Derechopucp 082 PDF
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ISSN 0251-3420
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A NI VE R S A R I O
H I S T O RI A D E L D E RE C H O
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ABELARDO LEVAGGI AGUSTÍN PARISE SILVIO JESÚS MEZARINA GARCÍA
ERIKA ISLER SOTO RAFAEL GAUNE PABLO CÉSAR ROSALES ZAMORA
ROMINA ZAMORA HUMBERTO MORALES MORENO INGRID DÍAZ CASTILLO
MACARENA CORDERO FERNÁNDEZ ÁLVARO CASTRO MORALES GILBERTO MENDOZA DEL MAESTRO
PAMELA ALEJANDRA CACCIAVILLANI LUCÍA SERRANO-SÁNCHEZ MARÍA JIMENA SÁENZ
MARIATERESA CELLURALE OSCAR ALEJOS
82
82
ISSN: 0251-3420
HISTORIA D E L D E RE CHO
9 770251 342006 82 2019
75
AN I V ER SA R I O
Derecho PUCP se registra en los siguientes índices, bases de datos, directorios y catálogos:
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C O N S U LT O R T E M ÁT I C O
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C O N S E J O C O N S U LT I V O
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Néstor Pedro Sagüés
Universidad Complutense de Madrid
Tomás Salvador Vives
Universidad Complutense de Madrid
César San Martín Castro
Pontificia Universidad Católica del Perú
Juan María Terradillos Basoco
Universidad de Cádiz
149
Contra la in-diferencia de los objetos económicos. Una
mirada desde el utrumque ius (Nueva Granada, siglos
XVIII-XIX)
M A R I AT E R E S A C E L L U R A L E
MISCELÁNEA
315
Un análisis histórico-jurídico de los múltiples regímenes de
extranjería y nacionalidad vigentes en El Salvador
LUCÍA SERRANO-SÁNCHEZ
INTERDISCIPLINARIA
1 Al respecto, véase «Índice general de la Revista de Derecho Penal (1945-1951)», 29, 1992,
pp. 137-176; «Índice general de la Revista de Derecho Penal (1929-1930)», 30, 1995, pp. 275-288;
«Índice general de la Revista de Derecho Penal y Criminología (1968-1973)», 30, 1995, pp. 289-330;
«Índice general del Anuario del Instituto de Derecho Penal y Criminología (Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires) (1949-1951)», 31, 1996, pp. 299-302; «Índice
general del Boletín de la Biblioteca Nacional de Criminología y Ciencias Afines (1926-1929)»,
32, 1996, pp. 277-302; e «Índice general de la Revista Penal Argentina (1922-1928)», 33, 1997,
pp. 413-436.
2 El historiador Enrique Udaondo dijo de Mitre que «su personalidad es una de las más notables de
América; en su patria ha sido todo: militar, poeta, periodista, orador, historiador, filólogo, bibliófilo,
arqueólogo, numismático, estadista, hombre de pensamiento y de acción. […] ha sido un trabajador
infatigable que ha ilustrado la literatura y la ciencia con obras de gran aliento, demostrando vasta
erudición en todas las ramas del saber» (1938, pp. 681-683).
encarnadas por la escuela positiva. De ahí que solo tres años y tres meses
después que entrara en vigencia, el 7 de diciembre de 1890, el mismo
presidente que lo había promulgado, Miguel Juárez Celman, decretó
que adolecía de «defectos que es indispensable hacer desaparecer,
por los peligros que entrañan para la sociedad y para los que sufren
especialmente su aplicación», que «la ciencia penal se ha enriquecido
con nuevas doctrinas que, si bien son objeto de discusión y no se imponen
desde ya como verdades inconcusas, deben tomarse en consideración
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
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Entre los proyectos que tenía en carpeta la Cámara de Diputados en
agosto de 1917, La Nación señaló, con atinadas apreciaciones y como
Casi un año más tarde reiteró el reclamo contra la tardanza. Para ello
rememoró el proceso que había conducido a ese estado de cosas. La
sensación era que el Senado no le prestaba al asunto toda la atención que
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V. C O N T E N I D O S D E L C Ó D I G O
Además de la armonización de las leyes penales dispersas, que por sí sola
justificaba sobradamente —según el diario— la iniciativa parlamentaria,
aguijoneada por la magistratura desde mucho tiempo atrás, el proyecto
suavizaba represiones desmedidas, que no respondían a modernos
derroteros penológicos. Por fallas de construcción, el Código vigente
carecía de flexibilidad. «La reforma proyectada, al reducir condenas
desmedidas, persigue una alta finalidad, consistente en no olvidar a las
familias de los victimarios, que son, en definitiva, quienes experimentan
en carne propia las consecuencias de castigos que en vez de corregir
provocan odios infinitos («El Código Penal», 24/9/1921).
Una señal visible de que la reforma se ajustaba a modernas requisiciones
penológicas era la adopción del sistema de condena y libertad
condicionales, satisfactoriamente ensayado en Gran Bretaña, Estados
Unidos, Francia, Italia y Bélgica, entre otros países —como recordaba La
Nación—. Después de abolir la pena de muerte, estatuía cuatro únicas
categorías de represiones: prisión, reclusión, multa e inhabilitación.
Acrecentaba las funciones judiciales, permitiendo a los jueces graduar
la pena de acuerdo con la naturaleza de cada hecho y, al propio tiempo,
«cargaba la mano» sobre los reincidentes («El Código Penal», 20/7/1921).
A B E L A R D O L E VA G G I
Las penas debían ser «escarmentadoras, no solo por el apremio personal, THE ARGENTINE
sino más aún por las penas pecuniarias». Los procesos y pesquisas CRIMINAL CODE OF
verificados revelaban que ese género de delincuencia estaba montado 1922 REVIEWED BY
THE JOURNAL
en un tren de gran negocio. Urgía, pues, que el Congreso dictase una
LA NACIÓN
ley especial o reformase el Código Penal en su título IV, que trataba
(1917-1924)
someramente de esos delitos («Los delitos… salud pública»).
A propósito de la recrudescencia observada en los delitos contra la
vida, y del ensañamiento con que procedían sus autores en los últimos
tiempos, juzgó de interés conocer el juicio de la Policía sobre la relación
que podía existir entre dichos fenómenos y la supresión de la pena de
muerte en el Código.
Convendría saber a ciencia cierta si se trata de una simple coincidencia
o de un efecto operado sobre el ánimo de los delincuentes por la
seguridad de no jugar la vida en sus atentados. Tal como existía antes, la
pena de muerte estaba abolida a medias, puesto que solo se la aplicaba
en casos de excepcional y feroz alevosía. Sin embargo, la ola sanguinaria
que ha seguido a su abolición definitiva parece encerrar un testimonio
de la acción saludable que ejercía contra los desbordamientos de la
criminalidad («Prevención…»).
Con igual urgencia que la creación del registro general existía la sanción
de la ley carcelaria, que reglamentara las disposiciones pertinentes del
nuevo Código. Este se limitaba a establecer la naturaleza de las penas sin
entrar en pormenores sobre sus formas de aplicación. Dejaba un vacío
que era menester llenar.
Por otro concepto, no relacionado tan directamente con las necesidades
inmediatas que planteaba la nueva legislación, se imponía la reforma de
los procedimientos judiciales, cuyo atraso era una nota de descrédito
para nuestra justicia en lo criminal. Aunque la ley de fondo hubiera
recogido y aplicado las enseñanzas del derecho moderno, rompiendo con
el anacronismo del viejo Código, sus beneficios serían escasos mientras
subsistiera el procedimiento secreto y escrito.
Reconoció que el método del trabajo parlamentario no podía ser más
malo. Lo veía La Nación cada vez que las circunstancias permitían
confrontar la trascendencia de un asunto con las probabilidades que
tenía de captar la atención legislativa. El de las leyes penales era un
ejemplo típico («Leyes penales»).
La forma como han sido cumplidas hasta la fecha las disposiciones de las
leyes penales concernientes a la reincidencia ha demostrado la distancia
que existe entre las sanciones del legislador y la práctica de las mismas.
De conformidad con una norma universalmente aceptada, los Códigos
que han regido entre nosotros han establecido que la reincidencia es
una circunstancia agravante de la penalidad. Esos preceptos tenían
que ser aplicados en toda la República, en virtud de lo que dispone
la Constitución sobre el carácter del Código Penal. Sin embargo, no
ha sido posible proceder en ese sentido a causa de la carencia de la
organización destinada a facilitar los datos indispensables.
V I I I . L E G I S L A C I Ó N C O M P L E M E N TA R I A
El Código no era un cuerpo aislado, formaba parte de un sistema de
leyes a cuya eficacia estaba supeditado. Si el sistema no era completo o
adolecía de imperfecciones, el Código sufría las consecuencias. De ahí
que, advertidos ciertos vacíos en la normativa penal, apenas sancionado
el Código, casi sin solución de continuidad, hubo iniciativas tendientes
a cubrir tales vacíos. Las iniciativas, en general, tuvieron en cuenta las
observaciones hechas aun antes de la sanción del Código. La Nación no
había sido ajena a ellas.
Al reproducir los proyectos sobre leyes complementarias del Código
Penal, el diputado Moreno dijo que por el Código la prescripción ya no se
interrumpía. Empezaba a correr indefectiblemente desde el día en que se
cometía el delito. En cumplimiento de tal regla, fue declarada en varias
causas cuyos trámites habían seguido con regularidad. El resultado era
que, tratándose de infracciones leves, los jueces no siempre sentenciaban
porque de todos modos debían de reconocer la prescripción de la acción
criminal.
En opinión del diario, la circunstancia de que los delitos en que se
consagraba la impunidad fueran de escasa importancia no le quitaba el
A B E L A R D O L E VA G G I
IX. CONCLUSIÓN
El proceso de reforma del primer Código Penal nacional argentino —que
condujo a la sanción del segundo Código, varias veces modificado, pero
aún vigente— fue considerado un acontecimiento del mayor interés
para la opinión pública. Por lo tanto, despertó la atención inclusive de
los medios de prensa no especializados, particularmente del diario La
Nación, uno de los más importantes diarios argentinos, que le dedicó
varias notas editoriales.
La posición del matutino fue justificar e impulsar la reforma, convencido
de la necesidad de modernizar la legislación penal. Valoró la sanción
A B E L A R D O L E VA G G I
sanción del Senado sería rápida, mas la realidad lo desengañó. Fue así
que perdió el optimismo, lo dominó la impaciencia y adoptó una actitud
crítica del procedimiento legislativo.
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Sin la pretensión de hacer un comentario integral, destacó del proyecto EL CÓDIGO PENAL
la moderación, falta de audacia y coincidencia con reclamos reiterados ARGENTINO DE
de la doctrina nacional. Apreció que armonizara leyes hasta entonces 1922 COMENTADO
dispersas y que facilitara la aplicación uniforme de la ley en todo el POR EL DIARIO
territorio nacional. Celebró la incorporación de instituciones tales como LA NACIÓN
la libertad y la condena condicionales, destinadas a situar la legislación (1917-1924)
criminal argentina a la altura de las más modernas. Aprobó la mayor THE ARGENTINE
atribución que daba a los jueces en orden a la posibilidad de graduar CRIMINAL CODE OF
las penas en función de la naturaleza de los crímenes cometidos; lo 1922 REVIEWED BY
mismo el régimen especial y distintivo para los delincuentes primerizos THE JOURNAL
y los reincidentes; el objetivo de recuperar a los criminales para la vida LA NACIÓN
en sociedad, evitando que reincidieran en el delito, y a ese efecto el (1917-1924)
funcionamiento de los patronatos. No prestó la misma atención a una
cuestión de fuerte impacto como era la abolición de la pena de muerte,
no ya de modo parcial, como hasta entonces, sino en todos los casos.
La Nación no solo tributó alabanzas. A la vez ejerció la crítica.
Identificó, entre los problemas que requerían solución: la necesidad
de complementar el Código con leyes especiales; una de ellas, urgente,
acerca de los delitos contra la salud pública; la reforma de las cárceles,
para que respondieran a los objetivos de la moderna política criminal; y
la creación del Registro Nacional de Reincidentes, para hacer realidad
el carácter nacional del Código. Asimismo, señaló los obstáculos con
que tropezarían las reformas si los problemas no eran solucionados a
tiempo, extendiendo la crítica a la acción gubernamental y policial por
su responsabilidad en el combate contra la delincuencia.
Aunque todas las notas fueron anónimas —el diario se hizo responsable
de las opiniones vertidas en ellas—, no cabe duda de que los autores, por
el conocimiento que demostraron tener de los temas, fueron especialistas
en la materia.
Una conclusión más que nos deja es el interés que para la historia del
derecho tienen también las fuentes no jurídicas del género de la presente.
A B E L A R D O L E VA G G I
REFERENCIAS
Fuentes directas
A propósito de los errores del nuevo Código Penal, La Nación (LN), 3/5/1922,
p. 4.
(La) aplicación del Código Penal, LN, 30/6/1923, p. 4
Fuentes indirectas
De Marco, M.A. (2006). Historia del periodismo argentino. Desde los orígenes hasta el
centenario de Mayo. Buenos Aires: Educa.
A B E L A R D O L E VA G G I
Recibido: 22/11/2018
Aprobado: 25/02/2019
A B E L A R D O L E VA G G I
Abstract: This paper refers to the historical evolution of the favor debilis
principle from the Roman Law until our days. In this way, it begins with an
examination of the favor libertatis principle and its incidence on the debtor’s
responsibility, as well as the contractual interpretation in Ancient Rome.
Subsequently, it refers to the incidence of Christianity in the moralization
of the obligation. Then, the text refers to the persistence of the favor debilis
under the modern model based on the conception of a free man that is able to
protect its rights. Finally, its persistence in postmodernity is analyzed, which
suggests changes in the law of obligations and contracts, which proposes also
a new moralization of the contract, but sustained this time in the fundamental
rights, as well as a renewed anthropocentric vision. Then, it refers to the bases
I. INTRODUCCIÓN
Las reglas de favorecimiento suelen consagrarse cuando una de las partes
de una relación jurídica presenta una posición desventajosa frente a la
otra que se erige como dominante (Ossola & Hiruela, 2007, p. 417). Ello
puede deberse a diversos factores —edad, situación económica, poder
de negociación, etcétera— y presentarse tanto en el ámbito patrimonial
como en el extrapatrimonial.
Eso es lo que ocurre en las relaciones de consumo, en las cuales es
posible advertir diversas asimetrías por las que una de las partes se ubica
en una posición considerablemente mejor respecto de la otra. Por esta
razón, los legisladores han reaccionado ante dicha situación mediante la
expedición de estatutos tutelares que se desprenden del derecho común
y que también se encuentran inspirados en el principio mencionado, que
en este contexto toma el nombre de «pro consumidor». El propósito de
este trabajo consiste, entonces, en examinar la evolución histórica por la
cual el favor debilis devino en el principio pro consumidor, con un énfasis
en las manifestaciones que de él se derivan.
Imperio), aplicándose entonces un procedimiento formal (cognitio extra ordinem) y siendo su principal
fuente el Corpus Iuris Civilis de Justiniano (Betancourt, 2007, pp. 45 y 46; Kaser, 1982, pp. 5-8).
2 Sobre la garantía y el garante (vindex) véase Betti (2015, pp. 183-196).
ERIK A ISLER SOTO
3 No obstante, a partir del hecho de que se mantenga el actuar en defensa de derechos (no solo de
la vida o de la integridad personal) como uno de los supuestos de la legítima defensa (artículo 10,
numeral 4 del Código Penal chileno), se ha analizado la eventual preferencia del patrimonio por sobre
bienes jurídicos no disponibles. Acerca del patrimonio como objeto defendible, véase Molina (2012,
pp. 32-35) y Robles (2016, pp. 711-715).
4 También puede fundamentarse en la asimetría existente entre el Estado juzgador y el individuo
sometido al procedimiento penal.
5 En caso de duda, se debe optar por la no punibilidad (Rusconi, 1998, p. 44). Esta directriz incorpora
la benignidad en el derecho penal (Paillás, 1974, p. 89). Sobre la evolución histórica del principio «in
dubio pro reo», veáse Tomás y Valiente (1987, pp. 11 y ss.). Acerca del castigo como un imperativo
categórico en las figuras de Kant y Hobbes, véase Isler (2013, pp. 694-696).
6 Ulpianus, libro XV, ad Sabinum: «Semper in obscuris, quod minimum est, sequimur». En adelante, se
citará en el cuerpo del texto la traducción de García del Corral (Digesto, 1897).
7 Gaius, libro III, de legatis ad Edictum urbicum: «Semper in dubiis benigniora praeferenda sunt».
8 Marcellus, libro XXIX, Digestorum: «Ea, quae in partes dividi non possunt, solida a singulis heredibus
debentur. § 1. In re dubiabenignioreminterpretationemsequi, non minusiustiusest, quamtutius».
9 Paulus, libro XIV, ad Plautium (5). «Arrianus ait, multum interesse, quaeras, utrum aliquis obligetur, an
aliquis liberetur. Ubi de obligando quaeritur, propensiores ese debere nos, si habeamus occasionem,
ad negandum; ubi de liberando, ex diverso, ut facilior sis ad liberationem».
Lo propio puede sostenerse respecto del alcance de una deuda —se debe
preferir el menor rango (Vázquez, 2014, p. 158)— y el plazo para pagarla:
«Si yo hubiere estipulado así: “¿darás diez o quince?” se deben diez;
igualmente, si de este modo: “¿los darás después de uno o dos años?” se
39
deberán después de los dos años, porque en las estipulaciones se observa DEL FAVOR
DEBILIS AL FAVOR
que se considera que se comprendió en la obligación lo que fuese menos
CONSUMATORE:
y lo que fuese más lejano» (Dig. 45.1.109)10. El favor debitoris, en este
CONSIDERACIONES
punto, funciona como mecanismo que suaviza la posición del deudor
HISTÓRICAS
(Vázquez, 2014, p. 157), una vez que la obligación indudablemente
existe. FROM FAVOR
DEBILIS TO FAVOR
Encontramos una referencia a este principio a propósito del contrato CONSUMATORE:
de compraventa (Dig. 50.17.172). De acuerdo con ella, el criterio que HISTORICAL
determinará la preferencia ya no será la prestación debida, sino la calidad CONSIDERATIONS
de las partes. Así: «En la contratación de una venta el pacto ambiguo
ha de ser interpretado contra el vendedor. § 1.— Pero la intención
ambigua ha de ser interpretada de modo que al actor le quede a salvo
la cosa»11. Se sugeriría, entonces, que el comprador podría inicialmente
encontrarse en una posición menos ventajosa, lo que se reconocerá en
cierta manera a propósito de los vicios de la cosa12.
Finalmente, hallamos una regla referente a favorecer a quien no redactó
la estipulación (Dig. 45.1.38.18)13, la cual, como se verá, va a persistir
luego durante la codificación y hasta nuestros días.
10 Pomponius, libro III, ad Quintum Mucium. «Si ita stipulatus fuero: “decem aut quindecim dabis?”
decem debentur; item si ita: «“post annum aut biennium dabis?”» post biennium debentur, quia in
stipulationibus id servatur, ut, quod minus esset, quodque longius, esse videretur in obligationem
deductum».
11 Paulus, libro V, ad Plautium. «In contrahenda venditione ambiguum pactum contra venditorem
interpretandum est. § 1 .— Ambigua autem intentio ita accipienda est, ut res salva actori sit».
12 Sobre esta temática véase Oviedo (2014, pp. 201-240).
13 § 18. «In stipulationibus quum quaeritur, quid actum sit, verba contra stipulatorem interpretanda
sunt».
14 El Edicto de Milán (312-313) estableció la libertad religiosa de todos los ciudadanos.
15 El derecho canónico consideraba que se debía aplicar una sanción a quien no cumplía la palabra
empeñada. Por otra parte, consideró como principio general —y no de procedencia aislada— la
posibilidad de dar término al contrato (hoy resolución) en caso de inejecución de una obligación
contractual (Dell’Aquila, 1981, pp. 45 y 46). Así, en este mismo ámbito se ha señalado que el
reconocimiento de la autonomía privada implica el también reconocimiento de la dignidad y la
libertad de la persona como fundamento de la sociedad (Molano, 1979, p. 1160; 2007, p. 461). Lo
propio puede sostenerse respecto de la prescripción extintiva, en el sentido de que, al transcurso del
tiempo, se agregaba la buena fe como presupuesto de procedencia, de tal manera que quien tenía
conciencia de que era deudor se encontraba igualmente obligado al pago de la deuda (Decretal
Vigilanti de Alejandro III, canon 41 del IV Concilio de Letrán de 1215). Esta regla, en cierta medida,
ERIK A ISLER SOTO
se mantiene hasta hoy (canon 198, Código de Derecho Canónico actual). Sobre esta última temática,
véase Cujás (1962, p. 24; Lira, 1926, p. 12; Ourliac & De Malafosse, 1960, p. 384). De la misma
manera, la regla incidió en la fijación de los intereses y la prohibición de la usura (Jiménez, 2008).
16 El Código de Derecho Canónico actual cuenta, igualmente, con reglas que establecen beneficios
similares. Por ejemplo, se establece la interpretación estricta de las leyes que establecen alguna
pena, coartan el libre ejercicio de los derechos o contienen una excepción (canon 18), así como de
los actos administrativos que coartan derechos de la persona, lesionan los derechos adquiridos de
terceros o son contrarios a una ley en favor de particulares (canon 36, §1). En tanto, los privilegios
—gracia otorgada por acto particular en favor de ciertas personas (canon 76)— se deben interpretar
de manera que quien los tiene obtenga realmente una ventaja (canon 77).
17 «Veteribus. Ambigua conventio interpretatur contra eum, pro quo profertur».
I V . L A M O D E R N I D A D , L A I L U S T R A C I Ó N Y L A FROM FAVOR
CODIFICACIÓN DEBILIS TO FAVOR
Con algunos matices según el lugar geográfico, a partir de los siglos CONSUMATORE:
XVIII y XIX comienza a esbozarse el fenómeno ilustrado (Isler, 2014, HISTORICAL
pp. 175-200), el cual devendrá en una modernidad cuyo modelo CONSIDERATIONS
racionalista-antropocéntrico irá reemplazando la autoridad indubitable
del monarca o la Iglesia por la del ciudadano. Se produce así una ruptura
con el pasado, que da lugar a sistemas inéditos (Serrano, 2005, p. 13),
incluido el jurídico. En efecto, con el arribo de los postulados liberales
y el desarrollo del naturalismo —principalmente el racionalista—, el
Ius Commune (sustentado en la concepción del Corpus Iuris Civilis y el
Corpus Iuris Canonici como estatutos dotados de una autoridad superior)
pierde vigencia. Se buscó entonces la sistematización del derecho, así
como su aplicación por parte de funcionarios especializados (2005,
p. 15), lo que finalmente se tradujo en procesos codificadores por los
cuales se buscó redactar corpus normativos que fueran suficientes para
regular la vida del ser humano en sociedad.
Por otra parte, la codificación civil se permeó igualmente de dichas ideas,
ya que sus normas fueron informadas por la concepción del ser humano
como un ser autónomo y pleno de potencialidades y, a partir de ello,
capaz de resguardar sus derechos19. La tutela del débil perderá entonces
fuerza, en tanto que el individualismo aparecerá detrás de los primeros
códigos20 —desde luego en el de Napoléon (De Cores, 2013, p. 11)—,
en los cuales se reconoce una también individualista percepción del
contrato y del derecho de obligaciones (Abeliuk, 2008, p. 30).
Así, la autonomía de la voluntad se alzó como el gran principio fundante
del derecho patrimonial (Lira, 1956, p. 57), en el cual lo contratado,
ERIK A ISLER SOTO
18 «Sic Semper interpretatio fit contra eum q pactum induxit, in cuius fuit potestate legemapertius dicere,
ut hic».
19 La consideración de que el derecho no debe proteger a los tontos («Nemo auditur propriam
turpitudinem allegans») se plasmó también en los códigos (por ejemplo, en el artículo 1683 del
Código Civil chileno).
20 Esta concepción también se plasmó en la creación artística, en el sentido de que ella comenzó a
desarrollarse también en el ámbito de lo individual (Serrano, 2005, p. 15). Dicha circunstancia incidirá
en la demarcación del concepto de autoría, desde que los artífices se alejaron de las obras colectivas
en que muchos individuos o bien toda la comunidad intervenía (y, por tanto, usualmente anónimas),
para reclamar la paternidad.
21 Sobre este principio véase Gamonal (2013, pp. 425-458), Herrera (1991, pp. 41-45), Martín (1992,
pp. 83-84) y Munita (2014, pp. 85-94). El principio pro trabajador comparte fundamentos con el pro
consumidor (Schötz, 2013, p. 122).
22 Por la tesis de la solidaridad social, cada sujeto o grupo debe contribuir al bienestar de los demás
(Tolosa, 2017, p. 23). Asimismo, se consideran a los bienes colectivos como límites de las obligaciones
y los contratos, tales como el medio ambiente y el patrimonio (2017, p. 18). Acerca del efecto absoluto
de los contratos véase Henríquez (2012, pp. 513-522) y Vidal (2006, pp. 51-86).
23 Así, por ejemplo, se establece un interés máximo convencional (artículos 38 y 39 de la Ley 19.496
sobre protección del derecho de los consumidores; artículo 8 de la Ley 18.010, Ley 20.720; se regula
la insolvencia; se regulan los mecanismos de cobro (artículos 37, 39A, 39B de la Ley 19.496), etc.
24 Sobre la interpretación dogmática y la hermenéutica jurídica véase Essef (1986, pp. 41-74). Acerca
de la interpretación como proceso cognoscitivo véase Massini (2005, pp. 413-420).
25 «Definiciones. Favorabilidad. En caso de duda, la Ley y las estipulaciones convenidas se aplicarán
en la forma más favorable a las usuarias y los usuarios, las consumidoras y los consumidores» (Ley
453, artículo 5).
26 «Lo favorable u odioso de una disposición no se tomará en cuenta para ampliar o restringir su
interpretación. La extensión que deba darse a toda ley, se determinará por su genuino sentido y
según las reglas de interpretación precedentes» (CC chileno, artículo 23).
27 Sobre esta temática véase Mejorada (2011, pp. 13-18), Momberg (2015, pp. 739-758), Pinochet
(2008, pp. 9-20), Sirena (2005, pp. 229-272).
28 «En caso de duda sobre la interpretación de los principios que establece esta ley prevalecerá la más
favorable al consumidor».
29 Acerca de los antecedentes históricos del artículo 1566 del Código Civil chileno véase Rubio (2018,
pp. 1-16).
30 El derecho común sirve de régimen supletorio en todo lo que se avenga con la naturaleza y principios
del derecho de consumo (Barrientos, 2014, p. 58; Isler, 2017, pp. 139-142).
31 Artículo 1, numeral 4 y artículo de la Ley 19.496 de Chile; artículo 46 del Código de Protección y
Defensa del Consumidor de Perú; artículo 8, inciso 1 de la Ley 24.240 de Argentina; artículo 30 del
Código de Defensa del Consumidor de Brasil; artículo 34, letra o, de la Ley 7472 de Costa Rica;
artículo 61.2 de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios de España; artículo
38 de la Ley 45 de 31 de octubre de 2007 de Panamá.
32 Mientras para la primera se contemplaba un plazo de 30 años, las segundas prescribían en seis meses
(muebles) y un año (inmuebles), contados desde la entrega o transferencia del bien respectivamente
(§ 477 del Código Civil alemán). Según Zimmermann, la aplicación de las segundas reglas podía
dar lugar a que la acción del comprador prescribiera antes de que los vicios se manifestaran, no
encontrándose justificación para tan beneficioso régimen para con quien había vendido un bien
defectuoso (2005, pp. 93 y 94).
33 Por ejemplo, se cuenta con una normativa reguladora de la edificación (Ley 38/1999), aunque
Sánchez señala que ella excluye otras acciones del adquirente, puesto que permitirle accionar
conforme a otros cuerpos normativos una vez prescritas las acciones originales supondría negar el
objetivo que tuvo el legislador, a saber, limitar la responsabilidad de los agentes. Esto es así salvo
que se pudieran acreditar otros presupuestos distintos de la lex artis (2002, pp. 1205 y 1209).
34 Respecto del seguro Vigil señala que primaba la Ley 24.240, siempre que el consumidor lo solicitase
(2013, p. 68).
VIII. CONCLUSIONES
De lo anteriormente expuesto es posible concluir que el principio
pro consumidor encuentra sus raíces en el favor debilis, por el cual se
incorporan en el ordenamiento jurídico reglas que mejoran la situación
53
de un individuo considerado como vulnerable en relación al resto. Tal DEL FAVOR
DEBILIS AL FAVOR
directriz, por otra parte, ha tenido diversas manifestaciones a lo largo
CONSUMATORE:
de los siglos —pro deudor, comprador, adherente—, las cuales han
CONSIDERACIONES
sido tomadas por el derecho de consumo, aunque con sus propias
HISTÓRICAS
peculiaridades, en el sentido de que actualmente se tutela la calidad
de consumidor —determinada de acuerdo a un criterio formal—, FROM FAVOR
sin perjuicio de que se mantengan resguardos específicos para los DEBILIS TO FAVOR
sujetos específicos señalados. Con todo, la recepción del principio CONSUMATORE:
pro consumidor por parte de las legislaciones es diversa. Algunas lo HISTORICAL
reconocen ampliamente, en tanto que otras se refieren a él a propósito CONSIDERATIONS
de su función interpretativa o de resolución de conflictos.
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ERIK A ISLER SOTO
Recibido: 11/01/2019
Aprobado: 26/02/2019
Para arrojar luz sobre esta hipótesis, es necesario realizar un rastreo casi
arqueológico de conceptos y temas en los primeros debates sobre la ley
fundamental y en los textos resultantes. Para ello, hemos elegido una
constitución provincial, la de la provincia de Tucumán, escrita en 1820.
Ubicada a mitad de camino entre el espacio altoperuano y el rioplatense,
Tucumán quiso insertarse en el debate sobre la formación del Estado dictando
su propia constitución, como carta de presentación para un juego de poderes
que estaba aún por definirse.
* Este trabajo ha sido realizado en el marco del Proyecto PICT 2014/3408. Agradezco a José María
Portillo Valdés, Gabriela Tío Vallejo y Rosario Polotto la lectura de los borradores y su generosidad
para la discusión en distintas etapas de este trabajo.
** Doctora en Historia. Investigadora adjunta de CONICET. Docente de Historia de América (periodo
hispánico) de la Universidad Nacional de Tucumán (Argentina).
Código ORCID: 0000-0003-0142-6997. Correo electrónico: [email protected]
62 Palabras clave: oeconomia, economía política, sujeto de derecho, padre de
familia, vecino-ciudadano
I. INTRODUCCIÓN
Pensando en el recorrido del constitucionalismo hispano, José María
Portillo Valdés planteaba, en el año 2010, una tesis muy sugerente
acerca de su génesis. En efecto, consideraba que esta no estaba solo
relacionada con los debates sobre derecho público sino también con los
de economía política (2010, p. 27). Esa «cultura del constitucionalismo»
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
82
I I . L A O E C O N O M I A C AT Ó L I C A C O M O T R A S F O N D O
CONSUETUDINARIO
ROMINA ZAMORA
mandaban con amor a los hijos, a la esposa, a los esclavos y a los criados.
