Thoth y Schick Cap 2
Thoth y Schick Cap 2
Thoth y Schick Cap 2
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2 AFRICAN ORIGINS
UBA - FFyL
Materia: Prehistoria del Viejo Mundo
Cátedra: Prof. Dr. Eduardo Crivelli
Texto: Toth, Nicholas y Kathy Schick . “African Origins”. En: Scarre, Chris (ed.) The
Human Past. Cap. 2: 45-83. Indiana University
Adscripto a cargo de la traducción: Lic. Eva Amanda Calomino
Revisión: Dra. Nora Franco
Año: 2013
EL PASADO HUMANO
Capítulo 2
ORÍGENES AFRICANOS
¿Dónde comienza la historia humana? En este capítulo consideramos la evidencia
para los miembros más tempranos del linaje humano, quienes vivieron en África entre 6 y
2 millones de años atrás. Una comprensión apropiada de los homínidos más tempranos,
como se denominan, requiere tanto un conocimiento de sus restos físicos (huesos y
esqueletos fosilizados) así como el estudio arqueológico de su comportamiento basado en
la evidencia de instrumentos líticos, huesos animales, y rastros de actividad temprana.
Comenzamos con algunas observaciones generales sobre la historia de esta
búsqueda, los avances de las ideas y métodos, y los antecedentes de la emergencia del
linaje homínido, dentro del orden de los Primates que incluye nuestros familiares vivientes
más cercanos, los gorilas y los chimpancés. También se describirá el papel crucial jugado
por el cambio ambiental en el desarrollo, difusión y extinción de las diferentes especies de
homínidos, antes de pasar a los primeros miembros que utilizaron instrumentos dentro del
linaje homínido en el Este y Sur de África alrededor de 2,5 millones de años atrás.
La naturaleza fragmentaria de los restos que se conservaron hace que la
comprensión del comportamiento de estos primeros usuarios de instrumentos sea una
tarea de enormes proporciones; sin embargo una sucesión de nuevos descubrimientos y
técnicas analíticas proveen actualmente una visión sin igual del modo de vida de los
homínidos africanos tempranos (ver cuadro: Datando Homínidos Tempranos y su
Arqueología, pp. 55-56). Fueron estas iniciales etapas africanas las que allanaron el
camino para los posteriores desarrollos humanos, incluyendo la colonización de Eurasia y
la habilidad de hacer frente a un amplio rango de diversos, y a menudo hostiles,
ambientes.
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Todos los organismos producen más descendencia de la que puede ser soportada
por el ambiente, y esta descendencia tiende a mostrar un rango de rasgos físicos y
comportamentales en una sola especie. Organismos con rasgos heredados que les
permiten sobrevivir y reproducirse en una mayor proporción que otros miembros de sus
especies tienden a transmitir estos rasgos favorables en su descendencia; con el tiempo,
estos rasgos podrían volverse más comunes en una población, ya que los individuos sin
ellos tienden a morir antes de la edad reproductiva o se reproducen a un ritmo menor.
Darwin se refirió a este principio como “supervivencia de los más aptos”. Aquellos
individuos que poseen rasgos favorables (ajuste o adaptación) son “seleccionados
naturalmente” para sobrevivir y reproducirse preferencialmente, proporcionando así el
mecanismo por el cual las especies cambian, mostrando descendencia con modificación, o
evolución con el tiempo. La aptitud evolutiva es a menudo específica de ciertos ambientes
o conjuntos de ambientes; si el ambiente cambia (en término de temperatura,
precipitación, vegetación, competidores, predadores, etc.), nuevos rasgos pueden ser
seleccionados y pueden ocurrir nuevos cambios evolutivos (o extinción) en las especies.
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Darwin no pudo explicar por qué existía esa variación, o cómo nuevos rasgos
(ahora llamado mutaciones) emergían en las poblaciones, pero ahora entendemos las
bases genéticas para la herencia que subyacen a los cambios evolutivos observados en las
especies. La evolución ocurre a niveles microscópicos o genotípicos, con cambios en los
genes, cromosomas o frecuencia de genes, así como a niveles macroscópicos o fenotípicos
(visibles), con cambios en rasgos tales como estructura, tamaño o pigmentación.
Diversos modelos han emergido para describir el modo y el tempo por los cuales
los cambios evolutivos ocurrieron en las especies. Un modelo que ha sido empleado por
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después del fin de la Era de los Reptiles hace 65 millones de años, con una “radiación de
primates” poco después.
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evolución relativamente rápida de los aspectos del cerebro y del cuerpo involucrados en el
desarrollo y mantenimiento de las tradiciones de instrumentos. Sin embargo, estas
tradiciones muestran cambios muy lentos a lo largo del tiempo en el registro arqueológico
temprano, probablemente hasta que el desarrollo suficiente de la cultura proto-humana y
de la capacidad de comunicación hayan mantenido y promovido una diversificación e
innovación más rápida en las tecnologías.
¿Qué es un Primate?
Dentro de los mamíferos (la clase Mammalia), los humanos están clasificados junto
con los simios, monos y prosimios dentro de un orden mayor, los Primates. Actualmente
hay más de doscientas especies vivientes de primates que comparten un número de
rasgos y tendencias que revelan su origen común y raíces ancestrales compartidas. Los
Primates consisten en grandes especies tropicales y subtropicales, con un 80% de especies
viviendo en las selvas de África, América central y sur y Asia; algunos monos también se
han adaptado a los ambientes un poco más templados en Eurasia (Falk 2000). Los
humanos son la mayor excepción en este patrón de distribución, ya que nos hemos
distribuido y adaptado a casi todos los hábitats en la tierra.
La gran mayoría de los primates son arbóreos (viven en árboles), o pasan una gran
cantidad de tiempo en los árboles, buscando comida, evadiendo predadores o durmiendo;
incluso aquellos que ahora pasan poco tiempo allí, muestran una adaptación arbórea en
alguno de sus antepasados, como se evidencia por numerosas características físicas que
incluyen:
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Primeros
Plioceno 5.3
homininos
Cenozoico Mioceno 22
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la era Paleozoica, durante la cual emergieron muchas formas de vida como peces,
anfibios, y reptiles; ésta fue seguida por la era Mesozoica alrededor de 245 millones de
años atrás, cuando los reptiles dominaron a los animales de la tierra; y finalmente la era
Cenozoica o actual, que comenzó hace unos 65 millones de años, cuando los mamíferos se
convirtieron en los animales dominantes de la tierra. La evolución primate primitiva se
observa en el registro fósil durante las épocas tempranas del período Cenozoico: el
Paleoceno y el Eoceno.
La principal evolución y dispersión de los primates ocurrió después del evento de
extinción en masa que tuvo lugar hace 65 millones de años, la cual en general se piensa
que fue causada por un meteorito masivo que golpeó la tierra -esto llevó al fin de la Era de
los Reptiles y al menos tres cuartos de todas las especies vivientes en ese momento,
incluyendo a los dinosaurios. Durante la subsiguiente era Cenozoica, los mamíferos
irradiaron a ambientes que los dinosaurios habían dejado vacantes, evolucionaron hacia
múltiples formas y linajes, y se adaptaron a los nichos ecológicos disponibles. Un grupo
que surgió en esta dispersión de los mamíferos, los primates primitivos, se adaptaron a
ambientes arbóreos y se alimentaron de plantas e insectos disponibles en este marco. Si
bien los miembros más tempranos no se parecían mucho a ningún grupo moderno de
primates en particular, las características dentales y esqueletarias indican su conexión
evolutiva con los primates que emergieron un poco más tarde. (Para una visión general de
la evolución primate, ver Fleagle 1998; Conroy 1990).
Entre 60 y 35 millones de años atrás, principalmente durante la época Eocena
(datada entre 55 millones y 35 millones de años atrás), emergieron primates que
muestran una afinidad mucho mayor, que algunos tipos más tempranos, con algunos de
los primates inferiores entre los grupos modernos, especialmente los lémures y társidos.
Estos primates, considerados como una irradiación prosimia temprana, emergieron y se
diversificaron en los extensos ambientes tropicales de gran parte de la tierra durante un
momento de calentamiento global particular. Los mismos muestran muchas de las
tendencias primates indicadas más arriba, como la evolución de las uñas, algún desarrollos
de manos y pies capaces de asir y el mejoramiento de la visión en detrimento del olfato.
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Como Norteamérica y Eurasia estaban aún conectadas durante gran parte de este
momento, estos primates tempranos se dispersaron a través de las masas terrestres nor-
continentales, al igual que en África, donde probablemente se originaron. Sin embargo,
están ausentes en Sudamérica, ya que este continente no se había unido aún con el
conteniente de Norteamérica. La distribución más bien restringida de los prosimios hoy en
día refleja una disminución distintiva en relación con esta fase de la evolución de los
primates, principalmente debido al encogimiento de los hábitats tropicales y subtropicales
a medida que el clima mundial se volvió más seco y frio, y por el surgimiento simultáneo
de los “primates más altos”, los antropoides. Los antropoides llegaron a ocupar nichos
diurnos (durante el día) en detrimento de los prosimios, los cuales se volvieron cada vez
más nocturnos excepto en la isla aislada de Madagascar.
Si bien el origen de los antropoides se ubica probablemente dentro de la época
Eocena, fue durante el Oligoceno (alrededor de 35 millones a 22 millones de años atrás)
que antropoides distintivos comenzaron a dejar rasgos prominentes en el registro fósil.
Mientras tanto, los prosimios comenzaron a declinar en los ambientes más secos, más
fríos y menos forestados del Eoceno tardío y el Oligoceno, y cambiaron su distribución
geográfica, desapareciendo en Europa y después en Norteamérica pero manteniendo su
presencia en el sur de Asia y África.
Rasgos de los Antropoides Tempranos. Los Antropoides tempranos muestran un número
de rasgos craneanos y dentales, como una mandíbula más profunda fusionada en la línea
media, indicando sus vínculos con los monos actuales (del Nuevo y Viejo Mundo) y simios,
más que con los prosimios más tempranos. Algunos de estos antropoides tempranos
desarrollaron un rasgo propio que los vincula con los monos del Viejo Mundo y con los
simios, distinguiéndolos de los monos del Nuevo Mundo: la formula dental de 2.1.2.3 (es
decir, contando desde atrás desde la línea media frontal de cada mandíbula, dos incisivos,
un canino, dos premolares y tres molares). Es sólo más tarde en el Oligoceno que los
monos propios del Nuevo Mundo aparecen en los depósitos en América del Sur,
aparentemente recién llegados al continente, ya sea desde África (a través de una
extensión del Océano Atlántico de más de 160 km [100 millas] en ese momento) o, tal vez,
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Monos y Simios del Viejo Mundo. Desde hace cerca de 20 millones de años, durante el
Mioceno, observamos evidencia fósil en África del surgimiento de distintos linajes de
monos y simios del Viejo Mundo. Los simios (u hominoides, miembros de la superfamilia
Hominoidea) dominaban durante los primeros millones años de esta radiación
antropoidea, dispersándose en principio en los ambientes forestados de África, y después
hacia Europa y Asia, y evolucionando hacia una multitud de especies en esta amplia
dispersión geográfica. Entre los numerosos hominoides del Mioceno, el Proconsul (un
simio Africano del Mioceno temprano) es un buen ejemplo de un hominoide basal
temprano, con un cráneo similar al de un simio, un cerebro aumentado y un hocico
reducido; los simios más tardíos y más evolucionados, Kenyapithecus (un simio Africano
del Mioceno Medio) y Dryopithecus (un simio Europeo), podrían ser parte de un linaje
ancestro de los grandes simios (incluyendo a los humanos); en años recientes,
Sivapithecus (un simio asiático) ha emergido como un pariente cercano o ancestro del
orangután. Un hominoide fósil encontrado en Grecia, Ouranopithecusmacedoniensis,
datado hace 8 millones de años, muestra rasgos que podrían hacerlo candidato para un
ancestro común antre los simios africanos y homínidos, o por lo menos muy vinculado a
uno de esos linajes tempranos.
Las especies de simios comenzaron a disminuir durante el Mioceno, cuando el
clima se enfriaba y los bosques declinaban, mientras los monos, los cuales habían sido
menos predominantes, se propagaron y diversificaron. Hacia el final del Mioceno,
alrededor de 5 millones de años atrás, las especies de simios eran relativamente menores
y geográficamente más restringidos que en el Mioceno temprano, una tendencia que
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continúa hasta el presente. Es desde este suministro de simios disminuido del Mioceno
tardío que los ancestros humanos primitivos habrían emergido, diversificándose de
nuestro último ancestro común con los otros simios (probablemente los chimpancés)
aparentemente en algún momento entre 8 y 6 millones de años atrás. La mayor parte de
la evidencia fósil del surgimiento del linaje humano y de los inicios del registro
arqueológico data del Plioceno, que habría comenzado alrededor de 5 millones de años
atrás, y de la época Pleistocena, o Era de Hielo, ca. 75 millones a 11.600 años atrás.
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La clasificación, tal como se la realiza actualmente, tiene como objetivo reflejar tendencias evolutivas, de modo que
dentro de cualquier conjunto, los miembros de un subgrupo están más estrechamente relacionados evolutivamente entre sí
que con respecto a los “hermanos” de otros subgrupos. Así, con los otros Primates, los dos mayores subórdenes o subgrupos
son Prosimii y Anthroipoidea, reflejando el hecho de que los prosimios (lémures, loris y társidos) comparten rasgos y una
historia evolutiva que los relaciona más cercanamente entre ellos que con los mayores subgrupos, los antropoides (monos,
simios y humanos). Los antropoides igualmente comparten un número de características y un registro evolutivo que los une
como grupo. Se realizan subdivisiones adicionales de acuerdo con los mismos principios. Un grupo de animales en cualquier
nivel de clasificación (suborden, infraorden, súper familia, familia, y así) puede ser clasificado adicionalmente en cada nivel
más bajo, por ejemplo, los prosimios en sus respectivos subgrupos para lémures, loris, etc., y subgrupos adicionales dentro de
cada uno de ellos.
Desde 1980, este sistema de clasificación -particularmente con respecto a las subdivisiones dentro de nuestra súper
familia, Hominoidea- se ha hecho bastante dinámico y fuente de gran controversia y debate. Esto se debe parcialmente a un
mayor conocimiento relacionado con la cercanía genética real de las especies y a la cantidad de tiempo transcurrida desde la
divergencia evolutiva. Como resultado, se encuentra disponible una gran cantidad de sistemas de clasificación en conflicto
para el público en general y también para los paleoantropólogos. Muchas de las diferencias entre éstos incluyen diversas
maneras en que se refleja la gran similitud genética entre humanos y nuestros parientes más cercanos, particularmente el
chimpancé y los bonobos.
En las clasificaciones tradicionales, los humanos fueron aislados en su propia familia (usualmente Hominidae, u
homínidos), los simios grandes en una familia paralela (Pongidae, o póngidos), y los simios menores (los gibones y siamangs)
en otra. Muchos investigadores sintieron que este sistema de clasificación demandó una mayor revisión para poder reflejar
adecuadamente la gran cercanía genética de los humanos con los chimpancés y los bonobos, y el carácter reciente de nuestra
divergencia evolutiva (posiblemente entre 6 y 8 millones de años atrás).
Así, han aparecido muchas clasificaciones nuevas. Muchas de estas clasificaciones disminuyen el nivel jerárquico de un
grupo humano distintivo (por ejemplo, hasta el lugar de subfamilia o tribu, en lugar del nivel de familia). Además, muchos de
ellos intentaron mostrar las afinidades de los simios de forma más real vinculando a los humanos con otros simios a niveles
inferiores a las superfamilias, por ejemplo introduciendo a humanos y algunos simios en la misma familia.
La clasificación mostrada aquí es un intento de reflejar más exactamente las relaciones evolutivas entre diferentes
simios, y expresar esto de forma más completa. Este esquema se aparta de los más usuales presentados en décadas pasadas,
ante todo bajo el nivel de superfamilia, con familia, subfamilia, y grupos de tribus ideados para reflejar la comprensión actual
de las relaciones evolutivas entre simios y humanos.
Es importante recordar que los distintos sistemas de clasificación tienen un impacto significativo en la terminología
utilizada para describir el linaje humano. En la mayoría de los sistemas tradicionales, el término “homínido” designa al linaje
humano desde su división con el resto de los simios (equivalente a una “familia” humana).
Entre los sistemas modificados de clasificación, el término “homínido” puede referirse a humanos y simios africanos,
o, como alternativa, a humanos y todo el resto de simios. En el sistema modificado aquí presentado, el término “homínido”
incluye a los simios africanos, los grandes simios asiáticos u orangutanes, y humanos dentro de una gran “familia” de simios.
Sólo al nivel de clasificación de tribu, bien abajo del nivel de familia, se distinguen al distintivo grupo humano (Homininos, de
ahí el término homíninos) de los simios africanos (los gorilas son una segunda tribu, y los chimpancé y los bonobos una tercera
tribu). Esta clasificación refleja la comprensión actual de que el carácter distintivo de los humanos y los simios no es tan
grande, y nuestra ascendencia común es mucha más reciente de lo que alguna vez se pensó.
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Término
Orden Suborden Infraorden Superfamilia Familia Subfamilia Tribu
Común
Loris
Prosimii Lemur
Társido
Mono del
PRIMATES
Platyrrhini Nuevo
Mundo
Mono del
Viejo
Mundo
Cercopithecoidea Gibón
Antropoidea
atarrhini Hylobatidae Orangután
Ponginae Gorillini Gorila
Chimpancé
Hominoidea Panini
Homininae o Bonobo
Hominini Humano
Evidencia Anatómica. Los simios (incluyendo los humanos) se distinguen de sus parientes
vivos más cercanos, los monos del Viejo Mundo, por una cantidad de rasgos compartidos.
Algunos de ellos son rasgos “derivados” que evolucionaron en nuestro linaje común desde
nuestra divergencia evolutiva de los monos del Viejo Mundo. Entre ellos están una nariz
expandida, un paladar más ancho, la falta de cola y un cerebro más grande. Como un
grupo, los simios han seguido la tendencia evolutiva de los primates hacia un tamaño del
cerebro más grande y mayor inteligencia a un extremo. Otros rasgos morfológicos
compartidos por los humanos y los grandes simios son una articulación del hombro
relativamente móvil y muchos aspectos de nuestro torso, que son probablemente
componentes de una adaptación de colgarse y moverse en los árboles. Las manos, brazos,
piernas y pies de los humanos y de los simios muestran muchas similitudes, a pesar de
algunas grandes diferencias que emergieron desde nuestro ancestro común.
Una de las más destacadas diferencias es la locomoción bípeda humana, que
involucra numerosas transformaciones en nuestra espina, pelvis, piernas y pies. Las
diferencias posteriores que emergieron en el linaje humano en evolución incluyen dientes
más pequeños, particularmente la reducción en el tamaño de los dientes anteriores
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(caninos e incisivos), aumento en el tamaño del cuerpo y una muy significativa expansión
en el tamaño del cerebro. Otro rasgo humano importante que emergió es una mano con
manipulación fina, con un largo pulgar oponible. Además, las proporciones del cuerpo han
cambiado sustancialmente en la evolución de nuestro linaje, con el desarrollo de piernas
más largas en relación con los brazos en los humanos, mientras que los simios mantienen
brazos relativamente largos y piernas cortas.
2.1 Evidencia anatómica: las espinas y extremidades inferiores del bipedismo humano
(izquierda), caminar con nudillos del chimpancé (centro) y babuinos o mandriles cuadrúpedos
(derecha), muestran diferencias significativas en la postura para los diferentes modos de
locomoción
Evidencia Genética. Las extraordinarias similitudes entre los humanos y simios que fueron
reconocidas desde la época de Charles Darwin y del biólogo T. H. Huxley (1825-1895) han
sido actualmente corroboradas por el análisis y la cuantificación del grado de similitud
entre sus proteínas e incluso por ADN (ácido Desoxirribonucleico, una molécula que lleva
instrucciones de los padres a su descendencia). Desde finales de los años 1960, los
científicos comenzaron a investigar las diferencias proteicas entre los primates y otros
animales, si bien algo indirectamente al principio, a través de técnicas como las reacciones
antígeno- anticuerpo (probando la “distancia inmunológica”). Las mismas brindaban
resultados cuantificables indicando que los humanos poseen una similitud muy fuerte en
las proteínas con los simios africanos, una similitud un poco menor con los simios asiáticos
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y sucesivamente menor con monos del Viejo Mundo, monos del Nuevo Mundo y
prosimios.
Se hicieron intentos para cuantificar la proporción de cambio genético responsable
de las distancias inmunológicas observadas, y así estimar los momentos de divergencia
entre las especies (calibrando las unidades de distancia inmunológica con momentos
conocidos de divergencia entre grupos mayores de animales). Esto produjo un modelo de
“reloj molecular” que brindó un tiempo estimado de la divergencia entre humanos y
chimpancés que fue inesperadamente reciente, sólo alrededor de 5 a 8 millones de años
atrás. Esto fue sorprendente, ya que décadas atrás se creía que esta separación había
tenido lugar en un momento mucho más temprano, tal vez 15 a 20 millones de años atrás,
y los fósiles conocidos en ese momento eran incorrectamente percibidos como
pertenecientes a una línea humana distinta y separada (i.e. aquellos atribuidos a
Ramapithecus). Desde los años 1970 y 1980, no obstante, nuevos descubrimientos de
fósiles han reivindicado las interpretaciones de la evidencia molecular y han corroborado
la conclusión de que nuestro último ancestro común con los simios es relativamente
reciente, posiblemente entre 6 y 8 millones de años atrás, como ya había sido notado.
Desde los años 1980, otros estudios han visto aún más detalladamente las
similitudes y diferencias biológicas moleculares entre primates, con resultados similares a
aquellos obtenidos en estudios inmunológicos tempranos. Estos estudios han conllevado
el examen de secuencias de aminoácidos de proteínas específicas, la investigación de
secuencias nucleótidos en moléculas de ADN y estudios de hibridación de ADN que han
detectado generalmente similitudes y diferencias entre moléculas de ADN de diferentes
especies. Todas estas pruebas moleculares indican una similitud genética y proteínica
extremadamente cercana entre humanos y simios, particularmente chimpancés y
bonobos o mandriles. La mayoría de los exámenes indican que el ADN humano difiere del
de los chimpancés por sólo aproximadamente 1,5%. En escala microscópica también hay
una remarcable similitud cromosómica entre humanos y chimpancés en términos de
números (23 cromosomas en humanos, 24 en grandes simios, con el cromosoma humano
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Se puede emplear un amplio rango de tipos de evidencia prehistórica con el objetivo de reconstruir paleoambientes.
