Representaciones, Emergencias y Resistencias PDF
Representaciones, Emergencias y Resistencias PDF
Representaciones, Emergencias y Resistencias PDF
REPRESENTACIONES,
EMERGENCIAS Y RESISTENCIAS
DE LA CRÍTICA CULTURAL
Mujeres intelectuales en América Latina y el Caribe
Nelly Prigorian
Carmen Díaz Orozco
[Editoras]
REPRESENTACIONES, EMERGENCIAS
Y RESISTENCIAS DE LA CRÍTICA
CULTURAL
Representaciones, emergencias y resistencias de la crítica cultural : mujeres
intelectuales en América Latina y el Caribe / Beatriz Sarlo ... [et al.] ;
coordinación general de Nelly Prigorian ; Carmen Díaz Orozco.
- 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : CLACSO, 2017.
Libro digital, PDF - (Antologías del pensamiento social latinoamericano y
caribeño / Gentili, Pablo)
REPRESENTACIONES, EMERGENCIAS
Y RESISTENCIAS DE LA CRÍTICA
CULTURAL
MUJERES INTELECTUALES EN AMÉRICA LATINA
Y EL CARIBE
Nelly Prigorian
Carmen Díaz Orozco
(Editoras)
Beatriz Sarlo
Marta Traba
Márgara Russotto
Mirla Alcibíades
Sara Castro-Klaren
Sylvia Molloy
Beatriz González-Stephan
Josefina Ludmer
Marilena Chauí
Miriam Muñiz Varela
Nelly Richard
Colección Antologías del Pensamiento Social Latinoamericano y Caribeño
Serie Pensamientos Silenciados
Creemos que el conocimiento es un bien público y común. Por eso, los libros de CLACSO están disponibles en
acceso abierto y gratuito. Si usted quiere comprar ejemplares de nuestras publicaciones en versión impresa,
puede hacerlo en nuestra Librería Latinoamericana de Ciencias Sociales.
Primera edición
Representaciones, emergencias y resistencias de la crítica cultural : mujeres intelectuales en América Latina y el
Caribe (Buenos Aires: CLACSO, julio de 2017)
ISBN 978-987-722-256-2
© Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales | Queda hecho el depósito que establece la Ley 11723.
CLACSO
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - Conselho Latino-americano de Ciências Sociais
Estados Unidos 1168 | C1023AAB Ciudad de Buenos Aires | Argentina
Tel [54 11] 4304 9145 | Fax [54 11] 4305 0875 | <[email protected]> | <www.clacso.org>
Presentación 11
REPRESENTACIONES
Beatriz Sarlo
Decir y no decir: erotismo y represión (en Una modernidad periférica:
Buenos Aires 1920 y 1930, 1988) 35
Marta Traba
Mirar en Caracas (en Mirar en Caracas. Crítica de arte, 1974) 59
Finale: Allegro con Fuoco
EMERGENCIAS
Márgara Russotto
Introducción (en Tópicos de retórica femenina, 1946) 77
Las Especificidades 85
I. La Tradición Reformista del Feminismo Latinoamericano 85
El Afán de Totalidad 105
II. La Escritora y la Diferencia 105
Mirla Alcibíades
La Familia de la Élite Venezolana se incorpora a la vida Pública
(en La heroica aventura de construir una república. Familia-nación
en el ochocientos venezolano (1830-1865), 2004) 123
Sara Castro-Klarén
La crítica literaria feminista y la escritora en América Latina
(en Narrativa femenina en América Latina. Prácticas y perspectivas
teóricas, 2003) 179
Sylvia Molloy
La política de la pose (en Poses de fin de siglo. Desbordes del género
en la modernidad, 2012) 197
RESISTENCIAS
Beatriz González-Stephan
Cuerpos de la nación: Cartografías disciplinarias (en Esplendores
y miserias del siglo XIX. Cultura y sociedad en América Latina, 1994) 211
Josefina Ludmer
Tretas del débil (en La sartén por el mango, 1984) 245
Marilena Chauí
El discurso competente (en Cultura e democracia, 2007) 253
Nelly Richard
Escenario democrático y política de las diferencias
(en La insubordinación de los signos, 1994) 297
11
Nelly Prigorian y Carmen Díaz Orozco
12
Presentación
REPRESENTACIONES
Beatriz Sarlo (Argentina, 1942), escritora y latinoamericanista am-
pliamente reconocida por sus investigaciones en torno a la cultura
latinoamericana y los vínculos estrechos que guarda con los procesos
sociales y políticos que la atraviesan. También destaca por su labor
como directora del Centro Editor de América Latina y de la Revis-
ta Punto de vista. Ha escrito numerosos libros sobre literatura ar-
gentina, modernidad y postmodernidad que, entre otras cosas, han
introducido a teóricos del marxismo, como Raymond Williams y
Walter Benjamin, para el estudio de las representaciones en el con-
tinente. De entre la heterogeneidad y complejidad de su producción
destaca Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930 (1988).
De cara a los intereses de esta antología, hemos elegido el Capítulo III
de este libro. “Decir o no decir: Erotismo y represión”, probablemente
el más femenino del conjunto. Más que por filiaciones de género, el
capítulo interesa porque muestra las estrategias discursivas de Sarlo
para hacernos incursionar en el panorama cultural de la Argentina
martinfierrista de la mano de tres escritoras de la época: Norah Lange,
Alfonsina Storni y Victoria Ocampo.
En esta labor, el despunte biográfico resulta imprescindible para
trazar las vicisitudes de estas mujeres en una sociedad, cuyo espa-
cio literario no se destacó por ser receptivo con el género femenino.
O más precisamente: se trata de una sociedad que mira con buenos
ojos la incursión de Norah y de Victoria en el campo intelectual de su
época, siempre y cuando se ubiquen en un lugar próximo a las funcio-
nes tradicionales de su sexo −al menos en lo que concierne a su rela-
ción con la literatura, aunque no solamente−. Se acepta que las muje-
res escriban siempre y cuando al hacerlo lo hagan como mujeres; esto
es, sin estridencias, ni rupturas incómodas. La poesía de Lange, por
ejemplo, está asediada por las restricciones de una producción que
ella sabe que va a ser leída por sus padres y amigos martinfierristas.
En consecuencia, es una poesía deserotizada que cuando habla del
amor debe despersonalizarse porque su familia “fija las condiciones y
su moral pone los límites dentro de los cuales es legítimo y aceptable
13
Nelly Prigorian y Carmen Díaz Orozco
14
Presentación
15
Nelly Prigorian y Carmen Díaz Orozco
Para Marta Traba, Caracas es una ciudad inventada, que pasa por
encima de sus realidades y contradicciones, es una ilusión que poco
tiene que ver con Venezuela y su realidad de país rural y emotivo,
ajeno a la frialdad de las formas cinéticas. Los grandes contrastes se
dan precisamente en la provincia venezolana donde han “plantado”
obras magníficas, como el Museo Cinético en Ciudad Bolívar, pero
que resultan delirantes y desvariantes en su contexto, sobrepasando el
surrealismo, es una “ciencia ficción” de mayor distanciamiento con la
realidad, que tampoco induce a la reflexión.
Más allá de sus posiciones sobre la vanguardia y, particularmen-
te sobre el arte cinético en Venezuela, Marta Traba es la irreductible
exponente de la idea del compromiso que debe tener el arte con la
sociedad y, sobre todo, la independencia que debe sostener frente a los
poderes dominantes de esta, so pena de devenir en el artículo decora-
tivo que combina con el sofá y formar parte de “el discreto encanto de
la burguesía”.
EMERGENCIAS
Márgara Russotto (Italia, 1946), se ha desempeñado como poeta, pro-
fesora universitaria y crítico literario. Ha sido reconocida con el Pre-
mio de Poesía de la Bienal “José Rafael Pocaterra” por su obra Brasa
(1979); con el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal
por Tópicos de la retórica femenina (1993); y con el Premio de Poesía
de la Bienal “José Antonio Ramos Sucre” por Épica mínima (1996).
De entre su producción también destacan los poemarios Restos del
viaje (1979), Viola d’amore (1986) y Éxtasis. Poemas apócrifos de Sor
Juana (2000).
Fue profesora de la Universidad Central de Venezuela (UCV),
institución desde la cual impulsó nuevas áreas de investigación en el
campo de los estudios de la mujer y de su contribución a la Literatura
latinoamericana del siglo XIX. Su libro Tópicos de Retórica Femenina
no solo destaca por haber obtenido, en Venezuela, el Premio Muni-
cipal de Investigación Literaria en 1993, sino, y sobre todo, porque
constituye uno de los estudios de género fundadores del campo en la
cultura venezolana del siglo XX. Para esta antología, hemos incluido la
parte más teórica de este libro −“Introducción”; “Las Especificidades”;
“I. La Tradición Reformista del Feminismo Latinoamericano”; “El
Afán de Totalidad” y “II. La Escritora y la Diferencia”− porque en ella
convergen los alcances y características de su objeto de estudio. Con
él, Russotto logra impulsar un interés, inusitado hasta entonces, por
nuevas áreas de investigación en el campo del análisis de las produc-
ciones literarias escritas por mujeres mediante un enfoque compara-
tivo entre Brasil, Hispanoamerica y el Caribe. Con el auxilio de una
16
Presentación
17
Nelly Prigorian y Carmen Díaz Orozco
18
Presentación
19
Nelly Prigorian y Carmen Díaz Orozco
20
Presentación
21
Nelly Prigorian y Carmen Díaz Orozco
revelan, mejor que en los textos que la crítica ha canonizado, las tensio-
nes de las construcciones de género, sus aspectos más problemáticos, sus
intersecciones con otros discursos, sus puntos de fricción ideológica que
desbordan, de hecho, en un campo cultural infinitamente más rico que el
que suele reconocérsele a la literatura de fin de siglo. (180)
22
Presentación
RESISTENCIAS
Beatriz González-Stephan (Venezuela, 1952), es profesora del Depar-
tamento de Español y Portugués de la Universidad de Rice, egresa-
da de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas (1974), con
Maestría en Literatura Hispanoamericana por el Instituto Pedagógi-
co Universitario de la misma ciudad (1982) y Ph.D. en Literaturas de
América Latina por la Universidad de Pittsburgh en 1985. En 1987 se
hizo acreedora del Premio Casa de las Américas a la mejor literatura
latinoamericana por su trabajo La Historiografía Literaria Del Libera-
lismo Hispanoamericano Del Siglo XIX, premio que logró posicionar-
la como una de las voces más potentes de la crítica latinoamericana
contemporánea. Así lo demuestran sus innumerables publicaciones
durante más de tres décadas de trabajo académico, período durante
el cual ha dado a la luz, bajo su autoría y/o como coordinadora, más
de 15 títulos, además de numerosos artículos en prestigiosas revistas
especializadas de su país y del extranjero. Durante sus años como pro-
fesora de la Universidad Simón Bolívar de Caracas ha formado a una
sólida generación de investigadores universitarios ocupados en despe-
jar el mapa de las cruzadas del siglo XIX hispanoamericano barrien-
do las telarañas de una problemática que, en pleno siglo XX, parecía
sepultada en el osario de la crítica de su país.
Son emblemáticos sus trabajos sobre cultura visual y nuevas tec-
nologías, aunque sus mejores frutos los ha cosechado en el terreno del
análisis de las disciplinas impuestas al cuerpo ciudadano en el marco
23
Nelly Prigorian y Carmen Díaz Orozco
24
Presentación
digo diseña las características del sujeto que requiere la nueva nación;
para lograr este cometido estos textos no castigan, sino que previenen
de la posible exclusión social de aquellos individuos que no estén dis-
puestos a seguir sus prescripciones. En este contexto, mientras que los
manuales necesitan de cuerpos simétricos y las gramáticas imponen
una lengua común, las constituciones homogeneizan a los sujetos;
esto es, producen sujetos semejantes, condición sinen quoi non para
construir las bases de la nueva nación e insertarla en el comercio in-
ternacional.
Las instituciones que respaldan estas disciplinas son, en primer
lugar, el Juez, quien será el garante del Estado para imponer, desde el
juzgado, la ley nacional; en segundo lugar, el maestro, quien, junto a
los padres de familia, serán los encargados de velar por la higieniza-
ción del cuerpo y de la lengua tanto en la escuela como en el espacio
doméstico. Esta tríada de cuerpos dependen, a su vez, de la obedien-
cia de los ciudadanos para alcanzar sus objetivos; quien no se rija por
estas instituciones, ni se acoja a las disciplinas prescritas se convierte
en otredad y de esa otredad dependerá el poder para legitimarse.
Estas políticas de higienización de cuerpo y lengua convertirán
a la suciedad en la representación simbólica de la barbarie y, en otro
sentido, harán de la asepsia y de la higiene las garantías del progreso
y materialización de la nación moderna. Limpiar las ciudades de gru-
pos improductivos: locos, enfermos, o lo que parece ser los mismo,
indios, cimarrones, negros libertos y alzados; limpiar la lengua de ex-
presiones que la desvirtúen (las malas palabras); limpiar el cuerpo de
sus olores y pulsiones espontáneas. Lo otro es la enfermedad y, como
tal se temió su contagio.
Este afán de higienización de cuerpo y lengua, no solo trajo como
consecuencia el diseño de disciplinas eugenésicas destinadas a pro-
mover las combinaciones raciales más aptas para garantizar el forta-
lecimiento de la raza, también fomentó el empleo hispanismos en la
literatura de finales del siglo XIX. Para alcanzar la eficacia productiva
estos códigos distancian, clasifican y reagrupan en unidades análogas.
Crean conjuntos serializados: edad, sexo, clases, saberes, conductas y
capacidades. Disponen en series jerarquizadas unidades homogéneas,
no sin antes neutralizar la disparidad para hacerla análoga al con-
junto. Independientemente de las especificidades que adoptaron estas
disciplinas en los diferentes países del continente, ellas se impusieron
como garantías de civilización de la nación moderna y fundaron su
eficacia en la “capacidad domesticadora de la palabra”, en el “el poder
del sujeto letrado patriarcal y en la difusión de la pedagogía como
máquina de captura/captación/castración de las autonomías “inorgá-
nicas” y de las “fuerzas confusas de la barbarie” (41).
25
Nelly Prigorian y Carmen Díaz Orozco
26
Presentación
27
Nelly Prigorian y Carmen Díaz Orozco
28
Presentación
29
Nelly Prigorian y Carmen Díaz Orozco
30
Presentación
Nelly Prigorian
Carmen Díaz Orozco
31
REPRESENTACIONES
DECIR Y NO DECIR: EROTISMO
Y REPRESIÓN*
Beatriz Sarlo
“¡Te quiero, oh mi perfecta ignorante! No conoces
a Keyserling e ignoras el volumen de la tierra −a
decir verdad, lo mismo me acontece, señores−. Ni
siquiera has leído a Tagore, a la Mistral y a Nervo,
esos ídolos de las mujeres que no saben besar ni
hacer crochet, y escriben versos para nuestro mal”.
* Sarlo, Beatriz 1988 Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930 (Buenos
Aires: Ediciones Nueva Visión) pp. 69-93.
1 Sylvia Molloy, en su excelente ensayo “Dos proyectos de vida: Norah Lange y
Victoria Ocampo” (Filología nº 2) caracteriza dos únicas formas aceptables de un yo
35
Beatriz Sarlo
Estas dos mujeres, tan azoradamente niña la una, tan sabiamente femeni-
na la otra, marcan con un gesto inconsciente de vestales, la hora más clara
de nuestra evolución espiritual.
Ningún libro más natural y menos ista que este bello cofre de intimismo,
de matiz y de amor […] Victoria Ocampo es una escritora por naturaleza,
que nunca ha oficiado en el coro de las escuelas. (Proa, 1924: 6-7)
femenino público, hasta las primeras décadas de este siglo: “el convencionalmente efu-
sivo” de las poetisas, y el de las educadoras, que trasmiten, en vez de convenciones es-
téticas, convenciones éticas. Esta doble figuración social es la forma de los obstáculos a
partir de los cuales las mujeres ingresan en la esfera pública y la cultura. Sigue Molloy:
“Para deshacerse de su yo (no otra cosa es la literatura), tanto Victoria Ocampo como
Norah Lange eligen, para iniciarse, uno de los dos clichés que he mencionado: la po-
esía.” Véase también: Josefina Ludmer, “Las tretas del débil”, en La sartén por el mango.
2 Proa, año 1, nº 3.
3 Victoria Ocampo escribe sus primeros textos en francés, pero, a diferencia de
Delfina Bunge, los publica en castellano.
36
Decir y no decir: erotismo y represión
… vimos que su voz era semejante a un arco que lograba siempre la pieza y
que la pieza era una estrella. ¡Cuánta eficacia limpia en esos versos de chica
de quince años! (1925: 6-7)
37
Beatriz Sarlo
38
Decir y no decir: erotismo y represión
5 (1925: 13): “quisieron enarbolarse como ponientes los gritos”, por ejemplo.
6 “El vino a mí./Me habló de algo que nacía./Yo no entendí, le pedí que repitiese./
Amé y olvidé… pero siempre… sus palabras pequeñas/me acariciaban, como las
manitas de un niño enfermo” (1925: 18).
39
Beatriz Sarlo
La voz llega de ti
diminuta
como mirada de niño. (1925: 43)
Cuando vuelvas
te diré —exhalando todo mi grito
sobre tus labios.
—Mirándote, parecía que no te ibas
y me dormí esa noche
bajo el crucifijo santo de tu recuerdo. (1925: 57)
40
Decir y no decir: erotismo y represión
41
Beatriz Sarlo
Tu nombre
42
Decir y no decir: erotismo y represión
ALFONSINA: LA POETISA
Alfonsina es un caso simétricamente opuesto. Ella no borra ni su se-
xualidad ni su sensualidad, sino que las convierte en centro temático
de su poesía. Desde el punto de vista biográfico, no había forma de
practicar, con éxito, un borramiento: Alfonsina llega a Buenos Aires,
en 1912, a los veinte años, embarazada de un hijo, soltera y sola. Un
año después publica sus primeras colaboraciones en Caras y Caretas;
cuatro años más tarde aparece su primer libro, La inquietud del rosal,
sobre el que, en 1938, ella dice: “es sencillamente abominable; cursi,
mal medido a veces, de pésimo gusto con frecuencia” (Fernández Mo-
reno, 1967: 526).7 Todo eso es cierto; los poemas de ese libro y muchos
de los que le siguen hasta Mundo de siete pozos, de 1934, son un re-
sumen de la retórica tardorromántica, aprendida en lecturas escasas
propias de una formación azarosa e insegura. Maestra de provincia,
Alfonsina no puede, en estos primeros años, ser otra cosa que una
poetisa de mal gusto. Esto le valió un éxito continuado, por una parte,
y la desconfianza o el desprecio de la fracción renovadora, por la otra.
¿Por qué Alfonsina escribe de ese modo? Hay evidentes respues-
tas culturales que no son específicas de la condición femenina sino de
los desfasajes entre las estéticas de vanguardia y una línea media de
poesía de repercusión amplia. Alfonsina escribe como Nervo o Alma-
fuerte, desde un punto de vista. De sus rimas podría decirse, con más
43
Beatriz Sarlo
razón aún, lo que Borges dice de las de Lugones. Y quizás por eso, preci-
samente, tiene un éxito considerable (Nalé Roxlo y Mármol, 1964: 108).8
Su poesía se lee con una facilidad y rapidez similares a las de la novela
sentimental del mismo período; las recitadoras encuentran en Alfon-
sina las pièces de résistance de sus repertorios; fácil de memorizar,
clara y comprensible si se la compara con otras formas de la poesía
contemporánea. Es cursi porque no sabe leer ni escribir de otro modo.
Su retórica repetitiva, sus finales de gran efecto le conquistan el gran
público y el público preferentemente femenino que todavía era clien-
tela de poesía.
Como fenómeno socio-cultural Alfonsina es eso. No escribe así
solo porque es mujer, sino por su incultura respecto de las tendencias
de la cultura letrada; por su “mal” gusto, si se piensa en las modalida-
des del gusto que se imponían en la década de 1920. Su cursilería está
inscripta y casi predestinada en sus años de formación y en el lugar
que ocupa en el campo intelectual aun con el éxito.
Pero Alfonsina es algo más que esto tan fácilmente comprobable.
En su poesía se invierten los roles sexuales tradicionales y se rompe
con un registro de imágenes atribuidas a la mujer. Si, desde un punto
de vista literario, no trae innovación formal, es innegable un nuevo re-
pertorio temático que, en el espacio del Río de la Plata, comparte con
Delmira Agustini. Con este repertorio, Alfonsina abre su lugar en la
literatura. Su poesía será no solo sentimental sino erótica; su relación
con la figura masculina será no solo de sumisión o de queja, sino de
reivindicación de la diferencia; los lugares de la mujer, sus acciones y
sus cualidades aparecen renovados en contra de las tendencias de la
moral, la psicología de las pasiones y la retórica convencionales. “Yo
soy como la loba”, escribe Alfonsina en La inquietud del rosal, reivindi-
cando su excepcionalidad e invitando a otras a colocarse en ese lugar
que es solitario, pero también independiente y único:
8 En Mar del Plata, en 1925, por ejemplo, durante una Fiesta de la Poesía, Alfon-
sina se ve asediada por el público y llega a firmar en una sola tarde 200 libros de sus
obras. Nalé Roxlo, Conrado y Mármol, Mabel 1964 Genio y figura de Alfonsina Storni
(Buenos Aires: Eudeba). p. 108.
44
Decir y no decir: erotismo y represión
45
Beatriz Sarlo
46
Decir y no decir: erotismo y represión
El engaño
Soy tuya, Dios lo sabe por qué, ya que comprendo
que habrás de abandonarme, fríamente, mañana,
y que, bajo el encanto de mis ojos, te gana
otro encanto el deseo, pero no me defiendo.
47
Beatriz Sarlo
Las dos estrofas cuentan una historia nueva: se trata ahora de una
flâneuse, que invierte el tema clásico y el tópico del tango, en beneficio
de una mirada femenina más libre y, en consecuencia, más penetrante
y más irónica. Es una mujer segura la que comienza, en lugar de una
conversación cargada de patetismo, un diálogo frívolo, donde se tra-
baja la melancolía del otro. Es el hombre el que habla con miradas,
lenguaje literario típicamente femenino, y es también el hombre quien
reprocha la ligereza de la mujer que había poseído y abandonado.
Alfonsina repite, en otros poemas de Ocre, esta inversión de los
tópicos sexuales tradicionales. “Indolencia” muestra a un hombre fe-
minizado, vano, hermoso, tranquilo en su cuerpo perfecto. La adjeti-
vación corresponde a la mujer dentro del sistema literario-ideológico
del período. Alfonsina la toma y se la atribuye al hombre, con quien la
mujer que habla se comunica a través de un erotismo sádico. La mu-
jer se contempla como una nueva Salomé, dispuesta a sacrificar por
la muerte al objeto de su deseo, para totalizar así una posesión que,
en vida, es imposible precisamente por el carácter inacabado, por la
falta que marcaría al cuerpo femenino: “yo soy la que incompleta vive
siempre su vida” (1928: 34). Mujer incompleta no recurre a colmarse
en el hombre que desea y en la experiencia de un erotismo legitimado,
sino en la fantasía de muerte realizada en el cuerpo del hombre que ya
no puede, ni ha podido, ni podrá completarla.
Lo que es más notable: Alfonsina exhibe su incompletitud y su
diferencia como virtudes. Es la “oveja descarriada” de El dulce daño,
el pájaro que quiere abandonar la jaula donde la encierra su amante;
un ser inconstante y no solo víctima de la inconstancia masculina:
48
Decir y no decir: erotismo y represión
49
Beatriz Sarlo
Pero, ¿qué ha pasado en esta vida de mujer antes de esa lectura o re-
lectura de Dante con la que inicia su carrera intelectual pública? ¿Cuál
fue el continuum de micro-rupturas, de grandes y pequeñas trans-
gresiones, que la condujeron desde la cuna dorada de la oligarquía
argentina a la dirección de Sur? ¿Qué tenía ella de excepcional, que le
resultaba imposible aceptar las restricciones morales y culturales de
su medio?
Escritos muchos años después de los hechos que relatan, los tres
primeros volúmenes de la Autobiografía de Victoria Ocampo, publica-
dos después de su muerte, cuentan más de lo que podría suponerse.
No pretendo hacer un juicio sobre su “sinceridad”, o su “veracidad”,
sobre las que no tengo dudas más serias de las que puede suscitar el
género. Quiero decir, más bien, que la Autobiografía trasmite una in-
formación difícilmente desechable sobre la situación de una joven de
clase alta, en la Argentina de las dos primeras décadas del siglo XX.
Es confiable respecto de las restricciones que rodeaban a la formación
de la mujer y respecto del elenco de prohibiciones morales y sociales
que tramaban su vida cotidiana y sus perspectivas culturales. Es una
muestra bastante detallada de los límites a partir de los cuales Victoria
Ocampo construye su lugar de enunciación y su estilo de intervención
intelectual.
También es un testimonio sobre las políticas sexuales en la clase
alta porteña a comienzos de siglo y un relato, por momentos conmo-
vedor, del choque entre deseo, libertad y familia. Exhibe, además, el
conflicto entre el impulso culturalista de una adolescente y la incultu-
50
Decir y no decir: erotismo y represión
51
Beatriz Sarlo
bién una niña de familia bien, que goza, ante los ojos de Victoria, de la
incomparable dicha de estar de novia con un escritor, Manuel Gálvez,
incluyen todos los tópicos de la insatisfacción, la soledad intelectual,
el temprano descontento respecto de las condiciones de vida de la mu-
jer, centralmente de la mujer de su clase, porque Victoria Ocampo no
conoce ni va a conocer otro mundo:
… Conversación con Lía. Creemos que la sociedad tiene que cambiar. Tal
como está, las injusticias son intolerables, en muchos dominios. En el del
casamiento y de la mujer en general (que es el que conocemos) la cosa no
tiene nombre. (1983: 111-112)
En efecto. ¿Qué hacer? ¿La libertad? ¿La gloria? (Pero tengo el camino
cortado por los prejuicios caseros. La gloria hubiese sido ser actriz.) ¿El
amor? (1983: 95 y 99)
52
Decir y no decir: erotismo y represión
adivinaba que la única salida practicable del encierro iba a ser, para
Victoria, un casamiento equivocado.
Esta fue precisamente la salida de esa “vida ficticia”, inventada
por los hombres y que le pesa. Marguerite Moreno había temido que
Victoria tomara esa resolución, de una trivialidad común en la época:
casarse para liberarse. En verdad, el casamiento de Victoria Ocampo
fue lo que preveía la Moreno. Ya durante la luna de miel en París,
Victoria se da cuenta de que ese hombre, su marido, no le gusta ni
siquiera físicamente y, peor aún, que su convencionalidad timorata y
mezquina la abruma desde el primer día. Pero Victoria realiza el des-
tino postadolescente de las mujeres de su origen:
53
Beatriz Sarlo
54
Decir y no decir: erotismo y represión
M.P.P.A.
M.Q.Y.A.M.N.Z.
S.M.A.O.
55
Beatriz Sarlo
este tipo de relaciones con la cultura. Por eso, entre otras cosas, Victo-
ria Ocampo comienza el libro con una disculpa:
Pero esa disculpa es más sospechosa que la falta que intenta enjugar: por-
que, ¿de qué amor se trata? Ángel de Estrada, cuando Victoria Ocampo
le entrega los originales, logra transmitirle que algo en el libro le parece
impúdico: su relación clandestina con el amante puede acaso ser leída
en el recorrido por el amor que Victoria Ocampo realiza con La Divina
Comedia. El libro que ha escrito no es, a juicio de Ángel de Estrada, lo
suficientemente silencioso. Se desplaza de un amor a otro, de una mujer
que fue amada hasta la gloria hacia una que amó hasta la perdición. Por
otra parte, quizás la única tesis propiamente dicha del libro, gira en torno
de una lectura del poema en clave de “amor humano”:
La Divina Comedia es, desde ciertos puntos de vista, la obra del más subli-
me trovador de la Edad Media. (1928: 130)
56
Decir y no decir: erotismo y represión
Poseída, por su clase, por la naturaleza y el deseo, a los treinta años, Victo-
ria Ocampo comienza a cambiar los términos de esa posesión. Es, como
se vio, una historia costosa, donde la abundancia material y los tics del
snobismo no deberían ocultar los esfuerzos de la ruptura. Esa historia
culmina con éxito cuando Victoria Ocampo, en 1931, se convierte en una
suerte de capataza cultural rioplatense. En el mismo momento, comenza-
rá a regir sobre su cuerpo con la libertad de los hombres.
BIBLIOGRAFÍA
Borges, Jorge Luis 1925 “Prólogo” en Lange, Norah 1925 La calle de
la tarde (Buenos Aires: Samet).
De Nobile, Beatríz 1968 Palabras con Norah Lange, (Buenos Aires:
Carlos Pérez Editor).
Fernández Moreno, César 1967 “Muestra evolutiva de la poesía
argentina contemporánea” en La realidad y los papeles (Madrid:
Aguilar).
57
Beatriz Sarlo
58
MIRAR EN CARACAS*
Marta Traba
* Marta Traba (1974). Mirar en Caracas. Crítica de arte. (Caracas: Monte Ávila Edi-
tores, C. A.) pp. 13-21.
59
Marta Traba
60
Mirar en Caracas
61
Marta Traba
Solo muy pocos, diría yo los videntes, los tercos y los héroes, ade-
más de los jóvenes salvados por la rebeldía natural, repudiaron ese
plano internacional y resolvieron actuar con igual equidistancia de
ambas hegemonías, la europea y la norteamericana. En cuanto a la
europea, Argan tiene razón cuando la califica como distante y desde-
ñosa: no hay más que recorrer Europa para saber hasta qué punto no
existimos, y para saberlo con secreta alegría, al pensar que, por una
vez, los tradicionales, terribles y sangrientos colonialistas ni siquiera
nos tienen en cuenta.
¿A qué se debe, entonces, la enfermedad de las vanguardias? Sin
duda, a un movimiento que va de nosotros hacia afuera, de aquí hacia
allá, protagonizado por los artistas menos aptos para ver el mundo
a su alrededor y su increíble, original y polifacética fecundidad: mo-
vimiento que es aplaudido por las clases dirigentes apresuradas por
rellenar sus vacíos culturales con una indiscriminada benevolencia
hacia la imitación de los modelos de afuera.
En Caracas esta situación es mucho más neta que en otras par-
tes, porque el dinero inunda a la clase dirigente. La clase dirigente ha
comprado el arte con una prodigalidad y munificencia sin par en el
continente.
Hace diez años yo creía que esto podía resultar positivo, porque
revertería en una comprensión del fenómeno de la modernidad, y en
una educación del ojo que en la mayoría de nuestros países es ente-
ramente virgen. Ahora, sin embargo, no estoy tan segura de ello. Veo
que, en cambio de educar como “modelos extraños”, las obras moder-
nas introducidas en Caracas no han servido más que para lanzar a los
artistas a una carrera imitativa de magnitud también nunca vista.
¿Por qué el cinetismo alcanzó un poder omnímodo en Venezuela?
¿Por qué proliferaron exposiciones, grupos, galerías, museos, artistas
dedicados al cinetismo en todas partes, y hasta se pensó en convertir
a Caracas en la sede del cinetismo mundial? ¿Por qué todavía los jó-
venes siguen encandilados y continúan siendo la cola de león de un
proyecto que ya ha pasado de moda, después de haber sido, alternati-
vamente, descubrimiento, moda, imitación y prototipo para juguetes
de Navidad y adornos de supermercados?
La única respuesta es que este arte goza de favores, prebendas y
fortuna que lo mantienen en cartelera. Mientras hay demanda, hay
producto.
He visto sostenerse en los teatros de Caracas las obras más lamen-
tables, solo porque eran de vanguardia, y las sostenía una reiterada
demanda. En las sociedades cultas, el valor real del arte coincide, por
lo general, con la exigencia de la demanda. Entre nosotros, en cambio,
pasa casi siempre lo contrario, y este defecto perturbador se acentúa
62
Mirar en Caracas
63
Marta Traba
64
Mirar en Caracas
65
Marta Traba
CINÉTICOS Y EXPERIMENTADORES
Si yo digo en Caracas que quiero hablar del cinetismo1 sin prejuicios,
sin la más leve animosidad, y cerrar el conjunto de estos artículos con
un “finale: allegro con fuoco”, simplemente nadie me creerá.
Este es otro resultado de vivir en sociedades que están muy lejos
de la capacidad reflexiva europea, y que obedecen a pasiones tribales y
a ideas bloques, que nunca pueden ser examinadas con ecuanimidad.
Es cierto que considero la corriente cinética venezolana como una
especie de arte oficial, que ha convenido a las clases dirigentes y al
poder económico, por servir tanto a su ideología como a su esnobis-
mo. Es cierto que lo reitero y machaco sin cesar, en abierta campaña,
porque creo que en nuestros países las ideas no se pueden únicamente
exponer, sino que hay que defenderlas con uñas y dientes para conse-
guir un mínimo de atención sobre ellas. Pero si el cinetismo como
respuesta general a la situación cultural de la sociedad venezolana
me resulta inadecuado (por dar el calificativo menor), esto no signi-
fica que deje de apreciar el arte cinético como un movimiento válido
del arte de nuestro tiempo, y que piense que algunas obras cinéticas
reúnen todos los requisitos formales que convierten un objeto en obra
de arte. Lo prueba mi admiración convicta y confesa por Albers y por
Vasaraly, mi interés por Newmann, Kelly o Judd. No obstante, como
ya se me endilgó de manera irrevocable el epíteto de enemiga general
del cinetismo y personal de Soto (a quien apenas conozco y con quien
nunca he cambiado una palabra), me gustaría aclarar de nuevo mi po-
sición en estas notas, no para corregir equívocos, cosa que considero
imposible, sino para reforzar mis posiciones.
Sostengo que el cinetismo venezolano es un arte oficial: no hay
artes oficiales en el resto de América (el caso del muralismo oficial
patrocinado por el PRI en México no debe contabilizarse, puesto que
todo el arte moderno mexicano se ha hecho a sus espaldas), pero Ve-
nezuela, como he dicho tantas veces, es un país sui generis.
El arte cinético venezolano llena de complacencia tanto a las cla-
ses dirigentes como al poder económico, en caso de que ambos no
marchen ligados. La clase dirigente venezolana ha buscado dar una
66
Mirar en Caracas
67
Marta Traba
68
Mirar en Caracas
69
Marta Traba
70
Mirar en Caracas
71
Marta Traba
72
Mirar en Caracas
73
EMERGENCIAS
TÓPICOS DE RETÓRICA FEMENINA*
Márgara Russotto
INTRODUCCIÓN
¿Qué haría yo con lo que me había sido dado?
* Russotto, Márgara 2004 (1946) Tópicos de retórica femenina (San José: Editorial
de la Universidad de Costa Rica) pp. 3-56.
77
Márgara Russotto
78
Tópicos de retórica femenina
79
Márgara Russotto
80
Tópicos de retórica femenina
81
Márgara Russotto
82
Tópicos de retórica femenina
4 Cabe recordar que para Kate Hamburguer el sujeto histórico no debe confundirse
con el que escribe temas históricos. Es más bien el autor de cartas, memorias, auto-
biografías, etc., cuya individualidad es un dato interno fundamental a ser tomado en
cuenta. El sujeto teórico es el autor de informes, estudios, documentos y obras cientí-
ficas; y su persona individual no es pertinente al texto de ficción. El sujeto pragmático,
a su vez, es quien realiza la comunicación verbal orientada a la búsqueda de efectos
inmediatos, actualizando la función comunicativa del lenguaje −orden, pedido, pre-
gunta, etc.− sin apelar a sus estructuras. Ver su estudio “A lógica da criaçâo literaria”
(1975).
83
Márgara Russotto
84
Tópicos de retórica femenina
85
Márgara Russotto
LAS ESPECIFICIDADES
86
Tópicos de retórica femenina
87
Márgara Russotto
88
Tópicos de retórica femenina
89
Márgara Russotto
90
Tópicos de retórica femenina
91
Márgara Russotto
92
Tópicos de retórica femenina
93
Márgara Russotto
94
Tópicos de retórica femenina
95
Márgara Russotto
96
Tópicos de retórica femenina
otros grupos y/o instituciones (la iglesia, por ejemplo), constituye la base
de su especificidad que permite otros aportes significativos. Se ha revela-
do, por ejemplo, una mayor permeabilidad a las reivindicaciones feme-
ninas en los órganos de partidos y sindicatos brasileños, en comparación
a la rigidez de los mismos órganos en Francia, demasiado endurecidos
por una tradición de luchas obreras ortodoxas y de “estilo masculino”.15
Es entonces la actividad cotidiana de resistencia y organización contra la
pobreza lo que se impone; contra las dictaduras y los regímenes autoritarios;
la invención de nuevos mecanismos de solidaridad entre las mujeres y de
resistencia a la deformación de valores propios por la intervención extran-
jera en la intimidad y la vida cotidiana. Es la estrategia de supervivencia de
las madres de la Plaza de Mayo, luchando por la conservación de la especie
diezmada y llevando al ámbito público los signos de lo privado. Son las mu-
jeres en el exilio y las hijas de inmigrantes, quienes reconstruyen la saga fa-
miliar y la historia cultural de sus países arrasados, como mapas distantes
que se van borrando de la memoria, deformados por el odio o la nostalgia.
Son las testigos, participantes y protagonistas, de las nuevas sociedades de
aspiración socialista.
El feminismo crítico de las latinoamericanas cultas −vinculadas a
las instituciones de cultura, al magisterio, a los ámbitos académicos y
movimientos organizados− y el feminismo espontáneo de la pobreza −
de la lucha por la sobrevivencia, la educación popular, la dignificación
de los barrios− pueden considerarse dos ramajes de un tronco común
que define la reflexión sobre la problemática femenina en nuestro con-
tinente, desde comienzos de siglo, y que podríamos identificar como
la tradición reformista del feminismo latinoamericano. Un reformismo
literalmente entendido: como doctrina que se aparta de un modelo
central al cual corrige; en este caso, del feminismo europeo y nor-
teamericano. Un reformismo libre, además, del matiz peyorativo que
durante muchos años se le atribuyó a ese término, puesto que se pro-
pone alcanzar una sociedad más justa mediante reformas sucesivas y
graduales, repudiando la violencia como forma de acción política, en
la mejor tradición de las teorías de corte socialista.
Sin pretender ceñirnos a una periodización rigurosa o entendida
como norma estricta de ordenación, sino como una “línea” o “forma
esencial” capaz de evidenciar “la estructura de una ciencia” (Tacca, 1968),
creemos que la perspectiva reformista se ha manifestado desde las
primeras formulaciones sobre la problemática femenina difundidas
a través de artículos y conferencias; sobre todo de estas últimas, las
cuales caracterizaron la apertura del siglo a la modernidad. Hombres
97
Márgara Russotto
98
Tópicos de retórica femenina
Con las armas −y los límites− de su tiempo, el uruguayo revisa las múl-
tiples maniobras de la ideología conservadora detrás de las pseudo-uto-
pías; las contradicciones de la doble moral; y sobre todo las caprichosas
o interesadas consideraciones sobre los hijos, propuestas por pensado-
res famosos que nunca tuvieron hijos o a quienes simplemente aban-
donaron −Diderot, Montaigne, Whitman− desconstruyendo muchos de
los estereotipos de la discusión feminista todavía vigentes.
Pero esto no ocurre solamente en Uruguay. Entre la década del
veinte y del treinta −cuando se suceden los encuentros y coloquios so-
bre la mujer en México, en Buenos Aires y en La Habana− un conjunto
de voces reflexionaba en ese sentido, dándole cuerpo a esta misma
tradición.
Son conocidas las tres conferencias dictadas por Teresa de la Pa-
rra en Colombia, en 1930, donde insiste en la función pacifista, me-
diatizadora de la brutalidad de la guerra y atenuante de la violencia,
de la mujer como una constante de la vida americana. Es necesario re-
cuperar la originalidad y elegancia de su peculiar feminismo (que ella
calificó de “moderado” y otros pueden llamar conservador), a pesar
de cierto anacronismo que amaba cultivar y del aislamiento y desac-
tualización de sus referencias culturales; lo cual nunca empañó, sin
embargo, el reconocimiento público.
Su fina ironía hacia todo tipo de excesos y ambición de poder −”El
Padre Las Casas, afirma, […] luego de amar con pasión la piedad y la
justicia, amó todavía más el fuego de su propia elocuencia que per-
tenecía a la Escuela de Savonarola” (de la Parra, 1982);18 su delicada
atención hacia el sentido de los detalles de la vida familiar en la colonia,
que hasta la década pasada era suelo intocado y “reinado sin crónica ni
cronista de las mujeres”; su natural desconfianza hacia lo altisonante
del discurso oficial− “la Independencia, como toda revolución o cambio
brusco, solo alteró cosas exteriores”; su intimidad precursora con la
cultura de conventos; su libertad y agudeza críticas y, en fin, la suti-
leza de sus interpretaciones, la convierten en una figura paradigmáti-
ca de nuestro feminismo irónico, ilustrado, y de actitud defensiva, de
las primeras décadas del siglo. El aporte de la mujer en las tres etapas
por ella estudiadas −conquista, colonia e independencia− más allá de
sus diferencias, queda integrado a una imagen de activa armonía y co-
rrespondencias, cuya dialéctica es alegórica de una cierta visión de la
naturaleza como ente restablecedor del equilibrio. Como la naturaleza
−diríamos, recogiendo esa imagen− la mujer “catequiza a los nuevos
bárbaros mientras estos catequizan a los indios”. Una catequesis algo
desordenada, pero tan productiva y civilizadora como la que también
99
Márgara Russotto
llevan a cabo los jóvenes y el pueblo, quienes, según afirma, son los
portadores de la “cordial confusión” capaz de alterar las etiquetas de un
mundo obtuso y primitivo, sin noción de la ironía ni de otros compor-
tamientos lúdicos desconocidos entre sus contemporáneos.
Pero no es solamente su aristocracia espiritual lo que merece ser
recordado; ni la agudeza sorjuanina de “saber camuflado”, que tanto la
aproxima a la famosa artista mexicana. Cabe destacar, por lo contrario, la
independencia de sus interpretaciones históricas, como la visión redento-
ra de doña Marina, la mujer de Cortés llamada La Malinche. Símbolo de
la mayor traición y bajeza y estereotipo denigratorio en el habla popular
mexicana, para Teresa de la Parra ella representa el “otro” proceso civi-
lizatorio que subyace al pavor de la conquista: la portadora de la fusión
de las razas, el primer mediador cultural de nuestra historia y de nuestra
lengua que “va dulcificando acritudes al traducir los discursos de todos
los parlamentos”; y, en suma, el protagonista de “la primera campaña fe-
minista” latinoamericana, en su expresión más secreta y rudimentaria.
De 1939 es la conferencia de la dominicana Camila Henríquez
Ureña, titulada “Feminismo”, donde, además de puntualizar la anti-
güedad histórica de la pugna entre “las dos mitades de la humani-
dad”, desarrolla la idea de la necesaria complementariedad entre los
sexos, como base para una sociedad más justa. También en este caso
se proyecta una visión del proceso de emancipación femenina como
una parte del engranaje social más amplio, cuyo desarrollo es inelu-
dible, aunque todavía lejos de llegar a su culminación. Su revisión de
los grupos femeninos “estériles” (religiosas, prostitutas y solteronas),
que no aportan utilidad alguna a la sociedad, le permite sondear las
raíces históricas de la exclusión de la mujer, desde las cortes medie-
vales hasta la actualidad. Su programa es abarcante, y propone no
solo la emancipación económica sino también la reforma jurídica, la
obtención de todos los derechos políticos, el acceso a la educación
integral y la revisión de los fundamentos sobre los que descansa la
moral sexual. Camila entiende que las conquistas de las mujeres no
pueden realizarse en sentido aislado y vertical únicamente, pues,
no basta con ser precursoras o constituir la excepción. Por eso, como
cualquier otro movimiento social importante, es necesario que el de
la emancipación femenina se propague en sentido horizontal; que la
mujer colectivice su lucha extendiéndola a todos los ámbitos de la vida
social. Es entonces necesario actuar en varios frentes, pues el paso de
lo individual a lo colectivo implica sobre todo un proceso interno y
una transformación profunda de la propia sensibilidad:
100
Tópicos de retórica femenina
Junto a esta línea surge otra, más objetiva, a partir de una serie de
cambios que aproximan la experiencia literaria de la mujer a la del
hombre. Pues con la participación masiva de la mujer en los estudios
universitarios y la riqueza anterior de la experiencia acumulada, ella
101
Márgara Russotto
tesanato. Da mais casta simplicidade ao mais vibrante tumulto, sua voz pode
ter todos os timbres e extensôes. (E tudo isso, geralmente, sem prejudicar a
saudosa “tortilla” que reclamava o poeta satírico).20
20 … se realiza en la poesía, que a ella viene por otros caminos, con la misma natu-
ralidad del hombre. Nada está fuera de su alcance: ni el poder verbal, ni la sutileza
del lenguaje, ni la variedad de invenciones que caben a su artesanía. Desde la más
casta simplicidad al más vibrante tumulto, su voz puede tener todos los timbres y
extensiones. (Y todo eso, generalmente, sin prejuicio de la añorada “tortilla” que
reclamaba el poeta satírico). (Meireles, 1959)
21 Un estudio reciente centrado en el feminismo de Rosario Castellanos, es “Uma
consciência feminista. Rosario Castellanos” (Miller, 1987).
22 De aquí en adelante las referencias corresponden al conjunto de artículos publi-
cados bajo el título “Mujer que sabe latín” (Castellanos, 1973).
102
Tópicos de retórica femenina
23 Ibídem, p. 157.
103
Márgara Russotto
104
Tópicos de retórica femenina
EL AFÁN DE TOTALIDAD
105
Márgara Russotto
106
Tópicos de retórica femenina
25 Sigue siendo una guía insuperable el minucioso trabajo realizado por Antonio
Cándido para diferenciar, en relación a un mismo objeto, el enfoque de disciplinas
afines, como son la sociología y la crítica literaria en “Literatura e Sociedade” (2006);
en particular, la Parte I.
107
Márgara Russotto
108
Tópicos de retórica femenina
109
Márgara Russotto
110
Tópicos de retórica femenina
111
Márgara Russotto
112
Tópicos de retórica femenina
113
Márgara Russotto
114
Tópicos de retórica femenina
115
Márgara Russotto
116
Tópicos de retórica femenina
117
Márgara Russotto
118
Tópicos de retórica femenina
119
Márgara Russotto
BIBLIOGRAFÍA
Araújo, Helena 1963 “Feminismo de América latina en plazas, letras
y siglas” en Caravelle. Cahiers du monde hispanique et luso-
brasilien (Toulouse: Université de Toulouse 2 Jean Jaurès).
Araújo, Helena 1989 La Scherezada Criolla: Ensayos sobre escritura
femenina latinoamericana (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia).
Atwood, Margaret 1985 The Handmaid’s Tale (Barcelona: Bruguera).
Bajtín, Mijaíl 1986 “Literatura, cultura y tiempo histórico” en Textos
y contextos. Una ojeada a la teoría literaria mundial (Cuba: Arte y
Literatura).
Bajtín, Mijaíl 2008 Estética de la creación verbal (Buenos Aires: Siglo XXI).
Beck, Leda 1982 “Le mouvement des femmes au Brésil: de la lutte
générale en féminisme” en Cahiers des Amériques Latines Nª 26
(Paris) julio-diciembre.
Berger, Monroe 1979 La novela y las ciencias sociales (México: Fondo
de Cultura Económica).
Brink-Friederici, Christl 1990 “Para que servem trabalhos
comparativos?” en Batella Gotlib, Nádia A Mulher na Literatura
(Belo Horizonte: Imprensa da Universidade Federal de Minas
Gerais) Vol. III.
Bombal, María Luisa y Brunet, Marta 1938 La Amortajada (Buenos
Aires: Sur).
Broca, Brito 1979 “As mulheres na literatura brasileira” en Românticos
Pré-românticos Ultra-românticos (Sao Paulo: Estetica).
Brunet, Marta 1967 Soledad de la sangre (Montevideo: Arca).
Buitoni, Dulcília 1981 Mulher de papel: a representaçâo da mulher
pela imprensa feminina brasileira (Brasil: Edições Loyola).
Cándido, Antonio 2000 Formaçâo da Literatura Brasileira (Momentos
decisivos) (Belo Horizonte; Río de Janeiro: Editoria Itatiaia
Limitada).
120
Tópicos de retórica femenina
121
Márgara Russotto
122
LA FAMILIA DE LA ÉLITE VENEZOLANA
SE INCORPORA A LA VIDA PÚBLICA*
Mirla Alcibíades
123
Mirla Alcibíades
Las sociedades no son mas que el conjunto de las familias: luego aquellas
deberán ser de la misma condición, que estas; puesto que las partes, como
no puede negarse, conservan siempre su relación con el todo. (1830: 10)
1 En el “Elogio fúnebre del señor Pedro Machado”, Pedro Quintero también tom-
aba en cuenta esa escala de valores: “la constancia de sus votos, que antepuso a
las comodidades de la fortuna y a los encantos del hogar paterno […]” (Sociedad
Económica…, 1958: T. II, 83, subrayado por mí).
124
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
2 Nota del editor: en este artículo se incluyeron citas en español antiguo en las que
se respetó la grafía original.
125
Mirla Alcibíades
126
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
Yo debo casarme, Pepe, porque lo juzgo como un deber. Miéntras mas ci-
vilizado es un pais, mas se procura que las leyes i todo el órden social fa-
ciliten los matrimonios, como el estado mas perfecto del hombre, i el que
mas contribuye á la moral i á la prosperidad de los individuos i de todos
en jeneral.
127
Mirla Alcibíades
GUERRA Y PAZ
En esa década de los cuarentas, al tiempo que se planteaba el tema
matrimonial, una nueva preocupación hacía acto de presencia. Quie-
ro decir que durante esos años comenzó a hacerse sistemática una re-
flexión que no había tenido mayores cultores en el pasado. Me refiero
a aquella que estuvo orientada a la reflexión en torno a los problemas
nacionales. No quiero significar con esto que, en los años pretéritos,
escritos de esta naturaleza estuvieran ausentes. Baste ver las actas de
la Sociedad Económica de Amigos del País, o recorrer las páginas de
Fragmentos, El Liceo Venezolano o cualquier periódico volcado al de-
bate público, para advertir que la discusión sobre las angustias colec-
tivas, en especial bajo la forma de los temas económicos y político-
institucionales, fue presencia constante. A lo que me refiero aquí es
que, a partir de 1840, aproximadamente, se tornó vocacional una te-
mática que no se había visto en el pasado: una discursiva que buscaba
las razones que permitieran dar cuenta de lo que ya no vacilaban en
calificar como fracaso colectivo.
Es obvio que esos malestares surgían a partir de la caída de los
precios del café −a finales de la década de los treinta y comienzos de la
de los cuarenta−, cuando los sectores que generaban opinión se vieron
afectados por la contracción que experimentara la economía. Debido a
esa situación, al promediar la década de los cuarenta se hablaba de cri-
sis, porque nadie parecía estar dispuesto a ocultarla. En 1845 −por ci-
tar un momento de esas manifestaciones de pesimismo− El Repertorio
128
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
hablaba del “desaliento” que cundía por todas partes (“Instituto Tovar”,
enero de 1845: 53). Por ese motivo, viene a propósito examinar aquí el
tipo de respuestas que se ensayaron, todas unidas en el intento de dar
una explicación a las calamidades que afectaban al colectivo. Tanto el
sector oficial como voceros privados se hicieron eco de esta situación
de asfixia nacional.
Dentro de ese espíritu de señalamiento crítico a la parálisis ge-
neral, el 10 de diciembre de 1847 la Diputación provincial de Caracas
eleva a la Honorable Cámara de Representantes unas “Peticiones al
Congreso” que comienzan con un balance de lo más desalentador:
4 El informe que esa corporación entregó al año siguiente, es decir, las Ordenanzas,
resoluciones y acuerdos de la H. Diputación provincial de Caracas, expedidos en 1848,
pretendió poner las cosas en su lugar cuando sentenció que esa petición elevada al
Congreso el 10 de diciembre del año anterior “fue un pábulo para que el partido que
acaudillaba el General José Antonio Páez se lanzase en una conspiracion en la que
se han causado males infinitamente remediables y á esta provincia nunca repara-
bles” (Diputación provincial de Caracas, 1848: 64). Esas líneas finales hacían abierta
alusión a los sucesos acaecidos en el Congreso de la república en enero de 1848.
129
Mirla Alcibíades
130
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
7 En 1835, a raíz del golpe de Estado contra José María Vargas, el autor de las
Epístolas Catilinarias (F. J. Yanes) manifestaba estar “convencido de que la primera
raiz de todas las facciones que han devorado este suelo, es el infame deseo de vivir de
la propiedad agena, y de las rentas públicas”, para rematar con esto: “(s)í, mi amigo
es la corrupcion la madre de nuestros trastornos” (1835, n° 2: 4). Se puede advertir
que no se maneja todavía el argumento de la guerra como razón determinante de la
crisis. En esos tiempos muchos veían con mayor preocupación la tendencia al ocio:
el desinterés por el trabajo productivo. De hecho, abundaron los llamados a favor del
trabajo.
8 Ciertamente, una de las razones que permitió la aceptación mayoritaria que tuvo
Guzmán Blanco a su llegada al poder fue, justamente, la estela de pacificador que le
precedía.
131
Mirla Alcibíades
Esos cánticos forman el libro que presentamos hoy á nuestros lectores; ellos
encontrarán un eco en los corazones que arrebatados por el entusiasmo mis-
mo del poeta, hasta identificarse con él en sentimientos, mitigarán quizá la
tristeza que las horas de duelo y de pesar han arrojado sobre el alma.
132
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
Ah!… y qué triste es el cuadro que dejo trazado para un octojenario que
perdió su tiempo, sus años juveniles y su sangre por conquistar la indepen-
dencia… y advierte ahora que solo conquistó para su patria, hijos ingratos,
revoluciones y desastres… ¡Que peleó por la libertad… y sus fatigas y sa-
crificios hechos en los altares de aquella diosa han sido estériles, y contri-
buido únicamente… á cambiar un tirano estranjero por cien ó por mil de
casa sin títulos ni méritos!
133
Mirla Alcibíades
134
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
Cuarenta años hemos pasado [desde 1810, M.A.] en esta fatigante lucha,
sin que en el trascurso de este largo período hayamos vislumbrado siquiera
un rayo de esperanza. Las revoluciones se han sucedido instantáneamente
dejando tras sí, cada una de ellas, una huella de sangre y algunos años
perdidos para la patria.
[…]
[…]
135
Mirla Alcibíades
Queda claro que El Caraqueño no veía con ojos optimistas los poderes be-
néficos atribuidos desde tiempo atrás a la legislación (las “buenas leyes”)
y a la instrucción pública. Por encima de esos mecanismos garantes del
progreso, se erigía terrible y amenazante la razón armada. Ese mismo año
de 1851, Mariano de Briceño se conmocionaba ante el fenómeno de la
guerra que había estallado en la Nueva Granada, con estas líneas:
[…]
[…]
La guerra civil torna la bondad del corazon de los pueblos en dureza y fe-
rocidad. Para librarse, pues, de tantas desgracias, los pueblos todos deben
mirar la guerra civil con el horror mas grande, y rechazarla con toda su fé.
136
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
En casi todos los pronunciamientos y revueltas que han sufrido las repú-
blicas hispano-americanas desde que proclamaron su independencia, no
hemos visto nunca mas que la obra de las fracciones políticas, la mano de
este ó el otro bando, una conspiracion fraguada por un general para derri-
bar al dictador reinante y coronarse con el poder en nombre de la fuerza.
(agosto 24 de 1858: 2)
137
Mirla Alcibíades
El Ministro del Interior que termina hoy sus tareas administrativas, al ren-
dir ante vosotros sus últimos informes, siente el desagrado de anunciaros,
por segunda vez, que la república en el año que concluye ha sido víctima
de nuevos trastornos, y que la sangre venezolana ha corrido nuevamente
en medio de los azares de tristes contiendas, que la han enlutado como en
años anteriores. (1855: 1)
138
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
trina a los hombres, la que los atrae y liga por el comercio, la que los reúne
y hace amigos en los mercados, la que uniforma los intereses por el espíritu
de asociación, que nace luego del tráfico, la que hace florecer las artes e in-
dustrias, primera causa de apego al suelo y fundamento de amor patrio, la
que preside a las deliberaciones comunes, la que hace conocer y satisface
las necesidades colectivas. (1982: vol. II, 666, cursivas en el original)
139
Mirla Alcibíades
En síntesis, guerra y paz fue el dilema que mortificó a las más agudas
conciencias de aquellos años. Mayoritariamente, la elección estuvo a
favor de la segunda. Pero había un problema, y este se resumía en una
seca pregunta: ¿cómo lograrla?
140
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
Es una verdad innegable que la educacion influye sobre los pueblos de una
manera directa, modificando los hábitos y costumbres de sus hijos, y des-
pertando en ellos amor por el órden y la paz, fuentes fecundas de inagota-
bles bienes, cuando se logra afianzarlos en un país. (Diputación provincial
de Yaracuy, 1856: 12)
Esta posición equivalía a decir que había que calmar en los venezola-
nos, desde la más tierna infancia, las inclinaciones levantiscas. Por tal
motivo, no se vio como un exceso la relación entre el tema educativo
y la escuela. Por donde se la mirara, la asistencia a clases garantizaba
ganancias a futuro. Pero, en definitiva, al cabo de poco tiempo les
quedó claro que las proyecciones del aula no eran suficientes para
enfrentar la ingente tarea de lograr la paz nacional.
También tuvimos oportunidad de ver la salida poco menos que es-
pontánea (¿o ingenua, tal vez?) que proponía La Corneta del Pueblo al
implorar, casi, que se rechazara la guerra con toda la fe, No faltó quien
planteara la necesidad de adelantar una guerra definitiva que cerce-
nara de raíz las aspiraciones fratricidas que se pudieren imaginar si-
quiera: la guerra de las guerras.12 Hubo las nostálgicas aspiraciones
141
Mirla Alcibíades
EL PACTO FAMILIAR
En tal forma se dejaron ganar por la intuición de que la matriz fami-
liar ofrecía inexploradas potencialidades, que no vacilaron en dejar
atrás los lamentos autocompasivos. En otras palabras, se esforzaron
por fabricar una respuesta y, prontamente, con el ánimo de devolverse
la calma y el sosiego necesarios, la encontraron. De manera determi-
nante, al llegar la década de los sesenta se modeló un argumento que
vino a conciliar las vías ensayadas en el pasado y que, organizado con
una coherencia que resistía cualquier fisura, no tuvo dificultad para
lograr un funcionamiento cabal.
