01 Pascua Par D
01 Pascua Par D
PRIMERA LECTURA
En aquellos días, 14 15
El Señor dijo a Moisés:
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tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que los
ejércitos pudieran aproximarse el uno al otro.
21
Moisés extendió su mano sobre el mar y el Señor
hizo retirarse el mar con un fuerte viento del este
que sopló toda la noche; el mar se secó y se
dividieron las aguas. 22 Los hijos de Israel entraron
en medio del mar, en lo seco, y las aguas les hacían
de muralla a derecha e izquierda. 23 Los egipcios los
persiguieron y entraron tras ellos, en medio del mar:
todos los caballos del faraón, sus carros y sus
jinetes.
24
Era ya la vigilia matutina cuando el Señor miró
desde la columna de fuego y humo hacia el ejército
de los egipcios y sembró el pánico en el ejército
egipcio. 25 Trabó las ruedas de sus carros,
haciéndolos avanzar pesadamente.
SALMO RESPONSORIAL
Cántico Ex 15, 1-2. 3-4. 5-6. 17-18
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
3
El Señor es un guerrero,
su nombre es “El Señor”.
4
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
5
Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.
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6
Tu diestra, Señor, es magnífica en poder,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo.
17
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu
heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
18
El Señor reina por siempre jamás».
SEGUNDA LECTURA
36 16
Me vino esta palabra del Señor:
17
«La casa de Israel profanó con su conducta y sus
acciones la tierra en que habitaba. Su conducta era
a mis ojos como la impureza de la regla. 18 Me
enfurecí contra ellos, por la sangre que habían
derramado en el país, y por haberlo profanado con
sus ídolos. 19 Los dispersé por las naciones, y
anduvieron dispersos por diversos países. Los he
juzgado según su conducta y sus acciones.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 41, 3. 5bcd; 42, 3. 4
TERCERA LECTURA
SALMO RESPONSORIAL
CUARTA LECTURA
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de entre los muertos y va por delante de ustedes a
Galilea. Allí lo verán”. Miren, se lo he anunciado».
8
Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas
de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los
discípulos.
9
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
«Alégrense».
6. TIEMPO PASCUAL
PRIMERA LECTURA
4
Una vez que comían juntos, les ordenó que no se
alejaran de Jerusalén, sino «aguardaran el
cumplimiento de la promesa del Padre, de la que me
han oído hablar, 5 porque Juan bautizó con agua,
pero ustedes serán bautizados con Espíritu Santo
dentro de no muchos días».
6
Los que se habían reunido, le preguntaron,
diciendo:
7
Les dijo:
«No les toca a ustedes conocer los tiempos o
momentos que el Padre ha establecido con su propia
autoridad; 8 en cambio, recibirán la fuerza del
Espíritu Santo que va a venir sobre ustedes y serán
mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y
hasta el confín de la tierra».
9
Dicho esto, a la vista de ellos, se fue elevado al
cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. 10
Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba
marchando, se les presentaron dos hombres
vestidos de blanco, 11 que les dijeron:
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«Galileos, ¿qué hacen ahí plantados mirando al
cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre
ustedes y llevado al cielo, volverá como lo han visto
marcharse al cielo».
12
Entonces se volvieron a Jerusalén, desde el monte
que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo
que se permite caminar en sábado. 13 Cuando
llegaron, subieron a la sala superior, donde se
alojaban: Pedro y Juan y Santiago y Andrés, Felipe y
Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y
Simón el Zelotes y Judas el de Santiago. 14 Todos
ellos perseveraban unánimes en la oración, junto
con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y
con sus hermanos.
15
Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en
medio de los hermanos (había reunidas unas ciento
veinte personas) y dijo:
16
«Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu
Santo, por boca de David, había predicho, en la
Escritura, acerca de Judas, el que hizo de guía de los
que arrestaron a Jesús, 17 pues era de nuestro grupo
y le cupo en suerte compartir este ministerio. 18 Este,
pues, adquirió un campo con un salario injusto y,
cayendo de cabeza, reventó por medio y se
esparcieron todas sus entrañas. 19 Y el hecho fue
conocido por todos los habitantes de Jerusalén, por
lo que aquel campo fue llamado en su lengua
Hakeldamákh, es decir, campo de sangre. 20 Y es que
en el libro de los Salmos está escrito: “Que su
morada quede desierta, y que nadie habite en ella”,
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y también: “Que su cargo lo ocupe otro”. 21 Es
necesario, por tanto, que uno de los que nos
acompañaron todo el tiempo en que convivió con
nosotros el Señor Jesús, 22 comenzando en el
bautismo de Juan hasta el día en que nos fue quitado
y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo
de su resurrección.
