Evidencia 1
Evidencia 1
Introducción.
La revolución verde fue una gran importancia en el incremento de la productividad agrícola y por
tanto de alimentos entre 1960 y 1980 en Estados Unidos que después se extendió por otros
países, es así que se le describe como revolución verde.
Fue iniciada por el ingeniero agrónomo estadounidense Norman Borlaug con ayuda de
organizaciones agrícolas internacionales, quien durante años se dedicó a realizar cruces selectivos
de plantas de maíz, arroz y trigo en países en vías de desarrollo, hasta obtener las más
productivas. La motivación de Borlaug fue la baja producción agrícola con los métodos
tradicionales en contraste con las perspectivas optimistas de la revolución verde con respecto a la
erradicación del hambre y la desnutrición en los países subdesarrollados.
Desarrollo de tema.
Gracias a la aplicación de estas mejoras durante las décadas de los 50, 60 y 70, muchos países de
Asia, África o América Latina dejaron de ser deficitarios en la producción de alimentos. Por
ejemplo, la India, un país asolado por hambrunas periódicas, pasó a producir suficiente cereal para
toda su población; o Indonesia, que tenía que importar grandes cantidades de arroz, se convirtió
en país exportador. Por su parte, los consumidores han sido los grandes beneficiarios de esta
revolución. Los precios de los alimentos han disminuido constantemente durante los últimos 30
años, y se ha conseguido un mayor acceso a los productos alimenticios agrícolas básicos.
Con lo anterior podemos analizar cómo algunos países pudieron avanzar en la agricultura gracias a
la revolución verde, la cual trajo muchos veneficios tales como mejorando los dos cereales básicos
(arroz y trigo), el abastecimiento controlado de agua y la mejora del aprovechamiento de la
humedad, los fertilizantes y plaguicidas, y las técnicas de gestión, mencionado anteriormente. Fue
un gran ayuda para pequeños y grandes productores con la aplicación ulterior de las tecnologías
de la revolución verde ya que mediante aplicaciones donde surgen nuevas oportunidades
(Sánchez, 1994) de obtener variedades de cultivos resistentes a condiciones edáficas adversas
(arroz resistente a la sal, maíz adaptado a suelos muy ácidos, sorgo y mijo más resistentes a la
sequía); introducir nuevos cultivos, por ejemplo en zonas marginales (batata y yuca en lugar de
maíz); potenciar los ciclos de los nutrientes del suelo (con especies arbóreas seleccionadas para
recuperar los nutrientes lixiviados por debajo de la zona radicular de los cultivos); aprovechar lo
más posible las fuentes orgánicas de nutrientes, incluida la fijación biológica del nitrógeno,
complementadas con fertilizantes químicos aplicados selectivamente; utilizar la resistencia
genética a las plagas y enfermedades en sustitución, parcial o total, de la lucha química y mecánica
contra las plagas; intensificar el uso de la diversidad biológica funcional, favoreciendo activamente
a los depredadores y otros agentes naturales de lucha contra las plagas y enfermedades mediante
el mantenimiento de complejos ecosistemas dentro de las explotaciones agrícolas y en sus
proximidades; aumentar la producción de vacunos y pequeños rumiantes que resisten
naturalmente a la tripanosomiasis, lo que puede reducir la necesidad de erradicación de la mosca
tsetsé. Amplios sectores de la población rural no tienen ascceso al crédito y a los mercados y viven
en zonas donde no son inminentes cambios estructurales. No pueden beneficiarse de las
estrategias convencionales de producción de alimentos y necesitan métodos alternativos pero
basados en principios científicos.
Conclusión.