INTRODUCCIÓN Delito de Receptacion

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INTRODUCCIÓN

En un caso reciente que se me pidió examinar se presentaba un peculiar problema


jurídico. A un mismo sujeto, en dos procesos diferentes, se le imputaba ser autor del
delito de Receptación y a la vez ser partícipe del delito contra el patrimonio previo
al delito de Receptación. Como se sabe en la doctrina, un mismo sujeto no puede
compartir ambas imputaciones, porque se ha entendido que el delito de
Receptación es un delito consecuencia de un delito previo contra el patrimonio y en
ese sentido la receptación posterior sería una suerte de agotamiento del delito
previo. Por lo que era evidente que aquella doble incriminación no podía sostenerse
dogmáticamente. Pero además, en el caso objeto de consulta el proceso penal por el
delito de Receptación se encontraba en etapa de juicio oral con Acusación Fiscal
formulada, mientras que el proceso penal por el delito previo se encontraba en la
etapa intermedia a la espera de pronunciamiento fiscal. En consecuencia, el Tribunal
juzgador del delito de Receptación tendría que pronunciarse sobre la existencia de
un delito previo contra el patrimonio que era de conocimiento de otro órgano
jurisdiccional. Lo que sin duda, implicaba una violación a diversas garantías
constitucionales, como son la presunción de inocencia, la prohibición de
avocamiento a causas pendientes de resolución y la garantía de juez legal o natural.

Teniendo en cuenta esas ideas generales, e…..EPTACIEVIO"MINACIn el presente


artículo, que es un resumen de la opinión legal que emití, esbozo las cuestiones
sustantivas y procesales que considero indispensables para la solución del problema
propuesto.

1.         IMPOSIBILIDAD LÓGICA Y JURÍDICA DE QUE UN MISMO SUJETO


COMPARTA LAS CUALIDADES DE AUTOR DEL DELITO DE RECEPTACIÓN Y
PARTÍCIPE DEL DELITO PREVIO

1.1.      MARCO CONCEPTUAL DEL DELITO DE RECEPTACIÓN: LA NECESARIA


EXISTENCIA Y DETERMINACIÓN DEL “DELITO PREVIO”

El delito de receptación se encuentra regulado en el artículo 194º del Código Penal,


cuya redacción es la siguiente:

Art. 194.- El que adquiere, recibe en donación o en prenda o guarda, esconde,


vende o ayuda a negociar un bien de cuya procedencia delictuosa tenía
conocimiento o debía presumir que provenía de un delito […]
 

El Tipo Objetivo se despliega en las conductas descritas en el tipo penal (los verbos
receptores), que implican en todos los casos la entrega de un bien. Este bien debe
tener procedencia ilícita, por ello, se requiere la perpetración anterior de un delito
contra la propiedad, y que el sujeto activo que no participó en aquél, posea la
certidumbre o una fundada presunción de su comisión, así como que realice un
aprovechamiento para sí de los efectos de tal delito[1]. Así lo ha establecido la
jurisprudencia nacional, cuando precisa:

“el delito de receptación es un delito “en referencia” [sic] en la medida que consiste
sustancialmente en aprovecharse de los efectos de otro delito cometido, existiendo
así una relación de dependencia del delito base anterior, el cual es agotado; además
para que exista receptación no debe existir promesa vinculada al anterior delito; la
receptación es por tanto autónoma en cuanto no concurre con el delito principal, y
accesoria, ya que no se puede receptar sino lo que proviene de un delito. El bien
jurídico protegido ha de ser necesariamente el mismo que en el delito cuyos efectos
se aprovecha el receptor”. [2]

De la misma opinión es el autor español BAJO FERNÁNDEZ

Aunque la receptación no es una forma de participación en sentido estricto, porque


constituye un delito independiente, pertenece a conductas que tradicionalmente
han sido tratadas con los supuestos de participación post delictiva y, en cualquier
caso, son delitos que están siempre en referencia a otro delito base.[3] 

Por ello la configuración del tipo subjetivo se establece en dos niveles. En el


primero, se ubica el conocimiento de la comisión de un delito contra los bienes,
constituye un elemento de índole normativa que no reclama una noticia exacta del
acto punible antecedente y de su nomen iuris, sino un estado anímico de certeza,
que viene a significar un saber superior a la mera sospecha. En cuanto hecho
psicológico, su concurrencia debe inferirse normalmente, a falta de prueba directa,
por hechos externos admitidos o demostrados por otros medios, con los que pueda
establecerse un nexo causal y lógico, entre los que figura como paradigma la
mediación de un precio vil o mezquino en la operación de adquisición de los efectos.

En el segundo nivel se ubica el aprovechamiento, incluye cualquier tipo de utilidad


que la cosa pueda reportar al sujeto activo: el disfrute directo y personal, su
utilización por terceras personas, el goce estético de su presencia, el lucro
económico o dinerario o de satisfacción interna mediante su transmisión, onerosa o
no, etc.,. Así, el aprovechamiento puede consistir en permitir pura y simplemente
dar a los bienes el caprichoso destino que plazca. La existencia de este elemento
vendrá normalmente acreditada por la posesión de los efectos.
 

“En el delito de receptación el bien jurídico protegido es el patrimonio, por cuya


razón existe una relación de dependencia entre este ilícito y el delito base, lo que
determina que el bien jurídico protegido ha de ser necesariamente el mismo que en
el delito base, de cuyo efecto se pretende aprovechar el receptador (…)” .[4]

Así, el elemento subjetivo del tipo penal de receptación consiste en el conocimiento


o presunción de conocimiento de la procedencia ilícita de los bienes entregados, y la
intención de aprovecharse de los mismos.

“En el delito de receptación el elemento subjetivo se encuentra constituido por el


conocimiento cierto o la presunción de que el bien procede de un delito anterior, y
la voluntad de aprovecharse de tales efectos…”.[5]

Pero, el legislador al sancionar la receptación tiene un objetivo político criminal de


largo alcance, cual es evitar el aprovechamiento de los bienes procedentes de
hechos delictivos, propósito que constituye el móvil o finalidad última del
receptador. En ese sentido, RODRÍGUEZ DEVESA, ha sostenido que:

El fundamento de la receptación como delito autónomo es doble. De un lado, el


receptador promueve con su actividad, de ordinario, la comisión de delitos contra la
propiedad, dando lugar a actos criminales que no se producirían si el autor no
contara con la seguridad de obtener el provecho económico que le garantiza el
receptador. De otra parte, se lesiona el derecho de propiedad objeto de ataque en el
delito precedente, pues no hay que olvidar que tal derecho permanece incólume
salvo cuando la cosa es destruida. Esta nueva lesión puede considerarse como
continuación de la actividad criminal anterior en cuanto lleva a ésta del estadio de la
consumación al del agotamiento del delito principal. En tal sentido se ha de
entender la expresión, de que la receptación es un delito conexo con el delito
anterior. [6]

En ese sentido BACIGALUPO, ha sostenido que la receptación es independiente del


delito que de esta manera se encubre, primero porque perpetua en el tiempo el
primer delito y segundo porque la disposición [del receptador] a recib
ir… [las cosas] es un estimulo permanente para al comisión de hechos de esta
naturaleza. (STS  20 de enero de 1990, ponente Bacigalupo).[7]

Por ello, un sector importante de la doctrina sugiere que existe una identidad de
bien jurídico con el delito de encubrimiento[8]: se trata de ayudar a los delincuentes
a aprovecharse de los efectos del delito[9], “manteniendo vivo el ataque al bien
jurídico”[10] e impidiendo, al mismo tiempo, la labor de la administración de Justicia.
“Conde-Pumpido […] considera que el delito de receptación es en realidad una
forma de encubrimiento ligada al delito anterior del que proceden los objetos” [11].

Esa es la denominada Tesis de la perpetuación ó tesis del mantenimiento de la


ilicitud, que domina en Alemania[12]. La transmisión del objeto dificulta la
reivindicación  según el derecho civil, por ello se vincula al derecho de posesión y,
en cualquier caso al derecho de propiedad, el cual se lesiona pero no desaparece,
pues uno nunca deja de ser dueño, tanto así que la cosa debe ser reivindicada, tal
como reconoce el Código Civil. Si esto es así, están en lo cierto quienes exigen  la
presencia del animus rem sibi habendi. Ello evidencia un nexo indiscutible entre el
delito anterior del cual provienen los efectos receptados y el delito de receptación.

Por tanto, el delito de receptación es un delito consecuencia que requiere de un


delito previo o antecedente. Donde el perpetrador del delito de receptación debe
cuando menos presumir la existencia e ilicitud del delito previo. Como se precisa en
la jurisprudencia peruana:

“Presupuesto del delito de receptación es que se haya cometido un delito anterior,


bajo tal contexto si no se ha acreditado la preexistencia de la cosa en el delito
anterior, no puede existir pronunciamiento por delito de receptación, siendo el caso
absolver al procesado”[13].

Esos elementos se encuentran expresamente precisados en una sentencia de la


Corte Superior de Justicia de Arequipa:

“El delito de receptación es un delito de “referencia” en la medida en que consiste


sustancialmente en aprovecharse de los efectos de otro delito cometido, existiendo
así una relación de dependencia del delito base anterior, el cual es agotado; además
para que exista receptación no debe existir promesa vinculada al anterior delito; la
receptación es por lo tanto autónoma en cuanto no concurre con el delito principal,
y accesoria, ya que no se puede receptar sino lo que proviene de un delito.” [14] (El
destacado es nuestro).

Esta cita jurisprudencial confirma lo expresado por la doctrina respecto de la


relación de dependencia que existe entre el delito de Receptación y el delito previo.
Por tanto, en toda tesis acusatoria por delito de receptación debe hacerse
referencia al delito previo.

1.2.    EL AUTOR O PARTÍCIPE DEL DELITO PREVIO NO PUEDE SER A LA VEZ


AUTOR O PARTICIPE DEL DELITO DE RECEPTACIÓN

Ahora bien, completando las características y requisitos concurrentes en el delito de


receptación BAJO FERNÁNDEZ precisa que son: 1. Intervención en un delito ya
cometido y que se halla en la fase de agotamiento. 2. Conocimiento de la infracción
previamente perpetrada. 3. Que el infractor no haya participado en el delito anterior
como autor o cómplice.[15]

Ello porque, aunque la receptación no es una forma de participación en sentido


estricto, porque constituye un delito independiente, pertenece a conductas que
tradicionalmente han sido tratados con los supuestos de participación post delictiva
y, en cualquier caso, son delitos que están siempre “en referencia a” otro delito
base.[16] Esa característica produce un efecto importante según sostiene VIVES
ANTÓN, quien precisa que “[…] dada su naturaleza de encubrimiento, contiene la
receptación una exigencia negativa implícita: la de que el culpable no haya
participado como autor o cómplice del delito previo.” [17] Por ello, la doctrina es
pacífica en sostener que el Sujeto activo en el delito de receptación puede ser
cualquiera, salvo el autor del delito encubierto (no hay autorreceptación, pues se
trata de una acto de agotamiento del hecho) o que ha participado de alguna manera
en él (pues en estos casos no se trataría de un acto posterior independiente).[18] De
la misma posición es Carlos PÉREZ DEL VALLE quien sostiene acertadamente que:

“Existe acuerdo en que el autor o coautor del delito previo no puede ser autor de la
receptación […] Por otro lado, el autor del hecho previo no puede ser partícipe en la
receptación y su auxilio al receptador para que se aproveche del objeto constituye
un hecho posterior copenado.” [19]

 
En el mismo sentido VIDALES RODRÍGUEZ precisa que ese requisito se configura
así la legislación no lo precise expresamente:

“Por lo que al sujeto activo se refiere, la única limitación que se hace es que quien
realiza la conducta receptadora no haya participado en la comisión del delito del que
el bien receptado procede. Requisito éste que, aunque no estaba expresamente
contemplado en la regulación anterior, venía siendo pacíficamente aceptado por la
doctrina y la jurisprudencia, al entenderse que el desvalor que supone la realización
de la conducta principal, absorbe el posterior aprovechamiento de los bienes.” [20]

Confirma esta posición uniforme de la doctrina la jurisprudencia del Tribunal


Supremo español. Tribunal que en su sentencia de 24 de junio de 1987, afirmó que:

“este Tribunal […] ha declarado, de modo constante y uniforme que, los que
aprovechan los efectos del delito base, delito antecedente o delito encubierto, han
de ser personas distintas a las que participaron en la perpetración de dicha
infracción en concepto de autores o de cómplices, pues, de no ser así, se trataría de
un supuesto de aprovechamiento atípico e impune como delito autónomo”. [21]

En la misma dirección la Cámara Nacional de Casación Penal de Argentina, Sala IV,


16-2-96, indicó en referencia al delito de receptación que: “[…] El que lo comete es
una persona que no ha participado en el delito anterior […]”. [22]

De la misma manera es jurisprudencia sostenida y reitera en el ámbito judicial


peruano que la persona que ha intervenido en el delito previo no puede ser autor
del delito de receptación. Así, una sentencia de la Corte Superior de Justicia de
Arequipa refiere:

“Para que se dé el delito de receptación es necesario que no haya existido una


promesa anterior al delito, ya que acreditada esta promesa desaparecería
automáticamente dicho delito, por cuanto ya habría participado en el delito
previo”[23]

La Corte Suprema de Justicia de la República también ha precisado meridianamente


que:
 

“[…] para ser considerado sujeto activo o autor el sujeto no debe haber intervenido
material ni intelectualmente en la perpetración del delito previo […]”.[24]

En consecuencia, no es posible ni lógica ni jurídicamente que el autor del delito de


receptación comparte a la vez la calidad de autor o partícipe del delito previo contra
el patrimonio, ya que, la receptación es una forma de agotamiento del delito previo.

2.   IMPLICANCIAS PROCESALES DE LA DETERMINACIÓN DEL DELITO PREVIO


EN EL DELITO DE RECEPTACIÓN, CUANDO AQUEL DELITO VIENE SIENDO
CONOCIDO POR OTRO ÓRGANO JURISDICCIONAL

Ahora bien, como se dijo en la introducción, el caso analizado plantea un problema


de índole procesal cuando en el proceso por el receptación el juzgador debe
pronunciarse necesariamente por la existencia de determinados hechos que
constituyen el delito previo, pero este delito previo viene siendo juzgado por otro
órgano jurisdiccional. Ya que, dicho pronunciamiento a priori de hechos
constitutivos del “delito previo” por un tribunal donde no se están juzgando esos
hechos implicaría un avocamiento indebido de una causa penal pendiente,
vulneración a la garantía de juez natural y la presunción de inocencia de las
personas juzgadas en el proceso penal por el “delito previo”.

2.1. LA NECESIDAD DE DETERMINAR EN LOS PROCESOS POR RECEPTACIÓN


LA EXISTENCIA DEL DELITO PREVIO

En principio, hay que precisar que en los procesos por el delito de Receptación se
hace necesaria la determinación antelada de los hechos constitutivos del delito
previo, ya que, esa es una exigencia del tipo penal.

Ya que, el delito de Receptación es un delito consecuencia que requiere de un delito


previo o antecedente, donde el perpetrador del delito de receptación debe cuando
menos presumir la existencia e ilicitud del delito previo. Conforme, se precisa en la
jurisprudencia peruana:

 
“Presupuesto del delito de receptación es que se haya cometido un delito anterior,
bajo tal contexto si no se ha acreditado la preexistencia de la cosa en el delito
anterior, no puede existir pronunciamiento por delito de receptación, siendo el caso
absolver al procesado”[25]

Así, esta caracterización del delito de receptación acarrea una importante


consecuencia práctica en los procedimientos penales donde se juzguen a personas
imputadas por este delito. En los mismos, debe declarase la existencia de hechos de
naturaleza delictiva como constitutivos del delito previo, así no se conozcan todas
las circunstancias o participantes en el mismo, lo importante es establecer que los
efectos del delito de receptación provienen de hechos delictivos previos. Así, la
jurisprudencia de la Corte Superior de Lima ha precisado que:

“Es requisito obligatorio para acreditar la comisión del delito de receptación, que
previamente se determine la comisión de un ilícito penal anterior, puesto que los
bienes adquiridos por el receptador deben ser de procedencia ilegal”. [26]

En consecuencia, conforme a la doctrina y jurisprudencia asentada en nuestro


ordenamiento jurídico el Tribunal Juzgador debe establecer, antes de pronunciarse
sobre el delito de Receptación, la existencia de hechos delictivos constitutivos del
delito previo.

Pero cuando los hechos históricos que constituyen el “Delito previo” se encuentran
como causa penal pendiente de resolución ante distinto órgano jurisdiccional el
necesario pronunciamiento sobre su existencia en la sentencia referida al delito de
Receptación lesionaría diversas garantías constitucionales.

2.2.   EL AVOCAMIENTO INDEBIDO A UNA CAUSA PENAL PENDIENTE Y LA


VIOLACIÓN A LA GARANTÍA DE JUEZ NATURAL

Por ello, consideramos que el Tribunal juzgador del delito de Receptación no podría
pronunciarse sobre la existencia y carácter delictivo del hecho histórico constitutivo
del “Delito Previo” sin afectar la prohibición y garantía constitucional de avocarse
indebidamente a causas judiciales pendientes. Y afectar de la misma manera el
derecho al juez natural predeterminado por ley.

 
Ahora bien, el inciso 2 del artículo 139º de nuestra Constitución Política prohíbe a
cualquier autoridad avocarse indebidamente a causas judiciales pendientes:

Artículo 139.- Son principios y derechos de la función jurisdiccional:

2. La independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional

Ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional


[…]

El constitucionalista Enrique BERNALES BALLESTEROS, comentando este


dispositivo constitucional es claro en señalar que:

“La Constitución es clara al establecer que ninguna autoridad puede avocarse a


causas pendientes ni interferir en el ejercicios de las funciones del órgano
jurisdiccional. Esto quiere decir que cualquier interferencia constituye delito (…).”
[27] (El resaltado es nuestro).

Más aún, la conducta de avocamiento indebido a causas judiciales pendientes se


encuentra reprimida penalmente conforme lo establece el artículo 410º del Código
Penal:

“Art. 410.- Avocamiento ilegal de procesos en trámite

La autoridad que, a sabiendas, se avoque a procesos en trámite ante el órgano


jurisdiccional, será reprimido con pena privativa de la libertad no mayor de dos años
e inhabilitación conforme al artículo 36º, incisos 1, 2 y 4.”

