Quienes Descubrir La Tumba Vacia de Jesús - Ariel Alvarez Valdes
Quienes Descubrir La Tumba Vacia de Jesús - Ariel Alvarez Valdes
Quienes Descubrir La Tumba Vacia de Jesús - Ariel Alvarez Valdes
Los cuatro evangelios afirman que fueron unas mujeres las primeras en
descubrir la tumba vacía de Jesús. Sin embargo, cada evangelista trae una ver-
sión diferente de los hechos.
En primer lugar, difieren en la hora en que esto ocurrió. Marcos (16,1)
y Lucas (24,1) dicen que fue el domingo a la mañana, a la salida del sol. Juan
también dice que fue el domingo a la mañana, pero cuando estaba oscuro (20,1).
Y Mateo dice que fue el sábado a la noche (28,1).
La segunda diferencia se refiere al número de mujeres que fueron a la
tumba. Para san Juan era una sola: María Magdalena (20,1). Para Mateo dos:
María Magdalena y otra María (28,1). Para Marcos tres: María Magdalena, María
la esposa de Santiago y Salomé (16,1). Y para Lucas, un grupo de mujeres que
lo habían seguido desde Galilea (23,55).
Tampoco hay acuerdo sobre el motivo por el que fueron a la tumba. Según
Marcos y Lucas, fueron a ungir con perfumes el cadáver, por eso llevaban bol-
sitas de aroma y mirra (Mc 16,1; Lc 24,1). En cambio según Mateo y Juan ellas
fueron sólo a «ver» el sepulcro (Mt 28,1; Jn 20,1).
Con versiones tan distintas sobre los hechos de la mañana de Pascua resulta
imposible componer un relato coherente. ¿Por qué estas diferencias? ¿Qué es
lo que sucedió realmente el día de la resurrección de Jesús?
Las discrepancias que encontramos nos indican ya que sus autores no
pretendieron transmitir una crónica histórica de los acontecimientos, sino que
cada uno adaptó la información que tenía a su propia intención teológica, para
transmitir un mensaje a sus lectores.
Empecemos analizando el evangelio de Marcos (16,1-8). Según él, las
mujeres fueron al sepulcro «a la salida del sol». Probablemente Marcos no
conocía el horario real en que ellas concurrieron a la tumba, pero quiso pre-
sentar una escena simbólica. En efecto, él ya había dicho que al morir Jesús
una gran oscuridad cayó sobre toda la tierra (Mc 15,33). Ahora que resucita,
dice que el sol ha salido sobre la tierra. Se trata de la luz de un nuevo mundo
que está amaneciendo; de una nueva era, aunque las mujeres del sepulcro
aún no lo sabían.
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Para Marcos son tres las mujeres que van al sepulcro. ¿Por qué? Porque
así como Jesús había tenido tres discípulos preferidos (Pedro, Santiago y Juan),
y que al morir el Señor habían huido y lo habían abandonado, ahora coloca
tres mujeres que permanecen fieles a Jesús, como reemplazantes de aquellos
discípulos que le fallaron. Por eso las tres están el día de su muerte (15,40) y el
día de su resurrección (16,1).
Mientras Marcos había dicho que las mujeres encontraron abierto el se-
pulcro, Mateo dice que presenciaron el espectáculo impresionante de su aper-
tura: «De pronto se produjo un gran temblor; el ángel del Señor, semejante al
relámpago y blanco como la nieve, bajó del cielo, fue al sepulcro, hizo rodar
la piedra y se sentó sobre ella». Con esto Mateo quiso mostrar que Dios había
corrido la piedra (cosa que no estaba claro en Marcos). Por eso no aparece en
la tumba un «joven» (como en Marcos), sino el ángel del Señor, que en la Biblia
simboliza al mismo Dios.
¿Pero por qué Mateo relata así la apertura de la tumba? Porque ya antes
había contado que, al morir Jesús, se habían producido cinco fenómenos:
1)oscurecimiento; 2)temblor de tierra; 3)movimiento de piedras; 4)tumbas
que se abren; y 5)muertos que resucitan (Mt 27,45-53). Era una manera de
decir a sus lectores que la muerte de Jesús daba inicio a una nueva era. Por
eso ahora, al resucitar Jesús, Mateo vuelve a contar que sucedieron estos
cinco fenómenos (oscuridad, temblor, piedras que se mueven, una tumba
que se abre y un muerto que resucita), para recordar que los nuevos tiempos
han comenzado.
