Zohar 01

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el zohar

Traducido, explicado
y comentado
Vol. I

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Si este libro le ha interesado y desea que le mantengamos informado de
nuestras publicaciones, escríbanos indicándonos qué temas son de su interés
(Astrología, Autoayuda, Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Naturismo,
Espiritualidad, Tradición...) y gustosamente le complaceremos.

Puede consultar nuestro catálogo en www.edicionesobelisco.com

Colección Cábala y Judaísmo


El Zohar
Vol. I

1.ª edición: noviembre de 2006


6.ª edición: abril de 2018

Título original: Sefer ha Zohar

Traducción: Equipo editorial


Maquetación: Natàlia Campillo
Diseño de cubierta: Enrique Iborra

© 2006, Ediciones Obelisco, S. L.


(Reservados los derechos para la presente edición)

Edita: Ediciones Obelisco, S. L.


Collita, 23-25. Pol. Ind. Molí de la Bastida
08191 Rubí - Barcelona - España
Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23
E-mail: [email protected]

ISBN: 978-84-9111-303-4
Depósito Legal: B-32.499-2010

Printed in India

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el dis-
eño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en
manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico,
de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.
Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)
si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

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Índice

Dedicatoria de El Zohar................................................................... 7
Palabras introductorias.................................................................... 9
Primera parte. Introducción general al estudio de la Cábala....... 11
La importancia del estudio de la Cábala........................................ 31
Preparación adecuada para el estudio de la Cábala................. 37
Hakdamá – Prólogo de El Zohar.................................................... 47
Tercera parte. Sección de Bereshit................................................... 133
Apéndice. El Nombre de cuarenta y dos letras.............................. 237
Glosario............................................................................................. 249
Tabla de equivalencias de libros bíblicos........................................ 275
Índice de citas bíblicas..................................................................... 277
El Zohar, Plan General de la Obra.................................................. 285
Estimado lector................................................................................. 286

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dedicatoria de el zohar

A Jana Miriam, que llegó a leer parte de estos textos


y los amó con toda su alma. Para ella, que develó el
misterioso modo de estudiar la Torah desde las profun­
didades de su ser y de entregarse a Dios sin reservas,
y que se fue de este mundo en dirección a su amada
Jerusalén Celestial con la paz interior y el sosiego que
caracterizan a aquellos que tienen la certeza de haber
cumplido su misión en su paso por la vida.
Aquellos que tuvimos el mérito y la suerte de cono­
cerla sabemos que su luz espiritual y su sonrisa pura nos
acompañarán e iluminarán hasta el reencuentro final.

Zijroná Librajá

¡Que su recuerdo sea una bendición!

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palabras introductorias

He aquí que vendrán días, dice El Eterno, Dios, en que enviaré


hambre a la Tierra, pero no hambre de pan, ni sed de agua, sino
de la palabra de El Eterno.
A mós 8:11

Los motivos que nos llevan a traducir esta edición de El Zohar son
los siguientes:

1. Todo lo relacionado con la Cábala se encuentra tan popula­


rizado y divulgado que prácticamente se halla al alcance de
cualquiera.
2. Las traducciones parciales que normalmente suelen encon­
trarse en el mercado son incompletas, inexactas y confusas,
y en la mayoría de los casos no se basan en el idioma original
de El Zohar.
3. Existen personas que, sin saber hebreo ni arameo, e incluso
sin vivir de acuerdo con las normas de la Torah, se dedican a
la enseñanza de estos textos sagrados motivados por intere­ses
exclusivamente personales y comerciales.

Por consiguiente, y tras consultar a grandes e importantes cabalis­


tas en Israel, nos propusimos presentar una traducción absolutamen­

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El Zohar

te fiel al texto sagrado original, incluyendo comentarios breves y


acla­raciones con la intención de facilitar una comprensión mínima de
aquellos pasajes que se consideran de carácter más abierto y revela­
do. Estas aclaraciones escritas en letra más fina, no son nunca opinio­
nes personales de los traductores, sino una síntesis de las enseñanzas
de los sabios que han comentado El Zohar. Con todo, el lector aten­to
notará que muchos pasajes han sido traducidos de modo literal y sin
explicación alguna, ya que debido a su misterio y hermetismo sim­
plemente no pueden ser revelados al inexperto aprendiz.

Las características técnicas de la presente obra son las siguientes:


1. La letra enfatizada en negrita es la traducción palabra por
palabra de El Zohar.
2. La letra intercalada en redonda son los comentarios y agre­
gados.
3. Se han añadido fuentes bíblicas y talmúdicas.
4. Se acompaña un glosario al final de cada volumen.

Por último, queremos aclarar que todas las personas que par­
ticipan en la traducción de esta obra excepcional viven de acuerdo
con las enseñanzas clásicas de la Torah y se esfuerzan por complacer
y cumplir la Voluntad del Creador.
Quiera el Dios de Abraham, Itzjak y Jacob hacer cumplir nuestra
voluntad: que las almas sedientas de espiritualidad beban de la Luz
de Su Torah.

Y como dice la Mishná de Pirkei Avot (2:6):


En un lugar donde no hay hombres, esfuérzate en ser un hombre.

Los traductores

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primera parte

INTRODUCCIÓN GENERAL
AL ESTUDIO DE LA CÁBALA

A fin de familiarizar al lector con algunos conceptos generales de la


cábala y con la terminología propia del Zohar en particular, y también
a modo de prefacio, le proponemos estas páginas en las que hallará
información que le ayudará a comprender el espíritu y la letra del
Zohar. Un gran sabio del siglo pasado, Rabbí Israel Meir Hakohen de
Radun, más conocido como el Jafetz Jaim, autor de importantísimos
comentarios legales opinaba que:

La Cábala es una de las dimensiones más elevadas de la Torah.


Sin las dimensiones interiores de la Torah caminamos a ciegas
en la oscuridad, y los caminos de Dios en Su comportamiento
con las criaturas nos son inaccesibles.

El Zohar, palabra que significa «esplendor», es una de las puer­


tas que nos conducen a esas dimensiones interiores. También es una
luz que nos aclarará los puntos oscuros de le Torah, permitiendo que
ellos mismos vayan revelando, poco a poco, su propia luz.

