Derecho Internacional Privado
Derecho Internacional Privado
Derecho Internacional Privado
CURSO BASICO
DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO
AbeledoPerrot
4lP LegalPublishing
MARIO RAMÍREZ NECOCHEA
CURSO BASICO DE
DERECHO INTERNACIONAL
PRIVADO
AbeledoPerrot*
LegalPublishing"
CURSO BÁSICO DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO
© Mario Ramírez Necochea
2010 Legal Publishmg Chile • Miraflores 383, piso 11, Santiago, Chile • Teléfono: 600 700 8000 • www.legaipubhshing.cl
Registro de Propiedad Intelectual N° 189.233 • I.S.B.N. 978 - 956 - 238 - 887 - 0
Ia edición marzo 2010 Legal Publishmg Chile
Tiraje: 300 ejemplares
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publicación, queda expresamente prohibido. Usos infractores pueden constituir delito.
Abreviaturas
Primera Parte
Introducción
Capítulo Primero
Nociones Generales
Capítulo Segundo
Métodos de solución
6. Pluralidad de métodos............................................................................................. 9
7. Método indirecto...................................................................................................... 9
8. Método directo:....................................................................................................... 10
8.1. Reglas nacionales................................................................................................ 11
8.2. Reglas convencionales........................................................................................ 11
8.3. Derecho espontáneo: Lex mercatoria.................................................................. 13
9. Método mixto o de extensión................................................................................ 15
10. Normas de aplicación inmediata o necesaria.................................................... 15
Capítulo Tercero
Fuentes del Derecho Internacional Privado
Página
Segunda Parte
Evolución Histórica
Capítulo Primero
Orígenes, escuelas estatutarias
18. Antigüedad............................................................................................... 33
19. Edad Media: Personalidad y territorialidad del derecho........... 34
20. Escuela estatutaria italiana de los siglos XIII al XV.................. 34
21. Escuela estatutaria francesa del siglo XVI................................... 35
22. Escuela estatutaria holandesa del siglo XVII............................... 36
23. Escuela estatutaria francesa del siglo XVIII................................. 37
Capítulo Segundo
El derecho internacional
privado contemporáneo
Página
Tercera Parte
Teoría de los Conflictos de Leyes
Capítulo Primero
Las normas de conflicto
Capítulo Segundo
Relaciones de los sistemas de solución
Página
Capítulo Tercero
Problemas de aplicación de la ley extranjera
Capítulo Cuarto
Limitaciones a la aplicación de la ley extranjera
Cuarta Parte
Derecho Civil Internacional
45. Introducción
Capítulo Primero
Derecho de las Personas
46. El estado................................................................................................... 93
46.1. Ideas generales................................................................................................... 93
46.2. Sistema chileno................................................................................................ 94
47. La capacidad............................................................................................. 95
47.1. Ideas generales................................................................................................... 95
47.2. Sistema chileno.................................................................................................. 96
48. El matrimonio........................................................................................................... 96
48.1. Concepto de matrimonio.................................................................................... 96
48.2. Las uniones de hecho......................................................................................... 97
48.3. Requisitos de forma del matrimonio.................................................................. 97
48.3.1. Derecho comparado........................................................................................ 97
A. Matrimonios solemnes........................................................................................... 98
B. Matrimonios consensúales...................................................................................... 98
48.3.2. Legislación aplicable...................................................................................... 98
48.3.3. Sistema chileno.............................................................................................. 99
48.4. Requisitos de fondo..................................................................................... 101
Índice V
Página
Capítulo Segundo
Derecho de los bienes
Capítulo Cuarto
La sucesión por causa de muerte
Capítulo Quinto
Las obligaciones
Página
Quinta Parte
Derecho Procesal Internacional
Capítulo Primero
Reglas de competencia internacional
Capítulo Segundo
Ley reguladora del proceso
Capítulo Tercero
Cumplimiento de resoluciones extranjeras
Página
Anexos
Anexo I
Un derecho de los contratos internacionales para América
Anexo II
Arbitraje comercial internacional
Bibliografía................................................................................................................... 193
Primera Parte
Introducción
Capítulo Primero
Nociones generales
1 Calvo, Alfonso Luis y Carrascosa, Javier: Derecho Internacional Privado. Ed. Comares, Granada,
España, 2005, pág. 8.
4 Mario Ramírez Necochea
2. Características
El Derecho Internacional Privado es un derecho básicamente estatal, internacio
nal y privado, características que posee, a pesar de la aparente contradicción entre las
palabras que usamos para definirlas.
2.7. Carácter básicamente estatal
El Derecho Internacional Privado es un derecho básicamente estatal, porque cada
uno de los países -Inglaterra, Italia, China, India, Marruecos, etc.- crea su propio
sistema, razón por la cual las soluciones para un mismo tipo de problemas varían
según sea el ordenamiento jurídico que se le aplique.
Como consecuencia de esta característica del ramo se dictan resoluciones o se
producen situaciones que pueden ser “claudicantes”, esto es, que siendo válidas en un
país son consideradas en otro como ineficaces, ilegales, nulas o simplemente
inexistentes; así, por ejemplo, el matrimonio celebrado por dos franceses ante sus
representantes diplomáticos en Chile, es válido en Francia e inexistente para nuestra
legislación; o el divorcio obtenido por repudio del cónyuge, tiene eficacia en el país que
contemple esa institución, pero no en otro que lo considere contrario a su orden públi
co; o un contrato internacional puede ser lícito o ilícito, según el lado de la frontera en
que se quiera ejecutar.
Para enfrentar estos problemas que afectan a la seguridad jurídica, los Estados
buscan soluciones comunes a través de Convenciones Internacionales, o adoptando
leyes uniformes estudiadas en conjunto, o propuestas por organismos como
UNIDROIT y UNCITRAL; sin embargo, estos instrumentos operan en un rango li
mitado porque hay materias en las cuales, debido a razones culturales muy profun
das, existen diferencias irreductibles, mientras no se llegue a una etapa más avanzada
de convivencia mundial.
En el comercio internacional se ha logrado algún grado de uniformidad a través de
la lex mercatoria, que constituye una especie de derecho a-nacional; y el Derecho
Internacional Privado, al preocuparse también de ella, deja de ser exclusivamente
estatal, aunque básicamente tenga esa característica.
2.2. Internacional
El hecho que el Derecho Internacional Privado sea un derecho básicamente esta
tal, parece contradictorio con que tenga, a la vez, un carácter internacional; pero se
considera que sí lo tiene porque sólo se preocupa de las relaciones jurídicas de los
particulares, cuando intervienen en ellas elementos internacionales.
El papel que juegan estas últimas ha dado origen, sin embargo, a dos teorías.
La primera considera que el elemento internacional debe ser relevante, en el sen
tido de que tenga la virtud de sacar la relación del plano simplemente interno.
Así, por ejemplo, si un argentino compra un diario a un italiano que tiene un
quiosco en la calle Ahumada, las diferentes nacionalidades de las partes no afectarían
la aplicación, a este caso, del derecho interno chileno; pero si dos japoneses celebran
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 5
3. Contenido
Don Andrés Bello consideraba que el ramo no era más que “el conjunto de reglas
que sirven para dirimir los conflictos de leyes”.
Loa profesores Albónico, Dunker y Varas tenían una concepción más amplia,
concibiéndolo como:
“.. .aquella rama de las ciencias jurídicas que, en los casos en que existan varias legisla
ciones concurrentes o divergentes aplicables, determina la ley competente para resolver
el conflicto y el tribunal llamado a conocer de él.” 2
Pero no es suficiente determinar el tribunal competente y la legislación aplicable,
dejando al margen la eficacia internacional de los fallos; por este motivo, Cheshire y
North sostienen que el Derecho Internacional Privado
“.. .siempre se preocupa de una o más de las siguientes materias:
“(i) Jurisdicción del tribunal (inglés).
“(ii) Elección de ley.
“(iii) Reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras.3
Esta enumeración corresponde a los tres problemas básicos que surgen en el cam
po de las relaciones internacionales de los particulares: qué tribunal va a dirimir las
controversias que surjan de ellas, qué legislación se les va a aplicar y qué eficacia
internacional tendrán los fallos sobre la materia, razón por la cual configuran el conte
nido del Derecho Internacional Privado, cuya función es preocuparse de ese tipo de
relaciones.
Sin embargo, una parte de la doctrina va más lejos al estimar que le corresponden
también, al Derecho Internacional Privado, los temas de la nacionalidad y de la condi
ción jurídica de los extranjeros, por la relevancia que tienen estas materias para el
tráfico internacional.
Pero la nacionalidad es un vínculo entre una persona y un Estado determinado
que actúa como autoridad, y las normas sobre la condición jurídica de los extranjeros
determinan la situación de éstos frente a la potestad del Estado en que se encuentren;
2 Albónico V., Femando: El Derecho Internacional Privado ante la Jurisprudencia Chilena, Ed.
por consiguiente, ambos temas son de Derecho Público y se apartan, por este motivo,
de los que corresponden especialmente al Derecho Internacional Privado.
4. Concepto
El concepto de un ramo se define por la función que cumple, por las característi
cas que presenta y por el contenido que se le asigna.
En consecuencia, y de acuerdo con lo que hemos expuesto en los números ante
riores, podemos decir que el Derecho Internacional Privado es la rama del derecho,
básicamente estatal, internacional y privado, que se preocupa de las relaciones jurídi
cas de los particulares, o de los sujetos que actúen como tales, cuando existe en ellas
algún elemento internacional.
Esta función determina que su contenido se refiera al tribunal competente, a la
legislación aplicable y a la eficacia de los fallos, en el marco de las relaciones señaladas.
5. Denominación
El nombre que tiene esta rama del derecho deriva, obviamente, de las caracterís
ticas de derecho internacional y privado que posee.
Sin embargo, se le ha dado también otros nombres, entre los cuales nos interesa el
de Conflicto de Leyes, por la acogida que éste ha tenido en la doctrina y en el derecho
comparado, especialmente dentro del common law.
Pero el hecho que los vínculos jurídicos estén conectados con las leyes de distin
tos países, no significa que estas leyes estén en “conflicto”; esta expresión parece
referirse más bien a la dificultad que puede presentar la elección de alguna de ellas
para resolver un caso concreto.
Además, como hemos visto, el contenido del ramo excede al solo mecanismo de
elección de leyes “en conflicto”.
Por este motivo, la denominación Derecho Internacional Privado es la más acep
tada en el mundo actual, y se utiliza en textos importantes de autores de Inglaterra, de
Estados Unidos y de otro países del Commonwealth como alternativa de Conflicts of
Law, que se mantiene más bien por el peso de la tradición.
Capítulo Segundo
Métodos de solución
6. Pluralidad de métodos
Para cumplir con su función, el Derecho Internacional Privado utiliza tres méto
dos: Uno indirecto, de normas atributivas; otro directo, de normas materiales o
sustantivas especiales, y un tercero mixto, de normas de extensión.
El primero es el más utilizado en la práctica porque con él se puede construir, con
relativa facilidad, un sistema completo de Derecho Internacional Privado; en cambio,
las normas sustantivas especiales, y las de extensión, se aplican más bien a situacio
nes muy específicas.
7. Método indirecto
De acuerdo con este método, el Derecho Internacional Privado regula cada mate
ria que le sea propia no por sí mismo, sino atribuyéndole competencia, para ello, a
alguna de las legislaciones enjuego.
Sus normas típicas son precisamente las “normas atributivas”, que sólo se limitan
a señalar cuál va a ser esa legislación.
Así, por ejemplo, si un chileno fallece teniendo su último domicilio en España,
surge la duda de someter la sucesión a la legislación chilena, de la nacionalidad, o a la
española, del último domicilio.
Entre ellas, el artículo 955 del Código Civil elige a la última^ al disponer lo siguiente:
“Art. 955. la sucesión de los bienes de una persona se abre al momento de su muerte en su
último domicilio, salvo los casos expresamente exceptuados.
“La sucesión se regla por la ley del domicilio en que se abre, salvas las excepciones
legales”.
De esta manera, el artículo 955 no establece quiénes son los herederos, o cuáles
son los derechos de cada uno de ellos, como lo hacen las normas directas, sustantivas
o materiales: Se limita a escoger la legislación que debe regir a la sucesión por causa
de muerte.
Este método adolece del primer y grave defecto de entregar las relaciones
transnacionales a la regulación de los ordenamientos estatales, que son concebidos
para las situaciones internas, de acuerdo con los conceptos e intereses de cada país.
10 Mario Ramírez Necochea
“Desde este punto de vista, el drama del Derecho Internacional Privado, así como su más
profunda limitación, radican en su aspiración de llevar a cabo una tarea supranacional,
con medios predominantemente internos, estatales”4.
El segundo defecto lo constituyen las dificultades que presenta la aplicación de
una ley extranjera, hecho que inclina a los jueces a preferir su propia ley, la lexfori.
En tercer lugar, la mecánica de la norma de conflicto está sujeta a la función
limitativa del orden público de la ley del foro; y este concepto, por ser impreciso y
localista, introduce una gran dosis de incertidumbre sobre la eventual aplicación de la
ley escogida.
A pesar de estos inconvenientes, la supresión del método de elección de ley es
imposible en la práctica, porque los localismos jurídicos constituyen una barrera de
masiado alta para llegar a un derecho uniforme, general y universal.
Como señala Rigaux,
“A primera vista, la unificación del derecho privado material tiene como efecto indirecto la
supresión de los conflictos de leyes. Este resultado se alcanzaría si la unificación fuera
general (respecto de todas las materias), y universal (respecto de todos los países)”.
“A falta de este doble carácter, el método de los conflictos de leyes conserva su función
para todas aquellas materias a las que no alcanza la unificación del derecho, y respecto a
las relaciones que escapan del ámbito territorial de este derecho”.
“No sólo la unificación del derecho se ha limitado a ciertas materias, sino que respecto de
todas las cuestiones suscitadas por esas materias, los negociadores del convenio (que
establezca un derecho uniforme), no han podido siempre ponerse de acuerdo sobre una
solución común de derecho privado material. Al no hacerlo, han recurrido a veces a la
adopción de una norma de conflicto de leyes común”.
“Así, las leyes uniformes sobre letras de cambio y pagarés a la orden y sobre cheques no
contienen ninguna disposición material común ni sobre la capacidad para comprometerse
ni sobre la forma del instrumento, siendo objeto estas cuestiones de normas de conflictos
de leyes uniformes incluidas en cada uno de los convenios anexos”.5
8. Método directo
El Derecho Internacional Privado puede regular directamente las relaciones que
contengan elementos internacionales, mediante normas sustantivas o materiales es
peciales.
Este método está teniendo cada día mayor importancia, razón por la cual debe
mos analizarlo con algún detenimiento.
Desde luego, nuestra disciplina evoluciona:
“Ya no puede seguir reducida a los conflictos de leyes, confundida e identificada con uno
de sus métodos: el de atribución; hoy, y sobre todo mañana, el Derecho Internacional
Privado tiene que tomar mayor conciencia de la pluralidad de métodos de solución que
4 Carrillo Salcedo, J.A.: Derecho Internacional Privado, Tecnos, Madrid, 1983, pág. 54.
5 Rigaux, Francois: Derecho Internacional Privado. Parte General. Ed. Civitas, Madrid, 1985,
pág. 237.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 11
puede emplear para realizar su misión de regular el tráfico externo, y su más importante
problema acaso consista en dar a cada uno de dichos métodos la parte que le corresponde,
resolviendo así las dificultades nacidas de su concurrencia y conflicto”.6
Siguiendo a Batiffol7, las normas sustantivas especiales de Derecho Internacio
nal Privado pueden clasificarse en tres grupos: Reglas nacionales, reglas convencio
nales y reglas de derecho espontáneo.
una ley uniforme sobre esta materia; el comité presentó, ese mismo año, un proyecto
que fue analizado por los Estados miembros de la Sociedad de las Naciones.
Con las observaciones de los respectivos gobiernos, el comité presentó, en 1939,
un nuevo proyecto que no pudo ser discutido por la irrupción de la Segunda Guerra
Mundial.
Por iniciativa del gobierno holandés, después de la guerra se llamó a una confe
rencia que creó una nueva comisión para reelaborar el proyecto; ésta presentó el
resultado de su trabajo en 1956 y luego, después de recibir la sugerencia de los distin
tos gobiernos, propuso un nuevo texto, en 1963, que se refería solamente a las obliga
ciones y derechos del comprador y del vendedor.
Paralelamente al trabajo de la comisión, el UNIDROIT elaboró un proyecto de
ley uniforme sobre la formación del contrato de compraventa internacional, que lo dio
a conocer en 1959.
El gobierno holandés convocó a una nueva conferencia que aprobó, en 1964,
dos convenciones: una ley uniforme sobre la formación de contratos para la venta
internacional de mercaderías, y otra ley uniforme sobre venta internacional de
mercaderías; ambas entraron en vigor en 1972, entre los nueve Estados que las
ratificaron.
Estas convenciones sirven, como antecedentes, para interpretar la convención
que se elaboró por iniciativa de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho
Mercantil Internacional (CNUDMI; en inglés, la sigla es UNCITRAL) y que juntó, en
un solo proyecto, las ideas de los textos aprobados en La Haya.
El proyecto fue presentado en 1978 a la Asamblea de las Naciones Unidas, la que
acordó que se discutiera en una Asamblea Diplomática que finalmente se celebró en
Viena, en 1980. En ella, con la concurrencia de los representantes de 62 Estados y de
cuatro organismos internacionales, se aprobó el proyecto por unanimidad.
Chile ratificó este tratado, llamado Convención de las Naciones Unidas sobre los
Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías, en el año 1990.
Los trámites que hemos bosquejado, demuestran las dificultades que presenta el
establecimiento de un derecho uniforme por la vía de los tratados.
La convención, en su art. 7o número 2, se remite en forma supletoria al sistema
de elección de ley aplicable, lo que prueba también lo difícil que es prescindir del
método atributivo, aunque se trate de un contrato básico para el comercio interna
cional.
Otros ejemplos de convenciones de esta especie los encontramos en el campo de
los transportes.
Muchas de ellas se han celebrado por iniciativa de la Organización Marítima
Internacional (OMI), y se refieren al transporte marítimo, a la prevención de abordajes,
al salvamento, etc.
El transporte aéreo internacional, por su parte, fue materia de la Convención de
Varsovia de 1929, y de La Haya de 1955.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 13
Los usos y costumbres mercantiles han adquirido una gran importancia en el mun
do actual; este fenómeno se ha producido como consecuencia del poder económico
de los agentes del comercio internacional, y de la insuficiencia de las legislaciones
estatales para regular el tráfico transnacional del presente.
Estos usos y costumbres constituyen un derecho espontáneo que se conoce como
lex mercatoria cuya importancia, en los contratos internacionales, se explica en el
anexo 1 de este libro.
El derecho espontáneo tiende naturalmente a alejarse de las regulaciones estatales
estableciendo normas sustantivas, a-nacionales, de Derecho Internacional Privado.
“Lejos de apoyarse en el derecho estatal.., los compromisos mutuos asumidos por los
contratantes se rigen por el medio que ellos mismos han constituido y cuya fuerza deriva
de un dominio efectivamente ejercido en este espacio llamado transnacional porque está
exento de toda soberanía real de los Estados.”
“Un ejemplo muy significativo es la serie de acuerdos tomados a iniciativa de diversas
empresas de transporte de petróleo mediante los cuales se comprometen a indemnizar a los
Estados ribereños por los gastos que éstos tengan que hacer para reparar los daños
causados por la polución debida a falta cometida por una transportista de petróleo ”
“Fechados el 7 de enero de 1969 (Tovalop), el 14 de enero de 1971 (Cristal) y el 4 de
septiembre de 1974 (Opol), estos contratos... tratan de cubrir una laguna del derecho
estatal al organizar un mecanismo de reparación a tanto alzado que no prevé ninguna ley
nacional y que, al regular expresamente la forma en que los gobiernos podrán hacer valer
una pretensión respecto de las empresas privadas, permiten a los Estados interesados
adherirse a este sistema. No se puede concebir una inversión más radical en los papeles
tradicionalmente atribuidos al poder estatal y a estos sujetos, las empresas”.9
El derecho transnacional posee sus propias formas de coacción, como son el boi
cot o la “falta de credibilidad”, que pueden transformar al infractor en un paria en el
mundo del comercio; sin perjuicio de que se puedan utilizar, según el caso, los meca
nismos coercitivos del país en donde se ventile algún asunto relacionado con aquel
derecho.
Las principales expresiones del derecho espontáneo se dan en los contratos-tipo y
en los términos de contratación, y su desarrollo se ve favorecido con el arbitraje, que
tiende a resolverse con las normas propias del comercio internacional.
8 León S., Avelino: Nuevas Normas de Derecho Internacional Privado. Ed. Jurídica., 1986, págs.
34 y 35.
9 Rigaux, op. cit., págs. 84 y 65.
14 Mario Ramírez Necochea
SIGLA SIGNIFICADO
EXW Exwork.
FCA Free carrier named point.
FAS Free along side slip.
FOB Free on board.
CFR Cost and freight.
CIF Cost, insurance and freight.
CPT Carriage paid to.
CIP Carriage and insurance paid.
DAF Delivered at frontier.
DES Delivered ex ship.
DEQ Delivered ex quay.
DDU Delivered duty unpaid.
DDP Delivered duty paid.
10 Holleaux, D., Foyer, J. y de La Pradella, G.: Droit Intemational Privé, Masson, París, 1987,
pág. 167.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 15
Las fuentes del Derecho Internacional Privado son: La ley positiva, los tratados
internacionales, la costumbre, la jurisprudencia y la doctrina; a ellas se acostumbra
agregar la voluntad de las partes que pueden convenir, en el contrato que celebren,
una cláusula sobre legislación aplicable o pacto de electio juri.
Estas fuentes han sido objeto de numerosas clasificaciones; la más aceptada de
ellas es la que distingue entre fuentes internas y fuentes internacionales, cuyas princi
pales expresiones son la ley y los tratados, respectivamente.
La idea que se tenga sobre cuáles deban predominar sobre las otras, divide a los
autores en particularistas y universalistas.
Los primeros estiman que los problemas que debe resolver el Derecho Interna
cional Privado, en su gran mayoría, son propios de cada país, por lo que su solución
normal debe encontrarse en las fuentes internas.
Los universalistas, por el contrario, piensan que esos problemas, por afectar a la
Comunidad Internacional y por ser de naturaleza internacional, deben tener solucio
nes universales.
La contraposición indicada radica, en el fondo, en la primacía que puedan tener,
entre sí, el ordenamiento interno o el internacional.
El derecho estatal posee una estructura y un poder de coerción bien regulados, lo
que no pasa, aún, con el Derecho Internacional. Desde el punto de vista de su efecti
vidad, prima entonces el primero sobre el segundo.
Sin embargo, como señala Rigaux,12
“Los Estados modernos se inscriben desde su origen en lo que debe llamarse un orden
internacional. Los poderes territoriales habrían sido incapaces de constituirse en Estados
si las relaciones internacionales no hubieren obedecido a un mínimo de reglas comunes,
reglas que se han robustecido en el mundo interrelacionado del presente”.