La salida que modelaron tuvo todas las características de un acto
de conciliación, porque lo que hicieron fue unir los tres sujetos prota-
gónicos de antigua data (los niños, las niñas y la mujer) en un espacio
íntimo que los unía y los conciliaba: el hogar. Si se mira más en deta-
lle, estaremos en condiciones de advertir que lo que hubo fue un rea-
comodo jerárquico, y al proceso de reasignación de funciones públi-
cas que comenzó con un marcado privilegio a favor de la instrucción
de la mujer, se le dio un golpe de timón para pasar a otorgarle mayor
crédito al núcleo familiar, es decir, a la unión de aquellos tres sujetos
sociales (niño, niña y mujer) en un mismo espacio físico (el hogar).
Fue así como a lo largo de la década de los cincuenta se buscó un
nuevo protocolo público que colocaba el énfasis en la familia y que
142
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
Era una alianza que armonizaba la familia con la moral. Tanto la fami-
lia extendida como la nuclear pasaban a girar alrededor del componente
moral. Pero la imagen de esta última, del hogar nuclear, será la que se
privilegiará con el paso del tiempo, y la figura llamada a preservar esa
armonía fue “la mujer, que á ella le está encomendado mui especialmente
el precioso tesoro de la paz doméstica” (Carreño, 1854: 83).
Ese mismo año, otro patricio de las letras, Eduardo Calcaño, arri-
baba a conclusiones que no ocultaban las coincidencias con Carreño.
Se trata de unas palabras que figuran en su “Discurso pronunciado
por E. Calcaño en la sociedad de María”. La elogiada intervención fue
incluida en la revista Mosaico y, en un preciso momento, el entusias-
mado orador leyó estas convicciones de patriarca:
13 Esa nueva imagen de la mujer como centro del núcleo hogareño, está represen-
tada en el ambrotipo que ilustra la portada de esta edición.
143
Mirla Alcibíades
144
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
145
Mirla Alcibíades
146
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
El hombre, animal que mueve pleitos, que mata gente, que con tranqui-
lidad de conciencia desola casas y provincias que (como Fausto) corta
los árboles centenarios y quema los hogares de los ancianos que le em-
barazan la vista de la fábrica o del puerto; el hombre, en fin, que goza
tanto en dedicar la noche entera al juego y la bebida, cuando Dios ha
permitido que en el mundo haya mujer, amor e hijos: esta fiera tan rara,
tan dañina y tan estúpida de corazón, no merece cultivar aquellos ramos
semiangélicos, tan superiores a él por lo rudo y frío de su percepción,
por su propia gracia y elasticidad de espíritu, por su escasez de facultad
simpática o asimiladora, y hasta por la constitucional tosquedad de sus
manos. (1978: 250-251)
17 Después del fallido alzamiento contra José Tadeo Monagas, el general Páez −
cabeza visible de la rebelión− fue sometido a encierro. En su Autobiografía cuenta
que estando en tan penosa situación recibió incontables muestras de aprecio: “(s)
obre todo las mujeres se mostraban ansiosas de verme un momento por la ventana
de mi calabozo. ¡Las mujeres! ¡Cuánto no han hecho las infelices, dignas de mejor
fortuna, por contribuir a la paz de Venezuela!” (1973: T. II, 443) Al salir en libertad,
varios meses más tarde, rumbo al destierro: “diez y seis señoritas cumanesas vesti-
147
Mirla Alcibíades
… o del novio por las ideas de la novia, se podría agregar con justicia.18
En el capítulo anterior traíamos a la memoria el recuerdo habanero
de J. Q. Suzarte: “el tema universal de las conversaciones, aun entre
las señoras, son las elecciones, las cuestiones políticas, administrati-
vas ó municipales” (1857: 140). La carta de las señoras de la población
de Achaguas al general Páez que traje a la memoria en el primer capí-
tulo, se afilia en esa tendencia.
La jugada fue ejecutada con una frialdad pasmosa. La tesis era
restarle al “bello sexo” su inclinación, cuando menos, a opinar en
cuestiones de gerencia pública, para construirle un único universo
de pensamiento y de acción: el espacio hogareño. Es decir, mujeres
descendientes de otras que habían tenido figuración de primera línea
en los años de guerra libertaria; mujeres que se sabían herederas de
inocultable estirpe de libertadoras; mujeres que habrían actuado con
igual determinación y arrojo que sus ascendientes si las circunstan-
cias así lo hubieran requerido, comienzan a ver cómo se cerraba el
cerco del apoliticismo a su alrededor.
Las venezolanas de las tres primeras décadas republicanas se
habían acostumbrado a leer en la prensa cuadros históricos sobre
los actos heroicos de sus antepasadas. Tenían, en efecto, recuerdos
que les servían de paradigma ejemplarizante. Si no, traigamos a la
memoria los ejemplos (por citar solo los de mujeres venezolanas) de
Leonor Guerra en Cumaná y de Ana María Campos en el Maracaibo
de 1823. En el Observador Caraqueño, en su entrega número 48 (no-
viembre 25 de 1824: nota a pie de pp. 3-4), se encuentra el recuerdo
que le dedican a estas dos venezolanas.19 Esas remembranzas hablan
148
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
mujer fue: “azotada por mano del verdugo, […] en las calles y lugares públicos de esa
ciudad, montada en un burro y casi desnuda” (1824: 3).
149
Mirla Alcibíades
LAS CARAQUEÑAS
A PAEZ
EL 28 DE JULIO
DE 1835
[…]
Suplicamos á la mujer por su propia dignidad, por tantos títulos como tie-
ne á nuestro respeto, por la gloria de su hogar, que no se engolfe en nuestra
política: que la mire con horror. Quede para los hombres esa política de
cálculo, que da lugar á la lucha de fieras, y si en esa lucha todo naufraga, no
queramos que naufrague en esa lucha la mujer. (noviembre 10 de 1861: 1)
150
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
151
Mirla Alcibíades
152
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
153
Mirla Alcibíades
25 Decía La Floresta (diciembre 8 de 1861: 2): “(l)os hijos continúan nuestra his-
toria, y si ha de continuar honrada nuestra historia, hagamos dignos de nosotros á
nuestros descendientes”.
154
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
Silencioso estaba el hogar en que no había niños […] Las pisadas sonoras
del pequeñuelo que corre por los aposentos, su voz melodiosa resonando
en el último rincon, han cambiado el aspecto de la casa, han mejorado las
fisonomias taciturnas de sus moradores, han acordado el instrumento cu-
yas cuerdas parecian destempladas, han hecho un largo dia de fiesta de lo
que no era mas que un dia de penosas tareas.
un recién nacido pues, es una necesidad que se cumple, una gota de miel
con que los ángeles de guarda endulzan los bordes del vaso de nuestras
amarguras, un lazo mas que estrecha los corazones. No conviene que en-
vejezcan todos los que componen una familia; urge siempre que haya un
26 Sobre los inicios de la literatura infantil cubana, debe verse a José Antonio Gutié-
rrez (1989).
155
Mirla Alcibíades
vástago que crezca junto al tronco, menester es que se advierta una prolon-
gacion de nuestro nombre, es de gran importancia para el sostenimiento
de los afectos y la consecucion del equilibrio moral, que unos suban en
tanto que otros bajan, que brillen unos astros cuando los otros se eclipsan.
27 J.V. Lombardi destaca como rasgo peculiar del período: “una mentalidad a corto
plazo, ansiosa de lucrar rápidamente, por los decenios de guerra entre 1810 y 1830,
los venezolanos eran poco dados a adoptar una actitud paciente y civil ante los asun-
tos de estado y la política. Además, las características de la recuperación económica
y agrícola de Venezuela tras la independencia, determinadas en gran medida por
los términos del comercio y las finanzas del Atlántico, acentuaron el síndrome de la
obtención de beneficios rápidos, convirtiéndolo en uno de los rasgos más marcados
de la vida pública y privada de Venezuela” (1985: 182).
156
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
157
Mirla Alcibíades
29 Por cierto, un campo de interés que no advirtió el argentino Emilio Carilla al mo-
mento de examinar las líneas temáticas que cultivó la poesía romántica del período
(cf. su conocido El romanticismo en la América hispánica).
30 No puedo dejar de recordar las estupendas estrofas finales: “Tú mismo, reló gigante,/
Descenderás de tu asiento,/ Y tu ruinoso cimiento/ Te sepultara tal vez./ Si, tú sentiras
del tiempo/ Las iras devastadoras,/ Y si cuentas nuestras horas/ Las tuyas cuentas tam-
bién// Tú serás, genio del tiempo,/ Por el tiempo al fin vencido,/ En tu base conmovido,/
Roto y deshecho despues/ ¡Hoi vives!… habrá un mañana/ Y otro mundo, y otra historia,/
Que borre hasta la memoria/ De lo que fuistes ayer// ¡Reló! las cuatro señala/ Tu puntero
misterioso./ Ayer tambien silencioso/ Que las apuntaba vi./ ¡Reló! tu mismo puntero/ Las
señalará mañana./ ¿Mas sabes si tu campana/ Resonará para mí?” (J.A. Maitín, 1851: 10).
31 La preocupación frente al devenir temporal no fue solo de los venezolanos. Qui-
ero aprovechar el momento para transcribir los primeros versos de un poema del
158
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
El 25 del corriente se han robado un relox chato de oro de una tapa con
la muestra y manos de oro; fabricado por Baundt & fils nº 236, lleva una
cubano Ramón de Palma que cultivó la misma temática. Fue publicado en el Aguinaldo
habanero de La Habana, por Pedro J. Morillas y Manuel Costales en 1857 (p. 77-80), “El
tiempo” de R. de Palma tiene una resolución estética más lograda que la producción local
de D.R.H. que he transcrito, y comienza así: “Oh Tiempo inexorable! oh causa fuerte/ que
con perpetuo irresistible impulso/ nos arranca, nos lanza y precipita/ del no ser á la vida, y
de la vida/ al insondable abismo de la muerte…!// ¿La voluntad del hombre nada alcanza/
¡oh Tiempo destructor! contra tu imperio?/ Su importante razon ni un paso avanza/ en la
senda intrincada del misterio, donde Fausto y Manfredo en su delirio/ quisieron penetrar,
y en vez de ciencia,/ de la tierra en los astros y en la cumbre,/ solo hallaron la amarga cer-
tidumbre/ de su loca ambicion y su impotencia.// ¿A dónde, pues, mi espíritu mezquino/
de su término en busca ó de su oríjen/ remontarse podrá…?”.
32 El Economista (marzo 8 de 1855) recoge un poema del cubano Jacinto Milanés
que tiene estos versos: “El tiempo, el tiempo veloz/ Que tiñe nuestras cabezas/ De
blanco, i tantas bellezas/ Deja sin luz i sin voz”.
33 No podemos sino ponernos de lado del infractor porque, en verdad, eran piezas
sumamente llamativas, de un enorme atractivo visual (sin contar el monetario).
159
Mirla Alcibíades
Un reloj de cilindro plata dorada y doble tapa, junto con una cadena de
oro, de eslaboncillos cuadrados, del cuello, han sido extraídos de la casa
nº 26 calle del Sol, el juéves 7 del corriente. Ofrezco al que diere razon de
estos objetos ó hubiere llegado á sus manos, una buena gratificacion y no
indagar el autor del hurto. Caracas Marzo 14 de 1850. Cárlos Requena.
A LA RIFA, A LA RIFA
ABUSO DE CONFIANZA
160
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
ROBO DE UN RELOJ
Un reloj de dos tapas, de oro, ha sido robado de la sala de la casa del que
suscribe, habrá como tres días. El reloj es pequeño y muy chato; es propio
para señora y tiene un gancho en una plancha, en la que están montados
unos granates, de la que pende una cadena corta y delgada, y al fin de
esta una llave pequeña; todo de oro. La fábrica es de Paris, a maquina[,]
cilindro y la muestra de porcelana. Se dará una buena gratificacion al que
lo presente ó denuncie su paradero. Calle de Carabobo, esquina del Hoyo
vicioso, número 130.
Caracas, abril 12 de 1853. Luis F. López.
ROBO
161
Mirla Alcibíades
162
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
EL TEMA HOGAREÑO
Una vez que el patriciado se encontrara con la familia y que convir-
tiera a la mujer en el centro del “templo” hogareño, fue natural que
la literatura convirtiera esos nuevos hallazgos en materia de interés.
Pero, así como en el terreno de la reflexión social les tomó un par de
décadas para llegar a consolidar los nuevos valores domésticos, de
igual manera, la producción literaria se encontró con el tema familiar
después de un período similar de ensayos.
En tal sentido, me parece que se expresaron con acierto los chile-
nos Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui al momento de saber
apreciar la novedad introducida por José Antonio Maitín en la poesía
latinoamericana:
No sabemos que ningun otro escritor, ántes que Maitin, haya dado en cas-
tellano una muestra de esa poesía doméstica, que no retrocede delante de
las imájenes caseras y de los accidentes vulgares y comunes de la vida.
(1861: 9, cursivas en el original)
163
Mirla Alcibíades
una especie de poesía íntima y familiar, que entonces era nueva en la lite-
ratura castellana, y que luego ha producido maravillas, siendo no pequeño
honor para Maitín el haber sido de los primeros en descubrir esta vena.
(1911: 412)
Una “especie”, fue la palabra que eligió Menéndez Pelayo, quizás por-
que no se atrevió a calificarla como tendencia definitiva. Ciertamente,
no había llegado el momento para que el hogar se convirtiera plena-
mente en materia de interés poético. Queda claro (aunque el estudioso
español no tuvo oportunidad de ahondar al respecto) que llamó más
la atención de los lectores futuros del discurso de Maitín la idea de
recogimiento, de intimidad afectiva, que la exploración del espacio
familiar recién inaugurado. Porque hay que ver de qué manera en su
poesía esa intimidad, esa vuelta a sí mismo, no se consustancia con lo
íntimo personal sino con la querencia, con lo íntimo espacial, con el
lugar de las amistades y de los afectos, con el poblado donde se asienta
la casa de habitación.
En “El hogar campestre” −título que no debe llamar a engaño,
porque no pretende referirse al espacio familiar en estricto sentido−
lo que privilegia el poeta es la placidez del terruño, una placidez que
contrasta con la aspereza (aridez política, a final de cuentas) de la vida
capitalina. Léanse si no estos versos iniciales:
Son los primeros momentos de esta temática del hogar. También apa-
rece como latencia la preocupación hogareña en un poema maitinia-
36 La idea del campo como lugar de contraste con la ciudad, se formula en esos
años, entre otros, por Cecilio Acosta en 1856 (“Cosas sabidas…”). Para este, la vida
bucólica es “ancha, desembarazada, a pedir de boca; […] Mesa parca y libre de cuida-
dos, a lo Fray Luis de León; naturaleza liberal y hombres sin odios, como los pintan
los poetas; diversiones tranquilas y serenas” (Acosta, 1982: vol. II, 663).
164
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
165
Mirla Alcibíades
166
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
167
Mirla Alcibíades
168
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
38 No es fortuito que la obra termine con estas palabras de Henrique: “(h)e aquí la
virtud premiada” (1850: 200).
169
Mirla Alcibíades
Antes que Alfonso Reyes, que Emilio Carilla y que Enrique Ander-
son Imbert, el dominicano Pedro Henríquez Ureña había advertido la
identidad de rasgos:
170
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
Todo pueblo tiene por principio la familia, base de las sociedades que ella
engendra por su desenvolvimiento natural.
39 Más comprometido con esta temática es “La casita blanca” de Cecilio Acosta, var-
ias décadas después. En ese poema, el hogar se ha tornado en el lugar de la seguridad y
la calma: “Al terminar el día, el afán duro/ del campo cese, que el vigor enerva;/ llegue
buscando la feliz caterva/ descanso en el hogar libre y seguro” (1982: Vol. II, 628).
Por cierto, en la edición de las Obras completas de C. Acosta se señala que “La casita
blanca” se publicó originalmente en La Revista, dato que es rigurosamente cierto, y
agregan que salió en el número de abril de 1872, lo que es rigurosamente incierto: se
incluyó en octubre 12 del año indicado.
171
Mirla Alcibíades
En la formulación doméstica que circula con vigor desde los años se-
senta vemos transitar, entre muchos otros, a Cecilio Acosta, cuando
plasmaba en el álbum de la señorita Carolina Tesdorpf, el 18 de junio
de 1871, conceptos de esta naturaleza:
172
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
173
Mirla Alcibíades
[Durante esos años] las publicaciones empezaron a señalar, con cierta des-
confianza, la presencia de madres sustitutas (las amas de leche, amas de
brazos y nodrizas) que se encargaban de parte de la educación infantil. Se
las criticaba porque no cumplían con los requisitos culturales de higiene
y de dedicación que exigía la naciente sociedad capitalista. Se esperaba
que las madres se encargaran directamente de la crianza de los niños o
que supervisaran la labor que hacían sus empleadas. La prensa femenina
que apareció en la segunda mitad del siglo pasado, y que se orientó es-
pecialmente al espacio doméstico, al igual que las publicaciones sobre la
infancia, los esposos, la maternidad, etcétera, tenían este mismo propósito.
(1995: T. II, 249)
41 Otra línea temática en la que se sintió desplazar con fluidez fue en la literatura
patriótica, sobre todo la referida al culto a los héroes.
174
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
BIBLIOGRAFÍA
Antero, Tomás Conversaciones familiares entre un padre y un hijo
sobre la vida del hombre 1840 (Caracas: Imprenta de Tomás
Antero).
Briceño, Mariano de 1855 “Estudios sobre los partidos” en Diario de
Avisos (Caracas).
Calcaño, Eduardo 1854 “Discurso pronunciado por E. Calcaño en la
sociedad de María” en Mosaico, p. 81.
Carilla, Emilio 1975 El romanticismo en la América hispánica
(Madrid: Gredos).
Carreño, Manuel Antonio 1854 Manual de urbanidad (Nueva York: D.
Appleton y ca).
Cisneros, Luis Benjamín 1864 Edgardo (París: Rosa Bouret).
Creutzer, Pedro 1826 “De la influencia de las mujeres en la sociedad;
i acciones ilustres de varias americanas” en Biblioteca Americana
(Londres: Imprenta de G. Marchant)
175
Mirla Alcibíades
176
La familia de la élite venezolana se incorpora a la vida pública
177
Mirla Alcibíades
178
LA CRÍTICA LITERARIA FEMINISTA
Y LA ESCRITORA EN AMÉRICA LATINA*
Sara Castro-Klaren
Hace poco una escritora francesa nos volvió a recordar la cruel, difícil
y central cuestión del ser femenino. Ella escribe:
179
Sara Castro-Klaren
1 Derrida en su crítica a Lacan en “La question du style” deja relucir que el dis-
curso psicoanalítico identifica el falo con el logos, en tanto que figuran como enti-
dades trascendentes en las que se funda el significado. Por lo tanto “falogocentrismo”
representa la fusión del falocentrismo con el logocentrismo de Occidente. Para más
detalles véase el texto de Derrida, el artículo de Carolyn Burke “Irigaray Through the
Looking Glass” y los textos de Luce Irigaray.
