Fallo Compensacion Economica.
Fallo Compensacion Economica.
Fallo Compensacion Economica.
JUZGADO CIVIL 92
45317/2016
#28637869#199767417#20180306085113933
gama que tuvieron los cónyuges en los últimos años así lo
demuestran.
Relatan que la actividad comercial del Sr. V. L. fue
complementada por su mandante en las tareas del hogar y,
fundamentalmente, en la crianza y educación del hijo en común. Que
si bien es cierto que la Sra. K. M. figuró como explotadora de garaje
de la calle M. A. ... de esta ciudad, no lo es menos que esa situación
fue originada por decisión e instrucciones del demandado, que
trataba de ese modo de dispersar la incidencia tributaria.
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
indemnización por daños y perjuicios, o el enriquecimiento sin causa,
pero su especificidad exige diferenciarla de ellas. Aunque comparte
algunos elementos del esquema alimentario (se fija según las
necesidades del beneficiario y los recursos del otro), su finalidad y la
forma de cumplimiento es diferente. Se aleja de todo contenido
asistencial y de la noción de culpa/inocencia como elemento
determinante de su asignación. No importa cómo se llegó al divorcio,
sino cuáles son las consecuencias objetivas que el divorcio provoca.
Por estas razones se fija un plazo de caducidad para reclamarlas de
seis meses, computados desde el divorcio”.
Este mismo debate –como dije- se planteó en la doctrina y
jurisprudencia española, donde ha predominado la tendencia que
otorga a la pensión un carácter compensatorio/ resarcitorio (ver Roca,
Encarna, Familia y cambio social (De la “casa” a la persona), Civitas,
Madrid, 1999, ps. 141 y ss.; Pastor, Francisco, “Estudios doctrinales”,
en Revista de derecho de familia n° 28, Valladolid, 2005, p. 47;
Zarraluqui Sánchez- Eznarriaga, Luis, La pensión compensatoria de la
separación conyugal y el divorcio (naturaleza jurídica, determinación,
transmisión y extinción), Lex Nova, Valladolid, 2001, p. 142; etc.).
Así lo ha destacado Encarna Roca, tanto en su rol de doctrinaria
como en su cargo de magistrada del Tribunal Supremo español, al
resaltar que pese a la discrepancia de opiniones, la solución que se
impuso ha sido la de entender que se trata de una compensación. El
derecho a la pensión surge por las necesidades económicas
provocadas por el cese de la convivencia y el consiguiente divorcio
que implican la extinción del deber de socorro y asistencia mutua
impuestos por la ley. En este contexto, la jurista española concluye
que “la pensión por desequilibrio constituye una indemnización por la
pérdida de los costes de oportunidad alcanzados por un cónyuge
durante el matrimonio, que se extinguen como consecuencia del
divorcio: mientras era eficaz, el matrimonio enmascaraba esta pérdida
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
el artículo 97 del Código Civil no contempla la culpabilidad del
esposo deudor como una de las incidencias determinantes de su
fijación), y del carácter estrictamente alimenticio que tendría si la
prestación viniera determinada por la situación de necesidad en que se
encontrara el cónyuge perceptor, lo que hace que esta Sala haya
admitido la compatibilidad de la pensión alimenticia y de la
compensatoria…” (STS 864/2010, publicada en
www.poderjudicial.es).
Tal como explicité, estas conclusiones son perfectamente
aplicables a nuestro derecho, donde se ha resaltado que la
compensación económica presenta una naturaleza particular o sui
generis, pues muestra semejanzas con instituciones como los
alimentos y los daños y perjuicios, pero no se confunde con ellas
(conf. Solari, Néstor E., “Las prestaciones compensatorias en el
Proyecto de Código”, DFyP 2012 (octubre), p. 4; Molina de Juan,
Mariel F., “Las compensaciones económicas en el divorcio”, RDF n°
59, 2013, p. 150; de la misma autora “Compensaciones económicas en
el divorcio. Una herramienta jurídica con perspectiva de género”,
RDF n° 57, 2012, ps. 187 y ss.; Pellegrini, María V., comentario al art.
