Dimensión Pragmática y Deontológica Del T.S.

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Desde dónde: Código deontológico

¿DESDE DÓNDE ABORDAR LA ÉTICA EN TRABAJO SOCIAL?

El Código Deontológico de la Profesión de Diplomado/a en Trabajo


Social 
Ana Isabel Lima

Trabajadora Social

Presidenta del Consejo General de DTS y AASS

1. Introducción

La actividad profesional del trabajo social es objeto y sujeto de ética, sujeta a normas de carácter
ético o deontológico .Pero la ética no se puede entender solo como un código o una serie de normas ,
sino que supone una actitud profesional que debe llevar a cuestionarnos continuamente nuestra
acción. 

Las profesiones ponen de manifiesto su compromiso ético con la sociedad a través de la creación y
actualización de los diferentes códigos deontológicos, desde los colegios profesionales se realiza una
afanada labor por difundir y actualizar sus códigos de conducta con el fin de aproximarse lo máximo
posible a las expectativas de la sociedad, de forma que se garantice en todo momento la calidad de
sus prácticas.

La ética atiende a cuestiones que van desde lo individual, que se ejercita a partir el ámbito
profesional, hasta lo organizativo, ya que esta actividad se realiza a través de un contexto
estructurado, que puede ser una entidad pública, privada o de iniciativa social, que asimismo
también son agentes morales.

Con el auge de las nuevas herramientas de planificación, organización, de tratamiento de la


información y seguimiento de las intervenciones, se hace cada vez más necesario la revisión y
reorientación de la dimensión ética de la actividad profesional .El uso de las Tecnologías de la
información y la comunicación aplicadas a la intervención social pone sobre la mesa la complejidad
para el manejo de los preceptos deontológicos en su aplicación. Es necesario armonizar la gestión
cotidiana con la dimensión ética y respetuosa con los valores.

2. La actividad profesional como objeto de la ética:

La conciencia ética es una parte fundamental de la práctica profesional de los trabajadores y


trabajadoras sociales. Su capacidad y compromiso para actuar éticamente es un aspecto esencial de
la calidad del servicio que ofrecen a quienes hacen uso de los servicios de trabajo social

En la definición de Trabajo Social adoptada separadamente por la FITS y la AIETS en sus


respectivas Asambleas Generales en Montreal, Canadá en julio 2000 y posteriormente adoptada
como declaración conjunta en Copenhague en mayo de 2001 se hace énfasis en los principios de
derechos humanos y justicia social.
El trabajo social promueve el cambio social, la resolución de problemas en las relaciones humanas y
el fortalecimiento y la liberación de las personas para incrementar el bienestar. Mediante la
utilización de teorías sobre comportamiento humano y los sistemas sociales, el trabajo social
interviene en los puntos en los que las personas interactúan con su entorno. Los principios de
Derechos Humanos y Justicia Social son fundamentales para el trabajo social.
Las declaraciones y convenciones internacionales de Derechos Humanos constituyen los estándares
internacionales, y reconocen los derechos que son aceptados por la comunidad internacional.
Documentos especialmente relevantes para la práctica y acción del trabajo social son:
- Declaración Universal de Derechos Humanos
- Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos
- Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales
- Convención para la eliminación de todas las formas de Discriminación Racial
- Convención para la eliminación de todas las formas de Discriminación contra las Mujeres
- Convención sobre los Derechos del Niño
- Convención sobre Pueblos Indígenas y Tribales (convención de la OIT 169)
La intervención social profesional se constituye en una actividad objeto de la ética y sujeta a normas
de carácter ético o deontológico, porque en la intervención social confluyen las características
necesarias para que pueda considerarse objeto y sujeto de ética como la libertad a la hora de tomar
decisiones, la intencionalidad en la intervención social y la responsabilidad que se deriva de ello.
Podemos considerar el “deontologicismo” o teoría deontológica como una teoría ética que se ocupa
de regular los deberes, traduciéndolos en preceptos, normas morales y reglas de conducta, dejando
fuera de su ámbito específico de interés otros aspectos de la moral. La deontología se ocupa, pues,
del comportamiento humano para definirlo como “bueno” o “malo”.
La “deontología” en sentido general se interesa por establecer marcos o criterios de cómo deberían
ser las cosas y por lo tanto de cuáles son los deberes inherentes a una profesión en el ejercicio de sus
funciones. Es el tratado de los deberes determinadas por la ética que, en definitiva, fija íntimamente
nuestras obligaciones en relación con la bondad o malicia de las acciones libremente ejecutadas.
De la anterior definición, se infiere que la deontología profesional es la moralidad del trabajo
profesional intrínsecamente considerada, en consecuencia, la que determina los deberes que son
mínimamente exigibles a los profesionales en el desempeño de su actividad , el conjunto de normas
éticas que regulan el comportamiento profesional.
Estos deberes, es habitual que se plasmen en códigos, de ahí que oigamos con cierta frecuencia
hablar de determinados códigos de ética de diversas profesiones como documentos que rigen la
actuación de los representantes de una profesión con el fin de que a través del buen hacer se
obtengan resultados deseables.
La deontología profesional se mantiene por los colegios profesionales, que independientemente de
la propia conciencia, no existe en este campo otro medio para mantenerla, promoverla y defenderla.
Los Estados propiciaran el “cómo” al convertir a los colegios en corporaciones a través de sus
mecanismos legales, encargándoles funciones públicas y dotándoles de potestades disciplinarias
para todos los profesionales pertenecientes a este colectivo. Todavía se garantiza más directamente
el recto ejercicio profesional al prever normas penales propias de los profesionales y que no
afectarían a los demás ciudadanos.
Para que se pueda pedir responsabilidad por actuaciones profesionales se precisan dos requisitos
que son la independencia y la libertad. El profesional debe ser independiente en el momento de
tomar decisiones y debe ser enteramente libre de ejecutarlas.

La deontología profesional del trabajo social estará constituida, consecuentemente, por el conjunto
de normas que, plasmadas en el código deontológico, determinan los deberes mínimos que son
exigibles al trabajador/a social en el desempeño de su ejercicio profesional.
Los “códigos deontológicos” orientan la intervención, en la medida en que aportan criterios y claves
para responder a los fines de una actuación. En otras palabras, ayudan a decidir qué es lo mejor en
una determinada situación y dentro de unos marcos sociales que determinan la convivencia de
acuerdo a unos valores socialmente aceptados .Estos códigos no tienen valor de norma jurídica y,
por tanto, no pueden hacerse valer como el derecho positivo, sino que tratan de afirmar valores,
instrumentos válidos para orientar la acción en diversos contextos problemáticos, es importante que
contengan reglas éticas claras y bien fundadas.
Los códigos deben constituir garantías éticas que aseguren la confianza en la profesión de trabajo
social y una atención de calidad científica y humana, en el que se sistematizan las creencias acerca
de lo que debe hacerse o no en una intervención profesional; refleja, pues los principios normativos
de la conducta humana y de los valores que guían los actos humanos.
Este código debe ser el instrumento con el que los profesionales garanticen a la ciudadanía la
preservación de los derechos y la calidad de las prácticas en la intervención social.

3. Las dimensiones de la ética profesional [1]

Podemos distinguir diversas dimensiones o niveles que conforman la ética de una profesión: los
fines, los deberes y las acciones. Estas tres dimensiones representan distintos grados de abstracción
que van de mayor a menor:

3.1. La dimensión teológica, tiene en cuenta tanto los fines últimos como los principios de las
empresas, organizaciones, de la profesión…, que orientan el sentido de los que se hace.

3.1.1. Principios de las organizaciones y empresas

Los principios de una organización deben armonizar la misión y valores que le dan sentido y razón
de ser. Se deben tener en cuenta los aspectos éticos también en la gestión organizacional para
garantizar una buena praxis.
La Asociación Española por el Pacto Mundial ASPEMAN ,es un foro accesible para organizaciones y
empresas cuyo objetivo de este pacto es facilitar la alineación de políticas prácticas corporativas
junto a valores y objetivos éticos universalmente consensuados e internacionalmente aplicables,
para ello define los diez principios basados en declaraciones y convenciones Universales, dos de los
principios versan sobre derechos humanos basados en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, cuatro laborales, inspirados en la Declaración de la OIT sobre principios fundamentales;
y derechos laborales ,tres sobre medio ambiente tomando como referencia la Declaración de Río
sobre Medio Ambiente y Desarrollo y uno sobre lucha contra la corrupción ,basándose en la
Convención de las Naciones Unidas contra la corrupción. 

La formulación de estos diez principios es la siguiente:


Derechos Humanos:
Las empresas deben apoyar y respetar la protección de los derechos humanos fundamentales,
reconocidos internacionalmente, dentro de su ámbito de influencia.
Las empresas deben asegurarse de que sus empresas no son cómplices en la vulneración de los
derechos humanos.
Derechos laborales:
Las empresas deben apoyar la libertad de asociación y el reconocimiento efectivo del derecho a la
negociación colectiva
Las empresas deben apoyar la eliminación de toda forma de trabajo forzoso o realizado bajo
coacción
Las empresas deben apoyar la erradicación del trabajo infantil
Las empresas deben apoyar la abolición de las prácticas de discriminación en el empleo y la
ocupación.
Medio Ambiente:
Las empresas deberán mantener un enfoque preventivo que favorezca el medio ambiente
Las empresas deben fomentar las iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad ambiental
Las empresas deben favorecer el desarrollo y la difusión de las tecnologías respetuosas con el medio
ambiente.
Corrupción:
Las empresas deben favorecer el desarrollo y la difusión de las tecnologías respetuosas con el medio
ambiente

3.1.2. Principios del Trabajo Social

La Federación Internacional de Trabajadores Sociales (FITS) y la Asociación Internacional de


Escuelas de Trabajo Social (AIETS) aprobaron en Adelaida, Australia en octubre de 2.004 un
documento denominado “Ética en el Trabajo Social, Declaración de Principios” donde se recoge una
declaración de principios tomando como partida la definición del trabajo social adoptada
separadamente por la FITS y la AIETS en sus respectivas Asambleas Generales en Montreal, Canadá
en julio 2000 y posteriormente adoptada como declaración conjunta en Copenhague en mayo de
2001. Esta definición enfatiza principios de derechos humanos y justicia social.
Hace referencia a las diversas declaraciones y convenciones sobre derechos humanos relevantes
para el trabajo social, seguidas por una declaración de principios éticos generales presentados en
dos apartados: derechos humanos y dignidad y justicia social y al final introduce alguna orientación
básica sobre la conducta ética en trabajo social, y se espera que sean los códigos y guías de ética de
las organizaciones miembros de la FITS y la AIETS quienes lo desarrollen.

El objetivo del trabajo de la AIETS y de la FITS sobre ética es promover el debate ético y la reflexión
en las organizaciones miembros, entre los profesionales de trabajo social de los países miembros,
así como en las escuelas de trabajo social y entre sus estudiantes. Algunos de los retos y problemas
éticos a los que se enfrentan los trabajadores sociales son específicos de determinados países; otros
son comunes. Ciñéndose a principios generales, la declaración conjunta de la FITS y la AIETS
pretende animar a los trabajadores sociales de todo el mundo a reflexionar sobre los retos y dilemas
a los que se enfrentan y a basar en la ética sus actuaciones en cada caso concreto.
Algunas de estas áreas problema tienen que ver con el hecho de la situación de los/as profesionales
en situaciones de conflicto de intereses, en sus funciones de ayuda y control, así como el conflicto
que puede surgir entre el deber de proteger los intereses de las personas con quienes trabajan y las
demandas de la sociedad de eficiencia y utilidad. Además del hecho de que los recursos en la
sociedad son limitados

Los Principios de ética y trabajo social recogidos en la declaración internacional tratan sobre dos
ejes fundamentales como son los Derechos Humanos y la Justicia Social.
En el primer eje se tratan los aspectos en los que se basa nuestra profesión como el respeto al valor y
dignidad inherentes a toda persona, y a los derechos que de ello se desprenden. Los trabajadores/as
sociales deben apoyar y defender la integridad y bienestar físico, psicológico, emocional y espiritual
de cada persona.
Esto significa respetar el derecho a la autodeterminación promoviendo el derecho de las personas a
elegir por sí mismos y a tomar sus propias decisiones, sea cuales sean sus valores y opciones de vida,
siempre que no amenacen los derechos e intereses legítimos de otros, así como a promover el
derecho a la participación desde el compromiso pleno y la implicación de los usuarios para
reforzarles en la toma de decisiones y acciones que afectan a sus vidas.
Es fundamental tratar a cada persona como un todo interviniendo desde la integralidad, con la
familia, la comunidad, y el entorno social y natural, y tener en cuenta todos los aspectos que
influyen en su vida e identificar y desarrollar sus fortalezas concentrándose en el potencial de las
personas, grupos y comunidades y promover su empoderamiento.
En el segundo eje de Justicia Social trata de la responsabilidad de promover la justicia social, en
relación con la sociedad en general, y con las personas con las que trabajamos.
Esto significa desafiar la discriminación negativa[1] oponiéndose a ella por razones de capacidad,
edad, cultura, género o sexo, estado civil, estatus socioeconómico, opiniones políticas, color de la
piel u otras características físicas, orientación sexual o ideas religiosas. Es necesario reconocer y
respetar la diversidad étnica y cultural de las sociedades con las que se trabajan, teniendo en cuenta
las diferencias individuales, familiares, grupales y comunitarias.
Debemos distribuir los recursos equitativamente asegurándonos de que se haga de forma justa de
acuerdo a la necesidad y oponernos a las políticas y acciones injustas, llamando la atención de los
empleadores, legisladores, políticos y de la sociedad en general sobre aquellas situaciones en las que
los recursos son inadecuados o cuando la distribución de recursos, políticas y prácticas son
opresivas, injustas o perjudiciales.
Es necesario trabajar en solidaridad, oponiéndonos a las situaciones sociales que contribuyen a la
exclusión social, estigmatización o subyugación, y trabajar hacia una sociedad inclusiva.
Ya en el documento de la asamblea General de la Federación Internacional de Trabajadores /as
Sociales aprobó en asamblea celebrada en Colombo, Sri Lanka, en 1994, se recogían estos principios
y criterios respecto a la ética profesional.

En el código Deontológico español aprobado en 1999, se recogen los principios generales de la


profesión en los artículos del 4 - 15 del capítulo II, en los que trata del valor de la persona, la
organización de la sociedad, el compromiso de la profesión con los valores de los derechos humanos
y la justicia social, la responsabilidad de los/as profesionales de aplicar el método científico de
nuestra disciplina en nuestra función de promoción, ayuda y apoyo a individuos grupos y
comunidades ,así como de la necesidad de aplicación del secreto profesional y la confidencialidad
.Todo ello en coherencia con los principios internacionales.
En Trabajo Social, cuando se habla de principios es inexcusable hacer referencia a los conocidos
siete principios de Biestek (1961) referidos fundamentalmente a los criterios éticos e instrumentales
de práctica profesional como la individuación de cada intervención, la expresión intencionada de
sentimientos, la participación emocional controlada, la aceptación y el respeto positivo e
incondicional hacia el usuario, desarrollando actitudes empáticas, la actitud exenta de juicios , la
autodeterminación del las personas con las que trabajamos, como fin mismo del proceso de relación
y la reserva.
Aparecen expresiones como derechos, responsabilidad, solidaridad ,respeto, conciencia, dignidad,
ayuda... de manera constante en las declaraciones y documentos , lo cual nos lleva al axioma de que
los fundamentos filosóficos de dichos Códigos son éticamente democráticos, ya que todos los
valores que exaltan son los que todos reconocemos como superiores.

Estos principios generales, tratan de situar a las personas no solo desde el punto de vista
individualista, sino también tiene en cuenta en la estructura social en la que se desenvuelve, y desde
ahí intentar alcanzar el progreso y bienestar de todo el conjunto humano.
Desde estos presupuestos pueden ser interpretados y asumidos los principios que se recogen en el
Código de ética profesional y las normas de conducta ética.

3.2. La dimensión deontológica.

Esta dimensión trata de los deberes. Los trabajadores/as sociales, en función de su autonomía como
profesionales, deben tomar decisiones libremente, conduciendo la intervención social, sin olvidar
que esa intervención también es un acto ético en la medida que existe una intencionalidad en la
capacidad que tenemos para influir en los demás con ella.
Estos deberes deben estar basados en los valores de emancipación humana, libertad, justicia social,
solidaridad y participación, planteamos unos principios operativos básicos a tenor de la defensa de
los derechos humanos, sociales, políticos, civiles, culturales y económicos. Asimismo el apoyo a las
iniciativas que promueva la integración social, teniendo en cuenta la participación democrática de la
población en la lucha contra la exclusión social .La defensa de la intervención del Estado en dar
respuesta a los problemas sociales a través de políticas sociales que cuenten con la participación
ciudadana y que además tengan la referencia del asesoramiento de los/as profesionales como
asesores técnicos conocedores de la realidad .Debemos igualmente que garantizar la calidad y
calidez en nuestras intervenciones y actuar de acuerdos a los principios éticos de nuestra disciplina.
La actividad profesional de los/as trabajadores sociales se fundamenta en un principio ético en
cuanto a la igualdad ontológica de las personas, independientemente de su condición en cuanto a
religión, étnia, cultura o género.
Los Valores comunes de las profesionales liberales en la unión europea [2]son:
Confidencialidad
Formación profesional continua
independencia e imparcialidad
Honestidad e integralidad
Supervisión del personal de apoyo
Cumplimiento de los códigos de conducta y del ejercicio profesional
Seguro de responsabilidad civil
No intromisión de creencias morales y religiosas.
En esta dimensión podemos enmarcar los códigos deontológicos de la profesión como orientadores
de la intervención que aportan criterios claves para responder a los fines de una actuación.

3.2.1. Los códigos deontológicos

Los Códigos deontológicos orientan la intervención, en la medida en que aportan criterios y claves
para responder a los fines de una actuación. Ayudan a decidir qué es lo mejor en una determinada
situación y dentro de unos marcos sociales que determinan la convivencia de acuerdo a unos valores
socialmente aceptados.
El código de ética profesional representa una defensa de la profesión, no una defensa corporativa de
una categoría profesional. Representa la defensa del ejercicio del trabajo social con calidad, lo que
significa una defensa de los usuarios, de los profesionales, de los espacios de trabajo y en
consecuencia de los derechos.

La Finalidad del código deontológico es servir de Guía Práctica que orienta la dirección, el sentido
de la intervención y la eticidad de la intervención. Ayudan a orientar la intervención, tomar
decisiones, sobre todo cuando existen conflictos entre sistemas de valores: Profesional, Usuario,
Institución.
En la intervención profesional se ponen en contraste, al menos, tres fuentes de valores: los del
profesional, los de las personas o grupos con los que se interviene o se quiere intervenir y los
propios de la entidad en la que se realiza la prestación y la relación profesional. Sistemas de valores
que no siempre son coincidentes y que en definitiva determinan o condicionan el ejercicio
profesional. Por lo tanto, la dimensión de “perspectiva”, relativiza el concepto de valor.
Como señala el Código deontológico de la profesión de 1999, los profesionales, frente a la entidad
asumen también una serie de responsabilidades, entre las que destacamos:

_ Conocer y respetar los objetivos y filosofía de la entidad, siempre que no lesionen los intereses
básicos de la profesión o del trabajador como empleado.
_ Trabajar por la política social de la entidad, favoreciendo la eficacia y eficiencia de los servicios en
beneficio de los usuarios.
_ Respetar el secreto profesional cuando tenga que dar cuenta de su actividad.
_ Dar a conocer a los responsables de la entidad las condiciones y medios indispensables para llevar
a cabo la intervención social encomendada.
_ Tener autonomía para elegir las técnicas que considere más idóneas para realizar su trabajo.
_ Procurar la formación permanente y promoción del personal que depende del profesional.
_ Asumir que la documentación del trabajo pertenece a la entidad, por lo que ha de ser respetuoso
de acuerdo a los criterios de confidencialidad.
_ Establecer prioridades en el trabajo en función de las necesidades detectadas y de los objetivos.

En el documento de Barcelona “Criterios para la elaboración de planes de estudio de grado en


trabajo social” aprobado en 2.007 por Conferencia de Directores de Escuelas de trabajo Social y
Consejo General de Diplomados en Trabajo Social y Trabajadores Sociales , se menciona la ética en
el apartado denominado “Fundamentos del trabajo social” y se valora como competencia especifica
que debe adquirir el alumno, de esta manera se va ha evaluar si el estudiante de trabajo social es
capaz de aplicar la base de valores, las normas éticas y los códigos deontológicos de la práctica del
trabajo social, y de seguirlos y de analizar críticamente los casos en los que surgen dilemas éticos.

En la práctica, los códigos de ética profesional en nuestro país, son elaborados por los Colegios
Profesionales que, tal como los define la ley, “son corporaciones de derecho público, amparadas por
la ley y reconocidas por el Estado, con personalidad jurídica propia y plena capacidad para el
cumplimiento de sus fines, entre los que se encuentra la ordenación del ejercicio de las profesiones”.
En la ordenación del ejercicio profesional los códigos han venido cumpliendo una triple función:

a) Fijar una serie de criterios, de carácter científico-funcional, para el ejercicio de la profesión de


que se trate al objeto de dar operatividad y eficacia a las actividades ejercidas en el ámbito cubierto
por las normas establecidas. Esta función es hoy muy poco relevante ya que otro tipo de
instituciones, asociaciones u organismos la han asumido en perjuicio de los colegios profesionales.

b) Refundir orientaciones éticas para el ejercicio de la profesión y plasmarlas en códigos de


deontología profesional. En la actualidad es una de las funciones relevantes de los colegios
profesionales. Esta deontología profesional se impone a los colegiados, aunque no agota las
convicciones morales del ejerciente, que pueden dar lugar a actuaciones que sin contradecir el
código, sean de distinto signo, más o menos exigentes.

c) La posibilidad de imponer sanciones disciplinarias a los colegiados que incumplan los dictados de
los códigos deontológicos. Esta función tiene la particular singularidad de conferir a éstos relevancia
jurídica estatal, lo que viene a conferir a la deontología ciertas coincidencias con el Derecho en lo
que se refiere a la utilización de un procedimiento típicamente judicial, aunque realizado por
autoridades profesionales en vez de por jueces.

En el documento “Ética en el Trabajo Social, Declaración de Principios” de la Federación


Internacional de Trabajadores Sociales (FITS) y la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo
Social (AIETS) aprobado en Adelaida, Australia en octubre de 2.004 se menciona la responsabilidad
de las asociaciones y escuelas de trabajo social para desarrollar y actualizar regularmente sus
códigos de ética o directrices éticas. Asimismo, indica la responsabilidad de las organizaciones
nacionales informar a los trabajadores sociales y escuelas de trabajo social sobre estos códigos o
directrices. 

Los trabajadores sociales deben actuar con arreglo al código o directrices de ética vigentes en su
país. Estos códigos, generalmente, incluyen orientaciones más detalladas de la práctica ética
específica de cada contexto nacional. Las orientaciones generales sobre la conducta profesional se
refieren al desarrollo y mantenimiento de habilidades y preparación necesaria para el desarrollo del
trabajo, a formarse y colaborar en la formación de sus colegas, a la actuación integra y con calidad
que garantice la confidencialidad .También debe mediar en conflictos y promover el debate ético y
no participar nunca en acciones con fines inhumanos tales como tortura o terrorismo.

3.3. La dimensión pragmática

Esta dimensión se ocupa de analizar la eticidad de las actuaciones concretas, sobre todo cuando
existen conflictos de perspectivas o intereses entre los usuarios, los profesionales o la propia entidad
desde la que se interviene. A esta dimensión hay que ubicar las actuaciones de los Comités de Ética y
los métodos para resolver problemas éticos. La dimensión pragmática contiene modos de ayudar a
tomar decisiones ante situaciones difíciles.
Los principios que han de inspirar la intervención profesional en la sociedad actual, son los de
intencionalidad en cuanto a la transformación de la realidad social, a partir del conocimiento de la
realidad social, desde una perspectiva integral y crítica para la puesta en marcha de intervenciones
sociales adecuadas y que tengan en cuenta la participación y la autodeterminación de la ciudadanía. 

En definitiva todo ello significa que el trabajador social, tiene ajustar su intervención desde una
perspectiva ética, teniendo en cuenta que ha de considerar que el hombre posee un valor supremo,
ajeno a su origen, raza, sexo, condición social y que cada persona tiene el derecho y el deber de
decidir su propia existencia. Así como defender el derecho a ser respetadas todas las diferencias y
que todos los seres humanos pueden carecer de capacidades personales y padecer necesidades que
les impidan o dificultes el desarrollo, lo que les hace merecedores de ayuda profesional.

El fin primordial del Trabajo Social es procurar el bienestar del individuo y del grupo, y para ello
deberá poner en práctica todos los conocimientos profesionales y competencias personales que
posea .Además se debe asumir el secreto profesional, la responsabilidad de prestar servicios
profesionales en situaciones de emergencia, la obligación de negar y no prestar ayuda o
colaboración a aquellos individuos que lleven a cabo acciones reñidas con la ética.
No hay que olvidar la responsabilidad de procurarse una formación continuada para mejorar la
calidad del trabajo y de la responsabilidad que se debe contraer con los compañeros, otras
profesiones, la institución donde se realiza la actividad profesional... y la reflexión ética a que estas
relaciones nos obliga.
La ética se ocupa del tema del bien y del mal. Su objeto es la moralidad, es decir, la valoración que se
hace de los comportamientos y las elecciones, según sean considerados como buenos o deseables o
como malos o indeseables. Por tanto, la, ética proporciona criterios y valores que deben ser
respetados para desarrollar conductas y decisiones moralmente consideradas como buenas. Así,
podemos distinguir una dimensión descriptiva “qué es bueno y qué no lo es” y una dimensión
normativa en cuanto a “qué debemos hacer y qué no” y una dimensión operativa para afrontar las
situaciones complejas.

3.3.1. Comités de ética [1]

Entendemos por Comité de Ética a una comisión consultiva, cuyos actos no son vinculantes,
compuesta por un grupo multidisciplinar, que tiene autonomía en sus actuaciones, analiza y asesora
en la resolución de conflictos éticos que se pueden producir en la intervención cotidiana en
situaciones concretas .Su objetivo fundamental es la mejora de la calidad en la atención,
colaborando en la formación en la ética de la intervención social y elaborando protocolos para su
buena práctica.
Los Comités, cuya autoridad es solamente moral, para el diálogo y la deliberación, no dependerán
funcionalmente de ningún órgano o Comisión Institucional .No es un cuerpo que toma decisiones,
ni tampoco reemplaza la relación entre profesionales y usuarios, su labor es consultiva y formativa,
mediando y arbitrando para la resolución de conflictos.

Conviene que sean personas abiertas al diálogo, prudentes, competentes profesionalmente y con
capacidad para trabajar en el grupo como iguales.
Su misión es proteger los derechos y el bienestar de los seres humanos que participen como sujetos
de la intervención social en este caso en los diferentes protocolos que se llevan a cabo desde las
instituciones. Este comité debe estar al servicio de los profesionales y usuarios.
Las funciones de los Comités de Ética en Intervención Social se entenderán sin perjuicio de las
competencias que, en materia de ética y deontología de los profesionales, corresponden a sus
respectivos colegios profesionales.

Las principales funciones de un Comité son:


Proteger los derechos de los usuarios.

Analizar, asesorar y facilitar el proceso de decisión en las situaciones que plantean conflictos éticos
entre sus intervinientes tanto el profesional como los usuarios y las Instituciones, elaborando
informes y recomendaciones sobre casos concretos.

Colaborar en la formación en ética de los profesionales del Centro y muy en particular en la de los
miembros del Comité.

Proponer a la institución protocolos de actuación para las situaciones en que surgen conflictos
éticos y que se presentan de manera reiterada u ocasional.

No es función de los Comités de Ética en Intervención Social peritar o manifestarse sobre las
denuncias o reclamaciones que afecten a los aspectos relacionados con procedimientos técnicos de
la intervención social .Asimismo no podrán emitir juicios acerca de las eventuales responsabilidades
de los profesionales implicados en los asuntos que se le sometan.

Podemos clasificar los comités de ética en tres bloques convencionales:

Comités que tienen como finalidad velar por la calidad de la investigación en sujetos humanos y la
protección de los mismos.

Comités que procuran resolver conflictos éticos que plantean las intervenciones profesionales y
elaboran protocolos asistenciales en los casos en que sea necesaria una política institucional, por la
dificultad del problema o por la frecuencia del mismo. Estos comités deberían asumir también la
responsabilidad de la formación en ética de los profesionales del centro y de otros estamentos del
mismo.

Comités nacionales, permanentes o temporales con un ámbito de competencia ética muy amplio o
puntual. Los informes que publican estos comités suelen tener resonancia mundial.

Los comités de ética surgen de la necesidad de dar pautas de actuación coherentes en casos difíciles
que se presentan con asiduidad, necesitan de decisiones rápidas cuando lo hacen y entran en
conflicto valores del usuario con los valores que los profesionales de la institución desean proteger,
son instituidos para ayudar a estudiar la dimensión ética de la práctica en la intervención social y
para contribuir a mejorar la calidad de la atención.

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VVAA .Revista de Trabajo Social, “Servicios Sociales y Política Social, (1998) nº 41, “Ética en la
intervención social”, Consejo General de Diplomados en Trabajo So

[1] Material elaborado a partir del documento del curso “Ética y código deontológico en los servicios
sociales” (Alicante 2.005) del Consejo general de Trabajo Social y por Barriga Martín, L. A.
[1] En algunos países se usaría el término “discriminación” en lugar de “discriminación negativa”.
Aquí se usa el término “negativa” porque en algunos países también se utiliza la expresión
“discriminación positiva”. A veces se emplea el término “acción afirmativa” como sinónimo de
“discriminación positiva”. La “discriminación positiva” o “acción afirmativa” se refiere a las medidas
positivas tomadas para reparar los efectos de la histórica discriminación sufrida por los grupos
nombrados en el punto 4.2.1.
[2] Fuente. CEPLIS Consejo Europeo de Profesiones Liberales

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