180
La crítica literaria feminista y la escritora en América Latina
181
Sara Castro-Klaren
182
La crítica literaria feminista y la escritora en América Latina
183
Sara Castro-Klaren
184
La crítica literaria feminista y la escritora en América Latina
185
Sara Castro-Klaren
186
La crítica literaria feminista y la escritora en América Latina
lo mismo/lo otro
sujeto/otro (objeto)
masculino/femenino
visible/no visible
pene/vagina
187
Sara Castro-Klaren
bien una comprensión del lugar que nos puede tocar en lo que ella
llama un contrato simbólico. Kristeva presenta el problema central de
la siguiente manera: “Si el contrato social, lejos de ser el de la igualdad
entre los hombres, se basa en una relación signada por el sacrificio
[teoría freudiana de la renunciación], por la separación y por la for-
mulación de diferencias esencialmente sacrificatorias capaces así de
producir un significado comunicable, ¿cuál es nuestro sitio en este
orden de sacrificio y/o lenguaje?” (Kristeva, 1981: 23). La búsqueda,
por tanto, no es de identidad sino de un espacio desde el cual poda-
mos hablar, el cual se convierte para Irigaray en un espacio “más allá
del espejo [es decir, lo femenino como reflección de lo masculino], un
lugar más allá de la economía psíquica del patriarcado, más allá de la
ciencia unificada de Occidente” (Irigaray, 1974). Tal lugar, entonces,
sería anterior al sitio edípico, sería un lugar fuera de la operación de
renunciación o realización de la unidad patriarcal, un lugar donde el
deseo de la mujer pueda pasar de ser el sexo que aún no es ni uno hacia
la formulación de una figura que permita evitar nuevas reapropiacio-
nes dentro del sistema humanista.2
A pesar de sus dislocaciones laberínticas, parecería que el nuevo
feminismo francés, llamado “antifeminismo” por su posición “anti-
humanista”, desdeñadora del liberalismo anglosajón, se asienta en el
reconocimiento general de que lo que se necesita para la construcción
de la mujer es la subversión de los sistemas masculinos de represen-
tación que hemos heredado. Para algunas, la exploración de la cons-
titución y funcionamiento del contrato simbólico de Kristeva, empe-
zando con el “efecto personal de la experiencia cuando uno enfrenta
el contrato como sujeto y como mujer” (1981: 24), basta para iniciar el
proceso. Este paso pondría de relieve la singularidad de cada persona
tanto como la multiplicidad de la identificación del individuo.
II
Creo que habiendo cimentado el camino para transponer la cuestión
idealista de la identidad en la búsqueda e investigación de y sobre la
mujer como sujeto de su propia experiencia, haríamos bien en recor-
dar el hecho de que la formulación de un conocimiento subversivo es
en parte posible por la irreparable escisión practicada en la ciencia de
Occidente desde Nietzsche y acompañada hasta el presente. De espe-
cial interés para este trabajo es lo que Foucault llama “la insurrección
188
La crítica literaria feminista y la escritora en América Latina
189
Sara Castro-Klaren
190
La crítica literaria feminista y la escritora en América Latina
191
Sara Castro-Klaren
Calibán:
Guamán Poma:
Y es bueno [escribir] para saber otras cosas y para enmendar sus ánimas
y conse[cue]ncias los dicho[s] cristianos… y muchas veces dudé… aceptar
esta dicha empresa [escribir] juzgando por temeraria mi intención… y se
despueblan las indias y no hay quién le ponga remedio… [a] este mundo
al revés.
192
La crítica literaria feminista y la escritora en América Latina
193
Sara Castro-Klaren
No, no es la solución
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoy
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con el venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.
BIBLIOGRAFÍA
Beauvoir, Simone de 1953 The Second Sex (New York: Knopf).
Burke, Carolyn. 1981 “Irigaray Through the Looking Glass” en
Feminist Issues Vol. 7, No. 2, Summer, pp. 288-306.
Castellanos, Rosario 1972 “Meditación en el umbral” en Poesía no
eres tú (México: Fondo de Cultura).
Cixous, Hélène 1977 “Le jeune née: an excerpt” en Diacritics Junio
pp. 64-69.
Derrida 1973 ““La question du style” en Nietzche aujord’ hui (Parií).
Fernández Retamar, Roberto 1971 Calibán (Alicante: Biblioteca
Virtual Miguel de Cervantes).
Funlenwider, Claire K. 1980 Feminism in American Politics (New
York: Praeger, Rutgers University).
194
La crítica literaria feminista y la escritora en América Latina
195
LA POLÍTICA DE LA POSE*
Sylvia Molloy
El momento en que el garzón arranca el loto, para
conducir su agrado al visitante. El otro garzón que
apoyándose en el azar de su memoria repite feliz-
mente el verso. Y el poeta que enterrado en su silen-
cio y en el coro de los otros silencios siente como la
futura plástica en que su obra va a ser apreciada y
recibe como una nota anticipada.
* Molloy, Sylvia 2012 Poses de fin de siglo. Desbordes del género en la modernidad
(Buenos Aires: Eterna Cadencia Editora).
197
Sylvia Molloy
198
La política de la pose
2. JUGAR A FANTASMAS
En dos ocasiones, al hablar de un “raro”, recurre Darío a un precep-
to de la Cábala citado por Villiers de l’Isle Adam en La Eva futura:
“Prends garde! En jouant au fantôme, on le devient” (Villiers, 1970: 103).
199
Sylvia Molloy
200
La política de la pose
3. EL AMANERAMIENTO VOULU
Si bien no toda pose finisecular remite directamente al homosexual,
sujeto en vías de ser formulado y para cuya formulación, tanto cul-
tural como precisamente legal, será decisivo el aporte de Wilde, sí
remite a un histrionismo, a un derroche, y a un amaneramiento tra-
dicionalmente signados por lo no masculino, o por un masculino pro-
blematizado; amaneramiento que, a partir de Wilde, y acaso más en
Hispanoamérica que en Europa (retornaré a este punto), se torna cre-
cientemente sospechoso, sujeto del pánico homosexual sobre el que
tan persuasivamente ha teorizado Eve Sedgwick (1985). Es decir, la
pose finisecular –y aquí esta su aporte decisivo tanto como su percibi-
da amenaza– crecientemente problematiza el género, su formulación
y sus deslindes, subvirtiendo clasificaciones, cuestionando modelos
reproductivos, proponiendo nuevos modos de identificación basados
en el reconocimiento del deseo más que en pactos culturales, invitan-
do a (jugando a) nuevas identidades sexuales. En Hispanoamérica, la
pose finisecular plantea nuevas economías de deseo que perturban y
tientan a la vez. Por eso –para conjurar su posible carga transgresiva,
por lo menos homoerótica– se la suele reducir con la caricatura o neu-
tralizar su potencial ideológico viéndola como mera imitación. Se la
acepta como detalle cultural, no como práctica. Se la reduce al afemi-
namiento jocoso, para citar a un crítico, a “una fastidiosa cháchara de
snobs que van a nuestras selvas vírgenes con polainas en los zapatos,
monóculo impertinente en el ojo, y crisantemo en el ojal” (Pedro Emilio
Coll, en Ulner, 1972: 207).
Nadie mejor que Rodó supo reconocer la carga transgresiva de
esa pose, su atractivo a la vez que su amenaza. En su ensayo sobre
Rubén Darío, trabajado como el más fino bibelot, propone una lectu-
ra notablemente simpática, mimética de Darío, donde incorpora su
201
Sylvia Molloy
202
La política de la pose
4. POSE Y PATOLOGÍA
En “La vida de Verlaine”, reseña sobre el libro “piadoso y definitivo”
de Edmond Lepelletier, escribe Rubén Darío:
203
Sylvia Molloy
204
La política de la pose
205
Sylvia Molloy
BIBLIOGRAFÍA
Baudelaire, Charles 1954 «Le peintre de la vie moderne» en Ouvres
complètes (Paris: Gallimard).
Darío, Rubén 1955 Obras completas I-V (Madrid: Afrodisio Aguado).
Gálvez, Manuel 1961 Recuerdos de la vida literaria vol. 1 Amigos y
maestros de mi juventud (Buenos Aires: Hachette).
González Echeverría, Roberto 1985 “The Case of the Speaking
Sattue: Ariel and the Magisterial Rhetoric of the Latin American
Easy” en The Voice of the Masteres: Writing amd Authority in Modern
Latin American Literature (Austin: University of Texas Press).
Henríquez Ureña, Max 1962 Breve historia del modernismo (México:
Fondo de Cultura Económica).
Hyde, H. Montgomery 1962 The Trials of Oscar Wilde (New York:
Dover Publications).
Ingenieros, José 1933 La simulación en la lucha por la vida. Obras
completas I (Buenos aires: Ediciones L.J. Rosso).
Ingenieros, José 1933 Simulación de la locura. Obras completas
II (Buenos aires: Ediciones L.J. Rosso).
Lezama Lima, José 1988 Julián del Casal (La Habana: Letras
Cubanas).
Molloy, Sylvia 2001 Decadentismo e ideología: Economias de desejo
na América Hispanica Finissecular (Sao Paulo: Editora da
Universidade de Sao Paulo).
Meyer, Moe (ed.) 1994 The Politics and Poetics of Camp (New York/
Londres: Routledge).
Ponce, Aníbal 1933 “Prólogo” a Ingenieros, José La simulación en la
lucha por la vida. Obras completas I (Buenos aires: Ediciones L.J.
Rosso).
206
La política de la pose
207
RESISTENCIAS
CUERPOS DE LA NACIÓN:
CARTOGRAFÍAS DISCIPLINARIAS*
Beatriz González-Stephan
211
Beatriz González-Stephan
212
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
213
Beatriz González-Stephan
1 Tomamos estas ideas del artículo “Post scriptum sobre las sociedades de con-
trol” de Gilles Deleuze. De Michel Foucault son decisivos trabajos Vigilar y castigar.
Nacimiento de la prisión y La verdad y las formas jurídicas.
214
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
215
Beatriz González-Stephan
216
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
217
Beatriz González-Stephan
218
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
219
Beatriz González-Stephan
220
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
221
Beatriz González-Stephan
222
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
223
Beatriz González-Stephan
tarios (de allí que las repúblicas fundadas hayan sido democracias
formales); y el conjunto de normas (manuales, gramáticas, tratados
de retórica e higiene) un sistema de micropenalidades operantes en la
vida cotidiana para reintroducir las disimetrías y desigualdades. Estos
géneros le permitieron a la nueva clase surgir y afirmarse; pero al poco
tiempo, cerrar el paso a nuevas camadas que también buscaban este
ascenso. El sistema piramidal no tardó en reconfigurarse bajo otras
consignas.
De todas estas tipologías genéricas hubo centenares en cada país
latinoamericano durante todo el siglo XIX. Generalmente su fiel re-
producción era parte de la misma función y naturaleza de esos textos.
Revisar una constitución o un manual es como leerlos casi todos.
Por consiguiente, para agilizar el objetivo de este trabajo, me voy
a referir como conjunto modélico a las Constituciones venezolanas13
del siglo pasado, a la Gramática de la lengua castellana destinada al uso
de los americanos (1847) de Andrés Bello, y al Manual de urbanidad y
buenas maneras (1853) también del venezolano Manuel Antonio Ca-
rreño. La Constitución Federal para los Estados de Venezuela de 1811
fue la primera de todo el mundo hispánico; la Gramática de Bello y
el Manual de Carreño han pasado a convertirse en libros de cabecera
tanto para el buen decir y escribir como de las buenas maneras: ob-
vian las razones para haberlos elegido como ejemplos de estos géne-
ros normativos y disciplinarios.14
Queremos enfatizar que estos géneros más que describir realida-
des diseñan escenarios de espacios y ciudadanías posibles. Lo que no
quita que en la práctica hubiese habido un progresivo y conflictivo
acercamiento y rechazo entre la letra y sus referentes.
224
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
225
Beatriz González-Stephan
2. LA INVENCIÓN DE LA CIUDADANÍA
La función jurídico-política de las constituciones y también en cierto modo
de las gramáticas y manuales apuntan, entre otros objetivos, a la invención
de la ciudadanía, en el sentido de la creación de un campo de identidad
que debía construirse como espacio de elementos homogeneizados para
su gobierno más viable. En palabras de Julio Ramos, “una identidad que
debía construirse precisamente en la transformación de los materiales
‘bárbaros’ e indisciplinados de las poblaciones, sobre todo campesinas y
subalternas, que se resistían a los distintos órdenes de la centralización
política y cultural requerida por la nación”.16
La constitución de un espacio simbólico que identifica sujetos seme-
jantes, bien porque hablan y escriben una lengua común y porque sus cuer-
pos simétricos se ajustan al mismo patrón, son algunas de las condiciones,
entre otras, que van a permitir el establecimiento de un orden mercantil
entre las regiones de la nación y su articulación al comercio internacional.
Las nuevas formas de comunicación exigían que los cuerpos y las lenguas
también unificaran sus lenguajes, así como los ferrocarriles, telégrafos y
vapores acercaban territorios y ciudades.
Uno de los atractivos del proyecto modernizador descansaba en la
eficacia de la racionalidad, que implicaba una estrategia de uniformiza-
ción o “mismificación” a todo nivel en aras del mayor beneficio del Estado
nacional. Aunque en la configuración de la ciudadanía intervienen nume-
rosos y complejos factores, uno decisivo fue la gramática, en el sentido
−y así lo pensaba Andrés Bello− de ser una de las instancias éticas, jurídi-
cas y políticas con mayor poder de intervención para la constitución de la
ciudadanía y como discurso fundacional del Estado moderno. La imposi-
ción −a través de una pedagogía obligatoria− de una estructura normati-
zadora de la lengua erradicaría no solo los “hábitos viciosos”, “defectos” y
“barbarismos groseros” de “las gentes de poca instrucción”, sino también
impediría la proliferación de “multitud de dialectos irregulares, licencio-
sos y bárbaros” en el continente hispanoamericano, “oponiendo estorbos
a la difusión de las luces, a la ejecución de las leyes, a la administración
del Estado, a la unidad nacional”.17
16 En “El don de la lengua” p. 21. Debo a este lúcido trabajo de Julio Ramos la
relación establecida entre la lengua y las políticas pureza dentro del nuevo régimen
de legalidades que funda la república.
17 Ver A. Bello “Advertencias sobre el uso de la lengua castellana (serie de artículos
publicados entre 1833 y 1834) y el Prólogo” a la Gramática de la Lengua Castellana
226
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
227
Beatriz González-Stephan
228
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
en su casa sin corbata, en mangas de camisa, sin medias, ni con los pies mal calza-
dos” (p.55) como tampoco el de “llevar la mano a la cabeza, ni introducirla por de-
bajo de la ropa con ningún objeto, y menos con el de rascarnos. Todos estos actos son
siempre asquerosos, y altamente inciviles” (p. 23).
21 “En la mujer −señala Carreño− es el método acaso más importante que en el hom-
bre, pues [...] su destino la llama a ciertas funciones especiales [...] so pena de acarrear
a su familia una multitud de males de alta transcendencia. Hablamos de gobierno de
la casa, de la inmediata dirección de los negocios domésticos, de la diaria inversión
del dinero, y del grave y delicado encargo de la primera educación de los hijos, de que
depende en gran parte la suerte de estos y de la sociedad entera” (pp. 44-45).
229
Beatriz González-Stephan
230
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
231
Beatriz González-Stephan
232
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
233
Beatriz González-Stephan
234
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
235
Beatriz González-Stephan
28 Op. cit., p. 15 y 25
236
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
237
Beatriz González-Stephan
nuestros padres en su posible pureza”, para evitar, según Bello, esas hibridaciones
que serían los “dialectos irregulares, licenciosos bárbaros” del habla propiamente
americana, que en otras palabras enturbiaría los canales de comunicación, como la
suciedad las calles (pp. 128, 129 y 130).
238
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
239
Beatriz González-Stephan
−o tal vez sí− que reprime el deseo, el desorden en el porte, el uso in-
usual del cuerpo y la voz. Quizás sea el ojo flagelador de tanatos. Los
mecanismos policiales, ahora individualmente subjetivados, convier-
ten a cada sujeto en un pequeño tribunal de la inquisición. El temor
a ser visto, la vergüenza a ser observado. En todo caso normas y leyes
tejen por su parte también un imaginario del control donde el ojo de
cada quien se vuelve juez de los demás: la escritura normatizadora
forja individuos vigilantes y vigilados. La mirada del juez, del maestro,
padre y médico se disemina en múltiples otras miradas que controlan
continuamente la más leve transgresión de los límites públicos, pri-
vados e íntimos. Por ello se cuidarán las formas, las apariencias, la
contención de las emociones, el contacto de los cuerpos, las retóricas
del buen decir, porque el ojo del otro recuerda permanentemente fron-
teras que solo son imaginarias.31
Si bien ver y ser visto convierte la vida urbana en una gran mas-
carada, no es menos cierto que la ciudad finisecular pasa a ser un
inmenso observatorio no solo policial, clínico, pedagógico, lingüístico
y literario. Bajo una mirada que todo lo escruta para su examen y cla-
sificación analítica se abren los compartimientos del saber moderno,
las disciplinas del conocimiento, que sitúa a los individuos en una red
de escrituras que lo capta, explica, cura, corrige y adapta. La razón de
la ciencia no es menos disciplinaria.
El nuevo régimen jurídico de las nacionalidades suponía una relación
también nueva entre el poder y las categorías modernas de productividad;
lo que implicaba redefinir las implementaciones del poder entre los suje-
tos en términos de una mayor rentabilidad de esfuerzos, encauzamiento
“útil” de las energías, fiscalización de movilidades gratuitas, en aras del
poder cumplir con la deseada agenda utópica del progreso.
Independientemente de cómo interactuó esta cartografía de escri-
tura de la patria con la dinámica de cada una de las realidades nacio-
nales latinoamericanas, el conjunto de textualidades disciplinarias se
propuso como uno de los bastiones del proyecto civilizatorio, y, como
tal, creyó en la capacidad domesticadora de la palabra, depositó su fe
en el poder del sujeto letrado patriarcal y en la difusión de la pedago-
gía como máquina de captura/captación/castración de las autonomías
“inorgánicas” y “fuerzas confusas de la barbarie”. Para ello jamás fue-
ron suficientes todas las tácticas de intervención controladora −fron-
31 Este ojo punitivo es introyectado hasta tal extremo que la más íntima privacidad
es aún controlada. Ya estamos hablando de una policía interiorizada: “También es
un mal hábito el ejecutar durante el sueño movimientos fuertes, que a veces hacen
caer al suelo la ropa de la cama que nos cubre, y que nos hacen tomar posiciones
chocantes y contrarias a la honestidad y al decoro” (Carreño, p. 48).
240
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
BIBLIOGRAFÍA
Achugar, Hugo (comp.) 1998 La fundación por la palabra. Letra
y nación en América Latina en el siglo XIX (Uruguay: FHCE,
Universidad de la República).
Anderson, Benedict 1983 Imagined Communities. Reflections on the
origin and Spread of Nationalism (Londres, Nueva York: Verso).
Aranguren, José Luis 1966 (1982) Moral y sociedad. La moral
española en el siglo XIX (Madrid: Taurus Edics).
Balibar, Renée y Laporte, Dominique 1974 Le Français National:
Politique et pratiques de la langue nationale sous la Révolution
Française (Paris: Hachette).
Balibar, Renée y Wallerstein, Imanuel 1991 Race. Nation Class.
Ambiguous Identities (Londres, Nueva York: Verso).
Barrán, José Pedro 1992 (1989) “La cultura ‘Bárbara’: (1800-1869)”
en Historia de la sensibilidad en Uruguay (Montevideo: Edics. de
la Banda Oriental) Tomo I.
Barrán, José Pedro 1992 (1990) “El Disciplinamiento (1860-1920)” en
Historia de la sensibilidad en Uruguay (Montevideo: Edics. de la
Banda Oriental) Tomo II.