441 en Kemelmajer de Carlucci, Aída- Herrera, Marisa- Lloveras,
Nora, Tratado de derecho de familia, t. I, Rubinzal- Culzoni, Sta. Fe.,
2014, ps. 412 y ss.; Rolleri, Gabriel G., “Observaciones sobre las
compensaciones económicas”, DFyP 2014 (octubre), p. 103;
Giovannetti, Patricia S., “Compensaciones económicas derivadas del
matrimonio y la unión convivencial”, DFyP 2017 (agosto), p. 51;
Martínez de Aguirre, Carlos, “La compensación por desequilibrio en
caso de divorcio”, DFyP 2018 (febrero), p. 31; etc.). Así lo entendió la
mayoría de la Comisión de Familia en las XXVI Jornadas Nacionales
de Derecho Civil, celebradas en La Plata en 2017, al concluir que “la
naturaleza jurídica de la compensación económica es autónoma”
(conclusiones disponibles en
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
http://jornadasderechocivil.jursoc.unlp.edu.ar/wp-
content/uploads/sites/10/2017/10/COMISION-N%C2%B0-8.pdf y
AR/DOC/2754/2017).
Desde otra perspectiva, también crítica a la posibilidad de
encuadrar esta figura en las instituciones conocidas en nuestro
derecho, se ha resaltado que la compensación económica puede
fundarse en la tesis del enriquecimiento injusto, poniéndose el foco en
el “empobrecimiento que sufre el cónyuge que se dedica al cuidado de
los hijos o del hogar durante la convivencia dejando de lado su
capacitación laboral, que requiere de una compensación por parte de
quien aprovechó las ‘tareas de cuidado’ y no debió aplicar su tiempo a
realizarlas” (Medina Graciela, “Compensación económica en el
Proyecto de Código”, DFyP 2013, enero/febrero, p. 3).
En lo personal, coincido con quienes señalan que la
compensación económica tiene un fundamento resarcitorio basado en
la equidad (ver Fanzolato, Eduardo, Alimentos y reparaciones en la
separación y en el divorcio, Depalma, Bs. As, 1991, ps. 27 y ss.;
Sambrizzi, Eduardo A., “Las compensaciones económicas entre los
cónyuges en el Proyecto de Código Civil”, DFyP 2013 (diciembre), p.
30; del mismo autor, “La compensación económica en el divorcio.
Requisitos para su procedencia”, LL 21/11/2017, p. 1,
AR/DOC/256/2017; y Medina Graciela, “Compensación
económica…”, cit.). Pero este fundamento resarcitorio debe
distinguirse de la idea de indemnización propiamente dicha, pues en el
caso no existe una conducta del cónyuge deudor que resulte
objetivamente ilícita, ni mucho menos reprochable desde un
comportamiento subjetivo subsumible en el dolo o la culpa vinculado
con las causas de la ruptura de la relación. En efecto, a diferencia de
lo que ocurre en otros países del globo –como Francia o Chile- donde
las conductas de los cónyuges deben ponderarse a los fines de
determinar la procedencia y monto de la compensación, en nuestro
#28637869#199767417#20180306085113933
derecho –al igual que en el caso español- la figura debe interpretarse
en el marco de un sistema que recepta el divorcio incausado como
única posibilidad de legalizar la ruptura matrimonial. En este sentido,
la compensación se alza como un resarcimiento o corrección basada
estrictamente en un hecho o dato objetivo, cual es el desequilibrio
económico relevante entre los cónyuges o convivientes con causa
adecuada en la convivencia y su ruptura.
Esta corrección no resulta ajena –claro está- a la perspectiva de
género que el legislador ponderó en sendas disposiciones del CCyC,
pues la realidad demuestra que en general son las mujeres quienes tras
dedicarse al cuidado del hogar y de los hijos relegan su crecimiento
profesional a la sombra de sus esposos. Su finalidad es compensar
esta desigualdad estructural mediante un aporte que le permita a la
parte más débil de la relación reacomodarse tras la ruptura y
prepararse con el tiempo para competir en el mercado laboral. En este
sentido, la figura integraría una medida de acción positiva en los
términos previstos por el art. 3 de la Convención sobre la Eliminación
de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, cuando
determina que “Los Estados Partes tomarán en todas las esferas, y en
particular en las esferas política, social, económica y cultural, todas
las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para asegurar
el pleno desarrollo y adelanto de la mujer, con el objeto de
garantizarle el ejercicio y el goce de los derechos humanos y las
libertades fundamentales en igualdad de condiciones con el hombre”.
