Liturgia de Las Horas Semana Santa

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LAUDES SEMANA SANTA

LUNES SANTO
INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.


R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

HIMNO

Dieron muerte al Heredero,


Su oblación es haz de luz,
Reina Dios desde el madero,
Fulge el signo de la cruz.

En los cielos contemplamos


Nuestra prenda tan locuaz
Como símbolo divino
De salud, de amor, de paz.

¡Resplandece, brilla avanza,


Oh estandarte del gran Rey!
¡Oh cruz, única esperanza
Y resumen de su ley!

Que presidas nuestra suerte


-cada cual con nuestra cruz-
Y en la hora de la muerte
Nos conduzcas a Jesús.

Gloria al Padre con el Hijo


Y el Espíritu de amor;
Las tres Personas reciban
Por la cruz igual honor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Exclamó Jesús: "Siento en mi alma angustias de muerte; aguardad aquí y


velad conmigo."

Salmo 41
Como busca la cierva
Corrientes de agua,
Así mi alma te busca a ti,
Dios mío;

1
Tiene sed de Dios,
Del Dios vivo:
¿Cuándo entraré a ver
El rostro de mi Dios?

Las lágrimas son mi pan


noche y día,
Mientras todo el día me repiten:
"¿Dónde está tu Dios?"

Recuerdo otros tiempos,


Mi alma desfallece de tristeza:
Como marchaba a la cabeza del grupo,
Hacia la casa de Dios,
Entre cantos de júbilo y alabanza,
En el bullicio de la fiesta.

¿Porque te acongojas, alma mía,


Porque te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo:
"salud de mi rostro, Dios mío".

Cuando mi alma se acongoja,


Te recuerdo,
Desde el Jordán y el Hermón
Y el monte Menor.

Una sima grita a otra sima


Con voz de cascadas:
Tus torrentes y tus olas
Me han arrollado.

De día el Señor
Me hará misericordia,
De noche cantaré la alabanza
Del Dios de mi vida.

Diré a Dios: Roca mía


¿Por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando sombrío,
Hostigado por mí enemigo?

Se me rompen los huesos


Por las burlas del adversario;
Todo el día me preguntan:
"¿Dónde está tu Dios?"

2
¿Por qué te acongojas, alma mía,
Por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
"Salud de mi rostro, Dios mío."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Exclamó Jesús: "Siento en mi alma angustias de muerte; aguardad aquí y


velad conmigo."

Ant. 2 Ahora viene el juicio de este mundo; ahora el señor de este mundo va a ser
Arrojado fuera.

Cántico Sir. 36,1-7.13-16


Sálvanos, Dios del universo,
Infunde tu terror a todas las naciones;
Amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
Para que se sienta tu poder.

Como les mostraste tu santidad al castigarnos,


Muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
Para que sepan, como nosotros lo sabemos,
Que no hay Dios fuera de ti.

Renueva los prodigios, repite los portentos,


Exalta tu mano, robustece tu brazo.

Reúne a todas las tribus de Jacob


Y dales su heredad como antiguamente.

Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,


De Israel, a quien nombraste tú primogénito.
Ten compasión de tu ciudad santa,
De Jerusalén, lugar de tu reposo.

Llena a Sion de tu majestad


Y al templo de tu gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Ahora viene el juicio de este mundo; ahora el señor de este mundo va a ser
Arrojado fuera.

3
Ant. 3 Jesús, caudillo y consumador de la fe, sufrió con toda constancia la cruz,
pasando por encima de su ignominia; y está sentado a la diestra del trono de Dios.

Salmo 18
El cielo proclama la gloria de Dios,
El firmamento pregona la obra de sus manos:
El día al día le pasa el mensaje,
La noche a la noche se lo murmura.

Sin que hablen, sin que pronuncien,


Sin que resuene su voz,
A toda la tierra alcanza su pregón
Y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:


Él sale como el esposo de su alcoba,
Contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,


Y su órbita llega al otro extremo:
Nada se libra de su calor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Jesús, caudillo y consumador de la fe, sufrió con toda constancia la cruz,
pasando por encima de su ignominia; y está sentado a la diestra del trono de Dios.

LECTURA BREVE Jr. 11, 19-20


Yo como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que
contra mí planeaban: "Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra de
los vivos, que su nombre no se pronuncie más." Pero tú, Señor de los ejércitos,
juzgas rectamente, escudriñas las entrañas y el corazón; veré tu venganza contra
ellos, porque a ti he encomendado mi causa.

RESPONSORIO BREVE

V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.


R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. De entre toda raza, pueblo y nación.


R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

4
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Padre justo, si es verdad que el mundo no te ha conocido, yo si te he conocido


y sé que tú me has enviado.

Cántico a Zacarías

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,


Porque ha visitado y redimido a su pueblo,
Suscitándonos una fuerza de salvación
En la casa de David, su siervo,
Según lo había predicho desde antiguo
Por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos


Y de la mano de todos los que nos odian;
Ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
Recordando su santa alianza
Y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que libres de temor,


Arrancados de la mano de nuestros enemigos,
Le sirvamos con santidad y justicia,
En su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamara Profeta del Altísimo,


Porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
Anunciando a su pueblo la salvación,
El perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,


Nos visitará el sol que nace de lo alto,
Para iluminar a los que viven en tinieblas,
Y en sombra de muerte,
Para guiar nuestros pasos
Por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Padre justo, si es verdad que el mundo no te ha conocido, yo si te he conocido


y sé que tú me has enviado.

PRECES
Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y
resurrección, y digámosle: Señor, ten piedad de nosotros.

5
Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así a la gloria,
-conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.

Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado,
-sana nuestra heridas.

Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol, de vida,


-haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este
árbol.

Tú que, clavado en la cruz perdonaste al ladrón arrepentido,


-perdónanos también a nosotros, pecadores.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecado, diciendo:
Padre nuestro...

ORACIÓN
Dios todopoderoso, mira la tranquilidad de nuestra naturaleza y, con la fuerza de la
pasión de tu Hijo, levanta nuestra esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

MARTES SANTO
INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.


R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

HIMNO

Ojos muertos que miráis


Con mirar indescriptible
Y con fuerza irresistible
Atraéis y cautiváis,
¿Por qué, si muerto estáis,
Tenéis tan viva expresión
Que así turbáis mi razón
Trocando vuestras miradas
En dos punzantes espadas
Que parten mi corazón?

6
Al veros, ojos piadosos,
Todo mi ser se conmueve.
¿Quién a miraros se atreve
Sin llorar, ojos llorosos?
Me cautiváis amorosos,
Me reprendéis justicieros,
Inspiráis dolor y calma,
Sois tiernos y sois severos,
Y las borrascas del alma
Entrenáis sólo con veros.

¡Ah! Permitid ojos píos,


Ojos que sois el encanto
Del cielo, que con mi llanto
Borre mil locos desvíos;
Bebí en cenagosos ríos
Aguas de ponzoñas llenas
Que, al infiltrarse en mis venas,
Causaron fiebres ardientes.
¡Cómo olvidé que erais fuentes
De aguas dulces y serenas! Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Defiende mi causa, Señor, sálvame del hombre traidor y malvado.

Salmo 42
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
Contra gente sin piedad,
Sálvame del hombre traidor y malvado.

Tú eres mi Dios y protector,


¿Por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío,
Hostigado por mi enemigo?

Envía tu luz y tu verdad:


Que ellas me guíen
Y me conduzcan hasta tu monte santo,
Hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios,


Al Dios de mi alegría;
Que té de gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.

7
¿Por qué te acongojas, alma mía,
Por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo,
"salud de mi rostro, Dios mío"

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Defiende mi causa, Señor, sálvame del hombre traidor y malvado.

Ant. 2 Tú defendiste, Señor, la causa de mi alma y rescataste mi vida, Señor Dios


mío.

Cántico Is. 38,10-14. 17-20


Yo pensé: "En medio de mis días
Tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
Me privan del resto de mis años."

Yo pensé: "Ya no veré más al Señor


En la tierra de los vivos,
Ya no miraré a los hombres
Entre los habitantes del mundo.

Levantan y enrollan mi vida,


Como una tienda de pastores
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
Y me cortan la trama."

Día y noche me estás acabando,


Sollozo hasta el amanecer.
Me quiebran los huesos como un león,
Día y noche me estás acabando.

Estoy piando como una golondrina,


Gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!

Me has curado, me has hecho revivir,


La amargura se me volvió paz
Cuando tuviste mi alma ante la tumba vacía
Y volviste la espalda a todos mis pecados.

El abismo no te da gracias,
Ni la muerte te alaba,
Ni esperan en tu fidelidad

8
Los que bajan a la fosa.

Los vivos, los vivos son quienes de alaba:


Como yo ahora.
El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.

Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas


Todos nuestros días en la casa del Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Tú defendiste, Señor, la causa de mi alma y rescataste mi vida, Señor Dios


mío.

Ant. 3 Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos.

