26 Estudio Bíblico ELA Jesucristo en Acción (Marcos) - Arturo Collins
26 Estudio Bíblico ELA Jesucristo en Acción (Marcos) - Arturo Collins
26 Estudio Bíblico ELA Jesucristo en Acción (Marcos) - Arturo Collins
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ARTURO COLLINS
ISBN 968–6529–43–8
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CONTENIDO
1
Jesús comienza su ministerio
Marcos 1:1–15
El evangelio según Marcos fue descuidado por los eruditos del cuarto al decimonoveno siglos de
nuestra era porque creían que era una síntesis del evangelio según Mateo. Sin embargo, durante el
último siglo ha prevalecido la teoría de que Marcos fue el primer evangelio que se escribió y por
consiguiente, ha sido objeto de mucho interés e investigación. Es el más corto de los evangelios.
EL AUTOR Y LA FECHA
En el contenido del evangelio según Marcos no se identifica a su autor, pero la tradición cristiana
primitiva creía que fue Marcos, hijo de María, mujer prominente de la iglesia primitiva (Hechos
12:12). El lenguaje de 1 Pedro 5:13 da lugar a creer que Marcos fue convertido por la predicación del
apóstol Pedro, a quien acompañaba en su ministerio en Babilonia (Roma).
Se cree que Pedro fue la fuente de información para que Marcos escribiera su evangelio y se nota
algo del carácter decidido de Pedro en el estilo y lenguaje que Marcos usa. Observe, por ejemplo, el
uso frecuente que hace de frases tales como “al momento” y “en seguida”. La asociación con Pedro
ha dado al libro una credibilidad extraordinaria y nunca hubo duda en cuanto a incluirlo en el canon
de las Sagradas Escrituras.
Marcos era sobrino o primo de Bernabé (Colosenses 4:10) y anduvo con él y con Pablo en su
primer viaje misionero (Hechos 13:5). Sin embargo, se apartó de ellos y regresó a Jerusalén sin
terminarlo, lo cual causó una grave diferencia entre Pablo y Bernabé cuando se preparaban para
emprender su segundo viaje misionero (Hechos 15:36–40). Años después, en su segunda carta a
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Timoteo, Pablo hace referencia a Marcos diciendo que le era “útil para el ministerio” (2 Timoteo
4:11).
Siempre es difícil precisar una fecha exacta, pero hay evidencia de que fue escrito en la década de
los 50 d.C. Parece que Lucas usó parte de su contenido en la redacción de su evangelio, y
generalmente se acepta que Lucas escribió en el año 60 d.C.
PROPÓSITO Y TEMA
Los autores de los cuatro evangelios tienen diferentes estilos y distintivos. Marcos hace hincapié
en las actividades de Jesucristo. Aunque menciona su enseñanza, no incluye los largos discursos que
se encuentran en los otros tres evangelios. El libro tampoco contiene una declaración clara del
propósito que Marcos tenía en mente al escribirlo. Se deduce el propósito haciendo una lectura
cuidadosa de su contenido. Por la omisión de las genealogías de Jesucristo, uno llega a la conclusión
de que no era la intención de Marcos dirigir su libro a los judíos. Más bien, escribió a gentiles
cristianos, posiblemente a los que había conocido en Roma cuando la visitó con Pedro. Parece que
tenía en mente afirmar su fe en “Jesucristo, Hijo de Dios” y Salvador del mundo y presentarlo, no
como un gran maestro, sino como el gran ayudador de todos los creyentes del mundo.
El libro gira alrededor del tema de Jesucristo como siervo y consta de dos divisiones principales
¡PENSEMOS!
LA PRESENTACIÓN DE JESUCRISTO
1:1–13
Dios para salvación y tiene que ver con la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. En esa
expresión sola, Marcos nos da un atisbo de su propósito: Su libro hablará de las buenas nuevas de la
muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios.
En su introducción, Marcos une la humanidad de Cristo con su deidad. El nombre Jesucristo es
una combinación de Jesús con Cristo (1:1b). Jesús es el Salvador, el que provee salvación a su pueblo
por medio de su muerte (Mateo 1:21). Cristo es el Mesías, el Ungido de Dios, él que ha de reinar
sobre todo el mundo (Salmos 2). ¡Qué título más sublime!
El término “Hijo de Dios” abarca dos conceptos teológicos acerca de Jesucristo. Habla de su
eternidad y su preexistencia. Siempre ha existido y siempre existirá como Hijo de Dios. Ese título no
le fue conferido cuando se encarnó.
Marcos cita al profeta Isaías al hacer referencia al precursor que había de preparar el camino del
Señor (Isaías 40:3). El pasaje citado fue una promesa del Padre al Hijo. El Padre enviaría a su
mensajero delante de la faz del Hijo (1:2). Ese mensajero clamaría en el desierto, y su mensaje sería:
“Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas” (1:3).
PENSEMOS!
Observaciones
1. Juan no hizo ninguna señal.
2. Juan nunca llegó a ser rey.
3. Juan murió en infamia.
4. Juan cumplió a cabalidad el propósito que Dios diseñó para él.
5. Juan fue un eslabón clave en el cumplimiento del ministerio de nuestro Señor Jesucristo.
6. La obediencia a Dios es lo más importante en la vida del creyente.
Hay una diferencia bien marcada entre el bautismo de Jesucristo y el bautismo de las otras
personas que llegaron a Juan. En cuanto a Cristo, no se dijo nada acerca a confesión de pecados. Él
no tenía ningún pecado que confesar (Hebreos 4:15). Su bautismo significa obediencia a la misión
que su Padre tenía para él (Hebreos 10:5–8).
Se abrieron los cielos, y el Espíritu Santo fue visto como paloma descender sobre él (1:10). La
tercera persona de la Trinidad es espíritu y generalmente no aparece en forma visible. Lo que
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tenemos en la paloma es un símbolo del Espíritu. En la Biblia aparecen varios símbolos de él. En el
Antiguo Testamento, el Espíritu Santo descendía sobre las personas para capacitarlas a que ejercieran
un ministerio específico, pero no moraba en ellas permanentemente como hace en la era cristiana
(Éxodo 31:3 y Juan 14:16–17). Él descendió sobre nuestro Señor Jesucristo para investirle de poder
para llevar a cabo su ministerio mesiánico (Hechos 10:37–38).
Aunque hay varias referencias al Espíritu Santo en el Antiguo Testamento y algunas inferencias
acerca de la Trinidad, esta es la primera expresión clara de ella. La presencia del Espíritu en esa
ocasión sublime demuestra la solidaridad que hay en las tres personas de la Trinidad.
El Padre se manifestó por medio de una voz que vino de los cielos. Presentarse en esa forma va
de acuerdo con su carácter. “Dios es Espíritu” (Juan 4:24a), y “a Dios nadie le vió jamás” (Juan
1:18a). Lo que él dijo demuestra la unidad entre el Padre y el Hijo y el amor íntimo que hay entre
ambos.
Siempre había sido su Hijo amado y el Padre siempre se había complacido en él. Las palabras
tuvieron un impacto muy especial en esa ocasión, porque acreditaron al Señor Jesucristo para que
ejerciera el ministerio que estaba al punto de emprender. El mismo apoyo para el Hijo fue expresado
frente a la oposición (Mateo 12:18) y en su transfiguración (9:7). El pasaje de Mateo 12 es una
profecía de Isaías y habla de la mansedumbre del siervo de Dios y de la esperanza ofrecida a los
gentiles.
¡PENSEMOS!
2
Jesucristo ejerce su autoridad y poder
Marcos 1:16–3:12
Había algo muy diferente entre Cristo y los religiosos de su tiempo. El enseñó y llevó a cabo sus
actividades con mucha autoridad y poder.
Una de las primeras actividades del Señor fue llamar a sus primeros discípulos. Mientras andaba
junto al mar de Galilea, observó a Simón y a su hermano Andrés practicando su profesión de
pescadores y les dijo: “Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres” (1:17). La
metodología del Señor es muy interesante. Aprovechó el contexto en que vivían para llamarlos a
practicar su profesión a un nivel muy superior. Seguirían siendo pescadores, pero ahora de hombres.
Ellos no pudieron resistir su autoridad. Enseguida dejaron sus redes y le siguieron (1:18).
Después vio a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, que estaban remendando sus redes
en la barca. Los llamó también y dejaron a su padre la barca con los jornaleros, y le siguieron (1:19–
20). La presencia de los empleados implica que eran hombres de ciertos recursos, pero lo dejaron
todo para unirse con Simón y Andrés en el trabajo de pescar hombres para convertirlos en seguidores
de Jesucristo. Lucas agrega que Jacobo y Juan ya eran compañeros de Simón cuando Cristo les llamó
(Lucas 5:10).
Vale la pena tomar en cuenta que los discípulos no abandonaron a su familia al seguir a Cristo.
Uno de los milagros que él hizo se llevó a cabo en la casa de Simón (Marcos 1:29–31).
Después de ejercer su autoridad sobre los hombres que llamó a ser sus discípulos, entró con ellos
en la sinagoga de Capernaum (1:21). A propósito, esos cuatro discípulos eran de esa ciudad. Marcos
dice que eso aconteció en “los días de reposo”. Allí Cristo desplegó otra actividad, la enseñanza. Los
oyentes se admiraban que lo hacía con “autoridad y no como los escribas” (1:22).
Estaba presente en la misma sinagoga un hombre con espíritu inmundo, el cual dio voces (1:23).
El espíritu inmundo reconoció a Cristo como Jesús nazareno y el Santo de Dios, y le preguntó: “¿Has
venido para destruirnos?” (1:24). El uso del último título quiere decir que el espíritu inmundo sabía
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que la autoridad de Cristo provenía de Dios. La pregunta en sí indica que los demonios tienen
conocimiento de la enemistad entre Dios y Satanás y de antemano saben quién va a triunfar. Jesús
ejerció su autoridad sobre el espíritu inmundo, diciendo: “¡Cállate, y sal de él!” (1:25). El demonio
no pudo resistir su autoridad tampoco. Sacudió con gran violencia a su víctima “y clamando a gran
voz, salió de él” (1:26).
Después de los acontecimientos en la sinagoga, Jesús entró con los cuatro discípulos en la casa de
Simón (1:29). Allí estaba acostada la suegra de Simón con fiebre. Informaron de eso al Señor y en
seguida la tomó de la mano y la levantó. La fiebre le dejó de inmediato y les servía (1:30–31). Note
en el contexto el uso de las palabras “en seguida” e “inmediatamente” Estas son expresiones
características de Marcos. En el estudio de este evangelio, usted va anotar la frecuencia con que las
usa.
Aquella noche, al ponerse el sol, le trajeron a gran cantidad de enfermos y endemoniados. Sanó a
muchos de ellos y echó fuera muchos demonios. Pero no dejaba que los demonios hablaran, “porque
le conocían” (1:32–34).
Al día siguiente muy temprano, se levantó el Señor, y se fue a un lugar desierto para orar (1:35).
El día anterior había estado lleno de actividades agotadoras. Es muy probable que Jesús se acostara
tarde. Siendo Dios, sus fuerzas no tenían límite pero como hombre, se cansaba como nosotros y
sentía la necesidad de renovar sus fuerzas mediante la comunión con su Padre. ¡Qué lección para
nosotros! ¡Cuán necesaria es la oración en nuestra vida diaria!
Los discípulos no sabían donde estaba, y cuando le hallaron, le dijeron que todos le buscaban. Su
contestación nos da una clave para entender su ministerio y el de sus discípulos hasta que regrese a la
tierra en su segunda venida:
¡PENSEMOS!
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Llegó hasta el Señor un leproso rogándole que lo sanara (1:40). Cometió un acto atrevido, porque
según la ley de Moisés (Levítico 13–14), toda persona con lepra era considerada inmunda y no podía
asociarse con la gente. Pero este leproso tuvo fe en el poder y compasión de Cristo. Él le mostró
misericordia, y también hizo algo extraordinario. Le tocó, y diciendo sólo unas palabras: “Quiero, se
limpio”, lo sanó. Al hacerlo, le dio instrucciones de presentarse al sacerdote y ofrecer la ofrenda
correspondiente por su purificación (1:44, comp. Levítico 14:2–31). El milagro fue más allá de lo que
podían hacer los sacerdotes. Ellos podían declarar a un leproso limpio o puro, pero no podían sanar la
lepra. No obstante el ruego de Cristo de no divulgar el miagro, el hombre comenzó a publicarlo, de
manera que mucha gente venía al Señor haciendo que ya no pudiera seguir abiertamente con su
ministerio en la ciudad. Por lo tanto, todo mundo llegaba a él en los lugares desiertos (1:45).
Después de algunos días, Jesús regresó a Capernaum. Al darse cuenta, la gente se presentó en
gran cantidad en la casa donde estaba hospedado. No cabía nadie más y muchos se quedaron en la
puerta. “Y les predicaba la palabra” (2:2). Que la gente quería ver mas milagros es evidente por lo
que aconteció en seguida.
Llegaron cuatro hombres cargando a un paralítico y cuando se dieron cuenta de que era imposible
acercarse al Señor, bajaron a su amigo por una abertura que hicieron en el techo (2:3–4). Al observar
la fe de ellos, Jesús dijo: “Hijo, tus pecados te son perdonados” (2:5). Al oir estas palabras, unos
escribas que estaban presentes, le acusaron de blasfemia y preguntaron: “¿Quién puede perdonar
pecados, sino solo Dios?” (2:7) Para mostrarles que él tenía poder para perdonar pecados en la tierra,
dijo al hombre: “Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (2:11). El hombre se levantó en seguida,
tomó su lecho y pasó por delante de todos. Por supuesto, ellos se asombraron y glorificaron a Dios
(2:12).
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Sin lugar a dudas, este milagro comprueba la deidad de Jesucristo. Tenían razón los escribas.
Sólo Dios puede perdonar pecados, pero ignoraban que Jesucristo es Dios. Parece que hasta ellos se
asombraron por este milagro.
¡PENSEMOS!
Jesús regresó al mar siempre rodeado de mucha gente, “y les enseñaba” (2:13)
Al caminar por la orilla del mar, vio a Leví, un publicano, que estaba sentado al banco de los
tributos públicos (2:14a). Es lógico que hubiera tal banco cerca de Capernaum porque la ciudad tenía
una aduana. Esa población era una ciudad clave en la ruta que iba de Damasco hacia el mar
Mediterráneo. El Señor llamó a Leví, e inmediatamente éste se levantó, y le siguió (2:14b). No
sabemos si le conocía con anterioridad o no. En el caso de Simón, Andrés, Jacobo y Juan, sí había
antecedentes, pero en lo concerniente a Leví, también llamado Mateo (Mateo 9:9), sólo podemos
especular.
Los recaudadores de impuestos nunca han sido populares. En aquel entonces los judíos que
desempeñaban ese papel eran objeto de mucho rechazo de parte de sus compatriotas. No es de
extrañar que los escribas y fariseos criticaran a Jesús al verlo comer con los publicanos y con los
pecadores (2:15–16).
Sus palabras le dieron a Cristo otra oportunidad de insistir en su propósito.
Los fariseos quisieron ponerle otra trampa al observar que sus discípulos no ayunaban, aunque los
de Juan sí lo hacían. El Señor les contestó con mucho tino, comparando su estancia entre sus
discípulos con una boda. Les dijo que quienes están de bodas no pueden ayunar mientras está con
ellos el esposo. Después tendrán tiempo para hacerlo (2:18–20). De gozo no ayunaban los discípulos
de Cristo estando él presente, pero después de su partida lo harían.
Probablemente en el mismo contexto, les dio otra enseñanza. Basándose en un conocimiento muy
común, les recordó que nadie pone remiendo de paño nuevo en un vestido viejo, ni vino nuevo en
odres viejos. Al violar estos principios, el remiendo nuevo tira de lo viejo y el vino nuevo rompe los
odres viejos, y se pierden los odres y el vino. Su conclusión fue: “pero el vino nuevo en odres nuevos
se ha de echar” (2:22). La enseñanza es bastante obvia. Su presencia con ellos y la enseñanza acerca
de su crucifixión y resurrección era algo totalmente nuevo, y no se habían de mezclar con el
judaísmo, un sistema muerto. Ambos sistemas eran completamente incompatibles.
Al ir caminando un día de reposo por los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas, por lo
que los fariseos reprendieron a Cristo por esa conducta inadecuada. Según ellos, estaban profanando
el sábado (2:23–24). El Señor les preguntó si no habían leído lo que hizo David en una ocasión al
entrar en la casa de Dios con hambre. Comió y compartió con quienes lo acompañaban los panes de
la proposición, reservados únicamente para los sacerdotes (2:25–26). Concluyó Jesús con unas
palabras que tienen repercusión hasta la fecha:
El siguiente evento narrado por Marcos sucedió en la sinagoga y también en día de reposo. Había
en la sinagoga un hombre que tenía seca una mano. Sobraban los que buscaban razón para acusar a
Jesús. De modo que querían ver si él sanaría al hombre en el día de reposo. Según la tradición
rabínica, no era lícito curar en ese día a menos que estuviese la persona en peligro de perder la vida.
El hombre que tenía la mano seca no estaba en peligro de perder la vida. Bien podría haber esperado
hasta otro día. Quienes criticaban a Cristo no tenían ningún interés en el bienestar del pobre hombre.
Su meta era impedir las actividades del Señor (3:1–2).
Conociendo sus corazones malvados, dijo al hombre: “Levántate y ponte en medio” (3:3).
Después, vuelve la atención a sus acusadores preguntándoles si era lícito en los días de reposo hacer
bien o hacer mal; salvar la vida o quitarla. El Señor se enojó y entristeció por la dureza de sus
corazones. Por lo tanto, dijo al hombre: “Extiende tu mano” (3:5). El enfermo extendió la mano, y le
fue restaurada sana. Los fariseos entonces se pusieron de acuerdo con los herodianos para destruirle
(3:6).
Después salió al mar con sus discípulos y le siguió gran multitud de Galilea, Judea, Jerusalén,
Idumea, del otro lado del Jordán así como de los alrededores de Tiro y de Sidón. Las multitudes se
sentían atraídas por los milagros que hacía. Para su seguridad, pidió a sus discípulos que siempre le
tuviesen lista la barca, porque la gente quería tocarle para ser sanada. Al verle, los espíritus inmundos
se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: “Tu eres el Hijo de Dios” (3:11). Pero él les
reprendía mucho para que no le descubriesen (3:12). El no quería esa clase de fama, porque su plan
era cumplir con el programa de su Padre de revelarlo en forma progresiva.
¡PENSEMOS!
3
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Para tener éxito en cualquier empresa, es indispensable escoger al personal con mucho esmero.
¿Qué temperamento tiene cada cual? ¿Es posible moldearles para formar un equipo? ¿Qué
habilidades posee cada uno para el trabajo? ¿Qué capacitación se necesita? ¿Qué conocimiento tiene
cada uno del propósito y las metas de la empresa? ¿Está dispuesto cada uno de ellos a comprometerse
con la empresa para el resto de su vida? ¿Quién surgirá como líder del grupo?
Por buenas que sean esas preguntas, es dudoso que Cristo hiciera la selección de los doce
tomándolas en cuenta. Él utilizó su omnisciencia de acuerdo con sus propósitos eternos, y escogió a
cada uno no de acuerdo con las capacidades evidentes, sino considerando el potencial que preveía en
cada uno. Es muy posible que la gran mayoría de las iglesias y otras organizaciones cristianas
hubieran rechazado a varios de esos hombres, porque no parecían poseer ni las cualidades ni las
capacidades para ser líderes. Pablo nos recuerda “que lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte” (1 Corintios
1:27).
