulándose que además de la restricción, el mecanismo por
el cual esta operación produce descenso ponderal está, al menos en parte,
hormonalmente mediado. Las complicaciones más importantes en el
postoperatorio inmediato son las fístulas (incidencia variable alrededor del 3 %)
y los sangrados de la línea de grapas de sutura mecánica.[3] Debido a que el
grosor de la pared gástrica difiere según el sector anatómico del estómago, se
recomienda utilizar en el antro cartuchos con grapas cuya altura de cierre es
mayor, para evitar la mala formación de grapas y la potencial filtración y/o
sangrado. Se recomienda siempre dejar ofrecido un drenaje a la línea de
sutura.[2] Los efectos a largo plazo en el descenso ponderal con esta operación
son desconocidos, pero a mediano plazo son superiores a los de la banda
gástrica ajustable y ligeramente inferiores a los del by pass gástrico, con
porcentajes excesos de peso perdidos (% EPP) promedio del 60-70 %. La
suplementación vitamínica suele no ser necesaria a largo plazo. Ante casos de
descenso ponderal insuficiente esta técnica permite ser convertida en una
segunda intervención a un by pass gástrico o a una derivación biliopancreática.
Esta técnica está especialmente indicada en pacientes con
supersúperobesidad, con el objetivo de disminuir la morbimortalidad de
técnicas más complejas.
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Derivaciones biliopancreáticas
Son operaciones puramente malabsortivas. Muy pocos grupos las realizan en
nuestro país. Aunque existen ligeras diferencias entre los distintos tipos de
derivaciones, las características comunes incluyen una resección gástrica
variable y una exclusión de una gran porción del intestino delgado del tránsito
alimentario, usualmente uniendo el asa alimentaria con la biliopancreática en
el ileon terminal. Este tipo de operaciones consiguen los máximos descensos
ponderales (% EPP mayores al 80 %), a expensas de una tasa no despreciable
de efectos adversos, de los cuales el más serio es la desnutrición proteica. El
efecto sobre la mayoría de las comorbilidades es importante. La necesidad de
suplementación vitamínica es necesaria a largo plazo.[9]
1460
Cirugía | Parte VIII
1461
Cirugía | Parte VIII
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1462
Cirugía | Parte VIII
COMPLICACIONES EN LA
CIRUGÍA DE LA OBESIDAD
JAVIER ITHURRALDE ARGERICH
1463
Cirugía | Parte VIII
Dibujo 1. BGYR
1464
Cirugía | Parte VIII
Dibujo 3. DBP
1465
Cirugía | Parte VIII
By pass gástrico
Estenosis de la anastomosis gastroyeyunal
La estenosis de la anastomosis ha sido descripta entre el 6 al 20 % de los
pacientes con BGYR. La etiología de esta complicación es incierta, aunque se
cree que la tensión de la anastomosis y la isquemia del tejido puede tener un
rol preponderante.[1]
Los síntomas característicos se presentan varias semanas después de la
cirugía y son principalmente vómitos, disfagia, reflujo gastroesofágico y
eventualmente la intolerancia alimentaria. El diagnóstico es establecido
habitualmente mediante una endoscopia o una seriada esofagogástrica
constatándose la imposibilidad del pasaje o su disminución (Imagen 1).
1466
Cirugía | Parte VIII
Úlceras marginales
Las úlceras marginales ocurren en su gran mayoría después del mes de la
operación. La incidencia se da entre el 0,6 al 16 % de los pacientes. Se presenta
habitualmente en la unión gastroyeyunal.[3] Las causas de úlceras marginales se
pueden dar por:[4]
Pobre perfusión de los tejidos debido a tensión o isquemia de la
anastomosis.
La presencia de cuerpos extraños, como grapas de sutura mecánica o
sutura de material irreabsorbible.
El exceso de secreción ácida en el reservorio gástrico asociado a fístulas
gastrogástricas.
AINE.
Infección por H. pylori.
Cigarrillo.
Los síntomas asociados son náuseas, dolor epigástrico intenso, sangrado y/o
perforación. El diagnóstico se realiza con endoscopia digestiva alta.
1467
Cirugía | Parte VIII
Hernias internas
Se han descripto entre un 0 a un 5 % de herniaciones internas en el BGYR por
vía laparoscópica.[6] La reconstrucción en Y de Roux se asocia con potenciales
sitios de herniaciones principalmente en el:
Defecto mesentérico entre la anastomosis del pie enteroentérica.
Espacio entre el mesocolon transverso y el asa alimentaria si fue subida
precólica (hernia o defecto de Petersen).
Defecto en el mesocolon transverso y el asa de alimentación si fue subida
retrocólica.
Estos defectos se deben cerrar con sutura no reabsorbible. El riesgo de
herniación se reduce del 6 al 3 % aproximadamente.[7]
El diagnóstico clínico a veces es dificultoso porque muchas veces los
síntomas, similares a los de cualquier oclusión/suboclusión intestinal, son
intermitentes y de mayor o menor intensidad, y muchas veces el diagnóstico se
realiza durante un episodio de urgencia o con necesidad de resolución
quirúrgica. El signo más típico por imágenes se da en la TC con la visualización
del signo del “giro o remolino mesentérico (mesenteric swirl)” en la raíz del
mesenterio.[8]
El tratamiento es quirúrgico con la resolución de la herniación, y en el caso
del compromiso intestinal, con su resección.
1468
Cirugía | Parte VIII
Imagen 2. La flecha indica una fístula gastrogástrica entre el reservorio y el estómago remanente
1469
Cirugía | Parte VIII
1470
Cirugía | Parte VIII
Banda gástrica
Las complicaciones tempranas de la BG relacionadas a la cirugía gástrica son:
Obstrucción gástrica
Ocurre aproximadamente en el 14 % de los pacientes. Habitualmente las
causas son la inclusión de la grasa perigástrica durante la colocación de la
banda, el uso de una banda de menor tamaño que el requerido o el edema del
tejido posterior a la colocación.[15]
Los síntomas incluyen nausea persistente, vómitos e intolerancia oral.
La seriada esófagogástrica es el estudio indicado para el diagnóstico, en la
que se constata la incapacidad del pasaje de contraste distal a la banda.
En el caso del edema posoperatorio, que suele ser transitorio, la
descompresión gástrica con sonda nasogástrica es el tratamiento de elección.
En el caso de la inclusión de tejido perigástrico en la mayoría de los casos se
debe realizar una reoperación y refijar la banda. Si la banda es menor al
diámetro requerido para tener un buen pasaje se debe reoperar y recambiar
por la correcta.
Otras
Infección del reservorio subcutáneo: asociado muchas veces a bandas
erosionadas. Ocurre del 0,3 al 9 % de los casos. El tratamiento es el recambio
de la BG.
Perforación gástrica.
Hemorragia.
Vaciamiento gástrico retardado.
1471
Cirugía | Parte VIII
Imagen 4. Se observa una banda gástrica erosionada a la altura de la unión esofagogástrica en una
visión endoscópica por retroflexión
1472
Cirugía | Parte VIII
Imagen 5. Se observa la banda gástrica deslizada en forma anterior, la línea roja indica el cambio de
posición orientándose hacia delante, con el prolapso del estómago y la dilatación del reservorio
gástrico
Dilatación esofágica
La dilatación proximal a la BG se ve en un 10 % aproximadamente de los
pacientes. Este síndrome que se comporta como una pseudoacalasia se puede
deber a la insuflación excesiva de la BG o de la incorporación inapropiada o
indebida de gran cantidad de alimento.[20]
Los pacientes presentan habitualmente intolerancia para tragar comida o
hasta saliva, reflujo y dolor epigástrico y pirosis. El diagnóstico es por seriada
esofagogástrica (Imagen 6).
1473
Cirugía | Parte VIII
Imagen 6. Megaesófago con dilatación y codo sigmoideo inferior a causa de la obstrucción distal por
la banda gástrica
Otras
Esofagitis
Hernia hiatal, preexistente no advertida o causada por disección del
hiato esofágico.
Gastrectomía en manga
Sangrado
El sangrado, a pesar de ser una complicación compartida con todas las
cirugías, cabe mencionarlo en esta cirugía en particular porque es una de las
complicaciones más frecuentes y esta directamente relacionada con la sección
vertical del estómago, por lo que muchos cirujanos refuerzan toda la sutura en
forma manual.[21]
Estenosis
El estrechamiento o estenosis genera la obstrucción gástrica. La unión
gastroesofágica y la incisura angularis son las dos áreas más comunes en donde
ocurren las estenosis.[22] Las causas más comunes ocurren por el refuerzo
1474
Cirugía | Parte VIII
Imagen 7. La flecha inferior muestra la estenosis a nivel de la cisura angularis y la disminución del
pasaje de contraste. La flecha superior muestra la fuga de contraste en el ángulo superior de la línea
de sección gástrica, constatándose una fístula. Es probable que la fístula se haya generado y se
perpetúe por la estenosis del reservorio gástrico en manga
1475
Cirugía | Parte VIII
1476
Cirugía | Parte VIII
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1478
Cirugía | Parte VIII
HEMORRAGIA
DIGESTIVA ALTA
MARINA CARIELLO
1479
Cirugía | Parte VIII
Úlcera péptica
El sangrado es la complicación más frecuente de las úlceras pépticas y por
otro lado la úlcera péptica es la causa más frecuente de sangrado digestivo
alto. Existen cuatro factores de riesgo para sangrado: la infección por
Helicobacter pylori al provocar diferentes grados de gastritis; el consumo de
antiinflamatorios no esteroideos (AINE), por su efecto local y sistémico a través
de la inhibición de la protección otorgada por las prostaglandinas gástricas; el
estrés psicológico, especialmente en pacientes hospitalizados, y los estados de
hiperacidemia gástrica, por ejemplo el síndrome de Zillinger-Ellison (Figura 1a).
Gastroduodenitis erosivas
Se trata del daño de la mucosa gástrica y/o duodenal que en ausencia de
disrupción, muchas veces se presenta en el contexto de una inflamación de la
mucosa. Sólo en pacientes anticoagulados, antiagregados o con alteración de la
coagulación y ante la ausencia de otra causa de sangrado, puede considerarse
como el origen del mismo.
Esofagitis
No es frecuente que sangre pero habría que tener en cuenta esta etiología
en caso de esofagitis erosivas severas (C y D de la Clasificación de Los Ángeles),
sin olvidar las esofagitis por píldora (AINE, bifosfonatos, etc.) o las infecciosas
(HSV, cándida) (Figura 1b).
Síndrome de Mallory-Weiss
Son laceraciones de la mucosa en el esófago distal y el estómago proximal,
generalmente producidas luego de reiteradas maniobras de Valsalva, como por
ejemplo ante vómitos reiterados. Habitualmente curan espontáneamente
(Figura 1c).
Angiodisplasias
Son las lesiones vasculares más frecuentes del tubo digestivo y causan entre
el 4 y el 7 % de los sangrados (Figura 1d). Habitualmente el sangrado es crónico
y solapado.
Lesión de Dieulafoy
Se trata de la dilatación aberrante de un vaso de la submucosa que horada el
epitelio suprayacente, en ausencia de úlcera circundante. Son más frecuentes
1480
Cirugía | Parte VIII
Erosiones de Cameron
Erosiones o úlceras lineales en la mucosa gástrica de una hernia hiatal que se
localizan sobre la impronta diafragmática.
Neoplasias
En general las neoplasias del tracto digestivo alto son responsables de
menos del 3 % de los sangrados digestivos. Puede tratarse tanto de lesiones
benignas como malignas: adenocarcinoma, GIST (gastrointestinal stromal
tumors), linfomas y sarcomas de Kaposi. Cuando estas lesiones sangran el
pronóstico generalmente es ominoso (Figura 1g-h).
Fístula aortoentérica
Entidad muy rara pero de alta mortalidad que puede localizarse en la tercera
o cuarta porción duodenal.
Hemobilia
Sangrado a través de los conductos hepatobiliares; debe sospecharse ante
pacientes con antecedentes de instrumentación de la vía biliar, biopsia
hepática, colecistectomía, angioembolizaciones o trauma penetrante.
1481
Cirugía | Parte VIII
De todas maneras, no por esto hay que dejar de sospechar otras causas de
sangrado en estos pacientes. Por otro lado, la gastropatía generada por la
hipertensión portal es muy frecuente pero raramente ocasiona sangrado. Cada
episodio de HDA se asocia a un 30 % de mortalidad, aumentando a un 70 % en
el segundo episodio.
1482
Cirugía | Parte VIII
Presentación clínica
La hematemesis (emesis de sangre roja o contenido en borra de café) y la
melena (heces negras alquitranadas) son las dos formas de presentación más
frecuentes de HDA, aunque también puede presentarse con hematoquecia e
inestabilidad hemodinámica.
La emesis de sangre roja rutilante sugiere un sangrado generalmente más
severo que la de contenido en borra de café. Por otra parte, la melena puede
evidenciarse con pérdidas hemáticas tan escasas como de hasta 50 ml y en un
90 % de los casos se debe a un sangrado digestivo proximal al ángulo de Treitz,
aunque no debe descartarse sangrado nasofaríngeo, del intestino delgado
distal o hasta del colon derecho.
Los pacientes deben ser interrogados sobre los antecedentes de hemorragia
digestiva ya que en el 60 % de aquellos que ya han sufrido un episodio, el sitio
de sangrado se repite.
Por otra parte, hay muchos otros antecedentes patológicos que pueden ser
de mucha utilidad a la hora de recibir a un paciente con hemorragia digestiva.
El consumo de analgésicos no esteroideos (AINE) está íntimamente relacionado
1483
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico y tratamiento
Manejo inicial
El paciente con sospecha de HDA debe ser trasladado a un centro en el que
pueda recibir atención inicial adecuada y en lo posible exista la posibilidad de
realizar terapéutica endoscópica.
Un interrogatorio exhaustivo de los antecedentes personales del paciente,
tal cual hemos mencionado en el apartado anterior, y el tiempo de evolución
de los síntomas es fundamental.
Los síntomas deben ser cuidadosamente evaluados. El dolor en el cuadrante
superior derecho y/o en el epigastrio puede orientar a una úlcera péptica como
origen del sangrado, la odinofagia, la disfagia y los síntomas típicos de reflujo
(pirosis y regurgitación) a una úlcera esofágica. El antecedente de vómitos o
accesos de tos pueden dirigir las sospechas a un desgarro de Mallory-Weiss.
Los síntomas de alarma como pérdida de peso, pérdida del apetito y caquexia
deben hacer sumar a las etiologías posibles una lesión maligna del aparato
digestivo.
Los signos vitales y un correcto examen físico (incluyendo un tacto rectal
para verificar la existencia de melena) nos orientarán en cuanto a la magnitud
de la pérdida de volumen intravascular que ha producido el sangrado y el
estado hemodinámico del paciente al ingreso. Muchas veces los pacientes
llegan taquicárdicos, con hipotensión ortostática (una caída de la presión
arterial sistólica de más del 20 mmHg o un aumento de más de 20 latidos por
minuto entre el decúbito y la sedestación) o hipotensos y ese es el primer
punto a compensar en estos casos (Cuadro 2). El grado de reposición debe ser
proporcional al grado de pérdida de la volemia.
1484
Cirugía | Parte VIII
1485
Cirugía | Parte VIII
Una vez obtenidos los datos y estabilizado el paciente hay que estratificarlo
en pacientes de bajo (20 %) y alto (80 %) riesgo. Para ello existen escalas como
la de Blachford (Cuadro 4), que sólo utilizan criterios clínicos y de laboratorio,
otras como la de Rockall que incluyen también criterios endoscópicos que
serán definidos más adelante (Cuadro 5) y otras más simplificadas como la
AIMS65 (Cuadro 6). Estas escalas son útiles como predictores de necesidad de
tratamiento en el primer caso, de mortalidad y resangrado en el segundo caso
y sólo de mortalidad en el tercero de los casos. A mayor puntaje le corresponde
mayor riesgo: aquellos con puntajes del score de Rockall menores a 2 son
considerados de bajo riesgo, representan un 25 a 30 % de los casos y pueden
ser dados de alta con tratamiento ambulatorio manteniendo un excelente
pronóstico y evitando una internación innecesaria.
1486
Cirugía | Parte VIII
Riesgo= A+B+C+D
Si el resultado es 0 el paciente
puede ser evaluado
ambulatoriamente
1487
Cirugía | Parte VIII
FACTORES DE MORTALIDAD
RIESGO
Albúmina < 3 gr/dl
RIN > 1.5
0 0,3 %
Alteración Mental (Glasgow < 14)
TAS ≤ 90 mmHg 1 1%
Edad > 65 años
2 3%
3 9%
4 15 %
5 25 %
Enfoque terapéutico
El tratamiento empírico con inhibidores de la bomba de protones (IBP) por
vía endovenosa está indicado en todos los casos desde el ingreso del paciente.
El fundamento se basa en que en un medio ácido se altera la agregación
plaquetaria y se activa la pepsina cuya actividad proteolítica disuelve el
coágulo. Por ende, la infusión de IBP pre-endoscopia estabilizaría el coágulo
disminuyendo la posibilidad de encontrar lesiones de alto riesgo, la tasa de
resangrados, el requerimiento de retratamientos endoscópicos y la tasa de
cirugías, aunque es controvertido, si modifican finalmente la mortalidad global
1488
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Ia Ib IIa
1490
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento endoscópico
Una vez diagnosticada la lesión responsable del sangrado se evalúa en
primer lugar la indicación de realizar terapéutica endoscópica. En el caso de
aquellas lesiones que no requieren tratamiento al momento de la endoscopia,
por ejemplo úlceras pépticas tipo IIc y III de la clasificación de Forrest, el
paciente debe continuar con el tratamiento médico, se dan explícitas pautas de
alarma ante las cuales volver a la consulta con urgencia y el paciente puede ser
controlado de manera ambulatoria por un médico.
Por el contrario, los pacientes con lesiones que ameriten terapéutica
específica deberán permanecer internados para recibir IBP endovenosos y
controlar su evolución.
Entre las opciones terapéuticas encontramos métodos de inyección,
métodos térmicos y métodos mecánicos (Figura 3).
Métodos de inyección: el primer mecanismo de hemostasia es meramente
compresivo en todos los casos y posteriormente, según la sustancia
empleada, el efecto será vasoconstrictor, esclerosante o favorecedor de la
trombosis del vaso. La adrenalina, cuyo efecto es vasoconstrictor,
habitualmente se utiliza en diluciones con solución fisiológica estéril (SF)
que la llevan a una concentración de 1:10.000. Esto se logra diluyendo con
9 ml de SF una ampolla de adrenalina 1:100.000. Se realizan inyecciones
de 1 ml aproximadamente cada una en los cuatro cuadrantes alrededor
del vaso que sangra. Tanto el alcohol absoluto (actualmente es desuso)
como el podilocanol producen necrosis por su efecto esclerosante
vascular. Este último usualmente se utiliza en diluciones al 1 % y más
raramente al 2 % y el mecanismo de inyección es el mismo que para la
adrenalina. Para eso de diluyen las ampollas de la droga que viene en
presentaciones al 2 % y 4 % con 2 y 4 ml de SF respectivamente.
1491
Cirugía | Parte VIII
INYECTABLE
TÉRMICO
Por contacto
TÉRMICO
sin contacto
APC
MECANICOS
Clip/ endoloop
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Cirugía | Parte VIII
1493
Cirugía | Parte VIII
1494
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento angiográfico
Se lo utiliza sólo en aquellos casos en los que la terapéutica endoscópica no
logra detener el sangrado en aquellos pacientes en los que la cirugía es muy
riesgosa.
Se puede realizar tanto la inyección intraarterial de vasopresina que está
contraindicado en caso de enfermedad coronaria o isquemia intestinal y tiene
como complicaciones la isquemia de órganos. También se puede lograr la
embolización selectiva de la arteria con esponjas de gelatina o adhesivos
tisulares con complicaciones como isquemias, perforaciones o abscesos.
Requiere un débito de 0.5 mL/min y se obtiene el éxito terapéutico en el 90 %
de los casos.
Tratamiento quirúrgico
Reservado para aquellos casos en los que no se logra detener el sangrado a
través de la endoscopia, ante reiterados resangrados en una misma
internación, o ante complicaciones de la endoscopia. La táctica quirúrgica se
planea dependiendo del sitio sospechado o diagnosticado de sangrado y va
desde la escisión de una úlcera con posterior sutura hasta gastrectomías
parciales o totales.
1495
Cirugía | Parte VIII
Algoritmo final
1496
Cirugía | Parte VIII
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1497
Cirugía | Parte VIII
HEMORRAGIA
DIGESTIVA BAJA
MARINA CARIELLO
Etiología
Las etiologías prevalentes varían en orden de acuerdo a la edad del paciente,
pero no se deben dejar de tener en mente otras causas menos frecuentes que
también pueden observarse en la práctica clínica (Cuadro 1 y Figura 1).
1498
Cirugía | Parte VIII
> 55 años:
- Patología anorrectal (hemorroides, fisuras, etc.)
- Enfermedad diverticular
- Angiodisplasias colónicas
- Pólipos colónicos
- Cáncer de colon
- Colitis: enfermedad inflamatoria intestinal, infecciosa, isquémica, actínica, etc.
< 55 años:
- Patología anorrectal (hemorroides, fisuras, etc.)
- Colitis: enfermedad inflamatoria intestinal, infecciosa, actínica, etc.
- Enfermedad diverticular
- Pólipos colónicos
- Cáncer de colon
- Angiodisplasias colónicas
Patología anorrectal
Las hemorroides son paquetes venosos dilatados en la submucosa que se
encuentran situados por encima (hemorroides internas) o por debajo
(hemorroides externas) de la línea pectínea. Una de las complicaciones posibles
es la ruptura y por ende el sangrado hemorroidal. En estos casos se puede
observar sangre roja rutilante al higienizarse luego de una evacuación o sobre
la materia fecal.
1499
Cirugía | Parte VIII
Colitis (Figuras 1c y d)
Las causas pueden ser infecciosas, isquémicas o inflamatorias. Se presenta
como hematoquecia de moderada magnitud, con dolor abdominal, con o sin
diarrea asociada y a veces acompañada de fiebre. Clínicamente el diagnóstico
diferencial es muy difícil de hacer pero en pacientes mayores y con
antecedentes cardiovasculares uno debe sospechar la colitis isquémica. Ésta
suele presentarse con mucosa friable y ulcerada principalmente en el lado
izquierdo del colon, lo cual suele ser difícil de distinguir de una colitis ulcerosa.
Muchas veces no es fácil hacer diagnóstico endoscópico diferencial entre una
enfermedad inflamatoria y una colitis infecciosa. En todos los casos el estudio
histopatológio de las biopsias obtenidas darán el diagnóstico final.
Rectitis actínica
Puede ocurrir incluso hasta varias décadas luego del tratamiento radiante de
un cáncer de próstata o de útero. Endoscópicamente se ven telangiectasias que
pueden o no ser confluentes sobre una mucosa que puede presentarse
edematosa. Algunas veces también se evidencian úlceras asociadas.
1500
Cirugía | Parte VIII
Postpolipectomía
Debe sospecharse con el antecedente de un procedimiento terapéutico.
Puede ser inmediato, intra o post-procedimiento por un vaso de la submucosa
o mediato, en general a las tres semanas, cuando se cae la escara de
cicatrización. La mayoría de las veces el sangrado se autolimita.
e) Cáncer de colon
1501
Cirugía | Parte VIII
Manifestaciones clínicas
Habitualmente los pacientes se presentan a la consulta refiriendo pérdida de
sangre con la materia fecal en forma de proctorragia o rectorragia (pasaje de
sangre roja a través del recto), hematoquecia o enterorragia (sangre roja o
restos de la misma parcialmente digerida que se observa mezclada con la
materia fecal sugiriendo un origen proximal al recto) y más raramente melena
(materia fecal negra alquitranada producto de la digestión de la sangre
proveniente sobre todo de sangrados originados en el ciego o el colon
derecho).
Los pacientes pueden presentarse con signos que orienten al grado de
hipovolemia:
Taquicardia: hipovolemia leve o moderada.
Hipotensión ortostática: pérdida de al menos el 15 % de la volemia.
Hipotensión arterial: pérdida de al menos el 40 % de la volemia.
En general la hemoglobina y el hematocrito no caen hasta que se comienza a
resucitar al paciente a causa de la hemodilución. La caída posterior del
hematocrito es a expensas de eritrocitos normocíticos en el caso de una
hemorragia digestiva aguda, ya que ante la presencia de una anemia
microcítica y/o el déficit de hierro deben hacer sospechar una causa crónica.
1502
Cirugía | Parte VIII
1503
Cirugía | Parte VIII
Anemia
Aumento de la relación urea/creatinina
Recuento anormal de leucocitos
1504
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
a) Rectitis actínica
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Radiología
El uso del colon por enema es nulo en casos de HBD, pero una radiografía
simple de abdomen puede realizarse dentro de la evaluación inicial del
paciente para descartar complicaciones como la perforación colónica o para
visualizar hallazgos sugestivos de colitis isquémica o infecciosa avanzada como
el signo de thumbprinting o “huellas digitales” que traduce radiológicamente la
injuria transmural.
El resto de los estudios por imágenes, tanto el centellograma como la
angiografía, son útiles para detectar un sangrado si es que este se encuentra
activo al momento del procedimiento.
1510
Cirugía | Parte VIII
Angiotomografía
Es un método que puede ser accesible si se cuenta con un tomógrafo
multislice, es rápido y no invasivo. También requiere de un sangrado activo al
momento de recopilarse las imágenes y detecta flujos de sangrado de al menos
0.3 a 0.5 mL/min con un poder de localización del sitio de sangrado mayor que
el estudio centellográfico.
Al igual que el método anteriormente descripto, no tiene la posibilidad de
realizar terapéutica.
Angiografía
La angiografía tiene una especificidad del 100 % y una sensibilidad del 30-47
%. Detecta sangrados mayores a 0.5-1 mL/min. Cabe recordar que muchas
veces las HDB son intermitentes y de menor cuantía por lo que se limita la
utilidad del método. De todas maneras pueden encontrarse signos indirectos
de lesiones posiblemente sangrantes como el relleno temprano de una
angiodisplasia o de la neovasculatura de una neoplasia, pero el diagnóstico
firme de la etiología del sangrado sólo se logra visualizando la extravasación del
contraste hacia la luz cosa que ocurre entre el 40 y el 78 % de los casos.
Las angiodisplasias sangrantes y las hemorragias diverticulares son los
hallazgos más frecuentes. En el caso de las primeras se trata del gold standard
para su diagnóstico evidenciando venas ectásicas de lento vaciado o
simplemente pequeñas venas que se rellenan lentamente con el contraste.
El método tiene la ventaja de no necesitar preparación colónica previa y de
tener la posibilidad de realizar intervenciones terapéuticas mediante infusiones
de vasopresina o embolizaciones selectivas. La primera es efectiva en al 90 %
de los casos de sangrado diverticular o por angiodisplasias, pero la tasa de
recurrencia luego de la infusión de vasopresina es del 50 %, muchas veces se
requiere el ingreso a un área de cuidados intensivos, está contraindicado en
pacientes con antecedentes coronarios y los efectos adversos como dolor
abdominal son frecuentes. En el caso de las embolizaciones se utilizan
microcoils, gelfoam o partículas de alcohol polivinílico con un éxito terapéutico
que va desde el 44 al 91 %. Habitualmente las lesiones en ciego y colon
derecho se prestan menos para la embolización, como es el caso de las
angiodisplasias que son tan frecuentes en dichas localizaciones.
Complicaciones tales como hematomas en el sitio de punción, más
raramente trombosis arterial, embolizaciones y falla renal ocurren hasta en el 9
% de los pacientes.
La angiografía debe reservarse para los pacientes que presentan un
sangrado masivo que dificulta técnicamente la visualización endoscópica o
1511
Cirugía | Parte VIII
Cirugía
En la gran mayoría de los casos las HDB se autolimitan o pueden manejarse
con terapéuticas no quirúrgicas, ya sean endoscópicas, angiográficas o
mediante un anoscopio como en el caso de los sangrados hemorroidales.
La necesidad de cirugía se presenta ante pacientes hemodinámicamente
inestables a pesar de las maniobras de resucitación instauradas. Así es el caso
de las colitis isquémicas de causa no oclusiva que se presentan frecuentemente
en pacientes con insuficiencia renal o aterosclerosis severa cuyo curso suele ser
fulminante. También aquellos pacientes sin sitio de sangrado localizado y con
más de 6 unidades de glóbulos rojos transfundidos deberían ser considerados
para la cirugía de urgencia.
La situación óptima es llegar a la cirugía con el sitio de sangrado localizado
para poder realizar una colectomía segmentaria.
1512
Cirugía | Parte VIII
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1513
Cirugía | Parte VIII
HEMORRAGIA DIGESTIVA
DE ORIGEN OSCURO
MARINA CARIELLO
1514
Cirugía | Parte VIII
también pueden cursar con sangre oculta en materia fecal. Tampoco hay que
dejar de tener en cuenta la alta tasa de falsos positivos que tienen los métodos
utilizados para la detección de sangre oculta en materia fecal.
El advenimiento de la enteroscopia con doble balón y de la videocápsula ha
llevado a revisar la clasificación de la hemorragia digestiva con la propuesta de
que se la reclasifique en hemorragia digestiva alta cuya lesión de origen se
encuentra por encima de la ampolla de Vater y al alcance de la endoscopia
digestiva alta, del intestino medio, la ocurrida entre la ampolla de Vater y el
íleon terminal a cuyo diagnóstico se llega con la enteroscopia doble balón o la
cápsula endoscópica, y hemorragia digestiva baja o colónica siendo la
colonoscopia la herramienta diagnóstica y/o terapéutica adecuada en estos
casos.
Evaluación y manejo
La historia clínica y el examen físico, junto con los resultados de los estudios
previos son de gran utilidad en este tipo de pacientes.
En las HDOO ocultas que se presentan sin anemia asociada suelen hallarse el
diagnóstico etiológico repitiendo la colonoscopia dada la alta frecuencia de
angiodisplasias colónicas en este tipo de pacientes.
Cuando existe anemia ferropénica o en los casos de melena los estudios
endoscópicos altos y bajos (incluyendo la intubación retrógrada del íleon
terminal) deben repetirse, incluso con el uso de un cap transparente en la
punta del endoscopio para mejorar la visualización de las zonas que puedan
1515
Cirugía | Parte VIII
1516
Cirugía | Parte VIII
Figura 1. Sistema diagnóstico Given®. Consta de una cápsula M2A, un registrador ambulatorio y un
programa para el procesamiento y evaluación de las imágenes
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
YEYUNOÍLEON
ADRIÁN INCHAUSPE Y ADOLFO SUÁREZ
Anatomía quirúrgica
El yeyunoíleon se inicia en el ángulo duodenoyeyunal (Treitz). Su longitud
oscila entre 4 y 9 metros (los ⅖ proximales de yeyuno y los ⅗ distales de íleon).
Dotado de gran movilidad, lo recubre el peritoneo visceral en toda la
circunferencia de las asas, salvo en la entrada de vasos y nervios por el
mesenterio, cuya raíz, entre 20 y 50 cm, se extiende desde el ángulo de Treitz
hasta la región ileocecal. Este es oblicuo hacia abajo y hacia la derecha.
Su pared consta de cuatro capas, que de afuera hacia adentro son serosa-
muscular (longitudinal y circular), submucosa y mucosa. Esta última se dispone
en pliegues circulares —válvulas conniventes— que se recubren de
vellosidades entre 0,5 y 1,5 mm. Estas vellosidades se constituyen de un eje
conectivo-vascular (con arteria-vena y linfáticos) y llegan a aumentar la
superficie intestinal 40 veces. La mucosa, a su vez, tiene 3 capas:
a) muscularis mucosae;
b) lámina propia; conectivo rico en: fibroblastos, macrófagos y
plasmocitos;
c) epitelio con lámina basal.
En la base de implantación de las vellosidades están las criptas de
Lieberkunn.
Esta consta de 5 tipos celulares:
a) celulares caliciformes (producen moco)
b) células de Paneth (gránulos secretorios; ¿antimicrobiana?)
c) células enterocromafines, Kultchinsky, del sistema APUD
d) células indiferenciadas
e) células M (microfold, sensores inmunitarios).
Las células se reproducen desde la base, y ascienden hasta el vértice de las
vellosidades. Allí mueren en 3 a 4 días. Estas células, de núcleo basal y
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Cirugía | Parte VIII
Irrigación
Depende de la arteria mesentérica superior, cuyas ramas se disponen en
arcadas. Las arterias se anastomosan entre sí, dando arcadas que originan las
arterias rectas, que penetran en la pared intestinal. Las venas, paralelas a las
anteriores, drenan al sistema portal por la vena mesentérica superior.
El drenaje linfático cumple una importante función en la absorción de grasas.
Se origina en el conducto linfático o lácteo de cada vellosidad, formando un
plexo en la lámina propia. De allí parten conductos al retículo linfático
submucoso, y de éste, a la red linfática subserosa. La linfa pasa por varios
grupos ganglionares, hasta alcanzar los dispuestos alrededor de la arteria
mesentérica superior. De aquí drenan a la cisterna magna, hasta desembocar
en el confluente linfovenoso cervical.
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Cirugía | Parte VIII
Inervación
Componente vagal (colinérgico)
a) Inervación extrínseca
Componente simpático (adrenérgico)
b) Inervación intrínseca
plexo submucoso de Meissner (intramural)
plexo intermuscular de Auerbach
Hay 3 niveles anatomofisiológicos del control fisiológico:
Sistema nervioso: extrínseco e intrínseco. Lo constituyen 3 vías: colinérgica;
adrenérgica; purinérgica (peptidérgica).
Sistema paracrino: son células de tipo endocrino, de localización difusa en la
pared intestinal, liberan hormonas de difusión local ante cambios ambientales.
Sistema endocrino: produce hormonas capaces de alcanzar la circulación
general. Pueden también cumplir acción neurotransmisora.
Fisiología yeyunoileal
Su misión principal: absorción de nutrientes ingeridos (pre-digeridos por
enzimas salivales, gástricas y pancreáticas HCL y bilis). Los mecanismos de
absorción incluyen:
a) Difusión pasiva: proceso que no consume energía. La transferencia de
sustancias ocurre en virtud de un gradiente electroquímico (como las
membranas celulares son lipídicas, solo las sustancias solubles en lípidos las
atraviesan). Ocurre en todo el tubo digestivo.
b) Difusión facilitada: proceso que implica la absorción de una sustancia
unida a un transportador. No requiere energía y se cumple por gradiente
electroquímico (es específico para ciertas sustancias). Se dispone en todo el
intestino delgado.
c) Transporte activo: las sustancias son transferidas por un gasto de energía
metabólica (ATP). Usa transportadores específicos, algunos se sitúan en todo el
intestino delgado, y otros se localizan en un segmento específico.
d) Pinocitosis: proceso en que las sustancias son captadas en una
invaginación de la célula intestinal, llegando a ser una vacuola dentro de su
citoplasma.
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FÍSTULAS
ENTEROCUTÁNEAS
DANIEL E. WAINSTEIN
Introducción
Las fístulas enterocutáneas representan una patología grave que debe
afrontar el cirujano durante el ejercicio de su profesión. El tratamiento puede
ser extremadamente complejo y requiere de una intervención
multidisciplinaria adaptada para cada caso en particular.
Se atribuye a las fístulas intestinales una mortalidad del 5 al 20 %, cifra
demasiado elevada si tenemos en cuenta que cirugías de gran magnitud como
la duodenopancreatectomía, la hepatectomía o la esofagectomía presentan
tasas inferiores al 10 %. Además, cuando la fístula coexiste con factores
agravantes como la sepsis y la desnutrición, la mortalidad asciende aún mas y
puede superar, a veces, el 60 %.
En el presente capítulo identificaremos las características de las fístulas en
general y su forma de presentación; posteriormente se analizará el manejo de
las fístulas enterocutáneas postoperatorias de alto flujo con una particular
mención al problema de las fístulas enteroatmosféricas. Determinaremos
también la selección y oportunidad de aplicación de los métodos de
diagnóstico y tratamiento más adecuados para este grupo que, por su mayor
frecuencia y alta morbimortalidad, merece especial atención.
Definición y caracterización
Se define a la fístula como una comunicación anormal entre dos superficies
epitelizadas, es decir entre dos órganos huecos o bien entre un órgano hueco y
la piel. Cuando una de las áreas comprometidas corresponde a la mucosa del
tracto digestivo se denomina fístula gastrointestinal. Se trata de una estructura
integrada, habitualmente, por dos orificios y un trayecto intermedio. No
obstante existen algunas variantes en las que las superficies mencionadas se
conectan solamente a través de un orificio en común. Es el caso de las fístulas
intestinales internas o el de las fístulas externas “labiadas”, donde la mucosa
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Cirugía | Parte VIII
Anatomía
La anatomía de una fístula gastrointestinal depende de la ubicación y
características de sus tres componentes esenciales: orificio de origen, trayecto
y orificio de descarga.
Orificio de origen: de acuerdo al emplazamiento de la solución de
continuidad en las distintas porciones del tubo digestivo serán: esofágicas,
gástricas, duodenales, intestinales o colorrectales. Serán laterales cuando
interrumpen solo parcialmente la continuidad intestinal o terminales cuando
dicha interrupción es completa.
Orificio de descarga: puede localizarse en otra víscera (fístula interna), en la
piel (fístula externa o enterocutánea) o en ambas (fístula mixta).
Trayecto: es la comunicación entre los orificios de origen y descarga. Se las
denomina fístulas superficiales o profundas según sea la longitud del trayecto
mayor o menor de 2 cm, y simples o complejas de acuerdo con su formato.
Dentro de las últimas están las fístulas saculares, en las cuales existe una
cavidad intermedia con drenaje insuficiente y aquellas que presentan una
variedad de comunicaciones tanto cutáneas como viscerales. Estos trayectos
pueden también dar lugar a la formación de abscesos interviscerales, que
agravan considerablemente el pronóstico y son en ocasiones difíciles de
reconocer.
Desde el punto de vista anatomopatológico los trayectos fistulosos pueden
ser de aparición reciente (agudos) o de evolución prolongada (crónicos). En el
primer caso, la fístula no tiene tejidos propios y sus paredes están compuestas
por los órganos que rodean al conducto, con tejido de granulación en su
recorrido tal como se ve en los procesos inflamatorios. Se trata de una
formación precaria, permeable a la filtración de líquido entérico. Las fístulas
crónicas, en cambio, poseen una pared propia fibrosa, de mayor solidez.
La información anatómica tiene importancia en el pronóstico con respecto a
la posibilidad de cierre espontáneo de una fístula tal como se observa en la
Tabla 1.
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FAVORABLES DESFAVORABLES
Yeyunal Ileal
Etiología
El 75 a 90 % se presentan como una complicación postoperatoria con una
incidencia de 0,8 a 2 % de las cirugías abdominales, aunque con el aumento de
la expectativa de vida y el avance de la cirugía sobre patologías más complejas
cabría esperar un incremento en su frecuencia.
Un porcentaje menor se debe a otras causas no quirúrgicas: enfermedades
inflamatorias agudas (ej.: apendicitis, diverticulitis) o crónicas (Crohn, TBC),
tumores del aparato digestivo, radiación, traumatismos abdominales, isquemia
intestinal y otros.
Fisiopatología
La solución de continuidad en el tubo digestivo puede acarrear diversas
consecuencias que dependen principalmente del volumen y el destino del
líquido entérico extravasado.
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Peritonitis
Absceso
Figura 1. La perforación intestinal puede originar distintas complicaciones que pueden coexistir
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Factores predisponentes
Muchos pacientes, ya sea debido a la enfermedad subyacente (neoplasias,
SIDA) o bien por una mala condición socioeconómica llegan a la consulta con
un alto grado de desnutrición. En la medida en que la urgencia de resolución
del caso lo permita, debería diferirse la operación hasta lograr un adecuado
restablecimiento nutricional. Hemos señalado que la hipoproteinemia, entre
otros efectos perjudiciales, reduce la actividad fibroblástica retrasando el
proceso de cicatrización tanto de las heridas laparotómicas como de las suturas
intestinales. La misma condición que dificulta la resolución espontánea de la
fístula favorece su aparición cuando se halla presente en el enfermo previo a
una intervención quirúrgica. Las fístulas provocadas por fallas en el proceso de
cicatrización suelen aparecer pasados los seis a ocho días del acto quirúrgico.
Otro factor es la infección de la cavidad abdominal, proceso que dificulta la
cicatrización de los tejidos suturados favoreciendo las fugas anastomóticas y
facilitando también las dehiscencias laparotómicas las cuales a su vez exponen
al intestino predisponiendo su perforación.
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Cirugía | Parte VIII
Clínica
El primer indicio que suele preceder a la aparición de una fístula es una lenta
y dificultosa recuperación postquirúrgica. El íleo prolongado con dolor y
distensión más fiebre y oliguria corresponde inicialmente al cuadro clínico de
una sepsis con foco abdominal. La flogosis y supuración de la herida quirúrgica
son signos premonitorios de la salida ulterior de líquido entérico, sea por los
tubos de drenaje o directamente por ella, confirmando la existencia de una
solución de continuidad en el tubo digestivo. La ingesta de un colorante como
el azul de metileno puede ser de utilidad para certificar rápidamente el
diagnóstico.
Una vez establecida la fístula y de acuerdo con sus características
anatomofisiológicas se presentarán paulatinamente manifestaciones clínicas
del desequilibrio hidroelectrolítico, desnutrición y sepsis. El derrame de
material entérico engendrará una infección parietal severa y una dermatitis
química habitualmente muy dolorosa.
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Cirugía | Parte VIII
- Malestar general
- Hipertermia
ANTES - Dolor abdominal
- Distención
- Supuración de pared
DIAGNÓSTICO
- Dermatitis
- Trastornos hidroelectrolíticos
DESPUÉS - Infección
- Síntomas de desnutrición
Diagnóstico
Para seleccionar el tratamiento más adecuado es necesario un conocimiento
acabado tanto de la condición clínica del paciente como de las características
locales de la lesión.
Evaluación general
Se debe realizar una meticulosa anamnesis y un prolijo examen físico. Si el
enfermo procede de otro centro se investigará acerca de enfermedades
subyacentes y la patología que motivó la cirugía, prestando especial atención a
operaciones previas y al detalle de los procedimientos efectuados. Asimismo,
se revisarán los estudios por imágenes que hayan sido realizados previamente.
Inicialmente, el paciente experimenta una disminución importante en el
volumen circulante, con déficit de agua, electrolitos, y trastornos ácido-base, lo
que se traduce en hipoxia por hipoperfusión. Por ello es de suma importancia
el monitoreo del balance hidroelectrolítico y del estado ácido-base. El grado de
déficit causado es directamente proporcional al volumen y composición del
líquido exteriorizado por lo que deberá ser analizado para medir correctamente
los requerimientos. Es importante señalar que las pérdidas no deben ser
homologadas con la composición normal relativa a la situación anatómica del
orificio de la fístula ya que, tanto la aceleración del tránsito como el íleo, suelen
acompañar a esta complicación modificando significativamente la composición
del material efluente.
Es igualmente importante una evaluación inicial del estado nutricional cuyo
objetivo será adquirir información para la provisión de nutrientes y para valorar
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Cirugía | Parte VIII
B
Figura 3. Fistulografía: A) Fístula ileal profunda con cavidad intermedia. B) Fístula superficial de
intestino delgado, donde se aprecia la distancia entre la lesión y la ileostomía, información
importante para la posterior estrategia quirúrgica
Fístulas enteroatmosféricas
En los últimos años se ha identificado como fístulas enteroatmosféricas (FEa)
a un subgrupo de fístulas enterocutáneas que se desarrollan en un abdomen
abierto. Se trata de lesiones generalmente superficiales, de alto flujo y
rodeadas de vísceras o tejido de granulación, características que dificultan su
manejo y reducen la posibilidad de cierre espontáneo.
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Cirugía | Parte VIII
Figura 4. Las FEa son lesiones superficiales, frecuentemente múltiples y están rodeadas de vísceras o
tejido de granulación
Etiología
Las patologías que requieren inicialmente del abdomen abierto y contenido
(AAC), como la cirugía del control del daño en trauma, o aquellas que necesitan
de dicho recurso terapéutico por evolucionar en el posoperatorio inmediato
con sepsis abdominal, hemoperitoneo o síndrome compartimental son causas
directas o indirectas de FEa. En este aspecto, peritonitis graves, eventraciones
gigantes, cirugía colónica de urgencia y necrosis pancreática, figuran en nuestra
casuística, de manera similar a otras series, como las patologías que más
frecuentemente dan lugar a FEa. Pero también completan la lista diferentes
eventos quirúrgicos cuya resolución impresiona en primera instancia alejada de
la probabilidad de una complicación tan grave: apendicitis aguda,
colecistectomía laparoscópica, y procedimientos gineco-obstétricos, entre
otros (Tabla 3).
PATOLOGÍA N %
Diverticulitis 8 16
Pancreatitis 7 14
Eventración 7 14
Ca de colon 6 12
Trauma abdominal 5 10
Apendicitis 4 8
Otras 13 26
TOTAL 50 100
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Prevención
Dada la gravedad de una FEa es sumamente importante implementar
medidas durante y después del acto quirúrgico que minimicen la posibilidad de
su aparición.
En la operación
Evitar la sobreindicación del AAC: la técnica del abdomen abierto fue
ampliamente difundida durante los años 80 con el objeto de realizar
reoperaciones programadas cada 48 horas a fin de evitar el desarrollo
de sepsis abdominal. Sin embargo, luego de una primera etapa de
entusiasmo por esta nueva estrategia, fueron varias las series
publicadas que mostraron un alto porcentaje de hallazgos negativos en
las sucesivas relaparotomías y, además, exhibían alto índice de cierres
definitivos tempranos. Este aparente éxito no hacía más que
demostrar un exceso en la indicación de una táctica con alto riesgo de
complicaciones graves. Hoy en día se recomienda una cuidadosa
selección de aquellos casos cuya pared abdominal no puede cerrarse
sin tensión o con alta probabilidad de requerimiento de una nueva
laparotomía.
Cubrir las vísceras con epiplón cuando esto es posible, evitando la
exposición visceral, reduce significativamente la probabilidad de
perforación intestinal. Cuando no existe epiplón deberán extremarse
esfuerzos para evitar que las suturas intestinales queden en la
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Cirugía | Parte VIII
A B C
Figura 5b. Ejemplos de cierre abdominal temporal en AA: A) Parche de Wittman; B) Bolsa de Bogotá;
C) SIVACO
En el posoperatorio
Es fundamental el manejo adecuado del balance hídroelectrolítico
desde el mismo momento en que el enfermo arriba a la UTI. La hiper-
resucitación conduce a un edema generalizado que involucra además a
la pared del intestino y el mesenterio, lo que aumenta la presión
abdominal, inmoviliza las asas y provoca isquemia, comprometiendo
así la normal cicatrización de suturas y anastomosis intestinales.
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Tratamiento
En su Relato para el Congreso Argentino de Cirugía (1975), Carpanelli decía
“no existen fístulas digestivas externas sino pacientes que las padecen”. Esto
implica que los problemas que se plantean en cada uno de ellos son distintos y
deben resolverse en forma individual. Existen diferencias en cada caso
referidas a la edad, características etiológicas, anatómicas y fisiopatológicas de
las fístulas, condición clínica, infectológica y nutricional del paciente,
enfermedades asociadas, complicaciones, tiempo de evolución, tratamientos
previos y otras. De allí surge la dificultad para dictar normas rígidas de
tratamiento.
No obstante está claro que la cirugía en pacientes con sepsis, desnutrición
y/o desequilibrio hidroelectrolítico aumenta el número de recidivas y muertes.
La resolución quirúrgica de principio solo está indicada entonces ante
situaciones particulares, fuera de las cuales el tratamiento inicial debe ser
conservador.
Tratamiento conservador
El tratamiento conservador de una FEc puede variar en función del criterio
de cada médico, pero se basa en principios comunes:
1. Corregir el desequilibrio hidroelectrolítico.
2. Mejorar el estado nutricional.
3. Combatir la sepsis.
4. Controlar el flujo de la fístula y proteger la herida.
5. Aguardar la posibilidad del cierre espontáneo o realizarlo mediante
cirugía.
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Figura 6. Actualmente se dispone de múltiples accesorios, polvos, pastas, obleas protectoras y bolsas
colectoras utilizados para ostomías en general y algunos específicamente diseñados para FEa
Oclusión de la fístula
En los últimos veinte años se han propuesto distintos métodos con el objeto
de bloquear el flujo intestinal: adhesivos biológicos, cilindros de submucosa
intestinal de porcino, soluciones de aminoácidos de endurecimiento rápido,
acrilatos y embolizaciones, entre otros. Si bien algunos, en un primer
momento, mostraron resultados alentadores en caso de fístulas profundas y de
bajo flujo, no han logrado demostrar fehacientemente su eficacia.
El tratamiento con vacío reconoce como principales antecedentes la
experiencia que contemporáneamente desarrollaron, desde principio de los
años 80, investigadores rusos por un lado y el grupo de Fernandez y col. en el
Hospital Churruca de Buenos Aires. Los primeros utilizaron presión negativa,
con valores de entre 80 y 120 mmHg, con el objeto de promover la cicatrización
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A B C
Figura 8. Conformación de la cámara de compactación
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Vischer (2008) 53 3 6% 15
Fischer (2009) 19 5 24 % 32
Dionigi (2009) 19 0 0 21
Datta (2010) 26 0 0 19
Wainstein (2011) 50 11 22 % 18
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Figura 9. Ostomía flotante: sistema mixto donde la fístula vuelca el efluente en la bolsa recolectora
que a su vez se monta sobre una herida compactada (DJ Aguila III, 2009)
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* Solo F. duodenales
SC: sin cambios
Tabla 6. Variación del débito de las fístulas enterocutáneas tratadas con octreotide
Manejo práctico
Para resumir presentamos nuestro protocolo para el manejo de los pacientes
con fístulas enterocutáneas. Se trata de un esquema por etapas basado en los
principios de Chapman que, con modificaciones propias, admite la posibilidad
de realizar medidas de diagnóstico y tratamiento en forma simultánea (Tabla
7):
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Elección de la oportunidad
Durante muchos años ha prevalecido el concepto según el cual una fístula
que no cierra en 4 a 6 semanas de tratamiento conservador difícilmente lo
haga posteriormente, lo que motivaba la indicación quirúrgica; sin embargo,
dicho concepto ha sido últimamente revisado. Si bien es cierto que la mayoría
de las fístulas que cierran sin cirugía lo hacen en el plazo mencionado, con el
advenimiento de nuevos métodos de tratamiento local como el SIVACO y el
avance en el soporte nutricional se ha logrado en algunos casos, el cierre de las
fístulas con posterioridad a los límites anteriormente establecidos. Por otra
parte, es sabido que el paciente fistulizado no debe ser sometido a una cirugía
reparadora si no se encuentra libre de sepsis y nutricionalmente recuperado.
Muchas veces no es suficiente el mencionado plazo de 4 a 6 semanas de
tratamiento conservador para alcanzar dicho estado clínico y nutricional. En un
estudio propio sobre 50 casos de FEa, presentado en el Congreso Argentino de
Cirugía en el año 2011, el 40 % de nuestros pacientes demandaron más de 8
semanas para alcanzar la recuperación y el 13 % lo hicieron en un período
superior a 12 semanas. Otro aspecto a considerar es el tiempo en que el
abdomen se torna técnicamente más accesible para su abordaje y para una lisis
de bridas menos riesgosa. En un estudio de la Cleveland Clinic (2004), sobre
203 pacientes fistulizados que fueron sometidos a cirugía reconstructiva, se
observó que los operados antes de las 12 semanas tuvieron una recurrencia del
28 % contra 15 % de los operados posteriormente. Atribuyeron dicho resultado
a que la inflamación peritoneal es máxima durante el primer período, lo que
provoca gran dificultad técnica en la disección. Prolongar el período de espera
para la decisión de operar más allá de 6 semanas, tal como lo propusiera
Conter y col. en 1986 es una premisa que, aunque con amplia variabilidad,
1556
Cirugía | Parte VIII
Técnica y estrategia
Para seleccionar la estrategia quirúrgica más adecuada para cada enfermo
debe tenerse en cuenta las características particulares de cada fístula y aplicar
algunos principios básicos comunes a la mayoría de ellas. Se pueden reconocer
3 tiempos en el tratamiento quirúrgico de esta complicación: abordaje,
tratamiento del intestino y cierre de la pared.
El abordaje es el momento en que suelen acontecer la mayor cantidad de
lesiones viscerales por lo que deben extremarse los cuidados en la disección. El
abdomen puede ser abordado disecando inicialmente la lesión, en la línea
media sobre tejido sano próximo a la herida o sobre el borde aponeurótico.
Mediante esta última es posible rodear la fístula como paso previo a la
resección en bloque de la misma junto al tejido de granulación que la rodea,
técnica que utilizamos preferentemente (Figura 12). No es aconsejable, en
cambio, entrar a la cavidad por incisiones diferentes ya que sólo añaden una
1557
Cirugía | Parte VIII
Figura 12. Técnica de abordaje de la cavidad abdominal rodeando la lesión como paso previo a la
resección en bloque de la fístula junto al tejido de granulación que la rodea
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Fístulas colocutáneas
Las fístulas colocutáneas postoperatorias tienen características que dificultan
su cierre espontáneo. Se destacan la infección local, la obstrucción distal, la
separación de los cabos intestinales, y la persistencia de enfermedad
subyacente como el cáncer o la enfermedad de Crohn. Son generalmente de
bajo débito, que no provocan desequilibrio hidroelectrolítico ni desnutrición,
pero poseen un alto contenido séptico. Se acompañan frecuentemente de
abscesos perianastomóticos que requieren drenaje para poder cumplir los
objetivos terapéuticos.
El principio que rige el tratamiento quirúrgico de esta complicación es el
desvío proximal del tránsito intestinal. La técnica más utilizada consiste en
deshacer la anastomosis afectada, ostomía del extremo proximal y
abocamiento del distal o bien, si se localiza en rectosigma, cierre a lo
Hartmann. Una alternativa más conservadora consiste en la
desfuncionalización de la fístula emplazando una ostomía en continuidad
alejada del segmento fistulizado dejando para un segundo tiempo el abordaje
de la fístula y la reconstrucción del tránsito.
1560
Cirugía | Parte VIII
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subatmosférica. Tesis de Doctorado. Facultad de Medicina. Universidad de Buenos Aires. 2008;
47. Disponible en www.dr-dw.com.
1561
Cirugía | Parte VIII
1562
Cirugía | Parte VIII
DIVERTÍCULO DE MECKEL
ADRIÁN INCHAUSPE
Dentro de la patología del tubo vitelino, hay diversas alteraciones que son
consecuencia del desarrollo mismo, por involución incompleta o excesiva del
intestino primitivo (Forgle y Riche).
a) Involución incompleta
Persistencia de unión entre intestino y ombligo: da lugar a divertículo
abierto y fijado en el ombligo; o persistencia en el de vasos
onfalomesentéricos.
Persistencia de la porción umbilical del conducto onfalomesentérico:
Quistes del ombligo
Tumores residuales
Enterocitoma
Persistencia de porción intestinal del conducto onfalomesentérico:
Divertículo de Meckel
b) Involución excesiva
Estenosis o atresia intestinal, con o sin divertículo de Meckel.
1563
Cirugía | Parte VIII
Embriología
En la tercera semana de gestación, el conducto vitelino conecta su saco por
un borde ventral, con el intestino medio del embrión, a través de un conducto
ancho y corto, que gradualmente regresiona y se oblitera entre la quinta y
séptima semana. Así, la persistencia de su porción proximal paraintestinal,
constituirá el divertículo de Meckel.
Anatomía
Se sitúa en íleon terminal a 45 o 90 cm de la válvula íleocecal. Por ser un
órgano en involución, su tamaño y forma son variables, como su meso. Mide
aproximadamente 2 a 5 cm, aunque se han hallado hasta de 26 cm. Si es corto,
su base de implantación es ancha; si es largo, su base es estrecha. Los primeros
tienden a invaginarse hacia la luz ideal, obstruyendo por intususcepción. Los
segundos tienen mesenterio propio, por el que discurren los vasos. Estos
provienen de las arterias vitelinas —ramas ventrales de la aorta abdominal—.
La izquierda involuciona, pero la derecha persiste y forma la arteria
mesentérica superior. Esta última brindará irrigación al divertículo de Meckel.
Si la remanente es la vitelina izquierda, nutre al divertículo por un meso
separado (“banda mesodiverticular”), que puede actuar de “lazo de
estrangulación” de una asa intestinal.
Histología
Es un divertículo verdadero, pues contiene todas las capas intestinales (80%
de los casos). Es típica la presencia de enterotopias en su mucosa. Pueden
existir revestimientos gástricos (16 a 80 %), pancreático, duodenal o colónico. a
veces se halló mucosa autóctona ileal atrófica.
La presencia de tejido ectópico hace que en estos pacientes exista alto riesgo
de complicaciones.
1564
Cirugía | Parte VIII
Clínica
Complicaciones
El Meckel es el divertículo más común del intestino delgado. En su mayoría
son sintomáticos, pero al momento de dar síntomas, estos traducen
complicaciones potencialmente graves, que acarrean una significativa
morbimortalidad.
Por su presentación clínica, pueden clasificarse en diversos grupos:
Hemorragia
Otras anomalías umbilicales
Perforación
Hallazgo incidental en laparotomías las más frecuentes
Inflamación
Grupo tumoral
Obstrucción intestinal
1565
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
última década se comunicaron varios casos. Los más frecuentes son los
tumores del tejido muscular y carcinoides. El leiomioma o leiomiosarcoma
simulan una apendicitis aguda, o actúan como pie de torsión o vólvulo. Pueden
identificarse por angiografía o scanning isotópico.
Los carcinoides son semejantes a los apendiculares, pues son pequeños,
únicos o sintomáticos; pero su evolución recuerda a los yeyunoileales, por su
considerable potencial metastásico. Por su rareza, no es investigado por
técnicas inmunohistoquímicas. Los inmunofenotipos asemejan estos tumores a
los de yeyunoíleon, pero esto es difícil de determinar antes de su hallazgo
incidental. Se puede asociar a otros tumores (adenocarcinoma rectal). Dan
clínica solo por su complicación: sangrado, obstrucción, perforación. Tienen
notable potencial metastásico, por vía linfática a ganglios mesentéricos. Tienen
pronóstico favorable.
Otras neoplasias infrecuentes son: adenocarcinoma, hamartomas
neurovasculares, hemangiopericitoma, melanoma maligno y linfomas
primarios.
Diagnóstico
Aparece esporádicamente en estudios baritados del delgado (0,7 %). La
ecografía y TAC permite localizar enterolitos. La gammagrafía con Tc99
evidencia sangrados en divertículos complicados, al igual que la angiografía,
que además puede tratarlos. La clave diagnóstica: tener alto grado de sospecha
de la patología, para tratar de hallarla. Tenerlo en cuenta frente a los cuadros
referidos de abdomen agudo.
Tratamiento
En los pacientes totalmente asintomáticos, en los que se halla un Meckel
durante un tránsito intestinal o un enema de bario del delgado: no hacer nada.
Pero si el hallazgo se produce en una laparotomía por otra causa, algunos
autores justifican su exéresis, siempre que no existan contraindicaciones
locales o generales. Otros llaman la atención sobre el hecho de la morbilidad de
su extirpación.
Estas disquisiciones, posibles en el paciente asintomático, no tienen lugar
ante cualquiera de las complicaciones citadas.
Las dos técnicas de resección son:
resección o escisión simple;
resección del Meckel más segmento del íleon.
1567
Cirugía | Parte VIII
1568
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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Japonese literature”. Am J Surg 1978; 136: 247-9.
1569
Cirugía | Parte VIII
ENFERMEDADES
INFLAMATORIAS
DEL INTESTINO
JUAN A. DE PAULA, GUSTAVO ROSSI, JOSEFINA SOBRERO
Y JOSEFINA ETCHEVERS
Introducción y definiciones
El término enfermedad inflamatoria intestinal (EII) incluye una amplia
variedad de presentaciones y manifestaciones clínicas, cuya característica
principal es la inflamación crónica del tubo digestivo en diferentes
localizaciones. Su complejidad fisiopatológica, su heterogeneidad clínica, el
aumento de su incidencia y la ausencia de tratamientos curativos hacen de esta
entidad un desafío médico tanto para la investigación como para la práctica
clínica y quirúrgica diaria.
Actualmente, el concepto de EII incluye tres entidades: la colitis ulcerosa
(CU), la enfermedad de Crohn (EC) y la colitis indeterminada (CI). La cronicidad
de estas enfermedades se caracteriza por presentar períodos de inactividad o
quiescencia (fases de remisión) que alternan con períodos de actividad clínica
de diferente intensidad (brotes o recidivas).
La CU constituye un proceso inflamatorio, inicial y predominantemente
mucoso, limitado al colon, con afección invariable del recto. Se extiende en
forma proximal, ascendente, continua y simétrica deteniéndose, generalmente,
a nivel de la válvula ileocecal, aunque en ocasiones puede extenderse a los
últimos centímetros del íleon terminal.[1]
Por el contrario, la EC puede afectar cualquier zona del tubo digestivo, desde
la boca hasta el ano. Es una enfermedad transmural (desde la mucosa hasta la
vertiente serosa), granulomatosa y cicatrizante. Característicamente, aunque
no invariablemente, la inflamación es segmentaria con áreas preservadas entre
los segmentos de intestino afectados.[2]
La CI afecta exclusivamente al colon pero no tiene características clínicas,
endoscópicas e histológicas definitorias para CU o EC.
1570
Cirugía | Parte VIII
Fisiopatología
En la última década se han logrado importantes progresos en el
entendimiento de las causas y los mecanismos de desarrollo de la EII, sin
embargo la fisiopatogenia exacta continúa siendo desconocida y representa un
reto de la medicina actual.
No existe un único causal o desencadenante de la EII; por el contrario, se
requiere de la interacción entre factores ambientales y la flora gastrointestinal,
que en individuos genéticamente predispuestos van a ocasionar una
inapropiada y continua activación del sistema inmune de la mucosa intestinal.[3]
Factores genéticos
Desde hace tiempo es conocida la asociación familiar en la EII. Tener un
familiar afectado es el factor de riesgo más importante para padecer la
enfermedad. Esto es particularmente importante para la EC en la que la
concordancia en gemelos llega al 35 %, si bien cabe destacar que el riesgo
absoluto de EII en familiares de primer grado es de un 7 %. Tanto la CU como la
EC no se heredan en forma mendeliana simple, son enfermedades poligénicas
complejas, lo que significa que varios genes en conjunto con los factores
ambientales contribuyen a determinar un fenotipo clínico final que
invariablemente será heterogéneo. Los avances científicos en este campo han
sido enormes, habiéndose descripto múltiples genes candidatos, de los cuales
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Cx curativa Sí No
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Cirugía | Parte VIII
COLITIS ULCEROSA
Extensión (E)
E2: Colitis izquierda: afección limitada a colon izquierdo (no supera ángulo esplénico)
E3: Colitis extensa: pancolitis. Afección que se extiende más allá de ángulo esplénico
Gravedad (S)
S1: Colitis leve. ≤ 4 depos/día, sin fiebre, sin anemia, sin ↑ ESD ni ↑ GB
S3: Colitis grave: ≥ 6 depos/día con sangre, fiebre, anemia, taquicardia, ↑ ESD, ↑ GB
ENFERMEDAD DE CROHN
Localización (L)
Laboratorio
Las alteraciones bioquímicas en la EII son poco específicas y, por lo tanto, no
son de ayuda para establecer el diagnóstico. Su mayor utilidad consiste en
valorar la actividad clínica de la enfermedad y la respuesta a los tratamientos;
con este fin se utilizan los parámetros denominados reactantes de fase aguda
como la eritrosedimentación (ESD), proteína C reactiva cuantitativa (PCR),
hemoglobina, leucocitos, plaquetas, albúmina y reactantes en materia fecal
(calprotectina, clearance de alfa-1 antitripsina, lactoferrina).
En los últimos años se ha sugerido el uso del dosaje de algunos anticuerpos
circulantes en el proceso diagnóstico de la EII. Los más conocidos son los
anticuerpos anti-citoplasma (ANCA-p) y anti-Sacharomyces cerevisiae (ASCA).
Los ANCA-p se encuentran presentes en un 50-60% de las CU, mientras que los
ASCA son positivos en un 60-70 % de los pacientes con EC (principalmente
ileal). La baja especificidad y sobre todo la gran variabilidad entre diferentes
laboratorios acotan la utilidad de los anticuerpos en la práctica clínica diaria. En
la actualidad, su valor se limita a la diferenciación entre EC y CU en pacientes
con colitis inclasificable, orientando hacia EC en caso de ANCA-/ASCA+.
Cabe destacar que en casos de recaídas es determinante la exclusión de
causas infecciosas, tales como las infecciones gastrointestinales clásicas, la
presencia de Clostridium difficile o la sobreinfección por citomegalovirus, ya
que estos gérmenes afectan con mayor frecuencia a los pacientes con EII.
Endoscopia
La colonoscopia es una de las herramientas diagnósticas más importantes en
el diagnóstico de la EII.
En el caso de la CU permite evaluar el grado de actividad, la extensión y la
toma de biopsias. La afección macroscópica de la mucosa es difusa, continua y
progresa desde el recto en sentido proximal. Las lesiones van a variar en
función de la severidad del brote. En casos leves observamos disminución del
patrón vascular y eritema, en casos moderados eritema intenso, friabilidad y
ulceraciones superficiales y finalmente en los casos graves podemos encontrar
friabilidad intensa con sangrado espontáneo y úlceras profundas y extensas
(Figura 1).
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Cirugía | Parte VIII
A) B)
A)
B)
C) D)
1577
Cirugía | Parte VIII
Operador ++ ++++ + +
dependiente
Irradiación Sí No Sí No
Histología
El examen anatomopatológico permite obtener datos de gran valor para el
diagnóstico de la EII, sin embargo ni en la CU ni en la EC existen hallazgos
patognomónicos absolutos.
En la CU, durante los brotes agudos, la mucosa (única capa afectada)
presenta un importante infiltrado inflamatorio compuesto por linfocitos y
1578
Cirugía | Parte VIII
A) B)
Figura 3. Radiología en la EII. A) Radiografía de abdomen de una paciente con un brote severo de
CU. Nótese la pérdida de haustras, la dilatación de colon descendente y la presencia de impresiones
digitiformes típicas de sufrimiento intestinal. B) Tránsito de intestino en EC yeyuno-ileal. Múltiples
1579
Cirugía | Parte VIII
áreas de estenosis segmentarias, que alternan con áreas de dilatación preestenóticas. Saculación del
borde anti mesentérico con marcado aumento de los espacios interasas
A)
B)
B)
1580
Cirugía | Parte VIII
como también fistulas entre asas de delgado y sigmoides. Área de estenosis que compromete asa
yeyunal distal en flanco izquierdo con dilatación pre-estenótica
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Cirugía | Parte VIII
Colonoscopia con
ileoscopia + toma
de biopsias
Gráfico 1
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Cirugía | Parte VIII
1583
Cirugía | Parte VIII
1584
Cirugía | Parte VIII
Vía de IV SC SC
administración
Esquema de 0, 2, 6 0, 2 0, 2, 4
inducción (sem)
1585
Cirugía | Parte VIII
CIRUGÍA
BIOLÓGICOS
1) Tratamiento 2) Tratamiento
actual agresivo precoz “top
“step-up” down”
AZA/6-MP MTX
PREDNISONA BUDESONIDA
5-ASA ANTIBIÓTICOS
Gráfico 2. Pirámide “invertida” del tratamiento de la EII. Representa las dos tendencias actuales
1586
Cirugía | Parte VIII
1587
Cirugía | Parte VIII
DISPLASIA
Mucosa
plana
SI NO
Grado de
Mucosa
displasia
colítica
Alto Bajo
Lesión
N° de sobreelevada Adenoma
focos con displasia esporádico
Polipectomía
Múltiples Único
Colectomía
Colonoscopia en Símil
3-6 meses adenoma
NO SI
Displasia No Displasia
Colectomía Polipectomía
Colectomía Colonoscopia
cada 6 meses
Colonoscopia en
3-6 meses y
cada 6 meses
GRUPO DE TRABAJO DE LA GUÍA DE PRÁCTICA CLÍNICA DE PREVENCIÓN DEL CÁNCER COLORRECTAL. Guía de práctica
clínica. Actualización 2009. Barcelona: Asociación Española de Gastroenterología, Sociedad Española
de Medicina de Familia y Comunitaria, y Centro Cochrane Iberoamericano; 2009.
Gráfico 3. Manejo de la displasia en la colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn colónica
1588
Cirugía | Parte VIII
1589
Cirugía | Parte VIII
1590
Cirugía | Parte VIII
1591
Cirugía | Parte VIII
Tomado de The ASCRS Textbook of Colon and Rectal Surgery, 2007, Springer Science.
Benign Anorectal: Abscess and Fistula.
Gráfico 4. Clasificación de las fístulas perineales
Intersesfinterianas Supraesfinterianas
Transesfinterianas Extraesfinterianas
Tratamiento médico
Antibióticos: metronidazol (20 mg/Kg/d) y ciprofloxacina (1000 mg/d)
han demostrado eficacia en inducir la remisión con mejoría en más del
50 % de los casos. El mayor inconveniente es la alta tasa de recaídas al
suspenderlos.
Tiopurinas: AZA y 6-MP han demostrado ser eficaces con una tasa de
respuesta del 40 % mantenida en el tiempo. Están indicados en casos
de falla o intolerancia al tratamiento antibiótico, fístulas complejas o
recaída precoz.
1592
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento quirúrgico
La cirugía en la EPA debe ser a la par del tratamiento médico de la
enfermedad intestinal subyacente, evitando grandes heridas y tratando de
preservar al máximo la función esfinteriana (Tabla 6). Las fístulas simples sin
proctitis asociada se tratan con fistulotomía simple, en caso de inflamación
rectal puede dejarse un sedal a lo largo del recorrido de la fístula. En casos de
fístulas complejas, el colgajo de avance mucoso con drenaje y exéresis del
trayecto es una buena opción. La derivación temporaria mientras se establece
el tratamiento farmacológico es una estrategia combinada muy útil en casos de
enfermedad severa.
1593
Cirugía | Parte VIII
FÍSTULAS PERIANALES
SIMPLES COMPLEJAS
Con Sin
Con o sin
proctitis proctitis
proctitis
1594
Cirugía | Parte VIII
Conclusiones
La EII es una compleja enfermedad sistémica cuya heterogeneidad
representa un desafío de la medicina actual. El mejor entendimiento de su
patogenia, el desarrollo de nuevos métodos diagnósticos y el avance en el
tratamiento médico y quirúrgico nos están acercando al manejo óptimo de esta
enfermedad.
A lo largo de los años, los objetivos del tratamiento han ido evolucionando y
debemos tener presente la importancia de pensar a “largo plazo”, tratando de
disminuir al máximo los efectos adversos de los tratamientos y procurando
lograr para estos pacientes una óptima calidad de vida en su totalidad. Esto
exige un adecuado manejo interdisciplinario con la participación no sólo de
gastroenterólogos y cirujanos especializados sino también de nutricionistas,
reumatólogos, radiólogos y psicoterapeutas.
1595
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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diagnosis and management of ulcerative colitis: Definitions and diagnosis”. Journal of Crohn's
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2. Van Assche, G.; Dignass, A.; Panes, J. y col. “The second European evidence-based Consensus
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Crohn's and Colitis 2010; 4 (1): 7-27.
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Inflamatoria Intestinal. Libro de Texto, III edición, año 2007.
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Gastroenterol Hepatol 2009; 32 (2): 37-43.
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future approaches to treatment”. Inflamm Bowel Dis 2010; 16(5): 870-80.
1596
Cirugía | Parte VIII
TUMORES DEL
INTESTINO DELGADO
ADRIÁN INCHAUSPE Y ADOLFO SUÁREZ
Introducción
Los tumores del intestino delgado son raros, pues esta parte del tubo
digestivo no es propicia a las neoplasias. Representan el 2 al 5 % de los tumores
digestivos (excluyendo los carcinoides, más frecuentes en esta localización). Su
diagnostico no suele ser fácil, por su rareza (se excluye posibilidad etiológica) y
por tener manifestaciones inespecíficas.
Morfologías de la tumoración
Hay diversas modalidades:
Tumor que crece hacia la luz, desde la pared, obstruyendo parcial o
totalmente.
Tumor que infiltra la pared intestinal, engrosándola y obstruyendo su
luz.
Tumor que crece hacia la serosa y se exterioriza sin obstruir (forma
extraluminal subserosa).
Tumor que invade la pared, y le hace perder su consistencia
(linfomas).
Epidemiología
La incidencia de tumores benignos y malignos del intestino delgado es baja.
La mayoría de las lesiones del intestino delgado son malignas con una
incidencia de 0,4 a 1 caso por 100.000 habitantes por año.
El 90 % de los casos suelen aparecer por encima de los 40 años.
Los subtipos histológicos más frecuentes son el tumor carcinoide y el
adenocarcinoma, seguidos por linfoma y sarcomas.
1597
Cirugía | Parte VIII
Etiología
Factores predisponentes
Pueden ser subdivididos en tres grupos:
a) Desórdenes inflamatorios, como enfermedad de Chron.
b) Desórdenes del sistema inmune como SIDA, o pacientes que reciben
inmunosupresión.
c) Desórdenes genéticos como poliposis adenomatosa familiar (PAF) y cáncer
de colon hereditario no asociado a poliposis.
Otros factores incluyen los ocupacionales (trabajadores industriales) y estilo
de vida (alcohol y tabaco).
Manifestaciones clínicas
Se presentan con síntomas gastrointestinales no específicos. Es tardía y
consecuente con alguna complicación:
Síndrome de obstrucción intestinal
- por estenosis, forma intramural
- por invaginación, forma polipoidea
- puede ser aguda o crónica intermitente
A- crisis de dolor cólico, en general en el postprandial alejado
B- ondas peristálticas visibles
C- ruidos hidroaéreos, borborigmos (ruidos de lucha)
D- evacuaciones diarreicas que indican trastornos transitorios del
obstáculo.
ABCD configuran el síndrome de König.
Síndrome y hemorragia digestiva baja: leve, oculta, con anemia
ferropénica.
Síndrome peritonítico (perforativo): puede ser localizado o
generalizado.
Otros síntomas: masas palpables, perforación, pérdida de peso. Una larga
proporción también son asintomáticos.
El dolor abdominal no es específico, usualmente es intermitente, y es
pobremente localizado. Estos pacientes son catalogados muchas veces como
con síndrome de intestino irritable.
1598
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
Radiografía de abdomen: sirve para detectar obstrucciones totales o
parciales.
Tomografía computada de abdomen: en muchos casos pueden determinarse
no sólo los tumores, sino la estirpe benigna o maligna.
Estudios contrastados con bario: sólo se detectan en el 50 % de los casos por
estudios convencionales con bario. La enteroclisis es efectiva en la detección de
pequeños tumores intestinales.
Resonancia magnética con enteroclisis: continúa en investigación pero
promete información intraluminal, de la pared y extraluminal de las lesiones
pequeñas del intestino delgado.
Enteroscopia: está limitada a pocos centros debido a que es compleja, por su
larga curva de aprendizaje y requiere ser realizada por expertos. El desarrollo
de la cápsula endoscópica fue el mayor avance en imágenes del intestino
delgado.
Tratamiento
La resección local o la resección segmentaria es el tratamiento de elección
para los tumores benignos distales al ligamento de Treitz. Las lesiones benignas
en el duodeno requieren una intervención quirúrgica más compleja que puede
ser una resección limitada o duodenopancreatectomía.
El tratamiento de la lesión maligna del intestino delgado depende no sólo del
tipo histológico sino del estadio de enfermedad.
1599
Cirugía | Parte VIII
Desórdenes linfoproliferativos
Hiperplasia linfoidea: son lesiones no neoplásicas que producen
cambios visibles en el intestino delgado. La hiperplasia linfoidea local
afecta a segmento terminal del íleon de niños y adultos. Se presenta
como lesión polipoidea de más de 5 cm.
Linfomas: el diagnóstico de linfoma gastrointestinal requiere la
ausencia de nódulos linfoides con un recuento de células normales.
Enfermedades intestinales inmunoproliferativas, linfoma
mediterráneo o linfoma MALT son los mismos sinónimos de
desórdenes inmunoproliferativos de IGA productoras de linfocitos B.
Estas lesiones afectan el duodeno o yeyuno proximal, la diarrea y
pérdida de peso son los síntomas más frecuentes. El tratamiento es
quimioterápico. Los linfomas gastrointestinales primarios de células T
se ven en mayores de 60 años. Se puede presentar como perforación
intestinal. Las opciones de tratamiento para linfomas localizados
incluyen resección asociada a quimioterapia. En caso de extensión de
la enfermedad a nódulos linfáticos loco-regionales la resección
quirúrgica asociada a la quimioterapia es el tratamiento de elección.
En enfermedad irresecable y extensiva la quimioterapia es el
tratamiento de elección.
Tumor carcinoide: se encuentra más frecuentemente en el apéndice,
seguido del intestino delgado, recto, colon y estómago. Se presenta
entre la sexta y séptima década de la vida con dolor abdominal y
obstrucción del intestino delgado. La mayoría se presenta con
metástasis linfática o a distancia. La resección quirúrgica y de los
linfáticos mesentéricos es el tratamiento de elección.
Neoplasia mesenquimal del intestino delgado: pueden ser divididos
en dos grupos:
- cambios histológicos definidos, como lipomas y hemangiomas;
- sin cambios histológicos distintos, también son llamados tumores
de GIST.
1600
Cirugía | Parte VIII
1601
Cirugía | Parte VIII
PATOLOGÍA
ORIFICIAL BENIGNA
ALFREDO GRAZIANO, KARINA COLLIA ÁVILA, SANDRA
LENCINAS Y ANALÍA POTOLICCHIO
Fisura anal
Definición
La fisura anal aguda es una lesión ulcerada localizada en el rafe posterior del
ano en el 90 %, que se apoya sobre esfínter anal interno. Cura con tratamiento
médico; si persiste luego de 2 meses, pasa al estado crónico. Presenta un fondo
profundo donde se observan fibras nacaradas circulares del esfínter interno. La
presencia del plicoma centinela en la zona externa y de la papila hipertrófica en
el extremo superior constituyen la tríada fisuraria.
Etiología
Si bien en la etiopatogenia de la fisura anal intervienen varios factores,
actualmente es considerado una úlcera isquémica por el déficit de perfusión de
la comisura posterior.
Diagnóstico
Entre los síntomas y signos, el más importante es el dolor evacuatorio
intenso que persiste minutos a horas luego de la evacuación, proctorragia en
forma de gotas o estrías sobre las heces, secreción y prurito.
1602
Cirugía | Parte VIII
Examen proctológico
La Inspección permite observar el extremo inferior de la fisura y la
hemorroide centinela (plicoma).
El tacto rectal confirma la hipertonía anal y detecta la papila hipertrófica. En
ocasiones el dolor es tan intenso que se debe realizar el examen bajo anestesia.
Con la anoscopia se visualiza la lesión completa y permite demostrar la
presencia de patología asociada.
Los estudios complementarios, como la manometría anorrectal, pueden
tener lugar en aquellas pacientes mujeres postparto o en aquellos pacientes
con antecedentes de cirugía orificial.
Diagnóstico diferencial
Tratamiento
El tratamiento médico está indicado en las formas agudas. Cura en el 90 %.
Consiste en corregir la constipación, baños de asiento con agua tibia,
pomadas con anestésicos o corticoides, vitamina A y analgésicos.
Para la fisura crónica se han desarrollado tratamientos alternativos a la
esfinterotomía quirúrgica denominados “esfinterotomía química”, con drogas,
que al reducir la presión de reposo del esfínter interno facilitan la cicatrización
de la fisura.
Toxina botulínica
Producida por el Clostridium botulinum, actúa a nivel de las terminaciones
nerviosas colinérgicas bloqueando la liberación de acetilcolina, lo que produce
1603
Cirugía | Parte VIII
parálisis a las pocas horas. El efecto dura de 3 a 4 meses, tiempo que tardan en
crecer las nuevas terminaciones axónicas.
