Trabajo Práctico N°1 - Derecho
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Trabajo Práctico n° 1
“Los menores y su capacidad jurídica”
El código denomina “adolescente” a la persona menor de edad que cumplió trece años.
ARTÍCULO 25.- Menor de edad y adolescente. Menor de edad es la persona que no ha
cumplido DIECIOCHO (18) años.
Se deja de lado la distinción entre menores impúberes y menores adultos que establecía
el Código de Vélez Sársfield y se define como adolescente al menor que tiene trece años
o más.
Este Código denomina adolescente a la persona menor de edad que cumplió TRECE (13)
años.
“La persona menor de edad tiene derecho a ser oída en todo proceso judicial que le
concierne así como a participar en las decisiones sobre su persona.“, disposición en todo
de acuerdo con la normativa internacional y que ya venía siendo aplicada.
El art. 678, establece que si los progenitores se opusieren a que el hijo promueva una
demanda contra un tercero, el juez puede autorizarlo, previa audiencia del progenitor que
se opone y del ministerio público.
En el mismo sentido, el art. 679, reconoce la capacidad del hijo para reclamar contra sus
progenitores por sus propios intereses, sin necesidad de autorización judicial, únicamente
requiriendo que cuente con el grado de madurez adecuada y asistencia letrada.
Por último en el ámbito de los procesos de familia, el art. 707 establece que los niños,
niñas y adolescentes con edad y grado de madurez suficiente para formarse un juicio
propio, tienen derecho a ser oídos y a que su opinión sea tenida en cuenta en todos los
procesos que los afecten directamente. No establece un criterio a priori, sino que debe
estarse a la realidad de cada menor y darle participación de acuerdo a su edad y
madurez.
# Capacidad para tomar decisiones sobre actos médicos que afecten a su cuerpo y
persona
El código, para estos actos personalísimos de decisión sobre la salud y el cuerpo propios,
tiene en cuenta que son sujetos de derechos y les da la posibilidad de decidir por sí,
siempre atendiendo al desarrollo del menor.
Se presume que el adolescente entre TRECE (13) y DIECISÉIS (16) años tiene aptitud
para decidir por sí respecto de aquellos tratamientos que no resultan invasivos, ni
comprometen su estado de salud o provocan un riesgo grave en su vida o integridad
física.
Si se trata de tratamientos invasivos que comprometen su estado de salud o está en
riesgo la integridad o la vida, el adolescente debe prestar su consentimiento con la
asistencia de sus progenitores; el conflicto entre ambos se resuelve teniendo en cuenta
su interés superior, sobre la base de la opinión médica respecto a las consecuencias de
la realización o no del acto médico.
A partir de los DIECISÉIS (16) años el adolescente es considerado como un adulto para
las decisiones atinentes al cuidado de su propio cuerpo.
En primer lugar distingue un grupo de adolescentes que están entre los trece y dieciséis
años. Se presume la capacidad del adolescente de dichas edades para consentir
tratamientos médicos que no sean invasivos, comprometan su estado de salud o
provoquen un riesgo grave en su vida o integridad física. Para los tratamientos invasivos,
en cambio, el consentimiento debe prestarse con la asistencia de los padres. Pero
siempre la decisión requiere del consentimiento del menor, y existiendo conflicto entre
padres e hijo, la autoridad judicial prestará o no autorización teniendo en cuenta el interés
superior del menor y en base a la opinión médica respecto a las consecuencias de
realización o no del tratamiento.
A partir de los dieciséis años se equipara al menor a los mayores de edad a los efectos de
las decisiones relacionadas al cuidado de su propio cuerpo, no requiriendo autorización
alguna y actuando por sí.
El nuevo código establece en el art. 595, que uno de los principios por los que se rige la
adopción es:
El derecho del niño, niña o adolescente a ser oído y a que su opinión sea tenida
en cuenta según su edad y grado de madurez, siendo obligatorio su consentimiento a
partir de los DIEZ (10) años
Por lo cual, los jueces tienen la obligación de oír a los niños de conformidad con las
particularidades de su edad y de acuerdo a su desarrollo psíquico, físico e intelectual. Es
necesario que el contacto sea personal y no a través de los representantes legales del
menor.
Por otra parte, se establece que en caso de menores que hayan cumplido los diez años,
el adoptado deberá expresar su consentimiento para la adopción.
También, y relacionado con el derecho a la identidad del menor, se cambia el criterio que
permitía acceder a las actuaciones de la adopción recién a partir de los dieciocho años.
El art. 596 recepta el derecho de todo menor adoptado que cuente con edad y grado
de madurez suficiente (no se establece una edad determinada sino que se estará a la
situación particular del menor) a conocer los datos relativos a su origen y de acceder,
cuando lo requiera, al expediente judicial y administrativo en el que se tramitó su adopción
y a otra información que conste en registros judiciales o administrativos.
La norma autoriza al juez a disponer la intervención del equipo técnico del tribunal, del
organismo de protección o del registro de adoptantes para que presten colaboración y así
acompañar al adoptado y a su familia en ese momento tan trascendental para el
desarrollo del menor.
Todos los mencionados son cambios importantísimos y que brindan una normativa
moderna, que recepta los cambios exigidos por la incorporación de los derechos humanos
y que traerá muchas novedades en su desarrollo en la práctica.