Salmo 64
¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sion,
Y a ti se te cumplen los votos,
Porque tu escuchas las suplicas.

A ti acude todo mortal


A causa de sus culpas;
Nuestros delitos nos abruman,
Pero tú los perdonas.

Dichoso el que tú eliges y acercas


Para que viva en tus atrios:
Que nos saciemos de los bienes de tu casa,
De los dones sagrados de tu templo.

Con portentos de justicia nos respondes,


Dios, salvador nuestro;
Tú, esperanza del confín de la tierra
Y del océano remoto;

Tú, que afianzas los montes con tu fuerza,


Ceñido de poder;
Tú, que reprimes el estruendo del mar,
El estruendo de las olas
Y el tumulto de los pueblos.

Los habitantes del extremo del orbe


Se sobrecogen ante tus signos,
Y a las puertas de la aurora y del ocaso

9
Los llenas de júbilo.

Tú cuidas de la tierra, la riegas


Y la enriqueces sin medida;
La acequia de Dios va llena de agua
Preparas los trigales;

Riega los surcos, iguala los terrones.


Tu llovizna los deja mullidos,
Bendices sus brotes;
Coronas el año con tus vienes,
Las rodadas de tu carro rezuman abundancia;

Rezuman los pastos del páramo,


Y las colinas se orlan de alegría;
Y las praderas se cubran de rebaños,
Y los valles se visten de mieses,
Que claman y cantan.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos.

LECTURA BREVE Za 12, 10-11a


Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu
de gracia y de oración. Me mirarán a mí a quien traspasaron, harán llanto como
llanto por el hijo único y llorarán como se llora al primogénito. Aquel día será grande
el luto de Jerusalén.

RESPONSORIO BREVE

Como en el Lunes Santo (Pag. 04)

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti, antes que el mundo
existiese.

Cántico a Zacarías (Página 05)

PRECES
Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y
resurrección, y digámosle: Señor, ten piedad de nosotros.

10
Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así a la gloria,
-conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.

Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado,
-sana nuestra heridas.

Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,


-haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este
árbol.

Tú que, clavado en la cruz perdonaste al ladrón arrepentido,


-perdónanos también a nosotros, pecadores.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecado, diciendo:
Padre nuestro...

ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las
celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

MIERCOLES SANTO
INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.


R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

HIMNO

En tus manos, Señor, pongo mi vida


Con todas sus angustias y dolores;
Que en ti florezcan frescos mis amores
Y que halle apoyo en ti mi fe caída.

Quiero ser como era derretida


Que modelen tus dedos creadores;
Y morar para siempre sin temores
De tu costado en la sangrienta herida.

11
Vivir tu muerte y tus dolores grandes,
Disfrutar tus delicias verdaderas
Y seguir el camino por donde andes.

Dame, Señor, huir de mis quimeras,


Dame, Señor, que quiera lo que mandes
Para poder querer lo que tú quieras. Amén.

SALMODIA

Ant.1 En mi angustia te busco, Señor, y extiendo las manos sin descanso.

Salmo 76
Alzo mi voz a Dios gritando,
Alzo mi voz a Dios para que me oiga.

En mi angustia te busco, Señor mío;


De noche extiendo las manos sin descanso,
Y mi alma rehúsa el consuelo.
Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
Y meditando me siento desfallecer.

Sujetas los párpados de mis ojos,


Y la agitación no me deja hablar.
Repaso los días antiguos,
Recuerdo los años remotos;
De noche lo pienso en mis adentros,
Y meditándolo me pregunto:

¿Es que el Señor nos rechaza para siempre


Y ya no volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado ya su misericordia,
Se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
O la cólera cierra sus entrañas?

Y me digo: ¡Qué pena la mía!


¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!
Recuerdo las proezas del Señor;
Sí recuerdo tus antiguos portentos,
Medito todas tus obras
Y considero tus hazañas.

Dios mío, tus caminos son santos:


¿Qué dios es grande como nuestro Dios?

Tú, ¡oh Dios!, haciendo maravillas,

12
Mostraste tu poder a los pueblos;
Con tu brazo rescataste a tu pueblo,
A los hijos de Jacob y de José.

Te vio el mar, ¡oh Dios!,


Te vio el mar y tembló,
Las olas se estremecieron.

Las nubes descargaban sus aguas,


Retumbaban los nubarrones,
Tus saetas zigzagueaban.

Rodaba el fragor de tu trueno,


Los relámpagos deslumbraban el orbe,
La tierra retembló estremecida.

Tú te abriste camino por las aguas,


Un vado por las aguas caudalosas,
Y no quedaba rastro de tus huellas:

Mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,


Por la mano de Moisés y de Aarón.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.1 En mi angustia te busco, Señor, y extiendo las manos sin descanso.

Ant. 2 Si hemos muerto con Cristo, tenemos fe en que viviremos también con él.

Cántico I Sam. 2,1-10


Mi corazón se regocija por el Señor,
Mi poder se exalta por Dios;
Mi boca se ríe de mis enemigos,
Porque gozo con tu salvación.
No hay santo como el Señor,
No hay roca como nuestro Dios.

No multipliquéis discursos altivos,


No echéis por la boca arrogancias,
Porque el Señor es un Dios que sabe;
Él es quién pesa las acciones.

Se rompen los arcos de los valientes,


Mientras los cobardes se ciñen de valor;
Los hartos se contratan por el pan,

13
Mientras los hambrientos no tienen ya que trabajar;
La mujer estéril da a luz siete hijos,
Mientras que la madre de muchos se marchita.

El Señor da la muerte y la vida,


Hunde en el abismo y levanta;
Da la pobreza y la riqueza,
Humilla y enaltece.

Él levanta del polvo al desvalido,


Alza de la basura al pobre,
Para hacer que se siente entre príncipes
Y que herede un trono de gloria;
Pues del Señor son los pilares de la tierra,
Y sobre ellos afirmó el orbe.

El guarda los pasos de sus amigos,


Mientras los malvados perecen en las tinieblas,
Porque el hombre no triunfa por su fuerza.

El Señor desbarata a sus contrarios,


El altísimo truena desde el cielo,
El Señor juzga hasta el confín de la tierra.
Él da fuerza a su Rey,
Exalta el poder de su Ungido.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Si hemos muerto con Cristo, tenemos fe en que viviremos también con él.

Ant. 3 Cristo Jesús ha sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia,
santificación y redención.

Salmo 96
El Señor reina, la tierra goza,
+ Se alegran las islas innumerables.
Tinieblas y nube lo rodean,
Justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego


Abrazando en torno a los enemigos;
Sus relámpagos deslumbran el orbe,
Y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera

14
Ante el dueño de toda la tierra;
Los cielos pregonan su justicia,
Y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan,


Los que ponen su orgullo en los ídolos;
Ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sion, y se alegra,


Se regocijan las ciudades de Judá
Por tus sentencias, Señor;

Porque tú eres, Señor,


Altísimo sobre toda la tierra,
Encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal,


Protege la vida de sus fieles
Y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo,


Y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos con el Señor,
Celebrad su santo nombre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Cristo Jesús ha sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia,
santificación y redención.

LECTURA BREVE Is 50, 5-7


El Señor me abrió el oído; yo no me resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los
que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro
ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso
endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

RESPONSORIO BREVE

Como en el Lunes Santo (Pag. 04)

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. La sangre de Cristo, que por medio del Espíritu eterno se ofreció inmaculado
a Dios, purificará nuestra consciencia de las obras muertas, para dar culto a Dios
vivo.

15
Cántico a Zacarías (Página 05)

PRECES
Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y
resurrección, y digámosle: Señor, ten piedad de nosotros.

Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así a la gloria,


-conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.

Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado,
-sana nuestra heridas.

Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol, de vida,


-haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este
árbol.

Tú que, clavado en la cruz perdonaste al ladrón arrepentido,


-perdónanos también a nosotros, pecadores.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecado, diciendo:
Padre nuestro...

ORACIÓN
Dios nuestro que para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera
en la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

JUEVES SANTO
INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.


R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

HIMNO

No me mueve, mi Dios, para quererte


El cielo que me tienes prometido;
Ni me mueve el infierno tan temido
Para dejar por eso de ofenderte

16
Tú me mueves, Señor, muéveme al verte
Clavado en una cruz y encarnecido;
Muéveme ver tu cuerpo tan herido,
Muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,


Que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,
Y, aunque no hubiera infierno, te temiera.

No tienes que me dar porque te quiera;


Pues, aunque cuanto espero no esperara,
Lo mismo que te quiero te quisiera. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Mira, Señor, y contempla que estoy en peligro, respóndeme en seguida.

Salmo 79
Pastor de Israel, escucha,
Tu que guías a José como a un rebaño;
Tú que te sientas sobre querubines, resplandece
Ante Efraím, Benjamín y Manasés;
Despierta tu poder y ven a salvarnos.