Estos incluyen:
Química de isótopos de Oxígeno en Núcleos Marinos Profundos
Durante períodos más cálidos, al derretirse el hielo polar y los glaciares, el nivel del mar aumenta produciendo un
mayor porcentaje del isótopo 16O de oxígeno. Durante períodos más fríos, gran parte del agua oceánica se encierra en bloques
de hielo y glaciares, almacenando grandes cantidades de un 16O más liviano, y creando océanos con altos porcentajes de 18O
más pesado. Estos períodos de condiciones globales más cálidas y más frías se reflejan en cambios en la razón entre los
isótopos de oxígeno 16O y 18O encontrados en los caparazones de foraminíferos microscópicos, un tipo de protozoo sin
caparazón.
Los núcleos extraídos del fondo del mar contienen numerosas capas que se acumulan a lo largo de muchos milenios
que pueden fecharse utilizando varios métodos. Examinando la química de los foraminíferos encontrados dentro de las capas
de los núcleos de aguas profundas, se puede proporcionar información acerca de las etapas glaciares e interglaciares
remontándonos decenas de millones de años atrás.
Polvo Terrestre en Núcleos Marinos Profundos
El polvo eólico (producto del viento), asociado con la erosión del viento durante tiempos áridos en núcleos de aguas
profundas, ha sido medido y se ha mostrado que existió en grandes concentraciones en ciertos tiempos, notablemente hace
2.8, 1.7 y 1 millón de años atrás.
Isótopos de Carbono en Carbonatos del Suelo
La razón del isótopo de carbono 12C y el 13C en carbonatos de suelo puede indicar la relación entre plantas C3 (árboles
primordialmente, arbustos, montanos o pastos que viven en ambiente de montaña) y plantas C4 (principalmente pastos de
zonas calurosas), y así proporcionar una importante pista sobre la presencia de ambientes más cerrados o más abiertos.
Isótopos de Carbono en Huesos y Dientes
Como con los carbonatos de suelo, los isótopos de carbono en animales herbívoros pueden dar una indicación acerca
de la cantidad relativa de alimentos de plantas C3 a C4 en sus dietas, y así la probable presencia de ambiente cerrados o
abiertos en donde viven (este método también es utilizado para analizar la dieta, como se discute más abajo).
Otras Evidencias Geológicas
El estudio de la estratigrafía (capas superpuestas de depósitos naturales o culturales) y la geomorfología (formaciones
terrestres) puede, a veces, indicar el ambiente en el que la depositación de la tierra prehistórica tuvo lugar, como por ejemplo
planicie de inundación de ríos, canal de río, pendiente coluvial (el suelo del cual se ha lavado hasta su base), delta, margen de
lago, lago, etc. La lava y la tefra (desechos expulsados por un volcán) pueden indicar actividad volcánica y proporcionar
muestras para la datación radiométrica. Algunos minerales, especialmente evaporitas y zeolitas, pueden indicar condiciones
áridas, alcalinas.
Evidencia Paleobotánica
El polen fósil, las semillas, la madera, las hojas, los fitolitos (partículas de sílice que sobreviven de la célula de la planta)
y otras estructuras de la planta pueden proporcionar una evidencia importante de los tipos de comunidades vegetales que
estaban presentes en un determinado hábitat prehistórico, y si el paleoambiente era más abierto o cerrado, o dominado por
pastizales, bosques o praderas.
Restos Fósiles de Animales
En muchos entornos africanos la mayoría de los restos de fauna tienden a ser mamíferos, pero también pueden incluir
pájaros, reptiles, anfibios, moluscos e insectos. Sobre la base de análogos de animales modernos, así como la evidencia
isotópica de dientes y huesos, es también posible inferir hábitats asociados (abiertos contra cerrados, húmedos contra secos,
cálidos contra fríos, etc.).
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Hay evidencia creciente de que los cambios en el clima de la tierra han tenido
profundos efectos en las masas terrestres de África, alterando la temperatura, pluviosidad
y, en consecuencia, la flora y la fauna. Algunos de estos cambios mayores también
parecen estar relacionados con modificaciones importantes en la evolución humana. Si
bien existe el peligro de convertirse en determinista al tratar de correlacionar estas
cuestiones con los cambios ambientales, tales correlaciones evolutivas que pueden
documentarse en el registro prehistórico son, no obstante, interesantes y merecen una
mayor investigación [ver cuadro: Reconstruyendo Paleoambientes].
Los cambios globales en el clima influyeron fuertemente en el continente africano
y sus medioambientes durante el tiempo de la evolución de los simios africanos y la
emergencia y evolución de los homínidos bípedos. Además, la cadena montañosa del Rift
africano, creado por la elevación tectónica causada por movimientos de las placas
terrestres, dio lugar a una sombra de lluvia en gran parte del este africano, conduciendo
gradualmente a ambientes más abiertos y secos, particularmente luego de mediados del
Mioceno, alrededor de 14 millones de años atrás. Esta tendencia ambiental continuó,
aparentemente también como parte de la tendencia global hacia condiciones más frías y
secas, que finalmente condujo a períodos glaciares fríos interrumpidos con numerosos
períodos interglaciares más cálidos.
Este patrón de condiciones climáticas oscilantes repetitivas y los cambios asociados
en comunidades de plantas y animales, fue el medio ambiental en el cual nuestros
ancestros proto-humanos evolucionaron y deben haber tenido un profundo efecto en el
curso de la evolución de los simios y, en el linaje humano (deMenocal y Bloemendal 1995).
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Por otro lado los monos se adaptaron bien a condiciones más secas; se dispersaron de
manera importante en estos nuevos hábitats, y evolucionaron en varias especies.
Al menos tres períodos importantes de cambio climático pueden ser
correlacionados con estadios tempranos de cambio evolutivo homínido:
• 10-5 millones de años atrás. Durante este período la tierra experimentó otra fase
más de enfriamiento y sequedad, a lo largo de la cual se produjo el esparcimiento
de pastizales (y animales de pastoreo) en varias áreas. Dentro de este período de
cambio ambiental emergieron los primeros homininos bípedos, evolucionando de
algunos de los últimos ancestros comunes de los simios y humanos africanos
(presuntamente cuadrúpedos -caminando en cuatro patas-, y predominantemente
arbóreos). El registro fósil en África es bastante escaso para este período, pero
parece que durante 6 millones de años los homininos bípedos con cerebros
pequeños estuvieron presentes en lo que ahora se conoce como Chad y Kenia (ver
tabla 3, pp. 62ff.). Éste también fue un tiempo de radiación de un número de otros
grupos faunísticos africanos, incluyendo los bóvidos (bueyes o vacas).
• 3-2 millones de años atrás. En este período, durante el Plioceno (el cual comienza
alrededor de 5 millones de años atrás), otra tendencia general hacia un
enfriamiento y sequedad (con varias oscilaciones) generó la construcción de
mantos de hielo en el Ártico y Antártico y un incremento total de la aridez en
África. Así como la crónica de los dentalmente menos robustos, Australopithecinos
“gráciles” (A. afarensis, A. africanus, y, luego A. garhi), este período también
documenta la emergencia de los Australopithecinos “robustos” (Australopithecus -
o Paranthropus- aethiopicus), y seguidamente Australopithecus boisei y A. robustus
y los miembros más tempranos del género Homo (Homo habilis y sus precursores
inmediatos) (Ver más abajo para una discusión sobre estas especies.) Es en este
momento en el que encontramos los instrumentos líticos reconocibles más
tempranos, marcando el comienzo del registro arqueológico.
• Aproximadamente 1,7 millones de años atrás. Durante el Pleistoceno (o Edad de
Hielo, comenzando ca. 1,75 millones de años atrás) ocurrió otro gran cambio hacia
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Los Australopithecinos
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El Surgimiento de Homo
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Entre 3 y 4 millones de años atrás, el este de África vio la aparición de un australopithecino que antecedía al
Australopithecus africanus. Esta especie, llamada Australopithecus afarensis (ya que fue hallada en la región Afar en Etiopía),
está bien representada en diferentes sitios, en particular en Hadar en el Valle del Rift de Etiopía y Laetoli, cerca de 50
kilómetros (30 millas) al sur de la garganta principal de Olduvai en Tanzania.
Comenzando en la década de 1970, el Proyecto Hadar, originalmente liderado por Maurice Taieb, Donald Johanson y
Yves Coppens, ha producido una rica colección de descubrimientos fósiles de homínidos en varias localidades que datan de
este período (Johanson y Edey, 1981). Estos hallazgos incluyen una articulación de la rodilla de un único individuo en una
localidad; en otra localidad, un esqueleto parcial de I-m (3.3-ft) de alto, femenino, conocido como "Lucy" [ver 2.4], el
espectacular hallazgo de restos de al menos 13 individuos adultos y juveniles en otra localidad, y, en una más, un cráneo
masculino casi completo.
El célebre esqueleto de Lucy está completo en un 60%, con partes del cuerpo que incluyen fragmentos craneales, una
mandíbula con dientes, vértebras, costillas, escápula parcial (omóplato), húmeros, radios y ulnas (huesos del brazo), una
pelvis, fémur, tibia, peroné (huesos de la pierna), y algunos huesos de manos y pies. Este descubrimiento, junto con los de la
articulación de la rodilla, fueron fundamentales para retroceder la antigüedad del bipedismo.
La riqueza de los especímenes fósiles de A. afarensis, y la gran variedad dentro de la colección de fósiles de la Primer
Familia, le ha dado también a los antropólogos una mejor apreciación del rango de variabilidad y dimorfismo sexual de esta
especie.
Pisadas en el Tiempo
El área de Laetoli, la cual se exploró por primera vez en la década de 1930, y fue investigada por un grupo liderado por
Mary Leakey en 1970, ha dado un número de fósiles de A. afarensis, incluyendo el holotipo (muestra tipo) de mandíbula de
esta especie. Estas datan de entre 3.7 y 3.5 millones de años atrás.
Se realizó un asombroso descubrimiento aquí en la década de 1970, el cual consiste en una capa de ceniza volcánica, o
toba, que preservó un conjunto de pisadas de animales, incluyendo las de mamíferos, pájaros e insectos (Leakey y Harris,
1987). La química distintiva de la toba (altamente alcalina, esencialmente caliza volcánica) significó que, luego de
humedecerse brevemente con lluvia, se solidificó adquiriendo una consistencia semejante a la del concreto, que preservó las
huellas de los animales que han caminado a través de esta superficie.
Las pisadas registran las huellas de animales desde el tamaño de insectos a elefantes, incluyendo el famoso conjunto
de pisadas de tres homininos bípedos que caminaron en la misma dirección. Estas pisadas de homínidos se han convertido en
un ícono de investigación paleoantropológica, y siguen siendo uno de los descubrimientos más destacados e inesperados de
las décadas recientes. La fauna de Laetoli, con animales de pastoreo bien representados, y las pisadas mostrando rastros de
animales lineares e ininterrumpidos sugieren, sugieren ambientes de pastos abiertos, posiblemente con bosques en galería a
lo largo de canales de arroyos.
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Para recapitular, los primeros homininos bípedos [2.10] aparecen en el registro fósil
hace 6 millones de años atrás. Durante el Plio-Pleistoceno, una bifurcación importante en el
linaje hominino condujo a los australopithecinos robustos como una de las ramas evolutivas, o
clado, y al género Homo como la otra. Además del bipedismo, otros rasgos homininos que
emergieron incluyeron piernas más largas, brazos más cortos, mayor destreza en las manos,
con un pulgar más largo, caninos e incisivos reducidos (en el Homo temprano, molares y
premolares reducidos), y una expansión cerebral, de nuevo especialmente en el Homo
temprano. 31
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Tecnología
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3 Artefactos utilizados
a Yunques: rocas que muestran pequeños hoyos en sus centros, sugiriendo su uso como
yunques utilizados en la manufactura de instrumentos líticos
b Percutores: cantos o trozos de rocas que muestran golpes en superficies particulares,
sugiriendo su uso como percutores en la manufactura de instrumentos líticos
c Cantos utilizados, nódulos y bloques: piezas que muestran algún astillado o embotamiento de
bordes
d Lascas heavy-duty y light-duty: lascas mostrando algún astillado o embotamiento de bordes
4 Debitage: lascas enteras y fragmentos no modificados
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El registro hominino fósil en esta región para este período crucial que ocupa entre
2,5 y 2 millones de años es muy escaso y la mayoría de cráneos, mandíbulas, y dientes
aislados que han sido hallados fueron asignados a australopithecinos robustos, es decir la
más temprana, posiblemente ancestral, especie Australopithecus (Paranthropus)
aethiopicus, y al posterior, posiblemente un descendiente, Australopithecus
(Paranthropus) boisei. Estas dos especies comparten muchos rasgos, siendo lo más
notables son: un cerebro relativamente pequeño, una pronunciada cresta sagital
(prominencia de hueso) extendiéndose a lo largo de la línea media superior del cráneo,
mandíbulas masivas y grandes dientes para mascar (especialmente los molares y
premolares). Las especies más “gráciles”, denominadas Australopithecus africanus, de
dentición más pequeña, son conocidas por los hallazgos de tres cuevas en el sur de África
datadas entre 3 y 2,2 millones de años atrás, pero no hay en estos depósitos artefactos
líticos asociados con los fósiles homínidos.
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La Garganta de Olduvai, un corte de 100-m (300-ft) de profundidad, y 50-km (31-mile) de largo en la planicie Serengeti
en el norte de Tanzania, es uno de los sitios prehistóricos más famosos del mundo, y lo más cercano que tenemos a una
máquina del tiempo que nos lleva hacia atrás a los pasados 2 millones de años para documentar la evolución biológica y
tecnológica del linaje humano en su entorno ambiental. En este lugar, uno puede literalmente caminar a través de la
prehistoria profunda, con capa sobre capa de sedimentos antiguos documentando una secuencia sin paralelo -de ambientes
antiguos, comunidades animales, tecnologías líticas, y a los homininos prehistóricos durante los períodos más tempranos de la
Edad de Piedra (y también momentos más tardíos).
Esta impresionante garganta fue primero descripta por el entomólogo Wilhelm Kattwinkel, quien estaba persiguiendo
mariposas a lo largo de Seregenti en 1911 cuando, en medio de la búsqueda de un especimen especialmente interesante,
estuvo a punto de caer en ella. El prehistoriador alemán Hans Reck dirigió expediciones aquí a comienzos de 1913, y a partir
de sus muchos años de trabajo de campo en Olduvai (el sitio tipo de la industria Olduvainese), Louis y Mary Leakey han
ganado reputación internacional y un nivel de celebridad.
Los Leakey fueron capaces de establecer una secuencia prehistórica con control cronológico que comienza en el nivel
más bajo, Bed I, cerca de los 1,85 millones de años atrás, con sitios Olduvaienses y fósiles homininos que incluyeron los
especímenes tipo de: Homo habilis y Australopithecus boisei (originalmente llamado Zinjanthropus) (Leakey 1971; 1975).
Descubrimientos
El sitio Zinjanthropus (FLK ZINJ) es uno de los más ricos yacimientos Olduvaienses alguna vez excavados, conteniendo
más de 2000 artefactos líticos y más de 3500 especímenes óseos de animales, con más de 1000 de los huesos identificables a
nivel de taxón (unidad de clasificación zoológica, tal como especie, género o familia) o partes del cuerpo; más del 90% de
éstos corresponden a grandes mamíferos. Bed II comienza cerca de 1,7 millones de años atrás y contiene sitios Olduvaienses,
algunos de los cuales tienen relativamente altas proporciones de piezas retocadas y esferoides –que Mary Leakey llamó
Olduvaiense Desarrollado, con la implicancia de que se trata de un refinamiento de las tecnologías Olduvaienses de Bed I.
Alrededor de 1,4 millones de años atrás aproximadamente, aparecen las primeras industrias Achelenses,
caracterizadas por hachas de mano, picos y cleavers. En Bed II también se han hallado fósiles de Homo ergaster/erectus
(Capítulo 3). Beds III y IV, y las suprayacentes Beds Masek, han brindado un número de sitios Achelenses y Olduvaiense
Desarrollado, y las beds más altas, Ndutu y Naisiusu, contienen sitios de la Edad de Piedra Media (“Middle Stone Age”) y
Tardía (“Later Stone Age”).
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En el pasado medio siglo de detallados estudios sobre el comportamiento de los simios y su adaptación al medio
silvestre, han sido documentados un rango de comportamientos de fabricación y utilización de instrumentos, pero no ha
habido una sola observación de talla intencional de rocas para producir filos cortantes o implementos de percusión en
chimpancés, bonobos, gorilas u orangutanes. Los instrumentos Olduvaienses exhiben un nivel tecnológico no visto en simios
modernos en sus entornos naturales. Esto puede deberse a una falta de necesidad de tener instrumentos cortantes para su
aprovisionamiento y estrategias de procesamiento de alimentos dentro de sus respectivas adaptaciones.
Ha sido un tema de debate si los simios modernos podrían producir tecnología Olduvaiense en un entorno
experimental si tuvieran el incentivo apropiado. Algunos antropólogos, como Thomas Wynn y William McGrew han sugerido
que hay una pequeña -si es que hay alguna- diferencia en la complejidad cognitiva de los chimpancés y los homininos
Olduvaienses (Wynn y McGrew 1989). Otros, incluyendo los autores de este capítulo, han sugerido que podrían haber
diferencias significativas cognitivas y biomecánicas entre los homininos Olduvaienses y los simios modernos.
Experimentos con Bonobos
A comienzos de 1990, Nicholas Toth y Kathy Schick tuvieron la oportunidad de investigar esta cuestión en algún
detalle en un ambiente experimental. Ellos habían colaborado con psicólogos cognitivos en el Centro de Investigaciones
Lingüísticas en Atlanta, Georgia, particularmente con Sue Savage-Rumbaugh y Duane Rumbaugh, quienes habían trabajado
con bonobos (o “chimpancés pigmeos”), enseñándoles a hacer y usar instrumentos líticos.
Dos sujetos bien conocidos por sus capacidades comunicativas -Kanzi, un gran macho, y su media hermana,
Panbanisha- han sido el foco de estos estudios de larga duración. Toth y Schick han mostrado a los simios cómo tallar rocas y
producir lascas con filos agudos -para actividades de corte, tales como cortar e una soga para abrir una caja, o cortar una
cabeza de tambor para obtener el alimento deseado. Kanzi y Panbanisha han estado extremadamente orientados en sus
metas en estos experimentos, y altamente motivados para producir herramientas efectivas para poder obtener acceso a
alimento, de la misma manera en que los fabricantes de herramienta tempranos tuvieron fuertes incentivos para hacer
instrumentos para utilizar en la obtención de alimento.
Después de un período de prueba y error, estos simios han adquirieron las habilidades básicas para fracturar rocas, y
aún mostrando algunas innovaciones interesantes por cuenta propia: en una instancia, Kanzi aprendió a arrojar un canto
contra un piso duro o contra otras rocas y producir lascas agudas para usar como instrumentos cortantes.
Sin embargo, a pesar de los grandes avances que se han mostrado, después de más de una década de experimentos
aún quedan interesantes diferencias con los fabricantes del Olduvaiense (Toth et al. 1993, 2006; Schick et al. 1999). Es claro
que los bonobos pueden, en ocasiones, tallar rocas y producir núcleos y lascas que se parecen a los del Olduvaiense,
incluyendo choppers unifaciales y bifaciales y lascas ocasionales de 15 cm (6 in) de dimensión mayor. Sin embargo, los análisis
detallados han demostrado que los instrumentos tempranos Olduvaienses de Gona (Etiopía) son más similares a los artefactos
líticos tallados producidos por los humanos modernos que por los bonobos, sugiriendo que los fabricantes de instrumentos
líticos Olduvaienses tempranos (quizás Australopithecus garhi) fueron sorprendentemente habilidosos en su capacidad para la
reducción eficiente de guijarros de lava y para producir lascas y fragmentos agudos.
Esto probablemente implica que esas criaturas tenían mejores habilidades biomecánicas y cognitivas que los
modernos simios africanos, así como también una tradición bien desarrollada de fabricación de instrumentos líticos. No sería
sorprendente que los futuros descubrimientos de sitios arqueológicos aún más tempranos algún día puedan hacer retroceder
las fechas de las tecnologías de roca tallada varios cientos de miles de años, tal vez hasta cerca de 3 millones de años atrás.
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Los sitios arqueológicos durante el Olduvaiense (ver cuadro: Una visión Regional de
los Principales Sitios Olduvaienses, pp. 51-54) tienden a ser relativamente pequeños y de
baja densidad, con artefactos líticos y (cuando lo permite la preservación), restos fósiles
de animales. La mayoría de los sitios se hallan en ambientes sedimentarios que incluyen
planicies de inundación de ríos y canales, márgenes de lagos, deltas de los ríos, y -en
África del sur- rellenos de cuevas kársticas (limolita). El rango de ambientes abarca desde
bosques cerrados, a menudo a lo largo de los cursos de agua, hasta praderas más abiertas
o arboladas. En algunos sitios, cantidades sustanciales de huesos fósiles están asociados
con artefactos Olduvaienses, brindando evidencia valiosa sobre el contexto ambiental de
estos sitios, así como información sobre la posible obtención y procesamiento de carcasas
de animales por los antiguos homininos. En general, las materias primas para la
manufactura de instrumentos líticos fueron transportadas por cortas distancias,
generalmente menos de unos pocos kilómetros.