23
Propusieron dos: José, llamado Barsabá, de
sobrenombre Justo, y Matías.
24
Y rezando, dijeron:
26
Les repartieron suertes, le tocó a Matías, y lo
asociaron a los once apóstoles.
RESPONSORIO 1 Pe 1, 3. 13
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R./ Por la resurrección de Jesucristo de entre los
muertos. Aleluya.”
SEGUNDA LECTURA
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Y así, haciendo uso de su regio poder, rompe,
después de la vida, las ataduras de la muerte, como
cuando gritó: Lázaro, ven afuera, o Niña, levántate,
para mostrar la eficacia de su poder. Por eso se
entregó totalmente a la muerte: para matar en sí
mismo a esa fiera voraz y deshacer el nudo
insoluble. En aquel cuerpo impecable,
incansablemente buscaba la muerte los manjares
que le son propios: miraba a ver si había en él
voluptuosidad, ira, desobediencia, si había
finalmente pecado, que es el alimento preferido de
la muerte: El aguijón de la muerte es el pecado. Pero
como no encontraba en él nada de qué alimentarse,
prisionera de sí misma y extenuada por falta de
alimento, ella misma fue su propia muerte, tal como
muchos justos venían anunciando y profetizando
que sucedería cuando el Primogénito resucitase de
entre los muertos. El permaneció efectivamente tres
días bajo tierra, a fin de salvar en sí mismo a todo el
género humano, incluso a los que existieron antes
de la ley.
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R. Cantad al Señor, Aleluya, cantad al Señor,
bendecid su nombre, * anunciad día tras día su
salvación, Aleluya, Aleluya.
V. Dad al Señor gloria y poder, dad al Señor la
gloria de su nombre.
R. Anunciad día tras día su salvación, Aleluya,
Aleluya.
HIMNO FINAL
A Ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Dígnate, Señor,
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guardarnos de pecado en este día.
ORACIÓN
PRIMERA LECTURA
5
Residían entonces en Jerusalén judíos devotos
venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. 6
Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron
desconcertados, porque cada uno los oía hablar en
su propia lengua. 7 Estaban todos estupefactos y
admirados, diciendo:
12
Estaban todos estupefactos y desconcertados,
diciéndose unos a otros:
13
Otros, en cambio, decían en son de burla: «Están
borrachos».
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14
Entonces Pedro, poniéndose en pie junto con los
Once, levantó su voz y con toda solemnidad declaró
ante ellos:
17
Y sucederá en los últimos días, dice Dios, que
derramaré mi Espíritu sobre toda carne y sus hijos y
sus hijas profetizarán y sus jóvenes verán visiones y
sus ancianos soñarán sueños; 18 y aun sobre mis
siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu en
aquellos días, y profetizarán. 19 Y obraré prodigios
arriba en el cielo y signos abajo en la tierra, sangre y
fuego y nubes de humo. 20 El sol se convertirá en
tiniebla y la luna en sangre, antes de que venga el
día del Señor, grande y deslumbrador. 21 Y todo el
que invocare el nombre del Señor se salvará.
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R./ No hay bajo el cielo otro nombre dado a los
hombres por el que nosotros debamos salvarnos.
Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
RESPONSORIO Ap 5, 5.12
HIMNO FINAL
A Ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
ORACIÓN
PRIMERA LECTURA
29
Hermanos, permítanme hablarles con franqueza:
el patriarca David murió y lo enterraron, y su
sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. 30
Pero como era profeta y sabía que Dios le había
jurado con juramento sentar en su trono a un
descendiente suyo, 31 previéndolo, habló de la
resurrección del Mesías cuando dijo que no lo
abandonará en el lugar de los muertos y que su
carne no experimentará corrupción. 32 A este Jesús lo
resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos
testigos.