Ha sido utilizada en dosis variables de 5 a 30 U, en el esfinter interno.
Los índices de curación varían entre el 43 y el 83 %, con escasos efectos
adversos.
Si bien las tasas de curación a los 6 meses son similares a la esfinterotomía
interna, en el seguimiento al año la tasa de cicatrización disminuye al 75 % para
pacientes tratados con toxina botulínica y sigue siendo del 94 % en los tratados
quirúrgicamente.
Tiene un costo elevado y falta de datos a largo plazo de la función
esfintérica. Un 16 % de los enfermos requiere una segunda inyección.
Como contraindicaciones se encuentran las fisuras asociadas a abscesos, la
anticoagulación y antiagregación plaquetaria.
Nitroglicerina tópica
El óxido nítrico actúa como mediador de la relajación esfinteriana.
La nitroglicerina tópica se utiliza al 0,2 %, 2 veces por día durante 2 a 8
semanas.
Entre las reacciones adversas, la cefalea es la más frecuente, seguida de
hipotensión, síncope, hipertensión de rebote, arritmias cardíacas, náuseas,
vómitos y taquifilaxia.
Los porcentajes de cicatrización varían del 30 al 88 %, con un índice de
recidiva del 0 al 67 % y 0 al 84 % de efectos adversos. Aunque un meta análisis
del 2008 de la Cochrane mostró tasas de curación de 48 % y de 37 % en el
grupo control.
Otros dadores de óxido nítrico son el dinitrato de isosorbide y la L-arginina.
1604
Cirugía | Parte VIII
Dilatación esfintérica
Se aconsejó abandonarla debido a las altas tasas de incontinencia, para
gases 39 % y para materia fecal 16 %.
1605
Cirugía | Parte VIII
Anoplastia
Permite extirpar la lesión, tratar la patología asociada, si la hubiere, con o sin
esfinterotomía interna posterior y restituir ad integrum la porción del canal
anal afectado a través de la utilización de colgajos cutáneos o mucosos
deslizados. Estaría indicado en aquellos casos de fisura recurrente o cuando los
valores manométricos preoperatorios son significativamente bajos.
1606
Cirugía | Parte VIII
Patología hemorroidal
Las hemorroides constituyen una estructura normal del conducto anal que
intervendrían en el mecanismo de la continencia, comportándose como
dilataciones vasculares normales por encima y por debajo de la línea pectínea.
Cuando las hemorroides son sintomáticas deberá hablarse de “enfermedad
hemorroidaria”. Las asintomáticas NO DEBEN SER TRATADAS.
Los paquetes clásicos son los de horas 5, 7 y 11 y uno accesorio en hora 2.
Clasificación
Pueden ser internas por encima de la línea pectínea, externas por debajo de
ella y mixtas.
1607
Cirugía | Parte VIII
Etiopatogenia
Teoría mecánica: degeneración del tejido fibromusculoelástico que provoca
el prolapso con los esfuerzos.
Teoría hemodinámica: estasis vascular y la ruptura de shunts
arteriovenosos.
Teoría esfintérica: hipertonía del esfínter anal interno.
La fisiopatología de la enfermedad hemorroidal implicaría más de un factor.
Diagnóstico
Dentro de los signos y síntomas, la hemorragia es el signo más frecuente.
Seguido por prolapso hemorroidario, dolor y prurito anal.
Examen proctológico
Inspección: permite la observación de plicomas, hemorroides externas,
internas prolapsadas, sangrado.
Tacto rectal: NO ES DE UTILIDAD, sirve para descartar otras patologías.
Anoscopia: es de indudable valor para visualizar las hemorroides internas.
Rectosigmoideoscopia, videocolonoscopia y/o examen radiológico del
colon con doble contraste: permiten descartar patología asociada. La
sigmoideoscopia debe ser realizada a todos los pacientes con sangrado por
ano, pero en aquellos con antecedentes familiares de cáncer colorrectal,
síntomas asociados sospechosos o mayores de 50 años la colonoscopia es la
regla.
Tratamiento
El tratamiento médico es paliativo, con una tasa de respuesta del 80 %. Está
indicado en hemorroides sintomáticas grado I y II.
Los objetivos son cambiar las características de las heces, evitar la ingesta de
alimentos irritantes, mantener la higiene de la región anal, baños de asiento
1608
Cirugía | Parte VIII
Tratamientos alternativos
La base de estos tratamientos consiste en la fijación de los tejidos a la pared
muscular, por fibrosis producida por inyecciones esclerosantes, ligaduras o por
medio de la acción del frío o del calor.
Escleroterapia
Consiste en la inyección de 3 a 5 ml de fenol en aceite de almendras al 5 %
por encima de cada paquete hemorroidal, en el tejido submucoso. Se indica en
hemorroides grado I y II. Entre las complicaciones se encuentra descripto:
dolor, impotencia, prostatitis, ulceración o necrosis de la mucosa y absceso. El
éxito varía desde el 42 al 63 %.
Se ha descripto en los últimos años la escleroterapia a través del
colonoscopio (escleroterapia asistida por endoscopia).
Ligaduras elásticas
Se utiliza el aparato de Barron, donde se carga la banda a colocar, con una
pinza de Allis se tracciona el paquete hemorroidario y se dispara la banda sobre
la base de la hemorroide a tratar. Actualmente, una modificación del anterior
dispositivo basada en un canal de aspiración provoca la inclusión de mayor
cantidad de tejido (aproximadamente 3 cc, pudiendo estar indicada en
hemorroides de cuarto grado, macroligaduras). El tejido necrosado cae entre el
5º y 7º día. El principal recaudo es no incluir en la ligadura la línea pectínea,
para evitar el dolor.
Esta técnica ha demostrado ser la más efectiva en el tratamiento
ambulatorio, no quirúrgico, de las hemorroides de primer a tercer grado con
una cura del 80 %, o de cuarto grado sangrantes en pacientes con
contraindicación quirúrgica.
Contraindicaciones: pacientes con discracias sanguíneas y anticoagulados.
Hemorroides complicadas o concomitantes con otra patología orificial.
1609
Cirugía | Parte VIII
Fotocoagulación infrarroja
Utiliza un rayo infrarrojo que penetra en los tejidos y es convertido en calor.
Indicado en hemorroides internas sangrantes de primer y segundo grado. Las
complicaciones son poco significativas. Se han reportado hasta un 80 % de
buenos resultados.
Crioterapia
Debido a la alta tasa de complicaciones, y de recidivas (30 % al año y 50 % a
los cinco años), ha desaparecido como tratamiento alternativo.
Tratamiento quirúrgico
La hemorroidectomía es el tratamiento más efectivo y radical de la
enfermedad hemorroidal. Dos técnicas son las más usadas: abierta (Milligan y
1610
Cirugía | Parte VIII
Morgan) y cerrada (Ferguson). Pueden ser realizadas con bisturí, tijera, bisturí
armónico (Harmonic Scalpel, LigaSure), Nd:YAG Laser.
Ambas técnicas se basan en los mismos principios:
1. Incisión triangular con base externa en piel, separando por disección los
haces del esfínter externo e interno hasta sobrepasar la línea pectínea.
2. Ligadura del pedículo hemorroidal.
3. Mantenimiento de puentes cutáneo mucosos.
Operación de Witehead
Su utilización es de excepción. Consiste en la resección tubular extirpando
toda la zona hemorroidaria, realizando la sutura mucocutánea a nivel de la
línea pectínea.
Las dos complicaciones más importante son la estenosis y el ectropion
mucoso.
Plásticas anales
Podrían estar indicadas en el tratamiento de las hemorroides en corona o
cuando existen patologías asociadas.
1611
Cirugía | Parte VIII
Colgajo de Sarner
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Cirugía | Parte VIII
Trombosis hemorroidal
Es la complicación más común de las hemorroides externas.
Consiste en una induración dolorosa, de color azul violáceo y tamaño
variable. La piel que recubre el trombo por isquemia se puede necrosar y
ulcerar.
El tratamiento quirúrgico está indicado cuando el dolor es intenso, no
involuciona con tratamiento médico o se ulcera.
Aconsejamos la extirpación de la vena trombosada conjuntamente con la
piel dejando el lecho abierto para que cicatrice por segunda intención.
Fluxión hemorroidal
Es la tromboflebitis de los plexos hemorroidarios internos y externos.
Puede abarcar toda la circunferencia anal o la mitad, pudiendo evolucionar
hacia la necrosis y ulceración.
Puede resolverse en forma espontánea.
El tratamiento puede ser médico utilizando baños de asiento tibios,
antiinflamatorios y sustancias vasoconstrictoras como la nafazolina tópica o
con la infiltración de hialuronidasa.
La fluxión hemorroidal se puede tratar quirúrgicamente según técnica de
Milligan y Morgan.
Pese a delimitarse perfectamente los tres paquetes, el edema a veces
predispone a la resección desmedida lo que conduce a la estenosis anal o a la
incontinencia por lesión esfintérica. En aquellos pacientes en los cuales se
constatan procesos necróticos de los paquetes fluxionados es mandatoria la
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
ENFERMEDAD
HEMORROIDAL
NO PROLAPSANTES PROLAPSANTES
Tratamiento médico
Macroligaduras
Tratamiento Tratamiento
alternativo* quirúrgico
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Cirugía | Parte VIII
Abscesos
Patogenia
La infección de las glándulas anales es en el 95 % la causa más común de los
abscesos anorrectales.
La formación de los abscesos tiene lugar en el plano interesfintérico
pudiendo descender al margen anal o penetrar el esfínter externo y alcanzar el
espacio isquiorrectal. La infección puede progresar hacia el espacio
supraelevador, dirigirse hacia atrás, hacia los espacios postanales, o
comunicarse a través de estos últimos con el homónimo del lado opuesto
(absceso en herradura).
El paciente presenta dolor anal pulsátil continuo, fiebre y mal estado general
en caso de localizaciones altas. Existe dificultad diagnóstica cuando el absceso
es interesfintérico, postanal profundo o se encuentra en el espacio
supraelevador.
Tratamiento
Drenaje: se realiza una incisión y remoción de un sector de la piel dejando
una adecuada apertura, vecina al ano disminuyendo el tamaño de la potencial
fístula.
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Cirugía | Parte VIII
Absceso en herradura
El drenaje se realiza a través de ambas fosas isquioanales. El acceso al
espacio postanal profundo se consigue con una incisión entre el coxis y el ano,
hasta perforar el ligamento anocoxígeo. La división de la mitad baja del esfinter
interno drenará la glándula, colocando un sedal a través del orificio interno,
abrazando la masa esfinteriana.
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Cirugía | Parte VIII
Fistulas
La fístula anal es la comunicación a través de un trayecto inflamatorio
crónico, de la luz anorrectal con la piel perianal.
El 95 % de las fístulas son de origen criptoglandular y el 5 % restante debido
a un variado grupo de patologías.
En el año 2003, una revisión técnica de la American Gastroenterological
Association (AGA) propuso una clasificación empírica en simples y complejas:
Simples: aquellas que involucran escasa o nula cantidad de músculo
esfinterico, son bajas –por debajo de la línea de las criptas (superficiales o
fistuletas, interesfinteriana baja y transesfinteriana baja). Sin signos de
abscesos, estenosis anorrectales, proctitis ni conexión a vagina o vejiga.
Complejas: interesfinterianas altas, transesfinterianas altas,
extraesfinterianas, supraesfinterianas, aquellas con múltiples orificios externos
con abscesos, las fistulas rectovaginales y la presencia concomitante de
estenosis anorrectales y o proctitis.
En cuanto a la presencia de múltiples orificios externos debemos hacer la
salvedad de que en algunos casos estos trayectos son solo subcutáneos y con
un único orificio interno; en este caso su resolución es simple. Sintetizando
podemos decir que una fistula compleja es aquella de difícil resolución.
Diagnóstico
Los pacientes relatan el antecedente de drenaje de un absceso perianal.
Pueden presentar secreción purulenta, ano húmedo.
A la inspección se observa el orificio externo, cicatrices, pliegues cutáneos
engrosados o ano deformado.
Siguiendo la ley de Goodsall-Salmon, cuando los orificios externos se sitúen
en el hemiano anterior, el tracto fistuloso se dirige en forma radiada hacia la
cripta enferma; y en los ubicados en el hemiano posterior el trayecto se dirige
en forma curva desembocando en una cripta en la línea media posterior.
Ley de Goodsall-Salmon
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Cirugía | Parte VIII
Clasificación
Utilizamos la clasificación de Parks.
Fistulografía
Tiene un rol limitado. En nuestra experiencia, la realización de la fistulografía
no demostró ser de utilidad, salvo cuando tuvieron relación con patología
pelviana.
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Cirugía | Parte VIII
Manometria anorrectal
La solicitamos en pacientes con alteraciones en la función esfintérica, fístulas
recurrentes, cirugías previas y antecedentes de traumas obstétricos.
Biopsia
Se realiza en caso de duda diagnóstica.
Tratamiento
La relación con la masa esfinteriana es esencial para planear el tratamiento
quirúrgico.
1620
Cirugía | Parte VIII
Alternativas terapéuticas
Fistulotomía
Consiste en poner a plano la fístula. Es el método de elección en la mayoría
de las fístulas submucosas, interesfintertianas y transesfinterianas bajas.
No se recomienda su realización en fístulas en región anterior, en mujeres,
porque el complejo esfintérico es más delgado en esta área y en pacientes con
historia de incontinencia.
Fistulectomía
Es la resección tubular del trayecto fistuloso. Presenta porcentajes mayores
de incontinencia y un tiempo de cicatrización más prolongado.
1621
Cirugía | Parte VIII
Sedales
El principio está basado en la presencia de un cuerpo extraño que sometido
a tracción desencadenará una reacción de tejido fibroso alrededor del tracto.
La sección lenta de los esfínteres tendría menos impacto sobre la continencia.
Entre 4 a 6 semanas si esta no se produce, se completa la fistulotomía. Si la
masa esfinteriana a cortar corresponde a más de la mitad del esfínter externo,
se ha sugerido el retiro del sedal, que va seguido del cierre espontáneo del
trayecto en un 44-78 %.
Deslizamiento de colgajos
Tienen menor riesgo de incontinencia y más rápida cicatrización.
Se realiza un colgajo muco-muscular, con base proximal. El orificio interno en
el músculo se cierra, ocultando el mismo con el flap a modo de telón. El orificio
externo se deja abierto como drenaje.
Las tasas de curación oscilan entre el 60-100 %.
Se han propuesto también colgajos de avance cutáneo en U, V-Y o en casa.
1622
Cirugía | Parte VIII
instilación de solución fisiológica a través del orificio externo y ver que no hay
salida interna. El orificio externo se deja abierto.
Fístulas complejas
Extraesfinterianas
Dos técnicas son propuestas para su tratamiento:
Escisión del orificio en el recto, cierre del defecto muscular, y flap de
mucosa o músculo-mucosa descendida, con drenaje del trayecto fistuloso.
Las tasas de curación varían entre 71-84 %.
Realizar dos colgajos mucoso y cutáneo para cubrir el defecto interno con
una tasa de cicatrización de 73 %.
Una ostomía terminal y cierre del muñón rectal pueden adicionarse para
preservar la sutura.
Supraesfinterianas
Se recomienda el uso de un sedal, con división del esfínter interno y la
porción superficial del externo, el anodermo y la piel que se extiende hasta el
orificio externo o la realización de un flap endorrectal.
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Cirugía | Parte VIII
Fístulas en herradura
El orificio interno es tratado con una apertura en la línea media posterior y
colocación de un sedal. Las extensiones laterales se pueden tratar mediante:
fistulectomía, destechamiento o curetaje.
Las tasas de recurrencia varían luego del tratamiento quirúrgico entre 0 y 56
%.
“Las ostomías no deben realizarse para las fístulas perianales ya que estas
por sí solas no curan el proceso”.
Plug anal
Consiste en un liofilizado de submucosa de intestino delgado porcino, el cual
tiene una resistencia intrínseca a la infección. El procedimiento consiste en la
inserción del plug en el trayecto fistuloso y actúa no produciendo una reacción
a cuerpo extraño sino a una proliferación de células del huésped. Las tasas de
éxito a corto plazo alcanzan el 87 %, aunque las tasas de recurrencia a largo
plazo alcanzan el 70-80 %.
En un intento por aumentar las tasas de éxito, un reciente consenso
recomienda el uso de sedal ya que madura el trayecto haciendo las paredes
mas fibrosas, lo cual llevaría a un incremento de las tasa de curación y ha
mostrado minimizar la sepsis facilitando también el cierre de las fístulas.
1624
Cirugía | Parte VIII
Incontinencia
Definición
La incontinencia se define como la pérdida del control voluntario de gases y
materia fecal, que varía desde una moderada dificultad para retener gases a la
completa pérdida de materia fecal líquida o sólida.
Las causas más frecuentes son postparto (entre el 8,7 % y el 20 %), cirugía
anal (fístula anal 34 %), traumatismos anales, disfunción esfintérica por
miopatía del esfínter anal externo y la degeneración primaria del esfínter anal
interno, las lesiones radiantes y la enfermedad de Crohn.
Diagnóstico
El diagnóstico correcto requiere un exhaustivo interrogatorio y evaluación
clínica del paciente.
Jorge y Wexner publicaron un score que permite valorar el tipo y frecuencia
de la incontinencia.
1625
Cirugía | Parte VIII
Gases 0 1 2 3 4
Líquida 0 1 2 3 4
Sólida 0 1 2 3 4
percibe no percibe
SENSORIALIDAD
(1-2)
1 2
no usa usa
USO DE APÓSITOS
(0-1)
0 1
no condiciona condiciona
CONDICIONAMIENTO
condiciona parcialmente totalmente
SOCIAL O FÍSICO
(0-2)
0 1 2
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Cirugía | Parte VIII
Métodos complementarios
Manometría anorrectal
Cuantifica las presiones del recto y conducto anal, evalúa la longitud del
mismo y la zona de alta presión, la presencia o ausencia del reflejo recto anal
inhibitorio y la compliance rectal (capacidad de adaptación a incrementos de
volúmenes rectales).
Electromiografía
Es un estudio electrofisiológico que demuestra las características de la
injuria, la denervación y la reinervación del esfínter externo y el puborrectal a
partir de fibras de un axón sano, vecino. Esto puede ser mejor evaluado con la
electromiografía de fibra simple. Los pacientes con incontinencia neurogénica
presentan un aumento de la densidad de fibra, cuyo valor normal es de 1,5 +-
0,1.
Tiempo de latencia del nervio pudendo
Es el tiempo que tarda en responder el puborrectal y el esfínter externo a la
estimulación del nervio pudendo. Se realiza con el electrodo decartable de
Saint Mark’s. El valor normal es de 2 +- 0,2 mseg.
Puede constituír un elemento de valor predictivo que influye en los
resultados de la reparación esfintérica en mujeres con incontinencia de causa
obstétrica, como así también en la inutilidad del tratamiento quirúrgico en las
incontinencias neurogénicas.
Ultrasonografía endoanal
Ha sido usada para determinar la integridad y el grado de disrupción de los
esfínteres.
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Cirugía | Parte VIII
Videodefecografía
No es de importancia para diagnosticar incontinencia, es un complemento
para apreciar el descenso del piso pelviano, prolapso rectal o intususcepción
que pueden influir negativamente en el resultado de las intervenciones
quirúrgicas.
Tratamiento conservador
Modificaciones dietéticas, agentes constipantes, supositorios y enemas,
biofeedback (modalidad terapéutica que consiste en incrementar la percepción
de la distensión rectal y optimizar la habilidad de contracción de los esfínteres
anales voluntariamente). La severidad de los síntomas y la neuropatía son dos
factores de pobre pronóstico. También se ha descripto la utilización de un
tapón anal (dispositivo intra-anal que ocluye el conducto y posee un sensor que
detecta la materia fecal cuando alcanza el recto).
Tratamientos mini-invasivos
Neuromodulación sacra (en un inicio estaba indicado en pacientes con
esfínter anal externo intacto, en la actualidad se supone que la
neuromodulación no solo produce estimulación motora del esfínter externo
sino que también actúa sobre las fibras aferentes y autonómicas remodelando
la trama neurológica). Se basa en la estimulación eléctrica de la vía aferente de
las raíces sacras para modular y reestrablecer el equilibrio entre los reflejos
inhibitorios y facilitadores que controlan la actividad del suelo de la pelvis y
periférica (estimulación del nervio tibial posterior), tapón anal, radiofrecuencia
(la utilización de la energía liberada por radiofrecuencia produce lesiones en el
esfínter interno a través de la mucosa debido a una contracción del colágeno),
Inyección de sustancias en la submucosa del conducto anal
(politetrafluroetileno, colagneo, grasa autóloga).
Tratamiento quirúrgico
Reparación esfinteriana
Se puede realizar cuando los cabos musculares puedan ser aproximados y
conserven la capacidad de contracción. Existen tres maneras de reparación:
Aposición cabo a cabo
Localizados los cabos separados por tejido cicatrizal, este se reseca y ambos
extremos se suturan con puntos separados. Los resultados varían entre el 33,5
% al 77,5 %, descendiendo a un 50 a 60 % cuando existe lesión de los nervios
pudendos.
1628
Cirugía | Parte VIII
Plicatura
Consiste en la plicatura de la musculatura esfintérica anterior o posterior,
pudiendo ser efectuada en cualquiera de los otros cuadrantes. Se tracciona el
esfínter en forma de V, y se lo plica con puntos separados.
Superposición (overlapping)
Está indicada cuando existe lesión anterior esfinteriana, debido en la mayor
parte de los casos a trauma obstétrico.
Se individualizan los cabos del esfínter, los que se superponen sin tensión. Se
puede realizar de tres maneras:
1) superposición de músculo sobre músculo;
2) conservando la cicatriz, superposición de músculo sobre cicatriz;
3) tejido cicatrizal sobre tejido cicatrizal.
Las tasas de éxito varían entre un 14 y 89 % y en un seguimiento a largo
plazo solamente ⅓ de los pacientes son totalmente continentes.
Colpoperineorrafia posterior
Utilizada en casos de desgarro postparto de cuarto grado, y daño muscular
de 90°.
Se diseca el recto de la vagina, los músculos elevadores se suturan entre sí a
igual que los cabos esfintéricos, restaurando el tabique recto vaginal y el periné
1629
Cirugía | Parte VIII
Reparación postanal
Descripta por Parks para tratar la incontinencia neurogénica que sobreviene
después de la reparación del prolapso rectal.
Se realiza una incisión entre el ano y el cóccix hasta alcanzar el espacio
interesfintérico, se secciona la fascia de Waldeyer, plicando el íleo y el
pubococcígeo, para luego realizar lo mismo con el puborrectal y el esfínter
externo.
Los resultados obtenidos por Parks del 81 % de éxito no pudieron ser
repetidos por otros autores que obtuvieron tasas variables entre el 28 y 63 %.
Parecería que el único predictor de los resultados adversos de esta
intervención es la neuropatía pudenda.
Recto Vagina
Pubococcígeo EAE
Puborrectal
Procedimientos de neoesfínteres
Son utilizados en los grandes defectos musculares. Se pueden efectuar con
material autólogo: gluteoplastia (con glúteo mayor), graciloplastia (músculo
1630
Cirugía | Parte VIII
Esfínter artificial
Otros métodos
Enemas anterógradas: permite el lavado colónico a través de una
apendicostomía o cecostomía. Ante el fracaso de todos los tratamientos
médicos o quirúrgicos, la indicación de una ostomía puede ser una alternativa
válida.
Estenosis anal
La estenosis anal es el estrechamiento del ano con pérdida de su elasticidad
natural, que puede ser anatómica (cicatrizal) o funcional (por hipertonía del
esfínter anal interno).
1631
Cirugía | Parte VIII
Se clasifica en:
congénita: secuelas de ano imperforado y atresia anal.
adquirida: a) primarias: estenosis senil; b) secundarias (más
frecuentes): postraumáticas, iatrogénicas (postquirúrgicas –
posthemorroidectomía–, postdilatación anal), enfermedad inflamatoria
intestinal, neoplasias, postradiación, leucoplasia, procesos supurativos
crónicos, infecciones específicas (tuberculosis, enfermedades venéreas), abuso
crónico de laxantes, diarrea crónica.
Pueden ser: de acuerdo al nivel (bajas, medias, altas); de acuerdo a su
severidad (leve, moderada, severa). Las estenosis pueden ser a su vez
localizadas, circunferenciales o difusas.
Diagnóstico
El síntoma más común es la dificultad evacuatoria, dolor, sangrado,
disminución del calibre de las heces, diarrea, escurrimiento, tenesmo y
fecaloma. Las estenosis anales se asocian frecuentemente a fisura anal.
Tratamiento
No quirúrgico
Las estenosis leves pueden manejarse con fibras y con dilatación con bujías.
Algunos autores la contraindican porque puede producir hematomas y más
fibrosis.
Quirúrgico
Anoplastias: consisten en llevar mucosa rectal o piel perianal al conducto
anal y restituir la pérdida del anodermo.
1632
Cirugía | Parte VIII
Se clasifican en:
flaps de avances
islas (tejido adyacente transferido)
flaps rotatorios
El aporte vascular a los flaps es a través de los vasos submucosos o
subdérmicos.
Anoplastias
Avance mucoso
Colgajos V – Y Colgajo Y – V
1633
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
CÁNCER DE ANO
ALBERTO CARIELLO
1637
Cirugía | Parte VIII
Canal anal
Margen anal
Carcinoma basocelular
Tumores del Carcinoma espinocelular
margen anal Enfermedad de Bowen
Enfermedad de Paget perianal
A | Tumores del canal anal: son los más frecuentes, representan casi el 70 %
del total.
1) Carcinoma epidermoide
La denominación incluye los carcinomas espinocelulares, cloacogénicos o
basaloides y los mucosecretantes, que en el pasado se consideraban entidades
separadas, pero que debido a un comportamiento común hoy se prefiere
agrupar. Representan el 80 % de los cánceres anales.
Existe una asociación epidemiológica comprobada entre estos tumores y la
irritación crónica o lesiones con falta de higiene de la región; se lo ha
relacionado con la presencia del HPV (Human Papilloma Virus) y del virus del
herpes simple tipo 2, los carcinógenos del cigarrillo y en ciertas condiciones de
inmunosupresión de los pacientes que han sido trasplantados.
1638
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
El tratamiento clásico de estos raros tumores hasta hace 20 años era la
resección abdominoperineal (operación de Miles), una operación que a los
inconvenientes propios de una colostomía permanente y los trastornos
sexuales y urinarios, le agregaba una mortalidad operatoria alta (más del 8 %
en mayores de 70 años) y una alta tasa de recidivas (aprox. 30 %), con una
sobrevida a los 5 años del 58 % (Reportado en una serie controlada de cirujanos
entrenados, Quan, 1986).
En los últimos años se ha demostrado el valor de la radioterapia (Papillon,
DCR, 1974) y más precisamente de la terapia combinada: quimioterapia (Qt)
más radioterapia (Rt) más cirugía, que es lo que se usa actualmente con mayor
suceso. Nigro et al. (DCR, 1974), reportaron que 22 de los 24 pacientes tratados
(92 %), no tenían tumor residual en la pieza de una resección
abdominoperineal realizada posteriormente. También observó una sobrevida a
los 5 años del 83 %.
1639
Cirugía | Parte VIII
5 FU 5 FU
MitC
Rt: 1.8 -2.2 Gy/día Rt: 1.8 -2.2 Gy/día Rt: 1.8 -2.2 Gy/día Rt: 1.8 -2.2 Gy/día Rt: 1.8 -2.2 Gy/día
2) Adenocarcinoma
a - Tipo colorrectal: ocurre en la zona alta del canal anal recubierto de
mucosa y es similar al del resto del colon; con frecuencia ya ha invadido el
1640
Cirugía | Parte VIII
3) Melanoma maligno
Generalmente se diagnostican por dolor anal o por el crecimiento de una
masa, y entonces ya es demasiado tarde pues las lesiones mayores de 2 mm no
han alcanzado sobrevida a los 5 años. Metastatizan tempranamente y asientan
tanto en el margen como en el canal anal.
5) Enfermedad de Bowen
Se trata de un carcinoma in situ (intraepidérmico de células escamosas) que
se presenta a simple vista como placas eritematosas, bien definidas, en
ocasiones costrosas o escamosas que no producen infiltración (excepto en los
raros casos en que se ulcera). Histológicamente, se ven células escamosas
intraepiteliales y las células bowenoides, gigantes, multinucleadas con una
vacuolización especial que produce un “halo”. El tratamiento es la exéresis
amplia con seguimiento estricto.
1641
Cirugía | Parte VIII
tomar una biopsia, en la que se ven las células de Paget, grandes, pálidas y
vacuoladas, con núcleos excéntricos hipercrómicos. El tratamiento es la
exéresis amplia, pero debido a su tendencia a recidivar, es útil detectar la
extensión total de la lesión coloreándola con azul de toluidina y lavándolo con
ácido acético antes de resecar.
1642
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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1644
Cirugía | Parte VIII
ENFERMEDAD
DIVERTICULAR DEL COLON
ALBERTO CARIELLO
Introducción
La enfermedad diverticular del colon y sus complicaciones era una rareza
hace dos siglos, y ha ido aumentando su incidencia progresivamente en las
comunidades occidentales desde el siglo XIX, en coincidencia con el cambio de
una dieta rica en residuos celulósicos a otra pobre en residuos en las
poblaciones occidentales. Esta presunción parece probarse en un trabajo de W.
Aldori (1994) que hizo el seguimiento de una cohorte de casi 50.000 hombres
durante 4 años, y comparó a los individuos que recibían una dieta rica en
grasas animales y pobre en fibras vegetales, con aquellos que recibían una
dieta pobre en grasas animales y rica en fibras, de lo que resultó un riesgo
relativo (RR) de 3.32 en el primer grupo con respecto al segundo grupo, para
desarrollar enfermedad diverticular sintomática. Afecta a menos del 10 % de
menores de 40 años, y a más del 65 % en mayores de 80 años.
Fisiopatología
La progresión del contenido colónico, a diferencia del peristaltismo intestinal
es discontinua, funciona como compartimientos estancos que tienen dos clases
de movimientos, unos de segmentación “mezcla” del contenido y otros de
propulsión “en masa”, que se producen cuando se acumula una determinada
cantidad de contenido colónico y progresan el contenido de un
compartimiento al siguiente.
1645
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Clínica
Se proponen varias clasificaciones evolutivas de la enfermedad; hemos
preferido utilizar, con modificaciones, los estadios descriptos por A. Sheth de la
1647
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Sintomáticos
20%
Asintomáticos
80%
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
TAC planotransverso: engrosamiento parietal, enrarecimiento de la grasa del meso y aire libre fuera
del colon
TAC plano sagital: engrosamiento parietal, con TAC plano coronal: engrosamiento parietal, con
enrarecimiento de la grasa y aire libre fuera del enrarecimiento de la grasa y aire libre fuera del
colon colon
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
1) Absceso pelviano: colección pericólica con aire libre 2) Absceso pelviano: drenaje percutáneo
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EEsstteennoossiiss
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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1664
Cirugía | Parte VIII
PÓLIPOS COLÓNICOS Y SU
POTENCIAL MALIGNIZACIÓN
CARLOS VACCARO, MARIANO MARCOLONGO
Y NICOLÁS RESIO
Clasificación
Macroscópicamente, un pólipo es clasificado como pediculado,
subpediculado o sésil (Figuras 1 a 3). Histológicamente, los pólipos son
clasificados como neoplásicos (adenomas) o no neoplásicos. Los no neoplásicos
no tienen potencial maligno e incluyen a los pólipos hiperplásicos,
hamartomas, agregados linfoides y pólipos inflamatorios. Los pólipos
1665
Cirugía | Parte VIII
Adenomas planos
La establecida secuencia adenoma-carcinoma refuerza el concepto de que el
CCR surge de pólipos visibles (y por ende fácilmente detectables) y constituye
la base de la actual recomendación del rastreo. No obstante, estudios
realizados en Oriente indican que las neoplasias colorrectales no polipoideas
(adenomas planos y/o deprimidos) contribuirían en el desarrollo del cáncer
colorrectal de dicha región. Estudios japoneses describen una vía alternativa en
la formación del cáncer colorrectal, a través de las neoplasias colorrectales no
polipoideas (adenomas planos y/o deprimidos),[4] las cuales, aunque menores
en tamaño que su contraparte polipoidea, pueden estar asociadas con una
incidencia mayor de displasia de alto grado. Dichas lesiones, morfológicamente
aparecen como ligeramente elevadas, completamente planas o ligeramente
deprimidas comparadas con la mucosa normal.
La incidencia y significación de estas lesiones en los países de Occidente es
controvertida. Algunos expertos norteamericanos consideran que los tumores
planos y/o deprimidos no son lesiones patológicas diferentes sino simplemente
adenomas polipoideos pequeños y que la alta incidencia de displasia de alto
grado reportada en Japón puede ser atribuida a las diferencias en los criterios
diagnósticos utilizados.[5] Sin embargo, un estudio realizado en el Reino Unido
1666
Cirugía | Parte VIII
Manejo endoscópico
La mayoría de los pólipos pequeños son adenomas con mínimo potencial
maligno (la probabilidad de que ya exista cáncer en un pólipo de pequeño es
muy menor al 1 %).
1667
Cirugía | Parte VIII
Vigilancia post-polipectomía
El objetivo de la vigilancia es detectar y resecar los adenomas, los
subsiguientes adenomas metacrónicos y los pólipos sincrónicos que
eventualmente pueden pasar desapercibidos en la colonoscopia. La incidencia
de pólipos metacrónicos ha sido estimada en 20 a 50 % dependiendo de los
intervalos de seguimiento utilizados.
El análisis de la distribución y los hallazgos de la colonoscopia sugiere que el
tiempo promedio que toma un adenoma avanzado en desarrollarse a partir de
una mucosa colónica de apariencia normal es de aproximadamente 5 años y
para desarrollar un cáncer es de aproximadamente 10 años. En el National
Polyp Study, la colonoscopia realizada después de 3 años de remover los
pólipos adenomatosos, detectó adenomas avanzados con la misma efectividad
que el seguimiento con colonoscopia al año. A los 3 años, sólo 3,3 % de los
pacientes de cada grupo tenía adenomas avanzados. Así, este estudio pionero
inicialmente recomendó un intervalo de al menos 3 años antes de la
colonoscopia de vigilancia después de diagnóstico inicial de pólipo
adenomatoso.
Ulteriores análisis de los datos del National Polyp Study y datos más
recientes de estudios de vigilancia post-polipectomía, indican que es posible
una estratificación de riesgo de la recurrencia de adenomas, en base a las
1668
Cirugía | Parte VIII
características iniciales de cada caso. Los pacientes con alto riesgo relativo de
desarrollar adenomas avanzados durante el seguimiento, incluyen aquellos con
múltiples adenomas (más de 2), adenomas grandes (mayores de 1 cm),
adenomas con displasia de alto grado, o antecedentes familiares de primer
grado de cáncer colorrectal. Estos pacientes deberán hacer su primer
colonoscopia de vigilancia a los 3 años. Los pacientes con bajo riesgo de
adenomas avanzados metacrónicos incluyen aquellos con uno o dos adenomas
tubulares pequeños y sin historia familiar de cáncer colorrectal. Para estos
pacientes, su primer colonoscopia de vigilancia puede ser diferida en forma
segura por al menos 5 años. En pacientes ancianos con este bajo riesgo,
especialmente aquellos con comorbilidades substanciales, ningún seguimiento
estaría indicado. Datos del National Polyp Study y experiencias reportadas
recientemente con el rastreo colonoscópico, indican que después de una
endoscopia de seguimiento sin pólipos, el subsiguiente intervalo de vigilancia
seguro es de 5 años, y para pacientes seleccionados añosos con
comorbilidades, ningún seguimiento estaría indicado.
1669
Cirugía | Parte VIII
1670
Cirugía | Parte VIII
Complicaciones de la polipectomía
Las perforaciones durante la colonoscopia pueden ser consecuencia de la
fuerza mecánica ejercida sobre la pared intestinal, resultado de la
sobredistensión gaseosa (especialmente en el ciego) o de los procedimientos
terapéuticos. La polipectomía está asociada con una tasa de perforación que
varía entre 0,1 a 0,3 %. Si bien la mayoría de las perforaciones producidas por
fuerza mecánica requieren cirugía, aquellas producidas luego de la
polipectomía tienen evolución variable. Los cuadros más frecuentes son los
conocidos como “síndrome de coagulación post-polipectomía o quemadura
transmural” cuya prevalencia es de alrededor del 1 %. Esto ocurre
generalmente cuando se libera un exceso de energía durante la polipectomía y
a menudo sucede cuando el cierre del asa es demasiado lento. La mayoría de
estos pacientes pueden manejarse con tratamiento conservador que incluya
hidratación, analgésicos, antibióticos y evaluación clínica, resolviéndose
habitualmente el cuadro en 1 a 3 días. Las lesiones con perforación libre
requieren cirugía. En los últimos años, en nuestra institución, se ha utilizado el
abordaje laparoscópico con buenos resultados. Más recientemente, se ha
propuesto el tratamiento de las pequeñas perforaciones con la colocación de
clips.
El sangrado es otra de las posibles complicaciones tras la resección de
pólipos y su índice es de entre 1,4 a 2,7 %. Actualmente, múltiples opciones
terapéuticas endoscópicas, que incluyen la inyección de adrenalina o
esclerosantes, coagulación electrotérmica (bipolar, multipolar, plasma argón),
clips endoscópicos, ligadura con bandas elásticas y asas desmontables, pueden
usarse para detener el sangrado inmediato o tardío. La elección del método
dependerá de la disponibilidad y experiencia en el uso. Eventualmente, si los
métodos endoscópicos fracasan se deberá optar por la angiografía
intervencionista o más frecuentemente por la cirugía.
1671
Cirugía | Parte VIII
El pólipo maligno
Se define como pólipo maligno a aquel que tiene un cáncer invasor, esto es
una invasión neoplásica de la submucosa y por ende potencial metastásico. Es
crucial diferenciar esta situación a la descripta anteriormente donde la invasión
se limitaba a la mucosa (carcinoma in situ), ya que a diferencia de lo que
sucede por ejemplo en el estómago, estas lesiones no tienen capacidad de dar
metástasis por la ausencia de vasos linfáticos. Frente a este tipo de lesiones,
debe considerarse la necesidad adicional de una colectomía aún cuando la
polipectomía ha sido completa. El riesgo de metástasis ganglionares debe
ponderarse con el de una colectomía. La mortalidad de una resección electiva
colónica es de alrededor del 2 % y varía del 0,2 % en personas sanas jóvenes
hasta cerca del 5 % en ancianos. Por su parte, el riesgo de diseminación linfática
de un pólipo maligno ha sido estimado por medio del estudio de piezas de
resección. En una extensa serie, las metástasis linfáticas ocurrieron en
aproximadamente 10 % de los pólipos malignos. Sin embargo, en todos los
casos se trató de cánceres pobremente diferenciados, situación que ocurre en
sólo el 5-10 % de las veces.
Un análisis de las series publicadas estima que el riesgo de cáncer residual o
metástasis nodal de pólipos malignos con criterios favorables (pediculados y
sésiles), resecados endoscópicamente, fue de 0,3 % y 1,5 %, respectivamente.
Otra revisión de pólipos resecados endoscópicamente con factores pronósticos
desfavorables (pobremente diferenciados, margen comprometido, o presencia
de invasión linfática o vascular) reportó cáncer residual en 8,5 % y 14,4 %, en
pólipos malignos pediculados y sésiles, respectivamente. Por lo tanto, si en un
espécimen adecuadamente procesado no hay evidencia de carcinoma
pobremente diferenciado o escisión incompleta, la polipectomía es
considerada el tratamiento adecuado. Varias series confirman estos criterios y
también muestran que la invasión del pedículo no es, en sí misma, predictiva
de recurrencia cuando el margen de resección no está involucrado. Algunos de
estos estudios iniciales especulan que la invasión linfática o vascular en el
pólipo también indicaría la resección quirúrgica como tratamiento definitivo.
En la Tabla 1, se detallan los criterios del Colegio Americano de
Gastroenterología para considerar suficiente el tratamiento endoscópico.
Los pacientes con pólipos malignos sésiles con criterios pronósticos
favorables deberán controlarse en 3 meses para detectar tejido anormal
residual en el sitio de la polipectomía. Después de una inspección con resultado
negativo, se retoma la vigilancia habitual como en los pacientes con adenomas
benignos. Debido a que la recurrencia del cáncer es escasa, ningún estudio de
laboratorio o de diagnóstico por imágenes está indicado en el seguimiento de
estos pacientes.
1672
Cirugía | Parte VIII
Tabla 1. Criterios del Colegio Americano de Gastroenterología para tratamiento conservador del
pólipo maligno
1673
Cirugía | Parte VIII
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1674
Cirugía | Parte VIII
1 | Grupos de riesgo
Se han identificado grupos con riesgo elevado de padecerlo en las personas
mayores de 50 años, particularmente las que tienen antecedentes de:
Cáncer colorrectal en parientes en primer grado (padres, hermanos,
hijos)
Cáncer colorrectal o ginecológico previamente tratado (tumores
metacrónicos)
Pancolitis ulcerosa de larga evolución (más de 10 años)
Pólipos aislados (la secuencia adenoma-carcinoma está comprobada)
En menor grado: S. de Gardner, S. de Peutz-Jeghers, S. de Turcot, P.
juvenil
Poliposis heredofamiliar (cientos de pólipos para transformarse)
1675
Cirugía | Parte VIII
1676
Cirugía | Parte VIII
2 | Epidemiología
El cáncer colorrectal es el tercer cáncer más común en los hombres (746.000
casos, el 10,0 % del total) y el segundo en mujeres (614.000 casos, un 9,2 % del
total) en todo el mundo. Casi el 55 % de los casos ocurren en las regiones más
desarrolladas. Existe una amplia variación geográfica en la incidencia en todo el
mundo y los patrones geográficos son muy similares en hombres y mujeres: las
tasas de incidencia varían de diez veces en ambos sexos en todo el mundo, las
tasas estimadas más altas que están en Australia/Nueva Zelanda (ASR 44,8 y
32,2 por 100.000 en hombres y mujeres respectivamente), y las más bajas de
África occidental (4,5 y 3,8 por 100.000). La mortalidad es baja (694.000
muertes, 8,5 % del total).
Se estima la incidencia en Argentina de nuevos casos de cáncer colorrectal
para 2020, por proyección de la propia fuente del registro de Globocan 2012,
es de:
1677
Cirugía | Parte VIII
3 | Anatomia patológica
El carcinoma colorrectal se ubica en el recto en un 35 % de los casos y en el
colon el 65 % restante, distribuyéndose aproximadamente como sigue: el 30 %
en el colon sigmoides, el 20 % en el colon derecho (ciego y colon ascendente),
el 5 % en colon transverso, 5 % en el colon descendente, 3 % en el ángulo
hepático del colon y un 2 % en el ángulo esplénico.
Las formas macroscópicas de presentación anatómica del carcinoma de
colon son vegetante, infiltrante y ulcerada, o una combinación de estas. Las
formas vegetantes crecen hacia la luz del intestino, son más frecuentes en
colon derecho, habitualmente se ulceran, pueden dar lugar a invaginación y
sangrados, la obstrucción es tardía.
1678
Cirugía | Parte VIII
4 | Carcinogénesis
La carcinogénesis colorrectal es la más estudiada y conocida de todos los
procesos carcinogénicos. El modelo genético, asociando determinados genes a
la secuencia pólipo-cáncer, descripto en la publicación de Fearon y Volgestein
de 1990,[2] nos permitió posteriormente conocer los caminos (pathways) al
cáncer.
Así como las células normales regulan su crecimiento controlado y su vida
limitada por la apoptosis (muerte celular programada), mediante una compleja
interacción de factores intra y extracelulares en la que intervienen numerosos
genes que se integran en el sistema de señales o caminos, el cáncer colorrectal
1679
Cirugía | Parte VIII
1680
Cirugía | Parte VIII
5 | Aspectos microscópicos
El adenocarcinoma es el tumor maligno más frecuente de colon (95 %),
aunque también interesa saber qué tipo es, ya que los de tipo mucinoso o
coloide tienen peor pronóstico. De acuerdo a su grado de diferenciación se los
clasifica en:
G1: carcinomas con alto grado de diferenciación, son los más frecuentes (75
%), tienen una estructura glandular con un epitelio simple cilíndrico, con
secreción conservada o disminuida, con atipías y mitosis;
G2: con mediano grado de diferenciación o moderadamente bien
diferenciado (las células tumorales son más numerosas pero todavía forman
una o dos hileras alrededor de los espacios glandulares, hay mitosis irregulares
y anomalías nucleares) y
G3: con bajo grado de diferenciación o indiferenciado, son poco frecuentes
(10 %) y en ellos no hay estructuras glandulares, los grupos celulares son
sólidos. La presencia peritumoral de linfocitos sugiere reacción del huésped y
se asocia a mejor pronóstico. Y finalmente, la ploidía del DNA medida por
citometría de flujo permite detectar tumores aneuploides, que tienen peor
pronóstico.
1681
Cirugía | Parte VIII
6 | Clínica
Cuando hay síntomas, la enfermedad generalmente está en etapas
evolutivas avanzadas; los síntomas más frecuentes son:
hemorragia o anemia (sobre todo en los tumores del colon derecho),
algún grado de obstrucción, que va desde el cambio del hábito
intestinal hasta verdaderas oclusiones pasando por episodios sub-
oclusivos (preferentemente en el colon izquierdo).
La presencia de cualquier síntoma sugestivo debe poner en marcha un
cuidadoso examen físico y un detallado interrogatorio que debe ser
completado con estudios radiológicos contrastados por enema del colon para
mostrar las características y la topografía de la eventual neoplasia y con la
colonoscopia total del colon para tomar biopsias y descartar lesiones
sincrónicas.
1682
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Nota: La estadificación AJCC 7ª Ed. 2010, se aplica a las más frecuentes neoplasias epiteliales del
colon y no se aplica a: sarcoma, linfoma, tumores carcinoides y melanoma.
TUMOR PRIMARIO
T1 Invade la submucosa
1685
Cirugía | Parte VIII
METÁSTASIS A DISTANCIA
M1 Metástasis a distancia
1686
Cirugía | Parte VIII
0 Tis N0 M0 -- --
I T1 N0 M0 A A
T2 N0 M0 A B1
II A T3 N0 M0 B B2
B T4a N0 M0 B B2
C T4b N0 M0 B B3
T1 N2a M0 C C1
B T3–T4a N1/N1c M0 C C2
T1–T2 N2b M0 C C1
C T4a N2a M0 C C2
1687
Cirugía | Parte VIII
T3–T4a N2b M0 C C2
T4b N1–N2 M0 C C3
1688
Cirugía | Parte VIII
1689
Cirugía | Parte VIII
1690
Cirugía | Parte VIII
1691
Cirugía | Parte VIII
1692
Cirugía | Parte VIII
Tomado de http://bedahunmuh.wordpress.com/page/18/
Anastomosis colo-cólica Anastomosis íleo-cólica
1693
Cirugía | Parte VIII
Seguimiento
Examen Físico y CEA cada c/ 6 m x 5 años
Estadio I y Estadio II bajo riesgo TAC con contraste de abdomen, tórax y pelvis c/ 12 m x 5 años
Colonoscopía 1 y 3 años c/ 5 años
1694
Cirugía | Parte VIII
1695
Cirugía | Parte VIII
1696
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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8. Buess, G: Indications and results of local treatment of rectal cancer – Br.J.Surg 84:348, 1997.
1697
Cirugía | Parte VIII
Además, hay que tener en cuenta que en los últimos años es la neoplasia
digestiva en la que se han producido las mejoras más notables en los resultados
del tratamiento, aumentando globalmente la sobrevida a 5 años y
disminuyendo las recidivas locales de más de 30 % a menos de 10 %. Varios son
los factores que han concurrido para lograrlo, los más destacables son: 1) el
refinamiento de la técnica de exéresis rectal, bajo el concepto de resección
total del mesorrecto, bajo visión directa y con disección aguda, que permite la
identificación y preservación de los nervios autónomos pelvianos (Heald et al.,
1698
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
El diagnóstico del cáncer del recto se basa en la aparición de sintomatología
de sangrado, oclusión, cambio del hábito intestinal y/o síndrome rectal (pujos y
tenesmos), que motiva la consulta, en la cual el tacto rectal es inexcusable; ya
que permite palpar las paredes rectales hasta los 10 cm y el piso pelviano para
comprobar la funcionalidad del elevador y los esfínteres, y la grasa perirrectal
donde se pueden detectar adenomegalias.
En forma independiente, se dispara una secuencia de estudios:
rectosigmoidoscopia con instrumental rígido y biopsia si hubiese tumor, y una
colonofibroscopia hasta el ciego para descartar tumores sincrónicos y biopsiar
lesiones rectales o del colon.
Estadificación
La estadificación precisa del cáncer del recto es fundamental cuando se
planifican resecciones curativas del tumor, para determinar qué pacientes se
beneficiarán de una neoadyuvancia o de otro tipo de tratamiento. El tacto
rectal, con el recto desocupado y bien lubricado, provee información fiel de
tamaño, localización, fijeza y relación con los esfínteres.
Si bien se utiliza la estadificación común para todo el cáncer colorrectal de
origen epitelial, actualmente, se toman en cuenta ciertas relaciones anatómicas
del tumor con las fascias del recto, su morfología, la de los ganglios, la invasión
vascular y las relaciones con el aparato esfinteriano, que pueden determinarse
bien, mediante un estudio de resonancia magnética nuclear de alta resolución,
que determinan el tratamiento y permiten mejorar los resultados.
1699
Cirugía | Parte VIII
TUMOR PRIMARIO
T1 Invade la submucosa
METÁSTASIS A DISTANCIA
M1 Metástasis a distancia
1700
Cirugía | Parte VIII
0 Tis N0 M0 -- --
T1 N0 M0 A A
I
T2 N0 M0 A B1
A T3 N0 M0 B B2
II B T4a N0 M0 B B2
C T4b N0 M0 B B3
T1–T2 N1/N1c M0 C C1
A
T1 N2a M0 C C1
T3–T4a N1/N1c M0 C C2
T4a N2a M0 C C2
C T3–T4a N2b M0 C C2
T4b N1–N2 M0 C C3
1701
Cirugía | Parte VIII
1) Estadificación tumoral
Profundidad Extamural Máxima (PEM) es la distancia entre el borde lateral
de la capa muscular longitudinal de la muscular propia y el borde lateral del
tumor. Un estudio realizado sobre 679 pacientes con cáncer del recto[2]
determinó la relación entre PEM en tumores rectales T3 con diferentes grados
de invasión extramural y la sobrevida a 5 años:
1702
Cirugía | Parte VIII
MCR
2) Estadificación ganglionar
Habida cuenta de que el tamaño de los ganglios poco informa acerca de la
posibilidad de que tengan invasión ganglionar (ganglios +), ya que el 50 % de
los ganglios positivos tienen menos de 5 mm de diámetro, se ha realizado un
estudio de correlación[4] entre la morfología ganglionar y su positividad, y se
encontró:
Tipos C y D positivos sensibilidad 75 %
especificidad 98 %
Además, si la señal muestra focos de diferente intensidad en un ganglio la
positividad tiene una especificidad del 98 %.
Ganglios según morfología
A- Regulares B- Lobulados
C- Espiculados D- Difuminados
1703
Cirugía | Parte VIII
1704
Cirugía | Parte VIII
1705
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
El objetivo del tratamiento del cáncer del recto con criterio curativo es
eliminar el tumor de forma de evitar las recurrencias locales, regionales o a
distancia y aumentar la sobrevida libre de enfermedad a 5 años del
tratamiento. Además, deberemos poner especial atención en preservar la
función de defecación y continencia de los esfínteres del ano, la función de
reservorio del recto, y la función de los nervios autónomos que trascurren por
la región, que aseguran la función genital de erección y eyaculación (en el
varón), y la función miccional y el tono vesical.
1706
Cirugía | Parte VIII
Tomado de
http://www.google.com.ar/images
1707
Cirugía | Parte VIII
a- Incisión vertical y resección del coxis b- Apertura m. elevador y pared rectal c- Exéresis tumoral y
cierre por planos
1708
Cirugía | Parte VIII
B | Resección Anterior del recto (RA) con resección total del mesorrecto y
preservación de los nervios autónomos. A principios de los años 80, Richard
Heald de un hospital de Basingstake (Reino Unido) publicó el gran impacto que
tenía en los resultados la disección aguda del recto siguiendo lo que él llamó el
holy plane (plano sagrado) de la disección rectal. Se diseca bajo visión directa el
plano avascular posterior entre la fascia de Waldeyer y la fascia visceral del
recto, seccionando hacia distal la fascia de Waldeyer junto al coxis para resecar
el compartimiento que queda por detrás de ella; por delante la disección
incluye la fascia de Denonvillers completamente. Se reseca completamente el
espacio graso-ganglionar envuelto por la fascia visceral del recto, que Heald
denominó mesorrecto. Las tasas de las recidivas locales, se derrumbaron de
más de 30 %, que era lo usual hasta entonces, a menos de 5 %.[8]
La sola resección del recto con RTM es curativa en los tumores superficiales,
con indemnidad del peritoneo visceral que los recubre (E IIa), mientras que si
se trata de tumores más avanzados es conveniente la utilización de
neoadyuvancia y/o adyuvancia radioquimioterapéutica.
1709
Cirugía | Parte VIII
1710
Cirugía | Parte VIII
1711
Cirugía | Parte VIII
1712
Cirugía | Parte VIII
1713
Cirugía | Parte VIII
La radioterapia se
planifica en forma de
campos
bidimensionales de
simulación alrededor
del tumor como
objetivo central, lo que
minimiza la irradiación
del resto de los órganos
abdominales, y
concentra la radiación
en el tumor[17]
1714
Cirugía | Parte VIII
3 x x x x
6 x x x x
9 x x
12 x x x x x x
15 x x
18 x x x x
21 x x
24 x x x x x x
28 x x
32 x x
36 x x x x x x
42 x x
48 x x x x x x
54 x x
60 x x x x x x
G | Recidiva local. Es la tan temida recidiva local del cáncer del recto que
ocurre en el postoperatorio de una operación curativa. Se han establecido
diversas subclasificaciones valorando el lugar exacto donde acontece la
recidiva. En orden práctico, tal vez lo más útil es dividirlas en dos:
1. Recidiva anastomótica: acontece sobre la línea de sutura. Es preciso
diferenciarla de la invasión endoluminal, que tiene lugar tras recidiva pélvica
que emerge en la luz rectal.
Imagen de recidiva local anastomótica luego de una resección anterior con anastomosis mecánica
colo-rectal baja. La recidiva se produjo a los 22 meses de la operación con criterio curativo y luego de
haber completado un tratamiento adyuvante completo. Se resecó la recidiva y se le indicó un nuevo
tratamiento adyuvante
1715
Cirugía | Parte VIII
Imagen perirrectal sospechosa de recidiva local en la TC, confirmada por TC-PET con 18FDG
1716
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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Valorar la Respuesta Patológica a la Neoadyuvancia por Cáncer de Recto”. Rev Arg de Cirugía,
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208-14.
1717
Cirugía | Parte VIII
Historia
Desde el punto de vista histórico el conocimiento de la enfermedad se inicia
con la publicación de Jayle,[1] quien atribuye a Federicus Ruysh la primera
descripción del megacolon en el siglo XVII. Finney recopila 20 casos antes del
año 1886, siendo mérito de Hirschprung,[2] pediatra danés, el haber
comunicado en ese año, ante la Sociedad de Pediatría de Berlín, el cuadro
clínico y anatomopatológico de la enfermedad que hoy, con justicia, lleva su
nombre.
Al observar la existencia de megacolon, que con caracteres regionales e
inusitada frecuencia afectaba a pacientes mayores de 30 años en extensas
zonas de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile y Perú, médicos de estos países
realizaron un profundo estudio de la enfermedad diferenciando el megacolon
del adulto del congénito o enfermedad de Hirschprung.
Si bien esta diferenciación es actualmente aceptada, en la búsqueda
bibliográfica no se ha podido determinar quién ha sido el primero en hacerla. A
nuestro modo de ver diríamos que fue un proceso progresivo de la evolución
del conocimiento que se inició con Carlos Chagas,[3] en 1916 cuando relacionó
la tripanosomiasis americana, que luego llevaría su nombre, con el
megaesófago o “mal de engasgo” como se lo conocía por aquel entonces;
posteriormente, el megacolon también fue relacionado con estas
enfermedades a raíz de observarse la superposición de la afección con zonas de
endemia chagásica, lo que llevó a investigar esta etiología.
Numerosas escuelas quirúrgicas en Argentina se han ocupado del tema;[4] al
respecto, dice Garriz en su Relato sobre Tratamiento del Megacolon (XXXVII
Jornadas Argentinas de Cirugía):
...la escuela de Finochietto no ha permanecido ajena a esta inquietud y ya hace
muchos años fueron publicados varios estudios donde se hacía una prolija descripción
de la semiología endoscópica y operatoria de esta enfermedad, consideraba que la
permanencia in situ del recto con sus malformaciones era la causa de la recidiva.[5]
Por tal razón, propugnó desde entonces no sólo la extirpación de la bolsa
sigmoidea sino también del recto en una amplia extensión de manera tal que
1718
Cirugía | Parte VIII
Clasificación anatomopatológica
Basados en el estudio anatomopatológico hemos clasificado al megacolon
del adulto como puede verse en el Cuadro 1:
1719
Cirugía | Parte VIII
4) Idiopático
Cuadro 1
1. Megacolon primario
Este grupo tiene como característica anatomopatológica común la lesión de
las células de los plexos mioentéricos de Meissner y Auerbach.
Esta lesión es total desde el momento del nacimiento en el megacolon
congénito o enfermedad de Hirschprung (Figura 1 y 2); en cambio, cuando la
destrucción neuronal se produce en la edad adulta, puede ir desde un grado
moderado hasta la desaparición completa, designándoselo como megacolon
adquirido aganglionar del adulto (Figura 3 y 4).
Figura 1 Figura 2
1720
Cirugía | Parte VIII
Figura 3 Figura 4
Figura 5
1721
Cirugía | Parte VIII
3. Megacolon funcional
Esta variedad de la enfermedad adquiere especial significación en el
momento actual debido a que su frecuencia se ha incrementado en los últimos
años, por lo que es tratado más adelante (Figura 6).
Figura 6
4. Megacolon idiopático
Este término se emplea para aquellos casos en los que, a pesar de los
modernos métodos de diagnóstico, no es posible determinar su etiología.
Clasificación topográfica
Según cuál sea el segmento del colon dilatado o elongado será la designación
topográfica del mismo.
1722
Cirugía | Parte VIII
1723
Cirugía | Parte VIII
Clasificación etiológica
Considerando los modernos métodos de diagnóstico y el mejor
conocimiento de la etiología de la enfermedad, proponemos la siguiente
clasificación del megacolon del adulto, tomada de Amarillo, H. R. “Megacolon
funcional”. Rev. Argent. Coloproct. 2001; 12 (2): 66-71, y expuesta en el Cuadro
2.
El megacolon puede considerarse como un síndrome que puede ser
producido por múltiples causas, con una sola patogenia que es la lucha de la
musculatura de la pared del colon contra un obstáculo que puede o no ser
evidente. De tal modo que el término megacolon sólo menciona la
manifestación más evidente de afecciones cuyo resultado final es una
dilatación del colon más o menos acentuada.
1. CHAGÁSICO
2. NO CHAGÁSICO
3. HIRSCHPRUNG
- Psicógeno
4. FUNCIONAL - Hipotiroideo
- Hipofisiario
- De los toxicómanos
- Saturnino
- Neuropsiquiátrico
- Farmacológico
- Catártico
- De altura
- Otros
5. IDIOPÁTICO
Cuadro 2
1724
Cirugía | Parte VIII
Megacolon chagásico
Etiología
La enfermedad es poco frecuente en Europa como así también en otros
países que pertenecen al primer mundo; no así en las regiones del noroeste
argentino (Tucumán, Salta y Jujuy) que, al igual que en otros países de
Sudamérica y extensas regiones de Brasil, su incidencia adquiere caracteres de
endemia superponiéndose con la enfermedad de Chagas, observándose
además la asociación del megacolon adquirido del adulto con el megaesófago
y/o alteraciones cardíacas u otras visceropatías.
Debe destacarse que la enfermedad tiene una serie de características que se
sintetizan de la siguiente manera:
a) Carácter endémico del megacolon.
b) Asociación con otros megas (esófago, duodeno, etc.).
c) Incidencia predominante en áreas rurales.
d) Aparición de la enfermedad en personas de condición humilde (mala
alimentación, diversos grados de desnutrición, frecuentes hábitos alcohólicos).
En los pacientes que padecen de megacolon, cuando se investiga la etiología
chagásica, por medio de dos reacciones serológicas para el Chagas, se encontró
hasta la década del 90 un 79,4 % de serología positiva, por lo que creemos que
esta forma de megacolon debe designarse como megacolon chagásico y al 20,6
% restante debe designárselo como megacolon no chagásico, de ahí que los
estudiemos por separado.
1725
Cirugía | Parte VIII
Figura 12
Cuadro clinico
En el megacolon, al igual que en cualquier otra afección coloproctológica, se
seguirá una metodología de examen del enfermo cuyos pasos deberán seguirse
sistemáticamente. Esta metodología de trabajo se describe en el siguiente
esquema:
1 - Historia clínica
Antecedentes clínicos-epidemiológicos
1726
Cirugía | Parte VIII
RSC-Rx de colon
2 - Laboratorio. Serología para Chagas
3 - Enfermedades asociadas
Ex cardiovascular. ECG
Rx de esófago
4 - Estudios funcionales
5 - Estudios anatomo-patológicos
Figura 13 Figura 14
1727
Cirugía | Parte VIII
Asociaciones lesionales
De los pacientes que se infectan inicialmente con enfermedad de Chagas
solo un mínimo porcentaje (alrededor de un 5 %) presentan manifestaciones
clínicas que permiten diagnosticar el cuadro de Chagas en el adulto. El 95 %
restante no las presenta, pasando ambos grupos a la etapa crónica de la
enfermedad que luego de 10 a 20 años de latencia asintomática, solo el 30 %
de los pacientes tiene evidencia de afección orgánica ya sea con
manifestaciones clínicas (10 %) o subclínicas (20 %).
Los síntomas van desde manifestaciones leves y aisladas hasta los cuadros
constituidos y típicos, como miocardiopatía chagásica y las mega-vísceras;
dentro de estas últimas, el megacolon es una de las mas frecuentes.
En nuestro país, dentro de los síndromes chagásicos de la etapa crónica, se
encuentra en primer lugar la miocardiopatía, siguiéndole las mega-vísceras.
El megaesófago es frecuente en Brasil siendo menor su frecuencia en
nuestro país.
Diagnóstico radiológico
El estudio radiológico debe realizarse por medio de:
1.- Examen directo:
a) en decúbito
b) de pie
2.- Examen contrastado:
a) colon por enema relleno y evacuado
b) colon por doble contraste
1728
Cirugía | Parte VIII
Figura 15
Figura 16
1729
Cirugía | Parte VIII
Figura 17
Figura 18
1730
Cirugía | Parte VIII
Figura 19
Figura 20
1731
Cirugía | Parte VIII
Laboratorio
A las clásicas pruebas de laboratorio destinadas al estudio general del
paciente deberán agregarse las pruebas específicas para certificar la
enfermedad de Chagas.
1732
Cirugía | Parte VIII
Figura 21
1733
Cirugía | Parte VIII
1734
Cirugía | Parte VIII
Figura 22
1735
Cirugía | Parte VIII
Figura 24 Figura 25
1736
Cirugía | Parte VIII
Figura 26
1737
Cirugía | Parte VIII
Figura 27
Figura 28
Suturas mecánicas
Con la introducción del uso de grapas metálicas en las anastomosis
intestinales bajas, la operación de Dixon es usada extensamente en el
tratamiento del megacolon del adulto, ya que con ella es posible realizar una
extensa resección del recto enfermo y practicar una anastomosis sencilla y
segura.
1738
Cirugía | Parte VIII
Operación de Duhamel
Esta técnica fue propuesta por Duhamel en el año 1956 para el tratamiento
de la enfermedad de Hirschprung. En ella se resuelve el pasaje de las materias
fecales por la zona aganglionar dejándola como un fondo de saco y desviando
el curso del colon a través del esfínter comunicando ampliamente ambas
mucosas: rectal y colónica (Figura 29).
Figura 29
1739
Cirugía | Parte VIII
Figura 30
Figura 31
1740
Cirugía | Parte VIII
Figura 32
Figura 33
1741
Cirugía | Parte VIII
Figura 34
Operaciones ampliadas
Son aquellas que extirpan el colon en forma total o casi total, restableciendo
la continuidad del tránsito intestinal con el íleon o el colon ascendente.
El fundamento fisiopatológico para indicar estas operaciones, según quienes
las propician, se basa en su interpretación de la etiopatogenia de la
enfermedad y en sus características evolutivas. La anastomosis del colon
ascendente con el recto, propuesto por Milanese, en nuestra opinión la
indicamos en forma selectiva cuando el paciente presenta un megacolon total y
su sintomatología es intensa e invalidante o con episodios reiterados de
complicaciones y que además sean individuos jóvenes con larga expectativa de
vida que justifique este tipo de intervención (Figura 35).
1742
Cirugía | Parte VIII
Figura 35
1743
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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1744
Cirugía | Parte VIII
Megacolon no chagásico
En los últimos 20 años hemos observado, en nuestra experiencia, una
progresiva disminución de los casos de megacolon chagásico y a su vez un
aumento de enfermos en los que la enfermedad de Chagas no es la causa que
produce la dilatación del colon.
Si bien la diferenciación entre megacolon chagásico y no chagásico es
sencilla, la determinación de la etiología de este último es mas compleja debido
a la multiplicidad de causas capaces de originarlo como así también los
numerosos estudios que son necesarios realizar en estos enfermos
(antecedentes clínico-epidemiológicos, enfermedades asociadas, estudios por
imágenes, serología para Chagas, manometría anorrectal, biopsia rectal,
pruebas farmacológicas, determinaciones inmunohistoquimicas, etc.).
En un porcentaje cada vez mas pequeño es imposible determinar su etiología
y este grupo constituye el megacolon idiopático.
Hemos realizado un estudio con el objeto de analizar la evolución de la
etiología en pacientes portadores de megacolon tratados entre los años 1976 y
1991, y desde 1992 hasta el 2000.
I- CHAGÁSICOS
239 (79,4 %) 28 (46,6 %)
II- NO CHAGÁSICOS
62 (20,5 %) 32 (53,3 %)
Cuadro 3
Idiopáticos 2 (6,2 %)
TOTAL 32 (100 %)
Cuadro 4
1745
Cirugía | Parte VIII
Psicógeno 7 (28 %)
Endocrino
a- Hipotiroideo 1 (4 %)
b- Hipofisario —
De origen tóxico
a- Toxicómanos 2 (8 %)
b- Saturnismo 1 (4 %)
Neuropsiquiátricos 9 (36 %)
y/o farmacológicos
Megacolon de altura —
Cuadro 5
1746
Cirugía | Parte VIII
Megacolon funcional
Se acepta actualmente que la mayoría de las entidades clínicas que
responden al megacolon funcional están incluidas en los desórdenes de la
inervación intestinal conocidos como displasias neuronales intestinales.
Dentro de este amplio espectro de anomalías se encuentran la hipertrofia de
células ganglionares, su inmadurez, hipoganglionosis, hipoplasia o aplasia de la
inervación de los plexos mioentéricos. Estas anormalidades histológicas pueden
ser localizadas o diseminadas.
El diagnóstico de displasia neuronal intestinal requiere la disponibilidad de
técnicas muy precisas en laboratorios especializados. Los hallazgos clínicos,
radiológicos, manométricos e histológicos deberán ser completados con
métodos de tinción de la actividad de la acetilcolinesterasa en las fibras
simpáticas; otro procedimiento es la tinción de las catecolaminas por la
fluorescencia del ácido glioxílico que favorece la detección de la aplasia o
hipoplasia neuronal.
Últimamente ha cobrado especial interés el rol del oxido nítrico[8] como
neurotransmisor de la acción inhibitoria de los nervios intrínsecos entéricos;
una disminución de la sintetasa del óxido nítrico, enzima necesaria para la
producción de este último ha sido demostrado en el plexo mioentérico del
segmento agangliónico.
En general todos estos cuadros tienen en común una dilatación del recto
(megarrecto)[6] acompañando o no de dilatación del sigma o resto del colon.
Dentro de los megacolon funcionales se encuentran:
1747
Cirugía | Parte VIII
Figura 36
1748
Cirugía | Parte VIII
Figura 37
1749
Cirugía | Parte VIII
1750
Cirugía | Parte VIII
1751
Cirugía | Parte VIII
Figura 39
Figura 40
1752
Cirugía | Parte VIII
Cirugía electiva 2
Constipación severa Colectomía, 2
Cirugía de urgencia 5
1753
Cirugía | Parte VIII
Cuadro 7
Fecaloma
Consiste en una masa de materia fecal de forma redondeada que ocupa por
lo general el recto, denominándose en este caso fecaloma bajo, o se encuentra
por encima de la plica recibiendo el nombre de fecaloma alto (Figura 41).
Figura 41
1754
Cirugía | Parte VIII
Esta masa tiene la característica de ser de consistencia dura, pétrea, que por
su tamaño y consistencia hace imposible su evacuación natural. Es patrimonio
exclusivo del paciente portador de un megarrecto o megacolon, pudiendo ser
su formación primaria en el recto o en el sigmoides, y según sus medidas,
puede migrar al recto donde aumenta su tamaño y consistencia.
La complicación más frecuente del fecaloma está dada por su enclavamiento
en el recto (unión recto-anal) donde puede manifestarse como una oclusión
intestinal baja. Los fecalomas altos que se ubican en el sigmoides pueden
favorecer la volvulación del colon sigmoideo en su forma común (mesentérico-
axial) o la torsión órgano axial (vólvulo de Finochietto); en esta situación la
parte baja del asa sigmoidea cae sobre el recto produciendo un ángulo de 90°
que ocluye la unión sigmoideo-rectal.
Estas dos circunstancias pueden requerir tratamiento quirúrgico de urgencia,
aunque en algunos fecalomas bajos, en los que ha fracasado el tratamiento
médico, es posible llevarlos al sigmoides durante el acto quirúrgico y de esa
manera extirparlo conjuntamente con el asa dilatada.
Presentación clínica
El fecaloma en el paciente con megarrecto o megacolon es bien tolerado y se
hace sintomático cuando se produce su enclavamiento ya sea recto-anal o
acompaña la volvulación.
En el primer caso se presenta como una oclusión baja en un paciente ya
diagnosticado con megarrecto o que arrastra un síndrome de constipación
crónica severo, en el segundo se suma a los síntomas y signos del vólvulo.
Puede acompañarse de dolor abdominal bajo y distensión abdominal;
asimismo, se puede observar pseudodiarrea con deposiciones de escasa
magnitud, líquidas, de características mucosas o a veces mucosanguinolentas,
esta última situación puede indicar la presencia de una ulcera por presión
(úlcera estercorácea).
Diagnóstico
El examen físico puede mostrar a la inspección distensión abdominal
asimétrica ubicada en el hemiabdomen izquierdo en los casos de fecaloma alto,
el cual podrá ser comprobado por la palpación con los signos clásicos de
Hofmokl (signo de la fóvea), Gersuny (despegamiento de la mucosa) y
Finochietto (auscultación del sonido de despegamiento de la mucosa).
En los casos de fecalomas bajos el abdomen estará distendido y se tacta el
bolo fecal; en los más altos se lo puede tactar a través de la pared del recto.
1755
Cirugía | Parte VIII
Imágenes
La radiografía directa de abdomen y pelvis que debe realizarse en posición
de pie y en decúbito dorsal puede mostrar la característica imagen atigrada, la
cual es diagnóstica y sirve para efectuar la diferenciación con grandes
tumoraciones ginecológicas o retroperitoneales. De la misma manera se utiliza
la tomografía axial computada (Figura 42).
Figura 42
Endoscopia
La rectosigmoideoscopia en los casos de fecaloma alto podrá mostrar el
mismo a la vez que puede utilizarse para su tratamiento (Método de
Bruusgaard).
1756
Cirugía | Parte VIII
Vólvulo
Alto Impactación sigmoideo rectal – Oclusión
Ulcera estercorácea – Perforación – Peritonitis
Fecaloma
Impactación recto-anal
Bajo Ulcera estercorácea Perforación – Peritonitis
Hemorragia
Cuadro 8
Tratamiento
Enemas
Médico Laxantes
Dieta
Extracción Manual
Extracción Instrumental
Disgregación + descenso
Cirugía Op. Hartmann
Op. Mikulicz
Transversostomía
1757
Cirugía | Parte VIII
FECALOMAS - TRATAMIENTO
Extracción instrumental 17
Operación de Hartmann 22
Colostomía transversa 10
Operación de Mikulicz 4
TOTAL 120
Cuadro 8
Perforación estercorácea
La perforación estercorácea con peritonitis fecal es una complicación rara
del fecaloma en el paciente con megacolon o megarrecto chagásico,
probablemente debido a la hipertrofia de la pared recto-colónica, la cual
muestra también un incremento de su irrigación haciéndola mas resistente a la
perforación. La incidencia varía del 1,4 al 7,7 %. Su diagnóstico es generalmente
tardío antes de la cirugía; su tratamiento, aparte del común a toda peritonitis
fecal, debe incluir la resección del área perforada y no su cierre o abocamiento
al exterior como una colostomía. Serpell y Nicholls, en un análisis de 64 casos,
muestran que solamente 11 fueron diagnosticados antes de la cirugía y que la
1758
Cirugía | Parte VIII
Pakistán 1 127 30
Etiopía 1 24 54
1759
Cirugía | Parte VIII
Argentina 1 — 38
(Jujuy)
Cuadro 10
Edad y sexo
Su mayor incidencia se encuentra entre la 5ta y 7ma década y una mayor
frecuencia en el sexo masculino en nuestro medio. Esta incidencia es variable y
tiene distribución geográfica que se grafica en el siguiente cuadro.
Sexo
País Edad media
Masculino Femenino
Perú 67,2 — —
Argentina 57,0 95 5
Italia 48,0 — —
1760
Cirugía | Parte VIII
Cuadro 11
Sexo Edad
Autor H M
N= 10-20 20-30 30-50 < 50(%)
(N=, %) ( N=, %)
Cuadro 12
Definición
Se lo define como la torsión del asa dilatada sobre el eje mesentérico
vascular, que dependiendo del grado de torsión produce obstrucción intestinal
y diversos grados de compromiso vascular.[5, 6]
Mecanismo
Las condiciones prevalentes están dadas por el agrandamiento del asa
sigmoidea, el estiramiento del meso y la mesenteritis retráctil que tiende a la
aproximación del cabo proximal con el distal. Esta situación favorece que la
gran asa dilatada se encuentre adosada a la pared por un pedículo muy
angosto; esta situación favorece su movilidad y rotación sobre su eje (Figuras
43 y 44).
1761
Cirugía | Parte VIII
Figura 43
Figura 44
1762
Cirugía | Parte VIII
GRADO II Vólvulo de más de 180°, con obstrucción parcial, que puede reducirse
espontáneamente
GRADO III Vólvulo de más de 180° con obstrucción completa, sin alteración
vascular
Cuadro clínico
Su presentación puede ser en forma aguda o crónica.
Vólvulo agudo
Compromiso vascular precoz
Compromiso vascular tardío
Vólvulo crónico
Vólvulo recidivante
Cuadro 13
1763
Cirugía | Parte VIII
Figura 45
Figura 46
1764
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
Luego de la historia clínica y el examen físico que muestran la clínica de una
oclusión intestinal baja, queda a la radiología simple y/o contrastada la
confirmación de la sospecha diagnóstica. En primer lugar se hará la radiología
simple obteniendo el par radiográfico (pie y acostado), al cual se puede sumar
un perfil y un tórax de frente (tríptico radiográfico). En esta se puede ver una
variedad de signos radiológicos diagnósticos: 1º) signo de Hintz, hiperclaridad
radiológica situada en posición oblicua de abajo a arriba y de izquierda a
derecha; 2º) signo del borde de tiralíneas de Ferreyra, contorno intestinal del
asa distendida como hecho con un compás, con pérdida de las haustraciones
típicas del sigmoides; 3º) signos de Arias-Belini: es la presencia de dos
segmentos de asas paralelas de la misma longitud y características; 4º) signo de
las aspas del molino o de Fridhman-Dahl-Uriburu, en el centro del asa
distendida se observa una imagen opaca de la cual parten tres o cuatro ramas
semejantes a las aspas de un molino, representa la torsión del meso sigmoides
edematizado; 5º) signo de Puyo-Villafañe, es la marcada elevación del
hemidiafragma izquierdo (Figuras 47, 48, 49).
1765
Cirugía | Parte VIII
Figura 47
Figura 48
Figura 49
1766
Cirugía | Parte VIII
La radiología contrastada puede servir en los casos que existan dudas con
otros diagnósticos de oclusión baja.
La capacidad rectal para la enema baritada está disminuida; salvo en los
casos con megarrecto. La columna de bario al llegar al pie del vólvulo dibuja
imágenes que han sido comparadas a “la llama de la vela, pico de ave, cabeza
de ofidio, etc.”. En algunos casos, la presión hidrostática puede vencer el
obstáculo y quedar retenida en el asa dilatada (signo de Arias), especialmente
en vólvulos de menos de 180°. El uso del enema baritado ha sido cuestionado
por el riesgo que implica su uso y solamente se usa en casos de duda
diagnóstica (Figura 50).
Figura 50
1767
Cirugía | Parte VIII
Preparación preoperatoria
Hidratación, restitución de la volemia, corrección de problemas médicos
urgentes. Preparación antibiótica de cobertura amplia, descompresión gástrica
y vesical, colocación de línea venosa central.
Anestesia: general con intubación endotraqueal, raquídea o peridural alta.
1768
Cirugía | Parte VIII
Técnica quirúrgica
Procedimiento de Hartmann
Descripto por Henri Hartmann en 1923 para el tratamiento del cáncer de
recto, consiste en la resección de variables segmentos de colon sigmoides y
recto, cierre del muñón rectal y colostomía terminal del sigmoides proximal o
colon descendente distales. En la patología que nos ocupa en casi todos los
casos la colostomía se efectúa con el colon descendente. Todos los pacientes
reciben ATB parenteral previo a la cirugía, metronidazol 500 mg, ciprofloxacina
200 mg o gentamina 3 mg/kg/día (en una sola dosis).
Técnica
Operamos siempre en posición de Lloyd Davis a fin de tener acceso al recto
por la vía perineal.
Previo a la preparación del campo se examina el recto y de encontrarse
ocupado se procede a su limpieza luego de que el paciente está anestesiado. Se
dilata el ano, se efectúa la extracción de materia fecal desmoronándolo con los
dedos a la vez que se irriga utilizando una sonda rectal del mayor calibre
posible. El último lavado lo efectuamos con pervinox, solución diluida en agua.
Anestesia general con intubación endotraqueal, a veces raquídea o peridural
alta.
Abordaje
Todos los pacientes se abordan por laparotomía mediana supra infra
umbilical.
Se evalúa el asa observando cuidadosamente para buscar perforaciones o
lugares a punto de perforarse a fin de evitar la contaminación peritoneal al
movilizarla.
Se exterioriza la misma. Algunos autores prefieren efectuar la ligadura del
pedículo antes de desvolvular a fin de impedir que se produzca el síndrome de
revascularización. Nosotros desvolvulamos primero no habiéndolo observado.
Se procede luego a la ligadura del pedículo, lo que está facilitado por la gran
elongación del meso.
Se selecciona un punto en el colon descendente para efectuar la colostomía
y se ligan los vasos en forma escalonada. Se ligan las arterias rectales laterales
(ya la hemorroidal superior se ha dividido a nivel del promontorio) y se efectúa
el cierre del muñón rectal en dos planos. Hemos usado todo tipo de material,
lino, catgut, dexon, vicryl, prolene, etc., no observándose diferencia alguna. A
veces hemos cerrado el muñón con sutura mecánica, siempre teniendo en
cuenta el grosor de la pared rectal, dado que no contamos con agrafes extra
largos.