La voluntad
Ratzón, (‫« )רצון‬voluntad» es una palabra clave dentro de la termino­
logía cabalística. Ratzón no significa únicamente «voluntad», sino

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El Zohar

también «albedrío» e incluso «benevolencia». Procede de la raíz Ratz


(‫ )רץ‬que se asocia con Ratza (‫)רצא‬, «correr, darse prisa» pero también
con Ratza (‫ )רצה‬que significa «querer, desear, apreciar». Los cabalis­
tas asocian Ratzón, (‫« )רצון‬voluntad» con la voluntad o el deseo de
realizar algo, ya sea algo físico como la construcción de una casa, ya
sea algo más espiritual como es el dar caridad. Por esta razón hacen
corresponder a Ratzón, (‫ )רצון‬con la tercera letra del alfabeto, la letra
Guimel (‫)ג‬, que el famoso alfabeto de Rabbí Akiba asociaba con la ex­
presión Gamalti iajad meJasadim leDalim, cuyas iniciales forman la
palabra Guimel (‫)ג‬, y significa «retribuir juntamente tanto a los píos
como a los necesitados».
Otros textos cabalísticos asocian a la letra Guimel (‫ )ג‬con un hom­
bre que está corriendo hacia delante para dar limosna a un pobre
(véase Talmud, tratado de Shabbat 104). ¿Qué tiene que ver esto con la
voluntad? Se trata de una alusión a la benevolencia divina, el Hessed,
con el que el Creador creó y mantiene el mundo. La vida que hemos
recibido, y que recibimos a cada instante, es un Hessed del Creador,
y el mundo fue creado por su voluntad o, como dice el Quijote, «por
querer del cielo».
A la letra Guimel (‫ )ג‬le sucede la letra Dalet (‫)ד‬, que significa «puer­
ta». Una puerta no es únicamente un lugar de entrada, sino también
un lugar donde recibimos a las visitas. Por esta razón, la letra de se
relaciona con la recepción. Pero Dal significa «pobre», «indigente».
Guimel (‫ )ג‬da y Dalet (‫ )ד‬recibe. Guimel (‫ )ג‬vale 3 y Dalet (‫ )ד‬vale 4.
Sumados son 7, y corresponden a los siete días de la semana. Apo­
yándose en el relato del libro del Génesis los cabalistas consideran
que el mundo en el que vivimos fue creado en seis días. Al principio
existió la voluntad divina de crear el mundo que corresponde a la
letra Guimel (‫)ג‬, pero la voluntad, como ocurre con el pensamiento,
es algo oculto que sólo conoce su dueño. Para que pueda plasmarse
era necesaria la letra Dalet (‫)ד‬, quien la recibe y, en cierto modo, la
delimita. De este modo, considera la cábala que el Creador limitó su
propia voluntad y se impuso una suerte de autolimitación con el ob­
jeto de crear el mundo de acuerdo con su voluntad. La voluntad re­
presentada por la letra letra Guimel (‫)ג‬, que los cabalistas denominan

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Introducción general al estudio de la Cábala

«voluntad simple», correspondería al infinito sin límites, conocido


en la cábala como Ein Sof. La voluntad autolimitada corresponde­
ría a lo que se conoce en la terminología zohárica como «coronas»
o Sephiroth. De este modo, el Creador crea el mundo a través de las
Sephiroth. Éste es un tema fundamental para la comprensión de los
textos de los cabalistas por lo que le dedicaremos una atención es­
pecial. El Ein Sof, que vendría a ser la fuente de la que manan las
Sephiroth, es la causa primigenia de todo lo que existe ya que no hay
causa superior a él.

Las Sephiroth
La cábala sostiene que el origen de todos los orígenes es la luz pri­
mordial e infinita, el Ein Sof, fuente y origen de todos los deseos,
origen también de la realidad en su totalidad que emana del infinito
y, revelación tras revelación, paso a paso, se manifiesta en el mundo.
Todo lo que vemos y todo lo que no vemos en este mundo, todos los
crecimientos ya sean del pasado, el presente o el futuro, proceden de
la voluntad divina y la continuidad de su existencia también depen­
de de su voluntad.
Si bien se considera que hay 10 Sephiroth para algunos autores se­
rían 40, en correspondencia con los 40 años que el pueblo de Israel
deambuló por el desierto o con los 40 días y 40 noches que Moisés
estuvo en el Sinaí (Véase Éxodo 34:28). Esto es así porque cada una
de estas 10 Sephiroth puede encontrarse en uno de los cuatro mun­
dos, que corresponden a la letra Dalet (‫)ד‬, y que son el mundo de la
emanación, el mundo de la creación, el mundo de la formación y el
mundo de la acción. Se considera que todo lo que está por encima
del mundo de la emanación pertenece al infinito, al Ein Sof. En el
mundo de la emanación se halla la raíz de la conducción del bien y
del mal, en correspondencia con el árbol del conocimiento del bien
y del mal. Este mundo es una forma superior de la realidad donde la
luz infinita se unifica convirtiéndose en unidad.
Fue el deseo del Creador que su voluntad se revelara a través de las
10 Sephiroth, Keter «la corona», Jojmah «la sabiduría», Binah «el enten­

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El Zohar

dimiento», Hessed «la bondad», Guevurah «el poder», Tiferet «la belle­
za», Netzaj «la victoria», Hod «el esplendor», Iesod «el fundamento» y
Maljut «el reino».
Para los cabalistas la relación entre el Ein Sof y las Sephiroth se ase­
meja a la relación entre el cuerpo y el alma. Compuesto por muchos
miembros órganos, a los que les corresponden funciones específicas,
los ojos ven, los oídos oyen, las manos tocan, todos los órganos del
cuerpo están regidos por el alma. Ésta es la fuerza concreta e indivi­
sible que les da vida y los activa. A pesar de que es una única fuerza,
cuando activa los ojos, vemos y cuando activa los oídos oímos. Del
mismo modo cuando el Ein Sof activa una Sephirah en concreto, se
activa la cualidad propia de ésta. Así, cuando se activa Hessed, se ac­
tiva la bondad; cuando se activa Binah, se activa el entendimiento o la
comprensión. Todas las Sephiroth son poderes del Creador y el mode­
lo y ejemplo de cómo se produce la materialización de la creación. Las
Sephiroth no están separadas del Creador ya que son la luz emanada
de él a fin de crear y mantener la creación.
Aplicando el esquema sefirótico al hombre, señalaremos que,
excepto Keter, todas las Sephiroth pueden asociarse con una parte
de su cuerpo. Keter está por encima de él, lo trasciende. De algún
modo podríamos asociar a esta sefirah con la Kipah. Como decía
un sabio, sirve para recordarnos que hay algo que está por encima
nuestro. El simbolismo o el sentido de la Corona es que es a la vez
algo que nos trasciende y algo que nos conecta con lo trascendente.
Gozar de la Corona, o lo que es lo mismo, conectar con lo trascen­
dente, es lo que nos saca de nuestra condición de mendigos y nos
convierte en reyes.
También podemos ver al árbol sefirótico como un plano o un es­
quema del alma humana, tanto a nivel individual como colectivo. Ve­
remos más adelante cuando hablemos de cada sefirah en particular
cómo cada una de ellas corresponde a una fuerza del alma concreta.
A nivel colectivo este mapa se aplica a ese alma general, klalit, que es
Israel. Este tema ya lo desarrolló Moisés Cordovero cuando realizan­
do la suma del valor numérico de la letra inicial de cada una de las
Sephiroth nos descubre que es 541, o sea la guematria de Israel. Por

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Introducción general al estudio de la Cábala

otra parte, la denominada guematria Katán o reducida de Israel (5 +


4 + 1), es 10 y corresponde también a las 10 Sephiroth.
Toda la realidad está compuesta o construida por las 10 Sephiroth.
Cuando dos realidades aparecen distintas entre sí, lo que realmente
sucede es que las Sephiroth que las componen se diferencian. Cada Se-
phirah está compuesta a su vez por otras 10 Sephiroth, un poco como
aquellas muñecas o rosas que contienen otras muñecas iguales pero
más pequeñas en su interior. Son como coronas dentro de otras coronas.
Un versículo del libro de Job (29-26) es a menudo utilizado por los
cabalistas:

«Desde mi propia carne tengo que ver a Dios».