Retomaré esta reflexión más adelante, por su incidencia particular en
el caso de autos.
En definitiva, y más allá de las disquisiciones que puedan surgir
en torno de la naturaleza jurídica de esta figura, no quiero dejar de
señalar por su relevancia la necesidad de distinguirla con los
alimentos, pues sus diferencias son sustanciales (ver al respecto Roca,
Encarna, Familia y cambio social…, cit., ps. 147 y ss.; Medina,
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
conviviente (el deudor), como consecuencia directa del divorcio o
finalización de la convivencia, que implique un empeoramiento en
relación con su anterior situación en el matrimonio o la convivencia
(conf. Medina Graciela, “Compensación económica…”, cit.). En esta
misma línea se ha dicho que se alza como un correctivo que pretende
evitar las injustas desigualdades que el divorcio o la ruptura de una
unión convivencial provocan como consecuencia de las diferentes
capacidades de obtener ingresos que se desarrollaron y consolidaron
durante la vida en común (conf. Molina de Juan, Mariel F., “Las
compensaciones económicas…”cit., p. 144). En definitiva, se trata de
un derecho para reclamar una compensación por parte del cónyuge o
conviviente que ha sufrido un menoscabo como consecuencia de la
ruptura de la unión (Solari, Néstor E., “Las prestaciones
compensatorias…”, cit.).
Desde esta perspectiva, es evidente que la compensación
económica –como se recuerda en los citados Fundamentos del
Proyecto- se asienta sobre el principio de solidaridad familiar, cuya
raíz constitucional se encuentra en el art. 14 bis de la Carta Magna,
cuando alude a la “protección integral de la familia” (conf. Revsin,
Moira, “La compensación económica familiar en el nuevo régimen
civil”, RDF n° 69, 2015, p. 90 y ss.). Esta solidaridad, claro límite al
ejercicio irrestricto de la autonomía de la voluntad, implica un
compromiso y un deber hacia los restantes integrantes de la forma
familiar que como personas protagonizan, enlazándose el proyecto de
vida autorreferencial con la interacción que el mismo tiene respecto a
los otros proyectos de vida autorreferenciales, de los integrantes de
esta forma familiar (conf. Lloveras, Nora- Salomón, Marcelo, El
derecho de familia desde la Constitución Nacional, Universidad, Bs.
As., 2009, p. 116).
En este orden de razonamiento, bien se ha resaltado que la
finalidad de esta figura es morigerar desequilibrios económicos entre
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
de roles y funciones con motivo de la unión, y que además, en razón
de la ruptura haya sufrido el desequilibrio que requiere la norma en
análisis (conf. Sambrizzi, Eduardo A., “Las compensaciones
económicas…”, ps. 31 y 32).
Como bien se indica en los Fundamentos del Proyecto de
Código, “Al tratarse de una herramienta destinada a lograr un
equilibrio patrimonial, es necesario realizar un análisis comparativo
de la situación patrimonial de cada uno de los cónyuges al inicio del
matrimonio y al momento de producirse el divorcio, esto es, obtener
una ‘fotografía’ del estado patrimonial de cada uno de ellos, y, ante un
eventual desequilibrio, proceder a su recomposición”. Es decir, no se
trata sólo de un análisis cuantitativo, porque lo relevante es el modo
en que incidió el matrimonio y el posterior divorcio en la
potencialidad de cada uno de los cónyuges para su desarrollo
económico (conf. Pellegrini, María V., comentario al art. 441…, cit.,
p. 426).