1769
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1770
Cirugía | Parte VIII
1771
Cirugía | Parte VIII
Preconizamos con otros autores la resección del recto por debajo de S1-S2 y
hasta la reflexión peritoneal, sin disección del peritoneo anterior o disección
lateral.
En los casos de anastomosis tipo Duhamel mecánica, efectuarla lo más bajo
posible S3-S4 (inmediatamente por encima del elevador), dejando un muñón
rectal no mayor de 8 cm de longitud a fin de evitar los fecalomas del muñón.
En un segundo tiempo se puede dividir el espolón utilizando una
engrampadora cortante de la longitud necesaria (65 a 100 mm).
De existir dudas sobre la confección de la anastomosis, no tanto en la
sospecha de una falla técnica como en las condiciones locales de los cabos
colónico o rectal o condiciones dadas por el estado general del paciente, podrá
protegerse con una ileostomía en asa.
Recordemos que este método produce desfuncionalización total y su cierre
es extremadamente sencillo del punto de vista técnico.
Resumen
Las complicaciones del megacolon del adulto que requieren cirugía de
urgencia están dadas principalmente por el vólvulo de colon sigmoides y en
segundo lugar por el fecaloma. Este último puede acompañar al vólvulo o por sí
mismo ser causa de la complicación. Es de destacar que el vólvulo no siempre
requiere tratamiento quirúrgico inmediato, pudiendo transformarse en lo que
llamamos “urgencia programada”,[4] lo cual da tiempo a la preparación del
paciente para llevarlo a la cirugía en las mejores condiciones posibles.
La sospecha de compromiso vascular con gangrena, perforación o
hemorragia masiva son verdaderas emergencias quirúrgicas que requieren
tratamiento inmediato, pero son las menos.
Es interesante efectuar un comentario sobre los casos de colitis tóxica. Esta
complicación está descripta como una patología similar al megacolon tóxico
que se observa en la colitis ulcerativa. Sin embargo, algunos autores brasileros
están en desacuerdo con esta idea y piensan que en realidad son colitis
isquémicas con síndrome tóxico.[50]
En los últimos 20 años hemos observado una disminución significativa de la
mortalidad.
El abandono de técnicas obsoletas redujo nuestro armamento quirúrgico a
dos procedimientos: la resección con colostomía (operación de Hartmann) o
con anastomosis primaria. A medida que mejora nuestra capacidad para tratar
a estos pacientes en forma temprana puede llegar a incrementarse el número
de resecciones con anastomosis primaria, disminuyendo de esta manera la
1772
Cirugía | Parte VIII
1773
Cirugía | Parte VIII
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1776
Cirugía | Parte VIII
ANATOMÍA QUIRÚRGICA
DEL HÍGADO
JORGE R. DEFELITTO
Segmentación hepática
Introducción
La segmentación hepática divide al hígado en unidades anatómicas llamadas
segmentos, que dependen de la distribución vásculo-biliar dentro del
parénquima hepático.
Cada segmento tiene una rama portal, una arterial, una biliar y una
suprahepática. Están separados por planos cisurales marcados por las ramas de
las venas suprahepáticas que se interdigitan con las ramas portales (rama
porta-vena suprahepática-rama porta).
La cirugía hepática se ha desarrollado en gran medida por el conocimiento
de la anatomía funcional, que se basa en el análisis de la segmentación
hepática, descripta anteriormente por Couinaud en 1952 y en el quirófano con
el empleo de la ecografía intraoperatoria que hace transparente a este órgano
sólido.
Objetivos
Identificar anatómicamente cada segmento.
Aplicarlo en las “masas ocupantes hepáticas”, para determinar con
métodos de imagen su tamaño y ubicación en el hígado, así como su
relación con los elementos vásculo-biliares.
Conocimiento fundamental en la guía del empleo de diversas técnicas de
diagnóstico y tratamiento percutáneo, quirúrgico o mini-invasivo.
Le permitirá decidir al cirujano el tipo de resección hepática, empleando
planos cisurales, que le darán seguridad con disminución de
morbimortalidad intra y postoperatoria.
1777
Cirugía | Parte VIII
PEDICULO SUPRAHEPATICO
V.S.H.Ac.
V.C.I.
V.S.H.D.
1778
Cirugía | Parte VIII
1779
Cirugía | Parte VIII
(1) (2)
(3)
(1) Segmentación, en números romanos, en cadáver, de Cl. Couinaud (imagen 2). Entre paréntesis
segmentación de Healey: A) cara anterior; B) cara inferior. (3) Segmentación hígado in vivo (los
segmentos VI y VII son posteriores y no postero-laterales)
1780
Cirugía | Parte VIII
Conclusión
Según Littré: “lóbulo es la porción de parénquima definido por fisuras más o
menos profundas”. La única fisura visible es la umbilical que definía hasta fines
del siglo XIX la superficie externa del hígado en dos lóbulos derecho e izquierdo
separados por la fisura umbilical. Hoy la terminología se basa en la anatomía
interna que presenta dos hemihígados divididos por la cisura (término
bidimensional) o plano (que es tridimensional).
En general, los nombres son diferentes al referirse a las mismas masas de
tejido hepático pero las unidades anatómicas son las mismas en las divisiones
de primer orden. Esto no ocurre en las divisiones de segundo orden, que
mantienen esta terminología y las mismas unidades anatómicas para sectores y
segmentos del lado derecho, pero que en el lado izquierdo describen
diferentes unidades anatómicas ya que Couinaud lo hace referido a la
distribución portal y Healey a la arteria hepática y conductos biliares.
Las divisiones de tercer orden dividen al hígado en ocho segmentos según
Couinad y en siete subsegmentos según Healey.
Queda entonces a definir internacionalmente, como se hizo con el TNM, la
estadificación en oncología, la terminología de la segmentación hepática y los
diferentes tipos de hepatectomías.
Por todo lo expuesto, la International Hepato-Pancreato-Biliary Association
(IHPBA) designó un Comité de Terminología coordinado por Steven Strasberg y
con la opinión de los miembros de la asociación resolvieron el problema de la
terminología de la anatomía y resección del hígado en el meeting que se realizó
en Brisbane (Australia) en mayo de 2000.
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Cirugía | Parte VIII
1782
Cirugía | Parte VIII
3er ORDEN
PLANO MEDIAL
SEGMENTOS
PLANO INTERSECCIONAL PLANO INTERSECCIONAL
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Cirugía | Parte VIII
Bibliografía de consulta
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1784
Cirugía | Parte VIII
HEPATECTOMÍA
JORGE R. DEFELITTO
1785
Cirugía | Parte VIII
levomediana extendida o
trisegmentectomía izquierda
de Starzl
A-Hemihepatectomía derecha
B-Hemihepatectomía izquierda
C-Triseccionectomía derecha
1786
Cirugía | Parte VIII
Técnicas de resección
Típica: resección siguiendo las cisuras y la anatomía segmentaria.
Atípica: cuando no la respeta.
Las hepatectomías típicas pueden realizarse de acuerdo a tres técnicas:
1787
Cirugía | Parte VIII
Tres técnicas básicas (1) – Abajo: clampeo pedículo porta derecho y cambio de color hígado
derecho
1788
Cirugía | Parte VIII
1789
Cirugía | Parte VIII
Transección parenquimatosa
Puede ser efectuada bajo múltiples técnicas: fractura digital, Kelly-clasia, o el
más refinado disector ultrasónico. Lo importante es respetar meticulosamente
la individualización de las estructuras vasculares y biliares con electrobisturí,
ligaduras o suturas.
Durante una hepatectomía, deben evitarse las pérdidas sanguíneas y el
empleo de transfusiones, ya que es un factor demostrado que favorece la
recidiva; conservar como mínimo 30 % de hígado, para evitar la insuficiencia
hepática postoperatoria; respetar margen de seguridad en tumores malignos y
no dejar mal irrigados o excluidos sectores que producen isquemia, necrosis
y/o fístulas biliares.
Debido a que el parénquima hepático es más tolerante a la isquemia
continua prolongada en normotermia, que a las consecuencias de la pérdida
masiva de sangre y transfusiones, se hace imperativo reducir la hemorragia
intraoperatoria y transfusiones. Con ese fin, para seccionar el hígado la presión
venosa central debe estar por debajo de 4 cm de agua. Además, se han ideado
distintos métodos.[4]
1790
Cirugía | Parte VIII
Hepatectomía atípica
Son resecciones no anatómicas, el plano de sección no pasa por una cisura y
extirpan la lesión, junto al parénquima hepático adyacente. Para esta técnica es
indispensable el empleo de la ECO intraoperatoria.
Las tumorectomías resecan el tumor sin parénquima hepático. En general se
emplean en quiste hidatídico, adenomas, HNF y hemangiomas. Cuando son
muy vascularizados, especialmente el último, se reducen y pierden tensión con
el clampeo temporario de la arteria hepática.
Las resecciones atípicas también se emplean en el tratamiento de MTS
hepáticas en el caso de rehepatectomía, exéresis múltiples y hepatectomía en
dos tiempos.
1791
Cirugía | Parte VIII
Hepatectomía videolaparoscópica
Se puede realizar en pacientes seleccionados, tanto en tumores benignos
como malignos, de preferencia en lesiones ubicadas en segmentos anteriores y
lóbulo izquierdo.
En los tumores malignos, es imperativo carcinológico obtener un margen de
seguridad, para lo que es necesario el empleo de la ECO laparoscópica
intraoperatoria. También puede realizarse con mano asistida (hand assisted).
En los tumores benignos el resultado es excelente.
La resección hepática de los segmentos postero superiores (VII - VIII – IVa),
se consideran resecciones mayores por ser de “difícil realización”, aun en
cirugía abierta.
Sugiero leer “Recommendations for Laparoscopic Liver Resection”.[9]
Complicaciones de la hepatectomía
Hemorragia:
a) por defectos en la hemostasia (generalmente en postoperatorio
inmediato);
b) por coagulopatía (aparece más tarde, en casos que hubo transfusiones de
sangre masiva o hipotermia).
Hematoma evolutivo:
a) perihepático;
b) subcapsular;
c) centrohepático;
d) absceso secundario.
Necrosis del parénquima:
Limitada (generalmente por error de ligadura vascular o puntos grandes de
transfixión, que desvitalizan y producen atrofia segmentaria o abscesos).
Difusa (por clampeo prolongado pedicular, lleva a la insuficiencia hepática
grave; o por resección de tejido sano, que deja parénquima remanente
insuficiente o hígados con quimioterapia previa).
Complicaciones biliares:
a) fístula biliar;
b) coleperitoneo;
c) biloma;
1792
Cirugía | Parte VIII
d) estenosis biliar;
e) hemobilia.
La morbilidad en centros especializados oscila entre un 15 a 40 % y la
mortalidad inferior a 3 %.
Incisiones
Hepatectomía derecha
1793
Cirugía | Parte VIII
Hepatectomía izquierda
TRISECCIONECTOMIA IZQUIERDA
1794
Cirugía | Parte VIII
1795
Cirugía | Parte VIII
(S IV b)
RAMOS PORTALES
S. IV b
RAMOS
SUPRAHEPATICOS
Segmentectomía I
Otras segmentectomías
1796
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía de consulta
1. Bismuth, H. “Surgical anatomy and anatomical surgery of the liver”. World J. Surg. 1982; 6: 3-9.
2. Couinaud, C. Le foie. Etudes anatomiques et chirurgicales. Paris: Masson, 1957.
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methodology and anatomical results”. Am. J. Surg. 1985; 149: 676-682. 210: 13-19.
4. Castaing, D.; Adam, R. and Azoulay, D. Chirurgie du foie et de l’hypertension portale. Ed Masson,
Paris, 2006.
5. Belghiti, J. “Portal triad clamping or hepatic vascular exclusion for mayor liver resection” Ann.
Sug. 224: 155-161; 1996.
6. Belghiti, J.; Guevara, O.; Noun, R. y col. “Liver Hanging Maneuver: A safe approach to right
hepatectomy without liver mobilization”. J. Am Coll Surg 2001; 193: 109-11.
7. Chi Leung, L.; Sheung Tat, F. et al. “Anterior approach versus conventional approach. Right
hepatic resection for large hepatocellular carcinoma-A prospective randomized controlled
study”. Ann Surg 2006; 244: 194-203.
8. Defelitto, J. R. “Hepatectomías” Rev. Arg. Cir. Número Extraordinario, 1983.
9. Wakbayashi, Go et al. “Recommendations for Laparoscopic Liver Resection” A Report from the
second International Consensus Conference held in Morioka. Annals of Surgery 2015;2614619-
629.
1797
Cirugía | Parte VIII
ECOGRAFÍA
INTRAOPERATORIA
HEPATOBILIOPANCREÁTICA
(EIO)
JUAN PEKOLJ
1798
Cirugía | Parte VIII
1799
Cirugía | Parte VIII
Hígado
Aunque el rol de la EIO se ha reducido en la detección de tumores debido a
los grandes avances en los métodos de imágenes preoperatorios, juega un
papel importante en la localización intraoperatoria y caracterización de
1800
Cirugía | Parte VIII
1801
Cirugía | Parte VIII
1802
Cirugía | Parte VIII
Figura 6. Relación estrecha de metástasis hepática en segmento IV con vena suprahepática media
(VSHM) y alejada de vena cava inferior (VCI)
Figura 7. Imagen longitudinal del pedículo hepático. Se observa vena porta (VP), la vena cava inferior
(VCI) y entre ambas en el hiato de Winslow, la arteria hepática derecha rama de la arteria
mesentérica superior (flecha)
1803
Cirugía | Parte VIII
Figura 8. Estrecha relación entre metástasis hepática y rama izquierda de vena porta. Con este
hallazgo se realizo hepatectomía izquierda reglada
Figura 9. Guía de aguja de radiofrecuencia en hígado con transductor lineal de 5.5 MHz
1804
Cirugía | Parte VIII
Vía biliar
Su aplicación en esta área es controversial ante la disponibilidad de la
colangiografía intraoperatoria. Se conoce que el grado de certeza para el
diagnóstico de litiasis coledociana es similar en ambas (Figura 10). La ecografía
es más sensible para demostrar barro biliar (Figura11).
Figura 10. Barro biliar en hepático derecho. No se observa cono de sombra posterior característico de
las litiasis
1805
Cirugía | Parte VIII
Páncreas
La identificación de las estructuras venosas es el principal objetivo
anatómico de la EIO en páncreas, y la infiltración de dichas estructuras es uno
de los principales objetivos en la evaluación de las neoplasias pancreáticas
(Figura 13 y 14).
1806
Cirugía | Parte VIII
Figura 13. Ecografía pancreática en corte longitudinal. AMS (arteria mesentérica superior), VRI (vena
renal izquierda), ARD (arteria renal derecha), Ao (aorta)
Figura 14. Ecografía pancreática. Corte transversal. Se observa eje vascular principal de vena porta
1807
Cirugía | Parte VIII
Figura 15. Ecografía intraoperatoria de páncreas. Sospecha de insulinoma único. Se encontraron tres
nódulos hipoecogénicos característicos de insulinoma
Figura 16. Ecografía pancreática intraoperatoria. Se observa la interfase hiperecogénica entre la vena
porta y el parénquima pancreático
1808
Cirugía | Parte VIII
1809
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
Donadon M., Procopio F., Torzilli G., Tailoring the area of hepatic resection using inflow and
outflow modulation. World J. Gastroenterol 2013, 19 (7), 1049-1055.
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Joo L., The role of intraoperative ultrasonography in the diagnosis and management of focal
hepatic lesions. Ultrasonography 2015,34:246-257.
1810
Cirugía | Parte VIII
Definición
El sector dorsal corresponde a la parte posterior del hígado, comprendiendo
al lóbulo caudado (segmento I de Couinaud) en estrecha relación con la vena
cava inferior (VCI) retro-hepática (figura 1).
Figura 1. El área demarcada delimita el sector dorsal, desde las visiones posterior y caudal
Topografía
Se encuentra en la profundidad del hígado, entre el hilio y la VCI, y en su
parte cefálica alcanza a la confluencia de las venas hepáticas principales (Figura
2).
1811
Cirugía | Parte VIII
Subsegmentación
El lóbulo caudado puede dividirse en tres porciones: la más móvil, hacia la
izquierda, corresponde al denominado lóbulo de Spiegel.
En los años 90, Claude Couinaud revisó la segmentación propuesta por él
mismo, publicada en 1957. Agregó un segmento: el IX. El controvertido
segmento IX corresponde entonces a la parte más fija del lóbulo caudado,
cuyos límites hacia la derecha con los segmentos vecinos –el VI en su porción
caudal y el VII en su porción cefálica– no son evidentes a simple vista. Varios
años más tarde, el mismo Couinaud relativizó y descartó el segmento IX,
designando a esta porción el nombre de proceso caudado.
Finalmente, la porción media se denomina porción para-cava, ubicada entre
la bifurcación portal y la VCI (Figura 3).
1812
Cirugía | Parte VIII
Lecho vascular
Tanto la irrigación arterial como portal provienen de ambas ramas –
izquierda y derecha– de la arteria hepática y la vena porta.
Nota técnica
Este último detalle cobra importancia al momento de planificar una ligadura
de la rama derecha de la vena porta durante una cirugía de remodelación
hepática, con la intención de generar una atrofia del hemihígado derecho y una
hipertrofia compensadora en el izquierdo. Si las pequeñas ramas desde la rama
derecha que usualmente nutren al proceso caudado no son ligadas y divididas,
la atrofia esperada puede estar impedida por la formación de colaterales de
neovascularización que reperfunden al segmento VI (Figura 4).
Figura 4. Durante una cirugía de remodelación hepática, al efectuar la ligadura de la rama derecha
de la vena porta se deben ligar pequeñas ramas al proceso caudado, ya que si no son ligadas y
divididas, la atrofia esperada puede estar impedida por la formación de colaterales que irrigan al
segmento VI
1813
Cirugía | Parte VIII
Drenaje biliar
En lo concerniente al drenaje biliar, el segmento I lo hace a través de
pequeños conductos colectores que desembocan tanto a la derecha como a la
izquierda, muy cerca de la confluencia biliar.
Nota técnica
Teniendo en cuenta los patrones de diseminación peribiliar del
colangiocarcinoma hilar, es obligatorio extender la resección hepática al lóbulo
caudado a los fines de lograr una cirugía radical.
Por otro lado, los pequeños canalículos biliares que drenan el lóbulo
caudado pueden ser la fuente de fugas en las hepatectomías si la sección a
nivel de la placa hiliar se hace muy cerca de la confluencia (Figura 5). Esta
situación es muy frecuente en las hepatectomías derechas en donantes vivos,
ya que se extreman los esfuerzos para obtener, de ser posible, un conducto
hepático derecho único para facilitar su reconstrucción en el receptor.
Figura 5. El drenaje biliar del caudado se establece a través de pequeños colectores hacia la
confluencia. Este hecho cobra importancia oncológica en la resección de colangiocarcinomas hiliares,
ya que determina la obligatoria resección de los segmentos I y IV. Por otro lado, en resecciones que
requieran ir muy próximo a la confluencia, los canalículos del caudado que pueden pasar
desapercibidos son fuente de fístulas biliares postoperatorias
Drenaje venoso
Otra evidencia de que el lóbulo caudado es completamente independiente
del resto del hígado, es que su drenaje venoso se hace a través de venas de
1814
Cirugía | Parte VIII
Figura 6. Drenaje venoso del lóbulo caudado, que se hace de manera independiente a través de
pequeñas venas que llegan a la cara anterior de la VCI retrohepática. Existe un canal por donde se
puede pasar un lazo sin necesidad de movilizar el hígado para la “maniobra del colgado”. Este lazo
facilita la transección parenquimatosa con el abordaje anterior
1815
Cirugía | Parte VIII
Figura 7. La hipertrofia del lóbulo caudado en el síndrome de Budd-Chiari se produce debido a que las
venas spiegelianas son la única vía de drenaje venoso. En el esquema, una visión sagital esquematiza
la llegada en forma independiente de las venas del lóbulo caudado
1816
Cirugía | Parte VIII
Figura 8. Pasos para la resección aislada del lóbulo caudado. En la parte inferior, se observan los
lechos de resección desde la derecha, desde la izquierda y la pieza quirúrgica
1817
Cirugía | Parte VIII
Figura 9A. Vías de abordaje al sector dorsal del hígado y para la resección del lóbulo caudado. A:
Abordaje abierto. Luego de la apertura del epiplón menor, se moviliza el lóbulo izquierdo del hígado
para acceder al lóbulo caudado
Figura 9 B. Abordaje laparoscópico. El acceso y la visión frontal de la VCI retrohepática es mejor que
la obtenida a cielo abierto. Es el abordaje ideal para la resección del lóbulo de Spiegel
1818
Cirugía | Parte VIII
Figura 9C. Resección ex vivo. Una vez completada la hepatectomía total, la VCI es reemplazada
transitoriamente por un tubo de PTFE y se asocia una anastomomosis porto-cava. En la fase
denominada “cirugía de banco” el tumor es resecado sobre el hígado perfundido y refrigerado por
una solución de preservación. Una vez que se realizan las reconstrucciones vasculares, el remanente
hepático es reimplantado
Resumen y conclusiones
Se ha hecho un repaso de la topografía y las particularidades del sector
dorsal del hígado, remarcando que se trata de una región compleja y que
amerita un análisis especial.
Su abordaje quirúrgico, especialmente cuando se debe realizar su resección
aislada, requiere de un profundo conocimiento de la anatomía regional.
Algunos datos técnicos son fundamentales para obtener los resultados
esperados.
1819
Cirugía | Parte VIII
Lecturas recomendadas
Abdalla E; Vauthey J-N; Couinaud Cl. The caudate lobe of the liver. Implications of embryology and
anatomy for surgery. Surg. Clin. N Am 2002; 11: 835-48.
Belghiti J, Guevara OA, Noun R, Saldinger PF, Kianmanesh R. Liver hanging maneuver: a safe
approach to right hepatectomy without liver mobilization. J Am Coll Surg 2001;193: 109-11.
Lai EC, Fan ST, Lo CM, Chu KM, Liu CL. Anterior approach for difficult major right hepatectomy.
World J Surg 1996; 20: 314-7.
Liu CL, Fan ST, Lo CM, Poon RT, Wong J Anterior Approach for Major Right Hepatic Resection for
Large Hepatocellular Carcinoma Ann Surg 2000; 232: 25-31.
Zuo HQ, Yan LN, Zeng Y, Yang JY, Luo HZ, Liu JW, Zhou LX, Jin Q. Caudate lobectomy by the third
porta hepatis anatomical method: a study of 16 cases. Hepatobiliary Pancreat Dis Int. 2006; 5:
387-90.
1820
Cirugía | Parte VIII
PROTOCOLO DE
RECUPERACIÓN RÁPIDA
EN CIRUGÍA HEPÁTICA
A CIELO ABIERTO
SILVINA MONTAL Y OSCAR C. ANDRIANI
Introducción
Las preocupaciones por mejorar los resultados en las hepatectomías fueron
variando según las décadas. Dentro de la era de la cirugía hepática moderna,
en los 70, se focalizó en el control de las hemorragias, en los 80, sobre la
reducción de complicaciones sépticas, en los 90, en la evaluación funcional del
remanente hepático y ya en este nuevo siglo, los esfuerzos se concentraron en
reducir el estrés quirúrgico y la respuesta al trauma de la cirugía. Es así como se
desarrolló el abordaje laparoscópico de lesiones sólidas hepáticas y otros pasos
para acelerar la recuperación.
Basados en protocolos que inicialmente surgieron para el manejo
perioperatorio de la cirugía colorrectal, se comenzaron a implementar medidas
que permitieran mejorar la recuperación postoperatoria en las hepatectomías.
Sus pilares se basan en el manejo del dolor, la movilización temprana y la
realimentación precoz. Dentro de estos protocolos denominados
genéricamente como fast-track (paso rápido), el ERAS (Enhanced Recovery
After Surgery o recuperación mejorada luego de la cirugía) es el más difundido
y aplicado a diferentes disciplinas quirúrgicas tales como cirugía de la aorta
abdominal, colorrectal, hepática y pancreática.
La reducción del tiempo de hospitalización y la optimización en la
recuperación postoperatoria dan beneficios al paciente y su familia, reduciendo
el tiempo fuera de su medio ambiente y también mejora la costo-efectividad y
la administración de las camas.
1821
Cirugía | Parte VIII
Fundamentos
Para lograr los objetivos propuestos, se deben implementar medidas desde
el inicio de la planificación quirúrgica y no sólo en el período postoperatorio.
Selección de pacientes
Las condiciones ideales para la aplicación del protocolo son:
1. Ausencia de comorbilidades. ASA* I-III.
2. Hepatectomía sin procedimientos asociados (resecciones viscerales,
anastomosis bilio-digestivas).
3. Soporte social y familiar adecuado. Comprensión de las metas deseadas.
4. Aceptación del protocolo (consentimiento informado).
* ASA: American Society of Anesthesiology.
Medidas perioperatorias
Este protocolo no puede ser concebido tomando sólo medidas aisladas. Para
lograr los objetivos (control del dolor, alimentación temprana y rápida
movilización) se deben integrar pautas que comienzan desde el momento en
que se decide la cirugía, continúan en el quirófano y se concretan en el
postoperatorio.
El Gráfico 1 sintetiza las medidas pre, intra y postoperatorias que deben ser
tenidas en cuenta.
1822
Cirugía | Parte VIII
PREOPERATORIO
Explicación de los objetivos
Instrucción al paciente Estimulación del tono muscular
Ejercicios respiratorios
PROTOCOLO DE RECUPERACIÓN
RÁPIDA POSTOPERATORIA
POSTOPERATORIO
INTRAOPERATORIO Sin SNG
Ingesta de líquidos a las 2 h PO
Agentes anestésicos de acción corta
Dieta blanda a las 24 h PO
Analgesia espinal (morfina intratecal) Prokinéticos
Evitar sobrecarga hidrosalina Kinesioterapia respiratoria
Retirar sonda vesical a las 24 h PO
Mantener normotermia Deambulación a las 24 h PO
Evitar opioides
1. Medidas preoperatorias
1.a. Instrucción del paciente y su familia
Es fundamental que el paciente y los familiares que le darán el soporte
postoperatorio estén al tanto de los pasos que se tomarán durante la
recuperación para que no los tome de sorpresa. Un folleto con las instrucciones
debe ser leído por ellos y se debe firmar un consentimiento informado antes de
la hospitalización.
1.b. Soporte nutricional
Si bien no hay evidencias de peso para su utilización, el aporte de
antioxidantes tales como el omega-3 y la vitamina E proporcionarían un efecto
protector contra los fenómenos de isquemia-reperfusión que ocurren en casos
de hepatectomías complejas y con la utilización de clampeos vasculares,
particularmente en hígados grasos, colestáticos o que presenten daños
asociados a la quimioterapia.
1823
Cirugía | Parte VIII
2. Medidas intraoperatorias
2.a. Analgesia espinal
El uso de morfina intratecal ayuda a un óptimo control del dolor
postoperatorio y a su vez permite reducir los requerimientos de opioides
sistémicos. Consecuentemente, disminuye la paresia gástrica y el íleo
postoperatorio
2.b. Restricción de la sobrecarga hidrosalina
Manteniendo la normotermia y restringiendo la sobrecarga de fluidos
durante la cirugía se evita el edema intestinal y así, el íleo postoperatorio.
3. Medidas postoperatorias
3.a. No utilización de sonda nasogástrica
1824
Cirugía | Parte VIII
1825
Cirugía | Parte VIII
Hendry et 68 6 17 % 2% 5%
al.,
2010
1826
Cirugía | Parte VIII
Conclusiones
La implementación de un protocolo de recuperación rápida para la cirugía
hepática a cielo abierto es factible (alta adherencia por parte de los pacientes),
efectiva (alta proporción de objetivos propuestos y baja tasa de reinternación)
y segura (morbimortalidad similar a las medidas tradicionales).
La instrucción del personal médico y paramédico que toma a cargo el
cuidado de los pacientes es el primer paso para cambiar rutinas tradicionales
fuertemente arraigadas en el manejo perioperatorio.
Por otro lado, el paciente y su familia necesita tener en claro las metas que
deben alcanzar día a día durante el período de restablecimiento postoperatorio
para conseguir una alta adherencia al protocolo.
Una vez que el paciente y su familia tienen la confianza para manejarse con
autonomía en forma ambulatoria, que en condiciones normales se cumplen
entre el tercer y quinto día postoperatorio, se puede otorgar el alta
hospitalaria, cuando se cumplen ciertos criterios específicos.
1827
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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1828
Cirugía | Parte VIII
COMPLICACIONES
POSTQUIRÚRGICAS DE LAS
RESECCIONES HEPÁTICAS
VICTORIA ARDILES Y EDUARDO DE SANTIBAÑES
1829
Cirugía | Parte VIII
El derrame pleural
El derrame pleural reactivo puede ocurrir después de la hepatectomía y por
lo general es el resultado de una irritación diafragmática o una colección
subfrénica. El derrame pleural derecho puede causar fiebre, aunque sea
aséptica la colección de líquido. Si sólo un pequeño derrame está presente se
puede resolver de forma espontánea, si el paciente no tiene síntomas o signos
significativos no será necesario ningún tratamiento especial; de lo contrario, la
punción torácica y el drenaje del derrame debe llevarse a cabo si la fiebre
persiste sin otro foco como causa.[22, 24]
Infección de la herida
La infección de herida ocurre generalmente dentro de la primera semana
después del procedimiento. La inflamación y exudación en el lugar de la
incisión es causa de fiebre y en el caso de infección severa la dehiscencia de la
herida puede ser evidente. Un drenaje adecuado con toma de cultivos y
prescripción de antibióticos para ayudar a controlar la infección deben
implementarse.[25, 27]
1830
Cirugía | Parte VIII
Absceso subfrénico
El absceso subfrénico es una complicación grave de la hepatectomía,
generalmente como resultado de la eliminación incompleta de una colección
de líquido subfrénico o una fuga biliar, que junto con las colecciones
abdominales posthepatectomía ocurren entre el 5-28 %. Fiebre, dolor en el
abdomen superior, y la tensión de los músculos abdominales son las principales
manifestaciones de la infección. Sepsis o bacteriemia pueden ocurrir si la
infección es grave.[31] El drenaje del fluido más la terapia antiinflamatoria y
antibacteriana es fundamental en el tratamiento del absceso. El drenaje
percutáneo bajo guía ecográfica o bajo TC puede ser útil y evita una
reoperación en estos casos.[32]
Hemorragia intraperitoneal
La incidencia de hemorragia intraperitoneal varía de 4,2 % a 10 %.[6, 33, 36]
Existen tres razones más comunes: (1) el sangrado de las superficies del hígado
1831
Cirugía | Parte VIII
DEFINICIÓN Caída > 3 g/dl del nivel de hemoglobina luego del final de la cirugía
comparado con el nivel basal postoperatorio o
necesidad de transfusión postoperatoria por caída de la hemoglobina ó
necesidad de re-intervención para parar el sangrado
Se deben descartar otras causas de sangrado. La evidencia de sangrado
intraabdominal se basa en la obtención a través del drenaje de sangre o
líquido con hemoglobina > 3g/dl o por detección por métodos por imágenes
de un hematoma intra-abdominal o hemorragia activa
GRADO
B HPH que requiere transfusión de > 2 unidades de CGR pero manejable sin
necesidad de tratamiento invasivo
1832
Cirugía | Parte VIII
Potencial shock
hipovolémico con
disfunción de órgano
Respuesta Sí Sí/no No
adecuada a
la
transfusión
de CGR
Necesidad No Sí Sí
de estudios
diagnósticos
Evaluación Posible liquido libre Líquido libre intra- Líquido libre intra-
radiológica intraabdominal/ abdominal/ hematoma abdominal/ hematoma
hematoma Puede haber sangrado Sangrado activo en
activo en angiografía angiografía
1833
Cirugía | Parte VIII
Bilirragia
La incidencia de fugas de bilis varía de 4,0 % a 17 %.[46, 49] Las causas más
comunes de filtración biliar postoperatoria son: (1) canalículos de la línea de
sección en el hígado residual es la causa más común, alcanza el 69 % de los
casos; (2) fuga de anastomosis biliares y (3) lesión de la vía biliar de técnica
quirúrgica inapropiada. Un análisis retrospectivo de Yoshioka et al.[50] de 505
casos de hepatectomías encontró que la incidencia de fugas de bilis fue del 6,7
%, con tres factores de riesgo independientes: (1) hepatectomía múltiple (p=
0,002, OR= 3.44; IC del 95 %: 2 1,55-7,62); (2) trauma de hígado con una
superficie ≥ 57,5 cm (p= 0,004, OR= 5,29; IC del 95 %: 1,72 a 16,3); y (3)
sangrado intraoperatorio mayor a 775 ml (p= 0,01; OR= 2,81; IC del 95 %: 1,28-
6,16). Otro análisis, por Sadamori et al.,[51] de 359 casos de hepatectomía
encontró que el tiempo operativo ≥ 300 min era un factor de riesgo
independiente para la filtración biliar después de la hepatectomía.
Para ayudar a predecir si ocurrirá filtración biliar postoperatoria, el hígado
residual se puede cubrir con una gasa húmeda, que puede mostrar la presencia
de filtración mínima de bilis. Durante la intervención, las fugas biliares se
pueden manifestar con el uso de colangiografía, prueba hidráulica o neumática
para suturar o cerrar los conductos visibles con pequeños puntos. Una estrecha
vigilancia postoperatoria se debe realizar buscando fugas de bilis evidentes por
la presencia de bilis en los drenajes; la fuga de bilis puede resolver
espontáneamente dentro de los dos meses postoperatorios. Sin embargo, en
algunos casos cuando ocurre coleperitoneo la cirugía exploradora debe
realizarse tan pronto como sea posible para la limpieza de la cavidad
1834
Cirugía | Parte VIII
GRADO
B Fístula biliar que requiere un cambio en el manejo clínico del paciente (ej.:
procedimientos diagnósticos o terapéuticos adicionales) pero manejable sin
necesidad de relaparotomía
Fístula biliar grado A persistente > 1 semana
Tabla 2. Definición y grados de fístula biliar (Consenso del Grupo Internacional de Estudio de la
Cirugía del Hígado, ISGLS)
Las resecciones con alto riesgo de bilirragias postoperatorias son las del
sector anterior derecho, del lóbulo caudado y resecciones centrales
(segmentos IV y V), debido a lesiones de los canalículos del lóbulo caudado y las
variantes anatómicas donde el conducto posterior derecho desemboca en el
conducto izquierdo.
En las resecciones derechas se refiere un mayor índice de bilirragias no
autolimitadas, considerando algunos autores que este hecho se relacionaría
con el efecto de vacío que realiza la excursión del diafragma.
1835
Cirugía | Parte VIII
Insuficiencia hepática
La insuficiencia hepática es una complicación postoperatoria severa de la
hepatectomía. Está estrechamente asociada con el tejido hepático residual
limitado, hemorragia intraoperatoria masiva, el modo y la duración de la
oclusión de la vena porta, el tipo de anestesia que se utiliza, y la medicación
perioperatoria utilizada. Una incidencia de aproximadamente 0,70-33,83 % ha
sido reportado,[53, 56] y el fracaso fue debido al inadecuado tejido hepático
residual y la capacidad funcional.[57, 58] La severidad de la IHPH puede variar
desde una alteración transitoria de los parámetros bioquímicos hasta una
condición severa que pone en riesgo la vida del paciente.
El Grupo Internacional de Estudio de Cirugía del Hígado (ISGLS) propuso una
nueva definición que contempla además grados de IHPH (Tabla 3.1).[59]
Tabla 3.1. Grados de insuficiencia hepática posthepatectomía (Consenso del Grupo Internacional de
Estudio de la Cirugía del Hígado, ISGLS)
1836
Cirugía | Parte VIII
rescate/ trasplante
hepático
Tabla 3.2. Criterios para asignar grado de insuficiencia hepática posthepatectomía según definición
del Grupo Internacional de Estudio de la Cirugía del Hígado (ISGLS)
1837
Cirugía | Parte VIII
Tabla 3.3. Principales medidas que deben considerarse para prevenir el riesgo de insuficiencia
hepática posthepatectomía
1838
Cirugía | Parte VIII
1839
Cirugía | Parte VIII
1840
Cirugía | Parte VIII
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1844
Cirugía | Parte VIII
Introducción
El diagnóstico de masa ocupante hepática (MOH) determina la localización
en el hígado de diversas formaciones que pueden ser quísticas o sólidas y
benignas o malignas.
La clínica determinará, de acuerdo a los antecedentes, examen semiológico y
características del hígado, el diagnóstico de orientación.
Actualmente se emplean los métodos de imágenes, que permiten no sólo
diferenciar entre formaciones quísticas y sólidas sino también su tamaño,
localización, relación con elementos vasculares intrahepáticos y evaluar la
capacidad funcional del hígado restante en vistas al volumen y táctica de
resección hepática.
Estos métodos de imágenes encuentran MOH en pacientes sin síntomas y
que se realizaron el estudio por otra indicación. Estos hallazgos son
denominados incidentalomas y el 70 % son tumores benignos, siendo el más
frecuente el hemangioma.
Objetivos
Basados en el diagnóstico de orientación clínico:
Elegir los métodos complementarios de diagnóstico de laboratorio e
imágenes.
1845
Cirugía | Parte VIII
Formaciones quísticas
Quiste no parasitario del hígado
Q. NO P.
1846
Cirugía | Parte VIII
1847
Cirugía | Parte VIII
ENFERMEDAD DE CAROLI
Dilatación Congénita de Vías
Biliares Intrahepáticas
Cistoadenoma
Predomina en mujeres entre los 35 y 60 años. Alcanza gran tamaño y es
multilocular. Debe extirparse completamente para evitar la recidiva. En la
literatura hay casos documentados de transformación maligna.
Cistoadenocarcinoma
Irregularidades en la pared del quiste, mamelones o engrosamientos
plantean la duda y deben operarse con ecografía intraoperatoria, biopsia por
congelación y completa resección con márgenes oncológicos.
Quiste hidatídico
QUISTE HIDATIDICO
1848
Cirugía | Parte VIII
Adenoma hepático
Llamado hepatoma benigno, es más grande y blando que la HNF. No tiene
cicatriz central y al corte presenta áreas de necrosis y hemorragia. Es común la
“peliosis hepática” (lesiones angiomatosas difusas de los capilares sinusoides
que se comunican con el sistema venoso suprahepático por intermedio de las
venas centrolobulillares). En ocasiones suelen observarse con un color verdoso
característico por colestasis localizada. Se presenta como masa palpable con
dolor y hemorragia en el 50 % de los casos. Aparecen con frecuencia en
mujeres que ingieren anticonceptivos orales y en estos casos es más frecuente
la necrosis y ruptura del adenoma, con producción de hemoperitoneo que
coincide con períodos de hipervascularización: embarazo, postparto inmediato
y período menstrual.
1849
Cirugía | Parte VIII
ADENOMA
Hemangioma
Es la variedad de hamartoma y MOH más frecuente. Es de color rojo o
azulado. Predominan en el sexo femenino. No tiene manifestaciones clínicas y
aparecen como incidentalomas. Los cavernosos, generalmente únicos,
adquieren gran tamaño y en ocasiones se calcifican. Eventualmente pueden dar
dolor epigástrico por trombosis o bien romperse en la cavidad peritoneal,
provocando un hemoperitoneo grave.
Tratamiento quirúrgico sólo si dan dolor o compresión de vísceras (más
frecuente el estómago).
Solo dos indicaciones que pueden indicar una resección o un trasplante:
a) el síndrome de Budd-Chiari como complicación de angiomas gigantes
que comprimen las venas suprahepáticas;
b) el síndrome de Kasabach-Merrit que es una coagulación intravascular
diseminada (por afibrinogenemia) en algunos angiomas difusos o gigantes.
1850
Cirugía | Parte VIII
HEMANGIOMA CAVERNOSO
Granulomas
Tuberculosis, linfomas, toxoplasmosis, etc. En general cuando se indica una
hepatectomía en los tumores benignos, se busca la enucleación del tumor, ya
que no necesita un margen de seguridad. Actualmente, según la localización
pueden resecarse por vía videolaparoscópica.
Diagnóstico diferencial
Debe hacerse, fundamentalmente, entre las hepatomegalias por tumores
malignos, benignos y parasitarios.
En los tumores benignos, el aumento del tamaño del hígado puede ser difuso
o nodular, pero siempre es una “hepatomegalia aislada” ya que no se
acompaña de signos funcionales o generales.
En los parasitarios (hidatidosis), la procedencia del paciente (zona
hidatídica), la eosinofilia y, actualmente, el DD5 (test de doble inmunodifusión,
banda 5) junto con otros exámenes complementarios (eco-tomografía,
tomografía axial computada, angiografía) permiten aclarar el diagnóstico. El
diagnóstico diferencial con un absceso hepático resulta difícil cuando el tumor
maligno se acompaña de síndrome febril.
1851
Cirugía | Parte VIII
1852
Cirugía | Parte VIII
Los tumores benignos que son lesiones diferenciadas, no captan FDG, lo que
hace innecesario realizar PET-SCAN.
Conclusión
En base a los elementos descriptos trataremos de unir en un algoritmo el
diagnóstico de MOH.
1853
Cirugía | Parte VIII
ECO – TAC
QUÍSTICO SÓLIDO
1854
Cirugía | Parte VIII
Pueden confundir, cuando aumenta la FAL, tanto del hígado como de los
huesos, en los casos de metástasis óseas y hepáticas simultáneas.
Láctico deshidrogenasa (LDH): aumenta progresivamente en el cáncer
primitivo del hígado. Más valor para diferenciar una ascitis neoplásica (> 200
mUI) de una cirrógena (< 60 mUI).
1855
Cirugía | Parte VIII
2) Radiología convencional
No tiene gran valor diagnóstico, pues sólo informa hacia dónde empuja la
MOH. La radiología simple destaca las calcificaciones, de frecuente aparición en
el quiste hidatídico del hígado.
3) Isótopos radiactivos
La centelleografía clásica sin marcadores específicos no tiene valor, ya que
sólo muestra lagunas dentro del parénquima que pueden deberse a cualquier
forma de MOH: tumores benignos o malignos, quistes, granulomas específicos
o hematomas.
1856
Cirugía | Parte VIII
7) Angiografía
Sólo en tumores muy grandes, sobre todo hemangioma cavernoso. Incluye la
arteriografía selectiva del tronco celíaco y de la arteria mesentérica superior,
portografía de retorno, cavografía (frente y perfil) y suprahepaticografía. Puede
reemplazarse con la angioresonancia, si se cuenta con ella. Si se inyecta lipiodol
y se realiza el estudio 1 a 2 semanas más tarde, se ve la imagen positiva, ya que
el hepatoma capta el lipiodol en sus células. Esta propiedad permite cargar el
lipiodol con citostáticos para el tratamiento oncológico. La angiografía facilita la
operación, detecta invasión vascular y permite diagnóstico diferencial con
procesos benignos en que las arterias están adelgazadas y sus ramas
rechazadas. En los malignos aparecen vasos de neoformación, manchas
vasculares por comunicación arteriovenosa precoz y amputación e infiltración
de vasos. En el cáncer secundario las imágenes pueden ser: a)
hipervascularizadas: seminomas, melanomas, cáncer de mama,
nesidioblastomas, carcinoides, hipernefroma; b) hipovascularizadas: cáncer del
tubo digestivo, páncreas y vías biliares.
8) Laparoscopia
Se emplea para la estatificación (diagnóstico de MOH, invasión
extrahepática, MTS alejadas), biopsia dirigida. Con la eco-laparoscopia se
1857
Cirugía | Parte VIII
9) Biopsia
No en tumores por posibilidad de hemorragia, diseminación, implante, que
disminuyen las posibilidades de curabilidad. Fortner decía que era ”innecesaria,
insegura y poco confiable”. Sólo la realizamos si modifica la táctica terapéutica
o en casos de diagnóstico difícil cuando no se intentará un tratamiento
quirúrgico con intento de curación. La biopsia no se debe hacer entrando por
cavidad libre sino a través del hígado.
Ninguno de estos métodos de orientación permite resolver la cuestión más
importante de las MOH: la resecabilidad, que sólo la determina la experiencia
del cirujano en la laparotomía exploradora.
1858
Cirugía | Parte VIII
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1859
Cirugía | Parte VIII
CARCINOMA PRIMARIO
DEL HÍGADO:
HEPATOCARCINOMA (CHC)
OCTAVIO GIL
Epidemiología
El carcinoma hepatocelular representa el tumor hepático maligno primario
más frecuente (70 a 90 %). Corresponde al 6 % de los tumores y es la tercera
causa de muerte por cáncer. La mayoría de los pacientes se encuentran
infectados por virus “C” (VHC), virus “B” (VHB), o padecen una hepatopatía
crónica. Las zonas de mayor frecuencia son África y el sudeste de Asia en
consonancia con la elevada proporción de virus B y C. Se estima que hay entre
5 a 10 nuevos casos por año en Occidente, ascendiendo de 26 a 37 nuevos
casos en África y Asia. En Occidente su frecuencia se va incrementando,
fundamentalmente en California donde se ha triplicado en los últimos 20 años.
Es la causa de muerte del 0,5 al 2 % en regiones de baja incidencia, y asciende
al 20 hasta 40 % en África y Asia. Es más frecuente en el sexo masculino sobre
hígado cirrótico en una proporción de 3:1. La incidencia es mayor luego de la
sexta década, mientras que aparece entre los 30 y 40 años en África y Asia. Su
aparición en edades tempranas se asocia a peor pronóstico. En el 90 % de los
casos existe una cirrosis hepática en el momento del diagnóstico. Posiblemente
la lesión crónica de los hepatocitos, induce a la hiperplasia lo que aumenta la
susceptibilidad al daño cromosómico por factores carcinogenéticos, activando
protoncogenes y/o inhibiendo genes supresores, permitiendo el desarrollo de
líneas celulares con potencial maligno.
Los factores de riesgo se clasifican en:
a) elevado: infección viral por virus “B” o “C” y hemocromatosis;
b) intermedio: cirrosis de cualquier etiología fundamentalmente alcohólica;
esteatohepatitis no alcohólica (NASH); ingestión de carcinógenos como:
dimetilaminoazobenceno, nitrosaminas, aflatoxina y alcaloides del senecio;
mutaciones del gen p53, que es un gen supresor de tumores;
1860
Cirugía | Parte VIII
Clínica
Muchas veces el enfermo no refiere síntomas y el tumor se encuentra en
forma incidental (incidentalomas), generalmente al realizar un estudio
ecográfico.
El dolor abdominal es frecuente, localizado en epigastrio e hipocondrio
derecho generalmente poco intenso (dolorimiento) y el 85 % de los enfermos
se presentan con síntomas inespecíficos como descenso de peso, tumor
palpable, anorexia y flatulencia.
No es infrecuente que se manifieste como descompensación de la función
hepática en un paciente con cirrosis hepática compensada. Ascitis está
presente en la mitad de los casos; es de tipo sanguinolento con alto contenido
proteico y la presencia de LDH y CEA elevados. Otros síntomas pueden ser
debidos al efecto masa del tumor como ictericia obstructiva o hemoperitoneo
por ruptura de nódulos localizados sobre la superficie del hígado; en estos
casos el pronóstico es sombrío. Disnea es tardía y es debido a compresión
diafragmática o a enfermedad metastásica pulmonar. Fiebre y leucocitosis
están presentes cuando el tumor es de gran tamaño y presenta un centro
necrótico, recordando a un absceso piógeno. Puede observarse trombosis
portal, lo cual incrementa súbitamente la ascitis. Con menor frecuencia se
observan signos paraneoplásicos como: diarrea, hipercalcemia, hipoglucemia,
alteraciones cutáneas, ginecomastia dolorosa, hipoglucemia, hipertiroidismo,
seudoporfiria, hiperlipemia.
La enfermedad metastásica pulmonar, ósea o del SNC es una forma poco
frecuente de reconocer la enfermedad; debemos sospecharla frente a la
presencia de adenopatías supraclaviculares, derrame pleural, disnea,
hipertensión pulmonar, dolor costal o lumbar y manifestaciones neurológicas.
En regiones endémicas se lo puede detectar con ecografías en combinación con
el uso de alfafetoproteína. Esta última es un marcador tumoral muy efectivo
para su detección, encontrándose elevado en el 70 al 80 % de los casos. Valores
normales de alfafetoproteina no deben exceder los 10 a 20 ng/ml. En aquellos
tumores con histología colangiolar asociada al hepatocarcinoma, también
puede elevarse el CA19.9. Entre el 2 y 15 % de los casos el CHC asienta en un
hígado normal donde el dosaje de alfafetoproteina generalmente es normal.
1861
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
El diagnóstico del hepatocarcinoma se ha visto facilitado últimamente
debido a los avances de las técnicas de imágenes como ecografía, doppler, TAC
multicorte y la resonancia magnética, la gammagrafía hepatobiliar.
Actualmente, se recomienda seguir a los pacientes con factores de riesgo para
desarrollar CHC con ecografía cada 6 meses y la determinación de
alfafetoproteina que puede presentar falsos positivos. La alfafetoproteina
puede estar aumentada en pacientes con hepatitis crónica, sobre todo por
VHC, y puede elevarse durante los episodios de hepatonecrosis con ascenso de
transaminasas. El objetivo de este seguimiento es detectar estos tumores en
estadios tempranos que permitan alternativas terapéuticas con intención
curativa.
DIAGNÓSTICO CHC
Imagen
hipoecoica
Hepatograma DOPPLER
Alfafetoproteína Hipervascularización arterial
Serología viral Trombo tumoral
Metabolismo Fe Fístula A-V
1862
Cirugía | Parte VIII
1863
Cirugía | Parte VIII
Biopsia hepática
El diagnóstico de certeza es fundamental para decidir la conducta
terapéutica, pero la indicación de la biopsia debería evitarse cuando se plantea
la posibilidad de tratamiento quirúrgico; además no debiera utilizarse como el
primer recurso diagnóstico ya que no está exenta de riesgos, sobre todo en
pacientes con una hepatopatía asociada. Además de la hemorragia, existe la
posibilidad de facilitar la propagación del tumor a lo largo del trayecto de la
aguja de punción. La biopsia puede estar indicada cuando el diagnóstico no ha
sido efectuado por otros métodos. No es infrecuente que la punción con aguja
fina resulte insuficiente para el diagnóstico, fundamentalmente en aquellos
tumores bien diferenciados. Quizás pueda ser útil para indicar trasplante
hepático en pacientes con criterios expandidos (que exceden los criterios de
Milán).
Anatomía patológica
Es un tumor muy vascularizado con gran propensión a la invasión venosa, es
blando y friable con zonas de necrosis y hemorragia. Los nódulos pueden ser
únicos, múltiples o raramente adopta una forma difusa. Ocasionalmente,
pueden ser pediculados. El 80 % presenta una cápsula bien definida, cuya
presencia le otorga mejor pronóstico. La presencia de nódulos satélites es
frecuente en hígados cirróticos y es un signo de mal pronóstico, al igual que la
1864
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
El tratamiento del CHC comprende diferentes variantes: 1) cirugía resectiva;
2) trasplante hepático; 3) tratamiento percutáneo (radiofrecuencia e inyección
percutánea de alcohol); 4) quimioembolización; 5) quimioterapia. Sin embargo
sólo la resección o el trasplante son considerados tratamientos radicales con
intensión curativa.
1. Cirugía resectiva: se aplica en casos seleccionados, aproximadamente un
30 % de estos tumores son resecables. Son candidatos a resección quirúrgica
aquellos pacientes con una función hepática adecuada (clasificación Child-Pugh
A) con bilirrubina normal sin signos de hipertensión portal. La decisión
terapéutica se basa en el tamaño y número de lesiones, presencia de
enfermedad extrahepática y fundamentalmente en la condición del hígado
remanente. Este procedimiento es curativo en un 20 a 30 % de los pacientes
con cirrosis y en un 55 a 65 % en enfermos con hígado sano. La supervivencia a
5 años de los pacientes no curados luego de la resección es 50 %, pero la tasa
de recidivas es alta, 70 a 80 % (Figuras 4, 5 y 6).
1865
Cirugía | Parte VIII
Figura 5. Hepatectomía derecha por CHC con satelitosis sobre hígado sano
1866
Cirugía | Parte VIII
1867
Cirugía | Parte VIII
Figura 7. Trasplante hepático: cirrosis alcohólica + CHC (a); cirrosis por hemocromatosis, CHC
quimiembolizado (b)
1868
Cirugía | Parte VIII
Hepatocolangiocarcinoma (HCC)
Menos del 5 % de los tumores primarios tienen la característica de células
hepáticas y diferenciación de conductos biliares dentro del mismo tumor. La
asociación con cirrosis es común. El pronóstico y el tratamiento son similares al
CHC.
Hepatoblastoma
Representa el tumor hepático más frecuente en los niños (40 %). Es
infrecuente después de los 3 años, predominando en el sexo masculino, 2:1.
Excepcionalmente han sido reportados casos en pacientes adultos. Se presenta
como una masa abdominal, y en un 5 % de los casos se asocia con alguna
anomalía congénita. Se pueden observar calcificaciones en la radiología simple,
y cursan en un 90 % de los casos con títulos de alfafetoproteína muy elevados.
Macroscópicamente, son masas generalmente solitarias, blandas, lobuladas de
gran tamaño, parcialmente encapsuladas. Las hemorragias y necrosis en su
interior son muy frecuentes. Microscópicamente, pueden ser clasificados como
epiteliales, epiteliales-mesenquimáticos y anaplásicos. Debe efectuarse el
diagnóstico diferencial, con el tumor de Wilms, y con los sarcomas puros del
hígado. El tratamiento se basa en la resección. Esto se puede lograr
actualmente en el 75 % de los casos con supervivencias a cinco años superiores
al 50 %. La neoadyuvancia o quimioterapia preoperatoria ha permitido resecar
lesiones previamente irresecables. El sitio más frecuente de metástasis son los
ganglios regionales y el pulmón. El tipo epitelial con preponderancia fetal va
asociado al mejor pronóstico, mientras que las variantes anaplásicas, tienen el
mayor índice de recidiva.
1869
Cirugía | Parte VIII
A B C D
Temprano Intermedio Avanzado Terminal
Único
< 2 cm
PS 0 PS 0 PS 0 PS 1/2
Único ≤ 3 nod. Multinod. N1 / M1
2-5 cm ≤ 3 cm
Resección
1870
Cirugía | Parte VIII
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1871
Cirugía | Parte VIII
1872
Cirugía | Parte VIII
Marcadores tumorales
El antígeno carcinoembrionario (CEA) es el más utilizado, ya que sus niveles
en sangre se encuentran elevados en el 70 a 90 % de los pacientes con
metástasis hepáticas. Normal en no fumadores menos de 5 ng/ml y menos de
7-9 ng/ml en fumadores.
El antígeno carbohidrato (CA 19-9) es menos específico y está aumentado
sólo en el 30 a 40 % de los casos. Normal, menor a 37 U/ml. Aplicado
principalmente en el adenocarcinoma del páncreas.
Ambos se utilizan en el control posterior a la resección de las metástasis
hepáticas, detección de recidivas hepáticas y/o extrahepáticas y monitoreo y/o
control de la adyuvancia; ya que deben disminuir si la resección fue completa al
mes de operado o si la quimioterapia es eficaz.
Función hepática
Fundamental de evaluar ante la posibilidad de resección hepática;
principalmente en pacientes cirróticos, hepatitis crónica o que han recibido
quimioterapia.
1873
Cirugía | Parte VIII
MTS hepáticas (número, tamaño, localización, relación con vasos): ECO, TAC,
RMI.
MTS extra hepáticas: TAC tórax y abdomen, PET-CT.
Colon: colonoscopia.
ECO: bajo costo, no radiación, es la primera indicación. La desventaja es ser
operador-dependiente. Se emplea como seguimiento. Para caracterizar el flujo
vascular dentro y alrededor de la MTS, se emplea el Doppler color.
TAC helicoidal con contraste: sensibilidad similar a la RMN aunque mayor
especificidad que ésta; su uso preoperatorio es mejor que la RMN para la
detección de enfermedad extrahepática (más frecuentes las metástasis
pulmonares). Complementa a la TAC convencional con contraste. Aumentó la
sensibilidad de detección a un 90 %, pero lesiones de menos de 1 cm pueden
no determinarse así como peritoneo y depósitos serosos en la superficie del
hígado o intestino.
Confirma la presencia de metástasis hepáticas, determina el número y
tamaño de las lesiones y sus relaciones con estructuras vasculares, evalúa la
resecabilidad de las lesiones con margen de seguridad y analiza la cantidad de
hígado remanente y sano (volumen). Mayor sensibilidad con 3D multislice.
RMN: mayor precisión en la detección de afectación vascular y lesión
benigna (ej.: hemangioma o quiste). No es sensitiva para enfermedad
extrahepática.
1874
Cirugía | Parte VIII
RMN con contraste (Óx. Fe): único contraste capaz de marcar las células de
Kupfer de forma selectiva y aumenta el contraste entre el hígado y las
metástasis. Imagen gris, heterogénea.
1875
Cirugía | Parte VIII
PET
Scan
Ningún método de imágenes puede hoy detectar las micrometástasis o mts. ocultas
1876
Cirugía | Parte VIII
Biopsia hepática
Necesidad de diagnóstico histológico para realizar neoadyuvancia sistémica
o regional. No realizarla en tumores resecables. Riesgo de complicaciones
mecánicas (dolor, hemorragia, hemobilia) y oncológicas (diseminación,
implantes en trayecto). El avance en el desarrollo de técnicas de imagen
permite un diagnóstico sin necesidad de biopsia previa al tratamiento
quirúrgico, que además perjudica la evolución en pacientes resecables.
Colonofibroscopia
Para detectar una segunda localización en colon (5 %) o recidiva tumoral en
la anastomosis, en casos de MTS hepáticas metacrónicas.
Tratamiento
Siguiendo los cuatro principios de Bismuth:
1) Objetivo del tratamiento: resección quirúrgica del tumor(es).
2) La resección hepática radical debe ser económica.
3) Tratar de transformar en resecable un tumor irresecable.
4) Elegir el mejor momento de la resección:
- No demasiado temprano
- No demasiado tarde
Es fundamental el manejo anestésico y de la técnica quirúrgica. La mejor
estrategia es el manejo multidisciplinario en problemas de irresecabilidad. La
resecabilidad basada en tamaño y número de la metástasis hoy es la habilidad
de obtener una completa resección R0 macroscópica y microscópica del hígado
(margen de seguridad) y la completa resección de cualquier enfermedad
extrahepática. El factor más importante es preservar al menos 30 % de la
función hepática (“la resecabilidad que define lo que se elimina ahora debe ser
determinado por lo que queda”). El tratamiento quirúrgico es el único con
intento de curación. La única restricción para la resección de metástasis
hepáticas es la presencia de enfermedad extrahepática no resecable o que la
remoción total de las MTS hepáticas dejen menos del 30 % del parénquima
hepático funcional remanente.
Aún con compromiso ganglionar del pedículo portal y presencia de
metástasis pulmonares, la resección hepática puede estar indicada, ya que la
supervivencia de los pacientes con metastasectomías pulmonares y hepáticas,
ya sea simultáneas o secuenciales, es satisfactoria en casos seleccionados.
1877
Cirugía | Parte VIII
1878
Cirugía | Parte VIII
Radiofrecuencia
Injuria térmica corriente/alt. 0 RF (460-500 kHz).
Necrosis con ablación pequeña (> más electrodos).
Limita perfusión hepática por enfriamiento (< Pringle).
Menos de 5 tumores.
Menos de 5 cm de diámetro (ideal, 3 cm).
No evidencia de tumor extrahepático.
No cerca de cápsula hepática.
No cerca de grandes vasos supra hepáticos o portales.
No cerca de diafragma o vesícula.
Vía preferida: percutánea, 12-35 m por cada tumor.
Imagen preferida: ECO (+ beneficio intraoperatorio).
Por VL: detecta lesiones adicionales y MTS peritoneales.
1879
Cirugía | Parte VIII
Crioablación
Muerte celular por congelamiento directo, desnaturalización de proteínas
celulares, ruptura de la membrana celular, deshidratación celular e hipoxia
isquémica.
Necesita laparotomía con anestesia general.
ECO: bola de hielo con borde hiperecoico con sombra acústica posterior.
Más complicaciones que RF.
Complicaciones especiales: inflamación pulmonar, fractura hepática con
hemorragia grave.
Alcohol
Necrosis por deshidratación celular e isquemia por trombosis vascular.
Menos cara y más experiencia.
Mínimo equipamiento (aguja y alcohol).
Vía percutánea.
Tumores < 3 cm.
HCC con cápsula o cirrosis (No en MTS).
< Complicaciones que RF pero RF > % necrosis completa tumoral y en menos
sesiones.
1880
Cirugía | Parte VIII
Quimioembolización
Agente terapéutico vía catéter en a. hepática (tumores irrigación arterial).
Acción prologada del agente por embolización.
HCC acumula aceite iodado y prolonga exposición del tumor a la droga
(lipiodol).
Drogas: doxorubina, cisplatino, mitomicina C combinados con lipiodol.
Contraindicaciones: insuficiencia hepática severa, encefalopatía, insuficiencia
renal, tumor que ocupa más del 50 % del hígado, infección activa.
Control de ablación
Preoperatorio
Laboratorio: alfa-feto, CEA, función hepática, renal y coagulación
TAC o RMI: Nº, tamaño, enfermedad extrahepática, relación estructuras
vecinas, MTS pulmón y hueso.
Postoperatorio
HCC: alfa-feto MTS: CEA TAC (c/3 m): recurrencia local - recurrencia
hepática remota enfermedad extrahepática: (pulmón, hueso y ganglios).
1881
Cirugía | Parte VIII
Manejo estratégico
1) MTS metacrónica, unilobar, única o tres MTS, CEA leve aumento:
resección hepática sin quimioterapia. En lo posible, segmentectomías que
ahorra hígado sano para re-resecciones en recidivas.
RO : Macroscópica
Completa de toda la
enfermedad MTS METACRONICAS
Márgenes de seguridad
Microscópicamente
Libres
1882
Cirugía | Parte VIII
3) MTS sincrónica:
1- Resecar tumor primario de colon; administrar quimioterapia sistémica;
resecar MTS en forma diferida.
2- Hepatectomía simultánea: cuando el tumor colorrectal no tiene
complicaciones y las MTS son resecables: resecar el tumor primario y las MTS
hepáticas y administrar terapia sistémica. Es segura, evita dos operaciones y
anula la posible hepatotoxicidad de la quimio neoadyuvante y admite la
resección de MTS que puedan metastizar más adelante. Debe seguirse con
quimio adyuvante. Depende de la extensión de la enfermedad, del grado de
comorbilidades y que la conducta técnica sea favorables. Algunos autores
prefieren realizar la hepatectomía primero por la hipotensión controlada con la
presión venosa central y que el paciente reciba gran cantidad de fluidos si
realizan la resección colónica previamente. Otros prefieren realizar
neoadyuvancia, que daría mejor sobrevida.
En estos casos se prefiere una incisión xifo-pubiana, que permite la
realización de ambas resecciones.
MTS SINCRONICAS
1883
Cirugía | Parte VIII
1884
Cirugía | Parte VIII
1885
Cirugía | Parte VIII
1886
Cirugía | Parte VIII
1887
Cirugía | Parte VIII
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1888
Cirugía | Parte VIII
METÁSTASIS HEPÁTICAS
DE TUMORES
NEUROENDOCRINOS
RICARDO BRACCO Y JORGE P. GRONDONA
Introducción
Las metástasis hepáticas originadas en tumores neuroendocrinos (MHTNE)
son raras. Sin embargo existen importantes diferencias entre la naturaleza de
estos tumores secundarios de hígado si se los compara a sus equivalentes
gastrointestinales de origen adenocarcinomatoso o sarcomatoso.[1] Sus
características distintivas son:
1) signos clínicos específicos y comportamiento benévolo;
2) producción de hormonas y aminas responsables de los signos clínicos y
de actuar como marcadores tumorales;
3) su crecimiento y síntomas son inhibidos por agentes bloqueantes
específicos.
Histopatológicamente los tumores neuroendocrinos usualmente son de
aspecto monomorfo, argirofílicos y positivos a las tinciones argentafines.
Pueden ser clasificados en subgrupos diferenciables por métodos
inmunohistoquímicos.[1]
Las MHTNE raramente se presentan aisladas. Usualmente son múltiples, de
variados tamaños y afectan ambos hemihígados aunque sólo excepcionalmente
se observan siembras miliares en toda la glándula.[9]
El tumor carcinoide es el que más comúnmente causa metástasis hepáticas
especialmente los de origen en intestino delgado[2] y colon ascendente. De este
último, el nacido en el apéndice cecal es el más frecuentemente observado
aunque raramente metastatiza en el hígado. Los restantes tumores carcinoides
se originan en estómago, esófago, bronquios, resto del colon y recto. Este
último le sigue en frecuencia a los de intestino delgado y cecoascendente y
representa el 15 % del total y sólo cuando supera los 2 cm suele dar metástasis
hepáticas.
1889
Cirugía | Parte VIII
Presentación clínica
Los tumores neuroendocrinos se caracterizan por liberar de manera
inapropiada sustancias biológicamente activas de naturaleza amínica o
polipeptídica. Cuando se sospecha la existencia de MHTNE el análisis de la
presentación clínica es de gran importancia. Las originadas en primitivos de
intestino delgado y cecoascendente frecuentemente se presentan asociadas al
denominado síndrome carcinoide compuesto de rubor tóracofacial, diarrea o
ambos. El síndrome carcinoide completo asocia insuficiencia tricuspídea y
broncoconstricción aunque es excepcionalmente observado. Debido a su lento
crecimiento pueden transcurrir varios años entre la resección del tumor
primitivo y la aparición del síndrome carcinoide.
Los insulinomas[5] se caracterizan por cursar con severos ataques de
hipoglucemia en tanto que el síndrome de Zollinger Ellison se presenta con las
características úlceras de localización atípica en duodeno distal y yeyuno
proximal. El síndrome glucagonoma tiene severas manifestaciones de
afectación dérmica que conducen a la sepsis y depleción de aminoácidos. El
síndrome diarreogénico de Verner-Morrison es causado por tumores que
producen el VIP. La ocurrencia simultánea de hiperparatiroidismo y metástasis
hepáticas sugiere firmemente un síndrome MEN-1 con un tumor
neuroendocrino insular como origen de las metástasis hepáticas. En cambio si
las metástasis hepáticas se asocian a un síndrome MEN-II el origen tumoral
suele ser un carcinoma medular de tiroides. La diarrea suele ser una
manifestación ominosa que indica compromiso hepático.
1890
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico de laboratorio
Cuando se sospechan MHTNE se impone la búsqueda de marcadores
tumorales para identificar péptidos específicos y aminas.[1] Esta búsqueda
debería incluir dosaje por radioinmunoensayo de productos provenientes de
tumores endocrinos de páncreas y medida de la excreción urinaria de 5 OH
indolacético. La exploración en plasma de cromogranina A y B originalmente
extraída de la médula adrenal tiene un valor inespecífico como expresión
marcadora de tumores neuroendocrinos ya que se las ha observado elevadas
hasta en el 94 % de estos pacientes.
Las pruebas de estimulación y supresión son usadas para establecer el
diagnóstico en casos límites de hipersecreción ya sea por ampliación o
interrupción de la respuesta tumoral como es el caso de la prueba de la
secretina empleada para diferenciar un gastrinoma de un antro hiperactivo.
1891
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento quirúrgico
La cirugía tiene un rol importante en el tratamiento de los tumores
neuroendocrinos y sus metástasis hepáticas.[4, 5] En tanto que el
adenocarcinoma de páncreas tiene una resecabilidad en torno al 15 % de los
pacientes, los insulinomas de este órgano pueden ser extirpados hasta en el 90
% de ellos con un límite inferior promedio del 25 %.
Considerando que los tumores neuroendocrinos son infrecuentes, la
proporción de pacientes que desarrollan metástasis hepáticas varía
marcadamente entre los diferentes tipos de tumores entre un bajo porcentaje
para los más comunes (insulinomas y tumores carcinoides) y hasta un 40 %
para los más raros gastrinomas y glucagonomas. Además, escasamente un 10 %
de los pacientes con MHTNE tienen lesiones suficientemente localizadas como
para permitir su resección radical con intencionalidad curativa. Será lógico
comprender la exigua experiencia informada en el tratamiento quirúrgico de
esta patología.[4] No obstante existen buenas razones para extirpar cuando sea
posible las MHTNE ya sea total o parcialmente; su curso clínico lento y sin
1892
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento endovascular
Las MHTNE se encuentran predominantemente nutridas por la arteria
hepática, lo cual se aprecia habitualmente en su evaluación angiográfica.
Debido al doble aporte sanguíneo portal y sistémico que posee el hígado la
terapéutica isquémica es especialmente adecuada.
Embolización vascular
Consiste en la oclusión selectiva de un territorio por embolización vascular,
que es la forma preferida actualmente y para ello es necesario introducir un
catéter por vía endovascular y depositar un agente embólico. Con respecto a
1893
Cirugía | Parte VIII
Quimioembolización arterial
Tiene como objetivos fundamentales lograr una alta acción antitumoral local
con poca repercusión sistémica. Es un procedimiento endovascular que con
técnica de Seldinger accede por la arteria femoral a la arteria hepática y
selectivamente plenifica los vasos nutrientes de los tumores hepáticos. Con la
quimioembolización intrarterial se aumenta 20 veces la concentración local de
la droga comparativamente a la sistémica y a su vez, la embolización triplica
estos efectos. La utilización de un émbolo graso como el lipiodol, en una
emulsión estable con las drogas antitumorales permite mayor selectividad,
concentración y persistencia intratumoral de las mismas, potenciando aún más
la acción antineoplásica local. Las drogas utilizadas varían según la estirpe
tumoral, utilizándose preferentemente la doxorrubicina en los tumores
neuroendocrinos y en el hepatocarcinoma. Las características del lipiodol que
enlentece transitoriamente el flujo sanguíneo, aumenta el tiempo de contacto
entre las drogas y las células tumorales. Así mismo, el lipiodol tiene una
hiperselectividad para las arterias neoplásicas actuando como un factor de
vectorización y fijación tumoral, reflejado por la obtención de una
concentración 4 veces mayor, en el tejido tumoral que en el hígado sano.
Varios estudios han demostrado estos beneficios farmacocinéticos de las
emulsiones de lipiodol y drogas antiblásticas utilizados en forma combinada,
particularmente para el tratamiento del hepatocarcinoma. Si bien el
tratamiento es útil con alta tasa de respuesta local en metástasis hepáticas de
1894
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento intersticial
Los abordajes intersticiales[8] descriptos para lograr la destrucción local de
tumores hepáticos y que se han hecho extensivos a las MHTNE son: 1)
criocirugía; 2) radiofrecuencia; 3) microondas.
La más utilizada al presente es la radiofrecuencia (RF) que consiste en la
destrucción de tumores hepáticos in situ por coagulación térmica y
desnaturalización proteica. La energía por radiofrecuencia se emite por un
generador y fluye a través de un electrodo cuya punta termina en un haz de
filamentos (de 4 a 9). Puede ser aplicada por vía percutánea, por
videolaparoscopia o a través de una laparotomía. Se recomienda aplicar el
método cuando existen hasta 4 lesiones con un diámetro no mayor de 5 cm. Se
aconseja no utilizarlo si la MH se encuentra adyacente a los pedículos biliares.
Se utiliza para tratar lesiones múltiples y combinar la RF con cirugía resectiva
del parénquima hepático para lograr mayor citoreducción.[8]
1895
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento médico
Se pueden utilizar antiserotonínicos por vía oral, como la ciproheptadina,
utilizada a dosis altas (12 a 48 ng/día), para el control de la diarrea y
recuperación del peso, pero no mejora los signos cutáneos. El mecanismo de
acción sería a nivel periférico, ya que el 5-HIAA en orina no disminuye sus
niveles. Presenta efectos no deseados como sedación, sequedad de mucosas,
náuseas y vómitos, que a veces obligan a suspender el tratamiento.
La somatostatina (ST) es la responsable de la inhibición de la liberación de
péptidos endógenos. El 80 al 90 % de los TNE con síndrome carcinoide tienen
receptores en la superficie de sus células tumorales para ST. Por lo tanto, al
octapéptido análogo sintético derivado de la ST natural, llamada octreotida
(Sandostatín®), que se aplica por vía subcutánea y que tiene una vida media de
3 a 4 horas, se lo emplea para inhibir la secreción patológicamente aumentada
de serotonina, hormona de crecimiento y de otros péptidos producidos por el
sistema endocrino gastroenteropancreático. Además, actuaría favoreciendo la
apoptosis de las células tumorales. Según el caso a tratar se aplica en dosis
diarias de 50 a 500 mg c/8 horas. Tiene una probada efectividad en el control
del SC y según varias series publicadas controla: 1) 87 % de los casos con signos
cutáneos; 2) 77 % de los pacientes con diarrea; 3) disminuye en el 80 % los
niveles de 5-HIAA en orina; 4) reduce la objetivación de masas tumorales en los
estudios por imágenes; y 5) desacelera el crecimiento tumoral. El octreoscan es
útil para evaluar los pacientes que se beneficiaron con la octreotida. El
problema radica en que muchos pacientes se tornan parcialmente resistentes a
la octreotida, luego de un promedio de tratamiento de 12 meses para los TC y
de 3 meses para los TIP. De tal manera que sería una terapia adyuvante.
Con el alfa interferón se lograron algunas remisiones y alivios sintomáticos
del SC pero es utilizado en pocas ocasiones dado su alto costo y marcada
toxicidad.
En un estudio multicéntrico alemán, randomizado no controlado, publicado
en 2005, en pacientes con metástasis no resecables de TNE, se compararon 2
grupos: el primero de 54 casos tratados con octreotida combinada con alfa
interferón y el segundo de 51 con octreotida como monodroga. En ambos
grupos se observó disminución del crecimiento tumoral y mejoría de la
supervivencia, sin diferencia significativa para cada terapéutica, concluyéndose
entonces que es preferible utilizar la octreotida sola, ya que tiene menos costos
y efectos adversos para los pacientes.
Quimioterapia
La droga más experimentada es la estreptozotocina, que es una glucosalina
nitro urea. Otras utilizadas son el 5-fluoruracilo y doxorubicina. En general son
1896
Cirugía | Parte VIII
Caso propio
1897
Cirugía | Parte VIII
Tomografía computada trifásica en tiempo portal que muestra las lesiones sometidas previamente a
una quimioembolización arterial
Tomografía computada trifásica en tiempo arterial que muestra las lesiones sometidas previamente a
una quimioembolización arterial
1898
Cirugía | Parte VIII
Algoritmo
En resumen, la cirugía de resección de MHTNE debería realizarse en
pacientes:[1]
1) sintomáticos;
2) asintomáticos;
3) con cualquier primario neuroendocrino;
4) con cualquier cuadro hormonal.
Quimioterapia
Progresión
Resecable Resección
Tratamiento
farmacológico
Sintomáticos
Quimioembolización de Progresión
No resecable arteria hepática
Tumor primario
controlado
Asintomáticos
Resecable Resección
1899
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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tracto gastrointestinal”. Oncología (Barc) 2004; 59: 49-53.
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Investigación Clínica Vol 57 Nº 3; 2005, 481-487.
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1900
Cirugía | Parte VIII
METÁSTASIS HEPÁTICAS
NO COLORRECTALES
NO NEUROENDOCRINAS
JAVIER CARLOS LENDOIRE
Generalidades
El hígado es la principal localización de metástasis aunque sus vías de
generación difieren de acuerdo a la ubicación del tumor primario. Así es como
en pacientes con tumores primarios intestinales (adenocarcinoma colorrectal)
las vías de diseminación más frecuentes son la portal fundamentalmente o la
linfática regional intra-abdominal. La racionalidad de la resección hepática en
este grupo de pacientes se ha fundamentado en que la enfermedad
metastásica en alta proporción está limitada al abdomen y con un tratamiento
resectivo adecuado del tumor primario y de la metástasis se puede ofrecer un
procedimiento curativo. Esto ha sido demostrado con supervivencias post-
resección del 40 % a los 5 años y del 25 % a los 10 años.[1] Asimismo, en los
últimos años, la aplicación progresiva de nuevos esquemas de quimioterapia ha
permitido ampliar el espectro de pacientes candidatos a resección a aquellos
con metástasis colorrectales inicialmente irresecables, cuyas supervivencias
han demostrado ser similares a pacientes inicialmente resecables.[1]
Otra entidad diferente la constituyen las metástasis hepáticas de origen no
colorrectal. Originadas en alta proporción de tumores extra-abdominales, se
diseminan al hígado por vía sistémica y con elevada frecuencia presentan
localizaciones metastásicas extrahepáticas. Este grupo está caracterizado por
tener una población heterogénea, con una menor incidencia de metástasis
únicas, series de un bajo número de casos, sin estudios prospectivos y con
escasas guía de tratamiento. Si bien existe la tendencia a agruparlas con las
metástasis de tumores neuroendocrinos, estas últimas deben ser consideradas
una entidad independiente ya que su evolución y pronóstico son distintos a las
de las metástasis no colorrectales.[2]
El tumor primario puede presentar localizaciones variadas desde cabeza y
cuello, pleura y pulmón, mama, aparato gastrointestinal, aparato
1901
Cirugía | Parte VIII
Figura 1. TAC: metástasis única metacrónica (3 años) de carcinoma adenoide quístico de submaxilar
Figura 2. RNM (T2): metástasis única de carcinoma adenoide quístico de submaxilar (varón 68 años)
1902
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
Tal como en el estudio de las metástasis de origen colorectal, la ecografía y
la tomografía axial computada ocupan el primer escalón en el diagnóstico de
las metástasis no colorrectales (Figura 1). La resonancia magnética nuclear es
un método complementario de diagnóstico de utilización selectiva (Figura 2). El
PET/TC ha adquirido un lugar preponderante en el estudio de esta entidad
considerando la elevada frecuencia de diseminación extrahepática hallada. Así
es como Chua y col. refieren que el PET/TC en comparación con la TAC modificó
en su serie la conducta terapéutica en un 25 % de los pacientes con metástasis
1903
Cirugía | Parte VIII
Figuras 5 y 6. Implante en pared abdominal post-punción biopsia con aguja fina al 10º mes
postoperatorio de hepatectomía derecha por metástasis
Tratamiento
Si bien los beneficios de la resección hepática han sido demostrados en
pacientes con metástasis de origen colorectal primordialmente aunque
también en metástasis neuroendocrinas, los estudios realizados sobre el
tratamiento de metástasis no colorectales no neuroendocrinas (NCRNNE) se
han visto limitados por el número y por la heterogeneidad de las poblaciones
(Figuras 3 y 4). En 1997, Harrison y col. publican el primer estudio con un
número relevante de pacientes (96) tratados mediante resección durante un
período de 15 años, hallando como factores-pronóstico favorables de
supervivencia: el origen del tumor primario, el intervalo libre de enfermedad
entre el primario y la metástasis y la realización de resecciones curativas (R0).[5]
Un año después (1998), Elias y col. en un estudio sobre metástasis no
colorrectales y neuroendocrinas destacan la importancia de evitar la duración
prolongada de la quimioterapia ante respuestas favorables ya que por un lado
1904
Cirugía | Parte VIII
¡DEBE EVITARSE!
Qt prolongada
Figura 7
Mama
18%
Sarcomas
22%
[7]
Figura 8. Origen del tumor primario
1905
Cirugía | Parte VIII
[7]
Figura 9. Localización del tumor primario
1906
Cirugía | Parte VIII
Testicular
Ovario
Mama
Uterino
Renal
Intestino delgado
Ampular
Páncreas
Duodeno
Cabeza y cuello
Pulmón
1907
Cirugía | Parte VIII
Score de Adam
Mts extrahepáticas
SUP 5 AÑOS
antes/durante RH
RH mayor (>2 seg) O-3 ptos >30%
RH R2 4-6 ptos 10-
30%
Edad <30 /30-60 />60
ILE >24m /12-24m /<24m >6ptos <10%
Origen T1°
1908
Cirugía | Parte VIII
1909
Cirugía | Parte VIII
Algoritmo
Sospecha de metástasis hepática NCRNNE
Factores a considerar
Enfermedad extrahepática
Tratamientos previos
Tratamientos:
Resección hepática
Quimioterapia → Resección hepática
Resección hepática + Radiofrecuencia
Radiofrecuencia / Quimioterapia
1910
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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Podestá, G.; Valenzuela, C.; Imventarza, O.; Pekolj, J.; de Santibáñez, E. “Liver resection for
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1452 patients and development of a prognostic model”. Ann Surg 2006; 244: 524-535.
