La Reciprocidad y El Nacimiento de Los Valores Humanos Dominique Temple
La Reciprocidad y El Nacimiento de Los Valores Humanos Dominique Temple
La Reciprocidad y El Nacimiento de Los Valores Humanos Dominique Temple
Dominique Temple
TEORIA DE LA RECIPROCIDAD
Tomo I
La reciprocidad y el nacimiento de los Valores Humanos
Tomo II
La economía de reciporcidad
Tomo III
El frente de civilización
TOMO I: La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos 3
Dominique Temple
TEORIA DE LA RECIPROCIDAD
Tomo I
Dominique Temple y Mireille Chabal
LA RECIPROCIDAD Y EL
NACIMIENTO DE LOS
VALORES HUMANOS
Edición al cuidado de
Javier Medina y Jacqueline Michaux
Padep
4 Dominique Temple TEORÍA DE LA RECIPROCIDAD
© Esta edición, de mil ejemplares, ha sido cedida por Dominique Temple al Programa
de Apoyo a la Gestión Pública Descentralizada y Lucha contra la Pobreza, Padep,
de la Cooperación Técnica Alemana, GTZ, a condición de que fuera distribuida
gratuitamente.
D.L.:
Cotejos de citas: Edwín Mamani, Graciela Mamani, Corina Layme, Raquel Nava de TARI,
Talleres abiertos sobre reciprocidad e inculturalidad; y Raúl Soruco.
La Paz, Bolivia
TOMO I: La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos 5
Índice
Introducción por Javier Medina .....................................................................
Prefacio ..............................................................................................................
Introducción ......................................................................................................
Primera parte:
el don es lo contrario del intercambio
Segunda parte:
el Tercero y lo recíproco
Introducción ......................................................................................................
Primera parte:
la reciprocidad negativa
Segunda parte:
la reciprocidad de dones y la reciprocidad negativa
1. La invitación y la fiesta
2. La reciprocidad total de los amigri
3. La fuerza de lo contradictorio
4. La individuación en la reciprocidad simétrica y positiva ................
5. La reciprocidad en dominós y la ética .................................................
6. El rol de la demanda ..............................................................................
TOMO I: La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos 7
Introducción ......................................................................................................
Primera parte:
de la reciprocidad positiva a la reciprocidad simétrica
en la Ilíada y la Odisea
1. La Ilíada ....................................................................................................
2. La Odisea ..................................................................................................
Segunda parte:
la Ética a Nicómano: una teoría de la reciprocidad simétrica
1. La liberalidad ..........................................................................................
2. El crecimiento del valor .........................................................................
3. La magnanimidad ..................................................................................
4. La justicia .................................................................................................
5. La philia ....................................................................................................
6. Oposición entre la philia perfecta y las formas inferiores
de la philia y oposición de don e intercambio ....................................
7. La philia y el goce del bienaventurado ................................................
8. La conciencia ¿supone la reciprocidad? ..............................................
9. La intimidad ............................................................................................
10. La gracia ...................................................................................................
Tercera parte:
el intercambio en Aristóteles
Bibliografía .......................................................................................................
TOMO I: La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos 9
Presentación
Ahora bien, esta separación dualista de las partes respecto del todo
estaba latente, en el mito del Génesis, como una separación y distinción
entre Creador y criatura, pero es, como hemos visto, con la ciencia galileo-
newtoniana que esta distinción se introduce como la quintaesencia del
método científico de la modernidad. Es decir, cuando el razonamiento
crítico, el empirismo, el individualismo y el secularismo, se convierten en
los valores dominantes de la época y empiezan a ofrecer las herramientas
teóricas para conceptualizar esta nueva manera de producir, de trabajar
y de consumir; vale decir, de vivir y morir bajo el reinado y la supremacía
del Intercambio, a la cual empieza a supeditarse todo. En este contexto es
que se produce una redefinición del hombre europeo como homo
economicus.
Javier Medina
Prefacio
En todas las culturas antiguas, lo que fue revelado como ética fue
vivido en el deslumbramiento de los mandamientos o bajo la amenaza
del castigo. Pero, antes de seguir sufriendo una retahíla de experiencias
de lo bueno y lo malo, impuesto por la tradición, la sociedad occidental
se paró en seco y eligió el intercambio y, con ello, la libertad. Hoy, ella
está descubriendo los límites de la competencia y del libre intercambio.