13Battiffol, H. y Lagarde, P.: Droit Intemational Privé. Tomo 1, Librería General de Derecho y
Jurisprudencia, París, 1981, pág. 25.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 19
13.1. En general
Por medio de los tratados internacionales, los Estados pueden conseguir dos ob
jetivos que interesan a nuestro ramo: Convenir en un derecho uniforme por medio de
normas sustantivas, u obtener soluciones atributivas iguales para los distintos
ordenamientos jurídicos.
En el capítulo anterior, nos referimos a las normas convencionales sustantivas del
Derecho Internacional Privado, y señalábamos que éstas responden, principalmente,
a las necesidades del comercio internacional. De ahí que sean impulsadas por los
organismos especializados en esa actividad, como UNCITRAL o la OMI (y segura
mente lo serán también por la Organización Mundial de Comercio, que es el ente
sucesor del GATT).
La tarea de uniformar las normas de conflicto ha sido asumida especialmente por
dos organizaciones: La Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado y
la Organización de Estados Americanos, OEA, además de los esfuerzos que se ha
cen, en el mismo sentido, dentro de la Unión Europea.
La Conferencia de La Haya se reunió por primera vez en el año 1893; y en sus
diversas sesiones ha tenido éxito en materias de compraventa de objetos muebles;
forma de los testamentos; accidentes de circulación por carreteras; responsabilidad
de los fabricantes; obligaciones alimenticias; tutela de menores; comisiones rogatorias;
reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras, etc.
En el ámbito panamericano, deben destacarse los siguientes instrumentos:
Io. Tratados de Montevideo de 1889 y de 1940; los primeros vinculan a Argentina,
Solivia, Paraguay, Perú y Uruguay; y los segundos a Argentina, Uruguay y Para
guay.
2o. La Convención de Derecho Internacional Privado de La Habana, de 1928, que
tiene como anexo al Código de Bustamante, ratificado por Chile en 1933, con una
reserva general.
3o. Las convenciones y protocolos suscritos en las Conferencias Especializadas
Interamericanas sobre Derecho Internacional Privado que se realizaron en Pana
má (1975), en Uruguay (1979), en Bolivia (1984), en Uruguay (1989), en México
(1994) y en Washington (2002) (2009) que se conocen con las siglas CIDIPI, II,
III, IV, V, VI y VII, respectivamente.
Uno de los principios básicos que rigen la actividad del Estado, descansa en el
respeto de su propia Constitución Política; por este motivo, al comprometerse con la
Comunidad Internacional a través de un tratado, debe cerciorarse de que éste se
ajuste a las disposiciones de su Carta Fundamental. Y esta función tan relevante la
cumple el Tribunal Constitucional.
Es de toda lógica que éste realice el control obligatorio preventivo de constituciona
lidad que contempla el art. 93 inciso Io de la Constitución Política de la República;
pero surge la duda sobre el control ex post de un tratado ya vigente, para el caso
concreto de su aplicación en cualquier gestión que se haga ante los tribunales ordina
rios o especiales.
Este problema se planteó justamente en el Tribunal Constitucional, con motivo del
control que le correspondía sobre el Proyecto de Ley modificatoria de la Ley Orgáni
ca Constitucional N° 17.997, y que dio origen a la ley N° 20.381 de 28 de octubre del
año 2009. En él se contemplaba, entre otras disposiciones, el siguiente art. 47 B:
“De conformidad con el N° 1) del art. 54 de la Constitución Política de la Repú
blica, no procederá la inaplicabilidad respecto de tratados internacionales ratifica
dos por Chile y que se encuentren vigentes”.
Los fundamentos de dicho texto se encuentran:
Io En el inc. 5o del art. 54 N° 1 de la Constitución, según el cual “las disposiciones
de un tratado sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma pre
vista en los propios tratados o de acuerdo a las normas de Derecho Internacional”’, y
2o En el art. 27 de la Convención de Viena sobre Derecho de ios Tratados, ratifi
cada por Chile, que expresa lo siguiente: Una parte no podrá invocar las disposicio
nes de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado”.
Sin embargo, el Tribunal Constitucional, en fallo pronunciado el 25 de agosto de
2009, por mayoría de votos rechazó el art. 47 B por considerarlo contrario a la Cons
titución, sobre la base de los siguientes argumentos:
1 °. El inc. 1 ° del art. 93 de la Constitución faculta al Tribunal Constitucional para
“resolver, por la mayoría de sus miembros en ejercicio, la inaplicabilidad de un
precepto legal cuya aplicación en cualquier gestión que se siga ante un tribunal
ordinario o especial, resulte contraria a la Constitución ”. Y las normas de un tratado
constituyen “preceptos legales”.
2o. En el caso propuesto, “la norma sigue vigente, sólo que es inaplicable a una
gestión judicial determinada”, sentencia del T.C., pág. 53; en consecuencia, no se
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 23
14. La costumbre
15 Josserand, Louis: Derecho Civil, T. Io, Vol. Io, E.J.E.A. Bosch y Cía., Editores, Buenos Aires,
1950, pág. 23.
16 Josserand, Louis: Derecho Civil, op. cit., pág. 99.
17 Josserand, Louis: Derecho Civil, op. cit., pág. 103.
18 Pillet, Antonio: Principios de Derecho Internacional Privado, Madrid, 1923, Tomo I, pág. 155.
24 Mario Ramírez Ñeco che a
Tal ocurre con la regla locus regit actum, que por fin ha vencido todos los obstáculos que
sucesivamente le han sido puestos. Tal es, también, el principio de la autonomía de la
voluntad en materia de convenciones, el cual, característico de Dumoulin en origen, se
reconoce hoy por todos y con tanta frecuencia se le acepta que la práctica tiende a
empujarlo más allá de los límites que la razón le asigna. En estos dos puntos la acción
incesante de la costumbre ha realizado la unidad; en otros, la ha preparado, eliminando
progresivamente las diferencias que separan a las legislaciones”.
En el comercio internacional, las costumbres constituyen la base de la lex mercatoria
del mundo de hoy.
15. La jurisprudencia
Se ha discutido en doctrina si la jurisprudencia constituye o no una fuente del
derecho, debido a que, como señala el artículo 3o de nuestro Código Civil:
“Sólo toca al legislador explicar o interpretar la ley de un modo generalmente obligatorio”.
“Las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que
actualmente se pronunciaren”.
Esta discusión no alcanza a los países regidos por el common law, en donde el
derecho está constituido por los precedentes judiciales: El derecho lo hace el juez.
Es cierto que en los países de derecho escrito, las sentencias judiciales sólo tienen
fuerza obligatoria respecto de las causas respectivas. Sin embargo,
“El carácter fragmentario e insuficiente (de los textos legales) hace que sea necesaria una
jurisprudencia abundante y constructiva. De hecho, la fuente esencial del Derecho Inter
nacional Privado francés se encuentra aún hoy en la jurisprudencia de la Corte de Casa
ción y de las jurisdicciones sometidas a su control”.19
Entre nosotros, el Derecho Internacional Privado tiene también un marcado ca
rácter judicial, como lo veremos en el estudio específico de cada materia.
En cuanto a la jurisprudencia internacional, ésta emana, principalmente, de los
casos de Derecho Internacional Privado que ha conocido la Corte Internacional de
Justicia; entre éstos se cita el caso Boíl, relativo a la aplicación de la Convención de
La Haya, sobre tutela de menores, a una hija de madre sueca y de padre holandés,
frente a la ley sueca de protección de la infancia.
Una jurisprudencia más específica, referente al tráfico mercantil, la encontramos
en los fallos de los tribunales de arbitraje comercial internacional.
16. La doctrina
Las ideas y opiniones de los juristas sólo intervienen, por lo general, en forma
mediata o indirecta, en la labor formativa del derecho.
Sin embargo, constituyen la base teórica de la estructura legislativa, guardando
con ésta, una relación semejante a la que existe, yendo a otras disciplinas del saber,
entre la Física y la Ingeniería. En efecto, si se construye una norma jurídica por la vía
de la ley formal, del tratado o de la jurisprudencia, con olvido de los principios teóri
cos necesarios, esa norma será inadecuada para cumplir con las finalidades propias
del derecho.
Desde este punto de vista, podemos decir que la doctrina es, aunque en forma
indirecta, la fuente más importante de nuestra disciplina.
En el Derecho Internacional Privado la teoría se hace aún más indispensable,
debido a los caracteres, ya estudiados, que presentan sus normas; y esta importancia
llega todavía más lejos, cuando el propio legislador se remite al Derecho Internacional
en conjunto, o a sus principios, otorgándole de este modo a la doctrina un carácter de
derecho directo y positivo.
En nuestra legislación, podemos señalar las siguientes disposiciones que confir
man lo expuesto:
“Artículo 60 inciso 2o del Código Civil: La constitución y efectos del domicilio político
pertenecen al Derecho Internacional”.
“Artículo Io del Código de Procedimiento Penal: Los tribunales de la República ejercen
jurisdicción sobre... salvo los casos exceptuados por las reglas generalmente reconocidas
del Derecho Internacional”.
Y repitiendo los términos de los artículos 637, 647 y 651 del Código de Procedi
miento Penal, el actual Código Procesal Penal expresa lo siguiente:
“Art. 441: El Tribunal concederá la extradición si estimare comprobada la existencia de
las siguientes circunstancias:
a) La identidad de la persona cuya extradición se solicitare.
b) Que el delito que se le imputare o aquel por el cual se le hubiere condenado sean de
aquellos que autorizan la extradición según los tratados vigentes o, a falta de éstos, en
conformidad con los principios del Derecho Internacional”.
Por su parte, desde hace ya bastante tiempo,
“... el valor de la doctrina de los tratadistas, como fuente del Derecho Internacional Pri
vado ha sido debidamente reconocido por nuestros Tribunales:
“La Corte de Santiago, el 18 de julio de 1907, al fallar en un caso de nacionalidad, dijo que
es un principio uniformemente admitido por los tratadistas del Derecho Internacional, que
el hijo no emancipado sigue la nacionalidad del padre”.
“La Corte Suprema, por su parte, conociendo de un caso de extradición formuló la
siguiente doctrina: A falta de tratado, debe resolverse la petición de extradición, de un
presunto delincuente, por los principios del Derecho Internacional tales como han sido
generalmente formulados por sus expositores y aplicados por las Naciones en sus rela
ciones entre sí”.20
Sin perjuicio de aceptar plenamente la idea que el Derecho debe ser guiado por
los valores de la justicia y de la seguridad jurídica, la doctrina de nuestro ramo postu
la principios específicos del Derecho Internacional Privado.
De acuerdo con este principio, el juez debe dejar de aplicar la ley que determine
su norma atributiva, cuando vulnere los principios básicos contenidos en su propia
legislación.
El principio es muy claro y comprensible; sin embargo, su estudio nos lleva a la
siguiente paradoja que exponía Pillet: Es el más evidente de nuestra ciencia pero, al
mismo tiempo, el más difícil de analizar.
Volveremos sobre el tema cuando estudiemos las limitaciones a la aplicación de la
ley extranjera.
Este principio obedece a la idea de conseguir la unidad de las soluciones que den,
para un mismo asunto, los distintos ordenamientos que se consideren competentes.
Las relaciones jurídicas requieren de certeza y de estabilidad en su regulación, lo
que no se consigue con el juego de normas atributivas diferentes; no es lógico, por
ejemplo, que el estado civil de una persona pueda variar de un Estado a otro, o que un
testamento regularmente extendido en un país, pueda carecer de validez universal.
La armonía podría alcanzarse unificando el Derecho Internacional Privado por
medio de tratados, o utilizando los factores de conexión que sean más habituales.
“Es inútil buscarla con el Derecho Internacional Privado de un solo Estado, pues no sabe
lo que hacen o harán los demás. Según las circunstancias, se puede buscar la armonía con
otro Estado o con varios, muy rara vez con todos. Ante eso, hay que aspirar cuando menos
a construir el Derecho Internacional Privado propio de la manera más justa posible, que si
con ello se logran soluciones convincentes, éstas pueden irradiar y fructificar en posterio
res unificaciones del Derecho Internacional Privado”.
“La elección de conexiones intemacionalmente habituales es útil a la armonía externa de
las decisiones con muchos Estados: Así, (se conseguiría tal objetivo con) la sumisión de
los derechos reales a la lex reí sitae, de la forma del negocio jurídico a la lex loci actus
-aunque también sirve y basta la del derecho que rige el fondo del negocio-, y del hecho
ilícito a la lex loci delicti”.2*
Es posible que los distintos aspectos de una misma relación jurídica sean gober
nados por leyes diferentes; así, por ejemplo, las formalidades de un contrato interna
cional pueden quedar afectas a la ley del país donde se celebre; la capacidad, a la ley
personal de las partes; las obligaciones, que pueden ser múltiples, a la ley del lugar
del cumplimiento de cada una de ellas, etc.
21 Kegel, Gerhard: Derecho Internacional Privado, Ediciones Rosaristas, Bogotá, 1982, pág. 80.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 27
Para estos casos, es importante que las distintas leyes en juego se apliquen
armónicamente; esta idea se encuentra en el art. 9 de la Convención Interamericana
sobre Normas Generales de Derecho Internacional Privado que expresa:
“Las diversas leyes que puedan ser competentes para regular los diferentes aspectos de
una misma relación jurídica, serán aplicadas armónicamente, procurando realizar las finali
dades perseguidas por cada una de dichas legislaciones”.
Este principio tiene dos versiones: La sostenida en Francia por Pillet, que analiza
remos con más detalles cuando veamos la solución de los conflictos móviles; y la
teoría de los vested rights, que fue acogida por Dicey, en Inglaterra, y por Beale, en
Estados Unidos; este último influyó decisivamente en el Primer Restatement sobre
Conflictos de Leyes de 1934, el cual fue sustituido, sobre otras bases doctrinarias, por
el Segundo Restatement de 1971.
Para Pillet, un derecho válidamente adquirido bajo una legislación competente
debe ser, en principio, universalmente respetado; este proceso sería independiente del
mecanismo atributivo, que eventualmente obliga al juez a aplicar una ley extranjera.
Dicey y Beale, en cambio, sostienen que los tribunales no aplican propiamente
una ley extranjera sino que sólo reconocen, cuando sea el caso, los derechos adquiri
dos (“vested rights”) en el extranjero.
Es lógico pensar que un asunto jurídico debe ser regulado por la legislación que
tenga, con él, las relaciones más cercanas y estrechas; de aquí nace, precisamente, el
principio de proximidad.
Impulsado por esta idea, Savigny consideró necesario que
“... para cada relación de derecho, se busque el territorio jurídico al que ella pertenece o
esté sometido según su propia naturaleza, en el cual tenga ella su asiento”.
En seguida, aplicando dicha idea, fue determinando los distintos factores de co
nexión: El estatuto personal se rige por la ley del domicilio; los bienes corporales, por
la ley de su situación; las obligaciones, por la ley del lugar donde deban cumplirse; el
procedimiento, por la lex fori; el delito, por la ley del lugar en que se cometa, etc.
Las conclusiones de Savigny influyeron en las legislaciones de diversos países,
durante la segunda mitad del siglo XIX y en el siglo XX; sin embargo, en la actuali
dad se busca una mayor flexibilidad en la determinación de la ley aplicable, particu
larmente en el área de los contratos internacionales y de la responsabilidad
extracontractual; este objetivo se ha ido cumpliendo utilizando el principio de proxi
midad, pero no como fundamento de una norma jurídica rígida, sino como facultad
otorgada al juez para considerar las distintas características de cada relación y deter
minar, de acuerdo con ellas, la legislación con la cual el problema planteado tenga
una relación más estrecha.
28 Mario Ramírez Necochea
24 Van Hecke, Georges: Principios y métodos de solución de los Conflictos de Leyes, Recueil de
18. Antigüedad
Debido a diversos factores económicos, culturales y religiosos que han sido ana
lizados por los historiadores, la ciudad antigua era hostil para los extranjeros; a éstos,
generalmente, no se les permitía gozar de las leyes de la ciudad, e incluso se les
negaba la condición de sujetos de derecho.
Sin embargo, las relaciones pacíficas se facilitaron con el desarrollo del comercio
debido al interés de compradores y de vendedores, sin distinción basada en la extran
jería, por concurrir a los mercados.
De ahí que en el mundo mercantil de los fenicios y de los griegos se bosquéjala
una especie de lex mercatoria, de una legislación mercantil común basada en los usos
y costumbres de los comerciantes.
También era natural que se relacionaran con frecuencia los individuos de una mis
ma raza, lengua o cultura, aunque pertenecieran a comunidades políticas distintas.
Así, por ejemplo, en una inscripción del año 100 A. de C., aparece un tratado
entre Efeso y Sardes, que determina la competencia de los jueces de la ciudad del
victimario para conocer de los reclamos de éste con motivo de algún hecho ilícito, y
dispone que el asunto sea resuelto con la ley del tribunal.25
Del mismo modo, existían tratados entre los reinos hebreos de Israel y de Judá,
que se referían a problemas de competencia judicial, de procedimiento y aun de legis
lación aplicable.
En cuanto a la condición jurídica de los extranjeros, Atenas creó instituciones
especiales como la hospitalidad26, y las referentes a los isotelos y a los metecos.
En Roma, más tarde, se planteó el problema de la ley aplicable a los peregrinos, o
sea, a los habitantes de los pueblos aliados o amigos, o de las provincias del imperio.
25 Ver Lewald, H.: “Conflictos de Leyes en el mundo griego y romano”. Rev. Crit. de D. I. Priv.,
Génesis 23,9.
34 Mario Ramírez Necochea
Como el jus civile era privativo de los ciudadanos romanos, fue necesario elabo
rar un derecho común a todos los hombres, el jus gentium, fundado en la equidad
natural; además, en el año 242 A. de C., fue creado un pretor especial encargado de
aplicar las leyes de los peregrinos.
De esta manera, el juez romano resolvía un verdadero conflicto de leyes al deter
minar, según las partes, el derecho aplicable. Sin embargo, no podemos hablar todavía
de un Derecho Internacional Privado, por cuanto las legislaciones enjuego obedecían
a una misma soberanía.
La unidad política del imperio llevó progresivamente a la unidad legislativa, lo que
vino a solucionar los problemas que planteaban las relaciones jurídicas mixtas, que se
hacían cada día más frecuentes. Por último, el edicto de Caracalla derribó las bases
de la diferenciación legislativa, concediendo la ciudadanía a todos los habitantes del
imperio.
A la época del Digesto, no existía ya el problema de la elección de leyes, razón por
la cual no se encuentra, en su texto, el sistema de solución que debió elaborar el pretor
peregrino.
19. Edad Media: Personalidad y territorialidad del derecho
Después de la caída de Roma, renació el problema de los conflictos de leyes.
Los invasores germánicos se regían por el sistema de la personalidad de la ley:
Como eran pueblos nómades, llevaban sus costumbres, que constituían su derecho,
“en la montura de sus caballos”.
Al formarse los reinos germano-romanos, los antiguos habitantes del imperio
siguieron sometidos al derecho romano común; pero cada uno de los grupos germanos,
vencedores, continuó con sus propias costumbres.
De esta manera se presentó el fenómeno de la existencia, en un mismo territorio,
de leyes distintas; a menudo, escribía el obispo de Lyon en el año 817, “cuando cinco
personas caminan o se sientan a la mesa juntas, cada cual tiene un derecho
diferente
Con el transcurso del tiempo, las diferencias fueron paulatinamente eliminándose;
así, ya en el siglo X, encontramos cierta uniformidad legislativa, aunque en sentido
diverso según las regiones: Mientras en el sur se generaliza el derecho romano, en el
norte, donde había mayoría germánica, termina por imponerse el derecho consuetudi
nario.
El derecho del feudalismo, debido a las características políticas y económicas de
ese sistema, era localista y excluyeme; dentro de los límites de cada territorio, la
única ley válida era la que dictaba el señor feudal, con exclusión de cualquiera otra.
Este sistema, absolutamente opuesto al de la personalidad, ha sido llamado terri
torialidad del Derecho.
En el fondo, la teoría de los conflictos de leyes gira en tomo a estos dos sistemas.
20. Escuela estatutaria italiana de los siglos XIII al XV
En los últimos siglos de la Edad Media, las ciudades del norte de Italia como
Bolonia, Florencia, Génova, Milán, Padua y Venecia, ejercían un activo comercio.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 35
Cada una se regía por sus propias reglas, llamadas estatutos, sin perjuicio de que
el derecho romano constituyera una especie de derecho supletorio general.
De ahí que fuera necesario coordinar el funcionamiento de los distintos estatutos,
determinando cuál sería aplicable a las relaciones jurídicas que se producían entre los
súbditos de las distintas ciudades.
De este problema se preocuparon, entre los siglos XIII y XV, los “estatutarios” de
la Escuela de Bolonia.
Los primeros estatutarios buscaron sus soluciones glosando al derecho romano;
entre éstos destacaron, en el siglo XIII, Jacobo Baldini y Accursio. Sus continuadores
fueron los post-glosadores o comentadores, quienes expusieron sus ideas entre los
siglos XIV y XV; el principal representante, de estos últimos, fue Bártolo de
Sassoferrato (1314-1357).
Los estatutarios aceptaron cierto grado de extraterritorialidad de los estatutos,
para favorecer las necesidades del comercio exterior.
Como los problemas que originan los conflictos de leyes eran, y son, variados y
complejos, no fue posible resolverlos con reglas más o menos generales; de ahí que
los estatutarios analizaran las distintas materias buscando, para cada una de ellas, una
regla especial.
Muchos de los conceptos que desarrollaron se aplican hasta ahora, particular
mente en cuanto a los principales factores de conexión.
Pero algunos de sus planteamientos carecen de base. Así, por ejemplo, Bártolo,
que aceptaba la división de los estatutos en reales y personales, utilizaba un criterio
muy discutible para diferenciarlos cuando sostenía que:
“O el estatuto se refiere a bienes cuando reza que la herencia pasa al primogénito, caso en
el cual el estatuto rige como ley de situación del bien tanto para súbditos como para
extraños; o el estatuto se refiere a personas cuando dice el primogénito hereda...”27.
Entre los siglos XIII y XV, las costumbres se habían uniformado al interior de
cada provincia francesa, y ya en el siglo XVI, las relaciones interprovinciales habían
adquirido cierto desarrollo.
La necesidad de resolver los conflictos de leyes que producían dichas relaciones,
permitió la aceptación, en Francia, de algunas ideas de los estatutarios italianos.
Como consecuencia, nació la Escuela Estatutaria Francesa del siglo XVI, cuyos
principales exponentes fueron Dumoulin (1500-1566) y D’Argentré (1519-1590).
El primero acogió el concepto de la extraterritorialidad de los estatutos, para lu
char en contra del territorialismo de las costumbres de cada provincia, heredado del
régimen feudal. Sus aportes personales a la teoría de los conflictos de leyes fueron:
“conduce frecuentemente a dejar el arbitrio del juez la elección de la ley que le agradece
aplicar. Esto es enteramente inadmisible, ya que el derecho y la justicia no pueden quedar
subordinados a un acto de capricho, de gracia o de favor”.28
La crítica indicada no es justa porque el principio de la cortesía, aunque
marcadamente territorial, sólo ilustra el motivo que tendría el legislador para dictar la
norma de conflicto; pero ésta, una vez dictada, es tan obligatoria para el juez, como
cualquiera otra regla legal.
