Resumen Capitulo 4
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Resumen Capitulo 4
Resumen Capitulo IV
Para Marx, la aplicación mas importante que puede hacerse de su teoría es el análisis de la
naturaleza de las crisis económicas. Pero para Marx era evidente que las crisis estaban asociadas a
las características esenciales de la economía capitalista en sí misma. Llamadas “La anarquía de la
producción”, esto es, la multiplicidad de productores que decía autónomamente lo que debía
producirse, y el hecho de ser un sistema de producción no con propósitos sociales
conscientemente determinados. Era evidente que Marx consideraba las crisis, no como
desviaciones incidentales de un equilibrio `predeterminado, ni como el abandono veleidoso de un
sendero establecido al que se debía retornar sumisamente, sino mas bien como una forma
dominante de movimiento que forjaba y moldeaba el desarrollo de la sociedad capitalista.
Para Adam Smit como para Hume, un alto nive de ganacia era un signo de restraso de la
acumulaciòn de capital, en tanto que una reducciòn del tipo de ganacia generalmente era
considerada como resultado del progeso de esa acumulaciòn.
West como Adam Smith tampoco creía posible explicar satisfatoriamente la disminuición
progresiva de las ganancias del capital por un aumento de los salarios. La reducción no debía
atribuirse princpalmente a una elevación de salarios debido al progreso, sino a una reducida
productividad del capital destinado a la agricultura.
Ricardo afirmaba que cuando los salarios suben, las ganancias bajan. Al adoptar la ley de Malthus
de la población, Ricardo no podía considerar una deficiente oferta de mano de obra como una
causa bastante para elevar el precio de la fuerza de trabajo, al menos como un factor permanente
a la larga. La población trabajadora sólo está en espera de nuevas oportunidades de ocupación
derivadas de cualquier incremento de capital. Ricardo le sostenía a Malthus que no existen
excusas que, durante cualquier periodo de tiempo, hagan disminuir la demanda de capital, por
mas abundante que éste pueda llegar a ser, excepto un precio comparativamente elevado de los
alimentos y de la mano de obra.
Es difícil que, para el simple sentido común, libre de ilustradas complicaciones, pueda haber duda
acerca de las doctrinas, la ricardiana o la del infraconsumo, se halla más cerca de la verdad. El
propósito de la producción, hay que suponerlo, es el consumo. La realización de la ganancia del
productor depende de la existencia de mercados donde poder vender. Si el desarrollo
desproporcionado de unas industrias respecto de tras fuera posible, es decir, si la expansión de la
capacidad productiva en ciertas direcciones resultara excesiva respecto de la demanda, parecería
muy razonable sostener, como lo hizo -Malthus, la posibilidad de una desproporción general entre
todos los artículos de consumo en relación con la “demanda efectiva”.
Refiriéndose a Sismondi, Marx decía que, “aunque enjuicia magníficamente las contradicciones de
la producción capitalista, no comprende sus causas y, no comprendiéndolas, no puede
comprender tampoco el camino para resolverlas”; pero lo que en particular ignora es el hecho de
que las condiciones de producción vigentes no son sino un aspecto distinto de las condiciones de
producción imperantes.
Puede decirse que el punto de vista que hizo Marx del problema descansa en dos nociones
fundamentales olvidadas. La primera, una enmienda, y la segunda, una ampliación de la doctrina
ricardiana. Aquélla consistía en la división del capital en “constante” y en “variable”, y la segunda
en su concepción de un aumento de la plusvalía relativa. Marx aclaro que el ciclo de rotación del
capital invertido dependía de la amplitud del tiempo ocupado por el proceso de trabajo y también
del tiempo durante el cual los bienes en proceso están madurando por razones técnicas.
Marx planteaba la cuestión de forma: si los capitalistas deciden acumular parte de la plusvalía que
antes gastaban en la adquisición de bienes de consumo, entonces los vendedores de estos bienes
de consumo se quedan con artículos no vendidos. ¿De donde adquieren, por consiguiente, esos
vendedores de bienes de consumo el dinero para invertir? Si mediante la venta de estos bienes no
puede “sustraer dinero de la circulación para atesorar o para constituir un nuevo capital-dinero
virtual”, no habrá demanda de nuevos bienes de producción y el proceso de acumulación quedará
interrumpido. En las palabras de algunos economistas modernos, “El impulso de ahorrar habrá
abortado”. Este es un nuevo problema cuya mera existencia tiene que resultar asombrosa para
quienes comparten el punto de vista corriente de que se cambia mercancías de una clase por
mercancías de otra clase.
Marx considero la tendencia y las fuerzas en sentido contrario como elementos en conflicto de los
cuales surgía la dirección general del sistema. El conflicto de fuerzas acababa de hallar un
equilibrio y, por tanto, un movimiento uniforme sólo que “por accidente”, y el cual daba lugar a
esas bruscas sacudidas del equilibro acompañadas de fluctuaciones que en las circunstancias
concretas de la economía capitalistas toman la forma de crisis.
