Antropocentrismo y Biocentrismo
Antropocentrismo y Biocentrismo
Antropocentrismo y Biocentrismo
1
Graciela Testa; Antropocentrismo, Medio Ambiente y Derecho. Una mirada crítica; Revista Iberoamericana
de Derecho Ambiental y Recursos Naturales; Publicación N° 16; junio 2015; p. 1
2
Luis Llera; Biocentrismo, conciencia para comprender el Universo, Blog Web: Esfinge, apuntes para un
pensamiento diferente, 2017
3
Sigmund Freud, Introducción del Narcicismo, vol. 15, 1976, p. 72-78
MARIA PAULA OSORIO GRAJALES;
YESSICA ALEJANDRA PULGARIN ARIAS
2° AÑO DERECHO, CALENDARIO B- NOCHE
Freud finalmente categorizó el narcisismo como un trastorno de la personalidad, sería el
antropocentrismo el equivalente a este a escala social, convirtiéndose en el vórtice de la decadencia
de las condiciones biológicas para la vida.
Ahora bien ¿qué papel juega el derecho en tal problemática? Al centrarse el antropocentrismo como
el eje ideológico del cual parten muchas disciplinas, no es de extrañar que el derecho directa, o
indirectamente fundamentara sus bases con tal inclinación, pensando inicialmente en la regulación
de la convivencia armónica entre personas, y dejando a un lado la posibilidad de la regulación de
una convivencia armónica sociedad-medio ambiente; por otro lado, teniendo en cuenta que priman
los intereses del hombre (económicos, políticos, territoriales, etc.) el ancho de normas existentes,
tanto internas como internacionales dan la vía libre para la búsqueda de su satisfacción sin tener en
cuenta la relación directamente proporcional entre intereses humanos y detrimento natural.
De manera tal que mediante Derecho se han justificado las actuaciones irracionales contra el medio
ambiente, colocando al hombre siempre como núcleo superior; si bien es necesario contar con una
debida regulación para la relación social, no es momento de desconocer que se necesita brindar a un
nivel mayor un reconocimiento de igualdad a todo lo que conforma la vida conforme hoy la
conocemos, reconociendo que como seres humanos somos dependientes de la naturaleza; un jefe
indio afirmaba “la tierra no pertenece al hombre, el hombre pertenece a la tierra, no fue el hombre
el que tejió la trama de la vida es solo un hilo de la misma. Todo cuanto haga con la trama se lo
hará a sí mismo”5 y no es de desconocimiento público, que como seres humanos necesitamos de la
tierra y sus condiciones de vida aptas para nuestro sostenimiento como especie, y que todo mal
realizado a esta en beneficio nuestro es correspondiente a la pauperización de las tales condiciones.
Así pues, es pertinente concluir en la necesidad de la evolución del derecho a una inclinación
tendiente al biocentrismo, que cree obligaciones respecto del medio que habitamos (como se crean
obligaciones respecto de la sociedad), que, además, ayude a iniciar una ola con aras a la decadencia
de la idea de hombre como centro y eje de todo, y revindique las tendencias biocentricas, de manera
tal que se inicie una supresión de las predisposiciones sociales “narcisistas”, ubicándonos NO,
como núcleo y eje de todo, sino, como parte de, sin olvidar claro está la capacidad de raciocinio de
la cual esta dotado el ser humano, la cual lo connota además de una responsabilidad adquirida.
Planteado estas tres ideas, y reflejándolas en los ordenamientos jurídicos se logra un armónico
equilibrio entre la existencia hombre y naturaleza, en un nivel de importancia y prioridad igual:
1. Ser humano como parte de la naturaleza, la materia, y por ende la vida; y no como eje, y
medida de esta.
2. Ser humano con connotación adicional de responsabilidad ante el sostenimiento y
conservación del equilibrio natural, y condiciones aptas para la vida, en relación con su
capacidad racional
3. Ser humano en convivencia armónica y equilibrada con las diferentes formas de vida sobre
la Tierra, reflejada en las diferentes disciplinas del conocimiento desarrolladas por este.
4
Luis Tamayo Pérez; Narcisismo y Antropocentrismo; Unidad de Estudios de la Complejidad del Centro de
Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos México; Agosto, 2015; p. 88-90
5
Jefe Indio Seattle, carta redactada en 1855