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INSTITUTO DE FORMACION TEOLOGICA ECLESIASTICA


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un servicio diseñado para ministrar a las personas con enfermedades incurables y


en estado terminal y a los familiares de las mismas. Se caracteriza por ser un
ministerio de consolación, de presencia y apoyo. De acuerdo a lo señalado por
Rivera (2004), las enfermedades terminales producen en las personas afectadas y
en sus familiares fuertes crisis, angustias e incertidumbre con relación a la muerte.
Por tal razón, se requiere tener entre los miembros del equipo de trabajo en un
hospicio, a personas con preparación en consejería profesional, para dar atención
al área espiritual a la persona enferma y a sus parientes, guiándole para que pueda
vivir una vida consciente y se vaya preparando para morir en paz y con dignidad
Cómo consolar a los enfermos terminales

“Cuando me enteré de que mi madre tenía una enfermedad terminal, no me


lo podía creer. La noticia me dejó conmocionada, no podía aceptar que mi
querida madre fuera a morir.” (Grace, de Canadá)

CUANDO se le diagnostica una enfermedad terminal a un ser querido, su familia y


amigos se sienten profundamente consternados y puede que no sepan cómo
reaccionar. Quizás algunos se pregunten si deberían decirle al paciente toda la
verdad sobre el estado en que se encuentra. Otros piensan que no soportarán ver
sufrir a quien aman y tal vez contemplar cómo pierde poco a poco su dignidad. Y a
muchos les preocupa no saber qué decir o qué hacer durante las últimas horas de
vida del enfermo.
Si usted recibiera una mala noticia como esta, ¿cómo es probable que reaccionara?
¿Y cómo puede ser usted “un compañero verdadero” que dé consuelo y apoyo en
esos momentos de angustia? (Proverbios 17:17.)

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Una reacción normal


Es normal sentirse afligido cuando una enfermedad grave ataca a alguien muy
allegado. Incluso los médicos, aunque ven morir a muchas personas, suelen
sentirse apenados y hasta impotentes cuando se encaran a las necesidades físicas
y emocionales de un enfermo terminal.
Puede que usted también haya tenido problemas para controlar sus emociones al
ver sufrir a un ser amado. En este sentido, Hosa, una mujer que vive en Brasil y
cuya hermana se encontraba en fase terminal, reconoce: “Es una experiencia muy
dura ver sufrir constante dolor a alguien a quien quieres tanto”. Cuando Moisés vio
a su hermana herida de lepra, se sintió tan angustiado que imploró: “¡Oh Dios, por
favor! ¡Sánala, por favor!” (Números 12:12, 13).
El dolor que sentimos en estos casos se debe a que fuimos creados a la imagen de
nuestro compasivo Dios, Jehová (Génesis 1:27; Isaías 63:9). ¿Cómo se siente él al
vernos sufrir? Para responder esa pregunta, piense en cómo reaccionó Jesús
cuando estuvo en la Tierra, pues él reflejó a la perfección la personalidad de su
Padre (Juan 14:9). Jesús se ‘enternecía’ al ver a los enfermos (Mateo 20:29-
34; Marcos 1:40, 41). Tal como se explica en el artículo anterior, cuando Jesús vio
el dolor que produjo la muerte de su amigo Lázaro en los familiares y amigos de
este, se sintió profundamente perturbado y “cedió a las lágrimas” (Juan 11:32-35).
Con razón, la Biblia dice que la muerte es “el último enemigo”. De hecho, promete
que tanto la enfermedad como la muerte pronto desaparecerán (1 Corintios
15:26; Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4).
Ante la desgarradora noticia de que un ser amado va a morir, no es de extrañar que
busquemos un culpable, sea quien sea. Sin embargo, la doctora Marta Ortiz, quien
preparó una tesis sobre el cuidado de enfermos terminales, nos aconseja: “No culpe
a nadie por el estado del paciente: ni al equipo médico, ni a las enfermeras,
ni tampoco a usted mismo. Con ello solo hará que las relaciones se vuelvan más
tensas y que se desvíe la atención de lo que debería ser la preocupación principal:
atender las necesidades del paciente terminal”. ¿Qué puede hacer usted para
ayudar a un ser amado a sobrellevar su enfermedad y a aceptar que es probable
que muera?
Concéntrese en la persona, no en la enfermedad
En primer lugar, mire más allá de lo debilitado que está el enfermo o de su terrible
aspecto, y vea a la persona. ¿Cómo puede lograrlo? Sarah, que es enfermera,
comenta: “Dedico tiempo a mirar las fotografías de la época en la que el paciente
todavía estaba lleno de vigor. Lo escucho con atención cuando me habla de sus
recuerdos. Esto me ayuda a tener presentes su vida y su historia, y no solo su
estado actual”.
Anne-Catherine, que también es enfermera, nos cuenta cómo ve más allá de los
síntomas: “Lo miro a los ojos y me concentro en lo que puedo hacer para mejorar
su estado”. El libro The Needs of the Dying—A Guide for Bringing Hope, Comfort,
and Love to Life’s Final Chapter (Necesidades de los enfermos terminales. Guía
para brindar esperanza, consuelo y amor en el último capítulo de la vida) dice: “Es

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normal sentirse sumamente incómodo en presencia de un ser querido que está


desfigurado por una enfermedad o un accidente. Lo mejor que podemos hacer en
esos casos es buscar su mirada y ver que esos ojos marrones, verdes o azules
no han cambiado”.
Claro está, es preciso saberse controlar y tener valor para mirar así a alguien. A este
respecto, un superintendente cristiano llamado Georges, que visita a enfermos
terminales, menciona: “El amor por un compañero cristiano debe ser más fuerte que
su enfermedad”. Si se concentra en la persona y no en la enfermedad, se
beneficiarán tanto usted como ella. Yvonne, que ha cuidado a niños con cáncer,
afirma: “Comprender que podemos ayudar a los pacientes a mantener su dignidad
nos permite enfrentarnos mejor a su deterioro físico”.
Esté dispuesto a escuchar
Hay quienes se resisten a hablar con alguien que se esté muriendo, aunque se trate
de una persona a la que aman muchísimo. ¿Por qué razón? Porque les preocupa
no saber qué decir. No obstante, Anne-Catherine, quien no hace mucho cuidó de
una enferma terminal que además era su amiga, nos asegura que el silencio
también tiene su lugar. “El consuelo no viene solamente de nuestras palabras, sino
también de nuestros gestos —comenta—. Acercar una silla y sentarnos, inclinarnos,
tomarle la mano, no retener las lágrimas que revelan nuestras emociones... todo
esto indica que no somos indiferentes.”
Probablemente, el enfermo también necesite desahogarse y dar rienda suelta a sus
sentimientos; en otras palabras, expresarse con total franqueza. Pero como está
consciente de que a su familia y sus amistades les incomodaría, no habla de
asuntos personales serios. Del mismo modo, amigos y familiares bienintencionados
quizás eviten hablar de lo que preocupa al paciente, y hasta puede que le oculten
información importante sobre su salud. ¿Qué resultado tiene este pacto de silencio?
Una doctora que trabaja con enfermos terminales señala que el esfuerzo que se
emplea en esconder la verdad “desvía la energía de lo más importante: hablar de la
situación con el paciente y afrontar la enfermedad”. Por lo tanto, si así lo desea el
enfermo, se le debería permitir hablar abiertamente de su estado o de la posibilidad
de morir.
En el pasado hubo siervos de Dios que, al enfrentarse a la muerte, no vacilaron en
expresar sus temores a Jehová. Por ejemplo, cuando a los 39 años de edad supo
que iba a morir, el rey Ezequías manifestó la desesperación que sentía (Isaías 38:9-
12, 18-20). Del mismo modo, se debe permitir que los enfermos terminales
manifiesten su tristeza al ver su vida truncada. Tal vez se sientan frustrados porque
algunas de sus metas —como tener hijos, ver crecer a sus nietos o servir a Dios
más plenamente— están ya fuera de su alcance. Puede que también tengan miedo
de que sus amistades y familiares los eviten por no saber cómo reaccionar (Job
19:16-18). Y tal vez teman sufrir, perder el control de sus funciones fisiológicas o
morir solos, y eso les angustie.
Anne-Catherine apunta también lo siguiente: “Es importante escuchar al enfermo
sin interrumpirlo, sin juzgarlo y sin minimizar sus miedos. Este es el mejor modo de

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saber realmente qué siente y cuáles son sus deseos, sus temores y sus
expectativas”.
No olvide las necesidades fundamentales
Puede que a usted le inquiete tanto la difícil situación por la que atraviesa el enfermo
—agravada tal vez por tratamientos agresivos— que hasta olvide una necesidad
fundamental: la necesidad que tiene el paciente de poder tomar sus propias
decisiones.
En algunas culturas, la familia quizás intente proteger al enfermo ocultándole la
verdad sobre su estado, hasta el extremo de excluirlo de la toma de decisiones
sobre su tratamiento médico. Pero en otras culturas pudiera surgir un problema
diferente. Por ejemplo, Jerry, que es enfermero, dice: “A veces, los que visitan al
paciente hablan de él mientras están de pie alrededor de la cama, como si ya
no estuviera allí”. En cualquiera de los dos casos, se le resta dignidad a la persona.
Otra necesidad fundamental es tener la esperanza de recuperar la salud. En los
países donde hay sistemas médicos de calidad, dicha esperanza suele estar
estrechamente vinculada a la posibilidad de hallar un tratamiento eficaz. En cuanto
a esto, Michelle, que ha cuidado de su madre durante tres episodios de cáncer,
relata: “Si mamá quiere probar otro tratamiento o consultar a otro especialista, la
ayudo en su búsqueda. He llegado a comprender que tengo que ser realista con la
situación, pero al mismo tiempo positiva al hablar con ella”.
¿Y si no hay esperanza de encontrar una cura? Pues bien, recuerde que los
enfermos terminales necesitan hablar de la muerte con franqueza. Refiriéndose a
este punto, Georges, el superintendente cristiano que mencionamos anteriormente,
comenta: “Es importantísimo no ocultar la cercanía de la muerte. De este modo, el
enfermo puede atender los asuntos necesarios y prepararse para lo inevitable”.
Esos preparativos le dan al paciente la sensación de dejarlo todo arreglado y de que
no será una carga para los demás.
Por supuesto, no es fácil hablar con franqueza de estos asuntos. No obstante, tales
conversaciones le darán a usted una excelente oportunidad para expresar sus
sentimientos más profundos. A su vez, puede que el enfermo terminal desee zanjar
viejas diferencias, expresar su arrepentimiento por algo o pedir perdón. Al hablarse
con sinceridad, lograrán que su relación sea incluso mejor que antes.
Brinde consuelo en los días finales
¿Cómo puede usted consolar a alguien que está a punto de morir? La doctora Ortiz,
citada antes, aconseja: “Permítale hacer sus últimas peticiones. Escúchele con
atención. Si puede, haga lo que le pida. Y si no le es posible satisfacer sus
peticiones, dígaselo”.
Más que nunca antes, quien va a morir quizás tenga la necesidad de comunicarse
con las personas que más quiere. Georges dice al respecto: “Podemos ayudarle a
ponerse en contacto con ellas, aun cuando las conversaciones tengan que ser
breves debido a la falta de energía del enfermo”. Y aunque solo sea por teléfono,

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estas conversaciones les permiten animarse uno al otro y orar juntos. Una mujer
canadiense llamada Christina, que perdió a tres seres queridos uno detrás de otro,
recuerda: “Cuanto más se acercaban al fin de sus vidas, más necesitaban las
oraciones de sus compañeros cristianos”.
¿Teme ponerse a llorar delante del enfermo? No se preocupe. Al llorar, le estará
dando la oportunidad de brindarle consuelo a usted. El libro The Needs of the
Dying menciona: “Es una experiencia muy emotiva para uno recibir el consuelo de
alguien que se está muriendo, y, al mismo tiempo, puede ser sumamente importante
para el enfermo consolar a otros”. Al brindar consuelo a sus seres queridos, quien
ha sido el objeto de tantos cuidados puede retomar ahora su papel de buen amigo
o de madre o padre afectuoso.

Es comprensible que, debido a las circunstancias, tal vez usted no pueda estar con
la persona amada en sus últimas horas. Pero si le es posible estar junto a ella en el
hospital o en su hogar, procure sostenerle la mano hasta el instante de su muerte.
Además, estos últimos momentos nos dan la oportunidad de comunicarle
sentimientos que pocas veces le hayamos expresado. Aunque el enfermo parezca
estar inconsciente, no se prive de despedirse de él y de expresarle su amor y la
esperanza de verlo de nuevo cuando resucite (Job 14:14, 15; Hechos 24:15).
Si aprovecha bien estos últimos momentos, probablemente evitará tener
sentimientos de culpa más tarde. Es más, cuando después los recuerde, aquellos
momentos serán para usted una fuente de consuelo. No hay duda de que usted
habrá resultado ser “un compañero verdadero [...] cuando hay angustia” (Proverbios
17:17).

Si se concentra en la persona y no en la enfermedad, se beneficiarán tanto usted


como ella
Un modo de respetar la dignidad del paciente
En muchos países se está luchando para que se reconozca el derecho que tiene el
paciente terminal a morir en paz y dignamente. Las directrices anticipadas,
formuladas por escrito, son una herramienta muy útil para que se respeten estos
derechos y permiten a los pacientes morir en casa o en un centro de cuidados
paliativos.
Las directrices anticipadas logran lo siguiente:
• Fomentar la comunicación con los médicos y familiares
• Liberar a la familia de tener que tomar ciertas decisiones
• Reducir la posibilidad de recibir tratamientos no deseados, inútiles, agresivos y
costosos
Las directrices anticipadas son eficaces si incluyen por lo menos los
siguientes datos:

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• El nombre del representante legal para la atención médica


• Los tratamientos que el paciente aceptará o rechazará en caso de que su
estado sea irreversible
• De ser posible, el nombre de un médico que esté enterado de sus decisiones

Cómo ayudar a un enfermo terminal

Martes 10 de octubre del 2017, 09:17 am, última actualización


Fuerte impacto emocional, ira, temor e intensa tristeza es lo que sienten los
familiares de personas que lamentablemente padecen enfermedades terminales,
ya que sufren a la par la agonía y están conscientes de que en cualquier momento
van a fallecer. ¿Qué hacer para que esta situación sea más llevadera?, sigue
leyendo y descúbrelo.

Cuidados paliativos a enfermo terminal

Enfermedad terminal: comienza el declive


"¿Tendré fuerza y seré capaz de cuidarlo?", ¿cómo lograr que no perciba el intenso
dolor que siento?" y ¿de qué manera le doy ánimos y lo hago feliz en estos
momentos sin llorar cuando lo tenga en frente?", son sólo algunas de las
interrogantes que se plantean los familiares de un enfermo en estado terminal,
a quienes dicha situación les cambia por completo la vida. Esto se debe a que
comienza largo peregrinar entre médicos, internaciones, cirugías y tratamientos
especiales, procesos que tienen como fin disminuir el sufrimiento y malestar al
paciente.

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Ahora bien, es importante tener claro que al término "enfermedad terminal"


concurre una serie de características que no sólo permiten definirla, sino también
establecer adecuadamente la terapéutica a seguir:
• Presencia de padecimiento avanzado, progresivo e incurable, por ejemplo,
cáncer, sida, tumores cerebrales inoperables, mal de Alzheimer e insuficiencia
renal (en riñón), cardiaca (corazón) o hepática (hígado), entre otros.
• Deficiente respuesta a un tratamiento específico.
• Presencia de numerosos problemas o síntomas intensos.
• Pronóstico de vida inferior a seis meses.
Cabe destacar que los adultos mayores son los protagonistas más frecuentes en
este contexto, pues regularmente 4 de cada 5 fallecimientos hospitalarios se
presentan en personas mayores de 65 años. Esta situación y la proximidad de
muerte de un ser querido llenan de tristeza e impotencia a muchos hogares, pero
curiosamente el paciente es quien muestra resignación más pronto, ya que está
consciente que debido a su edad y malestares irremediablemente se acerca el fin
de su vida; sin embargo, le causa gran angustia y dolor que sus familiares sufran
por él.

Acciones
Es natural que ante el diagnóstico de enfermedad incurable la primera reacción
del afectado sea de negación e ira y piense "por qué a mí", pues se trata de una
situación muy dolorosa y traumante, aunque en cierto tiempo aceptan la realidad;
no obstante, para los familiares es algo casi imposible de superar. Entre ellos la
mayoría de las veces se crea velo de silencio, todos sufren y temen individualmente,
pero conforme pasa el tiempo surge la comunicación y cada uno expone lo que
siente, lo que de alguna manera alivia el pesar propio y ajeno. Pero pese a ello,
aunque sólo hay un enfermo físicamente hablando, todos lo están emocionalmente.
Ahora bien, en los hogares en donde siempre ha prevalecido sinceridad y
comunicación se vive dicho proceso con profunda tristeza, pero serenamente, lo
cual permite reconocer que se está haciendo todo lo posible por mitigar el
sufrimiento del paciente, incluso, ayudan al enfermo a cumplir sueños, deseos y a
finalizar tareas inconclusas.
En cuanto al papel del médico, es preciso que le explique al enfermo que por el
momento todas sus dolencias son controlables y que, si llegan a incrementarse, se
pondrán en práctica nuevos tratamientos y cuidados especiales que las disminuirán.
Lo anterior llega a ser más relevante e importante en el caso de ancianos, ya que
ellos además tienen sufrimiento moral, pues temen a la soledad, abandono y a
causar problemas a sus familiares. Al respecto, se requiere mejorar la relación
interpersonal con el paciente, darle ánimos, hacerle sentir que es importante y
brindarle confianza y cariño.

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Por otra parte, el equipo médico está obligado a prestarle entrenamiento a la familia,
en especial a quien llevará la responsabilidad de hacerse cargo del paciente. Es
importante que posean información clara y precisa sobre los siguientes puntos:
• Alimentación.
• Higiene.
• Cambios posturales y curaciones específicas.
• Administración de medicamentos.
• Forma adecuada de actuar ante la aparición de posibles crisis y agonía.
• Orientación para establecer comunicación con el enfermo.
Nueva tanatología, una opción

La Tanatología es la ciencia de la muerte, que desde hace poco más de 30 años


se encarga de la atención de los enfermos terminales, para lo cual se basa en el
principio "cuidar más allá de curar". Por ello, su objetivo consiste en disminuir el
sufrimiento de los pacientes, mejorar su calidad de vida, ayudar a que se
preparen para la muerte y que logren obtener aprendizaje de dicha experiencia.
Asimismo, también ofrece asesoría y apoyo a la familia durante la enfermedad y
agonía, fallecimiento y fase de duelo.
Los especialistas en dicha área médica se encargan de proporcionarle al
paciente cuidados paliativos, que son aquellos que permiten aliviar el sufrimiento
sin tener por finalidad la curación, lo cual puede realizarse en el hospital o domicilio
particular. Es importante tomar en cuenta que la Tanatologíapuede brindar su
mayor potencial cuando se recurre a ella inmediatamente después de la detección
de la enfermedad.
Cabe destacar que además del tratamiento de los síntomas físicos y cuidado
corporal, es necesario ocuparse del nivel emocional del paciente, a quien se le
tiene que brindar compañía, favorecer su relación con las personas con las que
convive y procurarle asistencia religiosa en caso de que sea creyente.
Queda por decir que ante enfermedades incurables hay dos conceptos que se
entrecruzan: vivir bien y morir en paz, lo que se traduce en procurarle al paciente la
mejor calidad de vida posible y que tanto éste como su familia acepten con
serenidad el irremediable fallecimiento.

• Pregunte a la persona con cáncer si necesita tomar un descanso. Procure no


tomar muy a la ligera los efectos de la enfermedad, pero evite la
sobreprotección, y anímele a pasar tiempo con usted y los demás.
• Motive a los amigos a visitar al paciente, quizá ellos pudieran estar
dispuestos a hacer mandados, cocinar o cuidar de los niños. Si no pueden ir

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de visita, anímelos a escribir cartas, mensajes electrónicos, o llamar a la


persona por teléfono.
• Continúe visitando a la persona con cáncer. Anote el nombre de la persona
en su calendario de actividades semanales. El paciente con cáncer se puede
sentir muy solo y aislado. Su ser querido no siempre puede pedir ayuda ya
que a menudo resulta difícil hasta para la persona con cáncer saber
exactamente lo que ayudará. Manténganse siempre en comunicación.
• Y sobre todo, sea usted mismo(a). Trate de no preocuparse sobre si está
haciendo las cosas de la manera correcta. Deje que sus palabras y actos
salgan del corazón. Su compasión y preocupación sincera son las cosas más
importantes que usted le puede transmitir en este momento.
• Escrito por

Cómo atender a la familia del enfermo terminal

Nancy Guinart Zayas1

RESUMEN

La falta de literatura médica sobre el enfermo terminal ha sido queja constante de


nuestros Médicos de Familia y de nuestros alumnos, más aún si se trata de la
atención integral que aporta a esta familia. Ha sido por esto que nuestro personal
médico ha vivido situaciones tan dispares en la relación enfermo terminal-familia,
que tarda en encontrar el trato adecuado con ambos, en particular con la familia.
Aun en el peor de los casos, nuestros médicos y enfermeras deben intentar
compartir el sufrimiento de la familia, algo que no resulta difícil, pues ese sufrimiento
deja también en este equipo profesional huellas imborrables. En definitiva, lo que
dificulta la fluidez de la comunicación en la relación familia-médico-equipo de salud,
es la ansiedad.

Palabras clave: Atención integral, familia, enfermo terminal, relación familia-


enfermo terminal, ansiedad.

Los programas de especialización médica del especialista de Medicina General


Integral y los programas de estudio de nuestros alumnos de medicina consideran la
atención individual y a la familia del paciente terminal, sin embargo ha sido difícil,
por la falta de literatura en nuestro país, abordar estos conocimientos y habilidades,
que hoy se hacen más cotidianos, con el aumento de la expectativa de vida y por
tener en cada cuadro de nuestra comunidad un equipo sanitario que brinda una
atención integral y continua. Por ello, creímos necesario tratar el tema de cómo dar
la atención a la familia del enfermo terminal.

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DESARROLLO

La ansiedad suscitada por la experiencia de la muerte se configura con el


componente esencial de la relación enfermo terminal-familia-equipo de salud. Por
parte del enfermo, al entender que la muerte es el acontecimiento personal por
antonomasia, pero no siempre en estos pacientes terminales emerge el
conocimiento de la verdad como principio al que ajustar su proyecto de vida. La
vivencia depresiva o resignada de ese período angustioso le permite asumir aquella
afirmación de Goethe, según la cual, “no existe ninguna situación que no se pueda
ennoblecer o por el actuar o por el soportar”.1

Por parte de la familia es difícil asimilar que aquel ser tan querido no pueda
beneficiarse de los avances de la medicina, y admitir ese aforismo tan característico
del médico, pero que tanto le afecta a él como a la familia, de que cuando no se
pueda curar hay que aliviar, o al menos, hay que consolar. Es muy problemático
proporcionar este consuelo al enfermo terminal, si por parte de la familia no se le
ofrece el apoyo personal y afectivo que necesita. Eso sucede muchas veces cuando
el familiar se bloquea y no sabe qué decirle al enfermo, o cuando adopta ante él una
actitud demasiado solemne.

Lo que en definitiva dificulta la fluidez de la comunicación en la relación enfermo-


familia-equipo de salud, es la ansiedad. De ahí la necesidad de dominarla para que
el enfermo pueda reconocer la verdad de su situación, que la familia olvide sus
sentimientos de culpa por desear que la situación terminal se resuelva cuanto antes
y se vuelque en el consuelo y alivio del enfermo, y que el equipo de salud no caiga
en el error de evitar las visitas tanto a la familia como al enfermo.

Entre los métodos de trabajo que se deben utilizar y los indicadores de evaluación
de los médicos, es importante aportar elementos de observación y de reflexión
sobre la intervención multidisciplinaria que es necesario llevar a cabo sobre la
familia y su entorno social. Así, cuando aparece la enfermedad terminal puede
ocurrir que: la persona afectada encuentre que vive sola, que vive con una persona
mayor, o, por último, que vive en el seno de una familia extensa. Igualmente, sea
cual sea la circunstancia, hay que tener en cuenta el apoyo que el enfermo necesita.

¿Qué se observa en los familiares que cuidan?

• Falta de información sobre el proceso de enfermedad (diagnóstico,


evolución, descompensación, complicaciones posibles, actuación ante el
paciente y recursos sanitarios de que disponen).
• Angustia y tensión ante la enfermedad, hechos que van a repercutir sobre el
hogar y la familia, sobre su trabajo y la vida social.
• Sensación de pérdida de control e importancia ante las conductas del
enfermo en cada momento.
• Falta de soluciones a las propias necesidades psicológicas del cuidado.
• Dificultades económicas o materiales (vivienda).

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¿Cómo evoluciona la actitud de esta familia?

Al inicio se considera al paciente como una víctima inocente, luego esta enfermedad
del familiar se va transformando en un peso y una molestia cada vez mayor.

¿Qué factores influyen sobre la familia?

Este impacto de la enfermedad tendrá más o menos repercusión en la familia


dependiendo de que el enfermo esté hospitalizado o no, y la presencia o déficit de
los factores siguientes: nivel o situación económica o material del entorno, número
de miembros disponibles para la ayuda en el seno de la familia, los vínculos entre
ellos, el nivel cultural, el medio social en que residen (urbano o rural), el estado de
salud de los pacientes que cuidan la evolución del propio proceso, las alternativas
sociosanitarias, y finalmente el régimen y horario de trabajo.

Hay otros factores de índole psicosocial que generan mayor grado de estrés, como
son, las ideas de culpa de la familia, el hecho de encontrarse simultáneamente
frente a otras situaciones estresantes (divorcio, separaciones, relaciones anómalas
con hijos, o problemas de pareja).

Atención de la familia del enfermo terminal.

Como profesionales no solo hemos de saber reconocer, sino también manejar toda
problemática que será diferente en cada caso por circunstancias que se derivan de
todos los factores enumerados anteriormente. Es evidente que solo es posible
hablar de una serie de orientaciones que ha de realizar el equipo de salud, y que
por demás, las consideramos indispensables:

1. Valorar si la familia puede desde el punto de vista emocional y práctico


atender al enfermo o colaborar adecuadamente en su cuidado. Si puede,
debe decidir con qué grado de implicación lo va asumir; y si no puede, que
valore la ayuda de la comunidad o de familiares más distantes, o que busque
ayuda a otro nivel de la salud.
2. Identificar entre los familiares a la persona que sea más adecuada para llevar
el peso de la atención. El equipo de salud intensificará sobre esta persona el
soporte psicoafectivo de la situación.
3. El equipo debe planificar la integración de la familia, para que, con las
orientaciones médicas-psicológicas de él emanadas, pueda participar en
aspectos de la asistencia, como es la alimentación, la higiene, los cuidados
directos al enfermo, los cambios posturales, el hábito de vacunación, las
curas elementales, el humedecimiento de las mucosas, etcétera.
4. Si la atención es en el hogar, independientemente de que se pueda realizar
un ingreso en él, hay que encargar una persona adecuada que debe hacerse
asumir la administración de fármacos cuya pauta debe ser facilitada siempre
por escrito.
5. La familia debe ser instruida en pautas de actuación ante la aparición de
crisis, agitación y agonía, con el fin de que tenga asumida la presentación de
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un hecho esperado con el de paliar posturalmente algunas situaciones (para


evitar estertores, laterización como ejemplo).
6. Esa educación o instrucción debe ser selectiva y clara sobre las pautas de
comunicación con el enfermo, que siempre será receptiva y comprensiva de
sus deseos.
7. El equipo de salud es el soporte práctico para la contención emocional del
enfermo y la familia.
8. Para la prevención y tratamiento del duelo, el equipo debe constituirse como
el sustrato dinamizado de la rehabilitación y recompensación de la familia. 1

Modernamente Florez Lozano2 distingue 3 modelos básicos en la atención del


enfermo terminal:

• El modelo de asistencia hospitalaria. Está sociológicamente identificado con


la tendencia de la sociedad actual, en países que no tienen un sistema de
salud comunitario como el nuestro, donde la familia lleva al enfermo a morir
al hospital porque empieza a considerar que es inconveniente que fallezca
en la casa. En este tipo de asistencia el concepto terminal implica que el
enfermo es irrecuperable y que las acciones que debe recibir son de tipo
paliativas, aunque reconozcamos su perfección técnica, o precisamente a
causa de ella, suele envolverse al paciente en un ambiente de
despersonalización e indiferencia que no es lo más conveniente para estos
casos.
• El otro modelo corresponde a los niveles más altos y sofisticados de
asistencia hospitalaria. La institución hospitalaria es tan especializada que
limita la praxis sobre el enfermo exclusivamente a los profesionales, y
excluye absolutamente a la red familiar y social del enfermo.
• Por último, el modelo ligado socialmente al concepto tradicional de la muerte
en casa, rodeado de todos. La familia se esfuerza en arrancar al enfermo del
hospital para que muera en el espacio doméstico. En este modelo no existe
el término enfermo terminal, pues hasta la consumación de la muerte sigue
siendo el enfermo.

En este modelo doméstico no solo cuenta de manera efectiva la atención de las


necesidades físicas, pues hay que tener en cuenta los parámetros de sentimientos,
deseos y pensamientos manifestados con anterioridad por el enfermo, además la
familia se esfuerza por evitarle el aislamiento. Por ser mucho más humano, y
siempre que contemos con los recursos sanitarios disponibles, cuando sea posible,
debemos sugerir esta conducta a los familiares, beneficios que nuestro enfermo
agradecerá eternamente.3-5

5 claves para ayudar a una persona con una enfermedad terminal

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Expertos del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos señalan que los
cuidados al final de la vida proporcionan bienestar físico, mental y emocional,
además de servir como un apoyo social para aquellas personas que se
encuentran solas y están padeciendo una enfermedad terminal.

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POR: LAU MARTÍNEZ. COLABORADORA

Expertos del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos señalan que los
cuidados al final de la vida proporcionan bienestar físico, mental y emocional,
además de servir como un apoyo social para aquellas personas que se encuentran
solas y están padeciendo una enfermedad terminal.

A juicio del doctor Alfonso Reyes, pionero de la tanatología en México, a un


enfermo terminal se le debe ayudar para que siga siendo productivo, tenga una
calidad de vida real y se prepare para morir con aceptación, dignidad y totalmente
en paz consigo mismo.

¿Cómo ayudar?
Según los especialistas, cada persona tiene necesidades diferentes, pero algunas
preocupaciones son comunes en la mayoría de los pacientes terminales. 5 claves
para ayudar a una persona con una enfermedad terminal:

1. Acompañar a la persona. La compañía es fundamental. La atención, el saber


escuchar y dialogar ayuda al control del dolor, la ansiedad y la depresión. La
empatía, que consiste en ponerse en el lugar del que sufre e identificarse con él,
con sus emociones y sentimientos, es la base de un buen cuidado al paciente
terminal.

Cuando el enfermo tiene problemas para hablar hay que recurrir a una de las formas
más básicas de comunicación, que no la más fácil: el contacto físico. Sujetar su
mano, tocar su hombro, acariciar la cara, secarle la frente o colocarle bien en la
cama calma el temor y la ansiedad y da seguridad.

2. Higiene corporal y cuidado de la piel. Una buena higiene corporal, el cuidado


de la apariencia externa, un buen aseo, no son sólo cuidados básicos, sino que
contribuyen a aumentar la autoestima y el equilibrio emocional. Los cuidados físicos
se deben realizar con delicadeza, cuidado y respeto.

3. Alimentación adecuada. Una regla de oro para un paciente en este estado es


“que coma poco y a menudo, lo que le guste y cuando le apetezca”. No hay que
forzarles con la idea de que va a mejorar su estado. Por eso hay que respetar las
orientaciones del propio paciente sobre lo que le apetece o no.

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4. Alivio del dolor. El control del dolor, su eliminación, es un derecho básico de


todo enfermo, y en un paciente terminal es esencial para conseguir una muerte
tranquila. El dolor es más temido que la propia muerte, según datos disponibles.

5. Permitir que la persona exprese sus temores e inquietudes sobre la


muerte. Por ejemplo: cómo desprenderse de su familia y amigos. Asegurar al
paciente que se ejecutarán sus instrucciones, así como su testamento en vida. Al
mismo tiempo, respetar la necesidad de privacidad de la persona.

Finalmente, opinan los especialistas, es muy importante dar apoyo a la


espiritualidad de esa persona. Dejar que hable de las cosas que tienen importancia
para ella, rezar con ella si la persona lo desea y coordinar visitas de directores
espirituales y miembros de la iglesia, si es apropiado.

Cómo animar a un paciente de cáncer

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Elia Tabuenca

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Si algún amigo o familiar tuyo está padeciendo cáncer, es importante que sepas
cómo puedes ayudarle y apoyarle en estos duros momentos. La compañía de los
seres queridos es lo que más necesitan los enfermos para poder tener una actitud
positiva y luchar con fuerza para superar la enfermedad. En este artículo de unComo
te damos algunos consejos acerca de cómo animar a un paciente de cáncer para
que puedas ser de ayuda y conseguir que este periodo lo viva de la mejor forma
posible.
También te puede interesar: Qué comer cuando tengo cáncer
Pasos a seguir:
1
Uno de los aspectos más importantes que tienes que tener en cuenta si quieres
ayudar a una persona con cáncer es que debes darle vía libre para que se exprese.
Dejarle hablar sin interrumpirle, dejar que diga todo lo que sienta y que se explaye
contándote sus miedos, sus pensamientos e, incluso, sus sueños.
Escuchar a una persona con cáncer es esencial para que pueda compartir sus
preocupaciones y sentirse apoyado por la gente a la que quiere. Por lo tanto, aunque
quieras ayudarle e intentarle disipar los miedos, no le interrumpas y deja que hable,
que hable sin filtro, que se desahogue cada vez que lo necesite. Ya darás tu opinión,
si es necesario, más adelante. Pero no le interrumpas y deja que se vacíe de
pensamientos contigo.
2
Un paciente de cáncer vive diferentes periodos durante la enfermedad: el momento
en el que está ingresado en el hospital y el momento en el que está en casa
descansando del hospital o recuperándose en un entorno más conocido. Esté donde
esté, es importante que sienta que tú estás disponible para verle, para escucharle
y para hacerle compañía. En estos duros momentos debes dejar un poco de lado
tus prioridades y darle a entender que estás ahí siempre que te necesite.

Para que esto sea así, solo basta con que le cojas el teléfono siempre que te
llame, que vayas a verle a menudo y que estés dispuesto a echarle una mano
cuando lo necesite. No te estamos diciendo que centres exclusivamente su vida a
esa persona pues podrías terminar en una depresión, pero sí que si has quedado
para cenar, por ejemplo, y te llama porque te necesita, puedes posponer los planes
y estar a su lado.

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El tema de la disponibilidad que acabamos de comentarte, también debe intentar
sentirse en el momento en el que amigo o familiar necesite de tu ayuda para llevar
a cabo algunas rutinas diarias. Por ejemplo, si tiene hijos y está ingresado en el
hospital puedes ofrecerte a irles a buscar al colegio, a prepararles la cena, etcétera.
Lo mismo si tiene mascotas o tiene que rellenar papeles burocráticos como, por
ejemplo, la baja laboral. Es importante que le eches una mano en todos estos
aspectos diarios que, cuando estás enfermo, pueden convertirse en una montaña
de obligaciones.
Si es un adolescente quién tiene esta enfermedad, en un Como te damos algunos
consejos acerca de cómo ayudar a adolescentes con cáncer.
4
Es importante que también le des apoyo emocional y cariño. Las palabras
amables, los abrazos y la cercanía conseguirán que el paciente se encuentre mejor
en tu compañía. Del mismo modo también es aconsejable que intentes mantener
una actitud positiva para contagiarle de tu energía y optimismo y conseguir, así, que
esté con un estado anímico mejor. Por eso es importante usar el humor, la risa y
la broma para aliviar el dramatismo de la situación y aprender a reírse de todo. Es
una herramienta muy buena para conseguir restarle importancia al cáncer y
conseguir tener una buena energía para afrontarlo.
Ten en cuenta que una parte importante de la superación del cáncer recae en la
fuerza mental y las ganas de superar la enfermedad, por lo tanto, conseguir que su
actitud sea favorable y con esperanza puede contribuir a una mejoría en el
estado de salud.

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Por mucho que estés al lado de una persona con cáncer y le apoyes en todo
momento, nunca podrás sentirte como él ni entender sinceramente por lo que está
pasando. Por este motivo, siempre se aconseja que los pacientes se relacionen con
otras personas que estén pasando por lo mismo o que lo hayan pasado y, así,
podrán intercambiar miedos, experiencias y sensaciones provocadas por la
enfermedad.
En este sentido puedes hablar con los médicos que le atienden y preguntarle acerca
de grupos de apoyo; convéncele para que acuda a estas reuniones y se sentirá
apoyado por otras personas que han pasado por lo mismo.
Si el familiar es una mujer con cáncer de pecho, en un Como te contamos de manera
detallada cómo puedes ayudar a un familiar con cáncer de pecho.
6
Te hemos comentado que es importante que estés disponible y accesible, pero eso
no significa que tengas que estar atosigando todo el día. Ten en cuenta que el
estado de salud de tu familiar o amigo no es bueno y, por tanto, es probable que a
veces no tenga ganas de hablar ni de ver a nadie. Intenta no presentarte de sopetón
en el hospital ni estar siempre encima de él; dale espacio, deja que respire y que
tenga momentos de soledad.
Es bueno que dedique tiempo a reflexionar sobre lo que ocurre, a leer y a hacer lo
que realmente le apetezca sin tener que estar pendiente del visitante. Así que sí,
estate disponible, pero no le agobies y respeta siempre su espacio y su tiempo
de soledad.

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Otra cosa que suele ocurrir es que para animar a un paciente con cáncer creemos
que hablando de otras personas que conocemos que lo han superado o consejos
médicos que has escuchado podemos ayudar. Y la verdad es que seguramente el
enfermo necesita escuchar hablar de otras cosas, de aspectos cotidianos y las
historias de cada día.
El cáncer es un tema que estarán más que cansados de oír y necesitarán llenar los
oídos con anécdotas nuevas y divertidas que mentalmente le alejen de la cama del
hospital. Así que está bien que le preguntes por su estado de salud y por las
novedades que pueda haber, pero lo mejor y lo que más te agradecerá es
que tengas una actitud natural y le hables de tus cosas como hacías siempre. El
cáncer no debe convertirse en un tema tabú pero tampoco en el único tema de
conversación.
Este artículo es meramente informativo, en un COMO no tenemos facultad para
recetar ningún tratamiento médico ni realizar ningún tipo de diagnóstico. Te
invitamos a acudir a un médico en el caso de presentar cualquier tipo de condición
o malestar.
Si deseas leer más artículos parecidos a Cómo animar a un paciente de cáncer,
te recomendamos que entres en nuestra categoría de Enfermedades y efectos
secundarios.

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“CONSEJERIA PARA ENFERMOS TERMINALES”

TABLA DE CONTENIDO

1. Introducción
2. Cómo ayudar a los que sufren
3. Consejería o secreto
4. Dolor familiar
5. Tips para el consejero
6. Fases en las enfermedades terminales
7. Principios para visitar un Hospital
8. Ingresando al ámbito privado del paciente
9. No aumente el dolor
10. Orar por los que sufren
11. Buenas intenciones no bastan
12. Mejores consejeros
13. Enfrentando malas noticias
14. Los rostros de la aflicción
15. Conclusión
16. Bibliografía

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Capítulo I

El Sufrimiento
Es cierto que el sufrimiento individual no tiene tregua y que las aflicciones de
este mundo continúan. Pero también es cierto que hay personas que han hallado
un refugio en medio de los escombros de la aflicción. ¿Cuál es la diferencia entre la
mujer paralítica cuya sonrisa tiene virtud de iluminar un salón, y el millonario que
contempla el suicidio? ¿Y por qué puede una persona soportar una experiencia
dolorosa y mantenerse equilibrado cuando otra, en medio de una prueba similar, no
hace otra cosa que quejarse y compadecerse de sí mismo?

Como terapeutas cristianos no podemos brindar soluciones seguras sin


ayuda de la Biblia. No pretendemos ser psicólogos modernos, ni brindamos
soluciones simples.
Un antiguo escritor escocés afirmo; La familia de la fe tiene muchos asuntos de que
ocuparse y el problema de las enfermedades y aflicciones son los primeros de los
que encabezan la lista.
Las aflicciones son una realidad que nos toca a todos. Y a todo miembro de
la familia de la fe le toca en algún momento sufrir, o ayudar a otro creyente a soportar
las pruebas.

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Capitulo II
¿Cómo ayudar a los que Sufren?
Para ayudar a las personas que sufren hay que entender que estas casi
siempre se sientan solas.

Paul Taunier, dijo: “Para dar consuelo no hace falta decir mucho. Basta con
escuchar, comprender y amar.”

Un filósofo antiguo, que llego a ser el hombre más sabio de su época, escribió
lo siguiente: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
Porque si cayere, el uno levantara a su compañero; Pero ¡Ay de él solo! Que cuando
cayere, no habrá segundo que lo levante” (Eclesiastés 4:9-10)
Se ha dicho que la soledad es la enfermedad de la época actual. Los que
sufren se sienten que todo el mundo sigue adelante y que a nadie le importa su
situación o condición.

La soledad se queda en la cama del hospital y acompaña a la mujer cuyo


esposo pasa más tiempo en el trabajo que en casa. La soledad afecta a los
cónyuges divorciados y también a los hijos que dejan atrás.

Se dice con harta frecuencia que las ciudades son los lugares más solitarios
del mundo.

Esta castiga a los ancianos aislándolos del mundo y anula la personalidad de


los pobres.

Otros dicen que es un sentimiento de vacío en lo profundo del estómago, que


casi llega al punto de convertirse en nauseas, viéndolo desde el punto de vista físico.

Generalmente las personas con enfermedades terminales se sienten con


mucha ansiedad oculta, como un hoyo negro y muy profundo.

Algunos afirman que sienten mucho dolor agudo en los momentos de


angustia o de desesperación. Para otro es un largo periodo de tensión el cual los
agotas hasta el punto de dejarlos desanimados y vencidos.
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Aquellos que padecen de enfermedades terminales sienten que sus


sufrimientos no tienen fin, necesitan de alguien que los levanten moral y
espiritualmente, alguien que los anime, que les de apoyo, y que les haga saber que
no están solos.

“consejeros cristianos son los ayudadores, los consoladores, para los que
padecen en sus últimos momentos de vida y sangran de angustia y desesperanza,
dando trasfusiones de amor y comprensión.”

El hecho de que Dios es nuestro consolador nos prepara y nos manda o


encomienda para esta tarea especial.”

El apóstol Pablo dijo: “Bendito sea Dios y Padre de nuestro señor Jesucristo,
Padre de misericordia y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas
nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que
están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos
consolados por Dios.” (2 Corintios 1: 3-4)

Sabemos que ser consejeros y consoladores es un don divino, pero también


se necesita de mucho entrenamiento psicológico. No falta quien diga que todos
alguna vez en la vida nos a tocado hacer de consoladores. Hasta un niño puede
consolar con una palmada y un perro con una lamida.

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Capitulo III
¿Consejería o Secreto?

Las personas que sufren prefieren negarlos casi siempre, cambian de tema,
otros los evaden contando chiste, o se refugian recitando versículos bíblicos,
buscando con esto suavizar su situación.

Pero las familias sabias cuando enfrentan casos terminales se sienten libres
en buscar un consejero para contarles sus problemas, se sienten confiados en llorar
sobre su hombre y piden ayuda moral y espiritual.

Hay frases gastadas como: “si te han dado limones, has limonada”, o
“miremos el lado positivo del asunto”. Con los que muchos piensan ayudar a los que
sufren, pero estos no ayudan a reponerse, a los contrarios estos hacen sentirse
culpables y desanimadas en casos difíciles en las personas que están cerca de la
muerte.

No es que estas frases sean equivocadas, pero no son la que los enfermos
necesitan oír.

Ser accesibles es una virtud en la consejería para que los que padecen
puedan revelar sus enfermedades y problemas. La confidencialidad es un requisito
esencial para que confíen en un terapeuta cristiano.

Si nuestros pacientes no cristianos no tienen confianza en nosotros para


comunicarnos sus aflicciones, puede que nunca podamos abordarles con su
necesidad de Jesucristo.

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Capitulo IV
Dolor Familiar.
En muchos casos de enfermos terminales el sufrimiento no se limita solo al
que la padece, sino que los parientes cercanos también sufren no solo cuando esta
esta con vida sino que el dolor sigue después de la partida del ser amado.

Algunos sienten que los amigos se alejan y los de su comunidad los evitan.
Se sienten como que tuvieran lepra o alguna enfermedad contagiosa. Al punto que
se marginan en un momento en que necesitan con quien hablar y alguien que los
consuelen. Cuando una persona evita a otra intencionalmente, lo que ocurre es que
esta persona no sabe que decir. Es una falta de sensibilidad y el consejero debe de
ser un buen escuchador.

Las personas que sufren no deben de tener temor de hablar con un terapeuta
para que le escuche, porque por dentro puede estar como el salmista que dijo:
“Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido”. (Salmos 25:16)

No es fácil estar disponible, porque requiere tiempo, pero el tiempo en que


empleamos en nuestros pacientes por largo que sea, puede traer enormes
beneficios para la vida del que sufre, padece y su núcleo familiar.

No es importante a veces lo que digamos, para consolar a la persona que


sufre lo que cuenta es el interés que mostremos hacia ellos y hacerles sentir que
estamos disponibles.

Se cuenta una historia sobre Beethoven, quien no era celebre por su


sociabilidad. Por el hecho de que eres sordo, el dialogo con los demás se le hacía
difícil y humillante.

Cuando se enteró de la muerte de su amigo, Beethoven, lleno de pesar, se


apresuró por llegar a casa del amigo. No tenía palabras de consuelo por pronunciar.
Pero vio que en el salón había un piano. Por espacio de media hora toco aquel
piano, vertiendo sus emociones de la forma más elocuente que le fue posible.
Cuando termino de tocar se fue.

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Mas adelante su amigo afirmo que ninguna visita había sido tan útil como la
suya”.

Durante la guerra del Golfo Pérsico, Isaac Stern tocaba el violín Tel Aviv,
acompañado de la sinfónica. Repentinamente comenzaron a sonar las sirenas, que
avisaban a todos de ataques de proyectiles teledirigidos desde Irak. El gobierno
israelí temiendo un ataque con gases venenosos, había entregado caretas
protectoras a toda la población. Y sucedió, que en medio del concierto el público se
puso caretas. Todos menos el maestro. No es fácil olvidar aquel cuadro que
apareció en las pantallas de televisión. Isaac Stern tocando una música que
procedía de las fibras más profunda de sus ser, ante un auditorio de caras ocultas
por las caretas protectoras. Estar disponibles no es una declaración es una acción.

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Capítulo V
Consejos para el Consejero

Asistir a los enfermos es una destreza (Santiago 5:13, 2 Timoteo 4:20). En


casos de enfermedades terminales el consejero es el último en darse por
importancia, primero es la familia del enfermo.

1. Se debe de respetar la privacidad del enfermo (No divulgar el tipo o


nombre de la enfermedad).

2. Debe de respetar la autoridad del hospital (Respetar las áreas restringidas


como el horario, la familia).

3. Al enfermo no hay que contrariarlo.

4. No abusar de la confianza del enfermo (Sentarse en su cama, abrazarlo,


besarle, y no toque la comida o bebida del enfermo).No averiguar mucho
sobre las causas de la enfermedad, si no hay compresión no visite al
enfermo en cualquier lugar.

5. No polemizar la enfermedad del paciente

6. Lo que el paciente, el familiar, el doctor o enfermera diga está bien,


aunque el consejero opine lo contrario.

7. Controle sus emociones como ayudar.

8. Si el enfermo no quiere hablar hay que respetar su privacidad.

9. Ser sencillo cuando visite, lleve una Biblia de bolsillo, y ore breve en voz
baja.

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Capítulo VI
Fases en las Enfermedades Terminales
Hay diferentes etapas en las Enfermedades Terminales, las cuales el
consejero debe tener un conocimiento para saber lo que esta pasando el paciente.
Estas etapas son:
1. Negación: Es la primera etapa de la enfermedad terminal. Esta es muy corta.

2. Enojo o ira.

3. Negociación:
El enfermo ofrece cualquier sacrificio para poder recibir sanidad, (caminar de
rodillas, una ofrenda, una penitencia, etc.)
4. Depresión
Cuando no consiguen lo que quieren. Traen el pasado a colación, han
fracasado las etapas anteriores. Remueven la conciencia durante la depresión. Con
la depresión viene el aislamiento y viene a ver que es lo que pasara en el por venir.

5. Aceptación:
Se resigna a colgar el tenis. ¿Quiénes le dirán como arreglarse con Dios?

6. El paciente es el que decide enterarse de la condición de su enfermedad y el


consejero como mucho tacto le hará saber de su estado final.

Hay ciertos actos que el enfermo quiere tomar en cuenta cómo será su sepelio
y otras decisiones, como comprar un seguro funerario, resolver asuntos personales,
etc. Esta es la parte de la comunicación de el diagnostico.

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Capitulo VI
Fases que el enfermo debe cubrir

Primer requisito para visitar a un enfermo terminal es ser sabio y de fe en


Dios. Recurrir al ayuno y la oración para estos casos. A los cuidados médicos se les
agregan los cuidados espirituales del consejero.

Deberá de estar alerta a las necesidades del paciente “a veces el paciente


antes de morir pide agua para beber, o cualquier antojo”

Es un arte sanador en medio de la crisis y lo hace a través de la oración y la


conversación. No es bueno que el enfermo este solo. El pastor visitara al enfermo
de la iglesia y a otros que quieran visitas. También se pueden visitar a personas que
no tienen pastor.

1. Visitar los hospitales donde no hay un capellán.

2. Cuando se traten de miembros de otra iglesia puede visitar con permiso del
pastor y la familia del enfermo.

3. Cualquier visitante debe de actuar como representante de Dios; no debe


causar confusión, etc.

Principios para visitar un Hospital

1. Respetar los carteles que aparecen en la pared.

2. Tocar la puerta antes de entrar “con suavidad o delicadeza, el visitante debe


de presentarse al ser recibido en el cuarto del enfermo”.

3. Regresar más tarde en el caso de que se esté sirviendo la comida al paciente


o cuando esté presente su médico, o haya otras visitas en el aposento.

4. Ser sensible a la presencia de Dios e identificarse con la situación del


paciente.

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5. Si hay otras personas en la habitación y se le permita entrar dirigirse a las


otras personas en el lugar, pero cuando sea posible dirigirse al paciente
desde un ángulo donde lo pueda ver cómodamente. Evitar sentarse en la
cama. Si el paciente está dormido inconsciente o muy enfermo para hablar
sea muy breve (5 min.)

6. La visita debe de hacerse en espíritu de oración, es mejor no hablar ni reírse


precipitadamente. Cuando se ora o se lee una porción de las escrituras el
paciente debe sentir consuelo al ver que sus preocupaciones están siendo
consideradas. El uso de este mecanismo es más efectivo que frases
preconcebidas con gestos piadosos (Matero 18:20).

7. La visita deberá ser por un tiempo prudenciar de acuerdo de las condicione


del paciente, ya que para ellos no hay un padrón a seguir.

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Capitulo VIII
Ingresando al habito privado del Paciente

Cada paciente es único y con cada uno de ellos hay que obrar diferente, ya
que no funcionara la misma técnica en muchos casos.

Las visitas a los enfermos tienen sus condicionantes tal como la edad de la
persona, el sexo, la condición física, el trasfondo cultural, la creencia religiosa, el
estado emocional y el tipo que haya con el paciente.

La razón por la que una persona puede estar hospitalizada es un índice del
grado de ansiedad que está sufriendo ya que no es lo mismo un examen físico, una
herida, un problema emocional, una infección, una operación, un problema crónico,
o una enfermedad catastrófica. No importando la causa, la persona enferma puede
estar experimentando una gama de sentimientos y puede sentirse aturdido,
culpable, depresivo, débil, adoloridos, hostil, ansioso por una separación, miedo a
la muerte, o bien experimentar una ansiedad por no estar totalmente sano Mateo
10:19 dice: “más cuando os entreguen no os preocupéis por cómo o que hablareis
por que aquella hora os será dado lo que hay que hablar”.

Al escuchar como pastor o consejero se ingresa en el mundo privado del


paciente y con el auxilio del Espíritu Santo puede determinar cuáles son sus
verdaderas necesidades.

Mediante la guía del Espíritu Santo sabrá lo que le tiene que decir al paciente.

En resumen se puede decir que el adiestramiento espiritual y medico puede


obrar en conjunto, puede obrar en salud, y hasta el beneficio del hogar ya que el
pastor y consejero representan al Dios vivo que pueden disminuir el dolor ya sea
físico o espiritual.

Cuando se trata de casos terminales y desahuciados se presenta la


oportunidad más grande para hablarles del Señor por que pueden morirse o pueden
sanarse. Es precisamente cuando se presenta esta situación o sorprende la muerte
para alguien que es familiar o amigo cuando el pastor o consejero puede proceder
con sabiduría, si así no lo hace pierde gran oportunidad de evangelizar y por

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añadidura queda marcado como alguien que no presta auxilio en el momento


requerido.

La administración debe ser con ética es decir con el respeto que se merece
en circunstancias determinadas (Santiago 1:27)

Dentro del ministerio pastoral el ministrar enfermos requiere máxima


destreza en lo más sublime en la actividad y requiere delicadeza y ética. El máximo
error que puede cometer un pastor es no asistir a un enfermo terminal o
desahuciado ya que se está desviando de lo que dice Santiago 5:13-16.

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Capitulo IX
No aumente el Dolor
A veces en lugar de ayudar a aquellos que sufren muchos son impedimentos
para ellos, es fácil herir a los demás con intención o sin ellas. Algunas iglesias se
les acusan de “dispararles a sus heridos”. Esto puede ocurrir cuando, por ejemplo,
se le echa la culpa del divorcio a un solo cónyuge, cuando un hijo descarriado muere
y hacen que los padres se sientan culpables, también cuando alguien tiene una
enfermedad terminal y le hacen sentir que fue por sus pecados y esta es una
maldición por sus malos actos. Hay un sin número de formas en que la gente puede
aumentar el dolor de los demás. Se cuenta el caso de Samuel que se había caído
de un techo y se había fracturado el cuello. Hubo que esperar días para saber si iba
a quedar paralizado totalmente. Tenía muy mal aspecto por el hecho que le había
atravesado por el cráneo, varillas de metal, estaba rodeado de sacos de arena, y su
rostro se hallaba amoratado e inflamado. La familia temía por la salud de su madre
y tenían necesidad de que les dieran apoyo amoroso.

Una de las hijas dijo: “algunos miembros de la iglesia vinieron a visitar a papa,
pero, por la impresión que recibieron al verlo, se marcharon pronto. Me dieron una
palmada en el hombro y luego se dirigieron hacia la puerta lo más rápido posible.
Nos parecía que hacían la visita por que “ese era su deber”.

Pero lo visitaba un hombre que no era cristiano. Se trataba de un inmigrante


pobre con poca facilidad de palabras, pero un hombre a quien papa le había hablado
del Señor. El entraba al cuarto y solo decía: “yo se que tu Dios cuidara de ti”. Miraba
a papa, le daba una palmada en la mano y se marchaba. Pero venia diariamente y
siempre decía lo mismo. Él nos consoló por que compartió con nosotros la fe que
todos sabíamos que papa tenía”.

Alguien dijo: “el gesto más fino que podemos tener con nuestro padre
celestial consiste en ser amables con uno de sus hijos”. Esta es una verdad grande.
Yo sé cómo se siente uno cuando una persona es amable con una de mis hijas. El
chisme es otra forma de perjudicar a los demás. Las críticas hacen que la gente se
marchite. Los hijos de los que padecen en particular”.

Los terapeutas cristianos son importantes porque la gente esta ocupadas en


sus cosas. Tan ocupados que nunca ven las necesidades de los demás. Tan
ocupados que nunca tiempo de enviar esa nota de consuelo, aliento, o de
confirmación de nuestro amor o interés por ello. Tan ocupados que no encuentran
a nadie que pueda prestar atención a alguien que solamente necesita hablar.

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Cuando Alan Redpath pastoreaba la iglesia Moody, en Chicago, tenía en la


pared de su estudio el siguiente dicho: “cuídense de la esterilidad de una vida
demasiada ocupada”.

La Biblia nos enseña que debemos de preocuparnos más por las


necesidades de los demás, los sentimientos de los demás que de los nuestros.
Debemos animar y ayudar a elevar el nivel de confianza en si mismo de nuestros
seres queridos, amigos y compañeros de trabajos y sobre todos de los que sufren.

Un verdadero siervo de Dios es aquel que ayuda a otra persona a tener éxito.
“Por lo cual, animaos unos a otros y edificaos unos a otros” (1 Tesalonicenses 5:11).
Alguien a dicho: “nunca es demasiado temprano para decir algo bueno, porque
nunca saber cuan pronto ha de ser demasiado tarde”.

Orar por los que Sufren

Una oración sencilla, una porción de las escrituras con especial significado
para el consejero, puede servir de consuelo a las personas que sufren. En la palabra
de Dios hayamos “gracia para el oportuno socorro”. (Hebreos 4:16)

Compartir buenos consejos y las promesas del Dios de amor es la prioridad


para todo terapeuta cristiano.

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Capitulo X
¡Las buenas intenciones no Bastan!

Una sobre dosis de versículos bíblicos fuera de tiempo, puede causar más
daño que beneficio.

Escuchar versículos que dicen que debemos sentirnos gozosos al pasar por
diversas pruebas, cuando uno está pasando dificultades, puede ser algo así como
echar gasolina al fuego o frotar una herida con sal. A la persona le hace falta tiempo
para poder asimilar lo que le ha sucedido para determinar el daño sufrido. Ya sea
físico o emocional, y no oír expresiones tales como: “Dios debe amarte mucho para
hacerte pasar todo esto”.

Es menester que nos ganemos la confianza de los demás por escucharlos y


mostrarles interés de una manera palpable.

Talvez su paciente no conoce al Señor y usted se siente incómodo diciéndole


que Dios es el consolador perfecto.

Si no encuentra ejemplos personales con los que puede identificarse con la


persona que está pasando el sufrimiento terminal, siempre tenemos a Jesús, quien
es el perfecto ejemplo. A él lo traicionaron, él sabe lo que es sufrir. Usted puede
explicar al paciente sufriente como puede entablar una buena relación con Jesús.
Ore para que Dios le de las palabras adecuada. Ore para que Dios le dé la manera
correcta de consolar. Ore, no predique sermones.

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Capitulo XI
Mejores Consejeros
Aquellos que han sufrido más y se han preparado para esto son los mejores
consoladores y consejeros para esta profesión. Conozco pastores y terapeutas
cuyas profesiones han sido enriquecidas en virtudes mediante el sufrimiento. Por
las pruebas que han pasados, ellos han aprendido a identificarse con las dificultades
de aquellos que forman la familia de su iglesia.

Aquel que ha padecido la misma clase de sufrimiento es el que está en


mejores condiciones de ministrar. Sin embargo, decir: “yo sé lo que tú tienes”, es
una afirmación innecesaria y que a menuda esta fuera del lugar. Nadie sabe con
toda certeza como se siente otra persona.

Es mejor decir: “no sé lo que sientes, no puedo en verdad ponerme en tu


lugar, pero así fue como yo recibí consuelo...” Los sufrimientos puede que sean
difícil de soportar, pero nos enseñan lecciones que nos capacitan para ayudar a
otros.

Solo el Espíritu Santo puede consolar a un corazón quebrantado. Sin


embargo a llamado a profesionales para tomar parte en el proceso no solo de
restablecimiento de las personas a sus estados normales tanto morales como
emocionales, sino aun en caso de enfermedades terminales para darles consuelo,
acompañamiento, tranquilidad y conformidad. Profesionales tales como: pastores,
sacerdotes, ministros, como a consejeros terapeutas o psiquiatras.

Todos tenemos que estar disponibles como lo está Cristo para nosotros.
Cuando Jesús estaba consolando a sus discípulos antes de su partida, ellos se
hallaban confundidos le hacían preguntas y tenían miedo. El les dijo: “También
vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y nadie os quitara vuestro gozo”
(Juan 16: 22) Los terapeutas cristianos no solo enseñan que hay que soportar el
sufrimiento solo por que tengamos la idea de que en poco tiempo pasara. Nuestra
meta debe enseñar que debemos aprender todo los que nos sea posibles de
nuestros problemas, sufrimientos, y así cumplir con nuestro ministerio de
consolación como hizo Jesús. “Pues en cuanto el mismo padeció siendo tentado,
es poderoso para socorrer a los que son tentados” Hebreos 2:8

El dolor y el sufrimiento nos rodean a todas las personas. Algunas no lo


aparentaran, pero por dentro tienen el alma llena de cicatrices.

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Como profesionales tenemos que estar accesibles aun cuando nosotros


mismos estemos sufriendo. Dios no nos consuela para que estemos cómodos sino
para que nos convirtamos en consoladores.

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Capitulo X
Enfrentando malas Noticias
Se trataba de la noticia que más tenía ella. La joven esposa de un cabo que
prestaba servicio en el Golfo Pérsico recibió la noticia de que su esposo había
muerto al instante en Arabia Saudita, por un proyectil teledirigido. Ella afirmo: “jamás
podré olvidar lo nauseabunda que me sentí cuando abrí la puerta y me dieron la
noticia.”

Como profesionales conocemos de casos de personas que tienen el corazón


quebrantado por la angustia que causan la pérdida de un ser querido. Otros la
pérdida de un hijo que ha padecido de una larga enfermedad, algunos de hijos
desaparecidos. Casos devastadores en la vida personal. Pero aun así es posible
que estas personas solamente deseen aliviar el dolor de otra persona.

En Hope for the Hurting (Esperanza para el que sufre), Doug Sparks escribió
lo siguiente acerca de las angustias que encaramos: “sino te estas enfrentando a
una en estos momentos ya vendrá. Si tu vida no es lo suficientemente larga llegará
el día en que tendrá que sufrir adelante aunque tengas el corazón hecho pedazo”.
De alguna forma tenemos que seguir adelante.

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Capitulo XIII
Los rostros de la Aflicción

El hijo de Barbara Johnson, un infante de marina, murió en Vietnam. Cinco


años después su hijo mayor perdió la vida cuando un conductor en estado de
embriaguez, lo atropello con el auto. Dos años más tarde, en la víspera de la
graduación de otro hijo de la escuela universitaria, el le hizo saber a su madre que
era homosexual. La aflicción se sumó a la aflicción. El cuchillo que tenía clavado en
el corazón estaba tan afinado que ella creyó que iba a morir. Ella escribió lo
siguiente: “Tengo la impresión de que estoy sufriendo un ataque cardiaco. Yo no se
que nombre ponerle a esto que estoy padeciendo, pero creo que me estoy
muriendo. No puedo ni respirar, me estoy asfixiando. Tengo la garganta seca y una
sensación extraña en los dientes”.

Cuando Bárbara Johnson describió sus reacciones como cristiana, dijo: “ahí
están todas las promesas de Dios; todas son reales y verdaderas, pero ahora una
está sangrando, en carne viva y adolorida, y tiene que aferrarse a esas promesas
aunque por el momento no parezcan servirla de nada”.

Antes las aflicciones son tan variadas como las aflicciones mismas. Mientras
que algunas personas lo que desean es morirse, otras estallan en ira o enojo. Gritan
y maldicen y blasfeman contra Dios. Los Sociólogos han procurado clasificar las
diferentes clases de aflicciones de acuerdo a la variedad de estas. Sin embargo,
nadie puede ver los problemas de los demás a través de una lupa, salvo Dios.

A menudo la aflicción va acompañada de la culpa. Sea real o imaginario, la


culpa aumenta la aflicción. Si se trata de la culpa falsa o imaginaria, caemos en la
trampa de pensar que si hubiéramos estado en casa hubiésemos podido llamar a
los paramédicos a tiempo; que si le hubiésemos prohibido estar afuera hasta la
media noche...todos estos pensamientos son emociones normales, que
experimentamos cuando nos sentimos culpables de algo sobre lo cual no tenemos
control alguno.

Pero existe también la verdadera culpa. Las emociones se ponen en carne


viva cuando se sabe que se ha desobedecido las leyes humanas o divinas o se ha
descuidado lo que Dios ha dado.

Jesús sabía lo que eran las aflicciones. Isaías predijo que el iba a ser “varón
de dolores, experimentado en quebranto”.

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Nuestra mayor esperanza es que la gente le conozca antes que llegue la


hora de la aflicción. Algunas personas pueden aparentar serenidad y paz después
de haber pasado por una tragedia o de haber tenido una perdida grande, pero puede
ser que se estén desangrando por dentro. El quebranto los puede llevar al
resentimiento o a culpar a otros.
El enojo puede abundar en las personas que se encuentran quebrantadas
con cualquier enfermedad terminal. El enejo si no se controla, debilita a la persona.

Los no creyentes a menudo ventilan su enojo como los animales, con


gruñidos y actos crueles y destructivos. Y antes de poner caras piadosas tenemos
que admitir que los cristianos también están en peligro de manifestar estas mismas
actitudes. El creyente puede ser tan impetuoso como sus vecinos no creyentes. Otra
cara que muestra la aflicción es el pánico mi imaginación concibe toda clase de
cosas terribles. Creo que estoy perdiendo la razón”. La persona afectada por la
aflicción parece perder la capacidad de concentración; y esto aumenta el pánico. El
pánico puede conducir a la parálisis emocional. La culpa, el enojo, el resentimiento
y el pánico son algunas de las caras con que se manifiesta la aflicción. Ninguna de
las formas de reaccionar mencionadas anteriormente está fuera de lo normal.

Como soldados que se disponen a entrar en batalla, nosotros debemos de


estar preparados para enfrentar a las aflicciones.

A menudo es necesario “el cuchillo en el corazón” para que nos acerquemos


a Dios. Nuestra fe, y aun nuestra propia vida, dependen de el; y cuando entramos
en el valle de la aflicción necesitamos su ayuda, porque si no nunca más
escalaremos otra montaña.

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Conclusión

No podemos evitar el sufrimiento, pero ciertamente podemos de determinar


la forma en que habremos de reaccionar ante el mismo.

No importa el rostro que nos muestre el sufrimiento, puede ser padeciendo


enfermedades horribles o estar presos en un campamento de trabajos forzados
muriendo cada día.

Pero como consejeros podemos consolar, y enfatizar que hay alivio del dolor
y del amor que necesitan están en Jesucristo mismo. Y por lo que el hizo se puede
disfrutar en el cielo ¡por fin y para siempre!

Para aquellos que han soportados pruebas y sufrimientos pacientemente, les


está reservada la corona especial de la vida.

Para el cristiano la muerte es un amigo antes que un enemigo. Es un paso


más en la senda que lleva al cielo antes que un salto en la oscuridad desconocida.

Como consejero cristiano deseamos y oramos que muchos corazones


afligidos encuentren paz en este mundo de sufrimiento y que hay esperanza, aun
en medio de situaciones irremediables.

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