ALBACEAS
ALBACEAS
ALBACEAS
1. NOMBRAMIENTO DE ALBACEA
Josserand dice que el albacea obtiene sus poderes de una cláusula del
testamento y tiene como misión velar por la última voluntad del mandante. Las
legislaciones argentina y francesa recogen este sistema; sobre el particular
igualmente merecería crítica por el hecho de que se estaría representando a un
fallecido, alguien que dejó de ser persona.
Debe tenerse presente que el albacea puede recibir los encargos que están
debidamente detallados en el artículo 787, sin embargo, no se entienda que las
facultades del albacea se circunscriben solo a esas facultades, sino que
pueden y de hecho abarcan otras facultades encomendadas por el testador y
cuyo límite solo es el interés público y las normas que vayan contra las buenas
costumbres.
3. PLURALIDAD DE ALBACEAS
El testador puede designar a una persona para que se encargue de ejecutar en
todo o en parte su voluntad testamentaria, en esa circunstancia recaerá en ella
la obligación basada en la confianza de hacer cumplir el testamento,
asumiendo la responsabilidad si su desempeño es negligente y causa perjuicio
a los herederos.
Tal como se puede observar la redacción del artículo 783, en comentario tiene
un sentido negativo, pues por remisión a otras normas nos indica quiénes no
pueden desempeñar el cargo de albaceas. En sentido general, la norma
prescribe que no pueden ser albaceas aquellos que estén incursos en alguna
causal de indignidad, por ello nos remite al artículo 667, el cual regula los
supuestos de inaptitud para suceder.
Dado que el estado de indignidad no se presume, sino que debe ser declarado
por sentencia, es de aplicación también el artículo 668. En este sentido, el
artículo 667 señala que están excluidos de la sucesión de determinada
persona, por indignidad, como herederos o legatarios:
a) Los autores y cómplices de homicidio doloso o de su tentativa,
cometidos contra la vida del causante, de sus ascendientes,
descendientes o cónyuge. Esta causal de indignidad no desaparece por
el indulto ni por la prescripción de la pena.
Los artículos 744, 745 Y 746 regulan los supuestos de desheredación tanto
para los descendientes, ascendientes y el cónyuge. En el caso de este último,
se aplican asimismo las causales de separación primera a sexta contenidas en
el artículo 333. Tratándose del cargo de albacea, como señala LOHMANN
(1995), "no es preciso que se haya producido disposición testamentaria
desheredando, sino que el llamado al ejercicio de albaceazgo esté incurso en
alguna causal que hubiera permitido que el testador lo desheredara, de ser
legitimario" (p. 189). Las causales de desheredación reguladas en los artículos
744, 745 Y 746 son:
a) El adulterio.
d) La injuria grave.
Tratándose de personas jurídicas, el artículo 784 del Código Civil establece que
"pueden ser albaceas las personas jurídicas autorizadas por ley o por su
estatuto", sin requerir que previamente se designe a una persona natural para
que asuma el cargo directamente por delegación.
Respecto a la autorización legal para que una persona jurídica ejerza el cargo
de albacea, debe tenerse presente que además de la existencia de una norma
autoritativa, se requerirá de un acto de designación por el testador o el juez y
en ese último supuesto, la aceptación del encargo por parte de la persona
jurídica (salvo prohibición estatutaria). En el caso de los bancos, la Ley N°
26702, Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y
Orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros, en el inciso 5) de su
artículo 275 los autoriza expresamente a "ejercer el cargo de albacea
testamentario o dativo".
Ello significa que ésta no podrá deducirse del silencio del llamado para el cargo
o de una actitud pasiva de su parte. En este punto, LOHMANN señala que
existen algunos vacíos legales que debieran ser tomados en cuenta, así:
- El llamamiento tiene que ser actual, lo que significa que no surte efecto
la excusa por el albacea nombrado con carácter de sustituto cuando
todavía no se ha presentado la posibilidad de reemplazar al titular.
Ahora bien, si, por un lado, la excusa significa voluntad de no querer asumir el
cargo, la renuncia implica existencia de aceptación previa y decisión de no
continuar ejerciendo el cargo de albacea. Nuestro Código Civil establece que el
cargo de albacea no puede renunciarse sino por la existencia de justa causa, la
cual será apreciada por el juez.
En este sentido, la norma deja sin especificar qué haya de entenderse por justa
causa y como que deja la apreciación de la misma al prudente arbitrio del juez,
constituyéndose ésta en una cuestión a dilucidar ante cada caso concreto,
teniendo en cuenta la función que cumple el albacea en nuestro ordenamiento
jurídico.