Ha habido un considerable debate sobre cómo se formaron las acumulaciones
prehistóricas de rocas talladas y golpeadas y huesos fósiles. Algunos arqueólogos,
particularmente Mary Leaky y Glynn Isaac, han sugerido que estos sitios fueron
“campamentos base”, similares a los campamentos de los modernos cazadores-
recolectores (Leakey 1971; Isaac 1978). Isaac (1984) más tarde utilizó un término más
neutral “lugar central de forrajeo” para describir cómo estas concentraciones podrían
haberse formado, con los homininos partiendo en viajes de forrajeo y retornando a estos
sitios para el procesamiento y consumo de alimento. Lewis Binford (1981) sugirió que
estos sitios eran simplemente las sobras de los carnívoros que fueron carroñadas por los
homininos tempranos, principalmente a través del procesamiento de la médula. Richard
Potts (1988) sostuvo que las concentraciones en la Garganta de Olduvai eran “escondrijos
de rocas”, adonde los homininos creaban almacenamientos de materia prima lítica en
áreas en las que no ocurría naturalmente, y en proximidades de las áreas en las que
podrían haber forrajeado. Robert Blumenschine (1987) postuló que estos sitios eran áreas
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a las que los homininos llevaban partes de cuerpos carroñadas de las matanzas de los
carnívoros y subsecuentemente las procesaban. (Se discute con mayor detalle más abajo
la cuestión acerca de la caza o carroñeo durante este período).
Es probable que estos sitios Olduvaiense se hayan formado a través de más de un
modo de comportamiento. Como Kathy Schick (1987) ha señalado, los sitios más grandes
podrían representar “lugares favorecidos”, a los que las rocas y los huesos fueron
transportados a un área con ciertos amenities, como sombra, protección, agua, carcasas
animales u otros recursos. En este modelo, la roca puede haber sido transportada
alrededor de modo característico por los homininos para su uso potencial, y los sitios se
desarrollaron adonde las “importaciones” de roca excedían de manera significativa la
siguiente “exportación” cuando dejaban el sitio, posiblemente porque se le daba mayor
prioridad al transporte de alimentos.
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DESCUBRIMIENTO CLAVE ¡Sorpresa! Australopithecus garhi: ¿Los Primeros Realizadores de Instrumentos Líticos?
El intervalo temporal comprendido entre 3 y 2 millones de años atrás es uno de los períodos más fascinantes en el
estudio de la evolución humana. Ocurrió una fase principal de enfriamiento y desecación en la historia de la tierra y un tiempo
de cambio faunístico importante en el continente africano, con muchas especies mamíferas extinguiéndose y otras
evolucionando en nuevas especies. También documenta el surgimiento de dos linajes homininos: los australopithecinos
“robustos” (a veces llamados paranthropinos) y el género de gran tamaño cerebral Homo. Y fue testigo de la aparición de las
primeras herramientas líticas conocidas.
Los artefactos líticos tallados más tempranos están con seguridad datados entre 2,6 y 2,5 millones de años atrás en
Gona, en la Depresión de Afar (Etiopía). Hasta ahora no se han encontrado restos homininos de este período en Gona, y sólo
una forma definitivamente hominina, el robusto Australopithecus (Paranthropus) aethiopicus, es conocida en el Valle de Omo
al sur de Etiopía y al oeste de Turkana en el norte de Kenia. También se cree que data de este período al Australopithecus
africanus en el sur de África, pero nunca se han encontrado artefactos líticos en depósitos que contienen homínidos fósiles.
Por otra parte, dientes aislados del Omo indicaron que había al menos otro contemporáneo “no robusto” en el este
de África, que había sido asignado usualmente a “Homo temprano” para distinguirlo del linaje de los australopithecinos
robustos. Esto ha sugerido que había al menos dos homininos diferentes viviendo al mismo tiempo en el este de África, siendo
el “Homo temprano” el mejor candidato como ancestro del linaje que lleva a los humanos modernos.
La Sorpresa
Alrededor de 96 km (60 millas) al sur de Gona está el área de estudio del Awash Medio (también en la Depresión de
Afar, en Etiopía), una de las áreas de estudio paleoantropológicas más importantes en el mundo. El proyecto de investigación
está dirigido por el Dr. Tim White de la Universidad de California, Berkeley, y el Dr. Berhane Asfaw del Servicio de
Investigaciones en el Valle del Rift (Rift Valley Research Service).
La península de Bouri contiene depósitos prehistóricos que representan los márgenes de un ambiente lagunar poco
profundo de aguas dulces, que se encuentran radiométricamente datados en 2,5 millones de años. En otoño de 1997
Johannes Haile-Selassie (ahora jefe de antropología física en el Museo de Historia Natural de Cleveland) formó parte de un
equipo de prospección que estaba sistemáticamente buscando materiales prehistóricos que se estaban erosionando en estos
depósitos. Han encontrado un fragmento de cráneo fósil pequeño que han reconocido como hominino, y luego encontraron
más fragmentos de dicho cráneo. El cráneo hominino reconstruido (BOU-VP-12/13) era diferente a cualquier otro (Asfaw et al.
1999). Tenía una cresta sagital, una caja cerebral pequeña similar a la de los australopithecinos (estimada en 450 cm3), un
rostro con mucho prognatismo (proyectado), una mandíbula superior con dientes anteriores sorprendentemente grandes
(incisivos y especialmente los caninos) y dientes posteriores grandes (premolares y molares). El fósil fue asignado a una nueva
especie, Australopithecus garhi (“garhi” significa “sorpresa” en el lenguaje local de Afar). Algunos investigadores han decidido
que los dientes del llamado “Homo temprano” de Omo, datados para este período, podrían tratarse también de esta especie.
Del mismo estrato de Bouri también se recuperaron: un fragmento de cráneo de otro individuo, un fragmento de
mandíbula, cúbito proximal y un esqueleto parcial (incluyendo un fémur parcial, húmero, radio, cúbito, peroné y falange del
pie). Si estos fósiles provienen de la misma especie que el cráneo reconstruido, lo cual parece probable, entonces sugiere la
presencia de una criatura de cerebro pequeño con largos brazos (similar a los australopithecinos tempranos y simios
modernos) y piernas más extensas (diferente a las de los australopithecinos más tempranos y más similar a las piernas de los
humanos tardíos).
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¿Un Fabricador de Instrumentos?
No se han descubierto aún artefactos líticos seguros en Bouri (adonde estaban ausentes en las proximidades las
materias primas adecuadas para realizar instrumentos líticos), pero estos depósitos contenían una mandíbula de un bóvido de
tamaño mediano y un femur de caballo con marcas de corte de instrumentos líticos, así como también una tibia de bóvido
grande con marcas de corte, marcas de golpe y patrones de fractura realizados por un percutor (de Heinzelin et al. 1999).
Estos fósiles han indicado que los homininos en el área han usado instrumentos líticos para el aprovisionamiento de carne y
médula de carcasas animales, pero aparentemente se han descartado pocos o ningún artefacto lítico en estos lugares.
Hay ciertos temas que requerirán mayor trabajo de campo, descubrimientos y análisis de una muestra fósil
significativamente grande, tales como si A. garhi fue el realizador de los instrumentos líticos en Bouri y Gona (lo cual parece
plausible) y si garhi fue el ancestro directo del género Homo. Sin embargo es interesante que en el mismo período de los
instrumentos líticos más tempranos tenemos al menos tres taxones homininos en el continente africano: en el este de África
el A. garhi, y el australopithecino robusto A. aethiopicus (sorprendentemente no se han encontrado hasta ahora
australopithecinos no robustos en la región de Afar, sino solamente más al sur en Etiopía) y A. africanus (hasta ahora no
asociado con ningún instrumento lítico) en el Sur de África. Los tres tenían capacidades craneanas pequeñas (por debajo de
los 500 cm3) y exhibían dientes molares más grandes que los de los tempranos australopithecinos.
De este modo, hacia 2,5 millones de años atrás, en algunas poblaciones homininas había comenzado una estrategia
adaptativa nueva que incluía tecnología lítica tallada y el procesamiento de carne y médula de las carcasas de grandes
mamíferos. Este cambio adaptativo único conduciría a criaturas tardías utilizadoras de instrumentos, con cerebros
significativamente más grandes, mandíbulas y dentición reducidas y proporciones de las extremidades más modernas (las
marcas distintivas de la evolución del género Homo y de nuestros propios ancestros).
2.18 El cráneo reconstruido de Australopithecus garhi, con una cresta sagital, caja
cerebral pequeña y un rostro proyectado con dientes sorprendentemente grandes.
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Este de África
• Gona, Etiopía. Los sitios arqueológicos más tempranos del mundo se conocen del área de estudio de Gona, región de
Afar (Etiopía) (Semaw et al. 1997; Semaw 2000). Gona se encuentra inmediatamente adyacente al área de estudio de
Hadar, y tiene depósitos sedimentarios que abarcan desde más de 4,5 millones de años hasta menos de 1 millón de
años atrás. Los sitios EG 10 y EG 12 han sido datados por argón-argón y paleomagnetismo entre 2,6 y 2,5 millones de
años atrás. Estos sitios son depósitos en canales de planicies de inundación en sedimentos limosos de grano fino y se
cree que los conglomerados fluviales compuestos primariamente de cantos de lava erosionados por el agua que
fueron la fuente de la materia prima de los instrumentos líticos, se encontraba en la inmediata vecindad de los sitios
arqueológicos.
Los artefactos de Gona consisten en su mayor parte en choppers unifaciales y bifaciales, y también de algunos núcleos
reducidos más fuertemente. La sorprendente destreza en la reducción lítica pone en duda el concepto de “pre-
Olduvaiense” en Gona y otros sitios anteriores a 2 millones de años atrás, como argumentó Helène Roche (1989). Hay
escasa fauna asociada con estos sitios tempranos, lo cual podría deberse más a una cuestión de preservación que a la
realidad, por lo que las inferencias sobre la función de los instrumentos en Gona permanecen indeterminadas.
• Omo, Etiopía. En las décadas de 1960 y 1970 el Valle de Omo, en el sur de Etiopía, reclamó las más tempranas
evidencias arqueológicas conocidas para ese momento. Los miembros E y F de la Formación Omo, Shungura, datados
entre 2,3 y 2,4 millones de años atrás aproximadamente han presentado artefactos de cuarzo de sitios ubicados en
depósitos de planicies de inundación de grano fino. La tecnología exhibida en los sitios Omo consiste principalmente
en lascas y fragmentos de cuarzo, probablemente producidos por técnica bipolar (la producción de lascas apoyando el
núcleo sobre un yunque y dividiéndolo con un percutor). Son raros o ausentes los restos fósiles animales en estos
sitios, pero los fósiles homininos de estos miembros indican la presencia de Australopithecus boisei y alguna forma de
Homo temprano (Chavaillon 1970, 1976; Merrick 1976; Howell et al. 1987).
• Fejej, Etiopía. En Fejej, en el sur de Etiopía, se han recuperado artefactos hechos principalmente en cuarzo y cuarcita
(también algunos basaltos) de los depósitos de las planicies de inundación fluviales datados aproximadamente en 2,3
millones de años atrás (Asfaw et al. 1991; de Lumley y Beyene 2004; Barsky et al. 2006). También fue recuperado un
incisivo atribuido a Homo temprano. En uno de los sitios, Fj-1, se han excavado 2000 artefactos de los dos niveles
principales, con un número de piezas remontadas indicando que se produjo en este lugar la manufactura de
instrumentos líticos y que fueron sepultadas bajos circunstancias de bastante baja y suave energía.