Para el llamamiento de los doce discípulos, el Señor subió a un monte (3:13a), probablemente
ubicado al occidente del mar de Galilea. Marcos no identifica el lugar, pero Lucas agrega un detalle
muy importante. Cristo pasó la noche anterior en oración (Lucas 6:12). Una vez más, el Señor nos
enseña con su ejemplo. Si el Hijo de Dios necesitaba sabiduría de lo alto para tomar decisiones, tanto
más nosotros. “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17) es un consejo que siempre debemos llevar al
terreno de la práctica.
Marcos nos da a entender que la selección de los doce fue una decisión soberana: “Llamó a sí a
los que él quiso” (3:13b). Lucas aclara: “llamó a sus discípulos” (Lucas 6:13b). Esta frase nos ayuda
a interpretar el pasaje. Indica que existe una diferencia entre “discípulos” y “apóstoles”. Todos los
que subieron al monte con Cristo eran discípulos, pero no todos fueron designados por él aquel día
como apóstoles.
EL DISCÍPULO ES UN APRENDIZ Y
SEGUIDOR DEL MAESTRO. EL APÓSTOL
ES ALGUIEN ENVIADO COMO
EMBAJADOR QUE LLEVA UN MENSAJE Y
REPRESENTA AL QUE LO ENVIÓ.
“Y estableció a doce” (3:14a), Después de esa frase introductoria, Marcos delineó los propósitos
que tuvo Cristo al realizar esta acción (3:14b–15):
1. Para que estuvieran con él
2. Para predicar
3. Para darles autoridad de sanar enfermedades
4. Para echar fuera demonios
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Al decir “para que estuviesen con él”, es evidente que nuestro Señor estaba comenzando una
escuela bíblica ambulante y práctica. Ellos aprenderían en el camino. A propósito, este sistema de
enseñanza es inmejorable. Es bello andar con alguien que nos puede enseñar, y es menester que los
que hemos andado con Cristo por algunos años demos la mano a los nuevos para enseñarles en el
camino.
Nótese que el primer ministerio que él les asignó fue la predicación. Esta era su prioridad
personal y sería la prioridad de ellos.
Para compararlos y ayudar en la identificación de cada uno, a continuación se dan tres listas
OBSERVACIONES
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1. El nombre de Pedro encabeza cada lista. Probablemente indica que él sería su líder. Marcos lo
identifica con Simón (3:16).
2. En cada lista aparecen los cuatro hermanos pescadores primero.
3. Mateo y Lucas ponen a Andrés en segundo lugar.
4. Marcos menciona a Pedro, Jacobo y Juan primero, y pone a Andrés en cuarto lugar. Esos tres
parecían formar un círculo íntimo.
5. La identidad de cada uno es bastante obvia hasta llegar a Bartolomé. Se cree que él es
Natanael mencionado primero en Juan 1:45 y que fue encontrado por Felipe. La colocación de
su nombre inmediatamente después de Felipe da credibilidad a ese punto de vista.
6. Jacobo hijo de Alfeo es también Jacobo el menor.
7. Tadeo es probablemente Judas hermano de Jacobo.
8. Simón el cananista es el mismo Simón el Zelote.
9. Judas Iscariote ocupa el mismo lugar en cada lista y aparece como el traidor. Es el único que
no era de Galilea. Era de una ciudad de la tribu de Judá.
¡PENSEMOS!
significaría la segura destrucción de su reino. En seguida les dio el golpe de gracia al decir: “Y si
Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin”
(3:23–27).
El v. 30 da la clave par entender lo que Cristo acababa de decir. Habían dicho: “Tiene espíritu
inmundo”. El pecado imperdonable es atribuir a Satanás las obras hechas por el Espíritu Santo.
¡PENSEMOS!
4
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Una parábola es una historia breve que expresa una comparación y por lo general inculca una sola
verdad. Para los conocedores de un asunto, la interpretación de una parábola es fácil; pero para los
indoctos es un misterio. Fue un método de enseñianza usado por nuestro Señor con frecuencia. El
capítulo 4 del evangelio según Marcos incluye cuatro parábolas; el sembrador, la lámpara y la
medida, la semilla que crece gradualmente y la semilla de mostaza.
Estas cuatro parábolas tienen un significado común. Su tema es el reino de Dios (4:11, 26, y 30).
La aplicación es triple. Incluye la oferta del reino que hizo Cristo a su pueblo en aquel entonces
(1:15); el aspecto espiritual presente (Romanos 14:17); y el reino milenial de Cristo (Apocalipsis
20:4–6). Vea el comentario sobre Marcos 1:15.
La enseñanza comenzó junto al mar, pero so reunió tanta gente que fue necesario entrar en una
barca para continuar. De modo que él estaba en la barca, y la gente en tierra junto al mar. En ese
contexto les enseñaba por parábolas (4:1–2).
1. El sembrador 3. El terreno, y
2. La semilla 4. El resultado
Junto al camino (v.4) Comida por las aves (v.4) Satanás quita la palabra (v.15)
Entre espinos (v.7) Ahogada (v.7) Por los afanes, las riquezas y la
codicia (v.19)
En buena tierra (v.8) Dio fruto a 30, 60, y ciento por Oyen la palabra y la reciben
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EL SEMBRADOR ES CRISTO
O ALGUNO DE SUS ENVIADOS.
LA SEMILLA ES LA PALABRA DE DIOS.
LOS TRES PRIMEROS
EJEMPLOS SON SÓLO OYENTES.
LA SEMILLA QUE CAYÓ EN BUENA
TIERRA Y DIO FRUTO REPRESENTA A
LOS VERDADEROS CREYENTES.
OBSERVACIONES
1. Hemos de sembrar la semilla en abundancia
2. Evitemos el error de creer que en cada caso el veinticinco por ciento de la semilla caerá en
buena tierra.
3. No nos limitemos a sembrar solo en buena tierra. No somos omniscientes.
4. Dejemos los resultados al Señor. Soberanamente él da fruto a treinta, a sesenta y a ciento por
uno. No podemos prever el resultado cuando sembramos.
5. La cosecha máxima se dará en el milenio (Marcos 13:24–27).
¡PENSEMOS!
¿Qué es una parábola? ¿Por qué enseñó Cristo con parábolas? ¿Cuál es el
tema de las cuatro que Marcos menciona en el capítulo cuatro? ¿Dónde se llevó
a cabo esa enseñanza? ¿Quién es el sembrador en la parábola del sembrador?
¿Cuál es la semilla? ¿Cuáles son las cuatro clases de terreno? ¿Cuál fue el
resultado en cada situación? ¿Cuál es la interpretación de cada ejemplo?
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¡PENSEMOS!
1. El sembrar es un acto de fe. No es menester que el sembrador entienda como brota la semilla,
crece la planta y da su fruto.
2. La semilla tiene vida en sí.
3. Todo el proceso, del nacimiento de la planta hasta la cosecha tiene su tiempo debido. El
agricultor no puede apresurarlo.
4. En cada paso se ve la mano soberana de Dios.
Conclusión:
Marcos alude a otras parábolas (4:33a), y al identificar a los que recibieron la interpretación de
parte del Señor, especificó que fueron sus discípulos en particular, pero no se limitó a ellos. Vea el
comentario sobre 4:10.
¡PENSEMOS!
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5
Jesús viaja e instruye
Marcos 4:35–9:1
Desde el principio de su evangelio, Marcos registra las siguientes palabras de boca de nuestro
Señor Jesucristo: “Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he
venido” (1:38). A continuación, el Señor comenzó a predicar en toda Galilea. Es bastante común leer
que regresaba a Capernaum o que enseñaba junto al mar, etc. Durante los primeros cuatro capítulos,
se limitaba a Galilea, aunque viajaba mucho en ella. En esta sección parece extender su territorio y
acelerar sus pasos hacia los lugares vecinos.
donde arribó la barca, según creen muchos eruditos. El texto no dice que llegó a Gadara, ubicada al
sureste del mar, sino a la región de los gadarenos. La mayoría de sus habitantes eran gentiles y vivía
allí un hombre con un espíritu inmundo. Tan pronto como Cristo salió de la barca, ese hombre vino a
su encuentro. Moraba en los sepulcros, probablemente cuevas del tamaño de un cuarto cavadas en las
colinas que se usaban para enterrar a los difuntos. El hombre poseía una fuerza extraordinaria. Era
imposible retenerlo con grillos o cadenas. Además, andaba hiriéndose y dando voces en los montes
de día y de noche (5:1–5).
El hombre reconoció al Señor, corrió y se arrodilló ante él, y exclamó: “¿Qué tienes conmigo,
Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes” (5:7). Cristo le había
dicho: “Sal de este hombre, espíritu inmundo” (5:8). De modo que quien se dirigía a Jesús era el
demonio que atormentaba al pobre hombre. Sus palabras corroboran el comentario dado
anteriormente en 1:23–28 y 3:11–12. Los demonios saben quién es Cristo y que tiene autoridad sobre
ellos. No quería ser atormentado, probablemente antes de tiempo (Mateo 8:29). Todos los demonios
serán atormentados para siempre juntamente con Satanás en el lago de fuego (Mateo 25:41).
El nombre del espíritu era Legión, apelativo que se relaciona con el hecho de que eran muchos
demonios (5:9). Una legión era la unidad más grande del ejército romano y consistía de unos 3,000 a
6,000 hombres. La comparación indica que en verdad, una gran cantidad de demonios moraban en el
hombre.
Legión rogó al Señor que no los enviara fuera de aquella región. Como estaba cerca un gran hato
de cerdos paciendo, los demonios rogaron a Cristo enviarles allí. Les concedió su petición, y al salir
del hombre entraron en los cerdos, los cuales se precipitaron en el mar por un despeñadero y se
ahogaron. Al enterarse de lo acontecido, los habitantes de aquel lugar vinieron, vieron a Jesús y al
hombre sentado en su cabal juicio, y suplicaron a Cristo alejarse de aquel lugar (5:10–17).
Es lamentable que dieran poca importancia al milagro hecho en el hombre. Parece que se
interesaban únicamente en sus negocios materiales. Si hubieran mostrado más interés en las cosas
espirituales, probablemente habrían disfrutado de muchos beneficios de lo alto por parte del Señor.
