04 - Daniel 3 - La Estatua de Oro (Light) PDF
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Tema
11
Un gran reto
Para los hebreos era un gran reto vivir en Babilonia entre tanto paganismo. Pues ellos solo adoraban a un Dios,
y no mediante imágenes ni estatuas, como lo había ordenado Dios en los 10 mandamientos:
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las
aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy el Señor tu Dios…” Éxodo
20:4, 5.
Recordemos las consecuencias de la desobediencia. Dios instruyó claramente diciendo:
“Si no oyeres la voz del Señor tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos… vendrán sobre
ti todas estas maldades, y te alcanzarán… El Señor te llevará a ti, y al rey que hubieres puesto sobre ti, a
nación que no conociste ni tú ni tus padres; y allá servirás a dioses ajenos, al palo y a la piedra.” Deut. 28:15,
36.
El decreto de muerte
Nabucodonosor hizo traer a Sadrac, Mesac y Abed-nego ante su presencia con ira y enojo. Al instante fueron
traídos ante el rey quien les ofreció una segunda oportunidad. Esto demuestra su alto grado de tolerancia,
pues a otros reyes de su época hubiese bastado tal grado de desobediencia intencional y deliberada, para sellar
su muerte de inmediato. Pero la amenaza de Nabucodonosor era clara y directa diciendo que si no adoran la
estatua al escuchar la música “en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiente; ¿y
qué dios será aquel que os libre de mis manos?” Dan. 3:13-15.
Al decir: “¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?” expresó algo parecido a que una vez dijo el Faraón
de Egipto a Moisés negando al verdadero Dios, diciendo: “¿Quién es el Señor, para que yo oiga su voz y deje
ir a Israel? Yo no conozco al Señor, ni tampoco dejaré ir a Israel”. Éx. 5:2.
Pero los tres jóvenes respondieron valientemente al rey Nabucodonosor, diciendo: “No es necesario que te
respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de
fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni
tampoco adoraremos la estatua que has levantado.” Dan. 3:16-18.
Que frustración debe haber sentido el rey. Les había adecuado durante tres años en su “Universidad babilónica”,
les había cambiado sus nombres; pero no pudo cambiar su corazón ni su mente, pues la opinión y postura de los
hebreos, y su lealtad hacia Dios, era innegociable. Dan. 1:4, 5, 7.
Estos jóvenes judíos habían tomado su decisión. Eran hombres de palabra y convicción. Para ellos un “Sí” era un
“Sí” y un “No” era un “No.
• Nabucodonosor, el hombre más poderoso de su época, el hombre que dominaba el mundo, no pudo
dominar a estos tres jóvenes, ni su propio espíritu.
Embriagado por el poder ilimitado, Nabucodonosor no podía soportar la desobediencia y la contradicción, se
llenó de una ira irracional y perdió su cordura. Entonces decidió enviarlos a la muerte cruel en el fuego. “Ordenó
que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado.” Dan. 3:19. Era tanto el calor que los verdugos,
hombres muy vigorosos del ejército babilónico, murieron por
el fuego al cumplir su tarea de arrojar a los hebreos al horno
ardiendo. Dan. 3:19-22.
El horno de fuego
Ahora estaba en juego la reputación de Dios, pues los tres amigos
habían dicho: “Nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del
horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey…” Dan. 3:17.
¿Qué ganó el rey con su furia al ordenar calentar el horno 7 veces
Desmond Doss
Deseo dar un ejemplo de que estas salvaciones milagrosas no solo ocurrieron hace 2.600 años atrás en el horno
de fuego de Babilonia, sino que siguen ocurriendo hasta hoy en día.
Desmond Doss era un cristiano que guardó los 10 mandamientos de Dios y reposaba en su santo día de reposo,
orando y estudiando la Palabra de Dios. En la segunda guerra mundial se alistó en las filas de los americanos como
enfermero (camillero) para ayudar a los heridos en la lucha contra la tiranía. El podía ir a la guerra para salvar
a los heridos pero sin arma porque nunca mataría a un hombre. Cuando se arrodilló para orar antes de dormir,
sus compañeros le arrojaron sus duras botas, burlándose de su fe. Fue llevado con su unidad a la isla japonesa
de Okinawa. El 5 de mayo de 1945 tuvieron que realizar una ofensiva para tomar una colina estratégica en esa
isla. De su unidad solo quedaban 200 hombres y él era el único camillero con vida. Los japoneses hicieron su
contraataque deseando tomar el mismo lugar clave y se instalaron antes que los americanos. Cuando Desmond
Doss llegó con su unidad hubo un enfrentamiento terrible y salvaje. En pocos minutos sufrieron unas cien bajas,
y los 55 hombres que todavía estaban en condiciones de moverse descendieron para ponerse a cubierto. Solo
Doss permanecía en su puesto. Comenzó a buscar y rescatar a los heridos. En forma casi increíble ayudó a 75
hombres a encontrar refugio ese día. Tardó varias horas en las cuales se encontró en medio del fuego cruzado
de rifles, ametralladoras, morteros y salvas de artillería.
Un batallón enemigo, compuesto por centenares de hombres, trató durante horas es día de dar
muerte a un solo ferviente cristiano, y no lograron ni siquiera herirlo.
Doss atribuye esta maravillosa salvación a la promesa de Dios que encontramos en Salmos 91:1, 2:
“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo al Señor mi Dios:
Esperanza mía, y castillo mío. Mi Dios, en quién confiaré.”
Desmond Doss era el único cristiano no combatiente de la
Segunda Guerra Mundial que haya recibido la Medalla de Honor
del Congreso, la más alta condecoración militar conferida por
los Estados Unidos.
Solo días después, en un ataque sorpresivo nocturno, Doss
fue gravemente herido en ambas piernas por una granada de
mano. Sufrió por años. Desmond Doss sabe perfectamente
cuál es el significado del “y si no lo hace” de las Escrituras.
También sabe que Dios todavía puede librar a los que confían
en él. “El Misterio del futuro revelado” Autor: Mervyn Maxwell,
Editorial ACDS, Pág. 54-56. http://en.wikipedia.org/wiki/
Desmond_Doss
En Daniel capítulo II, el rey Nabucodonosor reconoció
al Dios de los cielos revelador de los misterios y rey
de reyes. En Daniel capítulo III, el rey Nabucodonosor
reconoció al Dios de los cielos como el liberador supremo y el todopoderoso.