En este sentido, y siguiendo la experiencia del derecho español,
debo reiterar lo afirmado por la doctrina ibérica y reforzado por la
jurisprudencia del Tribunal Supremo: la compensación económica no
puede concebirse como un instrumento jurídico de automática
nivelación de las diferentes capacidades pecuniarias de uno y otro
cónyuge que latente durante el matrimonio que vaya a activarse de
modo necesario al surgir la crisis convivencial sometida a regulación
judicial. No es un mecanismo igualador de economías dispares (STS
327/2010). Por el contrario, la finalidad fundamental de dicha
institución es la de ayudar al cónyuge beneficiario a alcanzar, si ello
fuere viable, aquel grado de autonomía económica de que hubiere
podido disfrutar, por su propio esfuerzo, de no haber mediado el
matrimonio, en cuanto el mismo, y la consiguiente dedicación a la
familia, haya supuesto un impedimento, u obstáculo, en su desarrollo
laboral o, en general, económico (conf. Pérez Martín, Antonio J.,
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
“oculto” o “compensado” durante la vida en común pero se hace
latente tras la ruptura (conf. Molina de Juan, Mariel, “Las
compensaciones económicas…”, cit.). Siendo así, esta institución
debe poner su acento en el futuro, en el sentido de contribuir al
autovalimiento del miembro más débil o vulnerable del matrimonio,
pero sin perder de vista el pasado, pues –como se dijo- el
desequilibrio del cónyuge debe haber tenido causa adecuada en el
matrimonio y en su ruptura. Para ello, deberá ponderar o cotejar la
situación de ambos esposos antes y después del divorcio, valorando
las circunstancias presentes y las futuras previsibles. En este sentido
es interesante la metáfora de la “fotografía” a la que se alude en los
Fundamentos del Proyecto.
IV. A la vista de lo expuesto, como bien se ha resaltado en la
jurisprudencia española (ver STS, 1/2012, entre muchas otras), frente
al pedido de compensación económica, el juez debe ponderar tres
aspectos o cuestiones: a) si se ha producido desequilibrio manifiesto
que en los términos previstos por el art. 441 del CCyC justifica la
fijación de una compensación; b) cuál es la cuantía de la
compensación una vez determinada su existencia, y c) si corresponde
imponer un plazo de duración de la compensación o si se presenta el
caso excepcional de la fijación por tiempo indeterminado. Sobre este
último aspecto, se ha distinguido las situaciones más habituales donde
se advierte un desequilibrio coyuntural, de aquellas excepcionales
donde el desequilibrio es perpetuo o estructural. El primer supuesto
alude al desequilibrio que se supera con el paso del tiempo con una
normal implicación en quien lo experimenta, “se diría que las huellas
de la convivencia no llegan a ser tan profundas en el proyecto vital de
uno de los esposos que no puedan borrarse reemprendiendo,
transcurridos unos años, el camino que se abandonó para dedicarse a
la familia”. Por su parte, el desequilibrio es perpetuo cuando las
repercusiones que la convivencia produjo en la particular posición de
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
criterios en su interpretación y aplicación. La que se denomina tesis
objetivista, en cuya virtud, el desequilibrio afecta a un cónyuge
respecto al otro, determinando un deterioro con relación a la posición
mantenida durante el matrimonio por el cónyuge que va a resultar
acreedor de la pensión; según esta concepción del artículo 97 CC, las
circunstancias enumeradas en el párrafo segundo de dicho artículo
serían simplemente parámetros para valorar la cuantía de la pensión
ya determinada. La tesis subjetivista integra ambos párrafos y
considera que las circunstancias del artículo 97 CC determinan si
existe o no desequilibrio económico compensable por medio de la
pensión del artículo 97 CC… La pensión compensatoria pretende
evitar que el perjuicio que puede producir la convivencia recaiga
exclusivamente sobre uno de los cónyuges y para ello habrá que
tenerse en consideración lo que ha ocurrido durante la vida
matrimonial y básicamente, la dedicación a la familia y la
colaboración con las actividades del otro cónyuge; el régimen de
bienes a que han estado sujetos los cónyuges en tanto que va a
compensar determinados desequilibrios, e incluso, su situación
anterior al matrimonio para poder determinar si éste ha producido un
desequilibrio que genere posibilidades de compensación. De este
modo, las circunstancias contenidas en el artículo 97.2 CC tienen una
doble función: a) actúan como elementos integrantes del
desequilibrio, en tanto en cuanto sea posible según la naturaleza de
cada una de las circunstancias, y b) una vez determinada la
concurrencia del mismo, actuarán como elementos que permitirán
fijar la cuantía de la pensión” (STS 864/2010, publicada en
www.poderjudicial.es).