(Clavero; 2016b; Vallejo, 2012; Zamora, 2017). Esta concepción de la
autoridad y del orden social familiar significó un principio jurídico capaz
de crear identidades y estatus a partir del vínculo doméstico.
Por otra parte, la potestad oeconomica tuvo su reflejo directo en la
construcción de los poderes locales, encarnados especialmente por el
cabildo e integrados por esos mismos padres de familia, quienes, de esta
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
82
1 Dijo Sarmiento: «¡¡El Syllabus suscripto por esos mismos Obispos, a quienes el americano
Avellaneda atribuye la independencia americana y argentina!!». Pero Nicolás Avellaneda había
escrito que fueron «curas de aldeas» los que declararon la independencia argentina, unos «simples
sabios frailes», no encumbrados obispos. La sarcástica respuesta de Avellaneda a Sarmiento (de
quien Avellaneda fuera ministro antes de sucederlo en la presidencia de la Nación) fue publicada en
1882 (Avellaneda, 1928, pp. 341-353).
jueces. El indulto no era por razón de ley, sino por motivos más elevados
de justicia, cercano a sus orígenes de piedad. Un «feliz acontecimiento»
era parte de la gracia de Dios, que se desparramaba sobre sus criaturas
y debía alcanzar a los más necesitados —que en este caso no eran los
73
pobres, ya que para ellos era el reino de los cielos—; y los más necesitados TRADICIONES
JURÍDICAS Y
eran los condenados. Se trata de una tradición medieval, de origen
PERVIVENCIAS
litúrgico, que mantuvo su vigencia política hasta avanzado el siglo XIX.
OECONOMICAS EN
En términos de ceremonias, solo el Presidente provincial contaba con la LA GENEALOGÍA
aclamación como fuente de investidura. Bernabé Aráoz había notado, CONSTITUCIONAL.
y había utilizado, el valor de la liturgia y el esplendor de las fiestas EL CASO DE
cívicas, ya que las ceremonias tuvieron la función de exaltar los valores TUCUMÁN EN 1820
referentes al gobierno patrio y, especialmente, a sus figuras (Wilde, 2011, JURIDICAL
p. 93). Los triunfos de la revolución fueron el manantial de la gloria TRADITIONS AND
para Aráoz, sostenida, por supuesto, por una densa trama de lealtades OECONOMIC
políticas y familiares. SURVIVAL IN A
CONSTITUTIONAL
Si las celebraciones patrióticas habían sido parte importante de su
GENEALOGY.
ritualidad ya desde su primera gobernación (2011, p. 94), desde 1820 THE CASE OF
serían todavía más patentes —no solo en los festejos callejeros de las TUCUMÁN IN 1820
fechas significativas, como el 25 de mayo (de 1810), día de la rebelión
del cabildo porteño y puntapié inicial para el proceso de emancipación,
o el 24 de setiembre (de 1812), día de la Batalla de Tucumán—. El
contenido litúrgico con el que se cargaba a esas fechas servía, así, para
validar acontecimientos nuevos. El coronel mayor Aráoz había sido
erigido como Presidente Supremo por aclamación popular, y ello había
sido refrendado por una constitución promulgada el 24 de setiembre,
la fecha de la tucumanidad por excelencia. El 25 de mayo había sido la
fecha pensada como fecha de nacimiento de esa otra ley fundamental
de la República, el Reglamento de Aduana, «renta casi única del
naciente estado», pero por esos avatares de la discusión recién pudo ser
sancionada el 29 (Jaimes Freyre, 1911, p. 47).
En 1814, cuando había sido nombrado Gobernador Intendente al
frente de la recientemente fundada Provincia de Tucumán, Aráoz ya
había apelado al recurso de la aclamación popular al año siguiente
para reafirmarse en su cargo y exhibir una demostración de fuerza
frente al cabildo. Había convocado a una multitud, ya no en una fecha
simbólica, sino en un lugar investido de grandeza patriótica: el lugar
ROMINA ZAMORA
de las personas», es decir, no tomarlas por menos de los que las había
calificado soberanamente el pueblo. Esto equivalía a decir que, si el
pueblo había calificado personas al punto de permitirles estar a cargo
de la representación popular en calidad de diputados, el cuerpo de
diputados no podía descalificar a la persona, considerándola menos
de lo que era para negarle la dignidad de la representación. Esto podía
suceder solamente por un motivo: «si por algún hecho sobreviniente
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
76 de los que degradan o infaman al hombre decayese el concepto público»
(Constitución, 1820, artículo 2.2.2). Parecería, a primera vista, que
el «hombre» incluyera a la persona, que los «hechos que degradan al
hombre» eran genéricos en relación con la persona integrante de un
estatus. Pero, en realidad, era al revés, porque «persona», en definitiva,
podía ser cualquiera que integrase un estatus. Si pensamos en los estatus
domésticos, persona era la mujer-esposa, persona era el hijo, persona era
el criado o la criada, aunque en estatus degradados, porque cada estatus
tenía capacidades jurídicas diferentes. Pero «hombre» era solamente el
padre. El padre era el único que podía ser hombre, no solo por sujeto
masculino —un esclavo no era «hombre»— sino por ser dueño absoluto
de su voluntad (Clavero, 2016a, p. 58). Solamente personas-hombres
podían integrar las actas electorales, es decir, solamente esas personas en
las que confluían las calidades de vecino, padre de familia, propietario,
católico, esposo, patrón de servidumbre y dueño de esclavos (2016b,
p. 98). Fue ese sujeto político del orden, el vecino, el que iría a devenir
en ciudadano como sujeto constitucional, mutación que se comprobaría
en todo el orbe hispano (Lorente, 2010), rioplatense (Cansanello, 2003)
y tucumano (Tío Vallejo, 2001; 2011).
El contenido del concepto de hombre se vuelve todavía más claro
si lo comparamos con su utilización en el Reglamento de 1817. Este
Reglamento no solo ponía al hombre en primer lugar, incluso antes que
la religión, sino que enumeraba los deberes del «hombre de Estado»
(capítulo 6), entre los que se hallaban el «contribuir al sostén y a la
conservación de los derechos de los ciudadanos». El capítulo sobre
los derechos de los ciudadanos como miembros de la Soberanía de la
Nación (capítulo 4) no era el mismo que el de los deberes del hombre
de Estado. «Ciudadano de la Nación» y «hombre del Estado» no eran
sinónimos, porque se trataba de cosas distintas. Mientras uno era una
entidad —el hombre—, el otro era una función —el ciudadano—.
El Reglamento definía qué era un hombre de Estado, quien, además
de ser respetuoso de la ley, obediente de los magistrados, capaz de
sobrellevar los sacrificios y de contribuir al sostén de los derechos de los
ciudadanos y la felicidad del Estado, debía «merecer el grato y honroso
título de hombre de bien». La forma de ser considerado hombre de bien
era «siendo buen padre de familia, buen hijo, buen hermano y buen
amigo». El hombre, y sobre todo el hombre sublimado, el hombre de
ROMINA ZAMORA
iguales ante la ley, que esta, bien sea penal, perceptiva o tuitiva, debe ser una
misma para todos, y favorecer igualmente al poderoso que al miserable
para la conservación de sus derechos» (Constitución de las Provincias
Unidas en Sud América, 1819, artículo 110). Pero la Constitución
provincial lo pone al revés y declara lo siguiente: «Cualquiera Ley, sea
penal, preceptiva o tuitiva es una misma para todos y favorece igualmente
al poderoso que al miserable, para conservar sus derechos, porque ante
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
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sección II, artículo 6). Así, el ciudadano solo podía ser el padre de familia.
V. F I N A N Z A S P Ú B L I C A S Y C O N S T I T U C I Ó N
En mayo de 1820, meses antes de ser sancionada y puesta en vigencia
la constitución, se había sancionado la única ley dirigida a ordenar y dar
impulso al erario: el Reglamento de Aduana. Guardado en el Archivo
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
82 Histórico de Tucumán y trascrito por Ramón Leoni Pinto et al. (1986),
determinaba, en primer lugar, que la aduana de Buenos Aires no tenía
jurisdicción para cobrar el derecho de alcabala por los productos que
entrasen a Tucumán, lo que había sido justo y legítimo cuando «aquella
heroica capital, ciudad de la libertad, presidía las provincias centrales de
la Unión» (Leoni Pinto et al., 1986, p. 1). Sin embargo, como ya ni era
capital ni existía la Unión, la aduana de esta provincia tenía la justa y
legítima prerrogativa de practicar por sí misma el aforo «de los efectos
extranjeros y del país, que se internen a estas plazas, sobre cuyo valor
pecharán los traficantes» (p. 1).
Ahora bien, una precisión de términos: un «pecho» era una carga
que no devengaba en ningún tipo de contraprestación (López Platero
& Gutiérrez Duarte, 2001, p. 8). Los pechos eran derechos sobre la
circulación y el intercambio, los cuales se cobraban a los comerciantes
que introdujesen a esta plaza efectos extranjeros o del país. No es que
se tratara de una forma de tributación sobre la que había acuerdos, ya
que desde finales del siglo XVIII se habían alzado voces en contra de la
tributación que estorbaba o hacía dificultosa la circulación de bienes y
personas. Así, se había cuestionado un sistema tributario basado en el
cobro de tasas al comercio y abogado a favor de contribuciones personales
sin privilegios (Portillo Valdés, 2010, p. 33). Los tributos cobrados por
la Aduana de Tucumán eran tributos ordinarios antiquísimos, como la
alcabala o la sisa, así como un derecho extraordinario de Guerra, el cual
se cobraba por efectos igualmente introducidos a la jurisdicción, como
la yerba mate, el azúcar y el vino. Se trataba de impuestos indirectos que
representaban casi el único ingreso a las cuentas públicas. Otro derecho
cobrado por el erario era al alquiler de casas o cuartos en la ciudad,
cobro del que solamente los bienes eclesiásticos quedaban exceptuados.
Así, todas las habitaciones o viviendas de vecinos o moradores que se
alquilasen debían tributar en caso de que la operación excediese un
monto determinado.
Especial atención merece el pecho al vino, el aguardiente, los licores
de gusto y las bebidas procedentes de «países» extranjeros. Estos caldos
no pagaban un 4% o un 6% sobre su valor —los montos habituales—,
sino que debían «pechar en beneficio del Estado» un 25% de alcabala.
El motivo no era de índole comercial sino moral, ya que se trataba de
objetos de lujo que solían introducirse de contrabando bajo el pretexto
ROMINA ZAMORA
Tras la desaparición del viejo poder central, los poderes locales resurgían
resignificando su antigua autonomía en términos de soberanía. Este
proceso se desencadenó en tan estrecha relación con el proceso de
emancipación que no podemos pensar en uno sin el otro, aunque sin
que llegasen a confundirse. Esto probablemente no haya significado
que buscaran conformarse como Estados independientes sino más bien
garantizar sus derechos imprescriptibles a gobernarse internamente
dentro de una entidad de mayores dimensiones. Se trataba de una
resignificación del viejo territorio de las antiguas jurisdicciones
ordinarias (Agüero, 2018), en tanto reformulaban, en nuevos términos,
su capacidad de decisión sobre asuntos internos dentro de un territorio
que coincidía con el espacio en propiedad de sus vecinos-ciudadanos.
El «gobierno económico de su interior administración» se planteaba no
«hacia adentro» sino «hacia afuera»: en esa instancia de negociación
para la creación de un nuevo pacto político, la Constitución provincial
era una carta de presentación y una declaración de intenciones. La
voluntad, expresada en el Preámbulo de la Constitución de 1820, de
pertenecer a una unidad mayor, la Nación Americana, y de estar a
ROMINA ZAMORA
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ROMINA ZAMORA
ROMINA ZAMORA
* Este artículo forma parte del proyecto PAPITT-UNAM IG400619, «Religiosidad nativa, idolatría e
instituciones eclesiásticas en los mundos ibéricos, época moderna».
** Instituto de Historia de la Universidad de Los Andes (Chile).
Código ORCID: 0000-0003-2385-0537. Correo electrónico: [email protected]
94 the two dioceses. However, they were not efficient enough to achieve the
objectives proposed in the inquisitorial ideology, on the one hand because
of precarious material, and on the other hand because of the lack of ad-hoc
officials to fill the positions. This led to the Chilean Governorate experience
a more laxed control than other imperial territories. However, the climate of
fear and prejudice among the inhabitants permeated the society generating
intolerance and discrimination through other perspectives and through other
social control devices, which survived in the republic and allow to understand
—partway— the intolerance and discrimination in the current Chile. The
present article will make a tour of the installation of the Holy Office in
America, the historiographic status of the studies related to the Inquisition
in Chile, the possible lines of investigation and the hypotheses to be tested.
I. INTRODUCCIÓN
La intolerancia y la discriminación que sufren grupos desaventajados
constituye un fenómeno global. Basta leer, escuchar y ver reportes sobre
las migraciones forzadas fruto de persecuciones religiosas, políticas,
étnicas, sociales o de otro tipo que tienen lugar en la actualidad. Más
aún, la penalización legal y social que recae sobre subculturas que actúan
fuera de los cánones que las élites han considerado como lo aceptable
conduce necesariamente a la intolerancia hacia los «otros», sea por
miedo, desconocimiento o ignorancia. Ello acarrea consecuencias
MACARENA CORDERO FERNÁNDEZ
1 En tal sentido, es preciso establecer que, durante el periodo de la formación del Estado nación, las
élites chilenas iniciaron un proceso de «desespañolización» que pretendió romper con el sistema
colonial, lo que implicó la separación de la Iglesia y el Estado. (Larraín, 2001; Serrano 2008; Cordero,
2016b). En dicha disputa, el Estado de Chile quería la separación de las esferas, puesto que lo que
cuestionaba era el rol público que jugaba la Iglesia Católica, aunque pretendiendo conservar poder
sobre ella. Por su parte, la Iglesia quería su libertad al interior del Estado, sin embargo, bregaba por
conservar la hegemonía cultural y religiosa sobre la población, por lo que exigía al Estado el estatus
de única religión. Para más detalles, véase Cordero (2016b).
3 Lo primordial del procedimiento inquisitorial introducido por la Santa Sede fue que las autoridades
no debían esperar denuncias sobre la existencia de prácticas heterodoxas, pues bastaba con
que se tuviera el «rumor» o noticias de un foco heterodoxo para que, de oficio, la Iglesia actuara
(Martínez Diez, 1998, p. 3). Dicho de otro modo, por iniciativa propia, el juez inquisidor podía dar
inicio a indagaciones de conductas sospechosas de heréticas, «cuestión que conllevó no solo que
la institución tomara su nombre del procedimiento, sino que un avance cualitativo en lo referente al
derecho procesal, toda vez que el inquisidor no solo era juez, sino también investigador» (Cordero,
2010, p. 168; Alonso, 1982, p. 27; Tomás y Valiente, 1969). Esto es, ya no se debía esperar que
«alguien» denunciara de hereje a «otro», puesto que, de oficio, el juez podía realizar pesquisas ante
situaciones que le parecieran anómalas.
4 Con todo, es importante señalar que antes de la instalación del Santo Oficio en América, los obispos,
basados en sus facultades ordinarias, llevaron a cabo la Inquisición episcopal. Asimismo, también
funcionó la Inquisición monástica. Es más, en los primeros años de funcionamiento del Santo Oficio
en América, se produjeron sendas contiendas de competencia entre los obispos y el Santo Oficio.
Para más detalles, véase Alcalá (1992), González de San Segundo (1992), Nesvig (2004), Greenleaf
(1985b), Cordero (2010, 2016a).
es, aquellas que una vez al año emprendían los inquisidores a las zonas
rurales recibiendo denuncias, para luego procesarlas en el tribunal de
distrito correspondiente. Con ello, un grupo importante de la población
imperial escapó del control del Santo Oficio (Cordero, 2010, p. 187).
8 En relación con las idolatrías en Chile y su extirpación, Jorge Hidalgo y Victoria Castro han sido
quienes más han analizado el tema para las regiones de Atacama y Tarapacá. A su vez, existen
trabajos relativos a hechizos y curanderos para las zonas centro del sur de Chile (Hidalgo, 2011;
Núñez & Castro, 2011; Castro, 1991; Valenzuela, 2011, 2013). Respecto al espacio correspondiente
a la diócesis de Santiago de Chile, los registros dan cuenta de que fue la Real Audiencia quien
conoció —generalmente— de este tipo de causas; no obstante, es escasa la historiografía.
V . L A I N S T I T U C I O N A L I DA D I N Q U I S I TO R I A L E N C H I L E
Vistas así las cosas, se torna necesaria la reconstrucción de la
institucionalidad y el funcionamiento de las comisarías organizadas en el
territorio correspondiente a la Gobernación de Chile hasta su derogación
con el advenimiento de la República. Propongo que estas comisarías no
fueron lo suficientemente eficientes para ejercer un control religioso y
social sobre la población, pese al clima de temor que se utilizaba para
intimidar a la feligresía. Lo anterior fue así debido tanto a la precariedad
de su estructura como a la falta de funcionarios idóneos para ello,
así como a consecuencia de la cultura jurídico-política del periodo.
Como resultado, se debió ceder espacios de influjo y control a otras
instituciones —cofradías, hospitales, casas de recogida, corregidores,
cabildos, párrocos, hacendados, entre otras—. Esto generó un espacio
normativo-social-cultural de carácter local, vinculado y modelado
según el contexto global.
En efecto, el ideario global se reprodujo en los espacios locales que
integraban el imperio español. Sin embargo, en cada uno de ellos las
comisarías debieron realizar un proceso de traducción de un lenguaje
MACARENA CORDERO FERNÁNDEZ
V I . C O N C L U S I O N E S : ¿ P O R Q U É E S T U D I A R L A S
COMISARÍAS CHILENAS DEPENDIENTES DE LA
INQUISICIÓN DE LIMA?
La importancia de las comisarías radicaba en que —al contar con
comisarios, notarios y familiares— ellas representaban a la Inquisición
limeña en estas latitudes (Kamen, 2004, p. 144), y ejercían control
religioso y social sobre la feligresía. Tales funcionarios debían cumplir
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
110 con una serie de requisitos. Era esencial, en este sentido, contar con
«limpieza de sangre», es decir, probar que la persona era un cristiano
viejo, que no tenía ascendientes judíos o musulmanes, o procesados
por la Inquisición. En cuanto a quienes poseían sangre indígena, el
Consejo de la Suprema autorizó, luego de algunas décadas de instalada
la Inquisición en América, que, bajo determinadas circunstancias,
también podían integrar las comisarías. Con todo, lo cierto es que, en el
espacio chileno, se dieron largas vacancias de estos funcionarios, aunque
ello no significó que no hubiese familiares o comisarios de carácter
interino. Los motivos de esta situación pueden ser muchos y variados:
la falta de recursos económicos para poder levantar la información o
que los postulantes efectivamente estuviesen impedidos de ejercer el
cargo, por ser descendientes de conversos, entre otros. En cuanto a
los descendientes de indígenas, y pese a que se les permitió adquirir el
estatus de funcionario, es probable que, en su etapa de candidatura al
puesto, no hayan querido dar a conocer sus orígenes étnicos, en una
sociedad en la que el ser «blanco» daba ciertas ventajas.
Ante la necesidad de llenar las nóminas de funcionarios, la Suprema
se vio obligada a redefinir los requisitos para la población de ultramar,
originando otros espacios normativos y sociales que implicaron
diacronías respecto de la Península. Ante esto, propongo que la
falta de funcionarios en la nómina oficial de la Inquisición en Chile
―especialmente de familiares― se debió a la imposibilidad de estos de
probar su «limpieza de sangre», requisito exigido para formar parte de la
institución. Más aún, ello rompe con la escasa historiografía desarrollada
para el caso chileno (Millar, 1998a, pp. 64-65), en la que se ha afirmado
que no hubo interés de la feligresía en ser parte de la comisaría. Si bien
no lo fueron en el rango de titularidad, las «visitas de la Inquisición»
y «Relaciones» (Medina, 1952, p. 431) dan cuenta de que existió una
nómina de funcionarios interinos que postulaban a los cargos para
MACARENA CORDERO FERNÁNDEZ
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Recibido: 14/01/2019
Aprobado: 26/03/2019
* Este artículo es producto de los resultados de la tesis doctoral de la autora, titulada De propiedad
comunal a propiedad individual. El régimen jurídico de la propiedad en Córdoba, 1871-1885, Facultad
de Derecho Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Tesis inédita defendida el 28 de junio de
2018 y calificada con 10 diez puntos, sobresaliente, con mención de publicación.
** Abogada y doctora en Derecho por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Ex becaria
doctoral e investigadora del Instituto Max Planck de Historia del Derecho Europeo en Fráncfort
del Meno, Alemania. Máster en Historia y Comparación de las Instituciones Políticas y Jurídicas
de los Países de la Europa Mediterránea, Universidad de Messina / Universidad de Milán (Italia) /
Universidad de Córdoba (España). Profesora titular de Historia de las Instituciones Jurídicas, Escuela
de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad de Monterrey, México.
Código ORCID: 0000-0002-9482-2659. Correo electrónico: [email protected]
122 Key words: indigenous communities, communal property, private property,
disassembly, Civil Code
I. LA CONSTRUCCIÓN DE LA PROPIEDAD EN EL
E S PA C I O L O C A L
El proceso de desmantelamiento de las «tierras ocupadas por las
comunidades indígenas»1 en Córdoba ha sido objeto de análisis por parte
de la historia y la antropología2, y —en menor medida— la historiografía
jurídica3. Si bien es cierto que estos estudios han establecido algunos
puentes entre las comunidades y la situación económica, la situación
política e —incluso— el proceso de urbanización de la ciudad de
Córdoba4, creemos que aún se encuentra pendiente una reflexión
histórico-jurídica que analice esta temática a la luz de los cambios que
1 La expresión «tierras ocupadas por comunidades indígenas» ha sido tomada de la Ley de 1881. A
finales del siglo XIX en la provincia de Córdoba, pueden identificarse las siguientes comunidades: La
Toma, San Marcos, Soto, Quilino, Cosquín y Pichanas. Debido al enfoque metodológico propuesto,
centrado en un análisis histórico jurídico de instrumentos normativos, en esta investigación no se
realizará un abordaje antropológico-histórico de la categoría de «comunidad indígena», lo que no
implica considerarla como una entidad estática. Este tipo de reflexiones fueron realizadas por Sonia
Tell dentro del ámbito cordobés (2014, 2015). Importantes reflexiones en torno a qué denotaba
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este vocablo, cuál o cuáles eran sus elementos definitorios, o si las comunidades se correspondían
con los pueblos de indios o no fueron abordados por Lorena Rodríguez en los casos de Colalao y
Tolombón, actual provincia de Tucumán (2011). Otro relevante y sugerente estudio es el de Cecilia
Fandos, quien analizó el proceso de fraccionamiento de Colalao y Tolombóm, pero indagando la
identidad de sus miembros, la razón que los motivó a vender las tierras y el perfil de los compradores
(2007).
2 En esta dirección se encuentran los trabajos de Boixados (1999), Page (2007) y Tell (2011, 2014,
2015).
3 Desde una perspectiva histórico-jurídica, y respecto al ámbito espacial y temporal por analizar,
contamos con el trabajo de Díaz Rementería (1995). Con el objetivo de comprender la escasa
atención que la historia del derecho le ha prestado a esta temática, en uno de sus recientes trabajos,
Duve (2017) señaló que «[c]uando examinanos los derechos de los pueblos indígenas, la historia
del derecho se ha enfocado en aspectos como su estatus jurídico, legislación real destinada a su
protección y la adaptación de las instituciones castellanas a las particularidades del nuevo mundo.
[...] En minoría, permanecen los estudios que tratan los procesos de mestización e hibridación
jurídica, esto se debe, en parte, a que los investigadores dependían casi exclusivamente de los
archivos coloniales, particularmente en las anotaciones en español que ellos contenían. De la misma
manera, existió una escasa atención a la generalizada desposesión y marginalización jurídica de los
indígenas en el constitucionalismo del siglo XIX y XX. En las últimas tres décadas, la historia de los
derechos indígenas y del derecho indígena se ha vuelto un espacio de investigación vivo, en buena
parte por las [...] transformaciones en el contexto general y por el interés general convergente de
historiadores e historiadores del derecho como también debido al influyente y provocador estudio del
historiador español del derecho Bartolomé Clavero» (p. 10).
4 En esa línea se encuentran los trabajos de Boixadós (1999, 2000) y Page (2007).
del derecho romano. En consonancia con la crítica, el codificador adoptó en el artículo 2502 el
sistema de numerus clausus.
11 Sobre este punto, existe un rico debate doctrinario. Véase Allende (1964).
15 Como consecuencia de este ingreso, a partir de 1880, Córdoba experimentó, con diferentes matices,
un crecimiento económico en la actividad agropecuaria, comercial e industrial. El ferrocarril fue una
de las innovaciones que explican este contexto de fortalecimiento económico, el que tuvo una fuerte
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conexión con la política de tierras implementada en las últimas décadas del siglo XIX. En ese sentido,
Aníbal Arcondo considera que el fortalecimiento del sector agropecuario estuvo fuertemente ligado
al arribo del ferrocarril, ya que, a finales del periodo 1870-1914, el territorio provincial contaba con
una extensa red ferroviaria que lo conectaba con los puertos fluviales y marítimos más relevantes.
La llegada de las líneas férreas impactó en el mercado inmobiliario, revalorizando las propiedades, lo
que para este autor generó «el interés por adquirir y legitimar derechos sobre tierras» (1996, p. 11).
En materia de propiedad, el trazado ferroviario demandó, por un lado, la expropiación de los terrenos
sobre los cuales pasaría la red y, por otro, «la venta de tierras públicas para disponer de los fondos
necesarios para la expropiación» (1996, p. 11).
16 La sanción de la Ley 28 de 1862 —ley por la que se declaraban nacionales los territorios fuera de los
límites provinciales— fue el marco legal en el que debe comprenderse el conflicto de intereses entre
las provincias y el Estado nacional. La relación entre este conflicto y la política territorial provincial
cordobesa fue abordada por Tognetti (2014), quien sostiene que la política territorial en Córdoba no
debe pensarse exclusivamente en términos fiscales. Además, señala que, con el objetivo de resolver
las disputas con la nación, el Gobierno Provincial se valió de títulos coloniales con el propósito
de probar que esas tierras se encontraban dentro de los límites territoriales. Desde la historia del
derecho, Agüero (2016) sostiene que este escenario puede leerse a partir de la victoria de ciertas
estrategias tradicionales, propias del espacio dado, que se opusieron a la materialización de un
espacio proyectado a partir de la soberanía del creciente Estado nacional.
17 En lo que respecta a esta materia, fueron dictadas para el espacio local diferentes leyes. Entre ellas
se encuentran las leyes y decretos de redención de los años 1878, 1882, 1883 y 1886.
18 Al respecto, fueron tomadas, mediante leyes y decretos, diversas decisiones. Por ejemplo, en 1827
se aprobó la venta de ejidos y pastos comunes. Luego, en 1856, se estableció la prohibición de
redención de ejidos por ley. Sobre este tema véase Luque Colombres (1980).
19 Esta elección debe ser comprendida en el marco de «los juegos de escalas» (Revel, 2015). Este
autor plantea que, a partir de la modificación de estas, «el juego razonado sobre diferentes escalas
de observación y de análisis social produce discontinuidad y ella tiene eficacia» (2011, p 19).
20 La idea de redefinición de derechos de tierras, en el ámbito colonial, ha sido planteada por
diferentes autores, entre ellos Karen B. Graubart (2017). Esta autora ha señalado como usuarios
de la redefinición a «las élites indígenas [que] redefinieron su propiedad para proteger o extender su
alcance político», como también a la misma Corona, que «desafió y redefinió la propiedad de la tierra
como una estrategia imperial central» (pp. 62-63 y 68). Dentro de la historiografía cordobesa, Sonia
Tell ha indicado que «los derechos de tierras de los comuneros se redefinieron» (2014, p. 87) no solo
por la aplicación de la ley, sino también mediante la «agencia» (p. 87) de los comuneros.
21 En un interesante trabajo que analiza la relación entre los pueblos de indios y sus tierras comunales
en la jurisdicción de San Miguel de Tucumán durante las últimas décadas del siglo XVIII y las
primeras del siglo XIX, se señaló que «el nuevo orden social, equitativo, exento de cargas tributarias
pasó a desconocer el derecho de las poblaciones indígenas a las tierras comunales, que fueron
declaradas baldíos» (López, 2006, p. 235). Este trabajo parte de la hipótesis de que la extinción de
las comunidades durante los primeros años del siglo XIX puede comprenderse a partir del despojo
del derecho sobre sus tierras comunales, hecho que implicó la «disolución de los lazos de solidaridad
de la comunidad». Estas medidas se encuentran enmarcadas en un proceso de construcción de
una «nueva legitimidad social que, por un lado intentó definir la igualdad de los hombres ante la ley
y el nuevo Estado, a la vez que mantuvo las prácticas de discriminación y estigma basados […] en
términos de diferenciación cultural entre bárbaros y civilizados» (2006, p. 235).
22 La presencia del indígena tanto en los textos constitucionales como en la codificación dentro del
continente americano ha sido problematizada por Bartolomé Clavero (2000, 2004, 2008). A propósito
de la situación del indígena en el ordenamiento jurídico argentino véase el trabajo de Luciana Álvarez
(2009).
23 En un aviso de protesta publicado en el periódico El Eco de Córdoba, durante los días 23, 28 y 29
de agosto de 1883, miembros de la comunidad de La Toma manifestaron que «la ley con que se
nos despoja [es] notoriamente contraria a las garantías constitucionales» (El Eco de Córdoba, 29 de
agosto de 1883). Don Lino Acevedo, curaca de los indios del pueblo de la toma, también se valió de
las disposiciones del código civil con el propósito de poner fin a los actos que Don Navarro realizó con
motivo de cercar su campo. Así, pues, entabló la acción de posesión, invocando para estos fines «el
derecho que acuerda para estos casos el art. 31, tít. y libro 3 del Código Civil» (AHPC, Esc. 2, Leg.
223, 1881, Exp. 22).
I I I . E L M A R CO N O R M AT I V O P R O V I N C I A L CO R D O B É S :
LAS LEYES DE 1881 Y 1885
Para el análisis del ámbito cordobés resulta fundamental una referencia
a las leyes sancionadas por la legislatura de la provincia en los años
1881 y 1885. En el primero de estos textos legislativos se consideró a los
miembros de las comunidades indígenas como comuneros o poseedores,
y no como propietarios. Al interpretarse la relación de las comunidades
a partir de la posesión, la ley se apartó de la propuesta anunciada por el
gobernador Juárez Celman, quien en su mensaje había anunciado que el
proyecto se basaría en la implementación de la expropiación.
La adopción de este instituto presuponía interpretar la situación de las
comunidades indígenas a partir del derecho de propiedad y no de la
posesión. Y, por lo tanto, considerar a los miembros de las comunidades
indígenas como propietarios implicaba que estos tuvieran derecho a una
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
130 previa y justa indemnización24. La satisfacción de este último requisito
obligaría a que se pagara no solo el valor real de la cosa sino también el
prejuicio que deriva de su privación.
De la aplicación de la Ley de 1881 emergieron diferentes tensiones, entre
las que se destaca la resistencia de la comunidad de La Toma a lo largo
de los años 1882-188525. Durante este periodo, el desmantelamiento de
las comunidades sufrió una suerte de paralización, la que llegó a su fin
con la sanción de la Ley de 1885. En ese sentido, coincidimos con Tell
respecto a que esta disposición fue dictada «posiblemente debido a las
resistencias que enfrentó el proceso de medición en La Toma» (2011,
p. 205). La Ley de 1885 adoptó el instituto de la expropiación, lo que
implicaba un reconocimiento tácito del derecho de propiedad en los
integrantes de la comunidad, e impuso otras novedades26.
Para comenzar con el análisis del marco normativo provincial, es
importante resaltar que la primera de las leyes dictadas autorizó al Poder
Ejecutivo para mensurar, a través del Departamento Topográfico, las
tierras ocupadas por las comunidades indígenas. Esta autorización nos
sitúa en el ámbito del derecho administrativo, contexto en el que fue
desarrollado todo el proceso de implementación de estas leyes.
En su análisis sobre la comunidad de La Toma, Boixadós (1999) destacó
la impronta de los criterios técnicos, no solo en la Ley de 1881 sino
también en las leyes dictadas con anterioridad27. Coincidimos con la
autora en que una de las características del proceso de desmantelamiento
de la propiedad indígena en Córdoba fue el criterio técnico, desarrollado
mediante la intervención de agrimensores28. La impronta técnica es uno
24 «La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Confederación puede ser privado de ella sino en
virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública debe ser calificada
PA M E L A A L E J A N D R A C A C C I AV I L L A N I
por ley y previamente indemnizada» (Constitución de la Nación Argentina, 1853, artículo 17). En el
Código Civil, la expropiación fue regulada en los siguientes artículos: «Nadie puede ser privado de su
propiedad sino por causa de utilidad pública previa la desposesión sino por causa de utilidad pública,
previa la desposesión y justa indemnización» (Código Civil, 1871, artículo 2511). Se entiende por
justa indemnización, en este caso, no solo el pago del valor real de la cosa, sino también del perjuicio
directo que le venga de la privación de su propiedad: «Cuando la urgencia de la expropiación
tenga un carácter de necesidad, de tal manera imperiosa que sea imposible ninguna forma de
procedimiento, la autoridad pública puede disponer inmediatamente de la propiedad privada, bajo su
responsabilidad» (Código Civil, 1871, artículo 2512).
25 La resistencia de la comunidad de La Toma fue analizada y estudiada por Boixadós (1999).
26 Sonia Tell evaluó las novedades del texto de 1885, entre las que destacó las restricciones de las
comisiones empadronadoras. Si bien el nuevo texto dejaba en manos de estas la confección de
padrones y la reserva de lotes para la resolución de controversias, quitaba toda función relacionada
con «la división de los lotes, remate y expedición de títulos» (2014, p. 91). Estas funciones serían
desempeñadas por la Mesa de Hacienda.
27 Con anterioridad fueron dictadas diferentes disposiciones con el objetivo de desmantelar las tierras
de las comunidades indígenas. El primer ejemplo es el Decreto del 16 de marzo 1837 y el segundo
la Ley del 28 de setiembre de 1858 y posteriormente su Decreto en 1859.
28 El rol protagónico de estos expertos solo puede comprenderse a partir del impulso que cobró el
Departamento Topográfico y la enseñanza de la agrimensura en la segunda mitad del siglo XIX en el
ámbito cordobés (Tognetti, 2012b). Dentro de los factores que la historiografía ha remarcado como
relevantes en relación con la política de desarticulación de tierras se encuentran las renovaciones en
materia de mensura y división. Estas innovaciones, desarrolladas durante la segunda mitad del siglo
XIX, en su mayoría dentro del espacio provincial, se justifican en el hecho de que «las formas no
estatales de medición se desarrollan desde una lógica de las prácticas locales […] que hace de ellas
un impedimento para administrar la uniformidad» (Scott, 1998, p. 25).
29 En ese sentido, la ley estipulaba que «[e]n los lugares en que no se establezca municipalidad, el
poder ejecutivo nombrará una comisión sindical que correrá con la venta de los lotes y solares que
hubiesen quedado sin distribuirse» (Ley de 1881, artículo 14).
30 Algunas de las causas por deslinde que hemos analizado dan cuenta de lo familiarizadas que estaban
las comunidades con este tipo de problemáticas. Para el caso del Pueblo de La Toma véanse los
siguientes casos: Don Lino Acevedo, en su carácter de Curaca de los Indios del Pueblo de La Toma,
contra Ramón Gil Navarro por interdicto de obra nueva (AHPC, Esc. 2, Leg. 223, 1881, Exp. 22), Lino
Acevedo solicitando deslinde de los terrenos del Pueblo de La Toma (AHPC, Esc., Leg. 234, 1882,
Exp. 6). En el caso de Quilino: Don Manuel Carranza con los Indios de Quilino por derechos de tierras
(AHPC, Esc. 2, Leg. 226, 1881, Exp. 6).
PA M E L A A L E J A N D R A C A C C I AV I L L A N I
35 Villa de Soto se encuentra ubicada en el departamento de Cruz del Eje, al noroeste de la provincia de
Córdoba y a 170 km de la ciudad capital.
36 Castro Olañeta y Tell (2011) han señalado que, con el fin de entender la historia de Soto, es
imprescindible tender un puente con la de los pueblos de Nono y Nonsacate. Estos tres pueblos de
indios que hasta finales del siglo XVII pertenecían a encomiendas diferentes pasaron, no obstante
su distancia geográfica, a manos de Fernando Salguero de Cabrera. Pero, tiempo después,
específicamente en 1719, con ocasión del informe del gobernador, solo se registró información de
Soto. Se ha señalado que este hecho podría llevar a considerar, erróneamente, que este sería el
único de los tres casos que perduraría. Sin embargo, de fuentes posteriores surge información sobre
Nono y Nonsacate. La historiografía ha señalado que para el caso de Nono existen datos sobre su
registro hasta 1809. Diferente fue la situación del pueblo de Soto, el cual persistió hasta finales del
siglo XIX y fue objeto de mención expresa de las disposiciones que desde mediados de ese siglo
pretendieron desmantelar las formas comunitarias de propiedad indígena.
37 El detenimiento del accionar del gobierno, entre los años 1882-1885, se comprende por los
siguientes motivos: por un lado, a la luz de la resistencia de la comunidad de La Toma —a la que
se aludió anteriormente— y, por otro, por la sanción de la ley de 1885. Este instrumento jurídico, al
adoptar el instituto de la expropiación, le permitió al gobierno encauzar el desmantelamiento de las
comunidades indígenas dentro de los márgenes del sistema jurídico vigente y rebatir la resistencia a
la aplicación de la ley.
38 «Cada propietario está autorizado a pedir en cualquier tiempo la división de la cosa común, cuando
se encuentra sometida a una división forzosa» (Código Civil, 1871, artículo 2692). Al respecto véase
Díaz Rementería (1995). Sobre la impronta del condominio en otras formas de propiedad indivisa de
raíz colonial véase Farberman (2018).
39 Desde la historiografía se ha identificado a Bernabé Peralta como comunero. Sin cuestionar esta
identificación, es importante mencionar que el doctor Peralta desempeñó, durante los años 1871 a
1873 y 1875 a 1876 el cargo de jefe político en el departamento de Cruz del Eje (Pavoni, 2000). Su
proximidad a la clase dirigente y su formación motivan a preguntarnos si su condición de comunero
era originaria, o si había adquirido los derechos de algún comunero. Este interrogante surge de la
falta de referencia a su nombre en el padrón de comuneros de Soto.
40 Juan Bialet Massé fue un reconocido médico, abogado y empresario español que tuvo una profunda
vinculación con la construcción de obras públicas en el espacio cordobés a finales del siglo XX.
41 Estos títulos proveen el nombre del adjudicatario, el sitio y la ubicación en la respectiva manzana, la
cual se correspondía a un número de derecho asentado en el padrón de comuneros. Es importante
mencionar que los títulos hacen referencia al nombre del comunero.
42 El término empleado para dar cuenta del traspaso del derecho ha sido «transmisión», en algunos
casos fue consignada la expresión «vendido a». A pesar de la falta de precisión, presumimos que las
transferencias han sido a título oneroso, en el sentido de que algún tipo de contraprestación, ya sea
dineraria o de otra naturaleza, fue realizada por el nuevo adquirente y no a título gratuito.
Tabla 1
Adjudicaciones en la comunidad de Soto
Total de
Tipo de adjudicatario Ejemplo
casos*
** Según datos del padrón, Abdon Corso era varón, de 5 años de edad, comunero, sin instrucción. De las
anotaciones marginales del padrón surge que este recibió Bol. 154 el 23 de octubre de 1907 (AHDGCC, Padrón de
comuneros de Soto, 1893, fjs. 2).
*** Según datos del padrón, Felizia Corso era mujer de 17 años, comunera, no hay referencias a su profesión y sin
instrucción (AHDGCC, Padrón de comuneros de Soto, 1893, fjs. 2).
**** En el padrón, este sujeto fue ingresado bajo el N 25. Era mayor de edad (48 años), casado, agricultor y no
poseía instrucción (AHDGCC, Padrón de comuneros de Soto, 1893, fjs. 1).
43 El número final de comuneros asentados fue 2591. No obstante la consagración de esta cifra como
final, fueron agregados sin numeración un total de 176 comuneros (AHDGCC, Padrón de comuneros
de Soto, 1893, fjs. 141-148).
PA M E L A A L E J A N D R A C A C C I AV I L L A N I
44
Fuente: Gráfico elaborado a partir del Libro de Escrituras de comunidad indígena de Soto (AHDGCC) .
Gráfico 2
Ventas de tierras en villa en Soto, 1894-1907
8%
92%
PA M E L A A L E J A N D R A C A C C I AV I L L A N I
Sin referencias 8%
Lotes en manos de no comuneros 92%
Fuente: Libro de Ventas de Tierras de Gobierno (AHDGCC). Para la elaboración del gráfico las cifras fueron
redondeadas.
45 Esta cifra surge a partir de no considerar los 9 casos que no poseen identificación del comprador.
46 «El comprador debe pagar el precio de la cosa comprada, en el lugar y en la época determinada en
el contrato. Si no hubiese convenio sobre la materia, debe hacer el pago en el tiempo y lugar en que
se haga la entrega de la cosa. Si la venta ha sido a crédito, o si el uso del país concede algún término
para el pago, el precio debe abonarse en el domicilio del comprador. Este debe pagar también el
instrumento de la venta y los costos del recibo de la cosa comprada» (Código Civil, 1871, artículo
1424).
47 También existió un caso en el que un particular, por causas ajenas a su persona, no pudo obtener su
escritura. Es el caso de la señora Baudilla B. de Juárez, quien, en 1902, elevó una nota ante el señor
Ministro de Gobierno de la Provincia, en la que manifestaba ser «(…) propietaria de varios derechos
de tierras que fueron comprados por [su] esposo en la extinguida comunidad Indígena de Soto», los
cuales se vendieron en 1894-1898.
Si bien fue entregada una suma como seña de los lotes, por «cuestiones que suscitaron al Ejecutivo
con los poseedores», estos lotes no pudieron ser escriturados. Este hecho motivó a que la viuda de
Juárez solicitara por escrito el abono de los derechos de tierra al precio que correspondiera, junto con
la devolución de las sumas entregadas. El presidente de la comisión reconoció en parte el derecho
de la viuda de Juárez y el Departamento de Gobierno aceptó el «desistimiento de compra de los lotes
mencionados», con lo que se procedió a la devolución de los montos pagados por ellos. (CLDDOP,
1902, pp. 103-106).
48 El término «accionista» es utilizado en las fuentes para designar a aquellas personas que tenían
derecho a solares en la villa nueva.
49 En este contexto, Musto (2000) aclara que la tradición tiene como núcleo la posesión que mediante
la entrega de la cosa deja de ser poseída por el tradens, quien se desprende voluntariamente de ella,
para pasar a ser ejercida por otro sujeto, el accipiens, quien la recibe voluntariamente. Ello presupone
un acuerdo de voluntades que suele tener lugar en un momento diferente. Para cumplir su finalidad
traslativa de dominio, la tradición debe satisfacer tres requisitos: (1) ser hecha por el propietario o
su representante; (2) capacidad para enajenar en el tradens y capacidad para adquirir por parte del
accipens; y (3) que la transmisión sea hecha por un título suficiente para transferir el dominio.
Vivas, C. (1978). Notas para el estudio del derecho civil patrio precodificado en
Córdoba. Historia de Derecho, 6, 429-449. PA M E L A A L E J A N D R A C A C C I AV I L L A N I
Recibido: 10/12/2018
Aprobado: 31/03/2019
Palabras clave: capellanías, ius sacrum, tierra, tradición romana, ius commune,
ley republicana, liberalismo, secularización, Nueva Granada
Abstract: The treatment of the relicta pia (pious bequests assigning temporal
goods to the purpose of salvation of the soul) in Nueva Granada in the
Key words: chaplaincies, ius sacrum, land, Roman tradition, ius commune,
republican law, liberalism, secularization, Nueva Granada
I. INTRODUCCIÓN
En el año 1729, el Mariscal de Campo don Antonio Manso, Presidente
de la Real Audiencia en Santa Fe, lamentaba en un Informe sobre el
estado y las necesidades del Reino, dirigido a Su Majestad, Felipe V,
que una de las causas «más universales de la pobreza del Reino y sus
habitadores» era la «excesiva piedad» de los fieles, que los impulsaba a
gravar tierras y patrimonios con destinos piadosos de varia naturaleza,
convirtiéndolos en deudores hipotecarios de instituciones eclesiásticas:
1 El recurso a estas figuras jurídicas en el antiguo régimen hispano, en las estrategias patrimoniales
familiares, a efectos de perpetuación de status por medio del control y afianzamiento de vínculos
de parentesco y linajes, ha sido analizado a profundidad en varios estudios, que han considerado
principalmente, aunque no exclusivamente, la realidad peninsular (para la América hispana,
remito en general a los trabajos de María Eugenia Horvitz y de Gisela von Wobeser; sobre la
experiencia neogranadina véase Colmenares (1975) y Rodríguez González (1999); con enfoque
I I . D O G M ÁT I C A D E L S A C R U M ( I U S Y P O L Í T I C A )
En palabras de los hombres de gobierno del siglo XVIII, el exceso de pietas
(devoción para con los difuntos y la deidad) aparece como antagonista
de la circulación de la propiedad.
Es necesario hacer un esfuerzo para restituir a las instituciones piadosas
su apparatus conceptual propio. Al enfocar la mirada hacia lo sagrado en
M A R I AT E R E S A C E L L U R A L E
I I I . ¿ Q U É E S R E L I G I O ? R O M A N I TA S E N E L C A N O N
O C C I D E N TA L
En el antiguo régimen, las distinciones entre sacro y profano recibían
significado de las fuentes romanas y canónicas. Una tradición jurídica
percibida como ininterrumpida y vigorizada por el cristianismo definía el
estatuto epistemológico de los objetos sacros: el utrumque ius, el derecho
común de Europa continental desde la recepción del derecho romano,
era el derecho culto al tenor del cual se vivía, comerciaba, heredaba y
litigaba en el siglo XVIII en la América hispana e incluso hasta toda la
primera mitad del siglo XIX, ya llevada a cabo la gesta independentista
y republicana (en Colombia, el Código chileno de Bello empezó a regir
desde 1858, con progresiva adopción del mismo por parte de los distintos
Estados confederados; sin embargo, la sanción de un Código Civil de la
Nación válido en todo el territorio no se dio hasta 1873, y la unificación
M A R I AT E R E S A C E L L U R A L E
3 Grocio rescata la figura del votum pagano como paradigma de «promesa perfecta» (De iure belli ac
pacis, en la traducción de Barbeyrac Droit de la guerre et de la paix, 1759, II, XI, IV, 2). La misma
noción vuelve en la obra de Hobbes, cuya antropología política brutalmente secular, sin embargo,
es incompatible con toda posibilidad de un «pacto con Dios», excluido del horizonte humano tanto
histórica como filosóficamente (Leviatán, XIV y XVIII, en Hobbes, 2005; véase Cellurale, 2014,
p. 113).
I V. LO P R O P I O Y LO C O M Ú N E N L A P E R S P E C T I VA
DE LOS MONOTEÍSMOS
La idea de lo que es común, lo que une, es compartida por los tres
monoteísmos: un dios «árbitro de muchos pueblos» (Isaias 2. 1-4),
en el Viejo Testamento; comunión en la teología neotestamentaria,
particularmente en San Juan; umma en el Islam. Más azaroso resulta
identificar lo propio (lo que se tiene, lo que se debe, lo que se tiene
M A R I AT E R E S A C E L L U R A L E
derecho a recibir).
En cuestión de deudas, el significado de expresiones «económicas» en
el Viejo Testamento es muchas veces literal, antes que simbólico: el
«perdón de las deudas» significa un sistema de pagos que se reducen
progresivamente conforme se vaya acercando el jubileo de Israel, cuando
cada quien volverá «en posesión de lo suyo», para que toda generación
gane un futuro libre de las cargas de los padres (Vulgata, Leviticum 25.
14-16). El perdón significa también liberación de la esclavitud por deudas
(Vulgata, Leviticum 25.39-40; Sedláček, 2014, p. 113). Finalmente, con
Los bienes de los impíos parecen estar destinados a los justos: AGAINST THE
IN-DIFFERENCE
thesaurizantur autem iustis divitiae impiorum (Vulgata, Proverbia 13. 22).
OF ECONOMICAL
En el origen del planteamiento está la doctrina agustiniana, elaborada en OBJECTS. A
el contexto de la controversia sobre el despojo de los herejes donatistas LOOK FORM THE
(siglo IV), con fundamento textual en la autorización divina a los UTRUMQUE IUS
hebreos en fuga de Egipto para que despojen a sus antiguos opresores (NUEVA GRANADA,
(spoliabitis Aegyptum, ordena Dios a su pueblo saliente del cautiverio: 18TH AND 19TH
Vulgata, Exodus 3. 22): CENTURY)
V. R E L I Q U I A S ( LO Q U E Q U E D A , I )
En un mundo transformado por la adoración de la Cruz, cosas sagradas,
cuerpos santos, fragmentos dispersos de religiosidad viajan por los
siglos atestiguando orígenes, afirmando pertenencias, asegurando
salvoconductos espirituales, confirmando obligaciones terrenales;
cuerpos santos, pedazos de santos, res corporales, el Cuerpo por excelencia,
el de Cristo. Reliquias (Fabietti, 2014; Freeman, 2012; Lombatti, 2007)
que se valen de una institucionalidad jurídica que documenta y certifica,
para asentar memoria alrededor de milagros y fundaciones, produciendo
costumbres, creando o afianzando identidades, definiendo territorios
(Damonte Valencia, 2011; Duque, 2006; Florescano, 1999; Labastida,
2000).
En América, el Santo y su leyenda ocupan tierras de otras deidades,
definiendo la identidad de la ciudad, del grupo, de la corporación
(Pastor, 2004, pp. 127-141). La afirmación de la propiedad del Santo o
sobre el Santo (García López, 2001) se convierte en estrategia de defensa
del territorio indígena, ayudando la confección de los títulos primordiales
sobre el territorio (fábrica de una iglesia local y pruebas de devoción a un
Santo patrono), para permitir la resistencia del grupo («todo es nuestro»:
ejemplos novohispanos de reivindicaciones territoriales, basadas en la
apropiación del «Santo», entre el siglo XVI y el XVIII en Gruzinski, 2013
[1988], pp. 236-238). La custodia del lignum crucis enviado desde Roma
retrata, reconforta y enorgullece el cuerpo cívico de Lima (Sánchez-
Concha Barrios, 2013b); las comunidades del Cuzco se reflejan cada
una a su manera en el Corpus Christi, al mismo tiempo en que lo miran,
cada una a su manera, en procesión (Dean, 2002). El culto rescata y
otorga visibilidad política y social a determinados grupos —criollos,
indígenas, esclavos— (mediante la militancia en cofradías); el robo
de la Eucaristía genera proyecciones y conflictos político-corporativos
(Sánchez-Concha Barrios, 2013a); los traslados de reliquias involucran
M A R I AT E R E S A C E L L U R A L E
V I . R E L I C TA P I A ( LO Q U E Q U E D A , I I )
La institución de la «capellanía» (relictum pium) aparece como asociada,
en sus orígenes, a través de «capilla», al culto de las reliquias:
Marculfo es el primero que dio el nombre de capilla a la urna de S.
Martín que se conservaba en el Palacio Real, y sobre la que se hacían los
juramentos solemnes en las causas que se terminaban por juramento. «In
palatio nostro super capellam domini Martini, ubi reliquia sacramenta
percurunt debeant conjurare» (voz Capilla, capellanía, en Diccionario de
derecho canónico, 1867, p. 199).
En el centro del sacrum, está el cuerpo del Santo o altar del Santo, sobre
el cual se realiza el rito del juramento (sacramentum) y del sacrificium
(misa): corpora sancta, custodiados y utilizados como prueba de la fe del
juramento, sobre los cuales se deciden las causas judiciales. Certeza del
derecho certificada (acaso sacri-ficiada) por el juramento sobre cuerpos
santos.
Según la autoridad del canonista Fagnani (siglo XVII), quien sigue la
Glosa a las Clementinae 2, versículo 5, hay una identidad lingüística
entre «capilla», «altar» y «capellanía»: «plurimum vero capella altare
et capellania pro eodem accipiuntur» (Fagnani, 1697, De praebend.,
cap. Exposuisti, numeral 3).
Capella se remonta a la antigua iurisdictio. La capilla es el signo que
formaliza la posesión del lugar, en la «lógica cultural del diseño espacial»
propia de la institucionalidad católica puesta en función en América
(Zuleta Ruiz, 2013, p. 139). Capellanía es locus Deo consecratu y, a la
vez, ecclesiasticum ministerium, beneficio, «fundado y anejo á un altar ó
capilla» (voz Capilla, capellanía, en Diccionario de derecho canónico, 1867,
p. 199).
M A R I AT E R E S A C E L L U R A L E
5 Ley 11, título 8; ley 4, que transcribe la ley 2, título 27, del Ordenamiento de Alcalá y una disposición
de Felipe II de 1566. Véase el Teatro de la legislación universal de España é Indias de Antonio Javier
Pérez y López (1792, XXIV, pp. 4-5).
«Las civiles» (es decir, «romanas») «no son en España leyes»; «el Real
[...] propiamente es el Derecho Comun, i no el de los Romanos»; «la
razón» (argumento racional conducido al tenor de las fuentes antiguas)
«no puede prevalecer contra el drecho» (nacional). Dicotomías de sabor
prepositivista.
La defensa de las leyes nacionales implica también el cuestionamiento de
la doctrina de los autores (opinio doctorum: véase Luque Talaván, 2003;
Tau Anzoátegui, 1989), desde el romano Trebacio hasta el «moderno»
Heineccio. En el Arte histórica y legal, bajo la rúbrica «del recto uso de los
autores», se establece la prevalencia de los juristas nacionales por encima
de los foráneos (Fernández de Mesa, 1747, tratado II, l.I, capítulo VIII).
En la mira está la misma idea de auctoritas, fuente de ideas, reglas
y principios, instrumento poderoso de convicción del juez, forjada
por el método (probabilismo dialéctico), pero también por el espíritu
del hombre medieval, el cual ambiciona la unidad y la coherencia en
M A R I AT E R E S A C E L L U R A L E
demandan justicia.
Legislación regia y doctrina antirromana del siglo XVIII apuntaban a
despejar el campo político de la iurisdictio de un contrincante, el ius,
que idealmente no evolucionaba por ley, sino por prudentia del intelecto,
fuera de contingencias políticas (Grossi, 1995; Martiré, 2003, p .238).
Disposiciones regias sobre el «orden de leyes y fueros» (ley I, título 28
del Ordenamiento de Alcalá; ley I de Toro; ley 8, título I l.II del Fuero
Juzgo; ley 3, título I l.II de la Nueva recopilación; Auto acordado del
4 de diciembre 1713) que debía observarse en los pleitos se habían
6 Esta postura moderada y conservadora de situaciones creadas ab antiquo por los usos se recomienda
en la jurisdicción sobre tierras en el siglo XVIII, por instrucción legislativa, particularmente en favor de
los «Indios». Así, en la «Real instrucción ordenando nuevas disposiciones sobre mercedes, ventas
y composiciones de bienes realengos, sitios y baldíos», dada en El Escorial (15 de octubre de 1754)
—en su capítulo 2 acerca del «Orden que se ha de observar en estos juicios para no agravar a los
indios», Su Majestad invita a los jueces y ministros en quienes quede subdelegada la jurisdicción
a que procedan con «suavidad, templanza y moderación con procesos verbales y no judiciales»
(De Solano, 1991, pp. 449 y ss.).
tierra ajena.
En medio de maniobras financieras de empréstitos forzosos, se está
reescribiendo, en clave nacional, la historia de la propiedad rural, desde
sus orígenes «góticos» hasta un presente que se quiere presentar como
de «regeneración» (como en la obra de Sempere y Guarinos, 1805,
cap. XXIX, pp. 414 y ss.; sobre desamortización y tránsito a la propiedad
liberal en España y las Indias véase Prien & Martínez de Codes, 1999;
Friera Álvarez, 2007; Lecuona Prats, 2005; Martínez de Codes, 2002;
sobre el caso colombiano, De la Cruz Vergara, 2011).
Como lo denota la terminología del utrumque ius en materia de relicta AGAINST THE
IN-DIFFERENCE
pia, la interpretación y ejecución de la voluntas del testador debe abrirse
OF ECONOMICAL
a consideraciones de naturaleza oiko-nómica: el damnum animabus, de no
OBJECTS. A
ejecutarse la disposición; el mérito ex opere operato que se consigue por la
LOOK FORM THE
celebración de los sacrificia (las misas); el beneficio para las almas que se
UTRUMQUE IUS
revierte en beneficio (mérito) del disponente o del orante, y como tal se (NUEVA GRANADA,
tesauriza ante Dios para el momento final del redde rationes (véase Pérez 18TH AND 19TH
de Lara, 1608, 1, 1). CENTURY)
En la segunda mitad del siglo XIX, en una Nueva Granada republicana,
se consumaría el máximo sacrilegio. Una vez constitucionalizada la
propiedad individual (Constitución de la Confederación granadina,
1858, artículo 56, numeral 3), y liquidada la propiedad de los entes
eclesiásticos (decreto del 9 de setiembre de 1861), ya satisfechas las
proclamas revolucionarias que sacralizaban el dominio particular (la
propiedad derecho sagrado e inviolable), la preocupación principal de
los gobiernos concierne a la política económica.
Al comentar el decreto republicano de 1861 sobre la desamortización
de bienes de manos muertas, el liberal neogranadino Salvador Camacho
Roldán discrimina netamente entre los munera respectivos de hombres
de Estado, canonistas y teólogos (1892, pp. 144-145). Significativamente,
Camacho no define el munus del jurista laico, sino que deja al canonista
M A R I AT E R E S A C E L L U R A L E
X I I . « S U C E S I O N E S » Y « T R A D I C I O N E S » : L A T I E R R A Y
EL DERECHO EN LA TRANSICIÓN DEL ANTIGUO
RÉGIMEN A LAS REPÚBLICAS INDEPENDIENTES
En la década de 1940, la Corte Suprema de Colombia, frente a la
necesidad de revisar los títulos de explotación del suelo de Tolima,
alegados por la Texas Petroleum Company, se vio obligada a una reflexión
histórica sobre la validez de los mecanismos de transmisión del dominio
M A R I AT E R E S A C E L L U R A L E
X I V. C O N C LU S I O N E S
Aprovechando el carácter ejemplar de un objeto particular (una
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Ley del 11 de octubre de 1821 [Colombia] sobre baldíos.
M A R I AT E R E S A C E L L U R A L E
diciembre.
Recibido: 15/01/2019
Aprobado: 07/04/2019
Key words: comparative law, evidence, law and literature, legal history,
twentieth century
* El autor agradece a Yelisaveta Ovsyanko por su asistencia durante el acopio de materiales para esta
investigación y a Julieta Marotta de Parise por sus sugerencias y críticas constructivas.
** Facultad de Derecho, Universidad de Maastricht (Países Bajos). Abogado y doctor en Derecho por la
Universidad de Buenos Aires (Argentina). Magíster en Derecho por la Universidad Estatal de Luisiana
(EE.UU.). Doctor en Derecho, Universidad de Maastricht.
Código ORCID: 0000-0002-9775-6749. Correo electrónico: [email protected]
206 I. INTRODUCCIÓN
El estudio comparado de la historia del derecho sirve como herramienta
para desarrollar el diálogo entre actores en diversas jurisdicciones.
Experiencias fructíferas de ese diálogo pueden apreciarse en las
actividades del jurista norteamericano John H. Wigmore (1863-
1943). Sus incansables esfuerzos por iluminar a la comunidad jurídica
norteamericana sobre las virtudes y falencias de otros sistemas lo
posicionan como un valioso ejemplo de diálogo. Esos esfuerzos también
lo posicionan entre los precursores del estudio comparado de la historia
del derecho durante los albores del siglo XX1. Su vida y obra ofrecen un
mosaico de inquietudes que genera diálogos troncales con el derecho y
otros diálogos auxiliares con otras disciplinas, si bien todos unidos por
un único hilo conductor: la amalgama de la historia del derecho y el
derecho comparado.
El derecho comparado y la historia del derecho ofrecen una combinación
fructífera para el desarrollo de la ciencia jurídica. Sin embargo, otros
elementos pueden fundirse en ese mismo crisol. Ignacio Winizky, desde
la Argentina, sostuvo que la «biblioteca con ser la base, el instrumento
fundamental de [la técnica comparativa del derecho], debe ser
completada con la vivencia del espíritu de los pueblos examinados, de los
derechos comparados» (1960, p. 52). Así el comparatista debe «dominar
sus medios de expresión, el idioma, y sus modos, la literatura, la poesía,
el teatro, su música, sus artes plásticas, conocer su medio geográfico, sus
medios técnicos de vida, su standard educacional, sus tradiciones [...]»
(p. 52) —y aquí vale agregar, naturalmente, su historia—. Wigmore
dominaba los diversos puntos señalados por Winizky. Wigmore invita,
entonces, a explorar cómo el derecho comparado y la historia del
derecho se funden, junto con otros elementos, en el estudio comparado
de la historia del derecho.
Esta investigación se divide en dos partes y se aproxima al estudio
comparado de la historia del derecho al mirar aspectos de la vida y obra
del jurista Wigmore, quien es uno de sus protagonistas tempranos. El
derecho es una ciencia social, sujeta a cambios, cuyos protagonistas
muchas veces pueden ser identificados. La atención a esos protagonistas
ayuda al investigador a ampliar el contexto de estudio y a moverse
desde lo individual hacia lo colectivo (Parise, 2013a, p. 159). Es
necesario alcanzar la acabada comprensión de los distintos movimientos
A G U S T Í N PA R I S E
1 Nótese que los esfuerzos por el desarrollo del estudio comparado de la historia del derecho no se
limitan al siglo XX. Esta investigación, sin embargo, rastrea esfuerzos desde los albores del referido
siglo.
4 El jurista finlandés proporcionó recientemente una explicación más elaborada que entiende que
la disciplina: «puede utilizar un método sistemático de comparación tal como lo hace el derecho
comparado. El [estudioso de esta disciplina] puede pues [...] elegir un número determinado de
características esenciales que los objetos de comparación tienen en común y luego analizar su
funcionamiento [...]. Pero el estudio comparado de la historia del derecho también puede ser menos
sistemático. El [estudioso de esta disciplina] puede tomar una institución jurídica nacional o regional
como tema, tal como lo haría un iushistoriador tradicional que se desenvuelve dentro de los límites
de un sistema jurídico nacional. Sin embargo, y esto es una gran diferencia con el método tradicional,
el [estudioso de esta disciplina] siempre posicionará el objeto de investigación dentro de un contexto
internacional» (Pihlajamäki, 2014, pp. 129-130).
(Donlan & Masferrer, 2013, p. III). Por último, cabe mencionar que
Ibbetson abogó por una caracterización que entiende a esta disciplina
como «el estudio de fenómenos relacionados o paralelos en dos o más
lugares diferentes o en periodos de tiempo diferentes» (2013, p. 3).
209
JOHN H. WIGMORE
En esta investigación se propone una definición que entiende a esta (1863-1943): UN
disciplina autónoma como el estudio de aspectos externos o internos MOSAICO QUE
del derecho realizado necesariamente a través de diferentes periodos de ILUSTRA SOBRE
tiempo y de diferentes jurisdicciones. El estudio comparado de la historia EL DESARROLLO
del derecho debe entonces cumplir con los dos requisitos: estudio de DEL ESTUDIO
un aspecto del derecho al menos en dos periodos de tiempo diferentes COMPARADO DE
y en al menos dos jurisdicciones diferentes. Así, el estudio comparado LA HISTORIA DEL
de la historia del derecho requiere investigación a lo largo de los ejes DERECHO
vertical y horizontal. Nótese que la circulación de ideas y el flujo de JOHN H. WIGMORE
paradigmas solo pueden ser plenamente comprendidos mediante un (1863-1943): A
enfoque histórico y comparado. Esin Örücü señaló acertadamente que MOSAIC THAT
se necesitan comparaciones verticales y horizontales al momento de ILLUSTRATES THE
rastrear transferencias normativas (2006, p. 451). DEVELOPMENT
OF COMPARATIVE
Quienes realizan estudios comparados de historia del derecho no se LEGAL HISTORY
embarcan en proyectos exclusivamente comparativos o exclusivamente
iushistóricos. El producto de sus investigaciones se beneficia de las
técnicas y aproximaciones utilizadas en ambas disciplinas autónomas.
Ese producto es, sin embargo, más que la mera suma de los dos pilares:
proporciona un medio para entender la evolución de la ciencia jurídica a
través del tiempo y del espacio de manera colegiada. Las comparaciones
a través del tiempo y del espacio pueden ayudar a develar el por qué de
los eventos que se llevaron a cabo y no solo qué eventos se llevaron a
cabo (Ibbetson, 2013, p. 2). También pueden ayudar a identificar un
precedente (el origen de un aspecto del derecho), una consecuencia
(el destino o la suerte de un aspecto del derecho) y una concordancia o
diferencia (grados de paralelismo)5. Los estudios comparados de historia
del derecho deben articular el producto de sus esfuerzos con el de otras
expresiones contemporáneas con el objetivo de identificar similitudes
o diferencias, al tiempo que superan las limitaciones que surgen de
experiencias circunscritas a ámbitos nacionales o locales (Abásolo, 7 de
mayo de 2009, § 4).
Los estudios comparados de historia del derecho pueden asimismo ayudar
a alcanzar una mayor comprensión, caracterización y diferenciación
A G U S T Í N PA R I S E
6 Nótese que estas tres cuestiones se aplican también a la historia del derecho y al derecho comparado
como disciplinas autónomas.
7 La idea de un mosaico también se encuentra presente en las palabras de Carlos Petit al indicar
que Wigmore como editor había formado un mosaico con las contribuciones para una de sus series
(2018, pp. XIII-XIV).
8 Nótese que Wigmore obtuvo el título de bachiller en leyes (LL.B) en 1887 y de doctor en leyes
(LL.D) en 1909 (Anónimo, 1941, p. 261). Los estudios de abogacía en los EE.UU. se inician luego de
completar estudios de grado en los colleges (universidades). Por lo tanto, los estudios de derecho
(juris doctor) que se realizan en las escuelas de derecho serían estudios de posgrado para los
estándares latinoamericanos. Véase Parise (2010, p. 128).
9 En la primera edición véase Wigmore (1904-1905).
10 Wigmore vio su periodo en Japón como una oportunidad para comparar el desarrollo del derecho
en Occidente y en el shogunato Tokugawa. Dicha era se prolongó en Japón durante 250 años y
representó un aislamiento singular para la isla. La llegada de Wigmore a la isla fue al tiempo en que
se cumplieron dos décadas desde la Restauración Meiji de 1868. Se trató, pues, de un momento en
el que Japón dio fin al prolongado gobierno del shogunato y comenzó un esfuerzo mayúsculo por
modernizar y occidentalizar el territorio (Abbott, 1981, pp. 10-11).
11 Fue compositor de piano, manejó una docena de idiomas, estuvo familiarizado con la literatura
universal, antigua y moderna y escribió poesía. Véase Fishman y Boston (2013, p. 15);
Konop, Moreland y Potts (1943, p. 241).
12 Véase la epístola de John E. Blair a Wigmore de 12 de febrero 1906, citada en Mnookin (1998, p. 43).
13 Nótese, por ejemplo, el desarrollo del chart method por parte de Wigmore. Esos diagramas tienen
como objetivo ayudar en el análisis de los medios de prueba. En sus palabras, serían un «novum
organum para el estudio de la prueba judicial» (1913c, p. 77). Los diagramas pueden ser considerados
una manera de organizar datos al momento de elaborar un argumento (Twining, 2009, p. 331).
14 Sobre los postulados del código véase Walsh y Rose (1995, p. 193).
15 Esa pieza legislativa fue positiva y durante la Segunda Guerra Mundial se aprobó una nueva, la cual
prácticamente repetía verbatim la anterior. El antecedente primero de estas protecciones durante
tiempo de guerra es de 1812, cuando el Estado de Luisiana suspendió los procedimientos durante
cuatro meses, mientras los británicos avanzaban sobre Nueva Orleans. Véanse Reinold (1995,
pp. 66-67) y Beblo y Marco (2012, p. 107).
16 Por ejemplo, la escasa literatura temprana incluye esfuerzos de Francis C. Murphy, Rutherford C.
Platt, Hans Weigert y Gilbert White. Véase Osofsky (2007, p. 427).
17 Véase Wigmore (1908). Una versión de la lista apareció primero en The Brief en 1900 y luego en el
Illinois Law Review en 1922. Véase Frank (2006, p. 324).
18 Véase, como ejemplo más allá de ese libro de texto, el poema para Roscoe Pound en Hull (1995,
p. 242).
19 Sobre la evolución del derecho comparado en los EE.UU. durante el periodo 1904-1945 y la presencia
de Wigmore véase en general, Clark (2007).
20 Esos cursos generalmente eran optativos y se ofrecían en el último año de los estudios. Véase
Hupper (2007, pp. 11-12).
21 Ofreció un discurso en el primer panel en La Haya en 1932, donde abogó por un mecanismo
permanente para organizar los congresos futuros: no debía ser un hecho efímero o una «hermosa
mariposa jurídica». Abogó también por la creación de una organización mundial de abogados,
incluyendo, juristas, jueces, legisladores y, naturalmente, abogados. Véase Clark (2006, p. 15).
22 Wigmore fue el presidente de la delegación de los EE.UU. que participó en el congreso de derecho
comparado de La Haya de 1937 y activamente fomentó la participación de delegados. Véase Clark
(2007, p. 613).
23 Nótese que Wigmore agrupó a la historia del derecho y al derecho comparado en su enumeración de
revistas.
24 Su estudio de la prenda, en palabras de Wigmore, se «limitó a rastrear las reglas legales» y no pudo
cubrir la evolución al no haber mirado el contexto (1931b, p. 52).
derecho (2018, p. 111). Entonces, una de las ideas primarias de los Select
Essays era hacer accesible una selección de la producción iushistórica
anglosajona, la cual aparentemente no estaba fácilmente disponible en
las bibliotecas de los EE.UU. (p. 111). De sus Select Essays, se dijo en
una reseña publicada en el Yale Law Journal en 1908 que «los ensayos
representan una investigación esclarecedora en las profundidades de las
25 Originalmente se habían proyectado once volúmenes, pero el fallecimiento del autor principal del
volumen X motivó la cancelación de ese proyecto editorial.
26 Las diez entregas fueron: Wigmore et al. (1912a, 1912b, 1913, 1914, 1915, 1916, 1918a, 1918b,
1927, 1928).
27 Es interesante notar que Wigmore también fomentó traducciones y las respectivas redes de
traducción mediante la Modern Criminal Science Series y la Modern Legal Philosophy Series, ambas
publicadas durante el primer cuarto del siglo XX.
28 Al considerar los aspectos sociales, Wigmore fue parte del florecimiento de la sociología y la
antropología jurídica, si bien careció del aspecto empírico. Véase Elliott (1985, pp. 48-50).
29 Nótese que parte de la literatura sostiene que el referido trabajo de Wigmore no fue persuasivo entre
sus contemporáneos. Véase Schmidhauser (1989, p. 864).
30 Wigmore (1928). Sobre el Panorama, en castellano, véase Domínguez Benito (2018, p. 121).
31 Por ejemplo, una reseña en las páginas del Yale Law Journal en 1929 sostuvo que: «[s]i el objetivo
A G U S T Í N PA R I S E
principal del decano Wigmore es brindarle al lector medio una serie de imágenes interesantes, pero
necesariamente rápidas e incompletas, del desarrollo histórico de los dieciséis sistemas jurídicos
del mundo, sin duda, ha tenido éxito. [...] No hay suficiente material aquí sobre el cual cualquier
conclusión pueda fundamentarse incluso de forma provisional. Estos breves bocetos sobre el
funcionamiento de los diversos sistemas, al no tratarse su contenido, no intentan hacer más que
destacar algunas de las características más importantes y sorprendentes. […] A un estudiante, cuyo
celo debe ser estimulado de esta manera [i.e., mediante imágenes], difícilmente merezca la pena
enseñar» (Goodhart, 1929, pp. 554-555)
Véase otra reseña crítica, en las páginas del Harvard Law Review, también de 1929, en Plucknett
(1929).
32 Sobre la pervivencia de las Partidas durante la primera mitad del siglo XIX en la Luisiana, véase, en
general, Parise (2017).
I V. R E C A P I T U L A C I Ó N Y A C O TA C I O N E S
Esta investigación abordó la vida y obra de Wigmore. Ese jurista
norteamericano generó diálogos troncales con el derecho y otros
diálogos auxiliares con otras disciplinas, si bien todos unidos por
un único hilo conductor: la amalgama de la historia del derecho y el
derecho comparado. Ese mosaico resultó en un eslabón en la cadena de
desarrollo del estudio comparado de la historia del derecho.
La primera parte de esta investigación ofreció una definición para el
estudio comparado de la historia del derecho. Se abogó por la autonomía
disciplinar y luego se sostuvo que la disciplina requiere el estudio de
aspectos externos o internos del derecho, realizado necesariamente a
través de diferentes periodos de tiempo y de diferentes jurisdicciones. El
estudio comparado de la historia del derecho debe entonces cumplir con
los dos requisitos: estudio de un aspecto del derecho al menos en dos
periodos de tiempo diferentes y en al menos dos jurisdicciones diferentes.
Quienes realizan estudios comparados de historia del derecho no se
embarcan en proyectos exclusivamente comparativos o exclusivamente
A G U S T Í N PA R I S E
33 Véase la descripción de ese edificio «decorado» por Wigmore con imágenes y símbolos que
encapsulan referencias al derecho comparado y a la historia del derecho, en Riles (1999, p. 257).
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Recibido: 03/03/2019
Aprobado: 10/04/2019
A G U S T Í N PA R I S E
I. INTRODUCCIÓN
Nicolás Maquiavelo emerge como un pensador cargado de estereotipos
que han marcado su pensamiento político e, incluso, su transitar
histórico y sus interpretaciones en la larga duración (Skinner, 1982).
* Texto leído y discutido en el seminario «Machiavelli, Il Principe: esercizio di lettura», dirigido por Carlo
Ginzburg en la Scuola Normale Superiore di Pisa. Agradezco la atenta lectura y los comentarios de
Claudio Rolle y José Araneda, así como también los útiles comentarios de los evaluadores externos.
** Doctor en Historia, Scuola Normale Superiore (Italia). Profesor del Instituto de Historia de la Pontificia
Universidad Católica de Chile.
Código ORCID: 0000-0002-7868-4380. Correo electrónico: [email protected]
240 Es un político, además, saturado de lugares comunes y ambigüedades
difíciles de traspasar (Fournel, 1999). Es difícil escribir o retornar a
Maquiavelo intentando desprenderse de la carga histórica de su nombre
y, sobre todo, de sus ideas (Garin, 1970, Vivanti, 2008). Es difícil
también partir desde cero, cuando se ha escrito una gran cantidad de
textos sobre él (Bock, Skinner & Viroli, 1990). Sin duda, su nombre
produce una atracción difícil de encuadrar analíticamente, haciéndolo
transitar en modo fronterizo entre la teoría política y las humanidades;
entre la historia, el derecho y la filosofía (Russo, 1966). Pues bien, la
pregunta esencial es si podemos escribir algo nuevo sobre Maquiavelo.
La filología italiana, por ejemplo, nos demuestra que sí es posible escribir
cosas nuevas, principalmente referidas a los problemas de datación de
El príncipe (Sasso, 1980; Inglese, 1996). O bien, como ha demostrado
recientemente Carlo Ginzburg en Quaderni Storici (2003 y 2006) y,
últimamente, en su libro Nondimanco. Machiavelli, Pascal (2018) sobre
la casuística en el florentino, se pueden efectuar otras lecturas (leyendo
a contrapelo y en modo oblicuo sus propias palabras) con el objetivo
de complejizar las redacciones de sus textos y la prehistoria de su
pensamiento, para, precisamente, apartarlo de los lugares comunes.
Retornar a Maquiavelo —a pesar de los estereotipos y de la producción
en torno a él— es enfrentarse a una cantera abierta, sumamente rica,
variada, con matices y claroscuros. El mismo Maquiavelo nos invita,
como fórmula en el capítulo XV de El príncipe, a que necesariamente
regresemos a los temas que parecen zanjados o, como él escribe: «sé
que muchos han escrito de este asunto». Claro, ninguno lo podría hacer
como él: un traductor audaz e infalible de la realidad. Pero sí debemos
volver a estos textos y a este pensador-político por la riqueza que nos
ofrece y, sobre todo, por la actualidad de su pensamiento. Maquiavelo
sigue siendo un desafío. Sigue estando ahí, interpelándonos.
No es nuestra intención hacer una nueva lectura interpretativa de El
príncipe a través de la prehistoria del texto, sus influencias, sus lecturas
o los problemas de datación. Menos aún buscamos exteriorizar su
complejo imaginario político. El objetivo principal del artículo es realizar
una lectura parágrafo por parágrafo del capítulo XVI, «De liberalitate
et parsimonia», con la intención de leer lentamente las palabras de
Maquiavelo. Sabemos que no es el capítulo más original de la obra, pero
al realizar esta lectura creemos que podemos destacar que Maquiavelo
no es un político de los extremos, del blanco o del negro, del bien o
R A FA E L G A U N E
del mal; es, más bien, un pensador de los matices, las excepciones y los
intersticios de la política real. Y eso se expresa en forma nítida en el
capítulo XVI que, ciertamente, debe ser leído a contraluz de otros textos
de Maquiavelo y otros capítulos de El príncipe.
1 He consultado tres ediciones en italiano de El príncipe: la editada por Giorgio Inglese (Maquiavelo,
1995); la editada por Mario Martelli con corrección filológica de Niccoletta Marcelli (Maquiavelo,
2006); y la editada por Ugo Doti (Maquiavelo, 2008). Todas las citas en italiano provienen de la
R A FA E L G A U N E
2 «[…] si se considera todo como es debido, se encontrará alguna cosa que parecerá virtud, pero si
se la sigue traería consigo su ruina, y alguna otra que parecerá vicio y si se la sigue garantiza la
seguridad y el bienestar suyo» (1984).
XVI:
3 «Empezando por la primera de las cualidades antes referidas digo que el príncipe hará bien en ser
tenido por liberal. Sin embargo, la liberalidad usada de modo que seas tenido por tal, te perjudica,
porque usada, como debe usarse, de manera que no se sepa, no evitará que se te tenga por
miserable» (1984).
4 «y para tener y conservar fama de liberal es preciso vivir con lujo y suntuosidad, haciendo cuantiosos
gastos, y el príncipe que los haga empleará en esto sus rentas, necesitando al fin, para mantener el
fausto, gravar con impuestos considerables a sus súbditos, apelar a todos los procedimientos fiscales
y echar mano de cuantos recursos pueda valerse para recaudar dinero. Todo esto le atraerá la
malquerencia de los súbditos, la pérdida de la estimación y la del dinero, de suerte que su liberalidad
R A FA E L G A U N E
le habrá servido para ofender a muchos y premiar a pocos, ocasionándoles serios disgustos; y aun se
expone, al comprender las consecuencias y querer variar de conducta, a que entonces se le censure
por tacaño» (1984).
5 «No pudiendo, pues, el príncipe practicar la virtud de la liberalidad de un modo público sino en su
daño, debe importarle poco, si es prudente, que le califiquen de avaro pues el tiempo modificará esta
opinión al saberse que ajusta los gastos a los ingresos y que puede defenderse de quien le declare
la guerra y aun emprender conquistas sin imponer nuevos tributos al pueblo; resultando liberal para
aquellos a quienes nada quita, que son infinitos, y tacaño en concepto de aquellos a quienes no da,
que son pocos» (1984).
y otra vez por los estudiosos para analizar la prehistoria de los textos
de Maquiavelo, así como también para observar fragmentos de su
imaginario político:
245
Lo absunto della sua prima predica in San Marco furono queste parole LA POLÍTICA DE
dello Exodo: Quanto magis premebant eos, tanto magis multiplicabantur LOS INTERSTICIOS:
et crescebant: et prima che venissi alla dichiaratione di queste parole, «DE LIBERALITATE
monstrò per qual cagione egli s’era ritirato indreto, et disse: prudentia est ET PARSIMONIA»
recta ratio agibilium. Dipoi disse che tucti gli huomini avevano hauto et EN EL PRÍNCIPE,
DE NICOLÁS
hanno un fine, ma diverso: de’ christiani el fine loro è Christo, degli altri
MAQUIAVELO
huomini, et presenti et passati, è stato et è altro, secondo le sette loro
(1961, 9 de marzo de 1498)6. THE POLITICS OF
INTERSTICES: «DE
En ese documento citó una frase, sin alguna connotación particularmente LIBERALITATE ET
negativa, de la prédica del fraile en donde se refiere a la prudencia como PARISMONIA»
una recta ratio agibilium. Esto, como sabemos, es un fragmento de la IN NICHOLAS
Summa Theologiae de Santo Tomás, en donde se presenta a la prudencia MACCHIAVELLO’S
THE PRINCE
como una de las virtudes cardinales. Importante, en ese sentido, es la
quaestio 47, artículo II, de la secunda secundae de la Summa, en la que se
refiere a la prudencia como una razón práctica y, además, como la virtud
que permite elegir correctamente:
Sed contra est quod philosophus dicit, in VI Ethic., quod prudentia est
recta ratio agibilium. Sed hoc non pertinet nisi ad rationem practicam.
Ergo prudentia non est nisi in ratione practica.
Respondeo dicendum quod, sicut philosophus dicit, in VI Ethic.,
prudentis est bene posse consiliari. Consilium autem est de his quae sunt
per nos agenda in ordine ad finem aliquem. Ratio autem eorum quae
sunt agenda propter finem est ratio practica. Unde manifestum est quod
prudentia non consistit nisi in ratione practica (1988, II, IIae, q. 47,
art. 2)
6 «El tema de su primer sermón en San Marcos fueron las siguientes: Cuánto más los oprimían más se
multiplicaban y crecían: y antes de pasar a la explicación de esas palabras, explicó por qué causa se
había echado atrás diciendo: la prudencia es el recto conocimiento de lo posible. Después dijo que
todos los hombres han tenido y tienen un fin, pero diverso: de los cristianos, el fin de ellos es Cristo;
de los demás hombres, presentes y pasados, ha sido y es otro, según sus sectas» (2013, p. 440).
7 Las lecturas y traducciones que hizo Maquiavelo de Aristóteles y Santo Tomás son definidas por
Carlo Ginzburg, justamente, como «intrincadas» (2018, pp. 79-99).
questo [...] quanto è darsi reputazione ne’ popoli e tenerli sospesi colla
multiplicità delle facende (1961)8.
8 «Este rey, como sabéis, de escasa y débil fortuna ha venido a esta grandeza, y siempre ha tenido que
combatir con estados nuevos y súbditos dudosos, y uno de los modos con que los estados nuevos
se mantienen, y los ánimos dudosos o se afirman o se mantienen suspensos e irresolutos, es dar de
sí gran expectativa, teniendo siempre a los hombres con el ánimo elevado considerando el fin que
habrían de tener los partidos y las empresas nuevas […] y todas esas otras varias empresas cuyo fin
R A FA E L G A U N E
no se ve, porque el fin de él no es tanto esto o aquello, o aquella victoria, como el darse reputación
en los pueblos» (2013, p. 96).
9 «Tenemos en nuestros tiempos a Fernando, rey de Aragón y actual rey de España, al cual se le
puede llamar príncipe nuevo, porque, de monarca de un estado pequeño, ha llegado a ser, por la
fama de sus gloriosas empresas, el primer rey de la cristiandad. Si se consideran sus acciones,
veráse que todas son grandísimas y alguna extraordinaria» (1984).
10 «No hemos visto en nuestros tiempos hacer grandes cosas más que a los tenidos por avaros; los
otros han sucumbido. Sirvió la fama de liberal a Julio II para llegar al Pontificado y no pensó después
en conservarla, prefiriendo tener recursos para luchar; el actual rey de Francia ha hecho tantas
guerras sin imponer contribuciones extraordinarias a los suyos, porque a los gastos correspondientes
ha suplido su larga parsimonia. Si el actual rey de España tuviese fama de liberal no habría triunfado
en tantas empresas. Debe, por tanto, un príncipe cuidarse poco de incurrir en el nombre de mísero,
si es para no verse obligado a robar a sus súbditos para poder defenderse, para no llegar a ser pobre
R A FA E L G A U N E
y despreciable, para no ser por necesidad rapaz, dado que el vicio de la avaricia será uno de los que
le mantengan en el poder» (1984).
11 «De modo que si el organizador de una república ordena la ciudad según uno de los regímenes
buenos, lo hace para poco tiempo, porque, irremediablemente, degenerará en su contrario, por la
semejanza que tienen, en este asunto, la virtud y el vicio» (1987, p. 33).
12 «Sépase que hay dos maneras de combatir, una con las leyes y otra con la fuerza. La primera es
propia de los hombres, y la segunda de los animales; pero como muchas veces no basta la primera,
es indispensable acudir a la segunda. De aquí que a los príncipes convenga saber usar bien de la
bestia y del hombre» (1984).
13 «Si alguno objetara que César con la liberalidad consiguió el imperio, y otros muchos, por ser y tener
fama de liberales, han llegado a elevadísimos puestos, responderé que o eres ya príncipe o estás
en camino de serlo. La liberalidad es dañosa en el primer caso; en el segundo es muy necesario
ser tenido por liberal; y César fue uno de los que aspiraron al poder supremo en Roma. Pero si, al
lograrlo, hubiese vivido largo tiempo sin moderar los grandes gastos, perdiera seguramente el poder»
(1984).
14 «Y si alguien replica que ha habido muchos príncipes con fama de muy liberales que con sus ejércitos
R A FA E L G A U N E
hicieron grandes cosas, distinguiré si atendió a las liberalidades con dinero suyo, o de sus súbditos,
o de otros. En el primer caso debe ser parco, y en el segundo no ser liberal a costa de los que le
sirven. Solo en el tercer caso, cuando el príncipe va al frente de un ejército al cual mantiene con las
presas, los saqueos y rescates que hace o impone al enemigo, le es indispensable la liberalidad,
porque de otro modo no le seguirían sus soldados. De lo que no es tuyo ni de tus súbditos puedes
ser ampliamente generoso, como lo fueron Ciro, César y Alejandro» (1984).
15 «[…] pues el gastar lo ajeno no quita fama, sino la da; mientras prodigar lo tuyo te perjudica. No hay
condición más propensa a gastarse y consumirse por sí misma que la liberalidad, pues a medida
que la usas vas perdiendo los medios de ejercerla, y llegas a la pobreza y al desprecio, o, por huir
Aquí, una vez más, estamos ante el Maquiavelo de los intersticios que
se repite en el capítulo XVI. Es, finalmente, la sinergia política entre
miseria y liberalidad, entre mísero y liberal. Aunque, como sabemos, la
sinergia puede también convertirse en una tensión y conflicto cuando
251
no se usa virtuosamente la liberalidad. Del mismo modo, se produce LA POLÍTICA DE
LOS INTERSTICIOS:
una tensión cuando el príncipe no hace las excepciones y la liberalidad «DE LIBERALITATE
es solo una imagen vacía (suntuosidad). Finalmente, cuando no existe ET PARSIMONIA»
adaptación se produce el peligro mayor para el príncipe: la infamia y el EN EL PRÍNCIPE,
odio por parte del pueblo. DE NICOLÁS
MAQUIAVELO
El príncipe puede ser liberal solo cuando gasta sus dineros, o cuando
está en vía de conquistar el poder. Solo en estas dos excepciones está THE POLITICS OF
permitida la liberalidad. La etiqueta de «liberal» (o la fama) siempre INTERSTICES: «DE
hará nacer dificultades (o, más bien, desprecio) para el príncipe, pues LIBERALITATE ET
PARISMONIA»
para conservar ese nombre se convertirá en un ser odiado por los IN NICHOLAS
súbditos —lo que fragmentará, entonces, la sinergia entre liberalidad MACCHIAVELLO’S
y miseria—. En la cita precedente, perché lo spendere quel d’altri non ti THE PRINCE
toglie reputazione ma te ne aggiunge, Maquiavelo propone una implicación
positiva de la miseria: la reputación del príncipe. Ser mísero reportará
reputación; ser liberal, en cambio, odio. Aunque siempre considerando,
por cierto, las excepciones a las dos dimensiones.
En ese sentido, la reputación y la gloria en El príncipe suponen una
superposición entre ser y parecer. Y esto, por ningún motivo, es
una oposición a lo concreto de la verità effettuale. Al contrario, es un
complemento que podemos encontrar en el capítulo XVI, cuando
Maquiavelo se refiere a que el príncipe debe tener una apariencia de
liberal cuando quiere conquistar el poder y, una vez que llega a él,
deber ser mísero. Los vínculos entre apariencia y ser son una sinergia
que Maquiavelo presenta, por ejemplo, en un importante pasaje de los
Discorsi, I, 25:
Colui che desidera o che vuole riformare uno stato d’una città, a volere
che sia accetto e poterlo con satisfazione di ciascuno mantenere, è
necessario a ritenere l’ombra almanco de’ modi antichi, acciò che a’
popoli non paia avere mutato ordine, ancorché in fatto gli ordini nuovi
fussero al tutto alieni dai passati; perché lo universale degli uomini si
pascono così di quel che pare come di quello che è: anzi, molte volte
si muovono più per le cose che paiono che per quelle che sono (2010,
p. 120)16.
R A FA E L G A U N E
de ambas cosas, a ser rapaz y odioso. De nada debe guardarse más un príncipe que de inspirar
desprecio u odio, y la liberalidad conduce a una de ambas cosas» (1984).
16 «Cualquiera que desee o necesite reformar el modo de gobierno de una ciudad, si quiere que el
cambio sea aceptado y mantenido con satisfacción general, precisa conservar al menos la sombra
de los antiguos, de modo que al pueblo no le aparezca que ha cambiado el orden político, aunque
de hecho los nuevos ordenamientos sean totalmente distintos de los pasados, porque la mayoría de
los hombres se sienten tan satisfechos con lo que parece como con lo que es, y muchas veces se
mueven más por las cosas aparentes que por las que realmente existen» (1987, p. 97).
I I I . LO S I N T E R S T I C I O S D E M AQ U I AV E LO
El panorama del capítulo XVI es complejo y estimulante. Cada vez
que lo leemos surgen nuevas preguntas y matices. En ese sentido, el
capítulo XVI de El príncipe es un fragmento de una obra excepcional.
Sin embargo, es cierto que no podemos aislarlo de los otros capítulos y
debemos estudiarlo en una relación de fuerza con el desarrollo analítico
R A FA E L G A U N E
17 «Pues generalmente los hombres juzgan más por los ojos que por los demás sentidos; y pudiendo
ver todos, pocos comprenden bien lo que ven. Todos verán lo que aparentas, pocos sabrán lo que
eres, y estos pocos no se atreverán a ponerse en contra de la inmensa mayoría, que tiene de su
parte la majestad del estado. De las acciones del hombre, y más aún de las de los príncipes, que no
pueden someterse a reclamación judicial, hay que juzgar por los resultados» (1984).
18 «Por tanto, es más atinado consentir fama de tacaño, la cual no honra, pero tampoco engendra odio,
que, por buscar reputación de liberal, verse en la precisión de cometer rapiñas infamantes y odiosas»
(1984).
REFERENCIAS
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R A FA E L G A U N E
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Cambridge: Cambridge University Press.
Recibido: 11/03/2019
Aprobado: 16/04/2019
Abstract: This essay shows the ideological and doctrinal sources that prepared
the way for the so-called social constitutionalism in Mexico since the end of
the 19th century. Very close to the current European social issue, the Mexican
I. L I B E R A L I S M O Y C AT O L I C I S M O S O C I A L E N
TORNO A LA DOC TRINA DE LAS GARANTÍAS
SOCIALES EN EL CONSTITUYENTE DE 1917
El nacimiento del llamado liberalismo social en México tiene una de sus
vetas más notables en la tradición asistencialista y de remordimiento
moral con respecto a la «carne de cañón» que han sido los habitantes
nativos de México en la construcción del moderno Estado nacional.
Los liberales de finales del siglo XIX, anticlericales o no, coincidían
en la necesidad de una política social de redención de las condiciones
extremas de explotación y de abandono económico de la población
indígena, la cual seguía siendo mayoritaria en el México de los censos
de población de 1895, 1900 y 1910. En sus notas autobiográficas, el
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
82
definitiva.
Dada la premura con la que debían abordar cada uno de los artículos
restantes de la nueva Constitución (el Congreso contaba apenas con
dos meses para discutir todos los puntos, redactarla y votarla), se solicitó
la creación de una nueva comisión que se encargara de redactar una
propuesta en poco tiempo que fuera presentada a los congresistas. El
mismo diputado Macías propuso a Rouaix para ser el encargado de la
nueva comisión, dada su experiencia en el campo de la industria y las
actividades económicas de extracción de recursos naturales, así como en
la promulgación de la Ley Agraria de 6 de enero de 1915.
Rouaix se mostró sumamente entusiasta con la empresa que le había
sido encomendada. Recibió en su casa a la comisión y a los demás
interesados en debatir los puntos centrales, tanto del artículo 5 como de
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
82
1 Para un examen del origen de la huelga moderna en México como antecedente de la nueva
legislación, véase Morales Moreno (2014).
2 Para un buen análisis pormenorizado de la composición de las comisiones presididas por Rouaix,
véase el texto de Jorge Madrazo (1990).
3 Ingeniero nacido el 28 de agosto de 1874 en ciudad del Carmen Campeche. Estudió en Bélgica,
graduado de Ingeniería en la Universidad de Gante en 1896. Fue diputado por Paso del Macho,
Veracruz, al Constituyente. En su semblanza biográfica, escrita por Jesús Romero Flores, aparece
con el nombre de Victorio E. Góngora. Véase Romero Flores (2014, pp. 183-184).
4 Según Jorge Adame (1990, pp. 449 y ss.), el 27 de diciembre de 1916, junto con Heriberto Jara y
Cándido Aguilar, presentó la iniciativa de reforma al quinto constitucional, con una propuesta de
protección al trabajo asalariado. Menciona que, por un autógrafo, su nombre era posiblemente
Victorio Eduardo Góngora.
refiriendo para que sea llevada a feliz efecto en esta ocasión y se llene
el vacío existente en nuestros códigos, definiendo exactamente la
naturaleza del contrato de trabajo, para mantener el efecto deseado en
las relaciones jurídicas de trabajadores y patrones, subordinadas a los
265
intereses morales de la humanidad en general y de nuestra nacionalidad EL NACIENTE
DERECHO LABORAL
en lo particular, que demandan la conservación de la especie y el
MEXICANO: 1891-
mejoramiento de su cultura en condiciones de bienestar y de seguridad 1928
apetecible (Rouaix, 1945, p. 397).
THE NASCENT
Ya en este momento se habla de un jornal máximo, en beneficio de la MEXICAN LABOR
salud del trabajador, y de un jornal mínimo que satisfaga las necesidades LAW: 1891-1928
materiales. El contrato laboral hasta ese momento se había considerado
como una modalidad del contrato de arrendamiento. Rouaix, siguiendo
a Góngora, incorpora la visión germano-belga del trabajo como derecho
social:
aseguramiento de las condiciones humanas de trabajo, como salubridad
de locales, preservación moral, descanso hebdomadario, salario justo
y garantías para los riesgos que amenacen al obrero en el ejercicio
de su empleo, […] fomentar la organización de establecimientos de
beneficencia e institución de previsión social, para asistir a los enfermos,
ayudar a los inválidos, socorrer a los ancianos, proteger a los niños
abandonados y auxiliar a ese gran ejercito de reservas de trabajadores
parados involuntariamente, que constituye un peligro inminente para la
tranquilidad pública (Rouaix, 1945, pp. 399-400),
Pero, sin duda, la fracción VI relativa al salario mínimo fue una de las
más influyentes a escala internacional, pues estableció como norma
garantista el principio remunerador del salario para una familia en
función del costo de vida en cada municipio o estado de la república.
267
Este principio ya se estipulaba desde el viejo concepto de «decent work» EL NACIENTE
DERECHO LABORAL
de Malthus de 1793 y en ordenanzas novohispanas del siglo XVIII. Sin MEXICANO: 1891-
embargo, bajo la influencia doctrinal del anarcosindicalismo mexicano 1928
de influencia magonista, logró integrarse en el debate constituyente
junto con la también importante figura del reparto de utilidades de THE NASCENT
MEXICAN LABOR
inspiración socialista. No deja de llamar la atención la mirada moral
LAW: 1891-1928
de esta fracción, cercana al catolicismo social, cuando se estipula que
el salario debe satisfacer, entre otras cosas, «placeres honestos» de los
obreros. El principio de «trabajo igual, salario igual» y la prohibición de
embargar o descontar deudas sobre el salario mínimo fue también un
avance notable de las fracciones VII y VIII. Cada Estado de la República
tendría una Junta Central de Conciliación y Arbitraje, la cual fijaría los
salarios y el reparto de utilidades. Las horas extras se pagarían al 100%
adicional de las horas normales.
Una herencia del régimen anterior fue cargar a los patrones la provisión
de infraestructura de vivienda y servicios básicos a los trabajadores que
vivieran a más de dos kilómetros de distancia de los centros de población.
El lado moral siempre acompañaba estas disposiciones normativas: no
casas de juego, no bebidas embriagantes en los establecimientos fabriles.
Adelantándose en forma de previsión social, las indemnizaciones por
accidentes o muerte en el trabajo se pagarían por los patrones incluso
cuando el contrato laboral se hiciera a través de un intermediario. (Hoy la
figura del outsourcing laboral está presente en los regímenes neoliberales
de América; en México, desde 1917, se reconocía la responsabilidad del
patrón ante conflictos derivados del proceso de trabajo)5. Las fracciones
XVI, XVII y XVIII reglamentaron los sindicatos obreros y patronales y
HUMBER TO MORALES MORENO
5 Este párrafo fue suprimido por la Comisión en su dictamen, aunque posteriormente sí se publicó en
el texto constitucional.
6 Para la historiografía mexicana sobre las influencias socialistas y anarquistas en la doctrina del
artículo 123, véase De la Cueva (1967), Trueba Urbina (1970) y De Buen (1974).
El alegato del diputado Jara fue muy elocuente al explicar por qué
disposiciones reglamentarias del trabajo —como la jornada de ocho
horas, el reparto de utilidades, el descanso dominical, etcétera— debían
quedar en la norma general del artículo 123 y no como parte de una ley
reglamentaria. El alegato era en el fondo muy simple. Habían pasado
décadas y centurias en las que el trabajo subordinado nunca tuvo
una reglamentación especial y las disposiciones generales de carácter
constitucional nunca respetaron la dignidad de los asalariados ni de los
campesinos sin tierra. La única garantía de hacer valer sus derechos era
convertir estas disposiciones administrativas en principio general de
previsión social.
La discusión de la protección del trabajo femenino y de los menores
en el trabajo industrial nocturno no pareció obedecer solamente a
HUMBER TO MORALES MORENO
7 Para un análisis profundo del modelo de ficción democrática del liberalismo mexicano heredado del
siglo XIX, véase el libro de F.X. Guerra (2000).
8 Para una crónica detallada de la participación del pensamiento católico de la Rerum Novarum en
México, véase Adame (1981).
9 Para un resumen en lengua española de la cuestión social europea, véase Suárez Cortina, 2006. Para
el caso de Chile, véase Grez Toso, s.f. En México, el jesuita Alfredo Méndez Medina escribió un texto
clásico sobre La cuestión social en 1913, como consecuencia de la «Dieta de Zamora» que reunía en
1909 al círculo de obreros católicos de México (véase Méndez Medina, 1988). Las ideas del jesuita
Méndez se apoyaron en los clásicos del teólogo alemán Franz Hitze, La quintaesencia de la cuestión
social, que proponía una conciliación basada en el orden natural entre sindicatos profesionales de
obreros y las clases dirigentes. Las obras clave de Hitze para entender el catolicismo social de la
época son Die Quintessenz der Sozialen Frage (1880) y «Kapital und Arbeit und die Reorganisation
der Gesellschaft» (1921). Véanse también los trabajos de Ceballos Ramírez y Garza Rangel (2000).
Del lado del anarquismo societario, no se debe olvidar el texto de Ricardo Flores Magón (1912),
titulado justamente «La cuestión social en México».
10 En mi libro Rio Blanco (Morales Moreno, 2014) he argumentado que, como consecuencia del
reglamento de trabajo de 1911 (heredero de las presiones de la rebelión de Río Blanco de 1907), el
salario promedio diario para tejedores calificados era de 1.25 pesos sobre 14 horas de trabajo en
fábricas de Atlixco, Puebla. La Convención de 1912 obligó a la CIASA en Metepec a suprimir la tienda
de raya y al pago semanal de seis días con jornada de 10 horas y 10% de aumento salarial. Los
aumentos nominales después de 1913 fueron aproximadamente del 80%. En la debacle financiera
de 1914-1917, Metepec cerró y los trabajadores vivieron de la agricultura y subsistencias de la
cooperativa local y de lo que la empresa les dio para trabajar en el campo. El promedio de salarios
de las fábricas grandes en Puebla (Atlixco) entre 1912-1924 fue de 1.50 diario por trabajador, ya
calculado el aumento nominal del 80% promedio, lo que representó que —con todo y su organización
sindical y con las nuevas leyes a su favor— los trabajadores perdieran aproximadamente el 25% de
su poder adquisitivo en el periodo de 1912 a 1924. Se trató de una pérdida mucho menor que la de
los trabajadores que no tenían estos mecanismos de «protección y garantías», quienes sufrieron
una disminución de aproximadamente el 80% de su poder adquisitivo en el periodo. Véase también
Morales Moreno y Reyes Hernández (2015).
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Trueba Urbina, A. (1970). Nuevo derecho del trabajo. Ciudad de México: Porrúa.
Recibido: 31/01/2019
Aprobado: 24/04/2019
Abstract: The article examines some of the legislative changes of the 2006
reform of adult prisons Law in Germany. The 2006 reform gave the Länder
competence to regulate the execution of the prison sentence, generating a
wave of new prison laws in the country. This article examines whether the
new legislation regarding the adult prison sentences reflects the lineages of
the federal law of 1976 and the case law standards of the BVerfG in this area.
The aim is to know the issues where the criteria of federal law and BVerfG’s
case-law influence state legislation, on the other hand, the issues where state
laws have innovated. At the same time, it also intends to make a critical
* Este artículo es producto de una pasantía de investigación realizada en enero de 2018 en el centro
de criminología de la Ernst-Moritz-Arndt Universität Greifswald, Alemania. Agradezco a mi anfitrión
Prof. Dr. Em. Frieder Dünkel por su atenta colaboración en la realización de este artículo.
** Profesor investigador jornada completa de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Doctor
por la Universidad Ernst-Moritz-Arndt Universität Greifswald, Alemania.
Código ORCID: 0000-0002-9571-7172. Correo electrónico: [email protected]
282 analysis of whether the adherence or innovation of state laws signifies an
advance with respect to previous regulations.
Key words: prison laws in Germany, 2006 reform, prison federal law of 1976,
case law standards of the BVerfG
I. INTRODUCCIÓN
El 7 de julio de 2006 tuvo lugar la más significativa reforma de la
Constitución Federal alemana (en adelante, GG como abreviación de
Grundgesetz) que establece una nueva distribución de competencias
entre la federación y los estados federados (Länder). Como explica
Martín Vida, la madre de todas las reformas toca la estructura del modelo
federal alemán, busca superar el centralismo y el escaso protagonismo
que tenían los Länder (Martín Vida, 2006, pp. 337- 339).
El contenido de la reforma fue variado, se centró en la reducción del
número de Zustimmungsgesetze1 y en la reducción de las competencias
legislativas de la federación. En lo que a este trabajo interesa, el nuevo
reparto de competencias entre la federación y los Länder tocó, entre
otras materias, la ejecución de las penas. De esta manera, el derecho
de reunión, el horario de cierre de comercios, la enseñanza superior y
universitaria, y la ejecución de la pena, entre otros asuntos que antes
eran objeto de legislación federal sobre la base del artículo 74.1 de la
Á LVA R O C A S T R O M O R A L E S
1 Leyes federales que necesitan contar con la aprobación del Consejo Federal (Bundesrat) para ser
aprobadas. Para mayor detalle, véase Martín Vida (2006, p. 338).
la desolación del sistema carcelario (Dünkel, 1996, pp. 2-3), destacan los trabajos centrados en los
efectos del encierro, la cárcel como problema sociológico, fines de la ejecución y cárceles juveniles.
Las investigaciones más destacadas de la época en el ámbito carcelario fueron las obras de Ohm,
Persönlichkeitswandlung unter Freiheitsentzug (1964); Matthes, Die Soziologie des Gefangenen
als existenzielles Problem (1956); Hofmann, Jugend im Gefängnis (1967); Hoppensack, Über die
Strafanstalt und ihre Wirkung auf Einstellung und Verhalten von Gefangenen (1969); Deimling,
Theorie und Praxis des Jugendstrafvollzugs in pädagogischer Sicht (1969); y Waldmann, Zielkonflikte
in einer Strafanstalt (1968) (al respecto, véase Göppinger, 1997, pp. 23-26). Adicionalmente al
aporte de Callies, Kaiser, Döllinger, Schöch y Kerner con sus investigaciones comparadas, hay que
considerar la nueva generación de criminólogos que formaron, entre otros, Dünkel, Böhm, Jehle y
Albrecht, quienes con entusiasmo le dieron las credenciales de mayoría de edad a la ejecución de la
sanción penal con una comunidad que está presta para aportar hasta el día de hoy al desarrollo de
la temática. A esta comunidad de especialistas pertenecieron también destacados intelectuales del
derecho que desde sus cátedras apoyaron a lo largo de la historía al desarrollo de la ejecución de la
sanción de prisión, valga un reconocimiento a Carl Joseph Anton Mittermaier, Franz von Holtzendorff,
Berthold Freudenthal, Gustav Radbruch, Harmin Kauffman, Georg Rusche, Otto Kirchheimer, entre
otros (véase Kaiser & Schöch, 2002, pp. 42-43; Vormbaum, 2009, p. 112).
4 La pena privativa de libertad, artículo 38 del Código Penal alemán (en adelante, StGB) se contempla
solo para casos de mediana gravedad, gravedad y multirreincidencia. La pena de prisión bajo el
StGB tiene dos modalidades, la temporal y la perpetua. La pena privativa de libertad temporal está
concebida para un máximo de 15 años. Luego de la abolición de la pena de muerte en 1949, la pena
perpetua pasó a ser la sanción más dura del sistema, pese a las críticas en torno a la vulneración de
la dignidad humana, proporcionalidad e ineficacia (Dünkel, 2013a, p. 1697). En el diseño del Código
Penal alemán, la pena de prisión junto con la multa (artículo 40 StGB) son consideradas sanciones y
Á LVA R O C A S T R O M O R A L E S
7 Estos estándares jurisprudenciales del BVerfG serán desarrollados más adelante en la sección III.
I I . E S C E N A R I O L E G I S L A T I V O P O S T E R I O R A L A
REFORMA DE 2006
Antes de la reforma de 2006, la ejecución de la pena de prisión de
adultos se encontraba regulada a escala federal por la ley de 1976
«Strafvollzugsgesetz»8. La Ley Federal de 1976 tuvo un alcance
limitado y solo reguló la ejecución de la pena de prisión de los adultos
(Böhm, 2005). Para los adolescentes la situación fue muy diferente y
debieron transcurrir 35 años para lograr que la temática fuera regulada
por una ley y bajos las lógicas de la Convención de los Derechos de
los Niños. Durante dicho periodo, un reglamento denominado
«Verwaltungsvorschriften zum Jugendstrafvollzug» reguló la actividad
(Ostendorf, 2012, pp. 29-339.
El panorama normativo de la ejecución de la pena de prisión de los
adultos en Alemania, después de la reforma de 2006, se compone de
dos niveles: federal y estadual. En el plano federal, la ley de ejecución
decimonónica del privado de libertad como súbdito de la administración penitenciaria que solo tiene
obligaciones. Al igual que España, Grecia, Austria, Noruega, Japón, Holanda e Italia, Alemania
decide regular el tema en una ley especial de ejecución de la sanción privativa de libertad. Francia,
Polonia, Portugal y Rusia, en cambio, regulan la temática en sus códigos procesales penales. Suiza y
Dinamarca lo hacen en su Código Penal. Ahora bien, independientemente de cuál fuera la estrategia
legislativa adoptada por los países europeos, todas estas reformas se encaminaron a incorporar el
nuevo paradigma que considera al privado de libertad como un sujeto de derechos que debe ser
protegido e incentivado en la inserción social, y a contemplar mecanismos judiciales que revisen las
decisiones adoptadas por la administración penitenciaria que signifiquen vulneración de derechos
(Kaiser & Schöch, 2002, pp. 90-112).
9 En 2006, el BVerfG (fallo 116, 69), siguiendo las Recomendaciones del Consejo de Europa para la
ejecución de medidas ambulatorias y sanciones privativa de libertad, reafirma la especialidad en la
etapa de ejecución de la sanción penal juvenil y la necesidad de que su regulación esté definida por
el legislador. La ejecución tendría un componente educativo reforzado, las oferta tanto pedagógica
como terapéutica tendría que ser garantizada en todas las etapas de la ejecución, desde el ingreso
hasta la puesta en libertad, y las normas soft law serían vinculantes para el Estado (Landau, 2011,
p. 135).
Schleswig-Holstein 09/01/2017
I I I . R E G U L A C I Ó N D E L A S L E Y E S E S T A D U A L E S A
LA LUZ DE LA LEY FEDERAL DE 1976 Y LA
JURISPRUDENCIA DEL BVerfG
III.1. Estatus jurídico del privado de libertad
El paradigma del preso como sujeto de derechos y una administración
penitenciaria obligada a custodiar y proteger al privado de libertad fue
asentado en la década del setenta por el BVerfG y cristalizado luego por
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
82
10 Es un hecho reconocido por la evidencia que el encierro genera en el ser humano una serie de
problemas psicológicos, psiquiátricos y psicosomáticos. Adicionalmente, dentro de la cárcel se
producen altos niveles de violencia que ponen en riesgo la vida e integridad del sujeto que cumple
condena. Factores que contribuirían a la desculturalización y deshumanización de los presos. Para
más información, véase Callies y Müller-Dietz (2002, p. 5).
11 La dignidad humana y el principio de Estado social han sido claves para orientar las decisiones del
BVerfG en esta materia. La dignidad humana se desprende de la capacidad del ser humano de
realizarse como tal en la medida de sus posibilidades. El Estado no solo debe observar de manera
neutral este desarrollo individual, absteniéndose de todo enjuiciamiento o discriminación —incluso
Á LVA R O C A S T R O M O R A L E S
en los casos en que dicha realización sea vana o parezca peligrosa para la comunidad—, sino que
debe colaborar para que todos los individuos puedan superar sus imperfecciones e insuficiencias,
sobre todo para aquellos que han caído en desgracia, por ejemplo, los que cometen delitos y son
condenados a la pena de prisión (Benda, 2001a, pp. 124-125). El Estado social como principio rector
vinculante para los poderes públicos obliga al Estado, en el decir de Benda, no solo a establecer
las condiciones básicas para que la vida se despliegue sin violencia, además lo obliga a brindar
asistencia estatal básica, ya que los talentos personales y destrezas particulares de los ciudadanos
pueden no ser suficientes, por lo que estos requerirían de apoyo estatal (2001b, pp. 521-528).
12 El más conocido de los fallos del BVerfG en materia de presos adultos es el de 1972, el cual obliga
al Estado a emprender la reforma que se cristaliza en la Ley Federal de 1976 (Sentencia 33, 1). El
BVerfG cuestiona la lógica de la relación de sujeción especial, paradigma que considera al preso
como súbdito del Estado y solo portador de obligaciones. De acuerdo con lo anterior, el BVerfG
ordena al Estado alemán a reformar el sistema de ejecución de la sanción privativa de libertad de
los adultos, en concreto, poner término a la regulación reglamentaria, cambiar el paradigma en torno
al estatus de los prisioneros, considerarlos sujetos de derechos, y dictar una ley federal que regule
el tema. Para todo lo anterior, el tribunal fija un plazo de cinco años (Landau, 2011, p. 132; Kaiser &
Schöch, 2003, pp. 29-30).
13 A modo de ejemplo, los derechos fundamentales reconocidos en la GG son los siguientes: dignidad
humana (artículo 1, §1), derecho a la vida (artículo 2, §2), integridad corporal (artículo 2, §2), igualdad
de trato (artículo 3), conciencia (artículo 4), asociación (artículo 9), propiedad (artículo 14), privacidad
(artículo 13), petición (artículo 17), derecho a voto (artículo 38), acceso a tribunales (artículos 101,
103), protección a la libertad (artículo 104) (para más información, véase Kaiser & Schöch, 2003,
p. 33).
14 En la época había críticas a las penas indeterminadas, así como a los experimentos reñidos con la
ética que se realizaron sobre algunos privados de libertad, por ejemplo, castración química y pruebas
de medicamento. También surgieron dudas con respecto a la efectividad de la reinserción (véase
Zysman Quirós, 2013, pp. 254-266).
15 Esta decisión también fue adoptada posteriormente por otras legislaciones en Europa como la
española de 1979 (véase Juanatey Dorado, 2016, pp. 86-88).
Las salidas fueron instauradas por primera vez a finales de los años
sesenta como experimentos que buscaban potenciar el trabajo fuera del
establecimiento carcelario. La Ley Federal de 1976 las contempló con
el objetivo de trabajar o cumplir con diligencias a determinadas horas
del día (Kaiser & Schöch, 2002, pp. 48-51). En términos generales, para
acceder a estas salidas era necesario, bajo la Ley Federal de 1976, que el
«privado de libertad haya cumplido en reclusión por lo menos seis meses
de la ejecución y que no existiera peligro de que este rehúya la ejecución
de la condena o abuse de los beneficios en la ejecución para delinquir»
(artículo 11, numerales 1 y 2). Al año, cada privado de libertad tenía
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
296 un máximo de 21 días calendarios para salir de la cárcel (artículo 13)
(Kaiser & Schöch, 2002, pp. 147-151).
En el caso de la cadena perpetua, la Ley Federal de 1976 contemplaba
que el condenado podía obtener un permiso de salida, si este había
estado recluido durante diez años. Es importante precisar que el fallo
45, 187 del BVerfG consideró que la imposición de la cadena perpetua
debería dejar abierta al condenado, una vez cumplida una parte
considerable de la condena, al menos la posibilidad de libertad por la
vía de la libertad condicional. La pena perpetua sin flexibilidad supone
que el Estado se sustraiga de su obligación de resocializar al delincuente.
De la dignidad humana y el principio del Estado social se desprende la
obligación del Estado de garantizar un mínimo de existencia. Con una
dignidad entendida en estas condiciones, el Estado no podría privar de
libertad a los seres humanos sin darles la posibilidad de poder obtenerla
nuevamente (Landau, 2011, pp. 133-134). El fallo obligó al legislador
a considerar la aplicación de la puesta en libertad anticipada para la
cadena perpetua y a emprender en 1982 una reforma que terminó por
contenerse en el artículo 57a del Código Penal (StGB) (Dünkel, 2013b,
p. 2139).
En las legislaciones estaduales es preciso observar dos tendencias en esta
temática. Una sigue la fórmula de la Ley Federal de 1976, la otra establece
nuevos criterios. En este último grupo nos encontramos, por ejemplo,
con Baden-Wurtemberg y Baja Sajonia que incorporan la prevención
especial positiva como razón que podría justificar la denegación de la
salida (Dünkel et al., 2018, pp. 26-27).
En Baviera también se contemplan criterios diferentes en materia de
cadena perpetua y para los casos de condenados a pena de prisión por
delitos violentos y sexuales. En el primer caso, el mínimo tiempo de
ejecución transcurrido dentro de la prisión para acceder a las salidas
es de 12 años en vez de 10 como en la Ley Federal. En el caso de los
condenados por delitos violentos y sexuales, se permite considerar, en la
decisión en torno a la concesión de las salidas, los informes y opiniones
Á LVA R O C A S T R O M O R A L E S
desplegar dentro del recinto (Mika, 2018, p. 67; Dünkel & Kühl, 2009,
p. 84)
En las legislaciones estaduales se reguló en similares términos el principio
299
de responsabilidad (Baden-Wurtemberg, artículo 61 inciso 1 y artículo EJECUCIÓN DE LA
62; Baviera, artículo 87 inciso 1 y artículo 88; Brandeburgo, artículo PENA DE PRISIÓN
85 incisos 1 y 3; Mecklemburgo Pomerania Occidental, artículo 73; DE ADULTOS EN
Renania-Palatinado, artículo 32; Sarre, artículo 25; Sajonia, artículo 74). ALEMANIA: ANÁLISIS
Las legislaciones estaduales siguieron, además, la técnica legislativa de DE LAS LEYES
ESTADUALES A
la Ley Federal y contemplaron catálogos generales de comportamiento.
LA LUZ DE LA LEY
Con esta técnica se desaprovecha la oportunidad de contemplar un FEDERAL DE 1976 Y
claro y preciso catálogo de actuación dentro del recinto que satisfaría LA JURISPRUDENCIA
las exigencias de tipicidad que se desprenden del principio de legalidad DEL TRIBUNAL
(Mika, 2018, p. 68; Walter, 2015, p. 921). Considérese las legislaciones CONSTITUCIONAL
de Baden-Wurtemberg, Baviera, Hamburgo y Baja Sajonia, las cuales FEDERAL ALEMÁN
describen las normas de comportamiento de forma diseminada y no (BVERFG)*
en un único catálogo de actuación. Estas normas de comportamiento ADULT PRISON
serían las siguientes (Mika, 2018, p. 67): LAW IN GERMANY:
ANALYSIS OF STATE
• La obligación de usar la ropa entregada por el recinto. LAWS IN THE LIGHT
• Entregar objetos recibidos durante las visitas sin autorización. OF THE FEDERAL
LAW OF 1976 AND
• Tramitar el envío y recepción de sus cartas a través del GERMAN FEDERAL
establecimiento. CONSTITUTIONAL
• El recluso debe guardar las cartas recibidas abiertas. COURT’S (BVERFG)
CASE LAW
• El recluso está obligado a realizar un trabajo compatible con sus
capacidades físicas.
• El interno debe colaborar con las medidas necesarias para la
protección sanitaria e higiénica.
• El recluso está sometido al horario cotidiano del establecimiento
penitenciario.
• El interno no debe perturbar con su comportamiento la
convivencia ordenada.
Á LVA R O C A S T R O M O R A L E S
realizar compras.
• Limitación o la privación de las audiciones de radio y televisión.
• Limitaciones o la privación de participación en las actividades
de tiempo libre.
• Limitaciones o la privación de participación en actividades
laborales o de ocupación.
• Restricción del contacto con personas fuera del penal.
• Arresto.
I V. C O N C LU S I O N E S Y D I S C U S I Ó N
El 7 de julio de 2006 tuvo lugar la más significativa reforma de la GG que
estableció una nueva distribución de competencias entre la federación
y los Länder. A esta investigación interesó la ola de reformas y nuevas
leyes de ejecución de la pena de prisión de adultos en Alemania. El
panorama normativo de la ejecución de la pena de prisión de los adultos
después de la reforma de 2006 quedó compuesto en Alemania de dos
niveles: federal y estadual.
Una de las preguntas que se buscaba responder al iniciar el artículo
era conocer en qué temáticas los criterios de la Ley Federal de 1976
y de la jurisprudencia del BVerfG han influido sobre las legislaciones
estaduales. En torno a esta primera inquietud, podemos afirmar que hay
una marcada influencia de la Ley Federal y la jurisprudencia del BVerfG
en materia de control judicial, estatus jurídico del preso, consagración
normativa de la separación entre hombre y mujeres, contacto con el
mundo exterior, medidas disciplinarias y tipos de centros.
En materia de control judicial, la influencia de la Ley Federal de 1976
en las leyes estaduales es obvia al continuar el título relativo al control
Á LVA R O C A S T R O M O R A L E S
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Á LVA R O C A S T R O M O R A L E S
Recibido: 31/08/2018
Aprobado: 27/12/2018
I I . U N B R E V E R E CO R R I D O H I S TÓ R I CO P O R L A
N O R MAT I VA S A LVA D O R E Ñ A S O B R E N AC I O N A L I DA D
Y EXTRANJERÍA
Para comprender la normativa salvadoreña como producto de su relación
con el antiguo imperio español, tenemos que remontarnos al siglo XIX,
época de su independencia de España, y al siglo XX, periodo de creación
e instauración del Estado de Derecho, el orden social nacional y de la
creación de la identidad cultural nacional. En ese sentido, cabe señalar
que
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
82
1 En El Salvador, bajo el mandato del general Maximiliano Hernández Martínez, se llevó a cabo
el exterminio de 25 000 indígenas, lo cual supuso casi su desaparición total en el país. Tan solo
aproximadamente el 1% de la población indígena se salvó del exterminio, aunque no se puede
llegar realmente a determinar un número exacto en la medida en que muchos de ellos, huyendo
de la persecución, adoptaron nombres y apellidos castellanos para ocultar su origen, asimismo,
empezaron a hablar castellano, y a olvidar su idioma original.
3 El artículo 90.3 de la Constitución dispone que «son salvadoreños por nacimiento los originarios de
los demás Estados que constituyeron la República Federal de Centro América, que teniendo domicilio
en El Salvador manifiesten ante las autoridades competentes su voluntad de ser salvadoreños, sin
que se requiera la renuncia a su nacionalidad de origen». El párrafo primero del artículo 89 de la
Constitución dispone que «El Salvador alentará y promoverá la integración humana, económica,
social y cultural con las repúblicas americanas y especialmente con las del istmo centroamericano» y,
en su párrafo segundo, habla incluso de la posibilidad de reconstruir total o parcialmente la República
de Centro América, sometiendo el proyecto y bases de la unión a consulta popular.
4 A través de los Acuerdos de Paz se modificó la Constitución salvadoreña de 1983, pero nada en lo
LU C Í A S E R R A N O - S Á N C H E Z
relativo a los temas de migración ni de los migrantes. Se evita la incidencia política de los extranjeros
y de los exiliados. No obstante, es plausible la creación de cuerpos como la Policía Nacional Civil
Salvadoreña y la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, además de la sujeción
y control de la fuerza armada para la instauración de un verdadero Estado democrático y para la
protección y defensa de los derechos humanos. También quedó fuera de los Acuerdos de Paz la
temática de género, e infancia y adolescencia. Posteriormente, a través del impulso internacional,
se crearían instituciones salvadoreñas encargadas de la protección de las mujeres como el Instituto
Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), el cual fue creado en 1996; para menores,
el Instituto Salvadoreño de Protección al Menor (ISPM; actualmente el Instituto Salvadoreño para
el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA)) en 1993; y para jóvenes, el Instituto
Nacional de la Juventud (INJUVE) en el año 2012.
5 En el primer cuatrimestre del año 2017 hubo 33 661 solicitudes iniciales de menores salvadoreños
en Estados Unidos para beneficiarse del programa DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals) y
33 787 solicitudes de renovación (U.S. Citizenship and Immigration Services, 2017).
6 «En el año 2015, el Congreso de Estados Unidos aprobó un presupuesto de US$750 millones para
atacar de raíz las causas de la migración y también para incrementar la seguridad de la frontera entre
Estados Unidos y México, así como las fronteras interiores de Centroamérica» (Olson, 2016, p. 5).
7 Para profundizar sobre las formas de acceso a la nacionalidad salvadoreña véase Serrano Sánchez,
2019.
8 Conviene señalar que la noción de nacionalidad, así como sus formas de concesión o acceso, ha
variado a lo largo de la historia constitucional salvadoreña, si bien no las desarrollaremos aquí por no
ser el objeto de la presente investigación.
9 Ciudadanía en plenitud, entendida como acceso y ejercicio de todos los derechos políticos recogidos
en el artículo 72 de la Constitución, como el ejercicio del sufragio, constitución o ingreso en partidos
políticos y acceso a cargos públicos.
10 La ciudadanía es contemplada taxativamente en el Capítulo III «Los ciudadanos, sus derechos y
deberes políticos y el cuerpo electoral» del Título II «Los derechos y garantías fundamentales de la
persona» de la Constitución salvadoreña de 1983 (artículos 71-82).
11 De acuerdo con el artículo 72 de la Constitución salvadoreña, estos derechos políticos incluyen
el ejercicio del sufragio, la constitución de partidos políticos, el ingreso en partidos políticos ya
constituidos, y el acceso a cargos públicos.
12 El límite de edad y la capacidad para ejercer los derechos políticos ha sido históricamente una
cuestión controvertida. Así, por ejemplo, en la Constitución salvadoreña de 1841, en su título
segundo, solo se reconocía como ciudadanos a «los salvadoreños mayores de 21 años que sean
padres de familia, o cabezas de casa, ó que sepan leer y escribir, o que tengan la propiedad que
designa la Ley».
17 Convenio firmado por cuatro países del norte de América Central (Guatemala, El Salvador, Honduras
y Nicaragua).
I V. D I V E R S I D A D D E R E G Í M E N E S D E E X T R A N J E R Í A
E N L A L E G I S L A C I Ó N E S TATA L
Antes de desarrollar las categorías jurídicas de extranjeros que existen
en El Salvador, comenzaremos por descifrar qué se entiende por
«extranjero» y dónde viene regulado. En ese sentido, cabe señalar que
la Constitución salvadoreña de 1983 no define en su articulado quiénes
son los extranjeros, pero sí quiénes son sus nacionales. El término
«extranjero» lo hallamos en el artículo 1 de la Ley de Extranjería de
198618: «son extranjeros los nacidos fuera del territorio nacional,
originarios de otros Estados que no han obtenido la calidad de
salvadoreños por naturalización y los originarios de los demás Estados
que formaron la República Federal de Centro América, que, teniendo
su domicilio en El Salvador, no han manifestado ante la autoridad
competente, su voluntad de ser salvadoreños por nacimiento». Esta
noción de extranjero provocaría que incluso los hijos de salvadoreños
nacidos en el extranjero que no hayan solicitado la nacionalidad, y
los centroamericanos residentes en El Salvador que no soliciten la
nacionalidad sean tratados como extranjeros y no como salvadoreños
naturales. A sensu contrario, de acuerdo con el artículo 90.119 de la
LU C Í A S E R R A N O - S Á N C H E Z
V. D I F E R E N C I A S T E R M I N O LÓ G I C A S E S E N C I A L E S
ENTRE EXTRANJERO Y MIGRANTE
La coexistencia en El Salvador de una legislación de extranjería junto a
una normativa de migración nos hace cuestionarnos cuál es la diferencia
337
entre un «migrante» y un «extranjero». Esta relación es más compleja UN ANÁLISIS
HISTÓRICO-
de lo que parece. Este apartado pretende aclarar ese disenso conceptual
JURÍDICO DE
que, en ocasiones, nos lleva a confundir a los nacionales salvadoreños LOS MÚLTIPLES
con los extranjeros. En ese sentido, debemos advertir que el término REGÍMENES DE
«migrante» tiene una raíz sociológica e implica un desplazamiento de la EXTRANJERÍA Y
persona de un país a otro, pero este desplazamiento —como veremos a NACIONALIDAD
continuación— puede darse a tres niveles. VIGENTES EN EL
SALVADOR
En primer lugar, la persona migrante que se desplaza puede salir del país
que ostenta la nacionalidad hacia otro país, siendo un emigrante. En A HISTORICAL-
LEGAL ANALYSIS OF
segundo lugar, puede ser una persona no nacional o extranjera que llega
THE MULTIPLE ALIEN
al país procedente de otro, a esta persona se la llama inmigrante. Esto AND NATIONALITY
nos llevaría a identificar al inmigrante con el extranjero o persona no REGIMES IN FORCE
nacional. Y, en tercer lugar, también puede ser una persona nacional IN EL SALVADOR
que haya emigrado y que regrese a su país de origen, siendo entonces
un emigrante retornado (D’Ors, 2002). Como podemos deducir, este
control de los flujos migratorios de entrada y salida al país tanto de
salvadoreños como de extranjeros tiene una explicación histórica. El
Salvador siempre ha sido un país de constaste flujos migratorios y sigue
siéndolo. Sin embargo, ha pasado de ser un país receptor de personas a
ser un país expulsor de personas o, lo que es lo mismo, ha pasado de ser
un país de inmigrantes21 a ser un país de emigrantes.
La legislación se ha adecuado a cada una de estas etapas históricas en
las que el número de población en El Salvador o bien ha sido muy bajo
o bien ha sido excesivamente alto, por lo que, para la supervivencia del
Estado, se hace necesario regular a través de una legislación más estricta
los flujos migratorios. Por un lado, se quiere saber, por parte del Estado,
cuál es el número exacto de habitantes que sale del país y, por otro, se
pretende evitar que entren más individuos al país y que permanezcan
en él. Con esa finalidad, a partir del siglo XX, el Estado salvadoreño
LU C Í A S E R R A N O - S Á N C H E Z
Salvador en la creación de una ley —en uno de los países de origen de los
emigrantes hacia EE.UU.— enfocada en controlar los flujos migratorios
tanto de salida como de entrada al país, a saber, la Ley de Migración
de 1933 y su continuación en la Ley de Migración de 1958. Por otra
339
parte, cabe señalar que esta ley es preconstitucional22 y que contradice UN ANÁLISIS
HISTÓRICO-
al imperativo constitucional de que los extranjeros tengan una ley JURÍDICO DE
especial y específica para ellos (artículo 100 Constitución Salvadoreña), LOS MÚLTIPLES
y no una regulación conjunta con los salvadoreños y dispersa como es REGÍMENES DE
la que tienen ahora. En efecto, la regulación jurídica que afecta a los EXTRANJERÍA Y
extranjeros está, entre otras, en las siguientes leyes: la Ley de Migración NACIONALIDAD
de 195823; Reglamento de la Ley de Migración de 1959 (Decreto VIGENTES EN EL
33); Ley de Residentes Rentistas de 197324; Reglamento de la Ley de SALVADOR
Residentes Rentistas de1974 (Decreto 48); y Ley de Extranjería de 1986 A HISTORICAL-
(Decreto 209). LEGAL ANALYSIS OF
THE MULTIPLE ALIEN
Para nosotros es bastante criticable el hecho de esta regulación conjunta AND NATIONALITY
de los salvadoreños emigrantes y los extranjeros inmigrantes en una REGIMES IN FORCE
misma legislación. Sirva como ejemplo que el «registro de extranjeros»25 IN EL SALVADOR
viene recogido a la vez en la Ley de Migración, en el Reglamento de
la Ley de Migración y en la Ley de Extranjería. Asimismo, en la Ley
de Migración se contempla la realización de un depósito para llevarse
a un salvadoreño como acompañante fuera del país (artículo 51 de la
Ley de Migración), o la contratación de salvadoreños (artículo 52 de
la Ley de Migración). Incluso se llega a crear la «Ley de Expedición y
Revalidación de Pasaportes y Autorizaciones de Entrada a la República»
en el año 1982 (Decreto 1020), la «Ley Especial para la Protección de la
Persona Migrante Salvadoreña y su Familia» (Decreto 655)26 en el año
2011 y su «Reglamento de Ejecución» (Decreto 71) en el año 2012. Un
mismo órgano será el encargado de controlar tanto a los salvadoreños
que salen del país como a los extranjeros que entran: la Dirección
General de Migración y Extranjería (DGME).
V I . O B S E R VA C I Ó N F I N A L
Como hemos podido comprobar, la vulnerabilidad social, jurídica y
LU C Í A S E R R A N O - S Á N C H E Z
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Recibido: 06/12/2017
Aprobado: 11/03/2019
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Abstract: The arbitration agreement has its origin, by nature, in the free will
of the parties who want to summit their controversies to arbitration, instead
of the ordinary jurisdiction. However, in the case of the public contracts, the
arbitration agreement does not have the same characteristics of free will,
as they have in civil contracts, precisely because of the public nature of the
authority, which means that they are subject to the legality principle instead
of having free will. In this paper I will try to prove that, as a consequence
of it, our legal framework produces one-sided arbitration agreements which
benefit the public authorities who draft those agreements. In fact, the lack of
possibilities for the contracting party to negotiate the content of the agreement
* Agradezco los comentarios y sugerencias de Néstor Shimabukuro, Luis Daniel Fernández y Jorge
López. Los errores son de mi exclusiva responsabilidad.
** Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Adjunto de docencia en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. Asociado de CMS Grau (Lima, Perú).
Código ORCID: 0000-0002-9485-6381. Correo electrónico: [email protected]
348 allows the public authority to draft such content in a way that only benefit
them and negatively affects the contractor, creating a situation of inefficiency.
The legislator, aware of the problem, has enacted rules that seek to recognize
rights to the bidder and restrict the discretionary powers of the authority;
however, those measures are not good enough. In this scenario, I propose a
solution which requires legal regulation in the content of the aforementioned
agreements, in a way that can be granted, from an ex-ante regulation, that the
arbitration agreement will be balanced.
I. INTRODUCCIÓN
La esencia del arbitraje como mecanismo de solución de conflictos reside
en la voluntariedad plasmada en el convenio arbitral1. Las partes deciden
voluntariamente someter sus controversias al arbitraje, sustrayéndose
de la jurisdicción ordinaria. La regla es, entonces, que nadie puede ser
obligado al arbitraje2.
En el Perú, sin embargo, se ha dispuesto mediante ley un tipo particular
de arbitraje. Así, en los contratos públicos, la Ley 30225 —ley de
contrataciones del Estado—establece que todos deben contener
un convenio arbitral. Por ello, no existe la posibilidad de someter las
controversias derivadas de estos contratos a la jurisdicción ordinaria.
1 Es categórica la frase de Gary Born al respecto: «It is elementary that “arbitration” is a consensual
process that requires the agreement of the parties» (2012, p. 4). En el mismo sentido, sostiene
Cremades lo siguiente: «Los elementos clave del arbitraje son el convenio arbitral, el sometimiento
OSCAR ALEJOS
por dicho convenio a la decisión de uno o varios árbitros de cuestiones litigiosas surgidas o que
puedan surgir y la libre disponibilidad de dichas materias conforme a derecho. El arbitraje nace como
genuina manifestación de la autonomía de la voluntad y siempre dentro de los límites propios de
su ejercicio, establecidos por el ordenamiento jurídico» (2011, p. 659). Del mismo modo, Fernando
Cantuarias y Manuel Aramburú dicen que «la voluntariedad en el acceso al arbitraje es pues una
característica fundamental de esta institución, sin la cual creemos que se desnaturaliza su existencia»
(1994, p. 42).
2 Como dice Bullard, «[l]a regla general es que no hay arbitraje sin acuerdo. Es decir, no hay arbitraje
sin contrato» (2012, p. 18).
3 Al respecto, Trayter ha sido tajante al señalar —refiriéndose al arbitraje— que «el hacer obligatoria
esta institución implica una desnaturalización de la misma, llegando entonces a hablarse de otra
cosa, pero no de arbitraje. […] Por ello, y a pesar de la denominación que utilizan leyes recientes,
consideramos que no estamos en presencia de auténticos arbitrajes cuando la única vía, impuesta
legalmente, es la del sometimiento a la decisión de unas personas denominadas árbitros» (1997,
pp. 79-80).
4 En ese sentido, por ejemplo, se pronuncian Mario Castillo y Rita Sabroso (2009, p. 28). En el mismo
sentido, Derik Latorre sostiene que «nos encontramos ante un cuerpo normativo que ha establecido
OSCAR ALEJOS
como obligatorio el que las entidades estatales incorporen en sus contratos cláusulas arbitrales e
incluso en ausencia de estas cláusulas dispone que se entenderá incorporado el convenio tipo del
Reglamento; pero no es posible sostener que se esté imponiendo el arbitraje a los privados, pues
estos tienen toda la libertad del mundo para decidir si participan o no en un proceso de selección con
la expectativa de contratar con el Estado» (2008, p. 288). En contra se manifiestan Ana María Arrarte
y Carlos Paniagua (2007, p. 132), quienes consideran que el arbitraje sigue siendo obligatorio, en la
medida en que las partes no pueden pactar en contra de lo que predispone la ley.
5 Sobre el particular, he desarrollado de forma muy preliminar la problemática mencionada en Alejos
(2018).
I I . B R E V E R E F E R E N C I A A L C O N T R A T O P Ú B L I C O
Y LA SUJECIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN AL
PRINCIPIO DE LEGALIDAD
Como he de explicar más adelante, en el presente artículo hago
referencia al contrato público, pero centrando mi atención en los
contratos regidos bajo la Ley 30225 de contrataciones del Estado. Ello
no impide, sin embargo, que exista una cuestión previa que es necesario
precisar para adentrarnos en el tema de fondo. No obstante, en la medida
en que no es el tema central del artículo, me permitiré hacer solo una
breve referencia, dejando al lector las fuentes que puede consultar para
profundizar mejor en el asunto.
Me refiero al tema de la «voluntad» con la que actúa el Estado al
momento de contratar. Como he explicado anteriormente, el arbitraje
encuentra su razón de ser en el convenio arbitral y este, a su vez, en
la voluntad de las partes. Ya que esto es así, no es ocioso preguntarse
si la Administración goza de una «autonomía de la voluntad», como
acontece con las partes de un contrato regido por el derecho privado.
OSCAR ALEJOS
6 En la doctrina nacional, puede leerse con provecho a Víctor Baca: «[…] la mayoría de la doctrina
entiende que la actuación administrativa en la contratación es distinta a la privada, lo que justifica,
por ejemplo, que no exista una verdadera autonomía de la voluntad en estos casos. […] Mientras
que en el Código Civil las leyes, la moral y el orden público son un límite externo a la voluntad de los
particulares, en el caso de la Administración pública el interés público, el ordenamiento jurídico y los
principios de buena administración son condicionantes de su legitimación para contratar, de modo
que nunca actúa con libertad, sino con discrecionalidad» (2014, pp. 273-274). En el mismo sentido,
señala Juan Carlos Morón lo siguiente: «Por parte de la autoridad, actúa siguiendo el principio
de legalidad que le señala los tipos de contratos a realizar, los objetos contractuales posibles de
concertar, el presupuesto posible de comprometer, el tipo de procedimiento de selección a aplicar a
cada caso y las reglas de ejecución contractual. Aun en las zonas en las que la Administración actúa
con discrecionalidad (preparar bases, evaluar propuestas, negociar modificaciones al contrato, etc.),
cada decisión debe ser motivada y sujetarse siempre a principios establecidos en la normativa»
(2016, p. 58).
7 Así, se ha dicho lo siguiente: «La Administración pública no tiene nada de esta autonomía privada:
no es que la tenga más limitada que los sujetos privados o que la tenga limitada o configurada de
otra forma; es que, sencillamente, no la tiene ni tiene nada realmente parecido. Aquí se puede decir
aquello de que cualquier parecido —que lo hay en lo superficial—es pura coincidencia» (Rebollo,
2004, p. 46).
8 En ese sentido, en la doctrina española, puede citarse a Manuel Rebollo: «Así las cosas, la libertad
de pactos de la Administración no es tal y, desde luego, no es sinónimo de autonomía de la voluntad
administrativa. Es, muy diferentemente, una amplia habilitación de potestad discrecional con todo
lo que ello comporta y como corresponde al principio de legalidad» (2004, p. 59). Del mismo modo,
Gaspar Ariño afirma lo siguiente: «La voluntad de la Administración, frente a la radical libertad
(autonomía de la voluntad) que preside la contratación civil, es una voluntad vinculada, de contenido
OSCAR ALEJOS
“típico”. El principio de legalidad juega en la gestación del contrato el mismo papel que en cualquier
otro acto: las normas de contratación son para el órgano contratante normas de ius cogens, a
diferencia de las normas del Código Civil, que son para las partes derecho dispositivo» (2007, p. 88).
9 En los términos de Manuel Rebollo: «Lo que hay que afirmar entonces, porque es lo que realmente
reflejaría el sentido profundo de nuestro derecho y de la posición de la Administración, es que
para las Administraciones la causa de los contratos debe ser el interés público determinado por la
satisfacción de las necesidades o aspiraciones colectivas o de la propia organización administrativa
y, en algunos casos, por la mejor calidad, mayor economía o plazo más adecuado en la realización
de las prestaciones que fueran objeto de cada uno de ellos» (2004, p. 59).
III. L A N AT U R A L E Z A D E L A R B I T R A J E Y L A
I M P O R TA N C I A D E L C O N V E N I O A R B I T R A L
El arbitraje es un mecanismo de solución de controversias privado. En
el Perú goza de particular respaldo; en efecto, es uno de los países que
más ha impulsado el arbitraje como una adecuada alternativa al fuero
judicial, debido a que garantizaría celeridad, especialización y eficiencia12.
Dado que es un mecanismo privado, es necesario que sean las partes las
que expresamente acuerden someter sus controversias a arbitraje. Dicho
acuerdo se plasma en un convenio arbitral que, como contrato, posee
características particulares13. Ahora bien, en vista de que el convenio
arbitral es un contrato, la voluntariedad es pieza clave del mismo. Sin
manifestación de voluntad no hay contrato o, en la lógica de nuestra
legislación civil, el contrato sería nulo. Lo cierto es que la voluntad de las
partes es esencial en la configuración del convenio (Barchi, 2013, p. 95).
La cuestión, entonces, pasa por determinar qué grado de voluntariedad
se requiere para entender como válidamente celebrado un convenio
14 Sobre el particular, confróntese lo escrito por Manuel de la Puente y Lavalle: «Se reconoce así el
principio de la libertad de contratar, más propiamente llamada libertad de configuración interna, que
garantiza la libertad que tienen los contratantes para determinar entre sí el contenido del contrato
que han convenido en celebrar. […] Es preciso distinguir esta libertad de la libertad de conclusión del
OSCAR ALEJOS
contrato, según la cual las partes tienen la libertad de elegir cómo, cuándo y con quién contratan, que
no ha sido discutida sino por los partidarios de la llamada contratación forzosa, en virtud de la cual el
ordenamiento jurídico impone a las partes la obligación legal de contratar» (1996, p. 8).
15 En ese sentido se pronuncia Alfredo Bullard: «si el sistema de mercado funciona adecuadamente
solo la libertad de contratar es realmente necesaria. La libertad contractual implica necesariamente
negociación. Como vimos la negociación genera costos de transacción. En consecuencia, es
preferible que las cláusulas sean redactadas por una de las partes y que la protección contra
dichas cláusulas se dé por intermedio del rechazo o la aceptación a las mismas sin necesidad de
negociarlas» (2006, p. 517).
16 Se dice que un contrato es completo cuando contiene previsiones exhaustivas respecto de cada
evento que puede surgir en el marco de la ejecución del contrato. Claramente, esta noción de
contrato completo es ideal; pero no se da en la realidad. Sin embargo, el concepto ayuda a entender
la lógica económica detrás de los contratos, desde su formación hasta las reglas de interpretación.
Sobre los conceptos de completitud e incompletitud contractual, confróntese el trabajo de Steven
Shavell (2004, p. 292).
17 En los términos de Richard Posner: «The likelihood and consequences of judicial error are influenced
by the parties’ and the court’s investment in the litigation but also by the parties’ investment in making
the contract as clear as possible, which will facilitate an accurate and expeditious judicial decision
should a dispute over the contract’s meaning arise and be brought to court» (2005, p. 1584).
18 Sobre el particular, es importante notar también que, conforme señala Posner, existe una
etapa intermedia antes de la controversia estrictamente judicial o arbitral: el trato directo. En ese
sentido, mientras más completo el contrato, más fácil será para las partes resolver sus controversias
por sí mismas. En los términos de Posner: «The more carefully drafted the contract is, the easier it will
be for the parties to resolve a dispute over its meaning when the dispute first arises, in other words at
OSCAR ALEJOS
I V . E L A R B I T R A J E D E L E S T A D O ( C O N E S P E C I A L
REFERENCIA AL ARBITRAJE EN LAS COMPRAS
PÚBLICAS)
El tema del arbitraje con el Estado es sumamente rico en discusión
dogmática, incluso entre los mismos administrativistas20. No es este
el lugar para ahondar en detalles de dicho debate; sin embargo, sí me
parece necesario hacer referencia a algunos puntos.
Un primer tema importante es si el arbitraje de derecho administrativo
puede existir en términos conceptuales o si es, más bien, un sinsentido. La
controversia no gira en torno a la libertad del contratista —la misma que
se soluciona recurriendo a la tesis antes descrita, según la cual la libertad
de contratar garantiza que se ejerce también la libertad contractual—.
Así, el problema radica, más bien, en la «libertad» que tendría el Estado,
la que —como he explicado líneas atrás— se encuentra ausente,
porque el Estado no posee autonomía de la voluntad, sino que contrata
en función de una potestad discrecional que se sujeta al principio de
legalidad.
En tal sentido, quienes se oponen sostienen que el Estado no tiene
disponibilidad sobre sus derechos, que son, en realidad, potestades21.
Dado que ello es así, las controversias que versen sobre dichas situaciones
OSCAR ALEJOS
20 Véase, en sede nacional, los trabajos de Linares (2005, pp. 303-306), Baca (2006, pp. 231 y ss.) y
Huapaya (2013, pp. 188-191).
21 «Las potestades son los medios jurídicos con los que la Administración procura sus fines; en ese
carácter son deberes jurídicos» (Ivanega, 2008, p. 107).
22 Por ejemplo, Víctor Baca sostiene la limitación de las materias que pueden ser sometidas a arbitraje,
pese a que la misma Ley 30225 de contrataciones del Estado lo permite. Así, dice que «incluso cuando
las partes acuden voluntariamente al arbitraje, este encuentra ciertas limitaciones en el derecho
público, pues debe tratarse de “materias disponibles”, entre las que no se incluyen ni el ejercicio de
potestades ni las controversias en torno a la validez o invalidez de los actos administrativos, también
cuando hayan dado origen a una relación contractual» (2006, p. 247).
23 En ese sentido, afirma Mario Linares lo siguiente: «En nuestro particular caso de solución de
controversias, no es que la administración esté renunciando a la vía administrativa en pos de un
arbitraje, sino que la misma ley que ha otorgado las prerrogativas es la que indica la sede arbitral»
(2005, p. 303).
24 Como dice Santiago Gonzalez-Varas: «el tema o problema principal que plantea el arbitraje es el de la
OSCAR ALEJOS
precisión de las materias que pueden quedar sujetas al mismo. […] Se han apuntado en este sentido
distintos criterios. El hilo conductor parece estar en la índole patrimonial de la controversia. En este
sentido, en el derecho comparado (derechos italiano o francés, por ejemplo) llegan a admitirse los
arbitrajes administrativos siguiendo el criterio material o funcional de las “cuestiones patrimoniales”.
En el propio derecho español se ha admitido la aplicación de la Ley de arbitraje respecto de la
actividad mercantil de entidades administrativas de derecho privado» (2001, pp. 76-77).
25 En sentido similar, Ana María Arrarte y Carlos Paniagua afirman lo siguiente: «Sin embargo, ¿esto
implicaba inexorablemente que las controversias suscitadas en las relaciones contractuales con
el Estado no podrían ser resueltas por el Poder Judicial? En nuestra opinión, evidentemente, no.
V. E L C O N V E N I O A R B I T R A L E N L O S C O N T R AT O S
C E L E B R A D O S B A J O L A L E Y D E C O N T R ATA C I O N E S
D E L E S TA D O
En primer lugar, es necesario precisar que en adelante haré referencia
al contrato público27, pero refiriéndome específicamente a los contratos
que se celebran en el marco de la Ley 30225 de contrataciones del
Estado, es decir, los llamados contratos de gestión patrimonial (Baca,
2014, p. 291) o contratos sujetos al régimen de mercado o compras
públicas (Huapaya, 2013, p. 866). Sin perjuicio de ello, las precisiones
Esto significaba que el Estado debía proveer de un Poder Judicial autónomo e independiente, de
jueces capacitados, a quienes se les respete la especialización en determinadas materias, y se les
otorgue una carga procesal razonable que les permita resolver de manera pronta. En síntesis, que
era imprescindible realizar una verdadera y comprometida reforma, lo que indudablemente tenía un
costo importante en tiempo, esfuerzo y dinero. En términos prácticos, el Estado optó por lo urgente,
lo inmediato» (2007, pp. 123-124).
26 Así lo ha notado, por ejemplo, Franz Kundmuller: «Un esquema normativo que tiende a la sobre
regulación y a estructurar disposiciones que, aparentemente, no guardan coherencia o que incluso
son contradictorias o de difícil o imposible cumplimiento, determinará finalmente un incentivo para
OSCAR ALEJOS
las malas prácticas y por ende, para seguir mermando la poca confianza que pudiera haber en el
arbitraje en contratación pública» (2015, p. 270).
27 La teoría del contrato público permite unificar teóricamente los distintos tipos de contratos que
celebra la Administración pública. En ese sentido, cuando se hace referencia al «contrato público»
se incluye no solo a los contratos regulados en la Ley 30225. Sobre el particular, en sede nacional,
recomiendo la lectura de Ramón Huapaya (2013, pp. 861-866), Víctor Baca (2014, pp. 272-279) y
Juan Carlos Morón (2016, pp. 56 y ss.). En la doctrina latinoamericana, sin ánimo exhaustivo, pueden
revisarse los aportes de Juan Carlos Cassagne (2009, p. 16), quien defiende la sustantividad del
contrato público sobre la base de su finalidad pública.
31 En ese sentido se pronuncia Juan Carlos Morón, defendiendo una posición que comparto: «Aun
cuando las partes no hayan perfeccionado el acuerdo de voluntades mediante la celebración del
respectivo contrato, por regla general, estas se encuentran obligadas, desde la etapa precontractual,
OSCAR ALEJOS
a suscribir el contrato según el modelo contractual que integra las bases. El sustento de ello radica
en la necesidad de dotar de previsibilidad a los términos que formarán parte de la ejecución del
contrato, de tal manera que tengan la posibilidad de conocer, desde la etapa de selección, las
condiciones o términos en que se ejecutará la construcción de determinada obra o la adquisición
de determinados bienes o servicios» (2016, p. 551). Como excepciones a esta regla general, Morón
(2016, pp. 552-554) menciona la necesidad de incluir precisiones técnicas y la de incorporar cambios
por hechos sobrevinientes.
32 El tema de la modificación de los contratos y de sus límites impuestos por ley es debatido en la
doctrina. Una crítica contundente al respecto puede encontrarse en Morón (2016, pp. 640-665).
33 Lucian Bebchuk y Richard Posner hablan de one-sided contracts y los definen del siguiente modo:
OSCAR ALEJOS
«contracts containing terms that impose a greater expected cost on one side than benefit on the
other» (2006, p. 827).
34 De acuerdo con Margaret Moses, al redactar el convenio arbitral existen usualmente tres opciones:
(1) dejar que el tribunal decida quién asume los costos; (2) que los costos los asuma la parte vencida;
y, (3) que cada parte asuma sus propios costos. En sus términos: «Parties should negotiate exactly
how the issue of fees and costs will be handled —that is, whether the arbitrators will have complete
discretion in determining who pays the costs and legal fees, whether the losing party will automatically
bear all costs of the arbitration as well as the legal fees of the prevailing party, or whether each party
will bear its own costs and fees» (2012, p. 53).
determinó que el 96% de los arbitrajes habían sido iniciados por los contratistas. Queda pendiente
revisar las cifras actuales, pero no parece que la diferencia sea sustancial. Sobre este estudio y otras
estadísticas vinculadas al arbitraje con el Estado, puede verse el estudio de Fabiola Paulet (2013,
pp. 87-101).
38 En el mismo sentido, Richard Martin ha escrito recientemente: «Usualmente y dada la característica
de estos contratos administrativos, el Estado, cuando tiene una discrepancia con su contraparte, no
se presenta como un sujeto activo del proceso, y no plantea las respectivas demandas arbitrales.
[…] Para el Estado es más sencillo activar sus prerrogativas legales, a través de la emisión de
actos administrativos que se imponen sobre los administrados. Frente a dichas decisiones, es que el
administrado (la contraparte contractual) debe acudir a los mecanismos de solución de controversias
previstos en el ordenamiento jurídico, y en su caso, a las cláusulas arbitrales que resultan de
aplicación en el caso concreto» (2018, p. 144).
39 No se puede olvidar que «[l]as partes quieren que en el momento del conflicto no sea necesario
discutir cómo se va a articular el procedimiento arbitral, sino que prefieren delimitarlo de antemano»
(Cremades, 2011, p. 661).
no puede hacer nada más. Por ello, como explicaré en breve, considero
necesario dar una respuesta a dicha problemática desde la regulación. 363
CONVENIOS
V I I . P R O P U E S TA D E S O L U C I Ó N ARBITRALES
VII.1. Necesidad de descartar los mecanismos de mercado DESEQUILIBRADOS
En primer lugar, es necesario refutar la idea según la cual los mecanismos EN LOS CONTRATOS
de mercado podrían operar en este caso para eventualmente corregir el PÚBLICOS
BAJO LA LEY DE
abuso de la entidad contratante. La razón por la que ello podría ocurrir
CONTRATACIONES
en el mercado de consumo masivo presupone un mercado competitivo, DEL ESTADO
muchos ofertantes, acceso a información suficiente y bajos costos de
entrada al mercado40. La competencia entre los vendedores haría posible ONE-SIDED
que eventualmente se eliminen las cláusulas abusivas a fin de captar la ARBITRATION
AGREEMENTS IN
preferencia del consumidor41. Se dice que no hacerlo sería condenarse a
GOVERNMENT
salir del mercado. Sin perjuicio de confrontar lo indicado con la realidad, CONTRACTS UNDER
lo cierto es que, al menos en términos teóricos, lo dicho tiene sentido. THE LAW OF PUBLIC
PROCUREMENT
El mercado de contratación pública no presenta las mismas características.
Para empezar, en estos casos, quien predispone las cláusulas abusivas es
el comprador y no el vendedor. Y lo cierto es que la entidad no enfrenta
competencia en sus adquisiciones y contrataciones, por lo que no tiene
ningún incentivo para eventualmente eliminar las cláusulas que he
denominado desequilibradas en el presente trabajo.
Su único incentivo podría ser la posibilidad de que los concursos o
licitaciones queden desiertos. Sin embargo, dicha posibilidad es remota,
dada la gran demanda que tienen las contrataciones con el Estado por
razones distintas a las que son objeto de este artículo (buen precio, buen
pagador, etcétera). Por ello, dejar las cosas al mercado no garantizaría la
exclusión de cláusulas del tipo que he descrito.
40 En sentido similar se pronuncia Alfredo Bullard: «Si el sistema de mercado funciona de acuerdo
a un conjunto de presupuestos básicos el consumidor se encontrará adecuadamente protegido
OSCAR ALEJOS
por sus propias decisiones, y sin necesidad de que el Estado intervenga estableciendo cláusulas
contractuales» (2006, pp. 513-514). Dichos presupuestos básicos serían: «]u]n número elevado de
compradores y vendedores de manera que ninguno de ellos está en capacidad, por propia iniciativa,
de afectar el precio y condiciones de comercialización de los productos»; «[q]ue no existan barreras
de entrada y de salida al mercado» y «[q]ue todos los agentes que participan en el mercado gocen
de información adecuada».
41 Así, se sostiene que «en este caso el incentivo para incluir cláusulas razonables nace de la necesidad
de captar la demanda de los consumidores. Al igual como se reducen precios para competir, se
ofrecerán mejores condiciones para desplazar competidores del mercado» (Bullard, 2006, p. 517).
42 En los términos de los autores citados: «In the asymmetric-reputation case, the seller has little or no
incentive to behave opportunistically because if he does, he will suffer a loss of reputation, which is a
cost. The buyer, however, is not deterred by concern for reputation» (2006, p. 830).
43 Aquí también es cierto que los postores «prefieren no enemistarse con la Administración y evitar
ser objeto de venganza en futuras licitaciones» (Diez Sastre, 2012, p. 22). Cabe resaltar que no
se debe confundir este «comportamiento leal» al que hago referencia con una conducta alejada de
la corrupción. En realidad, se tratan de conceptos distintos. Cuando me refiero a la conducta leal,
lo hago en el sentido de que al contratista no le conviene (por razones personales vinculadas a la
reputación) enemistarse con la entidad con quien contrata o con cualquier otra. Sin embargo, ello
no es óbice para que, «actuando lealmente», incurra en prácticas de corrupción. Recordemos que
las prácticas de corrupción, si bien son dañinas para la sociedad y el Estado, sí pueden resultar (en
el corto plazo) útiles para el contratista que quiere mantener una «relación cercana» con la entidad.
De ahí que el problema que se estudia en este artículo no tiene nada que ver con la corrupción. Del
mismo modo, la solución que se propone tampoco ayudará a combatir la corrupción. Dejo eso para
otro artículo.
VII. CONCLUSIONES
El arbitraje en el marco de los contratos públicos constituye uno de
los temas que más debate suscita. Sin embargo, poca atención se ha
prestado a lo que resulta ser la semilla del arbitraje: el convenio arbitral.
En este breve trabajo he pretendido demostrar que el convenio arbitral,
en el marco de los contratos públicos, no reúne las características de
OSCAR ALEJOS
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rigen bajo la Ley 30225. Portal Web Jurídico Prometheo. Recuperado de http://
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Recibido: 28/12/2018
Aprobado: 04/04/2018
OSCAR ALEJOS
PA B L O C É S A R R O S A L E S Z A M O R A * *
Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú)
I. INTRODUCCIÓN
Por la llamada «jerarquía oficiosa» (Comisión de Derecho Internacional,
2006, párrafo 85) que existe entre las fuentes del derecho internacional
se podría llegar a pensar que el universo de instrumentos internacionales
se concentra, casi exclusivamente, en los tratados. Las estadísticas, prima
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internacionales, como son el jefe de Estado, el jefe de Gobierno o el
ministro de Relaciones Exteriores1.
La sociedad internacional evoluciona constantemente e incluye, hoy en
día, a distintos actores que se suman a los Estados y las organizaciones
internacionales, generando una «comunidad internacional» que
requiere de nuevas formas de plasmar los acuerdos por ellos alcanzados
(Mezarina García, 2015, p. 159). En particular, pensemos en los
gobiernos subnacionales y las entidades de la Administración pública.
Es en tal contexto que surge una real exigencia de celebración de
instrumentos internacionales que sintonicen con los valores de celeridad
y especialización que trae consigo la globalización.
A este fenómeno de participación de las entidades públicas de un Estado
en el escenario internacional por medio de instrumentos internacionales
que no se dan de Estado a Estado sino de una entidad nacional a una
entidad extranjera se lo puede denominar como «descentralización
de la actuación en el plano internacional de los órganos del Estado»2.
1 En el caso del Perú, cabe señalar que, de acuerdo a la Ley 29357 de organización y funciones del
Ministerio de Relaciones Exteriores (artículo 5, numeral 6), el Ministerio de Relaciones Exteriores
(MRE) ejerce la función rectora respecto de otros niveles de gobierno en todo el territorio nacional
y en el ámbito internacional, en la negociación y suscripción de tratados y demás instrumentos
internacionales. Asimismo, participa en las negociaciones de aquellos de naturaleza especializada
en coordinación con los sectores competentes. Esto significa que toda entidad de la administración
pública nacional debería coordinar con el MRE el proceso que conduce a la firma de acuerdos con
sus pares extranjeros u organizaciones internacionales.
2 Esta idea fue presentada en el II Seminario de las Revistas Latinoamericanas de Derecho
Internacional (2016), en la ponencia de Pablo Rosales Zamora «Características y cláusulas básicas
de los acuerdos interinstitucionales celebrados por una entidad de la administración pública peruana
con una entidad pública extranjera (o con una organización internacional): análisis comparativo
con los tratados y memorandos de entendimiento», como parte de la Mesa «El Perú y el derecho
internacional».
II. DEFINICIÓN
El acuerdo interinstitucional (AI) es definido en la normativa peruana,
de conformidad con el Decreto Supremo 031-2007-RE (artículo 6), de
la siguiente manera:
375
LOS ACUERDOS
[...] el convenio regido por el derecho internacional público y/o por INTERINSTITU-
el ordenamiento interno de las partes, celebrado por escrito, entre CIONALES EN LA
cualquier entidad o entidades de la Administración Pública y uno PRÁCTICA PERUANA
o varios órganos gubernamentales extranjeros u organizaciones DE DERECHO INTER-
NACIONAL
internacionales, cualquiera sea su denominación, sea que se derive
o no de un tratado previamente adoptado. El ámbito material de los THE INTERINSTI-
acuerdos interinstitucionales y la capacidad de quienes los suscriban, TUTIONAL AGREE-
deberán circunscribirse exclusivamente a las atribuciones propias de las MENTS IN THE PE-
entidades de la Administración Pública que son partes de los acuerdos, RUVIAN PRACTICE
OF INTERNATIONAL
y bajo ninguna circunstancia podrán versar sobre las materias a que se
LAW
refiere el artículo 56 de la Constitución Política ni estar inmersos dentro
de las causales señaladas en el segundo párrafo de dicho artículo.
S I LV I O J E S Ú S M E Z A R I N A G A R C Í A / PA B LO C É S A R R O S A L E S Z A M O R A
Para efectos del presente artículo se entiende por entidades de la
Administración pública a aquellas señaladas en el artículo I del Título
Preliminar de la Ley 27444 del Procedimiento Administrativo General.
3 En la definición de tratado, según la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (artículo
2, numeral 1, literal a), se emplea también la frase «regido por el derecho internacional».
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(artículo 3), podrían celebrarse acuerdos internacionales de forma no
escrita (Distefano, 2015, p. 20), un requisito esencial para la existencia
de un AI es que el mismo se encuentre plasmado, de forma solemne, en
un documento. Esto impide la posibilidad de que se pueda configurar un
AI tácito u oral.
4 A la fecha, la Ley 27444 ha sido objeto de dos Textos Únicos Ordenados: el aprobado por el Decreto
Supremo 006-2017-MINJUS de 2017 y el más reciente, aprobado por Decreto Supremo 004-2019-
MINJUS de 2019. En ese sentido, cuando se aluda, en el texto, a la Ley 27444 de procedimiento
administrativo general se estará haciendo referencia a este último decreto supremo.
Dicho concepto fue criticado, entre otras cosas, porque se entendió que
mediante una directiva no sería posible «crear o determinar la existencia
de [e]ntidades [p]úblicas» y porque solo se estaría considerando a
organismos del Estado con personería jurídica de derecho público,
dejando de lado órganos que «sin tener una estructura compleja, en los
hechos se desempeñan como una entidad pública más en el ordenamiento
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jurídico peruano» (Martín Tirado, 2011, p. 118). Así, bajo esta crítica,
la personalidad jurídica no sería un requisito indispensable para ser una
«entidad pública», puesto que el desempeño y ejercicio de funciones
y potestades administrativas es una característica fundamental de las
mismas (2011, p. 119). No obstante, la remisión al Título preliminar
de la Ley 27444 de procedimiento administrativo general (artículo I)
alivia la tarea de determinar qué es una entidad pública para efectos del
Decreto Supremo 031-2007-RE.
Por otra parte, existen algunas dificultades respecto de quiénes podrían
ser considerados como órganos gubernamentales extranjeros y OI.
En primer lugar, porque existen Estados con sistemas particularmente
complejos (federales, sobre todo) que tienen un funcionamiento
bastante distinto del que posee el Perú. Por ejemplo, en el caso de las
universidades nacionales, puede citarse un sistema como el de los Estados
Unidos de América, en el que este tipo de instituciones académicas
no se encuentra ligado al gobierno federal, sino al de los Estados de la
unión5. Por otro lado, la referencia a las OI no se encuentra exenta de
dificultades, debido a que este concepto comprende diversas entidades
con estructura, objeto y competencias no necesariamente asimilables
entre sí, y sujetas a una evolución incansable (Díez de Velasco, 2016,
p. 43). Asimismo, los elementos de la noción de OI se traslucen en
la siguiente definición: «[U]na organización instituida por un tratado
u otro instrumento regido por el derecho internacional y dotada de
personalidad jurídica internacional propia. Además de los Estados, las
organizaciones internacionales pueden contar entre sus miembros con
5 En el caso del Perú, como en el de otros Estados unitarios, las universidades públicas se comportan
como entidades de la Administración pública y llevan a cabo acuerdos de naturaleza interinstitucional.
S I LV I O J E S Ú S M E Z A R I N A G A R C Í A / PA B LO C É S A R R O S A L E S Z A M O R A
En la práctica se observa que el título puede fácilmente confundir a los
operadores encargados de la aplicación de un determinado instrumento.
Así, un AI puede denominarse «Memorándum de Entendimiento» o
«Convenio Internacional» y no dejar de ser un AI. El rótulo no alteraría
su naturaleza, pero sí podría servir como un dato revelador del margen y
las posibilidades de negociación de los que intervienen en la elaboración
del instrumento. Así, en tanto el AI es una figura del derecho peruano
que puede tener símiles en otros países, los matices y diferencias se
verán reflejados en su estructura y denominación (nomen iuris). En
otras palabras, la voluntad política por alcanzar un acuerdo puede llevar
a que las entidades suscribientes se hagan mutuas concesiones y que
ello incida también en la denominación del instrumento, en tanto que
en otros Estados no se conoce a los acuerdos internacionales entre
entidades públicas con la designación por la que opta la legislación
peruana (Abugattas, 2015, p. 257).
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III.1. Establecimiento de mutuas obligaciones jurídicas
A diferencia de un memorándum de entendimiento (MOU), un AI
necesariamente deberá establecer mutuas obligaciones jurídicas entre
las partes, las mismas que deberán ser cumplidas de buena fe por estas.
6 En ese sentido, debe considerarse que la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados
(artículo 2, numeral 1, literal c) es mucho más amplia en el campo de fases de celebración de un
tratado que lo prescrito en el Decreto Supremo 031-2007-RE de 2007.
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base al presente Convenio, celebrar acuerdos complementarios de
cooperación técnica y científica en áreas específicas de interés común,
los que formarán parte integrante del presente Acuerdo». Como vemos,
se presentan aquí algunos problemas respecto del AI resultante como
instrumento derivado de un tratado. En primer lugar, si los acuerdos
complementarios van a formar parte del tratado, ninguno de estos
podría ser un AI, en los términos del Decreto Supremo 031-2007-RE
(artículo 6). Ello porque, en general, un acuerdo complementario o
instrumento derivado no podría ser, al mismo tiempo, un AI y formar
parte del tratado. Sería un contrasentido. Cuando un AI deriva de
un tratado mantiene su naturaleza jurídica particular, porque esta
derivación configura, finalmente, una cláusula de autorización para que
se celebre tal tipo de instrumento internacional. En ese sentido, si bien
es cierto que procede del tratado o fluye de él, no es uno con el tratado.
Por otra parte, la firma del ministro de Relaciones Exteriores a nombre
del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología de la República
del Perú invalidaría el AI, en tanto el titular de dicha entidad es su
Presidente Ejecutivo. Hoy en día, de acuerdo con el Reglamento de
organización y funciones (ROF) del Servicio Nacional de Meteorología
e Hidrología del Perú —SENAMHI— (2016, artículo 10), dicho
funcionario es la máxima autoridad ejecutiva, titular del pliego y quien
ejerce la representación de la entidad ante las entidades públicas y
privadas a escala nacional e internacional.
En resumen, aunque un AI derive de un tratado, el jefe de Estado o
el canciller no estarían autorizados para firmar dicho instrumento a
7 Se consultó, para este punto, el Archivo Nacional de Tratados Juan Miguel Bákula Patiño.
I V.
P R I N C I PA L E S DESAFÍOS DEL ACUERDO
INTERINSTITUCIONAL
La presente sección está destinada a explicar algunos de los principales
problemas que enfrenta el AI.
S I LV I O J E S Ú S M E Z A R I N A G A R C Í A / PA B LO C É S A R R O S A L E S Z A M O R A
marco, ¿cómo se configura la relación con el AI? ¿Posee este la calidad
de norma jurídica? Para entender este punto, se procederá a visualizar
primero lo que ocurre con los tratados. Se sostendrá, a continuación,
que los tratados cuentan con efectos verticales y horizontales, para luego
sustentar que tales efectos no se traducen necesariamente para los AI.
Los tratados, que son acuerdos internacionales escritos celebrados
por Estados y regidos por el derecho internacional8, se ubican,
mayoritariamente, en el sistema jurídico peruano bajo un rango legal.
A manera de excepción, cabe indicar que los tratados de derechos
humanos, a diferencia de los otros tipos de tratados, ostentan un
rango constitucional. La ubicación de los tratados en el ordenamiento
jurídico peruano es una decisión soberana y se desprende de una lectura
sistemática de las normas constitucionales (Constitución Política,
artículos 55 y 200.4), así como de la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional (José Claver Nina-Quispe Hernández c. el Congreso de
la República).
Que un tratado sea considerado una norma con rango legal implica que
su incorporación, bajo el sistema jurídico peruano, se da en calidad de
norma jurídica legal o constitucional, según corresponda. Vale aclarar
que, si bien el tratado se ubica en tales rangos, este hecho no implica
que pierda su carácter de fuente de derecho internacional (Kolb, 2016,
p. 169). Por eso, sostener que la mayoría de los tratados ocupan un rango
legal no supone que su incumplimiento deje de generar responsabilidad
internacional para el Estado peruano. La ubicación de los tratados en
8 Véase Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (artículo 2, numeral 1, literal a).
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pueden extenderse compulsivamente sobre el territorio de otro Estado.
Concebir al AI como una vía para que un órgano del Estado actúe
fuera de su circunscripción territorial atentaría contra tal principio
constitucional del derecho internacional o supondría una simulación de
tratado.
En conclusión, si bien un tratado, usualmente, se introduce en el
ordenamiento jurídico peruano en calidad de norma legal, esto no
se produce con el AI, tal cual está regulado en el Decreto Supremo
031-2007-RE (artículo 6). Por ello, el AI, al carecer de los efectos
horizontales y verticales explicados, no puede ser considerado una
norma con rango legal, sin que ello sea un impedimento para que sea
considerada como una fuente del derecho nacional.
IV.1.2. El acuerdo interinstitucional, pese a no ser una norma legal, es
una fuente de Derecho
En primer lugar, la norma que contiene la definición es el ya citado
Decreto Supremo 031-2007-RE (artículo 6). Esta disposición busca, de
manera general, regular el otorgamiento de plenos poderes de acuerdo
con el derecho internacional. La presencia de una definición de AI en
tal contexto se explica por el objetivo de puntualizar que no se requiere
obtener plenos poderes para suscribir tal tipo de instrumento. Esta es una
regulación por descarte o pensada con una connotación negativa, por
lo que consideramos que hubiera sido adecuado contar con una norma
con rango de ley en la que se plasme autónomamente las características
esenciales del AI.
Encontramos una segunda definición de AI en la Directiva 002-DGT/
RE-2013 que establece los «Lineamientos generales sobre la suscripción,
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
388 perfeccionamiento interno y registro de los tratados» (numeral V, literal
b). Tal directiva mantiene una definición sustancialmente idéntica a la
del Decreto Supremo 031-2007-RE (artículo 6): solo varía el uso del
vocablo «Convenio» en lugar de «Acuerdo».
Es importante resaltar que la referida Directiva 002-DGT/RE-2013
(punto VI, numeral 6.3) establece la obligación expresa de no
«comprometer obligaciones a nombre del Estado peruano» ni celebrarlos
a su nombre, ni incluir menciones al «Gobierno peruano». Asimismo, se
dispone que el Secretario General de la entidad o el que haga las veces
de este deberá remitir al Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE)
copia autenticada del instrumento para fines de registro y archivo.
Es evidente que la práctica en la materia, el día a día del trabajo en torno
a los AI, reveló que, muchas veces, las entidades de la AP, indebidamente
y muy posiblemente por desconocimiento de los alcances de este tipo de
instrumentos, llevaban a cabo la suscripción de documentos excediendo
sus competencias o actuando indebidamente en «representación del
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S I LV I O J E S Ú S M E Z A R I N A G A R C Í A / PA B LO C É S A R R O S A L E S Z A M O R A
extranjeras», respecto de «[…] someter el respectivo acuerdo a la
normatividad extranjera» (Ministerio de Relaciones Exteriores de
Colombia, s.f., p. 53), una disposición que no se encuentra en los AI
del Decreto Supremo 031-2007-RE. En realidad, consideramos que
tal disposición es un reconocimiento expreso de la vigencia de las
normas jurídicas extranjeras en las instituciones jurídicas colombianas,
posibilidad que no está prohibida ni permitida por nuestros AI. Cabe
recordar que el derecho internacional no proscribe, de manera general,
la extensión de la jurisdicción espacial de la legislación de un Estado
ni que sus autoridades se declaren competentes en la aplicación de sus
leyes —sin desconocer que cada Estado ejerce jurisdicción y soberanía
exclusiva en su propio territorio— (Monroy, 2012, p. 35). En otras
palabras, los AI, por el solo hecho de ser negociados con una contraparte
extranjera, podrían incorporar y validar reglas, instituciones y figuras
jurídicas extranjeras, en la medida en que ello no implique interferencia
con las normas nacionales de orden público.
Volviendo a la realidad nacional, y en relación con la pertenencia de
los AI al ordenamiento jurídico peruano, es pertinente recordar que
—si bien es cierto no se los incorporaría al sistema jurídico como una
norma jurídica con efectos generales, tal como sucede con un tratado
que, en principio, se entiende que posee rango legal por disposición
constitucional— sí podría considerarse que los AI son fuente de
derecho nacional. Recuérdese que el Tribunal Constitucional ha
señalado que el contrato es expresión de la autonomía de la voluntad y
fuente del derecho y tiene su fundamento en normas constitucionales
tales como el inciso 14 del artículo 2 de la Constitución, el cual señala
que toda persona tiene derecho a contratar con fines lícitos; y el inciso
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
390 3 del artículo 28 de la Constitución, el cual dice que la convención
colectiva tiene fuerza vinculante en el ámbito de los concertados. En
otras palabras, debe admitirse que no solo existen normas generales, sino
también normas particulares creadas por individuos (José Claver Nina-
Quispe Hernández c. el Congreso de la República). En el caso de los
AI, se trataría de normas de efecto particular creadas entre una entidad
de la AP nacional y una entidad extranjera (o una OI) al establecerse
mutuas obligaciones jurídicas que, en caso de ser incumplidas, generarían
responsabilidad, por ello, no a nivel del derecho internacional prima facie
—para ello tendría que incumplirse un AI nacido como instrumento
derivado, como se verá en el acápite IV.5—, pero sí a nivel de efectos en
dos ordenamientos jurídicos distintos, el nacional y el extranjero. Esto se
debería al hecho de que un determinado AI en particular se encuentra
sujeto al ordenamiento jurídico que le da origen y a su sistema de
solución de diferencias. No obstante, al existir una cláusula de solución
de diferencias autocompositiva sin intervención de terceros, se estaría
salvando tales dificultades al obligar a las partes a solucionar cualquier
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9 Marcial Rubio (2009, p. 209) pone como ejemplo de ello a los contratos de financiación y refinanciación
de la deuda externa y los compromisos adoptados con organismos financieros internacionales.
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públicas del Perú llevan a cabo y envían para conocimiento y registro
(«Reglamento de organización y funciones del Ministerio de Relaciones
Exteriores, articulo 129, literal j). Si bien no se ha identificado una
obligación jurídica expresa respecto a la remisión de tales proyectos
para ser evaluados, esta práctica sería recomendable por el alto nivel de
especialización de ambas dependencias de la Cancillería peruana.
¿Los AI deberían ser conocidos por la población en general? Como ya
se especificó, tales instrumentos no requieren ser publicados en el Diario
Oficial El Peruano. No obstante, habría dos alternativas para que un
AI sea de conocimiento del público. La primera es que cada entidad
publique los AI que suscribe, aunque dicha posibilidad dependerá de
la voluntad de sus funcionarios, al no existir mandato legal que exija
su publicación. La segunda es que una determinada persona solicite
tal información, en base al Texto único ordenado de la Ley 27806 de
transparencia y acceso a la información pública de 2003.
De acuerdo con el dispositivo citado, toda persona debería tener
acceso a la información del Estado porque esta se presume pública
(artículo 3), salvo que sea catalogada como secreta (artículo 15),
reservada (artículo 16) o confidencial (artículo 17). La denegatoria
al acceso de la información basada en los artículos 15, 16 y 17 es
10 Es preciso indicar que la ODI emite «opinión legal en cuestiones vinculadas al derecho internacional
público» y, específicamente, se pronuncia «sobre los tratados y otros instrumentos internacionales
que suscriba el Perú» («Reglamento de organización y funciones del Ministerio de Relaciones
Exteriores, articulo 29, literales a y c).
11 En este contexto, la Dirección General de Tratados se encarga de «[m]antener el registro y archivo
de los convenios entre el Ministerio [de Relaciones Exteriores] y otras instituciones extranjeras o
nacionales» (Reglamento de organización y funciones del Ministerio de Relaciones Exteriores,
artículo 129, literal o).
IV.3.
Figuras jurídicas afines a los acuerdos
interinstitucionales
Los AI pueden ser confundidos con distintos tipos de acuerdos, por
lo que corresponde diferenciarlos. El propósito de esta sección no
es exhaustivo; por el contrario, se busca seleccionar aquellos otros
tipos de instrumentos que también celebran las entidades públicas,
comenzando por los convenios de colaboración (IV.3.1) y los convenios
de administración de recursos (IV.3.2). Luego, se pasará a examinar
las figuras de memorándum de entendimiento (IV.3.3), acuerdos de
hermanamiento (IV.3.4) e instrumentos derivados (IV.3.5).
IV.3.1. Convenios de colaboración
Los denominados «convenios de colaboración» (CDC) se dan en el caso
de que una entidad de la AP peruana lleve a cabo un acuerdo con una
entidad que no sea un órgano gubernamental extranjero ni una OI, es
decir, una persona jurídica de derecho privado nacional o extranjera. Un
AI nunca se podría celebrar con una entidad privada.
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los intereses de la entidad.
Asimismo, es de recordar que el MRE ha dado la «Directiva sobre
lineamientos para la elaboración y suscripción de convenios de
colaboración y/o cooperación interinstitucional» (2015). Dicha
Directiva, aplicable solo para los CDC que suscriba el MRE, establece
que, a fin de que la Oficina General de Asuntos Legales emita opinión
sobre el proyecto de Convenio, se deberá acompañar la siguiente
documentación:
- Proyecto de convenio, en físico y en formato digital, debidamente
visado por el titular del órgano que lo propone;
- informe de viabilidad técnica, sustentando los beneficios del
convenio;
- opinión favorable de la Oficina General de Planeamiento y
Presupuesto respecto a la disponibilidad de recursos, en los
casos que corresponda;
- documentos o antecedentes generados por las partes durante la
etapa de negociación del convenio; y,
- documentos que acrediten la representación legal del
representante de la entidad con la que se celebrará el convenio.
IV.3.2. Convenios de administración de recursos con organizaciones
internacionales
La Ley 30356, ley que fortalece la transparencia y el control en
los convenios de administración de recursos con organizaciones
internacionales, de 2015 establece que las entidades públicas y las
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comentar que tal disposición, en oposición a la manifestación de sendas
obligaciones jurídicas en el resto del instrumento, aparecería como
carente de coherencia e incluso, y dependiendo del contexto, podría
resultar ser ineficaz (Schenker, 2015, ítem 20). En todo caso, cabe
señalar que, para la práctica jurídica internacional de algunos Estados,
los MOU pueden ser considerados instrumentos de carácter jurídico
vinculante —incluso las Naciones Unidas considera a los MOU como
vinculantes y sujetos a registro (Naciones Unidas, 2013, p. 71)—. Lo
determinante será la revisión del contenido del instrumento, antes que
su denominación (memorando de entendimiento, carta de intenciones,
etcétera), para identificar si contiene o no obligaciones jurídicas.
IV.3.4. Acuerdos de hermanamiento
Se trata de una figura jurídica que, cronológicamente, precede al
Decreto Supremo 031-2007-RE y que fue regulada por medio del
Decreto Supremo 052-2005-RE, que crea el Archivo de Acuerdos
de Hermanamiento y/o Colaboración entre ciudades peruanas y sus
similares en el exterior. En dicha norma se señala que los acuerdos de
hermanamiento son «acuerdos interinstitucionales entre entidades
descentralizadas de [dos] Estados» (tercer considerando). Dichos
acuerdos, al ser mecanismos de cooperación que vinculan a los
Gobiernos Locales peruanos con sus similares extranjeros «forman parte
de la política exterior [del Perú]» (cuarto considerando).
Lo señalado nos deja entrever que los AI —al vincular a entidades de la
AP con sus similares en el exterior o con OI—, en tanto forman parte de
la política exterior nacional, deben ser considerados como instrumentos
de la mayor importancia jurídica y política y, por ello, deben ser
13 «Juntamente con el contexto [del tratado y a efectos de su interpretación] habrá de tenerse en cuenta
[...] todo acuerdo ulterior entre las partes acerca de la interpretación del tratado o de la aplicación de
sus disposiciones […]».
S I LV I O J E S Ú S M E Z A R I N A G A R C Í A / PA B LO C É S A R R O S A L E S Z A M O R A
procedimiento de ratificación reservado a los tratados, con la eventual
ratificación por Decreto Supremo, porque su naturaleza correspondería
precisamente a la de un tratado. Respecto de las segundas, entendemos
que entrarían en la categoría de los AI. De usar un lenguaje no vinculante,
cosa improbable por la naturaleza de la materia aerocomercial, serían
MOU ratificados para ser considerados como «intenciones vigentes».
Se trataría de una especie de AI que no podría entrar en vigor a sola firma,
constituyéndose de esta manera en un instrumento que participaría de
la jerarquía de la norma que la aprueba (una resolución ministerial).
Se recuerda que las resoluciones ministeriales son de rango infralegal y
llevan solo la firma del ministro del sector (ocasionalmente más de un
ministro) (Rubio, 2009, 141).
Es menester traer a la memoria que, de acuerdo al ROF del MTC
(artículo 46), la Dirección General de Aeronáutica Civil ejerce la
autoridad aeronáutica civil del Perú y «se encarga de fomentar, normar
y administrar el desarrollo de las actividades del transporte aéreo y la
navegación aérea civil dentro del territorio peruano». En tal sentido,
dicha Dirección tiene como funciones específicas «negociar y suscribir
acuerdos en materia aeronáutica de índole técnico o aerocomercial»
(artículo 47, incisos f y n). En tanto solo el presidente de la República
o el canciller, según estipula la Convención de Viena sobre el Derecho
de los Tratados (artículo 7), pueden suscribir tratados —aunque
alternativamente otro funcionario premunido de plenos poderes puede
ser autorizado a suscribir tratados a nombre del Estado en razón de lo
señalado en el artículo de la Convención de Viena citada y el Decreto
14 En ese mismo sentido, ver la Ley 27261 de aeronáutica civil (artículo 9, literal n; artículo 82).
S I LV I O J E S Ú S M E Z A R I N A G A R C Í A / PA B LO C É S A R R O S A L E S Z A M O R A
dación del Decreto Supremo 031-2007-RE de 2007, el Estado peruano
llevaba a cabo tratados que se asemejaban, por la redacción empleada,
a los AI, en tanto que aparentemente se establecían relaciones jurídicas
entre una entidad de la AP nacional con su par extranjero. Y es
pertinente hacer énfasis en que los acuerdos previos a la dación del AI
—los cuales involucraban a entidades de la AP nacional (las que en
apariencia eran partes en el mismo) y que eran firmados por el canciller
o el presidente de la República, y que incluso eran luego sometidos a un
proceso de ratificación interna— no podrían ser considerados como AI
en el sentido del Decreto Supremo 031-2007-RE (2007), en razón del
principio de no retroactividad de las normas jurídicas, en armonía con lo
establecido en la Constitución Política del Perú (artículo 103).
Sin embargo, en lo que se refiere al punto (2), como se desprende del
Decreto Supremo 031-2007-RE (artículo 6), un AI puede «deriv[ar]
[…] de un tratado previamente adoptado», con lo que, en caso de
ser incumplido, se estaría de manera indirecta incumpliendo con una
obligación internacional, aunque ello no debe ser confundido con la
fuente de derecho internacional de la obligación —que no es el AI, sino
el tratado—. En otras palabras, al no cumplir con lo dispuesto en el AI
(acción de implementación de lo acordado en el tratado, no fuente) no
se cumpliría con el tratado (la fuente de derecho internacional).
En tal sentido, cuando un AI no se ve precedido por un tratado, no
es posible sostener que exista algún tipo de obligación internacional en
juego, sino solo obligaciones jurídicas entre las entidades públicas. Sin
embargo, no se puede señalar lo mismo de un AI que sí se ve precedido
de un tratado y que deriva de este. En este caso, el AI funciona como
un desarrollo reglamentario del tratado, puesto que versará sobre algún
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
400 aspecto en específico de este en el que, únicamente, se involucre el
despliegue de las competencias de los órganos de las partes del tratado
que hayan sido identificados en su texto.
Un ejemplo que clarifica este punto es lo dispuesto en el «Convenio
entre el Gobierno de la República del Perú y el Gobierno de la Federación
Rusa sobre cooperación y asistencia mutua en asuntos aduaneros», que
fue suscrito el 7 de julio de 2011 y entró en vigor del 22 de noviembre
de 2013. El objeto de este tratado se especifica en su propio título y
se destina, inter alia, a prevenir infracciones aduaneras y garantizar la
debida recaudación de tributos. En su artículo 18.1 (implementación),
se señala lo siguiente: «La asistencia brindada en virtud del presente
Convenio será proporcionada directamente por las Administraciones
Aduaneras, las que podrán convenir acuerdos específicos con ese fin»
(cursivas agregadas).
En efecto, el artículo 18.1 establece que las Administraciones Aduaneras
de la República del Perú y de la Federación Rusa pueden celebrar
S I LV I O J E S Ú S M E Z A R I N A G A R C Í A / PA B LO C É S A R R O S A L E S Z A M O R A
S I LV I O J E S Ú S M E Z A R I N A G A R C Í A / PA B LO C É S A R R O S A L E S Z A M O R A
En lo que concierne a un AI que se desprende de un tratado, el
incumplimiento de aquel puede acarrear la responsabilidad internacional
del Estado, al suponer la violación de una obligación internacional
convencional. Si el AI cumple la función de reglamentar el tratado, la
presencia de una cláusula de exoneración en aquel supondría afirmar que
ciertos incumplimientos del tratado, que se producen en el contexto del
referido AI, no serían concebibles como vulneraciones a sus obligaciones
convencionales internacionales.
Este panorama introduciría un aspecto verdaderamente problemático
que atacaría directamente la distinción entre «acuerdo celebrado
entre Estados» y «acuerdo celebrado entre entidades públicas de tales
Estados», dado que este segundo instrumento está funcionando para
evaluar el cumplimiento del primero. Esto nos lleva a la conclusión que
no es posible celebrar una cláusula de exoneración de responsabilidad
internacional, sino que, más bien, lo que se tiene son dos posibilidades
a examinar:
(1) Se puede pactar una cláusula por la cual se señale que el AI
no crea obligaciones internacionales. Esta disposición sería
admitida porque tal aseveración sería sintomática a la propia
definición del AI: un instrumento internacional de este tipo no
genera nuevas obligaciones internacionales, al no ser fuente del
derecho internacional.
(2) Se opte por prescindir de una cláusula por la cual se señale que
el AI no es obligatorio desde el punto de vista internacional.
Ello en tanto que el AI derivado del tratado, al provenir de esta
V. A M O D O D E C O N C LU S I Ó N
El derecho internacional no es, de ningún modo estático. El AI responde
a esta evolución a la que se somete el derecho internacional en su afán
por regular la sociedad internacional (ubi societas, ibi ius). El AI es, por
lo tanto, un instrumento internacional que responde a las necesidades
de especialización de las entidades públicas en el contexto de la
S I LV I O J E S Ú S M E Z A R I N A G A R C Í A / PA B LO C É S A R R O S A L E S Z A M O R A
S I LV I O J E S Ú S M E Z A R I N A G A R C Í A / PA B LO C É S A R R O S A L E S Z A M O R A
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82
S I LV I O J E S Ú S M E Z A R I N A G A R C Í A / PA B LO C É S A R R O S A L E S Z A M O R A
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abril de 2003. Diario Oficial El Peruano, 24 de abril de 2003.
Recibido: 14/01/2019
Aprobado: 15/04/2019
G I L B E R T O M E N D O Z A D E L M A E S T R O **
Pontificia Universidad Católica del Perú (Perú)
Abstract: This paper analyzes the debate that arose in the Peruvian legal
system about whether the term that the State has to collect civil compensation
in cases of judgments arising from criminal procedures for offenses against
public administration is one of expiration or prescription. The difference is
not minor because while the prescription period allows for interruptions,
* Profesora del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Abogada,
doctora en Derecho Penal, Miembro del Grupo de Investigación en Derecho Penal y Corrupción
(DEPEC).
Código ORCID: 0000-0002-0479-371X. Correo electrónico: [email protected]
** Profesor del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Abogado,
magíster en Derecho.
Código ORCID: 0000-0002-9549-9283. Correo electrónico: [email protected]
408 the expiration period is not interrupted even when the debtor performs
dilatory maneuvers to avoid payment. This last situation is recurrent in the
context of the prosecution of the crimes against the public administration,
as they sanction state corruption. In this paper, we intend to contribute
to the aforementioned debate based on the revision of the figure of civil
compensation and its capacity to combat and prevent corruption. Also, the
definition, scope and differences between the figures of the expiration and the
prescription will be studied to indicate, on the end, that this last institution is
the one applicable to the supposed matters of examination.
I. INTRODUCCIÓN
Los delitos contra la Administración pública, tipificados en el Título
XVIII del Código penal peruano, protegen que la actividad del Estado
materializada a través de la actuación de sus funcionarios se dirija a
satisfacer el interés público respetando principios como el de legalidad
o imparcialidad. En la actualidad, estos delitos han cobrado especial
relevancia por cuanto son aquellos que castigan el uso abusivo de la
función pública con el objetivo de anteponer intereses privados por
sobre los de la sociedad en general, es decir, en cuanto tipos penales que
sancionan la corrupción pública.
En ese contexto, el foco de atención sobre estos delitos se ha centrado
en la imposición de penas, especialmente, privativas de libertad. No
obstante, conviene recordar que el legislador ha previsto para estos
casos la imposición de reparaciones civiles, las cuales cumplen también
un rol fundamental en el combate contra la corrupción pública. Por
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
82
I I . L A R E PA R A C I Ó N C I V I L E N L O S D E L I T O S
CONTRA LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA: SU
I M P O R TA N C I A E N E L C O M B AT E Y P R E V E N C I Ó N
DE LA CORRUPCIÓN PÚBLICA
La sanción de los delitos contra la Administración pública protege la
actividad prestacional o servicial del Estado para con los ciudadanos,
es decir, cautela que toda actuación de los funcionarios que lo
representan se encamine a la satisfacción del interés público. De esa
manera, la sanción de estos delitos protege la propia legitimidad de la
Administración pública derivada de su sometimiento al derecho y a la
búsqueda del interés general (Asua, 1997, p. 19); es decir, tiene como
I N G R I D D Í A Z C A S T I L LO / G I L B E R TO M E N D O Z A D E L MA E S T R O
Civil, rama que de manera específica estudia y regula las medidas que el
Código Penal enuncia.
En los delitos contra la Administración pública, lo anterior implica
que la Procuraduría Pública Especializada en Delitos de Corrupción2,
1 Por lo señalado, Juan Sánchez explica que la «doctrina califica la competencia de los tribunales
penales sobre la responsabilidad civil derivada de un hecho criminal como competencia incidental,
esto es, secundum eventum litis, excepcional o impropia, basada en la razón de la evidente conexión
existente entre el objeto del proceso penal y la pretensión civil» (2009, p. 15).
2 De acuerdo con el artículo 37, numeral 2 y el artículo 46 del Decreto Supremo 017-2008-JUS que
aprueba el Reglamento del Decreto Legislativo 1068 del Sistema de Defensa Jurídica del Estado.
3 Los delitos sobre los cuales la Procuraduría Pública Especializada en Delitos de Corrupción tiene
competencia para cobrar reparaciones civiles, de acuerdo con lo señalado, son los siguientes:
concusión (artículo 382), cobro indebido o exacción ilegal (artículo 383), colusión (artículo 384),
patrocinio ilegal (artículo 385), responsabilidad de peritos, árbitros y contadores particulares (artículo
386), peculado (artículo 387), peculado por uso (artículo 388), malversación (artículo 389), retardo
injustificado de pago (artículo 390), rehusamiento a entrega de bienes depositados o puestos en
custodia (artículo 391), peculado por extensión (artículo 392), cohecho pasivo propio (artículo 393),
cohecho pasivo impropio (artículo 394), cohecho pasivo específico (artículo 395), corrupción pasiva
de auxiliares jurisdiccionales (artículo 396), cohecho activo genérico (artículo 397), cohecho activo
transnacional (artículo 397-A), cohecho activo específico (artículo 398), negociación incompatible
o aprovechamiento indebido del cargo (artículo 399), tráfico de influencias (artículo 400) y
enriquecimiento ilícito (artículo 401).
Áncash
Cusco
Gráfico 1
Perú: Casos en trámite por departamento, al 31 de diciembre de 2018
Lima
2381
4636
7553
415
Junín 2109 ¿CADUCIDAD O
Ayacucho 1947
Ucayali 1805 PRESCRIPCIÓN? DE
Loreto
Puno
1783
1695 LA REPARACIÓN
Arequipa
La Libertad
1671
1474
CIVIL EN LOS CASOS
Lambayeque
Piura
1457
1379
DE SENTENCIAS
Cajamarca 1367 DERIVADAS DE
Huánuco 1145
San Martín 1121 PROCESOS PENALES
Ica 1040
Moquegua 889 POR DELITOS
Pasco
Apurímac
854
765
CONTRA LA
Tumbes
Tacna
750
709
ADMINISTRACIÓN
Amazonas
Madre de Dios
639 PÚBLICA EN EL
580
Callao 522 ORDENAMIENTO
Huancavelica 488
0 1000 2000 3000 4000 5000 6000 7000 8000
JURÍDICO PERUANO
Fuente: «Información Estadística de la Procuraduría Pública Especializada en Delitos de Corrupción de diciembre ¿EXPIRATION OR
del 2018», p. 10.
PRESCRIPTION? CIVIL
COMPENSATION
En los casos mencionados, las entidades agraviadas son las IN CASES OF
municipalidades distritales, las municipalidades provinciales, los JUDGMENTS
gobiernos regionales, la Policía Nacional del Perú, los ministerios de ARISING FROM
Estado, las instituciones educativas, las universidades e institutos de CRIMINAL
PROCEDURES
educación superior, los organismos autónomos, el Poder Judicial, el
FOR OFFENSES
Ministerio Público, las Fuerzas Armadas y el Congreso de la República. AGAINST PUBLIC
ADMINISTRATION
Gráfico 2 IN THE PERUVIAN
Perú: entidades agraviadas con mayor cantidad de casos de corrupción LEGAL SYSTEM
a nivel nacional, al 31 de diciembre de 2018
Municipalidades distritales 10878
GILBER TO MENDOZA DEL MAESTRO
Municipalidades provinciales 6665
Gobiernos regionales 4465
Policía Nacional del Perú 3882
Ministerios de Estado 3102
Instituciones educativas
(Colegios de educación básica) 2621
I N G R I D D Í A Z C A S T I L LO /
Gráfico 3
Perú: Delitos con mayor grado de incidencia a nivel nacional en casos
en trámite al 31 de diciembre de 2018
Extensión del tipo
(Peculado y malversación)
Otros 1%
21%
Peculado
34%
Concusión
4%
Colusión
14%
I N G R I D D Í A Z C A S T I L LO / G I L B E R TO M E N D O Z A D E L MA E S T R O
Malversación
5%
Negociación incompatible o
Aprovechamiento indebido
Del cargo
9%
Gráfico 4
Reparación civil impuesta, cobrada y por cobrar acumulado a diciembre
de 2018
417
Impuesta Cobrada Por cobrar ¿CADUCIDAD O
PRESCRIPCIÓN? DE
LA REPARACIÓN
CIVIL EN LOS CASOS
DE SENTENCIAS
DERIVADAS DE
S/1,638,588,128.13 PROCESOS PENALES
S/1,545,875,904.66
POR DELITOS
CONTRA LA
ADMINISTRACIÓN
PÚBLICA EN EL
ORDENAMIENTO
S/92,712,223.47
JURÍDICO PERUANO
¿EXPIRATION OR
PRESCRIPTION? CIVIL
Fuente: «Información Estadística de la Procuraduría Pública Especializada en Delitos de Corrupción de diciembre
COMPENSATION
del 2018», p. 19.
IN CASES OF
JUDGMENTS
Los S/ 92 712 223.47 (noventa y dos millones setecientos doce mil ARISING FROM
doscientos veintitrés soles con cuarenta y siete céntimos) cobrados por CRIMINAL
la Procuraduría Pública Especializada en Delitos de Corrupción se han PROCEDURES
hecho efectivos en el siguiente orden: en el año 2005 se han cobrado FOR OFFENSES
S/ 901 308.34 (novecientos un mil trescientos ocho soles con treinta y AGAINST PUBLIC
cuatro céntimos); en el año 2006, S/ 567 825.19 (quinientos sesenta y ADMINISTRATION
IN THE PERUVIAN
siete mil ochocientos veinticinco soles con diecinueve céntimos); en el
LEGAL SYSTEM
año 2007, S/ 3 026 739.10 (tres millones veintiséis mil setecientos treinta
y nueve soles con diez céntimos); en el año 2008, S/ 1 287 361.36 (un
millón doscientos ochenta y siete mil trescientos sesenta y un soles con
GILBER TO MENDOZA DEL MAESTRO
treinta y seis céntimos); en el año 2009, S/ 878 108.50 (ochocientos
setenta y ocho mil ciento ocho soles con cincuenta céntimos); en el
año 2010, S/ 3 185 689.65 (tres millones ciento ochenta y cinco mil
seiscientos ochenta y nueve soles con sesenta y cinco céntimos); en el
año 2011, S/ 1 296 475.69 (un millón doscientos noventa y seis mil
I N G R I D D Í A Z C A S T I L LO /
Cabe señalar que la Resolución 144 cuenta con un voto discordante. ¿EXPIRATION OR
PRESCRIPTION? CIVIL
Según la magistrada que lo suscribe, el debate que plantea la solicitud
COMPENSATION
de Samuel Winter gira en torno a determinar si el plazo de prescripción IN CASES OF
de la ejecución de la reparación civil ha vencido o no. En efecto, el JUDGMENTS
inciso 1 del artículo 2001 del Código Civil señala expresamente que ARISING FROM
«la acción que nace de una ejecutoria prescribe a los diez años». Al CRIMINAL
respecto, la magistrada considera que en el caso no se ha producido PROCEDURES
la prescripción, por cuanto su plazo ha quedado interrumpido sobre la FOR OFFENSES
base del inciso 3 del artículo 1996 del Código Civil, es decir, a partir del AGAINST PUBLIC
último requerimiento de pago hecho por la autoridad jurisdiccional y no, ADMINISTRATION
IN THE PERUVIAN
como arguyó el sentenciado, desde la primera resolución que le solicitó
LEGAL SYSTEM
el pago de su obligación el 11 de mayo del 2005. Esto es así porque ha
concurrido en el caso la figura de la interrupción-suspensión del plazo
de prescripción regulado en el artículo 1998 del Código Civil, según el
GILBER TO MENDOZA DEL MAESTRO
cual, si la interrupción se produce por el inciso 3 del artículo 1996, «la
prescripción se reanuda desde la fecha en que la resolución que pone fin
al proceso queda ejecutoriada». Por lo anterior, la magistrada consideró
que:
I N G R I D D Í A Z C A S T I L LO /
5 Cabe señalar que, en el Código Civil de 1852, la prescripción venía regulada conjuntamente con la
prescripción adquisitiva de dominio en el Título I (De la prescripción) de la Sección Tercera (Del modo
de adquirir el dominio por prescripción, enajenación y donación) del Libro Segundo (De las cosas:
Del modo de adquirirlas y de los derechos que las personas tienen sobre ellas). En el Código Civil
de 1936 la prescripción fue separada en distintos libros, a la prescripción “adquisitiva” se le ubicó en
el Libro IV (De los Derechos Reales) y a la prescripción “extintiva” se la colocó en el Título X (De la
prescripción adquisitiva) de la Sección Primera (De los actos jurídicos) del Libro V (Del Derecho de
Obligaciones).
lo que distingue ambas figuras. Por ello, cuando menciona que de una
ejecutoria no nace una actio iudicati (acción en sentido procesal) sino un
derecho (acción en sentido material) incurre en un error.
Por lo demás, interpretar que a las sentencias que establecen una
I N G R I D D Í A Z C A S T I L LO /
7 En la propia Exposición de Motivos del Código Civil actual se señala lo siguiente: «Lo que la
prescripción extingue no es la acción sino la pretensión que genera y deriva del derecho. La acción
es un derecho subjetivo que conduce a la tutela jurisdiccional mediante su ejercicio y, por tanto, no
prescribe lo que debe tenerse en consideración para la interpretación de la norma con la que se inicia
el tratamiento legislativo de la prescripción extintiva» (Revoredo, 2015, p. 898).
8 «Articolo 2934° (Estinzione dei diritti).- Ogni diritto si estingue per prescrizione, quando il titolare non
lo esercita per il tempo determinato dalla legge […]».
9 Cabe señalar que esto no se justifica en que nos encontramos en un supuesto de obligaciones
morales (Enneccerus et al., 1954. p. 13; Giorgianni, 1958, p. 116) o frente a un principio de solidaridad
contractual, sino que es la misma relación obligatoria la que se encuentra vigente y es exigible, y en
función de ello el pago forma parte de la ejecución del programa contractual.
10 En este artículo 2001, se disponen los diferentes plazos de prescripción, tales como 10 años para
las acciones personales y reales. En los casos de los daños y perjuicios que generen la violación
de un acto simulado, el plazo es de 7 años; 3 años en el caso de pago de remuneraciones por
servicios prestados como consecuencia de vínculo no laboral; 2 años en el caso de anulabilidad,
responsabilidad civil extracontractual, entre otros; y 15 años en el caso de la acción que proviene de
las pensiones alimenticias.
I V. C O N C LU S I O N E S
La reparación civil constituye una herramienta fundamental en el
combate y prevención de la corrupción pública, fenómeno que es
sancionado en el ámbito penal por los delitos contra la Administración
pública. El pago de la reparación civil cierra el ciclo de sanción de los
beneficios obtenidos por la corrupción y afecta el espacio en el que el
agente corrupto ve materializada su conducta deshonesta: su patrimonio
personal. Al mismo tiempo, la amenaza de ser afectado en ese ámbito
disuade de la comisión de actos de corrupción, pues, en el análisis costo-
beneficio, este último resultará menor.
A pesar de esta importancia, el cobro de las reparaciones civiles por
parte de la Procuraduría Pública Especializada en Delitos de Corrupción
ha sufrido un revés, pues —mediante la Resolución 144 de 12 de mayo
de 2016 y la Resolución 230 de 16 de marzo de 2018— la Segunda Sala
Penal Liquidadora de la Corte Superior de Justicia de Lima ha señalado
que, a los diez años de emitida una resolución judicial que establece
el pago de una reparación civil por delitos de corrupción, esta caduca
y el Estado no puede exigir el pago al deudor, a pesar de que se hayan
tomado medidas para su ejecución.
uploads/2014/10/Gu%C3%ADa-de-lenguaje-claro-sobre-lucha-contra-la-
corrupci%C3%B3n.pdf
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Código Penal. GILBER TO MENDOZA DEL MAESTRO
Recibido: 15/01/2019
Aprobado: 26/04/2019
I N G R I D D Í A Z C A S T I L LO / G I L B E R TO M E N D O Z A D E L MA E S T R O
*
Doctora en Derecho (Universidad de Buenos Aires, UBA), becaria posdoctoral CONICET, profesora
de Derecho Constitucional (Universidad Nacional de La Plata, UNLP) y de Teoría del Derecho (UBA).
Código ORCID: 0000-0002-6954-372X. Correo electrónico: [email protected]
438 Key words: law and literature movement, narration, interpretation, cultural
studies, legal thought
I. INTRODUCCIÓN
«Derecho y literatura» designa tanto un espacio de encuentro entre
los que quizás sean las disciplinas y los objetos más dispares dentro del
panorama de explosión de estudios interdisciplinarios que tuvo lugar
durante la segunda mitad del siglo XX; una serie de esfuerzos dedicados
a pensar las relaciones que existen entre el derecho y la literatura, los
usos y los efectos de esa alianza a ambos lados de la frontera disciplinar;
así como un «movimiento» dentro de la academia jurídica que cobra
visibilidad a partir de la década de 1970 en el mundo angloamericano
y que intenta cubrir bajo un manto único esa serie de esfuerzos. A
pesar de su extrañeza, de haber estado casi desde su nacimiento atado
a un «decreto de muerte» (el mismo que asedió desde sus inicios a uno
de los pares del movimiento, la «extraña institución» que llamamos
literatura), el movimiento no solo demostró y demuestra una vitalidad
siempre creciente, sino también una importancia muchas veces pasada
por alto que lo transforma en más que una «moda», un «espacio
recreativo», una excentricidad o una subespecialidad inocua que se
mantiene al margen de las disciplinas que lo integran. En este trabajo me
propongo repasar brevemente la trayectoria del movimiento «derecho
y literatura» y abrir algunas líneas de lectura sobre la importancia de
la discusión derecho/literatura durante ese trayecto. En otras palabras,
me propongo retomar la pregunta que obsesionó a una de las figuras
fundacionales del movimiento, James Boyd White, que da título a este
trabajo: «¿Qué puede aprender el derecho de la literatura?» (White,
1989). Esa pregunta no tiene una respuesta única, unívoca o uniforme.
MARÍA JIMENA SÁENZ
libro que creo condensa también uno de los motivos fuerza que llevó a
los juristas a girar su mirada hacia la literatura.
A lo largo de todo TLI, la literatura —varios de los textos y fragmentos de
Dickens, R. Frost, Twain, Conrad, Norman Mailer, entre otros— ingresa
como el puntapié para iniciar un proceso de auto reflexividad —o, en
1 Para un esbozo de las formas que asumió la migración a través de las fronteras del movimiento, ver
Sáenz (2019a).
2 En una entrevista, White explicitaría sus intereses retomando aquellos planteados en el prefacio a
TLI: «dirigir la atención hacia tres cuestiones: ¿cuál es el lenguaje del texto y la cultura de la que
es parte?; ¿cuál es la relación que establece el hablante con este lenguaje —lo replica sin pensar
o lo hace objeto de atención crítica y transformación—?, ¿cómo evaluar lo que hace?; ¿cuál es la
relación del hablante con las personas de las que o a quienes les habla?, ¿cómo evaluar estas
MARÍA JIMENA SÁENZ
relaciones?» (White, 2007, p. 1403). Y luego explicaba que cada uno de sus libros se dedicaba a
«una actividad particular de la mente y el lenguaje» e intentaba responder a esas preguntas. Así,
«The Legal Imagination, se ocupa de la actividad de aprender a hablar y pensar como abogado;
When Words Lose Their Meaning, de la actividad compositiva en la que nos involucramos cuando
trabajamos con el lenguaje de nuestra cultura para tratar de crear un sentido propio y establecer
relaciones constructivas con otros; Justice as Translation, de la actividad de traducción de la que
la interpretación es una forma importante, especialmente del tipo de interpretación que representan
las sentencias judiciales; Acts of Hope, de la actividad de reclamar una autoridad externa para los
propios juicios, en el derecho y en otros lugares, como una actividad en la que uno reconstruye la
fuente de autoridad; […] The Edge of Meaning es sobre la actividad por la que intentamos imaginar
el mundo, a nosotros y a otros en él, de forma que podamos dar sentido a nuestra experiencia; Living
Speech lucha por entender el imperio de la fuerza, en nosotros y en el mundo, y aprender a dejar de
respetarlo». En todos los casos «comparo la actividad en cuestión en el derecho y en otros campos
de la vida y el pensamiento […] y también con la experiencia ordinaria» (White, 2007, p. 1417).
I I I . L A R E V O L U C I Ó N I N T E R P R E TAT I VA
Luego de la década inicial del movimiento durante la década de 1970
y en los años inmediatamente posteriores que se extienden durante
toda la década de 1980 —pero, sobre todo, en sus primeros tramos—,
el impulso de introducir alguna variante de lo literario con el objetivo
de hacer girar al derecho sobre sí mismo, repensar sus preocupaciones
centrales, así como la extensión de sus dominios y el tipo de cosa en
la que se involucran los abogados habitualmente cuando lidian con el
derecho, cobró una visibilidad inusitada. Quizás este sea el punto más
conocido, difundido y reconocido de las deudas literarias que están detrás
de momentos de transformación profunda en el mundo del derecho. Y
este es con certeza el momento identificable en el que el movimiento
«derecho y literatura» dejó de ser un espacio marginal, excéntrico o
menor, y se introdujo en el mainstream de la academia jurídica bajo la
MARÍA JIMENA SÁENZ
3 Así, una de las reconstrucciones más completas y abarcadoras del movimiento «derecho y literatura»
lee la discusión sobre las relaciones entre ambos términos y el surgimiento, avance y consolidación
del área en paralelo al problema que se tornó dominante en este periodo: la interpretación (Binder &
Weisberg, 2000).
4 El trabajo titulado «Law as Interpretation» fue publicado en un número especial de Critical Inquiry
que llevó por título «The Politics of Interpretation» y fue editado por W. J. T. Mitchell en 1982. Allí se
reúnen una serie de ensayos de figuras prominentes de diferentes disciplinas humanísticas y de las
ciencias sociales en torno al problema de la interpretación que habían sido discutidos en un simposio
en noviembre de 1981. El debate se reanudaría en sede jurídica en el marco del Simposio «Derecho
y Literatura», organizado por Texas Law Review y publicado en 1982 en un número especial de esa
revista que reedita el trabajo de Dworkin.
5 Levinson y Mailloux destacan en este punto no solo las nominaciones de Rehnquist como Presidente
de la Corte, y de Scalia y Bork como ministros, sino también que «ninguna otra administración en
los tiempos modernos había conscientemente enfatizado la ideología constitucional para elegir a
sus candidatos» (1988, p. 4). Por su parte, Coombe destaca que «en el interés por la comprensión
hermenéutica de la decisión judicial resuena el deseo de preservar interpretaciones constitucionales
establecidas por los intentos de reforma liberal de la Corte Warren (a la luz de los retrocesos y
cambios que ocurrían en la era Reagan)» (1989, p. 604).
6 Ver, sobre todo, el momento de «los estudios culturales» dentro del movimiento que se trata en la
quinta sección de este trabajo. Sobre este punto como el espacio principal de disputa sobre el «mal
uso» de la deconstrucción en derecho, ver Schlag (1990).
8 En el caso de los estudios críticos de la raza, Richard Delgado, una de las figuras fundacionales
de ese espacio, también ha sido uno de los propulsores del «derecho y la narración». Dentro del
feminismo, las narraciones tuvieron un lugar central desde los tiempos del «consciousness raising»,
pero el texto clásico que se inserta en el momento narrativo del derecho y la literatura, The Alchemy
of Race and Rights, data de los primeros años de la década de 1990 (Williams, 1991).
9 La misma idea de «interpretación ampliada» durante este momento en relación con el anterior
aparece en Binder y Weisberg (2000, p. 200) y en Coombe (1989, p. 614). Sobre el lugar de los
MARÍA JIMENA SÁENZ
V . L O S « E S T U D I O S C U LT U R A L E S » : E L D E B A T E
S O B R E E L E S TAT U S D E L D E R E C H O E N E L
MUNDO ACADÉMICO
A fines de la década de 1990, el movimiento «derecho y literatura»
siguió la línea de ampliación que ya se sugería en una de las primeras
y emblemáticas publicaciones especializadas que vieron la luz en 1988,
el Yale Journal of Law and the Humanities. De reunir inicialmente al
par discreto del derecho y la literatura, avanzó hacia el derecho y las
humanidades. Además, en este momento incluyó también a la cultura
bajo la denominación ampliada «derecho, cultura y humanidades» o
«estudios culturales del derecho»15. Sin pretender recorrer y mapear
MARÍA JIMENA SÁENZ
invisibles […] y que pueden cambiar las formas que tenemos de ver, hablar y actuar» (1990, pp. 1858
y 1860).
13 Adicionalmente, Tony Massaro plantea a las narraciones como una especie de «llamada al contexto»
que usualmente se encuentra ausente en las perspectivas teóricas altamente estilizadas (1989).
14 No sorprende en este punto que gran parte de las autoras, en general adscritas al feminismo, que
plantean reformulaciones a las ideas tradicionales de autonomía y agencia basadas en la actividad,
la autosuficiencia y la invulnerabilidad, también defiendan el uso de las narrativas en el derecho (por
ejemplo, Kathryn Abrams, Jennifer Nedelsky, Martha Minow, Martha Nussbaum, entre otras).
15 «Derecho, cultura y humanidades» sería la denominación del grupo de trabajo que se reuniera
por primera vez en Georgetown, en 1998, y que luego se transformaría también en una de las
asociaciones fundamentales que reúne al trabajo en «derecho y literatura». Sobre el giro hacia la
cultura en el movimiento, ver West (2011).
16 Un recorrido por los intereses temáticos de los estudios culturales del derecho se encuentra en
Coombe (2001). Una caracterización de este espacio como una forma de «dejar atrás el realismo»
y un balance del trabajo de diez años en el área se ofrece en Sarat y Simon (2001). Un mapeo de
los estudios culturales del derecho, se encuentra en Mezey (2015). Para una crítica al giro hacia la
cultura en el movimiento «derecho y literatura», ver Brooks (1998).
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Recibido: 9/01/2019
Aprobado: 20/03/2019
F A C U LT A D D E D E R E C H O D E L A P O N T I F I C I A
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Falla Jara, Gilberto Alejandro
Fernández Revoredo, María Soledad
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Foy Valencia, Pierre Claudio
Gálvez Montero, José Francisco
Gamio Aita, Pedro Fernando
Derecho PUCP, N° 82, 2019 / ISSN 0251-3420 / e-ISSN: 2305-2546
458 Hernández Gazzo, Juan Luis
Huerta Guerrero, Luis Alberto
La Rosa Calle, Javier Antonio
Ledesma Narváez, Marianella Leonor
León Hilario, Leysser Luggi
Luna-Victoria León, César Alfonso
Marciani Burgos, Betzabé Xenia
Matheus López, Carlos Alberto
Mercado Neumann, Edgardo Raúl
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Morales Hervias, Rómulo Martín
Oré Guardia, Arsenio
Ortiz Sánchez, John Iván
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Barboza Beraun, Eduardo
Barletta Villarán, María Consuelo
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