Tipos de Suelos y Características
Tipos de Suelos y Características
Tipos de Suelos y Características
Entre los distintos tipos de suelos tenemos los los arenosos, los limosos, o
los de turba. Conocer las peculiaridades de cada tipo de suelo es importante en
la agricultura. Según el tipo de suelo se podrán plantar unos cultivos u otros,
además hay suelos más vulnerables a la contaminación y la sequía. En
Tendenzias te contamos más sobre los distintos tipos de suelo.
Hay básicamente cinco tipos de suelos que son los que los jardineros y
agricultores trabajan. Los cinco tipos son en realidad la combinación de tres tipos
de partículas de roca erosionada que componen el suelo, son el limo, la arena y la
arcilla. Según se combinan entre sí estas partículas crean un suelo con unas
características distintas.
Suelos arenosos
Suelos calizos
Además, al contener carbonato del calcio hace que se seque muy rápido y que no
pueda adquirir de forma correcta los nutrientes de la tierra a través de las plantas.
Es por esto que el cultivo en los suelos calizos no es nada recomendado
porque no tiene ni agua ni nutrientes y es muy difícil que la planta sobreviva.
Aunque siempre existen tecnologías y fertilizantes que pueden ayudar a cultivar
estos suelos, con dificultad.
Suelos calizos
Algunos árboles que se cultivan en este tipo de suelos calizos porque pueden
resistir, de alguna manera, a estas condiciones son las higueras, el granado, el
citrus, el caqui y el almendro.
Suelos limosos
1. Son pedregosos
2. De color oscuro
Estos suelos se componen de partículas más pequeñas y suaves al tacto que los
arenosos. Los suelos limosos retienen el agua por más tiempo, así como los
nutrientes. Su color es marrón oscuro, los limos se componen de una mezcla de
arena fina y arcilla que forma una especie de barro junto al lodo y restos
vegetales. Este tipo de suelos se suele dar en el lecho de los ríos.
En los suelos limosos puede crecer casi todos los tipos de árboles y plantas, salvo
las que necesiten condiciones muy secas. Crecen bien árboles como los sauces,
los fresnos, las encinas, los chopos o los álamos.
Llamamos suelos humíferos a aquellos suelos que ya cuentan con material orgánico
descompuesto. En este tipo de suelos podemos ver organismos o
microorganismos que pueden ser muy beneficiosos para sembrar. De esta manera, los
suelos humíferos son los más elegidos para desarrollar actividades del terreno agrícola.
En los suelos humíferos es normal encontrar lombrices y otros tipos de anélidos que se
dedican a hacer agujeros y permiten así que el suelo atrape todo el agua y los
minerales, siendo tierras muy fértiles.
Estos suelos también se conocen como suelos de tierra negra porque, al haber sustancias
en descomposición en la tierra, presenta un color muy oscuro. Además, suelen absorber
muy bien el agua por lo que es normal que también sean muy oscuros por la humedad.
De hecho, los trabajadores del campo o de la tierra suelen pensar que cuánto más negra
sea la tierra a trabajar mejor es para los cultivos.
Suelos arcillosos
Este tipo de suelos está formado por granos finos de color amarillento, arcilla en un 45%,
retienen mucho el agua y forman charcos. Si se mezcla con humos es bueno para
cultivar. Este tipo de suelos tienen gran poder de retener agua y nutrientes pero una baja
porosidad así que es difícil trabajarlos. Su textura y viscosidad hace que las raíces no
tengan una adecuada aireación y por lo tanto se pueden pudrir.
En este tipo de suelos no se puede plantar cualquier tipo de plantas o árboles, funcionan
los que tiene raíces de ir hacia zonas más profundas buscando aireación. Como la melisa
o el nogal, los alisos, el fresno, o el álamo blanco.
Suelos pedregosos
A este tipo de suelos se les llama así porque tienen pequeñas formaciones de piedra en
su composición. Esto se produce porque la superficie terrestre se desdobla por causas
naturales o por causas provocadas. El gran problema de este tipo de suelos es que son
semi-impermeables por lo que no permiten la entrada de agua. De esta manera, es
muy complicado el cultivo en este tipo de suelos aunque existe un tipo de plantas de
origen xerófilo que sí pueden crecer en este tipo de suelos.
Una de las características valiosas de los suelos de turba es su capacidad para retener
agua en los meses secos y su capacidad para proteger las raíces de la bajas
temperaturas en épocas de invierno. Los suelos de turba contienen un ph ácido entre 3,5
y 4 de pH y los agricultores lo usa para regular la química del suelo así como agente de
control de las plagas del suelo.
El suelo de turba es perfecto para todo tipo de semillero al ser porosos y retener bien la
humedad.
Suelos salinos
Son característicos de regiones secas, su alto contenido en sales influye en las plantas,
no son suelos buenos para la agricultura ya que causan dificultades en su crecimiento. En
este tipo de suelos los cultivos crecen poco ya que se acumulan las sales solubles en la
zona de las raíces. Se suelen reconocer a la vista por el cultivo de plantas débiles y
raquíticas y por la presencia de costras blancas de sal en la superficie.
No hay un «punto crítico» de salinidad donde las plantas no crecen. A medida que
aumenta la salinidad las plantas se debilitan acumulan cloro y se mueren. Entre los
árboles resistentes a los suelos salinos destacan: el madroño, la morera, la acacia, el
arce, el cedro, el algarrobo o el ciprés común. Hay que destacar que la gran mayoría de
lo cultivo en sus primeras fasees, las de germinación son muy suscetibles a problemas
por salinidad. Si la planta supera las primeras etapas de crecimiento luego es más fácil
sobrevivir en estas condiciones.
Una superior
Una interior
En cada una de ellas nos podemos encontrar diferentes partículas de suelo y la materia
en sus diversos estados (sólido, líquido y gaseoso). Además, cada capa surge por varias
razones.
La capa superior del suelo se compone de: arena, arcilla, mantillo (humus), agua y aire.
Al estar en continuo contacto con el aire de la atmósfera, se propicia la descomposición
de los restos vegetales y animales, favoreciendo así a la creación de nutrientes para los
cultivos. Este sustrato es aprovechado por las raíces.
Esta capa es la más importante de todas, sobre todo para la conservación de los cultivos,
puesto que a ella se aferra el sustento de las plantaciones, es decir, sus raíces.
En la capa intermedia del suelo podemos encontrar: piedras, arenas, arcillas y agua. En
este nivel pueden aparecer las aguas subterráneas si se dispone de un suelo drenante en
la superficie, y un suelo limoso en la zona inferior, haciéndolo así impermeable. Esto
favorecerá la acumulación de agua.
Y por último, nos encontramos con la capa inferior del suelo, que es donde se ubican
las rocas, que es la base de la formación del suelo. Debido a la disgregación de sus
partículas van surgiendo las capas superiores.
El que un agricultor tenga beneficios al cultivar sus suelos dependerá, en su mayor parte,
de la buena fragmentación de la base del cultivo, que es el suelo. Debe tener nutrientes
que absorban bien el oxígeno del aire o del agua, y que sea un suelo resistente, según
para qué tipo de plantación quiera emplearse.
Como ya dijimos en los puntos anteriores sobre los tipos de suelo, el pH del suelo nos
indicará si estamos ante un suelo alcalino, neutro o ácido. La mayoría de plantaciones
requieren un suelo cargado de nutrientes que, en ese caso, será uno con un pH entre el
5’5 y el 7.0 (ácido neutro).
La técnica más empleada es el abono con materia orgánica, para así favorecer la
creación de nutrientes, aumentar las reservas de agua, crear una capa superior apta para
el agarre de las raíces. De esta forma, se evita que las raíces penetren en la siguiente
capa y fragmenten la roca madre.
El suelo
Además de estos componentes, en el suelo y sobre él, existen seres vivos. Los
animales, las raíces de las plantas y numerosos microorganismos. El suelo es
importante para todos ellos pero, sobre todo, para las plantas ya que ellas deben
tomar el agua y las sales minerales presentes en él por medio de sus raíces.
Clases de suelo
Según la evolución del suelo y la descomposición de la roca que le dio origen, los
suelos se clasifican en:
•Suelos no evolucionados: De formación reciente, próximos a la roca madre con
poca materia orgánica.
•Suelos poco evolucionados: Con gran cantidad de materia orgánica y color
variable dependiendo de la composición.
•Suelos evolucionados: Con mucha materia orgánica en diferentes estados de
descomposición, roca madre bien desintegrada. Aptos para la agricultura.
El suelo y sus componentes
Los suelos son sistemas complejos donde ocurren una vasta gama de procesos químicos,
físicos y biológicos que se ven reflejados en la gran variedad de suelos existentes en la
tierra.