1911
Cirugía | Parte VIII
Introducción
La resección quirúrgica con intención curativa de los tumores primarios y
secundarios del hígado, asociados o no a quimioterapia neoadyuvante, es hoy
la alternativa terapéutica de elección para prolongar la supervivencia a largo
plazo, especialmente en aquellos pacientes con hepatocarcinoma (HCC) en
hígados no cirróticos, en las metástasis hepáticas de cáncer colorrectal (CR) y
en colangiocarcinomas lobares e hiliares. También en algunos casos
seleccionados en pacientes con metástasis hepáticas de tumores
neuroendocrinos y tumores no colorrectales no neuroendocrinos, la cirugía con
resección completa de las lesiones es el principal tratamiento con potencial
curativo.
Debido a las mejoras en el monitoreo anestésico, el cuidado perioperatorio y
los adelantos en las técnicas quirúrgicas, la morbimortalidad de la resección
hepática ha disminuido en los últimos años, siendo menor al 5 % para
resecciones mayores en centros especializados. Estos avances han llevado a
una modificación en el criterio de resecabilidad. Estos cambios se produjeron
principalmente gracias al avance en el tratamiento de las metástasis hepáticas
de los tumores CR pero posteriormente fueron aplicados a la cirugía hepática
en general sin discriminar por patología (aunque el manejo de cada tumor
primario y secundario del hígado tiene algunos puntos particulares).
En la década del 70, algunos autores proponían limitar la resección a
pacientes con lesiones únicas. A partir de 1984, las publicaciones sucesivas de
Adson y col. reportaron similares índices de supervivencias en pacientes
resecados con metástasis solitarias o con lesiones múltiples siendo del 25 % y
18 % a 5 años, respectivamente. Sin embargo, en 1986, Ekberg y col.
identificaron algunos factores de mal pronóstico para la resección quirúrgica, y
propusieron contraindicar la misma en pacientes con alguna de las siguientes
características: más de cuatro lesiones, compromiso bilobar, imposibilidad de
1912
Cirugía | Parte VIII
1913
Cirugía | Parte VIII
A los largo de los años se han ido desarrollando diversas estrategias con el
fin de aumentar aún más la resecabilidad de estos pacientes. Estas estrategias
podríamos agruparlas en aquellas que tienden a disminuir el tamaño tumoral
(quimioterapia, procedimientos endovasculares) y aquellas que tienden a
preservar o aumentar el hígado remanente (técnicas de ablación tumoral,
cirugía en dos tiempos, oclusión portal preoperatoria y la técnica
recientemente descripta conocida por el acrónimo ALPPS). Sumado a estas
estrategias, y principalmente gracias al avance en la quimioterapia y en las
técnicas quirúrgicas, se han asociado procedimientos quirúrgicos que permiten
ampliar aún más la resecabilidad de estos pacientes (resecciones combinadas,
resecciones vasculares asociadas, cirugía ex vivo, etc.).
1914
Cirugía | Parte VIII
punta termina en un haz de filamentos. Los iones de los tejidos intentan seguir
los cambios de dirección de la corriente alterna y se produce una “agitación
iónica” que genera calor por fricción y aumenta la temperatura de los tejidos
ocasionando la necrosis por coagulación. La TRF puede ser aplicada por vía
percutánea, videolaparoscópica (Imagen 1) o laparotómica.
1915
Cirugía | Parte VIII
Tratamientos endovasculares
La racionalidad de esta terapéutica endovascular se basa en el doble aporte
sanguíneo hepático: la arteria hepática y la vena porta. Efectivamente, el
sistema portal aporta el 70 % del flujo sanguíneo hepático, el 50 % del oxígeno
y la mayoría de los factores hepatotróficos. La arteria hepática, si bien aporta el
50% del oxígeno restante, irriga fundamentalmente la vía biliar. En los tumores
hepáticos, en cambio, la vascularización principal tumoral proviene del sistema
arterial. Es por este doble sistema vascular aferente que el hígado es un órgano
con una alta tolerancia a la isquemia, pudiendo entonces realizarse
tratamientos antitumorales agresivos por vía arterial con poca repercusión
funcional del tejido hepático sano.
Los procedimientos endovasculares más frecuentemente utilizados en
patología oncológica hepática son: a) quimioterapia regional intrarterial; b)
quimioembolización arterial; c) embolización portal preoperatoria.
La radioembolización con Yttrium-90 (Y90) es una terapia local endovascular
que ha sido recientemente introducida. Los trabajos sugieren que la
radioembolización con 5Y90 tiene un potente efecto antitumoral con escasos
efectos adversos si se realiza apropiadamente la evaluación pre tratamiento,
incluyendo el cálculo de la dosis, de la anatomía vascular hepática y de los
shunts hacia el pulmón y otros órganos. En nuestro país la experiencia con la
radioembolización está en sus comienzos pero los resultados del tratamiento
tanto de los HCC como de las metástasis hepáticas es muy prometedor.
1916
Cirugía | Parte VIII
permite alcanzar niveles altos de droga a nivel local minimizando los efectos
sistémicos.
Puede ser utilizado: 1) en adyuvancia en resecciones curativas R0; 2)
asociada con resecciones con factores pronósticos adversos (margen
insuficiente, número, tamaño, bilateralidad o enfermedad extrahepática); 3) en
tumores de gran tamaño considerados irresecables; 4) en metástasis hepáticas
múltiples no resecadas, y 5) previo a una resección para disminuir el tamaño
tumoral de lesiones irresecables (downsizing).
Históricamente, las drogas se infundieron en el hígado por medio de
catéteres introducidos con las técnicas de angiografía desarrolladas por
Seldinger; luego con catéteres implantables a través de la pared abdominal, y
más recientemente con reservorios. Esta última variante es la más utilizada y
consiste en la colocación por cirugía abierta de un catéter en la arteria
gastroduodenal (previa angiografía para certificar la perfusión hepática y
descartar la circulación hacia el estómago y duodeno) y de un reservorio en el
tejido subcutáneo de la pared con apoyo sobre la parrilla costal.
Desde las experiencias iniciales (hace más de 20 años) la gran morbilidad
asociada al procedimiento y la complejidad en la administración de las drogas
llevó al desuso de esta modalidad. Posteriormente, experiencias realizadas en
USA y Francia demostraron la factibilidad del método con resultados
promisorios lo que ha llevado a un resurgimiento de esta terapéutica.
Actualmente se realiza en centros especializados obteniendo alta tasa de
respuesta tumoral aunque sin un claro beneficio en la supervivencia de los
pacientes. El tratamiento con quimioterapia intrarterial es una opción
terapéutica para pacientes seleccionados con metástasis hepáticas de cáncer
colorrectal, sin enfermedad extrahepática, y que no son candidatos a resección
quirúrgica o ablación local.
El manejo posterior de esta modalidad terapéutica requiere un compromiso
indiscutible del grupo médico tratante: cirujanos, oncólogos, radiólogos
intervencionistas y también del personal de enfermería, para así mejorar los
resultados oncológicos y disminuir las complicaciones de su uso.
1917
Cirugía | Parte VIII
Hay una alta variabilidad en los tipos de procedimientos que han sido
utilizados para terapia intrarterial: embolización arterial, quimioembolización
(QE) arterial con o sin lipiodol, quimioterapia intrarterial (ver más arriba) y la
recientemente quimioterapia intrarterial embebida en partículas (DC beads).
No hay evidencia de superioridad respecto a supervivencia global de la QE
comparado con la embolización arterial. Sin embargo existe una tendencia
hacia una mayor supervivencia con la QE por lo cual es habitualmente la
técnica de elección.
El procedimiento de QE comienza con la cateterización de la arteria hepática
seguida de la identificación de la/s arteria/s nutricia/s del tumor. La
selectividad del posicionamiento del catéter determina la cantidad de territorio
embolizado. Una vez que el vaso es seleccionado se infunde quimioterapia y
posteriormente se emboliza el mismo. La elección de la droga y del agente
embolico varía de acuerdo al tipo de tumor y a la preferencia del equipo
tratante.
La QE está indicada en tres situaciones y generalmente en el tratamiento del
HCC:
- tratamiento de grandes tumores no resecables ni pasibles de
tratamiento local;
- como tratamiento neoadyuvante previo a la resección hepática;
1918
Cirugía | Parte VIII
Quimioterapia de conversión
Promediando la década del 90, surge el concepto de “bajar el estadio” (down
staging) apelando a la quimioterapia preoperatoria (neoadyuvancia sistémica o
regional). El objetivo de esta propuesta terapéutica sería “convertir” casos
inoperables con pronóstico ominoso en pacientes pasibles de resección.
Bismuth y col. publicaron en 1996 su experiencia sobre 434 pacientes, de los
cuales 330 (76 %) fueron inoperables y tratados con quimioterapia crono-
modulada durante ocho meses, reportando que 53 (16 %) de ellos fueron
rescatados para cirugía con una supervivencia a 3 y 5 años del 54 % y 40 %,
respectivamente. El mismo grupo de investigadores comunicaron en 2001, que
sobre 701 casos tratados, 95 pacientes (13 %) fueron rescatados para cirugía de
resección de hepática, a veces asociada con la extirpación de enfermedad
extrahepática controlable (adenopatías del pedículo portal, una o dos
metástasis pulmonares, implantes aislados en peritoneo o diafragma). La
supervivencia global a 5 años de los 95 casos fue del 35 %. Posteriormente esta
estrategia fue ampliamente adoptada en el manejo de los pacientes con
metástasis hepáticas inicialmente irresecables.
La disponibilidad de drogas de quimioterapia sistémica y agentes biológicos
con mayor efectividad ha despertado el interés en el tratamiento
preoperatorio de los tumores hepáticos a fin de convertir tumores irresecables
en tumores pasibles de resección. Diferentes esquemas de quimioterapia
asociados o no a anticuerpos monoclonales han sido investigados obteniendo
resultados promisorios y alcanzando altas tasas de resecciones R0 post
tratamiento en pacientes seleccionados.
Sin embargo, el uso intensivo de quimioterapia no es inocuo para el
parénquima hepático. De hecho, el uso de quimioterapia pre hepatectomía ha
1919
Cirugía | Parte VIII
1920
Cirugía | Parte VIII
Se utiliza para aquellos casos con uno o varios tumores hepáticos en donde
se requiera una resección hepática mayor (generalmente derecha) y en donde
la cantidad de parénquima remanente no será suficiente para mantener la
función hepática (menor al 25 % en hígados sanos, 30 % en hígados enfermos y
40% en hígados cirróticos). Con este procedimiento se logra extender la opción
de resección R0 para algunos pacientes seleccionados.
El potencial crecimiento simultáneo y más acelerado de la enfermedad
neoplásica tanto en el hígado remanente como en otros órganos durante el
período de espera previo a la resección es una desventaja potencial de este
método. Por lo tanto, es importante constatar que en el parénquima que se va
a hipertrofiar no existan metástasis hepáticas, ya que éstas crecerán más de 15
veces más rápido luego de la embolización del hemihígado contralateral.
Este procedimiento puede realizarse en el período preoperatorio por vía
percutánea transhepática bajo guía ecográfica. También durante la
estadificación intraoperatoria, puede decidirse la necesidad de hipertrofiar el
hemihígado remanente. Ésta se puede llevar a cabo por ligadura del tronco
portal correspondiente o por embolización a través de la vena mesentérica
inferior o rama cólica, por la cual se accede fácilmente al tronco portal.
La OPP previa a la cirugía resectiva con intención curativa ha demostrado ser
un procedimiento seguro (morbilidad 5-8 %), bien tolerado y con un
importante rol terapéutico, siendo actualmente un recurso indispensable para
lograr un mayor volumen del RHF. Mediante esta metodología se han
reportado crecimientos de 20-40 % del RHF en 30 a 45 días. La embolización
asociada de la vena porta derecha + segmento IV ha demostrado una mayor
1921
Cirugía | Parte VIII
ALPPS
En 2007, el cirujano alemán Dr. Hans Schlitt realiza por primera vez la
estrategia quirúrgica de asociación de partición hepática y ligadura portal que
luego sería conocida mundialmente con el acrónimo ALPPS, por su
denominación en inglés: Associating liver partition and portal vein ligation for
staged hepatectomy. Se trata una nueva técnica de hepatectomía en 2 tiempos
con un intervalo corto entre ambos procedimientos que puede ser utilizada
para tratar tumores hepáticos primarios o secundarios. Esta técnica previene la
IHP mediante la inducción de una hipertrofia masiva y rápida del RHF, haciendo
1922
Cirugía | Parte VIII
Imagen 4. Primer tiempo de ALPPS. Pueden observarse la limpieza del remanente hepático futuro y la
partición del parénquima (flecha)
1923
Cirugía | Parte VIII
Luego de 7-10 días, una vez que el RHF ha alcanzado un volumen y función
suficiciente y el paciente se encuentra en condición clínica adecuada, se
completa el segundo tiempo mediante la resección del hemi-hígado enfermo.
A la fecha todavía se desconocen con exactitud los eventos fisiopatológicos
que están involucrados en el fenómeno hipertrófico acelerado observado en el
ALPPS. Entre los potenciales mecanismos se postulan: 1) la redistribución del
flujo sanguíneo portal y factores hepatotróficos al RHF generada por la ligadura
portal; 2) la movilización del hígado y la partición del parénquima interrumpen
la circulación colateral existente así como su potencial desarrollo posterior,
logrando una mayor privación del flujo portal en el segmento excluido; 3) el
trauma quirúrgico es, en sí mismo, un estímulo de la regeneración; 4) a
diferencia de hepatectomías mayores en un solo tiempo, donde el hígado
remanente tiene que lidiar con el hiperaflujo y la hipertensión portal, en esta
técnica el hemi-hígado enfermo arterializado podría ayudar al RHF a tolerar el
estrés hemodinámico modulando el doble flujo vascular del hígado; 5) este
nuevo enfoque podría también involucrar un fenómeno de pre
acondicionamiento, donde el hemi-hígado enfermo actúa como un hígado
auxiliar transitorio en funciones metabólicas, sintéticas y detoxificantes
durante la semana crítica de regeneración.
Entre los potenciales beneficios oncológicos del ALPPS se encuentra una
hipertrofia del RHF superior a la observada con relación a la OPP, haciendo
pasibles de resección a una mayor cantidad de pacientes (cerca de 100 % de
factibilidad en completar una resección R0). Por otro lado, la exploración de la
cavidad abdominal durante la primera cirugía permite una adecuada
estatificación del paciente y el intervalo corto hacia la resección hepática hace
poco probable la progresión tumoral, con una recuperación más rápida y
reinicio precoz de la quimioterapia. Asimismo, el ALPPS aparece como una
alternativa con intención curativa en aquellos pacientes que no alcanzaron una
hipertrofia suficiente luego de la embolización o ligadura portal aislada. Como
principales desventajas del método, se citan su gran complejidad así como una
elevada morbilidad (53-68 %) y mortalidad (0-22 %). Sin embargo, se estima
que en un futuro cercano, con mayor experiencia y mejor selección de
pacientes los resultados de esta técnica serán mejores.
Hasta la fecha, los resultados reportados con este nuevo método en cuanto
porcentaje de hipertrofia y resecabilidad resultan llamativamente superiores a
los reportados en la literatura mediante embolización o ligadura portal. Esta
nueva estrategia quirúrgica en 2 tiempos permite el tratamiento con intención
curativa de tumores hepáticos previamente considerados irresecables con
resultados promisorios a corto plazo. Sin embargo, al tratarse de una técnica
innovadora de reciente origen, se requiere de mayor experiencia y resultados a
largo plazo para definir el verdadero rol de esta nueva técnica.
1924
Cirugía | Parte VIII
Imagen 5. Resección hepática asociada a resección de vena cava inferior (VCI) y reemplazo con
prótesis sintética. La vena suprahepática izquierda (VSI) se reimplantó sobre la prótesis
1925
Cirugía | Parte VIII
1926
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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1927
Cirugía | Parte VIII
HEPATOMEGALIA
JORGE R. DEFELITTO
Grande Aumentado
Grande
Firme Firme
Duro, escleroso
Borde inferior: redondeado, liso Borde inferior: redondeado, liso
Borde inferior: cortante
Doloroso Sensible
Superficie granulosa
Pulsátil en sístole
(insuficiencia tricuspídea)
Signo del témpano
(ascitis)
pulsa
Reflujo hepatoyugular
duele No
No pulsa Signos de
Esplenomegalia
Hipertensión portal Signos
Hígado en acordeón con
colestasis
tratamiento
Circulación colateral
MIXTOS
Colestasis en cirróticos o cardíacos
1928
Cirugía | Parte VIII
ABSCESOS HEPÁTICOS
JORGE R. DEFELITTO Y ARIEL COSOLI
Introducción
La etiología e incidencia de los abscesos hepáticos están cambiando. En los
últimos diez años el impacto de los procedimientos diagnósticos de imágenes,
la disponibilidad de antibióticos de mayor espectro y la incorporación de
nuevas alternativas terapéuticas han logrado modificar las altas tasas de
mortalidad que el absceso hepático presentaba en el pasado.
Epidemiológicamente, el aumento del origen biliar y el predominio de la
etiología neoplásica sobre la colónica, son los cambios más llamativos. Un
mejor manejo de los cuadros inflamatorios intra-abdominales y el incremento
de la patología oncológica explican este fenómeno. Las lesiones de origen biliar
pueden ser manifestación de complicaciones infecciosas o postoperatorias.
Diversos factores han sido considerados como de trascendencia pronóstica
en la evolución de las colecciones supuradas del hígado. La presencia de signos
de alteración del parénquima hepático (elevación de FAL y bilirrubina,
hipoalbuminemia), mayor compromiso loco-regional (lesiones bilobares,
ruptura, presencia de gas y/o derrame pleural) y las manifestaciones sistémicas
(elevación del score de APACHE II y leucocitosis extrema) están presentes en
diverso grado en aquellos pacientes que evolucionan desfavorablemente.
El advenimiento de la cobertura antibiótica y el mejoramiento de técnicas
más seguras ha permitido mejorar los resultados del drenaje quirúrgico
transperitoneal. La exploración por esta vía tiene como ventajas que provee
una adecuada evaluación de toda la cavidad, excelente exposición del hígado,
seguridad en la ubicación del drenaje, y acceso al árbol biliar por colangiografía
o exploración de los conductos. Las ventajas de laparotomía son
extremadamente importantes ya que la alta mortalidad frecuentemente se
relaciona con la persistencia del foco primario intra-abdominal, o una
inadecuada descompresión de la obstrucción biliar. La ecografía intra-
operatoria es trascendental cuando la localización de los abscesos es dificultosa
(localización central o segmentos posteriores).
En la actualidad el drenaje percutáneo guiado debe ser considerado como la
alternativa de primera elección. Su fracaso se debe frecuentemente a la
1929
Cirugía | Parte VIII
Absceso piógeno
La mayor parte de los abscesos piógenos son originados por colangitis post
obstrucción del tracto biliar (litiasis canalicular, estenosis benignas, estenosis
malignas), o secundarias a endoscopías retrógradas de la vía biliar, mientras
que un 20 % encuentran su causa en enfermedades infecciosas del tracto
digestivo, como apendicitis o diverticulitis, accediendo los gérmenes al hígado
por vía portal. En un porcentaje menor, la sepsis es el origen de la lesión o la
enfermedad primaria no puede localizarse. ⅔ son únicos y ⅓ son múltiples (en
este caso son de pequeña talla).
Gérmenes frecuentes: todas las bacterias pueden dar un absceso piógeno del
hígado, más frecuentemente se trata de gérmenes gram negativos (e. coli,
klebsiella pneumoniae, bacteroides), gram positivos (enterococos,
estafilococos, estreptococos) y anaerobios (bacteroides fragilis).
Vías:
portal: pileflebítis supurativa por procesos inflamatorios en el territorio de
la vena porta;
vías biliares: angiocolitis supurada ascendente, litiasis, cáncer, ERCP.
directa: empiema vesicular o absceso subfrénico facilitados en caso de
déficit inmunitario y diabetes.
Aunque no considerados como abscesos hepáticos, presentan igual clínica
los procesos supurados secundarios a trauma hepático, tumores o quistes
infectados y tratamientos de tumores hepáticos con alcohol o radiofrecuencia.
1930
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
La terapéutica consiste en el drenaje del absceso, siendo en la actualidad el
drenaje percutáneo el de primera elección, acompañado de antibióticoterapia
sistémica, y eventualmente el tratamiento de la enfermedad que dio origen al
absceso hepático. La antibioticoterapia debe ser en principio agresiva y de
amplio espectro, rotándose luego al esquema indicado por antibiograma de los
cultivos de la colección.
En los casos en que a pesar del drenaje percutáneo y la administración de
antibióticos, la colección no se resuelva, se indicará el drenaje quirúrgico.
1931
Cirugía | Parte VIII
Sólo los abscesos únicos, bien definidos y de acceso seguro tienen una mayor
posibilidad de drenaje percutáneo exitoso.
Así, los producidos por colangitis supurada no son pasibles de este
tratamiento ya que son múltiples y pequeños. En estos se debe realizar
resucitación hídrica, antibióticos contra gram negativos anaerobios y una
descompresión urgente de la vía biliar. La descompresión quirúrgica con
drenaje de Kehr, anastomosis biliodigestiva o papiloesfinteroplastia
transduodenal tienen alta morbi-mortalidad. Hoy se prefiere el drenaje biliar
transhepático percutáneo o la esfinterotomía endoscópica que tienen menor
morbi-mortalidad. La esfinterotomía endoscópica tiene ventajas sobre el
tratamiento percutáneo en que establece un drenaje interno definitivo y
evacua la vía biliar ocupada.
1932
Cirugía | Parte VIII
Conclusión
El drenaje percutáneo de los abscesos hepáticos es considerado la
alternativa terapéutica de primera elección por cuanto se efectúa con menor
riesgo de contaminación peritoneal, evita la anestesia general y las
complicaciones peroperatorias de la cirugía, se asocia con un bajo porcentaje
de drenaje insuficiente como consecuencia del control ecográfico directo, es
mejor tolerado por el paciente, presenta menor morbi-mortalidad y reduce los
días de internación y los costos hospitalarios.
Tratamiento quirúrgico
La persistencia del cuadro clínico a pesar del drenaje y la presencia
concomitante de un foco infeccioso primario (fundamentalmente de origen
biliar) constituyen indicaciones de tratamiento quirúrgico.
1933
Cirugía | Parte VIII
Amebiasis hepática
Los abscesos amebianos son originados luego de la infección cólica por
endoamoeba hystolítica, que llega al hígado por vía portal. Las amebas poseen
la particularidad de lograr una importante necrosis en el tejido hepático, dando
lugar a la formación de abscesos generalmente únicos, de gran tamaño,
localizados en su mayoría en el lóbulo derecho.
1934
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
El tratamiento inicial de los abscesos amebianos del hígado es la terapéutica
con agentes amebicidas, el cual presenta un significativo porcentaje de
respuestas favorables, en tal forma que el drenaje se indica frente a la
presencia de complicaciones como infección bacteriana secundaria, ruptura
inminente, comunicación a la pleura, pericardio o peritoneo o ante la falta de
respuesta al tratamiento médico.
Metronidazol (Flagyl) 1,5 gr/día, dividido en 3 tomas orales, durante 10 días.
Para evitar recidivas es conveniente asociar amebicidas de contacto para
esterilizar el foco intestinal por períodos de 10 días repetidos. La emetina y la
cloroquina sólo se utilizan en casos de amebiasis resistente al metronidazol.
1935
Cirugía | Parte VIII
I ABSCESO PIÓGENO
ÚNICO MÚLTIPLE
Mortalidad 24 % Múltiple 49 %
Lóbulo derecho 51 % Mortalidad 76 %
1936
Cirugía | Parte VIII
II ABCESO AMEBIANO
ÚNICO 90 %
Origen Ingesta
Clínica Jóvenes
Antecedentes diarrea disentérica
Dolor
Fiebre
Náuseas
Hepatomegalia
Laboratorio Eosinofilia
Test hemoaglutinación +
materia fecal, rectoscopia:
inmunofluorescencia verde,
si es roja no hay
1937
Cirugía | Parte VIII
1938
Cirugía | Parte VIII
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1939
Cirugía | Parte VIII
CIRUGÍA DE LA
HIDATIDOSIS HEPÁTICA
ALFREDO MARTÍNEZ MARULL, FERNANDO MARTÍNEZ
LASCANO Y CARLOS M. ESQUIVEL
Definición
La hidatidosis hepática es una enfermedad endémica producida por la larva
del Echinococcus granulosus, desarrollada y trasmitida naturalmente entre
algunos animales y desde ellos, eventualmente, al hombre.
Epidemiología
Se trata de una zoonosis parasitaria de alta endemicidad en algunos países
de América del Sur, principalmente en Argentina, Uruguay, Chile y Brasil. La
equinococosis es una enfermedad de los vertebrados que circunstancialmente
afecta al hombre con un importante impacto en la salud de la población. Los
conocimientos epidemiológicos han permitido implementar políticas sanitarias
que han conducido a reducir la incidencia de la enfermedad a nivel mundial.
1940
Cirugía | Parte VIII
1941
Cirugía | Parte VIII
1942
Cirugía | Parte VIII
1943
Cirugía | Parte VIII
Factores ambientales
Geográficos: regiones aptas para la crianza del ganado; suelos pedregosos,
no salitrosos y poco húmedos; escasas fuentes de agua dulce obtenidas
generalmente de napas superficiales o pequeños ríos o arroyos, de uso
comunitario (perro, ovejas, hombre).
Climáticos: son favorables los climas secos, ventosos, fríos o templados, con
escasa luz solar y bajos índices de lluvias. En general, son climas adversos para
la agricultura.
Demográficos: escasa concentración de población humana, con predominio
de niños; son en general comunidades familiares dedicadas a la crianza pastoril
del ganado, alejados de los centros urbanos y de asistencia social, sanitaria,
educacional, etc. Alta concentración de ganado ovino y crianza de perro como
elemento de trabajo (perros ovejeros).
1944
Cirugía | Parte VIII
Factores socioculturales
Existe alta prevalencia de casos en el medio rural, viviendas precarias y alto
grado de hacinamiento, con convivencia estrecha con los perros en especial de
los niños. La crianza pastoril del ganado, con faenamiento no controlado y
alimentación de los perros con las vísceras contaminadas, la existencia de
huertas domiciliarias no cercadas o el aprovechamiento de verduras que crecen
en arroyos o acequias (berro, achicoria, etc.), sumado al bajo nivel cultural con
desconocimiento de la enfermedad y de las normas de higienes elementales,
son en realidad los factores más importantes a considerar en el accionar
sanitario.
Potencial biológico
Dentro del concepto epidemiológico es importante considerar cuál es el
grado de invasión del agente patógeno en la comunidad y cuáles son los
medios de dispersión en el medio ambiente.
1945
Cirugía | Parte VIII
Cada protoescólex posee capacidad para formar una tenia; puede sobrevivir
2 a 3 días en verano y 2 a 3 semanas en invierno. No sobrevive en terrenos
salitrosos y la vía habitual de dispersión en la víscera que lo alberga.
Áreas de endemia
En general, la enfermedad está difundida en todo el mundo. Una alta tasa de
prevalencia puede esperarse donde los huéspedes cohabitan, como ocurre en
países de la cuenca del Mediterráneo, Europa Central, Australia, Nueva
Zelandia y América del Sur.
Las áreas de endemia son Uruguay, Chile, Argentina, Argelia, Chipre, Grecia,
Córcega, Cerdeña, Yugoslavia, Australia y Nueva Zelandia. Focos dispersos se
encuentran en España, Italia, Francia, Canadá, Marruecos, Kenia, Perú, Egipto.
En la República Argentina, existen 6 focos de endemia que en orden de
prevalencia son:
Foco patagónico: incluye a las provincias de Tierra del Fuego, Santa Cruz,
Chubut, Rio Negro, Neuquén, SO de La Pampa. Se estima una incidencia de 20
casos por 100.000 habitantes/año.
Foco bonaerense: provincia de Buenos Aires, fundamentalmente la región
del SO y NE de La Pampa. La incidencia estimada es de 10 casos por 100.000
hab/año.
Foco mediterráneo: incluye a Córdoba, Santiago del Estero, y San Luis.
Foco litoraleño: Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y Misiones.
Foco cuyano: San Juan y Mendoza.
Foco norteño: La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta, Jujuy, Chaco y Formosa,
menos de 1 caso por 100.000 hab/año.
Los datos estadísticos son estimativos dado que no existen datos veraces
actualizados.
1946
Cirugía | Parte VIII
Por otra parte, la disminución de la presión parcial del oxigeno del inspirado,
originaría una dilatación de los capilares hepáticos.
La dilatación de los quilíferos intestinales debido a dietas ricas en grasas,
propias de las regiones frías determinaría un aflujo de embriones por ese
camino a vena cava y corazón derecho.
Metamorfosis del embrión; reacción del parénquima: como fue señalado su
destino final, puede ocurrir la destrucción por fagocitosis, pero también puede
implantarse.
Implante y desarrollo: en 5 horas se forma una masa protoplasmática de 30 a
40 µ, en activo crecimiento que desencadena una reacción del huésped con
invasión celular leucocitaria y reticuloendotelial formando una corona. Tal
1947
Cirugía | Parte VIII
acción defensiva puede determinar la muerte del parásito, pero de no ser así,
en 3 a 7 días se forma el granuloma hidatídico con un centro vesiculoso y una
reacción tisular periférica con tres capas:
Interna: epiteloide.
Media: de células redondas.
Externa: infiltrado eosinófilo y células degeneradas del órgano.
Si la intensa reacción defensiva del huésped no logra destruir al parásito y
transformarlo en una cicatriz fibrosa, comienza el inexorable crecimiento de la
vesícula hidatídica que, de un diámetro inicial de 60 a 70 µ llega a adquirir
volumen considerable (se estima que crece 1 a 2 mm por mes a 1 a 2 cm por
año). La reacción parenquimatosa, inicialmente de importante infiltración
celular y neurovascularización, va siendo desplazada, adelgazada por
fenómenos de degeneración, esclerosis y fibrosis, constituyéndose así la
membrana adventicia o periquística que junto con la vesícula parasitaria pasa a
denominarse “quiste hidatídico”.
El quiste hidatídico
Es la resultante patogénica de la acción de un elemento vivo, activo y
evolutivo (el parásito o hidátide) y una reacción orgánica defensiva local (el
huésped-adventicia) que se opone al desarrollo de la noxa. Tal situación
determina el ritmo de crecimiento del quiste y en consecuencia su acción
patógena y potencial evolutivo.
Desde el punto de vista anatomo-patológico, el quiste hidatídico consta de
dos elementos:
La larva o hidátide por ser una forma evolutiva del Equinococcus, fue
descripta al referirnos al agente.
La adventicia o periquística de constitución variable en relación a los
diversos parénquimas, nula en el hueso, escasa en el cerebro, medianamente
reactiva en órganos livianos (pulmón) y algo más gruesa en parénquimicas
macizos. En su constitución intervienen elementos del órgano: en contacto con
la membrana parasitaria y constituyendo el espacio perivesicular existe una
capa llamado estrato cremoso que tapiza internamente a la periquística a
modo de endeudo y formado por restos necróticos (detritus).
La cáscara fibrosa periparasitaria está constituida por tres capas:
La interna epiteloide y gigantocelular, rodeando a restos necróticos y
cuticulares desprendidos; los fibroblastos y el tejido fibroso se disponen en
forma radiada.
1948
Cirugía | Parte VIII
Manifestaciones locales
Determinada por la suma de elementos mecánicos, toxicoalérgicos e
infecciosos, actuando sobre los tejidos de órgano parasitado y sobre las
estructuras vecinas.
a – Factores mecánicos: vinculados a la acción expansiva, promovida por el
crecimiento constante de la hidátide que disloca, comprime y necrosa las
estructuras parenquimatosas. El crecimiento rápido inicial permitido por la
distensesibilidad de los componentes elásticos y la escasa reacción fibrosa se
hace posteriormente hasta estacionarse cuando crecen las resistencias. El
grado y ritmo de crecimiento dependen fundamentalmente de:
1949
Cirugía | Parte VIII
Manifestaciones generales
Nos referimos exclusivamente a los efectos provocados por infestación
hidatídica, sin considerar las generadas por sus complicaciones. Los efectos
sobre el organismo, en general, son poco marcados, lo que determina una
“buena tolerancia” con escasos síntomas. Dependen fundamentalmente de:
edad del paciente, estado inmunobiológico, multiplicidad de quistes, estado
funcional previo del órgano afectado y estado evolutivo del quiste.
Se pueden considerar dos tipos de efectos:
Derivados de reacciones antígeno-anticuerpo: por microfisuras de las
membranas de la hidátide, se filtran sustancias antigénicas del líquido
hidatídico las que, vehiculizadas hacia el sistema inmunocompetente,
estimulan la formación de anticuerpos que mantienen el potencial alergénico y
originan circunstancialmente manifestaciones clínicas: las pruebas utilizadas
para el diagnóstico serológico de la enfermedad tienen su fundamento en estas
reacciones Ag-Ac.
1950
Cirugía | Parte VIII
Manifestaciones clínicas
La diversidad de formas clínicas de la enfermedad determinan su carácter
polimorfo y cambiante, lo que sumado a factores vinculados con el paciente
dan condiciones pronósticas y terapéuticas especiales a cada caso particular.
Clínicamente, el quiste hidatídico se clasifica en:
QH no complicado o hialino: es el que presenta integridad en sus
membranas y posee líquido cristalino, sus manifestaciones dependen
fundamentalmente del tamaño del quiste, la cantidad de quistes, la edad del
paciente y estado inmunológico. Sus formas habituales de presentación son:
1951
Cirugía | Parte VIII
Historia clínica
Síndrome epidemiológico basado en la anamnesis.
Antecedentes socioambientales: medio rural; escaso nivel cultural; vivienda
precaria; contacto con perros; zonas endémicas. Deben recabarse datos
referidos a estas condiciones presentes en la infancia.
Antecedentes personales: radiografías y estudios previos normales
(ecografía, serología) o no. Operaciones por quiste de perros.
1952
Cirugía | Parte VIII
Exámenes complementarios
Aportan elementos de valor en la presunción de hidatidosis, localización y
topografía, estado evolutivo y grado de infestación.
Diagnóstico por imágenes: son innumerables los signos descriptos para el
reconocimiento de la enfermedad.
Radiografía simple: de gran valor en la localización pulmonar (par
radiológico), es de valor con fines de catastro en población expuesta. La
apreciación de calcificaciones agrupadas circularmente en órganos
parenquimatosos es de valor.
Radiografía contrastada: la más utilizada es en la actualidad es la
colangiografía retrógrada endoscópica en el diagnóstico diferencial de los
síndromes coledocianos.
1953
Cirugía | Parte VIII
1954
Cirugía | Parte VIII
Laboratorio
Existen dos tipos de pruebas:
1955
Cirugía | Parte VIII
1956
Cirugía | Parte VIII
1957
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento quimioterápico
Los progresos en el tratamiento quimioterápico de esta parasitosis han
tenido muy escasa repercusión en esta enfermedad.
Los derivados benzimidazoles (mebendazol, flubendazol y el albendazol)
demostraron cierta efectividad. Estudios experimentales y clínicos han
demostrado que el albendazol y sus metabolitos (albendazol sulfóxido y
albendazol solfona) poseen efectos nocivos sobre la hidátide y elementos de
ella, causando su degeneración y muerte o al menos reduciendo su capacidad
infestante.
1958
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento quirúrgico
El tratamiento más efectivo es el quirúrgico dado que cumple con los cuatro
principios fundamentales del tratamiento de la hidatidosis: elimina al parásito;
evita la siembra; trata la cavidad adventicial; trata las complicaciones y tiene
baja morbimortalidad.
Los lineamientos generales para el tratamiento dependen de:
Clínica
Tipo de Gharbi
Tamaño (< 3 cm, 3-5 cm, > 5cm)
Localización
Performance status
Asintomáticos:
La conducta a seguir luego de la confirmación del caso se decidirá teniendo
en cuenta el tipo de quiste según la clasificación de Gharbi y el tamaño del
quiste.
G I – V (< 3 cm) Control ecográfico
G I – II – III (< 5 cm) Tratamiento farmacológico
G I – IV (> 7 cm) Tratamiento invasivo
1959
Cirugía | Parte VIII
Sintomáticos:
Sintomático no complicado o que presente complicación tal como absceso,
ruptura a cavidad abdominal, apertura a la vía biliar, tránsito toraco-abdominal,
se realiza tratamiento quirúrgico (convencional o laparoscópico según el caso y
la experiencia del equipo quirúrgico).
Siempre que sea posible se efectuará tratamiento prequirúrgico con
albendazol 10-15 mg/kg/día durante 7-10 días y tratamiento posquirúrgico
durante 60 días.
En pacientes con quistes hepáticos rotos en los cuales el contenido se vierte
en la cavidad abdominal se recomienda luego del tratamiento quirúrgico
tratamiento antiparasitario con albendazol durante 6 meses.
1960
Cirugía | Parte VIII
Cirugía
Tratamiento conservador por vía convencional o
Tratamiento radical laparoscópica
Convencional
Es indispensable seleccionar una correcta vía de abordaje, esto va a
depender del sitio en el cual se localice el quiste:
Incisión subcostal derecha (de elección): quistes hidatídicos hepáticos
localizados en las caras anterosuperior e inferior (80 % de los quistes tiene
localización derecha).
Incisión transversa supraumbilical: hidatidosis peritoneal masiva con
compromiso hepático y/o pelviano.
Incisiones verticales (mediana y paramediana): igual indicación que la
subcostal, presenta el beneficio de poder prolongar la misma hacia el tórax.
Toracofrenolaparotomía: permite tratar tanto los quistes hepáticos como los
pulmonares, ha caído en desuso por la alta tasa de morbilidad. Otras:
1961
Cirugía | Parte VIII
Hidatidotecnia
Es el conjunto de procedimientos básicos para el manejo o manipulación
quirúrgica del quiste hidatídico, con el objeto de cumplimentar los preceptos
de buena praxis.
Abordaje adecuado según ubicación topográfica.
Aislamiento del campo quirúrgico con compresas embebidas en solución
hipertónica de ClNa 30 % (triple aislamiento: pared, peritoneo, sitio de
punción).
Punción – Aspiración – Esterilización: utilizando el trocar de Finochietto se
punzará y aspirara el contenido del quiste. Actualmente está desaconsejado el
uso de sustancias escolicidas por el riesgo de esclerosis de la vía biliar en caso
de que exista comunicación con la misma, solo se indicarían en quistes tipo I y
III univesiculares.
Triple aislamiento
Punción evacuadora
1962
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento de la adventicia
Métodos conservadores: son aquellos que reducen al mínimo la exéresis
parenquimatosa, se extirpa solamente la membrana parasitaria. Alta tasa de
complicaciones locales (fistula biliar, infección de la cavidad residual). Se
encuentran los siguientes:
Marsupialización: abocamiento externo del quiste por sutura de la
periquística a la piel. Es método de excepción y tiene indicación en pacientes
seriamente comprometidos con quistes infectados.
1963
Cirugía | Parte VIII
1964
Cirugía | Parte VIII
1965
Cirugía | Parte VIII
Cirugía laparoscópica
Recientemente se ha propuesto la vía laparoscopía para el tratamiento del
quiste hidatídico. Su indicación estaría limitada a quistes localizados en los
segmentos hepáticos anteriores (II, III, IV b, V, VI). Con respecto a las
características de los quistes, éstos deberían ser quistes jóvenes, uniloculares,
con contenido líquido, no calcificados, cuya cavidad puede reducirse fácilmente
y que no comunican con una vía biliar importante (tipo I, II menores de 5 cm y
tipo III).
Los pasos técnicos son similares a la vía convencional.
Sus desventajas son: el riesgo de contaminación de la cavidad abdominal con
escólices y la dificultad de aspirar su contenido altamente viscoso.
En resumen, los objetivos buscados con el tratamiento quirúrgico son:
a) evitar la diseminación durante el acto quirúrgico;
b) extirpar los componentes del parásito;
c) tratar correctamente la cavidad, extirpando cualquier componente cálcico
aún cuando pueda parecer inocente. Implica dejar un cuerpo extraño con
potencial para formar un absceso;
d) suprimir el reflujo biliar en la cavidad, ya que todos los quistes se
encuentran abiertos en la misma. Por lo tanto, el examen cuidadoso de las vías
biliares incluyendo a la vesícula y a la papila debe ser realizado con sumo
cuidado y gran criterio. Si el tratamiento del quiste ha sido correcto, los
gradientes de presión favorecen el drenaje biliar hacia la cavidad residual. Pero
la persistencia de reflujo biliar en la cavidad residual significa que se ha dejado
sin resolver una patología biliar, especialmente en la papila, en los conductos
(vesículas hijas) o en la región cístico-vesicular;
e) evitar la recidiva por vesiculización;
f) control estricto de la hemorragia intraoperatoria;
g) tratar correctamente las lesiones externas que un quiste, complicado o
no, podrían haber condicionado;
h) acortar los tiempos del postoperatorio.
1966
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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1969
Cirugía | Parte VIII
Presentación clínica
Como fue mencionado, esta enfermedad puede no presentar síntomas y
manifestarse a través de estudios por imágenes como hallazgo.
1970
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
Ecografía
Este método ha generado un verdadero cambio en el manejo de esta
entidad, permitiendo realizar controles epidemiológicos, y fundamentalmente
establecer la localización del quiste, sus referencias anatómicas y relacionar la
lesión con las estructuras vasculares y biliares.
Gharbi (1981) estableció 5 verdaderos “estadios ecográficos” que permiten
establecer una verdadera situación evolutiva de la enfermedad:
Tipo I: imagen quística unilocular (arenilla hidatídica).
Tipo II: membrana flotante > síndrome del camalote o membrana
desprendida.
Tipo III: imagen quística multilocular.
Tipo IV: imagen heterogénea (hipo/hiperecogénicos), corresponde a quistes
complicados o infectados.
Tipo V: calcificación.
1971
Cirugía | Parte VIII
TAC/RMN
La localización del quiste es determinante en la vía de abordaje, como así
también el establecimiento de la relación de la lesión con las estructuras
vasculares y biliares. La evaluación tomográfica también permite evaluar la
presencia de lesiones intraabdominales concomitantes. Los signos específicos
de hidatidosis en los quistes uniloculares por medio de TC determinan el origen
parasitario en < 30 % [Clin Radiol. 2001 Sep; 56 (9): 746-5].
Toma relevancia el empleo de la colangiorresonancia magnética en el
diagnóstico de localización del quiste, su relación con los conductos biliares
intrahepáticos y la detección de la apertura en vías biliares y su ocupación por
vesículas hijas.
Diagnóstico diferencial
Absceso hepático
Quiste hepático simple
Tumores quísticos
Pseudoquistes hepáticos
1972
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
Diversos factores deben ser considerados en la indicación terapéutica de
esta entidad. El desarrollo de técnicas mini-invasivas promueve la intención de
obtener la resolución del cuadro con una menor agresión parietal, más rápida
recuperación post-operatoria y re-inserción social y mejor resultado estético.
Las alternativas terapéuticas involucran un amplio abanico que va desde la
observación hasta la hepatectomía, pasando por el tratamiento farmacológico,
los procedimientos percutáneos y las técnicas laparoscópicas. A su vez, dentro
de los procedimientos quirúrgicos las técnicas conservadoras presentan
menores índices de complicaciones intra y post-operatorias tempranas pero
conllevan a una alta tasa de complicaciones locales, como la fístula biliar y la
infección de la cavidad residual. Por otro lado el abordaje quirúrgico radical
requiere una mayor experiencia en cirugía hepato-biliar y presenta mayores
índices de morbilidad parietal, con una menor morbilidad y recurrencia.
En un grupo de 61 pacientes de nuestra experiencia, el drenaje de la cavidad
estuvo indicado ante aquellos casos que presentaban fenómenos sépticos
asociados, así como también en enfermos con mayor compromiso sistémico, la
morbilidad para este grupo se manifestó a través de infección persistente de la
cavidad residual, bilirragia, absceso subfrénico e infección de la herida.
En la totalidad de los quistes abiertos en la vía biliar se practicó exploración
de la misma agregándose esfinterotomía en cuatro y en uno
coledocoduodenostomía. En dos casos se realizó coledocoscopía intra-
operatoria. No se registraron complicaciones post-operatorias en este grupo.
La migración transdiafragmática fue explorada por vía toraco-abdominal en
ambos casos. La diseminación peritoneal se acompañó de manifestaciones
anafilácticas.
La morbilidad: en 13 casos de resección del domo saliente (operación de
Mabbit) fue de 30,76 % (4 casos: 1 fístula biliar y 3 infecciones), mientras que
en las resecciones de la cavidad residual (48 casos: 30 periquistectomías, 8
segmentectomías y 10 hepatectomías) fue del 18,75 % (9 casos: hemorragias o
fístulas). La mortalidad global fue de 1,63 % (1 caso que evolucionó con un
TEP).
Si bien la resección hepática se practica como método de necesidad, su
indicación nace de la patología de la adventicia, causante de la morbilidad post-
operatoria (bilirragia, fístulas, supuración). La hepatectomía reglada está
indicada en lesiones lobares, en quistes con compromiso biliar, recidivas y
reintervenciones. El acceso directo a los pedículos disminuye la posibilidad de
generar lesiones mayores en los mismos contando con equipos quirúrgicos con
baja mortalidad operatoria con esta técnica.[1]
1973
Cirugía | Parte VIII
Procedimientos quirúrgicos
Hidatidotécnica
Esta etapa del procedimiento operatorio se refiere al tratamiento del
parásito donde se debe realizar un correcto aislamiento del primer campo
quirúrgico con plástico y encima compresas con solución salina hipertónica,
igualmente con las vísceras abdominales para evitar la absorción salina. Luego,
mediante punción y posterior evacuación extraer el material intra-quístico y a
continuación, la instilación de sustancias escolicidas (la más utilizada ha sido la
solución salina hipertónica). Este último gesto quirúrgico puede generar
complicaciones como el coma hiperosmolar. La esclerosis de la vía biliar la
produce el escolicida, cuando el quiste está abierto en la vía biliar; por lo tanto
no debe emplearse si en la punción sale líquido teñido con bilis.
1974
Cirugía | Parte VIII
Cirugía conservadora
Periquistectomía parcial
Mabit
Vena
Suprahepática Pedículo Portal
Media
Vena Cava
1975
Cirugía | Parte VIII
Cirugía radical
A) Periquistectomía total
Periquistectomía
total cerrada
B) Periquistico resección
Si hay vesiculización exógena del quiste.
C) Hepatectomía
Técnicas de resección hepática
Sus indicaciones son:
presencia de lesiones quísticas múltiples confluentes
lesiones mayores ubicadas en Segmentos II-III
compromiso mayor VB
trastornos tróficos parenquimatosos
1976
Cirugía | Parte VIII
Hepatectomía
COLEDOCO
DILATADO
VESICULA
Coledocotomía
Vesículas hijas
1977
Cirugía | Parte VIII
Tratamientos combinados
Periquistectomía parcial
Quistes segmento V y VI
(segmentectomías)
1978
Cirugía | Parte VIII
RESECCIONES HEPÁTICAS
SOLAMENTE
POR
NECESIDAD
Vesícula hija
Papiloesfinterotomía transduodenal
VIDEOENDOSCOPÍA
1979
Cirugía | Parte VIII
1980
Cirugía | Parte VIII
1981
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento - Lineamientos
Podemos establecer 5 parámetros que fijan pautas para la determinación del
tipo de tratamiento.
Clínica
Tipo de Gharbi
Tamaño (< 3,3 a 5, > de 5)
Localización
Performance status
Por lo que podemos plantear los siguientes lineamientos:
Asintomáticos
G I - V (< 3 cm) control ecográfico
1982
Cirugía | Parte VIII
ALGORITMO TERAPEÚTICO
1° TRATAMIENTO DEL PARÁSITO
Protección
Esterilización (ClNa )
1983
Cirugía | Parte VIII
CONCLUSIONES
•
•Prevención : Vacuna y educación
•Adecuar el tratamiento al paciente
•Cirugía radical: selección
experiencia
evita la recurrencia
• Buenos resultados con
procedimientos mini invasivos
1984
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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1985
Cirugía | Parte VIII
TRATAMIENTO PERCUTÁNEO
DE LA HIDATIDOSIS
QUÍSTICA HEPÁTICA
CON TÉCNICA DE PAIR
(Punción, aspiración, inyección de
escolicida y re-aspiración)
DANIEL E. CORREA Y VÍCTOR PELÁEZ
1986
Cirugía | Parte VIII
Estudio y evaluación
Previo al tratamiento debe establecerse el diagnóstico preciso de la afección
hidatídica hepática, diferenciándola de otras lesiones quísticas en dicho
órgano. El tratamiento puede determinarse con estudios ecográficos y, en
casos dudosos, puede asociarse una tomografía computada de abdomen (TAC).
El cuadro clínico de presentación junto a los estudios mencionados permite
establecer la conducta terapéutica a seguir.
El registro de las siguientes variables basadas en los estudios por imágenes
es esencial cuando se plantea el posible tratamiento con PAIR:
1) Tipo: de acuerdo a la clasificación de Gharbi (1, 2, 3, 4 y 5).
2) Localización: de acuerdo a la segmentación hepática.
3) Densidad del contenido: en base a las características ecográficas o
medida en unidades Hounsfield (HU) en caso de emplearse TAC.
4) Volumen del quiste: (ver a continuación cálculo de volumen)
Cálculo del volumen en quiste esférico: 4/3 ∏ x r3, siendo esto igual a: 0,523 x diámetro3; y
de un quiste elipsoide es igual a: 4,188 x a x b x c; siendo a, b y c, la mitad de cada uno de los
diámetros.
1987
Cirugía | Parte VIII
Figura 1
1988
Cirugía | Parte VIII
1989
Cirugía | Parte VIII
Figura 3. PAIR bajo control tomográfico. A: quiste tipo 2, volumen calculado 452 ml. B: post
aspiración. C: contenido con inyección de solución hipertónica de Cl Na. D: post re-aspiración
1990
Cirugía | Parte VIII
Figura 4. Control tomográfico alejado post PAIR. A: quiste inicial tipo 2, volumen calculado 452 ml. B:
imagen a los 6 meses: transformación y reducción de volumen a 55 ml (reducción: 88 %)
Resultados
La revisión bibliográfica realizada por Smego registra 769 casos publicados
de PAIR constatando una curación del 96 % con un recidiva del 1,6 %,
presentando complicaciones mayores en el 8 % (infección del quiste, anafilaxia,
abscesos abdominales, sepsis) y menores en un 13 % (reacciones alérgicas,
fiebre, sangrado menor, neumotórax, derrame pleural, etc.), con una
mortalidad del 0,1 %.
1991
Cirugía | Parte VIII
Conclusiones
Diferentes estudios y el consenso de expertos de la OMS del 2010 incluyen
dentro del tratamiento efectivo de la enfermedad hidatídica hepática el PAIR
en quistes tipo Gharbi 1 y 2. Esta evidencia coincidió con la experiencia que
registró nuestro equipo, evaluando el éxito terapéutico a través de lo que
consideramos como muerte parasitaria con transformación y reducción del
volumen del quiste, mientras que no ha sido efectivo en otros quistes Gharbi
tipo 3 cuando se evalúan los resultados con los mismos parámetros.
1992
Cirugía | Parte VIII
1993
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
TRATAMIENTO
VIDEOLAPAROSCÓPICO
DEL QUISTE HIDATÍDICO
DEL HÍGADO
MARIANO MORO Y GUSTAVO STORK
1995
Cirugía | Parte VIII
Gráfico 1 Gráfico 2
1996
Cirugía | Parte VIII
N: 914
Q: 1.116
Gráfico 3
1997
Cirugía | Parte VIII
Gráfico 4 Gráfico 5
Aspectos técnicos
Es importante reconocer que la cirugía laparoscópica hepática exige destreza
quirúrgica y experiencia. En algunas situaciones particulares, posicionar el
paciente en un semi decúbito, más frecuente el lateral izquierdo, nos permite
visualizar aquellos quistes posteriores o de difícil acceso, mejorando aún más la
exposición, si movilizamos el hígado al seccionar los ligamentos suspensorios.
1998
Cirugía | Parte VIII
1999
Cirugía | Parte VIII
Hidatidotecnia
Consiste en maniobras destinadas a evitar la diseminación de la
enfermedad durante la cirugía, las cuales tienen principios comunes. Una vez
explorada la cavidad abdominal, la glándula hepática y el quiste en particular, y
decidida la estrategia quirúrgica a realizar, el primer paso consiste en aislar el
campo operatorio de la mejor manera posible, en general con compresas de
gasas. Seguidamente, si vamos a realizar una técnica abierta, antes de proceder
a abrir el quiste, es recomendable punzarlo con jeringa y aguja de punción
vesicular para aspirar parte del contenido. Esta maniobra servirá para reducir la
presión intraquística, lo cual es de gran ayuda, evitando el derrame de líquido
hidatídico al momento de proceder a la apertura de la lesión. Por otro lado, al
aspirar parte del contenido, permite objetivar visualmente una posible
comunicación biliar, si el líquido se encuentra teñido de verde. Finalmente, si
existe duda acerca del origen de la lesión, puede enviarse una muestra del
líquido para evaluación bioquímica, que certificará por visualización directa por
microscopía la presencia de protoescólices o ganchos del cestode.
Posteriormente, se procede a evacuar las membranas y el contenido evitando
su propagación hacia otros tejidos, para lo cual es conveniente disponer de un
sistema de aspiración apropiado. Lo ideal es contar con doble sistema de
aspiración y trabajar el cirujano y ayudante con aspirador de 10 mm y otro de 5
mm al mismo tiempo. La esterilización del contenido del quiste con solución de
cloruro de sodio hipertónico, formol diluido u otras soluciones no ha
demostrado ser de utilidad con los volúmenes y el tiempo de exposición
empleados, ocasionando en algunas circunstancias complicaciones generales o
2000
Cirugía | Parte VIII
locales graves: coma hiperosmolar, esclerosis de la vía biliar, etc., por lo que se
desaconseja su uso y en nuestra experiencia lo hemos dejado de utilizar.
Una vez completados estos pasos se procederá a realizar la técnica
quirúrgica de resección quística elegida para cada paciente.
Con respecto a las técnicas conservadoras, la quistectomía parcial (resección <
80 % de la pared quística), asociado o no a omentoplastia, continúa siendo la
más frecuentemente utilizada. Consiste en resecar la emergente del quiste,
extrayendo la endoquística, con los principios de la hidatidotecnia. Una vez
tratada la endoquística, o capa germinativa, se procede a controlar la cavidad
residual, tanto del sangrado como la presencia de orificios de comunicación
quisto-biliar, esto último mediante la prueba hídrica, neumática y finalmente
mediante colangiografía. La aplicación de una pinza no traumática que
comprima la vía biliar distal para generar presión retrógrada (prueba de la fuga)
pondrá de manifiesto pequeños orificios de comunicación biliar no
evidenciados con las técnicas habituales, por ello es que lo recomendamos a la
hora de controlar la cavidad residual. Una vez puestos en evidencia, el
tratamiento más utilizado es la rafia con puntos simples o realizando una
sutura en x de los orificios de comunicación biliar. Finalizado este tiempo
quirúrgico, se procederá a realizar epiploplastia si las condiciones anatómicas
del paciente lo permiten y drenar la cavidad hacia el exterior con los drenajes
habituales (Foto 1; ver video en el apartado XII).
Foto 1
2001
Cirugía | Parte VIII
Conclusiones
Debemos tener presente que la cirugía videolaparoscópica es una
herramienta de los cirujanos para el tratamiento de la hidatidosis hepática. Su
indicación estará aportando los beneficios del abordaje mini-invasivo ya
conocido por todos. Pero es ahí, en la indicación del método, donde nos
queremos detener. De la correcta selección de los pacientes y de la técnica
adecuada vendrán los buenos resultados. Por ello es que nosotros como
cirujanos debemos en primera medida estar entrenados en cirugía
2002
Cirugía | Parte VIII
2003
Cirugía | Parte VIII
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2004
Cirugía | Parte VIII
HIPERTENSIÓN PORTAL:
FISIOPATOLOGÍA
OSCAR ANDRIANI Y CARLOS M. ROWE
Introducción
La hipertensión portal (HTP) es la complicación letal más frecuente en la
enfermedad hepática crónica y es responsable del desarrollo de várices
esofágicas (VE), hemorragias digestivas altas, ascitis, disfunción renal,
encefalopatía porto sistémica, hiperesplenismo y síndrome hepatopulmonar.
La HTP se define como el incremento patológico en la presión del circuito de
la vena porta tal que genere un gradiente de presión entre la vena porta y la
vena cava inferior superior a 5 mmHg denominado gradiente de presión venosa
portal (GPVP).
La hipertensión portal se manifiesta clínicamente cuando el GPVP supera los
10 mmHg con la formación de varices esofágicas, el riesgo de sangrado es
elevado cuando supera los 12 mmHg y comienza el desarrollo de ascitis y
aumenta significativamente el riesgo de sangrado variceal (Figura 1).
2005
Cirugía | Parte VIII
Etiopatogenia
Las causas de la HTP pueden ser muy variadas. Dentro de las prehepáticas,
donde el parénquima hepático es normal, se destaca el cavernoma portal. En
estos casos, la resistencia al flujo portal se debe a la trombosis de la vena porta.
Las razones más frecuentes por las cuales se produce son:
a. onfalitis/canalización de la vena umbilical durante el período neonatal;
b. estados de hipercoagulabilidad;
c. pileflebitis.
La cavernomatosis portal es más frecuentemente diagnosticada entre los
niños o en pacientes jóvenes. La obstrucción prehepática al flujo venoso
constituye aproximadamente el 50 % de los casos de HTP en los casos
pediátricos. La causa más común es la trombosis de la vena porta o sus ramas.
El cuadro típico de estos pacientes es el de una esplenomegalia silente que, a
través de los años, se asocia a citopenias más o menos graves, especialmente
plaquetopenia, por el hiperesplenismo secundario. Esto determina que muchos
de estos pacientes sean derivados para una esplenectomía, sin haber sido
2006
Cirugía | Parte VIII
Figura 3. Cavernoma portal. La angio -RM demuestra las grandes colaterales que rodean a
la vía biliar. La colangio-RM reconstruye la obstrucción por compresión extrínseca.
2007
Cirugía | Parte VIII
Fisiopatología
La incapacidad del hígado cirrótico en acomodarse al incremento del flujo
portal lleva a dos consecuencias de importancia en la fisiopatología con el
objeto de disminuir la circulación portal: en primera instancia, la creación de
nuevas rutas de derivación de la sangre, que se agrandan gradualmente
generando una circulación colateral en todo el circuito esplácnico (várices
esofágicas, gastro-duodenales y entéricas). Las que sangran con mayor facilidad
son las gastro-esofágicas por ruptura espontánea. Las entéricas pueden
producir en algunos casos un síndrome de malabsorción. En segundo término,
el incremento de la presión en el circuito portal lleva a la reducción del
volumen circulante a través de una pérdida de plasma desde los sinusoides
hepáticos. Este fluido literalmente trasuda a través de la superficie del hígado
hacia la cavidad abdominal, saturando el retorno linfático y acumulándose en la
cavidad abdominal (ascitis).
2008
Cirugía | Parte VIII
2009
Cirugía | Parte VIII
Vasodilatación esplácnica
El hiperflujo portal se debe a una vasodilatación arteriolar. Este hecho es el
motivo de agravación de la HTP a pesar del desarrollo de colaterales (que
pueden derivar hasta el 80 % del flujo portal).
Aunque con una menor influencia comparado con el ON, el monóxido de
carbono (CO) también participa en la “hipo-reactividad” vascular esplácnica
ante sustancias vasoconstrictoras. Por otro lado los pacientes cirróticos
presentan niveles plasmáticos elevados de glucagón, siendo responsable del 30
% de la vasodilatación de la hipertensión portal. La buena respuesta al
tratamiento del sangrado variceal con análogos de la somatostatina se basaría
en el bloqueo del exceso de glucagón plasmático.
Circulación hiperdinámica
En una etapa más avanzada, los pacientes cirróticos desarrollan una
circulación hiperdinámica, caracterizada por vasodilatación (inicialmente
esplácnica, luego sistémica), caída de la resistencia periférica y aumento del
gasto cardíaco. El resultado es la disminución del volumen circulatorio efectivo.
2010
Cirugía | Parte VIII
Evaluación de la HTP
La forma más práctica de evaluar la presión portal es midiendo las
diferencias entre la presión venosa portal y la presión venosa sistémica. El
GPVP es resultante de la medición de la presión venosa hepática enclavada
(PVHE) y la presión venosa hepática libre (PVHL). Para objetivar el GPVP se
coloca un catéter con balón a través de la vena yugular interna y éste se
conduce hasta una vena hepática principal. Las determinaciones se hacen
mediante un transductor de presiones conectado al catéter. Los resultados con
el balón desinflado miden la presión de la vena hepática, correspondiente a la
presión venosa sistémica. Al inflar el balón y enclavarlo distalmente en la vena
hepática se consigue medir la presión sinusoidal, que se extrapola a la presión
portal (Figura 5).
Figura 5
2011
Cirugía | Parte VIII
Existen signos indirectos que pueden evocar una HTP: várices esofágicas y/o
gástricas en la endoscopia, esplenomegalia, evidencias de circulación colateral
en los estudios por imágenes, recuento de plaquetas < 100000 (Figura 6). Estos
datos son de sumo valor en la evaluación de pacientes cirróticos que requieren
de una resección hepática. Si estos signos están presentes, se debe
contraindicar la hepatectomía.
1.
2. 2.
Sangrado variceal
El sangrado por ruptura de várices esofágicas o gástricas es una complicación
mayor de la HTP y una frecuente causa de muerte. Aproximadamente el 40 %
de los pacientes cirróticos tienen VE al momento del diagnóstico.
2012
Cirugía | Parte VIII
2013
Cirugía | Parte VIII
Lecturas recomendadas
Garcia-Tsao, G.; Sanyal, A. J.; Grace, N. D.; Carey, W. “Practice Guidelines Committee of the
American Association for the Study of Liver Diseases; Practice Parameters Committee of the
American College of Gastroenterology. Prevention and management of gastroesophageal
varices and variceal haemorrhage in cirrhosis”. Hepatology. 2007; 46 (3): 922-38.
Laleman, W.; Van Landeghem, L.; Wilmer, A.; Fevery, J.; Nevens, F. “Portal hypertension: from
pathophysiology to clinical practice”. Liver International. 2005; 25 (6): 1079-1090.
Rodriguez-Vilarrupla, A.; Fernández, M.; Bosch, J.; García Pagán, J. C. “Current concepts on the
pathophysiology of portal hypertension”. Ann Hepatol. 2007; 6 (1): 28-36.
2014
Cirugía | Parte VIII
HIPERTENSIÓN PORTAL
Y SU COMPLICACIÓN
HEMORRÁGICA
MARIO C. FAINBERG
2015
Cirugía | Parte VIII
Figura 1
Fisiopatología
Para que se produzcan las várices esofágicas el gradiente debe ser de 10 mm
o más y para que sangren 12 mmHg. Y para la ascitis el gradiente debe superar
los 12 mmHg, recordando que el gradiente portal es la diferencia de presión
entre la presión enclavada de la vena suprahepática y la cava inferior (Figura 2).
2016
Cirugía | Parte VIII
Figura 2
Etiopatogenia
Formación y cierre de las colaterales
El factor desencadenante de la aparición de colaterales es el incremento de
la resistencia del hígado que junto con el aumento de la volemia genera la
apertura, dilatación e hipertrofia de canales vasculares ya existentes y
estimulando la génesis de los mismos, mediado por múltiples citoquinas
angiogénicas.
2017
Cirugía | Parte VIII
Evento hemorrágico
La hemorragia digestiva alta es una complicación frecuente y temida en los
pacientes con HTP que posee una mortalidad alta (entre 15 al 25 %); en los
últimos años ha disminuido sensiblemente, debido al mejor conocimiento de su
fisiopatología y del arsenal terapéutico, tanto endoscópico como farmacológico
2018
Cirugía | Parte VIII
Score
VARIABLE
1 punto 2 puntos 3 puntos
Bilirubina (mg/
mg/dl)
dl) <2 2-3 >3
T. Protrombina(
Protrombina(“ > N) 1–4 4–6 >6
Score total 5-
5-6:cirrosis clase A; 7 a 9: clase B; mayor de 10 clase
New England Journal of Medicine. Gastrooesophageal Variceal Hemorrhage;
Hemorrhage; Shahara AI and Rocky DC; NEJM 345 (9), 30 august 2001, p669-
p669- 681
Figura 3
2019
Cirugía | Parte VIII
Manejo general
La colocación de SNG es de rutina sin ninguna contraindicación conocida
exceptuando la reciente cirugía digestiva gastroduodenal con anastomosis,
sirve para confirmar el diagnóstico de HDA y además terapéutica ya que es bien
conocido que la sangre en el aparato digestivo alto (en HTP) aumenta el ya
aumentado flujo esplácnico pudiendo autoperpetuar el sangrado; lavar,
además, mejora la visión endoscópica y luego de la endoscopia se debe
recolocar para monitorizar la evolución del mismo, recordando que, según
Baveno, la recidiva hemorrágica sería más de 100 ml de líquido hemorrágico,
inestabilidad hemodinámica y caída de 3 g de Hb; se retira la SNG después de
24hs. de estabilidad hemodinámica y lavados negativos.
El manejo inicial del HP sangrante sabido o sospechado por examen clínico
será la infusión de drogas vasoactivas EV (octreótido, somatostatina,
terlipresina) y la realización de endoscopia digestiva alta dentro de las 4 a 6
horas de ingreso al hospital, no olvidando la profilaxis ATB previa; la
reanimación volumétrica será cautelosa ya que sabido es que la hipervolemia
es peligrosa en estos pacientes pues perpetúa el sangrado y la calidad de la
misma es controvertida. Nuestra tendencia es a expandir con dextrosa 5%
dinámica y solución fisiológica al 0,9 %, e infrecuentemente expansores
plasmáticos ya que además de los cambios en el grupo y factor sanguíneo, es
mayor la incidencia de insuficiencia renal.
Con respecto al hto. óptimo se desconoce en este tipo de paciente. Nuestra
conducta ha sido la actualmente sugerida por Baveno: Hb de 7-8 gr y en
aquellos pacientes añosos y/o con comorbilidades Hb de 8-9 gr. Sabiendo de
las múltiples complicaciones de la misma, aguda (TRALI y la infrecuente
incompatibilidad), subaguda (aumento número de infecciones pulmonares y el
TRALI tardío) y tardías (virales y modulación inmunológica).
Las alteraciones de la coagulación frecuentes en esta patología se manejan
en forma cautelosa tolerando hasta 30.000 plaquetas para su reposición y una
protrombina menor a 40 % con sangrado activo. Se deben transfundir
plaquetas y plasma en forma cautelosa debido a su volumen y al alto contenido
de Na del mismo, prefiriéndose concentrado de factores de la coagulación II,
VII, IX y X, restringido su uso debido a su alto costo.
2020
Cirugía | Parte VIII
2021
Cirugía | Parte VIII
LIGADURA DE VARICES
ESOFAGICAS
1-CONTROL DEL 90%DEL
SANGRADO VARICEAL
2-RESANGRADO 30%
3-COMPARADO CON ESCLEROSIS:
a)Menor tasa de resangrado
b)Menor mortalidad
c)Menor tasa de complicaciones
d)Menor numero de sesiones
Figura 4
2022
Cirugía | Parte VIII
Figura 5
Figura 6
2023
Cirugía | Parte VIII
MANEJO QUIRÚRGICO DE LA
HIPERTENSIÓN PORTAL
MARTÍN FAUDA, ARIEL GONZÁLEZ CAMPAÑA
Y LUIS G. PODESTÁ
2024
Cirugía | Parte VIII
Operaciones no derivativas
Son técnicas de hemostasia directa e interrupción de la circulación venosa
esófago-gástrica. Se utilizan para el tratamiento del sangrado variceal agudo. A
comparación de las cirugías descompresivas (shunts) estos procedimientos no
resuelven la hipertensión portal y tienen una alta incidencia de re-sangrado. La
ventaja es la baja probabilidad de causar encefalopatía. En la era del trasplante
hepático, las cirugías no descompresivas generan adherencias, mayor dificultad
técnica y sangrado. Es el procedimiento de elección para el cirujano general y la
recomendación es simplificar la técnica efectuando sólo hemostasia directa
meticulosa sobre el punto de sangrado.
1) Directas:
a) resección esofagogástrica;
b) ligadura de várices esofagogástricas (manual o con sutura mecánica);
c) transección esofágica o gástrica (con sutura mecánica).
2) Indirectas (desconexión ácigo-portal):
Ligadura de vena coronaria, gastroepiploica, venas paraesofágicas y
esplenectomía.
Operación de Sugiura
Esta intervención fue efectuada por primera vez en 1970. Consta de dos
tiempos: el primero (torácico) consiste en una desvascularización periesofágica
y transección esofágica; el segundo (abdominal) incluye desvascularización
esofagogástrica, esplenectomía, vagotomía selectiva y piloroplastia.
2025
Cirugía | Parte VIII
2026
Cirugía | Parte VIII
2027
Cirugía | Parte VIII
Resumiendo:
Derivaciones centrales: ideales para tratar el sangrado variceal (5 % de
recidiva), pero también la ascitis. Mayor incidencia de encefalopatía
(20 a 30 %). Técnicamente menos demandante que el shunt de
Warren.
Derivaciones selectivas (Warren) o calibradas: menor incidencia de
encefalopatía (10 %). Contraindicadas en presencia de ascitis. El shunt
de Warren es técnicamente más demandante y suele “centralizarse”
con el tiempo.
2028
Cirugía | Parte VIII
2029
Cirugía | Parte VIII
2030
Cirugía | Parte VIII
Comparación del shunt esplenorrenal distal con los shunt totales comunes
Esplenorrenal 487 11 20 20 18 59
central
Mesocava 486 12 28 19 18 43
Esplenorrenal 754 7 15 13 10 67
distal
Budd-Chiari y shunts
El objetivo principal del tratamiento quirúrgico del síndrome de Budd-Chiari
es lograr el alivio de la congestión hepática y la hipertensión portal. Ello se
logra en forma efectiva mediante la derivación del sistema portal hacia la
circulación general. La descompresión debe realizarse antes de que sobrevenga
la insuficiencia hepática aguda o crónica (cirrosis).
Las opciones quirúrgicas son:
a) Shunt o derivación portocava latero lateral
b) Shunt o derivación mesoatrial
c) Shunt o derivación portocava y cavoatrial
Para decidir qué tratamiento efectuar se debe estudiar la permeabilidad de
las venas suprahepáticas, ya que en algunas oportunidades una de ellas puede
estar todavía permeable. En tal caso hoy se puede intentar dilatarla y colocar
un stent o TIPS. También es necesario evaluar, mediante cateterismo, la
permeabilidad de la vena cava inferior y posible trombosis o estenosis causada
por enfermedad trombótica, membrana o hiperplasia del segmento I
(caudado), único segmento con drenaje venoso independiente. Es frecuente la
presencia de un gradiente alto entre la vena cava inferior infrahepática y la
aurícula derecha. En caso de no existir gradiente porto-cava de por lo menos 5
mm de Hg, la derivación portocava no sirve y se deberá efectuar una derivación
mesentérico atrial. Esta derivación suele tener alta incidencia de trombosis o
fracaso. Recientemente se ha propuesto una combinación de derivaciones que
resuelve este problema. Marshall Orloff propone un shunt portocava más otro
shunt cavo atrial. Este último, considerado transitorio, genera gradiente
portocava y permite la descompresión hepática. Con el tiempo, la reducción de
tamaño del segmento I facilita el drenaje de la vena cava que reemplaza la
2031
Cirugía | Parte VIII
función del shunt cavoatrial (el más largo y más trombogénico). Finalmente la
descongestión del hígado es hecha a través de venas “propias” con mejor
permeabilidad a largo plazo.
2032
Cirugía | Parte VIII
Indicaciones
1. Hemorragia por várices esofagogástricas que no ha cesado con
tratamiento médico y endoscópico (sangrado variceal agudo).
2. Pacientes en los que ha fracasado el tratamiento médico y endoscópico,
para prevenir la recidiva hemorrágica (profilaxis secundaria).
3. Ascitis refractaria o recidivante.
Otras indicaciones son el síndrome de Budd-Chiari, el hidrotórax hepático, el
síndrome hepatorrenal y el síndrome hepatopulmonar.
Contraindicaciones
Absolutas
1. Insuficiencia cardíaca
2. Hígado poliquístico
3. Insuficiencia hepática severa
4. Hipertensión pulmonar
2033
Cirugía | Parte VIII
Relativas
1. Septicemia
2. Encefalopatía severa
3. Trombosis de la vena porta
Ventajas e inconvenientes
La ventaja principal del TIPS es su capacidad de establecer una derivación
porto sistémica terapéutica con escasa agresión para el paciente. Este hecho
posibilita el tratamiento de las complicaciones de la hipertensión portal en
pacientes cirróticos en fase avanzada de la enfermedad y en el curso de
hemorragias activas, circunstancias en las cuales la cirugía derivativa tiene una
elevada morbimortalidad.
Como las derivaciones quirúrgicas centrales, el TIPS puede provocar
encefalopatía y deterioro de la función hepática.
Otras complicaciones descriptas son hemoperitoneo, fístula biliar, hemobilia,
rotura y fallo cardíaco, lesiones vasculares, infecciones, hipertensión pulmonar,
etc.
El problema más importante del TIPS es su permeabilidad a largo plazo. Se
describe hasta un 50 % de trombosis al año. Estas estenosis o trombosis
obligan a un estrecho seguimiento ecográfico, angiográfico y hemodinámico
para detectarlas y tratarlas correctamente. Su rol en el tratamiento de la
hipertensión portal sigue siendo en la urgencia y como “puente” para
procedimientos más definitivos como ser el trasplante hepático. Las
derivaciones quirúrgicas son ideales para pacientes con buena síntesis hepática
(Child A) y han demostrado mejor sobrevida que el TIPS.
2034
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía recomendada
Boyer TD “Transjugular intrahepatic portosystemic shunt: current status”. Gastroenterology 2003
May; 124 (6):1700-10.
de Franchis, R. “Evolving consensus in portal hypertension. Report of the Baveno IV consensus
workshop on methodology of diagnosis and therapy in portal hypertension”. J Hepatol 2005;
43: 167.
Gardner, W.; Smith. “Hipertension Portal”. Cirugía del aparato digestivo III. Zuidema.
Moreno González, E.; Arias Diaz, J.; Garcia Garcia, I. “Thirteen years experience with distal
spleno-renal shunt as surgical treatment of bleeding esophageal varices”. 1988.
Orloff, M.; Orloff, S. “Bleeding esophagogastric varices from extrahepatic portal hypertension: 40
years experience with portal-systemic shunt”. American College of Surgeon 87th Clinical
Congress, New Orleans, LA, 2001.
Orloff, Marshall J. “Treatment of bleeding from portal hypertensive gastropathy by portocava
shunt”. Department of Surgery, University of California, San Diego Medical Center.
Schwartz, M.D. “Hipertensión Portal”. Principios de Cirugía. Tomo II. 7ª edición. 1508-1529.
Editorial McHill-Interamericana.1999.
2035
Cirugía | Parte VIII
TRAUMA HEPÁTICO
JORGE R. DEFELITTO
2036
Cirugía | Parte VIII
masiva. Si son por arma blanca dan hemorragias sin gran desvitalización del
parénquima.
Los distintos tipos de lesiones están descriptas en la clasificación de Moore
[Clasificación de las lesiones hepáticas según la American Association for the
Surgery of Trauma (AAST)].
CLASIFICACIÓN DE MOORE
CLASE HEMATOMA FRACTURA LESIÓN
VENOSA
I Subcapsular < 10% Capsular - No
hemorrágica
II Subcapsular 10-50% Capsular hemorrágica
Profundidad < 2 cm Parén.<10cm.-Prof.1-3
cm.
III Subcapsular + 50% Parénquima > 3 cm.
superficie Profundidad
Profundidad > 2 cm
IV Hemorragia intrahepática Parénquima 25-50%
del lóbulo
VI AVULSIÓN HEPÁTICA
Clasificación de Moore[8, 3]
2037
Cirugía | Parte VIII
19 abril 2004
CRMI
26 mayo 2004
Este caso fue una paciente joven que sufrió un accidente de carretera, que le
produjo una fractura hepática, recibió tratamiento no operatorio, ya que
2038
Cirugía | Parte VIII
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
¡URGENCIA!
CAMPO OPERATORIO
CON PLACA RX
LIN
TON-THAT-TUNG
2039
Cirugía | Parte VIII
CLASE I
El caso siguiente con igual traumatismo con una placa de abdomen simple se
observa la ocupación del lado izquierdo con desaparición de la cámara gástrica.
En esta oportunidad la punción abdominal fue positiva, ya que se trataba de
un trauma clase II: hematoma subcapsular del hígado roto.
2040
Cirugía | Parte VIII
CLASE II
CLASE II
[3]
Tomado de Castaing, Adam y Azoulay.
2041
Cirugía | Parte VIII
CLASE III
CLASE IV
FRACTURA
2042
Cirugía | Parte VIII
CLASE
C IV CLASE IV
L HEMATOMA INTRAHEPÁTICO
HEMATOMA INTRAHEPÁTICO
A
S
E
I
V
CLASE V
2043
Cirugía | Parte VIII
L
[3]
Tomado de Castaing, Adam y Azoulay.
BY PASS ENDOCAVA
BY PASS ENDOCAVA CHAVAEZ-PEON * EXCLUSION VASCULAR
BRICKER BUCBERG *
2044
Cirugía | Parte VIII
[3]
Tomado de Castaing, Adam y Azoulay.
Técnica del taponamiento
TAPONAMIENTO
FASE I
• Periférico: cara inferior hígado derecho e izquierdo,
empujar hacia arriba y atrás
FASE II
• Reanimación: acidosis, hipotermia, hipocoagulabilidad
• TAC
FASE III
• Reintervención: embolización o cirugía
• Rápida si sigue sangrando (+1 Tr.x hr. no estabiliza)
2045
Cirugía | Parte VIII
6-12-07 6-12-07
2046
Cirugía | Parte VIII
21-11-07
TAPONAJE
2047
Cirugía | Parte VIII
COMPENSADO DESCOMPENSADO
TAPONAMIENTO
CIO con clampeo Clampeo pedículo portal
2048
Cirugía | Parte VIII
TAC
RMI
ANGIORMI
COLANGIORMI
Aneurisma rama
Arterial S VII
Embolización
[3]
Tomado de Castaing, Adam y Azoulay.
2049
Cirugía | Parte VIII
2050
Cirugía | Parte VIII
Complicaciones postoperatorias
El resangrado y la hemobilia pueden solucionarse co embolización selectiva
por angiografía.
Las colecciones infectadas, abscesos y fugas biliares pueden ser drenadas por
vía percutánea.
Las fístulas biliares se pueden detectar con Colangioresonancia magnética o
por CPRE. Esta última con una papilotomía y colocación de un Stent durante 2
meses, generalmente soluciona la fuga biliar.
MORTALIDAD
HEMORRAGIA NO CONTROLADA
2051
Cirugía | Parte VIII
NUESTRA EXPERIENCIA
TRAUMA HEPÁTICO n = 43/8 (18.60%)
2052
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
1. Asensio, J. A.; Rojo, E.; Petrone, P.; Karsidag, T.; Pardo, M.; Demiray, S. et al. “Síndrome de
exanguinación. Factores predictivos e indicativos para la institución de la cirugía de control de
daños”. Cir Esp 2003; 73: 120-9.
