078 Mourlon
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Quatre lectures méthodiques de la «brebis perdue» (Luc 15, 1-7), La Foi et le temps, 9
(1979) 387-418
Nos ha parecido adecuado elegir para el intento el texto de la "oveja perdida" del c. 15
de San Lucas. Indiquemos, desde el principio, que prescindiremos de la comparación
con el texto paralelo de Mt.
Una cuádruple lectura del texto nos permitirá, de forma muy pedagógica, explicar el
proyecto fundamental de los métodos aplicados y, a la vez, medir la considerable
evolución de las formas actuales de comentar la Escritura.
Hemos escogido estos cuatro análisis por su valor sistemático y metódico. A pesar de su
carácter parcial o balbuciente significan intentos rigurosos a diferencia de otros estilos o
aproximaciones más espiritualistas u homiléticos.
Empezaremos con la parábola de los métodos que, con humor y malicia, formula
Etienne Charpentier. En ella compara la variedad de métodos exegéticos con las
diversas posibilidades de visitar una catedral.
El exegeta estructuralista se parece al que visita sin más una catedral; está ante ella y no
le importa la idea del autor o la fecha de construcción. Al pasear, comparar y medir
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encuentra las leyes invisibles que regulan la existencia del edificio: el equilibrio de las
bóvedas, la resistencia de los materiales... Ese método tiene el riesgo de transformar el
edificio en un dibujo industrial, con flechas y símbolos matemáticos y "cuadrado
lógico", pero no entender nada de la catedral. Aplicado al método estructuralista
significaría separar a distintos niveles el eje de la alegría -perdido y encontrado y el de
la no-alegría- no encontrado ya que no-perdido... tanto en el caso de la oveja perdida
entre cien, como en el del pecador entre los justos.
- el del sacristán, que cree ingenuamente sabérselas todas sobre el edificio, a imagen de
quien lee lo "ya sabido".
- el del cura preocupado por la homilía que ha de pronunciar, como quien interpreta,
sólo preocupado por lo que hay que decir.
Lo que importa es tomar conciencia de que toda interpretación se hace desde una base
concreta y, lo que es más importante, que cada punto de vista alumbra aspectos nuevos,
si se es consciente del tipo de lectura que se pretende hacer.
Nuestra intención es confrontar las cuatro lecturas antes indicadas, dos clásicas, de
evidente importancia, y dos más modernas y menos afinadas, subrayando precisamente
la complementariedad de métodos que, con frecuencia, se ignoran mutuamente.
Conviene, antes de empezar, dar una traducción, basada en el texto griego, de los 7
versículos en cuestión e inspirada en 8 traducciones francesas recientes, a fin de que sea
releída en su entramado de palabras y frases: Lc 15,1-7
2. Y recriminaban (= murmuraban) los fariseos y escribas diciendo: - "¿ Por qué éste
acoge a pecadores y les admite a su mesa?"
4. -"¿Qué hombre entre vosotros, poseyendo cien ovejas", si pierde una sola entre ellas,
no abandona las 99 en el desierto (= la montaña) y no va tras la perdida hasta que la
encuentra?
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7. Os lo digo: así será grande la alegría en el cielo (= para Dios) por un solo pecador que
cambie de vida, más que por 99 justos (= gente correcta), que no tienen necesidad de
cambio de vida.
En la presentación general del "problema" de las parábolas, que antecede a los capítulos
citados, J. Jeremías formula algunos puntos muy significativos de la orientación de su
pensamiento. Subraya que las parábolas de Jesús tienen un fundamento histórico
particularmente sólido y en ellas se apoya la tradición, ya que las imágenes se recuerdan
mejor que las ideas abstractas y reflejan con particular nitidez la "Buena Nueva" de su
mensaje, el carácter escatológico de su anuncio, la seriedad de su llamada a la
conversión y sus conflictos con el fariseísmo. Por otra parte, en la narración griega se
transparenta a menudo la lengua materna de Jesús, así como la vida cotidiana de
Palestina.
Eso encuadra bien el propósito de nuestro autor y resulta fácil reunir los datos
principales del comentario de la "oveja perdida" y destacar los rasgos típicos que
responden a esa intención.
J. Jeremías precisa que se les privaba de sus derechos cívicos, del acceso a la
administración y de la capacidad de testificar en juicio. Eso afectaba a los publicanos,
curtidores, buhoneros y también a los pastores. Era voz común que esos últimos
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Conviene también tener datos sobre los rebaños y la vida de los pastores palestinos del
tiempo de Jesús: los rebaños, entre los beduinos, variaban aproximadamente de veinte a
doscientas cabezas. Cien ovejas era un rebaño medio y el pastor no era, por tanto, un
hombre pobre. El pastor se aseguraba, contando las ovejas, que ninguna se había
extraviado (en nuestro caso la cifra 99 garantiza que la cuenta ha tenido lugar). Jeremías
afirma también que es totalmente impensable que un pastor abandone el rebaño en caso
de pérdida de una cabeza; lo confiará a un compañero o lo encerrará como pueda
Finalmente, es rasgo típico de Oriente que el pastor cargue al cuello la oveja perdida
dado su estado de agotamiento.