33
Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo
recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo
ha derramado. Esto es lo que están viendo y oyendo.
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34
Pues David no subió al cielo, y, sin embargo, él
mismo dice:
36
Por lo tanto, con toda seguridad conozca toda la
casa de Israel que al mismo Jesús, a quien ustedes
crucificaron, Dios lo ha constituido Señor y Mesías».
37
Al oír esto, se les traspasó el corazón, y
preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
38
Pedro les contestó:
40
Con estas y otras muchas razones dio testimonio y
los exhortaba diciendo:
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41
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y
aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.
SEGUNDA LECTURA
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Así que fue entregado por nuestros pecados y
resucitó para nuestra justificación. Porque si hemos
resucitado con Cristo, que es la justicia, y andamos
en una vida nueva, y vivimos según la justicia, Cristo
resucitó para nuestra justificación. Pero si todavía no
nos hemos despojado de la vieja condición humana,
con sus obras, sino que vivimos en la injusticia, me
atrevo a decir que Cristo no ha resucitado aún para
nuestra justificación ni fue entregado por nuestros
pecados. Y si estoy convencido de esto, ¿cómo amo
lo que a él le llevó a la muerte? Si creo que él ha
resucitado para mi justificación, ¿cómo me deleito
en la injusticia? Luego Cristo justifica únicamente a
los que, a ejemplo de su resurrección, emprendieron
una nueva vida, y rechazan como causa de muerte,
los viejos vestidos de la injusticia y de la iniquidad.
HIMNO FINAL
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A Ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
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Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
ORACIÓN
PRIMERA LECTURA
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La primitiva comunidad; curación del paralítico
3
Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les
pidió limosna. 4 Pedro, con Juan a su lado, se quedó
mirándolo y le dijo:
«Míranos».
5
Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían
algo. 6 Pero Pedro le dijo:
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«No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en
nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda».
7
Y agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al
instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, 8 se
puso en pie de un salto, echó a andar y entró con
ellos en el templo por su pie, dando brincos y
alabando a Dios. 9 Todo el pueblo lo vio andando y
alabando a Dios, 10 y, al caer en la cuenta de que era
el mismo que pedía limosna sentado en la puerta
Hermosa del templo, quedaron estupefactos y
desconcertados ante lo que le había sucedido.
11
Mientras el paralítico seguía aún con Pedro y Juan,
todo el pueblo, asombrado, acudió corriendo al
pórtico llamado de Salomón, donde estaban ellos.
SEGUNDA LECTURA
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Constantemente somos saciados con el cuerpo
del Salvador y constantemente participamos de la
sangre del Cordero
HIMNO FINAL
A Ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
ORACIÓN
PRIMERA LECTURA
16
Por la fe en su nombre, este, que ven aquí y que
conocen ha recobrado el vigor por medio de su
nombre; la fe que viene por medio de él le ha
restituido completamente la salud, a la vista de
todos ustedes.
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17
Ahora bien, hermanos, sé que lo hicieron por
ignorancia, al igual que sus autoridades; 18 pero Dios
cumplió de esta manera lo que había predicho por
los profetas, que su Mesías tenía que padecer. 19 Por
tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se
borren sus pecados; 20 para que vengan tiempos de
consuelo de parte de Dios, y envíe a Jesús, el Mesías
que les estaba destinado, 21 al que debe recibir el
cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de
la que Dios habló desde antiguo por boca de sus
santos profetas.
22
Moisés dijo: El Señor Dios de ustedes hará surgir
de entre sus hermanos un profeta como yo:
escuchen todo lo que les diga; 23 y quien no escuche
a ese profeta será excluido del pueblo. 24 Y, desde
Samuel en adelante, todos los profetas que hablaron
anunciaron también estos días.
25
Ustedes son los hijos de los profetas, los hijos de la
alianza que hizo Dios con sus padres, cuando le dijo
a Abraham: “En tu descendencia serán bendecidas
todas las familias de la tierra”. 26 Dios resucitó a su
Siervo y se los envía en primer lugar a ustedes para
que les traiga la bendición, apartándolos a cada uno
de sus maldades».
