Esencia de La Filosofía y Raíz Del Filosofar
Esencia de La Filosofía y Raíz Del Filosofar
Esencia de La Filosofía y Raíz Del Filosofar
Al hombre só lo le es posible conseguir una Sé quién soy pero cada vez que
docta ignorancia. Nicolá s de Cusa: a ningú n sé algo de mí, descubro que me
Punto de partida
hombre, por má s estudioso que sea, le falta por saber mucho má s.
para filosofar: docta
sobrevendrá nada má s perfecto en la El hombre de la caverna cuando
ignorancia.
doctrina que saberse doctísimo en la vio la luz puedo ver su tremenda
ignorancia misma, la cual es propia de él. ignorancia.
Y tanto má s docto será cualquiera cuanto
má s se sepa ignorante”1. Juan reflexiona y ve que este
Antes que otra cosa, la filosofía es una mundo está mal: mucha
realidad vital, un hecho histó rico. violencia contra la mujer.
Filosofamos porque sentimos, como ley Rocío quiere saber por qué
imperiosa de nuestra mente, la necesidad de existe el racismo si todos somos
buscar afanosamente la verdad, para hacerla iguales.
sustancia propia (amplexus veritatis).
Tengo la certeza de que antes de haber sido Por ejemplo la filosofía de
La filosofía como
la filosofía una auténtica realidad dentro de Só crates, Aristó teles, Santo
realidad vital e
mi espíritu, ha estado ahí, como algo Tomá s, etc.
histó rica.
existente -en libros, cá tedras, sociedades y
congresos-, fuera de mí.
Y esta manifestació n objetiva, histó rica, me Sé algo sobre el hombre, pero
enseñ a por de pronto, que no estoy frente a ignoro muchas cosas aú n.
un cuerpo de verdades acabado, concluido.
A modo de géiser incontenible brota de mi
propio ser el afán de investigar la verdad, ¿Por qué el hombre tiene que
arribando hasta el ser de las cosas, hasta la morir?
comprensió n cabal del Universo.
Me importa poner en claro el qué de las cosas
y el qué de mí mismo. Es mi propia vida, con
sus angustias y esperanzas, la que me insta a Sé que soy un ente racional,
filosofar. afectivo, social, espiritual.
Afá n de la filosofía: Por mi propia cuenta y riesgo personal ando Por qué los hombres no
buscar la verdad en pos de verdades comprometedoras. organizan su vida sin contar con
No se trata de verdades como las de la el sucio dinero.
botá nica o la mineralogía. Se trata de un ¿Por qué no matar a los
imprescindible menester de ubicació n y de violadores de menores de edad?
autoposesió n.
Filosofía encarnada Y en ese menester me juego a mí mismo de Laura usa su libertad para hacer
manera íntegra, porque en la bú squeda y el bien y piensa que todos deben
descubrimiento de la verdad me identifico hacer uso de ese don sin que
con mi filosofía. No ocurre cosa semejante nadie los retenga.
con ninguna otra ciencia. Todo auténtico
filó sofo forja una filosofía y la encarna. Pero Lucas es un estudiante que odia
esta filosofía no es una simple abstracció n: es la mediocridad y la estafa
la vida, en su sentido radical, henchida de educativa: dice que la educació n
significació n. debe ser para crecer no para
1
Nicolás de Cusa. La docta ignorancia, Editorial Aguilar, 1957 pág. 25.
“Hay en la filosofía -observa Michele esclavizarse.
Federico Sciacca- una esencia de
Só cartes tuvo que morir
totalidad, profundamente metafísica y injustamente por denunciar que
hasta diría religiosa, que falta en la los políticos estaban engañ ando
ciencia”2. Las diversas filosofías a los jó venes y robando a la
determinan cosmovisiones ciudad.
fundamentalmente diferentes.
Asumimos, al filosofar, el riesgo y la Si piensas que la corrupció n es
responsabilidad. una lacra social, tú no puedes
Necesito cultivar la reflexió n filosó fica para ser corrupto.
saber ver, saber pensar, saber sentir, saber
amar, saber decir, actuar y vivir. “La mayor
miseria del hombre -afirma Etienne Lemmy-,
no es la pobreza ni la enfermedad, ni la
muerte, sino ignorar por qué nace, sufre y
muere”.