Ulric Huber (1636-1694) contestó la segunda interrogante: Aceptó que por razo
nes de cortesía y para favorecer al comercio internacional, cada Estado debe aceptar
los derechos adquiridos en el extranjero, pero siempre que no atenten contra el orden
básico local.
23. Escuela estatutaria francesa del siglo XVIII
28 Duncker, F.: Derecho Internacional Privado. Parte General, Ed. Jurídica de Chile, 1950, pág. 361.
29 Batiffol, H.: Op. cit., pág. 272.
Capítulo Segundo
El derecho internacional privado contemporáneo
El mérito de la obra de Story fue haber hecho, por primera vez, una exposición de
conjunto de las teorías que se habían enunciado hasta la fecha, tratando sistemática
mente todas las materias del ramo.
“No es exagerado decir que impuso orden en un casi inimaginable caos. En la lengua
inglesa, no se había publicado antes ningún tratado comparable a éste, sobre la materia.
No había más que un conjunto de decisiones inglesas. Sus únicas fuentes de inspiración,
eran confusas y contradictorias disquisiciones con las cuales los estatutarios continenta
les habían trabajado. Sin embargo su libro es una exposición tan completa de los princi-
40 Mario Ramírez Necochea
píos básicos enunciados por estos escritores continentales que presenta, al lector interesa
do, una recopilación adecuada del tan poco atrayente material. Pero el verdadero servicio
que prestó Story al Derecho Internacional Privado fue que, al elaborar un conjunto de
principios concordantes con el espíritu del common law, produjo lo que sólo puede ser
descrito como el renacimiento del ramo”.30
La base fundamental de las soluciones propiciadas por Story, descansan en los
principios de la Escuela Estatutaria Holandesa. Este hecho se explica no sólo por los
vínculos históricos entre Inglaterra y Holanda, sino también por el hecho de que el
common law tradicional posee un carácter tan marcadamente territorialista, como el
sustentado por los holandeses; por otro lado, el espíritu de independencia y el desarro
llo del comercio de Estados Unidos, en el siglo XIX, constituían el medio adecuado
para el desarrollo de los postulados de Huber.
Story no sólo tuvo importancia en los países angloamericanos, sino también en el
continente europeo, puesto que sus comentarios constituyeron la única síntesis
doctrinaria de los autores del pasado.
La doctrina jurídica romanista concibe al derecho como la razón escrita, como un
sistema basado en la lógica; por este motivo, Savigny y los autores modernos del
Derecho Internacional Privado en Europa Continental y en América Latina, han trata
do de construir un sistema racional de conflictos de leyes, deduciéndolo de ciertos
principios fundamentales.
Para los angloamericanos, por el contrario, el derecho se va creando y modifican
do a través de los fallos judiciales, en tal forma que el sistema de conflictos del common
law, debe ser estudiado mediante el método inductivo experimental.
“Nuestra concepción inglesa del derecho, nos libera del fantástico sofisma adoptado en
parte del continente, que el Derecho Internacional Privado puede ser encuadrado en un
sistema uniforme, deducido a través de la meditación de los juristas, e impuesto, en virtud
de su consistencia lógica, a los diversos tribunales de Europa”.31
Sin embargo, aunque es cierto que la base del common law no es la deducción
lógica sino el análisis de la experiencia, el método adoptado en la práctica por los
tribunales angloamericanos corresponde, en el fondo, al sugerido por Savigny: Obser
vando las circunstancias determinantes, intentan decidir el caso de acuerdo con la
legislación que esté más de acuerdo con la naturaleza de los vínculos enjuego.
El Derecho Internacional Privado angloamericano, como habíamos dicho, se fun
damenta en la territorialidad del common law, y en el concepto de Huber, sobre los
derechos adquiridos.
La doctrina moderna, aplicando estos principios, ha dado origen a la formación
de dos teorías distintas:
30 Cheshire, G.C.: Prívate Intemational Law. Oxford at the Clarenden Press, 1961, pág. 37.
31 Harrison, Frederick: Jurisprudence and the Conflicts ofLaw, pág. 123. Citado por Cheshire, op.
cit., pág. 30.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 41
32 Dicey: Conflicts ofLaws (5 th.ed.), pág. 18, citado por Cheshire, op. cit., pág. 31.
33 Cheshire, op. cit., pág. 32.
34 Cheatham, Goodrich, Griswold and Reese, op. cit., pág. 344.
42 Mario Ramírez Necochea
35 Para Pillet, el Derecho Internacional Privado no es sino una rama del Derecho Internacional
Público, por cuanto los conflictos de leyes no serían sino conflictos de soberanía.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 43
2. Leyes Generales, que garantizan el orden y la paz pública; serían las leyes
territoriales.
Pillet no le da preeminencia a la ley personal, como lo hacía Mancini. Pero sí le da
posibilidades amplias de aplicación, dentro de una concepción más universalista del
derecho.
Niboyet (1886-1952), discípulo de Pillet, adhirió a las ideas de su maestro; pero
más tarde las abandonó volviendo al territorialismo tradicional.
como si fuera un supuesto interno, esto es, ajeno al elemento internacional de la relación,
sino atenuando y proyectando en la respuesta material el valor diferencial que incorpora
la internacionalidad del supuesto”. 36
La asunción de la multiculturalidad se refleja, también, en la jurisprudencia de
varios países.
En Francia e Inglaterra, los tribunales han aceptado reiteradamente los matrimo
nios poligámicos con que llegan musulmanes inmigrantes, dando primacía al respeto
hacia la cultura y religión del extranjero, por sobre la excepción del orden público o la
calificación por la lexfori, que habrían llevado al juez a rechazar la calidad de matri
monio de esas uniones.
En el caso Hoge Road, fallado en 1976 en Holanda, un trabajador turco solicitó,
sin obtenerlo, permiso para ausentarse de sus labores con motivo del Ramadán.
El factor de conexión entrega la relación laboral a la ley local, en este caso de
Holanda, país desarrollado que, como tal, es muy riguroso en cuanto al cumplimiento
del trabajo.
En estas condiciones, el ausentismo del trabajador provocó su despido.
Sin embargo, el tribunal consideró el elemento foráneo que estaba en juego,
para interpretar la normativa holandesa, resolviendo, en definitiva, la revocación
del despido.
Se aprecia, de esta manera, una flexibilización en las técnicas del Derecho Inter
nacional Privado. En este sentido, tiene mucha relevancia el principio de proximidad
que se está incorporando, al menos, en materia de contratos.
Pero los cambios más notables se han dado con la creciente intervención de la
voluntad de las partes en la elección de ley, y de tribunal, en materia como sucesio
nes, régimen matrimonial de bienes, divorcio, etc., y con la obligación moral y jurídi
ca de no discriminar en contra de la mujer, que son temas que veremos al estudiar
Derecho Civil y Procesal Internacional. Por otro lado, debemos recordar la acogida
del principio de proximidad para determinar la ley aplicable, con lo cual se empieza a
superar la rigidez de los factores de conexión tradicionales.
36 Sánchez, Sixto: en el Curso de Derecho Internacional de Vitoria Gaztriz, España, Tecnos, 1996,
pág. 156.
Tercera Parte
Teoría de los Conflictos de Leyes
Capítulo Primero
Las normas de conflicto
Norma atributiva bilateral es la que elige la legislación estatal aplicable, sin dis
tinción alguna, para regular una situación privada internacional.
Es bilateral porque, al no hacer distinciones, su elección puede recaer en cualquier
legislación, sea nacional o extranjera.
Así, por ejemplo, el art. 955 señala que la sucesión por causa de muerte se rige
por la ley del último domicilio del causante, el que pudo haber estado en Chile o en
cualquier otro país.
Esta norma se considera que es completa o perfecta porque no deja lagunas: De
terminado el último domicilio, se sabe siempre qué ley aplicar a la sucesión.
28. Normas unilaterales
Al existir dos tipos de normas atributivas, surge el dilema de utilizar un u otro para
regular una situación determinada.
El problema se complica porque la diferencia entre ambos no es un mero tecnicis
mo, sino que obedece a una razón más profunda: Considerar que la norma atributiva
sólo debe delimitar el ámbito de validez del ordenamiento nacional a que pertenece o,
en forma amplia, puede determinar el derecho, nacional o extranjero, que considere
aplicable a una relación jurídica que contenga elementos internacionales.
La tesis unilateralista ha sido defendida principalmente por Schnell y Neumann,
en Alemania, por Niboyet en Francia y por Quadri, en Italia.
Estos autores se basan en que el ámbito de aplicación de una ley no puede ser
establecido más que por los criterios del ordenamiento jurídico al cual pertenece y
que, por consiguiente, sería atacar la soberanía de los Estados extranjeros si se pre
tendiera fijar, con normas bilaterales de la lexfori, la aplicación de la ley de alguno de
estos Estados.
Así, por ejemplo, si el causante tuvo su último domicilio en Alemania, la ley
chilena estaría determinando la competencia de la ley alemana, sin facultad para ello.
Este razonamiento va muy lejos, por cuanto se trata sólo de utilizar disposiciones
extranjeras en un asunto entre particulares, y no de medir los poderes del Estado extran
jero que las ha dictado. No hay envuelto, en ello, ningún problema de soberanías.
“En el marco del método de atribución, por tanto, en el que lo genuino es el respeto al
elemento extranjero y la eventual referencia a un Derecho extranjero para la regulación
del supuesto de tráfico externo, todo aboga por la mayor conveniencia de la bilateralidad
de las normas de conflicto. Mayor conveniencia tan solo, sin embargo, porque es induda
ble que una solución de equilibrio se impone en este complejo problema: equilibrio entre
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 51
Se trata, como vemos, de una cuestión previa a la solución del problema de fondo
que se plantee.
Normalmente, la calificación se efectúa en forma casi automática debido a que,
en la generalidad de los casos, la naturaleza de los vínculos jurídicos sometidos a
juicio puede ser determinada con toda facilidad; así, por ejemplo, el juez concederá la
posesión efectiva de una herencia, sin analizar siquiera, por ser demasiado obvio, que
el problema debe ser encasillado en los moldes legales de la sucesión por causa de
muerte.
En algunas ocasiones, sin embargo, no es fácil determinar la categoría a que
pertenece alguna relación jurídica. Así, por ejemplo, se discute si las personas que
trabajan en una empresa del Estado, son empleados públicos o particulares.
En el campo del derecho comercial internacional actual ha surgido una gran can
tidad de problemas de esta especie, por cuanto las nuevas figuras que se utilizan (joint
ventares, franchising, fació ring, etc.) no concuerdan exactamente con los esquemas
conocidos en los ordenamientos estatales.
Las reglas de Derecho Internacional Privado francesas e inglesas eran las mis
mas: Los derechos sucesorios sobre los bienes raíces se regían por la lex situ, y el
régimen matrimonial, por la ley del domicilio de los cónyuges, al momento de casarse.
Sin embargo, el derecho invocado era sucesorio para la ley francesa, y propio del
régimen matrimonial para la anglomaltesa, de tal manera que si el juez calificaba
según una u otra ley, la demanda de la viuda sería rechazada o acogida.
Como vemos, los conflictos entre las calificaciones que dan dos legislaciones dis
tintas sobre un mismo vínculo jurídico, se traduce en que la legislación aplicable al
problema de fondo, o lex causae, varía según la ley que escoja el juez para calificarlo.
El caso de los malteses sirvió a Bartín39 para fundamentar el particularismo del
Derecho Internacional Privado, llegando a afirmar la imposibilidad de supresión de los
conflictos de leyes. Sus conclusiones fueron semejantes a las que había enunciado
Kahn, en su obra “Jherings Jahrbucher”.40
34.3. Doctrinas para solucionar los conflictos de calificación
Algunos autores como Despagnet, Wolff y Quintín Alfonsín, estiman que la lex
causae es indivisible y que, por tanto, debe regir la calificación de las materias que
caigan bajo su competencia.
En verdad, existe una contradicción en determinar la aplicación de una ley extran
jera y, a la vez, interpretar sus conceptos de acuerdo con la lex fori.
Si la regla de conflicto del juez ordena la aplicación de una ley extranjera para
regular una materia determinada, es a esta ley a quien corresponde fijar el contenido
de esa materia; de otra manera, se estaría aplicando una ley extranjera ficticia, desfi
gurada por los conceptos de la lex fori.
Como señala Quintín Alfonsín41
“Calificar la relación extranacional con el cuadro de categorías nacional es nacionalizar
la. Ahora bien, nacionalizarla supone en primer lugar forzar su auténtico contenido, hasta
adaptarla a un molde nacional”.
“Esta adaptación es, a todas luces, perjudicial, especialmente cuando el cuadro nacional
carece, por ignorar un instituto, de categoría para la relación; y nacionalizar la relación
extranacional supone, en segundo lugar, que cada Estado la nacionalizaría a su modo; de
tal manera que si una misma relación por vicisitudes de su vida es llevada ante los estrados
judiciales en varios países, sería aquí una cosa y allá otra, según las calificaciones que
deba padecer”.
Desde luego, la calificación por la lex fori puede ser imposible, cuando ésta no
conozca la institución que se invoque en el juicio, como sucedió con la “cuarta del
cónyuge pobre”, en el caso Bartholo; en esa oportunidad, el juez falló a favor de la
viuda por razones de justicia.
En seguida, si calificamos por la lex fori, pueden darse situaciones carentes de
lógica:
cuencia, con la ayuda del Derecho Comparado, una síntesis de las diferentes legisla
ciones, independiente del Derecho del foro y que tenga un valor universal.
Nace según esto, señala Rabel,
“La tarea valiosa de clasificar, de repartir los fenómenos jurídicos de acuerdo con el
Derecho Comparado entre los supuestos de hecho de las normas de colisión”.
“Qué tan apropiados para ello sean los supuestos de hecho existentes o por construir, lo
enseñará el futuro”.42
La tesis de Rabel es sin duda interesante; pero se ve muy lejana la posibilidad de
que se elabore una síntesis de esa especie, considerando las diferencias que existen
entre los distintos ordenamientos locales.
34.3.4. Calificación por la lex fon, con criterio internacional
En general, los argumentos en favor de la calificación por la lexfori, son los más
atendibles.
Desde un punto de vista práctico, resulta incluso conveniente que el juez califique
según su propia ley, que conoce mejor que cualquiera de otro país.
Sin embargo, debe aplicar en ello un criterio internacional, evitando proyectar
íntegramente sus localismos jurídicos, a situaciones que no son locales.
“Considerando que la calificación se requiere para un caso que contiene elementos in
ternacionales, no debe ser idéntica a la que se haga para un caso doméstico. Su objeto es
servir los propósitos del Derecho Internacional Privado; y puesto que una de las funcio
nes de este derecho es formular reglas aplicables a un caso que se introduce en la órbita
del Derecho extranjero, incumbe obviamente al juez tener en cuenta las reglas e institucio
nes aceptadas por los sistemas legales foráneos. De aquí se deduce que el juez no debe
encerrarse en los conceptos o categorías de la legislación inglesa interna, porque si tuvie
ra que adoptar esta actitud parroquial, podría verse obligado a rechazar algún concepto
extranjero, por el simple hecho de que es desconocido por su propia ley. Los conceptos
de Derecho Internacional Privado... deben ser interpretados en sentido amplio, para abar
car, en ellos, los conceptos análogos que contenga la legislación extranjera” 43
La adopción de un criterio amplio, en la calificación por la lex fori, corresponde a
una idea más universalista del Derecho Internacional Privado, que ya es aceptada por
la jurisprudencia de varios países.
“Por otra parte, forzosamente debe observarse que los tribunales no parecen haber expe
rimentado, en la práctica, tantas dificultades para calificar las instituciones desconocidas
por su propio derecho. No han titubeado en considerar la poligamia, como una forma de
matrimonio (v. Civ. 28 de enero de 1958, R. 1958.110)...; se trata, como en toda materia,
de profundizar la noción genérica, para saber si ella engloba o no el caso considerado.
Puede observarse así que todo sistema positivo no es más que una solución particular a
problemas que, en el fondo, son universales”.44
36. El Reenvío
Dijimos que la utilización de factores de conexión distintos, por parte de dos
legislaciones, puede dar origen al problema del reenvío.
Imaginemos que el Derecho Internacional Privado del Estado A utiliza la naciona
lidad para determinar la legislación aplicable a la capacidad de una persona, en tanto
que el del Estado B confiere competencia a la ley de domicilio.
En el ejemplo propuesto, la capacidad de un nacional de A, domiciliado en B, se
regirá en A por la legislación interna de A (país de la nacionalidad), y en B, por la
legislación de B (país del domicilio).
Estamos así en presencia de un conflicto positivo, puesto que hay concurrencia de
legislaciones eventualmente aplicables.
Por el contrario, si se discute la capacidad de un nacional de B domiciliado en A,
la regla de conflicto de B determinará la competencia de la legislación de A (país del
domicilio), pero la norma de conflicto de ésta, a su vez, devolverá la competencia a la
legislación de B (país de la nacionalidad).
La segunda hipótesis plantea un conflicto negativo, puesto que las reglas de con
flicto de A y B consideran que la ley decisoria del fondo del litigio no es la propia, sino
la del otro país. En otras palabras, hay un envío de competencia de la lex fori a la ley
extranjera, y una devolución o reenvío que hace la última a la primera.
La solución del conflicto positivo no admite discusión, puesto que el juez estará
obligado a aplicar su propia ley interna, por mandato categórico de la regla de Dere
cho Internacional Privado de su país.
Sin embargo, el conflicto negativo conduce a la alternativa de aceptar o no el
reenvío, y la decisión que se tome, en uno u otro sentido, hará variar sustancialmente
la ley aplicable.
El reenvío se plantea, como hemos visto, cuando la regla de conflicto de un Esta
do ordena aplicar la legislación de un Estado extranjero; y la regla de conflicto de
ésta, ordena aplicar la ley del primer país o de un tercero.
Podemos decir, entonces, que el reenvío es un conflicto negativo de legislacio
nes, que se declaran sucesivamente incompetentes para resolver un problema que
tenga elementos internacionales, dando competencia para ello a otra legislación.
Según el número de legislaciones que entren enjuego, el reenvío puede ser:
a) De primer grado: la legislación A envía la competencia a la legislación B, cuya
regla de conflicto devuelve la competencia a la legislación A, y
b) De segundo grado: La legislación B no devuelve la competencia a la legislación
A, sino que la atribuye a la legislación C de un tercer país.
Según si haya o no una legislación que acepte la competencia, el recurso puede
ser:
a) Definido: La legislación C, en el caso de reenvío de segundo grado, se atribuye
competencia, o
b) Indefinido: La legislación reenviada no acepta la competencia, sino que la de
vuelve a una que ya se ha pronunciado sobre la materia; este caso se da siempre en el
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 63
Según esta posición, el reenvío debe rechazarse porque la legislación del Estado
juzgador ordena aplicar una legislación extranjera y no la propia ni la de un tercer
país; en consecuencia, aceptarlo significa violar su soberanía. Además, sostiene que
la aceptación conduce a un círculo vicioso, que no se sabría dónde cortarlo; no define
de una vez la legislación aplicable, creando inseguridad jurídica, y sería un artificio
para no aplicar la ley extranjera determinada por la norma de conflicto.
Sin embargo, el rechazo significa no aplicar debidamente la legislación declarada
competente, porque omite aplicar su norma atributiva.
Además, el fallo que dicte el juez del Estado A cuya legislación atributiva envíe la
competencia al juez del Estado B sería distinto al que dicte, a la inversa, el juez del
Estado B: Cada uno aplicaría la ley del otro Estado, con lo cual no habría armonía
internacional de las soluciones.
47 Navarrete, Jaime: Derecho Internacional Privado. Parte General. Apuntes de Clases, Fac. de
Chile se regirán por esta última ley y se cumplirá así la ley chilena porque, en este caso,
la ley de la nacionalidad viene a ser la ley del domicilio, única que se respeta en Chi
le”.49
En el único caso de jurisprudencia nacional sobre la materia, la Corte Suprema,
conociendo por la vía de la casación en el fondo del juicio Tshumi con Tshumi, aceptó
el reenvío de 2° grado50.
Por último, el Código de Bustamente no contiene norma alguna sobre reenvío. Sin
embargo, su autor sostiene que el problema queda resuelto con la fórmula del art. 7o,
que expresa:
“Cada Estado contratante aplicará como leyes personales las del domicilio, las de la nacio
nalidad o las que haya adoptado o adopte en adelante su legislación interior”.
Explicando los alcances de este artículo, Sánchez de Bustamante expresa:
“Este sistema excluye, además, todo reenvío y hace innecesarias las complicadas y confu
sas distinciones que de esta innovación reciente se han originado para la jurisprudencia y
la doctrina. Ninguna ley se refiere a otra porque es siempre una y la misma, la del domicilio
para los ciudadanos del país que la sigue: la nacional para aquellos Estados que la prefie
ren. Nuevo motivo de sencillez y claridad, que tanto valen para la realidad práctica del
derecho”.51
El jurista cubano, en esta materia, cayó en un error manifiesto. El problema del
reenvío se plantea, precisamente, cuando dos legislaciones enjuego utilizan distintos
factores de conexión para una misma relación jurídica, posibilidad que ampara el ar
tículo 7o citado.
Recordemos el ejemplo que dábamos al empezar este párrafo; si el juez A quiere
determinar la ley aplicable a un nacional de B domiciliado en A, se encontrará con que
la lex fori envía la competencia a la legislación de B, país de la nacionalidad, y ésta la
reenvía a la legislación de A, país del domicilio.
En consecuencia, el art. 7o crea precisamente el problema que quiso evitar su
redactor.
37. La cuestión preliminar
En un juicio cuya cuestión principal deba fallarse por medio de una ley extranje
ra, puede ser necesario resolver primero otro asunto diferente de Derecho Internacio
nal Privado, que opera como presupuesto del problema de fondo.
Surge así la llamada cuestión preliminar, previa o incidental, que consiste en sa
ber si a ésta se le va a aplicar la regla de conflicto del tribunal o, por el contrario, que
se deba atender a la regla atributiva que contempla la ley extranjera aplicable a la
cuestión principal.
49 Fabres, José Clemente: Derecho Internacional Privado, obras completas. T. i °, Impía. Cervantes,
55 Sobre este punto, ver Kegel, G., op. cit., pág. 209.
56 Morris, J.H.C.: Op. cit., pág. 489.
70 Mario Ramírez Necochea
El problema que surge con los conflictos móviles, llamados también de cambios
de estatutos por la doctrina alemana, es determinar el juego de las legislaciones apli
cables con anterioridad y con posterioridad a los cambios producidos.
La solución que se dé a este problema, dependerá de la naturaleza que se le reco
nozca al conflicto móvil.
57 En este sentido, Rjveros, Carmen: Retroactividad de la Ley, Imp. El Imparcial, Santiago, 1937.
72 Mario Ramírez Necochea
59 Holleaux, Foyer y La Pradelle: Droit Intemational Privé\ Masson, París, 1987, pág. 231.
74 Mario Ramírez Necochea
La solución del caso Schwebel con Ungar parece estar en esta línea.
El tribunal canadiense, en vez de analizar si se había o no adquirido un derecho
con motivo del divorcio sometido a la ley húngara, aplicó inmediatamente la norma de
Israel para determinar la capacidad que era consecuencia de ese divorcio, porque la
afectada estaba real y actualmente conectada a la legislación de Israel.
c) De acuerdo con la tercera tesis, se puede aplicar la ley estatal que conduzca a
una solución más justa.