Bello, Andrés 1965 “Advertencias sobre el uso de la lengua
castellana” en Silva Castro, Raúl (ed.) Antología de Andrés Bello
(Santiago de Chile: Edit. Zig-Zag) pp. 184-206.
Bello, Andrés 1981 “Prólogo” en Trujillo, Ramón Gramática de la
lengua castellana destinada al uso de los americanos, edición
crítica (Tenerife: Instituto Universitario de Lingüística Andrés
Bello) pp. 121-131.
Bourdieu, Pierre 1991 La distinción. Criterios y bases sociales del
gusto (Madrid: Taurus).
Carreño, Manuel Antonio 1927 Manual de Urbanidad y Buenas
Maneras (París: Casa Edit. Garnier Hermanos) Edición
corregida y aumentada.
241
Beatriz González-Stephan
242
Cuerpos de la nación: cartografías disciplinarias
243
TRETAS DEL DÉBIL*
Josefina Ludmer
* Ludmer, Josefina 1984 “Tretas del débil” en La sartén por el mango (Río Piedras:
Ediciones Huracán).
245
de lucha donde se debaten sistemas e interpretaciones enemigas; su
revisión periódica es una de las maneras de medir la transformación
histórica de los modos de lectura (objetivo fundamental de la teoría
crítica). Respecto del lugar específico, se trata de otro tipo discordan-
cia: la relación entre el espacio que esta mujer se da y ocupa, frente al
que le otorga la institución y la palabra del otro: nos movemos, tam-
bién, en el campo de las relaciones sociales y la producción de ideas y
textos. Leemos en esta carta ciertas tretas del débil en una posición de
subordinación y marginalidad.
Como se sabe, esta es la respuesta a la carta que le envió el Obispo
de Puebla (con la firma de Sor Filotea de la Cruz), quien había publi-
cado por su cuenta un escrito polémico de Juana (contra el sermón
de Antonio de Vieyra sobre las finezas de Cristo, un escrito teológico y
polémico) con el título de Carta Atenagórica. Juana responde y agrade-
ce esa publicación. Narra algunos episodios de su vida ligados con su
pasión por el saber, y finalmente polemiza sobre la interpretación de
una sentencia de San Pablo que dice: callen las mujeres en las iglesias,
pues no les es permitido hablar.
La escritura de Sor Juana es una vasta máquina transformadora
que trabaja con pocos elementos; en esta carta la matriz tiene solo
tres, dos verbos y la negación: saber, decir, no. Modulando y cambian-
do de lugar cada uno de ellos en un arte de la variación permanente,
conjugando los verbos y transfiriendo la negación, Juana escribe un
texto que elabora las relaciones, postuladas como contradictorias, en-
tre dos espacios (lugares) y acciones (prácticas): una de las dos debe
estar afectada por la negación si se encuentra presente la otra. Saber
y decir, demuestra Juana, constituyen campos enfrentados para una
mujer; toda simultaneidad de esas dos acciones acarrea resistencia y
castigo. Decir que no se sabe, no saber decir, no decir que se sabe, sa-
ber sobre el no decir: esta serie liga los sectores aparentemente diver-
sos del texto (autobiografía, polémica, citas) y sirve de base a dos mo-
vimientos fundamentales que sostienen las tretas que examinaremos:
en primer lugar, separación del campo del saber del campo del decir;
en segundo lugar, reorganización del campo del saber en función del
no decir (callar).
Primero: separación de saber y decir. Juana escribe al Obispo que
lo que le demoró la respuesta era no saber responder “algo digno de
vos” y “no saber agradeceros” la publicación de su propio texto. Juana
dice de entrada que no sabe decir. El no saber conduce al silencio y se
liga con él; pero aquí se trata de un no saber decir relativo y posicional:
no se sabe decir frente al que está arriba, y ese no saber implica pre-
cisamente el reconocimiento de la superioridad del otro. La ignoran-
cia es, pues, una relación social determinada transferida al discurso:
246
Juana no sabe decir en posición de subalternidad. Las voces de las au-
toridades supremas lo confirman: Santo Tomás “callaba porque nada
sabía decir digno de Alberto”; a la “madre del Bautista le suspendió el
discurso” cuando la visitó “la Madre del Verbo”, y Juana añade: “Solo
responderé que no sé qué responder; solo agradeceré diciendo que no
soy capaz de agradeceros”. Este es también un lugar, un locus retórico
denominado “modestia afectada”; no nos interesa como tal sino en la
medida en que magnifica a lo otro y lo marca con un exceso que pro-
duce no saber decir.
La carta de Juana contiene, por lo menos, tres textos: 1) lo que
escribe directamente al Obispo; 2) lo que se ha leído como su autobio-
grafía intelectual, y 3) la polémica sobre la sentencia de Pablo: callen
las mujeres en la iglesia. Tres zonas en constante relación de contra-
dicción, tres registros significantes que transforman el sentido de los
enunciados. Todo lo dirigido al Obispo implica la aceptación plena del
lugar subalterno asignado socialmente y el intento de callar, no decir,
no saber (dice, por ejemplo, en la confesión que dirige al Obispo, que
entró en religión para “sepultar con mi nombre mi entendimiento y
sacrificárselo solo a quien me lo dio”, pues había pedido a Dios que le
quite la inteligencia, “dejando solo lo que basta para guardar su Ley,
pues lo demás sobra, según algunos, en una mujer; y aun hay quien
diga que daña”. Pero en el interior del texto autobiográfico afirma
casi inmediatamente que entró en religión por la “total negación que
tenía al matrimonio”). Aquí, en la biografía, escribe que calla, estu-
dia y sabe. Nos interesa esta en la medida en que dibuja otro espacio
del texto, el propio, despojado de retórica, y donde escribe lo que no
dice en las otras zonas. Su historia, que ella narra como historia de
su pasión de conocimiento, aparece para nosotros como una típica
autobiografía popular o de marginales: un relato de las prácticas de
resistencia frente al poder. (Observemos, además: un género menor, la
autobiografía, en el interior de otro, la carta.) Nos interesa la prime-
ra escena, que emerge como el punto de partida de su epistemofilia:
cuenta que engañó a la maestra (“le dije que mi madre ordenaba me
diese lección”) y que guardó silencio ante la madre: “y supe leer en
tan breve tiempo, que ya sabía cuando lo supo mi madre…”; “y yo lo
callé”. Su primer encuentro con lo escrito se condensa, en la biografía,
en no decir que sabe.
La autoridad materna y el superior se ligan así estrechamente:
son esos a quienes no se dice, al Obispo por no saber decir, y a la ma-
dre “y yo lo callé, creyendo que me azotarían por haberlo hecho sin or-
den”. El silencio constituye su espacio de resistencia ante el poder de
los otros. Lo mismo ocurre con las escrituras sagradas que Sor Filotea
le aconseja estudiar: Juana reitera el no decir por no saber y ahora,
247
otra vez, por miedo al castigo; hablar de asuntos sagrados se le hace
imposible “por temor y reverencia”, por peligro de herejía: “Dejen eso
para quien lo entienda, que yo no quiero ruido con el Santo Oficio,
que soy ignorante y tiemblo de decir alguna proposición malsonante
o torcer la genuina inteligencia de algún lugar”. (Una digresión: aquí
surge la relación de la Respuesta con el único texto que, según escri-
be Juana allí mismo, escribió por gusto: El sueño o Primero sueño.
La Respuesta puede leerse en uno de sus cortes como un comentario al
poema en la medida en que este desarrolla una teoría del conocimien-
to y del impulso epistemológico, y a la vez postula la imposibilidad
de captar lo Absoluto. Tanto la Respuesta como el Primero Sueño se
abren con el tema del mutismo y el silencio; en el poema el silencio
se constituye, además, en punto final: en la cumbre el entendimiento,
perplejo, calla).
Hay así tres instancias superiores: la madre, el Obispo y el San-
to Oficio, que imponen temor y generan no decir: no decir que sabe
(a la madre), decir que no se sabe decir (al Obispo), y no decir por no
saber (el campo de la teología). En el primer caso ella estaba en pro-
ceso de saber, en el segundo escribe la Respuesta y exhibe en citas su
saber, y en el tercero se mueve precisamente en la Carta Atenagórica,
a propósito de cuya publicación escribe esta. El movimiento consiste
en despojarse de la palabra pública: esa zona se funde con el aparato
disciplinario, y su no decir surge como disfraz de una práctica que
aparece como prohibida. Juana decide entonces que el publicar, punto
más alto del decir, no le interesa. Lo que una cultura postula como su
zona valorada y dominante, allí es donde Juana dice “no sé”, no digo,
me abstengo, y marca otra vez que decir, escribir, publicar (que ahora
constituyen una serie) es una exigencia que proviene de los otros y se
liga con la violencia: “Y, a la verdad, yo nunca escrito, sino violentada
y forzada y solo por dar gusto a otros; no solo sin complacencia sino
con positiva repugnancia”.
El decir público está ocupado por la autoridad y la violencia: otro
es el que da y quita la palabra. El Obispo publica (y ella a la vez que
agradece protesta: no quiero publicar, me fuerzan); el Obispo escribe
(y ella: no sé responderos); el Obispo ordena estudiar lo sagrado (y ella:
no sé, tengo miedo). Juana, en tanto mujer, dice que es aquella a quien
se otorga y se quita y se exige la palabra (pensemos en la confesión),
no quien la toma como su dueña. Nos interesa especialmente el gesto
del superior que consiste en dar la palabra al subalterno; hay en Lati-
noamérica una literatura propia, fundada en ese gesto. Desde la litera-
tura gauchesca en adelante, pasando por el indigenismo y los diversos
avatares del regionalismo, se trata del gesto ficticio de dar la palabra
al definido por alguna carencia (sin tierra, sin escritura), de sacar a
248
luz su lenguaje particular. Ese gesto proviene de la cultura superior y
está a cargo del letrado, que disfraza y muda su voz en la ficción de la
transcripción, para proponer al débil y subalterno una alianza contra
el enemigo común. Es muy posible que la publicación de la carta res-
pondiera precisamente a la necesidad del Obispo de enfrentar a otros.
El gesto del Obispo, que se disfraza de Sor Filotea de la Cruz para es-
cribir a Juana, es la transferencia a la carta del gesto de la publicación
de la palabra del débil: él tapa su nombre-sexo para abrir la palabra
de la mujer y publica, dándole nombre, el escrito de Juana (ella, a su
vez, dio la palabra a los indios en sus poemas). Pero el dar la palabra
y el identificarse con el otro para constituir una alianza implican una
exigencia simultánea: el débil debe aceptar el proyecto del superior.
El Obispo, que horizontaliza las relaciones con Juana al tomar nombre
femenino, quiere recuperarla para el campo sagrado y que abandone
lo que no cuadra a la religión. Si se llama Filotea (amante de Dios)
es porque desde ese lugar es posible escribir a Sor Filosofía (amante
del saber, autora de la Carta digna del saber ateniense). El seudónimo
del Obispo y la publicación del texto-polémica constituyen la defini-
ción misma del proyecto que tiene para Sor Juana. Y allí es donde
ella erige su cadena de negaciones: no decir, decir que no sabe, no
publicar, no dedicarse lo sagrado. En este doble gesto se combinan la
aceptación de su lugar subalterno (cerrar el pico las mujeres), y su tre-
ta: no decir pero saber, o decir que no sabe y saber, o decir lo contrario
de lo que sabe. Esta treta del débil, que aquí separa el campo del decir
(la ley del otro) del campo del saber (mi ley) combina, como todas las
tácticas de resistencia, sumisión y aceptación del lugar asignado por
el otro, con antagonismo y enfrentamiento, retiro de colaboración.
Juana hace entrar en contradicción saber y decir; ese es el punto
de partida de la cadena contradicciones que proliferan en el texto. Su
lugar propio es el del estudio y el saber; si escribir es “fuerza ajena”,
“lo mío es la inclinación a las letras”; no estudio para decir, enseñar ni
escribir, sino “para ignorar menos”. Y cubre de silencio el espacio del
saber: los libros son mudos (“sosegado silencio de mis libros”, “tenien-
do solo por maestro un libro mudo” dice en tono de queja); la lectura
se desarrolla desde San Ambrosio, maestro de San Agustín, sin habla.
Desde esa otra red, donde se juega ya no su decir sino su verdadera
práctica, Juana escribe sobre el silencio femenino.
Segundo movimiento: saber sobre el no decir. Este movimiento
implica una reorganización del campo del saber. Para discutir la sen-
tencia de Pablo sobre el silencio de las mujeres en la iglesia, erige una
doctrina de la lectura (no propia, no revulsiva sino estrictamente esco-
lástica) que niega la división entre saber profano y saber sobre el más
allá, en un árbol de las ciencias (a la manera del de Raimundo Lulio)
249
en cuya cúspide se encuentran los textos sagrados. Para llegar a ellos y
a la teología, como le aconseja el Obispo, dice que “hay que subir por
los escalones de las ciencias y las artes humanas; porque ¿cómo en-
tenderá el estilo de la Reina de las Ciencias quien aún no sabe el de las
ancillas?” Y enumera: lógica, retórica, física, aritmética, geometría,
arquitectura, historia, derecho, música, astrología. Estas ciencias es-
tán encadenadas unas con otras. En el registro de su biografía cuenta
las dificultades que tuvo para estudiar estas ciencias (esclavas, puesto
que sin ellas no hay altura); le prohibieron durante tres meses el estu-
dio, pero (el gesto de la resistencia) “aunque no estudiaba en libros,
estudiaba en todas las cosas que Dios crió, sirviéndome ellas de letras,
y del libro toda esta máquina universal”. Siempre es posible, entonces,
anexar otro espacio para el saber. No solo no hay división entre saber
sagrado y profano, sino que no hay división entre estudiar en libros y
en la realidad. Ha descubierto “secretos naturales” mientras guisaba:
“Veo que un huevo se une y fríe en la manteca o aceite y, por el con-
trario, se despedaza en el almíbar”. Y finalmente, en la medida en que
no hay división ninguna en su campo, no es posible escindir mujeres
y hombres para el saber, que solo admite la diferencia entre necios,
ignorantes, soberbios por un lado, y sabios y doctos por el otro. Juana
encontró un espacio pues situado más allá de la diferencia de los se-
xos. Y el conocimiento, adquirido en silencio, le permite leer de otro
modo la sentencia de Pablo sobre el silencio que deben guardar las
mujeres: en la Iglesia primitiva, dice, ellas se enseñaban doctrina unas
a otras en los templos, y el rumor de conocimiento confundía a los
apóstoles cuando predicaban. Por eso Pablo les mandó callar. “No hay
duda que para la inteligencia de muchos lugares es menester mucha
historia, costumbres, ceremonias, proverbios y aun maneras de ha-
blar de aquellos tiempos en que se escribieron para saber sobre qué
caen y a qué aluden algunas locuciones de las divinas letras”. Juana
nos da aquí una lección de crítica literaria e ideológica; la verdad dog-
mática y el régimen jerárquico, nos dice, borran de lo escrito la huella
de la historia: a partir de una circunstancia concreta y dada, se erigió
un dogma autoritario y eterno, una ley trascendente sobre la diferen-
cia de los sexos. Este es su saber y decir sobre el silencio femenino.
Finalmente acepta que las mujeres no hablen en los púlpitos y en
lecturas públicas, pero defiende la enseñanza y el estudio privado (de-
fiende su escritura en verso y la polémica con Vieyra). Aceptar, pues, la
esfera privada como campo “propio” de la palabra de la mujer, acatar
la división dominante, pero a la vez, al constituir esa esfera en zona
de la ciencia y la literatura, negar desde allí la división sexual. La treta
(otra típica táctica del débil) consiste en que, desde el lugar asignado
y aceptado, se cambia no solo el sentido de ese lugar sino el sentido
250
mismo de lo que se instaura en él. Como si una madre o ama de casa
dijera: acepto mi lugar, pero hago política o ciencia en tanto madre
o ama de casa. Siempre es posible tomar un espacio desde donde se
puede practicar lo vedado en otros; siempre es posible anexar otros
campos e instaurar otras territorialidades. Y esa práctica de traslado
y transformación reorganiza la estructura dada, social y cultural: la
combinación de acatamiento y enfrentamiento podían establecer otra
razón, otra cientificidad y otro sujeto del saber. Ante la pregunta de
por qué no ha habido mujeres filósofas puede responderse entonces
que no han hecho filosofía desde el espacio delimitado por la filosofía
clásica sino desde otras zonas, y si se lee o escucha su discurso como
discurso filosófico, puede operarse en una transformación de la re-
flexión. Lo mismo ocurre con la práctica científica y política.
Desde la carta y la autobiografía, Juana erige una polémica eru-
dita. Ahora se entiende que estos géneros menores (cartas, autobio-
grafías, diarios), escrituras límites entre lo literario y lo no literario,
llamados también géneros de la realidad, sean un campo preferido
de la literatura femenina. Allí se exhibe un dato fundamental: que los
espacios regionales que la cultura dominante ha extraído de lo coti-
diano y personal y ha constituido como reinos separados (política,
ciencia, filosofía) se constituyen en la mujer a partir precisamente de
lo considerado personal y son indisociables de él. Y si lo personal, pri-
vado y cotidiano se incluyen como punto de partida y perspectiva de
los otros discursos y prácticas, desaparecen como personal, privado y
cotidiano: ése es uno de los resultados posibles de las tretas del débil.
BIBLIOGRAFÍA:
de la Cruz, Sor Juana Inés 2017 Carta atenagórica y respuestas a Sor
Filotea (Barcelona: Linkgua).
de la Cruz, Sor Juana Inés 1714 Primero Sueño (Madrid: Imprenta
Real).
251
EL DISCURSO COMPETENTE*
Marilena Chauí
253
Marilena Chauí
254
El discurso competente
255
Marilena Chauí
256
El discurso competente
1 Este artículo fue presentado durante la 29° reunión de la SBPC (Sociedade Bra-
sileira para o Progresso da Ciência) que había sido prohibida por el poder central.
257
Marilena Chauí
258
El discurso competente
259
Marilena Chauí
260
El discurso competente
del trabajo, sino como ciencia en sí, ciencia encarnada en las cosas.
La idea de Organización sirve para cimentar la creencia en la exis-
tencia de estructuras (infra o supra, poco importa) que existen en sí
y funcionan bajo la dirección de una racionalidad propia e indepen-
diente de la voluntad y de la intervención humanas. Lo real, la acción
y el conocimiento quedan así consustanciados, identificados. En el
interior de esa “sustancia”, esto es, de la Organización, los hombres
ya encuentran pre-trazadas las formas de acción y de cooperación “ra-
cionales”, es decir, aquellas que les están permitidas. Y cada sujeto
imagina conocerse a sí mismo por la mediación del conocimiento que
la Organización juzga poseer respecto de él. La ideología, presentando
un nuevo modo de representar la racionalidad y el objeto racional,
se realiza ahora por medio del enorme prestigio conferido al conoci-
miento, confundido con la ciencia o la cientificidad.
¿Qué es el discurso competente en cuanto discurso de conoci-
miento? Sabemos que es el discurso del especialista, pronunciado
desde un punto determinado de la jerarquía organizacional. Sabe-
mos también que habrá tantos discursos competentes como lugares
jerárquicos autorizados a hablar y a transmitir órdenes a los grados
inferiores y a los demás puntos del mismo nivel jerárquico. Sabemos
también que es un discurso que no se inspira en ideas y valores sino
en la supuesta realidad de los hechos y en la supuesta eficacia de los
medios de acción. Finalmente, sabemos también que se trata de un
discurso instituido o de la ciencia institucionalizada y no de un saber
instituyente e inaugural y que, como conocimiento instituido, tiene el
papel de disimular bajo una capa de cientificidad la existencia real de
la dominación.
