93 - Apocalipsis 6 - Los Ultimos Dos Sellos (Tema 93) PDF

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Tema

Navegandodel Pasado al Futuro 93


Con Enrique Rosenthal
Vea el video de este tema haciendo click aquí

Seminario bíblico, profético e histórico / Apocalipsis


Apocalipsis 6 - Los últimos dos sellos
En este tema analizaremos los últimos dos sellos del Apocalipsis.

• ¡Seguidos por los gemidos de las víctimas del quinto sello, se escuchan los gritos de terror de sus
opresores cuando tiemblan ante la ira de Dios en el sexto sello!

El sexto sello
He aquí la descripción del `caos cósmico´ del sexto sello:

“Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como
tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;  y las estrellas del cielo cayeron sobre la
tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se
desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.
Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo
libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las
peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono,
y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”
Apocalipsis 6:12-17.

El quinto y el sexto sello nos presentan las dos facetas del grandioso plan de salvación de Dios, que abarca
por un lado su justicia (expresada mediante su ley) y por otro lado su amor (expresado mediante su gracia).

Encontramos un ejemplo perfecto de la combinación de estos


dos elementos en la simbología del arca del pacto del templo
de Dios, donde vemos por un lado las tablas de la ley divina
dentro del arca del pacto, que representan su perfecta justicia,
y por otro lado observamos por encima del arca el propiciatorio,
que representa su perfecta misericordia y piedad. Esta divina
combinación de `ley y gracia´ se hizo realidad en la cruz del
Calvario, donde Jesucristo murió por los pecados del mundo;
cumpliendo a la vez con el castigo de la perfecta justicia de su
ley; y con su gracia, mediante su incomparable amor al tomar
voluntariamente el lugar del pecador, muriendo en su lugar como
su sustituto divino para poderlo ofrecer el perdón.

Los rebeldes, desobedientes, impíos (o como desea llamar a todos los pecadores) se perderán por no haber
aceptado el plan divino de salvación; por no haber permitiendo que Jesucristo perdone sus pecados y se
convierta en su Salvador personal; por no haberse arrepentido de sus pecados; por no haberlos confesado a

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Dios y sobre todo por no haberlos abandonado. Es por eso que tendrán que sufrir las consecuencias finales
y morir por el castigo de sus transgresiones, por no haber aceptado a Jesucristo como su sustituto divino,
que ya había pagado el precio de su culpa.

Así ha sido siempre en la historia humana. Por su gran maldad tuvieron que morir en el diluvio los
antediluvianos inconversos; y por su gran perversidad y violencia también los habitantes impenitentes
de Sodoma y Gomorra en la lluvia de fuego y azufre. Y de la misma manera tendrán que morir todos los
malvados que se aferrarán tercamente al gran sistema religioso `babilónico´ de pecado, engaño y opresión;
durante las siete postreras plagas o en el retorno glorioso del Señor Jesucristo.

• El quinto sello nos presenta el juicio a favor del pueblo de Dios para declararlos `justos´ y vestirlos
con las vestimentas simbólicas de salvación, cumpliendo con Daniel 7:22; mientras que el sexto sello
nos presenta un juicio contra el opresor con el fin de ejecutar sobre ellos el castigo de la `venganza´
determinado sobre ellos, cumpliendo Daniel 7:26.

El sexto sello está compuesta por dos partes. Analizaremos ahora la primera parte respecto a las grandes
señales que introdujeron la fase final de la historia humana, es decir el “tiempo del fin” y el `juicio celestial´,
antes del retorno de Jesucristo en gloria y majestad.

Las señales que anunciaron la fase final de la historia humana


“Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí
hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro
como tela de cilicio, y la luna se volvió toda
como sangre;  y las estrellas del cielo cayeron
sobre la tierra, como la higuera deja caer sus
higos cuando es sacudida por un fuerte viento.”
Apocalipsis 6:12, 13.

En el tema 32, titulado `Señales del fin´ estudiamos


que Dios permitió “un gran terremoto” y grandes
señales en los astros (“sol”, “luna” y “estrellas”) para
despertar a la humanidad y sobre todo a la Cristiandad
con el propósito de señalar por un lado el inicio del “tiempo del fin” y anunciar por otro lado el inminente
inicio del `juicio celestial´. Hay que recordar que estas grandes señales se cumplieron en el “gran terremoto”
de Lisboa del 1 de noviembre de 1755; en el oscurecimiento del “sol” y el enrojecimiento de la “luna” del
19 de mayo de 1780; y en la impresionante caída de “las estrellas” del 13 de noviembre de 1833. Repase el
tema 32 de este seminario.

Jesús había dado las mismas señales cósmicas en su sermón profético cuando anunció: “E inmediatamente
después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor,
y las estrellas caerán del cielo...” Mateo 24:29. Y ocurrió tal como Cristo lo había anunciado pues
¡“inmediatamente después de la tribulación de aquellos días” ocurrieron estas tres señales cósmicas en el
“sol”, la “luna” y las “estrellas”! En 1773 terminó la “santa” Inquisición medieval del papado del Vaticano
¡cuyos “días” Dios había `acortado´ “por causa de los escogidos” 25 añosantes del fin de la soberanía papal
europea! Recuerde Mateo 24:21, 22 y repase el tema 32 de este seminario para profundizar.

• He aquí el cronograma de los eventos proféticos:

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La higuera que deja caer sus higos
Y en el sexto sello, el Señor ejemplifica `la caída´ de “las estrellas” (la última de estas cuatro grandes `señales
del fin´) con “la higuera” que “deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento”. Ap. 6:13.
Este pasaje nos conduce nuevamente a las palabras de Jesucristo del su sermón profético, donde dijo: “De
la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el
verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca,
a las puertas.” Mateo 24:32, 33.

Es de conocimiento común que una higuera “deja caer


sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento”
¡cuandosu fruto es maduro! A lo mismo se refiere Cristo
al decir “que el verano está cerca” y que “está cerca, a las
puertas”, porque se vio el cumplimiento de “todas estas
cosas”. Lo que Jesucristo dio a entender a sus seguidores
es que la historia había madurado, las señales proféticas
que anunciaban el fin se habían cumplido, el “tiempo
del fin” había comenzado ¡y el `juicio celestial´ estaba
por iniciar!

Jesús sabía bien lo que decía, ya que pasaron apenas


11 años desde la caída de “las estrellas” del 13 de noviembre de 1833 hasta el inicio del `juicio celestial´
en octubre de 1844, fecha en la cual Cristo entró al lugar santísimo del `santuario celestial´ para iniciar el
`juicio celestial´, correspondiente a la época de la séptima y última iglesia profética, “Laodicea”, en la cual
Jesucristo se presenta más cerca que nunca, diciendo: “yo estoy a la puerta y llamo”. Apocalipsis 3:20.
Recuerde el tema 89 de este seminario.

Sabemos que en el año 1798 comenzó proféticamente el “tiempo del fin”, al culminar el importante tiempo
profético de los 1260 días/años, equivalente a los `42 meses´ y a los `tres tiempos y medio´ de las profecías
bíblicas. En ese año, la Revolución Franceso destronó al papa Pio VI y aplicó así la “herida mortal” al papado
del Vaticano, neutralizando de esta manera la amenaza de la Iglesia. Y justo 46 años después inició el “tiempo
del fin” inició el `juicio celestial´ repitiendo el mismo tiempo de construcción para iniciar los servicios del
templo de la antigüedad. Vea Juan 2:20. De esta manera llegó la respuesta a la pregunta histórica ¿hasta
cuándo? de Daniel 8:13.

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La segunda parte del sexto sello
La segunda parte del sexto sello nos presenta la sentencia de muerte (la `venganza´ que habían exigido los
mártires durante el quinto sello de Apocalipsis 6:10) sobre los opresores e impenitentes que estarán con
vida durante el majestuoso retorno de Jesucristo.

El pasaje describe los eventos que ocurren durante el impresionante retorno de Jesucristo cuando “el cielo
se desvaneció como un pergamino que se enrolla”. Durante ese evento de carácter universal “todo monte y
toda isla se removió de su lugar.” ¡Será el fin del mundo!Entonces se nos presenta la desesperada reacción
de “los reyes de la tierra”, es decir los presidentes y gobernantes de las naciones, y de las demás personas
ya sean “grandes” personajes, gente rica, capitanes influyentes, personas poderosas, y “todo siervo y todo
libre”. Apocalipsis 6:14, 15.

Lo que Dios nos quiere dar a entender, al describir


los diferentes tipos de personas de esta manera, es
que ¡el terrible fin alcanzará a TODOS los impíos por
igual! sin importar su estatus social, ni su influencia,
ni su poder o su riqueza. Los poderosos ya no
podrán escudarse detrás de sus contactos políticos
ni religiosos, ni `salvarse´ mediante su riqueza o sus
ejércitos.

Todas estas personas “se escondieron en las


cuevas y entre las peñas de los montes; y
decían a los montes y a las peñas: Caed sobre
nosotros, y escondednos del rostro de aquel
que está sentado sobre el trono, y de la ira del
Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado;
¿y quién podrá sostenerse en pie?” Apocalipsis
6:15-17.

Ellos no quieren ver a Dios “sentado sobre el trono” ni tener que enfrentarse a “la ira del Cordero” (Jesucristo),
pues saben muy bien que “el gran día de su ira ha llegado”. En vez de encontrarse con su Creador, al que
rechazaron orgullosamente, persiguiendo a sus siervos que se opusieron a “Babilonia” guardando los
diez mandamientos de Dios, prefieren esconderse “en las cuevas y entre las peñas de los montes” y morir
apedreados, pues “decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel
que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero”. Que desesperación enorme experimentarán todos
aquellos que nunca se arrepintieron de sus pecados, ni se reconciliaron con Dios y sus prójimos, aferrándose
a los engaños religiosos, al espiritismo, al `día del sol´, a mandamientos y tradiciones de hombres, a la
idolatría, a las comidas inmundas y a las bebidas alcohólicas, a la vanidad y lo superficial, a la veneración de
seres humanos y a los demás pecados de la gran “Babilonia” espiritual del fin.

¿Quién podrá sostenerse en pie?


La pregunta final que se hacen es: ¿quién podrá sostenerse en pie?” en esta situación.

La respuesta a esta pregunta final es la misma que la respuesta a la pregunta paralela: “¿Quién como la
bestia, y quién podrá luchar contra ella?” de Apocalipsis 13:4.

Es el mismo grupo de personas que podrá `sostenerse en pie´ en esta situación y que podrá `luchar contra
la bestia´ con la ayuda divina, tratándose del leal remanente de los siervos de Dios del “tiempo del fin” que
“guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. Apocalipsis 12:17. Son los
“santos… que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” Apocalipsis 14:12. Se trata de las
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personas que proclaman `el triple mensaje angelical´ de Apocalipsis 14:6-13 y llaman a los demás hijos fieles
de Dios a salir de las diversas instituciones religiosas caídas que viven en “pecado”, es decir “infracción de
la ley” divina, que conforman la gran “Babilonia” espiritual del fin de los tiempos. Apocalipsis 18:1-4; 1 Juan
3:4.

Jesucristo menciona a este su remanente final describiéndolo así: “Velad, pues, en todo tiempo orando
que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie
delante del Hijo del Hombre.” Lucas 21:36.

Así que ¿quién podrá sostenerse en pie?

Algunos profetas del Antiguo Testamento se hicieron la misma pregunta y respondieron describiendo aquel
remanente fiel de la siguiente manera:

“¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y quién quedará en pie en el ardor de su enojo? Su ira
se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas. El Señor es bueno, fortaleza en el día de
la angustia; y conoce a los que en él confían. Mas con inundación impetuosa consumirá a sus
adversarios, y tinieblas perseguirán a sus enemigos.” Nahum 1:6-8.

“¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién


podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como
fuego purificador, y como jabón de lavadores.  Y se sentará
para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de
Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová
ofrenda en justicia.” Malaquías 3:2, 3.

En el impresionante relato de Daniel capítulo tres encontramos


como todo el mundo cayó de rodillas frente a la estatua dorada
que el rey pagano Nabucodonosor de Babilonia había levantado.
Los únicos que se mantuvieron valientemente en pie fueron los tres
amigos de Daniel que decidieron no someterse a la falsa religión
de Babilonia ni participar en ese engaño espiritual. Por su lealtad
fueron echados en un horno de fuego ardiendo; pero Dios decidió
salvarlos milagrosamente.