Desde esta doble función, las pautas enunciadas en el art. 442 –
sobre las cuales me expediré más adelante a fin de ponderar la
situación de autos- se vinculan con los roles desarrollados por cada
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
En tal sentido, retomando la experiencia del derecho comparado, el
Tribunal español resolvió que “en principio, y salvo circunstancias
muy concretas de vinculación económica entre los cónyuges… no
existe desequilibrio económico en las situaciones prolongadas de
ruptura conyugal. Se entiende que cada uno de ellos ha dispuesto de
medios propios de subsistencia y mal se puede argumentar por quien
la solicita que la separación o divorcio es determinante para él de un
empobrecimiento en su situación anterior al matrimonio, situación que
en el peor de los casos sería la misma, pero no agravada por la
ruptura” (STS 8302/2012, 17/12/2012, publicada en
www.poderjudicial.es). Esta regla merece una excepción en el caso
pues –como se dijo- si bien la separación de hecho de las partes se
remonta al año 2012, recién a partir del dictado de la sentencia de
divorcio conforme la entrada en vigencia del CCyC, la actora pudo
entablar la presente acción. En este sentido, el tiempo transcurrido
desde el cese de la convivencia tiene un valor relativo que debe ser
ponderado conforme los elementos de autos y de los expedientes
conexos.
En segundo término, y estrechamente relacionado con lo
anteriormente expuesto, corresponde señalar que a raíz de las medidas
cautelares solicitadas por la Sra. K. M. junto con la demanda
de divorcio, con fecha 13/06/2014 se fijaron alimentos
provisorios por la suma de $2.500 mensuales (ver fs. 101/103, expte.
n° 37.115/2014/1), y que por sentencia del 06/07/2015 se dispuso la
suma de $5.000 mensuales a favor de la actora y a pagar por el
cónyuge demandado en concepto de alimentos a regir durante la
separación de hecho, obligación que quedó extinguida tras el dictado
de la sentencia de divorcio. Esta decisión fue confirmada por el
Superior con fecha 25/02/2016, tras lo cual la requirente practicó
liquidación por los alimentos adeudados y sus intereses hasta la suma
de $74.105,08, la que fue aprobada y motivó el depósito de lo
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
que el matrimonio residía en una casa de dos plantas, con fondo (ver
DVF reservado en sobre n° ...., actas de fs. 127 y 129).
Preguntadas las testigos acerca del nivel de vida de la actora
después del cese de la convivencia del matrimonio, K. responde
que “estuvo muy mal” porque “fue un cambio muy grande”. “Se
quedó sin un lugar donde vivir, sin un ingreso”, pero “de a poco se fue
acomodando”. Expresa que posteriormente el hijo de las partes se fue
a vivir con ella, circunstancia que acentuó sus dificultades económicas
porque debió hacerse cargo de sus gastos. Agrega que la Sra. K. M.
se mudó a un departamento de un ambiente “chiquito”, donde
dormía el hijo en un sillón cama y la mujer en un colchón en el piso.
Con relación a las actividades que desarrolló la Sra. K. M.
con posterioridad a la separación, la testigo afirma que “no tenía
actividad” y que ella le derivaba la realización de trámites y
gestiones para el consorcio que administra para lo cual la actora se
desplazaba en una motocicleta. Continúa diciendo que el hijo la
ayudaba cuando comenzó a trabajar (ver DVF reservado en sobre n°
368, acta de fs. 127).
Por su parte, la testigo A. relata que tras la separación del
matrimonio, la situación económica de la actora “era mala”, que “no
tenía independencia económica” porque nunca había podido trabajar.