Aun así, esas determinaciones del lenguaje competente no deben
ocultarnos lo fundamental, esto es, el punto a partir del cual tales
determinaciones se constituyen. La condición para el prestigio y para
la eficacia del discurso de la competencia como discurso de conoci-
miento depende de la afirmación y la aceptación tácitas de la incom-
petencia de los hombres en cuanto sujetos sociales y políticos. En este
punto, las dos modalidades del discurso de la competencia convergen
en una sola. Para que ese discurso pueda ser pronunciado y mante-
nido es imprescindible que no haya sujetos, sino apenas hombres re-
ducidos a la condición de objetos sociales. Ahora bien, exactamente
en el instante en que tal condición es satisfecha (el discurso adminis-
trativo como racionalidad de lo real), la otra modalidad del discurso
competente entra en escena para ocultar la verdad de su primera cara.
Es decir, el discurso competente como discurso de conocimiento entra
en escena para intentar devolver a los objetos socioeconómicos y so-
cio-políticos la cualidad de sujetos que les fuera sustraída. Esa tentati-
261
Marilena Chauí
262
El discurso competente
BIBLIOGRAFÍA:
Chauí, Marilena 2007 Cultura e democracia (San Pablo: Cortez).
Lefort, Claude 1971 Elements pour une critique de la bureaucratie
(Ginebra: Editorial Droz).
Lefort, Claude 1977 “Maintenant” en Libre N° 1 (Paris: Payot).
263
EL FÁRMACON COLONIAL: THE BIOISLAND*
* Muñiz Varela, Miriam 2013 Adiós a la Economía (San Juan: Ediciones Callejón).
265
Miriam Muñiz Varela
266
El Fármacon Colonial: The Bioisland
2 La obra de Bruno Latour, desde su más difundida We have never been modern
hasta su propuesta del “actor-network theory”, ha sido una apuesta por develarnos la
complejidad que ocultan las formas di- cotómicas en el orden disciplinario-científico
moderno, en la eficacia de sus oposiciones entre naturaleza, sociedad y tecnología,
y como consecuencia la imposibilidad de dar cuenta de los modos de existencia que
fusionan o acoplan a los sujetos y los objetos (1993 y 2005).
3 Véase Derridá, Jacques 1992 “Force of Law: The Mystical Foundation of Authority”
en Deconstruction and the Possibility of Justice (New York / London: Rutledge) pp.
3-67. He trabajado esta crítica al derecho en el ensayo “La universidad y la ley: las
paradojas de la impotencia” en Nina, Daniel 2006 Ni una vida más para la toga, (San
Juan: Ediciones Callejón) pp. 105-118. Y también en el artículo “Pensar la violencia
para hablar de...” en 1999 Bordes No. 7 pp. 1-6.
4 Vea el concepto de bioeconomía, referido a la producción biotecnológica, espec-
ulación dineraria, deuda y capital financiero en Cooper, Melinda 2008 Life as Surplus,
Biotechnology & Capitalism in the Neoliberal Era, (USA: University of Washington
Press).
267
Miriam Muñiz Varela
268
El Fármacon Colonial: The Bioisland
269
Miriam Muñiz Varela
10 La importante obra que hicieron juntos Gilles Deleuze y Félix Guattari se nu-
tre también de dos pensadores que habían quedado rezagados por los intelectuales
270
El Fármacon Colonial: The Bioisland
franceses durante buena parte del siglo XX, ahora han sido recuperados, nos refe-
rimos a la obra reeditada de Gabriel Tarde “Les lois de l’imitation” (2001) y Gilbert
Simondon, “Du mode d’existence des objets techniques” (2001). Véase Deleuze y Guat-
tari “Mil Mesetas” (1988) y “¿Qué es la Filosofía?” (1994). La obra de Keith Ansell
Pearson es un buen ejemplo de las influencias del pensamiento de Deleuze aplicado
a otras formas de vida. Un ejemplo, entre otros, de la misma autora, es “Germinal
Life” (1999).
11 En otras referencias de este libro he abundado sobre ese concepto. Esa relación
con la muerte (tanatos) que yo enfatizo bajo el concepto de colonialidad del poder es
analizado desde otra perspectiva en el importante texto de Mbembe “Necropolitics,
Public Culture” (2003). Vea el interesante paralelismo que hace Zizek entre la película
“Avatar”, de J. Cameron y la expropiación de las riquezas de bausita, valoradas en 4
trillones de dólares de la tribu kondh en el estado de Orissa, al sur de la India (2010:
394).
12 “La tesis foucaltiana debe ser corregida... el espacio de la nuda vida que original-
mente estaba situada al margen del orden jurídico, va coincidiendo de manera pro-
gresiva con el espacio político, de forma que exclusión e inclusión, externo e interno,
bios y zoe, derecho y hecho, entran en una zona de irreductible indiferenciación”
(Agamben, 1998: 16-17). También “Medios sin fin” (Agamben, 2000: 40). Tal parece
que tampoco Michel Foucault, al desarrollar el concepto de biopolítica, tomó en
cuenta los trabajos de Hannah Arendt que, sin duda, lo ponían en entredicho (2003:
71-96).
271
Miriam Muñiz Varela
272
El Fármacon Colonial: The Bioisland
13 Ver el concepto de “estado de excepción” en “Medios sin fin” (Agamben, 2000: 38)
y “Estado de excepción” (Agamben, 1998: 96-100).
273
Miriam Muñiz Varela
274
El Fármacon Colonial: The Bioisland
PLUS DE BIOS
Puerto Rico ha sido, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX,
“the experimental island”, insertada durante un primer momento en
las tácticas de la eugenesia biopolítica del control de la población.16
La fase fordista caracterizada por la sociedad de consumo masivo, fue
acompañada con el slogan de “lo mejor de dos mundos” y se le bau-
tizó como “La Isla del Encanto”. No era para menos, haber logrado
extender el “American way of life”, sin el establecimiento industrial
que lo acompañó y sin la generalización del asalariado moderno, de
manera que el Estado no solo debía ocuparse del cuidado y salud de la
población, sino también ocuparse de su control reproductivo y dispo-
ner sobre su exceso, adelantaban en la Isla las formas postindustriales
contemporáneas. Repetimos lo que hemos señalado en otros capítulos
del libro, con tazas de dos cifras de desempleo aún en su etapa indus-
trial, con 6 de cada 10 personas fuera del mercado laboral, además de
una masiva emigración. A la misma vez que se producía la expansión
de un sujeto consumidor y letrado con altísimo nivel de población di-
plomada incluyendo grado universitario, endeudado pero propietario,
con lo cual no hacía más que confirmarse “el milagro puertorriqueño”
del siglo XX (Rose, 2007: 31-40).
Se trató de una particular combinatoria que reprodujo las for-
mas avanzadas del capitalismo como sociedad de consumo y Estado
del Bienestar con la regulación biopolítica de la población (Foucault,
2003: 211-248). Lo que conllevó la extensión de cuidados a la vida en
la implantación de los sistemas sanitarios, de medicalización y salud
pública, pero atravesadas por la “colonialidad del poder”, vigentes en
las medidas biotécnicas aplicadas;17 que en un primer momento ope-
16 Ana María García, en su película La Operación (San Juan), 1982, identifica como
“genocidio” la campaña masiva de esterilización de las mujeres en Puerto Rico.
La Isla sirvió también como terreno experimental de la pastilla anticonceptiva. Para
un excelente análisis sobre esto y otros temas, véase Duprey (2010: 137-143).
17 Por ejemplo, Paul Rabinow, destacado antropólogo dedicado a varios estudios
etnográficos sobre la biotecnología incorporando en ellos importantes debates filosó-
ficos contemporáneos, señala: “For example, the fact that the human genome has been
mapped, and population differences at the molecular level identified, does not mean that
275
Miriam Muñiz Varela
older understandings of race dispappear in the light of this new knowledge” (Rabinow,
2008: 3). También, “A machine to make a future, Biotech chronicles” (Dan-Cohen y
Rabinow, 2005: 53-61).
18 Los textos de los teóricos poscoloniales (Edward W.Said, Homi Bhaba, Stuart
Hall y Gayatri Chakravorty Spivak, entre otros) son extremadamente importantes
sobre estos aspectos. Algunos de los más importantes se recogen en “Reader”, de la
perspectiva poscolonial en Mbembe (2003: 11-40).
19 Un análisis detenido de cómo el concepto de soberanía, originado en los abso-
lutismos monárquicos, se trastocó vía el concepto de nación en el transcurso del
siglo XVIII, reformulándose en una doble representación, tanto como “soberanía es-
tatal” y como “soberanía del pueblo”, véase “Sovereignity of the Nation” en Empire
(2000: 93-113). Para un debate sobre el concepto de nación en Puerto Rico, véase “Nación
Postmorten, Ensayos sobre los tiempos de insoportable ambigüedad” (Pabón, 2002).
20 Para un amplio debate sobre el concepto de biopolítica, su eficacia y sus límites,
vea los artículos publicados en el primer número de la revista Multitudes, en particu-
lar a Ranciere, “Biopolitique ou politique?” (2000), y Latour, con su texto, “Biopouvoir
et vie publique” (2000: 88-102).
276
El Fármacon Colonial: The Bioisland
21 También, “Who is the Subject of the Rights of Man” (Rancière, 2004) En línea:
<http:// www.16beavergroup.org/mtarchive/archives/ 001879.php>.
22 Sobre estas concepciones de la biopolítica, véase “Empire” (Hardt y Negri, 2000:
22-42) y “Multitud” (Hardt y Negri, 2006). También, “Commonwealth” (Hardt y
Negri, 2009: 56-63). También, “Du biopovoir a la biopolitique” (Lazzarato, 2000: 45-57).
23 Hay en Paolo Virno las mejores páginas sobre el posfordismo y su relación con el
concepto de “multitud” y “general intellect” (2003: 66-68). También, “Virtuosismo y
Revolución, La acción política en la era del desencanto” (2003: 57-66) y “El posford-
ismo en medio de una fábula” (Muníz Varela, 2006: 58-59).
277
Miriam Muñiz Varela
278
El Fármacon Colonial: The Bioisland
IN BETWEEN
El nuevo modo de producción bioeconómico responde a un paradig-
ma que despliega no pocas paradojas. Moviliza en beneficio propio
todas las prerrogativas fundamentales de la especie “homo sapiens”:
“facultad de lenguaje, autorreflexión, afectos, tonalidades emotivas y
gustos estéticos, carencia de instintos especializados, adaptación a lo
imprevisto, familiaridad con lo posible” (Virno, 2003: 82-85). Todos
estos elementos que indican que la producción de valor hace rato que
tiene como componente la dimensión subjetiva. Estas capacidades de
individuación y singularidad de la existencia componen una potencia
infinita, no necesariamente fácilmente capturable, porque tienden a
la abundancia, característica de la desmesura del signo y de las sig-
nificaciones. Siguiendo a Guattari (1990: 56-75), decimos que es un
tanto difícil mantener el concepto de “sujeto”, cuando nos referimos a
estos acoplamientos antropotécnicos que definen espacios de experi-
279
Miriam Muñiz Varela
280
El Fármacon Colonial: The Bioisland
27 El comercio de órganos, tejidos, óvulos, etc., es uno de los negocios más lucra-
tivos del planeta. En Puerto Rico, la compañía “Pearls of Life” ofrece $2.000 dólares
a las mujeres que donan sus óvulos (Morales Blanes, 2007: 20). Ver “En aumento
donación de órganos” (Parés, 2003: 16). También, “Tissue Economics, blood, organs,
and cell lines in late capitalism” (Mitchell y Waldby, 2006: 1-31).
28 El Dr. Enrique Vázquez Quintana indicaba que el riesgo de vivir en Puerto Rico
es de 23.2/100 habitantes cuando en el resto del mundo es de 10.7/100 habitantes
(2007: 77). Vea también el reporte multisectorial realizado por la Universidad de
Puerto Rico y la Universidad de Vanderbilt, Tenesí, el cual señala lo desarticulado e
inefectivo del sistema de salud de Puerto Rico, y los altos indicadores de enferme-
dades crónicas como es el caso del 15% de los puertorriqueños diagnosticados con
asma (Parés, 2008: 4).
281
Miriam Muñiz Varela
EL FÁRMACON
La propuesta del “fármacon colonial” me lleva a otra mirada sobre
la Isla, primero como laboratorio de la modernidad fordista y aho-
ra como campo de experimentación de la bioeconomía posfordista.
Al modo del fármacon griego que sostiene a la misma vez efectos con
sentidos opuestos.29
Por un lado, como ya hemos analizado, una sociedad que puede a
la misma vez reproducir la vida, ya fuera por la nobleza en la función
“curativa” de su establecimiento biophármaco o en las formas más ex-
tendidas de su consumo, en particular los que se refieren a los gastos
de salud, en el que la Isla ocupa el segundo lugar en el mundo. A la
misma vez que son desechadas poblaciones, ya fueran recluidas en las
cárceles, expulsadas a la emigración o destinadas a enfermedades cró-
nicas y hasta la muerte no solo por la guerra del narcotráfico, sino en
muchas otras formas de experimentación de sustancias químicas y de
intervenciones médicas. Otra vez particularizamos en lo que venimos
indagando: “bios” y “zoe” de manera diferenciada, ambigua y simultá-
nea. A la misma vez, las formas dinerarias en que se asume el cuidado
de la vida, destinada y capturadas por las corporaciones biopharmas y
la bioeconomía walgreenizada.30
La idea del “fármacon” combina, al modo de la figura gramati-
cal del oxímoron, en una misma estructura sintáctica dos significados
opuestos que originan un nuevo sentido, de modo que “el remedio es
también veneno”, o que “lo que cura también mata”; cualquiera puede
constatar esta doble función con simplemente leer las advertencias de
los efectos secundarios de cualquier medicamento. Sin embargo, mi
estrategia al usar el concepto tiene un alcance más amplio. Lo pro-
pongo para representar el modo en el que se reorganiza y resignifica
las transformaciones más recientes del capitalismo bioeconómico en
Puerto Rico incluyendo su encubrimiento en los discursos de moda
con que se revive y se reanima el espectro del desarrollo. Este dejó de
estar referido al paradigma industrialista que animó el proyecto de
282
El Fármacon Colonial: The Bioisland
“manos a la obra” fracasado con la crisis del fordismo y a tono con los
tiempos posmodernos lanza el proyecto de “mentes a la obra”, matriz
de la llamada “economía del conocimiento” en la que la Isla parece
tener ventajas comparativas.31 Curiosamente es esta ventaja la que en
los últimos años parece estar en peligro dado los datos alarmantes del
éxodo de ingenieros, médicos y una amplia gama de profesionales.32
Habría que añadir que las grandes corporaciones biopharmas ubican
fuera de Puerto Rico a los profesionales puertorriqueños especializa-
dos, por su conocimiento de las reglamentaciones federales sobre los
medicamentos producidos por esa industria globalizada. Pero lo más
alarmante es que eso que llamamos el modo bioeconómico parece no
tener la capacidad de emplear al personal de alta cualificación educa-
tiva desarrollado en Puerto Rico (Lama, 2008: 3),33 sino que hay que
recordar lo que aparece a la misma vez de manera paradójica como
el fracaso del sistema educativo con un alto por ciento de estudiantes
(entre 50%- 60%) desertores, que abandonan tanto la escuela superior
sin terminarla y la educación universitaria sin graduarse.
Podríamos convenir que esta fase de la emigración pos- fordista,
forma parte de lo que se ha llamado la “fuga de cerebros”, que no es
otra cosa que la distribución global de los asociados a la corporación
biocapitalista transnacional con una repartición global de los cuer-
pos. La emigración fordista, no solo era producto del sobrante de una
reducida implantación fabril, en el tránsito de una economía agrícola
31 El directivo de mayor rango del Citibank en Puerto Rico, Álvaro Jaramillo, señal-
aba cómo esta población de alta formación educativa es desaprovechada en la Isla.
También, que las corporaciones farmacéuticas radicadas aquí tienen las operaciones
financieras en Irlanda (González, 2007: 53). También señala que Citigroup se va de
Puerto Rico tras 88 años y después de haber sido la sexta entidad bancaria. Se van a
China buscando el mercado de $2 trillones de dólares en ahorro (González, 2008: 31).
Sobre F. Bonnani vea, “Vital retener talentos” (Alfaro, 2006: 70), en el cual el princi-
pal directivo de Amgen destaca la importancia de invertir en la educación.
32 El 30% de la población adulta tiene algún grado universitario. La matrícula de es-
tudiantes en ciencias a nivel graduado es solo 8% en Estados Unidos, mientras que en
Puerto Rico es de 68% (Andújar, 2007: 84) (Dietz, 2003: 165. Se señala que el Recinto
de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico es el primero en ingenieros químicos
graduados en comparación con las universidades norteamericanas, así como el ter-
cero en mujeres ingenieras graduadas. También, “Sobresale Mayagüez, Mayagüez es
la meca de los ingenieros químicos” (Alfaro, 2007: 56) (Morales Blanes, 2007: 10).
Por otro lado, se señala que se tiene más educación con menos ingresos, el promedio
por familia es de $20.900 en el 2007 (2008: 28).
33 Curiosamente, señalaba la economista María Echautégui en un amplio estudio
sobre el empleo, que la mayor parte de los empleos en la Isla requieren poca for-
mación y son de bajos salarios (entre $6.13-$9.38) y el personal con grado universi-
tario no tiene un lugar en el mercado (2007: 54). Sobre deserción escolar, vea “Vitales
las universidades” (Méndez, 2010: 4-5).
283
Miriam Muñiz Varela
34 Analizo estos aspectos en el ensayo anterior de este libro. Para una investigación
amplia y detallada de las transformaciones recientes de la economía de Puerto Rico,
vea “The Economy of Puerto Rico” (Bosworth, Collins y Soto-Class, 2006: 23-37 y 73).
En particular, el comentario de José. J. Villamil en esa publicación, ibid, pp. 75-78.
35 Por ejemplo, el 40% de los ingenieros y el 50% de los puertorriqueños con doct-
orado trabajan en Estados Unidos (González, 2006: 40). La fuga de médicos, enfer-
284
El Fármacon Colonial: The Bioisland
meras y tecnólogos médicos por salarios más altos de E.U. se confirma en el Editorial
“Atraídos por E.U. futuros médicos especialistas” (2008: 58). La reforma de salud
implantada desde 1993 eliminó gran parte de las residencias que los estudiantes de
Medicina realizaban en la Isla. El 33% de los estudiantes egresados de la Escuela
de Medicina de la UPR se van a Estados Unidos y se gradúan al año 110 galenos
(González, 2006: 40).
36 La producción biotecnológica de Puerto Rico es el 25% de la producción mun-
dial, y el eje más importante de la manufactura de medicamentos en este hemisferio
(Jasquille, 2008: 85). También, “Procuran que la isla sea centro de investigación”
(Delgado: 2008: 46). Un análisis detallado de las Biopharmas se encuentra en
“Descodificando la Bioeconomía” (Lama, 2008: 4).
285
Miriam Muñiz Varela
37 Para los datos que configuran la nueva marca The Bioisland, vea “Del Laborato-
rio a la Comercialización” (Custodio, 2008: 3-4). Puerto Rico es sin duda el eje más
importante de la manufactura de medicamentos en este hemisferio y son las plantas
de aquí las que realizan los montajes más rápidos para esa manufactura. De las 20
medicinas de más venta en el mundo, 19 se fabrican aquí. Las ciencias vivas son
referidas a 10 res (Ramírez, 2007: 37).