• Hadar, Etiopía. En el sitio AL-666 se han encontrado en superficie artefactos Olduvaienses hechos principalmente en
roca volcánica y un maxilar con dentición de un homínido no robusto, y en las excavaciones se han recuperado más
artefactos Olduvaienses in situ en sedimentos fluviales que datan de 2,3 millones de años atrás aproximadamente. El
maxilar ha sido atribuido a Homo temprano y algunos antropólogos lo comparan con el H. rudolfensis (Kimbel et al.
1996).
• Turkana Oeste, Kenia. Los sitios arqueológicos más antiguos encontrados en el oeste de Turkana, norte de Kenia, se
encuentran en la formación Nachukui, que data de 2,3 millones de años atrás aproximadamente, aunque también se
conocen aquí sitios más jóvenes datados entre 2,3 y 1,3 millones de años atrás. Los artefactos de 2,34 millones de
años de antigüedad del sitio Lokalalei 1 están hechos principalmente en lavas de más baja calidad y consisten de
núcleos simples, desecho, y algunas piezas retocadas. El sitio Lokalalei 2C, que hoy en día se piensa que es 100.000
años más joven que el anterior, consiste de artefactos hechos en lavas de grano más fino y tiene núcleos con mayor
reducción (Kibunjia et al. 1992; Kibunjia 1994; Roche y Kibunjia 1994; Roche et al. 1999).
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• Turkana Este (Koobi Fora), Kenia [2.19]. En este área de estudio se conocen un gran número de sitios Olduvaienses y
Olduvaienses Desarrollados (“Karari”), que abarcan un rango temporal de 1,9 a 1,3 millones de años atrás
aproximadamente. Estos sitios se hallan en las planicies de inundación fluviales, canales de río y depósitos deltaicos.
La materia prima predominante en todos estos sitios es lava con cantidades inferiores de ignimbrita, cuarzo y sílice
(chert). Depósitos contemporáneos han proporcionado restos de Homo habilis, H. rudolfensis y H. ergaster (Isaac e
Isaac 1997).
• Chesowanja, Kenia. En la formación Chemoigut de la cuenca del Lago Baringo en Kenia, dos sitios en la localidad de
Chesowanja han proporcionado conjuntos de artefactos Olduvaienses. Datados en ca. 1,5 millones de años, estos
artefactos están hechos en lava y se trata predominantemente de lascas y desechos con muy pocas formas de núcleos
(Harris y Gowlett 1980; Gowlett et al. 1981).
• Kanjera, Kenia. En el sudoeste de Kenia, algunos sitios Olduvaienses han sido excavados en Kanjera, los cuales
contienen artefactos líticos, mayoritariamente hechos en lava de grano fino y huesos fósiles. Basados en análisis
bioestratigráficos y paleomagnetismo (ver cuadro: Datando Homínidos Tempranos y su Arqueología, pp. 55-56) en el
sur de Kanjera, la depositación en niveles que contienen artefactos se crea habría comenzado hace alrededor de 2,2
millones de años atrás. A partir de los resultados de los análisis de isótopos estables y el predominio de fauna típica
de pradera o pastizal (équidos) se interpreta y sugiere un hábitat de pastos relativamente caracterizado como abierto
(Ditchfield et al. 1999; Plummer et al. 1999). En sitios en el norte de Kanjera se han encontrado artefactos
Olduvaienses y fauna, que se estiman datan del Pleistoceno Temprano.
• Garganta de Olduvai, Tanzania. Este complejo sitio en Tanzania [ver cuadro: Garganta de Olduvai, p. 67] ha brindado
muchos sitios arqueológicos Olduvaienses en los márgenes de los lagos, canales, y depósitos en planicies de
inundación en sus niveles más bajos, Beds I y II, datados entre 1,85 y 1,35 millones de años atrás aproximadamente
(Leakey 1971; 1975). En el nivel más bajo, Bed I, los conjuntos de artefactos consisten en núcleos Olduvaienses típicos
y lascas hechas principalmente de lava. En Bed II, comenzando aproximadamente hace 1,7 millones de años atrás, la
mayoría de las industrias se asignan al Olduvaiense Desarrollado, haciéndose más comunes el cuarzo, la cuarcita y el
sílice. Hay altas proporciones de esferoides y subesferoides y formas retocadas como raederas light-duty y punzones.
Aquí aparece la industria del Achelense temprano hacia los 1,45 millones de años atrás aproximadamente, pero los
sitios Olduvaienses Desarrollados predominan a través de Bed II hasta los 1,35 millones de años atrás.
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• Complejo de sitios ST, Peninj, Tanzania. Se han identificado once sitios Olduvaienses de baja densidad datados entre
1,6 y 1,4 millones de años atrás en Peninj, Lago Natron, Tanzania. Esta concentración de sitios, todos dentro de una
distancia entre sí de ca. 250 m (820 ft), han brindado conjuntos de artefactos dominados por basaltos, pero también
se han usado nefelita y cuarzo para realizar instrumentos. Los materiales Olduvaienses fueron hallados sobre un
paleosuelo sobre la cima de un nivel (T1) de toba (partículas de lava compactadas o “ceniza”) en un ambiente
deltaico; son aproximadamente contemporáneos con las industrias Achelenses tempranas encontradas en otra parte
en Peninj. Las formas de núcleos constituyen aproximadamente el 8% de los conjuntos, las lascas retocadas otro 8%,
con lascas y desechos constituyendo la mayoría de los artefactos encontrados. La mayoría de estos núcleos no se
encuentran fuertemente lascados, con tipos tales como choppers y poliedros relativamente escasos. Los sitios
también contienen un gran número de huesos fósiles de animales, muchos de los cuales muestran marcas de corte y
fracturas producto de la percusión. Se han interpretado estos sitios como lugares donde se llevó a cabo el
procesamiento y descarne de carcasas (Dominguez-Rodrigo et al. 2002; de la Torre et al. 2003).
• Nyabusosi (Sitio NY 18), Uganda. Este sitio Olduvaiense al oeste del Rift, datado en 1,5 millones de años atrás,
contiene un conjunto de aproximadamente 600 artefactos. Localizado en un horizonte arenoso, sobre arcillas con
minerales de hierro, este conjunto se compone de ca. 80% de cuarzo (Senut et al. 1987).
África Central
• Senga 5A, República Democrática del Congo (anteriormente Zaire). Las excavaciones en este sitio, localizado en los
depósitos de márgenes de lagos al oeste del Valle del Rift, han brindado cientos de artefactos junto con fósiles óseos
de huesos de animales. El conjunto de artefactos de cuarzo consisten en núcleos y desechos de talla (lascas y
fragmentos). Sin embargo, la datación de estos materiales ha sido algo problemática (Harris et al. 1987). A pesar de
que el aparente nivel del horizonte de artefactos ha sido datado a través de correlación faunística en 2-2,3 millones de
años atrás, ha habido ciertos cuestionamientos acerca del contexto de los artefactos, argumentándose que se podrían
haber incorporado dentro de un depósito de lavado de pendiente reciente que incluye materiales de diferentes
períodos (de Heinzelin 1984).
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54
2 AFRICAN ORIGINS
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Sur de África
• Sterkfontein, Miembro 5, sur de África. Han sido excavados un gran número de artefactos Olduvaienses en cuarzo y
cuarcita en el miembro 5 del relleno de breccia (sedimentos consolidados) del sitio Sterkfontein (Kuman 1994, 2005;
Field 1999). Los artefactos consisten en núcleos simples, desechos, y algunas piezas retocadas. También se han
hallado en este miembro: una diáfisis de cúbito hominina (antebrazo) y tres dientes de Australopithecus robustus.
Este depósito se estima datado entre 1,5 y 2 millones de años atrás.
• Swartkrans, Miembros 1, 2 y 3, sur de África. En este sitio [2.20], en los miembros 1, 2 y 3 del relleno de la cueva, hay
artefactos hechos de cuarzo, cuarcita y sílice. Éstos consisten en formas de núcleos simples Olduvaienses y desechos,
así como algunas piezas retocadas. El miembro 1 se estima entre 1,8 y 1,5 millones de años atrás, el miembro 2 entre
1,5 y 1 millón de años, y el miembro 3 menor a 1 millón de años atrás. También se han recuperado de este sitio
cantidades de huesos fósiles, incluyendo un número de homininos (A. robustus y una especie de Homo) (Brain 1981;
Clark 1991; Field 1999; Kuman 2005).
• Kromdraai B, sur de África. Un peqeño conjunto de artefactos Olduvaienses desarrollados dominado por cuarzos fue
excavado en los depósitos en Komdraai B (Kuman et al. 1997; Field 1999). No se hallaron homininos dentro de este
conjunto, pero se conocen restos de A. robustus en depósitos de otras cuevas de esta localidad, Kromdraai A.
Norte de África
• Ain Hanech [2.21] y El-Kherba, Algeria. Estos sitios se encuentran en las planicies de inundación limo-arenosas que
cubre un conglomerado espeso de cantos rodados. Estudios bioestratigráficos y paleomagnéticos indican que estos
sitios tiene una antigüedad aproximada de 1,8 millones de años (Sahnouni et al. 1996; Sahnouni y de Heinzelin 1998;
Sahnouni et al. 2002). Los conjuntos de estos dos sitios cercanos incluyen numerosos núcleos grandes de limolita
(choppers, poliedros y esferoides facetados) y desechos de limolita. También hay un gran número de artefactos
hechos de pequeños guijarros de pedernal (fint), produciendo pequeños núcleos, desechos, y piezas retocadas, tales
como raederas, denticulados (lascas u hojas retocadas para un borde con dientes) y muescas (instrumentos
denticulados simples). Los depósitos Pliocenos más tempranos con buena preservación de fauna se localizan
aproximadamente a 13 m (43 ft) por debajo de estos horizontes Olduvaienses, pero hasta ahora no han presentado
artefactos líticos ni fósiles homininos.
• La Secuencia Casablanca, Marruecos. En la década de 1950, investigaciones en antiguos depósitos costeros antiguos
cercanos a Casablanca a lo largo de la costa Atlántica de Marruecos han producido un gran número de restos
faunísticos del Plio-Pleistoceno junto a restos que fueron interpretados como artefactos líticos Olduvaienses (Biberson
1961). Éstos últimos reconocidos como “Cultura de Guijarros”, se pensaba que representó en este área una ocupación
en la Edad de Piedra que precede niveles con instrumentos Achelenses en depósitos superiores en la secuencia
sedimentaria. Sin embargo, las investigaciones recientes en estos depósitos han conllevado serias dudas sobre la
evidencia para una presencia muy temprana de la Edad de Piedra (Raynal et al. 2002). Objetos de roca hallados en
depósitos que datan de los momentos más tempranos del Pleistoceno Inferior en la secuencia Casablanca han sido
interpretados como geofactos, rocas formadas por la acción del oleaje de alta energía y no por manufactura humana.
Las ocupaciones más tempranas conocidas para esta región están actualmente datadas para la parte tardía del
Pleistoceno Temprano (ca. 1 millón de años atrás), ya que se han hallado sedimentos de esta edad en Thomas Quarry
1 conteniendo artefactos Achelenses tempranos.
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2 AFRICAN ORIGINS
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Bioestratigrafía
Los animales evolucionan a través del tiempo. Algunas especies se extinguen, otras se transforman de una forma a
otra. La bioestratigrafía intenta documentar tales cambios en el registro geológico y establecer datos geocronológicos para las
primeras y últimas apariciones de las especies, y para reemplazos de fauna (un tiempo de extinción significativo y especiación
en un rango de formas animales). En África, especies de cerdos, caballos y elefantes han evolucionado relativamente rápido
en el Plio-Pleistoceno, alrededor de 3 a 1 millón de años atrás, y son especialmente buenos indicadores cronológicos a partir
de que sabemos que especies particulares de caballos, cerdos y elefantes estuvieron presentes en un tiempo dado. Una vez
que se confirma como internamente consistente un conjunto de especies animales en una localidad prehistórica (se reconoce
la fauna que habría coexistido en cierto momento del pasado), entonces ese sitio puede ser ubicado en el rango temporal de
ese set de especies prehistóricas.
Datación mediante potasio-argón y argón-argón
El método de datación radiométrico más importante utilizado en paleoantropología, datación por potasio-argón,
emplea el principio del deterioro radioactivo del isótopo potasio-40 (40K) en argón-40 (40Ar); 40K tiene una vida media -la mitad
de tiempo que tarda en descomponerse- de 1,25 billones de años. En principio, cualquier roca recién enriad desde un estado
de fundición tiene el isótopo radioactivo 40K, pero no 40Ar, como gas radiogénico último (producido por la desintegración
radioactiva) es expulsado durante el calentamiento del magma volcánico. Por lo tanto, este calentamiento establece el reloj
radiométrico en cero; y mientras el tiempo progresa, más y más 40Ar es producido y atrapado en la roca así como el 40K se
descompone. A partir de que se conoce la proporción de desintegración radioactiva, la cantidad producida de 40Ar es una
medida de tiempo. Este método es especialmente útil para la datación de rocas volcánicas, lavas y tobas con alto contenido
potásico. Afortunadamente, muchas de las rocas volcánicas en el Rift africano -donde se ubican importantes sitios como la
Garganta de Olduvai y Hadar- pueden ser datados con esta técnica. Los minerales, tales como feldespato potásico, mica
biotita y hornblenda son particularmente aptos para este método de datación. Las edades relativamente tempranas de lavas y
cenizas requieren una medida muy precisa del 40Ar. Aunque la mayor parte de nuestro conocimiento sobre la cronología del
Este africano se ha basado en la datación convencional potasio-argón entre las décadas de 1960 y 1980, un nuevo método de
datación lo ha ido reemplazando: datación por argón-argón (39A/40Ar). Es un método más exacto y requiere muestras más
pequeñas y ha mostrado ser más refinado al establecer cronologías regionales y globales.
Datación por Fission-track (pista de fisión para la traducción)
Aunque no es ampliamente usado, a diferencia del visto anteriormente, este método se basa en la fisión espontánea
de Uranio (238U), el cual deja marcas microscópicamente identificables en minerales volcánicos o cristales. 238U posee una vida
media de 4,5 billones de años, mayor que la del 40K. El mineral circonita, rico en uranio es especialmente útil para la datación
por este método. Una muestra mineral es pulida y grabada con ácido para que revele las pistas de fisión, y estos rastros son
sumados para un área de superficie determinada. Entonces la muestra es irradiada con neutrones, los cuales causan otro
isótopo de uranio (235U), que se desintegra y produce marcas adicionales. El mineral es pulido y grabado nuevamente y se
cuentan y suman nuevamente las pistas, obteniendo una medida de la cantidad de 235U en la muestra. Como este isótopo está
presenta en una proporción conocida de 238U, esto también indica la cantidad de 238U. Entonces el grado de degradación
espontánea de 238U (indicada por las pistas de fusión originales) al inducir pistas de fisión otorga una edad estimada basada
sobre la proporción de vida media de degradación. Este método es usualmente usado en combinación con otros métodos,
tales como la correlación de tobas o potasio-argón, para confirmar y corroborar las determinaciones de edades.
57
2 AFRICAN ORIGINS
En los casos en que la preservación de los huesos es buena, los sitios Olduvaienses
están siempre asociados con huesos de animales fósiles, generalmente fragmentados y
algunas veces muestran surcos o rayas distintivas características de corte de instrumentos
líticos con filo agudo, demostrando una relación funcional entre los huesos y los artefactos
en roca. Desde los comienzos de la década de 1980 se ha debatido sobre el significado de
estas co-ocurrencias. ¿Los homininos intencionalmente llevaron partes de las carcasas
animales hacia un lugar central para su procesamiento y consumo? En este caso, ¿fueron
estas carcasas obtenidas a través de la caza, carroñeo o una combinación de ambas
estrategias? La Edad de Piedra Temprana africana (equivalente al Paleolítico Inferior en
Eurasia) ha probado ser un buen campo de prueba para abordar estas cuestiones y tratar
de desarrollar acercamientos teóricos y metodológicos para responderlas.
Antes de la década de 1980, la visión convencional sostenía que estas co-
ocurrencias de artefactos Olduvaienses y huesos animales eran evidencia de caza y
consumo de carne por parte de los homininos tempranos. La hipótesis de “Man the
Hunter” (“El Hombre, el Cazador” para la traducción) apareció en la década de 1960 no
sólo como una explicación para los huesos de animales hallados en los sitios arqueológicos
tempranos, sino también como un modelo para el surgimiento de la condición humana. En
este modelo, la locomoción bípeda, manufactura y uso de instrumentos, y el incremento
de la inteligencia y cooperación social fueron vinculados en una adaptación que implicaba
una caza eficiente de grandes y pequeños mamíferos.
Luego, la hipótesis de la caza comenzó a ser desafiada por algunos arqueólogos.
Por ejemplo, Lewis Binford (1981) argumentó que los sitios Olduvaienses se componían de
los restos de las matanzas de carnívoros y acumulaciones que fueron subsecuentemente
carroñadas por los homininos, quienes sólo tuvieron acceso a la médula y extremidades y
restos de carne en los huesos. Esta visión empobrecida de la adaptación del Olduvaiense
obtuvo apoyo con el paso del tiempo. Robert Blumenschine (1987) ha sido también un
fuerte defensor del modo carroñero, basado en sus estudios empíricos de depredación y
58
2 AFRICAN ORIGINS
carroñeo en los parques modernos del este de África, y su análisis de sitios Olduvaienses.
Él argumenta que la representación de partes esqueletarias del cuerpo y la frecuencia y
localización de marcas de corte son más consistentes con homininos que fueron
carroñeros oportunísticos explotando los restos de las carcasas cazadas y comidas por
grandes carnívoros.
Otros investigadores, sin embargo, particularmente Henry Bunn, Manuel
Dominguez- Rodrigo, y Travis Pickering, han sugerido que los sitios Olduvaienses fueron o
bien el producto de cazadores homininos que podían abatir a las presas, o el producto del
carroñeo de homininos quienes fueron capaces de espantar a los predadores de las
matanzas y han tenido acceso completo o casi completo a las carcasas (Bunn y Kroll 1986;
Dominguez- Rodrigo 2002; Dominguez- Rodrigo y Pickering 2003). Este modelo de Acceso
Temprano está también basado en estudios empíricos, representación de partes
esqueletarias del cuerpo, y patrones de marcas de corte [2.22]. En esta interpretación, los
huesos en los sitios frecuentemente representan las partes más nutritivas de las carcasas
de animales, especialmente extremidades superiores y el cráneo, y las marcas de corte
indican la remoción de unidades musculares grandes y ricas en carne. De acuerdo con este
modelo, los homininos tempranos fueron depredadores (“foragers”) capaces y eficientes
con acceso primario o temprano a las carcasas animales, más que carroñeros con un
acceso secundario o tardío a animales ya cazados.
A medida que nuevos sitios Olduvaienses se localicen, excaven y analicen, una
imagen más clara del comportamiento adaptativo de los tempranos homininos surgirá.
Las respuestas probablemente serán complejas, mostrando un rango de patrones
diferentes e indicando que el Olduvaiense no es alguna forma monolítica de adaptación,
sino que involucra patrones de comportamiento diversos en diferentes circunstancias
(Schick y Toth 2006; Pickering et al. 2007) [ver cuadro: ¿Para Qué se Utilizaron los
Instrumentos Olduvaienses?]
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2 AFRICAN ORIGINS
CONTROVERSIA CLAVE ¿Para qué se Utilizaron los Instrumentos Olduvaienses?
La determinación de la función de los instrumentos líticos es una tarea que ha sido un desafío por casi dos siglos para
los arqueólogos que estudian el Paleolítico. Los artefactos líticos son en muchos aspectos un producto costoso (“commodity”),
que involucra tiempo y energía para aprovisionarse del material lítico desde la fuente en el paisaje, para transportarlo hasta la
localización del sitio, y para tallarlo convirtiéndolo en un instrumento utilizable. ¿Por qué molestarse? Estas tareas deben
haber sido realizadas por homininos tempranos por muy buenas razones, suficientemente importantes en su adaptación para
ser llevadas a cabo muchas, muchas veces a través de un paisaje prehistórico extensivo y a través de largos lapsos de tiempo
prehistórico. A lo largo de mucha de la historia de la arqueología, la función teórica de varios artefactos líticos fue siempre
dejada a la imaginación, lo que deja poca base para un análisis y evaluación crítica. Sin embargo, el registro etnográfico y la
arqueología experimental pueden proveer pistas valiosas para relacionar la forma de los artefactos con su función. Aunque
estos estudios no son concluyentes en mostrar cómo fueron usados artefactos prehistóricos específicos, ayudan a identificar
los tipos de usos para los que varios instrumentos pueden ser más apropiados. Además de utilizar estos estudios empíricos
para apreciar los más probables y eficientes usos de varias formas de artefactos, los arqueólogos también tratan de identificar
los “smoking guns” de la prehistoria, tales como marcas de corte en huesos o evidencia microscópica de uso en los
instrumentos líticos, lo cual provee evidencia más directa del modo en que los instrumentos prehistóricos fueron utilizados.
Estudios Experimentales
Los estudios experimentales han sido muy valiosos para la identificación de instrumentos potenciales entre los
artefactos Olduvaienses y sus posibles usos. Los experimentos sobre manufactura de artefactos de tipo Olduvaienses (ver
2.12, 2.13) han puesto de manifiesto que las creencias anteriores sobre cuáles artefactos Olduvaienses eran “instrumentos” y
cuáles eran “desechos” podían carecer de base, y de hecho podrían haber llevado por mal camino a los prehistoriadores en la
evaluación de los toolkits (conjuntos líticos) Olduvaienses. Los experimentos de replicación de conjuntos líticos Olduvaienses
indican que todas las variedades de formas de núcleos, que por mucho tiempo se pensaba que eran “instrumentos” con
formas deliberadas, pueden ser el resultado incidental del tallado de guijarros o “chunks” para producir lascas afiladas. De
manera semejante, los experimentos que utilizan formas de instrumentos Olduvaienses indican que las lascas son
instrumentos muy útiles, particularmente para cortar y que muchas de las formas de los núcleos tienen utilidades mucho más
limitadas. De este modo, los experimentos en la manufactura de instrumentos líticos y uso han revelado que lo que se ha
llamado “los instrumentos sobre núcleo” en sitios Olduvaienses pueden no haber sido las formas buscadas para uso, sino sub-
productos resultado de la producción de lascas utilizables, y que las lascas podían, de hecho, haber sido instrumentos
primarios importantes y una meta importante en el trabajo de la piedra por parte de los homininos tempranos. Evidencia
adicional sobre la importancia de las lascas la proporcionan las marcas de corte sobre huesos animales en sitios Olduvaienses,
generalmente en forma de estrías finas paralelas (ver 2.2). Los análisis microscópicos y experimentos han mostrado que tales
marcas están usualmente producidas por lascas agudas no modificadas (como opuestas a los filos retocados unifacial o
bifacialmente). Tales lascas no modificadas fueron quizás los instrumentos más importantes del conjunto lítico Olduvaiense, y
durante el procesamiento de los animales (desollamiento, desarticulación y descarne, estos cuchillos habrían servido como
instrumentos realmente útiles para acceder a las invaluables proteínas y grasas [2.26]. Los estudios experimentales de
manufactura de instrumentos también indican que los percutores y esferoides/subesferoides fueron usados como percutores
para obtener lascas a partir de núcleos y para retocar lascas. A su vez, huesos fracturados de las extremidades en estos sitios
indican que los percutores líticos fueron usados también para romper los huesos para acceder a la médula [2.25]. Los
experimentos también han mostrado que los percutores podrían haber sido usados para abrir nueces de cáscara dura [2.24],
aunque no hay evidencia directa de esto.