2. Asensio, J. A.; Demetriades, D.; Chahwan, S.; Gómez, H.; Hanpeter, D.; Velmahos, G. et al.
“Approach to Management of Complex Hepatic Injuries”. J Trauma 2000; 48: 66-69.
3. Castaing, D.; Adam, R.; Azoulay, D. Chirurgie du foie et de l’hypertension portale. Ed. Masson,
Paris, 2006.
4. Gage Ochsner, M. “Factors of failure for nonoperative management of blunt liver and splenic
injuries”. World J Surg 2001; 25: 1393-6.
5. Gao, J. M.; Du, D. Y.; Zhao, X. J.; Liu, J. L.; Yang, J.; Zhao, S. H. et al. “Liver trauma: Experience in
348 cases”. World J Surg 2003; 27: 703-8.
6. Gracias, V.; Reilly, P.; McKenney, M.; Velmahos, G. Acute Care Surgery. McGraw-Hill
Companies, 2009, 367-373.
7. Maull, K. I. “Current status of nonoperative management of liver injuries”. World J Surg 2001;
25: 1403-4.
8. Moore, E. E.; Cogbill, T. H.; Jurkovich, G. J.; Shackford, S. R.; Malangoni, M. A.; Champion, H. R.
“Organ Injury Scaling: spleen and liver (1994 revision)”. J Trauma 1995; 38: 323-4.
9. Tisminetzky, G.; Ceraso, D. y col. “Traumatismos de abdomen”. Terapia intensiva (SATI), 4ª
edición, Ed. Med. Panamericana, 2007.
10.Velmahos, G.; Toutouzas, K.; Radin, L.; Chan, L.; Demetriades, D. “Nonoperative treatment of
blunt injury to solid abdominal organs”. Arch Surg 2003; 138: 844-51.
11.William Schwab, C. “Selection of nonoperative management candidates”. World J Surg 2001;
25: 1389-92.
12.Johnson JJ, Garwe Tet al. “El uso de la laparoscopía en el diagnóstico y tratamiento de las
lesiones abdominales penetrantes y cerradas”. Am J Surg 2013: 205(3): 317-321.
2053
Cirugía | Parte VIII
MÉTODOS DIAGNÓSTICOS
ONCOLÓGICOS EN HÍGADO
OSCAR MAZZA Y MARTÍN PALAVECINO
Hepatocarcinoma
El hepatocarcinoma es el tumor hepático más frecuente y una de las causas
más frecuentes de muerte por cáncer, siendo el quinto más frecuente en todo
el mundo. La mayoría de los hepatocarcinomas asientan sobre un hígado
cirrótico.
Entre los estudios a disposición del paciente cirrótico, los más destacados
son los marcadores tumorales (α-fetoproteína) y los métodos por imágenes.
La α-fetoproteína es un marcador tumoral de uso frecuente.
Lamentablemente, la sensibilidad de este marcador para la detección de
hepatocarcinoma varía en un rango del 32 al 79,5 %, con una especificidad de
entre 47,7 y 98,5 %. Por ello, los métodos por diagnóstico por imágenes juegan
2054
Cirugía | Parte VIII
Ecografía
El hepatocarcinoma en la ecografía suele verse como un nódulo hipoecoico
aunque en tumores más grandes la apariencia puede ser heterogénea debido a
la fibrosis y necrosis. Debido a su poca especificidad diagnóstica, el estudio
ecográfico cobra valor en el contexto de screening de pacientes con
hepatopatías en conjunto con los marcadores. Ante la existencia de una lesión
sugestiva, se deberá proceder a un método alternativo posteriormente.
Tomografía computada
En los cortes de tomografía computada, el hepatocarcinoma tendrá un
comportamiento diferente en las distintas fases durante la inyección del
contraste. En la fase sin contraste, el hepatocarcinoma se manifiesta como un
nódulo hipodenso o isodenso con respecto al parénquima hepático. Luego de
la administración del contraste endovenoso, durante la fase arterial, el tumor
reforzará la intensidad del contraste, mostrándose hiperdenso con respecto al
hígado circundante. Este último patrón es debido a la irrigación
fundamentalmente arterial del hepatocarcinoma. Luego, durante la fase portal,
se producirá un lavado (wash-out) del contraste hasta tornarse iso o hipodenso
nuevamente. En algunos casos, durante la fase portal podrá existir un anillo
periférico de captación del contraste, de bordes irregulares. Debido a este
comportamiento, es durante la fase arterial donde se obtendrá el mayor rédito
diagnóstico (Figura 1).
2055
Cirugía | Parte VIII
Resonancia magnética
Para la evaluación del hepatocarcinoma mediante la resonancia magnética,
es importante evaluar al paciente en protocolos combinados de imágenes en
T1, T2 con supresión grasa y el patrón de realce del nódulo posterior a la
inyección del contraste endovenoso. En el tiempo T1, el hepatocarcinoma tiene
una señal hipointensa con respecto al parénquima hepático. Puede tener áreas
hiperintensas que son sugestivas de hemorragia intratumoral. En T2 con
supresión grasa, esta señal se observa hiperintensa. Al igual que en la
tomografía, también se puede observar un aumento considerable de la
captación del contraste en la fase arterial, tornándose el nódulo hiperintenso.
Esta hiperintensidad rápidamente desaparece en la fase portal y
parenquimatosa (Figura 2).
2056
Cirugía | Parte VIII
Angiografía
La angiografía selectiva de las ramas de la arteria hepática como método
diagnóstico del hepatocarcinoma está prácticamente en desuso. La invasividad
de este procedimiento, como así también la alta sensibilidad y especificidad
lograda con métodos no-invasivos, han determinado la pérdida del rol
protagónico de décadas anteriores. En la actualidad, la angiografía sólo cuenta
con un rol en dos situaciones:
La duda diagnóstica en pacientes cirróticos en los cuales la resonancia y
la tomografía no aportan datos definitorios sobre un nódulo. El patrón
lacunar de la tinción del nódulo de hepatocarcinoma es patognomónico
de este tumor. Durante el mismo procedimiento, la inyección de lipiodol
dejará una impronta para el seguimiento tomográfico de la respuesta del
tumor al tratamiento.
Rol terapéutico en pacientes que se someterán a quimioembolización
hepática pre-resección, como puente hacia el transplante hepático o
2057
Cirugía | Parte VIII
PET/ Scan
El valor del PET/CT en hepatocarcinoma es limitado. El marcador utilizado
frecuentemente (18F-FDG) en este método es ávidamente captado por células
tumorales y su grado de incorporación por parte de la célula es directamente
proporcional a la glicólisis realizada por la célula. El hepatocarcinoma bien
diferenciado realiza una desactivación rápida del marcador (vía
defosforilización del mismo) con la consecuente pérdida de actividad del
isótopo, por lo que es poco sensible para la detección del hepatocarcinoma
bien diferenciado. Globalmente, el grado de sensibilidad para el método es de
entre el 50 y 55 %, según distintos estudios, sobre todo si están asociados a un
aumento en los niveles de α-fetoproteína. Los mayores réditos diagnósticos se
observan en tumores de indiferenciados y de gran tamaño (Figura 3).
2058
Cirugía | Parte VIII
Evaluación de la resecabilidad
El compromiso de estructuras vasculares vecinas es frecuente por lo
reducido de la topografía tumoral. Por lo tanto, en la evaluación de un tumor
de Klastkin, las imágenes deberán aportar información sobre:
Nivel anatómico de la obstrucción.
Invasión intrahepática sobre los conductos biliares.
Invasión de componentes vasculares arteriales y portales.
Atrofia de parénquima hepático.
Volumen del remanente hepático.
Para evaluar el nivel de invasión del tumor sobre la vía biliar, Bismuth y
Corlette desarrollaron en 1975 una clasificación anatómica en 5 tipos, que se
muestra en la figura 4. Posteriormente, Jarnagin y col. ampliaron una
clasificación que incorpora el concepto de compromiso vascular y atrofia lobar,
intentado una mayor focalización sobre el compromiso local del tumor que
sobre la extensión biliar.
Figura 4
2059
Cirugía | Parte VIII
Figura 5. Reconstrucción arterial (A), portal (B) y biliar (C) de un colangiocarcinoma mediante
resonancia magnética
Metástasis hepáticas
Por el tipo de diseminación a través de la vena porta, el hígado es el sitio de
preferencia de asentamiento de las metástasis de cáncer abdominal.
La TC es el método más utilizado para el estudio del hígado. Si bien la
sensibilidad para metástasis hepáticas es menor con respecto a la RMI, sigue
siendo la primera línea diagnóstica. El desarrollo de los equipos de 64 pistas
permite realizar cortes axiales de hasta 0,6mm, logrando un escaneo completo
del hígado en una sola inspiración profunda de tan solo 2 a 3 segundos. La alta
definición de los equipos permite la reconstrucción de las imágenes en
cualquiera de los planos tridimensionales sin perder calidad de imagen.
La RMI presenta una mayor sensibilidad con respecto a la TC para la
detección de metástasis hepáticas. Tiene la ventaja de poder discriminar mejor
las diferentes densidades de tejidos blandos, y habitualmente se utiliza como el
último paso para determinar la naturaleza de lesiones hepáticas detectadas por
la TC, como parte del diagnóstico transversal (Figura 6). La sensibilidad puede
llegar hasta el 100 % en lesiones mayores a 1 cm, pero presenta dificultad en la
detección de lesiones de hasta 5-7 mm.[1]
2060
Cirugía | Parte VIII
Figura 6. Discriminación tisular de la resonancia magnética. En el caso A, pequeña lesión hepática por
TC certificada como metástasis en secuencia de difusión por resonancia. Caso B, pequeña lesión
hepática por TC certificada como quiste en secuencia de resonancia
2061
Cirugía | Parte VIII
Figura 7. Recidiva local post hepatectomía derecha no objetivada por TC (flecha izquierda) y visible en
la secuencia de PET/TC (flecha derecha)
2062
Cirugía | Parte VIII
2063
Cirugía | Parte VIII
Figura 9. PET/TC pre-quimioterapia en metástasis colorrectal que informa al menos 2 lesiones activas
(círculo A). PET/TC posterior que no muestra lesiones activas residuales (B), pero se encuentra una
lesión menor a 1 cm activa en la exploración quirúrgica (C)
2064
Cirugía | Parte VIII
Figura 10. Lesión metastásica heterogénea previo a radiofrecuencia (flecha 1). Luego del
procedimiento se nota una lesión homogénea que no realza con el contraste tanto por TC como por
resonancia dinámica (flechas 2 y 3 respectivamente)
2065
Cirugía | Parte VIII
2066
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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2067
Cirugía | Parte VIII
ANATOMÍA QUIRÚRGICA
DE LAS VÍAS BILIARES
Y DEL PÁNCREAS
JULIO C. HIJANO
2068
Cirugía | Parte VIII
1: Vena porta
2: Conducto colédoco
3: Arteria hepática
4: Vesícula biliar
5: Conducto cístico
6: Arteria cística
7: Conducto hepático derecho
8: Conducto hepático izquierdo
9: Confluencia
10: Vena porta derecha
11: Vena porta izquierda
A: Hoja anterior del epiplón menor
B: Hoja posterior del epiplón menor
2069
Cirugía | Parte VIII
Conducto hepático
Formado por la reunión del conducto hepático derecho e izquierdo es
denominado en anatomía quirúrgica como conducto hepático común. Nace de
la parte derecha del surco transverso y se extiende hasta la desembocadura del
conducto cístico. Su longitud es sumamente variable promediando los 3 cm.
Esta variación dependerá de que el conducto será tanto más largo cuanto más
arriba se reúnan los conductos radiculares o cuanto más abajo brote el
conducto cístico y tanto más corto cuanto más abajo sea la reunión radicular o
más elevado el origen del cístico. De tal manera que, excepcionalmente, podría
no existir, de unirse ambos conductos hepáticos, derecho e izquierdo, en el
mismo lugar del nacimiento del cístico.
En todo su trayecto se ubica en el espesor del epiplón gastrohepático,
cruzando en su inicio perpendicularmente la cara anterior de la arteria hepática
derecha y la rama derecha de la vena porta para situarse luego hasta su
finalización en la cara antero externa del tronco de la vena porta. El conducto
cístico se adhiere al lado derecho del conducto hepático desembocando
habitualmente unos milímetros más abajo. Esta unión en ángulo agudo hacia
arriba cerrado por la arteria cística forma el triángulo de Calot.
El conducto hepático ocupa una situación elevada, muy cerca del hilio, y
profunda, pues el lóbulo cuadrado lo protege hacia delante y la primera
porción del duodeno se interpone en la mitad de los casos entre ambos
(Figuras 1 y 2).
2070
Cirugía | Parte VIII
2
3
5
4
6
1
Figura 2
1- Estómago (curvatura menor)
2- Tronco celíaco
3- Arteria hepática
4- Conducto hepático
5 -Vena porta
6- Páncreas
Conducto colédoco
Resulta de la reunión de los conductos cístico y hepático, siguiendo la
dirección de éste último, dirigiéndose luego algo hacia adentro, hacia el
duodeno. Llegado a éste, pasa por su cara posterior hasta el borde superior de
la cabeza del páncreas, desde aquí se dirige hacia fuera introduciéndose en el
parénquima pancreático para alcanzar la cara postero interna de la segunda
porción del duodeno, atraviesa su pared y se abre en la luz intestinal.
2071
Cirugía | Parte VIII
Figura 3
1- Vía biliar
2- Cuerpo del estómago
3- Ligamento redondo
2072
Cirugía | Parte VIII
junto con la vena porta, la arteria hepática, los linfáticos y los nervios del
hígado, el pedículo hepático. Se ubica en la vertiente derecha de la cara
anterior de la vena porta. La arteria hepática está a la izquierda del colédoco y
por delante de la vena porta, desprendiéndose, en este punto la arteria
pilórica. Si consideramos estas importantes relaciones en una extensión de 10 a
15 milímetros, entenderemos lo complejo que resulta técnicamente su
disección, sobre todo cuando estos elementos se encuentran, por diferentes
causas, rodeados de algún proceso inflamatorio o neoplásico. De ello resulta
que se impone en su disección bajar el duodeno debido a sus variaciones y a
efectos de una mejor observación de este segmento.
Figura 4
1- Conducto colédoco
2- Arteria hepática
3- Arteria cística
4- Vesícula biliar
5- Ligamento redondo
2073
Cirugía | Parte VIII
Figura 5
1- Epiplón menor
2- Cuerpo del estómago
3- Píloro
4- Ligamento redondo
2074
Cirugía | Parte VIII
Figura 6
1- Pedículo hepático
2- Hígado
Figura 7
1- Vía biliar
2075
Cirugía | Parte VIII
Figura 9
1- Conducto colédoco
2- Esfínter de Oddi
3- Conducto de Wirsung Latarget-Ruiz Liard
2076
Cirugía | Parte VIII
2077
Cirugía | Parte VIII
2078
Cirugía | Parte VIII
2079
Cirugía | Parte VIII
2080
Cirugía | Parte VIII
2
3
Figura 13
1- Conducto colédoco
2- Conducto de Wirsung
3- Desembocadura común en la ampolla de Vater
4- Páncreas
Coalescencias peritoneales
Como dijéramos al principio el duodenopáncreas es una unidad indisoluble,
por lo que la descripción de su peritoneo no escapa a este concepto y su
conocimiento es esencial para la movilización de estos órganos (Figuras 15, 16,
17 y 18).
2081
Cirugía | Parte VIII
Figura 15
1- Colon descendente
2- Colon ascendente
3- Cuarta porción del duodeno
4- Páncreas
5- Arteria mesentérica superior
6- Asa delgada
7- Colon transverso
2082
Cirugía | Parte VIII
2083
Cirugía | Parte VIII
Figura 18
1- Páncreas
2- Mesocolon transverso
3- Colon transverso
4- Estómago
5- Epiplón mayor
6- Arteria gastroepiploica derecha
La coalescencia dorsal del duodeno y la cabeza del páncreas está dada por la
fascia de Treitz que fija al duodenopáncreas al peritoneo parietal primitivo
posterior (hoja derecha del mesoduodeno) (Figura 15).
Sus límites son:
a) Hacia la derecha el peritoneo que cubre la vena cava inferior y el riñón
derecho, sumando a la inserción, en el borde antimesentérico, de la lámina
duodeno retro mesentérico cólica derecha (LDRMCD). Esta se extiende hasta la
línea media, al sobrepasarla se ubica por delante del mesocolon descendente,
el cual a su vez está fijado a la pared posterior por la fascia de Toldt izquierda.
b) Hacia la izquierda, entonces, llega hasta el borde antimesentérico de la
cuarta porción del duodeno, por delante del mesocolon descendente.
c) Hacia arriba se extiende hasta la hoz de la arteria hepática.
2084
Cirugía | Parte VIII
5 3
2
4
Figura 11
1- Páncreas
2- Bazo
3- Estómago rebatido (cara posterior)
4- Vesícula biliar
5- Hígado (lóbulo derecho) Sobotta
6- Epiplón mayor
2085
Cirugía | Parte VIII
6
2
3
1
4
Figura 12
1- Páncreas
2- Bazo
3- Pedículo hepático
4- Bulbo duodenal (primera porción)
5- Raíz del mesenterio
2086
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
Albanese, A. R. “Despegamiento inter hepático vesicular de iniciación intermedia en la
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Sobotta. Atlas de Anatomía. Editorial Médica Panamericana, edición 22º, 2006.
Testut, L.; Jacob, O. Tratado de anatomía topográfica con aplicaciones médico quirúrgicas.
Editorial Salvat, 1923.
Testut, L.; Latarjet, A. Tratado de anatomía humana. Editorial Salvat, 1975.
2087
Cirugía | Parte VIII
VARIANTES ANATÓMICAS
DE LA VÍA BILIAR
CÉSAR ZAVATTI
2088
Cirugía | Parte VIII
5 CPD 4
7
CAD
HD 2-3
HI
6
Hepático
común
Colédoco
2089
Cirugía | Parte VIII
A B C1 C2
D1 D2 E1 E2
2090
Cirugía | Parte VIII
2091
Cirugía | Parte VIII
2092
Cirugía | Parte VIII
2093
Cirugía | Parte VIII
A 48 % 57 %
B 16,1 % 12 %
C1 17,12 % 16 %
C2 5,21 % 4%
D1 4,4 % 5%
D2 2,1 % 1%
E1 2,9 % 2%
E2 3,55 % 1%
F 0,4 % -
2094
Cirugía | Parte VIII
Vesícula biliar
Las variantes de la vesícula biliar incluyen 5 grupos:
2095
Cirugía | Parte VIII
1. Agenesia vesicular.
2. Vesícula múltiple.
Las variantes de vesícula múltiple se incluyen en dos grupos:
Primordio dividido: drenaje a través de un único conducto cístico.
Vesícula septada: un septum longitudinal divide a la vesícula en
dos cámaras. Este septo por lo general no se percibe desde el
exterior y cuando se lo hace es a través de un surco que va desde
el fundus al cuello vesicular (11,3 %).
Vesícula bilobulada en “V”: son dos vesículas separadas a nivel del
fundus pero unidas por un mismo cuello (8,5 %).
Duplicación en “Y”: dos vesículas enteras cuyos císticos confluyen
en uno antes de unirse a la vía biliar (25,3 %).
Vesículas accesorias:
Duplicación ductular en “H”: el conducto cístico y el conducto
cístico accesorio se unen por separado a la vía biliar (47 %).
Duplicación trabecular: el conducto de la vesícula accesoria se une
al conducto hepático derecho (2,1 %).
Vesícula triple: puede tener varias combinaciones de las anteriores
(5,6 %).
3. Vesícula izquierda: la vesícula se encuentra por debajo del lóbulo
izquierdo y el conducto cístico accede a la vía biliar por su cara izquierda.
4. Vesícula intrahepática.
5. Vesícula móvil.
2096
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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2097
Cirugía | Parte VIII
ICTERICIAS
JORGE R. DEFELITTO
2098
Cirugía | Parte VIII
Colon
(Urobilinógeno)
Porta Heces
(90-350 mg)
Hígado
2099
Cirugía | Parte VIII
I. Iatrogénicas (sulfonamidas)
I. Recién nacido
3) CONJUGACIÓN I. Lucey-Driscoll
I. Cligler-Najjar
2100
Cirugía | Parte VIII
Drogas hepatotóxicas
I. Colestasis intrahepática
Colestasis recidivante del
embarazo
4) EXCRECIÓN I. S. Dubin Johnson (1854)
I. S. Rotor (1948)
I. por estasis de bilirrubina
Parásitos
Cálculos
I. Adquiridas I. Mecánicas Estenosis
Tumores
5) CANALIZACIÓN
Atresias de vías biliares
I. Congénitas
Quistes de vías biliares
I. Hepatitis colestásicas
6) FORMAS MIXTAS
I. Cirrosis hepática
I Etapa clinica
Interrogatorio:
Edad: en progresión etárea: congénitas, hepatitis, litiasis, cáncer.
2101
Cirugía | Parte VIII
1º dolor
a) Litiásica 2º ictericia
3º fiebre
2) Ictericia obstructiva
1º inapetencia
b) Neoplásica 2º ictericia
3º fiebre y/o dolor
1º astenia
3) Ictericia hepatocelular 2º fiebre
(hepatitis) 3º ictericia
2102
Cirugía | Parte VIII
Palpación:
hígado (tamaño, consistencia, bordes, sensibilidad);
bazo (tamaño, consistencia, bordes, sensibilidad);
vesícula: si se palpa o no;
ganglios (adenopatías);
piel: xantoma tuberoso más frecuente en codos, rodillas y glúteos.
2103
Cirugía | Parte VIII
2104
Cirugía | Parte VIII
II Etapa biológica
“Vale más tener un pequeño número de pruebas, pero saber manejar bien”.
J. CAROLI
a) bilirrubina
b) colesterol
1) Síndrome c) fosfatasa alcalina (FAL)
retención biliar d) estercobilinógeno fecal
e) eliminación biliar de bromosulfaleína
f) gamma-glutamil-transpeptidasa (GGT)
g) 5Nucleotidasa (5N)
2) Síndrome TGP
citolisis TGO
3) Síndrome inflamatorio Electroforesis de globulinas
mesenquimatoso Test de labilidad hepatograma
En la práctica:
I. Transporte
Bilirrubina indirecta mayor 60-70 % sin anemia I. Conjugación
2105
Cirugía | Parte VIII
en cirróticos con
*Alteración gammaglobulina
*Alteración coagulación
Colestasis extrahepática
Bilirrubina directa mayor 60-70 % + Colestasis intrahepática:
aumento FAL, TGP normal * Hepatitis
* Drogas
* Alcohol
Bilirrubina directa mayor 60-70% prolongado: Cirrosis biliar primaria
2106
Cirugía | Parte VIII
2107
Cirugía | Parte VIII
2108
Cirugía | Parte VIII
2109
Cirugía | Parte VIII
Congénitas Adquiridas
Hepatitis
Transporte Conjugación Excreción
Gilbert (IRN-Cl.Najjar) (Dubin J. y Rotor)
Total Parcial
Calculo enclavado Ca. Vesícula con invasión
Ca. Cabeza de Páncreas Ca. Vía Biliar
Ca. Ampolla Vater Estenosis postquirúrgica
Ca. Colédoco inferior Compresión extrínseca
Odditis Quiste Vía Biliar
Atresia congénita Disquinesias
Ulcera duodenal
Divertículo yuxtampular
Ictericias quirúrgicas
2110
Cirugía | Parte VIII
IV Etapa terapéutica
Etapa que no será más como hace unos años, el ultimo medio diagnóstico,
sino la consecuencia lógica de una decisión operatoria tomada con
conocimiento de causa.
Las tres primeras etapas deben cumplirse y repetirse las veces que sean
necesarias. “Quizás los errores más importantes en el diagnóstico son la
dependencia de axiomas clínicos o de pruebas aisladas de laboratorio para
distinguir todos los casos de ictericia o la insistencia en establecer un
diagnóstico inmediato, sin la ayuda de un breve período de observación”
(Zimmerman).
Ictericias quirúrgicas
Adquiridas
Parásitos
Cálculos
Extrahepática Estenosis
Tumores
2111
Cirugía | Parte VIII
2112
Cirugía | Parte VIII
LITIASIS INTRAHEPÁTICA
(Maladie de Hong-Kong)
SÍNDROME
de
MIRIZZI
Litiasis coledociana
2113
Cirugía | Parte VIII
Extracción endoscópica-CPRE
INTRAOPERATORIO
Extracción intraoperatoria
2114
Cirugía | Parte VIII
Lesiones de V. B. laparoscópicas
2115
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
Barkun, J. S.; Chad, H. y col. Jaundice ACS Surgery: Principles and Practice. 2006.
Benhamou, J. P.; Erlinger, S. Maladies du foie et des voies biliaires. Ed Flamarion Médecine-
Sciences, Paris, 2000.
Sherlock, S. Enfermedades del hígado y del sistema biliar. Ed Beta, Buenos Aires, 1966.
2116
Cirugía | Parte VIII
LITIASIS VESICULAR
Tratamiento médico y quirúrgico convencional
SANTIAGO G. PERERA, FERNANDO J. GASALI
Y ANALÍA DEL SOL MESSERE
1. Introducción
La litiasis biliar es la resultante de mecanismos multifactoriales que
transforman un fluido fisiológico —bilis— en concreciones sólidas comúnmente
llamadas cálculos. Si tenemos en cuenta que la bilis constituye el producto final
de excreción de la célula hepática y que su hábitat natural se encuentra en las
vías biliares intra y extrahepáticas será fácil entender que la formación de
litiasis a dicho nivel pueda generar diversos estados patológicos que requieren
frecuentemente de la intervención terapéutica para ser revertidos.
El carácter multifactorial de su génesis define una tasa de prevalencia
variable en la que intervienen factores étnicos, hábitos de alimentación,
mecanismos fisiológicos y desequilibrios hormonales.
Las formas de presentación clínica constituyen otro tópico de sumo interés
dada su diversidad y complejidad. Ambas determinan diferentes modalidades
diagnóstico-terapéuticas con las que debe familiarizarse tanto el médico
general como el especialista.
A lo largo del presente capítulo desarrollaremos los siguientes apartados:
Generalidades
Fisiopatología
Presentación clínica
Complicaciones de la litiasis vesicular
Litiasis vesicular y cáncer de la vesícula
Rol de la colecistectomía convencional
Tratamiento médico
Breve reseña táctica
2117
Cirugía | Parte VIII
2. Generalidades
La litiasis vesicular (LV) constituye en nuestro medio una de las causas más
frecuentes de consulta por cuadros abdominales. Su prevalencia a nivel
mundial varía entre un 5,9 y 21,9 %. Presenta mayor incidencia en la población
occidental alcanzando su máxima expresión en tribus indígenas nativas de
Norteamérica (pima, chipewa, micmac) con cifras que alcanzan hasta un 64 %
en mujeres y un 29,5% en varones. En la Tabla I presentamos las tasas de
prevalencia de manera comparativa en las distintas poblaciones mundiales.
Asimismo, factores relacionados al sexo nos permiten afirmar un marcado
predominio de esta afección en la mujer. Si bien son más discutidos los factores
nutricionales, hay algunas evidencias que merecen mención. Las dietas con
elevado contenido de colesterol, carbohidratos y grasas de origen animal
parecen relacionarse con índices más elevados de LV. En contraposición a ello,
el alto contenido de fibras en la dieta e incluso el consumo de café y alcohol
desencadenan mecanismos antilitogénicos. Las dietas de restricción calórica
excesiva, utilizadas para producir descenso brusco de peso y los
procedimientos quirúrgicos, tan en boga en nuestros días, para tratar la
obesidad mórbida son francamente litogénicos.
Argentina 24 % 18 % / 30 %
3. Fisiopatología
Debemos a Naunyn, en 1896, la primera clasificación de los cálculos biliares.
Reconocía dos grupos de acuerdo a su etiología: los infecciosos y los producidos
por estasis biliar. Hacia 1924 es Aschoff quien pone el acento en las causas
2118
Cirugía | Parte VIII
2119
Cirugía | Parte VIII
Composición de la bilis
La bilis es una solución acuosa compuesta por tres tipos de lípidos que
interactúan entre sí. Su concentración de solutos es variable, aunque casi
siempre oscila de 3 % en los conductos biliares hepáticos a 10 % en la vesícula
biliar. Los principales solutos son los ácidos biliares —producto del catabolismo
del colesterol libre—, los fosfolípidos y el propio colesterol, entre otros. Para
cada uno de estos lípidos existe un transportador específico de la superfamilia
de ATPasas del tipo ABC (por sus siglas en inglés, ATP Binding Cassette) que se
expresa en la membrana canalicular de los hepatocitos. La existencia de una
proporción adecuada de ácidos biliares, fosfolípidos y colesterol favorece la
formación de micelas mixtas que solubilizan el colesterol.
Cálculos de colesterol
Podemos identificar tres procesos en la formación de los cálculos de
colesterol:
2120
Cirugía | Parte VIII
Sobresaturación de la bilis
Nucleación del colesterol
Hipomotilidad vesicular
Los ácidos biliares tienen propiedades detergentes en solución acuosa. Por
encima de la concentración crítica micelar forman micelas simples. Éstas
adquieren lecitina y colesterol para formar micelas mixtas, que poseen una
superficie externa hidrofílica y una interna hidrofóbica, donde es incorporado
el colesterol, que de esta forma es solubilizado. Estas micelas mixtas son
capaces de mantener el colesterol en un estado estable termodinámico; esto
es lo que ocurre cuando existe un bajo índice de saturación de colesterol,
derivado del equilibrio de colesterol, ácidos biliares y fosfolípidos.
Cuando existe un alto índice de saturación de colesterol, bien por exceso de
colesterol, bien por baja concentración de ácidos biliares, el exceso de
colesterol no puede transportarse en las micelas mixtas y lo hacen en vesículas
unilamelares (formadas por lecitina y colesterol), donde es únicamente
transportado, no solubilizado.
La bilis litogénica o saturada de colesterol en presencia de factores
antinucleantes como el gel de mucina favorece la precipitación y aglomeración
de los cristales de colesterol monohidratados (Cuadro 2). Este proceso se ve
incrementado con la hipomotilidad vesicular y la resultante es la formación de
cálculos macroscópicos.
SECRESIÓN DE CONCENTRACIÓN DE
COLESTEROL NO ÁCIDOS BILIARES Y
ESTERIFICADO FOSFOLÍPIDOS
BILIS SOBRESATURADA DE
COLESTEROL
FORMACIÓN
DE
CÁLCULOS
↑ MUCINA MICROCRISTALES DE
↓ FACTORES COLESTEROL
ANTINUCLEANTES MONOHIDRATADO
↓ MOTILIDAD
VESICULAR
2121
Cirugía | Parte VIII
2122
Cirugía | Parte VIII
Cálculos pigmentarios
La formación de este tipo de litos requiere un exceso de bilirrubina libre en
bilis (sobresaturación). Este aumento se explica de tres maneras:
aumento de la excreción hepática de bilirrubina libre;
deficiencias de factores solubilizadores de la bilirrubina libre;
desconjugación de la bilirrubina en la bilis.
En la infancia, la bilis está poco saturada con colesterol, lo que explica la
rareza de los cálculos de esta composición en los primeros años de vida, pero a
partir de la adolescencia, sobre todo en las mujeres, se produce un incremento
en la saturación de colesterol, lo que explica el incremento de la prevalencia.
Aproximadamente un 25 % de los cálculos extraídos en los adultos
occidentales son pigmentarios; sin embargo en las series pediátricas son los
predominantes: el 72 % de los cálculos procedentes de las colecistectomías
realizadas durante la infancia son pigmentarios. Los cálculos de colesterol se
hacen más frecuentes a partir de la adolescencia.
El trastorno hemolítico es considerado la causa más importante, implica un
30 % de la causa de colelitiasis de las series pediátricas. Los pacientes con
trastornos hemolíticos crónicos como la esferocitosis, anemia de células
falciformes, talasemia, defectos enzimáticos (piruvato kinasa, glucosa 6
fosfatodehidrogenasa), trastornos hemolíticos autoinmunes y enfermedad de
Wilson, tienen una mayor prevalencia de cálculos pigmentarios por aumento
de la secreción de bilirrubina no conjugada. Esta prevalencia se incrementa con
la edad.
La colelitiasis tanto de cálculos pigmentarios como de colesterol son
hallazgos frecuentes en los niños que reciben nutrición parenteral. Los factores
implicados son la hipomotilidad vesicular, las alteraciones en la circulación
enterohepática y en la composición de la bilis.
El riesgo también se incrementa en los pacientes con intestino corto, con
resección ileal, y en prematuros.
4. Presentación clínica
Distinguiremos en este apartado las distintas formas de presentación clínica
con sus respectivos enfoques diagnósticos:
Litiasis vesicular asintomática
Litiasis vesicular sintomática no complicada
Colecistitis aguda
Síndrome de hipertensión canalicular
2123
Cirugía | Parte VIII
vesícula
lito
2124
Cirugía | Parte VIII
Absceso
nivel hidroaéreo
Vesícula hidrópica
Vesícula
empiematosa
2125
Cirugía | Parte VIII
2126
Cirugía | Parte VIII
2127
Cirugía | Parte VIII
Lito Asas
migrado dilatadas
Neumobilia
Foto 10. Movilización del cálculo Foto 11. Extracción del cálculo
aproximal por la enterotomía
2128
Cirugía | Parte VIII
Necrosis
Isquemia
Pared cálcica
Vesícula
en porcelana
Litos en su
interior
2129
Cirugía | Parte VIII
Con respecto a los pólipos el planteo es diferente. Si bien más del 90 % de las
lesiones son seudopólipos menores a 1 cm y su evolución es benigna, en
cuanto a los pólipos verdaderos mayores de 1 cm y más aun si son sésiles y
ulcerados, el consenso es la colecistectomía en estos enfermos ya que la
asociación entre pólipos sésiles mayores de 1 cm y desarrollo de cáncer
vesicular supera el 50 % llegando casi al 100 % en aquellos ulcerados.
2130
Cirugía | Parte VIII
2131
Cirugía | Parte VIII
pacientes con cirugías previas y defectos extensos de pared que cerraron por
segunda, en los que muchas veces se pueden ver reptar las asas intestinales
debajo de la piel adelgazada. En el año 1947 el cirujano argentino Pablo Mirizzi
describió un síndrome inflamatorio que suele presentarse acompañado de
ictericia. El sustrato anatómico es la compresión extrínseca del
hepatocolédoco, ejercida por un cálculo enclavado en el cístico o en la bolsa de
Hartman (Fotos 16 y 17). La incidencia de esta complicación es baja, 0.1 a 0.7
de los pacientes con litiasis. En ocasiones el decúbito producido por el cálculo
horada la pared que lo contiene y genera una fístula colecistocoledociana. En
este caso, la imposibilidad de acceso anatómico es hacia el pedículo hepático,
que está involucrado en el proceso inflamatorio y en ocasiones hasta forma
parte de la fístula. Mc Sherry en 1982 y más tarde Csendes en 1989
propusieron dos clasificaciones de este síndrome que presentamos en el
Cuadro 3.[6, 7] Si la sospecha en el preoperatorio es firme la vía convencional
para estos casos es una opción más que válida, ya que las fístulas a menudo
son complejas y requieren eventualmente de algún tipo de cirugía derivativa.
De intentarse un abordaje laparoscópico recomendamos que el umbral de
conversión sea bajo, y no debe descartarse con esta conducta la realización de
una colangiografía retrógrada endoscópica (CPRE) en el prequirúrgico.
MC SHERRY (1982)
CSENDES (1989)
2132
Cirugía | Parte VIII
Compresión de la
vía biliar
Fístula
Lito migrado
2133
Cirugía | Parte VIII
2134
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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2135
Cirugía | Parte VIII
LITIASIS VESICULAR
SINTOMÁTICA ASINTOMÁTICA
CONTROL
TIPO I - II TIPOS III - IV
CONVERSIÓN CIRUGÍA
ABIERTA
2136
Cirugía | Parte VIII
LITIASIS COLEDOCIANA
Tratamiento quirúrgico convencional
EDUARDO CASSONE
Introducción
La historia del tratamiento quirúrgico de la litiasis coledociana no es extensa.
Si bien los griegos aportaron elementos fisiopatológicos, fue recién en el
Renacimiento cuando se describió la anatomía correcta (Vesalius, 1543). Sin
embargo, los trabajos pioneros aparecieron cercanamente a la primera
colecistectomía de Langenbuch (1882). En 1893 Robert Abbé (de Nueva York)
realizó con éxito la primera coledocotomía con extracción de cálculos y luego
muchos otros (Thornton, Courvoisier, Halsted, Kocher, Mc Burney, Kehr y los
hermanos Mayo, junto a otros cirujanos más recientes) realizaron decisivas
contribuciones. En 1931, Pablo Mirizzi (Córdoba, Argentina) introdujo la
colangiografía intraoperatoria que constituyó un impacto de formidable
progreso, utilizada como elemento fundamental hasta nuestros días. En 1937,
Huard-Du Xuanttop describió la colangiografía transparietohepática, difundida
luego en Chiba con la aguja fina de Okuda en 1973 (Japón). Posteriormente,
gastroenterólogos como Kawai (Japón) y Classen (Alemania) en 1974,
invadieron esta área netamente quirúrgica con la introducción de la
colangiografía retrógrada endoscópica (ERCP). Otro hito importante fue
establecido por Mazzariello (Argentina) en 1966 con la extracción percutánea
de la litiasis residual.
La colecistectomía laparoscópica fue iniciada por Mauret en 1987 y adoptada
rápidamente por todo el mundo. Las primeras exploraciones coledocianas
fueron publicadas por Phillips y col., Sackier y col. y Petelin y col. en 1991; no
obstante, como ésta exige un entrenamiento más complejo y un instrumental
específico, además de la aparición de la ERCP, no ha tenido una difusión
paralela a la colelaparatomía, motivo por el cual el tratamiento quirúrgico
convencional mantiene una destacada importancia a pesar de la amplia
proporción de cirujanos que han adoptado el tratamiento laparoscópico para la
mayoría de los pacientes.
La litiasis de la vía biliar principal (LVBP) generalmente es consecuencia de la
migración de la litiasis vesicular y es diagnosticada en el curso de una
2137
Cirugía | Parte VIII
Presentación clínica
La presentación clínica puede ser variable. La mayor parte de los pacientes
refieren antecedentes de litiasis vesicular con episodios dolorosos en epigastrio
e hipocondrio derecho, de distinta magnitud y duración, debido a cólicos
vesiculares o a colecistitis aguda, crónica reagudizada, hidrocolecisto o
piocolecisto. En ocasiones pueden existir antecedentes de pancreatitis aguda.
La presencia de cálculos en la vía biliar principal se manifiesta, generalmente,
por cuadros clínicos dolorosos como consecuencia de la hipertensión
canalicular ocasionada por la obstrucción al drenaje de bilis al duodeno, con
dolor intenso, generalmente constante, localizado en epigastrio e hipocondrio
derecho, acompañado de náuseas y vómitos.
Existe también la llamada litiasis coledociana insospechada, que se descubre
en el curso de una colecistectomía sin haber tenido manifestaciones clínicas
previas, en un 2-4 %. La obstrucción coledociana conduce a la colestasis: orinas
oscuras (coluria), ictericia y luego hipocolia o acolia con prurito. Cuando se
acompaña de infección, favorecida por la estasis biliar, aparece la colangitis,
con fiebre y empeoramiento del estado general (triada de Charcot: dolor-
ictericia-fiebre). Este hecho, no tratado adecuadamente, puede conducir a
insuficiencia hepática severa, fallo orgánico múltiple, principalmente renal,
pulmonar, cardiovascular, gastrointestinal (hemorragia, íleo), coagulación,
encefálico, principalmente, y además, a abscesos hepáticos, shock séptico y
muerte.
Un diagnóstico diferencial frecuente, que forma parte de todos aquellos que
se acompañan de colestasis intra y extrahepática, es el síndrome de Mirizzi, el
cual por compresión extrínseca del bacinete calculoso y flogósico sobre la VBP
ocasiona un síndrome coledociano (clínico, bioquímico e imagenológico). En
ocasiones la compresión crónica puede conducir a la fistulización entre estas
dos estructuras.
2138
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
Los procedimientos diagnósticos preoperatorios, además de los clínicos, son
bioquímicos, con incremento de la fosfatasa alcalina y la gamma
glutamiltranspeptidasa, de la bilirrubina a predominio de la directa. Si existe un
componente colangítico, aparece la neutrofilia con leucocitosis, el aumento de
la eritrosedimentación y la repercusión parenquimatosa que se manifiesta por
la elevación de las transaminasas glutámico pirúvica (ALAL) y oxalacética
(ASAT). Éstas, en ocasiones, pueden plantear el diagnóstico diferencial con
procesos parenquimatosos virales. Por su parte la ictericia prolongada ocasiona
falta de absorción de la vitamina K con déficit de producción de protrombina,
con la lógica repercusión sobre la coagulación.
Las imágenes otorgan elementos importantes. La ecografía percutánea, con
la objetivación de la litiasis vesicular, la dilatación de la VBP, con un calibre
mayor a 6 mm e imágenes de litos en su interior, es el procedimiento más
rápido, efectivo y económico. La CRE, la ecoendoscopía, y la colangiografía por
resonancia magnética (CRMN) (Figura 1) otorgan una sensibilidad y
especificidad variable; este último estudio, por ser no invasivo y con una
sensibilidad cercana al 100 %, está ganando un espacio preponderante, a pesar
del mayor costo. En el período intraoperatorio, la visualización de la vía biliar,
previa exposición quirúrgica, permite determinar la presencia de dilatación
(Figura 2), generalizada o menos frecuentemente, subtotal (Figura 3). La CIO
intraoperatoria es la herramienta fundamental, y aquí la palpación del
hepatocolédoco, especialmente su porción terminal y retropancreática, otorga
ventajas adicionales muy valiosas, aunque para ello ha sido necesario realizar la
movilización duodenopancreática (Kocher) con el objeto de acceder con los
dedos a esas estructuras.
Figura 1 Figura 2
2139
Cirugía | Parte VIII
Figura 3
2140
Cirugía | Parte VIII
Figura 5
2141
Cirugía | Parte VIII
Colangiografía intraoperatoria
La CIO establece una sensibilidad de un 95 % con una viabilidad superior al
90 % cuando se realiza por vía transcística. Para ello es necesario asegurarse de
que no existan litos en el mismo, que al canularlo sean empujados a la vía
biliar. También es importante la técnica adecuada que permita una
visualización de todo el árbol biliar, para lo cual se debe recurrir a la
compresión de la vía biliar distal o posición de Trendelemburg para observar
imágenes lacunares móviles o imagen de falta de relleno en VBP terminal. La
introducción de burbujas, que suelen movilizarse proximalmente, puede
otorgar un falso positivo en el 1-2 %. Es, pues, fundamental poder establecer el
calibre del cístico, la localización y angulación de su desembocadura y el
número, tamaño y ubicación de los cálculos para determinar la estrategia más
adecuada a seguir: vía transcíscica o coledocotomía. La fluoroscopía es muy útil
también para optimizar los resultados.
Asimismo, en casos excepcionales se puede recurrir a la
colecistocolangiografía, inyectando el material de contraste a través de la
vesícula para obtener opacificación de la VBP; esto podría estar indicado
cuando existe una gran infiltración del pedículo vesicular o cuando se sospecha
una fístula colecistohepática o colecistocoledociana. Los inconvenientes son:
una deficiente opacificación de la vía biliar por bloqueo cístico o un insuficiente
2142
Cirugía | Parte VIII
2143
Cirugía | Parte VIII
Figura 7
Figura 7 bis
2144
Cirugía | Parte VIII
más fina debe ser tratada con mucha delicadeza y disponer del instrumental
adecuado para evitar una lesión.
La abertura del colédoco se tratará de ubicar en la porción supraduodenal de
la VBP, a unos 15-25 mm de su extremo distal visible, si es posible; cercanos al
duodeno se encuentran pequeños vasos que provocarán un molesto
sangramiento. Si se trata de un conducto dilatado no tiene mayor importancia
la orientación de la abertura aunque, en general, preferimos realizarla
longitudinalmente, en una extensión que dependerá del tamaño de los
cálculos, pero suele ser suficiente 15-20 mm, para evitar el desgarro de la
abertura y asegurar con suturas finas atraumáticas los dos extremos y dos
bordes para una mejor introducción del instrumental. Si se va a realizar la
apertura transversal, siempre debe ser inferior a la mitad de la circunferencia
de la VBP y si es posible se deben respetar las dos arterias laterales. Para la
extracción de los cálculos en ocasiones es de utilidad disponer de la otra mano
para acompañar y dirigir el instrumento o provocar la movilización y salida de
los cálculos, que pueden exteriorizarse espontáneamente (Figura 8).
Figura 8
2145
Cirugía | Parte VIII
extraído puedan fácilmente unirse las dos ramas sin agrandar el orificio. La
utilización de un coledoscoscopio es una eventualidad dada por su
disponibilidad y manejo. Si se ha efectuado una sutura primaria, también
puede dejarse un drenaje interno por medio de una endoprótesis de plástico,
multiperforada (calibre 7) (Figura 9) colocada con un mandril metálico llegando
al duodeno, que luego se extrae a través de la coledocotomía. La misma se
recupera a las 3-4 semanas por vía endoscópica.
Figura 9
2146
Cirugía | Parte VIII
Figura 10 Figura 11
2147
Cirugía | Parte VIII
Figura 14
2148
Cirugía | Parte VIII
2149
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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2150
Cirugía | Parte VIII
LESIONES QUIRÚRGICAS
DE VÍAS BILIARES
JORGE R. DEFELITTO
Introducción
La gran difusión de la cirugía videolaparoscópica (CVL), con su necesario
período de aprendizaje y sus indicaciones ampliadas a procesos agudos o más
difíciles, ha aumentado la incidencia de complicaciones intra y postoperatorias
de la colecistectomía y la mortalidad (CVL: 0,3-0,6 %, abierta: 0,1-0,3 %), con
incremento de demandas judiciales.
Se reconoce menos del 25 % de las injurias durante la CVL y 20 % son
desconocidas aún después de la conversión, por lo tanto, todo hallazgo de
anatomía anormal debe ser aclarado antes de dividir cualquier estructura
ductal durante la CVL.
Las maniobras endoscópicas por CPRE también pueden producir estas
lesiones.
2151
Cirugía | Parte VIII
Estas lesiones pueden llevar a la muerte del paciente en forma rápida si hay
asociada sepsis o injuria vascular del hígado o más tardía por cirrosis biliar e
hipertensión portal, producida generalmente por cirugías iterativas de
reparación, que en ocasiones llegan al trasplante hepático como última
solución.
Clasificación
La de H. Bismuth, en 1982, basada en el tamaño residual del hepático es de
la era pre-laparoscópica y fue descripta para estenosis de la vía biliar principal y
no para lesiones. Además, no incluye lesiones del cístico o de segmentos del
conducto biliar.
Prof. Dr. HENRY BISMUTH Prof. Dr. STEVEN STRASBERG
2152
Cirugía | Parte VIII
E 3. Lesión en la Cirugía
bifurcación (Bismuth
III)
E 5. Estenosis Cirugía
completa VBP +
sección conducto
aberrante
2153
Cirugía | Parte VIII
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IV b
Ramos Portales
Ramos Suprahepáticos
2158
Cirugía | Parte VIII
2159
Cirugía | Parte VIII
Esta paciente de 58 años sufrió una lesión quirúrgica de vía biliar; presentaba
cuadros de dolor, vómitos y colangitis a repetición, y varios tratamientos
endoscópicos de extracción de litiasis, pero fracasos en intentos de colocar
endoprótesis para la estenosis del hepático.
Ya mostraba en marzo de 2012 dilataciones del conducto hepático izquierdo
y prosiguió con tratamiento médico hasta julio de 2012, momento en que ya se
muestra la aparición de abscesos hepáticos en segmento lateral izquierdo.
El retardo en la solución de la injuria biliar post-colecistectomía, obligó a que
el 27 de julio de 2012 realizáramos una resección hepática de Segmento II y III
y anastomosis hepático-yeyunal, luego de resecar estenosis del hepático
común.
Otro caso son los bilomas. Este paciente de 70 años, a quien le realizaron
una colecistectomía videolaparoscópica, con complicaciones postoperatorias,
después de varios años se presenta con dolor abdominal, fiebre y absceso de
pared abdominal. Se solicita TAC de abdomen y se detecta una bolsa que parte
del lecho hepático y llega a la pared abdominal (las flechas en las imágenes
marcan el biloma).
2160
Cirugía | Parte VIII
2161
Cirugía | Parte VIII
La TAC de control muestra la reducción del biloma, señalado por las flechas,
que permitió curar al paciente sin cirugía.
2162
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
2164
Cirugía | Parte VIII
Coleperitoneo por falla en clip del cístico (flecha amarilla) a la semana de la colecistectomía VL.
Drenaje de la cavidad peritoneal y ATB. Colangioresonancia vía biliar sin lesión.
Se soluciona con un stent (flecha blanca), durante 2 meses
2165
Cirugía | Parte VIII
Rev. Argent. Cirug, 46: 18-22, 1984 – World. J. Surg. 23, 983-984, 1999.
2166
Cirugía | Parte VIII
Hemorragia-Conversión-Más lesión
RESECCIÓN DE CONVERGENCIA
Anastomosis separada
Hepático derecho e izquierdo
Control con HIDA, se observa los dos conductos anastomosados al asa yeyunal
2167
Cirugía | Parte VIII
6-11-1991
Colangio -yeyuno
anastomosis
2168
Cirugía | Parte VIII
CONTROL POSTOPERATORIO
H.D.
H.I.
Anastomosis
Asa sub-
cutánea
Dren
2169
Cirugía | Parte VIII
Dren Calibración
percutáneo anastomosis
Dilatación Cateter
anastomosis Transanast.
En conclusión
Qué debemos saber:
Riesgo en colecistitis aguda (anatomía distorsionada, adherencias
densas y sangrantes, VBP estrechamente adherida a vesícula,
conducto cístico acortado).
Riesgo de Síndrome de Mirizzi.
HYA altas: mejor irrigación y anastomosis amplia (3-4 cm). Menor
estenosis.
Resecar segmentos hepáticos.
Esta cirugía debe realizarse en centros y con equipos quirúrgicos
entrenados, con experiencia y número importante de casos.
Qué debemos hacer (M. B. E.):
Diagnóstico correcto de lesión con imágenes.
En bilirragias: drenaje percutáneo-laparoscópico-CPRE.
2170
Cirugía | Parte VIII
I- INTRAOPERATORIO
CIRUGÍA ABIERTA CIRUGÍA VIDEOLAP
Curación Estenosis
2171
Cirugía | Parte VIII
II- POSTOPERATORIO
COLECCIÓN PERITONITIS BILIAR ESTENOSIS FISTULA EXTERNA
2172
Cirugía | Parte VIII
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2173
Cirugía | Parte VIII
2174
Cirugía | Parte VIII
Figura 1. ColangioRMN de lesión quirúrgica de vía biliar en colecistectomía abierta (a) y laparoscópica
(b). Puede evidenciarse la ubicación más alta en el árbol biliar en el segundo caso
Manejo y tratamiento
Un manejo inicial inadecuado de las LQVB puede llevar a severas
complicaciones, como coleperitoneo con evolución a sepsis y falla
multiorgánica en estadios tempranos, o CBS que requiera de un trasplante
hepático como único tratamiento en estadios tardíos.
2175
Cirugía | Parte VIII
2176
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico intraoperatorio
2177
Cirugía | Parte VIII
2178
Cirugía | Parte VIII
Figura 4. Atrofia lobar secundaria a lesión quirúrgica de vía biliar (lóbulo hepático derecho atrofiado
marcado con asterisco)
2179
Cirugía | Parte VIII
2180
Cirugía | Parte VIII
2181
Cirugía | Parte VIII
Figura 5. Paciente en lista para trasplante hepático por cirrosis biliar secundaria a lesión quirúrgica de
vía biliar. Puede observarse la lesión concomitante de la arteria hepática y los tratamientos
percutáneos y endoscópicos previos
Conclusiones
Las lesiones biliares producidas durante la CL son más severas y complejas.
Representan una entidad difícil de tratar y de diagnosticar. Intervenciones
llevadas a cabo por cirujanos inexpertos, y retraso en la referencia a centros de
atención especializados pueden resultar en complicaciones tardías, y algunas
veces terminar en un trasplante como única opción de tratamiento.
2182
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía recomendada
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2183
Cirugía | Parte VIII
VIDEOLAPAROSCOPIA
JORGE MORONI, JUAN PABLO HAURIE
Y EZEQUIEL BIANCHIN
2184
Cirugía | Parte VIII
2185
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Equipos e instrumentos
Siendo la cirugía laparoscópica un procedimiento totalmente dependiente de
aparatos e instrumentos especiales que incluso cambian permanentemente
por los adelantos tecnológicos, siempre una descripción de éstos será
incompleta por el avance permanente de aquellos. De todas formas
describiremos los equipos básicos indispensables:
2188
Cirugía | Parte VIII
2189
Cirugía | Parte VIII
Figura 2
2190
Cirugía | Parte VIII
Figura 3
Figura 4
2191
Cirugía | Parte VIII
Figura 5
Instrumentos
La evolución de los instrumentos de uso en cirugía laparoscópica ha sido
extraordinaria, pese a lo cual existen algunos que se puede considerar básicos,
porque su uso es múltiple y habitual. Esos instrumentos oscilan entre un
diámetro de 2 a 12 mm y ellos son:
a) Aguja de Veress. De uso habitual para acceder inicialmente a la cavidad
abdominal y realizar la inyección de CO2 y obtener el neumoperitoneo
indispensable a la cirugía laparoscópica. Consiste en una aguja de diámetro ±
1,5 mm con un extremo externo filoso y una cánula interior que protege los
tejidos y órganos intraabdominales al retraerse luego de que la punción con la
aguja no recibe resistencia por haber atravesado la pared abdominal.
La punción con aguja de Veress es la forma más habitual de realizar el
neumoperitoneo pero es un procedimiento a ciegas y encierra el riesgo de
lesionar algunos vasos de la pared abdominal o alguna víscera adherida al
peritoneo parietal anterior.
En estas condiciones muchos cirujanos prefieren acceder a la cavidad
peritoneal por una pequeña incisión casi siempre periumbilical, introduciendo
por esa vía y bajo visión directa un trócar romo, llamada de Hasson (Figura 6).
Trócares de diámetro variable entre 5 y 12 mm permiten la introducción de
cánulas con sistema valvular que dan acceso a los instrumentos quirúrgicos
(hook, graspers, tijeras, aplicadora de clips, etc.) sin pérdida de gas.
Los trócares son descartables o reusables, disponen de su extremo filoso que
permite su introducción a través de la pared abdominal; pueden disponer de
un sistema a resorte que protege el extremo filoso cuando en su introducción
desaparece la resistencia de la musculatura abdominal y evita así la lesión de
las vísceras abdominales.
Poseen distintos sistemas valvulares a fin de evitar la pérdida del
neumoperitoneo (Figura 6).
2192
Cirugía | Parte VIII
Figura 6
Figura 8 Figura 7
2193
Cirugía | Parte VIII
2194
Cirugía | Parte VIII
Colecistectomía video-laparoscópica
Indicaciones: inicialmente la indicación de CVL se limitó al tratamiento de la
litiasis vesicular no complicada. Hoy podemos decir que es el tratamiento de
elección de la litiasis vesicular y de sus complicaciones, a saber: a) colecistitis
aguda; b) fístulas biliares internas; c) litiasis coledociana; d) colecistitis crónica;
e) pancreatitis aguda biliar.
2195
Cirugía | Parte VIII
2196
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Resumiendo, las contraindicaciones de la CVL son cada vez menos y aun ellas
deben ser evaluadas para cada caso particular, en razón de que los pacientes
de alto riesgo son los que más se benefician por la casi desaparición de
complicaciones postoperatorias.
La indicación de CVL requiere de diagnóstico preoperatorio certero de las
lesiones vesiculares y sus posibles complicaciones (neoplasia vesicular y litiasis
coledociana) que pueden contraindicarla o modificar la conducta como es el
caso de litiasis coledociana. Esas precisiones las provee una ecografía de
calidad, que dirá de masas vesiculares sospechosas, dirá del diámetro del
colédoco y aun de cálculos en el mismo.
Complicaciones de la CVL
La lesión quirúrgica de la vía biliar es sin duda la complicación principal y más
grave de la CVL. Será considerada en otro capítulo de esta obra.
Una complicación también muy grave durante la CVL es la hemorragia por
lesión de vasos como la arteria cística y la rama derecha de la arteria hepática,
que pueden ser de difícil resolución laparoscópica para cirujanos no
suficientemente entrenados, constituyendo frecuentemente la condición que
lleva a la lesión de la vía biliar durante las maniobras destinadas a la
hemostasia (clipado o electrocoagulación masiva de tejidos no
individualizados).
Cuando se produce una hemorragia arterial importante del pedículo
hepático, es necesario proceder a una maniobra sincronizada del cirujano y
ayudante aspirando activamente hasta reconocer el vaso sangrante que debe
ser entonces pinzado cuidadosamente con pinza de Maryland. Obtenida de
esta manera la hemostasia temporaria, el cirujano debe decidir el paso
siguiente para la hemostasia definitiva, desde la colocación de un clip hasta la
decisión de convertir la operación según el vaso, la magnitud de la hemorragia
y la seguridad de la hemostasia obtenida.
Las lesiones de vasos mayores como vena porta, vena cava y aorta son
excepcionales y obedecen a maniobras quirúrgicas totalmente reñidas con la
técnica quirúrgica.
Durante las maniobras de la CVL se pueden producir efracciones de la pared
vesicular con pérdida de bilis o cálculos a la cavidad peritoneal. El derrame de
bilis no tiene gran trascendencia desde que puede ser aspirado e incluso lavado
y aspirado. En cambio, el vuelco de cálculos, de no ser reconocidos puede
generar complicaciones alejadas, en la forma de abscesos que requieren
reoperación para su tratamiento. Por ello, los cálculos derramados deben ser
2198
Cirugía | Parte VIII
Técnica de la CVL
Anestesia: general con relajación muscular y ventilación asistida.
Sonda gástrica: para aspirado de dicha cavidad.
Sonda vesical: ocasionalmente.
Posición del paciente: este es un detalle importante para poder realizar
eficaz y cómodamente el procedimiento y varía según la técnica
utilizada.
Técnica americana, en ésta el paciente se encuentra en decúbito
dorsal en posición semisentada y leve lateralidad hacia la izquierda
(Figura 9).
Técnica francesa, el paciente se coloca en decúbito dorsal,
semisentado, con las piernas abiertas sobre estribos con el cirujano
entre ellas.
Técnica americana
(A continuación se enumerarán pasos sucesivos para llevarla a cabo)
Ubicación del equipo quirúrgico: el cirujano se encuentra en el lado
izquierdo del paciente, el ayudante en el lado derecho, el camarógrafo
a la izquierda del cirujano y la instrumentadora a la derecha del
ayudante (Figura 10).
2199
Cirugía | Parte VIII
Figura 10 Figura 11
Figura 12
Figura 13
2200
Cirugía | Parte VIII
Figura 14
Figura 15
2201
Cirugía | Parte VIII
Figura 16
2202
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Figura 17
Figura 18
Figura 19
Figura 20
2203
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Figura 21
Figura 22
Figura 23
Figura 24
2204
Cirugía | Parte VIII
Figura 25
Figura 26
Figura 27
2205
Cirugía | Parte VIII
La adhesión a nivel del lecho hepático puede ser muy intensa y firme, en los
casos de colecistitis crónica, hasta llegar a su máxima expresión en la vesícula
escleroatrófica.
Figura 28
Figura 29
Figura 30
Figura 31
2206
Cirugía | Parte VIII
Figura 32
Esterilización-desinfección
El tema de esterilización y desinfección del instrumental y de los equipos de
laparoscopia es confuso y controversial. Esterilización es la completa
eliminación o destrucción de todas las formas de vida de los microorganismos.
Desinfección es un medio de eliminación de muchos o todos los organismos
patógenos excepto las esporas bacterianas. El nivel de desinfección es
determinado por la concentración del germicida, el tiempo de exposición y la
cantidad y tipo de microorganismos presentes. Para lograr una desinfección de
alto nivel, que correspondería a la eliminación de todos los microorganismos
con la excepción de gran número de esporas, se utiliza comúnmente
glutaraldehído al 2 % recomendando un mínimo de exposición de 20 minutos.
El instrumental metálico se puede esterilizar por calor húmedo (autoclave),
calor seco o un medio gaseoso.
Las cámaras laparoscópicas pueden ser dañadas por el uso de calor para su
esterilización como así por la exposición repetida a químicos germicidas para su
desinfección. Por lo tanto, en general, las cámaras y sus conexiones eléctricas
se aíslan con el uso de una barrera consistente en una manga de plástico estéril
que las recubre para evitar la contaminación del campo operatorio. La
esterilización por gas como es el óxido de etileno es ideal para evitar el daño de
la óptica, pero se hace poco práctico debido al tiempo para completar su
proceso (12 a 24 horas). La mayoría del instrumental laparoscópico puede ser
2207
Cirugía | Parte VIII
2208
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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2209
Cirugía | Parte VIII
CIRUGÍA BILIAR
LAPAROSCÓPICA AVANZADA
JUAN PEKOLJ
2210
Cirugía | Parte VIII
abierta de la vía biliar. Aquí, como en los pasos anteriores, el sentido común del
cirujano le hará saber las ventajas y posibilidades de resolver el caso por vía
laparoscópica, o la necesidad de una conversión.
¿?
Reoperaciones
Colecistectomía
Colecistectomía laparoscópica + Colangio.I.O.
Colangio.I.O.
2211
Cirugía | Parte VIII
Un cálculo + +
Cálculos múltiples + +
Diámetro del cálculo < 6 mm + +
Diámetro del cálculo > 6 mm - +
Cálculos intrahepáticos - +
Diámetro del cístico < 4 mm - +
Diámetro del cístico > 4 mm + +
Entrada lateral del cístico + +
Entrada posterior del cístico - +
Entrada distal del cístico - +
J. B. Petelin
Tabla 1. Factores de los cálculos y del conducto cístico que condicionan la
selección de la técnica laparoscópica a emplear según Petelin
Inflamación moderada + +
Inflamación marcada + -
J. B. Petelin
2212
Cirugía | Parte VIII
Figura 4. Paciente con litiasis obstructiva luego de realizar extracción con canastilla. En la
colangiografía intraoperatoria de control se observa buen pasaje por la papila
2213
Cirugía | Parte VIII
Figura 5. Paciente con pancreatitis aguda biliar. Se realizó extracción de la litiasis coledociana
con canastilla. La colangiografia de control muestra la existencia de un canal común
biliopancreático, característico de los pacientes con pancreatitis biliar
2215
Cirugía | Parte VIII
Una vía biliar fina e inflamación importante de la pared de la vía biliar por
colangitis aguda serían las dos situaciones en donde es preferible no abrir la vía
biliar y resolver la patología por vía endoscópica.
Conclusiones
Podemos concluir que el abordaje laparoscópico para el tratamiento de la
litiasis coledociana es posible con elevados índices de éxito.
Una vez superado el periodo de aprendizaje, la vía trancística representa una
técnica de alta efectividad y aplicabilidad con baja morbimortalidad, para el
tratamiento de la litiasis coledociana.
La coledocotomía se presenta como una opción excelente en los casos en
donde no es aconsejable o fracasó la vía trancística.
2216
Cirugía | Parte VIII
8283 Cole.Lap.
752 7 93 13
abordaje ABD coledocotomía cirugía
transcístico laparoscópica abierta
3
689 (91,6%) 63 7 131 (96.3 %) 5
éxito fracasos éxito éxito fracasos 29
1
PE
12 3 5 43 3,4 %
ABD PE
2217
Cirugía | Parte VIII
Indicaciones
• Resolución de patología benigna
Litiasis coledociana (asociada, residual o recidivada)
Estenosis biliar o papilar
Síndrome de Mirizzi Tipo II
• Recostrucción de tránsito biliar luego de
resección de vía biliar
Trasplante hepático
Quistes de colédoco
Resección de tumores de vía biliar
• Paliación de patología neoplásica maligna
Tipos de anastomosis
Nos focalizaremos en el desarrollo de dos técnicas: la coledocoduodeno
anastomosis y la hepáticoyeyuno anastomosis en Y de Roux. Con el
conocimiento técnico de estos dos procedimientos, el cirujano estará en
condiciones de resolver la patología más frecuente en su práctica diaria. Ambas
técnicas pueden ser realizadas por vía laparoscópica. En la Tabla 4 se describen
las principales características de las dos anastomosis más empleadas.
2218
Cirugía | Parte VIII
Tabla 4. Ventajas y desventajas principales de las anastomosis bilio digestivas más empleadas
2219
Cirugía | Parte VIII
Figura 11. Colangiografía por resonancia Figura 12. Estenosis de colédoco duodeno
magnética que muestra panlitiasis anastomosis realizada por vía abierta. Fue
recidivada. Fue resuelta con una HYA en Y de resuelta con una HYA en Y de Roux por vía
Roux por vía laparoscópica laparoscópica
Figura 15. Confección extracorpórea del Figura 16. HYA en Y de Roux finalizada por
asa en Y de Roux (caso de Figura 11) vía laparoscópica (caso de Figura 11)
2220
Cirugía | Parte VIII
C
B B
A
A
Figura 17. Imagen intraoperatoria que Figura 18. Colangiografía por punción
muestra la colangiografia por punción directa de la vía biliar. Se diagnosticó
directa de la vía biliar. Se diagnosticó Síndrome de Mirizzi Tipo II (caso
Síndrome de Mirizzi Tipo II y fue resuelto con correspondiente a la Figura 17). A: colédoco,
una HYA en Y de Roux por vía laparoscópica B: Hepático izquierdo, C: litiasis coledociana
2221
Cirugía | Parte VIII
Técnica
Colocamos los trocares como para realizar una colecistectomía
laparoscópica. Abordamos el pedículo hepático disecando la unión cístico
vesicular, cauterizamos la arteria cística y realizamos la colangiografía
transcística. Se disecan a continuación los bordes laterales de la vía biliar, se
identifica y moviliza el cuello superior del quiste el cual es seccionado, teniendo
precaución de no lesionar la rama derecha de la arteria hepática que puede
transcurrir en posición anterior o posterior al cuello del quiste. A continuación
se libera el quiste de la cara anterior de la vena porta. Completado este paso
sólo queda seccionar el cuello inferior del quiste en posición extrapancreática.
Para tener mejor acceso a dicha área, resulta de utilidad el clipado y sección de
las arterias pilóricas y gastroduodenal. Se realiza ligadura o sutura del cabo
distal de la vía biliar para evitar fístula pancreática condicionada por la unión
anómala descrita.
La reconstrucción biliar se realiza mediante una hepático yeyuno
anastomosis en Y de Roux. Se posiciona en asa en forma precólica, y se
confecciona la anastomosis con sutura intracorpórea continua si la vía biliar
está dilatada, o puntos separados si es fina. Siempre dejamos ofrecido un
drenaje abdominal en la zona operatoria.
2222
Cirugía | Parte VIII
2223
Cirugía | Parte VIII
2224
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico intraoperatorio
Sutura con o sin Anastomosis Drenaje biliar externo Resección de vía biliar + Hepático
drenaje biliar (#) sobre tubo de + drenaje Subfrénico (#) yeyuno anastomosis en Y de
Kehr (#) Roux
Figura 26. Imagen de sección extendida de Figura 27. Reparación laparoscópica con
colédoco sin injuria térmica asociada puntos separados intracorpóreos 5/0
2225
Cirugía | Parte VIII
Figura 28. Colocación de tubo de Kehr y Figura 29. Colangiografía de control transKehr
finalización de la sutura de la sección parcial que muestra reparación técnicamente
satisfactoria
2226
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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2227
Cirugía | Parte VIII
ENDOSCOPIA
BILIOPANCREÁTICA
PEDRO O. BELLONI Y RODRIGO A. BELLONI
Introducción
La endoscopia de la vía biliar y del páncreas, denominada
colangiopancreatografía retrógrada, es una técnica endoscópica que utiliza un
endoscopio de visión lateral, en la que, asistida por la radiología, se logra
visualizar, además del duodeno descendente y la papila, las vías biliares y el
conducto pancreático, los cuales se plenifican con sustancia de contraste
observándoselos bajo radiología.
Es de las técnicas endoscópicas la más compleja ya que su curva de su
aprendizaje es la más prolongada y se requiere un buen entrenamiento para
lograr porcentajes aceptables (90-95 %) de canulación. Asimismo, dada su
complejidad en la realización, es la que más probabilidades de complicaciones
podemos encontrar.
Canulación de papila
2228
Cirugía | Parte VIII
Indicaciones
La notoriedad de la colangiopancreatografia retrógrada endoscópica (CPRE)
se mantendrá en tanto y en cuanto se comience con una correcta indicación.
Las recomendaciones realizadas por estamentos de consenso
internacionales[1] para la realización de la CPRE son las siguientes:
1. Coledocolitiasis: el diagnóstico de esta patología, más allá de las
manifestaciones clínicas, se certifica mediante técnicas no invasivas, como lo
son la ecografía, la tomografía computada (TAC) y la colangiorresonancia
magnética nuclear (CRMN). Existen métodos invasivos para este diagnóstico
como lo son la CPRE y la ecoendoscopia, que solo serán utilizados ante
eventuales fracasos de los métodos no invasivos.
La indicación de la CPRE en esta patología está indicada como método
terapéutico, es decir la extracción de la litiasis coledociana, con papilotomía
incluida, ya sea como indicación previa a una colecistectomía laparascópica por
litiasis vesicular o bien como indicación en una litiasis residual del colédoco.
Clínicamente, la litiasis coledociana puede presentarse con un cuadro de
colangitis aguda o bien como desencadenante de una pancreatitis aguda, la
CPRE con esfinteropapilotomía es indicación de primera línea en esta situación
clínica.
En resumen, el lugar que ocupa la CPRE en esta patología es
fundamentalmente terapéutico, la indicación diagnóstica es solo ante los
fracasos de los métodos no invasivos.
2229
Cirugía | Parte VIII
Extracción de litiasis
Estenosis benigna
2230
Cirugía | Parte VIII
Estenosis maligna
Tumor de papila
2231
Cirugía | Parte VIII
Complicaciones
Las complicaciones de la colangiopancreatografia retrógrada las podemos
dividir en a) generales, que son comunes a todos los procedimientos
endoscópicos y b) específicas, que son las complicaciones relacionadas con la
instrumentación biliopancreática.
2232
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
2234
Cirugía | Parte VIII
2235
Cirugía | Parte VIII
2236
Cirugía | Parte VIII
Resumen y conclusiones
La CPRE ocupa un lugar importante en el tratamiento de las afecciones
biliopancreáticas, habiendo quedado relegada como método diagnóstico por
otras metodologías menos invasivas.
Dado que es una técnica compleja para su realización es importante que el
equipo se encuentre entrenado en forma adecuada, y que el material
endoscópico y las accesorias que se utilicen estén en óptimas condiciones.
La valoración clínica del enfermo antes de su realización es esencial, para
que la indicación sea precisa y disminuir así el riesgo de complicaciones. El
2237
Cirugía | Parte VIII
2238
Cirugía | Parte VIII
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2239
Cirugía | Parte VIII
PRÓTESIS BILIARES
FERNANDO BALDONI, AUGUSTO VILLAVERDE
Y NÉSTOR A. CHOPITA
Introducción
A partir de la papilotomía endoscópica realizada en forma simultánea en el
año 1974 por M. Classen y L. Demling en Alemania, y K. Kawai en Japón,
comienza una nueva etapa en el tratamiento de la patología bilio-pancreática.
Inmediatamente se desarrolla el drenaje endoscópico biliar con un tubo de
polietileno pasado a través del canal del endoscopio reportado por N. Nagai en
1976 y D. Wurbs en 1979.
En 1979, Nib Soehendra comunica la primera experiencia en la colocación de
una prótesis plástica por vía endoscópica a través de la papila como
tratamiento paliativo de una estenosis maligna biliar.
El desarrollo tecnológico posterior en lo que respecta a prótesis, tipo de
material, tamaño, diferentes diseños y finalmente la incorporación de los stents
autoexpandibles de acero inoxidable y nitinol logró mejorar en los pacientes la
ictericia y disminuir el porcentaje de las complicaciones inmediatas y alejadas
con el tratamiento endoscópico de la patología maligna bilio-pancreática.
En ciertos tumores biliares, el drenaje se puede realizar por vía percutánea,
técnica descripta en 1952 por L. Leger y col., desarrollada y realizada en forma
rutinaria a partir de 1970. Actualmente, ciertos tumores pueden ser tratados
por dicha vía y se pueden colocar prótesis plásticas o autoexpandibles.
Las indicaciones de prótesis biliares son para pacientes con estenosis
malignas de la vía biliar en estadio avanzado o aquellos con alto riesgo
quirúrgico, y como alternativa terapéutica para las estenosis benignas
especialmente las formas posquirúrgicas de acuerdo a su evaluación previa.
Tipos de prótesis
Las prótesis para vía biliar de dividen principalmente en dos grupos: las
plásticas y metálicas autoexpandibles (SEMS). El objetivo general de cualquier
prótesis biliar es mantener la permeabilidad de la vía biliar; cada grupo
2240
Cirugía | Parte VIII
2241
Cirugía | Parte VIII
Tabla 1
2242
Cirugía | Parte VIII
Figura 5. Mirizzi
2243
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
ALTERNATIVAS
ENDOSCÓPICAS DE MANEJO
DE LAS LITIASIS BILIARES
Dilatación papilar con balón
MARTÍN YANTORNO, FERNANDO BALDONI, AUGUSTO
VILLAVERDE, FRANCISCO TUFARE Y NÉSTOR A. CHOPITA
Introducción
Tradicionalmente la esfinteropapilotomía endoscópica (EPT) ha sido la
herramienta fundamental para la instrumentación terapéutica sobre el árbol
biliar.[1, 2] Desde su introducción en 1973 para el manejo no-quirúrgico de las
litiasis biliares, produjo un cambio revolucionario en la endoscopia terapéutica
y fue ampliamente aceptada. Si bien múltiples estudios han demostrado su
beneficio, la EPT también tiene complicaciones asociadas. Entre los eventos
adversos tempranos se encuentran el sangrado, la perforación y un riesgo
menor al 1 % de mortalidad. Como complicación tardía se encuentra la pérdida
de función del esfínter de Oddi, cuya relevancia es controvertida, ya que
algunos autores indican que podría asociarse a colonización bacteriana e
inflamación crónica del árbol biliar y con ello, coledocolitiasis y
colangiocarcinoma.[1]
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Cirugía | Parte VIII
2. Indicaciones y limitaciones
La tasa global de eficacia para la extracción de litiasis de la DPEB es similar,
sin diferencia estadística, a la de la EPT (94 y 96 % respectivamente), según un
meta-análisis de 8 estudios randomizados. Sin embargo, se ha demostrado que
la efectividad durante la primera sesión endoscópica es mayor en el grupo EPT
(80 % EPT y 70 % DPEB) y el requerimiento de litotripsia mecánica es
significativamente superior en el grupo de dilatación. A su vez,
aproximadamente un 20 % de pacientes que fallan en la extracción de litiasis
luego de la dilatación, la realización de EPT de rescate contribuye a mejorar la
tasa de éxito.[15]
Dado que la técnica de dilatación papilar con balón ha reportado menores
tasas de sangrado comparado a la EPT, este procedimiento ha quedado
actualmente reservado solo para pacientes con mayor riesgo de dicha
complicación. Es por ello que en casos de pacientes portadores de
coagulopatías o aquellos que requieran anticoagulación dentro de los 3 días
pos procedimiento, la EPBD es una opción válida a la EPT para evitar el riesgo
de sangrado postpapilotomía. Otros casos en que este procedimiento puede
considerarse sobre la EPT es en pacientes cirróticos avanzados, pacientes que
se nieguen a recibir transfusiones de sangre por cuestiones religiosas o
aquellos casos con alteraciones anatómicas (como reconstrucciones tipo
Billroth II o papilas intradiverticulares profundas) donde la orientación para
realizar EPT es más dificultosa, lo cual podría asociarse a mayor riesgo de
sangrado o perforación.[1]
Una de las limitantes fundamentales de esta técnica es el tamaño de los litos
a extraer. Litiasis de gran tamaño son más difíciles de remover utilizando DPEB,
e incluso en muchos estudios, se excluyeron pacientes que tuvieran litiasis
mayores a 10 mm. La limitación de la DPEB para extraer litiasis > 10 mm es
resaltada por la mayor necesidad de litotripsia mecánica como procedimiento
asociado, con lo cual también se ha reportado mayor tiempo de estudio y
2255
Cirugía | Parte VIII
3. Complicaciones
Las complicaciones tempranas, es decir aquellas que ocurren dentro de las
24 horas del procedimiento, son pancreatitis, sangrado, infección (colangitis o
colecistitis) y perforación.[5] Un meta-análisis publicado por Baron y col. en
2004 demostró tasas de complicaciones tempranas globales similares al
comparar EPT con DPEB. La tasa de sangrado fue mayor para EPT (2 versus 0 %,
p= 0.001), mientras que la tasa de infección y perforación no arrojó diferencias
estadísticamente significativas. La tasa de pancreatitis fue mayor en el grupo de
DPEB (7.4 vs 4.3, p= 0.05). Numerosos estudios han evaluado esta última
complicación con resultados dispares, algunos con tasas similares a la EST (3-5
%) y otros con índices de pancreatitis de hasta 17 %, incluyendo casos de
pancreatitis severas con 1,7 % de mortalidad.[5] El mecanismo de pancreatitis
post-DPEB no está aclarado totalmente y parece ser multifactorial. La
compresión de la papila y del ducto pancreático puede provocar edema
peripapilar y espasmo del esfínter de Oddi como así también la canulación
biliar y la manipulación transpapilar. Este edema y espasmo puede obstruir el
flujo de secreción pancreática y eventualmente inducir edema pancreático o
pancreatitis asociada. Varios ensayos han estudiado otros factores de riesgo
asociados a la DPEB para la producción de pancreatitis post-CPRE. Entre ellos el
uso de litotripsia mecánica, un contexto de pancreatitis aguda, una vía biliar no
dilatada, la canulación dificultosa y una edad menor a 50 años, han demostrado
mayor riesgo por lo cual en este subgrupo de pacientes la elección de la
dilatación papilar para la extracción de litiasis no es recomendable.
La infección es otra complicación asociada al procedimiento. La incidencia de
colangitis y colecistitis parece ser mayor luego de EPT que de DPEB, a pesar que
en muchos estudios la diferencia no fue estadísticamente significativa. La
perforación es una complicación muy rara, pero potencialmente fatal, con una
tasa reportada del 0,4 %.
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2. Indicaciones y limitaciones
La técnica de dilatación con balones de gran diámetro (DPEBGD) fue
introducida como una alternativa para la extracción de litos grandes. Si bien la
tasa de éxito global para remover este tipo de litiasis es similar cuando se la
compara a la utilización de EPT sola (83 a 98 %), varios estudios han
demostrado mayor tasa de éxito en la primer sesión endoscópica (96 %),
menor requerimiento de litotripsia mecánica (6 versus 20 %) y por lo tanto
menor tiempo de exposición a rayos.[2]
Un factor fundamental para la utilización de esta técnica es la presencia de
una vía biliar dilatada por la presencia de una litiasis grande. Pacientes con un
diámetro del ducto biliar menor al del balón no son adecuados para este
procedimiento, como tampoco lo son aquellos con estenosis de la vía biliar
distal considerando el riesgo de perforación. Revisiones recientes, donde se
evaluó en forma retrospectiva a pacientes que sufrieron complicaciones
severas, señalan a la presencia de estenosis distales como un factor de riesgo
independiente para perforación, por lo tanto este factor debe considerarse una
contraindicación absoluta para la realización de DPEBGD. El inflado rápido así
como también la sobre insuflación en pacientes con estenosis no determinadas
también se ha asociado a perforación. Si bien las estenosis pueden ser
evidentes durante la colangiografía inicial, uno de los aspectos importantes es
la capacidad de poder evidenciar estenosis que pasan desapercibidas. El
hallazgo de marcada resistencia al inflado del balón, o la persistencia de la
cintura del mismo al alcanzar el 75 % de la presión máxima recomendada, son
factores que se han vinculado a la identificación de estenosis no visibles y con
ello, mayor riesgo de perforación.[14] En estos casos, la insuflación debe
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Cirugía | Parte VIII
3. Complicaciones
Las complicaciones reportadas asociadas a este procedimiento varían en los
diferentes estudios, siendo en algunos de ellos hasta el 15,5 %, la mayoría (10,3
%) leves y auto limitadas.
