La Era de Juarez
La Era de Juarez
La “era de Juarez” es el término que se utiliza para designar a la etapa que va desde 1854 a
1876.
México en 1850.
Por los tratados de Guadalupe el país perdió dos millones de kilómetros cuadrados de
superficie, pero se quedó con los mismos ocho millones de personas.
El promedio de vida humana era de 24 años. Los recién nacidos morían a montones. A la gente
la azotaban las pulmonías, el paludismo y la fiebre amarilla.
En el campo, la gran masa del pueblo empobrecido se cerraba en multitud de pequeñas zonas
aisladas, en endebles y numerosas economías de autoconsumo. La vida rural era el vivo retrato
del infortunio. Dentro de la nación pobre y dividida el peor papel lo jugaba el campesino.
Se creía que Mexico era potencialmente muy rico, pero lo cierto es que producia poco y el
escaso producto estaba muy mal distribuido. A pesa de la igualdad de derechos garantizada
por las constituciones, México seguía siendo el país de la desigualdad.
Los hombres que se enriquecían con las exportaciones y las importaciones querían las tierras
de los pueblos, también las tierras del clero y los baldios del estado. Ricos y clase media pedían
que salieran al comercio las tierras de indios, iglesia y Estado.
A mitad del siglo XIX el interés puesto en la propiedad traía muchas peleas. En 1847 estalló la
“guerra de las castas” en Yucatán. Mientras la gran mayoría se disputaba la posesión del suelo,
los grupos minoritarios peleaban por el poder político. La gran masa del pueblo era pasiva en
política.
La única esperanza era la gente culta. A pesar del caos político, económico y social, la
educación pública no se había estancado del todo. La Compañía Lancastiana extendía sus
escuelas y sus métodos a la vida urbana. En las capitales de los estados prosperaban institutos
que promovían la educación media y superior. Estaban en proceso de reacción las escuelas
superiores de agricultura y comercio. Sobrevivían además, universidades y seminarios
eclesiásticos de la época española.
Los miembros de la clase culta eran pocos, estos se habían educado en las ciudades y en los
seminarios eclesiásticos. Había sacerdotes, abogados, médicos, periodistas, otros ejercían la
oratoria y la versificación y otros, la milicia.
La mayoría del club liberal era gente de modestos recursos económicos, profesión jurídica,
corta edad y espíritu romántico. La mayoría de los conservadores eran tildados de ricos, curas,
cuarteleros, poco o nada juveniles y de espíritu neoclásico. Los dos clubes eran pesimistas,
pero la índole de su pesimismo era diferente.
Los conservadores anhelaban la vuelta española y el regreso de las monarquías. Sus enemigos
les pusieron los apodos de verdes, cangrejos y traidores. Al contrario de estos, los liberales
negaban la tradición hispánica, indígena y católica. Creían en la necesidad de conducir a la
patria por las vías de las libertades de trabajo, comercio educación y letras.
Los liberales no tenían a mediados de siglo un jefe pero entre ellos se asomaba la figura de
Benito Juarez, de origen rural, educado en el seminario eclesiástico y en el instituto de ciencias
y artes de Oaxaca. Todos los liberales coincidían en las metas pero no en los métodos. Unos
querían ir de prisa y otros despacio impartiendo las aspiraciones del liberalismo. Los que
tenían prisa fueron llamados “puros” o “rojos” y los otros “moderados”, mientras estos
disputaban entre sí, los conservadores que contaban con el apoyo del clero, es decir, con una
corporación poderosa y organizada, llegaron al poder cuando gobernaba el general Arista.
Comonfort toma el cargo de presidente y se propuso emprender las reformas reclamas por la
opinión liberal. Pero los conservadores se encargaron de hacerlo imprudente, ya que no hubo
un dia de su gobierno sin motin o revuelta. El general los combatió y los venció. Promulgó las
leyes Lerdos e Iglesias para privar de su poder al clero, prohibió las corporaciones civiles y
eclesiásticas para desprestigiar a los clérigos e indicar que el liberalismo se convertía en padre
de los pobres, prohibió el cobro de derechos parroquiales a la gente humilde. Ambas leyes
unificaron a todo el grupo conservador en su contra. Pero de todas maneras la ley se impuso.
Se fortaleció de algun modo a la clase media y se debilitó al clero, sector mayoritario de los
conservadores.
A partir del congreso constituyente del de febrero el congreso constituyente produjo una
constitución parecida a la de 1824. México volvía a ser una república federal, democrática y
representativa, pero con una sola cámara (la de diputados) y sin vicepresidente. Los artículos
mas audaces fueron el 3, 5, 7, 13, 27, y 123. El 3 establecía la libertad de enseñanza, el 5 la
supresión de los votos religiosos, el 7 la imprenta libre. El 13 ratificaba las leyes Juarez e
Iglesias, y el 27 la ley Lerdo. El 123 dejaba la puerta abierta para la intervención gubernamental
en los actos del culto público y la disciplina eclesiástica.