El texto dice claramente «Mi propia carne», y no «mi alma», lo cual


ha sido interpretado como la Sephirah de Maljut, que, en cierto modo,
hace la función de espejo de las otras Sephiroth superiores, o si lo pre­
ferimos, de la Sephirah de Keter, «la corona».
Los cabalistas consideran que la Sephirah de Keter es la Sephirah
de la voluntad. De su nombre «corona», recibirán también su nombre
las demás Sephiroth, conocidas también como «coronas». Se trata de
la primera emanación o sea la primera revelación o luz que el Crea­
dor propagó en su proceso de revelación. Esta luz seguirá haciendo
más tenue a medida que es filtrada por las siguientes Sephiroth. Uno
de los nombres que recibe la Sephirah de Keter es Ain, «nada». La Es­
critura completa de la palabra Ain, «nada», 130, es cinco veces 26, la
guematria de Dios, el Tetragrama. Cinco se relaciona con los 5 niveles
del alma, Nefesh, Ruaj, Neshamah, Jaiah y Iejidah. Los cabalistas con­
sideran que la Sephirah de Keter puede dividirse en dos, apoyándose
en Pirké Avoth (3,1) que dice: «sabe de dónde vienes y hacia dónde
vas». El término hebreo para indicar «de dónde» es Ain, «nada». En
cierto modo nos está enseñando que partiendo de Keter hasta Mal-
jut llegaremos a otro Keter en otro nivel. También opinan que Ain,
«nada» tiene cualitativamente mucha más existencia que nada de lo
que tenemos en este mundo. El pensamiento no puede captar a Ain,
«nada», por lo que Job dijo (28:12):

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«Pero, ¿sabe la gente dónde encontrar sabiduría? ¿Dónde puede


hallar entendimiento? Nadie sabe dónde encontrar sabiduría».

En el texto hebreo, MehaJojmah MeAin, que podríamos traducir


como «la sabiduría dónde», la palabra que aparece es precisamente
Ain, «nada».
Después de Keter nos encontramos con la Sephirah de Jojmah, la
sabiduría. Si tenemos un deseo o una voluntad, que está en estado
embrionario, en forma de proyecto, para poder plasmarlo y realizarlo
es necesaria una cierta sabiduría relacionada con él. Éste es el papel
de Jojmah. Pero hará falta unos límites, que son los que nos aportará
la Sephirah de Binah. Binah corresponde a los detalles, a la digestión,
porque esta Sephirah es la que fija los límites, escudriña, divide, y pro­
cesa los datos o la luz procedentes de Jojmah. En el Sefer Yetzirah (1:4),
podemos leer:

«Comprende con sabiduría y sé sabio (‫ )חכם‬con Entendimiento


(‫»)בינה‬.

De alguna manera, Jojmah y Binah se complementan mutuamente


y las tres primeras Sephiroth, Keter, Jojmah y Binah conforman la di­
mensión del pensamiento, que precede a la acción. Si bien Keter se
refiere a aquel que realiza la acción, Jojmah y Binah hacen referencia a
dos estadios de la acción, Jojmah al primero y Binah al segundo. Esta
idea encuentra un apoyo en el libro de los Salmos (104-24):

«¡Cuán muchas son tus obras, oh Eterno! Hiciste todas ellas


con sabiduría (beJojmá); la tierra está llena de tu posesión».

O sea que todas las obras del Eterno, o sea toda la creación, fueron
hechas con sabiduría, a través de la Sefirah de Jojmah.

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Introducción general al estudio de la Cábala

La Torah comienza y termina por Hessed


Veamos ahora las denominadas Sephiroth de la construcción, Hessed
«la bondad», Guevurah «el poder», Tiferet «la belleza», Netzaj «la vic­
toria», Hod «el esplendor» e Iesod «el fundamento». Si bien las tres
primeras Sephiroth estaban en el estadio del pensamiento, las seis que
acabamos de mencionar junto con Maljut, «el reino», ocupan el esta­
dio de la realización, de la materialización. Las tres primeras corres­
ponden al pensamiento y el principio de la manifestación mientras
que las siguientes se enmarcan ya dentro de la acción.
Maljut, «el reino» ya no pertenece ni al pensamiento ni a la reali­
zación, ya que se trata de una Sefirah que únicamente recibe y no po­
see nada por sí misma por lo que el mismo Zohar la relacionará con el
mar al que van a parar todos los ríos. Maljut, «el reino» corresponde,
pues, a la recepción.
Nos enseña el Talmud de Babilonia en el tratado de Sotah (14a)
que «la Torah comienza y termina por Hessed. Al principio aprende­
mos del Hessed de Dios para con Adán y su mujer; al final nos encon­
tramos con el Hessed de Dios al enterrar a Moisés». Ya vimos que el
origen del mundo debemos hallarlo en la Ratzón o voluntad divina,
y que esta palabra también significa «benevolencia» por lo que pode­
mos asociarla a la Sephirah de Hessed. Hessed no es, como vimos, una
Sephirah mental sino que implica acción práctica. No basta con querer
hacer el bien, hay que hacerlo.
Los Pirké Avot (I-2) nos enseñan que:

El mundo se sostiene sobre tres pilares: el estudio de la Torah,


sobre el Servicio Divino (es decir, la plegaria y los sacrificios)
y sobre la práctica de Hessed.

Cuando en Salmos (89:2) nosotros leemos que Olam Hessed Ibané,


«para siempre será edificado Hessed», los cabalistas leen «el mundo
será edificado con Hessed», ya que Olam significa al mismo tiempo
«mundo» y «siempre». El objetivo de la creación es hacer Hessed con
los seres creados. Si partimos de la base que el Creador es el bien ab­
soluto, cualquier cosa que haga derivará de este bien. Por esta razón,

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El Zohar

estableció un mundo incompleto y un hombre imperfecto al que se


le brindó la opción de escoger entre el bien y el mal, de aumentar la
luz o la oscuridad. El Maharal de Praga escribía:

«Es evidente que cuando una persona realiza un acto de bondad


por su prójimo sin esperar una devolución, está realizando un
bien hacia el otro. De hecho, no hay bien mayor que cuando se
hace un bien para otros por propia voluntad. Al actuar de esta
manera el acto es real y verdaderamente un Hessed».

