9-La Uncion de Enfermos

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LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS


UN SACRAMENTO PARA VIVIR

OBJETIVO
Comprender y valorar el sacramento de la Unción
de Enfermos. Animar a recibirlo a quienes experimentan
el desgaste de los años, del dolor y de la enfermedad grave.
ORACIÓN
Ser hijo de la tierra, ser polvo,
no significa estar condenado a la debilidad,
a las limitaciones y al pecado.
Ser hijos de la tierra es vivir orientados,
con todas nuestras cualidades,
con todos nuestros dones,
con todas nuestras aptitudes del espíritu,
del cuerpo y del corazón,
hacia el horizonte al que Dios nos llama.
Nosotros somos hijos de la tierra, sacados del polvo,
estamos llamados a abrirnos,
a desplegarnos hacia el infinito Dios.
Estamos enraizados en la tierra
y nos apoyamos en ella para estirarnos
bajo el soplo del Espíritu,
hasta alcanzar la plena estatura del Evangelio.
Ahí está nuestra dignidad.
El polvo de la ceniza
es el sello de nuestro origen terrenal.
Y es también el señuelo de nuestro destino infinito.
(Charles Singer

 1. PRESENTACIÓN DEL TEMA


 
Al anotar las actas de defunción en el libro parroquial de
difuntos hay un punto que dice: Recibió los sacramentos de... Lo más
frecuente es que quede en blanco porque el difunto no ha recibido en su
última enfermedad ningún sacramento.
¿Cuál es el motivo de este vacío? Hay un miedo bastante
generalizado a este sacramento por ser considerado como lo último que
se ofrece al enfermo cuando ya no tiene remedio. Mientras hay alguna
esperanza no se quieren dar por agotados los recursos médicos. Y
cuando esa esperanza ya no existe, no se quiere asustar al enfermo. Se
llama al sacerdote cuando ya ha expirado, más como tranquilizante para
la familia, que como alivio corporal y fuerza espiritual para el moribundo.
Actualmente, en gran parte de las parroquias se administra este
sacramento a personas mayores y enfermas en una celebración
comunitaria de la Santa Unción. Es un modo de ir recuperando el
verdadero sentido del sacramento.
En esta reunión vamos a reflexionar, a la luz de la Palabra de Dios,
sobre el verdadero sentido de este sacramento, sobre las gracias
que el Señor nos concede por su medio para deducir cuál debe
ser, nuestro comportamiento cuando nos encontramos con personas que
pueden y deben recibirlo y, sobre todo, cómo ha de ser nuestra
postura con relación a nosotros mismos. Todos, de una forma u otra,
a no ser en caso de muerte violenta, tendremos que pasar por ese
trance; lo mejor es estar bien preparados.
 
 
2. HECHO DE VIDA
 
Para describir la disminución de las fuerzas físicas y de la energía
vital, me fijo en un aparato de comunicación, imprescindible hoy en cada
hogar y casi para cada persona: el teléfono.
En una primera época sólo se usó para noticias muy importantes y
comunicaciones urgentes, equiparable al telégrafo. Una vez que su uso
se ha divulgado, las conversaciones que se mantienen a través de sus
líneas son muy distintas, según la edad de los interlocutores. Los jóvenes
hablan de fiestas, viajes, reuniones, citas, amigos, juergas, estudios... En
cambio, los mayores siempre sacan a relucir la salud; es un tema
obligado: el colesterol, el azúcar, la tensión, la artritis...
La enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los
problemas más graves que aquejan a la vida humana. En la
enfermedad el hombre experimenta su impotencia, sus límites, su
finitud.
El hombre y la mujer, creados por Dios a su imagen y semejanza, se
deterioran, no
n programados para un determinado número de años, vividos en
unas circunstancias especiales. Sacarlos del medio p a r a e l q u e
f u e r o n hechos es exponerlos a un peligro grave.
El ejemplo del coche nos lo puede aclarar. El automóvil, cuando
lleva corridos unos cuantos miles de kilómetros, ha gastado muchas de
sus piezas. A pesar de los recambios, llega un día en que no aguanta
más. También puede estropearse antes, si le damos un golpe fuerte o lo
sometemos a velocidades y caminos para los que no está fabricado.
Si fuéramos como el coche, sólo un conjunto de piezas bien
ensambladas, iríamos a parar al desguace y a la chatarra. Pero nuestro
Hacedor nos ha dotado de unas facultades y potencias que no se
desgastan ni se destruyen, se transforman y se convierten en
imperecederas, cambian de situación. Hemos nacido para vivir siempre.
Somos ciudadanos del cielo, donde tenemos una casa eterna.
El sacramento de la Santa Unción sólo se puede comprender desde
la fe en la vida eterna. Si aceptamos que la muerte no es un término, sino
el comienzo de un viaje, buscaremos los medios para realizarlo del modo
más seguro posible. Si regresamos a la casa del Padre, procuraremos
ponernos en contacto con Él para que nos reciba con los brazos abiertos.
 
Preguntas para dialogar
– ¿Por qué existe miedo, prevención o rechazo contra el
sacramento de la Unción de los enfermos?
– ¿Qué pueden y deben hacer los familiares cuando algún miembro
de la familia se encuentra próximo a dejar esta vida?
– ¿Conoces alguna persona que, cuando enfermó gravemente,
pidió con serenidad y esperanza el sacramento de la Santa Unción?
– ¿Para qué fue instituido el sacramento de la Santa Unción?
 