Esta idea la encontramos cuando se modifica la ley originalmente aplicable, como
se ve en varios ejemplos presentados por Rigaux.
En ellos, se trataba del régimen de bienes, perjudicial a la mujer, a la que estaban
sujetos algunos matrimonios checos y rumanos que se asilaron en Alemania y en
Francia; entretanto, las leyes de Checoslovaquia y de Rumania se modificaron a favor
de la mujer, pero con posterioridad al exilio de esos matrimonios.
“El mantenimiento de los refugiados en el régimen matrimonial en vigor antes de su
exilio”, señala Rigaux60, “no es siempre la mejor solución. Consiste en privarles del
beneficio de las reformas y de las mejoras que, como consecuencia de la emancipación
de la mujer casada, se han realizado al regimen matrimonial legal, tanto según el derecho
de su país de origen como según el derecho del país en que residen actualmente y en el
que a veces adquieren la nacionalidad. Es entonces la permanencia de la ley aplicable al
régimen matrimonial, irrevocablemente fijada en el momento de celebración del matri
monio lo que es preciso impugnar, a fin de permitir a los esposos someterse a un régimen
más adaptado al momento y al lugar, y cuyos rasgos constitutivos se tomen de la ley del
país en que actualmente estén establecidos”.
Las ideas anteriores no obstan a que deba fallarse según las circunstancias de
cada caso:
“... de todas maneras, no hay más que directivas generales que piden ser precisadas
analizando materia por materia”.61
62 Vhta, g : Diritto Intemazionale Privato e Processuale. UTET, Torino, 1983, pág. 126.
76 Mario Ramírez Necochea
Tenemos así que, para la doctrina italiana, la incorporación del derecho extranje
ro puede ser formal o material.
En el primer caso, la ley extranjera se incorpora al sistema del foro, “pero conser
vando el sentido y el valor que le atribuye el sistema para el cual fue creada”.
En el segundo, sólo el contenido material de la norma extranjera es incorporada al
sistema del foro, perdiendo su carácter de extranjera; en el fondo, como señala Batiffol,
“La ley del foro adopta, para las necesidades de la causa, una regla semejante a la ley
extranjera”.63
La consecuencia más importante de esta distinción sería que la norma extranjera,
incorporada sólo formalmente a la lexfori, tendría que ser interpretada de acuerdo
con sus propias normas, en su propio contexto.
En cambio, la incorporación material implicaría que la norma es sacada del con
texto de su propio sistema, para transformarse en una norma que se inserta en el
sistema del tribunal y que, por lo mismo, debe ser interpretada, de acuerdo con las
reglas de la lexfori.
Una tercera teoría considera que la ley extranjera es, simplemente, derecho ex
tranjero.
Como ha señalado el profesor Dolle, citado por Carrillo,
“la aplicación del derecho extranjero no origina ni la recepción de este derecho -pues de
modo alguno queda asimilado al Derecho nacional-, ni la transformación del Derecho ex
tranjero en mero hecho, pues permanece regla y norma a ser aplicada por los tribunales del
foro, con el fin de establecer un régimen jurídico adecuado para el supuesto del tráfico
externo que se considere”.
“La ley extranjera, por tanto, es derecho aunque extranjero, esto es, algo distinto de los hechos
y del Derecho nacional; y el tratamiento procesal que recibe, además de venir impuesto por
exigencias prácticas, no hace sino poner de manifiesto su peculiar naturaleza”.64
Creemos, por nuestra parte, que lo más lógico es considerar a la ley extranjera
como derecho extranjero y que, sobre esta base, deben resolverse los distintos proble
mas que origina su aplicación como tal.
39.1. Sistema chileno
La legislación chilena no se pronuncia sobre la naturaleza jurídica de la ley ex
tranjera que sea aplicable en virtud de nuestro Derecho Internacional Privado.
Sin embargo, en cada caso se refiere a la correspondiente “ley ” extranjera; y su
calidad de derecho puede deducirse de algunos tratados internacionales; en efecto:
a) La reserva con que fue ratificado el Código de Bustamante le reconoce, implí
citamente, la misma categoría que tiene la ley nacional, aunque en caso de desacuer
do entre ambas, prefiera a esta última65 .
El artículo 411 del Código de Procedimiento Civil faculta al juez para oír informe
de peritos
“... sobre puntos de derecho referentes a alguna legislación extranjera”.
tenderse, dentro de ésta, a la ley formal, al tratado internacional, a la ley del contrato,
y a la costumbre, cuando ésta constituya derecho.
En cambio, si la aplicación de la ley extranjera infringida la ha dispuesto un prin
cipio de Derecho Internacional Privado, el recurso no procede porque tal infracción
no afecta a la “ley” chilena.
La doctrina, sin embargo, se pronuncia por la aceptación amplia del recurso, aun
en el caso en que la ley extranjera infringida deba aplicarse en virtud de los principios
del derecho.
“De tenor literal del artículo 767 inciso primero del Código de Procedimiento Civil, que no
distingue si la ley infringida en la sentencia es nacional o extranjera, y no siéndole lícito al
intérprete distinguir, se desprende que en nuestro sistema legal procede ampliamente el
recurso de casación en el fondo por infracción de la ley extranjera, sea que se contravenga
formalmente a su texto, sea que se interprete erróneamente o que se haga una falsa aplica
ción de ella. Procede asimismo -la ley no distingue- cualquiera que sea la causa por la cual
deba aplicarse una ley extranjera, esto es, la voluntad del legislador nacional, los principios
y normas del Derecho Internacional Privado, la convención de las partes o los tratados
internacionales. Basta que la sentencia infrinja una ley extranjera con influencia sustancial
en lo dispositivo del fallo, para que sea procedente el recurso”.75
El argumento que da Albónico, aparece también en el voto de minoría recaído en
el caso “Junta Provincial de Beneficencia de Sevilla con Luis Guzmán y otros”.
“... en el título del Código de Procedimiento Civil que señala el objeto y alcance de la
casación de fondo no hay precepto alguno que la limite sólo a los casos en que se invoque
la violación de leyes chilenas aplicada en al sentencia”.
La opinión de Albónico, y el voto de minoría indicado, se basan en que el artículo
767 del Código de Procedimiento Civil no distingue, razón por la cual no podría limitar
se la procedencia del recurso sólo a la infracción de la ley nacional.
Lo lógico sería que, frente a un problema tan discutible, el legislador estableciera
con claridad si procede o no el recurso de casación en el fondo por infracción de una
ley extranjera que sea declarada aplicable.
En caso de ser afirmativo, podría considerarse el artículo 412 del Código de
Bustamante, que expresa:
“En todo Estado contratante donde exista el recurso de casación o la institución corres
pondiente, podrá interponerse por infracción, interpretación errónea o aplicación indebi
da de una ley de otro Estado contratante, en las mismas condiciones y casos que respecto
del derecho nacional”.
También podría verse la posibilidad de ratificar la Convención Interamericana
sobre Normas Generales de Derecho Internacional Privado, cuyo artículo 4a señala lo
siguiente:
“Artículo 4o. Todos los recursos otorgados por la ley procesal del lugar del juicio serán
igualmente admitidos para los casos de aplicación de la ley de cualquiera de los otros
Estados Partes que haya resultado aplicable”.
75 Albónico, Femando: Manual de Derecho Internacional Privado, op. cit., págs. 268 y 269.
Capítulo Cuarto
Limitaciones a la aplicación de la ley extranjera
En efecto, las disposiciones de la ley extranjera que resulte aplicable no son co
nocidas a priori, y pueden tener inspiraciones
“... muy distintas a las que primitivamente pudo tener en cuenta el legislador, que indicó
como más justa esa legislación para resolver el caso. Todo esto obliga a tomar medidas de
garantía y explica que en el fondo de toda norma de Derecho Internacional Privado se halla
implícita una cláusula de reserva, porque la norma extranjera declarada competente por la
regla de conflictos puede hallarse en abierta pugna con principios morales, sociales o
jurídicos esenciales para el Estado en cuyo territorio ha de recibir aplicación. En tales
casos, el Estado pone una valla a la aplicación de la ley extranjera: El orden público”.77
Muchas legislaciones modernas contemplan expresamente la limitación del or
den público.
Entre ellas podemos citar el art. 33 del Código Civil griego; el art. 12 del Código
Civil español; el art. 30 de la Ley de Introducción al Código Civil alemán; el art. 30
de la Ley Civil japonesa; la Sección I de la Ley Federal de Austria de 15 de junio de
1978, el art. 16 de la ley italiana N° 218, de 1995, etc.
El art. 14 del Código Civil argentino es aún más explícito, por cuanto enumera los
casos en que las leyes extranjeras no son aplicables.
Se reconoce que son de orden público las normas constitucionales, administrati
vas, penales, procesales, tributarias y, en general, las pertenecientes al Derecho públi
co; además, tienen ese carácter las normas de Derecho Privado que se consideren
fundamentales para la defensa de la persona y de la familia, o que se refieran a la
organización del régimen de la propiedad.
La limitación afecta a la ley extranjera que se considere aplicable, o al derecho
adquirido bajo esa ley, situaciones que, en definitiva, son dos aspectos del mismo
problema de aplicación de la ley extranjera.
Muchos autores piensan que el Orden Público sería una noción unitaria, válida de
la misma manera para el derecho sustantivo interno y para el Derecho Internacional
Privado.
Sin embargo, no existe identidad entre ambos conceptos.
En primer lugar, la función que cumple el orden público en el plano interno, es
limitar la autonomía de la voluntad en forma imperativa. En cambio, en el Derecho
Internacional Privado, limita la aplicación de la ley extranjera.
En segundo lugar, hay diferencias de contenido:
“Sin duda, no se trata exactamente de los mismos modelos: las autoridades (de un Esta
do) no pretenden imponer integralmente su visión de la Sociedad al universo entero. En
esas condiciones, las manifestaciones del orden público interno no coinciden siempre
con aquellas del orden público internacional. Es así que las reglas imperativas de derecho
interno no son necesariamente aplicables a las relaciones que interesan al Derecho Inter
nacional Privado” 78
77 Vico, Carlos: Curso de Derecho Internacional Privado, Buenos Aires, 1967, Tomo I, pág. 198.
78 Holleaux, D., Foyer, J. y La Pradelle, G., op. cit., pág. 299.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 85
nio de Reconocimiento de Títulos y Grados vigente entre Chile y Ecuador, no surte efec
tos dado que lo autoriza para ejercer en Chile la profesión de abogado, por obtener el
título en Ecuador y sería amparar el Fraude de la Ley, ya que se burlarían las normas
mencionadas de orden público mediante el arbitrio de acogerse a los beneficios que esta
blece el Convenio citado”.80
Por último, su parte, el artículo 6° en la Convención Interamericana sobre Nor
mas Generales de Derecho Internacional Privado, contempla también el fraude a la
ley en los siguientes términos:
“Artículo 6o. No se aplicará como derecho extranjero, el derecho de un Estado Parte,
cuando artificiosamente se hayan evadido los principios fundamentales de la ley de otro
Estado Parte”.
46. El estado
46.1. Ideas generales
Históricamente se ha considerado que el estado, junto con la capacidad, constitu
yen el llamado estatuto personal, que sigue a la persona donde quiera que vaya sobre
la base de su nacionalidad o de su domicilio.
El art. 3o del Código de Napoleón acogió esta idea, al señalar que:
“las leyes concernientes al estado y a la capacidad de las personas rigen a los franceses,
aun cuando residan en países extranjeros”.
Al comentar este artículo, Rogrón81 señala que:
“el estado es la posición de los ciudadanos en la sociedad, una cualidad a la cual la ley
determina ciertos derechos y de la cual depende la capacidad”.
Esta definición, como otras semejantes que da la doctrina, es demasiado impreci
sa, por cuanto la posición de las personas en la sociedad puede referirse a elementos
tan disímiles como la nacionalidad, la ciudadanía, la profesión u oficio, la edad, la
salud física o mental, o las diferentes situaciones emanadas de las relaciones de fami
lia.
Por otra parte, su vinculación con la capacidad se presta a equívocos. En efecto,
según advierte Castel 82
“la mayoría de las confusiones sobre el estado emanan del hecho que los dos términos,
estado y capacidad, no han sido suficientemente diferenciados. El primero se refiere a que
una persona sea o no miembro de una clase particular, mientras que el segundo determina
si es capaz o incapaz respecto de una transacción específica”.
Para evitar que las personas queden sujetas a su ley personal en algo tan amplio e
indefinido como el estado, se ha interpretado este concepto como estado civil; de esta
manera se gana en precisión, aunque todavía esta última expresión es muy extensa en
su contenido.
Por este motivo la tendencia moderna, como lo hace la ley italiana de 1995, es
eliminar la referencia no ya al estado o al estado civil, sino incluso al estado de fami
lia, que es más específico, para ir derechamente a las instituciones que componen a
éste y que requieran de una regulación particular.
Como señala Novelli 83, refiriéndose a la nueva legislación italiana,
“La presencia en el viejo sistema de derecho internacional privado de una norma regulatoria
del status familiari, se prestaba a controversias sobre su efectivo ámbito de aplicación. El
problema ha sido, con la reforma de 1995, radicalmente eliminado. No se ha reproducido
ninguna disposición de carácter general, mientras se han regulado expresamente los diver
sos aspectos del derecho de las personas (matrimonio, filiación, capacidad, etc.)”.
Para determinar la legislación que rige al estado de una persona, debemos distin
guir si ésta se encuentra en Chile o en el extranjero.
En el primer caso se regirá por la ley chilena, en virtud del artículo 14 del Código
Civil que expresa en forma muy amplia lo siguiente:
“Art. 14: La ley es obligatoria para todos los habitantes de la República, inclusos los
extranjeros”.
Para el segundo caso, no tenemos ninguna normal especial; pero podemos dedu
cir, del espíritu territorialista de nuestra legislación, que el estado de las personas se
rige por la ley del país en que se encuentren. A esta conclusión llegamos también
bilateralizando el art. 14, mecanismo que la Corte Suprema llama ‘"proyección espe
cial de la ley”.84
Esta solución no es aplicable a los chilenos a quienes lo siguen las leyes patrias
relativas a su estado, “no obstante su residencia o domicilio en país extranjero”,
de acuerdo con lo establecido en el artículo 15 N° 1. Pero las leyes referentes a los
derechos y obligaciones que nacen de las relaciones de familia, que determinan algu
nos de los efectos más importantes del estado, se aplican extraterritorialmente a los
chilenos sólo “respecto de sus cónyuges y parientes chilenos”', si éstos fuesen
extranjeros, debemos volver a la regla general de la territorialidad.
Por otra parte, se ha tratado de determinar los alcances del artículo 15 con la idea
de que, al utilizar éste la palabra estado, se está refiriendo al estado civil que se
encuentra definido en el artículo 304 que expresa:
“Art. 304: El estado civil es la calidad de un individuo en cuanto lo habilita para ejercer
ciertos derechos o contraer ciertas obligaciones civiles”.
Sin embargo, vemos que esta norma no posee tampoco la precisión que debe
exigirse a toda disposición legal.
83 Novelli, G.: Diritto Intemazionale Privato e Processuale. Edizione Simone, Napoli, 1997,
pág. 61.
84R.D.J.,Año 1955, Secc.l3, pág. 181.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 95
86 Citado
por Droz, Georges: Cours Général de Droit Intemational Privé, R. de C., 1991, IV, Tomo
229, pág. 115.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 97
A. Matrimonios Consensúales
87 Krause, H.: Family Law, West Publishing CO., Minn., USA, 1996, págs. 58-59.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 99
según su propia ley, se produce el efecto de que, por razones simplemente formales,
existan los matrimonios claudicantes, que valen en algunos países y en otros no.
Para evitar este problema, la legislación alemana, desde 1986, permite que el
matrimonio pueda ser celebrado ante toda persona debidamente autorizada por el
gobierno del Estado del cual sea nacional alguno de los novios, y de acuerdo con la
forma prescrita por la ley de ese Estado; salvo que alguno de los contrayentes sea
alemán, en cuyo caso sólo es aplicable la ley alemana.
La misma norma fue adoptada por Japón, en 1989.
48.3.3. Sistema chileno
Las formalidades de los matrimonios celebrados en Chile se rigen por la ley chi
lena, en virtud del artículo 14 del Código Civil.
Por su parte, la Nueva Ley de Matrimonio Civil exige que el matrimonio se cele
bre ante un oficial del Registro Civil, o ante entidades religiosas de Derecho Público.
En este último caso, el acta correspondiente deberá ser presentada por los contra
yentes ante cualquier oficial del Registro Civil,
“... dentro de ocho días, para su inscripción. Si no se inscribiere en el plazo fijado, tai
matrimonio no producirá efecto civil alguno” (Art. 20, inc. 2o).
En otras palabras: El matrimonio contraído ante Dios, puede consumarse y pro
ducir efectos religiosos, naturales y sociales; y sin embargo, todo quedará en la nada
jurídica, si no se cumple con los trámites posteriores que exige la ley.
No parece lógico consagrar un matrimonio simplemente condicional, que puede
ocasionar daños muy severos si uno de los contrayentes se niega a ratificarlo o, sim
plemente, no pueda hacerlo. Para evitar esa posibilidad, cualquier requisito debería
exigirse antes o durante la ceremonia correspondiente, para no dejar en suspenso la
existencia de un acto tan relevante para la vida de las personas.
Se han presentado casos de matrimonios celebrados en Chile ante agentes diplo
máticos o consulares de otro país, los que carecen de existencia debido a la compe
tencia excluyeme que tiene el oficial del Registro Civil.
Sin embargo, en el caso Benoit con Metáis, la Corte de Apelaciones de Santiago
declaró
“... nulo el matrimonio celebrado en la Cancillería de la Legislación de Francia en Santia
go, en que el Ministro de Francia en Chile declara casados en nombre de la ley de los
contrayentes, que eran franceses nacidos en Chile... No cabe sostener que a ese matrimo
nio deban aplicarse las reglas que rigen los matrimonios extranjeros ya que es parte inte
grante del territorio nacional el local que ocupa en Santiago de Chile la Legación de
Francia”88.
De acuerdo con los artículos Io y 16 de la antigua Ley de Matrimonio Civil,
entonces vigente, el caso propuesto daba origen a la inexistencia jurídica y no a la
nulidad del matrimonio; pero la Corte lo declaró nulo en consideración a los efectos
más favorables a los hijos que tiene esta última figura.
Por su parte, los requisitos de forma de los matrimonios celebrados en otro país,
por chilenos o extranjeros, se rigen por la ley del lugar de su celebración, de acuerdo
con el art. 80 de la ley N° 19.947, que expresa:
“Art. 80. Los requisitos de forma y fondo del matrimonio serán los que establezca la ley del
lugar de su celebración. Así, el matrimonio celebrado en país extranjero en conformidad
con las leyes del mismo país, producirá en Chile los mismos efectos que si se hubiere
celebrado en territorio chileno, siempre que se trate de la unión de un hombre y una mujer”.
Un problema interesante, en este punto, surge con motivo de los matrimonios
consensúales celebrados legalmente en el país extranjero que los regule.
Si viniera a Chile alguno de estos matrimonios, debería ser reconocido como tal,
puesto que se habría celebrado en conformidad con “la ley del lugar de su cele
bración'.
Sin embargo la Corte Suprema, en un caso de matrimonio ritual celebrado en
China por ciudadanos de ese país89, hace suyo un informe en derecho que concluye
“... que no tendrá valor el simple matrimonio consensual, que es un contrato en el cual no
se ha dejado constancia ni siquiera privada”.
La aseveración indicada se fundamenta en la teoría de la calificación por la lex
fori, y en la relativa al orden público internacional.
Según la primera, cualquier matrimonio que no se ajuste a la definición del artículo
102 del Código Civil, no podría ser reconocido en Chile; y al matrimonio consensual
le faltaría el carácter solemne que exige esta norma.
En este sentido,
“Creemos que un matrimonio de esta naturaleza, aun cuando sea reconocido por la lex
celebraciones, y no obstante ajustarse al artículo 80 inciso 1 ° de la Nueva Ley de Matri
monio Civil, debe ser rechazado en Chile por la calificación que le otorga nuestro orde
namiento jurídico al matrimonio...”.90
De acuerdo con la segunda teoría, esta materia es de orden público internacional,
y por este motivo, no podrían ser aceptados ni el matrimonio consensual ni la ley
extranjera que lo permita.
Pero la calificación por la lex forí no puede encerramos en los localismos del
derecho interno, ni menos para justificar situaciones injustas; debe aplicarse con el
criterio internacional que exige un mundo cada vez más integrado, y que guía la
jurisprudencia moderna de los otros países.
Tampoco puede esgrimirse la noción del orden público internacional, institución
que sólo tiene sentido cuando se aplica sin localismos, con un criterio amplio apoyado
en la moral; y es contraria a ésta la privación de los derechos de naturaleza alimenti
cia, previsional o sucesoria que puede producir, en Chile, la falta de reconocimiento
de un matrimonio legalmente celebrado por extranjeros en su propio país.
89
C.S.: Sucesión Joo Yan, sentencia de 14 de diciembre de 1992.
Monsálvez, Aldo: Derecho Internacional Privado. Universidad Internacional SEK, Santiago,
90
Por otra parte, la Corte Suprema no sólo debe reconocer un principio fundamen
tal del derecho de familia -matrimonium gaudetfavore ¿uris-, sino que, además, está
obligada a aplicar la Convención Interamericana de Derechos Humanos, ratificada
por Chile el 8 de octubre de 1990, cuyo artículo 17 relativo a la Protección de la
Familia establece lo siguiente:
“1. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad, y debe ser protegida
por la sociedad y el Estado”.
“2. Se reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio y a fundar una
familia si tienen la edad y las condiciones requeridas para ello por las leyes internas, en la
medida en que éstas no afecten el principio de no discriminación establecido en esta
Convención”.
48.4. Requisitos de fondo
48.4.1. Derecho comparado
Los requisitos de fondo que normalmente se encuentran en el derecho comparado
pueden resumirse en la diferencia de sexo de los contrayentes, en la ausencia de error
o fuerza que vicien el consentimiento, y en la falta de impedimentos.
El primero, sin embargo, no tiene ya la característica indispensable y absoluta
que tuvo hasta hace pocos años, puesto que hay países que aceptan el matrimonio
entre homosexuales. Incluso en Estados Unidos, éstos “pueden pronto tener éxito en
su requerimiento de matrimonio legal”.
Los impedimentos, por último, se refieren a distintos aspectos tales como la edad
mínima, que varía entre los 12 y los 21 años; al parentesco; a cierto tipo de enferme
dades; a la impotencia; o incluso a la diferencia de religiones, como se contempla en
los derechos hebreo y musulmán.
Las diferencias que existen en el derecho comparado hacen relevantes, para la
validez del matrimonio, la legislación que se va a aplicar a sus requisitos de fondo.
48.4.2. Legislación aplicable
Hay países que regulan los requisitos de fondo del matrimonio por la ley personal
de los esposos, y otras que se remiten a la ley del lugar de su celebración.
Los primeros se basan ya sea en la nacionalidad (Francia, Alemania, Portugal,
Austria, Suecia), o en el domicilio de los contrayentes (Inglaterra, Austria, Canadá).
