93 - Apocalipsis 6 - Los Ultimos Dos Sellos (Tema 93) PDF
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• ¡Seguidos por los gemidos de las víctimas del quinto sello, se escuchan los gritos de terror de sus
opresores cuando tiemblan ante la ira de Dios en el sexto sello!
El sexto sello
He aquí la descripción del `caos cósmico´ del sexto sello:
“Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como
tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la
tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se
desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.
Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo
libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las
peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono,
y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”
Apocalipsis 6:12-17.
El quinto y el sexto sello nos presentan las dos facetas del grandioso plan de salvación de Dios, que abarca
por un lado su justicia (expresada mediante su ley) y por otro lado su amor (expresado mediante su gracia).
Los rebeldes, desobedientes, impíos (o como desea llamar a todos los pecadores) se perderán por no haber
aceptado el plan divino de salvación; por no haber permitiendo que Jesucristo perdone sus pecados y se
convierta en su Salvador personal; por no haberse arrepentido de sus pecados; por no haberlos confesado a
Así ha sido siempre en la historia humana. Por su gran maldad tuvieron que morir en el diluvio los
antediluvianos inconversos; y por su gran perversidad y violencia también los habitantes impenitentes
de Sodoma y Gomorra en la lluvia de fuego y azufre. Y de la misma manera tendrán que morir todos los
malvados que se aferrarán tercamente al gran sistema religioso `babilónico´ de pecado, engaño y opresión;
durante las siete postreras plagas o en el retorno glorioso del Señor Jesucristo.
• El quinto sello nos presenta el juicio a favor del pueblo de Dios para declararlos `justos´ y vestirlos
con las vestimentas simbólicas de salvación, cumpliendo con Daniel 7:22; mientras que el sexto sello
nos presenta un juicio contra el opresor con el fin de ejecutar sobre ellos el castigo de la `venganza´
determinado sobre ellos, cumpliendo Daniel 7:26.
El sexto sello está compuesta por dos partes. Analizaremos ahora la primera parte respecto a las grandes
señales que introdujeron la fase final de la historia humana, es decir el “tiempo del fin” y el `juicio celestial´,
antes del retorno de Jesucristo en gloria y majestad.
Jesús había dado las mismas señales cósmicas en su sermón profético cuando anunció: “E inmediatamente
después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor,
y las estrellas caerán del cielo...” Mateo 24:29. Y ocurrió tal como Cristo lo había anunciado pues
¡“inmediatamente después de la tribulación de aquellos días” ocurrieron estas tres señales cósmicas en el
“sol”, la “luna” y las “estrellas”! En 1773 terminó la “santa” Inquisición medieval del papado del Vaticano
¡cuyos “días” Dios había `acortado´ “por causa de los escogidos” 25 añosantes del fin de la soberanía papal
europea! Recuerde Mateo 24:21, 22 y repase el tema 32 de este seminario para profundizar.
Sabemos que en el año 1798 comenzó proféticamente el “tiempo del fin”, al culminar el importante tiempo
profético de los 1260 días/años, equivalente a los `42 meses´ y a los `tres tiempos y medio´ de las profecías
bíblicas. En ese año, la Revolución Franceso destronó al papa Pio VI y aplicó así la “herida mortal” al papado
del Vaticano, neutralizando de esta manera la amenaza de la Iglesia. Y justo 46 años después inició el “tiempo
del fin” inició el `juicio celestial´ repitiendo el mismo tiempo de construcción para iniciar los servicios del
templo de la antigüedad. Vea Juan 2:20. De esta manera llegó la respuesta a la pregunta histórica ¿hasta
cuándo? de Daniel 8:13.
El pasaje describe los eventos que ocurren durante el impresionante retorno de Jesucristo cuando “el cielo
se desvaneció como un pergamino que se enrolla”. Durante ese evento de carácter universal “todo monte y
toda isla se removió de su lugar.” ¡Será el fin del mundo!Entonces se nos presenta la desesperada reacción
de “los reyes de la tierra”, es decir los presidentes y gobernantes de las naciones, y de las demás personas
ya sean “grandes” personajes, gente rica, capitanes influyentes, personas poderosas, y “todo siervo y todo
libre”. Apocalipsis 6:14, 15.
Ellos no quieren ver a Dios “sentado sobre el trono” ni tener que enfrentarse a “la ira del Cordero” (Jesucristo),
pues saben muy bien que “el gran día de su ira ha llegado”. En vez de encontrarse con su Creador, al que
rechazaron orgullosamente, persiguiendo a sus siervos que se opusieron a “Babilonia” guardando los
diez mandamientos de Dios, prefieren esconderse “en las cuevas y entre las peñas de los montes” y morir
apedreados, pues “decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel
que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero”. Que desesperación enorme experimentarán todos
aquellos que nunca se arrepintieron de sus pecados, ni se reconciliaron con Dios y sus prójimos, aferrándose
a los engaños religiosos, al espiritismo, al `día del sol´, a mandamientos y tradiciones de hombres, a la
idolatría, a las comidas inmundas y a las bebidas alcohólicas, a la vanidad y lo superficial, a la veneración de
seres humanos y a los demás pecados de la gran “Babilonia” espiritual del fin.
La respuesta a esta pregunta final es la misma que la respuesta a la pregunta paralela: “¿Quién como la
bestia, y quién podrá luchar contra ella?” de Apocalipsis 13:4.
Es el mismo grupo de personas que podrá `sostenerse en pie´ en esta situación y que podrá `luchar contra
la bestia´ con la ayuda divina, tratándose del leal remanente de los siervos de Dios del “tiempo del fin” que
“guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. Apocalipsis 12:17. Son los
“santos… que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” Apocalipsis 14:12. Se trata de las
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personas que proclaman `el triple mensaje angelical´ de Apocalipsis 14:6-13 y llaman a los demás hijos fieles
de Dios a salir de las diversas instituciones religiosas caídas que viven en “pecado”, es decir “infracción de
la ley” divina, que conforman la gran “Babilonia” espiritual del fin de los tiempos. Apocalipsis 18:1-4; 1 Juan
3:4.
Jesucristo menciona a este su remanente final describiéndolo así: “Velad, pues, en todo tiempo orando
que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie
delante del Hijo del Hombre.” Lucas 21:36.
Algunos profetas del Antiguo Testamento se hicieron la misma pregunta y respondieron describiendo aquel
remanente fiel de la siguiente manera:
“¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y quién quedará en pie en el ardor de su enojo? Su ira
se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas. El Señor es bueno, fortaleza en el día de
la angustia; y conoce a los que en él confían. Mas con inundación impetuosa consumirá a sus
adversarios, y tinieblas perseguirán a sus enemigos.” Nahum 1:6-8.
Algo parecido sucedió durante el reinado de Asuero (Jerjes) del Imperio Medo-Persa. Amán, el segundo
del reino, cuya silla estaba puesto “sobre todos los príncipes”, deseaba que todo el mundo se arrodillase y
humillase ante él, porque el mismo rey lo había mandado así. Pero un hijo fiel de Dios, llamado Mardoqueo,
se mantuvo en pie, porque supo que solamente Dios se merece esa reverencia. De esta manera desafió la
autoridad de Amán.
¡Todos los salvos son los que NO doblaron sus rodillas ante instituciones
religiosas, ni seres humanos, ni ángeles, sino únicamente ante su Dios Creador! Vea Hechos 10:26; Apocalipsis
19:10; 22:8, 9; Romanos 14:11 y Filipenses 2:10. Son solamente ellos que finalmente podrán “sostenerse
en pie” frente a su Dios a quien sirvieron incondicionalmente; mientras que todos los demás tengan que
desvanecer.
• “Los cuatro ángulos de la tierra” representan al mundo entero y el simbolismo de “la tierra” y “el
mar” subraya este concepto, pues representa toda la superficie de nuestro planeta, ya sea seca o
mojada.
Versículo 1: “Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que
detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre
el mar, ni sobre ningún árbol.”
Versículo 3: diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos
sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.”
¡Los “árboles” serán los únicos sobrevivientes del desastre global final! ¡Los
cuatro “vientos” de la destrucción se comportarán de manera diferenciada y
solo dañarán a la “tierra” y al “mar” pero NO a los “árboles”!
¡La palabra de Dios utiliza la simbología de los “árboles” para representar a los justos hijos de Dios! La razón
es la resistencia y firmeza de los “árboles” gracias a sus raíces profundas que los protegen contra la furia de
“los vientos”, manteniéndolos en pie, para que no caigan ni sean desarraigados de su lugar y posición.
He aquí unos ejemplos en los cuales la Biblia representa a los hijos de Dios con “árboles”:
• Después de presentar a los justos como “árboles” firmes, el pasaje contrasta a los impíos diciendo:
“No así los malos, Que son como el tamo que arrebata el viento.” Salmos 1:4.
• Y en el libro de Job aprendemos que los impíos “serán como la paja delante del viento, y como
el tamo que arrebata el torbellino.” Job 21:18.
• En la primera profecía del libro de Daniel acerca de la historia mundial, desde el reino de Babilonia
hasta el retorno de Jesucristo, Dios nos presenta a los reinos de la tierra como “tamo de las eras del
• En el Nuevo Testamento Jesucristo compara a los prudentes como aquellos que construyen su casa
sobre el firme fundamento de la “roca”, mientras que los insensatos la construyen sobre la “arena”.
Y en la tormenta la casa de los prudentes permanece, mientras que de los insensatos es destruida.
Mateo 7:24-27.
El sello de la vida
• En la antigüedad se grababa el `sello´ o la `marca´ en la arcilla o en la cera con una pieza de metal o una
piedra preciosa. Vea por ejemplo Éxodo 28:11; Ester 8:8. La autoridad correspondiente identificaba
de esta manera su propiedad o su autoría, en el caso de un mensaje escrito o una obra de arte.
En otro tema analizaremos con precisión la identidad de los “ciento cuarenta y cuatro mil sellados” y
conoceremos que NO se trata de judíos literales, sino del `Israel espiritual de Dios´, es decir de su santo
remanente compuesto tanto por judíos como por gentiles que aceptaron a Jesucristo como su Mesías. Es
decir que cada cristiano obediente y cada judío mesiánico fiel del `fin de los tiempos´ está en condiciones
y es habilitado a ser parte de este grupo especial.
Es importante precisar que el “sello del Dios vivo” será colocado en las “frentes” de los siervos de Dios y no
se trata de un “sello” visible como de un tatuaje, pues el “sello de Dios” es invisible como el Dios Creador
al que representa. Recuerde los temas 47 y 48 de este seminario, en los cuales ya analizamos “el sello de
Dios” que es colocado exclusivamente en la “frente” de los hijos de Dios,en contraposición con “la marca de
la bestia” que es colocado ya sea en la “frente” o en la “mano” de las personas sometidas a la “Babilonia”
espiritual del fin.
¡El “sello del Dios vivo” y “la marca de la bestia” son `sellos´ o `marcas´ de
pertenencia! ¿A quién pertenecemos espiritualmente? ¿A quién obedecemos
y permitimos de esta manera que ponga su `sello´ o su `marca´ sobre
nuestras “frentes”? ¡De eso depende nuestra salvación o perdición!
Fue en ese contexto que Dios ordenó a su ángel “Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de
Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas
las abominaciones que se hacen en medio de ella. Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la
ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. Matad a viejos,
jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual
hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los
varones ancianos que estaban delante del templo.” Ezequiel 9:4-6.
El pasaje nos revela que aquellos que reciben el `sello´ de protección y pertenencia divina, son los hijos de
Dios que “gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen” en medio de la Iglesia
de Dios y sus lugares sagrados. Los verdaderos hijos de Dios son aquellos que por un lado NO participan en
la apostasía generalizada, y por otro lado NO son indiferentes frente a toda esta la decadencia espiritual.
Mas al contrario sufren al ver estas cosas en medio del pueblo y “gimen y que claman” en oración por
reavivamiento, reforma y un cambio real con la intervención divina. Además no se callan frente a esta
situación. Más al contrario desenmascaran valientemente el engaño y denuncian firmemente el pecado,
llamándolo por su nombre.
• Es importante subrayar que la abominación más grande que Dios presenta en su palabra es la
adoración del sol (detrás del cual está Lucifer), realizada en este caso desde el mismo templo de Dios,
cuando los líderes religiosos, que deberían enseñar la verdad, dieron la espalda a su Creador. Honrar
el `día del sol´ (domingo), descansando en ese día opuesto al verdadero día de descanso sabático, es
una veneración indirecta del `dios sol´.
El sello de pertenencia
“Del Señor es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre
los mares, y la afirmó sobre los ríos.” Salmos 24:1, 2.
¡Todo es Dios! ¡Porque todo fue creado por él! Es por eso que nosotros
también le pertenecemos solamente a él. Y por el hecho que nos salvó, ¡le
pertenecemos doble!
Son aquellos hijos de Dios que han reconocido que pertenecen a Dios por dos sencillas razones:
1) ¡Porque nos creó! Es por eso que nuestro Creador nos mandó guardar el sábado “porque en seis días
hizo Dios los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día;
por tanto, el Señor bendijo el día sábado y lo santificó.” Éxodo 20:11.
2) ¡Porque nos salvó! Es también por eso que nuestro Salvador nos mandó guardar el sábado porque “fuiste
siervo en tierra de Egipto, y… el Señor tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido;
por lo cual el Señor tu Dios te ha mandado que guardes el día sábado.” Deuteronomio 5:15.
• Ya que pertenecemos a Dios, también elegiremos nuestra comida de acuerdo a sus buenos mandatos
y principios de salud que rigen nuestro organismo, tal como lo hizo Daniel, cuando demostró de esta
manera pertenencia a Dios y NO al rey Nabucodonosor de Babilonia. Recuerde el tema 8 de este
seminario y su anexo correspondiente.
El séptimo sello
“Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. Y vi a los siete
ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. Otro ángel vino entonces
y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las
oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del
ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. Y el ángel
tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y
relámpagos, y un terremoto.” Apocalipsis 8:1-5.
Por fin nos encontramos con un momento de “silencio”, después de los gritos de guerra, de los rugidos de
las bestias salvajes, de los ruidos de los desastres naturales y de los gemidos y clamores de los hombres de
los anteriores seis sellos.
Aquí nos encontramos con un minúsculo tiempo profético de apenas “como… media hora”. Sabemos que en
la profecía un simbólico `día´ de 24 horas equivale a un año literal de 360 días. Números 14:33, 34; Ezequiel
4:6. Por lo tanto una hora equivaldría a 15 días (360 dividido entre 24). Y una “media hora” equivaldría a
7.5 días. Pero la profecía dice a propósito “como… media hora”, es decir aproximadamente “media hora”.
Redondeando los 7.5 días llegamos a la única conclusión que hace sentido; aquí se trata de `una semana´
literal.
¡La historia termina tal como comenzó! Al inicio de la historia humana hubo una semana de creación, y al
final de la misma nos encontramos con una semana de “silencio” que se hace eco de la semana silenciosa
del comienzo, y que está registrada en Génesis capítulo 1.
La promesa de la recreación se materializará con la solución divina de “cielos nuevos y tierra nueva”. A
los santos profetas de Dios les fue permitido ver esta realidad futura en sueños y visiones proféticas. Vea
Apocalipsis 21:1-4; 2 Pedro 3:13; Isaías 65:17-25; 66:22, 23. ¡De eso se trata el contenido del libro de los
siete sellos!