3
José Ortega y Gasset. El hombre y 'la gente, Editorial Revista de Occidente, Madrid, 1957, pág 61.
los objetos y se pregunta con problema de una enfermedad
asombro por esas cosas próximas y terminal?
cotidianas que ahora, por primera
vez, se le aparecen como problemas.
¿Qué es esto? ¿Por qué es? ¿Para qué Surge en Grecia un buen día,
es? Estas características preguntas por primera vez en la
suponen una actitud que Zubiri ha historia, y desde entonces el
denominado teorética por oposición a mundo ya no ha dejado de
la actitud mítica. hablar de filosofía.
Así, pues, la filosofía es, en mucha
parte, hija del asombro. El que tiene Me asombra el poder del
Las preguntas una disposición filosófica está dinero y que el hombre sea
filosóficas y el siempre admirando, percibiendo, visto como un medio,
asombro. inquiriendo problemas, incógnitas, instrumento.
arcanos que al vulgo le pasan
desapercibidos.
A esta disposición de inocente e
inquieto niño se debe aunar un rigor
La filosofía tiene un metódico incompatible con la
método de trabajo. facilidad y ligereza del saber vulgar. La existencia del mal, la
El mundo para ser Para alcanzar una concepción del corrupción, ¿es algo
entendido necesita mundo coherente y armónica, que inherente al hombre?
de la filosofía. reduzca todos los especialismos a sus
justas proporciones, se requiere la
filosofía
Vivir filosóficamente
es sentir en carne viva
el anhelo de conquistar
la verdad y es también
aceptar la
responsabilidad hasta
de un pensamiento y de
Filosofía exige Luz es filósofa y
una palabra ociosa.
coherencia de jamás se presta
Todo reviste gravedad
vida. para la injusticia.
en la vida humana. De un momento cualquiera
pueden derivarse formidables consecuencias. Por
eso es preciso dirigir constantemente toda la
intención del espíritu al debido y deseado fin de
salvación. De ahí la austeridad de la vida
filosófica, pero de ahí también ese encanto de la
búsqueda perenne.
A partir del Elaborando los datos de su experiencia, todo Valeria sostiene
pensamiento y del hombre digno de tal nombre se construye una que este mundo
contacto con la visión del mundo y de la vida. En esta tiene una finalidad
realidad el filósofo construcción, vibrante de vida interior, no se y que en algún
construye una puede prescindir del sentimiento del “yo”, de la momento el
visión del mundo. dignidad de la persona, aunque la verdad deba hombre va a
cimentarse sobre lo absoluto, enderezar su
independientemente de las contingentes camino hacia el
fluctuaciones de cada hombre. La visión del bien eterno.
mundo y de la vida, que en una teoría sintética
de la realidad, no puede ofrecérnosla ninguna
ciencia particular. Más allá de las relaciones que
estudia la matemática; de los fenómenos
estudiados por la física, la química, la biología,
etc.; más allá de números y de figuras, de
movimientos y de condensaciones energéticas,
ambicionamos penetrar ontológica e
intensivamente en la realidad, para obtener una
explicación del significado de la existencia.
El significado de la existencia humana no se
puede desentrañar sin partir de la libertad
creadora vivida desde dentro. Jamás
comprenderemos el significado de la existencia
humana estudiando desde fuera -y sólo desde
fuera- los datos humanos. Me encuentro a mí
mismo más allá del despliegue del objeto y más
allá del repliegue egoísta. Para alcanzarme tengo
que vivirme, en una experiencia original, como
una criatura que sintiendo su insuficiencia
radical se afana, no obstante, por salvarse, por
llegar a la plenitud subsistencial. En este afán me
Lucía cada note
sobrepaso, me trasciendo, para remontarme hasta
toma conciencia
el ámbito del Ser Absoluto. Sobrepaso el flujo
de sí misma
del devenir y me entrego libremente al Ser que
porque medita y
no deviene. Entrega que me compromete a
Filosofía que da se ve maravillosa,
mantener mi promesa y mi palabra. Fidelidad
significado a la digna y dice que
personal y creadora que se guarda en medio de
vida humana. su vida tiene
una comunión ontológica. Es en el libre
sentido porque
despliegue de mis marchas y contramarchas
está cimentada en
donde sorprendo el flujo del devenir y me
Dios, él es su
entrego libremente al Ser que no deviene.
sentido, su todo.