El riesgo de pancreatitis es menor al 3 % según los diferentes reportes, que
es similar al riesgo de la EPT sola, pero menor al comparado a la DPEB. Este
menor riesgo se cree que es debido a que luego de realizar EPT, la fuerza de
dilatación del balón es dirigida hacia el eje de la vía biliar y no hacia el ducto
pancreático. Algunos estudios han evaluado la relación entre el diámetro del
balón utilizado en la dilatación y el riesgo de pancreatitis, sin evidenciar
correlación entre ambos factores.[7]
El sangrado, si bien algunos estudios muestran tasas no estadísticamente
significativas comparada a la EPT, ocurre entre el 2-9 % y es una complicación
potencialmente severa, sobre todo en pacientes con estenosis o afinamiento
de la vía biliar distal. Entre otros factores de riesgo vinculados a mayor riesgo
de sangrado se encuentran: la realización de EPT de gran amplitud, edad mayor
a 60 años y la dilatación con balones mayores a 15 mm.[3, 11] Las opciones de
manejo conservador reportadas para el manejo del sangrado incluyen la
inyección de adrenalina, la colocación de prótesis autoexpandibles recubiertas
y la de reinflar el balón a nivel del orificio papilar.[2]
En cuanto a las infecciones asociadas, algunos reportes señalan a la técnica
de EPLBD con menor riesgo de colangitis, comparada a EPT con litotripsia para
remover litos grandes, con diferencia estadísticamente significativa. Al parecer
esta diferencia se debe a mayor riesgo de fragmentos de litiasis remanentes y a
injuria del ducto biliar por el alambre de las canastas de litotripsia.[8]
La perforación es la complicación más severa. Para prevenir la misma, una
correcta selección de pacientes para esta técnica debe realizarse. Aquellos
casos con vía biliar no dilatada, o estenosis en la vía biliar distal deberían
evitarse.
Los reportes con uso de balones de mayor diámetro sin EPT previa, señalan
un riesgo de sangrado del 2,4 % y una tasa de pancreatitis del 2,6 %. Esta
discordancia entre el riesgo de pancreatitis entre el uso de balones de menor
diámetro y los balones mayores a 10 mm, no está aun totalmente aclarada.
Algunos autores apoyan la teoría de que los balones de menor diámetro, al
utilizarse generalmente sobre una vía biliar no dilatada generan a su vez mayor
probabilidad de manipulación de instrumental sobre la papila (canastilla de
Dormia, litotripsia) con lo cual se produciría edema y espasmo que conduciría
posteriormente a la injuria pancreática. Si bien estas hipótesis no están
convalidadas, faltan mayores estudios con utilización de balones de gran
2260
Cirugía | Parte VIII
Conclusiones
La dilatación con balón es un método alternativo a la EPT para la extracción
de litos pequeños. Dada su asociación a pancreatitis post-CPRE, su indicación
en la actualidad queda para casos aislados, con alto riesgo de sangrado, es
decir, pacientes coagulopáticos, cirróticos o quienes deben reiniciar
tratamiento anticoagulante inmediatamente luego del procedimiento. La
técnica de dilatación con balones de gran diámetro post-EPT es una alternativa
válida y aceptada para la extracción de litos de gran diámetro. Su seguridad
depende de la correcta selección de pacientes, evitando su realización ante la
presencia de estenosis distales evidenciadas durante la colangiografía o el
inflado del balón.
En nuestra experiencia, la EPLBD es una opción de gran utilidad, si bien no
está exenta de complicaciones severas. Los casos que presentaron tales
complicaciones (sangrado y perforación), al analizarlos retrospectivamente,
fueron aquellos en los que se utilizaron balones de 18 mm o mayores,
pacientes con EPT previas (más de 3 meses previos) o en los que no se logró
evidenciar estenosis durante la colangiografía. Es por ello, que recalcamos la
vital importancia de la correcta selección de pacientes, para poder evitar
eventos adversos de una técnica de gran efectividad.
2261
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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a) b)
Foto 2. Utilidad de la colangiografía con CO2. a) Paciente con sospecha de fistula biliobronquial-
colangiografía con contraste “normal”; b) colangiografía con CO2 demostrando la fístula
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Cirugía | Parte VIII
Indicaciones:
Descompresión de una obstrucción alta no resecable por cirugía.
Descompresión de una obstrucción baja no resecable por cirugía y con
imposibilidad de drenaje endoscópico retrógrado.
Descompresión previa a la colocación de una prótesis metálica
percutánea.
Descompresión previa a la extracción de litiasis intrahepática, dilatación
de estenosis de anastomosis biliodigestivas u otras patologías benignas de
la vía biliar (colangitis esclerosante aisladas, etc.).
Tratamiento combinado percutáneo endoscópico retrógrado.
Descompresión inicial en la colangitis aguda grave (cuando sea inaccesible
el drenaje endoscópico, que es el tratamiento de elección).
Colocación en forma percutánea transhepática de iridium192 para
braquiterapia de tumores de la vía biliar o tratamiento con
fotoiluminación.
En casos seleccionados, descompresión previa al acto quirúrgico.
Empleo de esta vía para introducción de stent duodenales o sondas de
alimentación (hepatoyeyunostomía de alimentación).
2267
Cirugía | Parte VIII
a) b) c)
d) e) f)
Foto 4. Drenaje percutáneo de vía biliar. Técnica: a) punción biliar con aguja de Chiba; b) alambre
0,018”; c) colocación de introductor biliar D’Agostino (COOK); d) estenosis completa; e) pasaje de la
estenosis; f) colocación de catéter hasta duodeno
2268
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Otras complicaciones
Con menor frecuencia puede observarse laceración hepática, complicaciones
torácicas como resultado de un drenaje transpleural, y pancreatitis.
La repercusión pancreática luego de un drenaje biliar constituye un evento
ampliamente estudiado en los procedimientos endoscópicos, no así luego de
instrumentación percutánea (Foto 8).
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Cirugía | Parte VIII
Foto 8. Otras complicaciones del drenaje biliar. a) Pancreatitis aguda; b) Biloma; c) Absceso hepático
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a) b)
Foto 9. a) Colangiografia de lesión quirúrgica de vía biliar; b) mismo caso, visión lateral
a) b) c)
Foto 10. Lesión quirúrgica de vía biliar. Estudios previos al tratamiento: a) Colangio
transparietohepática; b) Colangio retrógrada endoscópica; c) Colangiorresonancia magnética
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Cirugía | Parte VIII
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a) b)
Foto 13. Litiasis en lesión de vía biliar. a) Se observan dos cálculos, uno cuyo centro es un clip de la
cirugía laparoscópica; b) Litiasis en una hepático-yeyuno anastomosis estenosada
2274
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
4. Dilatación sostenida
Como ya hemos visto, ante la estenosis de una hepaticoyeyunoanastomosis,
se indica la dilatación percutánea con balón de alta presión. Cuando ésta
fracasa, no estaría indicada una nueva dilatación y clásicamente se realiza una
nueva cirugía biliar.
En los pacientes con estenosis muy altas, con lesión asintomática de la
arteria hepática derecha (debido a que en la nueva reparación puede
lesionarse el shunt que conecta ambas hepáticas y quedar el cabo derecho de
la anastomosis sin flujo y potencialmente pasible de re-estenosis temprana) o
alto riesgo era prioritario encontrar otra posibilidad percutánea (Foto 18).
2276
Cirugía | Parte VIII
Foto 18. Arteriografía selectiva hepática. Se observa lesión de arteria hepática derecha y shunt entre
ambas hepáticas
Foto 19. Catéteres percutáneos cortados (10 cm) listos para colocarse
2277
Cirugía | Parte VIII
Foto 21. Múltiples alambres guías colocados. A través de ellos se colocarán los catéteres
Foto 22. Múltiples catéteres colocados (6). Paciente con estenosis de la vía biliar
Foto 24. Fijación de los hilos de los catéteres internos al catéter de drenaje exteriorizado
2278
Cirugía | Parte VIII
5. Extracción de litiasis
La litiasis residual de la vía biliar es la detectada luego de una operación
sobre la vesícula biliar.
La frecuencia de cálculos retenidos en el árbol biliar, objetivable durante un
estudio radiológico postoperatorio a través de la sonda en T —colangiografía
trans Kehr— es aproximadamente de un 5 %.
2279
Cirugía | Parte VIII
Normal Colangioresonancia
Litiasis
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Foto 26. Procedimiento de rendez vous percutáneo endoscópico en paciente con litiasis residual
coledociana y gran divertículo yuxtapapilar
Foto 27. Procedimiento de rendez vous percutáneo endoscópico en paciente con litiasis residual
coledociana y antecedente de gastrectomía previa. Se observa el endoscopio llegar a la papila por
tercera porción de duodeno
D) Esfinteroplastia percutánea:
El manejo de la litiasis coledociana en la era de la colecistectomía
laparoscópica ha seguido distintos caminos. El tratamiento de la litiasis de la vía
biliar principal por laparoscopia requiere de un mayor entrenamiento y de
equipos sofisticados no siempre disponibles en el ámbito quirúrgico.
Frente a estas dificultades se ampliaron las indicaciones de las técnicas
endoscópicas, con la potencial aparición de complicaciones unido al
incremento de los costos. El tratamiento percutáneo ha sido relegado a un
segundo lugar, quizás por el tiempo de espera que demanda su práctica segura,
pero conservando su vigencia. Debido a la falta de adherencias producto de la
cirugía laparoscópica, el tiempo entre la operación y el tratamiento percutáneo
ha aumentado, por otra parte se incrementó también la posibilidad de que el
trayecto del tubo de Kehr no esté consolidado.
2283
Cirugía | Parte VIII
La dilatación neumática del esfínter de Oddi con balón ha sido empleada por
vía endoscópica como método novedoso en la extracción de cálculos
pequeños, asociada a una tasa mayor de pancreatitis. En nuestro medio, el Dr.
Carlos Szulman ha presentado más de 100 casos de dilatación por vía
percutánea, sin pancreatitis.
Foto 28. Litiasis coledociana y vesicular en paciente inoperable. Se sobredilata la papila y se movilizan
los cálculos coledocianos al duodeno
6. Otras técnicas
Colangioscopia percutánea
La videoendoscopia percutánea puede realizarse a través del trayecto del
tubo de Kehr o por vía transhepática, con el propósito de remover litiasis,
tomar biopsias, canular trayectos difíciles y otras indicaciones que requieran
una visualización directa de la vía biliar (Foto 29).
2284
Cirugía | Parte VIII
Introducción
La mayoría de los pacientes que presentan tumores biliopancreáticos
fallecen entre los 6 y 12 meses siguientes al diagnóstico de la enfermedad. En
general, la muerte se relaciona con la diseminación local y los efectos de la
obstrucción biliar y la colangitis recurrente que llevan a la insuficiencia hepática
y renal.
Sin embargo, el constante avance de los métodos diagnósticos y el
perfeccionamiento de técnicas resectivas y paliativas han llevado a una mejor
sobrevida de muchos de estos pacientes.
Para un mejor análisis, estudio y posterior evaluación de algoritmos
diagnósticos y terapéuticos dividiremos la patología tumoral biliopancreática
en tumores de la vía biliar proximales y medios, de la vesícula biliar y tumores
de la región vateriana o periampular; entre los que se incluyen vía biliar distal,
páncreas, ampulares y duodenales.
2285
Cirugía | Parte VIII
Clasificación de Bismuth
Tipo I Tipo II
2286
Cirugía | Parte VIII
2287
Cirugía | Parte VIII
Paliación percutánea
Paliación endoscópica
Fracaso o
Imposibilidad
Gráfico 1. Paliación en tumores irresecables (por estudios preoperatorios concluyentes)
2288
Cirugía | Parte VIII
Foto 3. Drenaje percutáneo por recidiva tumoral luego de cirugía resectiva: a y b) estenosis de HYA
post duodenopancreatectomía; c y d) estenosis de asa yeyunal post duodenopancreatectomía
2289
Cirugía | Parte VIII
Foto 4. Drenaje percutáneo luego de cirugía paliativa: a y b) post tubo de Kehr; c) post colecisto
yeyunostomía; d y e) post coledocoduodenostomía; f) post HAY
Entrar a la vía biliar por un canalículo periférico es preferible, pues reduce las
posibilidades de complicaciones hemorrágicas, e ingresar con un buen ángulo
favorece las subsiguientes manipulaciones y recambios de drenajes (Foto 5).
2290
Cirugía | Parte VIII
a) b)
Foto 7. Drenaje bilateral en tumor de Klatskin que compromete el carrefour hepático: a) catéter
izquierdo colocado, introductor biliar intentando sortear una estenosis completa; b) drenaje
percutáneo bilateral hasta duodeno
2291
Cirugía | Parte VIII
Stents metálicos
El tratamiento de la ictericia tumoral mediante prótesis metálicas evita la
permanencia de catéteres hacia el exterior, mejorando la calidad de vida del
paciente, disminuyendo las complicaciones infecciosas y evitando el dolor que
pueden producir los drenajes.
Existen dos tipos de stents metálicos, las prótesis expandibles por balón y los
stents autoexpandibles. Estos últimos son los utilizados en la vía biliar.
Por otra parte los stents pueden ser recubiertos por una membrana elástica
(stents recubiertos) o no (stents no recubiertos).
El porcentaje de permeabilidad al año de los stents recubiertos se ubica
entre un 60 y 78 %, superando a los stent no recubiertos que presentan cifras
de permeabilidad al año entre el 41 al 63 %. La oclusión de los stents no
recubiertos es por in growth tumoral a través de la malla del stents y por
acumulación de barro biliar (que se adosa al biofilm de bacterias producido en
la malla del stent). En los stents cubiertos, la oclusión se debe a la acumulación
de barro, que se vería en un porcentaje superior a lo observado en los stents
sin membrana.
En nuestra experiencia, el 90 % de los stents colocados se realizaron en un
segundo tiempo luego del drenaje inicial. Esto se debió al mal estado general
del paciente en el momento del primer drenaje, a la presencia de un cuadro
infeccioso biliar inicial, o a la imposibilidad de contar con un stent en el
momento del primer drenaje.
2292
Cirugía | Parte VIII
En cuanto a las indicaciones del stent metálico, clásicamente han sido los
pacientes con obstrucción biliar maligna irresecable con aceptable expectativa
de vida. En nuestra opinión, la indicación es en pacientes irresecables y buen
performance status, independientemente del compromiso tumoral.
Tomografía computarizada
10 % 5 % 10 % 25 % 40 % 10 %
Cirugía Quimio radioterapia Quimioterapia Tratamiento directo
preoperatoria paliativa de sostén
2293
Cirugía | Parte VIII
2294
Cirugía | Parte VIII
2295
Cirugía | Parte VIII
Foto 13. Obstrucción de stent metálico: a) obstrucción por “barro” biliar (stent mal colocado), b)
obstrucción por crecimiento tumoral a través de la malla del stent
2296
Cirugía | Parte VIII
Estudios preoperatorios
65 % 35 %
No concluyente Concluyente
de irresecabilidad (NCI) Irresecabilidad
Resuelve icterícia
Resección oncológica
2297
Cirugía | Parte VIII
Estudios preoperatorios
Estadio 1
Laparoscopia Paliación percutánea o endoscópica
(NCI)
Resuelve ictericia
Laparotomía
Quimioterapia paliativa
Resección oncológica
2298
Cirugía | Parte VIII
Estudios preoperatorios
25 % 75 %
Paliación endoscópica
(fracaso, imposibilidad)
Paliación percutánea 80 %
Seguramente resecables Borderline
(NCI) Resuelve ictericia 5 %
Laparotomía Laparoscopia
(NCI) Quimioterapia paliativa
Localmente avanzado
Hepático-yeyunostomía Tratamiento
laparoscópico
2299
Cirugía | Parte VIII
Introducción
El cáncer de la vía biliar constituye una patología poco frecuente, debiendo
ser considerada en el diagnóstico diferencial de los pacientes con ictericia
obstructiva, colangitis, estricturas biliares en ausencia de cirugía previa y aún
ante cuadros de dolor abdominal asociado a colestasis. Las alternativas
terapéuticas ante esta enfermedad han presentado una continua evolución
desde las descripciones realizadas por Gerald Klatskin en 1965 y previamente
por Altemeheier en 1957. La resección quirúrgica ha presentado los mejores
resultados sobre cualquier esquema de tratamiento en todas las localizaciones
del árbol biliar, ofreciendo la mejor chance de sobrevida prolongada; sin
embargo, un elevado porcentaje de pacientes no son candidatos a esta
terapéutica requiriendo descompresión como medida paliativa. Este hecho es
resultado de los bajos índices de resecabilidad generados por la relación ductal
con los elementos vasculares y la tendencia infiltrativa de estas lesiones. El
desarrollo de técnicas endoscópicas y mini-invasivas amplía en la actualidad el
arsenal terapéutico aplicable a esta entidad.
En función de su localización se los clasifica en:
Tumores del tercio superior o proximal: incluyen las lesiones que
comprometen ambos conductos hepáticos, el confluente y el hepático
común; también denominado tumor de Klatskin, constituye el 49 % de
las lesiones primitivas de la vía biliar. Como diagnósticos diferenciales
podemos considerar a la colangitis esclerosante primaria, estenosis
benignas (litiásica o post-quirúrgica), el cáncer de vesícula, y síndrome
de Mirizzi.
Tumores del tercio medio: comprenden a aquellos ubicados entre el
infundíbulo vesicular y el borde superior del duodeno. La presencia de
un cáncer vesicular o un cálculo en tránsito hacia la vía biliar son otros
cuadros a considerar.
Tumores del tercio inferior o distal: corresponden a las lesiones que
asientan en el trayecto que involucra el borde superior del duodeno
2300
Cirugía | Parte VIII
2301
Cirugía | Parte VIII
Epidemiología
En nuestro medio presenta una baja incidencia ocupando el sexto lugar
entre los cánceres digestivos. La relación entre sexos es de 3:2 para el
masculino, mientras que la presentación es más frecuente entre 50 y 70 años.
Etiopatogenia
La asociación con litiasis es frecuente (mayor de 30 % en nuestra serie),
aunque no se ha demostrado mecanismo fisiopatológico que los relacione.
Otras asociaciones mórbidas lo constituyen la presencia de colitis ulcerosa,
fiebre tifoidea, fibrosis hepática, enfermedad poliquística del hígado (Tipo II),
enfermedad de Caroli, infestaciones parasitarias de la vía biliar y el quiste de
colédoco. Existen evidencias de que evolucionan a partir de lesiones de tipo
papilomatoso.
Anatomía patológica
Sus formas de presentación macroscópica incluyen:
1. Tumores de tipo velloso: se manifiestan frecuentemente a través de
cuadros obstructivos involucrando la porción biliar de la papila de Vater.
2. Lesiones nodulares: menos frecuentes, se encuentran en los tercios
proximales, generan lesiones de tipo estenótico en forma segmentaria.
2302
Cirugía | Parte VIII
Clínica
Inicialmente la presencia de un síndrome de repercusión general (astenia,
anorexia, pérdida de peso) junto a dispepsia de tipo biliar es característico, la
presencia de ictericia, coluria y posteriormente hipo/acolia le otorgan
características distintivas al cuadro. La progresión de este último se asocia
frecuentemente con colangitis y formación de abscesos hepáticos. En las
localizaciones proximales a veces precede el prurito. Gran hepatomegalia verde
de bordes romos; deben diferenciarse con hepatitis colestática, compresiones
extrahepáticas (TBC, Hodgkin) y en colecistectomizados con estenosis cicatrizal
de VBP. En los distales es característica la presencia de vesícula palpable.
Los de ampolla de Vater hacen ictericia remitentes (litiasis es intermitente), a
veces diarrea grasosa postprandial y con hemorragia oculta presentan heces
color plata.
Diagnóstico
La instalación definitiva del cuadro se manifiesta con signos de colestasis
(elevación de bilirrubina a predominio directo, FAL,
gammaglutamiltranspeptidasa y 5-nucleotidasa). La determinación de las
características tumorales es mejor evaluada mediante la TAC y la
ultrasonografía, método que permite a su vez establecer el nivel de la lesión a
través de la dilatación supra-estenótica. La TAC objetiva las características del
proceso expansivo, la relación con los pedículos, como así también la presencia
de alteraciones tróficas en el parénquima hepático (atrofia lobar). En las
lesiones del tercio inferior permite determinar las características pancreáticas,
como elemento de diagnóstico diferencial. El compromiso vascular puede ser
2303
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
El objetivo del tratamiento quirúrgico es la resección completa del tumor, con
márgenes negativos (R0) y aliviar los síntomas de la obstrucción biliar restableciendo la
continuidad bilioentérica.
2304
Cirugía | Parte VIII
AJCC Cancer Staging Manual, 7th Ed. New York, NY: Springer, 2010
2305
Cirugía | Parte VIII
0 Tis N0 M0
I T1 N0 M0
II T2 (a - b) N0 M0
III A T3 N0 M0
III B T 1-3 N1 M0
IV A T4 N0-1 M0
IV B Cualquier T N2 M0
Cualquier T Cualquier N M1
2306
Cirugía | Parte VIII
2307
Cirugía | Parte VIII
BI B II-III B II-III B IV
Resec. + + Transplante
Ext.vasc. Ext. Vasc.
Vía biliar SIV-I Hepatect. Hepático
Der.ó Izq.
Resec.VB + +
Linfaden. Hepatect. Resec.vasc. Paliativa
S I (T-izq) Der. ó Izq. Contralateral
Reconstrucción
Portal
HEPATECTOMIA
IZQUIERDA
S1
TUMOR
CONFLUENCIA
COLEDOCO
2308
Cirugía | Parte VIII
Conducto
S III
STENT
AUTOEXPANDIBLE
2309
Cirugía | Parte VIII
AJCC Cancer Staging Manual, 7th Ed. New York, NY: Springer, 2010
2310
Cirugía | Parte VIII
0 Tis N0 M0
IA T1 N0 M0
IB T2 N0 M0
II A T3 N0 M0
II B T1 N1 M0
T2 N1 M0
T3 N1 M0
III T4 Cualquier N M0
IV Cualquier T Cualquier N M1
2311
Cirugía | Parte VIII
Hiller
P-Y
G-E
H-Y
A. GASTRODUODENAL PANCREAS-WIRSUNG
V.PORTA
V. M-S
DPC
CON
CONSERVA
CIÓN
PILORO
2312
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía recomendada
Ciribe, J. Guías de diagnóstico y tratamiento de la patología neoplásica HPB. CA-IHPB, 2004.
Defelitto, J. R.; Castilla, C.; Rodríguez, J. et al. “Tumores proximales de la vía biliar”. 73° Congreso
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Gazzaniga, G. M. Le neoplasie delle vie biliaire extrahepatiche. Ed. Societe Italianne de Chirurgie,
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Gimenez, M. y Castilla C. “Procedimientos paliativos en las neoplasias biliopancreáticas”. Relato
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Neuhaus, P. et al. ”Extended resections for hiliar cholangiocarcinoma”. Ann. Sur. Vol 230 N° 6 808-
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Shirabe K, Mano Y, Taketomi A, et al.: Clinicopathological prognostic factors after hepatectomy for
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Siegel R, Ma J, Zou Z, et al.: Cancer statistics, 2014. CA Cancer J Clin 64 (1): 9-29, 2014 Jan-Feb.
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Terblanche, J. Hepatobiliary malignancy. Ed Edward Arnold, London, 1994.
Washburn, K.; Lewis, D.; Jenkins, R. “Aggresive Surgical Resection for Cholangiocarcinoma”. Arch.
Surg. Vol 130, Mar 1995.
2313
Cirugía | Parte VIII
CÁNCER DE
VESÍCULA BILIAR
JORGE R. RODRÍGUEZ
Introducción
El carcinoma vesicular no es frecuente en nuestro medio, aunque constituye
el tumor más frecuente del tracto biliar. En estadios iniciales la resección
quirúrgica presenta los mejores resultados de sobrevida prolongada, sin
embargo, como la mayoría de los pacientes son diagnosticados en etapas
avanzadas, sólo son pasibles de tratamientos paliativos. Este hecho es
resultado de los bajos índices de resecabilidad generados por la evidente
agresividad tumoral manifestada a través de la tendencia a la infiltración loco-
regional (vascular, visceral, etc.).
Epidemiología
En Argentina presenta una baja incidencia ocupando el sexto lugar entre los
cánceres digestivos. Existe evidencia de un incremento en la frecuencia ante
ciertos factores como el racial, étnico y geográfico (Bolivia, Chile y Argentina).
Se detectan en el 2 % de las colecistectomías por litiasis y es más frecuente en
áreas urbanas que en áreas rurales.
Etiopatogenia
Las neoplasias vesiculares se asocian a litiasis en un porcentaje que oscila
entre el 54 y el 90 %, y no está probado científicamente que la litiasis sea un
factor etiológico de la aparición de un cáncer de vesícula, si bien comparten la
misma epidemiología. El 75 al 98 % de los pacientes con cáncer de vesícula
biliar tienen cálculos, en general de colesterol. Este hecho no justifica
indicación de colecistectomía profiláctica en aquellos pacientes mayores a 60
años portadores de una litiasis asintomática, debido a que estadísticamente ha
sido establecido que la posibilidad de evolucionar de una colecistitis crónica a
una neoplasia vesicular es menos probable que la morbilidad que tal cirugía de
por sí presenta. La vesícula de porcelana (calcificación por inflamación
2314
Cirugía | Parte VIII
Anatomía patológica
Microscópicamente predomina la presentación casi exclusiva de
adenocarcinomas (por encima de 95 %) con diversos sub-tipos histológicos, el
resto lo constituyen carcinoides, rabdomiosarcomas (en niños) y tumores
mixtos. Sus formas macroscópicas son:
1- infiltrantes (70 %)
2- nodulares
3- papilares y
4- combinadas.
Para entender la razón de su agresividad y sus vías de propagación hay que
recordar que la pared de la vesícula biliar, en comparación con la del resto del
tubo digestivo, carece de muscularis mucosae y de submucosa y que una parte
del órgano carece de serosa (cara hepática), hecho que facilita la progresión
tumoral hacia su diseminación. La localización es: fondo (13 %), cuerpo (17 %),
cuello (13 %), difuso (57 %).
Mucosa Mucosa
No Tej. conj.
perimuscular
No Submucosa
Muscular Muscular
Tabla 1
2315
Cirugía | Parte VIII
Figura 1. Vena suprahepática media y lecho vesicular. La distancia es variable: entre 1 mm y 2,5 cm
Clínica
Las circunstancias en las cuales se determina la presencia de esta lesión se
relacionan con las distintas formas clínicas:
1.- Hallazgo: entre 1 y 2 % de las colecistectomías por litiasis vesicular
presentan cáncer insospechado, incrementándose este índice con la edad.
2.- Diagnóstico ecográfico: la posibilidad de determinar la presencia de una
lesión de tipo tumoral mediante la ultrasonografía otorga la posibilidad del
diagnóstico temprano. La presencia de una imagen de estas características
2316
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
Diagnóstico y estadificación por imágenes
1º) Ecotomografía
2º) TAC: 75-88 % diagnóstico preoperatorio +
3º) RX de tórax
4º) Colangiorresonancia con/sin fase vascular
5º) CPRE y CTPH: solamente en casos no resecables.
2317
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
Las opciones terapéuticas aplicables a esta entidad deben ser enfocadas en
función del estadio y la forma de presentación clínica. La cirugía constituye la
única de las alternativas terapéuticas que ha generado sobrevidas prolongadas
pero la indicación de ésta depende fundamentalmente del estadio tumoral.
Las formas de presentación clínica mencionadas permiten establecer las
distintas alternativas quirúrgicas:
Hallazgo: cuando el diagnóstico se realiza durante la colecistectomía
laparoscópica se requiere la conversión a cirugía convencional con el fin de
practicar la resección vesicular, resección segmentaria del hígado (lecho
vesicular o segmentectomía IV y V) y vaciamiento ganglionar del pedículo
2318
Cirugía | Parte VIII
2319
Cirugía | Parte VIII
2320
Cirugía | Parte VIII
Estadio IA T1 N0 M0
Estadio IB T2 N0 M0
2321
Cirugía | Parte VIII
Estadio IIA T3 N0 M0
Estadio III T4 Nc M0
Estadio IV Tc Nc M1
Estadio 0: Tis N0 M0 93 % 93 %
Estadio II: T2 N0 M0 55 % 28 %
Pronóstico
Su pronóstico es malo, ya que se refiere una supervivencia global al año del
11,8 % y a los 5 años del 4,1 %.
Resultados del tratamiento quirúrgico publicados entre 2006-2008 del
National Cancer Institute (16/05/2008): 9520 pacientes
1- Sobrevida global: 15,4 meses
2- Sobrevida a 5 años:
- 85 % en Estadio I
- 60 % en Estadio TIa
- 31 % en Estadio TIb
3- Sobrevida global a 1 año: 50 %
2322
Cirugía | Parte VIII
2323
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
De Vitta y col. Cancer. 7ª edición, Edit.
Donohue, J. H.; Stewart, A. K. “Menclc. The National Cancer Date Base repon on carcinoma of the
gallbladder, 1989-1995”, Cancer, 83 (12): 26182-28. 1998.
Henson, D. E.; Albores-Saavedra, J.; Corle, D. “Carcinoma of the gallbladder. Histologic types,
stage of disease, grade, and survival rates”. Cancer 1992; 70: 1493.
Linch, O. “Cáncer de la vesícula biliar”. Rev. Chilena de Cirugía. 41:21-24, 1987.
Nevin, J. E.; Moran, T. Y.; Kay, S. “Carcinoma of the gallbladder”. Cancer 387; 141-148, 1976.
Nimura, Y.; Kamiya, J.; Kondo, S. et al. “Aggressive preoperative management and extended
surgery for hilar cholangiocarcinoma: Nagoya experience”. J Hepatobiliary Pancreat Surg 2000;
7: 155.
Yang, H. L.; Sun, Y. G. “Polipoid lesions of the gallbladder diagnosis and indications for surgery”. Br
J Surg 79: 227-229, 1992.
2324
Cirugía | Parte VIII
TUMORES BENIGNOS DE
VESÍCULA Y VÍA BILIAR
JORGE CIRIBÉ
Introducción
Los tumores benignos de vesícula y vía biliar son patologías muy poco
frecuentes (0,1 % de todas las afecciones biliares y el 6 % de todas las
neoplasias biliares extrahepáticas). De etiología incierta y de diagnóstico
preoperatorio difícil, ya que pueden ser asintomáticas y evidenciarse como un
hallazgo incidental o bien compartir o simular la sintomatología de la patología
litiásica y/o neoplásica de la vesícula y vía biliar.
Vesícula
La vesícula está compuesta por cuatro capas: mucosa, lámina propia, capa
muscular irregular y tejido conectivo.
La mucosa está compuesta por un epitelio columnar, no existe submucosa ni
muscularis mucosae. Estas estructuras pueden dar origen a distintos tipos de
tumores (ver clasificación). También existen lesiones seudotumorales.
2325
Cirugía | Parte VIII
Osteoma
Tumores de células granulosas
Frecuencia
Con respecto a los tumores benignos y al cáncer de vesícula, existen
diferencias estadísticas entre la población mundial y ciertos países como Chile y
algunos países asiáticos como Corea, donde la patología de resolución
quirúrgica de mayor incidencia es la que afecta a vesícula y vías biliares.
Pólipos
La existencia de pólipos reportada en piezas de colecistectomías es de hasta
el 13,8 % en series internacionales, mientras que en Chile es del 0,6 al 3,1 %.
Sexo: la relación hombre/mujer varía de 1/1.1 (Seguel) a 1/4.9 (Torres) en
Chile a 1.15/1 (Park) en Corea.
Edad: para Seguel, la edad promedio es de 48,7 años y para Park de 48,5
años. Roa ha informado 41,7 años para los pólipos de colesterol, 55,8 años para
los metaplásicos, 53,1 años para los hiperplásicos y 49,4 años para los
adenomas.
2326
Cirugía | Parte VIII
2327
Cirugía | Parte VIII
2328
Cirugía | Parte VIII
Adenomiomatosis
Se caracteriza por cambios hiperplásicos de etiología desconocida, que
causan un sobrecrecimiento de la mucosa, un engrosamiento de la capa
muscular y una formación de senos o divertículos intramurales (senos de
Rokitansky Aschoff). A veces es difícil hacer diagnóstico diferencial con
colesterolosis.
No tiene potencial maligno y puede comprometer la vesícula en forma focal
o difusa.
ADENOMIOMATOSIS
VESICULAR DIFUSA
2329
Cirugía | Parte VIII
Tumores raros
Myofibroblastic tumor inflamatorio
Es una alteración benigna no metastatizante que consiste en una
proliferación de miofibroblastos con potencial de infiltración local, recurrencia
local y persistente crecimiento. También se conoce con el nombre de
Granuloma de células plasmáticas o Pseudotumor inflamatorio.
Dadas las características expuestas se sugiere un tratamiento quirúrgico
radical.
2330
Cirugía | Parte VIII
Metodología diagnóstica
Laboratorio: los hallazgos bioquímicos son los mismos que cualquier cuadro
de colestasis con aumento de enzimas (FAL, GamaGT, 5 Nucleot., TGO, TGP) y
bilirrubina conjugada.
Es importante hacer notar que en casos de obstrucción biliar unilateral,
puede no haber hiperbilirrubinemia.
Marcadores tumorales como el CA 19-9, pueden estar aumentados en la
colestasis y, en casos de colangitis, se agrega leucocitosis y aumento de la
eritrosedimentación.
Como se refirió anteriormente, puede haber episodios de dolor abdominal
asociados a hiperamilasemia.
Diagnóstico por imágenes: en todo caso de ictericia o hipertensión biliar
mínima como hallazgo en el laboratorio, el primer estudio solicitado a los fines
de detectar dilatación de la vía biliar, es la ecografía, la cual, además de ser un
procedimiento accesible y no invasivo, puede definir el nivel de la obstrucción,
la presencia de contenido intraluminal y la presencia o no de otros hallazgos
como litiasis biliar, masa ocupante hepática o pancreática, etc.
En las obstrucciones distales, la ecoendoscopia es de gran utilidad,
especialmente para detectar compromiso de estructuras vecinas y adenopatías
en casos de malignidad, siendo útil también para guiar punciones biópsicas.
Actualmente, siguiendo al diagnóstico ecográfico de dilatación de la vía
biliar, para tratar de hacer diagnóstico diferencial con patología maligna que
puede presentar compromiso extraluminal (vascular, ganglionar, metastático) y
para no instrumentar y eventualmente contaminar la vía biliar, el estudio de
elección es una RMI con colangio y angio RMI. Este estudio, sin ser invasivo,
puede mostrarnos la vía biliar por encima y por debajo de la obstrucción como
así también si existe compromiso vascular, ganglionar o parenquimatoso con
un 90 % de sensibilidad y un 85 a 100 % de especificidad.
Actualmente la TAC multislice con reconstrucción multiplanar también puede
dar información muy precisa.
En lo referente a estudios invasivos a los fines de obtener biopsias y/o
ofrecer un gesto terapéutico como descompresión de la vía biliar, clásicamente
se sugiere la ERCP para las obstrucciones distales y la CTPH y procedimientos
percutáneos para las obstrucciones proximales.
Actualmente, es factible realizar colangioscopías tanto a través de la ERCP,
mediante los endoscopios “Mother and Baby”, como de los endoscopios
usados por vía percutánea.
2331
Cirugía | Parte VIII
Papilomas y adenomas
Son la mayoría (dos tercios) de los tumores que se originan en el epitelio
glandular que recubre la vía biliar extrahepática y se los clasifica de la siguiente
manera:
Lesiones polipoideas
Los adenomas pueden ser papilares, tubulares o mixtos (tubulopapilares).
A diferencia de los adenomas de la ampolla de Vater, los adenomas de las
vías biliares extrahepática no son considerados como precursores de tumores
malignos a pesar de la existencia de varios grados de displasia e incluso de
carcinoma in situ. Los argumentos serían:
a) los adenomas son mucho menos frecuentes que los carcinomas de la vía
biliar extrahepática;
b) en la mayor parte de los carcinomas no se encuentra signos de adenomas
preexistentes.
Pueden asociarse con otras afecciones como poliposis adenomatosa familiar,
síndrome de Gardner, etc.
Los adenomas pueden ser únicos y pequeños (1 a 3 cm). Este crecimiento del
epitelio hacia la luz puede interpretarse como una reacción provocada por
injuria local.
2332
Cirugía | Parte VIII
2333
Cirugía | Parte VIII
2334
Cirugía | Parte VIII
Tumores neurales
Son muy poco frecuentes, especialmente si se tiene en cuenta la enorme
cantidad de estructuras nerviosas que rodea a los conductos biliares. El
diagnóstico prequirúrgico es muy difícil o imposible.
Existen en la literatura case reports de neurofibromas primarios de la vía
biliar y paragangliomas de la vía biliar, este último generalmente es no
2335
Cirugía | Parte VIII
Lesiones seudotumorales
Los seudotumores inflamatorios son también patología poco frecuente que
pueden simular lesiones malignas (tumor de Klatskin) o colangitis esclerosante
primaria localizada. Los estudios preoperatorios incluyendo marcadores (CA 19-
9) y PET pueden sugerir malignidad, haciendo muy difícil el diagnóstico
diferencial cuando no hay compromiso tumoral extraluminal.
En algunos casos reportados existió regresión tumoral espontánea durante
el tiempo de espera para la resección, incluso con embolización portal
preoperatoria como primer paso del tratamiento.
También se han reportado reacciones a cuerpo extraño (clip metálico) como
responsables de estenosis biliares semejando malignidad.
Tumor carcinoide
Excluyendo los duodenales (5 %) que afectan la papila, son extremadamente
raros y representan el 0,32 % de todos los carcinoides del aparato digestivo.
Tejido heterotópico
Los casos de tejido heterotópico referidos a la vía biliar han sido de mucosa
gástrica y tejido pancreático.
Como se dijo al comienzo todos estos tumores comparten la sintomatología
de la obstrucción biliar haciendo muy difícil o imposible un diagnostico
preoperatorio.
2336
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía recomendada
Amador, A.; Hoyos, S.; Fuster, J. y col. “Adenocarcinoma Biliar originado a partir de lesiones
benignas inusuales”. Cir. Esp. 2005; 78 (3): 192-194.
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2337
Cirugía | Parte VIII
CÁNCER PERIAMPULAR
CARLOS CASTILLA, JORGE R. DEFELITTO, JORGE R.
RODRÍGUEZ, NICOLÁS GUERRINI Y ARIEL COSOLI
Introducción
Se han producido grandes avances en el conocimiento y manejo del cáncer
periampular en las últimas décadas. Hace 20 años, una vasta mayoría de
pacientes no eran considerados candidatos a la cirugía al momento del
diagnóstico, condicionados por importantes demoras en la consulta, detección
y tratamiento. Los pocos operables eran irresecables y el 25 % de los sometidos
a resección morían antes de dejar el hospital y el pequeño grupo de
sobrevivientes podían tener una dolorosa muerte en los siguientes 18 meses.
Estos datos inducían a los clínicos a adoptar una posición escéptica. En la
actualidad, el desarrollo de los métodos diagnósticos, el avance de las técnicas
anestésicas y de reanimación, el refinamiento de los procedimientos
quirúrgicos abiertos y laparoscópicos, y el acceso a centros de envío con
protocolos competentes, permitió lograr aceptables resultados en el manejo de
esta patología debido a una mejor detección, una ajustada evaluación y el logro
de remociones R0.
Los tumores periampulares son aquellos situados en el aparato oddiano o
adyacentes a él, implantados en una encrucijada tricanalar (bilio-pancreático-
duodenal) y pueden originarse en el colédoco distal, ampolla de Vater,
duodeno y céfalo-páncreas.
Por su localización, inicialmente se expresan de manera clínica similar; las
técnicas de exploración diagnóstica permiten afirmar su presencia en etapas
tempranas, informando acerca del tipo de lesión, extensión y resecabilidad, a
fin de que las modernas técnicas de exéresis oncológicas y los tratamientos
adicionales permitan lograr resultados superiores.
Por definición, se originan dentro de una distancia de 2 cm de la papila
mayor del duodeno y constituyen cuatro tipos de diferente origen:
Colédoco distal (intrapancreático)
Ampular
Duodenal
2338
Cirugía | Parte VIII
Céfalo-pancreático
2339
Cirugía | Parte VIII
Histología y clasificación
Tumores céfalo pancreáticos.
Adenocarcinoma ductal; adenocarcinoma células gigantes; carcinoma adenoescamoso.
Neoplasia intraductal papilar mucinosa; cistoadenoma mucinoso; cistoadenoma seroso.
Tumor sólido quístico papilar; cistoadenocarcinoma; adenocarcinoma acinar.
Tumores neuroendocrinos funcionantes y no funcionantes; pancreatoblastoma.
Cáncer metastásico; linfoma; mesenquimáticos.
Tumores de colédoco distal y ampolla.
Adenocarcinoma; carcinoma adenoescamoso; mucoepidermoide; cistoadenocarcinoma.
Tumor de células granulares; leiomiosarcoma; carcinoide; melanoma.
Tumores de duodeno.
Adenocarcinoma brunneriano o liberkuniano; leiomiosarcoma; fibrosarcoma.
Neuroendocrinos; angiosarcoma; linfomas.
2340
Cirugía | Parte VIII
Biología molecular
Oncogénesis
En este tipo de neoplasias con similares líneas celulares, se han podido
identificar un progresivo número de anormalidades genéticas características
consistentes en mutaciones puntuales en el codón 12 del oncogen K-ras en el
75-90 % de los casos. La proteína ras es un importante mediador de la señal de
transducción para los receptores de la tirosinquinasa, iniciando así el
reclutamiento del nucleótido guanina y el intercambio proteico que promueve
la hidrólisis de guanosina 5-trifosfato a guanosina 5-difosfato (ras),
configuración ésta que activa otras vías de segundos mensajeros enzimáticos
como el raf, en un suceso temprano. Datos recientes sugieren otorgar gran
importancia al factor de crecimiento vascular (VGF), mitógeno endotelial célula
específico activado por el ras, que promueve la angiogénesis en tumores
sólidos.
En ganglios regionales resecados y catalogados histológicamente como
negativos, la investigación molecular revela expresión del oncogen K-ras, lo que
indica que las MTS moleculares son más frecuentes de lo que se supone. El
estudio de las anormalidades moleculares puede ayudar. La incidencia de la
mutación K-ras en los cánceres de la ampolla es menor que en el de páncreas
(35 % vs 90 %). Además el patrón de mutación en los cánceres de la ampolla se
asemeja al colorrectal más que al pancreático. En cáncer ampular las
mutaciones del p53 comúnmente se asocian a transformaciones de adenomas
2341
Cirugía | Parte VIII
Oncosupresión
Tres loci cromosómicos han sido identificados conteniendo deleciones. Estos
genes, candidatos a ser supresores de tumores, son el DPC1 en el cromosoma
13q 12, el DPC3 en el cromosoma 9q 21 y el DPC4 en el cromosoma 18q 21.1,
los que, conjuntamente con la proteína p16 inhiben el complejo ciclina D/CdK4
que normalmente actúa para fosforilar la proteína RB.
El gen p53 es el más frecuentemente mutado y cuando éste pierde control
en el proceso de regularización del crecimiento celular, el tumor se desarrolla
al tener expedita la vía de señalización del factor de crecimiento tumoral (TGF).
Factores pronósticos
El pronóstico dependerá del tipo histológico, del grado de diferenciación, de
la ploidía, del compromiso linfático, de la invasión a estructuras vecinas, del
margen de resección y en menor grado del tamaño tumoral.
La posibilidad de lograr 5 años de supervivencia es más posible en cáncer
duodenal (22-53 %) seguido en orden declinante por el cáncer de ampolla (34-
45 %), cáncer del colédoco distal (24 %) y el cáncer del páncreas (5-20 %).[5] En
el John Hopkins Hospital la supervivencia en resecados llega al 38 %. Mediante
la citometría de flujo se mide el contenido de DNA en las células tumorales. El
promedio de sobrevida en pacientes con cáncer diploide es de 17 meses y en
aquellos con células aneuploides es de 56 meses.
La valoración inmunohistoquímica de factores biológicos moleculares tales
como c-erB-2, antígeno Ki-67 y tenascina, en especímenes de resección
duodenopancreática, ha demostrado ser predictor de evolución. Los pacientes
con gran expresión de estos predictores tienen peor pronóstico.
Presentación clínica
La ictericia suele inaugurar el cuadro en más del 30-40 % de los casos.
La obstrucción biliar precoz permite una exéresis quirúrgica frecuentemente
posible.[1] Sin embargo, existe previamente una etapa prodrómica anictérica
con síntomas vagos, dispepsia, afectación general y en algunas oportunidades
diabetes sin antecedentes, a la que no se le otorga relevancia alguna,
demorando el diagnóstico por varios meses. El dolor epigástrico acompaña en
2342
Cirugía | Parte VIII
la mitad de los casos. Al establecerse el crecimiento del tumor, este podrá ser
endoluminal o extraluminal.
Tendrá entonces una expresión trilingüe: A) biliar con una colestasis
extrahepática; B) pancreática, por medio de una dilatación del conducto de
Wirsung y fibrosis pancreática de variada intensidad y C) duodenal que se
manifiesta por sangrado u obstrucciones de variada dimensión.
La ictericia remitente, seudolitiásica, es característica de los ampulomas, ya
que en su crecimiento endoluminal primero obstruyen, luego se necrosan y
nuevamente crecen (la litiásica es intermitente).
Puede haber anemia por hemorragia digestiva oculta y en oportunidades el
hecho llamativo de aparición de heces plateadas (signo de Thoma), resultado
de la conjunción de hipocolia más sangre.
El dolor persistente posterior con una rápida pérdida de peso, masa
abdominal palpable y adenopatías supraclaviculares indican usualmente una
situación incurable.
Diagnóstico paraclínico
Lesión
Triple exigencia diagnóstica: Extensión
Resecabilidad
Los hallazgos de laboratorio no ofrecen elementos diagnósticos específicos,
pero informan acerca del nivel de colestasis, función hepática, presencia de
infección, glucemia, sangre oculta en heces, estado nutricional y hemático.
Marcadores tales como el CEA y Ca 19-9 suele ser útiles inicialmente y en la
etapa de control evolutivo.
La ecografía abdominal es el método de elección para la evaluación inicial
del paciente ictérico.
Su cometido se sintetiza así:
Diagnóstico/exclusión de tumor.
Localizar, identificar y caracterizar lesiones.
Investigar metástasis.
Grado y nivel de colestasis.
Presencia de litiasis.
Diagnostico de complicaciones (ascitis, abscesos, trombosis).
Control en intervencionismo mini-invasivo.
2343
Cirugía | Parte VIII
Si hay vía biliar dilatada, vesícula distendida, lo más probable es que estemos
en presencia de una lesión distal. La ecografía indica el nivel de obstrucción en
el 95 % de los casos y la causa en el 70 %. Los estudios con imágenes armónicas
constituyen una nueva técnica, de calidad superior, que incrementa la
resolución. La posibilidad de usar ecopotenciadores como el Levovist, ácido
palmítico-galactosa o las microburbujas, incorporan técnicas de realce en
ultrasonido de última generación.
La tomografía axial computada, especialmente la helicoidal multislice, nos
permite conocer el tamaño de la lesión, dilatación del conducto pancreático,
extensión y compromiso ganglionar y vascular, exhibiendo una agudeza
diagnóstica global del 86 % con un 63 % de sensibilidad y 98 % de
especificidad.[7, 4]
Tomografía axial computada que evidencia importante dilatación del conducto de Wirsung
y de la luz duodenal. Tumor de duodeno
2344
Cirugía | Parte VIII
Papini,Nélida
Ca.amp.Vater
DPC 9-10-97
Control 10-9-04
MTS hepáticas
2345
Cirugía | Parte VIII
2346
Cirugía | Parte VIII
2347
Cirugía | Parte VIII
T. Ampolla Vater
Angiografía
Se recomienda efectuar angiografía sólo en pacientes con alto riesgo
quirúrgico o los que han sido operados para confirmar su irresecabilidad ya que
una reoperación es más difícil.
2348
Cirugía | Parte VIII
“La TAC helicoidal doble fase es el método por imágenes de elección para diagnóstico y
estadificación de pacientes portadores de una masa periampular. La suma de sucesivos
métodos de imágenes (RNM, USE, PET, arteriografía) no reemplazan una adecuada
estadificación por TAC. Evidencia II a Grado de recomendación B”. Guías de diagnóstico y
tratamiento de los tumores periampulares del Capítulo Argentino del International Hepato-
Pancreato-Biliary Association (CA-IHPBA).
Estadificación
La exacta estadificación preoperatoria es importante para detectar lesiones
potencialmente curables así como identificar tumores no resecables, que se
beneficiarán con prótesis transtumoral por vía endoscópica o percutánea
evitando laparotomías innecesarias. Se determinará:
Tamaño y localización tumoral
Presencia o ausencia de MTS hepática, peritoneales o ascitis
Presencia de extensión extrahepática
Presencia o ausencia de ganglios peripancreáticos, periportales o celíacos
2349
Cirugía | Parte VIII
Invasión vascular
RESUMEN DE CARACTERÍSTICAS CLAVE PARA EL DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ENTRE LOS CUATRO TIPOS DE TUMOR
[16]
PERIAMPULAR Y SU ESTADIFICACIÓN SEGÚN LA UICC
T4 Otros órganos
T3 Subserosa
T4 Otros órganos
Estadificación TNM
T -Tumor primario
Tx El tumor primario no pudo ser detectado
T0 No hay evidencia de tumor primario
Tis Carcinoma in situ
T1 Tumor limitado a la ampolla de Vater o al esfínter de Oddi
2350
Cirugía | Parte VIII
2351
Cirugía | Parte VIII
INDICADORES SIGNIFICATIVOS
SOBREVIDA 5 AÑOS
Tamaño del Tumor <3 cm 28 %
>3 cm 15 %
Estadío I/II 63 %
III/IV 15 %
Compromiso ganglionar: N0 36 %
N1 9%
Invasión vascular-retroperitoneal (no infiltrante) 63 %
(infiltrante) 0%
Margen de sección negativo 26 %
positivo 0%
Grado de diferenciación celular (buena) 30 %
(escasa) 0%
Diploide 39 %
Aneuploide 8%
Perdida de sangre < 800 ml
2352
Cirugía | Parte VIII
Disem. linfática - Ca. pánc. - Compromiso nodal en patología pancreática, según la Sociedad Japonesa
de Cirugía Biliar
2353
Cirugía | Parte VIII
2354
Cirugía | Parte VIII
“En pacientes con una masa en la cabeza del páncreas NO se justifica la laparoscopia
sistemática cuando se utiliza una TAC helicoidal doble fase. Nivel de evidencia III Grado de
recomendación B”. Guías de diagnóstico y tratamiento de los tumores periampulares del
Capítulo Argentino del International Hepato-Pancreato-Biliary Association (CA-IHPBA).
Nuestro grupo dispuso de las cinco primeras técnicas para las evaluaciones
intraoperatorias quedando definidos 3 grupos de pacientes:
1) Enfermedad metastásica (45 %)
2) Enfermedad localmente avanzada sin MTS (40 %)
3) Tumor resecable con intención curativa (15 %)
2355
Cirugía | Parte VIII
Reseca ble ?
R1
Biopsia
Márgenes
Comprom. Transección
Mesentérico- Pancr.y org.
Portal y
T.celiaco R0
Punto de no retorno
Exploración
Hepática
Visual
Biopsia Manual, ECO
Expl.cavidad
Nodal
Abdominal
9, 12, 13
Citología
MTS
DESCRIPTOR N
DESCRIPTOR M
Triple moviliz.
Tamaño y Biopsia
Extension
Masa focal N 9 N 15
DESCRIPTOR T
Estadificación biomolecular
En centros de alta tecnología se ha dado un paso más, permitiendo una
estratificación más precisa de los estadios.
Estas técnicas biomoleculares permiten identificar niveles de progresión de
la enfermedad más avanzados y no evidentes como metástasis subclínicas,
micrometástasis y enfermedad mínima residual.
El método de transcriptasa reversa por PCR (Tr-PCR) identifica una célula
neoplásica entre 100 normales.
Ichikura utilizó intraoperatoriamente esta técnica en 67 pacientes con cáncer
periampular y luego de tomar 3 muestras (vena porta, arteria mesentérica y
vena cava), midieron en el RNA mensajero un marcador como el CEA mediante
método de amplificación Tr-PCR hallando un 47 % de positivos insospechados,
debido al alto riesgo de MTS hematógenas de esta patología, cambiando el
pronóstico y convirtiendo una resección R0 en una R1.
El algoritmo utilizado por nosotros es el siguiente:
2356
Cirugía | Parte VIII
CLINICA
TAC 3F multislice
Ecoendoscopía
Enf. avanzada Enf. local
Trat. Paliativo
Doble Derivacion
Endoscópico
LAPAROTOMIA D.P.C. Paliativa
Derivativo Neurolisis
Neurolisis
Tratamiento
EI tratamiento de las neoplasias periampulares puede ser con intención
curativa o paliativa (quirúrgico, endoscópico o percutáneo y quimioterapia y
radioterapia).
La cirugía de resección es la única modalidad terapéutica que puede ofrecer
posibilidades de curación o de larga sobrevida. Sin resección del tumor la
enfermedad es uniformemente fatal. El porcentaje de resecabilidad es alto en
cáncer de colédoco distal (90 %), en ampolla de Vater (80 %), pero baja en
páncreas (20 %). En ampolla de Vater, duodeno y colédoco distal la posibilidad
de obtener un margen libre de neoplasia en la resección es de 90-95 % y en los
de páncreas es del orden del 70 %. Se considera resección R0 aquella que
obtiene márgenes microscópicos libres de tumor y resección R1 los que tienen
margen positivo.
2357
Cirugía | Parte VIII
“La resección R0 aumenta la sobrevida en relación a resecciones R1. Nivel de Evidencia III
Grado de recomendación B”. Guías de diagnóstico y tratamiento de los tumores
periampulares del Capítulo Argentino del International Hepato-Pancreato-Biliary Association
(CA-IHPBA).
2358
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento quirúrgico
La duodenopancreatectomía cefálica (DPC) es el procedimiento de elección
de estos tumores malignos. Varias modificaciones se reportaron: la DPC con
antrectomía (Kausch-Whipple) y la DPC cefálica con conservación de píloro
(DPCCP) descripta por Watson en 1944. Esta técnica fue reintroducida por
Traverso y Longmire en los años 70 para la pancreatitis crónica. El montaje de
DPC más usado es el de Child. Sabemos que gran parte de la morbilidad
perioperatoria obedece a fístulas tempranas de la anastomosis pancreática y
que esto sucede entre el 6 y el 20 %. Entre anastomosis pancreatogástrica
versus pancreatoyeyunal la mayoría de los cirujanos se inclinan hacia esta
última. La incidencia de fístulas es similar en ambas técnicas, pero en el yeyuno
hay menos tránsito digestivo. Se ha propuesto el tratamiento profiláctico con
octreotide.
“La evidencia indica que el uso sistemático del octreotide NO disminuye el porcentaje de
fístula pancreática ni la morbimortalidad. Nivel de evidencia Ia Grado de Recomendación A”.
Guías de diagnóstico y tratamiento de los tumores periampulares del Capítulo Argentino del
International Hepato-Pancreato-Biliary Association (CA-IHPBA).
2359
Cirugía | Parte VIII
2360
Cirugía | Parte VIII
“La evidencia indica que la conservación del píloro en relación a la DPC: 1- menor tiempo
operatorio; 2- igual incidencia de retardo en vaciamiento gástrico; 3- igual sobrevida. Nivel
de evidencia IIa Grado de recomendación A”. Guías de diagnóstico y tratamiento de los
tumores periampulares del Capítulo Argentino del International Hepato-Pancreato-Biliary
Association (CA-IHPBA).
2361
Cirugía | Parte VIII
Anastomosis
Anastomosis
hepatico-yeyunal
duodeno-
yeuyunalyeyuna
l
Anastomosis
pancreático-
yeyunal
“Sólo se justifica la resección de la vena porta y/o vena mesentérica superior cuando la
invasión de las mismas es el único obstáculo para lograr una R0. Nivel de Evidencia III Grado
de recomendación B”. Guías de diagnóstico y tratamiento de los tumores periampulares del
Capítulo Argentino del International Hepato-Pancreato-Biliary Association (CA-IHPBA).
2362
Cirugía | Parte VIII
Ampulectomía
2363
Cirugía | Parte VIII
Terapia paliativa
Así como los tumores periampulares comparten algunos aspectos de su
presentación clínica, también comparten las metas de la paliación como son la
ictericia obstructiva, el dolor y la obstrucción duodenal.
Paliación quirúrgica
La derivación externa mediante una sonda T no es opción con fines paliativos
porque si bien alivia la ictericia, crea una fístula biliar externa de alto flujo con
pérdida de volumen y alteraciones hidroelectrolíticas. La anastomosis
biliodigestivas son las más utilizadas. Se indican en pacientes que tengan una
sobrevida probable mayor a 6 meses. Los elevados índices de irresecabilidad de
estas lesiones conllevan a la realización de procedimientos paliativos de tipo
derivativo, en un porcentaje superior al 80 %. El objetivo de esta terapia es
mejorar la calidad de vida del paciente, eliminando los síntomas asociados al
tumor, como la ictericia, prurito, alteración en la evacuación gástrica y el dolor
intratable. El tratamiento paliativo debe garantizar mínima morbimortalidad
con corta estadía hospitalaria en función de la breve expectativa de vida que
estos pacientes presentan. Este enfoque motiva el análisis de la práctica
sistemática de procedimientos asociados.
Obstrucción duodenal
En los tumores periampulares la obstrucción duodenal puede presentarse
con frecuencia variable de acuerdo a la ubicación inicial de la neoplasia. Los
tumores duodenales obstruyen precozmente el lumen duodenal por
crecimiento local. En los tumores pancreáticos un 30 a 50 % de los pacientes
2364
Cirugía | Parte VIII
Dolor
El dolor es uno de los síntomas más incapacitantes y angustiantes para el
paciente y su familia y puede significar hospitalización en etapas terminales
sólo para controlarlo. En pacientes con cáncer de páncreas 30 a 40 % presentan
dolor significativo al momento del diagnóstico. Los factores que pueden
producir dolor en los pacientes con neoplasias malignas periampulares son
variados. Existen diferentes métodos para su control, desde el uso adecuado de
analgésicos por vía oral o parenteral y eventualmente por vía peridural o
intratecal, hasta la ablación quirúrgica o química del plexo celiaco. Cabe
mencionar además el rol que puede tener en algunos pacientes el uso de la
radioterapia externa en el control del dolor por invasión tumoral.
La alcoholización intraoperatoria del plexo celiaco permite que el dolor y los
requerimientos de analgesia sean significativamente menores y en aquellos
pacientes sin dolor preoperatorio, se logra un retardo o prevención en su
aparición. Esta técnica también puede hacerse por vía percutánea, por vía
laparoscópica o toracoscópica en aquellos pacientes sometidos a tratamiento
no quirúrgico y que no responden a los analgésicos habituales. La
esplacnicectomía química puede realizarse de manera intraoperatoria con 20
cc de alcohol al 50 % a ambos lados de la aorta a nivel del tronco celíaco; o por
vía percutánea guiada por TAC con 40 cc de alcohol 96 % y bupivacaína 0,75 %,
fraccionados en 4 aplicaciones cada 20-30 minutos.
2365
Cirugía | Parte VIII
Procedimientos paliativos
Los procedimientos endoscópicos son de elección como tratamiento
paliativo en este tipo de tumores. Su ventaja más importante radica en la baja
morbimortalidad, a lo que debe agregarse una internación no mayor de 24
horas, si no se producen complicaciones (ver capítulo “Prótesis biliares”).[19]
Terapias no quirúrgicas
El objetivo de la radioterapia y quimioterapia en esta patología debe ser
considerado desde tres aspectos:
2366
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento adyuvante
El Gastrointestinal Study Group ha demostrado un avance en la
supervivencia en un estudio randomizado y controlado mediante
quimioradioterapia por 6 días con 40 Gy y 5-FU luego de DPC aunque tuvieron
una recuperación postoperatoria alejada más lenta. Otros dos trabajos de
investigación, EORT (Periampulary Study) y ESPAC (European Study), estudiaron
564 pacientes tratados con 5-FU, ácido folínico-gemcitabine confrontándolo
con igual número de testigos sin tratamiento y observaron escasa significación
en términos de incremento de supervivencia. Un discreto avance se logró
mediante adyuvancia con 5-FU, doxorubicina, mitomicina C en 30 pacientes,
donde se logró una media de 23 meses de sobrevida comparada con 11 meses
en 31 pacientes tratados sólo con cirugía. En pacientes con enfermedad
metastásica, se espera una evolución de sólo 3 a 6 meses dependiendo de la
extensión de la enfermedad y estado del enfermo. Incluso algunos no son
candidatos a la terapia con drogas anticancerosas. La gemcitabine es un
análogo de la deoxycitidine y aparece en escena produciendo un cambio
modesto pero significativo con buena respuesta, mejora en la sobrevida y
beneficio clínico, basado en el control del dolor, status del paciente (evaluado
por el índice de Karnofsky) y aumento de peso, produciendo adicionalmente un
estímulo psíquico. Recomendación Grado A. Existen estudios en fase II con
agentes orales activos tales como la capecitabine, ZD 9331 y Tegafur, y también
otros antimetabolitos como el raltitrexed y pemetrexed. Recomendación Grado
C.[6]
Tratamiento neoadyuvante
Una estrategia alternativa es efectuar neoadyuvancia antes o durante la
cirugía. En el primer caso, tumores en estadio III pueden ser llevados a un IIb,
permitiendo así ser resecados. Al presente, los estudios reportados usan
radioterapia focal intraoperatoria o quimiorradiación, sugiriendo una mejoría
en el control loco-regional pero no así en la supervivencia.
2367
Cirugía | Parte VIII
Calidad de vida
Las secuelas a largo plazo de los procedimientos quirúrgicos y mínimamente
invasivos no son en general completamente evaluados desde el enfoque de
calidad de vida y costo-beneficio. Aspectos tales como status nutricional,
función hepática, pancreática y digestiva en sobrevivientes parecieran estar
reservados para centros de referencia dedicados a la investigación. Uno de
ellos, el John Hopkins Hospital de Baltimore, ha elaborado un cuestionario que
se aplicó en 323 sobrevivientes de tumores periampulares sometidos a DPC y
en el que se categorizaron tres dominios: físico (15 ítems), psicológico (10
ítems) y social (5 ítems). Los resultados obtenidos causaron sorpresa, ya que
fueron similares a la calidad de vida de 37 colecistectomías laparoscópicas,
indudablemente vinculados a la excelencia de atención en un importante
centro de alto volumen, echando por tierra la posición nihilista que prevalecía
hasta hace pocos años. Hay conciencia creciente del valor del apoyo psicológico
y social de estos enfermos y sus familiares durante su enfermedad. El uso de
antidepresivos, psicoterapia y la disponibilidad de su médico tratante son
factores de apoyo importantes. Cada vez se reconoce más la importancia del
concepto de calidad de vida, siendo responsabilidad nuestra el evitar
tratamientos de beneficios mínimos, marginales o no probados, que alteren la
calidad de vida y que con frecuencia son de alto costo.
2368
Cirugía | Parte VIII
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DILATACIONES QUÍSTICAS
DE LAS VÍAS BILIARES
JORGE R. DEFELITTO
2370
Cirugía | Parte VIII
2371
Cirugía | Parte VIII
2372
Cirugía | Parte VIII
2373
Cirugía | Parte VIII
2374
Cirugía | Parte VIII
Quiste
2375
Cirugía | Parte VIII
ENFERMEDAD DE CAROLI
Dilatación Congénita de Vías
Biliares Intrahepáticas
QUISTES NEFROESPONGIOSIS
CASO CLINICO
2376
Cirugía | Parte VIII
ASA SUBCUTANEA
2377
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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2378
Cirugía | Parte VIII
FUGAS BILIARES
POSTOPERATORIAS
HUGO ZANDALAZINI Y ROBERTO KLAPPENBACH
Introducción
La fuga de bilis o bilirragia presente en el postoperatorio puede originarse en
cualquier punto del árbol biliar y el hígado. La frecuencia de su presentación se
ha incrementado en los últimos años. La causa principal ha sido la
incorporación de nuevos procedimientos quirúrgicos para el tratamiento de las
afecciones biliares prevalentes. Asimismo el desarrollo de centros de alto
volumen que realizan cirugías hepatobiliopancreáticas cada vez más complejas,
en pacientes en los que hasta no hace mucho tiempo no eran considerados
candidatos para recibir una cirugía con criterio curativo, ha provocado un
aumento de esta complicación.
El espectro de presentación de la fístula biliar es muy variable, desde una
fuga de bilis sin repercusión clínica y con resolución espontánea, hasta un
cuadro séptico con riesgo de muerte del enfermo. Como es de esperar, por
tratarse de una complicación con diferentes formas de presentación y de
etiologías diversas, representa un complejo desafío para el cirujano. Los
avances en los métodos de diagnóstico por imágenes, así como también en
técnicas mini-invasivas endoscópicas y percutáneas, han modificado el manejo
de esta complicación en los últimos años.
Etiología
Las fístulas biliares pueden presentarse en el postoperatorio de diferentes
tipos de cirugías:
Colecistectomía
La colecistectomía es una de las cirugías abdominales más frecuentes y es la
principal causa de fístulas biliares. Las fugas biliares que aparecen en el
2379
Cirugía | Parte VIII
Las LQVB se generan por dos causas principales: las variaciones anatómicas y
la identificación equivocada de las estructuras que conforman el árbol biliar
durante la cirugía. Las lesiones tipo A, B y C de la clasificación de Strasberg se
vinculan en su mayoría a variaciones anatómicas como causales de su
producción (conductos accesorios y aberrantes). Las lesiones tipo D y E se
producen como consecuencia de una identificación equivocada de la vía biliar,
asumiendo incorrectamente que ésta es el conducto cístico.
Para prevenir lesiones de la vía biliar se recomienda en primer lugar pensar
en la posibilidad de que existan variaciones anatómicas, luego utilizar una
técnica quirúrgica minuciosa disecando el triángulo de Calot con “visión crítica
de seguridad” (liberar el triángulo hasta identificar solo dos estructuras que
entran y salen de la vesícula, el conducto cístico y la arteria cística) y la
realización de colangiografía intraoperatoria, ya sea de rutina o en forma
selectiva ante la falta de visión crítica, o dudas de la anatomía biliar.
Anastomosis bilio-digestiva
El objetivo de realizar una anastomosis biliodigestiva es reconstituir el flujo
bilioentérico interrumpido. Las causas que pueden impedir la llegada de bilis al
intestino y requerir una anastomosis biliodigestiva son la litiasis coledociana,
los tumores de la vía biliar y el páncreas, o aquellas resecciones quirúrgicas que
involucran a la vía biliar como en el caso de la duodenopancreatectomía.
Existen diferentes formas de reconstruir el tránsito biliar, las más utilizadas son
2380
Cirugía | Parte VIII
Hepatectomía
La fuga biliar post-hepatectomía se presenta en un 5-15 %, y puede tener
tres orígenes: la superficie de corte del hígado, la lesión de una rama biliar
contralateral o la dehiscencia de una anastomosis bilio-digestiva (ya analizada).
La fuga por la superficie de corte del parénquima hepático es la causa más
2381
Cirugía | Parte VIII
Presentación clínica
La presentación clínica de las fugas biliares es variable. Debido a que la
mayoría de las bilirragias aparecen en el postoperatorio, un factor importante
es el hecho de si se ha dejado o no un drenaje abdominal. El diagnóstico es
obvio ante la salida de bilis a través de un drenaje abdominal o de una incisión
abdominal. En los casos en los que no hay drenajes o que éstos no dirigen
adecuadamente la fuga biliar hacia el exterior, la presentación puede variar
desde un cuadro insidioso con síntomas inespecíficos hasta una peritonitis
generalizada con sepsis.
Los síntomas inespecíficos que deben hacer sospechar una bilirragia son:
dolor abdominal, náuseas, febrícula, taquicardia, hipo e íleo. Un alto
requerimiento de fluidos en el postoperatorio puede ser también un signo
indirecto. El laboratorio puede sugerir una bilirragia oculta con una leucocitosis
o una hiperbilirrubinemia inexplicada producto de la reabsorción peritoneal de
la bilis. Cuando el diagnóstico es tardío la presentación puede ser un episodio
hemorrágico o una sepsis severa. Una desviación del curso postoperatorio
habitual, en especial luego de una colecistectomía simple, debe incentivar una
activa investigación mediante el uso de métodos complementarios.
2382
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
Ante la sospecha clínica de una fístula biliar, el diagnóstico se establece
cuando se constata la salida de bilis. De existir una fuga biliar es requisito
descartar la presencia de colecciones abdominales asociadas, y finalmente
determinar el sitio preciso de la fuga para definir la estrategia terapéutica.
La ecografía es el método inicial de diagnóstico utilizado para evaluar a un
paciente con sospecha de una fístula biliar. Este estudio permite detectar
colecciones (bilomas) o líquido libre intra-abdominal (coleperitoneo), así como
también guiar la punción del líquido identificado para certificar el diagnóstico.
Las colecciones biliares se visualizan en la ecografía como estructuras
anecoicas, heterogéneas, con algunas partículas ecogénicas en su interior
(Figura 2A).
2383
Cirugía | Parte VIII
Figura 3. Colangioresonancia que evidencia una falta de continuidad bilioentérica debido a una lesión
quirúrgica de vía biliar (Strasberg E4). Fistulografía a traves de un drenaje abdominal que demuestra
la sección de un conducto aberrante sectorial posterior (Strasberg C)
2384
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
Reglas generales
Las fístulas biliares postoperatorias tienen un tratamiento especifico que
depende, entre otras cosas, de la causa que les dio origen así como también de
la continuidad o interrupción del flujo biliar al intestino. Sin embargo hay
medidas generales que pueden aplicarse a la gran mayoría de los pacientes con
esta patología que podemos resumir en cuatro premisas:
Control de la sepsis.
Definir el sitio de la fuga y la continuidad de la vía biliar.
Drenaje biliar.
Tratamiento definitivo (redirigir el flujo hacia el intestino).
2385
Cirugía | Parte VIII
Figura 4. Colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) que muestra una fuga a través del
muñón cístico luego de una colecistectomía. Drenaje percutáneo biliar (DPB) en un paciente con
lesión de vía biliar con discontinuidad bilio-entérica
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Cirugía | Parte VIII
Figura 5. Stent endoscópico (A) y drenaje percutáneo biliar interno-externo (B) en el tratamiento de
una bilirragia con continuidad de la vía biliar y comunicación fuga-vía biliar. Drenaje percutáneo biliar
externo en la temporización de una bilirragia sin continuidad de la vía biliar
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Cirugía | Parte VIII
Colecistectomía
El algoritmo de manejo de las fístulas biliares post colecistectomía se
muestra en la figura 6. Las fugas biliares de bajo débito (< 100 ml/día) son
relativamente frecuentes luego de la colecistectomía. Suelen ser bilirragias
autolimitadas por lo que su manejo inicial es expectante si la fístula se
encuentra dirigida al exterior.
En las fugas biliares de alto débito (> 100 ml/día) o en aquellas de bajo
débito pero persistentes (> 10 días), se debe realizar el estudio de la vía biliar
(CPRNM o fistulografía) y un drenaje posterior. En caso de que existiera
continuidad de la vía biliar y comunicación con el sitio de la fuga (tipo A y D), la
CPRE con drenaje biliar es el método de primera elección, con un éxito mayor
al 90 %. El método de drenaje, ya sea la esfinterotomía, el stent o ambas, es un
tema en controversia. El stent endoscópico pareciera tener resultados
superiores a la esfinterotomía en las fugas biliares mayores, aunque en fugas
menores ambos métodos son igualmente eficaces. Las desventajas propias de
cada técnica son el riesgo de sangrado y perforación duodenal en la
esfinterotomía, y el riesgo de colangitis y la necesidad de una nueva
endoscopia para la extracción de la prótesis en la CPRE con stent.
Ante la falta de continuidad de la vía biliar (tipo E) o en fugas provenientes
de conductos aislados (tipo B y C), está indicado el DPB, así como también en
aquellos pacientes sin acceso endoscópico (gastrectomía Billroth II, bypass
gástrico en Y de Roux, papila intradiverticular, etc.). Las molestias asociadas con
la colocación transparietal del catéter y la salida de bilis al exterior en los
drenajes externos son las desventajas de este procedimiento. Sin embargo,
recomendamos la colocación sistemática de un drenaje biliar percutáneo en
este tipo de lesiones de la vía biliar previo a la cirugía de reparación, ya que es
de gran utilidad, no solo porque permite resolver el foco séptico y mejorar las
condiciones locales sino también porque sirve como guía para localizar en
menor tiempo la vía biliar con mínima disección.
Anastomosis biliodigestivas
Las fístulas de una HYA se tratan casi invariablemente en forma expectante,
luego de demostrar que la fuga se encuentra dirigida hacia el exterior. La gran
mayoría de estas bilirragias se agotan dentro de los 15-20 días. En aquellos
casos persistentes o en fístulas de difícil control externo está indicado un
drenaje biliar percutáneo. Siempre que sea técnicamente posible debe
realizarse un drenaje interno-externo, que además de no tener las
complicaciones propias de la pérdida hidroelectrolítica constante que se genera
con el drenaje externo, es más cómodo para el paciente y permite tutorizar la
anastomosis. A su vez este catéter puede ser de utilidad en el futuro, ya que es
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Cirugía | Parte VIII
Hepatectomía
La mayoría de las bilirragias post-hepatectomía provienen de la superficie de
corte del hígado y el tratamiento conservador con drenaje externo es efectivo
en un 70 %. En el caso de persistencia de la fístula está indicado el drenaje
biliar mediante CPRE, con un éxito mayor al 90 %. La cirugía se reserva para
aquellos casos que presentan una fístula descontrolada o asociada a
hemorragia con descompensación hemodinámica.
2389
Cirugía | Parte VIII
Figura 6. Algoritmo de manejo de las fugas biliares post colecistectomía. TC: tomografía computada;
ATB: antibióticos; CRNM: Colangioresonancia nuclear magnética; VB: vía biliar; FG: fuga biliar; CPRE:
colangiopancreatografía retrógrada endoscópica; DPB: drenaje percutáneo biliar
2390
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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hepaticojejunostomy. J Gastrointest Surg. 2005;9:1163-71.
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2391
Cirugía | Parte VIII
ANOMALÍAS CONGÉNITAS
DEL PÁNCREAS
JORGE R. DEFELITTO
Páncreas divisum
Es la ausencia de fusión de los brotes pancreático dorsal y ventral. A
consecuencia de ello el conducto de Wirsung drena solamente la porción
inferior y posterior de la cabeza de la glándula y el conducto de Santorini drena
a través de la papila accesoria la secreción del cuerpo, cola y parte posterior del
cefalopáncreas (la mayor parte del páncreas).
Esta anomalía no modifica el aspecto externo, de manera que su
individualización macroscópica es imposible aun durante la laparotomía. La
frecuencia de esta malformación varía entre el 3 y 11 % calculados por CPRE.
El diagnóstico se realiza basándonos en la ecografía abdominal, que puede
resaltar los dos conductos con la administración de secretina.
Pero el diagnóstico de certeza se debe hacer por CPRE, donde se observa un
pequeño Wirsung atrófico, con reducción gradual y arborización terminal, al
canular la papila mayor. La canulación de la papila accesoria muestra un gran
conducto de Santorini. Hoy se puede diagnosticar con un método incruento: la
colangiopancreatografía con resonancia magnética.
2392
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Figura 2. Flecha blanca: Wirsung; azul: papila Santorini; amarilla: alambre guía. Se observa la
ingurgitación de la carúncula menor, con la inyección endovenosa de secretina
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Cirugía | Parte VIII
Páncreas anular
Produce síntomas en el recién nacido o en infantes pero sólo cuando el anillo
pancreático está asociado con estenosis duodenal o debido a hinchazón
inflamatoria del páncreas. El diagnóstico puede ser sospechado en radiología
del duodeno, donde se puede ver estenosis, pero el de certeza se realiza por
CPRE que demuestra un sistema ductal anular que envuelve el duodeno.
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Cirugía | Parte VIII
Páncreas aberrante
Llamado también accesorio o heterotópico, ya que no tiene conexión con el
páncreas ortotópico.
Se descubren si se complican (obstrucción, inflamación, hemorragia), ya que
habitualmente son asintomáticos.
Diagnóstico: detección del nódulo por endoscopia.
Tratamiento: extirpación quirúrgica y biopsia intraoperatoria para descartar
malignidad y posibilidad de extender la exéresis.
2396
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
Defelitto, J., Cariello, A., Chopita N., Landoni N. y Poggio G. “Páncreas divisum. Diagnóstico y
tratamiento”. Rev. Arg. Cirug. 50: 205, 1986.
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España.
William, J. L. 2003. Embriología humana. Primera edición. Editorial Elsevier. Madrid-España.
2397
Cirugía | Parte VIII
PANCREATITIS AGUDA
CARLOS CASTILLA
Etiología
Canalicular
No canalicular (alcohólica, viral, metabólica, traumática,
postoperatoria, trasplantes, etc.)
No reconocida
Autoinmune
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Cirugía | Parte VIII
Fisiopatología
La PA biliar es causada por bloqueo transitorio de la ampolla de Vater por
cálculo migratorio.
En el tamizado de las heces se encuentran cálculos en el excremento dentro
de las 72 horas siguientes al ataque en el 94 % de los enfermos.
Hay razones para seguir creyendo que la PA es el resultado de la autolisis de
la glándula, por mecanismos de activación enzimática en el interior del
pancreón, motivada por hidrolasas lisosomales, asociado a un fallo en los
diversos mecanismos de protección.
Las enzimas digestivas son sintetizadas por los ribosomas ligados al retículo
endoplasmático rugoso de las células acinares.
Las cadenas polipeptídicas son llevadas por carriers al complejo de Golghi,
donde son condensadas y empaquetadas en forma de gránulos de zimógeno
inactivo, los que son transportados hacia el polo de la célula acinar hasta
fusionarse con la membrana celular y liberar su contenido dentro del espacio
intraluminar (exocitosis).
Por otra parte las hidrolasas son glucosiladas y fosforiladas a la posición 6 de
los residuos de manosa, y quedan almacenadas en los lisosomas que contienen
así una cantidad de enzimas hidrolíticas capaces de degradar una gran cantidad
de sustratos conduciendo a la activación en cadena de las enzimas en el
interior de las células acinares, iniciándose así la “ignición” del proceso
autodigestivo y bloqueo de la exocitosis.
Lo que importa es la “onda expansiva”, que es lo que mata. La necrosis son
los escombros.
2399
Cirugía | Parte VIII
Tripsinógeno-----------------------------------------Tripsina
Quimitrisipnógeno-------------------------------Quimotripsina
Procarbopeptidasa-------------------------------Carbopeptidasa
Proelastasa-----------------Elastasa
Profosfolipasa------------Fosfolipasa
Calicreinogeno-----------Calicreina
2400
Cirugía | Parte VIII
Profosfolipasas---------------Fosfolipasas
AyB AyB
PROTEASAS INHIBIDORAS
Alfa 1 antitripsina
Alfa 2 macroglobulina
Inter alfa 1 tripsina inhibidora
Alfa 1 antiquimotripsina
2401
Cirugía | Parte VIII
Definiciones
Pancreatitis Aguda Leve: caracterizada por la ausencia de necrosis
pancreática o peripancreática y de fallo orgánico.