Al entrar Jesús en la barca, el que había estado endemoniado le rogó que le permitiera
acompañarle, pero él no se lo permitió. En cambio, Cristo le ordenó ir a su casa y contar a todo el
mundo cuán grandes cosas el Señor había hecho. Así cumplió el hombre el mandato a tal grado, que
todos los de Decápolis oyeron su testimonio y se maravillaban (5:18–20). Decápolis no era el nombre
de una ciudad, sino de una región al sureste del mar de Galilea compuesta de diez ciudades.
¡PENSEMOS!
En eso, llegaron de la casa de Jairo para avisarle que su hija ya había muerto. Al oir ese informe.
Jesús dijo al principal de la sinagoga: “No temas, cree solamente” (5:36).
Al dirigirse hacia la casa de Jairo, Cristo permitió que le acompañaran únicamente Pedro, Jacobo,
y Juan hermano de Jacobo. Es posible que quisiera que fueran los testigos del milagro (Deuteronomio
17:6) tomando en cuenta su propia resurrección. Estos mismos tres estuvieron con él en el monte de
la transfiguración (9:2), y en Getsemaní (14:33).
Entró donde estaban llorando y lamentando algunos, y les reprendió por su alboroto, porque decía
que la niña no estaba muerta, sino que dormía. Entró con el padre y la madre y los que le
acompañaban donde ésta yacía, tomó su mano y le ordenó que se levantara. La niña de doce años se
levantó y andaba, por lo que todos se espantaron sobremanera. El Señor les mandó no extender esa
noticia, y les dijo también que diesen de comer a la niña (5:37–43). La orden de guardar silencio
probablemente refleja lo que había dicho en 1:38, que él había venido principalmente a predicar en
muchos lugares. Sanaba a unos enfermos y resucitaba a unos pocos muertos, pero esas actividades no
eran su prioridad.
¡PENSEMOS!
Jesucristo sólo pudo sanar a unos pocos enfermos allí, pues se asombraba de la incredulidad de
ellos. Después recorrió las aldeas de alrededor, enseñando.
¡PENSEMOS!
Movido por su compasión, Cristo tomó los cinco panes y los dos peces que tenían sus discípulos,
los bendijo, partió los panes, y dio a sus discípulos para repartirlos a la multitud. Tal fue el milagro,
que cinco mil hombres comieron, y sobraron doce cestas llenas de alimentos (6:34–44).
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OBSERVACIONES
Mientras tanto, los discípulos se fatigaban remando contra el viento contrario, y estaban ya cerca
de la cuarta vigilia de la noche (entre las 3:00 y las 6:00 a.m.). Al observar aquello, Cristo vino
andando sobre el mar. Ellos lo vieron, pero creyeron que era un fantasma y se turbaron (6:47–49). El
les habló diciendo: “¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” (v.50) Subió él en la barca, y se calmó el
viento. Ellos se asombraron al ver esto. Por la dureza de su corazón, no habían entendido el milagro
de los panes. No tenían la suficiente sensibilidad espiritual come para comprender quién era Jesús.
Debería haber sido evidente que el que había multiplicado los peces y los panes tenía autoridad y
poder para andar sobre el mar y calmar el viento.
todas partes para que los sanase. Todos los que lograron tocarlo, quedaron sanos (6:53–56). No se
dice nada aquí de que hubiera enseñado. ¿Será posible que hubiera cambiado la prioridad de Cristo?
Lo más probable es que aquí se refleja la prioridad de la gente y no la de él. Las multitudes le seguían
por el pan y las señales, pero él siempre daba prioridad a la enseñanza.
¡PENSEMOS!
El mal está en el corazón, y los lavamientos externos no traen ningún beneficio espiritual si uno
desobedece la palabra de Dios.
¡PENSEMOS!
Después, Jesús hizo otro viaje con sus discípulos fuera de la región de Galilea. Caminaron por las
aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino, les preguntó: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?”
(v.27) Según Marcos, dieron tres opiniones. Decían algunos que era:
1. Juan el Bautista
2. Otros, Elías
3. Y otros, alguno de los profetas
Aunque él tenía algo en común con todos ellos, la respuesta no dio en el blanco. Era evidente que
la gente no sabía todavía quién era.
Esa pregunta fue seguida por una más directa: “Y vosotros, ¿quién decís que soy?” (8:27–28)
Pedro dio la respuesta correcta inmediatamente:
Cristo es el Mesías, el ungido de Dios. Es el que ellos esperaban para establecer el reino de Dios
sobre la tierra. Él les mandó guardar silencio acerca de su identidad.
La confesión era enorme pero incompleta, y él introdujo otro tema en seguida. Comenzó a
enseñarles que el Hijo del Hombre había de sufrir muchas cosas por los líderes religiosos, ser muerto,
y resucitar al tercer día.
La reacción de Pedro indica que todavía no entendía el propósito de su primer advenimiento.
Ellos esperaban al Mesías para librar a la nación del yugo romano. Un Mesías sufriente era
totalmente ajeno a su comprensión.
Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. Cristo a la vez, mirando a los discípulos,
reprendió a Pedro, diciendo: “¡Quítate de delante de mí Satanás! porque no pones la mira en las cosas
de Dios, sino en las de los hombres” (8:33).
Desde aquel momento en adelante, el Señor seguiría tocando el tema de su rechazo, su muerte y
su resurrección, porque fue la parte central del mensaje de los discípulos después de su ascensión.
La conclusión tiene un doble aspecto. El primero es una advertencia muy seria: “Porque el que se
avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se
avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (8:38).
El segundo aspecto es un poco alentador: “Algunos de los que están aquí, no gustarán la muerte
hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder” (9:1). La primera fase se aplica al milenio;
la segunda posiblemente a la transfiguración de Jesucristo.
¡PENSEMOS!
6
El Señor profetiza
Marcos 9:2–50
Jesucristo se relacionaba con el mundo en que le tocó vivir sobre la faz de la tierra, pero gran
parte de su enseñanza tenía que ver con temas y eventos futuros. Marcos cubre cuatro eventos y
temas proféticos en el capítulo nueve del evangelio que lleva su nombre:
1. Su gloria
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2. Su muerte
3. Las recompensas
4. El infierno
Dios no comparte su gloria con nadie. Las palabras de Pedro habían insinuado igualdad entre
Cristo, Moisés y Elías. Dios quitó a Moisés y Elías para hacer resaltar la preeminencia de su Hijo
amado.
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Después descendieron del monte y Jesús les mandó no divulgar los acontecimientos a nadie hasta
que él hubiera resucitado de los muertos. Los discípulos guardaron la palabra entre sí, pero no
entendieron lo que quiso decir al hablar de resucitar de los muertos.
Los eventos que acababan de presenciar les provocaron a hacer otra pregunta: “¿Por qué dicen los
escribas que es necesario que Elías venga primero?” (9:11). Él les contestó que Elías ya había venido
en cumplimiento de la profecía (9:12–13). Sus palabras “y le hicieron todo lo que quisieron” nos
recuerdan el triste caso del maltrato que Juan recibió a manos de Herodes (6:14–29). Mateo agrega
algo que no incluye Marcos: “Entonces los discípulos comprendieron que les hablaba de Juan el
Bautista” (Mateo 17:13). La aparición de Juan el Bautista es un cumplimiento parcial de las profecías
acerca de la venida de Elías, quien aparecerá de nuevo antes de que Cristo venga por segunda vez en
gloria para reinar sobre la tierra (Malaquías 4:5–6). La expresión clave en Malaquías es que él será
enviado “antes que venga el día de Jehová, grande y terrible” (v. 5). El día del Señor hace referencia
a un período de tiempo que comienza con la tribulación y termina con el juicio del gran trono blanco.
El primer advenimiento de Cristo precedió a esos eventos, pero parece que Malaquías hace referencia
a un precursor que aparecerá inmediatamente antes del día de Jehová.
¡PENSEMOS!
(9:23).
Esas palabras constituyen una de las bases más importantes de la vida. La fe es indispensable para
la salvación y para obtener todos los beneficios de la salvación.
En seguida, Cristo ordenó al espíritu inmundo que saliera y no entrara más en él. El demonio
salió clamando y sacudiéndole con violencia. El joven quedó como muerto, de tal manera que
muchos decían que estaba muerto. Después Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó
(9:24–27).
Cuando estuvo en casa con los discípulos, le preguntaron por qué no pudieron echarle fuera. El
les contestó: “Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno” (9:28–29). Es posible que
los discípulos confiaran en su éxito previo (6:13), y no se dedicaran a la disciplina de depender de
Dios e invocar su ayuda para este caso. En cambio, él siempre tenía la costumbre de apartarse para
estar con su Padre antes de emprender cosas humanamente difíciles. ¡Qué lección para nosotros los
creyentes!
¡PENSEMOS!
¿Que pasó cuando Cristo regresó con los tres hasta donde estaban los
otros nueve discípulos? ¿Quién disputaba con ellos? Describa la condición del
joven con espíritu inmundo. ¿Qué hizo el Señor? ¿Por qué no pudieron echarlo
fuera los discípulos? ¿Cuál era el tema de la enseñanza de Jesús mientras
caminaban por Galilea? ¿Cuál fue la reacción de los discípulos?
Para ilustrar su punto, tomó en brazos a un niño, y les enseñó que el que recibe a un niño, le
recibe a él; y el que le recibe a él, también recibe al Padre (9:36–37). En aquel entonces, se
consideraba a los niños come los seres más humildes, tanto en la cultura judía come en la
grecorromana.
Terminó esa lección con la declaración de que la recompensa es segura para todo aquel que diere
un vaso de agua a uno de sus seguidores en su nombre (9:41).
¡PENSEMOS!
¿De qué disputaban los discípulos en camino a Capernaum? ¿Qué les dijo
Cristo? ¿Qué lección objetiva les mostró? ¿Qué dijo el Señor en cuanto al
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hombre que echaba fuera demonios en su nombre pero no andaba con él y sus
discípulos? ¿Qué enseñoá acerca de las recompensas? ¿Qué pasará a la
persona que persiste en resistir la obra de Dios en su vida y en ser piedra de
tropiezo para otros? ¿Cuánto tiempo dura el fuego del infierno?
7
Jesucristo predica en Perea
Marcos 10:1–52
Marcos menciona poco a Judea. En el capítulo uno presenta a Cristo siendo bautizado por Juan en
Judea (1:4–5, 9–11). Pero muy pronto comienza a describir su ministerio en Galilea (1:14), y
permanece allí hasta el comienzo del capítulo 10. En 10:1 dice que se levantó de allí (Capernaum) y
vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Primero llegó al oeste del Jordán y después pasó
al oriente. Ese territorio se llamaba Perea.
Cristo mismo realizó gran parte de su ministerio en Galilea. Puesto que Marcos escribió para los
gentiles, no había tanta razón por la cual hablar de Judea. Esa región tenía mayor interés para los
judíos que para los gentiles. Por los otros evangelios sabemos que se celebraron cuatro pascuas
durante su ministerio público (Juan 2:13, [5:1], 6:4 y 12:1). Jesús estuvo presente en Judea para
asistir a tres de ellas, quedándose en Galilea en la tercera. Esa valiosa información es muy útil para
calcular la edad de nuestro Señor Jesucristo al morir. Sin embargo, para Marcos ni la genealogía ni la
cronología tenían tanta importancia.
Ahora sí, se acercaba el momento de su crucifixión, para eso había venido Jesús y Marcos narra
los eventos relacionados con ese gran suceso. Cristo llegó a Perea unos cinco meses antes de su
crucifixión. Había llevado su ministerio a muchas otras regiones (vea el cap. 5 de este comentario).
Ahora le tocaba presentar su mensaje allí. Como siempre, se juntó a él gran cantidad de gente.
Cuando llegó a aquella región, los fariseos le estaban esperando. Marcos dice que “se acercaron
los fariseos y le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar a su mujer” (10:2). A
continuación, la narración dice que entablaron el siguiente diálogo 10:2–9:
OBSERVACIONES
1. Es cierto que la ley de Moisés permitió el divorcio (Deuteronomio 24:1–4)
2. Cristo dijo que fue por la dureza de su corazón.
3. No era así al principio. Dios hizo al hombre y la mujer. El matrimonio es heterosexual y
monógamo.
4. El hombre ha de dejar a su padre y a su madre para convertirse en una sola carne con su
esposa.
5. El hombre no ha de deshacer lo que Dios ha juntado; el matrimonio es permanente.
Al llegar a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el mismo tema. El Señor amplió
su respuesta para incluir un comentario acerca del casamiento para quienes se divorcian. El hombre
que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella (10:11). La mujer que repudia
a su marido y se casa con otro, también comete adulterio (10:12). Para los lectores romanos esa
expresión era de sumo interés. La ley romana permitía a una mujer repudiar a su marido. La ley judía
no lo permitía, aunque se practicaba a veces en Palestina (6:17–18). Mateo contiene una enseñanza
paralela en 5:31–32 y 19:3–12.
EL MATRIMONIO ES PERMANENTE
La gente traía a los niños para que Cristo los tocase. Considerando que era una interrupción, los
discípulos reprendían a quienes los presentaban (10:13). Su acción indignó al Señor y provocó las
siguientes palabras:
Agregó que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no puede entrar en él. Probablemente
tenía en mente la actitud de fe de un niño. Y para reforzar su enseñanza, tomó en sus brazos a los
niños, y poniendo su mano sobre ellos, los bendecía. En las iglesias evangélicas existe la costumbre
de traer a los niños al pastor o a los ancianos para ser presentados al Señor. Es un acto tierno, bello y
loable. Se debe tomar en cuenta que no confiere gracia. Es más bien un acto solemne que
compromete a los padres y a los testigos a nutrir a los niños con la palabra de Dios en un ambiente de
amor.
¡PENSEMOS!
¿Qué comenzó a hacer Jesús tan pronto como llegó a Perea? ¿Por qué
permitió Moisés dar carta de divorcio? ¿Por qué hicieron esa pregunta los
fariseos? Haga un resumen de la enseñanza de Cristo acerca del divorcio.
¿Cuál es el concepto que más sobresale? ¿Qué hicieron los discípulos a los que
le presentaban niños? ¿Cómo les contestó el Señor? ¿Qué hizo él en seguida?
El joven tenía muchas obras buenas en su haber. Había guardado casi todos los mandamientos, y
lo había hecho desde su juventud. No habló de sus faltas, pero evidentemente no estaba
completamente satisfecho con su condición espiritual. Cristo, mirándole, le amó, y le dijo: “Una cosa
te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven,
sígueme, tomando tu cruz” (10:18–21). El joven se fue triste por estas palabras, porque tenía muchas
posesiones (10:22).
En todo lo que Cristo le dijo, no le prometió vida eterna ni por guardar los mandamientos ni por
dar sus riquezas a los pobres. Más bien, lo estaba probando para ver si tenía fe verdadera en Dios. Es
muy evidente que tenía su fe puesta en sus posesiones y no en Dios. Visto desde este punto de vista,
sus riquezas impedían que depositara la fe en el Señor.
Aprovechándose de este ejemplo triste, Jesús enseño a sus discípulos cuán difícil es para un rico
entrar en el reino de Dios. Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja. Probablemente
la figura se debe tomar literalmente como una aguja que se usa para coser. Los discípulos veían eso
como un imposible (10:23–26). Concluyó el Señor diciendo que para los hombres la salvación es
imposible, pero para Dios, todas las cosas son posibles (10:27).
Pedro exclamó que los discípulos lo habían dejado todo para seguir a Cristo (10:28). En Mateo su
declaración fue seguida por una pregunta: “¿qué, pues, tendremos?” (Mateo 19:27). Jesús le contestó
que todos los que han dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o
tierras por su causa y por el evangelio, recibirán cien veces más que las mismas personas y cosas
dejadas, ahora y en el siglo venidero (10:29–30).
Es posible que esa expresión fuera una advertencia para Pedro de que no trabajara para recibir
recompensa, sino para agradar al que lo había puesto en el ministerio. La recompensa se reparte
soberanamente, y no hay manera de saber ni cuándo ni cuánto recibirá cada cual. Los que creen que
merecen más, posiblemente recibirán menos, y los que no piensan en nada más que el privilegio de
servir, recibirán más.
¡PENSEMOS!
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¿Cuál fue la pregunta del joven que se postró delante del Señor? ¿Cuál fue
el error clave de la pregunta? ¿Cómo le contestó Cristo? Explique lo difícil que
es para un rico entrar en el reino de Dios. ¿Es posible o imposible? ¿Qué tema
surgió de Pedro? ¿Como respondió Jesús? ¿Qué significa la expresión: muchos
primeros serán postreros, y los postreros, primeros? ¿Qué emoción
demostraron los discípulos cuando subían a Jerusalén? ¿Qué hizo Cristo?
¡PENSEMOS!
8
Jesús enseña en Jerusalén
Marcos 11:1–13:37
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Hay momentos en la vida de todos nosotros que son una mezcla de lo dulce y lo amargo. En
cierto sentido así fue la última semana en la vida de nuestro Señor Jesucristo. Comenzó con lo que
pareciera un momento triunfal pero al final, la misma gente que quiso coronarlo exigió su crucifixión.
En medio de todo eso, él siguió con la prioridad que solía llevar a cabo. Enseñó a mucha gente, no
importándole la carga que llevaba en su corazón.
Este acontecimiento glorioso fue el cumplimiento de la profecía que se encuentra en Zacarías 9:9:
“Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y
salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna”. El término “Hosanna”
significa “¡Salva ahora!” La humildad de Jesús se echa de ver en el hecho de montar en un pollino en
vez de en un brioso corcel.
Marcos dice que los que iban delante y los que venían detrás daban voces. Evidentemente
cantaban en forma antifonal (comp. Salmos 118:25–26). La multitud era grande y se acercaba a
Jerusalén con gran expectación y alborozo.
El evangelio de Juan dice: “Y estaba cerca la pascua de los judíos; y muchos subieron de aquella
región a Jerusalén antes de la pascua, para purificarse. Y buscaban a Jesús, y estando ellos en el
templo, se preguntaban unos a otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?” (Juan 11:55–56).
Los que así hablaban tenían cierto conocimiento de Jesucristo. Los que venían de Galilea fueron
testigos de varios de sus milagros, los de Betania y sus alrededores tenían muy fresca en la memoria
la resurrección de Lázaro, y los de Perea acababan de presenciar varios milagros. Las voces de júbilo
se escuchaban de lejos, y mientras entraban en Jerusalén, los de Judea que poco sabían de él,
preguntaban: “¿Quién es éste?” (Mateo 21:10). La gente respondía: “Este es Jesús el profeta, de
Nazaret de Galilea” (Mateo 21:11).
La aclamación que hicieron es triste cuando se toma en cuenta que no sabían lo que decían.
Buscaban a un Mesías que les librara del yugo romano. No entendían nada del Mesías sufriente que
había venido para librarles de sus pecados, no obstante el hecho de que sus propias Escrituras
hablaban de ese aspecto de su advenimiento (Salmos 22 e Isaías 53). Se decepcionaron de él cuando
murió en una cruz en vez de sentarse sobre el trono de su padre David.
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El Señor entró en Jerusalén y en el templo. Miró alrededor todas las cosas, y al anochecer,
regresó a Betania con los doce. Es probable que se hospedara allí en casa de sus muy buenos amigos
y discípulos Lázaro, Marta y María (Juan 12:1).
Habiendo auscultado el templo el día anterior (domingo), Cristo preparó su agenda para el lunes.
Cuando llegó a Jerusalén al siguiente día, fue al templo y comenzó a echar fuera a los comerciantes;
volcó las mesas de los cambistas y prohibió atravesar el templo llevando utensilios (11:15–16).
Asimismo, aprovechó la situación para enseñarles, diciendo:
La cita bíblica viene de Isaías 56:7. Marcos es el único de los evangelistas que incluye la frase
“para todas las naciones”, aunque Mateo y Lucas registran este mismo incidente. Vale la pena
recordar que él escribió para los gentiles.
Esta fue la segunda vez que el Señor purificó el templo. La primera fue al inicio de su ministerio
(Juan 2:12–16). Probablemente los líderes religiosos querían aparentar que prestaban un servicio a la
gente que venía de fuera, Era difícil traer de lejos los animales para los sacrificios y no se aceptaban
las monedas de Grecia y Roma que tenían imágenes para el impuesto que debían pagar (Éxodo
30:12–16). La verdad es que los comerciantes y los cambistas cobraban precios excesivos por su
mercadería. Además, sus actividades se llevaban a cabo en el atrio de los gentiles. De modo que
había un abuso del propósito con que se hizo el atrio, y prevalecía tanto ruido que la casa de Dios
parecía un mercado y no casa de oración. Es muy aplicable la frase citada en Juan 2:17b: “El celo de
tu casa me consume” (comp. Salmos 69:9).
Cuando llegó la noticia de este acto de limpieza del Señor a los escribas y los principales
sacerdotes, éstos tramaron cómo matarle, aunque tenían miedo de hacerlo porque reconocían la
popularidad que tenía Jesús entre el pueblo. Era evidente que todos admiraban la autoridad de su
doctrina (11:18).
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Al llegar la noche, salió de nuevo fuera de la ciudad. No se dice a dónde, pero se supone que se
fue con sus discípulos a Betania (11:19).
¡PENSEMOS!
Vale la pena recalcar aquí que uno ha de pedir de acuerdo con la voluntad de Dios para tener la
plena seguridad de recibir lo que pida (14:36). Si el Hijo de Dios sentía la necesidad de orar así, tanto
más nosotros los seres netamente humanos.
El perdón mencionado no es el perdón de nuestros pecados para alcanzar la salvación. Este
perdón viene únicamente por fe en la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo en la cruz. El perdón
que se menciona aquí tiene que ver con las relaciones humanas, y es una condición para gozar de
comunión ininterrumpida con Dios y para que nuestras oraciones sean contestadas (11:26).
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Los líderes religiosos otra vez buscaban cómo matarle, porque sabían que la parábola iba dirigida
a ellos, pero por miedo de la multitud, no le tocaron y se fueron (12:12).
La respuesta sabia que el Señor dio ha sido una ayuda enorme para la iglesia a través de los siglos
en cuanto a la división de los poderes civiles y religiosos. Hay deberes civiles, y debemos cumplirlos
(comp. 12:17 con Romanos 13). Hay también cosas que pertenecen únicamente a Dios, como la
adoración, y debemos cuidarnos de toda especie de idolatría (Éxodo 20:2–6).
¡PENSEMOS!
resurrección (12:20–23) Su meta era ridiculizar al Señor y su enseñanza, pero les salió el tiro por la
culata.
Cristo les acusó de dos errores:
1. En la resurrección, las personas no se casarán, ni se darán en casamiento, sino serán como los
ángeles (12:25). El matrimonio y la procreación de los hijos es para esta vida. Los ángeles no mueren
y no tienen necesidad de reproducirse. Así serán los seres humanos en la resurrección.
2. Cuando Dios habló a Moisés en la zarza, le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y
el Dios de Jacob. Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos” (comp. 12:26–27 con Éxodo 3:6).
Esto implica que era una relación continua. Si no hubiese vida después de la muerte, Dios no habría
dicho que era el Dios de esos tres patriarcas.
El escriba quedó contento con la respuesta del Señor, y se lo expresó, repitiendo en otras palabras
los dos mandamientos, que son un buen resumen de toda la ley. Pero agregó aun otro detalle, que va
muy de acuerdo con la enseñanza de toda la Biblia: “Amar al prójimo como a uno mismo, es más que
todos los holocaustos y sacrificios” (12:33b, Isaías 1:11–17 y Santiago 1:27).
Parece que Cristo detectó en él un espíritu sincero porque le dijo: “No estás lejos del reino de
Dios” (12:34). No sabemos si entró en el reino o no, pero las palabras del Señor son bellas. Raras
veces pudo elogiar a un líder religioso.
Do allí en adelante nadie osaba preguntarle algo (12:34b).
mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies” (12:36 y
Salmo 110:1).
Cristo es descendiente de David y por ser del linaje real, tiene derecho a sentarse sobre el trono de
su padre David en el reino milenial (Lucas 1:32). Pero él es más que hijo de David; quien le llamó
Señor. Eso quiere decir que Cristo existió antes de David y que es Dios.
¡PENSEMOS!
Narre el caso que los saduceos contaron al Señor. Al concluir que no hay
resurrección, ellos cometieron dos errores, ¿cuáles fueron? ¿Qué prueba de la
resurrección hay en lo que Dios dijo a Moisés en la zarza? ¿Cuáles son los dos
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La segunda de estas preguntas incluye más detalle en Mateo 24:3 y conviene agregarlos aquí para
entender mejor la respuesta que Cristo dio. “¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” Casi
dos mil años después de esas preguntas, tenemos más luz sobre estos temas. En aquel entonces, los
discípulos asociaban la destrucción del templo con la segunda venida de Cristo y el fin del siglo y no
contemplaban el gran lapso de tiempo entre ambos eventos.
El Señor invirtió el orden de las preguntas. Habló primero de las señales. Vale la pena tomar nota
que la iglesia siempre ha pasado por tribulaciones o pruebas, pero por grandes que hayan sido, no se
han de confundir con la gran tribulación. Dios prueba a sus hijos, pero nunca manifestará sobre ellos
su ira (1 Tesalonicenses 1:10 y 5:9).
Hay frases clave para entender e interpretar las profecías correctamente. “Después de aquella
tribulación” es una de ellas. La venida de Cristo en el aire para arrebatar a su iglesia es el siguiente
evento en el calendario profético de Dios (1 Tesalonicenses 4:13–18). Será seguido por la gran
tribulación que durará por siete años. Inmediatamente “después de aquella tribulación”, Cristo vendrá
en gloria para comenzar su reino milenial. La gran tribulación será seguida por fenómenos astrales
(13:24–25).
LA SEÑAL DE SU VENIDA
“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria” (13:26).
Mateo lo expresa así: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo” (Mateo 24:30).
Evidentemente, su venida misma en forma visible con gran poder y gloria es la señal.
Después de venir con gran poder y gloria, enviará a sus ángeles para juntar a sus escogidos de los
cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo (13:27). Probablemente los
escogidos son el remanente de Israel que será salvo durante la tribulación.
Habiendo dado su discurso sobre las señales relacionadas con el fin de la edad y su venida, Cristo
vuelve a la primera pregunta, y contesta con una parábola (13:28–32). Hay una lección que se
desprende de la higuera. Cuando su rama está tierna, y brotan las hojas, se sabe que el verano está
cerca. En el invierno pierde las hojas y se ve como muerta. Cuando sube la savia, comienzan a
ponerse tiernas las ramas y brotan las hojas, es señal segura de que el verano está cerca.
Nuestro Señor dijo que lo mismo sucederá también con las cosas mencionadas por él. “Conoced
que está cerca, a las puertas” (13:29). Siendo que él hablaba con una generación que no pasaría hasta
que sucedieran estos acontecimientos (13:30), es posible que se refería a la destrucción del templo
que ocurrió en 70 d.C. Es probable también que la profecía incluya eventos relacionados con la
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segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. El término “generación” puede indicar también a un
grupo de gente que desciende del mismo antecesor. Visto de este punto de vista, “generación” se
refiere a los judíos: “No pasará esta generación hasta que todo esto acontezca” (13:30).
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (13:31) indica que la palabra de Dios
es segura y eterna, y se cumplirá al pie de la letra, incluyendo estas profecías de Cristo (Isaías 55:11).
En vista de estas profecías, Cristo llamó a sus discípulos a velar y orar, “porque no sabéis cuándo
será el tiempo” (13:33). Parece que el conocimiento del día y de la hora estaba reservado únicamente
para el Padre (13:32). Cristo como Dios todo lo sabía; como hombre crecía y se llenaba de sabiduría
(Lucas 2:40).
¡PENSEMOS!
¿Qué dijo Cristo que pasaría con las piedras del templo? ¿Qué preguntas
hicieron los discípulos? ¿Cuál de las preguntas contestó Jesús primero? ¿Qué
señales dio para la primera mitad de la gran tribulación? ¿Qué señales dio de
la segunda mitad de la gran tribulación? ¿Qué señal habrá de la segunda
venida de Cristo? ¿Cuándo sucedería la destrucción del templo? En vista de
estas profecías, ¿qué hemos de hacer los creyentes?
9
El Señor sufre traición y agonía
Marcos 14:1–52
La lealtad en cualquier relación es muy importante y lo es más aún en una relación íntima. Cristo
tenía centenares de discípulos, pero sólo doce apóstoles. Judas era uno de los doce. Había andado con
el Señor por tres años, había escuchado sus discursos, había recibido la explicación de las parábolas,
era el tesorero, lo que implica que se había depositado mucha confianza en él. Asimismo, había
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echado fuera demonios. Pero su fama más grande es la infamia. Fue el que traicionó a nuestro Señor
Jesucristo.
Cristo dijo que ella había hecho eso en preparación de su sepultura, y agregó que dondequiera qua
se predicara el evangelio, se contaría lo que ella había hecho para recordarla (14:8–9).
¡PENSEMOS!
No se han de tomar en forma literal las expresiones: “Esto es mi cuerpo” y “Esto es mi sangre”.
La cena del Señor es un acto conmemorativo (1 Corintios 11:23–26) y por lo tanto, los elementos son
simbólicos. Para los judíos y los que moraban entre ellos, estaba prohibido comer sangre (Levítico
17:10–14).
La copa, símbolo de la sangre de Cristo, representa el nuevo pacto (14:24). Tal como el pacto
mosaico fue ratificado con sangre (Hebreos 9:15–21), el nuevo pacto se inauguró con la sangre
bendita de nuestro Señor Jesucristo que fue derramada en la cruz (Hebreos 9:22–26).
¡PENSEMOS!
¿Cuáles son los dos elementos de la cena del Señor? ¿Se convierten
literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo? ¿Cuál es su significado
verdadero? ¿Por qué no se pueden tomar en forma literal? ¿Qué anuncio hizo
Jesús en el camino para el monte de los Olivos? ¿Cómo reaccionó Pedro? ¿Qué
le dijo el Señor?
El término “abba” era usado por los niños judíos para dirigirse a sus padres. No para dirigirse a
Dios, porque se consideraba irreverente. Es posible que Cristo lo usara en sus momentos íntimos con
su Padre como una demostración de la comunión perfecta que hay entre ambos.
Para entender esta oración hay que recordar que se aproximaba su muerte y él lo sabía
perfectamente bien. El mismo la había anunciado varias veces a sus discípulos. No suplicaba al Padre
que le evitara ir a la cruz porque a eso había venido (Juan 12:27). Dos opiniones son razonables. Al
morir en la cruz él fue hecho pecado por nosotros (2 Corintios 5:21). Siendo que Dios es de ojos tan
puros que no puede tolerar el mal (Habacuc 1:13), volvió la espalda a su bendito Hijo, cuando éste
fue hecho pecado por nosotros. Es posible que la súplica de apartar de él esa copa se refería a la
separación momentánea de la comunión con su Padre en la hora de su muerte.
Otra teoría es que pedía ser librado del poder de la muerte después de su crucifixión. La paga del
pecado es muerte espiritual en el sentido de separación eterna de Dios. Siendo que Cristo tomó
nuestro lugar, el Padre hubiera sido justo en sentenciarle a la separación eterna de su presencia. Esto
era lo que él pedía que no sucediera, y “fue oído a causa de su temor reverente” (Hebreos 5:7). Esa
frase evidentemente se refiere a su sumisión a la voluntad del Padre en su plegaria en Getsemaní.
Según el texto citado de Hebreos, él dirigió su petición “al que le podía librar de la muerte”. Al salir
de la tumba, venció a muerte, y después de la ascensión le fue restaurada la gloria que había
disfrutado con el Padre antes de su encarnación.
Al terminar, volvió a los discípulos, y los halló durmiendo por lo que reconvino a Pedro: “Simón,
¿duermes? ¿No has podido velar una hora?” (14:37)
Esto se repitió tres veces. Tres veces descuidó Pedro orar y velar. Tres veces negaría al Señor. Su
negligencia espiritual en esa hora crucial es una enorme advertencia para nosotros los creyentes.
Todos tenemos nuestras flaquezas, pero no hay que dejarnos controlar por ellas. Por último, dijo:
“Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí el Hijo del Hombre es entregado en
manes de los pecadores. Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega” (14:41b–42).
Cristo, diciendo: “Maestro, Maestro. Y le besó. Entonces ellos le echaron mano, y le prendieron”
(14:45b–46).
Uno de los que estaban allí sacó su espada y cortó la oreja del siervo del sumo sacerdote (14:47).
Juan lo identifica como Pedro y dice que fue la oreja derecha la que cortó. Juan agrega que Cristo
reprendió a Pedro con estas palabras:
Mateo incluye otro detalle muy significativo. Nuestro Señor indicó a Pedro que si hubiera pedido
ayuda a su Padre, le habría enviado doce legiones de ángeles (Mateo 26:53). El número de soldados
quo pertenecían a una legión de soldados romanos variaba entre 3,000 a 6,000 hombres, El mensaje
es claro. No era necesario defenderle con armas. Para padecer esa hora es que había venido. Era
necesario beber la copa que el Padre le había dado. La acción de Pedro es evidencia de que los
discípulos todavía no comprendían las verdades relacionadas con su muerte.
Jesús dijo a la multitud que le sorprendía el hecho de que viniesen ahora con espadas y palos para
prenderle cuando siempre había estado en medio de ellos enseñando en el templo y no le habían
prendido. Pero agregó que su acción era necesaria para que se cumplieran las Escrituras (14:48–49),
una referencia a todos los pasajes bíblicos que hablan de su muerte.
Al suceder estos eventos, todos los discípulos le abandonaron (14:50) en cumplimiento de lo que
él había profetizado (14:27).
Marcos añade algo aquí que se encuentra únicamente en el evangeio que lleva su nombre. Dice
que un joven cubierto de una sábana le seguía. Fue prendido por algunos de la multitud, y dejando la
sábana, huyó desnudo (14:51–52). Se cree que el joven era Marcos. La manera en que se refiere a sí
mismo en forma incógnita es similar al estilo de Juan (Juan 13:23 y 21:20).
¡PENSEMOS!
10
Jesucristo es Juzgado
Marcos 14:53–15:20
Es vergonzoso ser llevado ante los tribunales. Pero es aun más doloroso cuando uno es obligado a
comparecer ante las autoridades acusado falsamente. Así pasó en el caso del juicio de nuestro Señor
Jesucristo. El Justo sufrió por los injustos y fue víctima de una tremenda calumnia.
Cristo compareció ante dos tribunales, el judío y el romano, y en cada uno su juicio consistió de
tres fases. El concilio de los judíos también se llamaba el sanedrín y se componía de setenta y un
miembros, incluyendo al sumo sacerdote, los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos. El
quórum se formaba con veintitrés miembros, pero se supone que la gran mayoría se hizo presente
para escuchar las acusaciones en contra de Jesús. Sin embargo, ese órgano no tenía autoridad alguna
para dar muerte a nadie (Juan 18:31). El gobernador o procurador romano era el único que tenía ese
poder sobre sus súbditos. Por eso era necesario enviar a Jesús ante Poncio Pilato después de que el
sanedrín emitiera su veredicto.
Marcos cubre el proceso a grandes rasgos y aquí se seguirá su descripción, pero se incluirán
referencias de los otros evangelios para presentar un cuadro más detallado.
menos que hubiese dos testigos cuyos testimonios coincidieran (Deuteronomio 17:6 y 19:15).
3. Le acusaron de haber dicho que derribaría el templo y lo edificaría en tres días (14:57–58).
Esto era falso. Probablemente se referían a lo dicho en Juan 2:19, pero tergiversaron sus palabras
y demostraron que no las habían entendido del todo. El hablaba de su muerte y resurrección
corporal (Juan 2:20–21).
4. El sumo sacerdote le preguntó: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?” (14:61)
5. Jesús contestó: “Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y
viniendo en las nubes del cielo” (14:62). El Señor no vaciló; confesó claramente que era el Cristo.
Pero añadió una advertencia al mencionar su lugar exaltado a la diestra del poder de Dios, del
cual vendrá en las nubes del cielo. En ese momento, ellos lo estaban juzgando, pero cuando
regrese con gloria y poder (13:26), ellos serán juzgados por él.
6. Caifás rasgó su vestidura y dio su fallo, dijo que era culpable de blasfemia. Todos estuvieron
de acuerdo y condenaron a Cristo a muerte (14:63–64). Ignoraban quien era Jesús. El no había
blasfemado. Era y es el Cristo y es igual a su Padre Dios. Al juzgarlo culpable de blasfemia,
reaccionaron de acuerdo con su ley. El sumo sacerdote debía de rasgar su vestidura y debían
matar al blasfemo (Levítico 24:16).
7. Realizaron actividades indebidas y denigrantes (14:65).
a. Le escupieron.
b. Le cubrieron el rostro
c. Le dieron puñetazos
d. Se burlaron de él diciendo: “Profetiza”.
El fallo no era oficial hasta el comienzo del siguiente día. No tenían ningún derecho de castigar a
su reo sin pasar por el proceso formal. El escupir en la cara de alguien era un insulto enorme y
representaba un repudio total (Números 12:14 y Deuteronomio 25:9). La orden de profetizar con el
rostro cubierto era para poner a prueba su afirmación de que era el Mesías (Isaías 11:2–4). Según la
interpretación que hacían de ese pasaje, el verdadero Mesías no habría tenido necesidad de ver para
saber quién le daba de puñetazos. Pero Cristo no quiso cooperar con ellos aunque sabía
perfectamente bien quién le golpeaba.
¡PENSEMOS!
¿A dónde le llevaron después? ¿Qué pasó con los testigos que declararon
en contra de Jesús? ¿Qué pregunta hizo el sumo sacerdote? ¿Cómo respondió
Cristo? ¿De qué le acusaron al fin? ¿Cómo le trataron después de condenarle a
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Jesús: No respondió.
La multitud: “¡Crucifícale!”
La multitud: “¡Crucifícale!”
La multitud: “¡Crucifícale!”
¡PENSEMOS!
¿Según Marcos, quién reconoció a Pedro primero como uno de los que
habia estado con Jesús? ¿Qué dijeron los últimos que le identificaron como
uno de ellos? ¿Qué hizo Pedro después de cantar el gallo la segunda vez? ¿Qué
significa el llanto de Pedro? ¿Qué hicieron los líderes religiosos muy de
mañana? ¿A dónde llevaron a Jesús después de sentenciarle formalmente?
¿Cuál fue la primera pregunta de Pilato? ¿Cómo le contestó Cristo? ¿De qué
crimen le acusaron los religiosos delante de Pilato? ¿Por qué no lo acusaron de
blasfemia? ¿Cómo respondió el Señor a las acusaciones de los líderes
religiosos? Cite una profecia biblica que habla de eso.
¡PENSEMOS!
¿Qué hizo Pilato cuando oyó una referencia a Galilea en una de las
acusaciones? ¿Qué hizo Herodes a Jesús? ¿Qué clase de persona era Barrabás?
¿Qué decía la multitud cuando Pilato ofreció soltarles a su rey? ¿Quiénes
habían incitado a la multitud a pedir que Barrabás fuese dejado en libertad?
Es evidente que Pilato quería soltar a Jesús, ¿Por qué cedió a la demanda de la
gente? ¿Qué hizo Pilato antes de entregar a Cristo para ser crucificado?
Describa el azotamiento. ¿Qué hicieron los soldados con Jesús? ¿Por qué
permitió Dios semejante burla de parte de las criaturas?
11
Jesucristo muere crucificado
Marcos 15:21–47
Hay varias maneras de ejecutar la pena de muerte. Cualquiera de ellas es vergonzosa y dolorosa.
En el tiempo de los romanos, la muerte por crucifixión era el sistema más cruel y se aplicaba
únicamente a los homicidas y traidores. Siendo que nuestro Señor Jesucristo había sido sentenciado
por sedición, equivalente a traición, le tocaba la muerte por crucifixión.
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Los soldados obligaron a Simón de Cirene, que venía del campo, a llevar la cruz (Marcos 15:21).
Generalmente la víctima cargaba el madero horizontal y por lo que dice el evangelio de Juan (19:17),
Jesús comenzó a llevarlo, pero estaba demasiado agotado por las torturas que había sufrido para
poder seguir cargándolo. Cirene era la capital de Cirenaica, situada al norte de África. Allí vivía una
colonia grande de judíos (Hechos 2:10). Probablemente Simón había venido de allí para la pascua. Es
posible que se hospedara fuera de Jerusalén, y por eso Marcos dice que venía del campo. El verbo
“obligaron” indica que él no se ofreció voluntariamente para llevar la cruz, pero ¡que privilegio el
suyo! No sabemos si simpatizaba con el Señor, pero hay cierta evidencia de que aquel incidente le
impactó en forma inolvidable.
Marcos da el nombre de dos de sus hijos, Alejandro y Rufo (15:21) y sólo él los menciona. Es
posible que fueran discípulos que vivían en Roma conocidos de Marcos. Pablo envía saludos a Rufo
(Romanos 16:13). Tal vez se refiera a la misma persona que llegó a conocer a Cristo por el
testimonio de su padre, que presenció de cerca los eventos de la crucifixión.
Jesús fue llevado a un lugar llamado Gólgota. Esta es una palabra aramea que significa cráneo. Se
ha especulado que el lugar mismo era muy similar a un cráneo o que era un lugar de ejecución donde
se había amontonado buena cantidad de cráneos. Se desconoce su ubicación exacta.
Le ofrecieron a beber vino mezclado con vinagre, pero el Señor no lo tomó. Dicha bebida se
usaba como sedante para apaciguar el dolor, pero él quería encarar la muerte bajo su propio control.
El título completo que pusieron sobre su cabeza según Juan fue: “JESÚS NAZARENO, REY DE
LOS JUDÍOS” (Mateo 27:37, Marcos 15:26, Lucas 23:38 y Juan 19:19). Era costumbre romana
escribir el nombre y el crimen del condenado en una tabla y fijarla a su cruz. Su nombre era Jesús; su
crimen fue declararse rey. Según Juan 19:20, el título fue escrito en hebreo, en griego y en latín.
Crucificaron a Jesús entre dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. De esa manera
se cumplió otra profecía: “Y fue contado con los inicuos” (15:28 e Isaías 53:12d).
¡PENSEMOS!
A la hora novena, nuestro Señor clamó a gran voz. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?” (15:34) Esas palabras recuerdan su petición en Getsemaní. Siendo que él fue hecho
pecado por nosotros (2 Corintios 5:21), y el Padre es de ojos tan puros que no puede ver la maldad
(Habacuc 1:13), volvió las espaldas a su bendito Hijo, por lo que él se sentía desamparado. ¡Alabado
sea su nombre que esa situación no duró para siempre!
La gente, oyendo sus palabras “Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?” en arameo, creyó que llamaba a
Elías. Y corrió uno y empapó una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber
(15:34–36).
Al entregarse a sí mismo al Padre, se rasgó en dos el velo del templo de arriba abajo (15:38).
Probablemente era el velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo (Hebreos 9:2–3). Tras
ese velo entraba únicamente el sumo sacerdote y sólo una vez al año, no sin llevar sangre por sus
propios pecados y por los pecados del pueblo (Hebreos 9:6–7). Es evidente que había acceso muy
limitado. Al romperse el velo desapareció la barrera que nos impedía entrar en la presencia de Dios,
Cada creyente puede llegar todo el tiempo hasta él confiadamente (Hebreos 4:16) y no hay necesidad
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de los sacrificios continuos. Cristo nos limpió con una sola ofrenda y abrió nuestro acceso al Padre
con la misma ofrenda de sí mismo (Hebreos 10:10–12, 19–22).
La acción de Jesús de entregar su propia vida dio pie a la siguiente exclamación del centurión que
estaba frente a él: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (15:39). No se sabe si él se daba
cuenta del verdadero significado de sus palabras. Lo que sí es muy cierto es que observó
acontecimientos muy extraordinarios. Él nunca había presenciado una crucifixión en que el
condenado entregara su propia vida. Ni había visto otra muerte acompañada de tinieblas y un
terremoto (Mateo 27:54). Es también posible que hubiera oído lo suficiente del evangelio para creer
en Cristo. Las palabras que usa Marcos indican que así fue. Su testimonio tiene gran valor porque no
era un simple soldado. Era un oficial que tenía bajo su mando a cien soldados.
Hubo otros testigos de su muerte. Algunas mujeres, entre las cuales estaban María Magdalena,
María la madre de Jacobo el menor y de José y Salomé observaban de lejos. Estas mujeres habían
andado con él en Galilea juntamente con muchas otras y le habían servido (15:40–41).
¡PENSEMOS!
¿Cuáles fueron las horas de las tinieblas? ¿Qué significado tenían éstas?
¿Qué dijo nuestro Señor desde la cruz a la hora novena? ¿Qué significan las
palabras: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?” ¿Qué
ofrecieron al Señor cuando creyeron que llamaba a Elías? ¿Qué dijo Jesús al
morir? ¿Cuáles otros eventos sucedieron cuando él murió? ¿Qué significa el
velo roto? ¿Qué dijo el centurión? ¿Cómo se llamaban algunas mujeres que
presenciaron su muerte de lejos? ¿Qué relación había entre él y ellas?
¡PENSEMOS!
¿Qué quiere decir el término “la vispera del día de reposo?” Cuente todo
lo que sabe de José de Arimatea. ¿Quién le ayudó a preparar el cuerpo de
Jesús y a sepultarlo? ¿Qué tenían en común esos dos hombres? ¿En el sepulcro
de quién fue puesto el cuerpo? ¿Qué hicieron al terminar de sepultarlo? ¿Qué
hicieron las mujeres además de mirar dónde lo ponian? ¿Qué petición hicieron
los líderes religiosos a Pilato el día siguiente? ¿De qué manera aseguraron el
sepulcro?
12
Jesucristo triunfa sobre la muerte
Marcos 16:1–20
Hay triunfos muy especiales en la vida. En el simple nivel humano, no hay triunfo que se
compare con ganar la copa mundial de fútbol. Al nivel espiritual, poco se compara con ganar un alma
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para Cristo. Pero el triunfo de nuestro Señor Jesucristo sobre la muerte es sin igual. Es un momento
histórico que ha traído incontables bendiciones a la iglesia de Cristo.
El diablo creyó que al morir Jesús en la cruz había dado el golpe de muerte a los planes divinos.
Lo que no sabía es que él mismo había recibido el golpe de muerte. Hacía dos mil años que se había
profetizado en Génesis 3:15: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la
simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tu le herirás en el calcañar”. Jesucristo es la simiente de la
mujer. El recibió apenas una herida en el calcañar al morir en la cruz, pero asestó a Satanás una
herida mortal en la cabeza.
Si Jesús hubiera permanecido en la tumba, Satanás habría ganado una enorme victoria, pero
cuando el Señor salió del sepulcro mostró a todo el mundo “que es y que era y que ha de venir”
(Apocalipsis 1:4), y que todas las profecías relacionadas con su persona y con su obra se cumplirán.
Después, invitó a las mujeres a mirar el lugar en donde había estado, pero no había nadie. La
tumba estaba vacía. En verdad el Señor había resucitado (16:6c).
El ángel dio a las mujeres el privilegio de ser las primeras en llevar el mensaje de la resurrección
de Cristo. Las envió a contar las buenas nuevas a sus discípulos y a avisarles que él iba delante de
ellos a Galilea, donde le verían. Ellas se fueron huyendo del sepulcro, todavía espantadas de lo que
habían visto, y no decían nada a nadie por el miedo (16:7–8).
¡PENSEMOS!
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Algunos eruditos creen que Marcos no escribió el resto de este capítulo. Los versículos 9–20 no
se encuentran en dos de los más fidedignos manuscritos. Una teoría es que se perdieron esos
versículos. Otra idea es que Marcos murió antes de poder terminar el capítulo y un copista lo finalizó
después. Todo esto no viola la convicción de que las Escrituras son inspiradas por Dios, quien
supervisó el proceso de todos modos. Tenemos algo parecido en el caso del Pentateuco. Fue escrito
por Moisés bajo la vigilancia del Espíritu Santo, pero Moisés no escribió los detalles de su muerte.
Dios usó a otro para finalizar la obra, y supervisó la terminación y entrega de un documento
auténtico.
Mateo registra una aparición del Señor a las mujeres mientras iban a dar las
nuevas a los discípulos
También dice que ellas abrazaron sus pies y le adoraron. Entonces él repitió el mensaje dado por
el ángel (Mateo 28:8–10).
¡PENSEMOS!
Aunque estas instrucciones fueron dadas directamente a los once apóstoles, es deber y privilegio
de todo creyente llevar las buenas nuevas de la muerte y resurrección de Jesucristo a todo el mundo.
Esto se aprecia en la práctica de los apóstoles según el libro de los Hechos. Bautizaban a muchas
personas, pero no para salvarlas. El bautismo era un paso de obediencia al Señor y una evidencia de
la salvación.
Finalmente, Marcos registra el hecho de que los apóstoles salieron predicando en todas partes,
ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que hacían (16:20). El libro de los
Hechos relata el resto de la historia, relatando la forma en que la dirección del Espíritu Santo se
mostró al motivar a los apóstoles a llevar al terreno de la práctica la gran comisión.
¡PENSEMOS!
1
Collins, A. (1996). –