Si estos factores de conexión son distintos para los cónyuges, se aplica a cada uno de
ellos su propia ley personal.
En todos estos casos, sin embargo, la aplicación de ley personal puede ser limita
da cuando viola el orden público internacional del derecho local.
Tal cosa ocurre si, por ejemplo, la ley personal prohíbe el matrimonio por dife
rencias de raza o de religión.
Lo mismo sucede cuando un divorcio vincular, reconocido por el derecho local,
no lo es por la ley personal de alguno de los cónyuges, que sigue considerando al *
vínculo respectivo como no disueito; en ese caso, el derecho local puede descono
cer este impedimento para el matrimonio, por razones de orden público internacio
nal.
Por el contrario, y con el mismo fundamento, el país que no acepte la poligamia
puede impedir que se casen en esa forma, en su territorio, las parejas facultadas para
ello por su ley personal.
La ley del lugar de celebración se aplica en varios países de América Latina, en
EE.UU., China, Suiza, Rusia, India, etc.
El Código de Bustamante sujeta a los contrayentes a su ley personal en todo lo
que se refiera a la capacidad para celebrar el matrimonio, al consentimiento o consejo
paternos, a los impedimentos y a su dispensa.
Los Tratados de Montevideo de 1940, por su parte, disponen que la capacidad
para contraer matrimonio, las formalidades y la validez del acto, se rigen por la ley del
lugar de su celebración. Pero cualquier Estado contratante puede negarse a recono
cer el matrimonio celebrado en otro de ellos, en los casos en que no se respeten sus
reglas relativas a la edad mínima, al parentesco o al matrimonio anterior no disuelto.
48.4.3. Sistema chileno
El matrimonio que se celebre en Chile debe regirse por la ley chilena, en virtud
del artículo 14 del Código Civil.
El matrimonio celebrado en el extranjero se rige a su vez, por la ley del lugar de
su celebración; pero sólo se reconoce en Chile si es monogámico y heterosexual, de
acuerdo con el inciso primero del artículo 80 de la ley N° 19.947.
Además, los incisos segundo y tercero del mismo artículo sujetan al matrimonio
celebrado en el extranjero, para su validez en Chile, a los impedimentos dirimentes
de los artículos 5o, 6o y 7o, y al requisito sobre el consentimiento libre y espontáneo
contemplado en los artículos 4o y 8o de la misma ley.
48.5 Efectos del matrimonio en cuanto a la persona de los cónyuges
48.5.1. Diferencias en el derecho comparado
Las obligaciones que nacen entre los cónyuges con motivo del matrimonio,
“... comprenden generalmente la fidelidad entre sí, el socorro y la ayuda mutua, la protec
ción del marido a su mujer, la obediencia de ésta a su marido y la obligación de vivir
juntos”.92
En el derecho comparado las sanciones al incumplimiento de estas obligaciones
varían desde su sola entrega a la conciencia individual, hasta la lapidación de la mujer
adúltera.
En esta materia, como en tantas otras, se aprecia la profunda desigualdad de trato
que tradicionalmente se da al hombre y a la mujer.
Hamilton E.: Director de Trabajo Colectivo sobre Solución de Conflictos de Leyes y Jurisdicción
92
Los efectos del matrimonio en cuanto a la persona de los cónyuges, pueden ser
regidos por la ley personal, de la nacionalidad o del domicilio, o por la ley territorial.
Si el factor de conexión es la nacionalidad, y ésta es diferente para los cónyuges,
la solución tradicional es aplicar la ley del marido. Pero en los sistemas jurídicos más
avanzados como el italiano o el francés, se abandonó esa fórmula por cuanto discri
mina en contra de la mujer. Así, el artículo 29 de la ley italiana N° 218, de 31 de mayo
de 1995, dispone en su artículo 27 que
“las relaciones personales entre los cónyuges son reguladas por la ley nacional común; y
si fuera distinta, por la ley del Estado en el cual se encuentre prevalentemente localizada la
vida matrimonial”.
Por su parte, la corte de casación francesa ha establecido
“... el principio de que estas materias son regidas por la ley nacional común de los espo
sos; si son de nacionalidad diferentes, por la ley del domicilio común (aun cuando fuesen
distintos pero dentro de un mismo país); y en su defecto, por la ley del foro regularmente
escogido. Esta escala de localizadores ha servido de modelo en el derecho compara
do”.93
Cuando se utiliza la ley del domicilio, es posible que éste se encuentre en países
distintos para cada cónyuge. En tal caso, si no existe un domicilio común se puede
aplicar, como lo establece el sistema suizo, la ley del Estado del último domicilio
común, si lo hubo; y si no, la ley del lugar de celebración del matrimonio.
Por último, hay países que consideran que estas materias, por estar ligadas a su
orden público, deben ser regidas por la ley local.
La tendencia actual, sin embargo, no es aplicar una sola ley, personal o territorial,
sino “buscar localizadores adecuados para cada situación jurídica”.
93 Droz, Georges: Cours Général de Droit Intemational Privé. R. de C., 1991, IV, Tomo 229,
pág. 162.
104 Mario Ramírez Necochea
La ley de nacionalidad común de los esposos; en ausencia de ésta, la ley del primer
domicilio matrimonial; y en ausencia de ésta, la ley del país con el cual los esposos
tengan los vínculos más estrechos, tomando en cuenta todas las circunstancias de la cau
sa. Por último, la Corte dio también aplicación, en este caso, a la voluntad implícita de los
esposos.
El segundo sistema da competencia a la ley del país donde los cónyuges instalen
su domicilio después del matrimonio, solución acogida, por ejemplo, por Brasil, Is
rael, Suiza, Perú y por la Convención nórdica de 6 de febrero de 1931.
La competencia de la ley del lugar de celebración del matrimonio se encuentra en
diferentes códigos latinoamericanos. Este sistema se ha criticado porque
“... si el lugar de celebración no corresponde ni al domicilio ni a la nacionalidad de los
esposos, toma un carácter particularmente fortuito, y no justifica servir de base a relacio
nes tan importantes y duraderas como son las matrimoniales”.94
Por último, algunos sistemas admiten el juego de la autonomía de la voluntad, ya
sea en forma total o limitada.
En el common law se acepta, desde antiguo, la libre determinación por los espo
sos de la legislación aplicable: Así, en el caso Decouche con Sabatier, fallado en
Nueva York en 1817, se admitió que los bienes comunes situados en Nueva York,
donde estaba el nuevo domicilio de los esposos, pudieran quedar sometidos a las
leyes de París, que habían sido escogidas por las partes.
En otros países se acepta la elección de ley por los cónyuges, pero dentro de un
cuadro limitado de opciones. La legislación alemana, por ejemplo, permite que los
cónyuges puedan escoger la ley del Estado del cual uno de ellos sea nacional, o donde
tenga su residencia habitual, o la ley del lugar de situación de los bienes, cuando éstos
sean inmuebles.
En la mayoría de los sistemas jurídicos la ley aplicable es única para el conjunto
de bienes de los cónyuges. Sin embargo, hay países que someten los bienes raíces a la
ley del lugar de su situación, como es el caso de Argentina (art. 163 del Código Civil);
la jurisprudencia angloamericana sigue esta idea, pero respetando el acuerdo en con
trario de los cónyuges, aunque éste sea implícito.
48.6.3. Sistema chileno
“Los que se hayan casado en país extranjero se mirarán en Chile como separados de
bienes a menos que inscriban su matrimonio en el registro de la Primera Sección de la
Comuna de Santiago, y pacten en ese acto sociedad conyugal o régimen de participación
en los gananciales, de lo que se dejará constancia en dicha inscripción”.
A pesar de que esta norma es bastante clara, se ha planteado que no se aplicaría al
matrimonio chileno casado en el extranjero:
“En conclusión, lo dispuesto en el inciso 2o del artículo 135 debe aplicarse exclusivamente
a aquellas personas a quienes no afecta o no se encuentran obligadas a observar la ley
chilena en lo relativo a las obligaciones y derechos que nacen de las relaciones de familia,
lo que no ocurre con los matrimonios en que ambos cónyuges son chilenos a quienes, a falta
de pacto en contrario, se aplica el inciso Io del art. 135 y no el inciso 2o”.95
Acogiendo esta opinión la Corte Suprema, en fallo de 31 de marzo de 2008 que
rechazó el recurso de casación en el fondo interpuesto en los autos “Urízar con
Davidovich”, Rol 2.548-00, sostuvo lo siguiente:
“Considerando 8o. Que si bien es efectivo que el inciso segundo del citado artículo 135
preceptuaba que tratándose de un matrimonio celebrado en país extranjero en donde no
impere el sistema de comunidad de bienes se mirará a los cónyuges como separados de
bienes, no lo es menos que la legislación nacional impone a los contrayentes como régi
men legal el de la sociedad conyugal, de lo que se infiere que el señalado inciso segundo
no tiene aplicación entre cónyuges chilenos quienes, por aplicación del artículo 15 del
código del ramo, no pueden quedar en una situación diversa a la que hubiesen tenido de
casarse en Chile, pues la interpretación contraria llevaría al absurdo de aceptar que los
nacionales puedan incurrir en fraude a la ley por el solo hecho de contraer nupcias en el
extranjero, sobre todo si se considera el sistema imperante en el país a esa data”.
No compartimos esta idea por cuanto el inciso segundo del artículo 135 es una
norma especial, relativa al régimen matrimonial de bienes, que no hace distinción
alguna entre chilenos y extranjeros; por lo demás, forma parte de las leyes patrias a
que están obligados especialmente los chilenos en virtud del artículo 15 N° 2 del
Código Civil, con lo cual llegamos a la conclusión contraria a la que sostienen Guzmán
y la Corte Suprema.
48.7. El divorcio vincular
48.7.1. Orientaciones modernas
El divorcio con disolución de vínculo está contemplado prácticamente en todos
los países del mundo, aunque con distintas modalidades: Algunos sistemas jurídicos
lo aceptan sólo por causales legales específicas; otros se basan en el mutuo consenti
miento y, por último, existen sistemas a los cuales les basta la sola voluntad del mari
do, (como sucede con el “talak” musulmán), de la mujer (como es en Uruguay), o de
cualquiera de los dos (Rusia), para dar por terminado el matrimonio.
95 Guzmán, Diego: Tratado de Derecho Internacional Privado, Editorial Jurídica de Chile, 2003,
pág. 485.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 107
Las causales que se contemplan en el primer grupo, pueden ser muy serias y
graves; pero con frecuencia, son inventadas a través de
“... comedias judiciales que terminan, en el hecho, en divorcios por mutuo consentimien
to (tal es el caso de numerosos países europeos)”96.
En América Latina, estamos acostumbrados a la idea de que el divorcio debe ser
resuelto por los Tribunales de Justicia. Sin embargo, la vía judicial no es la única que se
utiliza para tales fines.
Así, en Noruega y Dinamarca existe el divorcio administrativo, aunque éste puede
asimilarse al jurisdiccional por cuanto el órgano correspondiente, para tomar su deci
sión, debe ponderar debidamente las circunstancias de la causa.
En algunos países de Europa del Este, y en Japón, el procedimiento de divorcio se
reduce a un acta de estado civil, extendida por el oficial correspondiente, a petición de
los cónyuges. En China, la oficina de registros matrimoniales debe otorgar un certifi
cado que acredite el consentimiento mutuo de los cónyuges respecto del divorcio, y en
los términos en que éste se haya acordado por las partes.
Por último, el divorcio puede resultar de un acto puramente privado, como expre
sión de la sola voluntad de uno de los esposos. Pero esta voluntad, generalmente,
debe ser al menos constatada por una autoridad civil o religiosa, como se produce con
los actos de repudio registrados ante los notarios musulmanes.
Las mayores o menores dificultades que ofrecen los distintos sistemas jurídicos,
sustantivos y procesales, para conceder el divorcio, hacen que sean importantes los
aspectos relativos a la determinación de la ley que le sea aplicable, al Estado en que
se obtenga y al reconocimiento de las decisiones extranjeras que lo acojan.
Para resolver estos temas las legislaciones modernas se orientan por dos ideas
centrales:
Io. La igualdad del marido y de la mujer, y
2o. La disminución o supresión de las barreras que se opongan a la obtención del
divorcio, o a su reconocimiento internacional.
Para regular el divorcio, los sistemas jurídicos se remiten a la ley personal basada
en la nacionalidad o el domicilio, o a la lexforv, o a todas ellas, en orden de preferen
cias. E incluso se empieza a considerar, para los fines de la opción, a la voluntad de
las partes.
Los países que utilizan la nacionalidad como localizador se remitían, a falta de
una nacionalidad común, a la del marido. Sin embargo, se ha ido desechando esta
última solución. Así sucedió, por ejemplo, con la antigua legislación italiana, que fue
modificada por la ley N° 218 de 1995, cuyo art. 31 señala lo siguiente:
La ley N° 19.947, del año 2004, permite poner término al matrimonio mediante el
divorcio, con las siguientes modalidades:
Io. Demanda de uno de los cónyuges basada en alguna falta imputable al otro,
siempre que ésta constituya la violación grave a que se refiere el artículo 54 de la
ley.
2o. Solicitud de común acuerdo que formulen los cónyuges al juez, siempre que
acrediten que ha cesado su convivencia durante un lapso mayor de un año, y cumplan
con los demás requisitos que contempla el inciso primero del artículo 55.
3o. Demanda de uno de los cónyuges, cuando se verifique un cese efectivo de la
convivencia familiar durante a lo menos tres años, con la salvedad establecida en el
inciso segundo del artículo 55.
De acuerdo con el inciso primero del artículo 83, el divorcio está sujeto a la ley
aplicable a la relación matrimonial, al momento de interponerse la acción.
Si es resuelto por tribunales extranjeros, la sentencia correspondiente será reco
nocida en Chile, de acuerdo con las reglas generales sobre el exequátur; pero no tiene
valor, en nuestro país, el divorcio que no haya sido declarado por resolución judicial, o
que de otra manera se oponga al Orden Público chileno (art. 83, incisos 2o y 3o).
“Tampoco se reconocerá valor a las sentencias obtenidas en fraude a la ley. Se entenderá
que se ha efectuado en fraude a la ley cuando el divorcio ha sido declarado bajo una
jurisdicción distinta a la chilena, a pesar de que los cónyuges hubieren tenido domicilio
en Chile durante cualquiera de los tres años anteriores a la sentencia que se pretende
ejecutar, si ambos cónyuges aceptan que su convivencia ha cesado a lo menos ese lapso,
o durante cualquiera de los cinco años anteriores a la sentencia, si discrepan en cuanto al
plazo de cese de la convivencia. El acuerdo o la discrepancia entre los cónyuges, podrá
constar en la propia sentencia, o ser alegado durante la tramitación del exequátur”(art. 83,
inc. 4o).
112 Mario Ramírez Necochea
Por consiguiente, la ley chilena adolece, en este punto, de una grave inconse
cuencia: Ya sería arbitraria si “no reconociera” un vínculo legítimamente contraído
por extranjeros en su propio país y amparado por el Derecho Internacional; pero al
permitir que se “anule “en Chile, está excediendo cualquier marco de racionalidad
exigible a una norma de derecho.
Capítulo Segundo
Derecho de los bienes
“ 1. La posesión, la propiedad y los demás derechos sobre bienes inmuebles, así como su
publicidad, se regirán por la ley del lugar donde se hallen”.
“2. La misma ley será aplicable a los bienes muebles”.
Otro aspecto relevante para esta materia, lo constituye la clasificación de los bie
nes en corporales e incorporales, tal como lo señala el artículo 565 del Código Civil
chileno que expresa:
“Art. 565. Los bienes consisten en cosas corporales e incorporales”.
“Corporales son las que tienen un ser real y pueden ser percibidas por los sentidos, como
una casa, un libro”.
“Incorporales las que consisten en meros derechos, como los créditos, y las servidumbres
activas”.
El tratamiento jurídico que se les da a unas y otras es diferente, justamente porque
las primeras ocupan un espacio físico, lo que no sucede con las cosas incorporales.
49.2. Ley aplicable a los bienes corporales
En todos los sistemas jurídicos, los bienes raíces se encuentran sujetos a la ley de
su situación.
Los bienes muebles, en cambio, tienen dos tratamientos distintos.
El primero los somete a la ley personal del dueño, y la razón, como señala desde
muy antiguo la Corte de Casación francesa,
“... es que los muebles, que no tienen asiento fijo, no pueden ser regidos por otras leyes
que no sean aquellas que gobiernen a la persona del propietario”99.
El segundo, no distingue entre bienes muebles o inmuebles regulando, a ambos,
por la lex rei sitae. Esta solución, defendida por Savigny, parece más jurídica por
cuanto en el concepto de leyes aplicables a los bienes, debemos hacer abstracción de
las personas que ejerzan derechos sobre ellos; éstas, por lo demás, pueden cambiar de
domicilio político o incluso de nacionalidad, lo que hace que su ley personal no tenga
tampoco la ventaja del “asiento fijo” sobre la ley de ubicación del bien mueble.
Hay ciertos bienes que tienen una ubicación física muy cambiante, como sucede
con los de uso personal de los viajeros, las mercaderías en tránsito, o las naves,
aeronaves y medios de transporte por ferrocarriles internacionales.
El problema es determinar la ley aplicable a estos bienes.
Se ha sostenido que aquellos que lleve el viajero se deben someter a la ley del
domicilio de éste; y las mercaderías en tránsito, a la ley del lugar de su expedición o
de su destino, o a la ley del domicilio de su propietario.
El Código de Bustamante, a falta de otra regla, entiende en su artículo 110 que los
bienes muebles de toda clase están situados en el domicilio de su propietario o, en su
defecto, en el del tenedor, lo que determina la legislación aplicable, de acuerdo con su
artículo 105.
El problema que plantean estos bienes deriva precisamente del hecho que son
incorporales, o sea, que no ocupan un lugar en el espacio.
El derecho real es el que tenemos sobre una cosa sin respecto a determinada
persona (art. 577 inc. 1 °); en consecuencia, por encontrarse indisolublemente unido a
un bien corporal, podemos considerar que éste le determina su situación y la legisla
ción real que le sea aplicable.
“Derechos personales o créditos son los que sólo pueden reclamarse de ciertas perso
nas que, por un hecho suyo o la sola disposición de la ley, han contraído las obligacio
nes correlativas; como el que tiene el prestamista contra su deudor por el dinero presta
do, o el hijo contra el padre por alimentos. De estos derechos nacen las acciones perso
nales” (art. 578).
El crédito y la obligación correlativa constituyen un mismo vínculo, pero desde el
punto de vista del acreedor o del deudor.
La legislación aplicable a un crédito depende del lugar en donde se le considere
situado, para lo cual podemos aplicar el artículo 107 del Código de Bustamante que
expresa:
“Art. 107: La situación de los créditos se determina por el lugar en que deben hacerse
efectivos, y si no estuviere precisado, por el domicilio del deudor”.
Por consiguiente, si el crédito se va a hacer efectivo en Chile, se rige por la ley
chilena, lo que concuerda con lo expuesto en el art. 16 inc. 3o del Código Civil.
La solución es válida para los créditos que nacen de un contrato, y para las obli
gaciones contractuales correlativas.
Para las obligaciones no contractuales, el Código de Bustamante da las siguientes
reglas:
“Las obligaciones derivadas de la ley se rigen por el derecho que las haya establecido
(art. 165); “... las originadas por delitos o faltas se sujetan al mismo derecho que el delito
o falta de que procedan” (art. 167); “... las que se deriven de actos u omisiones en que
intervenga culpa o negligencia no penadas por la ley, se regirán por el derecho del lugar en
que se hubiere incurrido en la negligencia o la culpa que las origine” (art. 168).
Estas normas tienen plena aplicación en Chile, por cuanto no se oponen a la
legislación actual chilena y no las alcanza, por ahora, la reserva con que se ratificó el
Código de Bustamante.
Art. 16: “Los bienes situados en Chile están sujetos a las leyes chilenas, aunque sus
dueños sean extranjeros y no residan en Chile”.
“Esta disposición se entenderá sin perjuicio de las estipulaciones contenidas en los con
tratos otorgados válidamente en país extraño”.
“Pero los efectos de los contratos otorgados en país extraño para cumplirse en Chile, se
arreglarán a las leyes chilenas”.
Al referirse esta disposición a los bienes, no hace distinción entre muebles o
inmuebles;
“...y como el sentido de esta frase es claro, no se puede distinguir ni desatender su tenor
literal”.100.
El artículo 16 es una norma unilateral; sin embargo, puede bilateralizarse en el
sentido de considerar que los bienes situados en el extranjero se rigen, a su vez, por la
lex reí sitae. La jurisprudencia ha sido muy clara al respecto:
“Del artículo 16 del Código Civil, que es regla general aplicable a la litis, resulta que si
los bienes situados en Chile están sometidos a la ley chilena, es obvio que los bienes
ubicados en el extranjero están igualmente sometidos a la ley de la situación”101.
En consecuencia, podemos decir que el sistema chileno somete a los bienes sin
distinción alguna, a la ley de su situación.
A pesar de la claridad aparente del artículo que hemos transcrito, debemos preci
sar que, cuando se refiere “a la ley chilena” se está refiriendo a la ley aplicable a los
bienes en sí mismos, sin relación con las personas, ni con los actos que se refieran a
ellos.
Así lo ha entendido la doctrina desde antiguo. A título de ejemplo, don Luis Claro
Solar señalaba que las leyes sobre los bienes, o leyes reales, son aquellas que se
refieren directamente a las cosas, para determinar su naturaleza y el modo de poseer
las o adquirirlas, transmitirlas y transferirlas, sin tener relación con el estado o la
capacidad general de la persona, sino de un modo incidental o accesorio.
Sin embargo, la jurisprudencia le ha dado al artículo 16 un alcance más amplio,
basada en lo siguiente:
“Que la resolución a cumplir no satisface las exigencias anotadas precedentemente, pues
es contraria a la jurisdicción nacional, toda vez que se refiere a bienes situados en el
territorio nacional que, según lo dispuesto en el art. 16 del Código Civil están sujetos a la
ley chilena, esto es, a la jurisdicción de los tribunales de este país, por lo que de accederse
al exequátur se vulneraría una norma de orden público que obsta a la petición que se ha
formulado”102.
Esta jurisprudencia es muy criticable porque confunde la ley aplicable a los bie
nes, con la ley aplicable a las obligaciones que puedan ser reconocidas en una senten
cia judicial, sea de un tribunal nacional o extranjero. Las normas sobre las obligacio
nes, por definición, no corresponden a las leyes aplicables a los bienes, aunque estas
obligaciones se puedan hacer efectivas sobre los bienes del deudor.
También es criticable, por cuanto el hecho que los bienes situados en Chile se
rijan por la ley chilena, no significa que estén sometidos a la jurisdicción de los tribu
nales chilenos, confusión en que cae la Corte Suprema.
Por estos motivos, compartimos lo expuesto en el voto de minoría del fallo aludi
do según el cual
“... La disposición del art. 16 del C.C. no puede ser obstáculo para que sobre los bienes
del encausado situados en Chile se pueda hacer efectiva su responsabilidad económica
derivada de ilícitos penales”.
“Sostener lo contrario, atentaría contra el derecho de prenda general contenido en el art.