De este modo, con la práctica de la bondad, el hombre se acerca


a su Creador. Hessed corresponde también a la capacidad de expan­
sión, y por eso se la asocia directamente con la luz, que no queda
retenida sino que se expande iluminando a su alrededor. Para los
cabalistas esto corresponde al primer día de la creación en el que
fue dicho «sea la luz». El segundo día corresponderá a la Sefirah an­
tagónica de Hessed, Guevurah, que se asocia con la limitación, con
los límites.

Pardés, el vergel
Si bien hay un número omnipresente tanto en la Torah como en el
Zohar, éste no es el 7, como suele creerse, sino el 4 que, en cierto
modo refleja a las 4 letras del Tetragrama. La palabra Pardés, un tér­
mino que hay que asociar con este número y con el que nos vamos
a encontrar en más de una ocasión en el Zohar, pertenece a la mis­
ma raíz que en castellano originará la palabra «Paraíso». Según el
Talmud (Jaguigah 14:b), cuatro grandes maestros se consagraron al
estudio esotérico de la Torah logrando entrar en el Pardés, o sea pene­
trando sus ocultos secretos. Se trataba de Rabbí Akiba, de Ben Soma,
de Ben Assai y de Elisha Ben Abuya, llamado Ajer. Ben Assai vio y
murió. Ben Soma vio y se volvió loco; Ajer vio y se hizo apóstata; sólo
Rabbí Akiba entró sano y salió sano. El texto talmúdico dice: «entró
en paz y salió en paz». Cuando sumamos a sí misma la guematria de
la palabra Shalom, «paz», 376, obtenemos 752, un número que nos

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Introducción general al estudio de la Cábala

envía directamente a la experiencia que estos cuatro sabios tuvieron


en el Pardés, sintetizada en Salmos (112:4):

«En las tinieblas resplandece la luz».

El valor numérico de esta frase también es 752.

La palabra Pardés está formada por cuatro letras: Pe, Resh, Dalet,
y Samej. Pe corresponde a Pshat, el sentido literal, el evidente; Resh a
Remes, el sentido alegórico, el simbólico Daleth a Derashah, la inter­
pretación talmúdica, más profunda, Samej a Sod, el sentido secreto,
el más interior de todos. Sod es el misterio, lo que está más allá de
nuestro mundo dual, pero inmanente a él. Es el sentido último de la
Torah. El Pardés en el que penetraron los cuatro profesores se inter­
pretó, pues, como la especulación sobre el verdadero sentido de la
Torah en sus cuatro interpretaciones. En el Zohar Haddash, «el nuevo
Zohar», podemos leer:

«Las palabras de Torah son comparables a una nuez. ¿Cómo


hay que entender esto? Al igual que la nuez tiene una cáscara
externa y un núcleo interno, así cada palabra de la Torah con-
tiene también un maasé (hecho externo), midrash (explicación
alegórica), agadah (interpretación talmúdica) y sod (secreto) y
cada uno de ellos representa un sentido más profundo que el
que le precede».

Algunos cabalistas han relacionado estas cuatro interpretaciones


de la Torah con los cuatro ríos que, según Génesis 2-10, salen del Jar­
dín de Edén, o sea, del Paraíso. El primer maestro habría entrado en
el río Pisón. Esta palabra deriva de una raíz que significa «desbor­
dar». La enormidad del secreto al que tuvo acceso lo desbordó. El se­
gundo habría entrado en el Guichon, de una raíz que significa «pre­
cipitarse o abrirse paso»: se precipitó en unas profundidades para las
cuales no estaba preparado. El tercero entró en el río Chidekel, pala­
bra que se interpreta como compuesta de Chad y de Kal, «fino y ágil»

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El Zohar

y que indicaría la finura y la agilidad de la interpretación talmúdica,


Derasha. Incluso él, que había accedido a unas profundidades prohi­
bidas al resto de los mortales, no pudo soportar la visión paradisíaca.
Según estos mismos cabalistas, el cuarto maestro entraba en el río
Éufrates, palabra que procede de la raíz que significa «crecer, multi­
plicarse, fructificar». Este cuarto maestro era Rabbí Akiba a quien la
tradición atribuye el Zohar. Señalemos que la palabra Rabbí procede
también de una raíz que significa «multiplicar». Para los cabalistas
se trata del sentido más interior de la Torah, «aquel del que mana la
fuente de la vida». Así el rabino, el Rabbí, no enseña algo exterior,
como se suele creer, sino que hace crecer y multiplica la sabiduría que
está en el interior de sus alumnos, de un modo parecido al verdadero
maestro, aquel que dijo «creced y multiplicaos».
Los tres primeros maestros sólo lograron penetrar en la Torah de
un modo exterior, profano, inadecuado; sólo Rabbí Akiba logró ir
hasta el fondo, hasta el interior del paraíso que es la Torah. El mismo
Talmud, con su característica sutileza, nos explicará por qué fracasa­
ron los tres maestros. El texto dice:

«Cuando lleguéis a los lugares de mármol brillante no digáis:


¡Agua, agua!».

Palabras incomprensibles si no tenemos en cuenta ese viejo pro­


verbio, de origen judío y evidentemente cabalístico que proclama que
«las apariencias engañan». Fiándonos de ellas podemos acabar min­
tiendo sin saberlo. No hace falta estar perdido en medio del desierto
para ser víctima de un espejismo. Toda la vida del hombre en exilio
del Paraíso, en el desierto de este mundo, no es sino una sucesión
ininterrumpida de espejismos (véase I-Zohar 26a y 26b).
Para los Sabios decir «agua, agua» significaba permanecer aún en
el nivel de lo psíquico, de la dualidad, de lo profano. Recordemos
que el número dos, ejemplarizado en la Torah por el segundo día de
la Creación, simboliza en cierto modo la escisión, la división y corres­
ponde a la Sephirah de Guevurah, o sea a las limitaciones. Como nos
enseña el mismo Zohar, en el relato bíblico cada día es objeto de una

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Introducción general al estudio de la Cábala

bendición (a través de la palabra Tov) excepto el segundo. Si la Verdad,


Emet, con mayúscula, está representada por la Unidad, la Mentira,
Sheker, pertenece a la dualidad. Por eso el Talmud, cita el Salmo 110:7,
«quien profiera mentiras no permanecerá delante de mis ojos» para
justificar lo que les ocurrió a los tres compañeros de Rabbí Akiba.
El Talmud dice que el primero de los sabios maestros, Ben Azzai,
vio y murió. Pero Ben Azzai no era un profano, alguien que inten­
ta apropiarse de lo que no le está destinado, era por el contrario un
hombre piadoso. No se trata, como podría parecer a primera vista, de
una muerte horrible, pues se trae a colación el versículo 15 del Salmo
116 que dice: «Es cosa preciosa a los ojos de ihwh la muerte de los
que le aman». Murió por amor, en una experiencia de amor.
El destino de Ben Soma es distinto: halló miel en la Torah y «comió
más de la cuenta». A él se aplica el Proverbio 25:16 que dice: «Si en­
cuentras miel, come lo suficiente; no te hartes y tengas que vomitar».
No pudo digerir la experiencia del Pardés.
En cuanto a Ajer, el texto dice que «arrancó brotes verdes». Si bien
se podrían escribir libros enteros sobre qué significa «arrancar brotes
verdes», la interpretación tradicional es que se hizo apóstata e intentó
arrastrar en su error a jóvenes estudiantes.
Sólo Rabbí Akiba no cayó en la ilusión, en el espejismo de las apa­
riencias: «Aquel que no sabe separar la ilusión de la verdad, no es
digno de acercarse a la Gloria de Dios» declaran los cabalistas al uní­
sono. Todo intento, toda tentativa que trate de forzar la entrada en el
Paraíso y que no vaya acompañada por la pureza del corazón y la lu­
minosidad de la mente, están de antemano condenados al fracaso. Si
para realizar un viaje en este mundo es necesario prepararse, para el
viaje al Pardés la preparación es aún mayor.