La importancia que Marx atribuía a esta tendencia decreciente del tipo de ganancia puede ser
apreciada por el énfasis que ponía en sus críticas se Say y Ricardo por no haber tomado en cuenta
el hecho de que el sistema capitalista es un sistema no de producción social (motivada por fines
sociales), sino de lucro. De ahí que la consideración importante no fuera los limites abstractos para
el cambio, sino los límites pata invertir y producir a cierto tipo de ganancia. La tendencia de
ganancia a medida que aumenta el equipo del capital desempeña un papel prominente en ciertas
teorías recientes del ciclo económico, pero consideramos que su relación con las causas de las
crisis no requiere aquí una mayor elaboración. Algunas veces se ha pensado, sin embargo, que la
teoría de ración. Algunas veces se ha pensado, sin embargo, que la teoría de Marx es incompleta
porque a falta de pruebas de que el tipo de interés subiría al mismo tiempo (o por lo menos, que
se mantuviera rígido) en lugar de caer, no explica por qué una caída del tipo de ganancia habría de
provocar una disminución de las inversiones.
La verdad es que su teoría no una teoría de infraconsumo ni en el sentido de que la inversión
provoca necesariamente la sobreproducción si no se abre una nueva fuente de consumo, ni en el
sentido de que un aumento de salarios basta para prevenir la crisis y para aliviar la depresión, ni
en el sentido de que una deficiencia del consumo es siempre la causa que precipita la crisis, con lo
que se quiere decir que esta empieza en las industrias de bienes de consumo. Es evidente,
asimismo, que estaba lejos de atribuir al nivel de consumo. Es evidente, asimismo, que estaba
lejos de atribuir al nivel de consumo una influencia insignificante como un factor límite de la
realización de la ganancia (al dar lugar para una ampliación de capital) y ejercería, de ese modo,
una influencia dilatoria sobra la tenencia de las nuevas inversiones (agotando las oportunidades de
inversión) a provocar la caída del tipo de ganancia. Sin embrago, cualquier aumento del consumo
de la masa de la población como resultado de una elevación de salarios, sólo haría desparece en
sus oscilaciones las ventajas de obtenidas indirectamente: elevaría los costos tanto como la
demanda.
El consumo puede ser un factor qué limita la realización de la plusvalía, es evidente que la oferta
de mano de obra es un factor fundamental que limita su creación en primera instancia, y como tal
lo consideró Marx. Para él una crisis no era simplemente una dislocación transitoria, sino algo que
jugaba un papel positivo en la configuración de las tendencias a largo plazo del sistema, algo que
reaccionaba sobre el nuevo equilibrio hacia el que, después de la crisis, tendía a estabilizarse. Su
opinión se explica, en gran parte, por la influencia que la crisis ejerce sobre lo que él llamaba
“sobrepoblación relativa” o “ejército industrial de reserva”. Las crisis son siempre soluciones
violentas puramente momentáneas de las contradicciones existentes, erupciones violentas que
establecen pasajeramente el equilibrio roto. Un efecto principal de la crisis es el de volver a crear,
o aumentar, este ejercito industrial de reserva que, a su vez, reducirá el precio de la fuerza de
trabajo. Este reclutamiento periódico del ejército industrial de reserva aparece, por consiguiente,
como el punto de apoyo de que se ale el sistema para resistir cualquier intrusión grave sobre el
valor del capital y compensar, además, la tendencia de la acumulación de capital a reducir el tipo
de ganancia. Esto es lo que Marx llamaba “la propia ley de la población del capitalismo”, la cual
explica la desocupación y la pobreza tal como existe, no por que la capacidad productiva del
hombre fuera insuficiente para arrancar a la naturaleza de su propia subsistencia, sino debido a os
límites impuestos a la ocupación y a los salarios por las condiciones de la extracción de la plusvalía;
no porque la población sea redundante en un sentido absoluto, sino por que el capital es excesivo
con relación a las posibilidades de obtención del tipo de ganancia que se espera.
Hemos hecho una distinción entre desarrollo extensivo e intensivo del campo de inversión. La
distinción es, según creo, de importancia fundamental, no sólo por a luz que arroja sobre la
historia de las crisis, sobre las circunstancias que la motivan y sobre las nuevas condiciones que
crean, sino también en relación con la teoría de los salarios de Marx y, por consiguiente; con la
forma cambiante que adopta la lucha proletaria en diferentes etapas de su desarrollo.
Es evidente por otra parte, que para Marx el supuesto de los salarios se mantenía al nivel de
subsistencia, sólo era una primera aproximación y de ningún modo una ley del bronce universal,
válida para cualquier situación del mercado de trabajo. Es más, en su discusión sobre los sindicatos
con Weston en una sesión de la Primera Internacional, repudió explícitamente semejante
interpretación. Por tanto, si a diferencia de la de Ricardo, su teoría no descansaba en esa ley de la
población, puede parecer que no explica por qué el precio de la fuerza de trabajo no se eleva
hasta elevar el valor del producto.