Pancreatitis Aguda Moderada: caracterizada por la presencia de
necrosis (peri)pancreática estéril y/o fallo orgánico transitorio.
Pancreatitis Aguda Severa: caracterizada por la presencia de uno de dos
determinantes: necrosis infectada o fallo orgánico persistente.
Pancreatitis Aguda Crítica: caracterizada por la presencia de necrosis
(peri)pancreática y fallo orgánico persistente.
Y Y/O O Y
La fase temprana
La definición de la severidad de pancreatitis aguda durante las primeras 1-2
semanas es basada en la clínica en lugar de las imágenes. Inicialmente, a la
presentación y durante las primeras 1-2 semanas, los pacientes deben ser
clasificados temporalmente como pancreatitis aguda severa basada en la
persistencia de un síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS) por más
de 48 horas. Los SIRS pueden ser definidos por presencia de dos o más de los
siguientes criterios: pulso > 90/min, temperatura rectal < 36 °C o > 38 °C,
conteo de glóbulos blancos < 4000 o > 12.000 por mm3, y respiraciones >
2402
Cirugía | Parte VIII
2403
Cirugía | Parte VIII
edema
LOCALES hemorragia
necrosis
DOS ACONTECIMIENTOS
aumento permeabilidad vascular
GENERALES coagulopatía
distress respiratorio
cambios hemodinámicos
insuficiencia renal
hipocalcemia
Cuadro 3
1) Diagnóstico positivo
Abdomen agudo + hiperamilasemia
Clinica:
Dolor epigástrico (50 %) u dorso (puede doler el hipocondrio derecho cuando
hay biliopatía).
Acentuación postprandial.
Náuseas y vómitos.
Distención abdominal. Íleo regional.
Hipotensión ortostática. Disnea.
Laboratorio:
Hiperamilasemia + 1000 UI/d1 dentro de las 48 horas.
Hiperisoamilasemia P.
2404
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico de gravedad:
La PA puede ser leve o grave.
2405
Cirugía | Parte VIII
CLÍNICA
IMÁGENES APACHE II
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Cirugía | Parte VIII
APACHE II-O
SOFA
Sistema de evaluación de la aparición y evolución del fallo multiorgánico en
enfermos de UCI. Se emplean valoraciones de la situación de seis órganos o
sistemas, y de algunos esquemas de tratamiento (vasoactivos). Cada uno de los
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Cirugía | Parte VIII
PROTOCOLO DE SEGUIMIENTO
PA
APACHE ll
Alto score (+ 10 puntos) Bajo score (-9 puntos)
Cuadro 5
2408
Cirugía | Parte VIII
Recomendaciones especificas
El paciente debe ser evaluado en relación su performance status.
Administrar hidratación intravenosa en forma agresiva, salvo
contraindicación cardiológica o renal. Esta acción es efectiva dentro de
las 12 a 24 horas pero otorga escaso beneficio posteriormente.
En los enfermos con colangitis concurrente puede ser utilizada la CPER
en las 24 horas de admisión.
La indicación de TAC complementa la sospecha clínica especialmente
en casos de diagnóstico incierto.
Los pacientes con SIRS deberán ser admitidos en unidades de cuidados
intensivos.
Aquellos con PA severa y/o necrosis estéril no se recomienda la
administración de antibióticos.
Los pacientes con PA leve y sin vómitos pueden aceptar alimentación
oral.
En los enfermos con necrosis infectada pero estables puede ser
demorada su decisión quirúrgica.
2409
Cirugía | Parte VIII
A. Normal.
B. Aumento del tamaño pancreático con inflamación confinada al páncreas.
C. Extensión inflamatoria hacia un espacio peripancreatico.
D. Extensión inflamatoria hacia dos o más espacios peripancreáticos.
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Cirugía | Parte VIII
Colecciones fluidas
LESIONES Necrosis pancreática o peripancreática
Abscesos
Seudoquistes
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Cirugía | Parte VIII
Colecciones fluidas
Ocurren abscesos en el 15 % de los casos. Pueden resolverse
espontaneamente en el 20 %.
Se revelan en la TAC por zonas hipodensas con baja atenuacion de menos de
40 UH.
El 50 % de los casos puede ser manejado por punción aspirativa percutánea
que debe intentarse preliminarmente a la cirugía.
Sobre todo las de menos de 4 cm de diametro que registran un 90 % de los
éxitos.
Desafortunadamente, existe un 72 % de recurrencias.
La mitad de los casos requiere cirugía posterior, con un 15 % de mortalidad.
2412
Cirugía | Parte VIII
Pancreatitis necrótica
Necrosis pancreática con necrosis peripancreática
Necrosis pancreática exclusivamente
Necrosis peripancreática exclusivamente
Necrosis
La necrosis puede involucrar el parlenquima pancreático y/o los tejidos
peripancreaticos. La presencia de necrosis en el parenquima o fuera de él
define el proceso como pancreatitis necrotizante y diferencia del edema (IEP).
La pancreatitis necrótica involucra uno de tres tipos:
a) necrosis del parénquima pancreático y peripancreático
b) necrosis del parénquima pancreático solo
c) necrosis peripancreática sola
Necrosis pancreática
Aproximadamente 80 % de pacientes con pancreatitis necrótica tiene una
magnitud inconstante de necrosis del parénquima pancreático que luzca
evidente por la falta de perfusión del parénquima con contraste intravenoso.
La mayoría de las necrosis pancreáticas se asocian con una magnitud
inconstante de necrosis peripancreática, pero en ocasiones, solo se ve la
necrosis pancreática. La TAC puede demostrar agrandamiento de la glándula,
mínimo, difuso o localizado, con una o más áreas de falta de refuerzo. La
2413
Cirugía | Parte VIII
Característica de la necrosis
La cantidad relativa de líquido vs. los componentes semi-sólidos dentro de
las áreas de necrosis varía con el tiempo del ataque de pancreatitis necrótica.
La necrosis debe pensarse como algo dinámico; cuánto tiempo evoluciona, la
necrosis que es inicialmente sólida empieza gradualmente a licuarse. Así,
temprano en el curso de la enfermedad (en las primeras 1-2 semanas), la
necrosis puede aparecer como un área que no refuerza, de densidad
inconstante en la TAC. De hecho, durante esta fase, la TAC no puede diferenciar
volumen semisólido de volumen de líquido; RMN o ultrasonografía pueden ser
necesarias. En el curso de la enfermedad (4 semanas), la apariencia no-
homogénea es común. La resolución completa de la necrosis (semanas a meses
después) puede ocurrir a través de la necrosis de licuefacción y la reabsorción
eventual de la licuefacción. En algunos pacientes, la reabsorción completa
puede no ocurrir nunca. Si la reabsorción no tiene lugar, el área de necrosis de
licuefacción puede persistir como un área capsulada (walled off) fuera de la
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Cirugía laparoscópica
La necrosectomía videoasistida es una alternativa útil, pues permite
visualizar en el seno de la necrosis cavitada y proceder al debridamiento y
evacuación del tejido inviable.
Cirugía convencional
El objetivo de la cirugía es remover las areas pancreáticas desvitalizadas,
evacuar colecciones asociadas y drenar suficientemente.
En ese campo, se ha logrado reducir la mortalidad de un 40-80 % a un 10-20
%.
Es requerida ante la presencia de hemorragia, sepsis incontrolada, gas,
aparición de fallo multiorgánico o inefectividad de metodos mini-invasivos.
Abscesos
Es una colección intra-abdominal de pus, originada en exudados
inflamatorios, circunscripta, con mínima o ninguna necrosis asociada y por lo
general ubicada lejos del páncreas.
La incidencia global de esta complicación es del 2 al 5 %, siendo del 25 % en
la PA grave.
Por su estructura y contenido resulta atractiva la opción de un tratamiento
inicial percutáneo o endoscópico que permita estabilizar al paciente. Es
importante diferenciar los abscesos originados en una PA de aquellas
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Cirugía | Parte VIII
Pseudoquiste pancreático
a) No infectado
b) Infectado (supurativo)
Normalmente se definen los pseudoquistes mediante TAC > 3-4 semanas
después del ataque de pancreatitis como una lesión circunscripta, que asienta
en la región peripancreática, normalmente redondo o oval, homogéneo, con
colección fluida rodeada por una pared bien definida con pequeña a ninguna
necrosis del tejido asociada dentro de la colección; puede ser necesaria una
RMN o US para confirmar la ausencia de necrosis dentro de la colección. Los
pseudoquistes se desarrollan a partir de una colección fluida que persiste
durante > 4 semanas después del ataque de pancreatitis. Antes de las 4
semanas, no logra haber formado una pared definida. En ocasiones raras, un
colección fluida puede desarrollar una pared claramente evidente (cápsula)
antes de las 4 semanas después del ataque de pancreatitis aguda y es ya un
pseudoquiste agudo. El análisis del fluido del pseudoquiste muestra el
aumento de la amilasa, niveles éstos indicativos de una comunicación con el
sistema ductal pancreático; sin embargo, la ruptura ductal que llevó a la
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Via endoscópica
Desde que Cremer en 1990 inventa el cistogastrótomo endoscópico, Kozarek
en 1991 coloca un stent transgástrico y Benz en 1999 desarrolla un grueso
trocar en espiral de 7 mm de diámetro, el drenaje transmural endoscópico es
un método a ser tenido en cuenta.
En 51 entradas Desiree Morgan (Am. Soc. Gastr. Endosc.,1998) con técnica
de Seldinger logró 92 % de exitos, tuvo 7 % de sangrados y 1 perforación al
peritoneo.
A menor compresión extrínseca sobre el estómago (grado de comba), mayor
riesgo de perforación libre.
Este procedimiento no debe efectuarse sin una previa ecoendoscopia para
localizar la colección, descartar várices y valorar el estado interparietal
(Fockens).
Un tabique mayor de 1 cm contraindica la tècnica. Si la pared del
pseudoquiste no se encuentra “soldada” al estómago o duodeno, al efectuar la
punción se desinfla el quiste y se cae en la cavidad peritoneal.
La recurrencia a largo plazo oscila entre el 10 y 20 %.
Procedimiento endoluminal
Combina el abordaje laparoscópico, la remoción de la necrosis y la
anastomosis quistodigestiva en el punto de más declive del pseudoquiste.
La necrosectomía videoasistida por mini-incisión combinada con un drenaje
interno en pseudoquistes agudos gigantes (Oría) previene esperadas
complicaciones postoperatorias.
El ingreso laparoscópico con instrumental de 2 mm (cirugía acuscópica),
permite efectuar una punción de la pared gástrica anterior y posteriormente
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Cirugía | Parte VIII
PSEUDOQUISTES AGUDOS
Tratamiento
Observación inicial 4-6 semanas
Resolución
Cuadro 6
2422
Cirugía | Parte VIII
2423
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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2424
Cirugía | Parte VIII
PSEUDOQUISTES
PANCREÁTICOS
POSTNECRÓTICOS
NICOLÁS GUERRINI
Introducción
Los pseudoquistes pancreáticos constituyen la complicación más frecuente
de la pancreatitis aguda y crónica, incluyendo aquellos casos de etiología
traumática y constituyen la mayoría de las lesiones quísticas del páncreas.
Podemos definirlos como una colección de líquido pancreático con tendencia
a la esfericidad que presenta una pared delineada por un tejido fibrótico no
epitelizado, mientras los quistes verdaderos (congénitos o neoplásicos)
constituyen el 20 % de las lesiones quísticas pancreáticas y presentan un
epitelio verdadero.
El advenimiento de avanzadas técnicas de diagnóstico por imágenes ha
generado un más preciso conocimiento de la historia natural de esta entidad, lo
cual permite realizar un enfoque más racional frente a una cada vez más amplia
alternativa de opciones terapéuticas que van desde procedimientos mini-
invasivos (percutáneos, endoscópicos o laparoscópicos) hasta intervenciones
quirúrgicas convencionales.
El intento de circunscribirse a aspectos particulares de esta entidad que
indiquen el procedimiento terapéutico con más alto rendimiento, nos expone a
la falta de éxito.[3]
Es fundamental un enfoque totalizador que considere los múltiples factores
que determinan la evolución de esta entidad.
Fisiopatología
Secundariamente al ataque de pancreatitis aguda, la conjunción de células
inflamatorias, tejidos desvitalizados y secreción pancreática secundaria a la
disrupción del conducto de Wirsung, generan la formación de una membrana
que consecutivamente va encapsulando este material. Esta capa fibrosa
2425
Cirugía | Parte VIII
Presentación clínica
Los signos y síntomas típicos de los pseudoquistes post-agudos se
manifiestan cuando la membrana está conformada. Debido a que la fase aguda
del cuadro inflamatorio inicial precede a la presentación de esta lesión los
síntomas inespecíficos son dominantes. Una vez establecido el cuadro, la
presencia de dolor a nivel del hemiabdomen superior, náuseas y vómitos,
pérdida de peso y masa palpable son característicos. La presencia de un cuadro
de colestasis (ictericia, coluria e hipocolia) dependerá de la posibilidad de
compresión de la vía biliar, hecho infrecuente. Las complicaciones incluyen
hemorragia, obstrucción (de la vía biliar, gástrica u duodenal), infección, fístula
y menos comúnmente ruptura. En el primer caso signos de anemia y
compromiso hemodinámico variable se encuentran presentes. La infección se
acompaña de signo de sepsis con incremento ostensible del dolor referido,
pudiendo ser esta presentación secundaria a la presencia de una fístula entero
o colo-cística. La efracción hacia la cavidad se manifiesta a través de un cuadro
peritonítico o de manera más indolente mediante un cuadro de ascitis
pancreática.
Laboratorio
En el momento del diagnóstico del pseudoquiste el valor del laboratorio es
relativo ya que solamente cerca del 50 % de los pacientes presentan elevación
persistente de la amilasa y lipasa. A nivel intra-quístico los valores de estas
enzimas son francamente elevados en función de la frecuente comunicación
ductal de estas lesiones. Incrementos significativos de la bilirrubina y FAL
manifiestan complicaciones obstructivas de la vía biliar, así como una
leucocitosis persistente denota infección del contenido de la lesión. La
sospecha diagnóstica de una lesión neoplásica subyacente (en el contexto del
2426
Cirugía | Parte VIII
Indicaciones y tratamiento
Los factores a considerar en la indicación del tratamiento de estas lesiones
son:
1. Síntomas
2427
Cirugía | Parte VIII
2. Complicaciones
3. Comunicación ductal
4. Tamaño del quiste
5. Sospecha de malignidad
6. Necrosis asociada
2428
Cirugía | Parte VIII
Quisto-gastro anastomosis
Conclusión
La evolución de los pseudoquistes pancreáticos se ve significativamente
influenciada por su causa determinante, ya que el manejo de las lesiones de
origen post-necrótico requiere diferentes estrategias de tratamiento en
relación a los secundarios a pancreatitis crónica.[1] La frecuente estabilidad
clínica del pseudoquiste de retención contrasta con los impredecibles cambios
presentes en los secundarios a cuadros agudos, y por su evolución incierta se
encuentran grabados por complicaciones y modificaciones estructurales que
configuran variables para la toma de decisiones terapéuticas.
Recientes publicaciones han enfatizado el rol de la necrosis glandular
asociada en la evolución y manejo de los pseudoquistes secundarios a cuadros
agudos. La revisión de la imagen tomográfica de los casos asistidos en nuestra
serie concuerda en que grados intermedios de necrosis glandular (30-60 %)
presentan un gran potencial evolutivo local, lo que favorece la producción de
fístulas ante el drenaje externo, mientras que los extremos conformados por el
menor y el extenso compromiso necrótico se asocia a una menor presentación
de esta complicación en función de un menor daño canalicular y la disminución
del parénquima funcionante, respectivamente.
2429
Cirugía | Parte VIII
2430
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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2431
Cirugía | Parte VIII
PANCREATITIS
CRÓNICA (PC)
LUIS GRAMÁTICA Y CÉSAR PALAS
2432
Cirugía | Parte VIII
Etiopatogenia
PC alcohólica
El alcoholismo crónico es la enfermedad asociada más frecuente en el
desarrollo de una pancreatitis en el mundo occidental. La PC se presenta
principalmente en adultos jóvenes de 30-40 años de edad y su prevalencia es
más alta en el sexo masculino y en la raza negra. El riesgo aumenta con la dosis
de alcohol ingerido (150-175 gr/día promedio) y con la duración del consumo,
2433
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
2435
Cirugía | Parte VIII
PC obstructiva
Se origina y desarrolla como consecuencia de la obstrucción del conducto
pancreático principal, lo que conduce a dilatación del sistema ductal, atrofia
difusa del parénquima y fibrosis uniforme. A diferencia de la PC calcificante es
rara la presencia de cálculos y de plugs proteicos. Asimismo, los cambios
estructurales y funcionales pueden mejorarse después de resolverse la
obstrucción, tal como lo demostrara Tiscornia en sus clásicos trabajos en
perros. Entre las causas de PC obstructiva se destacan la estenosis de la papila
por tumor o inflamación, divertículos duodenales, anomalías ductales
congénitas o adquiridas (páncreas divisum) y menos frecuentemente injurias
ductales por trauma.
PC autoinmune
Descripta por primera vez en 1961 por Henry Sarles y col. en un paciente sin
antecedentes de abuso crónico de alcohol y con hipergammaglobulinemia. A
partir de entonces otros casos fueron reportados en el mundo hasta que en
1995 Yoshida y col. sugirieron el término “pancreatitis autoinmune” para esta
enfermedad caracterizada por el incremento de los niveles séricos de
inmunoglobulinas, presencia de auto-anticuerpos, fibrosis pancreática difusa,
infiltrados de linfocitos y células plasmáticas y estenosis irregular del conducto
pancreático principal. Actualmente esta entidad representa el 2-4 % de todas
las formas de PC y quizás sea mayor en los próximos años.
Debido a que se la encuentra asociada a otras enfermedades autoinmunes
como el síndrome de Sjögren (SS), colitis ulcerosa, lupus eritematoso sistémico
(LES), fibrosis retroperitoneal, colangitis autoinmune, algunos autores la
denominaron PC primaria o inflamatoria. Esta vinculación a otras
enfermedades autoinmunes hace suponer un antígeno común expresado en las
células epiteliales de los conductos de las glándulas exocrinas, siendo uno de
los responsables la “anhidrasa carbónica II” (AC-II), evidencia que se respalda
en el hallazgo de auto-anticuerpos contra AC-II en el suero de pacientes con SS,
LES, PC. Por otra parte, Hamano y col. han señalado que los pacientes con PC
autoinmune presentan niveles séricos elevados de IgG4, lo que podría ayudar a
diferenciar esta patología de otras enfermedades pancreáticas.
Es más frecuente en hombres y la edad promedio de aparición es de 54 años
aproximadamente. Su principal manifestación clínica es la ictericia, la cual
puede ser intermitente o progresiva, dolor epigástrico habitualmente leve o
inclusive ausente, disconfort abdominal, pérdida de peso, diarrea crónica, así
como los síntomas relacionados a las enfermedades autoinmunes asociadas.
Dentro de los hallazgos de laboratorio tenemos los propios de una ictericia
obstructiva como elevación de los niveles de bilirrubina, fosfatasa alcalina, GGT
2436
Cirugía | Parte VIII
2437
Cirugía | Parte VIII
PC hereditaria
La PC hereditaria es una patología que se transmite en forma autosómica
dominante con un 80 % de penetrancia. Se define como la existencia de
pancreatitis episódica o recurrente en dos o más miembros de distintas
generaciones en una misma familia. Los primeros casos fueron descriptos en
1952 por Comfort y Steinberg, detectándose posteriormente alrededor de 100
familias en todo el mundo. La clínica es similar a los otros tipos de pancreatitis,
salvo por el inicio más temprano de los síntomas. Corresponde al 1 % de los
casos de PC.
A pesar de la baja frecuencia de esta variante, es muy interesante ya que
plantea mecanismos fisiopatogénicos totalmente distintos a los aceptados
clásicamente abriendo un campo fascinante para la investigación.
La tripsina juega un papel central en la secreción exocrina del páncreas ya
que es la enzima gatillo que activa las otras proteasas. Normalmente la tripsina
se mantiene como tripsinógeno hasta llegar al duodeno donde es activada por
la enteroquinasa. El organismo utiliza numerosos mecanismos para evitar la
activación prematura de la tripsina. Por ejemplo el aislamiento de los
zimógenos de los lisosomas (que tienen enzimas que los pueden activar) así
como la síntesis de inhibidores de la tripsina.
En 1996 Whitcomb y col. asociaron la pancreatitis hereditaria al brazo largo
del cromosoma 7 (7q35) y localizaron la mutación en el exón 3 del gen del
tripsinógeno catiónico (PRSS1) con sustitución de arginina por histidina en el
residuo 117. Esta mutación se llama (HP1) ARG117HIS y parece suprimir un
sitio de hidrólisis de la tripsina.
En otras familias con pancreatitis hereditarias en quienes no se encontró la
mutación HP1 se describió otra, que consiste en el cambio de asparragina por
isoleucina en la posición 21 del tripsinógeno catiónico y se conoce como (HP2)
ASP21 ISO. Esta mutación parece aumentar la autoactivación del tripsinógeno.
Interesantemente, algunos pacientes con HP2 presentan hipertrofia del
esfínter de Oddi y en quienes la descompresión produjo importante mejoría del
cuadro clínico. Estos pacientes tienen un inicio de la clínica más tardío y mejor
evolución que los del grupo del HP1.
Otros genes, como el del tripsinógeno aniónico (PRSS2), el inhibidor de la
serin proteasa, Kazal tipo 1 (SPINK1) y el regulador de la conductancia
transmembrana de la fibrosis quística (CFTR), se han asociado también con la
PC hereditaria.
Se debe establecer el diagnóstico diferencial con la fibrosis quística debido a
que ambas se presentan en la infancia y más raramente en personas jóvenes,
debiendo realizarse en estos pacientes un test del sudor y subsecuentemente
un estudio genético de la mutación del CFTR. Otros diagnósticos diferenciales
2438
Cirugía | Parte VIII
PC idiopática
Muchos casos de PC (alrededor de un 40 %) eran etiquetados de idiopáticos,
pero actualmente se han producido hallazgos muy interesantes que vinculan
por lo menos algunos casos de PC idiopática con alteraciones en el gen CFTR.
Mucho antes del descubrimiento del gen de la fibrosis quística (FQ), París
describió en 1969 dos hermanos con FQ cuyo padre, tío paterno y abuelo
tenían PC.
La FQ es la enfermedad hereditaria más común que afecta la secreción
exocrina del páncreas, se transmite en forma autosómica recesiva y es causada
por mutaciones del gen CTFR. Este gen codifica un canal de transporte iónico
que se llama regulador de conductancia de transmembrana. El CFTR se ubica
en la superficie apical de las células epiteliales de los conductos pancreáticos y
promueve la secreción de fluido y bicarbonato, produciendo de esta manera la
dilución y alcalinización de la secreción pancreática. Esto coincide con el hecho
bien conocido de que la aparición de plugs es una característica prominente en
los estadios iniciales de la FQ.
De todas las mutaciones del CFTR la más común es la llamada Delta F508. La
mitad de los pacientes con FQ son homocigotos para el CFTR o heterocigotos
con un alelo Delta F508 y el otro con otra mutación causante de FQ.
En un estudio sobre 27 pacientes con PC idiopática hubo 8 con mutaciones
del CFTR, esto es 11 veces más frecuente que en la población general. En otros
estudios el 19 % de pacientes con PC no alcohólica tenían mutaciones del CFTR.
Hace falta que existan mutaciones que permitan un mínimo de actividad del
CFTR (de alrededor del 5 al 10 %) para que se produzca PC idiopática y no FQ,
es decir, que la disminución de la actividad del CFTR sea lo suficientemente
severa para afectar el páncreas y los conductos deferentes pero no las lesiones
pulmonares ni los cambios en los test del sudor, por lo que se los puede
considerar formas frustras de FQ.
Finalmente, hasta hace unas décadas también se etiquetaban de PC
idiopática los pacientes con neoplasia intraductal epitelial mucinosa sobre todo
por los cambios morfológicos y estructurales de los conductos pancreáticos y
del parénquima. Actualmente sabemos que estos casos corresponden a
2439
Cirugía | Parte VIII
pacientes con patología quística del páncreas secretor de mucina y con un alto
potencial maligno.
PC tropical
Variante de PC calcificante, caracterizada por Sarles y col. al observar que los
pacientes con PC en el sur de la India eran niños desnutridos con ingesta pobre
en grasas y proteínas (Kwashiorkor) y no consumidores de alcohol. Esta forma
juvenil de PC observada en algunas poblaciones de África ha sido descripta
también como una enfermedad con “dolor en la infancia, diabetes en la
pubertad y muerte en la plenitud de la vida”. Debido a que es más frecuente en
países tropicales es que se le da su denominación. Su prevalencia actual en la
población del sur de la India es del 0,02 % aproximadamente. Los hallazgos
histopatológicos de esta entidad incluyen dilatación del conducto pancreático
principal, fibrosis intralobular en los estadios tempranos e interacinar en los
tardíos.
Los mecanismos etiopatogénicos de la PC tropical permanecen aún poco
claros. Inicialmente se pensó que el factor etiológico principal de la
enfermedad era la desnutrición, teoría actualmente cuestionada ya que la
desnutrición podría ser un efecto de la PC y no su causa. También se observó
que su prevalencia es mayor en zonas donde se consume mucha cassava
(tapioca). Los cianógenos tóxicos de la tapioca, en presencia de malnutrición y
falta de antioxidantes producirían alteraciones a través de los radicales libres.
Sin embargo, su papel en el desarrollo de PC no es claro, puesto que en zonas
de África donde se consumen grandes cantidades de cassava no se han visto
casos de PC tropical. La hipótesis de que el déficit de micronutrientes induce la
formación de radicales libres tiene que ser investigada. Actualmente se vincula
fuertemente a la mutación del gen SPINK1 en la producción de la PC tropical.
Manifestaciones clínicas
El dolor abdominal es el mayor problema clínico en pacientes con PC. El 85-
95 % de los casos desarrollan dolor en algún momento de su evolución. Su
ausencia es más común en las etapas tardías de la enfermedad no complicada,
lo que se ha denominado “burn out del páncreas”. Este fenómeno se observa
después de 5 a 10 años de iniciado el cuadro de PC, frecuentemente asociado
con un deterioro severo de la función pancreática.
Habitualmente, los pacientes refieren dolor epigástrico, que se puede
irradiar a ambos hipocondrios o hacia la región dorsal. El dolor se exacerba a
menudo al acostarse, al comer y al beber alcohol.
2440
Cirugía | Parte VIII
Clínica
Antecedente de alcoholismo.
Dolor.
Pérdida de peso, esteatorrea. Deficiencia de vitaminas liposolubles.
Diabetes mellitus.
Ictericia. Compresión gastroduodenal. Hemorragia digestiva alta.
2441
Cirugía | Parte VIII
Métodos diagnósticos
El diagnóstico de PC se basa en los hallazgos de la anamnesis y del examen
físico, sumado a los estudios por imágenes los cuales pueden revelar tanto
alteraciones estructurales como funcionales de la glándula pancreática. La PC
es una enfermedad con características histológicas bien definidas, pero rara vez
se dispone de material para su confirmación. El diagnóstico correcto de la
enfermedad es fácil en los estadíos clínicos tardíos pero dificultoso en los
tempranos o llamados también de “conductos pequeños” o de cambios
mínimos (Büchler).
Con respecto a las pruebas de laboratorio queremos destacar que por lo
general la amilasa y la lipasa plasmática están mínimamente elevadas o incluso
son normales. Por este motivo se ha aconsejado hacer el estudio de los
fermentos pancreáticos en orina de 24 horas. En los casos de compresión
canalicular biliar pueden estar elevadas la bilirrubina y la fosfatasa alcalina, lo
mismo que las transaminasas, sobre todo en las PC alcohólicas. El Van de
Kamer es un estudio clásico que permite precisar el grado de esteatorrea.
En relación a los métodos por imágenes la clásica radiografía directa de
abdomen permitirá demostrar en el 15 al 20 % de los enfermos con PC
calcificaciones pancreáticas, las cuales se evidencian distribuidas en grandes
acúmulos o difusamente “en perdigonadas”. Si bien la calcificación es una
manifestación tardía de la enfermedad, su hallazgo tiene una especificidad del
95 % para el diagnóstico de PC calcificante.
Habitualmente, en la práctica hospitalaria diaria, los pacientes con dolor en
el abdomen superior son estudiados inicialmente junto con la radiografía
simple de abdomen, con la ecografía abdominal, por ser un estudio simple, no
invasivo, bien tolerado y económico que permite una rápida evaluación del
sistema pancreato-hepato-biliar. Sin embargo, es un estudio que depende
fundamentalmente del entrenamiento y experiencia del ecografista,
presentando una sensibilidad del 60-70 % y una especificidad del 80-90 % para
el diagnóstico de PC en estadios avanzados, pudiendo ser incluso normal en las
etapas tempranas de la enfermedad.
La TC abdominal dependiendo de la tecnología usada por lo general tiene
una sensibilidad del 75-80 % con una especificidad de alrededor del 90 %, para
el diagnóstico de PC avanzada con calcificaciones, atrofia y dilatación ductal. La
TC permite además una evaluación completa del abdomen y eventualmente el
diagnóstico de otros procesos patológicos.
En los últimos años, la colangiopancreatografía por resonancia magnética
(CPRM), es utilizada cada día con mayor frecuencia para el diagnóstico de PC.
Este estudio permite evaluar la anatomía ductal pancreática, el parénquima, así
como los conductos biliares y los vasos adyacentes, permitiendo de esta
2442
Cirugía | Parte VIII
2443
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
CLÍNICA Y ANTECEDENTES
LABORATORIO
Diagnóstico
RADIOLOGÍA
GENÉTICO
- CPRE
Tratamiento
2445
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Complicaciones de la PC
Las complicaciones más frecuentes observadas en el curso de la PC son
pseudoquistes, obstrucción de órganos vecinos como la vía biliar principal, la
vena porta y esplénica condicionando un síndrome de hipertensión portal
segmentaria, píloro duodenal, infección, hemorragia intraquística, fístula
pancreático pleural y ascitis pancreática. Por ser la primera, es decir los
pseudoquistes, los más frecuentes por razones de espacio nos referiremos
exclusivamente a esta complicación.
2447
Cirugía | Parte VIII
PP SINTOMÁTICO
PP ASINTOMÁTICO
2448
Cirugía | Parte VIII
2449
Cirugía | Parte VIII
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2450
Cirugía | Parte VIII
PANCREATITIS
AUTOINMUNE (PAI)
CARLOS CASTILLA
Epidemiologia
Constituye el 5 % de todos los casos de pancreatitis crónica. Más frecuente
en hombres y pacientes de más de 50 años de edad.
2451
Cirugía | Parte VIII
Clasificación
Se clasifica histológicamente en dos tipos:
PAI tipo 1 o pancreatitis esclerosante linfoplasmocitica (PELP), es la
forma más frecuente y se presenta a mayor edad. Se caracteriza por
infiltrado linfoplasmocítico periductal rico en células IgG4, fibrosis
estoriforme y flebitis obliterante. La afección extrapancreática muestra
hallazgos histológicos similares y mayor prevalencia de incremento de
IgG4 (Gil Rojas).
PAI tipo 2 o pancreatitis ductal central idiopática (PDCI), no parece
estar relacionada con incremento sérico de IgG4 ni involucrar otros
órganos y la respuesta a esteroides es menos clara. Se puede asociar con
tiroiditis de Hashimoto, enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad
de Mikulicz, tumor de Kuttner, enfermedad de Rosai-Dorfman y
fibroesclerosis multifocal.
Fisiopatología
La exacta patogenia de la PAI se desconoce. Se considera que existe
susceptibilidad genética asociada al haplotipo HLA-DRB1*0405-DQB1*0401 en
la clase II.
Los antígenos de HLA-DR en las células ductales y acinares pancreáticas
pueden servir como antígenos reconocidos, desencadenando la inflamación
subsecuente.
La mayoría de los pacientes con PAI tienen niveles elevados de IgG sérica,
específicamente niveles elevados de IgG4, la cual parece desempeñar un papel
principal en la patogenia. Otros autores proponen que IgG4 puede
simplemente representar una respuesta secundaria a un disparador primario
todavía no identificado.
2452
Cirugía | Parte VIII
Laboratorio
La mayoría de los pacientes con PAI muestran niveles normales o
ligeramente elevados de amilasa y lipasa. En las pruebas de función hepática se
puede encontrar un perfil colestásico. También se ha encontrado
hipergammaglobulinemia mayor a 2 g/dL en 53 % a 71 %; existe eosinofilia
periférica con más de 600 células/mm en 11 %, e incremento de IgE en 34 %.
Los pacientes tienen un nivel elevado de IgG4 (con un valor promedio de 300
mg/dl) considerando normal cifras de 34 mg/dl. En los pacientes con cáncer
pancreático, solo el 10 % eleva escasamente IgG4. Los niveles séricos de IgG4
son altamente sensibles (95 %) y específicos (97 %).
Imágenes
Ultrasonido
La imagen de ultrasonido suele ser sub-óptima. El páncreas luce con
engrosamiento difuso.
Tomografía computada
Agrandamiento difuso del páncreas (páncreas en salchicha) y pérdida de
nitidez del contorno lobular en la fase retardada, porque existen cambios
fibroinflamatorios que envuelven el tejido adiposo peripancreático y a veces
estrechan el Wirsung. Si la participación es focal, se ve una imagen en cabeza
del páncreas de baja atenuación sin atrofia distal. Se pueden ver tumefactos los
ganglios regionales.
Resonancia magnética nuclear
Pueden observarse zonas de alta intensidad de señal en T2 de manera
difusa, solitaria o múltiple. En el cáncer la lesión es generalmente única. La
colangiopancreatografía RMN se ha hecho popular y un método no invasivo
que logra obtener imágenes de alta calidad y es el gold standard en esta
patología. Es muy útil para juzgar la respuesta a la terapia esteroide.
2453
Cirugía | Parte VIII
Criterios diagnósticos
Las primeras guías reales para el diagnóstico de PAI fueron las de la Sociedad
Japonesa de Páncreas (SJP) en 2002, posteriormente modificadas en 2006. El
principal objetivo de esos criterios fue asegurar que se excluyera el diagnóstico
de cáncer de páncreas. En 2006, Chiari y col. propusieron los criterios HISORt de
la Clínica Mayo. En 2008, la SJP y la Sociedad Coreana de Enfermedades
Pancreatobiliares propusieron los criterios del Consenso Asiático, en donde se
propuso eliminar la gammaglobulina de los criterios serológicos.
Para hacer el diagnóstico de PAI basado en las guías japonesas se requiere
que los hallazgos radiológicos sean consistentes con PAI y uno de los criterios
serológicos o histológicos.
2454
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
El tratamiento de elección es la terapia corticoidea que puede mostrar una
mejoría, sugestiva de que se trata de una PAI. Terapia inicial con 30 a 40 mg/día
de prednisona por cuatro semanas, seguidas de una disminución gradual 5 a 10
mg/semana de cuatro a seis semanas con una dosis de mantenimiento 5 a 10
mg/día y continuar hasta resolverse completamente las anormalidades clínicas,
de laboratorio o radiográficas. Luego, para evitar recaídas se reduce la dosis a 5
mg/día. Obviamente se debe administrar con extrema precaución si no se está
seguro de excluir un cáncer.
En pacientes con estenosis biliar y/o pancreática, conviene primero instalar
una prótesis y luego administrar corticoides.
Existe un 30 % de recaída clínica, por lo cual se puede utilizar azatioprina o 6-
mercaptopurina.
No hay predictores de recaída certeros. Sin embargo, se han reportados
como predictores genéticos de recurrencia la sustitución de ácido aspártico a
ácido no aspártico (alanina, valina y serina) en DQB1 57, presencia de HLA y
polimorfismo del antígeno 4 de los linfocitos T citotóxicos (CTLA4). Predictores
séricos como el factor reumatoide monoclonal (MRF), con un valor de corte de
10 μg/dL sirve como predictor de recurrencia con sensibilidad 61 % y
especificidad de 70 %. La probabilidad de recurrencia es de 60 % con valores
por arriba de 10 μg/dL y de 30 % valores menores de 10 μg/dL.
El uso de tratamiento inmunosupresor mediante rituximab puede ser una
promisoria terapia.
El pronóstico a largo plazo se desconoce, pero generalmente es benigno si se
trata prontamente y la remisión espontánea ocurre en una proporción no
establecida de pacientes. La evolución al cáncer, si bien posible, es rara.
2455
Cirugía | Parte VIII
TUMORES
NEUROENDOCRINOS DEL
PÁNCREAS (TNE)
CARLOS CASTILLA
2456
Cirugía | Parte VIII
2457
Cirugía | Parte VIII
2458
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SITUACIÓN SOLUCIÓN
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SITUACIÓN SOLUCIÓN
2460
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
TUMORES QUÍSTICOS
DEL PÁNCREAS
E. ALEJANDRO ROLLE
Introducción
El advenimiento de los nuevos métodos de diagnóstico por imágenes ha
permitido la detección frecuente de lesiones quísticas en la cavidad abdominal.
Dichas lesiones quísticas según donde asienten tendrán diferente significación
patológica: mientras un quiste seroso simple de riñón o de hígado sólo debe ser
controlado, una lesión quística en el páncreas requiere la diferenciación entre
un origen inflamatorio o neoplásico, y éste último, a su vez, entre benigno,
potencialmente maligno y carcinoma invasor.
Patología
Las neoplasias quísticas del páncreas según la WHO (World Health
Organization) y la AFIP (Armed Forces Institute of Pathology) son:
Neoplasia sólido-quístico pseudopapilar (NSQP)
Neoplasia quística serosa (NQS)
Neoplasia quística mucinosa (NQM)
Neoplasia intraductal papilar mucinosa (NIPM)
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Cirugía | Parte VIII
Tratamiento:
Siendo la neoplasia quística serosa una enfermedad esencialmente benigna
con escasa o nula posibilidad de degeneración maligna la tendencia actual es
conservadora siempre que sea posible.
Las lesiones pequeñas asintomáticas con patrón radiológico bien
determinado permiten un seguimiento anual o más espaciado dependiendo de
la edad, localización y riesgo quirúrgico.
Los tumores asintomáticos de 4 o más cm, debido a su rápida tasa de
crecimiento y la gran posibilidad de desarrollar síntomas, requieren de un
control más frecuente considerando siempre la edad, riesgo quirúrgico, tamaño
y localización tumoral, para decidir por conducta expectante o cirugía.
A los pacientes con síntomas atribuidos al tumor y con riesgo quirúrgico
aceptable se les puede proponer la resección quirúrgica ya que asegura la
curación. La magnitud de la cirugía será de menor a mayor siempre que
asegure márgenes libres de enfermedad sin necesidad de grandes
vaciamientos.
Por último, en pacientes que se nieguen a una exploración quirúrgica o en
dudas diagnósticas, se puede confirmar esta patología mediante una punción
biopsia percutánea o por ecoendoscopia.
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Cirugía | Parte VIII
Tratamiento:
Todo enfermo sintomático debe ser resecado dado el alto potencial maligno
de esta neoplasia, pero además la presencia de síntomas predice la patología
premaligna o maligna en 60 % vs 23 %. La magnitud de la cirugía depende del
tamaño tumoral, localización y compromiso loco-regional. En esta patología las
resecciones vasculares por necesidad no alteran el pronóstico ni la sobrevida.
En los pacientes asintomáticos el 17 % ya tienen cáncer invasor o in situ y el
42 % enfermedad premaligna. En los portadores asintomáticos de lesiones
menores a los 2 cm la incidencia de cáncer es muy baja (3,5 %) comparada con
las mayores de 2 cm donde aumenta al 26 %. Sin embargo la posibilidad de
lesiones premalignas es pareja en ambos casos siendo de 46 y 38 %
respectivamente. Por lo tanto, a una lesión quística asintomática, en cuerpo o
cola de páncreas, mayor de 2 cm, en mujer joven o de mediana edad se le debe
indicar la resección quirúrgica si se confirma que se trata de una lesión
mucinosa sin comunicación con el Wirsung. En cambio, a las menores de 2 cm,
se debe informar al paciente de que a pesar de la baja incidencia de cáncer en
esta lesión la posibilidad de enfermedad premaligna es alta y decidir entre el
control evolutivo programado o indicar la cirugía. Si durante la observación de
la lesión, ésta presenta cambios se debe recomendar la cirugía.
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Tratamiento:
El tratamiento es la resección pancreática para tratar los síntomas e impedir
que las formas no invasoras progresen a carcinoma invasor. Los pacientes con
adenoma, tumor borderline o carcinoma in situ no presentan recidiva después
de la resección y tienen buena evolución, pero el carcinoma invasor sólo tiene
una sobrevida del 58 % a los 5 años. Signos histológicos de mal pronóstico son
la presencia, extensión y tipo del componente invasor, metástasis ganglionar e
invasión vascular. Factores predictivos de malignidad cuando se origina en el
conducto pancreático principal son presencia de síntomas, conducto principal
de calibre mayor a 15 mm y nódulos murales. Aunque se han descrito
pacientes sin nódulos ni esa dilatación ductal con carcinoma in situ o invasor.
Las Guías de Consenso Internacional para el manejo de la NIPM publicadas en
2006 citan que todas las de conducto principal benignas pueden progresar a
cáncer invasor y remarcan la excelente sobrevida para las neoplasias benignas
y no invasoras versus carcinoma invasor a 5 años, por lo tanto, recomiendan la
resección de toda variante de NIPM de conducto principal o mixta siempre que
el paciente sea buen candidato quirúrgico con razonable expectativa de vida.
El tratamiento se orienta a resecar la enfermedad, preservar tejido
pancreático funcional, evitar la persistencia de la patología y prevenir la
recidiva. La magnitud de la resección pancreática depende de la extensión
intraductal de la enfermedad y del compromiso del Wirsung. Para definir el
nivel de sección se debe contar con biopsia intra-operatoria y ecografía. El
margen ductal no debe presentar displasia severa ni estar denudado. La
ecografía intraoperatoria es una herramienta de gran utilidad para la detección
de procesos nodulares sólidos intraductales o parenquimatosos. En definitiva,
la NIPM Tipo I, o sea de conducto principal, que afecta al páncreas en forma
difusa, habitualmente más asociada a malignidad, tendencia multifocal y
oncogénesis metacrónica, puede necesitar desde una pancreatectomía sub-
total hasta una total dependiendo de edad y estado general del paciente,
margen de sección reiteradamente positivo, enfermedad glandular difusa con
intensa pancreatitis crónica secundaria y diabetes pre-operatoria. La
posibilidad de persistencia o recidiva tumoral en este tipo de pacientes, cuando
no se realiza la pancreatectomía total, obliga a un seguimiento post-operatorio
con marcadores tumorales e imágenes del muñón pancreático remanente.
En cambio, la tendencia actual en las NIPM Tipo II, o sea de conducto
secundario, dada su baja malignidad, es mucho más conservadora y
expectante. En principio, se recomienda la observación de los pacientes
asintomáticos con lesiones quísticas menores de 3 cm y ningún signo
radiológico sugestivo de malignidad. Pero se advierte de realizar un
seguimiento intensivo para detectar incremento en el tamaño tumoral,
cambios en las características radiológicas, o aparición de síntomas que
2479
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico y manejo
Los diferentes métodos de diagnóstico por imágenes permiten la detección
de una lesión quística en el páncreas. Sin embargo, la mayoría de los autores
están de acuerdo en que ningún signo por ECO, TAC o RMI es lo
suficientemente seguro para diferenciar si ésta es inflamatoria o neoplásica, y
esta a su vez, benigna, pre-maligna o maligna. Sin embargo, los equipos de
última generación permiten reconocer cada una de las neoplasias quísticas
determinadas (NSQP-NQS-NQM-NIPM) cuando estas presentan sus respectivos
signos característicos y conociendo el comportamiento biológico de cada una
de ellas se puede actuar en consecuencia.
En la década del 90, Warshaw y otros recomendaron la aspiración del quiste
con análisis del contenido para citología, amilasas, viscosidad y varios
marcadores tumorales pero los resultados no alcanzaron niveles satisfactorios
de sensibilidad y especificidad en la diferenciación de estas lesiones y su
utilización rutinaria no llegó a imponerse. Recientemente, los mismos autores,
han propuesto la aspiración con aguja fina pero con ecoendoscopia para casos
seleccionados, sobre todo en pacientes con alto riesgo quirúrgico o lesiones
quísticas asintomáticas y pequeñas, que suma las imágenes a la biopsia dirigida
obteniendo una sensibilidad del 69 % y especificidad del 90 % para el
diagnóstico de cáncer, pero, para la detección de lesiones premalignas
solamente el 56 % y 81 %, respectivamente. El dosaje del CEA en el contenido
del quiste para la detección de lesiones mucinosas con un cut off a los 20 ng/ml
tiene una sensibilidad de 82 % pero especificidad de sólo el 30 %; y elevando a
70 ng/ml la especificidad aumenta a 64 % pero disminuye la sensibilidad a 60
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Cirugía | Parte VIII
CARCINOMA DUCTAL
DE PÁNCREAS
CARLOS OCAMPO
Epidemiologia y etiología
Se desconoce la etiología del cáncer de páncreas; sin embargo, se ha
avanzado mucho en la identificación de los factores de riesgo para su
desarrollo. Estos pueden ser clasificados en demográficos, ambientales y
relacionados al huésped. El factor demográfico más importante es la edad, casi
80 % de los cánceres de páncreas ocurren entre los 60 y 80 años de edad. Otros
factores demográficos con un riesgo moderado son el sexo masculino, la
descendencia de judíos y la raza negra. El hábito de fumar es el factor
etiológico ambiental más importante, la mayoría de los estudios de caso-
control reportan una incremento de 1,5 a 5 veces en el riesgo de desarrollar
cáncer de páncreas en personas fumadoras. En relación a los factores
relacionados al huésped, la predisposición genética es el factor de riesgo más
importante para el desarrollo de cáncer de páncreas. Se estima que
aproximadamente 10 % de los pacientes con cánceres de páncreas tienen más
de un pariente de primer o segundo grado con cáncer de páncreas. Algunos
cánceres de páncreas se originan en pacientes con reconocidos síndromes
congénitos. Estos síndromes hereditarios incluyen pancreatitis hereditaria,
cáncer de mama hereditario, poliposis de Peutz-Jehers y el síndrome de
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Cirugía | Parte VIII
Tabla 1. Factores de riesgo para el desarrollo de cáncer de páncreas según categorías de riesgo
Histología
Los tumores que asientan en el páncreas pueden ser primarios, metastásicos
o sistémicos. Los primarios se originan en las células pancreáticas, los
metastásicos en otros órganos y, por último, los sistémicos derivan de la sangre
o ganglios linfáticos y por definición afectan varios sitios. Desde el punto de
vista histológico las células pancreáticas se dividen en células exocrinas y
endocrinas. Las exocrinas comprenden a los acinos y los conductos
2495
Cirugía | Parte VIII
Precursores histológicos
Uno de los más importantes hallazgos en la patología del adenocarcinoma
ductal ha sido la identificación de un precursor histológico de cáncer invasivo.
Este precursor se denomina neoplasia intraepitelial pancreática o PanIN (por
las siglas en inglés de PANcreatic Intraepithelial Neoplasia). Estos precursores
se originan en los conductos pancreáticos más pequeños y están compuestos
de células productoras de mucina con varios grados de atipia celular y
estructural. Por definición el PanIN tiene menos de 1 cm, es un hallazgo
histológico y no tiene expresión radiológica.
Como se puede ver en la Figura 1 el PaNIN progresa desde lesiones planas a
lesiones papilares atípicas, carcinoma in situ y finalmente carcinoma invasor.
Varios trabajos presentan evidencia de que el PaNIN es el precursor del
adenocarcinoma invasor, así como los adenomas son precursores del cáncer de
colon. Las evidencias muestran que 1) existen lesiones tipo PanIN en el
parénquima pancreático adyacente al carcinoma invasor en pacientes
resecados por cáncer de páncreas; 2) pacientes con PanIN seguidos en el
tiempo desarrollaron adenocarcinoma ductal y 3) los PanIN muestran cambios
genéticos similares al adenocarcinoma ductal.
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Cirugía | Parte VIII
Figura 1. Esquema que muestra la progresión desde la célula normal del conducto pancreático hasta
carcinoma invasor (PanIN3)
Genética molecular
En los últimos 10 años hubo una revolución en nuestro conocimiento de la
genética molecular del cáncer de páncreas. En la actualidad es claro que el
cáncer de páncreas es una enfermedad genética. La alteración genética que
permite el desarrollo del cáncer de páncreas puede ser congénita o adquirida.
La mayoría de los pacientes desarrollan cáncer de páncreas mediante
alteraciones genéticas adquiridas. Los genes afectados pueden ser clasificados
en tres grandes grupos: oncogenes, genes supresor tumoral y genes de
reparación del DNA. Los principales genes involucrados en el desarrollo de
cáncer de páncreas se detallan en la Tabla 2.
Oncogenes
K-Ras 90 12p
AKT2 20 19q
HER 2 70 17q
Genes de supresión
tumoral
p16 95 9p
p53 60 17p
DPC4
55 18q
BRCA2 10 13q
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Cirugía | Parte VIII
Los oncogenes son genes que cuando son activados, por una mutación o
sobreexpresión, tienen propiedad formadora de cáncer. El conocimiento de
estos oncogenes es importante ya que en un futuro su detección podría
permitir un diagnóstico temprano o una terapéutica más efectiva. La segunda
clase de genes que están alterados en el cáncer de páncreas son los genes
supresores de tumores. Los genes de supresión tumoral son genes que
codifican para proteínas que normalmente tienen como función frenar la
proliferación celular. Por lo tanto, la pérdida de su actividad permite un
crecimiento celular desenfrenado. La clase final de genes involucrados en el
desarrollo de cáncer de páncreas son los genes reparadores del DNA. Los
productos de la reparación del DNA funcionan para asegurar la fidelidad de la
replicación del ADN. Cada vez que una célula se divide debe copiar tres billones
de pares de base de ADN. Normalmente, los errores que se producen son
reparados por una enzima, si el gen de reparación de ADN está inactivado, esos
errores no se pueden reparar y por lo tanto se produce, a través del tiempo,
una acumulación de mutaciones.[2]
Screening
Los programas de screening en la población general han mejorado la
sobrevida en los cánceres de mama, colon y cuello de útero. En el cáncer de
páncreas, sin embargo, la utilización de los métodos de screening no fue
efectiva. La inaccesibilidad del páncreas y la baja prevalencia en la población
general del cáncer de páncreas (1 en 10.000) son las principales razones que
impiden realizar métodos de screening. Ningún marcador tumoral, incluido el
CA 19-9 se ha mostrado útil en el screening de pacientes asintomáticos.
La única manera de aumentar la efectividad de los métodos de screening en
el cáncer de páncreas es realizarla a grupos de pacientes con alto riesgo de
cáncer de páncreas. En las últimas décadas, existe un gran interés en la
detección temprana de cáncer de páncreas mediante marcadores tumorales y
ecoendoscopia en pacientes con alto riesgo de desarrollo de cáncer de
páncreas como los pacientes con alteraciones genéticas congénitas (Síndrome
de Peutz-Jeghers, pancreatitis hereditaria, mutación BRCA 2, p16, etc.).
Diagnóstico
El diagnóstico clínico de cáncer de páncreas se realiza en base a la
presentación clínica y los hallazgos en los métodos por imágenes. En la mayoría
de los pacientes este diagnóstico clínico se realiza en etapas tardías de la
enfermedad. El prolongado período de tiempo asintomático en el cual se
desarrolla el cáncer de páncreas hace que los diagnósticos clínicos tempranos
2498
Cirugía | Parte VIII
2499
Cirugía | Parte VIII
Figura 2. Ecografía que muestra en A: signo ecográfico del doble conducto (flecha), que representa la
vía biliar dilatada y la rama portal intrahepática y B: masa hipoecogénica en cabeza de páncreas con
bordes irregulares (flecha) que corresponde a un tumor de páncreas
Figura 3. Ecografía que muestra una masa hipoecogénica en cuerpo de páncreas (flechas) que
corresponde a un tumor de cuerpo de páncreas
2500
Cirugía | Parte VIII
Figura 4. Tomografía axial computada que muestra imagen hipodensa (1) que corresponde a un
tumor de páncreas. 2: vena mesentérica superior, 3: arteria mesentérica superior, 4: surco vascular,
5: aorta abdominal y 6: parénquima pancreático normal
2501
Cirugía | Parte VIII
2502
Cirugía | Parte VIII
Estadificación
La estadificación en el cáncer de páncreas puede ser preoperatoria,
intraoperatoria y finalmente postoperatoria. En la Tabla 3 se detallan los
objetivos y los métodos para realizar los distintos tipos de estadificación.
2503
Cirugía | Parte VIII
y
Espacio graso conservado entre el
tumor o páncreas y el borde lateral
derecho de la arteria mesentérica
superior
Tabla 4. Estadificación. División de los pacientes con masa en el parénquima pancreático de acuerdo
a los hallazgos tomográficos
2504
Cirugía | Parte VIII
TUMOR PRIMARIO
2505
Cirugía | Parte VIII
GANGLIOS REGIONALES
METÁSTASIS A DISTANCIA
ESTADIOS
0 TIS N0 M0
IA T1 N0 M0
IB T2 N0 M0
IIA T3 N0 M0
IIB T1 N1 M0
T2 N1 M0
T3 N1 M0
III T4 Cualquier N M0
IV Cualquier T Cualquier N M1
2506
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento
El tratamiento depende básicamente de la estadificación preoperatoria. Los
pacientes del Grupo 1, con enfermedad localizada en el parénquima
pancreático, el tratamiento es la resección del segmento pancreático afectado;
en el otro extremo, los pacientes del Grupo 3 con enfermedad diseminada, el
tratamiento es la paliación no quirúrgica. El tratamiento de los pacientes con
infiltración a los vasos mesentéricos (Grupo 2) es actualmente controvertido y
se desarrollará más adelante.
2507
Cirugía | Parte VIII
2508
Cirugía | Parte VIII
Complicaciones de la duodenopancreatectomía
La mortalidad de la duodenopancreatectomía ha bajado considerablemente
de 20 % en 1980 a 1 a 4 % en la actualidad y en centros de referencia. La
morbilidad, sin embargo, permanece elevada, en el orden del 15 al 50 % según
los centros. Las complicaciones post operatorias pueden dividirse en extra-
abdominales (20 %) e intra-abdominales (80 %). Las extra-abdominales más
frecuentes son las disfunciones orgánicas en el postoperatorio inmediato. La
prevención de esta complicación se realiza mediante adecuada selección de
pacientes (sin comorbilidades importantes), adecuada técnica quirúrgica,
anestésica y reanimación temprana.
2509
Cirugía | Parte VIII
2510
Cirugía | Parte VIII
Figura 6. Tomografía Axial Computada que muestra tumor de páncreas (1) con invasión a la cara
lateral derecha de la vena mesentérica superior (2); la arteria mesentérica (3) y el surco vascular (4)
no están comprometidos por tumor
2511
Cirugía | Parte VIII
Figura 7. Tomografía axial computada que muestra la arteria mesentérica superior (1) rodeada de un
tejido blanda (2) que corresponde a invasión tumoral
2512
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento adyuvante
Probablemente uno de los mayores progresos en el tratamiento del cáncer
de páncreas en los últimos años ha sido la introducción de la estrategia
multimodal. A pesar de las fallas metodológicas de los trabajos prospectivos
randomizados que comparan cirugía sola con cirugía más tratamiento
adyuvante, en general, se está de acuerdo en que el tratamiento adyuvante
confiere un beneficio en la sobrevida en pacientes resecados. De los 8 trabajos
randomizados publicados, 5 (GITSG, EORTC, ESPAC-1, RTOG 9704, y CONKO-1)
tienen diseños metodológicos adecuados y contienen un total de 1200
pacientes. Las conclusiones mayores de ellos son:
(1) la quimioterapia adyuvante es superior a la observación después de la
duodenopancreatectomía en pacientes con cáncer de páncreas,
(2) el tratamiento con gemcitabine es superior al 5 FU como quimioterapia
adyuvante y
(3) el beneficio de la quimiorradiación todavía es incierto. En estos trabajos
la sobrevida luego del tratamiento adyuvante es de 20 % a los 5 años versus 10
% con cirugía sola.
En pacientes no resecados por enfermedad avanzada, el tratamiento con
gemcitabine tiene un modesto impacto en la sobrevida con un mayor impacto
en la calidad de vida. Datos recientes aportan evidencia de que la combinación
2513
Cirugía | Parte VIII
Pronóstico
La sobrevida del cáncer de páncreas no ha variado en los últimos años. Los
pacientes con metástasis a distancia tienen una sobrevida media de 3 a 6
meses y los pacientes con invasión local y sin metástasis a distancia tienen una
sobrevida media de 8 a 12 meses. La sobrevida más prolongada se observa en
los pacientes resecados, en estos pacientes la sobrevida media a 5 años varía
entre 10 a 40 %. Los factores más importantes que afectan la sobrevida en
pacientes resecados son los factores biológicos del tumor y el status de los
márgenes quirúrgicos. Los factores biológicos del tumor asociados con una
sobrevida más prolongada se detallan en la tabla 8.
DNA Diploidia
Tabla 8. Factores biológicos del tumor en pacientes resecados relacionados con una mayor sobrevida
2514
Cirugía | Parte VIII
2515
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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2516
Cirugía | Parte VIII
COMPLICACIONES DE LA
CIRUGIA PANCREÁTICA
OSCAR MAZZA Y DAVID BIAGIOLA
Introducción
En este capítulo recorreremos las complicaciones de las cirugías pancreáticas
mayores más frecuentemente practicadas en centros especializados en cirugía
hepatobiliopancreática. Describiremos inicialmente las definiciones estándares
unificadas por el International Study Group for Pancreatic Surgery (ISGPS) y
creadas a raíz de las interpretaciones erróneas de la experiencia reportada por
cada centro, que impedía una comparación válida de las tasas de
complicaciones y los resultados de las diferentes técnicas quirúrgicas en los
trabajos reportados de cirugía pancreática. Este objeto movilizó al grupo de
expertos a reunirse, confomar y clasificar a la fístula pancreática (FP), el
sangrado (HPP) y el retardo en la vaciamiento gástrica (RVG) con definiciones
objetivas universalmente aceptadas.[1]
En primer término se definió a la cirugía pancreática mayor a los
procedimientos descriptos como duodenopancreatectomía cefálica clásica
(Kausch-Whipple) y la DPC con conservación del píloro (Traverso-Longmire), la
resección pancreática izquierda (pancreatectomía córporo caudal con o sin
esplenectomía), resección de cabeza de páncreas con preservación de
duodeno, resección de un segmento de páncreas, y pancreatectomía total.[1]
2517
Cirugía | Parte VIII
Posoperatorias
Complicaciones intraoperatorias
Hemorragia
El sangrado es la complicación intraoperatoria más frecuente e importante
de la DPC. El sangrado puede ocurrir en distintos sitios durante varias etapas de
la fase resectiva.
Por lo tanto, pondremos énfasis en las situaciones donde puede devenir en
esta complicación y describiremos tips a tener en cuenta:[2]
Durante la colecistectomía en pacientes con obstrucción biliar, la vesícula
biliar aumenta de tamaño, se distiende y se vasculariza lo que resulta en un
sangrado del lecho hepático.
Durante la sección del conducto biliar común en un paciente con stent,
éste tiene paredes gruesas, inflamadas y muy vascularizadas.
Durante la movilización del colon transverso de la superficie anterior de
la cabeza del páncreas podemos lesionar el tronco gastro-cólico (tronco de
Henle).
Durante la movilización del ángulo duodeno-yeyunal se puede lesionar la
vena mesentérica inferior.
2518
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
Complicaciones posoperatorias
Las complicaciones postoperatorias más importantes de la DPC están
relacionados con las fístulas de las tres anastomosis (páncreas, vía biliar y
gástrica / duodenal en ese orden).
Fístula pancreática (FP)
La FP es la principal causa de la morbilidad postoperatoria, con alta
frecuencia de reoperaciones asociadas y aumento de la mortalidad. Es la
complicación más importante de la DPC y tiene una incidencia de 15-25 %.
La ISGPF define como fístula pancreática (FP) al dosaje de la amilasa
debitada en el drenaje con un valor > 3 veces del valor normal superior de la
amilasa sérica a los 3 días posoperatorio de DPC.[1]
La FP se presenta por un fallo en la adhesión de la pancreático-entero
anastomosis o la pérdida de parénquima páncreatico (trauma – resección
2520
Cirugía | Parte VIII
2521
Cirugía | Parte VIII
GRADO A B C
TRATAMIENTO No Indistinto Sí
ESPECÍFICO*
REOPERACIÓN No No Sí
MUERTE No No Sí
RELACIONADA
SIGNOS DE INFECCIÓN No Sí Sí
SEPSIS No No Sí
2522
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
2. Grave
- Pérdida de sangre de alta cuantía cuando hay disminución de la
hemoglobina > 3 g/dl.
- Repercusión clínica evidenciable (taquicardia, hipotensión, oliguria, shock
hipovolémico) que requerirá un tratamiento no invasivo con transfusión de
sangre ≥ 3 unidades de concentrado de hematíes.
- Necesidad de tratamiento invasivo (embolización angiográfica
intervencionista o relaparotomía).
Integrando la clasificación anterior se definen tres grados de HPP (Tabla 2):[8]
2525
Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
GRADO A B C
2528
Cirugía | Parte VIII
Tratamiento Generalmente Si Si
(proquinéticos) (proquinéticos – (proquinéticos –
valorar valorar
recolocación SNG) recolocación SNG
–
intervencionismo
percutáneo o
relaparotomía)
Estadía Generalmente Sí Sí
2529
Cirugía | Parte VIII
Fístula biliar
La fístula de la hepático-yeyuno anastomosis se manifiesta por fuga de bilis
en el débito del drenaje; el dosaje de amilasa en el líquido de drenaje es alto si
la reconstrucción es a lo Child ya que hay drenaje de líquido pancreático de la
misma asa yeyunal. El tratamiento es el drenaje percutáneo para drenar
cualquier colección.
Cuando el débito de la fuga es bajo, generalmente la fístula se agota por sí
misma; cuando el débito es alto debemos complementar el drenaje percutáneo
con otro drenaje percutáneo biliar transparietohepático.
La mayoría de las fístulas responden al esquema terapéutico descripto y muy
rara vez se requiere resolución quirúrgica.
2530
Cirugía | Parte VIII
Estenosis de la anastomosis
La estenosis de la pancreático-yeyuno anastomosis puede devenir en
pancreatitis crónica obstructiva y requerir reintervenición con una pancreático
yeyunostomía y drenaje del conducto pancreático dilatado.
La estenosis de la hepático-yeyuno anastomosis puede devenir en una
colangitis, es de tratamiento inicial médico con antimicrobianos según cultivos,
valoración de drenaje percutáneo trasparietohepático de la vía biliar y en un
segundo tiempo stent biliar, rara vez es requerida reintervención quirúrgica
con una nueva anastomosis del hepático común con yeyuno término-lateral.
Márgenes no oncológicos
La ausencia de compromiso ganglionar y la resección R0 son dos factores
pronósticos en la DPC por patología maligna. En casos de DPC por patología
maligna se debe efectuar una completa resección de la lámina retroportal y el
uncus del páncreas para lograr una resección oncológica R0 (riesgo de dejar
enfermedad residual microscópica R1).
En la DPC por patología benigna es innecesaria la resección completa y
minuciosa de la lámina retroportal avalado por un pronóstico inherente al
margen.
La maniobra de disección de la lámina retroportal puede ser una etapa final
de la fase resectiva o ser el gesto inicial cuando se comienza con la disección y
exposición del borde derecho de la arteria mesentérica superior (artery first).
Durante la disección de la lámina se debe lograr una buena exposición de la
arteria mesentérica superior con la retracción con separador de vena del eje
mesentérico-portal, utilizando elementos de energía con capacidad de ligar que
hace esta etapa más exangüe.
Es importante en la fase resectiva marcar la zona para la evaluación por
anatomía patológica, el uncus es el margen más común que puede llegar a ser
2531
Cirugía | Parte VIII
2532
Cirugía | Parte VIII
Misceláneas
La pancreatitis pos DPC es un cuadro de presentación muy poco frecuente.
El cuadro clínico es símil al de FP, generalmente no se evidencia en la TC y es
de manejo clínico de soporte.
La ascitis quilosa se asocia a una amplia disección ganglionar en la
lifadenectomía alrededor de la raíz de la arteria mesentérica superior en la
aorta y la resección vascular portal.
Se manifiesta como alto débito por drenajes de inicio seroso claro pero que
tras iniciar la alimentación enteral vira a características lechosas.
Se diagnostica con el dosaje alto de triglicéridos (TAG) en el líquido del
drenaje.
El tratamiento se basa en la alimentación enteral con TAG de cadena media
o nutrición parenteral total.
La diarrea pos DPC es más frecuente cuando se realiza una linfadenectomía
retroperitoneal radical extendida.
2533
Cirugía | Parte VIII
Intraoperatorias.
Posoperatorias.
Complicaciones intraoperatorias
Hemorragias
Rotura esplénica durante las maniobras de separación.
Roturas vasculares durante la sección de los vasos cortos, la disección del
pedículo esplénico, los bordes inferiores del páncreas con lesión de arcadas
pancreáticas, durante el paso de disección de la cara posterior del páncreas en
el túnel que se realiza con la cara anterior del eje espleno – mesentérico –
portal y disección del borde superior del páncreas con lesión del tronco celíaco
por disección de la arteria esplénica del borde superior del páncreas.
Desgarro de mesocolon trasverso por mala exposición.
Complicaciones posoperatorias
Fístula pancreática
Es la complicación más frecuente y tiene una incidencia del 2-46 %. La
definición fue descripta anteriormente. El manejo de las fístulas en general es
conservador. El tratamiento percutáneo debe utilizarse en caso de colecciones
intra-abdominales que repercuten clínicamente.
El uso de análogos de la somatostatina puede ser útil en casos de alto
débito.
Si la resección fue realizada en un paciente sin obstrucciones proximales, la
fístula se agota en la mayoría de los casos.
Si el paciente tiene una obstrucción papilar, o si no cierra luego de 6
semanas la terapéutica es la colocación endoscópica de un stent pancreático
transpapilar para la descompresión proximal.
La tasa de fístulas tras la síntesis de Wirsung por técnica manual es del 28 %
y en la técnica mecánica es del 32 % comparativamente.[15]
2534
Cirugía | Parte VIII
Conclusión
El descenso de la mortalidad perioperatoria en la cirugía pancreática mayor
es inversamente proporcional a los avances de la medicina, como las técnicas
quirúrgicas, cuidados críticos, intervencionismo percutáneo, trabajo
multidisciplinario con mejor selección de los pacientes y preparación. En la
actualidad la mortalidad perioperatoria es del 5 % pero la morbilidad
postoperatoria de las resecciones pancreáticas sigue siendo alta, entre 30-50
%. Los resultados de las complicaciones postoperatorias dependerán de los
recursos técnicos y de su lectura oportuna en un arduo trabajo
multidisciplinario contínuo; por ende, se requiere de un centro especializado
de alto volumen donde la patología sea de práctica diaria.
2535
Cirugía | Parte VIII
Algoritmos terapéuticos
2536
Cirugía | Parte VIII
2537
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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2538
Cirugía | Parte VIII
ESPLENOPATÍAS
QUIRÚRGICAS
HUGO ALMANDOS
Definición
Las esplenopatías quirúrgicas son un conjunto de patologías que curan o se benefician
con la extirpación electiva, programada, total o parcial del bazo.
Aspectos históricos
Hipócrates, 421 a. C.: descripción anatómica.
Galeno, 600 años después: órgano misterioso.
Escritos babilónicos: relacionan el bazo con la risa.
Siglos XVIII y XIX: la esplenectomía es compatible con la vida.
Virchow: demuestra la producción de leucocitos.
Ponfich, 1885: demuestra la eliminación de eritrocitos.
Morse y Bullock, 1919: lo relacionan con la inmunidad.
King y Schumacker: sepsis siderante, post-esplenectomía.
Delaitre y Maignien, 1991: primera esplenectomía laparoscópica.
El bazo es básicamente un cúmulo de tejido linfático y macrófagos
intercalado entre una arteria y una vena.
2539
Cirugía | Parte VIII
Bazos accesorios: uno normal, más otros pequeños por falta de fusión de
esbozos. Generalmente el ligamento del hilio esplénico y relacionados con la
gónada izquierda (ovario o testículo), raíz del mesenterio y región presacra.
Esplenosis: autotransplante del tejido esplénico. En peritoneo por ruptura de
la cápsula esplénica o implante de tejido esplénico en epiplón mayor por el
cirujano.
Anatomía
Su eje corresponde a la décima costilla izquierda.
Ligamentos mayores
Gastroesplénico
Vascularizados
Espleno renal
Ligamentos menores
Esplenofrénico
Esplenocólico Avasculares
Esplenopancreático
Histología
Está íntimamente relacionada con la función del bazo. La arteria esplénica se
divide en dos a tres ramas. Estas principales se dividen en tres a treinta y ocho
veces, dando una arteria central que penetra en el traveculado (capsular) a la
pulpa blanca (A) poblada por linfocitos y macrófagos, que es rodeada por la
pulpa roja (B) poblada por eritrocitos, separadas ambas por una zona fronteriza
o marginal (C). Esta disposición arterial genera una dinámica de flujo que
permite que el plasma ingrese a la pulpa blanca desprovisto de células y que los
elementos celulares concentrados se dirijan a la pulpa roja.
2540
Cirugía | Parte VIII
Filtra plasma
Ig M
Respuesta Tufsina
Expone Ag. inmune Opsoninas
Solubles a: >Rpta de neutrófilos
ácido complemento
Filtra elementos
formes circulación Filtra y secuestra partículas
abierta
Pasan los G.R. Normales
macrófagos
Poros de c. Reticulares Atrapa anormales
3,5 micras
2541
Cirugía | Parte VIII
Funciones
Funciones
(Conocimiento incompleto)
Clearance temprano
de bacterias
Hematopoyética Circulación (preopsonización)
hasta el 7mo mes lenta Gérmenes encapsulados
Puede retomarse Células cubiertas de anticuerpo
Células metastásicas
Reservorio 1/3 Procesa antígenos
masa plaquetaria
Factor VIII. Hierro Contacto prolongado
con macrófagos
40% de Linfocitos
y Monocitos
Síntesis
1) Por linfocitos B de IgM, a Ag
(polisacáridos)
Bacterianos(Gram -)
Estado asplénico
2542
Cirugía | Parte VIII
Faltan Opsoninas
(Tufsina - Properdina)
Estado asplénico
2543
Cirugía | Parte VIII
2544
Cirugía | Parte VIII
Hiperesplenismo
Esplenectomía
2545
Cirugía | Parte VIII
Conclusión:
Beneficio de Riesgo de
Esplenectomía Asplenia
Decisión quirúrgica
con Hematólogo y Clínico
Glóbulos rojos:
Anemia hemolítica congénita
Enfermedades de la membrana
Hemoglobinopatías
Defecto de enzimas eritrocitarios
Anomalías raras
Anemias hemolíticas adquiridas
Glóbulos blancos:
Leucemia de células pilosas (LLC)
Neutropenia esplénica
Linfoma Estadío IV
Estadificación de enfermedad de Hodgkin
Plaquetas:
Púrpura trombocitopénica idiopática (PTI)
2546
Cirugía | Parte VIII
1) Anemias hemolíticas
Síndrome hemolítico: reticulositosis, hiperregeneración eritoblástica,
hiperbilirrubinemia indirecta, hiperactividad BLH en suero y esplenomegalia.
Anemia hemolítica
1) De membrana Autoinmunes
2) Enzimático Anticuerpos fríos
3) Hemoglobinopatías Anticuerpos calientes
Por fármacos
2547
Cirugía | Parte VIII
Formas clínicas
1) Defecto de membrana
Esferocitos
Inestabilidad de membrana Forma homocigota
Fragilidad osmótica
Eritrocitos con
palidez central
Captación en cordones Billroth Solo 12% con anemia
- 6 años + 6 años
Transfundir Esplenectomía
más colecistectomía
2548
Cirugía | Parte VIII
2) Defecto enzimático
Anemia 8gr/dl
Centellograma Er-Cr51
Secuestro esplénico
predominante
Esplenectomía
(Resultado variable)
3) Hemoglobinopatías
Cualitativas
Cristalización de
moléculas de Hb Forma cuerpos tactoides Falciformación
(forma de hoz)
Hemólisis intravascular
Estasis en
microcirculación esplénica
Trombosis, microinfartos
en articulaciones, corazón,
S.N.C., piel Centellograma Cr51
2549
Cirugía | Parte VIII
3) Hemoglobinopatías
Cuantitativas
Talasemia
Aut. Do
Síntesis de
cadenas disminuidas
Formas
Hemólisis o Tratamiento
hipercaptación por S.R.E Transfusiones
Quelantes de Fe
Transplante de
Requerimientos transfuncionales altos médula ósea
Esplenectomía
B) Defectos extracelulares
2550
Cirugía | Parte VIII
Hipercaptación o
relación(bazo/hígado) Buena rpta.
(2/1) o (3/1)
No esplenectomía
Trat. con esteroides
Buena Mala. evitar transfusiones
rpta. rpta.
Esplenectomía
Buena rpta. 80%
80% Mediastino
Relativa
(-) (+)
Generalmente
afectado el
Esplenectomía, Bx hepática, periaórtica, D12 L1, ilíacos, hígado
Estado mesentéricos, cresta ilíaca. Marcado con clips.
No
III o IV Traslocación ovárica retrouterina
en premenopáusicas
No
2551
Cirugía | Parte VIII
1º Tratamiento
corticoides 6 semanas Buena rpta. Mala rpta.
Buena rpta. 15% Mala rpta. 85% Recaída antes Continuar Corticoides +
de 6 meses Esplenectomía +
Continuar antiagregantes
Bajar dosis
Transfusión de plaquetas Buena rpta. Alta mortalidad
Esplenectomía
Clínica: Petequias, púrpura, epixtasis, metrorragia,
hemorragia subaracnoidea o intracraneal.
(-) inmuno supresores, (+) 66 a 85% Más común en niños
plasmaféresis rpta. positiva
Hiperesplenismo secundario
Obedece a múltiples causas que puede clasificarse en:
2552
Cirugía | Parte VIII
Abscesos esplénicos
Poco frecuente pero la incidencia está en aumento como resultado de la
mayor sobrevida en pacientes con enfermedades malignas hematológicas,
inmunodeprimidos, o con sepsis de evolución prolongada, y el tratamiento
conservador en traumatismos. Se presenta además en anemia drepanocítica
como infartos infectados, hematomas traumáticos infectados, endocarditis,
peritonitis. 80 % son por vía hematógena. 90 % bacterianos o micóticos.
2553
Cirugía | Parte VIII
Sensibilidad 96%
Dolor hipocondrio Sensibilidad 76%
izquierdo, fiebre, sepsis T.A.C. + disponible
esplenomegalia, derrame Eco
pleural izquierdo
Confirma el diagnóstico
2554
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico (+)
Tratamiento
conservador Esplenectomía
parcial
Adventisectomía (*)
Quistectomía (-) (+)
2555
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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2556
Cirugía | Parte VIII
TRAUMATISMOS
ESPLÉNICOS
HUGO ALMANDOS
Clasificación
Grado I:
Hematoma: subcapsular no expansivo (SCNE) < 10 % de superficie
Laceración: ruptura capsular no sangrante < 1 cm de profundidad
Grado II:
Hematoma: SCNE de 10 a 50 % de superficie o intraparenquimatoso (NE) < 2
cm de diámetro
Laceración: capsular de 1 a 3 cm de profundidad con sangrado que no
compromete vasos trabeculares
2557
Cirugía | Parte VIII
Grado III:
Hematoma: SC > 50 % de superficie o expansivo
Hematoma: SC roto con sangrado activo
Hematoma: intraparenquimatoso > 2 cm o expansivo
Laceración: > 3cm de profundidad o que involucra vasos trabeculares
Grado IV:
Hematoma: intraparenquimatoso con sangrado activo
Laceración: que compromete vasos segmentarios o biliares que producen
desvascularización (> 25 % del volumen esplénico)
Grado V:
A) Bazo completamente fragmentado o arrancado
B) Laceración biliar que produce desvascularización completa
En lesiones de múltiples órganos se debe avanzar un grado hasta el grado III.
Clínica
La lesión traumática del bazo es la causa más frecuente de esplenectomía. Es
más frecuente en trauma cerrado y debe sospecharse en todo paciente con
traumatismo en la parte inferior del tórax o superior del abdomen izquierdo. La
mayoría se diagnostica luego de la intervención quirúrgica por trauma no
penetrante o penetrante, o luego de la obtención de una TAC.
Signos clínicos
Generalmente se manifiesta por shock hemorrágico. Pero los signos clínicos
generales dependerán del trauma y la magnitud de la hemorragia. Solo el 1 %
suele presentarse como ruptura retardada del bazo.
Algunos signos útiles en pacientes conscientes que se deben buscar:
1) Signo de Kehr: dolor en hipocondrio izquierdo, irradiado al hombro y
escápula.
2) Signo de Mondor: contractura del hemiabdomen izquierdo.
3) Signo de Ballance: aumento de matidez en celda esplénica.
4) Signo de Saegesser: dolor en el punto frénico izquierdo.
La hipotensión sostenida luego de la reposición de volumen con signos de
inestabilidad hemodinámica son indicaciones de laparotomía.
2558
Cirugía | Parte VIII
Punción lavado
Se considera positiva cuando se obtiene sangre (10 ml de sangre que no
coagula). Cuando sale líquido de lavado por tubo pleural o sonda vesical, y
cuando en el examen de laboratorio se obtiene:
1) > 100.000 glóbulos rojos por ml3
2) > 500 leucocitos por ml3
3) Amilasa > 175 UI
4) Presencia de bilis, bacterias, o fibras vegetales
Falso negativo: 2 %
Se le critica a esta maniobra ser demasiado sensible (98 % para detectar
hemoperitoneo), llevando a la laparotomía a pacientes con trauma esplénico o
hepático que no requieren ningún gesto quirúrgico. Su gran ventaja es la de
estar disponible en cualquier hospital donde exista un cirujano para realizarla,
es fácil de hacer, rápida, barata y de primera elección en pacientes
hemodinámicamente inestables o con injurias asociadas que requieren
tratamiento inmediato. Problema: tiene complicaciones.
Rx simple
Se indica en fracturas de las últimas costillas, 8, 9 y 10, 45 % de lesión
esplénica en adultos y 20 % en los niños. Fractura de apófisis lumbares
izquierdas, elevación del hemidiafragma izquierdo. Desplazamiento de la
cámara gástrica a la derecha. Descenso del ángulo esplénico del colon.
Borramiento del psoas; opacidad en vidrio esmerilado, burbuja aérea
intratoráxica, derrame pleural izquierdo.
2559
Cirugía | Parte VIII
Ecografía
La EAFT se está utilizando con frecuencia creciente para la evaluación del
trauma abdominal, da signos directos en menor número de pacientes, ruptura
esplénica, e indirecto con mayor frecuencia, líquido libre. Sensibilidad del 90 %
y especificidad del 98 % para hemoperitoneo. No requiere preparación, rápida,
económica y repetible. Realizable en la sala de reanimación. Da signos
indirectos: sangre en espacios subfrénicos, Morrison, Douglas, parietocólico.
Problema: es operador-dependiente.
Es útil en el adulto y menos útil en los niños en quienes siempre se requiere
una TAC. En los niños, la TAC es el estudio no invasivo de elección después de la
radiografía simple.
TAC
Los pacientes que se presentan con signos de lesión intra-abdominal pero sin
indicación quirúrgica manifiesta deben evaluarse con TAC de abdomen con
contraste (oral e IV), sensibilidad del 92 % (hemoperitoneo; alta especificidad).
Es fundamental para el tratamiento no operatorio. Evalúa completamente el
bazo. Solución de continuidad del contorno del bazo. Hematoma subcapsular,
intraesplénico o periesplénico. Cuantifica el hemoperitoneo.