Si bien es verdad que la misión del albacea no es otra que la de hacer cesar el
estado de indivisión hereditaria, también lo es el hecho de que los destinatarios
de la herencia puedan impugnar la partición efectuada por el albacea cuando la
misma no se adapte a lo expresamente mandado por el testador o resulte
arbitraria.
Como excepción a dicha regla, la parte final del artículo en comentario otorga
tal representación a los albaceas o ejecutores testamentarios designados por el
testador, facultándoles a interponer demandas o a responder en juicio, en tres
situaciones que expresamente considera.
Sin embargo, es preciso señalar que -con independencia del mayor o menor
interés que tengan dichos herederos en la validez del testamento por los
beneficios adicionales que él pudiera reportarles- para sostener dicha validez
en el juicio impugnatorio promovido debe primar su condición de albaceas,
estrictamente en cumplimiento de las normas ya acotadas, vale decir el inciso
10 del artículo 787 y la segunda parte del artículo 788 en comentario.
De igual modo, según el mismo jurista LANATTA (1985), el legatario "es quien
recibe algo por disposición testamentaria del causante, debido a un acto de
liberalidad como éste. El derecho del legatario está limitado a la cuota de libre
disposición" (p, 304); precisándose que los legatarios pueden ser de un bien o
varios bienes determinados o de una parte alícuota de un bien o de varios de
ésos o de la totalidad de la herencia.
Ahora bien, una vez determinados los conceptos de las instituciones recogidas
por el artículo comentado, podemos afirmar que la norma se orienta a resolver
la situación que podría presentarse cuando el testador solamente nombra
legatarios, pero no instituye herederos, estableciendo que en tal supuesto el
albacea deberá, tomar posesión de los bienes hereditarios hasta que sean
pagadas las deudas del testador con la venta de los bienes dejados como
herencia o como legados.
Uno de los problemas que podría presentarse sería cuando el monto de las
deudas del testador es mayor que el valor de los bienes legados, lo cual
implicaría que la última voluntad del testador se convierta en un simple deseo
imposible de materializarse, toda vez que al no poder eludir el pago de las
obligaciones pendientes y debiendo cubrir éstas con los bienes legados, la
liberalidad nunca podrá concretarse.
Otro problema que podría surgir es cuando el monto de las deudas es inferior a
la valorización de los bienes legados, por cuanto sería el juez quien decidirá
cuál de los bienes debe venderse para cancelar las obligaciones del testador,
pudiendo ser uno de los bienes legados; sin embargo, consideramos que el
juez deberá tomar la decisión -de la venta de los bienes para pagar las deudas
intentando respetar o materializar el acto de liberalidad del testador.
Por ello, el albacea se encuentra facultado para iniciar cualquier acción judicial
o extrajudicial orientada a lograr la posesión de los bienes hereditarios, de
conformidad con lo dispuesto en el inciso 2 del artículo 787 del Código Civil que
dispone que: "son obligaciones del albacea: ejercitar las acciones judiciales y
extrajudiciales para la seguridad de los bienes hereditarios".
Ahora bien, conforme a la norma del artículo 791 los herederos y los legatarios
pueden pedir al albacea que adopte las medidas necesarias para mantener la
indemnidad de los bienes que conforman la masa hereditaria.
Cabe señalar que la norma otorga la facultad de pedir las medidas pro
indemnidad a los herederos y legatarios en general, sin precisar qué tal
solicitud deba ser planteada en forma individual o conjunta. A falta de precisión
es de suponer que cualquier heredero o legatario puede por su sola cuenta
realizar tal pedido al albacea, toda vez que ello redundará en beneficio de
todos, lo que no ocurriría si se exigiera iniciativa de todos juntos
Más aún, si el artículo 781 del Código Civil establece que "es solidaria la
responsabilidad de los albaceas que ejercen conjuntamente el cargo, salvo
disposición distinta del testador", entonces ante la pérdida o daño de los bienes
hereditarios ¿qué tipo de responsabilidad podría tener la minoría que se
inclinaba a favor de la adopción de las medidas para proteger los mismos?
Ahora bien, el artículo 793 señala como regla que el cargo de albacea es
remunerado, sin embargo, a la voluntad del testador para que según el caso
disponga su gratuidad. Se entiende que el establecimiento de la gratuidad debe
ser expresa, pues en el caso de que no se haya hecho mayor referencia al
pago, se toma como remunerado y se aplica lo dispuesto en el último párrafo
de este artículo, cuando se prescribe que en defecto de la determinación de la
remuneración por el testador lo hará el juez.