 
3. ILUMINACIÓN BÍBLICA
 
▪ Marcos 6, 12-13 y 56
▪ Santiago 5, 14-15
La curación de los enfermos por Jesús fue uno de los signos indicadores
de que el Reino de Dios había comenzado ya y una anticipación y
garantía de la venida de ese Reino
azada de quienes creían en Él; con ello los enfermos sanados
sentían la cercanía del Reino de Dios, como salud y vida, y se
despertaba en ellos la esperanza de una vida sin dolor.
Jesús recomienda a sus discípulos que procedan del mismo modo
que Él. Los discípulos, viviendo todavía Jesús entre ellos, se servían de
la unción con aceite para curar a los enfermos.
La carta del Apóstol Santiago nos dice que cuando uno está
enfermo de gravedad, obligado a guardar cama, incapaz de desplazarse,
haga llamar a los presbíteros. Los presbíteros son aquellos a los que el
Espíritu Santo ha constituido como guias para pastorear la Iglesia de
Dios (Hch 20, 17).Ellos han de orar sobre el enfermo. Esta
costumbre de visitar a los enfermos y orar por ellos ya existía en el
mundo judío. Sin rechazar el recurso a los médicos, se oraba por los
enfermos y se esperaba su curación.
El óleo pertenecía a la farmacopea del mundo judío. En el
judaísmo tardío el óleo era considerado además como un remedio vital,
producido por el árbol de la vida del paraíso. “El óleo de la alegría” (Is 61,
3) es el símbolo de la dicha de los elegidos en los tiempos mesiánicos.
En tiempos del apóstol Santiago tenía no sólo una eficacia natural, sino
también sobrenatural. La unción se hacía en nombre del Señor.
L a o r a c i ó n , c o n l a insistencia de la convicción de la fe,
excluye toda concepción mágica de la eficacia del óleo. Es la oración a
la que es atribuido el resultado de la unción.
Esta oración salvará al enfermo. Salvar significa hacer pasar de la
esfera de la muerte a la esfera de la vida, tanto en una perspectiva
natural como escatológica. A la oración de los presbíteros acompaña la
promesa de una eficacia salutífera para el cuerpo del enfermo. Sin
embargo, el aspecto espiritual aparece más acentuado que el corporal.
La oración y la unción pueden obtener el perdón de los pecados
para el enfermo. La infusión del Espíritu de Dios implica una purificación
renovada y, por consiguiente, también la eventual remisión sacramental
de los pecados.
 
Preguntas para dialogar
– ¿Cuándo o en qué circunstancias una persona
debe recibir el Sacramento de la Santa Unción?
– ¿Qué aporta o cómo ayuda este sacramento?
– ¿Qué puede hacer la comunidad cristiana para que quienes
sufren sientan la presencia de Dios en su enfermedad? ¿Y qué para
quitar la prevención contra este sacramento?
 
4. MENSAJE RELIGIOSO
“Hoy ocurre algo curioso: Mientras muchos cristianos desprecian los
sacramentos, los no creyentes sienten la necesidad de inventarse algo
que los sustituya. Pablo Neruda cuenta en sus memorias cómo
reaccionó ante la muerte de su amigo Alberto Rojas Giménez: Él y un
tercer amigo compraron dos inmensas velas, tan altas casi como un
hombre, y las encendieron en el centro de la basílica de Santa María del
Mar, en Barcelona. Después se sentaron en medio de la iglesia vacía,
junto a los dos velones y dos botellas de vino verde que simbolizaban el
‘torrencial alcoholismo’ del difunto. ‘Pensamos, dice Neruda, que aquella
ceremonia silenciosa, pese a nuestro agnosticismo, nos acercaba
de alguna manera misteriosa a nuestro amigo muerto’.
(Luis González-Carvajal)
Jesucristo instituyó para cada situación especial, que afecta a la vida del
hombre, un sacramento. No hay duda de que una situación muy
particular y, a la vez, muy especial, necesitada de ayuda exterior a la
misma persona es la enfermedad grave. El enfermo es un ser débil y
despojado de fuerzas y recursos propios. Llega un momento en que no
basta la presencia de los amigos, de los familiares y de la medicina.
no se espera nada de los allegados ni de los médicos. Se necesita

una fuerza venida de la Alto. Dios no abandona a sus amigos. Se hace

presente de un modo visible por medio del sacramento de la Unción.

5. RESPUESTA CRISTIANA

 
Un enfermo está grave. Es cristiano y se da cuenta de que ese
momento de su vida es un momento importante. La enfermedad es lucha
por vivir. Momento importante de la vida, cuando Cristo también se hace
presente junto al enfermo para darle esperanzas de vida, mientras está
luchando por vivir. A esta presencia sacramental del poder y consuelo de
Jesucristo lo llamamos sacramento de la Unción de los enfermos.
Este sacramento une al enfermo a la Pasión de Cristo para su
bien y para el de toda la Iglesia; le da consuelo, paz y ánimo para
soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o la vejez;
le concede el perdón de los pecados, si el enfermo no ha podido
confesarse antes; le restablece la salud corporal, si conviene a la salud
espiritual, y le prepara para el paso a la vida eterna.
La oración de la Iglesia, por medio del sacramento, confía al
enfermo a la bondad de Dios Padre, pidiéndole el perdón de sus
pecados, la fortaleza y el consuelo y, si entra en los planes de Dios, la
curación y un margen de tiempo para servir mejor al Señor.
El sacramento de la Unción une más íntimamente al enfermo con
Dios, salud y salvación del hombre, fortalece su esperanza en el
encuentro definitivo con Él y lo prepara para dicho encuentro.
COMPROMISO
 Profundizar en la comprensión de este sacramento.
Preparar una celebración comunitaria de la Santa Unción, animando y
acompañando a las personas enfermas y mayores para que reciban este
Sacramento. Buscar los medios necesarios para traer a la iglesia a
aquellos que no pueden desplazarse
 

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