La tomografía helicoidal mejoró las imágenes del bazo minimizando el
registro erróneo de datos y los artificios por movimientos. Permite ver la
extravasación aguda conocida como “rubor vascular” (o blush). Pacientes que
requieren un manejo más invasivo con cirugía o arteriografía con colocación de
espirales (coils) para detener la hemorragia.
Inconvenientes de la TAC: requiere estabilidad hemodinámica ya que debe
trasladarse al enfermo, no está siempre disponible, es cara y lleva cierto
tiempo. Útil en pacientes en que la PLP es inadecuada: fractura pélvica,
hematoma retroperitoneal (falsos positivos que llevan a laparotomías
innecesarias). Y en pacientes con varias cirugías previas con adherencias y
bloqueo de hemoperitoneo.
Arteriografía
Es menos utilizada por la necesidad de equipamiento y personal entrenado.
Requiere paciente estable, es cara, lleva tiempo, sólo sería utilizada para
demostrar sangrado persistente o en intentos de embolización de vasos
sangrantes, colocación de coils.
2560
Cirugía | Parte VIII
Videolaparoscopia
Requiere estabilidad hemodinámica, neumoperitoneo y anestesia general,
puede ver la lesión esplénica y realizar algún tipo de reparación, cauterización,
agentes tópicos, esplenorrafia, esplenectomía total o parcial. El cirujano debe
tener una vasta experiencia en cirugía videolaparoscópica y esplénica, antes de
decidir iniciar el abordaje laparoscópico en pacientes con traumatismo
esplénico y la primera observación que se debe realizar es ver si es factible un
tratamiento conservador del bazo o si es necesaria su extirpación.
Conclusión
Punción lavado peritoneal y la TAC son los medios de elección, con la ventaja
para la última de cuantificar el neumoperitoneo y el grado de injuria. En lugares
de baja disponibilidad de TAC, la EAFT puede ser útil para el manejo de estos
pacientes.
Se puede dividir a los pacientes en tres grupos:
A) Hemodinámicamente inestables o con neumoperitoneo por ruptura de
víscera hueca Cirugía
B) Estables que no pueden ser correctamente evaluados por:
discapacidad neurológica o en coma
tóxicos: alcohol, drogas
recibirán anestesia para solucionar otro problema
falta de medios (TAC)
Requieren exploración invasiva PLP
C) Estables que pueden ser correctamente evaluados:
Candidatos ideales para Estudio no invasivo
Tratamiento no quirúrgico
2561
Cirugía | Parte VIII
Abierto Cerrado
Re examen Repetir
Laparotomía Continuar
Opciones terapéuticas
A) Manejo no operatorio con observación estricta (*)
B) Técnica de salvataje esplénico
Agentes tópicos:
Gelfoan, Surgicel, etc.
Electrocauterio. Bisturí armónico.
Suturas, esplenorrafia, colocación de epiplón.
Colocación de mallas:
Absorbibles: ácido poliglicólico, poliglactina, teflón.
No absorbibles: polipropileno.
Esplenectomía parcial
C) Esplenectomía total:
Abierta
Laparoscópica
Con reimplante de tejido esplénico (discutido) y medidas de prevención
(vacunas, penicilina, etc.).
2562
Cirugía | Parte VIII
Manejo no operatorio
La clave del éxito del tratamiento no operatorio es la selección correcta de
los pacientes. Las preguntas a responder son:
1) ¿En qué pacientes?
2) ¿Qué hacer?
3) ¿Con qué control?
1) Paciente lúcido en ausencia de inestabilidad hemodinámica; lesión grave
de otro órgano abdominal, trastornos graves de coagulación. Con lesión
confirmada y evaluada por TAC. Sin signos de sangrado activo. Realizada
preferentemente en chicos, hoy se incluye también a los adultos. Se aplica en
el 20 a 70 % de los chicos, con éxito en 80 a 90 %. Es más factible en ellos por
las propiedades hemostáticas de la cápsula esplénica, mayor relación cápsula-
parénquima, con células mioepiteliales. En adultos se aplica entre un 15 a 20 %,
con un éxito del 70 %. La baja aplicabilidad se debe a que un alto porcentaje
tiene trauma abdominal asociado o inestabilidad hemodinámica.
2) Reposo en cama. Sonda nasogástrica si hay distensión gástrica o vómitos
(evita el tironeamiento esplénico y reinicio del sangrado). Repetición del
examen físico cada 6 u 8 horas en UTI en lesiones más importantes con
posibilidad de repetir la TAC y observado por cirujano con quirófano disponible.
3) Control de signos vitales estricto. Control del nivel de hemoglobina. TAC si
desmejora. En pacientes con buena evolución, TAC lesión grado I y II a las seis
semanas, lesión grado III o IV, a los tres meses para el alta.
Manejo operatorio
En los pacientes con inestabilidad hemodinámica, con trauma abierto o con
signos de perforación u otras lesiones asociadas que requieran laparotomía; o
bien en pacientes con trauma esplénico quirúrgico, la elección del tratamiento
intraoperatorio dependerá del grado de la lesión según la clasificación. La
laparotomía debe indicarse tempranamente en pacientes con hemoperitoneo
considerable porque la reparación y salvación esplénica son más fáciles cuando
la lesión se trata tempranamente.
2563
Cirugía | Parte VIII
2564
Cirugía | Parte VIII
Lesión Esplénica
Niño Adulto
Laparotomía
Descompensación
Esplenectomía
Complicaciones de la esplenectomía
La más importante por su morbi-mortalidad, como ya se vio en este capítulo
más frecuente en niños que en adultos, es la sepsis siderante, post-
esplenectomía.
2565
Cirugía | Parte VIII
2566
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
Defelitto, J. R.; Cariello, A. H. y col. “Bazo” Cirugía. Parte II. Buenos Aires, 2002, 335-340.
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2567
Cirugía | Parte VIII
TUMORES
RETROPERITONEALES
CARLOS APESTEGUI Y MARCELINO R. MATEU
2568
Cirugía | Parte VIII
Clasificación
Es extremadamente difícil reunir, en una calsificación adecuada, las múltiples
variedades de los tumores que asientan en el espacio retroperitoneal.
Tomamos la clasificación presentada por uno de los autores del capítulo, el Dr.
Carlos Apestegui, con motivo del relato oficial del LXIX Congreso Argentino de
Cirugía. Esta permite ordenar la patología de acuerdo a su histogénesis y grado
de agresividad (Cuadro 1).
2569
Cirugía | Parte VIII
BENIGNOS MALIGNOS
Tejidos mesenquimáticos
Hemangiopericitoma
Hemangiopericitoma
Angiosarcoma
Angiosarcoma Epitelioide
(pseudo carcinoma)
Leiomiosarcoma epitelioide
Muscular estriado
esquelético Rabdomioma Rabdomiosarcoma embrionario
Hemangiopericitoma lipomatoso
Angiomioma
2570
Cirugía | Parte VIII
Sarcoma epitelioide
Sarcoma sinovial
Neurinoma (Schwannoma -
Célula de Schwann neurilenoma) Schwannoma maligno
Simpatogonioma
Simpatogonioma
Tumor neuroectodérmico
primario
Mesotelio retroperitoneal
Quistes mesoteliales
Tejidos germinales
Seminoma
Noeplasias no seminomatosas
Teratoma con teratoma: teratocarcinoma
Embronario
Vitelino
Corioncarcinoma
2571
Cirugía | Parte VIII
Adenomacarcinoma papilar en
Restos mesonéfricos Quiste mesonéfrico restos urinarios
Carcinoma Endometrioide
Óseo vertebral
Secundarios
Notocorda
Cordoma
Adrenal
Quemodectoma o no
Quemodectoma o no funcionantes funcionantes
2572
Cirugía | Parte VIII
Plasmocitoma retroperitoneal
(mieloma anaplásico extra
medular)
Células histiocíticas y
células estacionarias de
los ganglios linfáticos Sarcoma histiocíticos
Xantogranuloma retroperitoneal
Granuloma plasmocitario
Fusiformes Fusiformes
Epiteloides
Lesiones pseudotumorales
Hidatidosis
Fibrosis retroperitoneal
Abscesos subfrénicos
Trastornos esplénicos raros
Hematoma retroperitoneal
Aneurismas sintomáticos
Osteomielitis tuberculosa y piartrosis
Carcinoma de celulas transicionales
Manifestaciones clínicas
La masa abdominal palpable, que en ocasiones sorprende al paciente en un
2573
Cirugía | Parte VIII
2574
Cirugía | Parte VIII
Diagnóstico
Ante la sospecha clínica de una formación en el espacio retroperitoneal,
estudiamos al paciente basándonos fundamentalmente en estudios por
imágenes. Ante la certeza de una masa retroperitoneal, luego de descartar su
origen renal o vascular, se realiza punción biopsia con aguja fina, a excepción de
los tumores adrenales. Si el diagnóstico resulta negativo, se continúa con
biopsia por laparoscopia o laparotomía. Con diagnóstico positivo, el
tratamiento dependerá del origen histológico del tumor y de su benignidad o
malignidad.
Conocer previamente, con la mayor exactitud posible, la naturaleza,
2575
Cirugía | Parte VIII
Adrenal
MANIFESTACIONES
CLINICAS
Vascular
TUMOR
RETROPEROTONEAL
Biopsia por
Diagnóstico - laparoscopia o
laparotomía
IMAGENOLOGIA Renal
Marcadores
tumorales
BAF
Alteraciones
genéticas
Masa
Diagnóstico +
retroperotoneal
2576
Cirugía | Parte VIII
2577
Cirugía | Parte VIII
Figura 3. Los cortes sagitales permiten observar las relaciones posteriores del retroperitoneo
2578
Cirugía | Parte VIII
2579
Cirugía | Parte VIII
2580
Cirugía | Parte VIII
Figura 5
2581
Cirugía | Parte VIII
Figuras 6 y 7
2582
Cirugía | Parte VIII
Figuras 8 y 9
Tratamiento
En el caso de los tumores de origen mesenquimático el tratamiento es
siempre la resección quirúrgica, agregándose la terapia adyuvante para los de
estirpe maligna.
Para los tumores adrenales, la decisión terapéutica no depende sólo de la
benignidad o malignidad tumoral, sino también de su característica funcionante
o no, y de su tamaño. En los tumores benignos no funcionantes, menores de
2,5 cm, se realiza seguimiento con observación. El resto, tumores benignos no
funcionantes mayores de 2,5 cm, benignos funcionantes o malignos, se tratan
mediante escisión quirúrgica.
Los procedimientos quirúrgicos en los linfomas quedan reducidos sólo a los
estudios biópsicos, en tanto que el tratamiento es patrimonio de la quimio y/o
2583
Cirugía | Parte VIII
radioterapia.
Radioterapia +
Linfoma
quimioterapia
Benigno Cirugía
Mesenquimátic
o Cirugía +
Maligno Terapia
adyuvante
DIAGNÓSTICO
< 2,5 cm Observación
No funcionante
Funcionante Maligno
Cirugía
Vía anterior
A) Incisión mediana. La incisión xifopubiana ofrece la posibilidad de un
acceso amplio y seguro al retroperitoneo, con una movilidad sencilla de las
vísceras intra-abdominales. Esta incisión puede también hacerse menos extensa
y prolongarse sólo hasta más o menos 5 cm por debajo del ombligo, pero
nosotros preconizamos la xifopubiana cuando hemos decidido el abordaje por
2584
Cirugía | Parte VIII
la línea media.
B) Incisión transversal. Supraumbilical, con una curvatura de concavidad
inferior. Este tipo de incisión es la llamada en “boca de horno”, que se extiende
de la línea axilar de un lado, hasta su extremo opuesto y a 4-5 cm por debajo
del reborde costal en forma paralela a él.
C) Incisión oblicua. Corre desde el reborde costal izquierdo en el punto
medio entre el apéndice xifoides y la línea axilar anterior y se extiende hasta el
flanco derecho. Una vez seccionados los planos superficiales, y una vez abierto
el peritoneo, habrá dos tácticas diferentes según se pretenda abordar el lado
derecho o izquierdo del retroperitoneo supramesocolónico.
Derecho: para poder acceder al retroperitoneo, se efectúa el despegamiento
coloepiploico y se rechaza el colon hacia abajo y hacia dentro. Agregando la
maniobra de Kocher, el duodeno-páncreas es desplazado hacia la línea media y
abajo hasta visualizar la vena cava inferior y el borde derecho de la aorta. El
hígado se desplaza hacia arriba y afuera. Si lo que se tiene que exponer es la
glándula suprarrenal derecha, se la investigará en el triángulo abierto hacia
arriba y afuera, formado por la cara inferior y el borde interno del polo inferior
del riñón.
Izquierdo: para poder llegar a la transcavidad de los epiplones se puede
acceder:
A través del epiplón menor.
A través de una brecha intergastrocolónica.
Utilizando la zona avascular de una arcada del mesocolon transverso
de dimensiones favorables.
Realizando el decolamiento coloepiploico y el descenso del ángulo
esplénico rechazándolos hacia abajo y afuera. El estómago se lleva
hacia arriba y adentro.
2585
Cirugía | Parte VIII
Vía posterior
El paciente se encuentra en decúbito ventral flexionado sobre el abdomen,
con el fin de exponer mejor el espacio costo-ilíaco.
Incisión: sigue una línea vertical, ligeramente oblicua hacia abajo y afuera. Se
inicia en un punto situado a 5 y ½ cm de la apófisis espinosa de la 12ª vértebra
dorsal y termina en la cresta ilíaca, a unos 10 cm de la línea media. Seccionada
la piel y el tejido celular subcutáneo, llegando al gran dorsal, se incide
justamente con el serrato menor, hasta llegar a la 12ª costilla. Esta es resecada
hasta la articulación costovertebral, se busca y libera el fondo del saco pleural.
Se lo reclina hacia arriba. Se secciona el ligamento de Henle, el diafragma y el
músculo transverso. Se diseca hacia adelante hasta llegar a la celda renal, que
no se abre. El riñón es llevado hacia fuera y abajo. Se explora la región. La
suprarrenal se encuentra en el espacio limitado por el fondo del saco pleural, el
polo superior del riñón y su borde interno.
Puede llegarse a esta zona por vía transdiafragmática extrapleural o
infradiafragmática.
Ventajas: permite ampliar la incisión, el campo operatorio es satisfactorio, los
2586
Cirugía | Parte VIII
Vía lateral
El paciente debe ser colocado en decúbito lateral; la mesa quebrada a nivel
del flanco opuesto hace que se extienda al máximo el espacio costo-ilíaco del
lado a operar. Las incisiones son generalmente combinadas con un segmento
torácico y otro abdominal. La incisión torácica se hace siguiendo la dirección de
las últimas costillas, que pueden o no resecarse. La incisión abdominal se
extiende hacia el borde externo de la vaina del recto anterior del abdomen, se
penetra en el espacio retroperitoneal y se rechaza el peritoneo hacia delante y
adentro.
Ventajas: es una vía de rápìdo abordaje, y el campo operatorio es bueno para
la exploración de esa región.
Desventajas: permite sólo una exploración limitada a la zona. No permite la
exploración del abdomen en los casos de metástasis. Tampoco se puede utilizar
cuando es necesaria la exploración o eventual intervención en órganos
bilaterales. Se puede abrir, accidentalmente, la cavidad pleural.
Vía torácica
Incisión toracofrenolaparotomía. Se incide en los planos superficiales y
musculares siguiendo la dirección del espacio intercostal, hasta llegar al punto
medio de la línea xifoumbilical. Se abre la cavidad pleural y se reclina el
pulmón. Se abre el diafragma y se accede al retroperitoneo.
Ventajas: da un muy buen campo. Permite la extirpación de tumores de gran
tamaño. La laparotomía permite la exploración abdominal.
Desventajas: en el lado derecho, el hígado puede dificultar la exploración. La
apertura de la cavidad pleural obliga a un cuidado post-operatorio para
mantener una correcta re-expansión pulmonar. No permite exploraciones y
operaciones bilaterales.
Videoscopia
La videoscopia permite acceder al espacio retroperitoneal por dos vías:
laparoscopia y retroperitoneoscopia.
2587
Cirugía | Parte VIII
Laparoscopia
La laparoscopia constituye una vía transperitoneal para solucionar patologías
que asientan en el ERP.
Ha habido una evolución progresiva con esta técnica quirúrgica que permite
enfrentar con mayor seguridad los distintos problemas que se presentan.
Para explorar laparoscópicamente el retroperitoneo, se coloca al paciente,
una vez anestesiado, en decúbito lateral de 45°, sostenido con tela adhesiva
ancha a la mesa de operaciones y un cojín en el dorso. En esta posición se gira
la mesa hasta dejar al paciente en decúbito dorsal, lo cual permite realizar el
neumoperitoneo.
La técnica recomendada para realizarlo es la abierta, esto es con una
pequeña laparotomía umbilical a través de la cual se introduce un trócar de 10
mm y un sistema óptico de 0°. Se realiza un examen completo del abdomen y
luego se colocan los trócares de trabajo, uno de 10 mm subcostal en la línea
media clavicular y otro de 5 mm en un punto equidistante entre la espina ilíaca
anterosuperior y el ombligo. Estos dos trócares son los clásicos en cualquier
operación que aborde el retroperitoneo.
Una vez colocados los trócares, se vuelve a rotar la mesa para que el paciente
quede en decúbito lateral. Esta maniobra permite desplazar las asas en sentido
medial para la disección del retroperitoneo, al incidir la flexión peritoneal del
colon, el cual es también desplazado hacia la línea media.
La posición del paciente es esencial en esta cirugía y la adopción de la
posición en decúbito lateral, con rotación de la mesa operatoria según se
necesite, es de primordial importancia ya que ello permite obviar la
contaminación potencial del campo operatorio al evitar el movimiento del
paciente una vez que se colocan los trócares abdominales anteriores. Por otra
parte, permite recolocar al paciente en decúbito dorsal al terminar la cirugía.
Ventajas: rápido abordaje minimamente invasivo del ERP. Menor dolor
postoperatorio. Disminución del tiempo de internación. Se evitan las
complicaciones relacionadas con la pared abdominal.
Desventajas: necesidad de abordar la cavidad peritoneal y de desplazar las
asas intestinales y el colon. En el caso de grandes tumores es posible realizar su
disección, pero se debe agregar una incisión complementaria para la exéresis
tumoral.
Retroperitoneoscopia
En 1969, Bartel realizó la primera publicación sobre retroperitoneoscopia.
Posteriormente otros autores, como Witmoser, Hald, Wurtz y otros
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Resección completa
Una resección completa implica la ausencia de tumor visible al finalizar la
cirugía, a juicio del cirujano actuante.
Resección parcial
Es el tumor residual visible al término de la cirugía.
Resección visceral
La definimos como cualquier resección de órgano incluyendo el riñón,
páncreas, colon, bazo, suprarrenales y estómago.
Recurrencia local
Se define como una masa localizada en el sitio de la intervención previa. La
recurrencia local multifocal fue incluida como recurrencia retroperitoneal.
Mortalidad tumoral
Se define como muerte relacionada con el tumor. Los pacientes muertos por
otras causas no se incluyen dentro de la mortalidad tumoral.
La resección quirúrgica completa en la presentación primaria tiene la mejor
posibilidad de una mayor supervivencia a largo plazo. Con seguimiento por
tiempos prolongados, queda claro que la recurrencia continuará ocurriendo y
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Sarcomas de retroperitoneo
Hay varios aspectos importantes que debemos comprender en el problema
de los sarcomas retroperitoneales. En primer lugar, debemos saber que estos
tumores representan aproximadamente el 15 % de los sarcomas de tejidos
blandos. Esto quiere decir que son tumores extremadamente raros, y este solo
hecho crea por sí mismo dificultades en desarrollar patrones de tratamiento y
juicios clinicos.
En segundo lugar, son tumores generalmente asintomáticos, esto hace que
su diagnóstico y tratamiento casi siempre sea tardío.
El retroperitoneo es un espacio de dimensiones grandes, en donde estas
lesiones se desarrollan durante largos periodos; y llegan a alcanzar tamaños
promedio de 15 a 17 cm en el momento de su presentación.
El 60 % son de alto grado de malignidad y el 40 % de bajo grado (igual que los
sarcomas de las extremidades), y la mayoría pertenecen a dos grupos
histológicos: liposarcomas (40 %) y leiomiosarcomas (30 %). Como veremos
más adelante, el grado de malignidad es uno de los factores determinantes del
curso de la enfermedad. Estos grados se determinan por el tipo celular, su
índice mitótico, volumen y áreas de necrosis. El alto grado de malignidad
histológica es de gran valor pronóstico en cuanto al desarrollo futuro de
metástasis y recurrencias, y el riesgo es mayor que en los sarcomas de igual
grado y tipo de las extremidades.
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Cirugía | Parte VIII
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Cirugía | Parte VIII
TRATAMIENTO ONCOLÓGICO
Y NUEVA CLASIFICACIÓN
DE SARCOMAS
CARLOS APESTEGUI, MARCELINO R. MATEU,
LUCIANA GENNARI Y GUSTAVO JANKILEVICH
Las últimas dos décadas han dado sus frutos en caracterizar diferentes tipos
de sarcomas según su grado, histología y características subcelulares y
genéticas.
Este conocimiento ha tenido tres impactos.
El mejor conocimiento de su historia natural, un tratamiento más racional y
dejar de utilizar “sarcoma” como un término general, sino reconocer que se
trata de un grupo muy heterogéneo de tumores.
El retroperitoneo es asiento de diferentes clases de sarcoma.
2600
Cirugía | Parte VIII
2601
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2602
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2604
Cirugía | Parte VIII
TUMORES ESTROMALES
GASTROINTESTINALES (GIST)
CARLOS APESTEGUI, MARCELINO R. MATEU
Y ALEJANDRO ROBALES
Generalidades e histoquímica
Históricamente estas lesiones fueron clasificadas como leiomiomas o
leiomiosarcomas porque poseían fragmentos de musculo liso cuando eran
examinadas bajo la microscopía óptica. Con el advenimiento de las técnicas de
tinción inmunohistoquímica y evaluaciones ultraestructurales, los GIST fueron
reconocidos como tumores de probable origen mesenquimático. La exacta
definición varía según diferentes autores. Algunos usan el término para
describir todo tumor mesenquimático que no tiene origen miogénico
(leiomiosarcoma) o neurogénico (schwanoma).
Otros son más restrictivos y usan el término para referirse específicamente a
tumores mesenquimáticos que expresan antígenos CD117 y/o CD34.
Los GIST son masas esféricas bien demarcadas que crecen de la capa
muscularis propia de la pared intestinal. Es intramural en su origen aunque a
menudo se proyecten en forma exofítica y/o intraluminal, también pueden
producir ulceraciones de la mucosa por compromiso compresivo de la
submucosa.
Hirota y col.[19, 20] reportaron en 1998 el rol del c-kit en la patogénesis de los
GIST, y construyeron la hipótesis de que se podía lograr un tratamiento exitoso
de estos tumores inhibiendo los receptores de tirosinquinasa con el imatinib
mesilato.
Esta droga produce una inhibición selectiva de la tirosinquinasa y tiene
acción también contra el c-kit mutante.
La mayor parte de las células de los GIST expresan el antígeno CD34 (75 %) y
CD117 (85 %); este último antígeno es también conocido como proteína c-kit
que es un componente de un receptor de membrana con componente de
tirosinquinasa.[21] O sea el c-kit (CD117) es la expresión antigénica de una
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Diagnóstico histopatológico
Macroscópico: son más frecuentes en el estómago (50-60 %), el intestino
delgado (20-30 %) o el intestino grueso (10 %), que en el esófago (5 %) o el
epiplón, el mesenterio y el retroperitoneo.
Su tamaño varía entre escasos milímetros hasta 38 centímetros aunque la
mayor parte miden en torno a los 5 cm en el momento de diagnóstico. Por su
relación con la pared del tubo digestivo, pueden ser submucosos, con
ulceración mucosa, intraparietales o subserosos.
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Cirugía | Parte VIII
Más del 95 % de los GIST expresan CD117 (e-kit) con patrón de tinción de
membrana citoplásmica difusa o en el aparato de Golgi. La tinción es de grado
intenso en el 75 %. Un 70-90 % expresa CD34; un 20-30 %, actina; un 8-10 %
proteína s-100 y un 2-4 %, desmina.
El principal diagnóstico diferencial de los GIST fusiformes es con tumores
musculares lisos (leiomiomas y leiomiosarcomas), positivos para actina y
desmina y negativos para c-kit; schwanoma y tumor maligno de vaina nerviosa
periférica, positivos para s-100 y negativos para c-kit; tumor miofibroblástico
inflamatorio positivo para alk-1 y negativo para c-kit; tumor fibroso solitario
positivo para CD34, pero negativo para c-kit; carcinoma sarcomatoide, positivo
para citoqueratinas, negativo para c-kit. El diagnóstico diferencial de los GIST
epitelioides es con carcinomas poco diferenciados positivos con citoqueratinas
y negativos para c-kit, carcinomas neuroendocrinos que además expresan
sinaptofisina y cromogranina.
La existencia de GIST negativos para c-kit es un tema controvertido.
Podemos considerar como tales los tumores con tinción leve en menos del 10
% de su extensión. El informe patológico deberá incluir el tamaño del tumor, el
número de mitosis cada 50 campos de gran aumento y el estado de los bordes,
y la exclusión de los tumores referidos en el párrafo anterior.
Por lo tanto la presencia o ausencia de mutaciones aporta una información
determinante desde el punto de vista del diagnóstico y ayuda a explicar el
comportamiento de los pacientes.
Es poco frecuente, pero existen varias circunstancias en la que los GIST se
asocian a síndromes familiares. El llamado síndrome de Carney incluye junto
con GIST gástricos de pequeño tamaño, paragangliomas y condromas
pulmonares con hasta 40 % de recidiva.
Clínica y diagnóstico
Los tumores pequeños suelen ser hallazgos incidentales de cirugía,
endoscopia o estudios de imagen, los sintomáticos suelen ser grandes. La
forma más frecuente de presentación clínica es la hemorragia gastrointestinal
por ulceración de la capa mucosa. Los pacientes pueden presentar
hematemesis, signos y síntomas de anemia causada por hemorragias ocultas.
La mayoría de los tumores son operables.
Ecográficamente los tumores se presentan como masas hipoecogénicas y
cuando son de gran tamaño muestran áreas quísticas, necróticas o
hemorrágicas y pueden desplazar estructuras adyacentes. La ecoendoscopia
está indicada en el estudio de tumores submucosos localizados en el esófago,
el estómago, el duodeno, el ano o el recto.
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1 2
En la imagen 1 se observa el tumor y dos vasos nutricios. En la imagen 2 los dos vasos de la lesión han
sido embolizados. En esta paciente, la resección se hizo horas después de la embolización. Abajo, foto
operatoria del tumor y la pieza quirúrgica
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Cirugía | Parte VIII
Este es otro ejemplo donde observamos un GIST localizado en techo gástrico. Se puede ver en la TAC y
en la radiografía contrastada una lesión voluminosa que ocupa el fundus respetando el epiplón
gastroesplénico, abajo la pieza de gastrectomía total
Tratamiento
Hasta el 2000, la cirugía era la única chance de tratamiento de estos
pacientes. Los resultados de recaída oscilaban entre el 50 y el 90 % y las
cirugías post recaída fueron inefectivas.
La resección quirúrgica de un GIST debe ser considerada la primera opción
terapéutica, siempre y cuando sea técnicamente posible, no haya enfermedad
metastásica y conlleve una morbimortalidad aceptable. En cualquier caso, la
indicación de una exéresis quirúrgica de un GIST debe ser considerada una
decisión multidisciplinaria (patólogo, radiólogo, cirujano, oncólogo clínico, etc.).
La estadificación del GIST mediante TC con contraste o RM (especialmente
pelviana en el GIST rectal), deberá establecer si el tumor es resecable o no.
Existen criterios radiológicos para determinar si hay infiltración del tronco
celíaco, de la arteria mesentérica superior o del confluente mesentérico-portal,
de la presencia de metástasis peritoneales o hepáticas. Asimismo, se determina
el tamaño del tumor y si hay o no garantías de una cirugía con criterios de
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1 2
En la imagen 1 se observa la impronta del tumor sobre la pared duodenal. En la imagen 2, el tumor en
la segunda porción duodenal
3 4
En la imagen 3 se ve el duodeno abierto con límites de resección libres de lesión, en la 4 la segunda
porción duodenal reconstruida por superposición en la brecha de un asa en Y de Roux
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Seguimiento
La TC es el método de elección para valorar la respuesta al tratamiento. Los
criterios pueden subestimar la eficacia real del tratamiento. Un aumento del
tamaño de las lesiones no supone progresión. El criterio de respuesta incluye
tamaño, densidad con una disminución del 10 % o más del tamaño. Estos
parámetros se mostraron mejor con una tomografía para predecir la respuesta
al imatinib. Donde hay respuestas las imágenes se hacen homogéneas e
hipodensas y desaparecen los vasos tumorales y los realces nodulares. Estos
cambios tienen un buen factor pronóstico y se notan en el primer mes de
tratamiento. La recidiva se presenta típicamente en el abdomen afectando al
peritoneo, al hígado o ambos. La respuesta de los implantes peritoneales es
más precoz que la de la localización hepática; así a veces el tamaño puede
aumentar por el desarrollo de una hemorragia intratumoral. La máxima
respuesta no se ve hasta los 6-12 meses de tratamiento con imatinib. Que el
tamaño en las imágenes no varíe debe tomarse como signo de enfermedad
estable. Como los cambios metabólicos pueden predecir los morfológicos, la
PET permite la evaluación de la actividad incluso a las 24 horas de iniciado el
tratamiento. Para evaluar el tratamiento debe hacerse una PET basal antes de
iniciarlo de modo que los cambios cuantitativos basados en el valor absoluto
del SUV máximo respecto a la PET basal han demostrado ser útiles para la
predicción del efecto terapéutico Se acepta el uso de la PET para la resolución
de dudas en la TC.
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Algoritmo diagnóstico
Pronóstico
En 2002 se propuso el índice de Fletcher para estimar el riesgo de recidiva,
fundamentado en el número de mitosis cada 50 campos de gran aumento y el
tamaño del tumor primario, las dos variables de mayor importancia pronóstica.
En principio todo GIST tiene potencial maligno y el índice permite clasificar en
categorías de riesgo a los pacientes sometidos a una resección completa. La
aplicación de esta escala a un grupo de 280 pacientes que nunca recibieron
mesilato de imatinib mostró que el 50 % de los que tenían un riesgo alto
fallecieron a los 2.5 siguientes al diagnóstico, el 68 % de ellos a causa del
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Estos datos corresponden a un registro nacional donde están incluidos los pacientes de nuestra
serie, como es evidente hay una mayor agresividad en los tumores del intestino delgado comparando
estadio por estadio con los de origen gástrico
Conclusiones
El GIST es un tumor de reconocimiento reciente y con nuevos conceptos
estratégicos de tratamiento médico y quirúrgico todavía en evolución,
que no están suficientemente difundidos en el ambiente quirúrgico.
El imatinib y otros inhibidores tirosinquinasa han introducido el
concepto de terapias y moléculas dirigidas. Es uno de los avances más
interesantes en el tratamiento de tumores del tubo digestivo.
2625
Cirugía | Parte VIII
2626
Cirugía | Parte VIII
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2627
Cirugía | Parte VIII
2628
Cirugía | Parte VIII
Embriología
Las dos zonas glandulares se originan durante el desarrollo embriológico en
forma separada.
La corteza suprarrenal comienza a aparecer durante la 4-5ª semana del
desarrollo embrionario a partir del blastema mesonefrótico próximo a la raíz
del mesenterio, desarrollándose en forma de células acidófilas (corteza fetal)
que posteriormente van a ser rodeadas por otras más pequeñas y basófilas
(definitiva).
La médula suprarrenal y el sistema nervioso simpático se forman al mismo
tiempo hacia la 5ª semana de la gestación, cuando aparecen las células de la
2629
Cirugía | Parte VIII
Anatomía
Las glándulas suprarrenales se encuentran situadas en el retroperitoneo, por
dentro de la fascia de Gerota, por encima y en contacto estrecho con cada
riñón. El peso normal es de 3 a 5 gramos y miden entre 3 y 5 cm de longitud
por 2 a 3 cm de ancho con un espesor de 4 a 8 mm. Son de forma triangular, la
derecha ligeramente más grande.
La derecha está en íntimo contacto con la vena cava y el hígado. La del lado
izquierdo con el riñón, la aorta y la grasa perirrenal.
Su irrigación está dada a partir de la aorta abdominal, las arterias renales y la
arteria frénica. El drenaje venoso está constituido por una sola vena tributaria,
la izquierda de la vena renal homolateral y la derecha en la vena cava. Desde el
punto de vista quirúrgico, la fijación de las glándulas está dada por dos
elementos: las hojas anteriores y posteriores de la celda renal y, por otro lado,
por el sistema vasculonervioso.
El color es característico, amarillo azufre, y es muy frágil; de hecho, cualquier
procedimiento instrumental sobre ellas produce rápidamente una ruptura.
Histología
Se distinguen en la corteza tres zonas diferentes: la central o reticular (la más
grande), rodeada por la glomerulosa externa y la media fascicular.
La capa externa segrega aldosterona, en tanto que la media produce cortisol
elaborando la capa interna o reticular, los andrógenos y estrógenos. El exceso
en la producción hormonal de cada una dará lugar a diversas patologías.
La médula suprarrenal tiene una estructura más uniforme compuesta por
células cromafines; este nombre lo reciben por su afinidad con el dicromato
potásico que las hace teñir de color amarillo característico y segrega
2630
Cirugía | Parte VIII
Fisiología
La corteza suprarrenal, a partir de precursor común, el colesterol, elabora:
Glucocorticoides
Mineralocorticoides
Hormonas esteroideas sexuales
COLESTEROL
Figura 1
2631
Cirugía | Parte VIII
TIROSINA
Tirosina
L-DOPAMINA
L-Dopamina
NORADRENALINA
Noradrenalina
ADRENALINA
Adrenalina
Figura 2
2632
Cirugía | Parte VIII
Hiperaldosteronismo primario
Las dos causas más frecuentes (variables según series) son:
Adenoma suprarrenal
Hiperplasia adrenal bilateral
Otras causas menos frecuentes:
Hiperplasia unilateral
Hiperaldosteronismo familiar: 2 %
Carcinoma: 2,5-3 %
Clínica
El hiperaldosteronismo primario se presenta con los siguientes signos y
síntomas:
- Hipertensión arterial
2633
Cirugía | Parte VIII
- Hipocalemia: en 70-95 %
- Debilidad
- Calambres
- Parálisis transitorias
- Parestesias
- Poliuria
- Nicturia
Diagnóstico
Se lo puede diagnosticar mediante las siguientes determinaciones:
- Potasio plasmático
- Relación aldosterona/renina plasmática:
> 25-30 Sugestiva
> 50 Diagnóstica
Excreción elevada de aldosterona urinaria con dieta rica en
sodio
Figura 3
2634
Cirugía | Parte VIII
TAC
Figura 4
RMN
Figura 5
2635
Cirugía | Parte VIII
Gammagrafía
Figura 6
Tratamiento
En los casos unilaterales se realiza suprarrenalectomía. En los casos
bilaterales se realiza tratamiento con espironolactona (100-600 mg) o
eventualmente resección bilateral tumoral, preservando tejido suprarrenal
sano.
En el 20 a 50 % de los casos tratados persiste la hipertensión arterial.
Hipercortisolismos
Síndrome de Cushing
Debido a un exceso crónico de glucocorticoides. Dentro de las causas
etiológicas encontramos:
- Origen hipofisario: 70 %
- Adenoma: 10 %
- Carcinoma: 10 %
- Hiperplasia adrenal primaria: excepcional
Secuencia diagnóstica
1. Excluir causas.
2. Cortisol libre en orina de 24 horas o test de supresión con 1 mg de
dexametasona a las 23 horas y determinación del cortisol plasmático a la
mañana siguiente.
3. Test de supresión de ACTH con 8 mg de dexametasona:
a. No supresión y ACTH baja Origen adrenal
2636
Cirugía | Parte VIII
Feocromocitoma
Se origina en las células cromafines:
- Médula suprarrenal (90 %)
- Cualquier tejido cromafín extra suprarrenal relacionado con los ganglios
simpáticos (paraganglioma):
97 % en abdomen
2-3 % en tórax
1 % en cuello
Puede segregar:
- Noradrenalina
- Adrenalina
- Dopamina
Es una enfermedad bilateral en aproximadamente 10 % y la bilateralidad es
mucho más común en el feocromocitoma familiar. A menudo se presenta junto
con los síndromes familiares de neoplasia endocrina múltiple (MEN, tipos 2A y
2B).
Otros síndromes relacionados con el feocromocitoma son:
- Neurofibromatosis
- Enfermedad de Von Hippel-Lindau
- Hemangioblastoma cerebeloso
2637
Cirugía | Parte VIII
- Síndrome de Sturge-Weber
- Esclerosis tuberosa
Clínica
La hipertensión arterial puede ser sostenida o paroxística, desencadenada
por esfuerzos, defecación, coito, micción, angiografía, punción, cirugía, entre
otros.
A menudo es grave, con ocasionales características malignas de
encefalopatía, retinopatía y proteinuria. La tríada característica es:
- Cefalea.
- Sudoración.
- Palpitación, taquicardia y ansiedad fuerte junto con dolor
epigástrico o del pecho.
Otras manifestaciones pueden presentarse como:
Hipotensión ortostática, generalmente presente, probablemente por
reducido volumen intravascular después de estimulación adrenérgica
crónica.
Arritmias.
Hiperglucemia.
Dolor abdominal.
Diagnóstico
Excreción urinaria elevada durante 24 horas de:
- Catecolaminas libres (noradrenalina y adrenalina)
- Metabolitos de catecolaminas (ácido vanilmandélico y
metanefrinas totales)
El tipo de catecolamina no permite identificar localización.
Las pruebas de estimulación en caso de duda (que pueden desencadenar
crisis) son:
- Glucagón: aumentan catecolaminas plasmáticas.
- Clonidina: no consigue inhibir secreción de catecolaminas.
2638
Cirugía | Parte VIII
Localización
TAC abdominal (sensibilidad: 95 %; especificidad: 80 %)
Gammagrafía con I131-Metaiodobencilguanidina “MIBG” (sensibilidad: 80 %,
especificidad: 100 %)
Figura 6
Feocromocitoma bilateral
No está indicada la punción-diagnóstica para estudio histológico.
Tratamiento
La resección quirúrgica es la modalidad curativa.
Si el tumor primario se localiza en la suprarrenal y es benigno, la
supervivencia es la de la población normal correspondiente a la edad.
En los pacientes con enfermedad no resecable, recurrente o metastásica, la
supervivencia a largo plazo es posible. A partir de los 5 años, es menor del 50
%. El tratamiento farmacológico del exceso de catecolamina es necesario y la
cirugía, radioterapia o quimioterapia pueden proporcionar beneficios
paliativos.
Preparación preoperatoria
- Objetivo:
Reducir la incidencia de crisis hipertensivas intraoperatorias.
Evitar la hipotensión postquirúrgica.
- Protocolo:
2639
Cirugía | Parte VIII
Táctica quirúrgica
Se procede a una resección completa del tumor, con mínima manipulación,
con ligadura precoz de la vena suprarrenal y resección de la/s glándula/s
afectada/s por las pruebas de imagen.
Si es maligno, debe intentarse la extracción de todo el tejido infiltrado, e
incluso las metástasis, corriendo un riesgo del 50 % de recidiva contra lateral,
antes de los 10 años.
Seguimiento
Se debe realizar un control de tensión arterial, catecolaminas y metabolitos
en orina cada año, durante 10 años: si están elevados se deben hacer pruebas
de imagen.
Si hay recidiva no extirpable, se debe hacer un control de la tensión arterial
con bloque ante adrenérgicos y/o tratamiento radioactivo con I131-MIBG.
Incidentaloma suprarrenal
Se denomina así a toda masa adrenal descubierta accidentalmente mediante
estudios por imágenes, en pacientes sin signos clínicos evidentes de hiper o
hipofunción y sin enfermedad neoplásica conocida.
El incidentaloma suprarrenal es una entidad nosológica característica de fin
del milenio. El término nace asociado al desarrollo de las nuevas técnicas de
diagnóstico por imágenes, aunque la patología existe desde hace mucho
tiempo. Fue denominado así en el año 1982. Es un neologismo ya incorporado
al lenguaje médico.
Como ha habido cierto abuso en el uso de esta expresión en patologías que
realmente no correspondían, es necesario enfatizar que para ser considerado
un incidentaloma, la masa descubierta, funcionante o no, no debe producir
signología clínica manifiesta. De hacerlo, dejaría inmediatamente de ser un
incidentaloma, modificando el enfoque diagnóstico y terapéutico. Por tanto, la
presencia de una masa incidental asintomática no descarta de manera alguna
que ese tumor no tenga signos bioquímicos de funcionalidad, pero éstos no
tienen que tener una expresión clínica significativa y manifiesta.
La cifra de ICDL descubiertos aumentó en progresión geométrica en las
décadas del 80 y 90 acompañando al desarrollo de los aparatos de estudios por
2640
Cirugía | Parte VIII
imágenes. Sin embargo, hay un estancamiento en los últimos 5 años, con cifras
similares. La idea general es que esta meseta es sólo el preludio de otro
aumento aluvional, acompañando al desarrollo científico.
Los reportes sobre la prevalencia de incidentalomas adrenales oscilan en un
rango entre el 0.6 al 3.2 % de todas las TAC abdominales y el 1.4 al 8.7 % del
total de autopsias. Esta discrepancia se debe a la distinta sensibilidad de los
aparatos de diagnósticos por imágenes, previéndose, con el avance técnico y
por el descenso en los costos de los estudios, un aumento significativo en los
hallazgos.
Los avances continuos en el desarrollo de la aparatología en diagnóstico por
imágenes permiten detectar con mayor frecuencia y precisión formaciones
adrenales cada vez más pequeñas. Es tan importante el número de
incidentalomas descubiertos anualmente que se describe el problema como
una nueva epidemia de SIDA en el campo de la endocrinología, utilizando el
acrónimo de “AIDS” para denominar a los incidentalomas adrenales
descubiertos por casualidad:
Adrenal
Incidentaloma
Discovered
Serendipitously
2641
Cirugía | Parte VIII
Diagnósticos diferenciales
La presencia de una masa suprarrenal descubierta accidentalmente induce a
los siguientes diagnósticos diferenciales: el 94 % se deben a causas tumorales;
el 5,5 % a causas pseudotumorales y el 0,5 % a procesos infecciosos (cuadros 1-
2-3).
2642
Cirugía | Parte VIII
Identificación topográfica
Un aspecto crítico en la indicación quirúrgica, no sólo de los incidentalomas
sino de todo tumor adrenal, es la correcta identificación topográfica. Para eso
disponemos de diversos estudios por imágenes, con distinta sensibilidad y
especificidad que se explicitan a continuación.
2643
Cirugía | Parte VIII
Incidentaloma suprarrenal
Criterios de indicación quirúrgica
Hiper o hipofunción en los estudios clínicos.
Incidentalomas sólidos: de acuerdo al tamaño tumoral.
Incidentalomas sólidos que aumentan de tamaño.
Incidentalomas sólidos con signos de malignidad en estudios
complementarios.
Incidentalomas quísticos de contenido hemorrágico.
Quiste rápidamente recidivante luego de la punción.
2644
Cirugía | Parte VIII
INCIDENTALOMA SUPRARRENAL
PATOLOGÍA PRIMARIA
> 4 cm
TESTS BIOQUIMICOS
Y
RADIOISOTÓPICOS
< 15 cm > 15 cm
CIRUGÍA CIRUGÍA
LAPAROSCÓPICA CONVENCIONAL
Figura 7
2645
Cirugía | Parte VIII
INCIDENTALOMA SUPRARRENAL
PATOLOGÍA PRIMARIA
> 4 cm
TESTS BIOQUÍMICOS
Y
RADIOISOTÓPICOS
NORMALES
QUISTE SÓLIDO
PUNCIÓN ≥ 3 CM ≥ 15 CM
CIRUGÍA CIRUGÍA
NO HEMORRÁGICO
LAPAROSCOPIC CONVENCIONAL
HEMORRÁGICO A
Carcinoma
Se pueden presentar como incidentalomas, tumores sin hipersecreción o
como síndromes de hipersecreción (en un 40 a 70 % producen hormonas):
Secreción mixta: 35 %
Hipercortisolismo puro: 30 %
Tumores virilizantes
Tumores feminizantes
Hiperaldosteronismo
2646
Cirugía | Parte VIII
¿Cuándo sospecharlo?
Debe sospecharse un carcinoma cuando se presenten los siguientes datos
clínicos:
Tumor palpable
Dolor abdominal
Comienzo brusco
Síndrome de compresión de cava
Síndrome feminizante
Tratamiento
Se debe realizar la resección quirúrgica. En caso de no resecabilidad, la
quimioterapia es el tratamiento indicado.
Este tipo de tumores, pueden dar metástasis en los siguientes órganos:
Pulmón
Mama
Riñón
Colon
Melanoma
Linfoma
2647
Cirugía | Parte VIII
Preparación preoperatoria
Si bien todo tumor adrenal, incidental o no, debe ser estudiado por un
equipo multidisciplinario que involucre a endocrinólogos, cirujanos,
anestesistas y terapistas intensivos, pero eso no implica que, como operadores,
no participemos activamente en el estudio clínico y en la preparación
preoperatoria. En los incidentalomas, a pesar de la ausencia de signos y
síntomas de funcionalidad, podemos encontrarnos con pacientes con
alteraciones en más o en menos en la función adrenal, y por lo tanto, conocer
las correcciones clínicas indispensables a que deben someterse esos enfermos
antes de la intervención. El sentido es que lleguen a la cirugía lo más
compensados posible. Describir la preparación preoperatoria en cada uno de
los casos excede, por su extensión, los propósitos de este trabajo. A pesar de
ello, tenemos que tener especial cuidado en la intervención con la posibilidad
de que estemos operando un feocromocitoma pre-clínico. Es por eso que es de
buena práctica evitar por todos los medios la prehensión directa de la glándula,
no sólo por la posibilidad de la ruptura sino para evitar una inesperada
liberación de catecolaminas en el torrente sanguíneo.
Siempre debemos tener presentes las denominadas etapas críticas en la
cirugía del feocromocitoma que se resumen en la Figura 9.
2648
Cirugía | Parte VIII
Feocromocitoma
Etapas críticas intra anestésicas
INTUBACIÓN Hipertensión extrema
PREHENSIÓN Hipertensión extrema
CLAMPEO VENOSO Hipotensión extrema
Figura 9
Abordaje quirúrgico
El abordaje quirúrgico convencional de ambas adrenales es particularmente
traumático por su ubicación profunda en el retroperitoneo. No siempre es
sencilla la elección de la vía de abordaje y si la experiencia es escasa, puede
constituirse en un verdadero dilema.
2649
Cirugía | Parte VIII
Cirugía convencional
A) Vía anterior
Ventajas:
Permite explorar ambas glándulas por una misma incisión.
Permite resecar lesiones de cualquier tamaño.
Permite resecar lesiones múltiples (feocromocitoma).
Permite evaluar toda la cavidad peritoneal en caso de carcinoma.
Permite resecar estructuras vecinas en caso de carcinoma.
Desventajas:
Las inherentes a toda cirugía abdominal: infección de la herida;
eventración.
Lesiones de órganos vecinos: bazo, cola de páncreas.
Complicaciones pulmonares: atelectasia, neumonía.
Mayor tiempo quirúrgico que la vía posterior.
Mayor tiempo de hospitalización.
Mayor mortalidad operatoria.
2650
Cirugía | Parte VIII
Abordaje anterior
Figura 10
Abordaje derecho
Figura 11
Abordaje izquierdo
Figura 12
2651
Cirugía | Parte VIII
Figura 13
B) Vía posterior
Ventajas:
Es la vía más directa a la glándula adrenal.
No íleo postoperatorio.
Menor tiempo quirúrgico.
Permite abordaje simultáneo.
Rápida deambulación.
Menor % de complicaciones que la vía anterior.
Desventajas:
Campo quirúrgico limitado.
Permite resecar tumores de hasta 5 cm.
Control venoso (glándula derecha) dificultoso.
Riesgo de neumotórax.
Mayor dolor en el postoperatorio inmediato.
2652
Cirugía | Parte VIII
Figura 14
C) Vía lateral
Figura 15
2653
Cirugía | Parte VIII
Ventajas:
Extraperitoneal.
Buena exposición en pacientes obesos.
Contraindicaciones del abordaje abdominal.
Desventajas:
Dificultoso control vascular.
Eventrógena.
Mayor dolor.
Cirugía laparoscópica
Figura 16
2654
Cirugía | Parte VIII
Traumatismo quirúrgico
ACCESO
PROCEDIMIENTO
2655
Cirugía | Parte VIII
- ABSOLUTAS
Carcinoma adrenal
- RELATIVAS
Coagulopatía
Figura 17
Equipamiento
Si bien una adrenalectomía laparoscópica puede realizarse con el mismo
equipamiento y material que se utiliza en una colecistectomía, es conveniente
disponer además de los siguientes elementos:
1) Sellador de vasos con pinzas de 5 y 10 mm.
2) Laparoscopio de 25, 30 o 40 grados.
3) Aplicadora automática con clips largos y extralargos.
4) Pinza de prehensión tipo Babcok.
5) Disectores angulados de 30, 60 y 90 grados.
6) Clamp vascular laparoscópico tipo Satinsky.
7) Separador expansible de 10 mm.
2656
Cirugía | Parte VIII
8) Bajanudos de 5.
9) Bolsa estéril de recuperación.
Figura 18
Las vías laterales y anteriores son utilizadas en los servicios de cirugía general
y la posterior es patrimonio casi exclusivo de los servicios de urología. A
2657
Cirugía | Parte VIII
Figura 19
2658
Cirugía | Parte VIII
Suprarrenalectomía derecha
Se lateraliza la camilla a 45° para colocar la aguja de Verres y el primer trocar
de 10 mm, a 10 cm de la línea axilar anterior y a 3-5 cm por debajo del reborde
costal derecho. Es, a nuestro juicio, junto con el “clipado” de la vena tributaria,
el gesto quirúrgico más peligroso de la intervención. Luego de colocado el
endoscopio, y bajo visión directa, se introducen los otros tres trocares, todos
de 10 mm, en la posición mostrada en la Figura 20. El motivo de utilizar
portales del mismo tamaño es por la posibilidad de intercambiar la
endocámara y los instrumentos con facilidad, en cualquiera de ellos.
La disección se inicia lateralmente, a través de los accesos de las líneas
axilares. El peritoneo lateral a la flexura hepática del colon y el hígado se incide
y separa medialmente. El ligamento triangular derecho se secciona hasta
exponer claramente la vena cava inferior y se desplaza al hígado en dirección
craneal, mediante un separador digital. La disección de la grasa perirrenal
superior pone fácilmente en evidencia a la glándula suprarrenal derecha. Se
lleva el laparoscopio al acceso más dorsal para obtener mejor visión de las
caras lateral y posterior de la glándula. La ramas vasculares laterales,
superiores e inferiores se seccionan con electrobisturí, entre clips, o mejor aún,
con bisturí armónico. Luego de esta movilización glandular se inicia la parte
más difícil y peligrosa de la disección, la de la cara medial. La disección de la
vena tributaria se debe hacer en forma cuidadosa, fundamentalmente porque
la vena suprarrenal derecha es muy corta y puede lesionarse con facilidad en su
unión con la vena cava. Es común que se apliquen clips, pero también puede
ser ligada; nosotros preferimos los clips, por lo rápido y seguro. Debemos ser
muy cuidadosos en esta etapa porque puede producirse una hemorragia
masiva de la vena cava, que no es fácil de controlar. Si ocurre, y no puede
resolverse inmediatamente con un clamp laparoscópico, se debe hacer
hemostasia por compresión generada por un instrumento romo y abrir
inmediatamente el abdomen.
Luego de la liberación total de la glándula se introduce en una bolsa estéril y
se retira la pieza por uno de los portales. Si se ha trabajado con maniobras
suaves y delicadas y se ha hecho una correcta hemostasia, no es necesario
dejar drenaje.
2659
Cirugía | Parte VIII
Figura 20
Suprarrenalectomía izquierda
Paciente también en decúbito contralateral de 90° y posición de Fowler.
Luego de la revisación de abdomen se comienza a liberar el ángulo esplénico
del colon, por medio de disección con electrocauterio o bisturí armónico. La
apertura parietocólica hace que el colon se desplace inferiormente con
facilidad, lo que permite un mejor acceso al cuadrante superior izquierdo del
espacio retroperitoneal. La incisión peritoneal en el borde de la flexura
esplénica se extiende superiormente lo que, sumado a la posición del enfermo,
permite el desplazamiento medial del bazo, que cae por la gravedad. El bazo
puede sostenerse con un separador de 10 mm o tomando con una pinza la
reflexión periesplénica. Queda así expuesto adecuadamente el espacio entre el
riñón y el bazo. La disección en ese espacio, por encima del riñón, exhibe la
glándula suprarrenal.
A diferencia de la glándula derecha, no siempre es sencilla la identificación
de la glándula izquierda, tan es así que en algunos servicios se utiliza la
ecoendoscopia intraoperatoria para encontrarla rápidamente y reducir el
tiempo operatorio.
Se comienza liberando las caras lateral y superior de la glándula, utilizando
clips y cauterio, si no disponemos de bisturí armónico. Luego abordamos la cara
inferior aislando la vena tributaria, que en el lado izquierdo, es rama de la vena
renal y tiene una longitud entre 1 y 2 cm. Liberada la glándula de su cara medial
se introduce en una bolsa estéril. Todas las consideraciones técnicas sobre los
cuidados necesarios, descriptos en la suprarrenalectomía derecha son válidos
para la izquierda, aunque las posibilidades de una hemorragia aguda y grave
por lesión de la vena izquierda son muy poco probables.
2660
Cirugía | Parte VIII
Figura 21
Figura 22
2661
Cirugía | Parte VIII
hidrocortisona por vía parenteral en dosis aproximadas a los 100 mg dos veces
por día, cifra que disminuirá paulativamente. En el hiperaldosteronismo
primario es clave el manejo hidroelectrolítico, igual que el manejo
hemodinámico en el postoperatorio de los feocromocitomas.
2662
Cirugía | Parte VIII
Bibliografía
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Sturgeon G. 2006; 202: 423.
2663
IX
SISTEMA VASCULAR
PERIFÉRICO
Cirugía | Parte IX
ÍNDICE
IX 7 Úlcera venosa
DRES. A. INCHAUSPE Y A. SUÁREZ
IX 8 Linfedema
DRES. A. INCHAUSPE Y A. SUÁREZ
2665
Cirugía | Parte IX
ARTERIOPATÍAS OCLUSIVAS
PERIFÉRICAS
ROBERT O. AISENBERG
Introducción
En este capítulo he intentado dar una idea conceptual clara y concisa sobre
las distintas patologías que afectan al sistema arterial periférico, y un criterio
actualizado sobre el diagnóstico y respectivas indicaciones terapéuticas y sus
posibilidades.
Esta síntesis está basada en la experiencia propia y en el estudio y selección
de trabajos ajenos.
El término arteriopatía periférica (AP) alude a las patologías que, como la
ateroesclerosis u otras, dificultan el riego sanguíneo arterial dirigido a las
extremidades. Utilizar la expresión vasculopatía periférica es totalmente
inespecífico ya que abarca enfermedades que afectan a los vasos sanguíneos,
no sólo arterias, sino también venas y linfáticos.
La arteriopatía periférica oclusiva, en especial la de los miembros inferiores,
resiste la natural tendencia a encasillamientos esquemáticos; por eso la
responsabilidad del clínico y el cirujano reside en el exhaustivo examen clínico,
la indicación del estudio complementario correcto, el diagnóstico de certeza y
el tratamiento más conveniente. De todo ello depende la viabilidad de los
miembros afectados y en muchos casos la vida de los pacientes. De cualquier
forma, como conclusión intentaré algún algoritmo que ayude a sintetizar y
sistematizar esta enfermedad.
Debemos diferenciar las AP agudas y las crónicas, si bien en algunas
circunstancias se encuentran ligadas.
2666
Cirugía | Parte IX
Epidemiología
La prevalencia de la arteriopatía periférica (AP) oscila entre el 4,6 % y el 29
%. Se detecta en más del 20 % de los sujetos mayores de 70 años y en un 27 %
más entre los varones que entre las mujeres. Es probable que la incidencia sea
aun mayor si analizamos los sujetos asintomáticos ya que tan solo un tercio o la
mitad de las AP presentan síntomas de claudicación intermitente. La
prevalencia e incidencia de este síntoma aumenta con la edad.
La isquemia critica, de los miembros inferiores, se calcula en 400 a 450 por
millón de habitantes al año y un dato preocupante: las amputaciones, por ésta,
varían de 120 a 250 por millón y por año.
2667
Cirugía | Parte IX
pacientes que siguen fumando que en los que dejan. El tabaco aumenta más la
probabilidad de sufrir una AP que una enfermedad coronaria. La
ateroesclerosis se presenta aproximadamente 10 años antes en los pacientes
diabéticos, estos suelen tener una AP extensa y grave y una mayor propensión
a la calcificación vascular. La afectación de las arterias femoral y poplítea es
parecida al del resto de las personas, pero la enfermedad distal en las arterias
tibial y peronea se da con mayor frecuencia. El riesgo de contraer una AP
aumenta del doble al cuádruple en la diabetes y por cada aumento de 1 % de la
hemoglobina glicosilada se produce un incremento del 25 % de AP. Entre los
pacientes con una AP, los diabéticos tienen más probabilidad de sufrir una
amputación que el resto.
Las alteraciones del metabolismo lipídico también están asociadas a una
mayor prevalencia de AP. Las elevaciones del colesterol total o LDL aumentan
el riesgo de sufrir AP y claudicación intermitente. Las elevadas concentraciones
de triglicéridos confieren un riesgo doble de sufrir una AP, existe una marcada
asociación entre los valores más altos y el peligro más marcado de una
isquemia critica de la extremidad.
Cuantos más factores de riesgo participan, más se agrava el riesgo de AP y
claudicación intermitente. En un varón, de 70 años de edad, cuyo único factor
de riesgo es el tabaco, la posibilidad de claudicación es del 2,5 %, frente al 0,8
% de los no fumadores en un periodo de 4 años. Si al hábito tabáquico le
agregamos hipertensión, dislipemia y diabetes, el riesgo asciende al 24 % a los
4 años. Observaciones semejantes pueden aplicarse a las mujeres.
Cuadro clínico
Síntomas y signos
Los síntomas cardinales de la AP son la claudicación intermitente y el dolor
en reposo, a los que le siguen las lesiones tróficas.
La claudicación intermitente, cuya primera descripción pertenece a Bouley,
veterinario, que en 1831 la observó en caballos, sigue teniendo vigencia para el
hombre en las palabras de Charcot (1858): “impotencia muscular dolorosa, no
existente en el estado de reposo, que se presenta por accesos determinados
durante la función del miembro, es decir la marcha”. En esencia, consiste en el
dolor que se origina en un grupo muscular que trabaja en condiciones
deficitarias de oxigenación. De acuerdo a la ubicación del dolor podemos
deducir, con cierto grado de certeza, la altura de la suboclusión u oclusión: el
dolor o claudicación del muslo y/o la región glútea es significativo de las
lesiones a nivel aortoilíaco; la claudicación o dolor de las pantorrillas es común
de las oclusiones en el sector de la arteria femoral superficial. En circunstancias
pueden coexistir las lesiones múltiples con combinación de síntomas. Leeremos
2668
Cirugía | Parte IX
2669
Cirugía | Parte IX
CLASIFICACIÓN DE FONTAINE
Estadio Clínica
I Asintomático
IV Ulceración o gangrena
Diagnóstico
La anamnesis detallada seguida de una exploración física minuciosa
constituyen los pilares básicos en el diagnóstico de la enfermedad arterial
periférica.
Se debe interrogar sobre antecedentes familiares y personales, y la presencia
de los factores de riesgo vascular que ya hemos descripto.
Debemos investigar sobre el dolor en los miembros inferiores (muslos,
pantorrillas y pies), adormecimiento o debilidad en las piernas, cambios de
temperatura y de color en la piel de piernas y pies y aparición de úlceras o
lesiones de apoyo.
La exploración física comienza por una exhaustiva inspección de la
coloración y temperatura de la piel, así como sus características (grosor, brillo),
la presencia de vello, la forma y consistencia de las uñas y la presencia de
lesiones tróficas. En resumen: un miembro pálido, cuya palidez aumenta al
elevarlo y el enrojecimiento demora más de 20 segundos y el relleno capilar se
retrasa más de 30 al devolverlo a su posición normal; que se vuelve hiperémico
al ponerlo declive; con una piel fina y brillante; con ausencia de vello; con
2670
Cirugía | Parte IX
Métodos no invasivos
Ultrasonografia doppler con índice tobillo/brazo: cociente entre la
presión arterial sistólica medida en la arteria tibial posterior y la
registrada en la arteria humeral, obtenidas con manguito adecuado y
sonda Doppler. Tiene una sensibilidad del 95 % correlacionándolo con la
angiografía y una especificidad del 99 % en la identificación de individuos
supuestamente sanos. Valores entre 0,5 y 0,9 corresponden a
claudicación y menores de 0,5 a obstrucción grave, estadios III y IV de
Fontaine.
Test de ejercicio en banda sin fin: se determina el índice tobillo/brazo
antes y después del ejercicio, una caída de un 20 % tras el ejercicio indica
existencia de enfermedad arterial. Si la caída no ocurre tras 5 minutos de
ejercicio se descarta la existencia de arteriopatía.
Eco-doppler: permite conocer la morfología del vaso, su diámetro, las
características de la pared; así como la presencia y dirección de
turbulencias del flujo sanguíneo. Presenta una sensibilidad del 80 % y
una especificidad entre el 90-100 % en la detección de lesiones a nivel
femoral o poplíteo (en comparación con la angiografía), pero es mucho
menos sensible en arterias tibiales y peroneas.
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Cirugía | Parte IX
Métodos invasivos
Angiografía convencional: constituye el patrón oro diagnóstico de esta
patología, delimita la localización y extensión de las lesiones y valora el
lecho arterial distal en la fase previa a la cirugía.
Angiotomografía y angiorresonancia: no son de uso habitual en las
patologías periféricas, sí en el caso de aorta ascendente, torácica,
abdominal y arterias ilíacas.
Tratamiento
La reducción de la morbilidad y mortalidad cardiovasculares, mejora la
calidad de vida al disminuir los síntomas de claudicación, eliminar el dolor en
reposo y conservar la viabilidad del miembro. Por tanto las consideraciones
terapéuticas abarcan: la modificación de los factores de riesgo, a través de
medidas encaminadas a cambiar el estilo de vida; tratamientos farmacológicos
de aquellos factores inmodificables con lo expresado anteriormente y
fármacoterapia para evitar o disminuir la claudicación intermitente y el riesgo
de complicaciones trombóticas. La isquemia crítica de los miembros inferiores
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Figura 4. Técnica de sutura termino lateral “cabeza de cobra”, entre vena y arteria
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Figura 5. Técnica combinada de endarterectomía ilíaca con arteriorrafia con parche y by-pass femoro-
poplíteo infrapatelar con vena safena
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Etiología-factores predisponentes
Las causas de la isquemia aguda son la embolia arterial, la trombosis in situ,
la disección y el traumatismo. La mayoría de los émbolos arteriales proceden
de patologías previas cardíacas; el 50 % de las embolias cardíacas en las
extremidades tienen que ver con una fibrilación auricular como complicación
de una valvulopatía y la insuficiencia cardíaca congestiva. Otras fuentes son las
válvulas cardíacas reumáticas o protésicas, los trombos cardíacos como
consecuencia de un infarto de miocardio y aneurisma de ventrículo izquierdo,
la embolia paradójica venosa a través de comunicaciones interauriculares y los
tumores cardíacos, como los mixomas de aurícula izquierda. Los aneurismas de
la aorta o de las arterias periféricas también pueden embolizar. La trombosis in
situ ocurre en las arterias ateroescleróticas, es decir sobre placas de ateroma
ya instaladas, o bien en los aneurismas periféricos. La trombosis de los
aneurismas de la arteria poplítea explica el 10 % de las isquemias agudas de
miembros inferiores en varones mayores. La trombosis aguda en arterias
normales es infrecuente, se da en casos de estados procoagulantes como la
ingestión de anticonceptivos (raro) y el lupus eritematoso difuso con síndrome
antifosfolipídico, este último acompañado de vasculitis. La disección, es decir la
separación de la íntima arterial, pura o de aneurismas de aorta torácica o
abdominal, puede llegar hasta las arterias periféricas generando un cuadro de
oclusión e isquemia aguda. La oclusión trombótica de algún puente anterior, ya
sea realizado con vena o injerto sintético puede componer también una
situación de cesación brusca de flujo sanguíneo. Por último, los traumatismos
arteriales abiertos, con laceración o sección de la arteria, o cerrados, que
producen contusión o concusión del vaso provocan isquemia aguda por lesión
local de la íntima.
Fisiopatología
La isquemia aguda está condicionada por diversos factores: el obstáculo
mecánico que ocluye la luz, la trombosis proximal secundaria, el vasoespasmo,
el estado de la circulación colateral y la resistencia de los tejidos a la isquemia.
La obliteración de la luz de la arteria es el factor fundamental (como hecho
aislado no sería tan grave), pero a partir de él se genera una progresión
proximal de un trombo secundario que ocluye vasos colaterales, hacia distal de
la oclusión aparece un marcado vasoespasmo, que agrava el cuadro, y si a esto
le sumamos una circulación colateral deficitaria el cuadro será realmente grave
y aparatoso. La resistencia de los tejidos está condicionada por su grado de
diferenciación, el tejido nervioso es el primero en sufrir, apareciendo lesiones
degenerativas alrededor de las cuatro horas después de interrumpida
totalmente la circulación, generando hipoestesia y disfunción motora. La
isquemia de los músculos provoca su retracción. Los tejidos, incapaces de
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Cirugía | Parte IX
Cuadro clínico
En ocasiones existe un corto periodo de pródromos, en forma de paresia y
frialdad de la zona afectada. Es típico que se inicie con un dolor intenso,
intolerable, referido a la parte distal de la extremidad que posteriormente va
ascendiendo hacia el sitio donde reside la obliteración; se acompaña de
frialdad y palidez cadavérica, anestesia y parálisis. Luego aparece cianosis
difusa o en placas y por último lesiones por gangrena seca.
Podemos intentar un esquema de clasificación: en un estadio I el miembro se
encuentra viable y no está amenazado de inmediato, no sufre alteraciones
sensitivas o motoras y presenta un flujo sanguíneo detectable por señal
doppler. El estadio II nos presenta un miembro amenazado en su viabilidad, la
isquemia provocará la pérdida del miembro a no ser que se restablezca sin
demora el riego sanguíneo, lo podemos subdividir en una amenaza ligera (a) y
una amenaza inmediata (b). Se caracteriza por dolor, déficit sensitivo y
debilidad muscular. No se detecta flujo sanguíneo por doppler. En el estadio III,
la isquemia es irreversible y conduce a la pérdida de tejido, hay desaparición de
la sensibilidad, parálisis y ausencia de flujo sanguíneo arterial y venoso
detectado por doppler; exige la amputación.
Diagnóstico
La anamnesis y la exploración física, en general, suelen establecer el
diagnóstico de isquemia aguda de las extremidades. El tiempo disponible para
su realización es escaso, y las pruebas diagnósticas no deberían retrasar la
adopción de técnicas de revascularización urgente si la viabilidad de la
extremidad se encuentra amenazada. La aparición brusca, el dolor, la palidez y
frialdad del miembro y la ausencia palpatoria de los pulsos distales, a lo que se
le puede sumar la utilización del doppler para certificar la ausencia de flujo
sanguíneo alcanza para diagnosticar un evento isquémico agudo. La ecografía
doppler y la angiografía con contraste sirve para determinar el punto de la
oclusión y nos sirve como guía anatómica para la revascularización.
Tratamiento
Paliativo. Sólo mientras completamos el diagnóstico y preparamos al
paciente para el tratamiento definitivo. Administrar analgésicos para
reducir el dolor. Colocar la cama de tal modo que los pies queden por
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Consulta
Dolor en extremidades inferiores
Marcha Reposo
Descartada Anamnesis
enfermedad arterial Exploración física
Eco-doppler
Isquemia Isquemia
Aguda Crónica
Clínica
Arteriografía. I II III IV
Si
No Revascularización
Quirúrgica
Embolectomía Amputación Mejoría Endovascular
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Cirugía | Parte IX
Bibliografía
Allende, N. “Arteriopatías Periféricas. Correlaciones Clínico-Angiográficas”. Rev. Argent. Cirug.
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Zelenock, G. B. et al. “Mastery of Vascular and Endovascular Surgery” Endovascular
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2683
Cirugía | Parte IX
PATOLOGÍA DE LA AORTA
ABDOMINAL-ANEURISMA
(AAA)
MARCELO H. CEREZO, ALEJANDRO CUACCI, LUCIANO
HONAINE, CLAUDIO MAINA Y GABRIELA TINTO
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Figura 2. Partes de un AAA: cuello proximal; saco del AAA; cuello distal
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Figura 5. Visión comparativa entre una TAC con reconstrucción 3D y un angiograma de un AAA
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Figura 8. Abordaje habitual quirúrgico de un AAA. Incisión xifopubiana y abordaje pararrectal interno
izquierdo. Se clampea el cuello proximal y el cuello distal o las ilíacas primitivas y se procede a la
apertura del aneurisma y programación de la reparación protésica
Figura 9. Dispositivo endovascular bifurcado autoexpandible típico para este tipo de reparaciones. Pre
y post implante del dispositivo. Imágenes angiográficas
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Cirugía | Parte IX
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Cirugía | Parte IX
En suma, hoy por hoy, la decisión final sobre qué conducta terapéutica
debería aplicarse a un paciente portador de un AAA (quirúrgica abierta o
endovascular) debería establecerse conjugando las siguientes variables: a)
expectativa de vida, b) calidad de vida postoperatoria, c) costo-beneficio, d)
riesgo de algún tipo de disfunción sexual, e) riesgo de ruptura del aneurisma, f)
riesgo quirúrgico del paciente, g) probable tasa de reintervención y h) no
menos importante, la preferencia del paciente.
2692
Cirugía | Parte IX
Bibliografía
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Comunidad”.
2. Cerezo, M.; Errecalde, A.; Inda, A. “La arquitectura de las fibras de la pared aórtica a nivel
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10.Lee et al. Journal of Vascular Surgery 2004; 40: 211-5.
2693
Cirugía | Parte IX
PATOLOGÍA QUIRÚRGICA DE
LA AORTA TORÁCICA
MARCELO H. CEREZO, ALEJANDRO CUACCI, LUCIANO
HONAINE, CLAUDIO MAINA Y GABRIELA TINTO
Introducción
La patología de la aorta torácica (AT) consta de una serie de cuadros
anatomo-clínicos que, dada su evolución natural, son de alta morbimortalidad,
requieren de un diagnóstico inmediato y su tratamiento es de compleja
resolución. La cirugía de la aorta torácica tiene nacimiento a principios del siglo
XX y, a pesar de sus primeros resultados, ha avanzado considerablemente a la
hora de resolver patologías en este complejo sector de la aorta.
El advenimiento de los dispositivos endovasculares a fines de la década del
80 y principios del 90 generó un avance significativo en la resolución quirúrgica
del arco aórtico, de la aorta torácica descendente y la aorta abdominal, con
promesas de conquistar sectores como la raíz de aorta y aorta ascendente,
actualmente patrimonio de la cirugía abierta por esternotomía.
Los principales patologías quirúrgicas de la aorta torácica son:
Aneurisma de aorta torácica
Síndrome aórtico agudo (Disección aórtica; úlcera aórtica penetrante,
hematoma intramural)
Transección traumática de la aorta torácica
Coartación de aorta
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Cirugía | Parte IX
Epidemiología
La incidencia de aneurismas de aorta torácica es entre 6 a 10 por cada
100.000 habitantes. La edad promedio es de 65 años, siendo un poco menor
que en los aneurismas de aorta abdominal. La relación varón/mujer es de 1,7:1
(mucho menor que en los abdominales, que es 6:1).
El índice de ruptura aneurismática va asociado al diámetro. Varios estudios
revelan que la sobrevida a 5 años de un paciente con un AT sin tratamiento
quirúrgico es del 54 %. La posibilidad de rotura es de un 4 %/año y la
posibilidad de muerte de 12 %/anual. La velocidad de crecimiento es otro
factor importante de predicción de ruptura. Una velocidad mayor a 0,5 cm/año
aumenta el riesgo de esta complicación.
En cuanto la localización de los AT, el 40 % se evidencian en la aorta
ascendente, 35 % en la aorta descendente, 15 % en el arco o cayado aórtico, y
menos del 10 % comprometen a la AT y abdominal (aneurismas toraco-
abdominales).
Aorta ascendente
La aorta ascendente es la primera porción de la AT teniendo como límite
proximal a la unión sinotubular (línea que separa los senos de Valsalva de la
aorta ascendente) y como límite distal un plano transversal al segundo
cartílago costal derecho, a partir del cual comienza la porción horizontal de la
aorta denominada cayado aórtico. Cabe aclarar que la porción anatómica de la
aorta que encuadra a la válvula aórtica junto a los senos de Valsalva (o sea por
debajo de la unión sinotubular) se le denomina raíz de aorta. A esta zona se le
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Cirugía | Parte IX
Cayado aórtico
El cayado aórtico o arco aórtico posee una extrema importancia debido a la
emergencia de los troncos supra-aórticos (tronco braquicefálico arterial, arteria
carótida izquierda y subclavia izquierda) que proveen irrigación a las
extremidades superiores, cabeza y cuello. Como continuación de la aorta
ascendente se dirige transversalmente en forma de arco surcando el
mediastino hasta contactar con la cuarta vertebral torácica T4. La cirugía en
este sector de la aorta ha sido siempre un desafío, y su proceder requiere de la
derivación de flujo sanguíneo previo a la reparación del arco, como método de
protección a la circulación cerebral.
Aorta descendente
La aorta descendente nace desde un nivel correspondiente de T4 hasta T12
en donde cruza el hiato diafragmático para pasar a denominarse aorta
abdominal. El segmento distal de la aorta descendente, más específicamente
entre T8 y T12, es considerado un sector fundamental en la irrigación de la
médula espinal, debido a la salida de las principales arterias intercostales que
proveen a las arterias espinales (arteria de Adamkievicz como principal arteria
medular). Cualquier procedimiento en el sector distal de la aorta torácica
obliga a revascularizar (reimplantar) las arterias intercostales o a tomar
medidas de protección espinal para evitar la temible complicación
postquirúrgica de la paraplejía de los miembros inferiores (ej., drenaje del LCR
intra y postoperatorio para evitar la hipertensión de LCR que provoca la falta de
perfusión medular).
Etiopatogenia
Degenerativos: (80 %) (por degeneración de la capa media de la aorta por
infiltración fibroateromatosa)
Desórdenes del Tejido Conectivo: (10-15 %) (ej., síndrome de Antonie
Marfan, Elhers-Danlos)
Seudoaneurismas o falsos aneurismas: (5 %)
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Cirugía | Parte IX
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Cirugía | Parte IX
Clínica
La mayoría de los aneurismas torácicos se descubren incidentalmente por
diferentes métodos complementarios solicitados por otros motivos
diagnósticos.
El resto de la sintomatología dependerá del sector de la AT involucrada. Un
aneurisma de aorta ascendente puede ser asintomático pero si se asocia a
alteración de la válvula aórtica por dilatación del anillo valvular se manifestará
con clínica de insuficiencia aórtica (soplo regurgitante aórtico, disminución de
la tensión diastólica, etc.).
Un aneurisma de arco aórtico puede manifestarse por disfonía debido a la
cercanía con el nervio recurrente izquierdo. La disfagia puede ser un síntoma
aunque requiere de aneurismas de gran tamaño o de troncos supraaórticos de
orígenes aberrantes (por ejemplo, la arteria lusoria, arteria subclavia derecha
que nace de la porción distal del cayado y cruza por detrás del esófago).
La ruptura de un AT suele ser un cuadro fulminante caracterizado por dolor
torácico, hipotensión y palidez (shock hipovolémico),que conlleva una altísima
mortalidad y requiere de cirugía de emergencia en centros especializados. La
ruptura de un aneurisma de aorta ascendente hacia la cavidad pericárdica dará
un taponamiento cardíaco (ingurgitación yugular bilateral, hipotensión e
hipofonía de los ruidos cardíacos). La ruptura de la aorta descendente hacia la
cavidad pleural izquierda provocará un hemotórax por lo general masivo, que
contraindica punción o avenamiento para no agravar la hemorragia hasta el
momento contenida.
En resumen, el diagnóstico de los AT asintomáticos dependerá de la
perspicacia del médico que solicita un estudio complementario en relación a
los factores de riesgo del paciente que conllevan a la dilatación de la aorta.
Cuando un AT es sintomático implica la complicación o su rápida expansión, lo
que obliga a una rápida resolución.
Métodos complementarios
El gold standard para estudiar la patología aórtica es la angiotomografía
multislice de tórax, abdomen y pelvis hasta las regiones femorales con
contraste endovenoso. La angiotomografía comprende la realización de cortes
finos cada 1 a 3 mm en equipos de 64 detectores o más, lográndose imágenes
de excelente resolución y reconstrucciones multiplanares que ayudan al
diagnóstico y permiten planear la terapéutica quirúrgica. La extensión hasta las
regiones femorales es importante si la resolución va a ser de tipo endovascular,
dando la idea del trayecto por donde se progresarán los dispositivos aórticos
endoluminales (endoprótesis).
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Cirugía | Parte IX
Indicaciones quirúrgicas
Aneurisma sintomático (dolor o ruptura) independientemente del diámetro.
Aneurisma asintomático de 50 mm o más de diámetro en aorta ascendente.
Aneurisma de 60 mm o más en arco aórtico o aorta descendente.
Aneurisma de crecimiento rápido más de 5 mm/año.
En los pacientes portadores del síndrome de Marfan, válvula bicúspide u
otra patología coronaria o valvular que requiera de cirugía está indicado el
tratamiento quirúrgico de los aneurismas de aorta ascendente a partir de los
45 mm si las condiciones del paciente lo permiten.
Tratamiento
Médico
El tratamiento médico dependerá de la patología de base. De todas
maneras, el pilar fundamental es evitar la hipertensión arterial que conllevará
al crecimiento más rápido del saco aneurismático.
La causa etiológica más frecuente es degenerativa por aterosclerosis, por
ende será necesario controlar los factores de riesgo cardiovasculares
modificables como HTA, DBT, TBQ, hipercolesterolemia, etc. El tratamiento de
aneurismas micóticos se basa en la administración de ATB en relación a los
réditos microbiológicos de las muestras de cultivos.
Quirúrgico
En el año 1994 Michael Dake en la Universidad de Stanford realiza el primer
implante de una endoprótesis en un paciente con aneurisma de la aorta
descendente, generando un cambio radical en la concepción del tratamiento
quirúrgico de la aorta torácica. Actualmente el tratamiento quirúrgico puede
ser abierto por esternotomía o toracotomía, endovascular, o la combinación de
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Cirugía | Parte IX
Figura 3. Cirugía Bentall-De Bono. Reemplazo de aorta ascendente con tubo de dacrón, válvula
aórtica y reinserción de arterias coronarias
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Cirugía | Parte IX
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Cirugía | Parte IX
Figura 7. A: toracotomía posterolateral a nivel del 6º espacio intercostal para la resolución abierta de
un aneurisma de aorta torácica descendente. B: reemplazo de la aorta aneurismática con tubo de
dacrón. C: la toracotomía puede extenderse hasta el abdomen en caso de que el aneurisma
comprometa la aorta abdominal también con la reinserción de arterias intercostales y viscerales
(cirugía de Crawford)
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Cirugía | Parte IX
Figura 8. Exclusión del aneurisma mediante colocación endoluminal de endoprótesis torácica a través
de la arteria femoral