Esta prohibición constitucional puede ser afectada por los propios órganos judiciales
o de persecución penal como expresa ESCALADA LÓPEZ:

[…] el principio protege la independencia y aún imparcialidad judiciales, es evidente


que tales garantías constitucionalmente tuteladas pueden resultar vulneradas no
sólo por la actividad del Ejecutivo, sino también por la del Legislativo, y aún por los
propios órganos del Judicial. Conforme a esta interpretación, el derecho al juez legal
pasa de ser una simple o mera tutela contra la arbitrariedad del Ejecutivo, para
convertirse en un principio que protege contra cualquier intervención ilegal por
parte del Estado y, por tanto, también contra las realizadas a través de los
tribunales.[28]

Esta constatación también ha sido efectuada por nuestro Tribunal Constitucional,


cuando estableció que la circunstancia de que el órgano persecutor prosiguió la
investigación de determinados hechos aún cuando un órgano jurisdiccional ya se
encontraba avocado al conocimiento de los mismos. Así se precisa que se vulneró la
prohibición de avocamiento a causas judiciales pendientes:

De autos se observa que la cuestionada actuación del Fiscal demandado contravino


esta conducta procesal, que se fundamenta en el principio constitucional de
prohibición de avocamiento indebido, por cuanto, no obstante haber admitido en su
declaración explicativa  (f. 143) que conocía que el Trigésimo Octavo Juzgado Penal
de Lima tenía a su cargo el proceso penal sobre  el evento criminal sub exámine,
continuó realizando actividad investigatoria sobre los mismos hechos, disponiendo
la ampliación de las pesquisas contra el demandante, solicitando para ello el apoyo
de la Policía Nacional, y obteniendo, a su vez, la acumulación a su indebida
investigación de otra realizada por la Cuadragésima Cuarta Fiscalía Provincial Penal
de  Lima, órdenes arbitrarias que lo convirtieron, pese a carecer de competencia, en
una instancia paralela de investigación autónoma que sometió al demandante a una
persecución penal.[29]

Así, la exacta identidad fáctica entre los hechos juzgados en el proceso penal por d
elito previo y los hechos delictivos constitutivos de delito previo al delito de
receptación juzgados en el proceso penal por el delito de Receptación, hace que en
el último proceso si el Tribunal Juzgador determinará la existencia y carácter
delictivo del hecho histórico constitutivo de “delito previo” vulneraría la prohibición
de avocarse indebidamente a causas penales pendientes. E incurrir en el tipo penal
descrito en el artículo 410º del Código Penal.

Además, ello implicaría violentar el derecho al Juez Natural de los procesados en el


proceso penal por el “delito previo”, ya que el Tribunal que juzga el delito de
receptación no se configura en órgano jurisdiccional competente para establecer la
existencia y el carácter delictivo del hecho histórico constitutivo del “delito previo”.

Así, el Tribunal Constitucional ha verificado el carácter constitucional y


supranacional de la Garantía Judicial al juez natural, en los siguientes términos:
 

De acuerdo con el inciso 3) del artículo 139 de la Constitución Política del Estado,
toda persona tiene derecho al juez natural, por lo cual "ninguna persona puede ser
desviada de la jurisdicción predeterminada por la ley, ni sometida a procedimiento
distinto de los previamente establecidos". Asimismo, dicho derecho es garantizado
por el artículo 8.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos, que señala
que toda persona tiene derecho " a ser oída, con las debidas garantías y dentro de
un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación
penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones
de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter."

De conformidad con la IV Disposición Final y Transitoria de la Constitución Política


del Estado, los derechos y libertades reconocidos en la Constitución deben
interpretarse de conformidad con los tratados internacionales en materia de
derechos humanos suscritos por el Estado peruano. Tal interpretación conforme con
los tratados sobre derechos humanos contiene, implícitamente, una adhesión a la
interpretación que, de los mismos, hayan realizado los órganos supranacionales de
protección de los atributos inherentes al ser humano y, en particular, el realizado
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, guardián último de los derechos
en la Región.

En casos similares al alegado mediante el presente hábeas corpus, dicha Corte


Interamericana ha señalado que "toda persona sujeta a un juicio de cualquier
naturaleza ante un órgano del Estado, deberá de contar con la garantía de que dicho
órgano sea competente, independiente e imparcial" (Caso Tribunal Constitucional,
párrafo. 77). El derecho a un juez competente garantiza, por lo que al caso de autos
interesa, que ninguna persona pueda ser sometida a un proceso ante autoridad que
carece de competencia para resolver una determinada controversia. [30]

El sentido, del derecho al juez natural se sustenta en consecuencia en la prohibición


de que otro órgano judicial, o de otra índole, se irrogue el conocimiento de hechos
históricos sobre los cuales no tiene competencia legal alguna. Así, el Tribunal
Constitucional en el Caso Luis Alejandro Miranda Moscol, precisó que:

Respecto de la pretendida vulneración del derecho al juez natural o juez


predeterminado por ley, este Tribunal ya se ha pronunciado anteriormente sobre el
contenido del precitado derecho. Así, de acuerdo al criterio adoptado por este
Tribunal [Exp Nº 290-2002-HC/TC; en el mismo sentido Exps. N.º 1013-2002-
HC/TC y N.º 1076-2003-HC/TC], el derecho invocado por el demandante
comporta dos exigencias. En primer lugar, 1) que quien juzgue sea un juez o un
órgano que tenga potestad jurisdiccional, garantizándose, así, la interdicción de ser
enjuiciado por un juez excepcional, o por una comisión especial creada ex
profesamente para desarrollar funciones jurisdiccionales, o que dicho juzgamiento
pueda realizarse por comisión o delegación, o que cualquiera de los poderes
públicos pueda avocarse el conocimiento de un asunto que debe ser ventilado ante
órgano jurisdiccional. En segundo lugar 2) que la jurisdicción y competencia del juez
sean predeterminadas por la ley, por lo que la asignación de competencia judicial
necesariamente debe haberse establecido con anterioridad al inicio del proceso,
garantizándose así que nadie pueda ser juzgado por un juez ex post facto o por un
juez ad hoc. Asimismo, que tales reglas de competencia, objetiva y funcional, sean
previstas en una ley orgánica. La competencia jurisdiccional se halla sujeta a una
reserva de ley orgánica, lo cual implica: a) al establecimiento en abstracto de los
tipos o clases de órganos a los que se va a encomendar el ejercicio de la potestad
jurisdiccional y, b) la institución de los diferentes órdenes jurisdiccionales y la
definición genérica de su ámbito de conocimiento litigioso. Asimismo, que dicha
predeterminación no impide el establecimiento de subespecializaciones al interior
de las especializaciones establecidas en la Ley Orgánica del Poder Judicial, máxime
si el artículo 82º, inciso 28 de la misma Ley Orgánica de Poder Judicial autoriza la
creación y supresión de “Distritos Judiciales, Salas de Cortes Superiores y Juzgados,
cuando así se requiera para la más rápida y eficaz administración de justicia”.[31] 