Ese conjunto de detalles de la vida del tiempo de Jesús ilumina, sin duda, el texto
evangélico y revela que para Lc el motivo de la parábola de la "oveja perdida" es una
pregunta indignada y pasional de los adversarios de Jesús y no el asombro o la sorpresa.
La familiaridad con los pecadores hace que tengan un juicio peyorativo de la piedad de
Jesús e inviten a abandonarle. Aparece también claro que Jesús busca justificar la Buena
Nueva en su respuesta parabólica.
Esos datos explican, asimismo, la actitud del pastor que al efectuar el recuento advierte
la falta de una cabeza y la busca "hasta que la encuentra... ". Deja las ovejas en la
"montaña" o en el "desierto", que traducen la palabra aramea bétura, como lugar de
pasto de los rebaños. Finalmente, el pastor reúne a sus amigos y celebra con gozo y
festivamente el hallazgo de la oveja perdida. La conclusión narra el mayor gozo de
Dios, nombre que se evita citar según la costumbre judía, por un pecador que se
convierta que por noventa y nueve justos que no han cometido pecado alguno.
De ahí deriva todavía una última consecuencia en que Jeremías insiste: se trata de una
justificación y una apología de la Buena Noticia que Jeremías proclama: resulta tan
inconcebible que la alegría del perdón sea el mayor de los gozos de Dios, que por eso
mismo Jesús acoge a los pecadores y su papel de salvador se cumple buscando
precisamente a los extraviados.
Los estudios de J. Dupont nos sitúan en un contexto más sistemático, que tiene muy en
cuenta los avances de la exégesis reciente en aspectos muy técnicos: criterios de
coherencia o disparidad para llegar hasta las mismas palabras (logia) de Jesús... las
aproximaciones de la historia de la redacción... las reflexiones sobre el contexto de
nacimiento de los textos ("medio vital") y el punto decisivo de las parábolas (" tertium
comparationis " ). Resulta obviamente difícil exponer detalladamente un razonamiento
tan matizado, y, por tanto, nos limitaremos a trazar sus líneas maestras y resumir las
principales conclusiones. Nos importará sobre todo la nueva perspectiva de base, que
sin renegar de la metodología antes expuesta la desarrolla en la línea de una
interpretación cristológica de la parábola.
Expongamos, primero, las tres cuestiones del libro de síntesis de Dupont: Pourquoi des
parábolas?, aplicándolas a la "oveja perdida":
b) ¿a quién se dirigen?
nueve justos. El ejemplo indica que Jesús quiere convencer por la fuerza persuasiva de
la experiencia vivida.
Si bien Dupont estima que los rasgos redaccionales de la situación de la parábola (Lc
15,1-3) no permiten remontarse a una tradición demasiado antigua, cree posible, sin
embargo, definir la situación típica implicada en la parábola misma una vez situada en
el contexto global del ministerio de Jesús. No se trata, por tanto, de saber la ocasión
concreta en que Jesús pronunció o no la parábola, sino de buscar la situación-tipo en
función de la cual se pronunció por vez primera, lo cual sólo se podrá conseguir en la
medida en que esa situación haya quedado integrada y sea reconocible en el relato.
Dupont muestra que, como en otros casos, eso ocurre en la "oveja perdida". Para él lo
importante es la desproporción que hace que 1 valga más que 99, trátese de ovejas o de
pecadores. Eso permite pensar que la parábola se dirige a oyentes que no admiten una
conducta que, en otro plano que en el de las ovejas, valore más 1 que 99; y queda claro
que esa ventaja en favor de la oveja perdida refleja la que Jesús otorga a los pecadores.
Con ello llegamos al sentido cristológico: la conducta del pastor ayuda a comprender
otra conducta no fácilmente admisible para los oyentes. Se trata, propiamente, de dos
conductas que no hay que oponer, sino complementar: de la conducta de Jesús que
parece no valorar demasiado los derechos de los justos frente a los publicanos y
pecadores y, a la vez, la del mismo Dios, tema de tantas otras parábolas. El pastor, ¿no
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es el mismo Dios? Los pecadores, ¿no están perdidos para El? La conducta de Dios y la
de Jesús pueden ser contempladas y dispuestas a tres niveles: moral, escatológico y
cristológico.
a) Nivel moral
b) Nivel escatológico
Se podría decir que la actitud de Jesús con los pecadores va en el sentido del anuncio de
su predicación de que "el Reino de Dios está cerca" y de la proclamación del privilegio
de los pobres y, por tanto, que el tiempo de su misión es un momento de gracia
excepcional que precede a la llegada del Reino. La conducta de Jesús alcanzaría su
pleno sentido sólo para quien comprenda su alcance escatológico: existe una
identificación concreta entre la conducta de Dios y la de Jesús, porque en esa última se
realiza la intervención escatológica de Jesús. Estamos muy próximos a la postura de J.