Torah oral y Torah escrita


En diversos lugares el Zohar nos enseña que existe una Torah oral
y una Torah escrita; se trata también de una Torah visible y de una
Torah invisible. A pesar de ser una, la Torah, la Ley, puede conside­
rarse doble: oral y escrita. Moisés recibe en el Sinaí la Torah en forma

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El Zohar

escrita (Torah Shebijtav) y en forma oral (Torah Shebealpeh); la Torah


escrita está llena de giros idiomáticos y expresiones misteriosas que
sólo podrán comprenderse en base a las enseñanzas de la Torah oral.

Un relato conocido talmúdico (Niddah 30b) nos enseña:

«Rabbí Simlai explicó lo siguiente: ¿A qué se parece un Embrión


en el vientre de su madre? A un documento doblado (plegado).
Tiene las manos sobre las sienes, los codos contra las piernas
y los talones contra las nalgas. Su cabeza reposa entre sus
rodillas, su boca está cerrada y su ombligo abierto. Come de lo
que come su madre y bebe de lo que bebe su madre.
No hace excrementos, pues de otro modo mataría a su madre.
En cuanto sale al aire libre, los órganos que estaban cerrados se
abren y los que estaban abiertos se cierran: si no fuera así, el
niño no podría vivir ni siquiera un rato. Una lámpara arde sobre
su cabeza (cuando está en el vientre de la madre) y contempla el
mundo de una extremidad a otra, tal como fue dicho:

«Haciendo brillar su lámpara sobre mi cabeza; hacia su luz yo


caminaba en la oscuridad». (Job 29:3)

Que no te extrañe: ve, una persona puede tener un sueño que


tenga lugar en España, mientras que ella está allí. No hay
morada más feliz para el hombre, pues ha sido dicho:

«Quien me diera como los meses de antaño; como los días en


que Dios nos guardaba». (Job 29:2)

¿Cuál es, en efecto, la época que se cuenta en meses y no en


años? ¡El embarazo! Al embrión le es enseñada toda la Torah,
ya que ha sido dicho:
«Y me instruyó y me dijo: que tu corazón retenga mis palabras;
cuida mis mandamientos y vivirás». (Proverbios 4:4)

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Introducción general al estudio de la Cábala

Y también:

«Cuando la intimidad de Dios estaba sobre mi tienda» (Job


29:4).
¿Cuál es la utilidad de esta última cita? Es que podrías pensar
que se trata únicamente del (caso de un) profeta. Escucha, pues:

«Cuando la intimidad de Dios estaba sobre mi tienda» (Job


29:4).

A partir del momento en que el niño viene al mundo un ángel


se le acerca y le da un cachete en la boca que le hace olvidar la
Torah entera, ya que ha sido dicho:

«El pecado tumbado» (Génesis 4:7).

(El niño) no sale del vientre materno hasta que ha prestado


juramento, ya que ha sido dicho:

«Toda rodilla se doblará ante mí, toda lengua jurará». (Isaías


45:23)

«Toda rodilla se doblará ante mí» es una alusión al día de la


muerte ya que:

«Delante de él se inclinarán todos los que desciendan al polvo».


(Salmos 32:30)

«Toda lengua jurará» alude al día del nacimiento ya que ha


sido dicho:
«El limpio de manos y puro de corazón, el que no invoca en
vano y no ha jurado para engañar». (Salmos 24:4)

¿Y qué juramento se exige (del recién nacido)?

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El Zohar

Se le dice:

«Sé un justo y no un malvado; incluso si el mundo entero te


dice que eres un justo, considérate como un malvado. Has de
saber que el Santo, bendito sea, es puro, que sus oficiantes son
puros, así como el alma que te he dado. Si la conservas pura,
muy bien; si no, la tomaré de nuevo.»

¿Cómo podemos recuperar esa Torah perdida? A través del estu­


dio. El estudio de la Torah es, como sabemos, la base de la práctica
cabalística: se ha recibir la Torah como Moisés en el Sinaí, como
Esdras en la montaña. Es necesaria también una gran humildad
y pureza de corazón, virtudes que caracterizaban a Moisés, pues
la Torah es comparada con el agua «que es modesta porque va de
arriba abajo».
La Torah también es como una fuente inagotable que ninguna
vasija puede contener. La suma de enseñanzas que contiene es in­
finita y ningún hombre, por sabio que sea, puede abarcarlas todas.
La palabra «vasija», en hebreo Kad, tiene un valor numérico de 24,
lo cual quiere decir que ni siquiera los 24 libros en que se divide el
canon bíblico según la tradición judía pueden agotar la profundidad
de enseñanzas de la Torah.
La Torah escrita, Torah Schebijtav, es el texto sagrado que el hom­
bre ha recibido de Dios, pero es un libro «sellado por dentro y por
fuera», un libro cerrado. Al hombre le corresponde, pues, con la ayu­
da de la Torah Oral, la Torah celeste, abrirlo y leerlo al descubierto. El
Libro Divino puede entonces, a su vez, abrirse al hombre y revelar­
le su secreto, ya que sus letras han sido vivificadas por la luz, por el
espíritu. Porque la Torah Oral es una luz, una vela, una lámpara, etc.
Con todo, el Sepher ha Bahir (cap. 99) afirma que:

«Así es la Torah Oral: aunque sea una lámpara, necesita de


la Torah escrita para resolver sus dificultades y explicar sus
misterios.»

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Introducción general al estudio de la Cábala

Esto es así porque nuestro sistema cognitivo funciona por contras­


te. Vivimos en el mundo de la dualidad y para poder ver una forma
hemos de tener un fondo, para conocer el placer hemos de haber co­
nocido el dolor.

«Así la Torah escrita no puede adoptar una forma material


más que gracias a la fuerza de la Torah Oral; o sea, que no
podría ser comprendida enteramente sin ésta, del mismo modo
que la misericordia divina no puede ser percibida y alcanzada
más que gracias al rigor».