“No tenía casa”, “no tenía formación”. Agrega la testigo que la actora
alquiló un departamento de un ambiente al que luego fue a vivir el
hijo de las partes “cuando su padre lo echó”. Con respecto a las
actividades de la actora tras la separación, la testigo afirma que “hacía
lo que podía”, “changas”, “trámites para C.” (refiriéndose a la
testigo K.). Que en alguna oportunidad le dio masajes a ella y a su
hermana con el fin de ayudarla. Que con posterioridad a la separación
estudió podología: “si no se recibió se tiene que estar por recibir”,
pero que carece de un trabajo estable por que no cuenta con
preparación alguna. Por su parte, el Sr. V. L. “tenía negocios”
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
haga trabajos de mensajería… o algún trámite bancario”. Agrega que
“estos trabajos no son fijos, sino solamente cuando la administración
los necesita… Que la Sra. K. es profesora de educación física
pero con título uruguayo… y acá en Buenos Aires no le reconocen el
título… Que la actora es propietaria junto con su ex marido de
algunos departamentos en Punta del Este pero que todos los
departamentos, salvo uno chiquito, son manejados y alquilados por
V. L.. Ella no tiene siquiera las llaves de los mismos. Y, en cuanto
a los vehículos, todos están guardados en custodia por su ex
marido… Que en la actualidad la actora vive de lo que gana de las
changas referidas anteriormente, de la renta del único departamento
que puede disponer en Punta del este, el que tiene alquilado todo el
año, y del sueldo de su hijo M.…”. El testigo A. reafirma que la
actora vive con su hijo en un departamento alquilado, cuyas
comodidades “son mínimas porque es un ambiente y viven dos
personas… Que sabe que C. a veces la llama para hacer trabajos de
mensajería porque tiene una administración de consorcios… que
K.es profesora de educación física pero que no la toma ningún
gimnasio porque su título es uruguayo y acá no está reconocido”.
Informa que el mismo testigo ha intentado conseguirle trabajo “pero
con resultado negativo”. Corrobora los dichos de K. en orden a la
administración de los inmuebles en Punta del Este y de los
automóviles. En sentido coincidente, se expide la testigo A. (ver fs.
23/28 y fs. 104, expte. n° 27.791/2016/1).
Las dificultades económicas que atraviesa la Sra. K. M. desde
la separación de hecho del matrimonio surgen asimismo de la
sentencia dictada en el proceso de alimentos, y confirmada por
el Superior, mediante la cual –como se anticipó- con fecha
06/07/2015 se fijó una cuota alimentaria de $5.000 mensuales a favor
de la actora y a pagar por su esposo teniendo en consideración que
“el demandado se encuentra en mejor situación económica que su
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
del hogar conyugal (ver pericia de fs. 131/142). Por el contrario, como
se reiteró, de las declaraciones testimoniales de autos surge que la Sra.
K. M. alquila un departamento pequeño de un ambiente donde vive
con su hijo de 27 años.
A ello se suman los numerosos viajes al exterior que realiza el
demandado, y que no sólo implican trayectos entre Buenos Aires y
Punta del Este, donde reside en forma alternada, sino también a otros
lugares tales como Estados Unidos, Colombia, Perú y Chile (ver
informe de la Dirección Nacional de Migraciones de fs. 90/108).
En definitiva, de la prueba ofrecida en estos autos y de las
constancias de los autos conexos, se desprende que desde el cese de la
convivencia conyugal la situación económica de la Sra. K. M.
ha sido precaria, mientras que el Sr. V. L. goza de un buen pasar, lo
que permite tener por acreditado el primer elemento indispensable
para la procedencia de la compensación económica, cual es, el
desequilibrio económico manifiesto o relevante entre ambos
cónyuges que implicó un empeoramiento de la situación
patrimonial de la actora.
Dicho esto, corresponde analizar si este desequilibrio
económico manifiesto existente al tiempo de la separación y que
subsiste en la actualidad, tuvo por causa adecuada el vínculo
matrimonial y su ruptura.
Para ello es necesario tener en consideración la situación
personal y patrimonial de ambos esposos durante la unión conyugal,
con especial referencia a los roles que cada uno desempeñaba en el
hogar o, como dispone el art. 442 inc. b) del CCyC, la dedicación que
cada cónyuge brindó a la familia y a la crianza y educación de los
hijos durante la convivencia. Esta pauta mantiene una estrecha
relación con la de la edad de la solicitante (art. 442 inc. c) y su
capacitación laboral y posibilidad de acceder a un empleo (art. 442
inc. d), cuestiones a las que he hecho referencia con anterioridad.