Jeremías.
c) Nivel cristológico
Dupont llega, pues, a una doble conclusión. Por una parte Jesús es consciente de
cumplir una misión que le vincula estrechamente a la acción de Dios y con la que Dios
está vinculado, en cuanto por esa acción inaugura el Reino de Dios. La identificación
concreta se establece a nivel de comportamiento, pues en Jesús es Dios quien obra, ya
que, como antes decíamos, el obrar de Jesús es el obrar de Dios. Por otra parte, el
historiador puede afirmar que la "oveja perdida" es una parábola de Jesús, ya que
presupone una intención de la misión de Jesús concorde con lo que afirma en otros
momentos y difícilmente podría atribuirse a nadie más que a El.
las parábolas, historia crítica, situado todo en una perspectiva que subraya la concepción
de la misión de Jesús dirigida por la situación típica, y bien atestiguada, de la parábola
misma. Y, sin embargo, en el diálogo de métodos que afrontamos, hay otras
aproximaciones posibles y esclarecedoras, como la estructural que vamos a exponer
inmediatamente, que sitúa en el centro el texto mismo como lugar de relaciones
recíprocas y dependencias internas.
Una forma fácil de aproximación consiste en fijarse en las insistencias y repeticio nes del
vocabulario. Así el verbo "decir" aparece 5 veces: dos para Jesús, una para los fariseos y
escribas, y otra para el pastor. Tres veces aparecen muchos términos: los pecadores (v.
1,2,7), "perder (4.4.6), "encontrar" (4.5.6), la "alegría" (5, 6,7). Dos veces se subraya la
oposición 1 frente a 99 y la llamada al "cambio de vida". Asimismo indicar la variedad
de verbos de movimiento: acercarse /acoger/ abandonar /irse /volver...
Pero ese primer inventario descriptivo pide ser completado por una relació n de las
diferencias que se refieren a la estructura del relato más que a su exclusivo contenido
material.
Waelkens explica que su análisis estructural no parte de cero: sabemos quienes eran los
fariseos y escribas y conocemos sus relaciones con publicanos y pecadores; tenemos
una idea aproximada del valor de una oveja. . . Nadie practica, pues, una exégesis
puramente estructural, sino que los análisis formales reposan sobre conocimientos extra-
textuales. Pero eso no impide que el postulado fundamental estribe en definir los
términos sólo en función de sus relaciones con los demás y no aisladamente (como
pudiera hacer creer el diccionario). El lenguaje no significa como lo hace un léxico, es
decir, por una correspondencia estable entre las palabras y las cosas, sino que actúa
como un sistema, o sea por una estructura en que cada elemento es función de todos los
otros.
De esa forma el sentido de un elemento se define por lo que excluye; toda afirmación se
refiere a una negación, al menos implícita. Y el sentido brota de la diferencia con tal que
ésta sea pertinente. Comprender un texto es, pues, descubrir la trama compleja de
relaciones y oposiciones que le sustentan.
Ejemplo
La parábola adquiere una luz nueva si le aplicamos ese esquema, porque vemos que la
oveja, primero perdida y luego recobrada causa una ALEGRIA que las otras no han
suscitado. Pero el eje Alegría/No-Alegría no corresponde como tal a la lógica del
paradigma de contrarios perdido/hallado; le está vinculado por una relación
sintagmática, es decir, por una cercanía o sucesión desprovista de necesidad intrínseca,
que patentiza en el acto la gratuidad del relato parabólico.
Hexágono semiótico
idénticos, pero nuevos elementos se superponen a los anteriores. Este paso se justifica
por las palabras explícitas de la parábola: "Os lo digo; así habrá gran alegría en el
cielo...
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Esa lectura respeta escrupulosamente la objetividad del texto evangélico; las tres
parábolas del c. 15 de Lc gozan de una notable unidad estructural, pues ofrecen un
mismo "código de lectura" del comportamiento de Jesús con publicanos y pecadores. Su
solicitud es tan comprensible como la búsqueda inquieta del pastor. Y sin embargo el
autor puede concluir que la superposición Alegría/NoAlegría sobre el eje vertical del
esquema no es tan natural como el hábito nos hace creer. Los escribas y fariseos no lo
aceptaban: Dios sólo podía alegrarse con los justos. Pero contra toda lógica Jesús afirma
lo contrario: la reacción del pastor es comprensible, pero la que Jesús atribuye a Dios es
paradójica y escandalosa.
