Lexico Vestido
Lexico Vestido
Lexico Vestido
1. INTRODUCCIÓN
La moda1 supone constantes cambios en la ropa2 generados la mayoría de las veces por cambios sociales
profundos (Montoya Ramírez, 2002: 368-373), de ahí que su léxico acuse esas variaciones y, más que en
otros campos, acepte elementos ajenos, palabras de otras lenguas, algunas de las cuales tras adaptarse a la
morfología y a la fonética de la lengua de acogida bien pueden permanecer con o sin variación semántica
o, por el contrario, desaparecer al ser sustituidas por otras nuevas una vez que aquellas dejan de ser
necesarias a la sociedad (Montoya Ramírez, 2001: 250-251). Y es que en el léxico de la moda la
creatividad y los cambios son constantes porque las formas de los trajes, los materiales con que se hacen y
los usos de los mismos varían de una época a otra, de una sociedad a otra, de ahí que Covarrubias,
consciente de este hecho, censure el proceder de sus coetáneos en vestidura:
Todas las naciones han usado vestiduras propias, distinguiéndose por ellas unas de otras; y muchas han
conservado su hábito por gran tiempo. A los españoles en este caso nos han notado de livianos, porque
mudamos traje y vestido fácilmente […] Solos los labradores, que no salen de sus aldeas, han durado mas
en conservar el traje antiguo, aunque ya esto también está estragado. […] No es instituto mío tratar de
reformaciones, pero notorio es el excesso de España en el vestir, porque un día de fiesta el oficial y su
muger no se diferencian de la gente noble.
Pero, ciertamente, una vez que “la cosa” (tela, modelo, adorno, etc.) es aceptada durante largo tiempo por
un grupo social de prestigio y se convierte en necesaria, el término especializado3 que la designa pasa a
formar parte del vocabulario general o común de la lengua receptora, en la que se evidencian frecuentes
cambios fónicos e incluso significativos respecto de su estructura y sentido original. Los casos de camisa,
falda y albornoz así lo confirman (Montoya Ramírez, 2001: 251).
Teniendo en cuenta esas precisiones, vamos a centrar nuestra atención en parte del léxico del vestido, en
aquellos términos que dan nombre a la materia principal con que se hacen las prendas de vestir: las telas4.
Concretamente analizaremos los de procedencia extranjera que están incluidos en el Tesoro de la Lengua
castellana o española de Sebastián de Covarrubias5, pues junto a voces como cañamazo, raso, lino,
lienço, lanilla, gasa y alguna otra de clara procedencia latina, o terciopelo (‘Tela de seda muy usada, y
según el nombre ha de ser de tres pelos, pero aylo de dos y de pelo y medio, latine sericum gausapinum,
según Antonio’), terliz (‘lo texido con tres lienços, trilicis’) y merina (‘Lana, la muy fina, apartada y
escogida por tal; a diferencia de la burda, que es bastarda y mezclada’), este compendio lexicográfico
recoge un gran número de términos tomados de otras lenguas: anafalla, angeo, berví, bofetán, bretaña,
1
Entendemos por moda “[…] el servicio que el individuo o la colectividad hace de los trajes, telas, adornos variables y
determinados que habitualmente se establecen y que por tradición o por repetición, pueden llegar a adquirir fuerza de precepto”
(Montoya Ramírez, 2001: 248). El DRAE (s. v.) dice: ‘Uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en
determinado país, con especialidad en los trajes, telas y adornos, principalmente los recién introducidos’.
2
En esta ocasión ropa tiene el sentido general de ‘Prenda de vestir’, sin que se precise si ésta es externa, interna o de algún otro tipo
(este valor es el que recogemos en el Tesoro de Covarrubias ‘[…] Ropa, vale el vestido que traemos a cuestas y dezimos traer poca
o mucha ropa […]’). Por ello lo utilizamos en lugar de indumentaria como ’Perteneciente o relativo al vestido’ o ‘Vestimenta de
una persona para adorno o abrigo de su cuerpo’, y también de vestimenta, que el DRAE da como sinónimo de vestido ‘Prenda o
conjunto de prendas exteriores con que se cubre el cuerpo’ o el ‘Traje enterizo de la mujer’.
En cuanto a vestimentaria no está recogido en el diccionario, aunque podría usarse con el mismo valor de indumentaria.
3
Consideramos que se trata de los elementos léxicos correspondientes al “lenguaje sectorial de la moda” (Montoya Ramírez, 2001:
248-249) o, si se prefiere, a la terminología específica del sector profesional de la moda, de tal modo que permite distintas
clasificaciones, entre las que destacamos a modo de ejemplo diseño, confección, materiales, etc.
4
Es extraño que Covarrubias no recoja las entradas tela ni tejido, pero sí la de telar ‘A donde se tege la tela’, ya que tela se
documenta en 1140 (DCECH).
5
Lo que hoy presentamos es una parte, una muestra, de un estudio más amplio que sobre los términos de la ropa y los llamados
“complementos” estamos llevando a cabo varios miembros del In.Fi.Cu.H. de la Universidad de Granada en el “Proyecto de
excelencia” concedido por la Junta de Andalucía (2005): La vida cotidiana andaluza a través de los documentos
historicolingüísticos y dialectales.
María Isabel Montoya Ramírez 748
brunete, cadarzo, calicud, cambral/ cambrai, camelote / chamelote, carisea, carmesí, cendal, cordellate,
cotonía, damasco, enjalma fileli, frisa, fustán, gamuza, harambel, sinabafa, sirgo, tafetán, tiritaña, xerga
y çarçahan.
Es evidente que lo importante para Covarrubias era fijar la etimología y aportar datos eruditos sobre la
procedencia u otro particular de cada una de las voces del Tesoro: “[…] porque mi instituto no es tratar
las materias ad longum, sino solamente las etymologías de los vocablos, y lo que para ilustración desto es
necesario…”6. Nosotros vamos a analizar los datos que nos proporcionan los contenidos desde dos
perspectivas diferentes; por una parte, vamos a tomar en consideración el origen y procedencia de las
palabras que designan las telas, y, por otra, la materia de que están hechas las mismas.
Hemos establecido dos grupos en función de los datos geográficos y lingüísticos que nos proporciona el
mismo autor.
[Gran] Bretaña.
Flandes.
Cambral/ Cambrai: “[…] tomó el nombre de la tierra de Cambrai, donde se labra. Dize el padre Pineda en su
Monarquía Ecclesiástica, lib.17, cap. 31, I, que a Cambrai le dió el nombre Cambro, rey de los tungros,
cimbros y belgas. En lengua flamenca se llama Cameriick”.
Frisa: “[…] algunos quieren que aya tomado el nombre de Frisia, y que aya venido de allá, como otras telas
que toman el nombre de los lugares donde primero se labraron. Pero pienso averse dicho de freçar, que es
rebolver el pelo refregándolo de una parte a otra; del verbo latino fricare, como está dicho arriba”.
Fustán: “El padre Guadix dize que es arábigo […]; fustán graece […] pero yo sospecho ser nombre
flamenco”.
Francia.
Angeo: ”[…] se trae de Francia o de Flandes; sino tomó el nombre de algún lugar, como otras Olanda, Ruán,
Cambray, etc. Púdose dezir angeo, quasi ancheo, porque de todas las telas, ninguna es más ancha”.
Berví: “[…] es nombre francés de brebis, mudadas las letras E y V, por brebis, berbis. No afirmo esta
etimología, porque no me cuadra mucho”.
Grecia.
Italia.
6
Covarrubias, pág. 285.
EL LÉXICO DEL VESTIDO. EXTRANJERISMOS EN EL TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA O ESPAÑOLA … 749
Árabe.
Hebreo.
Carmesí: “[…] Algunos quieren se aya dicho de forum minium; carmin, latine minium. Pero el uno y el otro
nombre son hebreos, de […] carmil, púrpura”.
India.
Calicud: “[…] que traen de la India de Portugal, y tomó el nombre de la provincia donde se labra, llamada
Calicud”.
Onomatopeya.
Otro.
Evidentemente, la consulta de otras obras y estudios lexicográficos actuales nos ha dado una relación
distinta de la obtenida del Tesoro, como comprobaremos a continuación.
Harambel: La variante arambel la recoge el DCECH. Del árabe aote, es una voz disimilada del portugués
alambel.
Tafetán: Según Corominas y Pascual,procede del persa aote.
Tiritaña: Aunque su origen parece ser incierto, la forma española es un préstamo del francés tiretaine
(DCECH, s. v.).
Çarçahan: Del árabe zarzahán (DCECH, s. v.).
Vistas las diferencias, podemos establecer algunas premisas sobre la información que proporciona el
Tesoro:
1) En gran parte de los artículos no se facilita la etimología, sino el lugar de donde procede o se
fabrica la tela, lo que nos lleva a suponer que los términos en cuestión corresponden a la lengua que se
habla en ese lugar, como es el caso de fileli o çarçahan, por ejemplo.
2) Como dice Martín de Riquer en la Introducción del Tesoro: “[…] Covarrubias hace gala de su
erudición constantemente, así en lo que se refiere a las etimologías, tantas veces absurdas y traídas por
los cabellos […]”, y así lo hemos comprobado, por ejemplo, en las voces que considera
onomatopéyicas –bofetán, tafetán y tiritaña–, entre otras, que así lo ponen de manifiesto.
3) La metonimia está presente en aquellos vocablos que indican el lugar de factura: [tela de] Bretaña,
Angeo, Calicud, Cambral/Cambray o Frisa, a juzgar por lo que dice el propio autor en este último
lema: “[…] algunos quieren que aya tomado el nombre de Frisia, y que aya venido de allá, como otras
telas que toman el nombre de los lugares donde primero se labraron […]”.
4) Ciertamente, a juzgar por el número de términos referentes a las telas y por la información que de
ellas da Covarrubias, es obvio que la reducción de las materias no se llevó a cabo “exclusivamente a
costa de las entradas del diccionario; sino, más bien, mermando la información de carácter
enciclopédico y anecdótico de los artículos” (Azorín Fernández, 1988: 684), como puede apreciarse
en casi todas las entradas de las voces recogidas, las cuales escasamente pasan de las dos o tres líneas.
5) Buena prueba de que el autor “no se horroriza por la incorporación de extranjerismos en nuestra
lengua”7 son todas las voces seleccionadas en este trabajo, aunque como ejemplos más notorios
destacamos angeo, chamelote, cotonía y carisea, esta última con ensordecimiento de la velar inicial:
“[…] Carisea lábrase en Inglaterra, y truxo de allá el nombre garisea, y acá le mudamos en carisea
[…]”.
6) No es extraño que los préstamos del francés e italiano llagaran al castellano por conducto del
catalán, habida cuenta de la importancia política y económica que la Corona de Aragón tuvo en el
Mediterráneo durante la Edad Media, lo que favorecería la importación de productos textiles y sus
denominaciones.
Algodón.
Anafalla: “[…] Una cierta tela que texen con algodón […]”.
Cotonía: “[…] Cierta tela hecha de hilo de algodón […]”.
Fustán: “[…] Cierta tela de algodón […]”.
Lino.
Lana.
7
Martín de Riquer, Introducción al Tesoro de la Lengua cstellana o española, pág. IX.
8
En el Tesoro se dice que paño “*comúnmente es la tela texida de lana de que nos vestimos”, y por ello los incluimos en el apartado
de lana. En el DRAE (s. v.): ‘Tela de lana muy tupida y con pelo tanto más corto cuanto más fino es el tejido’.
9
Estambre es ‘Parte del vellón de lana que se compone de hebras largas’ (DRAE, s v)
EL LÉXICO DEL VESTIDO. EXTRANJERISMOS EN EL TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA O ESPAÑOLA … 751
Seda11.
Sin especificar.
Gamuza: “[…] de sus pieles adobadas se hazen calças y jubones […]”. Camelote/Chamelote: Tela hecha de
pelo de camellos.
[…] sólo podía estar fabricada con lino, algodón o hilo, mientras que en el Diccionario de Autoridades
(1726) ya se define como ‘cualquier obra texida de lana, seda, lino y otras materias’, acepción que
conserva en la actualidad (Martínez Meléndez, 1989: 503).
3. CONCLUSIONES
En definitiva, vamos a terminar con una observación importante sobre algunas omisiones detectadas en el
Tesoro, pues del léxico estudiado se desprende que Covarrubias no incluyó todos los nombres de las telas
conocidas, tal vez porque tanto el género como la denominación de muchos de ellos ya habían caído en
desuso, y, por consiguiente, habría de dar entrada a los comunes, a los aceptados en su época, aunque con
toda probabilidad tampoco habría de recoger algunos de los que ya “estarían de moda” en esos momentos.
Pero ese supuesto será objeto de estudio en otro trabajo, diferente del que hoy hemos presentado.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Azorín Fernández, D. (1988): “El Suplemento al Tesoro de la Lengua castellana o española de Sebastián de
Covarrubias y Orozco”, Actas del I congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, I, Madrid, Arco
Libros, págs. 683-693.
Corominas, J. y J. A. Pascual (1984-1991): Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico. Madrid,
Gredos.
Martínez Meléndez, M. C. (1989): Los nombres de tejidos en castellano medieval. Granada, Universidad de Granada.
Montoya Ramírez, M. I. (2001): “El lenguaje de especialidad de la moda”. En Bargalló, M., E. Forgas, C. Garriga, A.
Rubio y J. Schnitzer (eds.): Las lenguas de especialidad y su didáctica. Actas del Simposio Hispano-Austriaco.
Tarragona, Universitat Rovira i Virgili, págs. 247-252.
10
Sayo es la ‘Vestidura, que recoge y abriga el cuerpo y sobre ella se pone la capa para salir fuera de casa […] De allí se dixo saya,
el vestido de la mujer de los pechos abaxo, y lo de arriba sayuelo. Sayal, según el DRAE s. v., es: ‘Tela muy basta labrada de lana
burda’.
11
“Es nombre genérico a muchas maneras de telas echas de seda. Es la seda una hebra delgada y sutil, que se hila de los capullos de
los gusanos que llamamos de seda; pero este nombre se le dieron los seres, pueblo de la Scitia, cerca de los quales se crían unos
árboles que no sólo dan hoja pero también una especie de lana muy delgada y suave […]”.
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Montoya Ramírez, M. I. (2002): “Moda y Sociedad”. En Montoya Ramírez, M. I. (ed.): Moda y Sociedad. La
indumentaria: estética y poder. Granada, Universidad de Granada, págs. 367-380.
Sebastián de Covarrubias (1987): Tesoro de la Lengua castellana o española. Edición de Martín de Riquer de la Real
Academia Española, Barcelona, Editorial Alta Fulla.