El Desarrollo Humano
El Desarrollo Humano
El Desarrollo Humano
Muchos países y territorios como Singapur, Corea del Sur o Taiwán, que ahora son ricos, solo tienen gente, son
pequeños, no son ni siquiera autosuficientes en agua, mucho menos en alimentos, minerales y combustible
(Enríquez Cabot, 2004). Esta constatación respalda el planteamiento de distintos Informes sobre Desarrollo
Humano que sostiene que la verdadera riqueza de una nación está en su gente. También ofrece a otros países
pequeños, densamente poblados y con poca disponibilidad de recursos naturales, la posibilidad de construir una
visión optimista sobre su futuro.
Pero, ¿qué han hecho esos países para avanzar tanto, en un entorno en apariencia desfavorable para el
desarrollo? Simplemente, tal como lo sugiere el paradigma del desarrollo humano, han colocado a las personas
al centro de su preocupación, invirtiendo en la expansión de sus capacidades con el propósito de ampliar sus
opciones y oportunidades. Han asumido la creación de un ambiente propicio para que sus habitantes disfruten de
una vida prolongada, saludable y creativa y han orientado las políticas públicas en esa dirección.
Este enfoque del desarrollo no es una invención nueva. Según Haq, la idea de que los beneficios sociales deben
juzgarse por el nivel de promoción del “bienestar humano” se remonta hasta Aristóteles (384 – 322 A.C.). Este
filósofo sostenía que “la riqueza no es el bien que buscamos, porque es simplemente útil y persigue otra cosa”.
También distinguía un buen orden político de uno malo por sus éxitos y fracasos al permitir a las personas llevar
“vidas prósperas”. Emanuel Kant (1724 – 1804) continuó con esa tradición de tratar a los seres humanos como el
verdadero fin de todas las actividades al señalar: “por lo tanto, actúen en cuanto a tratar a la humanidad, ya sea
en su propia persona o en la de otro, en cualquier caso como un fin adicional, nunca como medio solamente.”
Similar preocupación también fue expresada por Adam Smith (1723 – 1790), quien, al sostener que el desarrollo
económico debería permitir a las personas mezclarse libremente con otros sin “avergonzarse de aparecer en
público”, estaba acuñando un concepto de pobreza que iba más allá de contar calorías (Haq, 1995). La misma
preocupación se encuentra en los escritos de otros fundadores del pensamiento de la economía moderna, tales
como William Petty, FrancoisQuesnay, Robert Malthus, David Ricardo, Karl Marx y John Stuart Mill (PNUD,
1990).
El paradigma del desarrollo humano, sin embargo, va mucho más allá de lo que planteaban estos pensadores y
humanistas. El principal arquitecto y promotor del concepto de desarrollo humano fue el economista paquistaní
MahbubulHaq, apoyado en la teoría de AmartyaSen sobre la expansión de las capacidades.
El enfoque de Sen establece una relación entre funciones y capacidades. Las funciones son lo que las personas
valoran hacer o ser; y pueden ir desde las más elementales, como comer bien y no padecer de enfermedades
evitables, hasta otras más complejas, como participar en la vida de la comunidad y respetarse a sí mismas. Las
capacidades, por su parte, se refieren al conjunto de condiciones y posibilidades reales (i.e. tener conocimientos,
salud, ingresos, acceso a activos) que poseen las personas para realizar las funciones deseadas o vivir según lo
que valoren. Las capacidades, por lo tanto, representan la libertad de lograr distintas combinaciones de
funciones entre las que se puede elegir. Finalmente, el desarrollo humano es el proceso que amplía las opciones
de las personas y fortalece las capacidades humanas, para llevar al máximo posible lo que la persona puede ser
y hacer.
Desde esta perspectiva, los logros de los distintos países en sus procesos de desarrollo deberían dejar de
evaluarse exclusivamente con base en el PIB per cápita, como solía hacerse, para considerar un conjunto más
amplio de dimensiones. El rol de los individuos en la vida económica y social pasa de consumidores y
productores a constituirse en actores. Importa, por tanto, considerar “el interés percibido” y las “contribuciones
percibidas” por las personas, es decir, la manera en que las personas perciben su propio interés, cuestionando la
visión neoclásica de la utilidad. Esto último es especialmente relevante en el caso de muchas mujeres, quienes
suelen identificar sus deseos y necesidades con las de otros, debido a sus identidades atadas al interés de los
hogares, o que aceptan el estado de cosas como algo natural, todo lo cual tiende a preservar las condiciones de
inequidad en que viven (Sen, 1990).
Dentro del paradigma del desarrollo humano, por ejemplo, el propósito del desarrollo es ampliar todas las
opciones humanas, no solo mejorar el ingreso. Las personas, por lo tanto, pasan a ser consideradas como el
foco central de la gestión y constituyen el fin hacia el cual deben ir dirigidos todos los análisis y políticas (Jolly,
2002). El objetivo clave del desarrollo es llevar al máximo posible lo que la gente puede ser o hacer. Incluso la
reducción de la pobreza no es vista como un fin en sí mismo, ni como algo externo al desarrollo, sino como un
paso a algo mejor. Este “mejor” es su propio desarrollo.
Por su parte, los componentes del desarrollo humano son muy diversos, siendo los más importantes los
siguientes: a) Bienestar,. b) Cohesión social, c) Productividad, d) Equidad, e) Sostenibilidad. En cuanto a
las estrategias, este enfoque es claro y simple al plantear que se trata básicamente de dos aspectos: El primero
la formación de capacidades humanas mediante la realización de inversiones que mejoren su estado de salud,
conocimientos y destrezas; y el segundo, el pleno aprovechamiento de esas capacidades a través del empleo, el
desarrollo de otras actividades productivas, la participación política y en la vida de la comunidad, y el goce del
tiempo libre, entre otras opciones posibles.
Obsérvese que acá, de nuevo, la atención se centra en qué hacer para que las personas gocen de mayores
opciones y oportunidades, y no en discutir sobre qué tipo de combinaciones de mercado y Estado son las que
podrían asegurar una mayor eficiencia y un mayor rendimiento económico. Para el enfoque de desarrollo
humano, el problema no es si el Estado es grande o es pequeño, lo que importa es su calidad, que puede
medirse de distintas maneras: si facilita o restringe el crecimiento, si garantiza el acceso universal a servicios
sociales básicos y otros bienes públicos con la calidad que la sociedad necesita, si corrige oportunamente los
fallos de mercado, si contribuye a ampliar las opciones y oportunidades de la gente, etc.
El paradigma de desarrollo humano ha adquirido relevancia que, en los últimos años, algunos estiman que
todavía hay una prueba pendiente para su consolidación. Esta es la posibilidad de derivar de él paquetes de
recomendaciones de políticas públicas para activar procesos sostenidos de crecimiento socioeconómico. En
síntesis, este enfoque hace, es abordar los asuntos del desarrollo desde la posición ventajosa de las personas.
1. Organícense en pareja.
2. Lean el ensayo y realicen lo que se les orienta: