Síntomas de Posesión Satánica
Síntomas de Posesión Satánica
Síntomas de Posesión Satánica
Veamos que, en primer lugar, está la aversión a todo lo sagrado. A veces, no pueden
entrar a una iglesia o se sienten muy mal dentro de ella. Cuando se reza delante de estas
personas, se vuelven tremendamente violentas y agresivas, llegando a blasfemar contra
los que rezan. Reaccionan mal ante el agua bendita o ante cosas benditas como
imágenes, rosarios, reliquias, escapularios... Por esto, algunos exorcistas dicen que la
mejor manera de diagnosticar si una persona esta poseída es orar, aunque sea
mentalmente, delante de ella o, mejor, hacer un breve exorcismo para ver sus reacciones.
A veces, manifiestan fuerzas sobrehumanas. Dice el padre Amorth que ha visto con sus
propios ojos cómo jovencitas delicadas han roto bancas de nogal con toda facilidad.
Las causas por las que uno puede ser poseído por el diablo o sufrir graves disturbios por
causas demoníacas son cuatro.
a) Puede tratarse de una simple permisión de Dios, al igual que Dios puede permitir una
enfermedad. Algunos santos han tenido vejaciones continuas del diablo e, incluso, en
algunos casos, hasta posesiones durante algún tiempo.
b) Puede deberse también a un maleficio. Al igual que hay personas que pueden pagar a
un individuo para que mate a otro, así hay quienes pagan para que hagan maleficios a
otros. Y Dios puede permitir los efectos negativos, sobre todo, si la persona está
desprotegida por una vida de poca fe. En caso de tener una fe fuerte, puede ocurrir que el
maleficio vuelva como un bumerang contra el que lo ha realizado o mandado hacer.
Como vemos, las dos últimas causas son de culpabilidad total del interesado, mientras
que, en las dos primeras, no hay culpabilidad del que recibe el daño. ¿Por qué Dios
permite, a veces, la posesión o daños diabólicos en gente inocente, incluso, en niños?
Sólo podemos responder que Dios todo lo permite por nuestro bien (Rm 8, 28).
SÍNTOMAS DE POSESIÓN SATÁNICA (parte 2)
Durante un exorcismo un niño de 11 años hacía literalmente volar a cuatro hombres robustos, que
querían inmovilizarlo. Una jovencita de 14 años, que pesaba 40 kilos, podía tirar a seis personas que
querían tenerla quieta. Un niño de 10 años, durante un exorcismo levantó una mesa enorme y pesada
(Bamonte Francesco).
El poseído puede tocar un instrumento musical sin haber aprendido, emitir voces muy agudas
y con un timbre diferente al que le es propio, escribir o hablar en idiomas extranjeros, conocer cosas
pasadas, lejanas y ocultas, leer el pensamiento de los demás y realizar acciones sorprendentes como
caminar por la pared contra las leyes de la gravedad o ser elevado a lo alto del techo de un edificio o
extender sus miembros más allá de lo normal, tener una fuerza descomunal, caminar con los ojos
cerrados y realizar cualquier acción, evitando los obstáculos.
Refiere el padre Gabriel Amorth: Un amigo mío exorcista de Roma estaba exorcizando a una joven en
una iglesia y comenzó a subir, a subir hasta tocar con su cabeza el techo de la iglesia. El miedo de sus
familiares a que cayese de golpe y se estrellara contra el suelo era grande. El exorcista prosiguió sin
darle importancia al hecho y, al final de las oraciones, la joven fue bajando lentamente y sentándose en
su lugar. No se había dado cuenta de nada. Son hechos que no tienen explicación natural.
A una madre, cuya hija de 19 años tenía fenómenos muy raros, el padre Amorth le aconsejó cocinarle la
comida con agua bendita; y todas las veces que lo hizo, la hija, sin violencia, la ponía aparte y no la
quería comer. Pero, si era cocinada con agua normal, se la comía sin dificultad.
Bendiciones para todos.
Fuente: "El Diablo suelto: cómo vencerlo", del padre Ángel Peña O. A. R
1) Satanás tiene poder suficiente incluso para oponerse a los ángeles (Judas 1, 9; Daniel 10,
12- 13).
2) Satanás busca engañar haciéndose pasar por un ángel de luz (2 Corintios 11, 14- 15).
3) Dios ha provisto los medios para defendernos contra los ataques de Satanás (Efesios 6, 10-
18).
4) El poder de Satanás está limitado por la voluntad de Dios (Job 1, 10- 12; 1 Corintios 10,
13).
5) Como "el dios de este mundo", Satanás tiene dominio sobre aquellos que viven sin Cristo
en el mundo (2 Corintios 4, 4).
Desglosemos un poco cada una para entender mejor todo en contexto:
1) El poder de Satanás: Es mucho, de verdad. Con él no se juega. Recuerden pasajes como el
de los hechiceros Simón (Hechos 8, 9- 11) y Elimas (Hechos 13, 8). Sin embargo, en cada uno
de estos ejemplos, el poder de Dios prevalece sobre la esclavitud de Satanás. A Satanás se le
ha concedido poder para exterminar, para dañar y para destruir, y por eso se debe ser
cuidadosos en cuanto a lo que decimos sobre él, de cómo “lo tratamos”, de qué tipo de
oraciones hacemos sin contemplar realmente protección alguna.
2) Los engaños de Satanás: en efecto, él tiene poder y permiso para engañarnos, y muchos se
dejan engañar. El “permiso” que tiene juega con la voluntad de las personas, con el libre
albedrío. Nadie nos puede obligar a pecar, ni Dios ni nadie nos obliga ni nos da "permiso de
pecar” (cfr. Sirácida 15, 20), pero como somos obstinados y rebeldes y hacemos lo que se nos
viene en gana, pues es ahí cuando el demonio aprovecha nuestra apertura al “goce de la
vida”, y es entonces cuando somos engañados.
3) Dios es nuestra defensa: Dios mismo se ofrece como vigía: “no duerme ni reposa el guardián
de Israel” (Sal 121 (120), 4); y nos da los medios para ejercer la defensa: la verdad y la
justicia, celo por el Evangelio, fe, la confianza en la salvación y la Palabra de Dios, que es la
Espada del Espíritu. ¿Será posible que falle esta defensa?
4) La Voluntad de Dios: Esta voluntad no consiste en que le entreguemos nuestras vidas a
Satanás; todo lo contrario, Dios quiere que le busquemos de corazón para que encontremos la
salvación en Cristo, nuestra Verdad (cfr. 1 Tm 2, 4). Esa es Su voluntad, y no hay otra. Si
vamos en contra de esa voluntad, será porque queremos, porque como somos “libres”, pues
preferimos lo cómodo de caminar rodeando el Calvario, y evitamos subir al Gólgota a morir
con Jesús.
5) Vivir sin Cristo: Pactar con el demonio o con los hombres para obtener bienes efímeros se
convierte, sin duda, en un vivir sin Cristo. ¿Qué tan felices lograremos ser en la vida si Cristo
no está presente? De hecho, lo está, pero como observador, más no como Señor. Querer que
Jesús sea Señor de nuestra vida es la opción por la cual deberíamos optar, pero muchos, no
quieren.
Dejaremos por ahora hasta aquí esta reflexión. Continuaremos con estos artículos.
Bendiciones a todos en el amor de Jesús y de María.