La Presencia divina, la Shekinah

«No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una ayuda
semejante a él». (Génesis 2:18)

Esta conocida frase del Génesis se nos presenta como el punto de par­
tida de una de las doctrinas más apasionantes en el seno de la Cábala
con la que nos encontraremos a cada rato en el Zohar: la de la Sheki-
nah. Pero, ¿qué es la Shekinah? o, mejor dicho, ¿quién es la Shekinah?
«El autor de los Tikkunim -escribe el estudioso G.G. Scholem-
identifica la Shekinah, la presencia de Dios considerada como la últi­
ma emanación de las diez Sephiroth, con la Torah en su manifestación
y plenitud.» Cuando el texto bíblico habla de «la faz de Dios» se refie­
re siempre a la Shekinah. La Shekinah es la «presencia de Dios». Esta
palabra procede de la raíz Shakan, «establecerse, residir, morar.» La
Shekinah es, pues, «la que reside», es la «presencia divina», la Sabidu­
ría del Libro de los Proverbios.
Para los cabalistas, esta «ayuda semejante a él», el complemento
del hombre, su «media naranja», es la Shekinah, la Torah que le entre­
gará las llaves que han de abrirle las puertas del mundo futuro; por
esta razón, el cabalista se dedica noche y día en su estudio. Señale­
mos que, también según los Tikkunim (102 d), la Shekinah es el Pardés
ha-Torah, el Paraíso de la Torah. La palabra Pardés significa literal­

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El Zohar

mente «vergel de naranjos». No podemos extendernos aquí a pro-


pósito del simbolismo de la naranja, «la manzana de oro» como la
llaman los hebreos, pero señalaremos que la expresión popular «me­
dia naranja» tiene un origen cabalístico incontestable.
Como dice el Zohar (i-168 a):

«Quienquiera que se consagre al estudio de la Torah, atrae a


sí la vida de arriba y el Santo, Bendito sea, le hace entrar en el
mundo futuro»

La «vida de arriba» es, evidentemente, la Shekinah, la Torah celeste,


como nos indica el libro de los Proverbios (5:20 y 22):

«Hijo mío, atiende a mis palabras… que son vida para quien
las acoge.»

Esta Torah es, también, el verdadero alimento del verdadero hom­


bre, la vida que alimenta a la vida, aquel del que, con palabras harto
enigmáticas nos hablaba el Génesis (9:3):

«Todo cuanto vive os servirá de alimento.»

Y, ¿qué es lo que vive, lo que está vivo? La Torah. El alimento espi­


ritual del cabalista está en las palabras de la Escritura, de la Torah.
Éstas son, nos enseñan los sabios, como un maná que cambia de sa­
bor según quien lo come, pues estas palabras cambian de sentido
según quien las lee. Son el alimento de su vida interior, el verdadero
alimento celeste. El Talmud (Mekhiltá, 17) insiste en la relación entre
la Torah y el maná:

«La Torah sólo fue dada a aquellos que recibieron el maná».

Por otra parte, en el tratado de Iomá (75b) se describe la diferencia que


tenía el maná para los justos, para la gente ordinaria y para los mal­
vados. Comentando el versículo bíblico: «tenía el gusto de un pastel

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Introducción general al estudio de la Cábala

de aceite» Rabbí Abahú dijo que al igual que el recién nacido cada vez
que toma el pecho de su madre percibe un gusto distinto, así también
los hijos de Israel, cada vez que comían el maná le encontraban un
gusto distinto. En hebreo esta comparación tiene más sentido pues
se está haciendo un juego de palabras entre lechad «pastel» y chad,
«seno». Resumiendo, el provecho que podamos sacar de la lectura de
la Torah no sólo depende de cada uno de nosotros, sino que también
va variando a medida que nosotros cambiamos.
Si el Santo, Bendito sea, recibe en el Zohar en nombre del Rey, la
Shekinah es la Reina, la Princesa o la Esposa del Rey. Rey y Reina, Es­
poso y Esposa, son el «macho» y la «hembra» de cuya unión unitiva
nos habla el Zohar (III-7 b):

«Se llama «Uno» a la unión del Macho y de la Hembra; y sólo


cuando la Hembra está unida al Macho puede emplearse esta
palabra: Uno».

Pero la unión mística del principio masculino con el femenino


simboliza también en el Zohar (III-26 a) la unión entre la Torah oral y
la Torah escrita a la que ya hemos hecho referencia, o incluso a la re­
unificación del Nombre de Dios.
Es la unión del Cielo y de la Tierra. La Torah que lee el cabalista, es
como un vestido de la Torah celeste o Shekinah, en el que ésta se dis­
fraza y oculta. Sin este vestido, no podríamos tener acceso a ella; sin
él, ella no podría llegar hasta nosotros.
La Torah celeste, secreta, es luz, como nos dice el Libro de los Pro­
verbios (6:23): «Y la Torah es Luz». Afirman los textos que gracias a
esa luz Adán era capaz de contemplar el paraíso de un extremo al
otro (véase Talmud, tratado de Jaguigah 12a).
En nuestro estado caído somos incapaces de soportar la luz en
toda su pureza. Sólo podemos verla oscurecida y de cuando en cuan­
do, en pequeñas dosis. Pero, a medida que van aumentando en can­
tidad y calidad estas dosis, aumenta también nuestra capacidad para
soportarla y disfrutarla. Sin embargo, sólo el sabio cabalista es cons­
ciente de ello y busca noche y día la luz de la Torah perdida por Adán.

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El Zohar

El Justo, mediante sus buenas acciones y su estudio profundo, me­


diante una vida cotidiana orientada hacia la pureza de la vida, contri­
buye a aclarar la Shekinah que, a pesar de ser negra a causa de la caí­
da, no deja por ello de ser hermosa, como parece indicarnos la Esposa
del Cantar de los Cantares.
También se ha comparado la Torah o la Shekinah al Árbol de Vida
del paraíso. Un magnífico pasaje del Zohar nos habla de él en estos
términos:

«Un poderoso árbol rodeado de grandes ramas concede alimen­


to a los pájaros y a los hombres aquí abajo… El árbol es visible
mientras es de día, y está oculto cuando es de noche… El
mundo de aquí abajo no ejerce su poder más que cuando las
tinieblas lo cubren y las puertas que lo rodean y comunican
con el mundo celeste están cerradas».

¿Qué sentido tiene hoy en día el estudio de la cábala?


