Construcción Ciudadana

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Construcción ciudadana

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CONSTRUCCIÓN CIUDADANA

LUISA FERNANDA MELAN

CONSTITUCIÓN POLÍTICA

UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE PEREIRA

LIC EN ESPAÑOL Y LENGUA CASTELLANA

PEREIRA 2020
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Contenido
Introducción---------------------------------------------------------------------------------------------------- 4
Ciudadanía------------------------------------------------------------------------------------------------------ 5
Derechos de la ciudadanía--------------------------------------------------------------------------------10
La importancia del concepto de ciudadanía----------------------------------------------------------12
DERECHOS Y CIUDADANIA-----------------------------------------------------------------------------------------------12

Educación ciudadana--------------------------------------------------------------------------------------- 13
CIVISMO CLÁSICO A LA EDUCACIÓN CIUDADANA--------------------------------------------------15
El concepto de ciudadanía en el pensamiento contemporáneo---------------------------------17
Construcción de ciudadanía desde la infancia-------------------------------------------------------18
Construcción de ciudadanía------------------------------------------------------------------------------20
Políticas educativas en el ámbito internacional-----------------------------------------------------22
Actividades---------------------------------------------------------------------------------------------------- 23
1 actividad “sueño mi ciudad-------------------------------------------------------------------------------------------23
SUEÑO MI CIUDAD.--------------------------------------------------------------------------------------------------------- 24

PREGUNTAS PARA EL DEBATE------------------------------------------------------------------------------------------25

2 Actividad---------------------------------------------------------------------------------------------------- 26
EJEMPLOS DE PREGUNTAS-----------------------------------------------------------------------------------------------27

CONCLUSIÓN------------------------------------------------------------------------------------------------- 28

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Introducción

En los últimos tiempos, desde distintos ámbitos se escuchan interpelaciones a “construir


ciudadanía”. Sobre ello se extiende un consenso generalizado, ya que esta fórmula
condensa un ideal respecto de cómo mejorar el vínculo que nos une en tanto miembros
de una nación o una sociedad. Sin embargo, detrás de este aparente acuerdo se esconden
diversas formas de concebir aquello que supone “construir ciudadanía” derivadas de las
múltiples maneras de pensar lo ciudadano. Estas líneas están dedicadas a rastrear los
variados significados detrás de este loable aunque vago eslogan. Para ello, dividiremos el
artículo en cuatro apartados. En los primeros tres nos centraremos en qué significa
“construir ciudadanía” desde los enfoques liberales y sociales. Y en el cuarto cerraremos
con una reflexión sobre la posibilidad de integrar estas tradiciones con relación a los
desafíos actuales que enfrenta nuestro país. Antes de comenzar el recorrido por las
diversas formas de concebir la “construcción de ciudadanía”, detengámonos en un breve
comentario sobre el término “construcción”. En primer lugar, una construcción es siempre
un proceso diacrónico, una actividad que se desarrolla en el tiempo. Se puede construir
una casa o un edificio, una relación de pareja, y se puede construir ciudadanía. En todos
los casos, se trata de una actividad que requiere de cierta duración. Nada se construye
inmediatamente. En aquellas construcciones que, como la ciudadanía, no son simples
proyectos de índole personal sino que se vinculan con la constitución de lo social, este
tiempo es el tiempo histórico. En segundo lugar, una construcción tiene siempre una meta
o fin al que se aspira. Ya sea arquitectónico, amoroso o político, toda construcción aspira a
ver materializado ese ideal que moviliza a aquel que se propone alcanzarlo. Esta doble
característica nos orientará en cuanto a cómo interpretaremos las distintas maneras de
concebir la “construcción de ciudadanía”. Nos proponemos describir el ideal que moviliza
cada tipo específico de construcción y cómo el mismo se ha desenvuelto a lo largo de la
historia.

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Ciudadanía

El concepto de ciudadanía es un concepto muy discutido. El debate actual sobre la


ciudadanía encuentra sus raíces en distintas tradiciones, tanto de la sociología, como de
las ciencias políticas. El concepto involucra sin duda, tanto las relaciones entre los
ciudadanos. como las relaciones entre los ciudadanos y el Estado, y los cruces entre tales
actores, tanto en el plano legal, normativo y material.

A partir de los años noventa el concepto de ciudadanía ha adquirido nuevamente


importancia, por su parte a nivel de la teoría social el concepto se desarrolla y moderniza,
es también así que en la mayor parte de los países europeos y en los Estados Unidos, se
revigoriza la idea de ciudadanía. Y es durante fines de los años 80 y comienzos de los 90
que en América Latina se vuelve a la normalidad democrática con todo lo que ello
involucraría. El lenguaje de la ciudadanía está cada vez más presente en los discursos de
los diferentes actores y organizaciones sociales, de los movimientos y de los partidos
políticos. Es así como los vínculos entre las diferentes dimensiones de la desigualdad
ciudadana y la posibilidad de ejercicio de los derechos ciudadanos son objeto de atención
por parte de un creciente número de investigadores.

Un hito importante en la producción sociológica en torno al tema de la ciudadanía social,


lo constituye la obra de T. Marshall, Citizenship and Social Class (1950), donde el autor
elabora una noción de ciudadanía compleja que muestra cómo los derechos se
constituyen históricamente formando la base de la ciudadanía moderna.

Marshall, partiendo del análisis de la historia británica, distingue tres dimensiones en la


ciudadanía moderna: la civil, la política y la social. La ciudadanía civil comprende los
derechos necesarios para la libertad personal, la libertad de expresión y de pensamiento,
los derechos de propiedad y los derechos a la justicia. Fueron los primeros derechos
conquistados para enfrentar el abuso en el ejercicio de la autoridad; y el Estado debe ser
garante de estos derechos civiles y protegerlos contra los abusos. La ciudadanía política
supone el derecho a participar en el ejercicio del poder político a través del voto y el
derecho a ser elegido.

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Pero la contribución de Marshall es agregar la dimensión social de la ciudadanía,
conformada por los derechos a la educación, al bienestar y a la seguridad económica y
social. Este concepto de ciudadanía social incluye derechos y también obligaciones, tales
como el derecho y la obligación del trabajo, el pago de impuestos, la educación de las
nuevas generaciones, el acceso a la salud, etc.

Estos derechos sociales fueron conquistados en Europa de fines del siglo XIX y comienzos
del XX, ello con clara posterioridad a los derechos civiles y políticos y se corresponden con
el desarrollo de: la industrialización, las instituciones del Estado moderno y con el
reconocimiento del sindicalismo, entre otros factores, paralelamente en nuestra América
son producto de años de luchas sociales inspiradas desde movimientos de presión,
partidos de izquierda, programas de gobiernos o en último caso desde el estado. Así la
periodización realizada por Marshall - ampliamente criticada y también aceptada - , como
se verá más adelante, establece que los derechos civiles fueron consagrados en el siglo
XVIII, los políticos en el siglo XIX y los sociales en el siglo XX (Aguirre, R., 2003).

Marshall propuso entonces que los derechos sociales que son de una importancia
primordial para el estatus de la sociedad. Sin embargo; El Ideal Liberal de ciudadanía
aparece también centrado en los derechos civiles, sociales y políticos, todos elementos
existenciales del concepto de ciudadanía. Donde principios como libertad,
responsabilidad, tolerancia, justicia social e igualdad de oportunidades pasan a ser valores
centrales, a saber: “los átomos que al movilizarse con la energía cinética de la democracia
aportan al desarrollo molecular el ADN que nutre la idea de ciudadanía” (Yelpi, A, 1997).

Bérèngere Marques-Pereira (1997) destaca que el verdadero interés de la propuesta de


Marshall radica en la posibilidad de “sociologizar” el concepto de ciudadanía; éste pasa a
ser considerado como “un proceso de construcción social en el cual las relaciones
existentes en el área política son importantes”. Los procesos de inclusión y exclusión
pueden ser fluctuantes y contradictorios. Se distingue así, la ciudadanía formal, definida
por la pertenencia a un Estado y a una Nación, y la ciudadanía real, relacionada a la
participación política y cívica vinculada a los procesos de democratización.

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Así los derechos sociales constituyen un ingrediente importante en la construcción y
desarrollo de la ciudadanía en la medida en que le asignan contenido. Se presentan como
relaciones sociales cambiantes que se construyen como resultado de la interacción entre
participación social e intervención del Estado.

Hoy la democracia liberal ha sido aceptada como el modelo universal de organización


política, pero todavía, solo una parte del planeta es realmente democrática, distinto es
serlo de verdad a solo declararlo formalmente.

Adicionalmente, dado que los derechos sociales implican expectativas que tienen como
objeto prestaciones públicas (transferencias, nivel mínimo de instrucción, salud y
bienestar, etc.), traen consigo requerimientos organizativos y de procedimiento, y
demandan un elevado monto de recursos. Su cumplimiento está muy relacionado con la
existencia de una economía de mercado bien desarrollada, una sólida infraestructura
administrativa y profesional, sumada a un eficiente aparato fiscal.

Lo anterior está íntimamente ligado al desarrollo de las sociedades abiertas basadas en la


libertad política y la libertad económica, pues ahí la idea de ciudadanía encuentra sus
canales de expresión y desarrollo.

Si optáramos por trabajar con una definición elemental o básica de ciudadanía, tendríace
que definir esta como: Condición del individuo como miembro de una comunidad política
a la que está jurídicamente vinculado por el mero hecho de la pertenencia. Aun así,
estamos en presencia de la universalidad de la misma, que permite el disfrute de los
derechos económicos, políticos, sociales y culturales.

Entonces, un ciudadano es un miembro de una comunidad política. La condición de


miembro de dicha comunidad se conoce como ciudadanía, y conlleva una serie de deberes
y una serie de derechos. (Marshall, 1950).

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"El derecho y la disposición de participar en una comunidad, a través de la acción
autorregulada, inclusiva, pacífica y responsable, con el objetivo de optimizar el bienestar
público."

Entre los más importantes derechos, destacan por su importancia imprescindible, aquellos
referidos a la participación política, capacidad de elegir y ser elegido, (mediante
el derecho al voto) que es la señal de identidad de las democracias
representativas predominantes en el mundo.

Entre los deberes, destacan la obligación de respetar los derechos de los demás, de
contribuir al bien común respetar los valores predominantes - que incluyen el sentido
de justicia y de equidad -, y otros que contribuyen a afirmar la tesitura social y la paz. En
tal sentido, tanto más democrática es una sociedad cuanto más incluyente, es decir,
cuanto más ciudadanos plenos la conforman.

No obstante, los derechos sociales reclaman no sólo aspectos civiles y políticos,

Si no también los derechos humanos. En este marco, aquellos surgen en el intento de


asegurar las condiciones para el pleno ejercicio de los derechos individuales, garantizando
el acceso a los medios de vida y de trabajo en sentido amplio. Otorgan la posibilidad de
participar del bienestar social, entendido como bienes que se incorporan a través de un
proceso colectivo y se van acumulando en el tiempo.

En nuestro país, la idea de ciudadanía, sus elementos y variables se sustentan en el


continuo histórico, desde la emancipación hasta nuestros días Adicionalmente, dado que
los derechos sociales implican expectativas que tienen como objeto prestaciones públicas
(transferencias, nivel mínimo de instrucción, salud y bienestar, etc.), traen consigo
requerimientos organizativos y de procedimiento, y demandan un elevado monto de
recursos. Su cumplimiento está muy relacionado con la existencia de una economía social
de mercado bien desarrollada, una sólida infraestructura administrativa y profesional, y
un eficiente aparato fiscal.

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La definición de los contenidos y del monto de las prestaciones sociales depende, en
mayor medida que los derechos civiles y políticos, de la disponibilidad de recursos
económicos y financieros generados en el mercado, y también está ligada a decisiones
discrecionales de la administración pública, al juego de equilibrios de fuerza, y a
reivindicaciones políticas y sociales que surgen, con frecuencia de manera conflictiva en
toda la sociedad. En virtud de su elevado costo y de su incidencia en los mecanismos de
acumulación de la riqueza y de la captación fiscal, los derechos sociales tienen un carácter
mucho más aleatorio que las acciones dirigidas a proteger los derechos civiles y los
políticos

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Derechos de la ciudadanía

Se puede afirmar que, entre los distintos criterios sobre cuáles son los elementos que
integran el concepto de ciudadanía, se distingue un componente jurídico-político, un
componente socio-cultural y un componente institucional. El componente jurídico-político
se refiere al reconocimiento, por parte del Estado, de derechos y responsabilidades hacia
el individuo como miembro de una comunidad política. O sea, deriva de la condición legal
o jurídica de la persona dentro de la comunidad.

El aspecto socio-cultural se refiere a la identidad, conciencia y sentido de pertenencia a


una comunidad política y a las prácticas individuales y colectivas para ejercer derechos y
cumplir las responsabilidades ciudadanas. El aspecto institucional tiene como finalidad
proteger los derechos y regular las responsabilidades que se encuentran reconocidas en
las constituciones políticas nacionales y en los tratados de la órbita de Naciones Unidas
(principalmente el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales). La función de éstos es hacer
efectivo el carácter exigible, defendible y justificable de los derechos humanos y
convertirlos en compromisos reclamables ante el Estado.

Ahora bien, en la literatura clásica sobre ciudadanía, el sociólogo inglés T. H. Marshall


expresaba que los derechos de ciudadanía se han desarrollado en tres dimensiones
históricamente sucesivas: la civil, la política y la social. Los derechos civiles protegen la
seguridad del ciudadano y le permiten ser autónomos respecto al Estado. Consideran al
individuo como un sujeto capaz de tomar decisiones y de reconocer sus intereses y
preferencias. Los derechos políticos refieren a la capacidad de esos sujetos respecto a
elegir quienes han de gobernarlos. Por último, los derechos sociales garantizan las
condiciones mínimas de supervivencia y dignidad para todos los miembros en condiciones
de igualdad.

El autor en mención expresó que el estatus de ciudadanía es asignado a todos aquellos


miembros plenos de una comunidad. Todos los que posean tal estatus son iguales
respecto a derechos y deberes. En cuanto a clase social, expresaba, es un sistema de
desigualdad y también, como ciudadanía, puede basarse en un conjunto de ideales,
creencias y valores. Una de las debilidades anotadas a este pensamiento es que pone al
mismo nivel, en un solo concepto, derechos civiles y políticos, los cuales, desde el punto
de vista liberal, son universales. Los derechos sociales no tienen esa característica; deben

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ser garantía suficiente de las condiciones necesarias para que puedan ejercerse
debidamente los derechos civiles y los derechos políticos.

Por eso, su concepto de ciudadanía implica participación y crear en el ciudadano el


sentido de compromiso con el destino de la sociedad. Para el mencionado autor, el
concepto de ciudadanía social se basa en el derecho a gozar de cierto estándar mínimo de
vida, de bienestar y de seguridad económica.

A finales del siglo XIX, el concepto de ciudadanía se enmarca en una “cuestión social”, se
vinculó, de manera más directa, con la necesidad de reivindicar de modo más formal a los
derechos sociales y la noción del trabajo para la construcción de un Estado de bienestar
social. Sin embargo, en la idea de ciudadanía se pone énfasis en la importancia de los
derechos, sin considerar las obligaciones. Esto ha dado lugar a fuertes críticas, como
posturas ideológicas (derecha e izquierda), debido a la necesidad de que un concepto
adecuado de ciudadanía debe incluir tanto derechos como responsabilidades en un
marcado equilibrio.

Surge entonces la duda de si es posible gozar plenamente de derechos civiles y políticos


cuando no hay acceso a las condiciones de satisfacción de las necesidades básicas.
Importa un enfrentamiento del Estado y la sociedad civil, cuyas asociaciones ejercen su
libertad, autonomía y expresan sus intereses.

El desarrollo de los derechos de la ciudadanía civil estuvo, durante el


siglo XVIII, directamente vinculado con el acceso igualitario a las distintas formas de
administración de justicia. Las cortes llegaron a tener un importante papel ante el poder
público y surgió la noción de libertad de trabajo, esencial para el desarrollo del capitalismo
industrial.

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La importancia del concepto de ciudadanía

DERECHOS Y CIUDADANIA

A partir de los procesos de democratización acentuados durante los gobiernos


democráticos, es cada vez más frecuente el uso del concepto de ciudadanía, junto con el
de derechos sociales ligados a éste, ello como criterio para atender el bienestar social. En
la utilización de tales conceptos y en el objetivo de establecerlos como principios
distributivos, coinciden en nuestro país y otros países de América Latina académicos,
organismos internacionales, partidos políticos, dependencias del gobierno y
organizaciones no gubernamentales, etc. Así, es común encontrar este concepto en
trabajos académicos, en textos publicados por algunos organismos internacionales y
estudios especializados.

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Educación ciudadana

La educación ciudadana es el proceso de constitución de sujetos que contribuyan


al fortalecimiento de los Estados y las sociedades democráticas, y cuestionen las
estructuras de dominación y violación a la dignidad humana. 

Supone, por lo tanto, la formación de una ciudadanía reconocedora del otro, activa,


crítica, comprometida con su país y con el mundo, con la reconstrucción social en
contextos de transición, así como la creación de condiciones de justicia social que
den sentido ético al crecimiento económico.  

La escuela es una institución fundamental para la construcción de ciudadanía, es decir,


para la formación de niñas, niños y jóvenes conscientes de sus derechos, con valores
cívicos, un alto sentido de responsabilidad ciudadana y habilidades para participar, ejercer
la autoridad democrática, tomar decisiones y convivir de manera solidaria, respetuosa,
tolerante y justa.

Respecto al concepto de educación sobre derechos humanos como base de la ciudadanía,


desde una visión de derecho universal y europeo, por encima de lo nacional. Admite que,
si bien la diversidad existente en los ideales educativos varía según la nación y la cultura,
los procesos de educación se extienden a lo largo de toda la vida de los ciudadanos.
Asimismo, afirma que la enseñanza de los derechos humanos es el punto de partida de
todos los esfuerzos para obtener ciudadanía a través de la educación y que el “ser persona
y el ser ciudadano” van unidos.

En una detallada referencia a las principales constituciones europeas y pactos universales


de derechos humanos, del modo como en ellos están consagrados los alcances de ser
ciudadano, concluye en la importancia de educar desde la más temprana edad sobre los
derechos humanos, como fundamento de las actuales democracias. Destaca que, como
científicos y maestros, “somos nosotros, el llamado hombre común, quienes debemos
empeñarnos para llevar a cabo en la vida diaria el proyecto ciudadano a través de la
educación”.

La educación y la sociedad civil son un ideal en el Estado constitucional unidos por valores,
tales como la libertad y la dignidad humana, la democracia y la responsabilidad, la
tolerancia y la solidaridad, la disposición al esfuerzo, el profundo respeto a la vida, el amor
por la paz, la capacidad de crítica, el sentido de justicia, así como la conciencia ecológica.

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“Lo que para el joven ciudadano son objetivos educativos, para el adulto son valores
orientadores”.

En este sentido, es necesario tener en cuenta que, si la familia, la escuela y el lugar de


trabajo reflejan comportamientos honrados y justos y actúan de modo imparcial y
equitativo, se va creando una atmósfera que refleja ese mismo comportamiento en sus
miembros.

Un ciudadano comprometido debe conocer la organización funcional del Estado a que


pertenece, sus fundamentos, los principios en que se basan la Constitución y las
leyes, elementos fundamentales para entender el ámbito político y social en el cual está
inserto. De ese modo, pueden comprender el alcance de las acciones que se toman a
diario y que afectan a los demás.

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CIVISMO CLÁSICO A LA EDUCACIÓN
CIUDADANA

El desarrollo de la educación ciudadana  en la educación formal está marcado por una


evolución desde el paradigma clásico del civismo hasta enfoques integrales de formación
ciudadana. 

El civismo clásico se define como “la capacitación que recibe el ciudadano en ciernes para
conocer sus derechos, obligaciones, el funcionamiento de su país y de las instituciones
democráticas” y se le concibe, además, como el vehículo para la afirmación de la
identidad nacional, el desarrollo de sentimientos patrios y el respeto al Estado de
Derecho.

En buena medida el contexto sociocultural y político de los últimos decenios obligó a


repensar el civismo: el continuo estado de violencia que se vive en el mundo globalizado,
que va desde la guerra hasta el terrorismo, pasando por la guerrilla, la violencia generada
por el narcotráfico y diversas formas de guerra de baja intensidad; el deterioro ambiental;
el empobrecimiento salvaje de una parte de la humanidad como producto de modelos
económicos poco efectivos; el reconocimiento de la diversidad étnica y cultural con el
consiguiente impacto en la idea de Estado-Nación.

En respuesta a éstos y otros imperativos se supera el civismo como forma sin contenido,
como rito sin implicación, como formalismo y se configura una percepción más amplia en
la que se articula al civismo la educación para la paz, para el medio ambiente, la educación
en derechos humanos y para la democracia, así como la perspectiva de género o la
multiculturalidad. Esta articulación da lugar a la educación ciudadana, de la cual
Caruso (2002) propone la siguiente definición: 

La educación ciudadana es el conjunto de acciones llevadas a cabo por diferentes


instituciones y organizaciones sociales y políticas que tienen como objetivo el desarrollo
de actitudes, valores, principios y normas de convivencia democrática y el desarrollo de
competencias participativas en las esferas de decisión de la sociedad. Supone un proceso
de organización y de participación consciente de los ciudadanos en los asuntos del país. 

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Tal como lo evidencia nuestra historia, este enfoque no ha fomentado el
pensamiento crítico y tampoco ha influido en los grandes cambios sociales puesto que el
alumnado no desarrolla capacidades para la participación política, para enfrentar el
conflicto o para tomar decisiones fundadas en sus propios valores. 

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El concepto de ciudadanía en el pensamiento
contemporáneo

Para entender mejor los derechos de ciudadanía es necesaria la revisión del concepto de
ciudadanía. No se puede decir que exista relación directa entre democracia y ciudadanía,
dado que sus desarrollos no han sido paralelos. Existe una tendencia a pensar en
ciudadanía política; pero el concepto tiene otras dimensiones mucho más amplias. No
alcanza sólo a garantizar el libre derecho al voto y a ser elegido. Así, las otras dimensiones
de ciudadanía incluyen la civil, económica, social y cultural. De lo anterior puede
sostenerse que el concepto de ciudadanía es complejo, y que se fundamenta en una serie

Según Ferrajoli,la declaración de 1789 reconoció como derechos del hombre los derechos
de la libertad y como derechos de los ciudadanos, los derechos políticos, ambos esenciales
no sólo para el desarrollo del primer capitalismo.

Por tanto, su efectiva universalización dependerá de la credibilidad de valores de igualdad


de los derechos de la persona, de la propia ciudadanía.

Sólo así se puede pretender instituir una ciudadanía universal que supere la diferenciación
entre derechos del hombre y derechos del ciudadano, y reconozca a todos los hombres y
mujeres del mundo, en cuanto personas con idénticos derechos fundamentales.

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Construcción de ciudadanía desde la infancia

La infancia es el periodo transcurrido desde el nacimiento hasta los 6 años, donde


comienza el proceso de reconocimiento de personas y de sí mismos, actividades físicas y
adquisición de la lectoescritura y el lenguaje. La niñez abarca de los 6 a los 12 años. Es
cuando se consolida su identidad, se adquiere conciencia de sus capacidades y
limitaciones, se percibe su situación en el mundo social, y se aceptan normas,
comportamientos cooperativos y de participación, y se desarrollan actitudes de respeto
recíproco y tolerancia. Una vez identificado el rango de edad, desde allí pueden comenzar
a implementarse programas destinados a fomentar la participación de niñas y niños
interactuando en los ámbitos familiar, escolar, comunitario y social.

Se considera que la infancia es la etapa más propicia para que una adecuada y completa
educación influya en la construcción de ciudadanos que sepan cuáles son tanto sus
derechos como sus obligaciones ante los demás dentro del tejido social. Este último se
reforzará, precisamente, con el uso de este tipo de enseñanza que es a corto, mediano y
largo plazo. Por tanto, permitir una activa participación a los infantes es un complemento
indispensable en el tipo de educación al que se viene haciendo referencia y que será
motivo de análisis en el desarrollo de este apartado.

Dentro del marco jurídico internacional, la Convención de Naciones Unidas sobre los
Derechos del Niño proclamó hace más de veinticinco años el derecho de los menores a la
participación. Se trata de un tratado internacional de 54 artículos que afirma la necesidad
de proporcionar cuidados y asistencias especiales al niño en razón de su vulnerabilidad.
Destaca la importancia de la familia en su protección y asistencia, la necesidad de
protección jurídica antes y después del nacimiento, el respeto a los valores culturales de
su comunidad y el papel de la comunidad internacional para que los derechos del niño se
hagan realidad.

A título ilustrativo, y en la misma dirección de crear ciudadanía desde la infancia, se cita,


entre las distintas instituciones que han surgido en diferentes países con la misma
finalidad, dos ejemplos dentro del hemisferio americano, en la República Argentina. Uno
de ellos es la llamada Republica de los Niños, creada por el presidente Perón en el año
1951. Su objetivo es poner al niño en contacto con las responsabilidades ciudadanas para
que cuando llegue a la mayoría de edad esté consciente de sus derechos y obligaciones.
En el mismo sentido, el programa llamado Los Niños gobiernan la República, los alumnos
de las escuelas locales hacen de diputados o senadores y elaboran declaraciones

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infantiles. También se encuentra el programa llamado “Buenos Aires, ciudad amiga de los
niños”. Todos estos surgieron de las propuestas del pedagogo italiano Francisco Tonucci,
las cuales consideran a los niños como partícipes de una sociedad y no como meros
espectadores.

19
Construcción de ciudadanía

“El ciudadano es aquel que ha participado en la conquista y construcción de la ciudad.”

JORDI BORJA

La ciudadanía es un status, es decir, un reconocimiento social y jurídico por el cual una


persona tiene derechos y deberes por su pertenencia a una comunidad, en general, de
base territorial y cultural. Los "ciudadanos" son iguales entre ellos, en la teoría no se
puede distinguir entre ciudadanos de primera, de segunda, etc. En el mismo territorio,
sometidos a las mismas leyes, todos deben de ser iguales. La ciudadanía acepta la
diferencia, no la desigualdad.

La ciudadanía se origina en las ciudades, caracterizadas por la densidad, la diversidad, el


autogobierno, las normas no formales de convivencia, la obertura al exterior,... Es decir, la
ciudad es intercambio, comercio y cultura. No es solamente "urbs", es decir,
concentración física de personas y edificios. Es "civitas", lugar del civismo, o participación
en los quehaceres públicos. Es "polis", lugar de política, de ejercicio de poder.

Sin instituciones fuertes y representativas no hay ciudadanía. El status, los derechos y


deberes reclaman instituciones públicas para garantizar el ejercicio o el cumplimiento de
los mismos. La igualdad requiere acción pública permanente, las libertades urbanas
soportan mal las exclusiones que generan las desigualdades económicas, sociales o
culturales. La ciudadanía va estrechamente vinculada a la democracia representativa para
poder realizar sus promesas.

En una palabra, la ciudadanía pasa por la construcción y el fortalecimiento de la civilidad,


de la sociedad civil. "El ciudadano se construye en la participación política sobre el destino
de la sociedad. Sin una participación en la vida pública no es posible construir la
ciudadanía: el ciudadano debe, como pensaba Aristóteles, ser aquel que es capaz de
gobernar y de ser gobernado. Por consiguiente el proyecto de ciudad debe tener como eje
articulador la construcción de una nueva ciudadanía"

Esto se concreta en la participación, por diversos mecanismos, en la toma de decisiones


sobre cuestiones de interés común: “La autonomía política de los ciudadanos debe
expresarse en la auto-organización de una comunidad que se da sus leyes mediante la
voluntad del pueblo. La autonomía privada de los ciudadanos debe por otra parte - señala

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Haber más – cobrar forma en los derechos fundamentales que garantizan el dominio
anónimo de las leyes”

Pero esta condición de ciudadano, bien sea formada en acto pedagógico o desarrollo
político en el escenario de la ciudad, hoy tiene que consolidar y profundizar la democracia,
la cohesión social, la equidad, la participación, en suma, la moderna ciudadanía.

No estamos ante un pre-requisito de ciudadanía política, es decir, no se trata de construir


primero las condiciones sociales y económicas para vivir con dignidad y luego, ahí sí,
ocuparse de los problemas de interés común. Estamos ante un proceso simultáneo. En el
acto de dotarse de las condiciones referidas, de construir una ciudad más al alcance de su
mano, se constituyen los sujetos autónomos que ejercen una ciudadanía plena.

En definitiva, la consideración según la cual la política tiene un ámbito autónomo y se


ocupa solamente del control y dominio del poder público, evade el hecho de que la
participación de las comunidades, además de tener un carácter histórico, tiene una
función transformadora de la sociedad y por ello es en esencia un ejercicio pleno de la
política.

21
Políticas educativas en el ámbito internacional

Los conocimientos sobre la organización funcional del Estado se enmarcan en la educación


cívica. Pero debe distinguirse que ésta es el conocimiento de las normas básicas de la
política y el gobierno que se encuentran en la Constitución y en las leyes. La educación
ciudadana, por su parte, refiere a la educación en actitudes y valores que disponen a las
personas a participar en problemas públicos e involucrarse en una acción colectiva para
encontrar soluciones. Con ella se busca el bien común y practicar, a través de relaciones
interpersonales, diversas formas de entendimiento social.

Mediante la educación ciudadana, comprenden que vivir en sociedad es un problema que


involucra a todos; se desarrolla un sentido de justicia y de cuidado hacia el otro, y un
pensamiento crítico e independiente para trazar su futuro; se aprende a deliberar, a
discutir para conseguir que sus proyectos accedan al poder formal y al gobierno legítimo.

las universidades deben desarrollar estrategias de pedagogía basadas en el desarrollo de


comunidades de aprendizaje, revisando la agenda global y local, formando equipos
multidisciplinarios de investigación que se reflejen en la toma de decisiones en todas las
áreas de la institución universitaria, a fin de cumplir con lo esencial de la labor académica,
construir sociedades verdaderamente democráticas.

22
Actividades

1 actividad “sueño mi ciudad

Tiempo: 60 minutos

Objetivos: Analizar aspectos que conciernen a nuestra visión de la ciudad y a nuestro


papel dentro de ella.

Desarrollo de la actividad: Para iniciar la actividad se propone hacer una lectura general
del texto “Sueño mi ciudad”, que se incluye a continuación, entre todo el grupo. Se leerán
en voz alta las preguntas para solucionar dudas y, posteriormente, hacer individualmente
la ficha de preguntas. Si los participantes presentaran dificultades lectoescritoras, pueden
contestar individualmente al grupo en voz alta. Se finalizará con un debate entre todo el
grupo en torno a las respuestas expresadas.

Materiales

- Texto: “Sueño mi ciudad”

- Ficha de las preguntas (si la actividad es por escrito)

- Bolígrafos y papel

23
SUEÑO MI CIUDAD.

Sueño una ciudad donde sea posible sentirla como propia, el compartir, el crear, el ser
diferente, el vivir la intimidad, el gozar del silencio, el utilizar, vivir, sentir los diferentes
espacios, el ofrecer alternativas a sus problemas.

Sueño una ciudad donde el hecho de educar no sea solo papel de la escuela, la
universidad y la familia, sino que se incorpore como esencial el tiempo libre, adaptando
los espacios que hay en espacios de diálogo y aprendizaje.

Sueño una ciudad donde se pueda disfrutar de los momentos pequeños de cada día, de la
vida cotidiana, de forma que no pasen desapercibidos, porque por ellos pasa
fundamentalmente la vida, y que a través de ellos se puedan encontrar, provocar e
intercambiar experiencias. Donde el fallar, equivocarse, dudar, tener miedos, se considere
algo normal y una etapa de crecimiento personal.

Sueño una ciudad donde la libertad se compagine con la existencia de límites, normas y
leyes lógicas y justas. Aquella en la que haya esquinas, portales, rincones... que se vivan
casi como propios, o propios en compañía de alguien. Donde existan espacios vacíos, aún
sin llenar, con posibilidades de concretar, desde la ciudadanía, su utilización.

Sueño una ciudad donde circule la información, donde el saber y el poder no estén
separados ni en manos de determinadas personas y de sólo unas pocas. Donde la
tecnología no sea un nuevo foco de exclusión a la que sólo acceden los que la conocen y
poseen, sino donde los círculos científicos sean ambientes de aprendizaje.

Sueño una ciudad donde se valore que lo fundamental son los diferentes procesos, más
que los resultados. Donde se pueda participar de base, de raíz, casi “desde cero” en su
diseño, en sus procesos, en la elaboración de sus políticas, en sus momentos de fracaso y
de éxito.

Sueño una ciudad donde se pueda recuperar la credibilidad en la política y en los políticos
u ofrecer una alternativa real, donde su palabra sea la nuestra y no la impuesta.

En consecuencia, una ciudad donde la ciudadanía no sea cliente, paciente, beneficiaria,


administrada, sino colaboradora. Donde aumente la ilusión...

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PREGUNTAS PARA EL DEBATE

1. El autor del texto está imaginando una ciudad, ¿por qué crees que la sueña y no la
describe? ¿Crees que esta ciudad que está imaginando puede ser la ciudad en que
resides? ¿Por qué?

2. ¿Qué crees que nos quiere decir el autor con las siguientes expresiones?:

“Sentirla como propia”

“Vivir la intimidad”

“Gozar del silencio”

“Vivir los diferentes espacios”

3. Además de aprender con la escuela, la familia, la universidad… ¿De qué otra forma
podemos aprender?

4. ¿Qué cosas de las que haces diariamente puedes enseñarle a los demás? Cita algunas.

5. ¿Qué es para ti la libertad?

6. ¿Conoces algún espacio cercano que esté vacío y que pueda ser aprovechado por la
comunidad?

7. ¿Estás bien informada/o sobre lo que ocurre con tu ciudad día a día? ¿De qué forma te
llega la información?

8. ¿Qué ocurre si no se tiene información?

9. ¿Te parece importante aprender a utilizar las nuevas tecnologías? ¿Por qué?

10. Si fueses el Alcalde o la Alcaldesa de tu ciudad ¿qué harías por tu ciudad? Y si no


existiesen representantes políticos, ¿cómo llevarías a cabo estas iniciativas?

Resultados Las preguntas se pueden hacer tanto orales y facilitar un debate o a través de
una ficha escrita que se quedará cada participante del taller.

25
2 Actividad

Tiempo 45 minutos (24 participantes).

Objetivos: Promover una reflexión personal y un debate grupal respecto a la participación


y al proceso político de toma de decisiones.

Desarrollo de la actividad: Preparar una serie de declaraciones (5-10) conectadas con el


tema de la participación (se pueden utilizar afirmaciones nuevas o usar las recogidas en la
siguiente lista). En general, es importante asegurarse de que las declaraciones sean claras
y puedan ser entendidas por todos.

Pegar dos carteles con las palabras “Sí” y “No” en paredes opuestas.

L@s participantes deberán colocarse en el lado del “Sí” o del “No” según si están de
acuerdo o no con las afirmaciones. Todo el mundo tiene que elegir un lado, nadie puede
permanecer en el centro, pero, según la fuerza del “Sí” o del “No”, será posible estar más
cerca de la pared o más cerca del centro.

A continuación, algun@s de los participantes tendrán que explicar su postura.

Durante este debate, l@s participantes son libres de cambiar de bando. Puede ser bueno
subrayar que no hay nada de malo en cambiar de lado después de haber sido convencido
por los argumentos de alguien desde el otro lado.

También es conveniente decidir de antemano un límite de discusión por declaración (por


ejemplo 5 minutos), o decidir en el acto cuándo es buen momento para seguir adelante.

Materiales:

- El listado de preguntas que se adjunta a continuación.

- Carteles de “Sí” y “No” para pegar en la pared.

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EJEMPLOS DE PREGUNTAS

La responsabilidad de todo lo que pasa y se hace (y no se hace) en nuestra ciudad es de


sus dirigentes políticos.

Con enseñar los valores propios de la democracia es suficiente para educar en la


participación.

El debate entre la ciudadanía y l@s dirigentes políticos hace que todo sea más lento.

Sería mejor que las personas inmigrantes no participaran en la toma de decisiones


políticas ya que todo lo que proponen es para el beneficio de su colectivo y no el de toda
la ciudadanía.

L@s dirigentes políticos siempre hacen lo que quieren.

Aquellas personas que padecen una minusvalía física no tienen capacidad para valorar las
cosas que pasan en la ciudad.

Las personas mayores carecen de ideas novedosas para mejorar la sociedad.

Las personas sin estudios no deberían participar en las decisiones de la ciudadanía.

Sólo las personas adultas pueden ejercer su derecho como ciudadanas.

Los hombres son más aptos para participar y tomar decisiones políticas.

Resultados No hay ningún resultado material, sólo los argumentos que se extraigan del
propio debate, pero es posible prever un informe de lo que los participantes comentan
durante sus intervenciones.

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CONCLUSIÓN

Una efectiva construcción de ciudadanía debe comenzar por mejorar la educación


proporcionada al sector infantil, para que sean ciudadanos completos; que no sólo sepan
sus derechos, sino también las obligaciones y toda la cultura política y de legalidad que
implica ejercer activamente la ciudadanía. Es decir, ciudadanos que entiendan su rol más
allá de la participación en los procesos electorales.

Asimismo, se evidencia la necesidad de que se enriquezca dentro de la educación


ciudadana el rubro correspondiente a la inclusión social. Así, todos los menores de edad
podrán acceder a una educación que les permitirá transformarse en ciudadanos
completos cuando lleguen a la mayoría de edad. No obstante, es también evidente la
dificultad que esto implica. El continente americano no es pobre, sino injusto. La
desigualdad no está necesariamente vinculada con el subdesarrollo; puesto que hay
países desarrollados en donde unos pocos concentran la riqueza. Pero es importante
reflexionar sobre el hecho de que la desigualdad no se vincula únicamente con el ingreso y
la situación económica.

Se propone, por tanto, que antes de iniciar la educación en las primeras etapas de
formación y educación, se deben afrontar primero la inclusión social (para mejorarla) y
revertir la desafección ciudadana. Asimismo, se repite que, mientras exista desigualdad
económica, existirá desigualdad política que incidirá en la formación de una ciudadanía
que responda más a factores económicos (los cuales reducen la participación ciudadana a
ejercer el voto a cambio de algún insumo económico o material). Superando esto, se
podrá, consecuentemente, avanzar en la educación de infantes para que posteriormente
ejerzan una ciudadanía completa y esto lleve a mejorar la calidad de la democracia.

Finalmente, es importante que cada ciudadano emplee los elementos con los cuales se
limiten los factores que impiden o retrasan la construcción de ciudadanía. Se reitera: es
posible lograr la consolidación de una ciudadanía responsable a través de la educación, la
formación de formadores, el apoyo del Estado, la academia y las organizaciones sociales.

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