La Jineteada Una Tradicion
La Jineteada Una Tradicion
La Jineteada Una Tradicion
” Los pueblos que olvidan sus tradiciones, pierden la conciencia de sus destinos…
(Nicolas Avellaneda).
La mirada de muchos parece estar puesta solo en el trabajo que el caballo realiza en
las jineteadas, olvidando que también es utilizado para otras tareas y deportes.
La historia de la jineteada se remonta a 1926, cuando un grupo de paisanos y criollos
se reunieron en la Estancia “La Porteña”, de la familia Güiraldes para celebrar la
aparición del “Don Segundo Sombra”. Al año siguiente, un cortejo de gauchos a caballo
despidió los restos de su autor Ricardo Güiraldes. Entonces por iniciativa de un amigo
del escritor, se empieza a gestar la idea de crear un museo en su honor junto con un
parque criollo. El día de su inauguración fue la primera vez que se celebró una
jineteada como espectáculo.
En nuestro país la jineteada es una tradición, tradición que corre por las venas del
gauchaje y de los tradicionalistas. Es un entretenimiento, una diversión y para muchos
una pasión; pero no todos lo entienden y lo viven de la misma manera, ya que para los
proteccionistas de animales las jineteadas son negocios de crueldad, lo ven y lo sienten
como un maltrato declarado.
Las diferentes categorías son: crina, grupa sureña o bastos con encimera.
Domar y jinetear son términos que los menos entendidos suelen confundir. Jinetear
consiste en permanecer sobre el caballo un par de segundos mientras el mismo
corcovea, en cambio domar implica amansar el caballo con la finalidad de andarlo.
El potro es chucaro, nace sin saber nada, hay que amansarlo y esto lleva casi un año de
trabajo, algunos se entregan y otros nunca, esos son los que después están en las
jineteadas por lo tanto eso los salva de que los lleven al frigorífico.
Con el mismo criterio que se critica una jineteada por consiguiente se debería criticar
también la práctica de polo, equitación, y los caballos que son usados por los
cartoneros y los que se entrenan para correr en los hipódromos que terminan con la
nariz sangrando y los que son utilizados para el turismo que muchas veces permanecen
atados durante todo el día al sol, sin comida y sin agua.
La mayoría de la gente que juzga una jineteada lo hace por los 12 segundos que ve un
domingo de vez en cuando.
Si se prohíben las jineteadas los tropilleros deberían vender todos sus caballos ya que
no sería rentable alimentar y mantener animales que no tendrán ningún uso; entonces
estos irían directo a los mataderos teniendo una muerte segura.
Bibliografía/ webgrafía