Entrega que me compromete a mantener mi
promesa y mi palabra. Porque me importa, en
definitiva, conocer la vida, conocer mi vida, su
sentido o sinrazón. Y no hay otro modo de
poseerla que por la conquista o reconquista de
cada momento. Toda teoría es una tentativa de
acercamiento, una exhortación para la verdadera
vida. La verdad misma la tengo que obtener
como fruto de regusto de mi esperanza o de mi
angustia, de mi fe o de mi desesperación, de mi
experiencia ontológica, en suma.
Urge estrechar los lazos
entre la filosofía y la vida.
No basta contemplar
esencias estáticas, es
preciso examinar el surgir
y el caminar de la libertad
en todos sus pasos. Cada
Laura ha
hombre tiene la tarca
descubierto que su
fundamental de hallar el
vida está para el
sentido del ser en concreto, de su ser. Lo cual no
bien, no para el
Filosofía y vida quiere decir, por supuesto, que no se deba jamás
mal, para lo cual
disertar más allá de la experiencia concreta,
ella vive en la
como lo pretende cierto existencialismo.
verdad, nunca en
Quiérase afirmar, únicamente, la necesidad de
la mentira.
experimentar aquello de que se habla, siempre
que se pueda, y de dar, a dicha experiencia, una
expresión concreta. Esto significa, en otras
palabras, vivir la verdad. Pero sería lamentable
sacrificar la estructura racional y la solidez
objetiva en aras de los análisis subjetivos, y de la
atmósfera existencial.
El mínimo requerido para participar en las
prerrogativas humanas, es decir, para formar
parte de la humanidad, consiste en ser animal
espiritual o mejor aún: espíritu encarnado. Este Roberto vive en
mínimo nada prejuzga sobre lo que seré yo o Chiclayo, desde
sobre lo que serás tú. Partiendo del dato inicial allí reflexiona el
El hombre es un
-espíritu encarnado- desenvuelvo mi libre quehacer de ser
animal espiritual.
espontaneidad, generadora de mi peculiar estudiante que
actitud. Puedo y debo escoger la manera de quiere servir a sus
realizar mi espíritu encarnado. Soy señor de mi semejantes.
decisión por Dios o contra Dios. Depende de mi
libertad iluminar mi visión del mundo y de la
vida teniendo en cuenta de Dios.
Un saber de la existencia trae aparejado un
consecuente modo de existir. No se puede vivir
sin saber cómo es bueno vivir. Esforzamos por
La filosofía exige realizar en plenitud nuestra vocación y
Laura ha decidido
coherencia entre el conducirnos de acuerdo con el saber obtenido, es
vivir en la verdad
pensamiento y la meta del filósofo auténtico. No basta tener una
y justicia.
existencia. filosofía, menester es vivirla. La filosofía no es
tan sólo un saber, sino también -y acaso más- un
entusiasmo. ¿Cuál es el sentido de este
entusiasmo? ¿Para qué sirve la filosofía?
1.5. ¿Para qué sirve la filosofía?
El amante del saber último destina una parte sumamente importante de su vida a la
búsqueda de la verdad. Si no pone en esa búsqueda todo el peso de la vivencia de su existir
participado, se quedará en un frío conocer a distancia. A lo más, llegará a un contacto
esencial en virtud del cual, según Santo
Tomás, por el conocimiento lo conocido se
une al conocedor por su imagen
intencional. Pero ya por su misma
etimología, la palabra filósofo nos está
indicando que por el amor, lo amado -la
sabiduría- se une realmente al amante en
cierto modo.
Una respuesta puramente cognoscitiva es
insuficiente para resolver el problema total
de nuestra vida. Aunque nos orientamos
siempre en dirección a la verdad, debemos
utilizar el orden existencial en la búsqueda
de la razón pura. Es preciso que dotemos a
nuestras vivencias de un sentido racional, por mínimo que sea, para que nuestras
experiencias personales tengan un valor objetivo universal. Tenemos que transmitir no tan
solo nuestros contactos existenciales, sino también las esencias de los seres. Nuestra
actividad cognoscente pretende captar la esencia real de los seres, no un reino rígido y
vacío de “quididades” despojadas de su ser actual. Porque, en última instancia, la existencia
del hombre está avocada a complementarse en el contacto existencial amoroso. No es la
vida para la filosofía, sino la filosofía para la vida, aunque nos pasemos la vida filosofando.