Si bien, como señala el rabino Michael Laitman, autor de una au­
torizadísima «Cábala para principiantes», «el estudio de la cábala
ha cambiado radicalmente con el paso de los años», esta sabiduría
ancestral inseparable de la Torah y de Israel se encuentra en la ac­
tualidad expuesta a los ojos de todos. Libros, cursos y seminarios
presenciales o por Internet están al alcance de todos los públicos.
Pero, ¿se trata de la cábala verdadera o de una mera vulgarización
de una sabiduría que requiere algo más que asistir a un cursillo o
leer un libro? ¿Todos los maestros que dicen enseñar cábala se apo­
yan en los textos y las fuentes tradicionales? Desgraciadamente, no.
Rotundamente no.
Intentando reducir lo irreducible a fin de contestar a esta pregun­
ta, diremos que el hombre tiene una misión en esta vida. Esta misión
tiene que ver consigo mismo, con lo más profundo de sí mismo, y
con la divinidad, con su Creador. Para realizar esta misión se nos ha
dado la vida, pero también la Torah, que es una suerte de manual de
instrucción para la vida. No está en nuestras manos completar esta

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Introducción general al estudio de la Cábala

misión, pero tampoco estamos libres de abstenernos, como nos en­


señan los Pirké Avot (II-21):

«No depende de ti acabar el trabajo, pero no puedes abstenerte


de él».

La Cábala se aprende directamente de Dios o de un maestro, y se


practica en la vida de cada día, en el estudio y la oración cotidianos.
Por regla general, las obras de los sabios cabalistas no desarrollan
planteamientos o razonamientos más o menos interesantes intentan­
do enseñar a los ignorantes los arcanos de la Cábala, como podría
parecer desde fuera, sino que aluden a ella, presuponiéndola recibi­
da y aceptada. Nosotros tenemos la llama y el estudio hace que ésta
crezca. El cabalista busca un modo de vida en el que coloca su coti­
dianidad en armonía con el Creador, a fin de restablecer la unión que
existía originariamente entre el Creador y el mundo, recobrando así
el estado de antes de la caída. El estudio de los libros, más que con­
ducir al saber, apunta a hacerle consciente de su cósmica ignorancia,
de su descomunal impotencia, orientándolo hacia el Creador, fuen­
te de toda sabiduría.
Por esta razón, cuando leemos pasajes oscuros del Zohar que no
entendemos o no creemos entender, no hemos de preocuparnos.
Nuestra alma sí entiende.
Los editores

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La importancia
del estudio de la Cábala

Aquellos que opinan que no es necesario estudiar Cábala, y tampoco


quieren que los demás la estudien, y mantienen que sólo existe el
sentido llano de la Torah y del Talmud… son considerados como si
hicieran retornar al mundo al caos original, y provocan la pobreza en
el mundo y prolongan los días del exilio.

Bienaventurada la porción de quien conoce los secretos de


su Hacedor, de quien Lo conoce a Él del modo correcto.
Porque ellos comerán su porción en este mundo y en el
Mundo Venidero…
Tikúnei Zohar, Tikún 43

Debes saber que el versículo: «Y lo ampararé porque conoce Mi


Nombre» (Salmos 91:14), se refiere al secreto del estudio de la Sabi­
duría de la Cábala. Y quien no vio la Luz de esta Sabiduría no ha visto
luces en su vida, porque recién entonces entenderá y comprenderá el
secreto de Su Unicidad y el secreto de Su Providencia, y comprenderá
lo referente a los Nombres y descripciones mencionados en la Torah,
todo lo cual se escapa de la sabiduría filosófica.

¡Feliz el ojo que ha visto todo esto! Y considerando que hay muchas
personas que se apartan de esta Sabiduría, es importante que se­

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El Zohar

pan que todo el que se aparta de ella se retira de la vida espiritual


eterna.
Rabbí Ishaiahu Horwitz,
Shnei Lujot Habrit, Asará Maamarot

Qué felices somos y qué buena es nuestra porción por haber merecido
contar con el libro de El Zohar, el cual no tuvieron en sus manos los
Sabios anteriores… quienes a pesar de haber conocido esta Sabiduría,
no probaron de su miel ya que en sus días aún no se había revelado.
Y que no te sorprenda que este hecho, ciertamente, no se reve­
ló hasta esta última generación en la que nos encontramos. Porque
una prueba de esto encontré en el Sefer HaTikunim (24:1): «Le dijo el
profeta Eliahu a Rabbí Shimón: Rabbí, Rabbí, bienaventurado eres,
que de éste, tu libro, se sustentarán grupos de entes superiores, hasta
que al final de los tiempos se revele también a los entes inferiores, tal
como está escrito: «devolveréis cada hombre a su patrimonio ances­
tral y cada hombre a su familia» (Levítico 25:10).

He aquí que se aclara en este pasaje que El Zohar estaría oculto, y


que durante este período habrían de gozar de él los entes superiores,
es decir, los ángeles, hasta el final de los días, tiempo en el que tam­
bién se revelaría a los entes inferiores. Y por el mérito de quienes se
ocupan de él vendrá el Mesías, porque entonces la Tierra se colmará
de conocimiento por su causa, y entonces esto provocará la llegada
del Mesías…
Rabbí Ishaiahu Horwitz,
Shnei Lujot Habrit, Asará Maamarot

Y tal como Israel no fue redimido de Egipto hasta que El Creador los
santificó a través de la sangre del sacrificio pascual y la sangre de la
circuncisión, así también la Redención futura no sucederá sino cuan­
do se agregue esta Santidad (la que se añade a través del estudio de
El Zohar), y ésta es la voluntad de El Eterno, y feliz quien lo merece.
Rabbí Ishaiahu Horwitz,
Shnei Lujot Habrit, Asará Maamarot

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La importancia del estudio de la Cábala

No caben dudas de que el que se ocupa de los secretos de El Eterno


provoca que los ángeles alaben al Creador, lo que no induce quien se
ocupa del resto de las partes de la Torah.
Rabbí Moshé Cordovero,
Or Neerav, cuarta parte

Cuando la persona entienda el nivel del sod correctamente, poseerá


absolutamente todo (es decir, los cuatro niveles del Pardés): el pshat, el
remez, el drash y el sod. Pero todo el tiempo que no comprende el sod,
incluso el nivel llano –pshat– no lo tiene claro.
Gaón de Vilna,
Comentario a Proverbios 2:9

La necesidad de esta Sabiduría es grande. Al comienzo te diré que no­


sotros estamos obligados a conocerla porque se trata de un precepto,
pues está escrito: «Y lo conocerás hoy y lo asentarás en tu corazón que
El Eterno es Dios, en los Cielos, arriba, y sobre la Tierra, abajo. No hay
otro» (Deuteronomio 4:39). He aquí que debemos conocerlo, y no sólo
a través de la fe, sino con argumentos que se asienten en el corazón…
Por lo tanto, son dos las cosas que debemos conocer: que el Se­
ñor Único es quien supervisa y dirige todo, tanto en los mundos su­
periores como en los inferiores. Y la segunda, que no hay otro Dios,
es decir, conocer Su verdadera unicidad. Estos dos temas deben ser
conocidos, y he aquí que debemos saber que El Creador es quien di­
rige todo, y llegar a conocerlo de un modo claro, y que se asiente en
nuestro corazón.
Mas a partir de la Sabiduría del sentido llano de la Torah –pshat–
no podremos entender esto, porque el sentido llano de la Torah se re­
fiere sólo a los preceptos, al modo de cumplirlos y a todas sus leyes; o
al relato de los hechos sucedidos, que son mencionados en ella. Y he
aquí que éstas son las dos partes que componen el sentido llano de la
Torah. De la primera parte ciertamente no podremos aprenderlo, por­
que el cumplimiento de los preceptos y sus leyes no viene a enseñar
acerca del Creador ni de Su perfección… pues refiere al acto y no al
conocimiento.