2465 del C.C., lo que equivaldría, en la práctica, a la derogación de la norma citada, lo
que no puede haber estado en la mente del legislador, menos aún en la actualidad, en que
se vive en un mundo con una economía globalizada”. (Voto del Ministro Sr. Pérez).
En consecuencia, creemos que procede otorgar el exequátur a una sentencia dic
tada en el extranjero, para hacerse efectiva sobre bienes situados en Chile; pero la
forma de transferir el dominio, si se llega a ello mediante la ejecución del fallo ex
tranjero, deberá efectuarse de acuerdo con la ley chilena referente a los bienes.
Todo esto es válido a la inversa, cuando se trata de ejecutar una sentencia chilena
sobre bienes situados en el extranjero. De ahí que no compartamos la idea de que
“la Excelentísima Corte no puede autorizar a ningún tribunal chileno para solicitar a un
tribunal de otra nación, el cumplimiento de una resolución suya referente a bienes situa
dos en el extranjero, toda vez que no podría ofrecer la correspondiente reciprocidad para
casos análogos”.103
Afortunadamente, la Corte Suprema104 cambió de opinión acogiendo el exequátur
para que se cumpla en Chile la sentencia pronunciada por la Corte del Distrito Sur del
Estado de Nueva York, que condena a las empresas ligadas a don Francisco Javier
Errázuriz, garantes de dos préstamos obtenidos por éste, a pagarle al State Street
Bank and Trust Company una suma cercana a los 120.000.000 de dólares.
En el considerando Trigésimo Primero de su fallo, la Corte Suprema sostiene que
“las distintas garantías constituidas por las paites son cauciones personales, pues no afec
tan bienes específicos...”.
“... los bienes de la sociedad Inversiones Errázuriz S.A. o Inverraz Limitada y sus socie
dades filiales no han quedado directamente vinculados a la legislación extranjera, por lo
que no se contraría la regla del inciso primero del artículo 16 del Código Civil”.
De acuerdo con este fallo, se podrá cumplir la sentencia extranjera, para lo cual es
posible que se embarguen y rematen los bienes que las sociedades garantes tienen en
Chile, en el bien entendido de que estos actos se deban ajustar a los términos de la
legislación chilena. Sin embargo, la decisión no fue unánime, debido a un voto de
minoría que se basa en la antigua jurisprudencia de la Corte.
El principio de la lex sitas consagrado por el art. 16 inc. Io tiene, según la doctrina
tradicional, dos excepciones contenidas en el inc. 2o del mismo artículo, y en el art.
955, respectivamente, del Código Civil.
El inciso 2o establece que lo dispuesto en el inc. Io
“se entenderá sin perjuicio de las estipulaciones contenidas en los contratos otorgados
válidamente en país extraño”.
De esta norma podría deducirse, como lo hace Guzmán105, que en virtud de aque
llas disposiciones, los “bienes situados en Chile puedan quedar sometidos a una ley
distinta de la chilena”.
No nos parece posible que las partes puedan someter a un estatuto real extranje
ro, sus bienes situados en Chile; si una ley extranjera considera, por ejemplo, que
basta el contrato de compraventa para que el comprador se haga dueño de una propie
dad situada en Chile, por mucho que las partes se sometan a esa ley extranjera, para
nosotros el comprador no será dueño sino cuando opere la tradición; y en el caso de
bienes raíces, cuando se efectúe la inscripción de la escritura correspondiente en el
Conservador de Bienes Raíces. Otra cosa es que las estipulaciones contenidas en los
contratos celebrados en el extranjero, sean regidas por la ley extranjera.
Afortunadamente, cualquier problema interpretativo de los incisos Io y 2o del art.
16 parece quedar resuelto con el inciso 3o que expresa:
“Pero los efectos de los contratos otorgados en país extraño para cumplirse en Chile se
arreglarán a las leyes chilenas”.
El inciso 2o del art. 16 no es entonces una excepción a la norma del inciso Io,
porque se refiere a los contratos y no a los bienes.
Por el contrario, el art. 955 del Código Civil es una verdadera excepción, por
cuanto excluye de la competencia de la ley chilena a la sucesión por causa de muerte,
que es un modo de adquirir el dominio de los bienes, aunque éstos se encuentren en
Chile.
49.5. La Propiedad Intelectual
En el mundo de hoy han cobrado especial importancia los derechos que emanan
de la propiedad intelectual, y que dan origen a conflictos relacionados con su protec
ción en el plano internacional.
Para enfocar debidamente estos problemas, debemos considerar que hay una con
cepción genérica y otra restringida sobre la propiedad intelectual.
Así, por ejemplo, el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad
Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) se refiere, bajo la denominación
genérica, tanto a los derechos de autor y conexos, como a la propiedad industrial.
secretaria y no a sus hijas Aimery y Leslie Carón, lo vendió a una sociedad civil
americana constituida por él mismo, su secretaria y el esposo de ésta y colocó sus
acciones en trust, disponiendo que a su muerte fueran repartidas entre sus socios.
De esta manera, hizo desaparecer de su patrimonio el bien raíz, sometido a la ley
francesa, dejando sus acciones sometidas a las leyes americanas de su domicilio, las
Islas Vírgenes, que aceptan la libertad de testar. Pero continuó usando el inmueble de
la Costa Azul.
A su muerte, sus hijas impugnaron toda la operación, y tanto la Corte de Aix-en-
Provence como la Corte de Casación, anularon el testamento y el trust por fraude a la
ley francesa.
Algunos sistemas jurídicos están aceptando la professio iuris, o derecho de esco
ger la ley aplicable a la sucesión, pero dentro de opciones muy limitadas; de esta
manera en Suiza, que se rige por la ley del domicilio, se permite someter la sucesión,
por testamento, al derecho del estado de la nacionalidad del testador.
“Los chilenos interesados podrán pedir que se les adjudique en los bienes del extranjero
existentes en Chile, todo lo que les corresponda en la sucesión del extranjero”.
“Esto mismo se aplicará en caso necesario a la sucesión de un chileno que deja bienes en
país extranjero”.
Esta norma se refiere sólo a la sucesión intestada, por lo que debemos entender
que si ésta fuere testada, se regiría por la ley del último domicilio del causante, aun
que su cónyuge y parientes sean chilenos y deje bienes en Chile.
Así, por ejemplo, si un inglés con mujer e hijos chilenos y con bienes en Chile,
excluye a éstos en su testamento y fallece teniendo su último domicilio en Inglaterra, su
sucesión se regiría por la ley inglesa de acuerdo con el artículo 955 del Código Civil.
Pero esta solución parece contraria el espíritu de nuestra legislación, que trata de
proteger a los chilenos, en los casos en que la sucesión se abra en el extranjero.
Por otra parte, también podría pensarse que las asignaciones forzosas y los
derechos de los legitimarios contemplados en los artículos 1167 y 1183 del Código
Civil, constituirían un límite a las disposiciones testamentarias regidas por una ley
extranjera.
Pero si esta última es aplicable por mandato expreso del artículo 955 del Código
Civil, que es de orden público internacional, parecen discutibles las limitaciones que
se basen en normas sustantivas internas, como son aquellas disposiciones: la ex
cepción contenida en el artículo 998 se limita sólo a la sucesión abintestato, por lo
que parece clara la intención de que la sucesión testamentaria siga la regla general
del artículo 955.
Agregando imprecisiones en estas materias, el artículo 998 utiliza una terminolo
gía que puede inducir a error, puesto que se refiere al fallecimiento "dentro o fuera
de Chile”, en circunstancias que lo relevante no es tal cosa, sino el lugar donde el
causante tuvo su último domicilio; y por otro lado, ni esta disposición, ni la del artículo
15, resuelven el caso en que los derechos que pudieren obtener los chilenos en virtud
de ellas, sean menores que los que les otorgue la ley extranjera del último domicilio
del causante.
Todos estos vacíos y confusiones podrían resolverse mediante un solo artículo
que dijera lo siguiente:
“La sucesión por causa de muerte se rige por la ley del último domicilio del causante; sin
embargo, su cónyuge y parientes chilenos tendrán, a lo menos, los mismos derechos que
les otorgue la ley chilena”.
“Los interesados podrán pedir que se les adjudique lo que les corresponda, en los bienes
de la sucesión que se encuentren en Chile”.
De esta manera se resolverían los verdaderos acertijos que resultan del intento de
interpretar, armónicamente, los artículos 15,955,998,1167 y 1183 del Código Civil.
Finalmente, en cuanto a la sucesión testamentaria, debemos referimos a la legis
lación aplicable a las formalidades y a las disposiciones del testamento.
Si el testamento se otorga en Chile deberá regirse, en cuanto a la forma, por lo que
establezca la ley chilena, en virtud de lo dispuesto en el artículo 14 del Código Civil.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 127
107 León S., Avelino: “El principio de la autonomía de la voluntad en el Derecho Civil Internacio
nal” Artículo en Contratos, Coordinación de Enrique Barros, Editorial Jurídica, pág. 100.
108 Maluenda, Rodrigo: Contratos Internacionales, Editorial ConoSur, 1998, pág. 23.
130 Mario Ramírez Necochea
Este autor se basa en los incisos segundo y tercero del artículo 16 del Código
Civil; sin embargo, éstos sólo se refieren al cumplimiento, en Chile, de los contratos
válidamente celebrados en país extranjero, sin dar los conceptos definitorios de lo
que es un contrato internacional. Por lo demás, el lugar de celebración puede ser, para
estos efectos, demasiado circunstancial e irrelevante.
Las convenciones internacionales tienen distintos criterios para determinar la
internacionalidad del contrato. En efecto:
- La Convención de Viena sobre Compraventa Internacional de Mercaderías re
gula, como tales, a los contratos . .entre partes que tengan sus establecimientos en
Estados diferentes99 (art.l°, N° 1).
- El Convenio de Roma sobre Ley Aplicable a las Obligaciones Contractuales
señala que sus disposiciones "... son aplicables a las obligaciones contractuales en
las situaciones que entrañan un conflicto de leyes'9. Ello significa, según el profesor
español Virgos Soriano, que el contrato es internacional cuando suponga un movi
miento de personas, servicios o pagos a través de las fronteras nacionales. El mismo
elemento transfronterizo lo encontramos en los distintos tratados sobre transporte
internacional, y en los procesos de importación y exportación de mercaderías.
- La Convención de México sobre Derecho Aplicable a los Contratos Internacio
nales, entiende que ".. .un contrato es internacional si las partes del mismo tienen su
residencia habitual o su establecimiento en Estados Partes diferentes, o si el contrato
tiene contactos objetivos con más de un Estado Parte99 (art.l°, inciso primero).
En resumen, no hay una fórmula única que lleve a una definición de contrato
internacional; pero según los Comentarios de los Principios de UNIDROIT, aplica
bles a los Contratos Mercantiles Internacionales, se aplican todos los criterios que
sean necesarios para darle, a ese concepto, la mayor amplitud que sea posible.
53.2. Legislación aplicable
El contrato internacional no está sometido, como un todo, a una sola legislación;
por el contrario, los sistemas jurídicos nacionales determinan leyes aplicables para
cada uno de sus distintos aspectos, sean éstos relativos a las formalidades, a la capa
cidad de las partes o a las disposiciones contractuales.
La determinación de la ley aplicable a los requisitos de forma se guía, como regla
general, por el principio lex locus regit actum, que es válido para toda clase de actos
jurídicos, sean éstos testamentos, matrimonios o contratos internacionales.
La legislación aplicable a la capacidad, la vimos en el capítulo sobre Derecho de
las Personas.
En cambio, las disposiciones contractuales, requieren de un tratamiento específico.
El principio más aceptado por el derecho moderno, en esta materia, es que las
partes pueden escoger la legislación aplicable al contrato que celebren.
Esta autonomía puede ser absoluta o relativa.
En el primer caso, las partes pueden elegir una legislación que no tenga vínculo
alguno con su relación jurídica; en el segundo, la opción puede recaer en alguna de
las legislaciones que esté objetivamente conectada con el contrato.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 131
109 Carrascosa, Javier: El Contrato Internacional, Editorial Civitas, Madrid, 1992, pág. 88.
132 Mario Ramírez Necochea
En el caso en que no haya elección expresa o implícita de las partes, deben bus
carse elementos de conexión objetivos, en tal forma que el contrato se rija
“... por la ley del país con el cual tenga vínculos más estrechos” (artículos 4o del Conve
nio de Roma y 9o de la Convención de México).
El Convenio de Roma señala también, en su artículo 4o, algunas presunciones
sobre los vínculos más estrechos, como el país donde deba cumplirse la obligación
principal, donde el deudor tenga su residencia o domicilio, donde se encuentra el bien
raíz si se trata de su venta, etc.
El art. 5 del Código Civil español señala directamente la ley aplicable, para el
caso en que no haya sumisión expresa; en defecto de ésta, se aplicará
“la ley nacional común a las partes; a falta de ella, la ley de residencia habitual común y,
en último término, la ley del lugar de celebración del contrato”.
la misma ley porque se caería en un círculo vicioso: Si el pacto señala como compe
tente la ley del Estado A y según ésta el pacto es nulo, es nula también la competencia
de la ley del Estado A que establece la nulidad.
La solución que nos parece más lógica es que la validez del pacto dependa no de
la ley escogida sino de la que permitió, en el caso concreto, la elección de ley por las
partes; hay opiniones que prefieren que la determinación se haga en el caso propuesto
por la lexfori.
Avelino León deduce del art. 1545 del Código Civil que en
“virtud de la libertad contractual, las partes no podrían estipular la sumisión de un contra
to interno a una ley extranjera, pues sería la manera de sustraerse a la disposiciones impe
rativas de la ley nacional”.110
La misma idea la encontramos en el Tratado de Guzmán111.
Sin embargo, para evitar equívocos, debemos precisar que es admisible que las
partes, en un contrato interno, incorporen las disposiciones de una ley extranjera. Esta
opción se hace posible en virtud de una distinción doctrinaria entre la llamada auto
nomía material por un lado, y la conflictual por el otro.
La primera consiste en la facultad de las partes de incorporar libremente en su
contrato, nacional o internacional, las disposiciones de una ley extranjera que esti
men conveniente, con las limitaciones propias del orden público.
En cambio, la facultad de someter un contrato a una legislación extranjera -auto
nomía conflictual- se considera exclusiva de los contratos internacionales.112
Las partes pueden, también, someter sus obligaciones contractuales a sus propias
regulaciones; estos contratos se denominan contratos sin ley porque prescinden de
todo ordenamiento jurídico para regular esa materia.
Esta modalidad es la preferida en el comercio internacional, debido a las defi
ciencias de diverso orden que presentan las legislaciones estatales para regular el
tráfico trasnacional del presente. De esta manera, las partes son libres para operar,
pero normalmente dentro de los usos y costumbres mercantiles que configuran la
llamada lex mercatoria.
Los contratos sin ley, en la práctica, pasan a ser contratos tipos que imponen los
grandes operadores del comercio internacional, con lo cual la autonomía de la volun
tad se traduce en que unas de las partes adhiera o no al modelo impreso que presenta
la otra.
Para evitar incertidumbres en el comercio internacional, se han definido algunas
cláusulas frecuentes en el contrato de compraventa, que se identifican sólo con siglas
y que se conocen como Incoterms (Intemational Comercial Terms).
55.7. Territorialidad
Caáa Estado tiene el derecho de juzgar y castigar los delitos que se cometan
dentro de su territorio.
Esta facultad es inherente a su soberanía, razón por la cual constituye el funda
mento básico de la jurisdicción penal.
Sin embargo, la territorialidad no es una regla absoluta, por cuanto las distintas
legislaciones, y algunas convenciones internacionales, contemplan casos de extrate
rritorialidad para determinados delitos.
Las naves de guerra, en cualquier lugar en que se encuentren, y las mercantes que
naveguen en alta mar, son consideradas doctrinariamente como “territorio flotante”
del Estado de su pabellón, y están sujetas a su soberanía.
Esta base de jurisdicción está contemplada en el inciso 4o del artículo 6o del
Código Orgánico de Tribunales (COT), que establece lo siguiente:
“Art. 6o. Quedan sometidos a la jurisdicción chilena los crímenes y simples delitos perpe
trados fuera del territorio de la República que a continuación se indican:
4o. Los cometidos por chilenos o extranjeros a bordo de un buque chileno en alta mar, o
a bordo de un buque de guerra surto en aguas de otra potencia”.
Fournier, A.: “Las nuevas orientaciones del Derecho Penal Internacional”, Revue Critique de
114
Droit Intemational Privé, 4o Trimestre 1998, Dalloz, París, 1998, págs. 581-585.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 143
El artículo 6o del COT. en sus números 2°, 3o, 4o, 5o y 6o, da jurisdicción a los
tribunales para conocer de los delitos allí señalados, cometidos por chilenos en el
extranjero.
El principio de la nacionalidad se encuentra también en algunos tratados interna
cionales. Así, por ejemplo:
El artículo 8o del Tratado Antártico sujeta a los observadores, al personal científi
co y a sus acompañantes, sólo a la jurisdicción de la Parte Contratante de la cual sean
nacionales, mientras se encuentren en la Antartica con el fin de ejercer sus funciones.
El artículo 5 N° 1.2. de la Convención en contra de la Tortura, permite la jurisdic
ción de un Estado por ese delito que cometen sus nacionales en el extranjero.
116 Nota informativa sobre la CPI para miembros del Congreso Nacional de Chile, Parlamentarians
for Global Action, marzo 2007.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 145
56. La extradición
La extradición es el procedimiento por el cual un Estado, en cuyo territorio se
encuentra un presunto delincuente, lo entrega a otro que lo reclama y que tiene com
petencia para juzgarlo y castigarlo.
Su fundamento es la cooperación internacional para la represión de los delitos.
Chile ha celebrado diversos tratados bilaterales y multilaterales que se refieren a
la extradición; entre estos últimos se encuentran el Código de Bustamante y la Con
vención de Montevideo de 1933. En consecuencia, cada caso debe ser resuelto a la
luz del tratado que pueda ser aplicable.
Pero la reglas generales están contenidas en el Libro IV Título VI del Código
Procesal Penal que consta de dos párrafos: El primero de ellos se refiere a la extradi
ción activa, y el segundo a la pasiva.
Su procedencia está regulada en el artículo 440 del Código Procesal Penal, que
expresa:
“Art. 440. Procedencia de la extradición pasiva. Cuando un país extranjero solicitara a
Chile la extradición de individuos que se encontraren en el territorio nacional y que en el
país requirente estuvieren imputados de un delito o condenados a una pena privativa de la
libertad de duración superior a un año, el Ministerio de Relaciones Exteriores remitirá la
petición y sus antecedentes a la Corte Suprema”.
El tribunal que conoce en primera instancia de la extradición pasiva, es el minis
tro de la Corte Suprema que ésta designe, y el procedimiento se deberá ajustar a lo
establecido en los artículos 441 a 449 del Código Procesal Penal.
La sentencia que dicte el ministro podrá ser impugnado mediante los recursos de
apelación y de nulidad, de los cuales conoce la Corte Suprema.
Si la sentencia que acoja la extradición queda ejecutoriada, la Corte pondrá al
sujeto afectado a disposición del Ministerio de Relaciones Exteriores, para que sea
entregado al país que solicitó la extradición.
Si, por el contrario, la extradición es denegada, la Corte debe ordenar el cese de
cualquier medida cautelar que se haya dictado en contra del afectado.
Según la Corte Suprema, los principios de Derecho Internacional son las normas
fundamentales de esta rama del Derecho que han recibido la aceptación general de la
doctrina y de los Estados. El Código de Bustamante y la Convención de Montevideo
pueden invocarse como fuentes de principios (R.D. y J. Tomo LIX, Secc. 4a, págs. 64
y 97); y entre éstos, en la materia que nos interesa, son aplicables los siguientes:
Io. Principio de la doble incriminación, esto es, que se trate de un hecho que sea
delito tanto en el Estado requirente como en el requerido.
2o. Gravedad del delito. Los tratados pueden aplicar este criterio respecto de to
dos los delitos que, en ambos países, tengan una pena igual o superior a la que acuer
den (generalmente de un año de privación de libertad); o pueden enumerar los delitos
por los que cabe la extradición. Esta segunda alternativa es inconveniente, porque la
lista queda anticuada a medida que surja la necesidad de extraditar nuevos delitos,
como los relativos al terrorismo o al narcotráfico.
3o. Que el delito sea perseguible, en el sentido de que haya orden de prisión o
detención preventiva, si no hubiere aún sentencia firme; y que no haya prescrito ni la
acción penal ni la pena, conforme a las leyes del Estado requirente o del requerido.
4o. Especialidad. Este principio prohíbe que el individuo sea procesado o sancio
nado por un delito distinto de aquel por el que fue extraditado.
5o. Especificación. El delito debe ser señalado con precisión por el Estado requi
rente.
6o. Que no se trate de delitos políticos, calificación que corresponde al Estado
requerido.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 147
Los criterios de competencia que adoptan los diferentes países son generalmente
adecuados, en el sentido de que los elementos del litigio tengan vinculaciones relevan
tes con el tribunal. Sin embargo, hay casos de foro exorbitante como los siguientes:
El artículo 14 del Código Civil francés fija la competencia por la nacionalidad
francesa del demandante, aunque no haya ningún otro elemento que relacione al liti
gio con el tribunal francés.
En otros países, la competencia exorbitante se funda en el solo hecho que el
demandado posea ciertos bienes en ellos, aunque el asunto no tenga relación alguna
con dichos bienes.
Para evitar las dificultades que ocasionan las diferencias de criterio que existen
en esta materia, se han celebrado diversos tratados que establecen reglas comunes de
competencia.
En Europa, las principales convenciones multilaterales generales que tratan sobre
el tema, son las de Bruselas (1968) y de Lugano (1988); y en América Latina, los
Tratados de Montevideo (1889 y 1939) y el Código de Bustamante (1928).
En materias específicas, existen Convenciones relativas al transporte aéreo inter
nacional (Varsovia, 1929), al abordaje (Bruselas, 1952), al Transporte Internacional de
Mercaderías por Rutas (Ginebra, 1956), etc.
En materia civil y mercantil, no hay una norma que fije la competencia interna
cional de los tribunales chilenos.
Hasta hace algunos años se creyó ver una disposición semejante, en el inciso
primero del artículo 5o del Código Orgánico de Tribunales que expresa:
“Art. 5o. A los tribunales mencionados en este artículo corresponderá el conocimiento de
todos los asuntos judiciales que se promuevan dentro del territorio de la República, cual
quiera que sea su naturaleza o la calidad de las personas que en ellos intervengan, sin
perjuicio de las excepciones que establezcan la Constitución y las leyes”.
Sin embargo, ésta no es una regla de competencia civil internacional porque no
señala en qué casos se deben promover los litigios ante los tribunales de la República.
Frente a este vacío jurídico, es posible fijar la competencia internacional exten
diendo, a ese plano, las reglas internas de competencia. Veamos un ejemplo:
El artículo 134 del Código Orgánico de Tribunales establece que es juez compe
tente para conocer de una demanda civil, el del domicilio del demandado.
El domicilio que el demandado tenga en Santiago o en Villa Alemana, determinará
la competencia del tribunal de la ciudad correspondiente de acuerdo con el artículo
134 del Código Orgánico de Tribunales. Pero si extendemos los alcances de este
artículo, podemos decir que si el demandado tiene domicilio en Chile, tienen compe
tencia los tribunales chilenos y no los de otro país.