Algo parecido sucedió durante el reinado de Asuero (Jerjes) del Imperio Medo-Persa. Amán, el segundo
del reino, cuya silla estaba puesto “sobre todos los príncipes”, deseaba que todo el mundo se arrodillase y
humillase ante él, porque el mismo rey lo había mandado así. Pero un hijo fiel de Dios, llamado Mardoqueo,
se mantuvo en pie, porque supo que solamente Dios se merece esa reverencia. De esta manera desafió la
autoridad de Amán.

El texto dice: “Y todos los siervos del rey que estaban


a la puerta del rey se arrodillaban y se inclinaban
ante Amán, porque así lo había mandado el rey;
pero Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba.”
Ester 3:1, 2.

Amán entonces deseaba matar no solo a Mardoqueo,


sino a todo el pueblo de Dios. Finalmente Dios intervino
milagrosamente y salvó a Mardoqueo y a todo su pueblo
y Amán tuvo que morir. Le recomiendo leer toda esta
impresionante historia en el libro de Ester del Antiguo
Testamento.
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Los ciento cuarenta y cuatro mil sellados
El Apocalipsis nos provee aún más conocimiento al respecto de la identidad de aquellos fieles hijos de Dios
que permanecerán de esta manera en pie en la fase final de la historia humana.

En Apocalipsis 7 (un capítulo que estudiaremos en otro tema en detalle)


se nos presenta la vasta multitud de los salvos. Primeramente se nos
presenta a los “siervos de nuestro Dios” que son sellados “en sus frentes”
con “el sello del Dios vivo”, tratándose de los “ciento cuarenta y cuatro mil
sellados” que luego reaparecen en Apocalipsis 14 proclamando el triple
mensaje angelical del fin. Apocalipsis 7:1-4; 14. Y entonces se nos presenta
“una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones
y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en
la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas
en las manos… Estos son los que han salido de la gran tribulación,
y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del
Cordero.” Apocalipsis 7:9, 14.

¡Todos los salvos son los que NO doblaron sus rodillas ante instituciones
religiosas, ni seres humanos, ni ángeles, sino únicamente ante su Dios Creador! Vea Hechos 10:26; Apocalipsis
19:10; 22:8, 9; Romanos 14:11 y Filipenses 2:10. Son solamente ellos que finalmente podrán “sostenerse
en pie” frente a su Dios a quien sirvieron incondicionalmente; mientras que todos los demás tengan que
desvanecer.

La señal que el remanente recibe simbólicamente en su frente es la marca


divina de pertenencia y protección. Tal como los israelitas de antaño que
fueron protegidos del ángel de la muerte gracias a la señal de la sangre del
Cordero con la cual marcaron los dinteles de sus puertas, cuando estuvieron
por salir de Egipto. Éxodo 12:21-23. Incluso Caín recibió en su época una señal
de protección de parte de Dios. Génesis 4:15. Ahora en la aplicación final, el
“sello del Dios vivo” será colocada al `Israel espiritual´, esparcido por toda
la tierra, pues el sellamiento será universal como indica la palabra de Dios:
“Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos
de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no
soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún
árbol.” Apocalipsis 7:1-4.

• “Los cuatro ángulos de la tierra” representan al mundo entero y el simbolismo de “la tierra” y “el
mar” subraya este concepto, pues representa toda la superficie de nuestro planeta, ya sea seca o
mojada.

Los únicos sobrevivientes del desastre final


Pero vale la pena profundizar en este momento el estudio de los primeros tres versículos de Apocalipsis 7 y
descubrir la estructura quiásmica de este pasaje que identifica a los sobrevivientes que se mantendrán `en
pie´ como ´ firmes “árboles”. El texto dice así:

Versículo 1: “Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que
detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre
el mar, ni sobre ningún árbol.”

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Versículo 2: “Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo;
y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la
tierra y al mar,

Versículo 3:  diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos
sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.”

• El versículo 1 no daña ni a la “tierra”, ni al “mar”, ni a los “árboles”.

• El versículo 2 anuncia el daño a la “tierra” y al “mar”, pero NO a los “árboles”.

• El versículo 3 no daña ni a la “tierra”, ni al “mar”, ni a los “árboles”.

¡Los “árboles” serán los únicos sobrevivientes del desastre global final! ¡Los
cuatro “vientos” de la destrucción se comportarán de manera diferenciada y
solo dañarán a la “tierra” y al “mar” pero NO a los “árboles”!

¡La palabra de Dios utiliza la simbología de los “árboles” para representar a los justos hijos de Dios! La razón
es la resistencia y firmeza de los “árboles” gracias a sus raíces profundas que los protegen contra la furia de
“los vientos”, manteniéndolos en pie, para que no caigan ni sean desarraigados de su lugar y posición.

He aquí unos ejemplos en los cuales la Biblia representa a los hijos de Dios con “árboles”:

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo


de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla
de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley
de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y
de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes
de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no
cae; y todo lo que hace, prosperará.” Salmos 1:1-3.

“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya


confianza es Jehová.  Porque será como el árbol
plantado junto a las aguas, que junto a la corriente
echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino
que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se
fatigará, ni dejará de dar fruto.” Jeremías 17:7, 8.

El “tamo”, la “paja” y la “arena”


En contraste a los “árboles”, las Sagradas Escrituras nos presentan el “tamo” o la “paja” que son llevados
fácilmente por el viento, pues no tiene raíz ni firmeza.

• Después de presentar a los justos como “árboles” firmes, el pasaje contrasta a los impíos diciendo:
“No así los malos, Que son como el tamo que arrebata el viento.” Salmos 1:4.

• Y en el libro de Job aprendemos que los impíos “serán como la paja delante del viento, y como
el tamo que arrebata el torbellino.” Job 21:18.

• En la primera profecía del libro de Daniel acerca de la historia mundial, desde el reino de Babilonia
hasta el retorno de Jesucristo, Dios nos presenta a los reinos de la tierra como “tamo de las eras del

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verano” que en el fin de la historia humana se los llevará “el viento sin que de ellos quedara rastro
alguno” junto con sus moradores que no se reconciliaron con Dios ni buscaron su santa voluntad.
Daniel 2:35. Solo el reino eterno de Dios permanecerá para siempre, junto a los hijos fieles de Dios.
Daniel 2:44; 7:18, 27.

• En el Nuevo Testamento Jesucristo compara a los prudentes como aquellos que construyen su casa
sobre el firme fundamento de la “roca”, mientras que los insensatos la construyen sobre la “arena”.
Y en la tormenta la casa de los prudentes permanece, mientras que de los insensatos es destruida.
Mateo 7:24-27.

El sello de la vida
• En la antigüedad se grababa el `sello´ o la `marca´ en la arcilla o en la cera con una pieza de metal o una
piedra preciosa. Vea por ejemplo Éxodo 28:11; Ester 8:8. La autoridad correspondiente identificaba
de esta manera su propiedad o su autoría, en el caso de un mensaje escrito o una obra de arte.

Acabamos de aprender que los primeros tres versículos de


Apocalipsis 7 nos revelan el hecho que existe un “sello del Dios
vivo” con el cual “los siervos de nuestro Dios” serán sellados
“en sus frentes”. Este pasaje importante nos revela además
que ¡los santos ángeles tienen la orden divina de `detener´
los cuatro terribles vientos de la destrucción “hasta” que
esta obra global de sellamiento termine! Esto nos muestra
el inmenso amor de Dios hacia sus criaturas y que él está al
control de la historia humana.

En otro tema analizaremos con precisión la identidad de los “ciento cuarenta y cuatro mil sellados” y
conoceremos que NO se trata de judíos literales, sino del `Israel espiritual de Dios´, es decir de su santo
remanente compuesto tanto por judíos como por gentiles que aceptaron a Jesucristo como su Mesías. Es
decir que cada cristiano obediente y cada judío mesiánico fiel del `fin de los tiempos´ está en condiciones
y es habilitado a ser parte de este grupo especial.

Es importante precisar que el “sello del Dios vivo” será colocado en las “frentes” de los siervos de Dios y no
se trata de un “sello” visible como de un tatuaje, pues el “sello de Dios” es invisible como el Dios Creador
al que representa. Recuerde los temas 47 y 48 de este seminario, en los cuales ya analizamos “el sello de
Dios” que es colocado exclusivamente en la “frente” de los hijos de Dios,en contraposición con “la marca de
la bestia” que es colocado ya sea en la “frente” o en la “mano” de las personas sometidas a la “Babilonia”
espiritual del fin.

En este tema vimos que la “frente” representa el carácter de la


persona; su voluntad y decisión. En los hijos de Dios resulta ser un
símbolo profético de `obediencia´ hacia la ley de Dios mientras
que en los hijos de la desobediencia es un símbolo profético de
`obediencia´ hacia las leyes de los hombres en oposición a las
leyes de Dios. En ese contexto vimos además que la “mano” es
un símbolo profético de `conveniencia´ y sumisión hacia las leyes
de los hombres durante las imposiciones religiosas de `la gran
Babilonia del fin´.

• Así que por un lado tenemos un `sello de vida´, que es el


“sello de Dios”, mientras por otro lado tenemos un `sello´
o una `marca de la muerte´, del juicio y de la destrucción,

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que es “la marca de la bestia”. Sepa que según Cantares 8:6 `sello´ y `marca´ son sinónimos, es decir
representan lo mismo en la palabra de Dios.

¡El “sello del Dios vivo” y “la marca de la bestia” son `sellos´ o `marcas´ de
pertenencia! ¿A quién pertenecemos espiritualmente? ¿A quién obedecemos
y permitimos de esta manera que ponga su `sello´ o su `marca´ sobre
nuestras “frentes”? ¡De eso depende nuestra salvación o perdición!

El carácter de los que reciben el sello de la vida


El libro del profeta Ezequiel del Antiguo Testamento nos describe las terribles abominaciones que el pueblo
de Dios y su liderazgo religioso estaban cometiendo, y no en cualquier lugar, sino en el mismo templo de
Dios. Adoraban imágenes esculpidas, ídolos pintados y veneraban a personas, en este caso endechaban
al personaje pagano Tamuz. Pero su mayor abominación fue la directa adoración al sol con “sus espaldas
vueltas al templo” de Dios. Ezequiel 8:5, 10, 14-16.

Fue en ese contexto que Dios ordenó a su ángel “Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de
Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas
las abominaciones que se hacen en medio de ella. Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la
ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia.  Matad a viejos,
jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual
hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los
varones ancianos que estaban delante del templo.” Ezequiel 9:4-6.

El pasaje nos revela que aquellos que reciben el `sello´ de protección y pertenencia divina, son los hijos de
Dios que “gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen” en medio de la Iglesia
de Dios y sus lugares sagrados. Los verdaderos hijos de Dios son aquellos que por un lado NO participan en
la apostasía generalizada, y por otro lado NO son indiferentes frente a toda esta la decadencia espiritual.
Mas al contrario sufren al ver estas cosas en medio del pueblo y “gimen y que claman” en oración por
reavivamiento, reforma y un cambio real con la intervención divina. Además no se callan frente a esta
situación. Más al contrario desenmascaran valientemente el engaño y denuncian firmemente el pecado,
llamándolo por su nombre.

• Es importante subrayar que la abominación más grande que Dios presenta en su palabra es la
adoración del sol (detrás del cual está Lucifer), realizada en este caso desde el mismo templo de Dios,
cuando los líderes religiosos, que deberían enseñar la verdad, dieron la espalda a su Creador. Honrar
el `día del sol´ (domingo), descansando en ese día opuesto al verdadero día de descanso sabático, es
una veneración indirecta del `dios sol´.

El sello de pertenencia
“Del Señor es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre
los mares, y la afirmó sobre los ríos.” Salmos 24:1, 2.

¡Todo es Dios! ¡Porque todo fue creado por él! Es por eso que nosotros
también le pertenecemos solamente a él. Y por el hecho que nos salvó, ¡le
pertenecemos doble!

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Los verdaderos hijos de Dios que reciben el “sello del Dios vivo” en medio de esta decadencia y apostasía
espiritual, son aquellos que siguen obedeciendo y adorando únicamente al Dios Creador de los cielos y de la
tierra, que creó todo en seis días y en el séptimo descansó. Apocalipsis 14:7.

Son aquellos hijos de Dios que han reconocido que pertenecen a Dios por dos sencillas razones:

1) ¡Porque nos creó! Es por eso que nuestro Creador nos mandó guardar el sábado “porque en seis días
hizo Dios los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día;
por tanto, el Señor bendijo el día sábado y lo santificó.” Éxodo 20:11.

2) ¡Porque nos salvó! Es también por eso que nuestro Salvador nos mandó guardar el sábado porque “fuiste
siervo en tierra de Egipto, y… el Señor tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido;
por lo cual el Señor tu Dios te ha mandado que guardes el día sábado.” Deuteronomio 5:15.

¡La totalidad de la persona pertenece a Dios! Todo lo


que existe y todo lo que tenemos pertenece finalmente
al Creador. Pero él es un Dios generoso y altruista y en su
infinito amor nos exige que le `devolvamos´ solamente una
pequeña parte de lo que nos ha dado. Es por esa razón que
de nuestros recursos económicos le devolvemos una décima
parte (el `diezmo´) y es por esa misma razón que de nuestro
tiempo le dedicamos una séptima parte (el `sábado´),
celebrando al Creador y su maravillosa obra, como también
la creación y salvación de nuestras personas. Malaquías 3:8-
11; Génesis 14:20; Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15.

• Ya que pertenecemos a Dios, también elegiremos nuestra comida de acuerdo a sus buenos mandatos
y principios de salud que rigen nuestro organismo, tal como lo hizo Daniel, cuando demostró de esta
manera pertenencia a Dios y NO al rey Nabucodonosor de Babilonia. Recuerde el tema 8 de este
seminario y su anexo correspondiente.

El séptimo sello
“Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. Y vi a los siete
ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. Otro ángel vino entonces
y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las
oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del
ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. Y el ángel
tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y
relámpagos, y un terremoto.” Apocalipsis 8:1-5.

Como media hora de silencio celestial


El séptimo y último sello del Apocalipsis nos presenta un “silencio en el cielo”, haciendo alusión al día de
reposo sabático, pues también es el séptimo y último día de la semana en el cual reina el “reposo”; sinónimo
de `silencio´.

Por fin nos encontramos con un momento de “silencio”, después de los gritos de guerra, de los rugidos de
las bestias salvajes, de los ruidos de los desastres naturales y de los gemidos y clamores de los hombres de
los anteriores seis sellos.

¡Únicamente el silencio comunica lo que no se puede expresar con palabras!

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La profecía describe que el “silencio” celestial es “como por media hora”.

Aquí nos encontramos con un minúsculo tiempo profético de apenas “como… media hora”. Sabemos que en
la profecía un simbólico `día´ de 24 horas equivale a un año literal de 360 días. Números 14:33, 34; Ezequiel
4:6. Por lo tanto una hora equivaldría a 15 días (360 dividido entre 24). Y una “media hora” equivaldría a
7.5 días. Pero la profecía dice a propósito “como… media hora”, es decir aproximadamente “media hora”.
Redondeando los 7.5 días llegamos a la única conclusión que hace sentido; aquí se trata de `una semana´
literal.

¡La historia termina tal como comenzó! Al inicio de la historia humana hubo una semana de creación, y al
final de la misma nos encontramos con una semana de “silencio” que se hace eco de la semana silenciosa
del comienzo, y que está registrada en Génesis capítulo 1.

Jesucristo vuelve con todos los ángeles al planeta Tierra


a recoger sus escogidos. El cielo queda mientras tanto
en “silencio” por la ausencia de sus habitantes.

“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria,


y todos los santos ángeles con él, entonces se
sentará en su trono de gloria,  y serán reunidas
delante de él todas las naciones; y apartarálos
unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas
de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y
los cabritos a su izquierda.” Mateo 25:31-33.

Así que el séptimo sello está en relación al retorno de


Jesucristo tan largamente esperado por sus seguidores durante siglos y milenios. Su retorno en gloria y
majestad fue predicho más de 300 veces solo en el Nuevo Testamento, siendo la profecía más repetida de
todas. ¡Y finalmente se cumplirá y será el clímax de la historia humana y “el fin del mundo” del cual nos habló
Jesús en Mateo 28:20!

La promesa de la recreación se materializará con la solución divina de “cielos nuevos y tierra nueva”. A
los santos profetas de Dios les fue permitido ver esta realidad futura en sueños y visiones proféticas. Vea
Apocalipsis 21:1-4; 2 Pedro 3:13; Isaías 65:17-25; 66:22, 23. ¡De eso se trata el contenido del libro de los
siete sellos!

Autor: Enrique Rosenthal


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