Cabe agregar sobre este punto, que puede presentarse de manera excepcional
un albaceazgo gratuito, cuando el mismo albacea renuncia a la remuneración a
pesar de existir disposición testamentaria.
ARTICULO 796
1.- Por haber transcurrido dos años desde su aceptación, salvo el mayor plazo
que señale el testador, o que conceda el juez con acuerdo de la mayoría de los
herederos.
Así pues, dicho plazo será el que haya indicado el testador en su testamento,
pudiendo ser éste mayor o menor del fijado por la norma comentada, o de dos
años, a falta de señalamiento de plazo por el testador.
Son, pues, cuatro los supuestos que deben darse para el término del cargo de
albacea por renuncia al cargo: (a) que el albacea designado haya aceptado ya
ejercer el cargo. Si no hubiera aún aceptación únicamente procede la excusa;
(b) que exista justa causa para su renuncia, expresada por el albacea; (c) que
la causa manifestada por el albacea constituya justa causa a juicio del juez,
vale decir no según criterio o parecer del albacea y/o de los herederos; (d) que,
finalmente, sea este juez quien dé su aprobación a dicha renuncia.
A la luz del tenor de este inciso resulta pertinente efectuar algunas precisiones.
La disposición comentada distingue, para estos efectos, entre incapacidad legal
e incapacidad física. La revisión de la normatividad contenida en el Código Civil
permite establecer, en el marco de la capacidad e incapacidad de ejercicio, una
primera distinción entre incapacidad absoluta e incapacidad relativa, expresada
en los artículos 43 y 44, correspondientes al Libro de Personas.
Como se aprecia del texto de ellas, estas disposiciones aluden a situaciones de
incapacidad física y/o mental, pudiendo ellas ser absolutas o relativas.
Encontramos, asimismo, casos de incapacidad física o material, como son la
desaparición y la declaración de usencia, previstas en los artículos 47 y 49 Y
de las que se ocupa, para el caso de institución del albaceazgo, el inciso 6 del
artículo bajo comentario, como veremos en su momento.
Además, dispone que debe tratarse de una incapacidad legal o física que
impida el desempeño de la función de albacea.
Caben precisar varios aspectos: (a) el fundamento del término del cargo es, en
ambos supuestos, la imposibilidad física o material de ejercicio del mismo; (b)
en aplicación de la parte final de este inciso 6, se produce la terminación del
cargo en cuestión tanto si desaparece el albacea como si le declara
judicialmente ausente; (c) como quiera que la declaración de ausencia
presupone la desaparición de la persona, si bien por un período más
prolongado, hubiera sido suficiente el mero hecho de la desaparición de dicho
albacea para que ocurra el término del cargo, sin requerirse de su declaración
de ausencia.
Expresado de otro modo, tal declaración produce como uno de sus efectos el
término del cargo de albacea.
Es cierto que, de modo expreso y hasta cierto punto imperativo, este inciso 1
dispone que cesan los efectos de la declaración judicial de ausencia por: el
regreso del ausente. En virtud de ello, ocurrido tal regreso, podría decirse que
ha quedado sin efecto la terminación del cargo de albacea.
Sin perjuicio de ello, al asistirle la facultad consagrada por el artículo 797, podrá
este ex albacea exigir -en cualquier tiempo después de haberlo ejercido que se
cumpla la voluntad del testador.
Esta norma pone en evidencia, una vez más, la importancia que tiene el
cumplimento de la voluntad del testador. Sin embargo, es necesario efectuar
una precisión. La normatividad relativa a la figura del albacea se orienta -como
corresponde a la naturaleza y fines de la institución- al cumplimiento de las
disposiciones de última voluntad del testador.
Más aún, sus incisos 7 y 8 consagran, entre ellas, las de cumplir los encargos
especiales del testador y de sostener la validez del testamento en el juicio de
impugnación que se promueva, sin perjuicio del apersonamiento que, en tal
caso, corresponde a los herederos. Estas disposiciones ponen de relieve, como
ya se dijo, la trascendencia de cumplimento de la voluntad del testador.
En su parte final, este artículo limita esta facultad, privando de ella al albacea
que cesó por renuncia o por haber sido removido del cargo. Se entiende esta
carencia referida, obviamente, al tiempo después de haber ejercido el
albaceazgo. Durante su ejercicio, es imposible prever - en el caso concreto-
que dicho cargo va a terminar por renuncia o por remoción de su titular.
BIBLIOGRAFÍA: