Filosofía Andina
Filosofía Andina
Filosofía Andina
En la cultura andina todo esta impregnado de «Illa» y esta se considera «Sami» es decir,
energía positiva. Al ser la sustancia primigenia que da «ánima» «forma» y
«movimiento» al universo también lo llamaron «Pachakamaq» que significa «El que
anima el cosmos» «El ordenador el universo» y según afirman los cronistas Blas Valera,
Guaman Poma de Ayala y Garcilaso de la Vega, tuvieron al «Illa Teqse Wiraqucha»
como única deidad, siendo la luz solar del «Inti» (El Sol) su manifestación directa y por
ello tuvieron al Sol por lo más sagrado después del Illa Teqse.
Desde tiempos ancestrales, nuestros abuelos entendieron la interconexión existente en el
universo, que recrea y transforma el alma de todo lo vivo, convirtiéndonos en millones
de células de un mismo tejido hecho a paridad complementaria del cosmos.
Dicho de este modo, es una verdad que rebate en un párrafo único la llamada verdad
absoluta acerca de nuestra vida y lo que se proyecta a partir de ella. La interconexión
universal devela una fuerza suprema capaz de gobernar la naturaleza y el cosmos con
presteza; la hermandad no sólo habla de seres humanos en familia y en compromiso de
cuidarse y protegerse, se trata de una fraternidad extendida hasta el reino animal y
vegetal, se trata del apellido que nos da el poder respirar u ocupar un espacio en el
universo.
En este aspecto, en la sabiduría andina se mantienen unidos los puntos del cuidado de la
tierra y la vida en comunidad (Khuyapayaq), pues son subsidiarias. El buen vivir para
los pueblos originarios tiene como centro el disfrute de las actividades de la naturaleza:
el florecimiento de los cultivos, la cría de animales, tiempo para compartir festivamente,
disfrutar de los bienes suficientes para la reciprocidad desde donde surgirán los valores
de la comunidad como la confianza, amistad, alianza, cooperación mutua, que son
productos directos de las relaciones interpersonales en el Ayllu.
La comunidad como artífice del cuidado de la tierra, es descrita entonces como un ente
que promueve la interactividad, la vivencia cotidiana de tener a la mano lo necesario y
suficiente dentro de la austeridad, equilibrio y suficiencia de lo bueno y necesario de la
naturaleza.
El vivir bien no sólo abarca entonces la vida y relaciones de los humanos, sino la
integralidad de una comunidad entera dispuesta a ser guardián y apoyo de cada
hermano. Para tener consciencia de esto es preciso entender que en la sabiduría andina
no existe el yo sino el nosotros (Ñukanchiq) alejados del pensamiento de la
subordinación.
LA PRIMERA PERSONA NO ES YO SINO NOSOTROS (ÑUKANCHIQ) Y
NOSOTROS ES LA MONTAÑA, LAS PLANTAS, LOS INSECTOS, LAS PIEDRAS,
LOS RÍOS, TODO ES NOSOTROS. EN UN SIGNIFICADO MÁS PROFUNDO
SERÍA MUERO YO PARA UNIFICARME CON EL ENTORNO.
La meta de los pueblos originarios es el Buen Vivir; la protección y unificación de todos
los miembros de la comunidad en un retorno a la memoria ancestral, pues en ella reside
el principio de que la vida se genera de la relación complementaria.
Basados en el quechua, la idea del ser no existe en sus vocablos ni en sus símbolos; en
caso de existir un equivalente, sería subsidiario de la idea de relación o vínculo, pues el
vínculo es coexistente con la idea del par.