¡Oh Dios!, restáuranos,


Que brille tu rostro y nos salve.

Señor Dios de los ejércitos,


¿Hasta cuándo estarás airado
Mientras tu pueblo te suplica?

Le diste a comer llanto,


A beber lágrimas a tragos;
Nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
Nuestros enemigos se burlan de nosotros.

Dios de los ejércitos, restáuranos,


Que brille tu rostro y nos salve.

Sacaste una vid de Egipto,


Expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
Le preparaste el terreno y echó rices
Hasta llenar el país;

Su sombra cubría las montañas,


Y sus pámpanos, los cedros altísimos;
Extendió sus sarmientos hasta el mar,

17
Y sus brotes hasta el Gran Río.

¿Por qué has derribado su cerca


Para que la saqueen los viandantes,
La pisoteen los jabalíes
Y se la coman las alimañas?

Dios de los ejércitos, vuélvete:


Mira desde el cielo, fíjate,
Ven a visitar tu viña,
La cepa que tu diestra plantó,
Y que tú hiciste vigorosa.

La han talado y le han prendido fuego:


Con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
Al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
Danos vida, para que invoquemos tu nombre.

Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,


Que brille tu rostro y nos salve.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Mira, Señor, y contempla que estoy en peligro, respóndeme en seguida.

Ant. 2 Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré.

Cántico Is. 12,1-6


Te doy, gracias, Señor,
Porque estabas airado contra mí,
Pero ha cesado tu ira
Y me has consolado.

Él es mí Dios y salvador:
Confiaré y no temeré,
Porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
Él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
De las fuentes de la salvación.

Aquel día, diréis:


Dad gracias al Señor,
Invocad su nombre,

18
Contad a los pueblos sus hazañas,
Proclamad que su nombre es excelso.

Tañed para el Señor, que hizo proezas;


Anunciadlas a toda la tierra;
Gritad jubilosos, habitantes de Sion:
"¡Qué grande es en medio de ti
El Santo de Israel!"

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré.

Ant. 3 El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre.

Salmo 80
Aclamad a Dios, nuestra fuerza:
Dad vítores al Dios de Jacob:

Acompañad, tocad los panderos,


Las cítaras templadas y las arpas;
Tocad las trompetas por la luna nueva,
Por la luna llena que es nuestra fiesta;

Porque es una ley de Israel,


Un precepto del Dios de Jacob,
Una norma establecida para José
Al salir de Egipto.

Oigo un lenguaje desconocido:


"Retiré sus hombros de la carga,
Y sus manos dejaron la espuerta.

Clamaste en la aflicción, y te libré,


Te respondí oculto entre los truenos,
Te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.

Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;


¡Ojalá me escuchases, Israel!

No tendrás un Dios extraño,


No adoraras un dios extranjero:
Yo soy el Señor Dios tuyo,
Que te saqué del país de Egipto:
Abre tu boca y yo la saciaré.

19
Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
Los entregué a su corazón obstinado,
Para que anduviesen según sus antojos.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo


Y caminase Israel por mi camino!
En un momento humillaría a sus enemigos
Y volvería mi mano contra sus adversarios,

Los que aborrecen al Señor te adularían,


Y su suerte quedaría fijada;
Te alimentaría con flor de harina,
Te saciaría con miel silvestre."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en un principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre.

LECTURA BREVE Hb 2, 9b-10


Vemos a Jesús coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte. Así,
por amorosa dignación de Dios, gustó la muerte en beneficio de todos. Pues como
quisiese Dios, por quien y para quien son todas las cosas, llevar un gran número de
hijos a la gloria, convenía ciertamente que perfeccionase por medio del sufrimiento
al que iba a guiarlos a la salvación.

RESPONSORIO BREVE

Como en el Lunes Santo (Pag. 04)

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Con verdadero anhelo he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de
padecer.

Cántico a Zacarías (Página 05)

PRECES
Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y
resurrección, y digámosle: Señor, ten piedad de nosotros.

Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así a la gloria,


-conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.

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Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado,
-sana nuestra heridas.

Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,


-haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este
árbol.

Tú que, clavado en la cruz perdonaste al ladrón arrepentido,


-perdónanos también a nosotros, pecadores.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecado, diciendo:
Padre nuestro...

ORACIÓN
Dios nuestro, digno, con toda justicia, de ser amado sobre todas las cosas, derrama
sobre nosotros los dones de tu gracia, para que la herencia celestial, que la muerte
de tu Hijo nos hace esperar confiadamente, logre ser alcanzada por nosotros en
virtud de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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