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
Siendo así, como adelanté, la procedencia de la compensación
en este caso –y en muchos otros- debe examinarse desde la
perspectiva de género.
En efecto, existe una dicotomía central entre el mercado –que
estructura nuestras vidas productivas- y la familia –que estructura
nuestras vidas afectivas-. La libertad de mercado se basa en la
ideología igualitaria, combinada con una ética individualista; mientras
que la familia privada combina una ideología jerárquica con una ética
altruista. La interacción entre estas dos ideologías ha provocado una
reforma de la familia que parece excluir la jerarquía pero, en verdad,
crea una igualdad falsa que disimula las reales diferencias de poder
entre hombres y mujeres (conf. Olsen, Frances, “The Family and the
Market”, en Harvard Law Review, vol. 96, N° 7, p. 1497).
La dependencia económica de las esposas frente a sus maridos
es uno de los mecanismos centrales mediante los cuales se subordina a
las mujeres en la sociedad.
Pese a los indudables avances de las últimas décadas, en la
mayoría de las familias las mujeres todavía asumen principalmente la
carga de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos, aun cuando
desempeñan alguna actividad externa (muchas veces subordinada a
aquéllas). Esta división el trabajo (explícita o implícita) puede
funcionar de manera adecuada en la medida en que responda a un
proyecto familiar común. Pero cuando sobrevive el divorcio, el
proyecto se frustra y el equilibrio se rompe. La cónyuge que tuvo
principalmente a su cargo las funciones domésticas se ve doblemente
sobrecargado: por un lado, asume casi exclusivamente la cotidianidad
de los hijos; por el otro, debe enfrentarse e interactuar con el mundo
exterior de manera más activa. En este nuevo contexto, sus
posibilidades de desempeñarse en tareas laborales en igualdad de
condiciones que su ex cónyuge se ven nuevamente postergadas. Y es
allí donde la figura de la compensación económica juega un papel
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
procedencia de la compensación económica y definir su modalidad y
cuantía: el estado patrimonial de cada uno de los cónyuges al inicio y
a la finalización de la vida matrimonial (inc. a).
Es claro que la compensación económica es una institución
ajena al tipo de régimen patrimonial por el cual hayan optado las
partes, pues si bien el desequilibrio suele estar más presente en el
régimen de separación de bienes, nada obsta a que se produzca en el
marco de un régimen de comunidad, aun cuando en este último
supuesto, decretado el divorcio, ambos cónyuges tengan derecho a la
mitad de todo lo adquirido durante la vida matrimonial. De hecho, se
cuenta con precedentes jurisprudenciales en los cuales se dispuso una
compensación pese a la existencia de bienes gananciales (ver C. de
Apel. Civ. y Com. de Junín, 25/10/2016, “G., M. A. c/ D. F., J. M.
s/alimentos”, elDial.com - AA9AC9 y LL 28/04/2017, p. 4-
AR/JUR/70956/2016).
Al respecto, se ha dicho que “realizando una interpretación
integral de todas las pautas de fijación, es decir, todos los incisos –del
art. 442- corresponde precisar que ‘estado patrimonial’ no se refiere
sólo a los activos o pasivos que pudieran presentarse en los
patrimonios de cada uno de los cónyuges, sino fundamentalmente a la
capacidad o potencialidad de generar recursos económicos o incluso
conservar los activos económicos que pudieran existir. De allí que no
es determinante el régimen patrimonial en el cual se hubiera
desarrollado el matrimonio, porque aun dentro del sistema de
comunidad podría suceder que los activos fueran insuficientes para
generar recursos económicos para el cónyuge más dependiente; o
incluso que las necesidades de subsistencia consuman dichos activos,
sin posibilidades de generar nuevos recursos, a diferencia del otro
cónyuge que cuenta con la capacidad económica de generar recursos,
sea para nuevas adquisiciones o para conservar la intangibilidad de los
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
que ya tuviera” (conf. Pellegrini, María V., comentario al art. 441, cit.,
p. 468)
En el caso de autos, si bien existen bienes gananciales
considerables (teniendo en cuenta, como dije, exclusivamente
aquellos sobre los cuales no existe discusión en el proceso respectivo),
su eventual liquidación se dará recién en un lapso considerable si se
advierte –reitero- que el expediente pertinente se encuentra en plena
etapa probatoria, y que aun tras contar con sentencia firme, será
necesario proceder a su ejecución. Interin, la mayoría de estos bienes
se hallan bajo la gestión del demandado, encontrándose discutido si
producen rentas en la actualidad. La actora administra uno de los
departamentos de Punta del Este, percibiendo por ello un alquiler, y
utiliza la motocicleta para realizar trámites y demás gestiones que le
permiten obtener un ingreso. Es cierto, y así lo reconoce la propia
demandante, que tras la separación administró el garaje sito en la calle
Mariano Acha pues era de su titularidad, pero el cúmulo de deudas y
conflictos judiciales, sumado a su falta de capacitación laboral para
llevar adelante el negocio, provocaron el fracaso de ese
emprendimiento.