Finalmente, Mateo cambia la reacción de las mujeres. Éstas no huyen
espantadas y en silencio (como en Marcos) sino que «corrieron a dar la noticia
a sus discípulos». Porque Mateo va a contar luego (cosa que no hace Marcos),
que los discípulos viajaron a Galilea para ver al Señor. Y para ello era necesario
que las mujeres transmitieran el mensaje. Si no, ¿cómo se habrían enterado ellos
que debían verlo allí?
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Mientras que para Mateo y Marcos fue el mensajero celeste quien avisa
a las mujeres que la tumba está vacía, para Lucas las mujeres lo comprueban
personalmente; sólo después aparece el mensajero celeste para explicarles qué
sucedió. Este detalle era importante para los lectores griegos de Lucas. En
efecto, éstos creían que a veces, en los cementerios, la gente podía tener visio-
nes subjetivas del alma del difunto allí enterrado. Por eso Lucas quiso dejar
constancia de que las mujeres, antes de que ninguna «visión» les dijera nada,
habían comprobado personalmente la ausencia del cuerpo.
Quizás también por eso Lucas no pone en la tumba a un joven (como Mar-
cos), ni a un ángel (como Mateo), sino a «dos hombres», para que sus lectores
no piensen que lo que tuvieron las mujeres fue una visión subjetiva y fantasiosa
del «alma» de Jesús.
Pero el cambio más importante que hizo Lucas fue el de las palabras de
estos dos hombres. No deben ir a Galilea a verlo a Jesús (como Mateo y Marcos),
sino que lo verán sólo en Jerusalén y sus alrededores. ¿Por qué? Porque para
Lucas, Jerusalén es la ciudad sagrada por excelencia, y todos los grandes aconte-
cimientos de su evangelio siempre suceden allí. Por lo tanto, también allí debían
tener lugar todas las apariciones de Jesús resucitado. Ninguna en Galilea.
Finalmente, Lucas dice que cuando las mujeres le contaron a Pedro la
noticia, éste corrió al sepulcro para comprobarlo. Lucas, pues, es el primero en
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contar que un hombre también visitó la tumba vacía de Jesús. Quiso asegurar,
así, a sus lectores griegos, a quienes les costaba creer en la resurrección, que lo
de la tumba vacía no eran sólo habladurías de mujeres, sino que también un
hombre lo había podido comprobar.
Por su parte, cada evangelista trató de resaltar lo que, de estos hechos, era
más importante para la fe. Así Marcos quiso enseñar que Jesús, que realmente
había muerto, estaba vivo otra vez, y en Galilea (lugar de la vida diaria, del
trabajo cotidiano) era posible encontrarlo de nuevo. Mateo quiso subrayar que
la muerte y resurrección de Jesús marcan el comienzo de una nueva era, los
últimos tiempos, anunciados por los profetas. Lucas quiso decir que la muerte y
resurrección de Jesús, desde Jerusalén, inauguran el tiempo de la Iglesia, y que
los discípulos debían continuar con la obra del Resucitado. Finalmente, Juan
quiso enseñar que con la resurrección de Jesús ya no hay más muerte para el
creyente. Que ésta ha sido eliminada. Ahora es la Vida la que se enseñorea en
el corazón del que tiene fe.
Pero en una época en que la mujer no contaba para nada, no era valorada,
y ni siquiera podía ser testigo de un juicio (pues se la consideraba poco creíble
por ser proclive al chisme), los cuatro evangelistas coinciden en que fueron unas
mujeres las primeras en recibir el encargo de proclamar la noticia de la resur-
rección. Lo que se les pide, en definitiva, es que busquen la manera de hacerse
creíbles. Y ellas lo cumplieron. Y gracias a ellas hoy millones de cristianos creen
en la resurrección del Señor. Es la tarea que el mundo espera de la Iglesia: que
sea creíble como aquellas mujeres lo fueron. Para que en medio de tanto engaño
y de noticias falaces, el mundo acepte la Buena Noticia de Jesús.