Esta doctrina fue aplicada por la Corte Suprema en la causa “Bankert con Grob”,
resuelta en 1964:
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 149
“Que siendo la competencia de los tribunales uno de los presupuestos primarios para la
validez de la relación procesal, vinculado en lo que a esta materia se refiere a la jurisdic
ción de los tribunales chilenos, como atributo fundamental de la soberanía nacional, se
hace necesario analizar -antes que nada- si la resolución pronunciada por el magistrado
de la ciudad de Frankfurt que se pretende cumplir, se opone o no a la jurisdicción nacio
nal, vale decir, si ha recaído en una materia cuyo conocimiento ha debido corresponder a
los tribunales de Chile”.
"... puede estimarse como una precisa inamovible en conformidad a nuestra legislación
vernácula, que el Juzgado de Letras de Menores competente para conocer de un juicio
sobre tuición de menores, es únicamente el del domicilio del demandado; y si se encuentra
reconocido en la causa que la demandada tiene su domicilio en Chile, es inconcuso que
no puede cumplirse en nuestro país la sentencia emanada de un tribunal foráneo que
resuelve o acoge una acción sobre tuición de menores cuyo conocimiento corresponde a
los tribunales chilenos”.117
En el plano interno, las partes pueden convenir, expresa o tácitamente, la prórro
ga de la competencia de un tribunal.
Esta facultad ejercida respecto de un tribunal extranjero, se denomina sumisión.
La sumisión no era aceptada por parte de nuestra doctrina, que se basaba para ello
en el artículo 1462 del Código Civil que expresa:
“Art. 1462: Hay un objeto ilícito en todo lo que contraviene al derecho público chileno.
Así, la promesa de someterse en Chile a una jurisdicción no reconocida por las leyes
chilenas, es nula por el vicio del objeto”.
Incluso una sentencia de la Corte Suprema, de 1999,118 al decidir si era válida la
sumisión a un tribunal extranjero estipulada en un contrato de transporte marítimo
estimó:
“Que, a mayor abundamiento, cabe recordar lo dispuesto en el artículo 1462 del Código
Civil, que imputa ilicitud a todo lo que contraviene el derecho público chileno como la
promesa de someterse en Chile a una jurisdicción no reconocida por nuestra ley, vicio de
objeto que aparecía de manifiesto en el Conocimiento de Embarque y que los jueces
pudieron incluso anular de oficio, conforme lo dispone el artículo 1683 del Código recién
citado”.
No puede sostenerse que los tribunales de otro país, como por ejemplo de Fran
cia, al que se sometan las partes, constituyen una jurisdicción no reconocida por el
Estado. Si Chile reconoce al Estado francés, reconoce obviamente a su Poder Judi
cial. Por lo demás, hay un reconocimiento implícito de los tribunales de los otros
países en el propio Código de Procedimiento Civil, que fija reglas para el cumpli
miento en Chile de resoluciones dictadas por esos tribunales.
Afortunadamente la Corte Suprema, en fallo de mayoría de 22 de enero de 2008
recaído en el Recurso de Casación en el Fondo interpuesto en los autos “Mauricio
Hochschild S.A.C.I. con Ferrostaal A.G. ", Rol 5.553-02, aceptó la sumisión en Chile
a los tribunales de la ciudad de Essen, Alemania, argumentando lo siguiente:
“Considerando N° 6. Que si bien se ha discutido la validez de la sumisión a una jurisdic
ción extranjera pactada entre particulares, lo cierto es que en el ejemplo que se da en el
precepto recién citado (artículo 1462 del Código Civil), lo que se prohíbe es el someti
miento a una jurisdicción no reconocida por las leyes chilenas, puesto que las jurisdiccio
nes extranjeras sí se encuentran reconocidas por las leyes chilenas como aparece en los
artículos 242 y siguientes del Código de Procedimiento Civil”.
La Corte invocó también los siguientes cuerpos legales:
a) El Código de Bustamante que, en su artículo 318, establece que la primera
regla de competencia en lo civil y mercantil es la sumisión, con las limitaciones allí
indicadas;
b) La Ley N° 19.971 sobre Arbitraje Comercial Internacional que permite el so
metimiento a normas de ordenamientos jurídicos y sistemas jurisdiccionales arbitrales
extranjeros, y
c) El decreto ley N° 2.349 de 1978 que permite el pacto de sumisión, pero sólo
respecto de
“los contratos internacionales cuyo objeto principal diga relación con negocios u opera
ciones de carácter económico o financiero celebrados o que se celebren por organismos,
instituciones o empresas internacionales o extranjeras que tengan el centro principal de
sus negocios en el extranjero, con el Estado de Chile o sus organismos, instituciones o
empresas”.
Sin embargo, en sus considerandos, el decreto ley N° 2.349 señala que:
“2o. Dentro del sistema jurídico chileno tales estipulaciones son lícitas y en esta virtud
tienen frecuente aplicación en los contratos celebrados entre particulares; siendo de ad
vertir, además, que ellas están consagradas en el Código de Derecho Internacional Priva
do, que rige en nuestro país desde 1934”.
De lo expuesto se desprende que el pacto de elección de foro es aceptado en
nuestro sistema jurídico.
Pero esta facultad no puede extenderse a cualquier materia, en especial si está
relacionada con el orden público; o como señala la Convención Europea de Elección
de Tribunal de 1965, no puede operar respecto de materias del Derecho de Familia,
de Sucesiones, de Quiebras, etc.
En otras palabras, procede la sumisión en materias en las cuales las partes pueden
“disponer de sus derechos”.
La primera regla de competencia internacional en materia civil y mercantil que da
el Código de Bustamente, es la sumisión que está señalada de la siguiente manera:
“Art. 318. Será en primer término juez competente para conocer de los pleitos a que dé
origen el ejercicio de las acciones civiles y mercantiles de toda clase, aquel a quien los
litigantes se sometan expresa o tácitamente, siempre que uno de ellos por lo menos sea
nacional del estado contratante a que el juez pertenezca o tenga en él su domicilio y salvo
el derecho local contrario”.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 151
1,9 Sobre este tema, ver el artículo de la Dra. Elina Mereminskaya contenido en el Anexo 1 de este
libro.
152 Mario Ramírez Necochea
En general, podemos decir que los requisitos que debe cumplir la demanda y su
contestación, las notificaciones, los plazos, etc., son ordenatorios y, como tales, se
encuentran regidos por la lex fori. Pero en algunos casos, principalmente relaciona
dos con la prueba, resulta difícil hacer la distinción entre lo ordenatorio y lo deciso
rio, con lo cual se plantean problemas de legislación aplicable, cuando el juez debe
resolver el juicio con una ley de fondo extranjera.
Nuestra legislación interna no contiene normas que resuelvan los problemas indi
cados; en cambio, en el Código de Bustamante encontramos algunas de ellas, entre
las cuales las más importantes son las que se refieren al onus probandi, a la determi
nación de los medios de prueba, y a la apreciación de ésta.
Analizaremos brevemente las normas que contempla el Código de Bustamante
sobre las materias indicadas, porque tienen plena vigencia en Chile frente al silencio
de nuestra legislación interna.
A. Onus Probandi
Si consideramos que las reglas del Onus Probandi estén dirigidas a limitar la
formación del convencimiento del juez por razones meramente procesales...”^, de
bemos concluir que el juez está obligado a aplicar su propio derecho sobre la materia.
Esta doctrina es seguida por los países anglosajones.
En cambio, si se estima que el peso de la prueba pertenece más bien al derecho
material y es inseparable de la existencia y efectos de la relación jurídica, debe acep
tarse la aplicación de la lex causae y no de la lex fori. Este criterio informa la regla
contenida en el artículo 398 del Código de Bustamante que expresa:
“La ley que rija el delito o la relación de derecho objeto del juicio civil o mercantil,
determina a quién incumbe la prueba”.
121 Morelli, G.: Derecho Procesal Internacional. Buenos Aires, 1953, pág. 37.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 157
C. Apreciación de la prueba
Las normas sobre apreciación de la prueba dicen relación no con el derecho sus
tantivo de la causa, sino con el aspecto procesal de la forma como el juez debe obte
ner la convicción de los hechos.
Por este motivo se considera que la apreciación de la prueba debe ser regulada
por la lex forí. criterio que acepta el Código de Bustamante en su art. 401 que
expresa;
“La apreciación de la prueba depende de la ley del juzgador”.
medio del Ministerio de Relaciones Exteriores, a fin de que preste su declaración por
medio de informe y expresando que lo hace en virtud del juramento que la ley exige a los
testigos”.
“El tribunal conocerá en cuenta de la petición, sin otro trámite que la audiencia de su
Fiscal”.
2) “Igual procedimiento se aplicará en los casos que dichos funcionarios deban prestar
confesión en juicio que se sigue ante tribunales chilenos; pero el exhorto y el sobre que
debe contener el pliego de posiciones se remitirán al jefe de la misión diplomática, quien
deberá practicar la diligencia”.
“En ausencia del jefe de la misión, la absolución de posiciones se llevará a efecto ante el
funcionario que lo subrogue; y si quien debe prestar la confesión es el propio jefe, lo hará
ante el funcionario que lo siga en la jerarquía”.
El inciso 2o del artículo 76 del Código de Procedimiento Civil señala que en el
trámite que deben seguir las peticiones de tribunales extranjeros para practicar las
diligencias en Chile, es el mismo que indica el inciso 1 ° para los exhortes chilenos. Su
aceptación, a falta de normas expresas en contrario, debe hacerse sobre la base de la
reciprocidad. Tradicionalmente la Corte Suprema ha autorizado el cumplimiento de
exhortes extranjeros, salvo que contengan apremios o embargos sobre personas o
bienes situados en Chile.
De acuerdo con el artículo 338 del Código de Bustamante,
“toda diligencia judicial que un Estado contratante necesite practicar en otro, se efectuará
mediante el exhorto o comisión rogatoria cursados por la vía diplomática. Sin embargo,
los Estados contratantes, podrán pactar o aceptar entre sí en materia civil o criminal cual
quier otra forma de transmisión”.
El juez exhortante debe resolver sobre su competencia y sobre la legalidad y
oportunidad del acto solicitado (art. 389); en cambio, al Juez exhortado corresponde
decidir sobre su propia competencia y sobre la forma de cumplir la comisión, aunque
en cuanto al objeto de ésta, debe sujetarse a la ley del comitente (arts. 390 y 391).
Para hacer más ágil la cooperación internacional en estas materias, los Estados
Miembros de la Organización de los Estados Americanos acordaron una Convención
Interamericana sobre Exhortes o Cartas Rogatorias, y otra sobre Recepción de Prue
bas en el Extranjero (CIDIP - III, 1984).
En virtud de ambas convenciones se puede prescindir de la vía diplomática, per
mitiéndose la utilización de la vía judicial; e incluso el artículo 4o de la Convención
sobre Exhortes o Comisiones Rogatorias establece que éstos
“podrán ser transmitidos al órgano requerido por las propias partes interesadas”.
Capítulo Tercero
Cumplimiento de resoluciones de tribunales extranjeros
3°) Si no pueden aplicarse los criterios anteriores, se otorga el exequátur siempre que las
resoluciones extranjeras reúnan las circunstancias siguientes:
a) Que no contengan nada contrario a las leyes chilenas (salvo, lógicamente, en lo relati
vo a las leyes procesales);
b) Que no se opongan a la jurisdicción nacional;
c) Que la parte en contra de la cual se invoca la resolución haya sido debidamente notifi
cada de la acción. Con todo, podrá ella probar que, por otros motivos, estuvo impedida de
hacer valer sus medios de defensa:
d) Que estén ejecutoriadas según las leyes del estado jugador”.
Las normas anteriores son aplicables a las sentencias arbitrales extranjeras, pero,
en este caso,
”... se hará constar su autenticidad y eficacia por el visto bueno u otro signo de aproba
ción emanado de un tribunal superior ordinario del país donde se haya dictado el fallo”
(artículo 243).
El artículo. 242 del Código de Procedimiento Civil se remite en primer lugar a los
tratados internacionales; por consiguiente, las normas del Código de Bustamante sobre
la materia, son de aplicación preferente respecto de los demás Estados contratantes.
Io) “Que tenga competencia para conocer del asunto y juzgarlo de acuerdo con las reglas
de este Código, el juez o tribunal que la haya dictado;
2o) “Que las partes hayan sido citadas personalmente o por su representante legal, para el
juicio;
3o) “Que el fallo no contravenga el orden público o el derecho público del país en que
quiere ejecutarse;
4o) “Que sea ejecutorio en el Estado en que se dicte;
5o) “Que se traduzca autorizadamente por un funcionario o intérprete oficial del Estado
en que ha de ejecutarse, si allí fuere distinto el idioma empleado;
6o) “Que el documento en que conste reúna los requisitos necesarios para ser considerado
como auténtico en el Estado de que proceda, y los que requiera para que haga fe la
legislación del Estado en que se aspira a cumplir la sentencia”.
Como se ve, los requisitos exigidos por el Código de Bustamante guardan cierto
paralelismo con los que establece el Código de Procedimiento Civil.
Las sentencias dictadas por árbitros o amigables componedores extranjeros pue
den cumplirse también, previo cumplimiento de las reglas generales, siempre que el
asunto que las motiva sea susceptible de compromiso, según la ley del país en que se
solicita su ejecución (artículo 432).
El procedimiento general es aplicable a las sentencias dictadas por tribunales
internacionales, cuando se refieran a personas o intereses privados (artículo 433).
En principio, las sentencias penales no se ejecutan extraterritorialmente en cuan
to a las sanciones de ese orden que impongan; sin embargo, pueden cumplirse si
guiendo la tramitación general, cuando se persiga sólo la responsabilidad civil o los
efectos de la sentencia sobre los bienes del condenado (artículo 437).
Por último, las resoluciones de jurisdicción voluntaria dictadas en materia civil,
pueden aceptarse por los demás Estados contratantes, siempre que hayan sido dicta
das por tribunales competentes según las reglas del Código de Bustamante, y se cum
plan los requisitos exigidos por el mismo Código para la eficacia de los documentos
otorgados en el extranjero.
“La separación existente entre los diversos ordenamientos jurídicos estatales, y la consi
guiente relatividad de los valores jurídicos, importan que la eficacia de que está provista
una sentencia en el ordenamiento para el que se la ha emitido, está necesariamente res
tringida a ese mismo ordenamiento, sin que se le pueda extender, como tal, a otros
ordenamientos”122.
En principio, de acuerdo con la limitación espacial que señala Morelli, la fuerza
de verdad jurídica inamovible que tiene un fallo ejecutoriado no puede extenderse en
forma extraterritorial.
123 Pereira, H.: La Cosa Juzgada Formal en el Procedimiento Chileno, Ed. Jurídica, 1954, pág. 48.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 163
Pensamos así, por cuanto la autoridad o cosa juzgada de una sentencia está lógi
camente circunscrita al ordenamiento jurídico para el cual fue dictada, en tal forma
que tanto la acción como la excepción que nacen de ella, requieren del visto bueno de
los otros ordenamientos jurídicos, para su eficacia excepcionalmente internacional.
Pues bien: la legislación chilena no dispone en parte alguna que una sentencia
extranjera sea idónea por sí misma para fundamentar la excepción de cosa juzgada;
en estas condiciones, debe concluirse que el reconocimiento excepcional de una sen
tencia extranjera no es automático, sino que, por el contrario, debe efectuarse de
acuerdo con los requisitos que establezca cada ordenamiento jurídico para el exequá
tur. Esta tesis, defendida por Arturo y Femando Alessandri Rodríguez, fue acogida
por la Corte Suprema en fallo de 23 de diciembre de 1929.
De acuerdo con el artículo 396 del Código de Bustamante, la excepción de cosa
juzgada no necesita de exequátur; pero esta disposición sería contraria a la legisla
ción chilena, según nuestra interpretación, y no podría aplicarse en Chile de acuerdo
con la reserva con que fue ratificado el Código de Bustamante.
1. Planteamiento general
Los principales problemas de la contratación internacional derivan del hecho
de que cada país posee sus propias normas jurídicas, en circunstancias que el
negocio internacional requiere de una regulación uniforme para las partes que
intervienen en él.
Al buscar las soluciones que superen la contradicción anterior, surgen los temas
relativos a los métodos y a los criterios orientadores, que trataremos de analizar en
este trabajo.
En cuanto a los métodos, el Derecho Internacional Privado ofrece dos posibilida
des: El sistema clásico, indirecto, de elección de ley, o el directo, de derecho sustan
tivo uniforme.
El primero lo encontramos en las normas atributivas de cada país; pero como
éstas son diferentes, producen cierta anarquía que no favorece al Comercio Interna
cional.
Para superar esta dificultad, los Estados acuerdan reglas comunes sobre la deter
minación de la ley aplicable; en esta línea se encuentran el Convenio de Roma, de
1980, sobre Legislación Aplicable a las Obligaciones Contractuales, y la Convención
de México, de 1994, sobre Derecho Aplicable a los Contratos Internacionales.
Las reglas uniformes, a su vez, pueden convenirse en tratados internacionales, o
surgir directamente de las costumbres del comercio.
Como ejemplos de convenciones, tenemos las relativas al transporte, o a la Com
praventa Internacional de Mercaderías.
Las costumbres, por su parte, aparecen bajo la noción de la llamada Lex Mercatoria.
Una expresión importante de los criterios orientadores, la encontramos en los
Principios Aplicables a los Contratos Mercantiles en materia internacional, formula
dos por UNIDROIT en 1994.
124 Trabajo presentado para las Jomadas de Derecho Internacional de la OEA, Lima, noviembre de
2003.
168 Mario Ramírez Necochea
2. La elección de ley
Las convenciones sobre derecho aplicable son aceptadas con relativa facilidad,
porque no obligan, a ningún país, a efectuar cambios en su legislación sustantiva.
Pero el defecto del sistema radica justamente en que se mantienen las diferencias;
por este motivo, el comerciante que no es del ámbito jurídico de la ley extranjera que
pueda resultar aplicable, tendrá el justo temor a lo desconocido. Se ha dicho, con
razón, que la sumisión a la ley de otro país constituye un salto a la oscuridad.
Además, en caso de litigio, su conocimiento y prueba pueden requerir de mucho
tiempo y dinero; y siempre surgirán el límite del Orden Público del foro y la tenden
cia de todo juez nacional de aplicar su propio derecho.
En resumen, las diferencias legislativas crean inseguridades que no se superan
con el simple mecanismo de la elección de ley.
Este fenómeno afecta especialmente a las pequeñas y medianas empresas, que
se abstienen de celebrar contratos transfronterizos, debido a las dudas existentes en
relación con el derecho aplicable, y a los costos frecuentemente imprevistos de los
procedimientos judiciales.
Creemos, entonces, que el método atributivo del Derecho Internacional Privado
clásico no satisface los requerimientos de la contratación internacional; salvo que los
contratantes, ejerciendo su autonomía conflictual, pudieran escoger un derecho que
sea a-nacional y que, por lo mismo, les dé las mismas posibilidades de conocimiento
previo.
Por feliz coincidencia, hoy día estamos en Lima con la misma idea, aunque con
ciento veinticinco años de retraso; pero esta vez nos impulsa no sólo la hermandad de
nuestros pueblos, sino también la interdependencia que caracteriza al mundo de hoy.
Lo que no quita que sigamos estando en el punto de partida.
Ampliando la visión hacia toda América debemos mencionar el coloquio que
organizaron en el año 2002 The American Law Institute y el Centro Mexicano de
Derecho Uniforme y que tuvo un título muy sugerente: “Los contratos comerciales
internacionales para América: ¿Una utopía?”. Aunque el escepticismo, implícito en
esta pregunta, no desmerezca los grandes esfuerzos de la OEA por armonizar el dere
cho privado en nuestro continente.
La Unión Europea, por su parte, ha formado importantes centros de estudios para
llegar a un derecho civil y a un derecho comercial uniformes; y en esta tarea le ha
dado prioridad al derecho de los contratos. Pero ese proceso se desarrolla en forma
muy lenta, pese al ambiente favorable que se crea, para ello, en una región integrada.
En 1993 se creó en Africa una organización interestatal para armonizar el dere
cho de los negocios (OHADA), la que aún no ha elaborado ningún texto relativo a los
contratos.
El hecho que las iniciativas estatales que hemos mencionado no hayan sido muy
exitosas, nos hace observar, con mayor interés, las reglas que se han dado los propios
comerciantes en el ejercicio práctico de su actividad.
4. LA LEX MERCATOR1A
verdadero Derecho que tiene sus propios mecanismos sancionadores para imponerse
como tal; entre éstos no es menor el descrédito comercial de la empresa infractora,
con la consiguiente pérdida del capital que significan el prestigio y la confianza.
Por otra parte, cada día es más frecuente que los tribunales estatales validen, en
su etapa de ejecución, las sentencias arbitrales internacionales basadas en la lex
mercatoria.
Sobre este punto, permítanme que distinga entre la formación de la norma de
derecho, y la fuerza coactiva que la respalda.
La primera la realizan ordinariamente los órganos legislativos oficiales; pero tam
bién los particulares, cuando acatan sus propias costumbres sobre la base de la opinio
juris.
El hecho que un Estado le preste a estas últimas su imperio no les quita, sino que
a la inversa, les confirma su calidad de auténtico derecho.
Por este motivo, A. Hartkamp le da la categoría de la “ley aplicable” a la lex
mercatoria: “...si una disputa es inevitable, las partes van normalmente al arbitraje
internacional y pueden, de acuerdo con bien conocidos principios universales del
derecho internacional privado y del derecho arbitral internacional, escoger cualquier
ley aplicable que prefieran, incluyendo reglas no nacionales y principios del derecho
comercial internacional (lex mercatoria)” S25
El mismo criterio lo encontramos tanto en la Ley Modelo sobre Arbitraje Comer
cial que ha sido acogida por varias legislaciones estatales, como en el Reglamento de
la Cámara de Comercio Internacional de 1998.
La primera permite a los árbitros decidir en todos los casos con arreglo a las
estipulaciones del contrato, teniendo en cuenta los usos mercantiles que sean apli
cables.
La segunda establece, en su art. 17, que las partes podrán acordar libremente las
normas jurídicas que el tribunal arbitral deberá aplicar al fondo de la controversia; y
agrega que, “en todos los casos, el tribunal arbitral deberá tener en cuenta las estipu
laciones del contrato y los usos comerciales pertinentes”.
Sin embargo, todavía surgen objeciones a la lex mercatoria, basadas en que sus
reglas no serían coherentes y precisas, y en que las costumbres mercantiles las impo
nen principalmente las empresas transnacionales, cuyo interés particular puede opo
nerse a los intereses de la comunidad y a los postulados de la justicia.
5. Los principios de UNIDROIT aplicables a los contratos mercantiles en
MATERIA INTERNACIONAL
125 “Modemization and Harmonization of Contra# Law: Objectives, Methods and Scope”, Uniform
Uno de sus propósitos es que se apliquen “... cuando las partes hayan acordado
que el contrato sea regido por los principios generales del derecho, la lex mercatoria
o expresiones similares ”.
Esta “invitación” ha dado origen a dos posiciones antagónicas: una sostiene
que los Principios pueden ser considerados como . una expresión particular
mente autorizada y válida de la lex mercatoria”126 ; la otra, por el contrario, separa
ambos conceptos en atención a que los Principios de UNIDROIT enuncian un
cuerpo completo de proposiciones de origen doctrinal, en tanto que la lex mercatoria
exprime las reglas admitidas y practicadas por la comunidad económica interna
cional99.127
Sin embargo, al comerciante no le interesa el grado teórico de coincidencia o de
separación que habría entre ambos conceptos. Lo efectivo es que los Principios de
UNIDROIT recogen, en forma orgánica, las nociones fundamentales que se encuen
tran en las leyes modernas, en las sentencias arbitrales y en las costumbres mercanti
les; y con ello, ofrecen un marco no contradictorio, pero sí más amplio y coherente,
que el que da la lex mercatoria para regular la contratación internacional.
Por este motivo, los tribunales arbitrales están aplicando en sus fallos los Princi
pios de UNDROIT.
Este último fenómeno adquiere especial relevancia para nosotros, en ¡os siguien
tes ejemplos que cita el profesor Bonell:
En sentencia de 1997, un tribunal arbitral de Buenos Aires aplicó los Principios de
UNIDROIT sosteniendo que éstos constituyen "... usos del comercio internacional
que reflejan las soluciones de los diferentes sistemas legales y de la práctica contrac
tual internacional”.
Por su parte, una Corte del distrito de California, consideró, en 1998, que
"... en ausencia de referencia expresa de las partes, los Principios de UNIDROIT pueden
ser aplicados por los árbitros para determinar el contenido de los principios generales del
derecho internacional y de los usos comerciales escogidos por las partes como lex
contractas”.
Debemos considerar, sin embargo, que otros fallos han tenido un enfoque más
cauto, admitiendo que los Principios
“.... contienen en esencia un restatement de aquellos principios directrices que han goza
do de aceptación universal y que, aún más, son el corazón de aquellas nociones funda
mentales que han sido aplicadas consistentemente en la práctica arbitral”; pero señalando
que, “... como los Principios UNIDROIT no han pasado aún el test de un detallado escru
tinio en todos sus aspectos, algunas de sus disposiciones podrían no reflejar el consenso
internacional”128.
126 P. Lauve, citado por Bonell, Michael Joachim, “UNIDROIT Principies: a signiñcanl recongnition
by a United States District Court”, Uniform Law Review, 1999-3, pág. 651.
127 Así Bonell, op. cit. pág. 652.
128 Bonell, op. cit., pág. 677.
172 Mario Ramírez Necochea
Creemos que esta última objeción no es tan relevante, por cuanto los particulares,
si no están de acuerdo con alguna de las disposiciones de los Principios, sencillamen
te lo excluyen de su contrato. Pero pueden estar seguros de que éstos obedecen a los
criterios más adecuados y justos aplicables a la contratación mercantil; por algo coin
ciden básicamente con las normas de la Convención de Viena de 1980, sobre Com
praventa Internacional de Mercaderías, y con las que se proponen en los Principios
Europeos sobre Contratos, formulados en 1998; y están sirviendo de modelo para
derechos estatales modernos, como ha sucedido en China y en Rusia.
En el derecho americano, recordemos que el art. 9 de la Convención de México,
de 1994, permite a los tribunales “Tomar en cuenta los principios generales del dere
cho comercial internacional aceptados por organismos internacionales”; y que el art.
10 señala que “se aplicarán, cuando corresponda, las normas, las costumbres y los
principios del derecho comercial internacional, así como los usos y prácticas comer
ciales de general aceptación con la finalidad de realizar las exigencias impuestas por
la justicia y la equidad de la solución del caso concreto”.
Estas disposiciones, que permiten la aplicación de los Principios de UNIDROIT,
han servido de referente para que en Europa se intente obtener la misma finalidad,
modificando para ello el Convenio de Roma de 1980.
6. Normas imperativas, orden público y arbitraje comercial internacional
Todos los Estados contemplan, en su derecho interno, un conjunto más o menos
amplio de disposiciones imperativas, que apuntan a objetivos diversos relacionados
con el Orden Público, y que varían con el tiempo.
Estas características dificultan la posibilidad de presentarlas en un catastro de
derecho comparado, que pudiera servir de guía para los comerciantes.
Pero al menos se puede ver la incidencia que tienen en el campo mercantil y,
especialmente, en el arbitraje comercial internacional.129 Es normal que los comer
ciantes, por razones de neutralidad, rapidez, economía y confidencialidad, entreguen
la solución de sus controversias al arbitraje.
Este fenómeno se ha visto favorecido, en las últimas décadas, por la aceptación
que ha tenido la Convención de Nueva York, de 1958, sobre reconocimiento y ejecu
ción de sentencias arbitrales extranjeras, y por la creciente adopción de la Ley Mode
lo de la UNCITRAL de 1985.
El arbitraje puede chocar con las normas imperativas en dos momentos claves:
1. Cuando la cláusula arbitral incide en materias propias de esas leyes;
2. Cuando se trata de ejecutar un fallo arbitral que el juez ordinario estime contra
rio al Orden Público de su legislación.
Sobre el primer punto, los tribunales nacionales eran tradicionalmente hostiles al
arbitraje; pero las necesidades del comercio internacional han cambiado esa actitud.
129
En esta materia, sigo las orientaciones que da la Dra. Elina Mereminskaya, en el curso sobre
Contratos Internacionales que dicta en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 173
7. Conclusiones
Las necesidades del comercio internacional están obligando a cambiar las pers
pectivas del derecho que lo rige.
Este fenómeno se aprecia, especialmente, en la creciente aceptación de un dere
cho a-nacional, y en la flexibilidad con que se aplican las limitaciones de las leyes
imperativas y del Orden Público. Un índice importante de esta nueva visión lo dan los
tribunales ordinarios, cuando se pronuncian sobre el arbitraje comercial internacio
nal y sobre los fallos derivados de éste.
En consecuencia, debemos procesar debidamente estos cambios e impulsar, en
concordancia con ellos, la modernización de las legislaciones locales, muchas de las
cuales han quedado rezagadas en el proceso que hemos descrito.
Introducción
I. El arbitraje como método más idóneo para la resolución de disputas
COMERCIALES INTERNACIONALES
132 Mensaje 15-349. La discusión parlamentaria al Proyecto de Ley N° 19.971 está disponible en la
fines argumentativos. Con ello, se lograría una aplicación de la ley N° 19.971 más
acorde a los estándares intemacionalmente reconocidos, creándose una especie de
conectividad del derecho chileno con los campos jurídicos globalizados.134
2. La internacionalidad y la comercialidad del arbitraje
134 En el mismo sentido Picand Albónico, Eduardo, Arbitraje comercial internacional, Edit. Jurídi
ca, Santiago, 2005, pp. 277-278.
135 Redfern, Alan y Martin Hunter, Law and Practice of Intemational Commercial Arbitration, 4a
136 Véase Navarrete Tapia, Héctor: “Calificación subjetiva de un contrato como internacional,
www.uncitral.org.
139The United Mexican Status v. Metalclad Corporation, Corte Suprema de British Columbia, 2 de
dice nada acerca del lugar físico en el que el arbitraje se desarrolla. El art. 20.2 de
la ley N° 19.971 lo subraya, al consagrar que el tribunal arbitral podrá, "salvo acuer
do en contrario de las partes, reunirse en cualquier lugar que estime apropiado para
celebrar deliberaciones entre sus miembros, para oír a los testigos, a los peritos o a
las partes, o para examinar mercancías u otros bienes o documentos”.
Ahora bien, aunque el lugar del arbitraje no necesariamente describe el contexto
territorial en que se realiza el procedimiento, predetermina una serie de aspectos nor
mativos y jurisdiccionales de alta relevancia. En primer lugar, la sede del arbitraje
determina la ley procesal aplicable al arbitraje (art. 1.1 de la ley), y con ello, los
recursos disponibles contra un laudo arbitral. Así, la petición de nulidad constituye el
único recurso que puede ser interpuesto, en Chile, en contra un laudo arbitral interna
cional (art. 34 de la LACI). Al mismo tiempo, el laudo dictado en Chile deberá versar
sobre una materia considerada arbitrable según el derecho nacional y no podrá violar
el orden público chileno (art. 34.2.b de la ley N° 19.971). En el plano jurisdiccional,
la ubicación de la sede del arbitraje en el país, autoriza a los tribunales ordinarios
nacionales para prestar asistencia y efectuar supervisión judicial del procedimiento.
Por ejemplo, se podrá recurrir a la justicia doméstica para solicitar el nombramiento
de los árbitros (art. 11.3 de la ley) o pedir apoyo judicial en la práctica de las pruebas
(art. 27). Al mismo tiempo, según lo recién señalado, los tribunales nacionales ten
drán la facultad para pronunciarse sobre la validez del laudo arbitral (art. 34).
ser firmadas por sus autores. Asimismo, se estima que la lista de los ejemplos no es
taxativa y podría abarcar cualquier otro medio de comunicación, por ejemplo, el co
rreo electrónico. Con ello es viable concluir que la Convención se preocupa más bien
por el valor probatorio de los documentos que expresen la intención de las partes de
someterse al arbitraje, antes que por la autenticidad de los mensajes que usan para
ello.140 En el año 2006, la CNUDMI adoptó una resolución recomendando a los Es
tados aplicar el párrafo 2) del artículo II de la Convención de Nueva York “recono
ciendo que las circunstancias que describe no son exhaustivas”.141
Esta idea se encuentra acogida y extendida por la LMA y, por ende, por la ley
N° 19.971, que en su art. 7.2 establece que el requisito de la forma escrita puede ser
cumplido de las siguientes maneras: “¿zj por un documento firmado por las partes;
b) por un intercambio de cartas, télex, telegramas u otros medios de telecomunica
ción que dejen constancia del acuerdo; c) un intercambio de demanda y contestación
en los que la existencia de un acuerdo de arbitraje sea afirmada por una parte sin ser
negada por otra; d) asimismo, el acuerdo de arbitraje puede adoptar la forma de una
remisión hecha en un contrato que consta por escrito a un documento que contiene
una cláusula de arbitraje”. En otras palabras, el principal requerimiento que estipula
la ley, dice relación con documentos probatorios del consentimiento de las partes, sin
que sea necesario que éstos lleven una firma personal, tal como se desprende, en
particular, de lo establecido en la letra b).
Por su parte, la LACI no regula de manera directa los requisitos sustantivos de la
validez del acuerdo de arbitraje. Más bien, ofrece una solución a través de una norma
de conflicto. Así, los artículos relativos a la nulidad o al reconocimiento de un laudo
arbitral, esto es, a los arts. 34.2.a.i y 36.1 .a.i de la LACI, con un tenor literal idéntico,
facultan para atacar un laudo arbitral si el acuerdo de arbitraje uno es válido según la
ley a que las partes lo han sometido, o si nada se hubiera indicado a este respecto, en
virtud de la ley del país en que se haya dictado el laudo”. En otras palabras, a falta de
una elección explícita de ley aplicable al acuerdo de arbitraje, debería aplicarse la ley
del lugar del arbitraje.142 En particular, la validez del acuerdo de arbitraje dependería
de sus normas sustantivas sobre los contratos.143 Así, el acuerdo de arbitraje sería
nulo si el consentimiento de una las partes se hubiera otorgado en forma viciosa, por
ejemplo, a causa de un error o dolo. Cabe subrayar que se trata de un vicio del con
sentimiento que afecta el acuerdo de arbitraje en forma inmediata. En cambio, tal
como se analizará en las páginas siguientes, su validez no se vería afectada si el
contrato de fondo resultara nulo.
140 Santos Belandro, Rubén, Arbitraje comercial internacional, Oxford University Press, 3a Edi
144
Townsend, John: “Drafting Arbitration Chuses: Avoiding the 7 Deadly Sins”, Dispute Resolution
Joumal, Vol. 58, N° 1, 2003, pp. 28-36, p. 30.
145 Carbonneau, Thomas: “The Exercise of Contrae! Freedom in the Making of Arbitration
Agreements”, Vanderbildt Journal ofTransnational Law, Vol. 36, 2003, pp. 1189-1232,1207.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 185
significado es oscuro. Así, las partes que desean someter su arbitraje a la Corte Inter
nacional de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional de París, deberían
evitar pactar “el arbitraje de la Cámara Mundial” o de la “Cámara de Comercio Inter
nacional de Ginebra”. Si bien en el arbitraje rige el principio que la interpretación se
efectúa de manera conducente al arbitraje, cláusulas de esta índole crean inseguridad
jurídica y causan atrasos en el desarrollo del procedimiento arbitral.
iii) Otro elemento del que deben preocuparse los contratantes corresponde a la
definición de la sede del arbitraje. El significado y la relevancia de este concepto
fueron explicados anteriormente y de ellos se desprende la necesidad de pactar una
sede favorable al arbitraje, es decir, una jurisdicción que cuente con una normativa
moderna en materia del procedimiento arbitral, que limite el número de los recursos
que pueden ser interpuestos en contra de un laudo, y cuyos tribunales hayan evitado
caer en el intervencionismo jurídico, respetando debidamente la autonomía del proce
so arbitral.
iv) En el arbitraje internacional el número de los árbitros es siempre impar, lo que
facilita la toma de decisiones y, por ende, la resolución de la disputa. Al momento de
celebrar el contrato de fondo, no se acostumbra fijar los nombres de los árbitros. Las
razones para ello son, básicamente, dos. En primer lugar, el árbitro nombrado en el
acuerdo podría no tener disponibilidad en el momento en que surja la disputa, lo que
afectaría la ejecutabilidad del acuerdo del arbitraje. En segundo lugar, la figura del
árbitro dependería de la naturaleza de la controversia, mientras que en el momento de
la suscripción del contrato no se sabe si la eventual disputa versará sobre aspectos
técnicos o comerciales que componen la relación. Más aún, no se considera recomen
dable determinar el número de los árbitros en la etapa previa al surgimiento del con
flicto, dado que en ese momento se desconoce tanto la complejidad de la disputa como
el monto involucrado. Por lo tanto, las cláusulas modelo que ocupan distintas institu
ciones de arbitraje, estipulan que la controversia será resuelta por uno o tres árbitros,
decisión que podría ser tomada por las partes o, en subsidio, por la institución misma.
v) Las partes se hallan libres para escoger la ley aplicable al fondo de la contro
versia, opción que no es obligatoria, ya que las reglas institucionales y de la LACI
facultan al tribunal arbitral para tomar esta decisión en el caso del silencio de las
partes. Tal como se dijo anteriormente, lo atractivo del arbitraje en esta materia con
siste en que admite la aplicación de normas que no provienen necesariamente de un
legislador nacional. Lo anterior quiebra el esquema tradicional iusprivatista, según el
cual cada contrato debe estar sometido a un ordenamiento jurídico nacional determi
nado, y ofrece soluciones más justas y más acordes a las necesidades del comercio
transfronterizo.
146
Compare el art. 34.2.a. casos iii) y iv) y el art. 36.1.a. casos iii) y iv).
147
Jiménez Figueres, Dyalá y Armer Ríos, Angie, “Notas sobre la nueva ley chilena de arbitraje
comercial internacional”, Revista Chilena de Derecho Privado, N° 4,2005, pp. 307-326.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 187
iv. En los casos en que se pida la nulidad de la decisión afirmativa del tribunal
arbitral acerca de su competencia (art. 16);
v. En los casos en los cuales el tribunal arbitral o una de las partes pida la asisten
cia de un tribunal ordinario para la práctica de pruebas (art. 27);
vi. En los casos en los cuales una de las partes solicite la nulidad del laudo
(art. 34), y
vii. En los casos en los cuales se solicite la ejecución de un laudo (art. 35).
Sin embargo, el tenor literal del art. 5o de la LMA causó una gran polémica duran
te los trámites legislativos e inicialmente fue removido por la Cámara de Diputados.
Se logró su reincorporación al texto de la ley, pero fue aprobado con el siguiente
oficio del Tribunal Constitucional: “El artículo 5o del proyecto debía dejar a salvo la
facultad que a aquélla otorga el artículo 79 de la Constitución Política de ejercer la
superintendencia directiva, correccional y económica de todos los tribunales de la
nación, e igualmente el conocimiento del recurso de inaplicabilidad por
inconstitucionalidad de las leyes que le confiere el artículo 80 de la Carta Fundamen
tal”. Asimismo, el Tribunal sostuvo que los preceptos legales “... dejan a salvo las
atribuciones que la Constitución otorga a la Corte Suprema según quedó expuesto,
así como también, las acciones jurisdiccionales que contempla la Carta Política a
favor de quienes puedan verse afectados en sus derechos fundamentales por la apli
cación de esta ley”.
Todavía se desconoce si el desarrollo del arbitraje en Chile se vería negativamen
te afectado por las observaciones hechas por el Tribunal Constitucional, las que po
drían ser interpretadas por la justicia ordinaria como un llamado a ejercer una super
visión más rigurosa del arbitraje que la que admiten los términos de la ley N° 19.971.
Sin embargo, las primeras sentencias pronunciadas en base a la LACI resultan alenta
doras, dado que reconocen la autonomía del nuevo régimen normativo. La primera de
ellas versa sobre un recurso de protección interpuesto en contra de una resolución
dictada por el presidente de la Cámara de Comercio de Santiago, institución a la cual
se encuentra adscrito el Centro de Arbitraje y Mediación.148 Dicha resolución había
confirmado la decisión de un tribunal arbitral de que un determinado procedimiento
iba a ser sometido a la nueva ley N° 19.971 por cumplirse los requisitos de aplicación
de ésta. El recurrente invocó el inciso 4 del N° 3 del artículo 19 de la Carta Funda
mental, sosteniendo que el recurrido se había atribuido una facultad jurisdiccional y,
pretendiendo ser un tribunal de justicia, dictó una resolución mediante la cual instruía
y ordenaba al tribunal arbitral sobre cómo debe abordar la resolución de la contienda.
La Cuarta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago desestimó el recurso y afirmó
que tanto el árbitro como el recurrido no hicieron sino aplicar una ley que ya regía en
Chile. Agregó un pasaje programático proclamando que “las partes acordaron some
ter sus disputas, controversias o diferencias a arbitraje de acuerdo con las reglas del
tampoco efectivo que no tuviera oportunidad para refutarlos, sobre todo, si se tiene
en cuenta que hizo uso de la citación conferida cuando fueron acompañados, y se
encontraba presente en la diligencia de reconocimiento sin observar nada al respecto.
Por lo demás, una vez puesto -el peritaje- en su conocimiento, pudo hacer -y así lo
hizo- las observaciones que estimó pertinentes. En definitiva, la demandada siempre
tuvo conocimiento que se utilizaría como base para determinar los perjuicios, la in
formación proveniente de una base de datos pública, cuyo detalle se agregó al proce
so, por lo que no es posible sostener que el sentenciador haya apoyado su fallo en
elementos probatorios inexistentes en el proceso o pruebas que no fueron introduci
das al debate” (Considerando decimotercero). Finalmente, la Corte concluyó que no
se habían configurado las causales invocadas por la recurrente y rechazó el recurso
de nulidad.
Las sentencias citadas entregan ejemplos de un apoyo consistente de la jurispru
dencia nacional hacia el arbitraje comercial internacional en Chile, una señal promisoria
para que se logre uno de los principales objetivos que se tuvieron a la vista al aprobar
la nueva ley, esto es, que Chile se convirtiera en un centro regional de arbitraje.
V. Validez, reconocimiento y ejecución del laudo arbitral
151 El art. OI de la Convención de Nueva York consagra: “Cada uno de los Estados contratantes
reconocerá la autoridad de la sentencia arbitral y concederá su ejecución de conformidad con las normas de
procedimiento vigentes en el territorio donde la sentencia sea invocada, con arreglo a las condiciones que
se establecen en los artículos siguientes”.
190 Mario Ramírez Necochea
Los preceptos en análisis estipulan que ‘"sólo se podrá” anular o denegar el reco
nocimiento y la ejecución de un laudo arbitral cuando se presentan los motivos en
ellos establecidos. De lo anterior se desprende que el rechazo del laudo no se produce
de pleno derecho y que la decisión judicial ha de ser de carácter discrecional, quedan
do con ello de manifiesto el espíritu de esta normativa, altamente favorable al arbitra
je comercial internacional.152 Las causales que permiten oponerse a una sentencia
arbitral pueden ser divididas en dos grupos. Las causales del primer grupo surten
efecto tan sólo si son probadas por la parte que las alegue, mientras que las causales
del segundo pueden ser invocadas por el tribunal de oficio.
El primer grupo abarca las siguientes causales:
i. La incapacidad de una de las partes para acordar una cláusula compromisoria o
la invalidez de la cláusula según el derecho aplicable;
ii. La falta de notificaciones al demandado y su imposibilidades de hacer valer
sus derechos;
iii. Que el tribunal arbitral haya fallado superando los términos del acuerdo
de arbitraje;
iv. La constitución errónea del tribunal arbitral o un desarrollo del procedimiento
arbitral en violación de lo acordado por las partes o de lo establecido por la ley proce
sal aplicable.
Asimismo, el reconocimiento y la ejecución de un laudo pueden ser denegados si
éste no es obligatorio aún para las partes o ha sido anulado o suspendido por un
tribunal del país en que, o conforme a cuyo derecho, ha sido dictado. Dicha causal
constituye hoy en día el aspecto más polémico en materia de reconocimiento de las
sentencias extranjeras. Ello, a la luz de las decisiones de los tribunales franceses y
estadounidenses, los que en casos singulares han reconocido las sentencias anuladas
en el país de su origen, en Suiza y en Egipto, respectivamente.153
El grupo de las causales que pueden ser invocadas por el tribunal de oficio abarca
la inarbitrabilidad de la materia objeto de la controversia y la violación del orden
público del foro. Los tribunales chilenos aplicarán siempre la ley nacional a las dos
causales mencionadas, sin importar si se trata de un laudo dictado en Chile o de uno
dictado en el extranjero.
La excepción del orden público constituye una construcción teórica propia del
derecho internacional privado, la que permite excluir la aplicación de un derecho
152 Véase Park, William, “Duty and Discretion in Intemational Arbitration”, American Joumal of
907, 1996 y del caso Hilmarton Ltd. v. Omnium de Traitement et de Valorisation (OTV), 20 Y.B. of
Commercial Arbitration, 1994. Davis, Kenneth, “Unconventional Wisdom: ANew Look at Articles V and
VII of the Convention on the Recognition and Enforcement of Foreign Arbitral Awards”, Texaslnterantional
Law Joumal, Nq. 37,2002, pp. 43-87; Smith, Erica, “Vacated Arbitral Awards: Recognition and Enforcement
Outside the County of Origin”, Boston University Intemational Law Joumal, Vol. 20, 2002,
pp. 355-392.
Curso Básico de Derecho Internacional Privado 191
internacional y de la competencia arbitral”, REDI, Vol. LÜ, 2000, pp. 371-393, p. 372.
157 Véase, por ejemplo, el art. 177(1) de la Ley Federal del Derecho Internacional Privado de Suiza
que hace referencia a “cualquier interés patrimonial”. En el mismo sentido se pronuncia el art. 1030 del
Código de Procedimiento Civil de Alemania.
158 Mitsubishi Motors Corp. v. Soler Chrysler-Plymouth Inc., 473 U.S. 614.
192 Mario Ramírez Necochea
VI. Conclusión