Todo lo descripto me obliga a retomar el análisis desde la
perspectiva de género: la circunstancia de que la titularidad y gestión
de la gran mayoría de los bienes del matrimonio recaiga sobre el
hombre también obedece a la estructura de poder que define los
vínculos de pareja.
Como bien se afirma, el dinero no se agota en su definición
económica, no es sólo una moneda de cambio. Más bien es un gran
delator que encubre las maneras de ejercer poder y de expresar amor.
Pero, por sobre todo, encubre ideologías jerarquizantes que en nuestra
cultura rigen la relación entre géneros. Es también un transmisor
activo de condicionamientos y un perpetuador de prejuicios. El dinero
no es neutro, tiene sexo. Y esa asignación es una presencia invisible
#28637869#199767417#20180306085113933
que condiciona el comportamiento de hombres y mujeres. Influye en
la manera de concebir lo masculino y lo femenino, legitima actitudes
protagónicas de hombres y condiciona a la marginación y la
dependencia a las mujeres. Esta asignación es uno de los pilares que
consolida un modelo de relación entre los sexos que restringe la
solidaridad. Un modelo caracterizado por el imperio de jerarquías, la
imposición mutua de poderes (conf. Coria, Clara, “La división sexual
del dinero y la sociedad conyugal”, cit.).
Por todas estas consideraciones, y sin perjuicio de los
eventuales derechos de la Sra. K. M. con relación a los bienes
gananciales, entiendo que en el caso se presenta un
desequilibrio económico manifiesto que significa un empeoramiento
de la situación de la actora con causa adecuada en el matrimonio y su
ruptura que justifica la fijación de una compensación económica a su
favor.
VI. Por último, en cuanto a la forma y alcance de la
compensación económica, como anticipé, el art. 441 del CCyC prevé
que puede consistir en una prestación única o en una renta por tiempo
determinado o, excepcionalmente, indeterminado, modalidad esta
última que no ha sido solicitada en el caso de autos, donde el reclamo
asciende a la suma única de $800.000.
Para la fijación de la cuantía y extensión de la compensación
tendré en cuenta los parámetros ya explicitados en el anterior
considerando, previstos en el art. 442 del CCyC, en orden al estado
patrimonial de cada uno de los cónyuges al inicio y a la finalización
de la vida matrimonial; la dedicación que cada uno brindó a la familia
y a la crianza y educación de los hijos; la edad y el estado de salud de
los cónyuges; la capacitación laboral y la posibilidad de acceder a un
empleo del cónyuge que solicita la compensación económica; y el uso
de la vivienda que fuera sede del hogar conyugal.
#28637869#199767417#20180306085113933
Poder Judicial de la Nación
JUZGADO CIVIL 92
#28637869#199767417#20180306085113933
F. y J. H. G., en su carácter de letrados apoderados de la parte
actora, en conjunto, en la suma de doscientos .... pesos ($....); y los
de la Dra. E. G. L., en su carácter de letrada apoderada de la parte
demandada, en la suma de .... pesos
($80.000) (conf. arts. 16; 20; 23; 29 y cc., ley 27.423); III)
Notifíquese, regístrese y oportunamente archívense las actuaciones.-
#28637869#199767417#20180306085113933