El fundamento constitucional de esta garantía es precisada por ESCALADA LÓPEZ,


quien pondera que: “Parece evidente que si el principio del juez legal se configura
como aquella garantía institucional y aquel derecho fundamental protectores, de
modo directo, de la independencia e imparcialidad judiciales, e indirectamente, de la
igualdad constitucional consagrada, la violación del mismo y, por ende, la violación
de los derechos en él implícitos debe suponer la más absoluta, radical y plena
nulidad de lo actuado”.[32] En el mismo sentido, César LANDA ARROYO analiza
que el derecho al juez natural constituye una garantía de independencia e
imparcialidad del juez frente a los demás poderes públicos e implica: a) la unidad
judicial que supone la incorporación del juez al Poder Judicial y el Tribunal
Constitucional, b) el carácter judicial ordinario que significa la prohibición de crear
tribunales y juzgados de excepción ni parajudiciales y; c) la predeterminación legal
del órgano judicial, por la cual solamente mediante ley del Congreso se puede crear
cualquier órgano jurisdiccional; para concluir señalando que en última instancia del
derecho al juez natural se infiere el derecho al juez imparcial[33].  Comparte esta
opinión, aunque con diferente tono, el español Jesús GONZÁLEZ PÉREZ quien ha
descrito al derecho al juez natural como una de las garantías constitucionales del
Debido Proceso para hacer efectiva la tutela jurisdiccional, ya que la presencia del 
derecho a un juez imparcial resulta una de las condiciones previas a dictar sentencia.
[34]

 
Como vemos la Garantía del juez natural al estar asociado a los principios de
imparcialidad del juzgador e igualdad ante la ley se ubica en el “Bloque de
Constitucionalidad”[35], vetando la posibilidad de que un órgano judicial se avoque
al conocimiento de una causa sobre la cual no posee competencia alguna. En
consecuencia, presentado así el derecho al juez natural se puede sostener que en el
supuesto en el que el Tribunal que juzga el delito de receptación se pronunciará
sobre el carácter delictivo de los hechos históricos constitutivos de “delito previo”
conocidos por
otro órgano jurisdiccional, se lesionaría la Garantía al Juez Natural.

2.3.      VIOLACIÓN A LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA DE LAS PERSONAS


JUZGADAS EN EL PROCESO POR EL DELITO PREVIO POR LA DETERMINACIÓN
ANTELADA DEL CARÁCTER DELICTIVO DEL HECHO MARCO DE LA
IMPUTACIÓN (HECHO HISTÓRICO CONSTITUTIVO DEL DELITO PREVIO)

Finalmente, cabe advertir que la determinación antelada del carácter delictivo de los
hechos históricos constitutivos del “delito previo” por un órgano judicial distinto
(tribunal que juzga el delito de receptación), constituiría una violación a la
presunción de inocencia que le asiste a las personas sometidas a proceso penal en el
proceso penal por el “delito previo”.

2.3.1. ALCANCES DEL LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA

En ese sentido, tenemos que el derecho a la presunción de inocencia forma parte


del bloque constitucional de derechos, porque está asegurado y garantizado tanto
en la Convención Americana de Derechos Humanos como en el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos. Tales derechos, de acuerdo a la Cuarta Disposición
Final y Transitoria de la Constitución, constituyen límites a la soberanía, debiendo
ser asegurados y promovidos por todos los órganos del Estado.[36] Los derechos
fundamentales adquieren una dimensión procedimental, en la medida que todos
ellos deben ser respetados en el proceso judicial, siendo éste ilegítimo e
inconstitucional si no los respeta en su desarrollo o los vulnera en sus conclusiones,
lo que debe afirmarse de modo especial en el procedimiento penal, ya que en él
actúa el poder del Estado en la forma mas extrema en la defensa social frente al
crimen, a través de la pena, produciendo una profunda ingerencia en uno de los
derechos mas preciados de la persona, su libertad personal. El derecho a la
presunción de inocencia constituye un estado jurídico de una persona que se
encuentra imputada, debiendo orientar la actuación del tribunal competente,
independiente e imparcial preestablecido por ley, mientras tal presunción no se
pierda o destruya por la formación de la convicción del órgano jurisdiccional a
través de la prueba objetiva, sobre la participación culpable del imputado o acusado
en los hechos constitutivos de delito, ya sea como autor, cómplice o encubridor,
condenándolo por ello a través de una sentencia firme fundada, congruente y
ajustada a las fuentes del derecho vigentes.[37]
 

Como señala FERRAJOLI, "el principio de jurisdiccionalidad al exigir en su sentido


lato que no exista culpa sin juicio, y en sentido estricto que no haya juicio sin que la
acusación sea sometida a prueba y a refutación postula la presunción de inocencia
del imputado hasta prueba en contrario sancionada por la sentencia definitiva de
condena" [38]. Luigi LUCCHINI señala que la presunción de inocencia es un
"colorario lógico del fin racional asignado al proceso" y la "primera y fundamental
garantía que el procesamiento asegura al ciudadano: presunción juris, como suele
decirse, esto es, hasta prueba en contrario". [39] FERRAJOLI determina que la
presunción de inocencia expresa a lo menos dos significados garantistas a los cuales
se encuentra asociada que son "la regla de tratamiento del imputado, que excluye o
restringe al máximo la limitación de la libertad personal" y "la regla del juicio, que
impone la carga acusatoria de la prueba hasta la absolución en caso de duda"[40].

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido que el derecho a "la


presunción de inocencia constituye un fundamento de las garantías" que no
perturba la persecución penal, pero sí la racionaliza y encausa. Así la presunción de
inocencia es una garantía básica y vertebral del proceso penal, constituyendo un
criterio normativo del derecho penal sustantivo y adjetivo, descartando toda
normativa que implique una presunción de culpabilidad y establezcan la carga al
imputado de probar su inocencia. El principio de inocencia busca evitar los juicios
condenatorios anticipados en contra del inculpado, sin una consideración detenida
en la prueba de los hechos y la carga de la prueba, como asimismo obliga a
determinar la responsabilidad del acusado a través de una sentencia fundada,
congruente y acorde a las fuentes del derecho vigentes. En este sentido, se ha
estructurado la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la
cual ha determinado que "el derecho a la presunción de inocencia es un elemento
esencial para la realización efectiva del derecho a la defensa y acompaña al acusado
durante toda la tramitación del proceso hasta que una sentencia condenatoria que
determine su culpabilidad quede firme. Este derecho implica que el acusado no debe
demostrar que no ha cometido el delito que se le atribuye, ya que el onus probandi
corresponde a quién acusa" [41] .