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El Zohar

Y si dices que al reflexionar acerca de los relatos bíblicos llegarás


a esta conclusión, he aquí que entonces se requiere de una profundi­
zación diferente, que explique de qué modo estos actos fueron rea­
lizados de acuerdo con la Supervisión suprema a través de una pro­
funda Sabiduría. E incluso cuando quieras extraer de estos relatos
extraordinarios la conclusión que debido a que se efectuaron estas
maravillas El Creador necesariamente supervisa y actúa, esto no será
más que una comprensión intelectual, mas esto no implica que tú lo
conoces a través del conocimiento y la sabiduría que es realmente así
y que has llegado a entender de modo verdadero toda la conducción
del mundo y sus caminos…
Y he aquí que el precepto es: «Y lo conocerás hoy y lo asentarás en
tu corazón», es decir, conocer y asentar en el corazón, lo cual refie­
re a conocer a través de la Sabiduría concreta que esto es realmente
así, que todo lo que existe en el mundo viene a revelar la conducción
del Creador, y que todo es bello y correcto. Y no sólo por medio de
la fe sino del conocimiento, entendiendo y comprendiendo que así
es, y que ciertamente es bello y correcto. Y a esta conclusión no po­
drás llegar jamás a partir de los relatos. Además, a partir de los rela­
tos aprenderás que en aquellas ocasiones El Creador actuó así en Su
mundo, pero no por esto entenderás que siempre la conducción de
la naturaleza es similar. Y por el contrario, el renegado podrá aducir
–Dios no lo permita– que los milagros provienen del Creador, mas
que los hechos naturales no surgen de Él sino que permite que los
hechos sucedan de un modo natural, sin Su supervisión.
Y si dices que a estas conclusiones puede llegarse a partir del cono­
cimiento de la naturaleza… por el contrario, ellos dirán que el mun­
do actúa de acuerdo a leyes que no son supervisadas por El Creador.
Pero aunque a partir de todo esto no logres llegar a estas conclu­
siones, todavía recae sobre ti el cumplimiento de este precepto, y se
debe encontrar un modo de cumplirlo. Y el modo no es otro sino a
través de la Sabiduría de la Cábala, porque ella es la que revela y en­
seña de modo verdadero acerca de la Supervisión, y todo lo que de­
pende de esto. Y esta Sabiduría nos enseña acerca de Su unicidad en
todos los aspectos posibles, ya que toda su intención no es otra que

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La importancia del estudio de la Cábala

esta: enseñar la Unicidad Suprema del modo correcto. Y enseñar que


todo lo que fue, es y será, todo es supervisado por El Creador a través
de una supervisión individual, explicando los modos de tal conduc­
ción, y aclarando así todos los hechos. Es decir, las criaturas que exis­
ten en el mundo y todo lo sucedido con ellas, desde el primer día de
su existencia hasta el último.
E incluso si no hubiésemos sido ordenados al respecto, debería­
mos ir detrás de esta Sabiduría para acallar a nuestros pensamientos,
para aclarar nuestro camino, para salvarnos del Mal Instinto y de su
confusión maligna. Porque lo que él coloca siempre ante nuestros
ojos es la aparente demostración de que el mundo marcha en direc­
ción al caos, al vacío, guiado por fuerzas casuales, como si no existie­
sen Juicio ni Juez. Y ya el rey Salomón lo enseñó en el libro del Ecle­
siastés, el cual comienza refiriéndose a la «vanidad de vanidades», y
en el que aprehendió todo lo relacionado con este mundo y todos los
errores de los hombres que se apartan del camino recto, y todo debi­
do a que no conocen la verdad. Y he aquí que de acuerdo con lo que
nuestros ojos ven, todo el que se esfuerza más en el campo del co­
mercio, él es quien se enriquece, y quien logra reunir dinero es el más
honorable. Y vemos que una cantidad enorme de esclavos montan
sobre sus caballos mientras los príncipes marchan como esclavos tras
ellos, y los dueños de la Sabiduría son humillados y avergonzados
mientras los demás gozan de vidas calmas y tranquilas…
Es verdad que acerca de esto se ha dicho: «Y el justo vivirá gra­
cias a su fe» (Habakuk 2:4). Pero si se encontrara una Sabiduría que
aclarara todo lo anterior de modo satisfactorio, explicándolo correcta­
mente y demostrando que todo proviene de El Eterno y es para bien,
y dilucidara de qué modo es así, ¿acaso sería escasa su utilidad? ¡La
perseguiríamos de todos los modos posibles!
Además nosotros servimos al Creador. Y si bien es verdad que no
se debe buscar el significado de los preceptos sino cumplirlos con
los ojos cerrados, verás que la mente humana no puede aceptar ser
puntillosa en los detalles de los preceptos que le resultan irrelevan­
tes. Y ya enseñaron nuestros Sabios (Talmud, Berajot 6): «Se trata de
temas que se encuentran en el ápice del mundo y que los hombres

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El Zohar

desprecian». Por ejemplo… enseñanzas tales como «el que come tres
comidas durante el Shabbat se salva del juicio del Infierno» (Talmud,
Shabbat 118a); «y el que pronuncia el salmo 145 cada día se le asegu­
ra un lugar en el Mundo Venidero» (Talmud, Berajot 4b); y que el lu-
lav debe ser balanceado precisamente en seis direcciones, y del modo
exacto como nos fuera enseñado, aunque la Torah no enseñara al res­
pecto sino «y tomarán para ustedes el primer día», y muchos casos
como éstos. Y ciertamente que los Sabios dieron explicaciones, mas
los corazones del pueblo de Israel que quieren entender en mayor
profundidad no se conforman, y la Sabiduría de la Cábala es la que
aclara todo esto, y enseña qué es el servicio, y hasta dónde llegan sus
detalles, y cómo cada cosa pequeña, aquí abajo, se expande en las Al­
turas y hace temblar a todos los Mundos Superiores.
Por lo tanto, el hombre debe atender esta Sabiduría ya que cierta­
mente ésta es la utilidad de la misma.
Ramjal,
Miljamot Moshé, Klal 1

Ahora que se ha revelado la Sabiduría de la Cábala y se ha difundido


entre todos los Sabios de Israel, la cual recibimos como herencia de
Moisés, quien a su vez la recibió directamente del Creador, todo el
que la niega y duda de ella es un blasfemo. Ya que reniega de una
de las partes de la Torah Oral, y se aparta entonces de la fe de Israel.

Rabbí Ishaiahu Horwitz,


Shnei Lujot Habrit,
Asará Maamarot

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