Se interroga. Se preocupa en tener un conocimiento objetivo de las
olvidadas estructuras de reciprocidad para controlar así la génesis del
valor.
2 F. Fernandez, A função social da guerra na sociedade tupinambá, Biblioteca Pionera de Ciências Sociais,
São Paulo, 1970.
3 B. Malinonski, Argonauts of the Western Pacific, New York Inc., 1920.
20 Dominique Temple TEORÍA DE LA RECIPROCIDAD
TOMO I: La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos 21
I. Maussiana: el Tercero en la
reciprocidad positiva
Introducción
Por ejemplo, en una tribu de cazadores o pastores, un individuo hace arcos y flechas
con más celeridad y destreza que otro. Trocará frecuentemente esos objetos con
sus compañeros por ganado o caza y no tardará en darse cuenta de que, por este
medio, podrá procurarse más ganado y caza que si él mismo fuera a cazar. Por
4 « Ensayo sobre el don. Forma y razón del intercambio en las sociedades arcaicas » en: Sociología
y antropología, Madrid, Ed. Tecnos, 1991 (ed. original en francés: 1923-1924). Véase, asimismo, la
« Introduction à l’oeuvre de Marcel Mauss » de C. Lévi-Strauss, en la colección Quadrige, PUF,
1989.
22 Dominique Temple TEORÍA DE LA RECIPROCIDAD
5 A. Smith, 1976, p. 49
TOMO I: La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos 23
Primera parte:
el don es lo contrario del intercambio
Cada una de estas obligaciones crea un lazo de almas entre los actores
del don. Dar instaura una alianza, un lazo espiritual, una comunión, pero
recibir (y también tomar) permite igualmente unir al otro a sí, ligarlo. En
nombre de ese lazo espiritual, hay, incluso, como un derecho de propiedad
sobre el don de otro, por parte de aquel que toma o recibe. La cosa donada
se convierte en el testimonio de ese lazo entre almas que se instaura entre
ambas partes. Ella es la expresión de su ser común, pero está marcada por
Es más: los dones incluso matan. A los dones se les pide matar
realmente; quedan cargados con una fuerza de venganza cuando no son
devueltos. “Confieren un poder mágico y religioso sobre uno”. El mana
del donante, encerrado en la cosa misma, podría así transformarse en
espíritu de venganza y matar al donatario, si éste no salda sus obligaciones
de reciprocidad.
Por el momento lo que ha quedado claro es que para el derecho maorí, la obligación
de derecho, obligación por las cosas, es una obligación entre almas, ya que la cosa
tiene un alma, es alma. De lo que se deriva que ofrecer una cosa a alguien es ofrecer
algo propio 15.
Esas primicias, esas ofrendas, que encerramos en nuestro lenguaje endurecido por
términos de constreñimiento, obligación, tributo y prestación, el caledonio los
designa, en su lengua, con una sola palabra, que se tradujo por don de amabilidad,
êvië (...). El don al jefe es un don de amabilidad ya que donar, en Melanesia, no
significa abandonar un objeto a fondo perdido. Donar es ofrecer algo de sí mismo;
es cumplir el acto que establece la correspondencia con otro e incitarlo, a su vez, a
ofrecer de sí mismo; donar es intercambiar 22.
Los dones son palabras, nombran el ser: son dones del ser. Parece
definitivamente confirmado que “donar es ofrecer algo de sí mismo”: el
mana polinesio es una riqueza espiritual que puede encarnarse en objetos.
Se la da al dar el objeto. Recíprocamente: “aceptar algo de alguien significa
Al menos los kwakiutl y los tsimshian dividen los bienes de propiedad igual que
los romanos, los trobriandeses o los samoanos. Para ellos, existe por un lado, los
objetos de consumo que se reparten (nota de Mauss: pueden ser también de venta)
(no he encontrado rastro de intercambio de ellos) y, por otra parte, las cosas de
valor de la familia, los talismanes, cobres blasonados, colchas de pieles o de telas
bordadas. Estos últimos se transmiten con tanta solemnidad como se transmite la
mujer en el matrimonio, los “privilegios” del yerno, o los nombres a la custodia de
los niños y yernos 26.
¿Qué fuerza vela por el retorno de los dones? Los hechos responden
de forma luminosa: es la fuerza del nombre del ser humano; es la fuerza
del prestigio ligado al acto del don. El don es el principio del rango, de la
jerarquía, del prestigio. El Don es el Nombre. Inversamente, recibir es
disminuir, perder su nombre, hacerse esclavo, morir. Se comprende,
entonces, que cada cual quiera dar y que, para ser donante, esté impulsado
no solamente a igualar los dones del otro, sino a incrementarlos. Este
aumento puede conducir a una competencia comparable a la competencia
que libran los sujetos del intercambio. Ambos son fuerzas motrices del
crecimiento. Pero he aquí que la competencia, en la redistribución, tiene
TOMO I: La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos 33
28 Ibid., p. 201-202.
29 Ibid. p. 201.
30 Ibid., p. 200.
31 Ibid., p. 206, nota 2.
34 Dominique Temple TEORÍA DE LA RECIPROCIDAD
Mauss está, pues, muy cerca de admitirlo y los hechos que reúne lo
dicen: el don crea el nombre. Don y nombre están en una relación necesaria.
Y, sin embargo, no se atreve a hacer del prestigio la razón del don. Constata
que la nobleza es proporcional a la redistribución, pero no va hasta ligar,
de forma intrínseca, el prestigio, el nombre del ser viviente o del ser
humano, al acto del don. El prestigio es el imaginario del don pero, bajo
este imaginario, le parece que debe esconderse una realidad más profunda
que explica el retorno del don y el carácter obligatorio de éste bajo la
apariencia de la gratuidad. Mauss llama intercambio a esta realidad
escondida, ya que sería siempre motivada por el interés. Pero ¿qué interés?
En las sociedades de don, las operaciones económicas se hacen “con otro
espíritu” diferente del espíritu con el que se efectúa el intercambio
comercial. La utilidad y el interés comercial no son la última razón de los
“intercambios”. “Hay un interés, pero éste es sólo análogo al que, se dice,
hoy nos guía” 38. El interés del donante es un interés superior, no material,
cierto, pero el prestigio, el rango, la autoridad, el honor, el mana se
convierten en riqueza, en un bien objetivo, que se podrá muy bien alienar
como un valor de intercambio. “Se diría que el jefe trobriandes o tsimshian
actúan, marcando las diferencias, al modo del capitalista, que sabe
deshacerse de su moneda en el momento adecuado, para volver a formar
de nuevo, a continuación, su capital móvil” 39. De esta guisa parece, pues,
que el interés queda como el móvil de todas las transacciones humanas.
38 Ibid., p. 271.
39 lbid. p. 269.
40 Ibid, p. 198, nota 2.
36 Dominique Temple TEORÍA DE LA RECIPROCIDAD
Mauss, sin embargo, hará una última tentativa por conciliar el honor
y el interés, proponiendo una interpretación del prestigio por lo menos
paradójica: el prestigio sería una manifestación ostentatoria, la prueba de
que se es el más poderoso por la propiedad. Cita a Turner, que describe
las fiestas de nacimiento en Samoa:
Después de la fiesta de nacimiento, después de haber dado y devuelto los oloa y los
tonga –en otras palabras: los bienes masculinos y femeninos- el marido y la mujer
no eran más ricos que antes, pero tenían la satisfacción de haber visto lo que
consideraban un gran honor, masas de bienes acumulados con ocasión del
nacimiento de su hijo 47.
“El jefe (...) sólo conserva su autoridad (...) si demuestra que está perseguido
y favorecido por los espíritus y la fortuna, que está poseído por ella y que
él la posee, y sólo puede demostrar esta fortuna, gastándola,
distribuyéndola, humillando a los otros, poniéndola ‘a la sombra de su
nombre’ ”48. El don está decapitado. Su finalidad es incluso inversa. El
don es la prueba paradójica de la acumulación y es ella la que funda el
prestigio. ¡La acumulación está primero! El don se convierte en un artificio.
Aquí nos parece que Mauss está llevado al contrasentido: el prestigio ya
no es la expresión de la generosidad, el fruto del acto del don, es una
consecuencia de la avaricia. Mientras más se tiene, más grande se es y el
don sólo sirve para manifestar esta riqueza.
4. El sacrificio
48 Ibid., p. 205-206.
TOMO I: La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos 39
intercambio con los dioses; esa ya es la tesis sostenida por Hubert y Mauss
en 1899 en el Ensayo acerca de la naturaleza y la función del sacrificio. Y bien,
este intercambio era comprendido de la forma más explícita, como un
cálculo interesado: “Las dos partes presentes intercambian sus servicios y
cada una encuentra su parte. Ya que también los dioses tienen necesidades
profanas” 49.
54 Ibid., p. 168.
TOMO I: La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos 41
Esta transmisión de los símbolos del ser, por vía del parentesco,
abre la perspectiva del don de esos bienes inalienables. A partir del
momento en que el renombre se cristaliza en un objeto, puede ser
distribuido. Y es así que se podrá recibir el renombre del tesoro en el cual
éste se encarnó. Es, pues, cierto que los regalos que representan alianzas o
títulos, van y vienen en el curso de las prestaciones totales, como las otras
riquezas. Y es por ello que Mauss pudo creer que su acumulación podía
ser signo de prestigio. Turner no se equivocaba al asociar la alegría, de los
jóvenes padres samoanos, a la satisfacción de haber visto cantidades
ingentes de bienes reunidos en ocasión del nacimiento de sus hijos.
55 Ibid., p. 216.
56 Ibid., p. 217, nota 5.
57 Ibid., p. 217.
58 Ibid., p. 218, nota 1.
42 Dominique Temple TEORÍA DE LA RECIPROCIDAD
6. La moneda de renombre
El valor del cobre lesaxalayo era, hacia 1906-1910, 9.000 mantas de lana; valor, cuatro
dólares cada una; 50 canoas, 6.000 mantas de botones, 260 pulseras de plata, 60
pulseras de oro, 70 pendientes de oro, 40 máquinas de coser, 25 fonógrafos, 50
máscaras y el heraldo decía: ‘Por el príncipe Lagwagila voy a dar todas estas pobres
cosas’ 62.
61 “Los vaygu’a no son cosas indiferentes, no son simples monedas. Cada uno, al menos los más
preciados y codiciados, tienen un mismo prestigio, tienen un nombre, una personalidad, una
historia incluso una leyenda. Tanto que algunos individuos adquieren su nombre” (Ibid., p. 181)
62 Ibid., p. 223, nota 3.
44 Dominique Temple TEORÍA DE LA RECIPROCIDAD
Mas ¿cómo encuentra éste su blasón y cómo este blasón puede estar
marcado por el nuevo renombre? “Entre los kwakiutl se hacen trozos,
rompiendo en cada potlatch una de las partes, dándose el honor de
conquistar, en otro potlatch, cada uno de los trozos, uniéndolos todos hasta
que formen el completo” 63. Así, pues, a fuerza de generosidad, se ha
merecido el homenaje de los cobres distribuidos y se recupera también su
blasón fragmentado, cuyas cicatrices configuran un nuevo rostro: el del
renombre del renombre. Cada una de las cicatrices es el signo de un desafío
superado, de un duelo victorioso, para adquirir el nombre; los remaches,
la necesidad contraria de sellar lo que es del nombre. En fin, los grandes
cobres atraen hacia sí pedazos de otros cobres o cobres más pequeños.
Están dotados de una fuerza, inversa a la del don, que es una fuerza de
atracción, de retorno de lo que acumula y no se aliena: “Viven y están
dotados de un movimiento autónomo al que arrastran los demás cobres.
Entre los kawkiutl, uno de ellos es denominado ‘atractor de cobres’ y su
fórmula relata cómo los demás cobres se reúnen en torno suyo, al mismo
tiempo que el nombre de su propietario es ‘propiedad que corre hacia
mí’“64. La moneda, entonces, puede despegarse de su hogar de origen y la
circulación de los fragmentos; los pequeños cobres de referencias perdidas,
ya hacen pensar en la moneda de los trobriandeses.
65 Ibid., p. 178-179.
66 Ibid., p. 180.
67 Ibid., p. 205, nota 5.
68 Ibid., p. 178.
69 Ibid., p. 230.
46 Dominique Temple TEORÍA DE LA RECIPROCIDAD
Segunda parte:
el Tercero y lo recíproco
1. El enigma de Ranapiri
Voy a hablaros del hau... El hau no es de ningún modo el viento que sopla.
Imagínense que tienen un artículo determinado (taonga) y que me lo dan sin que se
tase un precio. No llega a haber comercio. Pero este artículo yo se lo doy a un
tercero, que después de pasado algún tiempo decide darme algo en pago (utu) y
me hace un regalo (taonga). El taonga que él me da es el espíritu (hau) del taonga que
yo recibí primero y que le di a él. Los taonga que yo recibo a causa de ese taonga
(que usted me dio), he de devolvérselos, pues no sería justo (tika) por mi parte
quedarme con esos taonga, sean apetecibles (rawa) o no (kino). He de devolverlos
porque son el hau del taonga que recibí. Si conservara esos taonga podrían causarme
daño e incluso la muerte. Así es el hau, el hau de la propiedad personal, el hau de los
taonga, el hau del bosque. Kati ena (sobre este tema es suficiente) 77.
Ese texto capital, recogido en maorí por Best, ha dado lugar a una
exégesis erudita. Notemos el término utu, que Mauss traduce como pago,
76 “La palabra hau significa lo mismo que la latina spiritus, tanto el viento como el alma y más
concretamente en algunos casos, el alma y poder de las cosas inanimadas y de los vegetales. La
palabra mana se reserva para los hombres y los espíritus, aplicándose a las cosas con menos
frecuencia que en melanesia.” (Mauss, 1950., p. 158, nota 4).
77 Ibid., p. 158-159.
50 Dominique Temple TEORÍA DE LA RECIPROCIDAD
pero que reconoce como una noción compleja. Biggs 78 traduce, como Best,
por “dar algo en cambio”. Los comentaristas actuales dan por equivalente
de utu: “reciprocidad”79. Tamati Ranapiri tiene entonces cuidado de encarar
un ciclo de dones que hace intervenir a un tercero. “Asombrosamente
claro, dice Mauss de ese texto, sólo tiene un punto oscuro: el de la
intervención de una tercera persona”80. Oscuridad, sí, ¡si se tratara de un
intercambio! Pero para desechar toda idea de compensación entre los
dones, el sabio maorí precisa que no existe ningún acuerdo entre los
asociados sobre el valor de sus dones.
maorí 82. Sahlins precisa que la hechicería hace intervenir, contra el asociado
desleal, a los objetos que le pertenecen, objetos que también tienen hau y,
por tanto, no es necesariamente el hau de los bienes donados el que
transmite la venganza. Si el hau de los objetos donados no puede expresar
el interés del tercero, bajo la forma de la venganza, entonces la necesidad
de devolver no está del todo explicada. Y el tercero, invocado por Ranapiri,
sigue siendo misterioso.
Suponer que Tamati Ranapiri quería decir que el don tiene un espíritu que constriñe
al pago, es no hacer justicia a la inteligencia evidente del anciano señor. Para ilustrar
la acción de un espíritu tal, sólo hay necesidad de dos personas: tu me das algo: tu
espíritu (el hau) presente en esta cosa, me obliga a pagar en cambio. Es simple, la
introducción de un tercero en discordia no puede sino complicar y oscurecer
innecesariamente el asunto 83.
82 Mauss ¿los confundió realmente? Si uno se limita a su análisis del hau maorí, esta crítica se
justifica. Pero si uno se refiere a su estudio del nexum latino o del wadium germánico que son,
como el hau, un lazo de almas, se ve que insiste sobre su multiplicidad: distingue el wadium de la
cosa dada, lo que se manifiesta en la ceremonia, lo que está directamente simbolizado en la
prenda. Sin embargo, si el lazo de almas se expresa de manera múltiple, sólo tiene una esencia,
y en el análisis del hau, Mauss se apega a esta esencia.
83 Sahlins, op. cit., p. 21. No es seguro que Sahlins haga justicia a Mauss. Para Mauss, el don volverá
a su origen, cualesquiera sean sus peregrinaciones; el tercero significa entonces la imposibilidad
de que el don pueda perderse si no fuera tributario del hau. El tercero se hace entonces necesario
para representar la inalienabilidad del hau.
84 Ibid., p. 212.
TOMO I: La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos 53
85 Ibid., p. 217
54 Dominique Temple TEORÍA DE LA RECIPROCIDAD
89 Ibid., p. 218.
90 Ibid., p. 220.
TOMO I: La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos 57
Las ideas que nosotros deducimos, así como su expresión, las encontramos en los
documentos que Leenhardt ha recogido sobre Nueva Caledonia. Comienza por
describir el pilou-pilou y el sistema de fiestas, regalos y prestaciones de todo tipo,
incluida la moneda, que no se puede dudar en calificar como potlach. Los dichos
de derecho en los discursos solemnes del heraldo son típicos a este respecto. Así,
por ejemplo, durante la ceremonia de presentación de los ñames para la fiesta, el
heraldo dice: “si hay algún pilou ante el cual no hemos estado allí, entre los Wi...,
etc., este ñame vendrá como en otra ocasión un ñame semejante partió de allí para
venir entre nosotros”. Es la misma cosa la que retorna. Más adelante, en el mismo
discurso, es el espíritu de los antepasados quien permite que “desciendan sobre
sus descendientes vivos el efecto de su acción y de sus fuerzas”. “El resultado del
acto que ellos realizaron aparecerá hoy, pues todas las generaciones están presentes
en su boca”. He aquí otra forma, no menos expresiva, de representar la obligación
de derecho: “Nuestras fiestas son como el movimiento de la aguja que sirve para
unir las partes de un teclado de paja, con el fin de formar un solo techo, una sola
palabra”. Retornan las mismas cosas, es el mismo hilo el que une 92.
Se entiende que el lazo creado para dar y el lazo creado para recibir,
son el mismo lazo cuando se remarca que esas operaciones están
encadenadas por la obligación de dar y recibir. Para cada quien, el lazo de
almas es, primero, el vínculo entre el hecho de ser donante y el hecho de
ser donatario. El que recibe se obliga a devolver y el que da, a su vez, a
recibir. Mauss tuvo la intuición de que era necesario empezar por la
obligación de devolver. Ella es la primera, ya que une el uno al otro, al dar
y al recibir, permitiendo que se revelen mutuamente. Donar toma su
sentido de dar, sólo por el hecho de recibir; recibir por el hecho de dar.
92 Ibid., p. 174.
TOMO I: La reciprocidad y el nacimiento de los valores humanos 59
3. La estructura ternaria
4. Conclusión
niega de cabo a rabo. En todo tiempo y lugar, el goce del honor se impone
sobre el goce de los bienes materiales. De golpe, todo se da la vuelta. El
prestigio esconde otra cosa que el tener. Esconde al ser. El prestigio es la
magnificencia del ser. Y el tener mismo, en las sociedades de don, no es
sino un adorno del ser… Entonces, bajo los emblemas, los escudos, los
tesoros, los talismanes, las representaciones religiosas, las monedas de
renombre, por doquier reina el mana, la fuerza del ser. Mauss intenta aún
salvar la noción de intercambio; intenta aplicarla al prestigio e incluso al
ser, sin que su significación sea modificada en profundidad. Todo se
intercambiaría, no sólo las cosas usuales, sino también el espíritu, el alma,
la afectividad; todo sería materia de rendición. Y esta idea parece ratificada
por la observación de las comunidades que parecen más primitivas, en
las que las prestaciones llamadas totales interesan a todo, al ser y a las
cosas mezcladas. Al intercambiar objetos, se intercambiarían también
afectividades. Partiendo del intercambio económico, en el que reina el
interés material, Mauss extiende la noción de intercambio a la función
simbólica, a través de la confusión de sentimientos y cosas del alma
primitiva. Las transacciones económicas, las expresiones culturales, las
manifestaciones políticas, las estructuras de parentesco, las prestaciones
totales, todo puede ser simbólico. Pero entonces no se puede evitar el
otorgarle el derecho al Tercero, sin el cual ningún lenguaje podría existir;
la palabra se manifiesta, el don es una palabra, pero la palabra no se aliena
cuando se dice, se comunica pero no se intercambia. Bajo las máscaras, los
juegos, el lujo, los desfiles, las oraciones, las justas y los combates rituales,
los sacrificios, engaños, cuentos, mitos y magias, el reino del intercambio
se deshace y el muy brillante Ensayo se detiene donde la función simbólica
proyecta sobre el inmenso inconsciente, apenas descubierto, su débil y
parpadeante haz como un faro sobre la oscuridad del mar. Lo esencial de
sus descubrimientos, Mauss lo hace decir a los “indígenas”. La reciprocidad
de los dones es como la aguja que teje el techo del mundo. El Tercero es un lazo
de almas. La reciprocidad es su matriz, el principio de su génesis. De ella
nace el sentido, el mana y el nombre del hombre: el Gran Hijo, de los kanak,
o el tohunga, de los maorí; el nombre del Padre, de los cristianos; el Ñande
Ru, de los guaraní; el Yahve, de los hebreos; el Yompor, de los amuescha;
el Nguenechen, de los mapuche.
Hay que ver qué hay de organizado en los segmentos sociales y cómo la organización
interna de esos segmentos, más la organización general de esos segmentos entre
ellos, constituye la vida general de la sociedad 95.
98 Ibid., p. 140.
70 Dominique Temple TEORÍA DE LA RECIPROCIDAD