38 Antonio García Padilla, Presidente de la Universidad de Puerto Rico, resalta
la importancia del Fideicomiso de Ciencia y Tecnología, y los planes de desarrollo
para Puerto Rico en la ruta de investigación biotecnológica. Por ejemplo, señala que
la Pfizer, la mayor farmacéutica química mundial, corre una operación con dos o
cuatro personas con grado doctoral, mientras que Amgen, la mayor biotecnológica,
necesita 80 doctores (Custodio, 2008: 9). Por otro lado, Hiram Ramírez Rangel, en
la reseña del libro de Gary Pisano, “Science Business: The promise, the reality and the
future of Biotech” (2007), señala que aún la promesa de la biotecnología pronosticada
desde hace 30 años, no se cumple. El desarrollo comercial de una medicina puede
tomar hasta 15 años y costar un billon de dóla- plantas, entre las que están Amgen,
Abbot, Bristol Meyer, Lilly, etc., que sostienen 4.000 empleos directos, el 95% está
en las biofarmaceúticas y el 5% en las bioagrícolas (2007: 9-17). Estas plantas utili-
zan los profesionales de aquí para que establezcan las operaciones, por ejemplo, en
Irlanda, Inglaterra, Estados Unidos, el Caribe y América Latina (2007: 9).
286
El Fármacon Colonial: The Bioisland
287
Miriam Muñiz Varela
288
El Fármacon Colonial: The Bioisland
44 José A. Delgado. “El lado oscuro de las 936”, en referencia al libro del CNE y
Brookings Institution, op. cit., El Nuevo Día, 24 de mayo nomy of Puerto Rico, Restor-
ing Growth, (San Juan: Center for the New Economy; Washington, D. C.: Brookings
Inst. Pres), 2006, p. 17 y “Desarrollo económico e independencia” (Irizarry, 2007: 78).
Ver “Más caro comprar en Puerto Rico” (Arbelo, 2007: 8). Y sobre el mismo tema
“Divulgan estudios del senador Orlando Parga sobre los precios más altos en la isla”
(Díaz, 2007: 5). En ese escrito los gerentes para Puerto Rico de Walgreens y Wal-Mart
explican por qué cobran más caros sus artículos. Debemos añadir que Wal-Mart con-
trola el 30% del mercado de alimentos del país (Maldonado, 2002: 2).
45 Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Junta de Planificación, “Gastos de Con-
sumo Personal”, en Ingreso y producto, Tabla 5, 2004, p. 6.
289
Miriam Muñiz Varela
del mundo. Por ejemplo, Estados Unidos invirtió $6.700 por persona
y espera invertir $1.200 para el 2015 (Fontanet, 2007: 80). En Puerto
Rico, los costos de los servicios de salud alcanza $8.000 millones, lo
que equivale al 10% del PNB y es el principal renglón de consumo de
las familias; esos gastos son mayores que los de Canadá, Francia y
Suecia (Vélez, 2007: 60).
El “fármacon” se torna más dramático, al dar cuenta de la condi-
ción de salud de la población. La situación de deterioro en los servi-
cios y el estado de la salud de la población, con los indicadores más al-
tos en varias enfermedades crónicas son renglones que merecerían un
mayor detenimiento. Sobre estos aspectos habría que hacer referencia
al informe multisectorial preparado por la Universidad de Puerto Rico
en conjunto con el Centro para el Mejoramiento de la Salud de la Uni-
versidad de Vanderbilt en Tennessee. Después de afirmar el Informe
que enfermarse en Puerto Rico, aunque no sea de gravedad podría
ser mortal, y que los pacientes se enfrentan a un sistema que pierde
médicos consistentemente ya que emigran buscando mejores salarios,
señala además el deterioro en la infraestructura de esos servicios con
una reforma de salud desarticulada y fragmentada. Con un diferencial
significativo entre las asignaciones federales entre la Isla y Estados
Unidos, forzando a la emigración de los pacientes de la tercera edad
que sufren enfermedades crónicas de larga duración (Parés, 2003: 11).
A este cuadro hay que añadirle que la Isla está en los primeros tres lu-
gares de Estados Unidos en enfermedades crónicas como la diabetes,
la obesidad, el asma, las enfermedades mentales, el cáncer.46 Por ejem-
plo Puerto Rico ocupa el primer lugar en preeminencia de asma, en
ataques cerebrales, en diabetes de adultos y niños, en autismo infantil
y enfermedades cardiovasculares (Parés, 2008: 4).47
Si la bioisla sostiene los sentidos opuestos que el “fármacon” per-
mite, correspondería recordar que en Puerto Rico operan 20 de las
60 organizaciones mafiosas del mundo. Entran más de 150 toneladas
métricas de droga al año con un valor de más de $20 mil millones
y aquí se quedan $5 mil millones con alrededor de 1.500 puntos de
droga, el resto se ubica en Estados Unidos, y solo se verifican el 2% de
los 10 millones de furgones que llegan al año. Además, como ejemplo
46 Siendo (el cáncer) la segunda causa de muerte, con 4.829 puertorriqueños muer-
tos en 2004. Para el 2006 el costo total de esa enfermedad en Puerto Rico alcanzó
$1.203,3 millones (Parés, 2008: 6).
47 También, el Dr. Ibrahím Pérez señala que 1 de cada 6 puertorriqueños tiene algu-
na enfermedad mental (2007: 67). Hay un millón de personas en la Isla que padecen
de algún impedimento físico o mental, ver “Crece la población con impedimento”
(Prensa Asociada, 2007: 75).
290
El Fármacon Colonial: The Bioisland
BIBLIOGRAFÍA
Agamben, Giorgio 1998 Estado de excepción (Buenos Aires: Adriana
Hidalgo) Trad. Flavia Costa.
Agamben, Giorgio 1998 Homo Sacer, el poder soberano y la nuda vida
(Valencia, Pre-Textos) Trad. Antonio Gimeno.
Agamben, Giorgio 2000 Medios sin fin (Valencia: Pre-Textos) Trad.
Antonio Gimeno.
Andújar, Carlos 2007 “Riqueza del capital humano” en El Nuevo Día,
24 de mayo.
Ansell Pearson, Keith 1999 Germinal Life (London / New York.
Routredge).
Alfaro, Ana 2006 “Vital retener talentos” en El Nuevo Día, 30 de
octubre.
Alfaro, Ana 2007 “Sobresale Mayagüez, Mayagüez es la meca de los
ingenieros químicos” en El Nuevo Día, 14 de septiembre.
291
Miriam Muñiz Varela
292
El Fármacon Colonial: The Bioisland
293
Miriam Muñiz Varela
294
El Fármacon Colonial: The Bioisland
295
Miriam Muñiz Varela
296
ESCENARIO DEMOCRÁTICO Y POLÍTICA
DE LAS DIFERENCIAS*
Nelly Richard
297
Nelly Richard
298
Escenario democrático y política de las diferencias
299
Nelly Richard
ellas las que nos convencen −en palabras de García Canclini− de que
“quizás el mayor interés para la política de tomar en cuenta la pro-
blemática simbólica no reside en la eficacia puntual de ciertos bienes
o mensajes, sino en que los aspectos teatrales y rituales de lo social
vuelven evidente lo que en cualquier interacción hay de oblicuo, simu-
lado y diferido” (García Canclini, 1989: 327). Son estas actuaciones
simbólicas tramadas por la figuratividad de los mensajes culturales,
las que recrean una densidad de acontecimientos de sentido capaz de
reintensificar la materia de los signos hoy mayoritariamente vaciada
por el tecnicismo instrumental del dato.
300
Escenario democrático y política de las diferencias
301
Nelly Richard
302
Escenario democrático y política de las diferencias
303
Nelly Richard
304
Escenario democrático y política de las diferencias
305
Nelly Richard
BIBLIOGRAFÍA
Altamirano, Carlos 1986 “El intelectual en la represión y en
la democracia” en Punto de Vista (Buenos Aires). No. 28
Septiembre
Brito, Eugenia 1990 Campos Minados (Santiago: Cuarto Propio).
Brunner, José Joaquín 1990 “6 preguntas a J. J. Brunner” en Revista
de Crítica Cultural (Santiago) Mayo.
Brunner, José Joaquín 1994 “Preguntas del futuro” en 1990-
1994; la cultura chilena en transición (Santiago: Secretaría de
Comunicación y Cultura).
Cárcamo, Luis Ernesto 1993 “La tentación del significante” en
Suplemento Literatura y Libros de La Época (Santiago) Domingo
5 de Septiembre.
306
Escenario democrático y política de las diferencias
307
SOBRE LAS AUTORAS
BEATRIZ SARLO
(Argentina, 1942), escritora y latinoamericanista ampliamente reco-
nocida por sus investigaciones en torno a la cultura latinoamericana
y los vínculos estrechos que guarda con los procesos sociales y polí-
ticos que la atraviesan. También destaca por su labor como directora
del Centro Editor de América Latina y de la Revista Punto de vista.
Ha escrito numerosos libros sobre literatura argentina, modernidad
y postmodernidad que, entre otras cosas, han introducido a teóricos
del marxismo, como Raymond Williams y Walter Benjamin, para el
estudio de las representaciones en el continente. De entre la hetero-
geneidad y complejidad de su producción destaca Una modernidad
periférica: Buenos Aires 1920 y 1930 (1988). De cara a los intereses
de esta antología, hemos elegido el Capítulo III de este libro. “Decir
o no decir: Erotismo y represión”, probablemente el más femenino
del conjunto. Más que por filiaciones de género, el capítulo interesa
porque muestra las estrategias discursivas de Sarlo para hacernos in-
cursionar en el panorama cultural de la Argentina martinfierrista de
la mano de tres escritoras de la época: Norah Lange, Alfonsina Storni
y Victoria Ocampo.
309
Representaciones, emergencias y resistencias de la crítica cultural
MARTA TRABA
(Argentina, 1930), poeta, narradora y crítica de arte contemporáneo
latinoamericano, que por distintas razones pelegrinó por muchas
ciudades del Mundo, desde Buenos Aires −donde estudió Filosofía y
Letras− hasta Montevideo, Caracas, San Juan de Puerto Rico, Wash-
ington, Princeton, Paris, Barcelona, siendo Bogotá la ciudad que más
se benefició con su presencia, donde fundó en la Universidad Nacional
de Colombia el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Durante muchos
años, colaboró como columnista de la revista Semana, el periódico
El Tiempo y con el programa sobre el arte en la Televisora Nacional.
Participó en las principales polémicas sobre el arte contemporáneo
latinoamericano y los distintos movimientos artísticos en Colombia.
Entre sus numerosas obras −poéticas, narrativas y ensayísticas− desta-
can El museo vacío (1958), La pintura nueva en Latinoamérica (1960),
Los cuatro monstruos cardinales (1965), Dos décadas vulnerables en las
artes plásticas latinoamericanas (1973), De la mañana a la noche (cuen-
tos) (1986) y Arte en América Latina (1900-1980)(1994).
MÁRGARA RUSSOTTO
(Italia, 1946), se ha desempeñado como poeta, profesora universitaria
y crítico literario. Ha sido reconocida con el Premio de Poesía de la
Bienal “José Rafael Pocaterra” por su obra Brasa (1979); con el Premio
Municipal de Literatura del Distrito Federal por Tópicos de la retórica fe-
menina (1993); y con el Premio de Poesía de la Bienal “José Antonio Ra-
mos Sucre” por Épica mínima (1996). De entre su producción también
destacan los poemarios Restos del viaje (1979), Viola d’amore (1986) y
Éxtasis. Poemas apócrifos de Sor Juana (2000). Fue profesora de la Uni-
versidad Central de Venezuela (UCV), institución desde la cual impulsó
nuevas áreas de investigación en el campo de los estudios de la mujer y
de su contribución a la Literatura latinoamericana del siglo XIX.
MIRLA ALCIBÍADES
(Venezuela, 1953), investigadora venezolana jubilada del Centro de
Estudios Latinoamericanos “Rómulo Gallegos” (CELARG), que ac-
tualmente se desempeña como investigadora independiente. En 1993
recibió el premio de investigación auspiciado por la Academia Vene-
zolana de la Lengua en ocasión del Centenario de El Cojo ilustrado de
Caracas. Formó parte del equipo editor del Diccionario Enciclopédico
de las Letras de América (DELAL) como Asistente de la Coordinación
Académica. Es secretaria, por Venezuela, de las Jornadas Andinas de
Literatura Latinoamericana (Jalla).
Son conocidas sus compilaciones sobre Sor Juana Inés de la Cruz
y José Carlos Mariátegui, amén de otros títulos, entre los que destacan:
310
Sobre las autoras
SARA CASTRO-KLAREN
(Perú, 1941) es teórica y profesora de cultura y literatura latinoa-
mericana en la Universidad Johns Hopkins donde fundó y dirigió el
Programa de Estudios Latinoamericanos. Nacida en Distrito de Sa-
bandía, enseñó en varias instituciones educativas, como Georgetown,
Stanford y Dartmouth, y se desempeñó como Jefe de la División His-
pánica de la Biblioteca del Congreso durante dos años (1984-1986).
Fue editora del Manual de estudios de América Latina preparado por
la Biblioteca del Congreso y publicado por la Universidad de Texas
Press. Sus publicaciones más destacadas son: El mundo mágico de
José maría Arguedas (1973); Understanding Mario Vargas Llosa (1990);
Escritura, sujeto y transgresión en la literatura latinoamericana (1989);
editora junto con Sylvia Molloy y Beatriz Sarlo de Latin American
Women Writers (1991); editora y articulista de Narrativa femenina en
América Latina: prácticas y perspectivas teóricas (2003). Es autora de
numerosos artículos sobre la historia cultural y la literaria colonial y
contemporánea de América Latina y el Caribe.
SILVIA MOLLOY
(Argentina, 1939), escritora argentina residente en Estados Unidos
desde hace más de treinta años. Profesora Emérita de la Universidad
de New York, institución en la cual coordinó, durante varios años, el
Programa de Escritura Creativa en Español. Ha sido también profe-
sora en las universidades de Princeton y Yale y, pese a la brevedad de
su producción narrativa, se ha destacado con algunos títulos, entre los
que destaca En Breve Cárcel, escrita en 1981, aunque la censura del ré-
gimen militar en su país, restringió su circulación confinándola a una
recepción de “entendidas”. En 2002 publica El Común Olvido, novela
a la que le sigue el libro de relatos Varia Imaginación en 2003 y la obra
Desarticulaciones en 2010. Reconocida por su trabajo de crítica litera-
ria con la aparición, en 1979, de Las letras de Borges y Acto de presen-
cia, en 1996. Ha sido, también, coeditora de los libros Women’s Writing
in Latin America (1991) e Hispanism and Homosexualities (1998).
BEATRIZ GONZÁLEZ-STEPHAN
(Venezuela, 1952) es profesora del Departamento de Español y Por-
tugués de la Universidad de Rice, egresada de la Universidad Católica
311
Representaciones, emergencias y resistencias de la crítica cultural
JOSEFINA LUDMER
(Argentina, 1939), investigadora y profesora de varias Universidades
en Argentina y EEUU. Durante la dictadura militar formó parte de la
“Universidad de las catacumbas”, dando clases en su casa de teoría
literaria. Doctora Honoris Causa (UBA). Profesora Titular de Teoría
Literaria II (UBA, 1984-91), Investigadora Principal del CONICET y
profesora visitante en diversas universidades norteamericanas. Dictó
literatura latinoamericana en la Universidad de Yale (1991-2005), de
la cual ahora es profesora Emérita. Es autora de numerosos libros,
ensayos y artículos publicados sobre Jorge Luis Borges, Manuel Puig,
Felisberto Hernández, Guillermo Cabrera Infante, Alfonsina Storni,
Sor Juana Inés de la Cruz y muchos otros. Ha publicado Cien años de
soledad. Una interpretación (1972, 1985), Onetti. Los procesos de cons-
trucción del relato (1977 y 2009), El género gauchesco. Un tratado sobre
la patria (1988, 2000), El cuerpo del delito. Un manual (1999) y Aquí
América Latina. Una especulación (2010).
MARILENA CHAUÍ
(Brasil, 1941) es filósofa y ha sido profesora, por más de cuarenta
años, en la Universidad de San Paulo, donde dicta las cátedras de
Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea, Ética y Filosofía
política y Filosofía brasileña. Posee cuatro Títulos Honoris Causa de
Universidades de Brasil, Argentina y Francia. Hasta la fecha ha publi-
cado 38 libros, tres de los cuales -A nervura do real (1999), Convite a Fi-
losofia (1994) y Cultura e Democracia. O discurso competente e outras
falas (1981)- fueron reconocidos como los mejores libros de Brasil en
sus respectivos años de publicación. En sus investigaciones trabaja los
temas de la ideología, cultura y democracia, el neo-liberalismo, la Uni-
versidad y la educación, además de hacer reflexiones y teorizaciones
a partir de las obras de Baruch Espinoza y Maurice Merleau-Ponty,
arrojando una notable cantidad de artículos en revistas, intervencio-
nes en conferencias y obras colectivas.
312
Sobre las autoras
NELLY RICHARD
(Francia, 1948) es teórica cultural, crítica, ensayista, académica chile-
na de origen francés, fundadora de la Revista de Crítica Cultural, auto-
ra de un importante número de artículos académicos y libros entre los
cuales se destacan Márgenes e Instituciones: Arte en Chile desde 1973
(1981), Cuerpo Correccional (1980), La estratificación de los márgenes
(1989), Masculino/Femenino: prácticas de la diferencia y cultura demo-
crática (1993) y La subordinación de los signos (1994). A lo largo de su
trayectoria se convirtió en referencia obligatoria para comprender los
encuentros/desencuentros y el subyacente común presente en los es-
tudios latinoamericanos, estudios culturales y la crítica cultural como
la necesidad de “transformar críticamente lo real” desde la cultura y
asumir lo cultural como campo de lucha, des-centrando los mecanis-
mos de jerarquía y control tradicionales, des-articulando las forma-
ciones hegemónicas de poder; esto es, “reformular transversalmente
la problemática de la dominación”.
313
SOBRE LAS EDITORAS
NELLY PRIGORIAN
Investigadora III del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo
Gallegos (Fundación CELARG), cineasta, licenciada en Estudios Li-
berales por la UNIMET (Venezuela), con maestría en Filosofía Teórica
y Práctica por la UNED (España), tesista del Doctorado en Ciencias
Sociales y Humanidades por la USB (Venezuela) con el tema “Nihilis-
mo político: la negación del otro en los escenarios de ruptura político-
social”. Fue coordinadora de los Premios Internacionales de novela
Rómulo Gallegos, de ensayo Mariano Picón Salas, y de poesía Víc-
tor Valera Mora. Cofundadora de la Red Centros CLACSO Venezuela.
Integrante del Grupo de Trabajo CLACSO “Ciencias sociales en Amé-
rica Latina y el Caribe: tendencias, perspectivas y desafíos”. Líneas
de investigación: Arte y Política, Nihilismo Político, y Transdiscipli-
nariedad. Autora de múltiples artículos en revistas arbitradas donde
explora los temas de poder, nihilismo, relacionalidad modal en textos
literarios. Co-compiladora del libro América Latina y el Caribe: un
continente, múltiples miradas (2013).
315
Representaciones, emergencias y resistencias de la crítica cultural
316
Las mujeres que traemos a colación en este
volumen −algunas más conocidas que otras y
muchas marcadas por la persecución política, el
exilio y otras experiencias de represión y desarrai-
go− despliegan una reflexión crítica potente acerca
de problemas neurálgicos de la cultura en América
Latina y el Caribe, desde una conciencia lúcida y
manifiesta de su propia condición de mujeres en la
lucha por un espacio de enunciación −e interpre-
tación− singular en la cultura.