En otros términos: mientras que la vida es para la filosofía, relativamente; la filosofía es
para la vida, absolutamente.
10
Gilson. L’existence. Gallimard, París, 1946.
todos los momentos durante el tiempo de nuestra prueba”11. ¿Será preciso agregar que en
esta elección -¡suprema elección; - nos jugamos nuestro destino?
La filosofía existencial exige que se tome posición. Nada autoriza a decir que la opción es
enteramente arbitraria y que no hay criterios para apreciar el valor de la elección. El orden
moral -importa mucho el decirlo- tiene fundamentos metafísicos.
La fenomenología, aunque sea un excelente método de exposición e ilustración, resulta
impotente para construir una ontología con pretensiones de universal. Limitados a las puras
descripciones fenoménicas, sería posible una variedad inconexa y contradictoria de
verdades. Además, una fenomenología existentiva presupone siempre una metafísica que
pueda servirle de fundamento y deguía. Las vivencias existenciales nunca se convierten en
filosofía, por interesantes y literarias que resulten, sin la reflexión metafísica.
La existencia individual, gratuita y contingentemente recibida, finita e histórica, está
comprometida a decidir su propio destino. Trátese de una finitud intencionalmente lanzada
-aventura de la existencia- fuera y más allá de sí: Dios o el fracaso. Lo que no cabe es eludir
la libertad y la responsabilidad individual.
Basta el hecho de que haya cosas y de que adquiera la conciencia de ser un ser, para estar
comprometido a la indagación y al sondeo de la realidad. Mi existencia misma, dentro de lo
maravilloso, mi impele al filosofar concreto que me incluye desde la raíz. En este sentido
cabe hablar de un compromiso con el ser por el cual me pregunto desde mi total humanidad
concreta. Me identifico con mi filosofía en este compromiso fundamental, decidiéndome a
descubrir lo cubierto en la realidad.
La patencia fundamental de ser -comienzo del filosofar- en mi inteligencia, supone e
implica la dualidad sujeto-objeto, sin la cual no podría darse la filosofía ni el pensamiento
mismo. ¿No estará acaso este filosofar al
servicio de mi vida, al servicio de mi ser de
hombre? Y si los entes no se han dado a sí
mismos el ser, si hay una ratio entis
trascendente al ser de-velado, ¿no estará el ente
humano al servicio de El que hace que haya
entes?
11
Roger Troisfontains. El existencialismo y el pensamiento cristiano, pág 74.
compromiso y como propedéutica de salvación- puedo comprender mejor el interés en el
pensar existencial.
Una exigencia radical de conocimiento hace nacer a la filosofía. Sentimos el imperativo de
buscar un fundamento último para nuestro saber. Al teorizar, nos ponemos delante de las
cosas, extrañándonos de ellas. No se trata de un simple asombro, sino de un sentirse extraño
ante las cosas enfrentándose con ellas. Surge entonces la conciencia problemática. Antes,
en la existencia trivial, existíamos oscuramente entre las cosas, haciendo algo con ellas en
un trato familiar, sin extrañarnos de nada. Pero ahora se quiebra la comunidad del trato
habitual, nos apartamos por entero del comercio ingenuo con las cosas y nos hacemos
preguntas acerca de esa extraña realidad. Nos extrañamos de la totalidad de las cosas y nos
extrañamos de nuestra propia extrañeza. Nos interrogamos a nosotros mismos. Buscamos
una justificación para nuestros actos y queremos profundizar el sentido de nuestra propia
existencia por debajo de la apariencia. Los problemas adquieren verdadero patetismo
cuando advertimos que en las soluciones está interesado nuestro ser y nos comprometen.
Sobre el fondo problemático de nuestra existencia, la filosofía intenta proyectar una
claridad definitiva. Es nuestra propia vida humana la que nos incita a la búsqueda de una
verdad última. Tenemos que hacer forzosamente filosofía porque necesitamos lograr una
certeza lo más efectiva posible.
Estamos seguros de que poseemos una inmediata conciencia de nuestro existir. Pero este
existir incluye al yo y a las cosas. Tenemos la certeza de que nuestro existir es un co-estar
con las cosas y un convivir con los hombres. No somos pura intimidad; somos, también,
proyección hacia fuera. Estamos original y constitutivamente abiertos hacia el mundo.