Interrogamos ahora el texto de la parábola a la luz del psicoanálisis. Fr. Dolto nos
propone esa lectura atendiendo a las cuestiones planteadas por un psicoanalista (G.
Sévérin) a la psicoanalista creyente que ella es.
Una de las constantes de esa lectura es que Jesús clarifica el deseo e impulsa hacia él;
Jesús arrastra al deseo y no a una moral. Seguiremos, pues, sucesivamente al pastor que
deja sus 99 ovejas, luego a la misma oveja perdida y, finalmente, la alegría compartida
con que finaliza la parábola.
Con ese relato, concluye el autor, Jesús muestra que seamos lo que seamos, en cualquier
situación o carencia que soportemos debemos reencontrar la propia cohesión, y que una
vez recuperada y reintegrado el objeto perdido, nuestra alegría desborda.
En ese punto Fr. Dolto saca una primera conclusión: el pastor no cree que el animal se
haya alejado porque quería morir (le bastaba tumbarse o no andar para que el pastor
comprendiera su agotamiento). La parábola trata de hecho de un error de deseo y no de
un deseo de muerte.
Hay gente que vive sus impulsos como un instinto animal, sin referencia a una ley; y los
virtuosos temen que les arrastren a incumplirla. Pero quizás se puede invertir la
situación: ¿no es posible acercarse a los pecadores, como Jesús, y arrastrarles al amor de
Dios? ¿ Hay que ver en los pecadores la condición humana de "heridos psíquicos", sin
un juicio moral? Fr. Dolto, desde su experiencia de psicoanalista, responde
honradamente que nadie actúa de forma absolutamente mecánica y determinista; en
alguna parte de la persona hay una potencialidad de decisión libre. No se pueden reducir
los fenómenos de la vida psíquica a una combinación de impulsos psíquicos o físicos.
Leer el evangelio es encontrar a Jesús que solicita constantemente nuestra decisión
responsable:
a) O bien nos identificamos con la oveja que se va sola y se cree libre. Sin duda uno
puede ir a donde quiera... si es la vida. Pero el pastor sabe que creyendo vivir va hacia la
muerte. Al hombre le ocurre en ocasiones, desear, como la oveja, una planta rara y en la
vida hay momentos en los que se pierde el norte. Ello es debido a que el ser humano es
inédito y único: escandaliza y plantea problemas. Además, si esta oveja quiere de
verdad "vivir su vida" fuera del rebaño, intentará nuevas fugas; pero en la parábola el
animal está contento de haber sido salvado, pues de lo contrario el texto lo indicaría.
núcleo del propio deseo El pastor al hallar el objeto de su búsqueda, estalla de gozo
después de la angustia y lo comparte festivamente con sus amigos en un gozo mayor
que el de recuperar simplemente un animal.
Una alegría solitaria es una falsificación; la alegría es una corriente misteriosa que pasa
de uno a otro y que no puede estancarse en placer solitario. De lo contrario, de fuente se
convierte en charco y de comunicación en consumo.
Jesús muestra en la parábola que debemos recuperar la cohesión de nuestro ser. Una vez
recuperado "el objeto perdido", nuestro gozo resplandecerá. El pastor, en la tristeza, ha
hecho lo imposible (sin comunicar su dolor) para recuperar la oveja; los hombres en
caso de una carencia profunda deben actuar enérgicamente para salir de esta situación.
Pero el pastor comunica su gozo (sólo la alegría y el amor son constructivos). Jesús
responde, pues, a la gente virtuosa que le reprocha su trato con los pecadores: ¡cuál sería
vuestro gozo si os gozarais con quien cambia de vida y halla la alegría... ! Y este
mensaje debemos escucharlo siempre.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Llegados al final del resumen de los cuatro métodos de aproximación exegética, con los
valores propios y los contrastes, debemos formular algunas conclusiones de esas
sugerentes interpretaciones y de los resultados, más o menos afortunados, a nivel
exegético, de tales intentos.
2) Toda lectura es un recorrido singular, que no quiere decir único. Hemos visto en el
ejemplo de la "oveja perdida" que existe una pluralidad posible de lecturas según el
punto de vista, sin ser definitiva o completa ninguna de ellas. Surgen nuevas
significaciones que enriquecerán nue vos aspectos hasta casi convertirlos en un nuevo
texto. Como dice Teodorov: "en un cierto sentido, todos los textos pueden ser
considerados como partes de un sólo texto, que se escribe desde que el tiempo existe! ".
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Si alguna de las lecturas ha parecido más sugerente, es que ha acertado a provocar una
invitación a la respuesta de la eterna pregunta: " Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?".
La plenitud del sentido está siempre en el futuro. y la amplitud del conocimiento
adquirido desemboca en una nueva eclosión de sentido.