La guerra de Reforma
Como presidente de la Corte Suprema de Justicia, Juárez, que había conseguido huir, se
convirtió en el presidente legítimo, de acuerdo con la Constitución. Presionado por sus
enemigos, hubo de refugiarse en Panamá, pero regresó en mayo de 1858 para establecer su
gobierno en Veracruz. Desde allí expidió las leyes de Reforma y proclamó una Constitución más
radical que la anterior. En 1859 su gobierno fue reconocido por los Estados Unidos, y, con su
ayuda, los liberales derrotaron finalmente a los conservadores en 1860.
Desde fines de 1861 México fue nuevamente invadido por los “peces gordos” España, Francia
e Inglaterra.
En diciembre de 1861, México fue intervenido por las fuerzas del ejército francés comandadas
por Napoleón III, quien buscaba establecer un imperio en México. La principal justificación de
esta intervención se debió a la imposibilidad que tenía el gobierno encabezado por Benito
Juárez de pagar sus deudas. No obstante, Juárez logró retenerlos, pero por poco tiempo.
En 1863, las tropas francesas lograron invadir México y permanecieron allí hasta el año 1867.
Durante ese tiempo, Juárez asumió la presidencia desde distintos lugares de su país, mientras
que Maximiliano I fue declarado como emperador de México por Napoleón III, quien contaba
con el apoyo de los conservadores mexicanos.
En la primera mitad de 1867 el ocaso del imperio se precipita. Los ejércitos liberales del norte,
del oriente y del sur comandados por Mariano Escobedo, Ángel Martínez y Porfirio Díaz
derrotan una y otra vez a los ejércitos imperialistas del occidente, del oriente y del centro,
comandadas por Miguel Miramón, Tomas Mejía y Leonardo Márquez. El 19 de junio de 1867
en Querétaro, en el Cerro de las Campanas, Maximiliano, Mejía y Miramón son fusilados. Dos
días después, México, la capital, cae en poder de Porfirio Díaz.
Ese mismo día lanzó el manifiesto en el que está contenido el apogema que todos recordamos:
“entre los individuos como entre las naciones, el derecho ajeno es la paz”.
Por último, logró formar un presupuesto de egresos que siempre fue escaso y que en un 50%
se destinó a gastos militares.
Movidos por una fé ciega en la capital redentora y lucrativa de las modernas vías de
comunicación, principalmente del ferrocarril, los gobiernos de Benito Juarez y Sebastian Lerdo
de Tejada dedicaron lo mejor de sus esfuerzos a construirlas con el concurso de compañías
inglesas y norteamericanas. Para 1867 la mayoría de los países europeos y los EEUU disponían
de una vasta red de caminos de hierro. Mexico, en cambio, no tenia prácticamente nada. La
primera obra ferroviaria importante fue la de México a Veracruz.
¿Por qué a los EEUU y a la República Argentina si, y a México no? El congreso ofrece a los
inmigrantes tierras a precios módicos y pagaderos a largo plazo, les da facilidad para adquirir la
ciudadanía mexicana y diversas ayudas económicas. Como coadyuvante del poblamiento y la
colonización se intentó el deslinde y la venta de terrenos baldíos. Para atraer colonos se había
estatuido la libertad de cultos. Con tal de hacer venir a los extranjeros se hizo mas de lo que se
podía. Pero colonos llegaron muy pocos y los pocos que llegaron se establecieron en las
ciudades y se dedicaron al comercio o a otros negocios prosperos.
El progreso económico conseguido fue menos deslumbrante que el social y mucho menos que
el cultural.
Por lo que toca al trabajo, los logros se quedan en el papel. El presidente Juárez, al oír a un
peón lamentarse por recibir azotes, dispuso la abolición de los castigos corporales.
En los pequeños círculos de obreros y artesanos, la agitación fue mayor. En primer lugar se
formaron numerosas asociaciones de trabajadores industriales. En 1872 ya había tantas
asociaciones que se hizo necesario construir una central obrera que se llamó “ Gran circulo de
Obreros de Mexico”. Sus dirigentes combinaron principios liberales con orientaciones
socialistas. Promovidas por aquellos lideres se fundamentaron algunas cooperativas de
producción, se consiguieron alzas de sueldos y se hicieron frecuentes y a menudo prolongadas
huelgas contra empresarios mineros y textiles.
En innegable, que Juarez y su gente trató de favorecer a los grupos mas desfavorecidos de la
sociedad: peón, obrero e indígena marginado. Con todo, la vida de los pobres apenas se
modificó y no siempre en su beneficio.
Tras las leyes vinieron las apasionadas discusiones sobre métodos pedagógicos y la apertura de
escuelas. Todas las nuevas escuelas eran de nuevo cuño: gubernamentales, gratuitas, laicas y
devotas de las ciencias. Habían pasado a segundo término los centros educativos de la
Sociedad Lancasteriana y tercero, las escuelas regenteadas por curas. Con todo, la primera
enseñanza no pudo llegar al campo, y dentro de las ciudades alcanzó a la clase media y muy
poco a la trabajadora. La enseñanza secundaria y superior se mantuvo elitista.
Todas las revoluciones de Mexico se han propuesto cambios sustanciales pero casi siempre
han tenido un éxito menor en la mudanza de las costumbres económicas, políticas, sociales, y
un éxito mayor en la zona de las letras y las artes.