SEGUNDA LECTURA
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estirpe. * Brotarán como en un prado, como sauces
a la orilla de los ríos.
V./ Se convertirá dentro de él en un surtidor de agua
que salta hasta la vida eterna.
R./ Brotarán como en un prado, como sauces a la
orilla de los ríos.
HIMNO FINAL
A Ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
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Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
ORACIÓN
PRIMERA LECTURA
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«¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho
eso ustedes?».
8
Entonces Pedro, lleno de Espíritu Santo, les dijo:
13
Viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando
que eran hombres sin letras ni instrucción, estaban
sorprendidos. Reconocían que habían sido
compañeros de Jesús, pero, viendo de pie junto a
14
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divulgando, les prohibiremos con amenazas que
vuelvan a hablar a nadie de ese nombre».
18
Y habiéndolos llamado, les prohibieron
severamente predicar y enseñar en el nombre de
Jesús.
19
Pero Pedro y Juan les replicaron diciendo:
21
Pero ellos, repitiendo la prohibición, los soltaron,
sin encontrar la manera de castigarlos a causa del
pueblo, porque todos daban gloria a Dios por lo
sucedido, 22 pues el hombre en quien se había
realizado este milagro de curación tenía más de
cuarenta años.
23
Puestos en libertad, volvieron a los suyos y les
contaron lo que les habían dicho los sumos
sacerdotes y los ancianos. 24 Al oírlo, todos invocaron
a una a Dios en voz alta, diciendo:
31
Al terminar la oración, tembló el lugar donde
estaban reunidos; los llenó a todos el Espíritu Santo,
y predicaban con valentía la palabra de Dios.
SEGUNDA LECTURA
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¿Qué es la Iglesia? El Cuerpo de Cristo. Añádele
la cabeza y tendrás un hombre completo. Cabeza y
cuerpo forman un solo hombre. ¿Quién es la cabeza?
Aquel que nació de la Virgen María, que asumió una
carne mortal sin pecado, que fue abofeteado,
flagelado, despreciado y crucificado por los judíos,
que fue entregado por nuestros pecados y resucitó
para nuestra justificación. El es la cabeza de la
Iglesia, él es el pan que procede de aquella tierra. Y,
¿cuál es su cuerpo? Su esposa, esto es, la Iglesia.
Serán los dos una sola carne. Es éste un gran
misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. Así se
expresó también el Señor en el evangelio, cuando
dijo hablando del varón y de la mujer: De modo que
ya no son dos, sino una sola carne. Quiso por tanto
que fuesen un solo hombre Dios-Cristo y la Iglesia.
Allí está la cabeza, aquí los miembros. No quiso
resucitar con los miembros, sino antes que ellos,
para motivar la esperanza de los miembros. Y si la
cabeza quiso morir, fue para ser el primero en
resucitar, el primero en subir a los cielos, de modo
que los demás miembros depositaran la esperanza
en su Cabeza, y aguardaran el cumplimiento en sí
mismos de lo que previamente se había realizado en
su cabeza.
¿Qué necesidad tenía Cristo de morir, él la
Palabra de Dios, por la que se hizo todo y de la que
se ha escrito: En el principio ya existía la Palabra, y
la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo? Y, sin
embargo, fue crucificado, fue escarnecido, herido
por la lanza, sepultado. Por medio de la Palabra se
hizo todo.
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Pero como se dignó ser la cabeza de la Iglesia,
ésta podría haber desesperado de la propia
resurrección, de no haber asistido a la resurrección
de su cabeza. Fue visto primero por las mujeres,
quienes se lo anunciaron a los hombres. Fueron las
mujeres las primeras en ver al Señor resucitado, y el
evangelio fue anunciado por las mujeres a los
futuros apóstoles y evangelistas, y por mediación de
las mujeres les fue anunciado Cristo. La palabra
evangelio significa buena noticia. Los que dominan
el griego, saben qué quiere decir evangelio. Así
pues, evangelio equivale a buena noticia. ¿Qué
mejor noticia podemos dar que ésta: que ha
resucitado nuestro Salvador?
HIMNO FINAL
A Ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
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