El derecho a la presunción de inocencia implica que las pruebas que pueden tenerse
en cuenta para fundar la decisión de condena son las que el ordenamiento jurídico
contempla, practicadas bajo la inmediación del órgano jurisdiccional determinado
legalmente, con observancia de los principios de contradicción y publicidad, siendo
constitucionalmente legítimas, por ello ha sostenido la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, "el estándar del sistema interamericano de derechos humanos",
el cual establece "la exclusión de cualquier valor probatorio a pruebas obtenidas en
violación a derechos humanos" [42]. Agregando: "Así como no puede condenarse a
una persona si obra contra ella prueba incompleta o insuficiente, con mas razón no
se puede condenar si obra contra ella prueba ilegítima, por haberse obtenido en
violación a sus derechos humanos" [43].
 

En buena cuenta, la presunción de inocencia o Estado de Inocencia implica durante


el proceso penal que será el Fiscal el que tenga la carga de la prueba sobe la
existencia del hecho y su carácter delictivo, la participación del inculpado en el
hecho probado y el carácter delictivo de esa participación. Así lo expresa el profesor
chileno Humberto NOGUEIRA ALCALÁ, cuando precisa que: “La presunción de
inocencia es así el derecho que tienen todas las personas a que se considere a priori
como regla general que ellas actúan de acuerdo a la recta razón, comportándose de
acuerdo a los valores, principios y reglas del ordenamiento jurídico, mientras un
tribunal no adquiera la convicción, a través de los medios de prueba legal, de su
participación y responsabilidad en el hecho punible determinada por una sentencia
firme y fundada, obtenida respetando todas y cada una de las reglas del debido y
justo proceso […]”.[44]

2.3.2. LA DETERMINACIÓN A PRIORI DEL HECHO MARCO DE LA IMPUTACIÓN


VULNERA LA GARANTÍA DEL ESTADO DE INOCENCIA.

En la etapa final del juicio penal por tanto, el tribunal juzgador luego de la actividad
probatoria desplegada sólo podrá dictar sentencia condenatoria cuando ha quedado
acreditada la existencia de un hecho de carácter delictivo y cuando se puede
vincular a una persona con la realización del mismo. Así Perfecto ANDRÉS IBÁÑEZ,
precisa que: “[…] el juicio penal, antecedente lógico y presupuesto procesal y
político de la sentencia – en el modelo ideal y también constitucional de la
jurisdicción – tiene una naturaleza esencialmente cognoscitiva: se resuelve en la
determinación  de si ha tenido o no lugar en la realidad empírica algún hecho lesivo
para otros, debido a una acción humana, descrito en tipo penal que, sólo en el
primer caso, sería aplicable.” [45] Bajo esa perspectiva Edua
rdo JAUCHEN concatenando el derecho a la presunción de inocencia y la
determinación del hecho marco de la imputación como delictivo que: “El estado de
inocencia sólo podrá ser quebrantado mediante una sentencia condenatoria. Para
que ello sea posible es menester que las pruebas obtenidas tengan, en cuanto a su
eficacia, la aptitud suficiente como para hacer madurar en el estado intelectual del
juez el pleno con vencimiento de la existencia del hecho y la participación del
imputado en el mismo.” [46] Por ello, cuando en el juzgar no adquiere certeza y
convicción respecto a la existencia o carácter delictivo del hecho marco de la
imputación debe dictar sentencia absolutoria conforme lo ordena el artículo 284º
del Código de Procedimientos Penales[47].

Por tanto, teniendo en cuanta que: a) la determinación del hecho marco de la


imputación es uno de los elementos que el juzgador debe reconstruir en su
sentencia; y, b) el estado o presunción de inocencia sólo puede ser desvirtuado a
partir de la probanza en juicio de todos los elementos referidos a la hipótesis
acusatoria. Podemos concluir que cuando desde el inicio del juicio oral se tiene
como probado el hecho marco de la imputación fiscal, sin que sea necesaria ya la
probanza y reconstrucción de aquel hecho histórico se vulnera el derecho a la
presunción de inocencia.

CONCLUSIONES:

1.- El delito de receptación es un delito antecedente y dependiente de un delito


previo o antecedente. Ello hace que los actos de receptación constituyan la fase de
agotamiento del delito previo o antecedente. Por ello, la doctrina es pacífica en
precisar que el autor o participe del delito previo no puede ser autor o participe del
delito de receptación. En ese sentido, no es posible que un mismo sujeto soporte
imputaciones que lo involucren a la vez como autor o partícipe del delito de
Receptación y como autor o partícipe del delito previo.

2.- El delito de Receptación es un delito dependiente de un delito previo o


antecedente. Ello hace que en la probanza de la configuración de la conducta la tesis
fiscal debe proponerse probar la existencia de un “delito previo” del cual provengan
los bienes o efectos que finalmente se receptan. Ello porque el objeto del delito de
receptación, circular la cosa de origen ilícito, se constituye en el agotamiento del
delito precedente. La caracterización de ese hecho será discutido por tanto durante
los debates del juicio oral. Por ello, el tribunal juzgador en su sentencia condenatoria
sobre receptación tiene necesariamente que determinar la existencia y carácter
delito de los hechos constitutivos del “delito previo”.

3.- Sin embargo, cuando los hechos constitutivos del “delito previo” vienen siendo
juzgado por otro órgano jurisdiccional distinto al Tribunal juzgador del delito de
Receptación un pronunciamiento sobre el carácter delictivo del mismo implicaría la
violación de diversos derechos y garantías constitucionales.

4.- La primera garantía violada es la prohibición  de avocamiento a causas


pendientes, ya que la exacta identidad fáctica entre los hechos juzgados en el
proceso penal por delito previo y los hechos delictivos constitutivos de delito previo
al delito de receptación juzgados en el proceso penal por el delito de Receptación,
hace que en el último proceso si el Tribunal Juzgador determinará la existencia y
carácter delictivo del hecho histórico constitutivo de “delito previo” vulneraría la
prohibición de avocarse indebidamente a causas penales pendientes.
 

5.- Además, se vulneraría el derecho al juez natural. La Garantía del juez natural al
estar asociado a los principios de imparcialidad del juzgador e igualdad ante la ley se
ubica en el “Bloque de Constitucionalidad”, vetando la posibilidad de que un órgano
judicial se avoque al conocimiento de una causa sobre la cual no posee competencia
alguna. En consecuencia, presentado así el derecho al juez natural se puede
sostener que en el supuesto en el que el Tribunal que juzga el delito de receptación
se pronunciará sobre el carácter delictivo de los hechos históricos constitutivos de
“delito previo” conocidos por otro órgano jurisdiccional, se lesionaría la Garantía al
Juez Natural.

6.- Y finalmente, cuando desde el inicio del juicio oral se tiene como probado el
hecho marco de la imputación fiscal, ya que habría sido así declarado por el Tribunal
que juzgó el delito de receptación, sin que sea necesaria ya la probanza y
reconstrucción de aquel hecho histórico (el carácter delictivo de los hechos
constitutivos del delito previo) se vulnera el derecho a la presunción de inocencia de
las personas procesadas por el “delito previo”.

Notas

[*] Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Candidato a


Magíster en Derecho con Mención en Ciencias Penales por la misma Universidad.

[1] Cf., MUÑOZ CONDE, Francisco; Derecho Penal, Parte Especial, Valencia: Tirant
lo blanch, 1993, p. 358. RODRÍGUEZ DEVESA, Derecho Penal Español, Parte
Especial, Madrid: Dykinson, 1988, pp. 567-568. BAJO FERNÁNDEZ, Miguel,
Manual de Derecho Penal, Parte Especial. Delitos Patrimoniales y Económicos,
Madrid: Ceura, 1987, p. 335

[2] Sentencia de la Sala Mixta de Camaná de la Corte Superior de Justicia de


Arequipa del 17 de septiembre de 1998, Exp. 372-98. En ARMAZA GALDOS, Jorge
y ZAVALA TOYA, Fernando; La Decisión Judicial, Lima: Gaceta Jurídica, 1999, 144.

[3] BAJO FERNÁNDEZ, Miguel; Manual de Derecho Penal, Parte Especial. Delitos
Patrimoniales y Económicos, Madrid: Ceura, 1987, p. 335

[4] Ejecutoria Suprema del 13 de enero de 2004, Recurso de Nulidad Nº 2521-


2003, Lima. En: Diálogo con la Jurisprudencia, Año 10, Nº 70, Julio de 2004, p. 99.

[5] Ejecutoria Superior de la Sala Penal de Apelaciones para Procesos Sumerios con
Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima del 4 de mayo de 2000, Exp.
3945-99. En: ROJAS, Fidel; Jurisprudencia Penal y Procesal Penal, Lima: IDEMSA,
2000, p. 576.
[6]    RODRÍGUEZ DEVESA, Derecho Penal Español, Parte Especial, Madrid:
Dykinson, 1988, pp. 567-568.

[7]    PÉREZ DEL VALLE, Carlos; “El Delito de Receptación: los elementos objetivos
de la infracción”, En: MARTÍNEZ ARRIETA, Andrés (Dir.), El encubrimiento, la
receptación y el Blanqueo de Dinero. Normativa Comunitaria, Madrid: Consejo
General del Poder Judicial, 1994, p. 66.

[8]    El encubrimiento consiste en prestar ayuda a los delincuentes, mediante actos


posteriores a su delito, sin previo acuerdo, y con intención de sustraerlos a la
administración de justicia.  BREGLIA ARIAS, Omar y GUANA, Omar Código Penal y
leyes complementarias. Tomo 2, Buenos Aires: Astrea, 2003, p. 734

[9]    GÓMEZ PAVON, El encubrimiento, Artículos 17 y 18 del Código Penal,


Madrid, 1988, pp. 66-68; CONDE PUMPIDO FERREIRO, Encubrimiento y
Receptación, Barcelona: 1955, p. 128 – 131.

[10]   GÓMEZ PAVON, Op. Cit., p. 72.

[11]   CONDE – PUMPIDO Encubrimiento y receptación,  p. 16-17 citado por


MARTÍNEZ ARRIETA Andrés (dir.) Encubrimiento, la receptación y el blanqueo del
dinero. Normativa comunitaria. Consejo del Poder Judicial, Madrid, 1994.

[12]   SAMSON, SK-Vol II, Frankfurt, 1987 y DE LA MATA, Limites…, p. 23-24


citados por MARTINEZ  ARRIETA, Op. Cit. p. 66.

[13]   Ejecutoria Superior de la Sala Mixta de Camaná de la Corte Supe


rior de Justicia de Arequipa del 27 de noviembre de 1998, Expediente Nº 492-98.
En: ARMAZA GALDOS, Jorge y ZAVALA TOYA, Fernando; La Decisión Judicial.
Lima: Gaceta Jurídica, 1999, p. 202.

[14]  Sentencia de la Sala Mixta de Camaná de la Corte Superior de Justicia de


Arequipa del 17 de septiembre de 1998. exp. Nº 371 – 98. En: ARMAZA GALDOS,
Jorge y ZAVALA TOYA, Fernando; La Decisión Judicial. Lima: Gaceta Jurídica, 1999,
p. 144.

[15] BAJO FERNÁNDEZ, Miguel; Manuel de Derecho Penal. Manual de Derecho


Penal. Parte Especial. Madrid: Centro de Estudios Ramón Areces S.A., 1993, p. 484.

[16] BAJO FERNÁNDEZ, Miguel; Manuel de Derecho Penal. Manual de Derecho


Penal. Parte Especial. Madrid: Centro de Estudios Ramón Areces S.A., 1993, p. 487.

[17]  VIVES ANTÓN, Tomas et al.;  Derecho Penal. Parte Especial. Valencia: Tirant lo
blanch, 1993. p. 802

[18]  BUSTOS RAMÍREZ, Juan; Manual de Derecho Penal. Parte Especial. Barcelona:
Ariel, 1986, p. 249. ROY FREYRE, Luis E.; Derecho Penal Peruano. Parte Especial.
Tomo III. Lima: Instituto Peruano de Ciencias Penales, 1983, p. 139. VIDALES
RODRÍGUEZ, Caty; Los Delitos de Receptación y Legitimación de Capitales en el
Código Penal de 1995. Valencia: Tirant lo Blanch, 1997, p. 55. DONNA, Edgardo
Alberto; Derecho Penal. Parte Especial. Tomo III. Buenos Aires: Rubinzal – Culzoni,
2000, p. 508.