Contemplamos y actuamos. Nos preocupa nuestro destino futuro. Lo que puede ocurrirle a
nuestro ser no puede sernos indiferente. Por eso vivimos en quehacer constante, en tensión
hacia el futuro. Esperamos el cumplimiento de nuestro ser; deseamos vehementemente
realizarnos, salvarnos. Articulamos, en el presente, la móvil superación del pasado y la
continua actualización del futuro. En el tiempo anhelamos la eternidad y tenemos comercio
con ideas que se van tornando ideales. A nuestra dinamicidad le corresponde un sentido
óntico final: realizamos como hombres de un modo acabado, plenario. Este sentido óntico
final es el que no ha sabido advertir el vitalismo y el existencialismo. Sim- mel, por
ejemplo, -ha observado con particular agudeza- que “toda vida es siempre vida y más que
vida”; que en toda existencia humana hay siempre un plus. Pero esta transcendencia es una
pura trascendencia horizontal, un puro correr de la vida en pos de instancias que están
siempre más allá. No basta constatar que el hombre se traspasa y vive traspasándose, es
preciso advertir que este traspasarse apunta a algo y tiene su término. Sin una norma, sin un
fin, sin un valor, el movimiento de trascendencia se vuelve ininteligible.
El ímpetu de trascendencia, fincado en la libertad, marcha hacia la salvación y por la
salvación adquiere su último y verdadero sentido. La constante preocupación acerca de
nuestro propio ser reclama una respuesta adecuada. No queremos aniquilarnos, no
queremos vivir en vane.
Nuestra existencia humana es, en sus estratos más hondos, una permanente y rotunda
afirmación del ser ante la nada.
La vida humana es riesgo, problema e inseguridad porque nuestra constitutiva finitud nos
pone en el trance, por lo pronto, de equivocar el sentido de nuestra vida. Ante este riesgo y
ante esta inseguridad, tenemos que pensar y tenemos que actuar. La praxis está colgada de
la teoría. Queremos saber el sentido último de nuestra acción y de nuestra vida integral. No
se trata de una ociosa curiosidad. Sabemos que nuestro ser depende del actuar y el actuar
depende del ser. Por eso, precisamente, se da una integración de vida y teoría
Platón y Aristóteles no supieron ver que la filosofía no es hija solamente del asombro, sino
también de una exigencia de orden ético. Un cuerpo de verdades de la vida podrá ser
ciencia particular o cualquier otra cosa, pero no filosofía. El filosofar nos singulariza y nos
diferencia de los otros, aunque opere con conceptos, porque emerge de las profundidades
del espíritu encarnado, en una circunstancia. La filosofía no es una edificación arbitraria y
sentimentalona -por más estética que resulte- ni un puro asunto de opinión o tanteo, sino un
esfuerzo máximo de congruencia y de luz.
Es preciso encamar y sentir desde dentro ese saber rigurosamente conceptual de la totalidad
de cuanto hay, esa explicación fundamental de las cosas. La actitud filosófica es un modo
de estar en el ser. Desde este modo de estar en él se coexiste, se convive y se muere. Las
convicciones más íntimas y fundamentales nos mueven y nos expresan. Mientras no se
realizan en el obrar concreto, las ideas y las convicciones no han sido vividas con
integridad. La filosofía es un saber para la salvación del hombre. Tal es, por lo menos, la
idea-madre de nuestra filosofía existencial positiva. Habrá que ver, claro está, el modo
concreto que asume la filosofía como propedéutica de salvación.
12
Michele F. Sciacca. La filosofía y el concepto de la filosofía, Ediciones Troquel, Buenos Aires, 1935, pág.
49.
13
Luis Bogliolo. La filosofía antigua, Editorial Difusión, pág 8.
Ontológicamente, la soledad es la expresión de la nostalgia de Dios, como sujeto y no como
objeto, de Dios como tú y no como él. (Cf. Martín Buder: Ich unddu).
En la conquista de sí mismo, el hombre echa mano de la filosofía para descubrir y
comprender su idea, el designio de Dios con respecto a él. Por eso tratar del hombre -como
ha dicho Berdiaeff- es ya tratar de Dios. Esto es ineludible. La filosofía está al servicio del
hombre. Cierto. Pero el hombre, lo veremos ahora, está al servicio de Dios.