Son muchos los procesos que pueden contribuir a crear un suelo particular, algunos de
estos son: la deposición eólica, sedimentación en cursos de agua, meteorización, y
deposición de material orgánico.
De un modo simplificado puede decirse que las etapas implicadas en la formación del
suelo son las siguientes:
Sobre los materiales del coluvión, puede desarrollarse lo que comúnmente se conoce
como suelo; el suelo es el resultado de la dinámica física, química y biológica de los
materiales alterados del coluvión, originándose en su seno una diferenciación vertical en
niveles horizontales u horizontes. En estos procesos, los de carácter biológico y
bioquímico llegan a adquirir una gran importancia, ya sea por la descomposición de los
productos vegetales y su metabolismo, por los microorganismos y los animales
zapadores.
Parte mineral:
Materia orgánica:
Moléculas orgánicas naturales: Son las sintetizadas por los seres vivos, y se llaman
biomoléculas, las cuales son estudiadas por la bioquímica.
Aire:
Actualmente se conocen los componentes del aire con bastante exactitud. Éstos pueden
ser divididos en:
Componentes universales: agua (en sus 3 estados) y polvo atmosférico (humo, sal, arena
fina, cenizas, esporas, polen, microorganismos, etc.).
En condiciones normales ocupa el 25% del volumen total, y su composición total consta
de más anhídrido carbónico que de oxigeno.
Agua:
Es una sustancia cuya molécula está formada por dos átomos de hidrógeno y uno de
oxígeno (H2O). Es esencial para la supervivencia de todas las formas conocidas de vida.
En su uso más común, con agua nos referimos a la sustancia en su estado líquido, pero la
misma puede hallarse en su forma sólida llamada hielo, y en forma gaseosa que
llamamos vapor. El agua cubre el 71% de la superficie de la corteza terrestre.[2] En nuestro
planeta, se localiza principalmente en los océanos donde se concentra el 96,5% del agua
total, los glaciares y casquetes polares tiene el 1,74%, los depósitos subterráneos
(acuíferos), los permafrost y los glaciares continentales suponen el 1,72% y el restante
0,04% se reparte en orden decreciente entre lagos, la humedad del suelo, atmósfera,
embalses, ríos y seres vivos.[3] Contrario a la creencia popular, el agua es un elemento
bastante común en nuestro sistema solar y esto cada vez se confirma con nuevos
descubrimientos. Podemos encontrar agua principalmente en forma de hielo; de hecho, es
el material base de los cometas, y el vapor compone la cola de ellos.
Ocupa aproximadamente el 25% y aunque sea móvil como el aire, siempre depende del
nivel de humedad (mas humedad igual a mas agua y menos aire, menor humedad igual a
menos agua y mas aire).
Microorganismos:
También llamado microbio u organismo microscópico, es un ser vivo que sólo puede
visualizarse con el microscopio. La ciencia que estudia a los microorganismos es la
microbiología. «Micro» del griego μικρο (diminuto, pequeño) y «bio» del griego βιος (vida)
seres vivos diminutos.
Son organismos dotados de individualidad que presentan, a diferencia de las plantas y los
animales, una organización biológica elemental. En su mayoría son unicelulares, aunque
en algunos casos se trate de organismos cenóticos compuestos por células
multinucleadas, o incluso multicelulares.
Los microbios tienen múltiples formas y tamaños. Si un virus tuviera el tamaño de una
pelota de tenis, una bacteria sería del tamaño de media cancha de tenis y una célula
eucariota sería como un estadio entero de fútbol.
Son diminutos seres vivos que pueblan el suelo, pero que no están contabilizados en
porcentaje (Bacterias, hongos, algas,..)
Seres vivos:
Estas moléculas se repiten constantemente en todos los seres vivos, por lo que el origen
de la vida procede de un antecesor común, pues sería muy improbable que hayan
aparecido independientemente dos seres vivos con las mismas moléculas orgánicas. Se
han encontrado biomarcadores en rocas con una antigüedad de hasta 3.500 millones de
años, por lo que la vida podría haber surgido sobre la Tierra hace 3.800-4.000 millones de
años.
Todos los seres vivos están constituidos por células (véase teoría celular). En el interior
de éstas se realizan las secuencias de reacciones químicas, catalizadas por enzimas,
necesarias para la vida.
Elementos nutritivos:
Estos ya están incluidos dentro de los apartados de orgánico y mineral, los debemos
nombrar debido a su importancia para la supervivencia de las plantas.