[19] PÉREZ DEL VALLE, Carlos; “El Delito de Receptación: los elementos objetivos
de la infracción”, En: MARTÍNEZ ARRIETA, Andrés (Dir.), El encubrimiento, la
receptación y el Blanqueo de Dinero. Normativa Comunitaria, Madrid: Consejo
General del Poder Judicial, 1994, p. 98

[20]  VIDALES RODRÍGUEZ, Caty; Los Delitos de Receptación y Legitimación de


Capitales en el Código Penal de 1995. Valencia: Tirant lo Blanch, 1997, p. 44.

[21] Citado por VIDALES RODRÍGUEZ, Caty; Los Delitos de Receptación y


Legitimación de Capitales en el Código Penal de 1995. Valencia: Tirant lo Blanch,
1997, p. 44.

[22]  DONNA, Edgardo Alberto; Derecho Penal. Parte Especial. Tomo III. Buenos
Aires: Rubinzal – Culzoni, 2000, p. 470.

[23]  Sentencia de la Sala Mixta de Camaná de la Corte Superior de Justicia de


Arequipa del 17 de septiembre de 1998. exp. Nº 371 – 98. En: ARMAZA GALDOS,
Jorge y ZAVALA TOYA, Fernando; La Decisión Judicial. Lima: Gaceta Jurídica, 1999,
p. 144.

[24]   Ejecutoria Suprema del 13 de enero de 2003, R.N. Nº 2521-2003. En: Diálogo
con la Jurisprudencia, Año 10, Nº 70, Julio de 2004, p. 99.

[25]   Ejecutoria Superior de la Sala Mixta de Camaná de la Corte Superior de


Justicia de Arequipa del 27 de noviembre de 1998, Expediente Nº 492-98. En:
ARMAZA GALDOS, Jorge y ZAVALA TOYA, Fernando; La Decisión Judicial. Lima:
Gaceta Jurídica, 1999, p. 202.

[26]  Ejecutoria Superior de la Sala Penal de Apelaciones para procesos Sumarios


con reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima del 9 de mayo del 2000,
Expediente Nº 2781-99. En: ROJAS VARGAS, Fidel; Jurisprudencia Penal
Patrimonial. Lima: Grijley: 2000, p. 303.

[27] BERNALES BALLESTEROS, Enrique; La Constitución de 1993. Análisis


Comparado. Lima: Konrad Adenauer – CIEDLA, 1996, p. 555.

[28] ESCALADA LÓPEZ, María Luisa; “El derecho al juez legal en el ordenamiento
constitucional alemán”. Revista de Derecho Valdivia, Vol. XIX N°1, julio 2006, pp.
179-204.

[29] TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Caso César Darío Gonzáles Arribasplata, Exp.


N° 02521-2005-HC/TC, Sentencia de 24 de octubre de 2005, fundamento jurídico
10.
[30] TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Caso Alberto Cartagena Vargas, Exp. N° 218-
02-HC/TC, Sentencia de 17 de abril de 2002, fundamentos jurídicos 1 y 2.
[31] TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Caso Luis Alejandro Miranda Moscol, Exp.
09038-2005-HC-TC, Sentencia de 28 de noviembre de 2005, fundamento jurídico
2.

[32] ESCALADA LÓPEZ, María Luisa; “El derecho al juez legal en el ordenamiento
constitucional alemán”. Revista de Derecho Valdivia, Vol. XIX N°1, julio 2006, pp.
179-204.

[33] Landa Arroyo, César; Teoría del Derecho Procesal Constitucional. Lima:
Palestra Editores, 2003, pp. 202-203.

[34] González Pérez, Jesús; El Derecho a la Tutela Jurisdiccional. Madrid: Civitas,


1980, pp. 123-129.

[35]  JAUCHEN, Eduardo M.; Derechos del Imputado. Santa Fé: Rubinzal-Culzoni,
2005, p. 102.

[36] NOGUEIRA ALCALÁ, Humberto; “Consideraciones sobre el derecho


fundamental a la presunción de inocencia”. Revista Ius et Praxis, 11 (1), 2005, pp.
221 – 241

[37] MONTAÑÉS PARDO, Miguel Ángel; La presunción de inocencia. Análisis


doctrinal y jurisprudencial. Pamplona: Ed. Aranzadi, 1999, p. 29. TOMÁS Y
VALIENTE, Francisco; “In dubio pro reo, libre apreciación de la prueba y presunción
de inocencia”. Revista Española de Derecho Constitucional. N° 20. Año 1987, pp. 9-
34. MAIER, Julio; Derecho Procesal Argentino. Tomo I. Fundamentos. Buenos Aires:
Editorial del Puerto S.R.L. 1996, p. 338. NOGUEIRA ALCALÁ, Humberto; "Los
derechos esenciales o humanos contenidos en los tratados internacionales y su
ubicación en el ordenamiento jurídico nacional: doctrina y jurisprudencia". Revista
Ius et Praxis, año 9. 2003. N° 1, p. 403.

[38]  FERRAJOLI, Luigi; Derecho y razón. Madrid: Trotta, 2001, p. 549.

[39]  LUCCHINI, Luigi; Elemento di procedura penale. Florencia: Barbera, 1995, p.


15.

[40]  FERRAJOLI, Luigi; Derecho y razón. Madrid: Trotta, 2001, p. 551.

[41] CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso Herrera Ulloa


vs. Costa Rica, Sentencia de 2 de julio de 2004, párrafo 154.

[42] CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, Caso Lori Berenson


vs. Perú, Sentencia de 25 de noviembre de 2004, párrafo 129.2 b

[43] CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, Caso Lori Berenson


vs. Perú, Sentencia de 25 de noviembre de 2004, párrafo 129.2 b).
[44] NOGUEIRA ALCALÁ, Humberto; “Consideraciones sobre el derecho
fundamental a la presunción de inocencia”. Revista Ius et Praxis, 11 (1), 2005, pp.
221 – 241.

[45]  Citado por SANCHÉZ VELARDE, Pablo; Manual de Derecho Procesal Penal.
Lima: IDEMSA, 2004, p. 605.

[46]  JAUCHEN, Eduardo M.; Derechos del Imputado. Santa Fé: Rubinzal-Culzoni,
2005, p. 108.

[47]  SANCHÉZ VELARDE, Pablo; Manual de Derecho Procesal Penal. Lima:


IDEMSA, 2004, p. 609.

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