Análisis microscópicos
Los estudios microscópicos de uso de artefactos proveen evidencia adicional sobre las funciones de los instrumentos
líticos en el Paleolítico Inferior. El análisis de los ´pulidos microscópicos y otros patrones de desgaste requieren artefactos de
material de grano fino, sin abrasión, frescos y sin meteorización, especialmente sílices y calcedonias. Desafortunadamente la
mayoría de los sitios Olduvaienses consisten en lavas, ignimbritas, cuarzos y cuarcitas, que usualmente no son adecuadas para
este tipo de análisis, aunque un pequeño número de artefactos están hechos en estas materias primas favorables. En un
estudio de 54 artefactos de grano fino de Koobi Fora (Kenia), datados entre 1,9 y 1,4 millones de años atrás, 9 han mostrado
pulidos de desgaste diagnósticos. Se trataba de lascas no modificadas y fragmentos de lascas, y mostraban: pulido producto
del procesamiento de animales (cuatro especímenes), trabajo sobre madera (tres especímenes), y corte de material 60 vegetal
blando (dos especímenes) (Keeley y Toth 1981). Este rango de actividades, todos llevados a cabo con lascas como
instrumentos, proporciona una visión general de los diversos usos que habrían llevado a cabo los homininos con los
instrumentos líticos en las más tempranas fases de la Edad de Piedra. --->
2 AFRICAN ORIGINS
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2 AFRICAN ORIGINS
primeros instrumentos y huesos con marcas de corte, y posiblemente antes. Si bien esto
no prueba que la hipótesis de Aiello y Wheeler sea correcta muchos antropólogos piensan
que la estrecha cercanía en el tiempo entre el Olduvaiense y la encefalización es más que
una coincidencia.
La hipótesis de “expensive tissue” (“tejido caro” para la traducción) es
potencialmente contrastable examinando las proporciones de estroncio-calcio en los
huesos fósiles y dientes fósiles de los homininos para determinar el grado en que
alimentos de origen animal ingresan a la dieta. La predicción sería que las especies
homininas con cerebros más grandes tendrían más carne y médula en sus dietas, y por lo
tanto proporciones más bajas de estroncio-calcio. Los australopithecinos robustos, por
ejemplo, se esperaría que presenten una proporción más alta que sus contemporáneos
Homo tempranos. Posteriores formas de Homo, con mayor tamaño cerebral, deberían
tener proporciones más bajas que los Homo tempranos. Estos estudios químicos sobre la
evolución hominina se encuentra aún en sus primeros pasos, con pequeños tamaños de
muestra, pero sin embargo sugiere una inclusión significativa de proteínas animales en la
dieta hominina, lograda a través del uso de instrumentos, y podría haber proporcionado
un impulso crítico a la rápida expansión evolutiva del tamaño cerebral en el linaje
homínido.
Sabemos que las poblaciones homininas tempranas deben haber tenido patrones
característicos de comportamiento social, sistemas de apareamiento, comunicación vocal
y no vocal, preferencias dietarias y estrategias de aprovisionamiento de alimentos,
utilización del terreno y comportamientos de rango de acción (“ranging behaviors”), así
como otras abundantes características que no involucraron instrumentos líticos y cultura
material. Muchos de éstos habrían dejado poca, o casi ninguna, visibilidad prehistórica,
pero otros habrían dejado evidencia material.
Organización Social
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2 AFRICAN ORIGINS
Dieta
Tecnología
Sabemos que los chimpancés, como especie, poseen una variada cultura material,
mucha de la cual es casualmente producida o utilizada sin dejar visibilidad arqueológica
después de haber transcurrido mucho tiempo desde su entierro. Dada la variedad de
tecnologías observadas entre las poblaciones de chimpancés vivientes, parecería
realmente posible que los homininos tempranos fabricadores de instrumentos líticos
tuvieran un rango mucho mayor de instrumentos hechos en materiales perecederos o no
modificados. Los homininos tempranos pueden haber usado un rango de materiales no
líticos como pieles de animales, cáscara de huevo de avestruz, o caparazones de tortugas
como contenedores; huesos rotos, cuernos, colmillos o ramas como instrumentos
excavadores; ramas o huesos largos como palos o garrotes; y varas agudas de madera
como lanzas. Además, rocas sin modificar podrían haber servido como proyectiles
lanzados con las manos potencialmente mortales para actos de ofensiva o defensiva.
Fuego
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2 AFRICAN ORIGINS
El uso controlado del fuego por los homininos Olduvaienses tempranos es un tema
de debate y controversia. Existe evidencia de alteración térmica de sedimentos y de
materiales prehistóricos en algunos sitios Olduvaienses (Clark y Harris 1985). En
Swartkrans en el Sur de África, fueron hallados huesos quemados en niveles asociados con
instrumentos líticos y huesos con marcas de corte (Brain y Sillen 1988). En otros sitios,
como el complejo de sitios FxJj 20 en Koobi Fora, Kenia, fueron hallados varios parches de
sedimentos descoloridos aparentemente quemados, los cuales han sido interpretados
como posibles localizaciones de fuegos [2.27, 2.28]. En estos sitios también se han
encontrado algunos artefactos que muestran evidente quemado por el fuego,
produciéndoles descoloración roturas o fracturas inducidas por el calor (Bellomo 1994).
Sin embargo, frente la ausencia de una estructura de combustión concreta, o artefactos o
huesos quemados espacialmente concentrados, es difícil descartar completamente la
posibilidad de que estos rasgos sean el resultado de fuegos naturales (Ver también
Capítulo 3 sobre consideraciones del uso del fuego por homininos tempranos).
2.27, 2,28 Uso Controlado del Fuego: excavación del sitio FxJj 20 en Koobi Fora, Kenia, y
(abajo) detalle de los sedimentos quemados en FxJj 20. Esta evidencia, junto con artefactos
líticos térmicamente alterados, demuestra la presencia de fuegos de alta temperatura en el
sitio, pero no ha podido establecerse con certeza si esto representa un incendio natural o el
control humano del fuego.
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2 AFRICAN ORIGINS
Modificación de Sitio
2.29 Modificación de
Sitio: plano parcial del
sitio DK, Bed 1, Garganta
de Olduvai. El patrón
circular de guijarros de
lava ha sido interpretado
por algunos como la base
de una estructura, con
dispersión de artefactos
líticos y huesos.
Recientemente, sin
embargo, este rasgo ha
sido visto como un
fenómeno posiblemente
natural.
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2 AFRICAN ORIGINS
La comprensión de las fuerzas geológicas que pueden enterrar y alterar los sitios
Paleolíticos puede ayudar a determinar cuáles de los contextos de los sitios son primarios
(i.e. perturbados escasamente en términos de sus patrones espaciales prehistóricos), y
cuáles están más disturbados, o secundarios, de manera que la composición del conjunto
artefactual, sus asociaciones con materiales como huesos fósiles, y el conjunto de
patrones espaciales pueden estar drásticamente cambiados desde el tiempo en que las
actividades homininas los produjeron. Estudios experimentales que investigan los efectos
reales de procesos sedimentarios (sobre las planicies de inundación, en canales de los ríos,
en deltas, a lo largo de los márgenes de los lagos) en conjuntos de tipo Olduvaienses han
brindado información valiosa sobre la formación de sitio y la deformación por los agentes
de enterramiento. Los análisis de composición de conjuntos líticos (núcleos, lascas y
fragmentos), la media del tamaño y peso, patrones verticales y horizontales de los
materiales, y profundidad y orientación de eje largo de los artefactos pueden ofrecer
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2 AFRICAN ORIGINS
importantes pistas acerca del grado de perturbación que un sitio ha experimentado antes
del entierro final (Schick 1986, 1987).
Otros estudios de importancia sobre la formación de sitio en las dos décadas
pasadas se han centrado en los procesos involucrados en el desarrollo de las
acumulaciones de huesos en el paisaje prehistórico [2.30, 2.31] (e.g. Brain 1981;
Blumenschine 1986). De especial interés han sido la distribución y localización ambiental
(hábitats abiertos o cerrados, cerca o lejos de los canales de los ríos o márgenes de lagos)
de sitios de matanza o consumo de varios carnívoros, tales como el leopardo, leones,
hienas, etc. Tales estudios han intentado inferir oportunidades potenciales para los
homininos que utilizaban instrumentos en tales sitios carnívoros (i.e. cuánta carne, grasa,
médula o cerebro habrían proporcionado), y los papeles mutuos de los carnívoros y
homininos en el descarne, desmembramiento y consumo de las carcasas.
2.30, 2.31 Procesos de Formación de Sitio: los huesos de una cabra presentes luego del
procesamiento de la carcasa con instrumentos líticos (abajo a la izquierda) y luego del trabajo de
los carroñeros (abajo a la derecha), mostrando los procesos potencialmente involucrados en el
desarrollo de las acumulaciones de huesos en el paisaje prehistórico. El animal murió de causas
naturales.
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Estudios Isotópicos
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2 AFRICAN ORIGINS
prehistórico con el análisis de especímenes fósiles adicionales así como también una
mayor apreciación de los patrones y complejidades vistas en especies modernas.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
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2 AFRICAN ORIGINS
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2 AFRICAN ORIGINS
golpe sino en una secuencia. África fue claramente la “cuna de la humanidad”, testigo de
la aparición de los humanos más tempranos y los primeros registros arqueológicos.
En el Capítulo 3 se describe el siguiente estadio en la historia humana, la expansión
de los homininos fuera de África a Asia, y luego hacia Europa. La capacidad para hacer
frente a ambientes cambiantes fue puesta a prueba a medida que los homininos se
movían a diversas regiones menos hospitalarias. El proceso de encefalización continuó y el
comportamiento hominino se volvió cada vez más complejo, con nuevos instrumentos y
refugios, y el posterior control del fuego. Estos nuevos desarrollos no surgieron de manera
imprevista, sino que tuvieron sus orígenes en la biología y el comportamiento de los
homininos portadores de instrumentos tempranos ya discutidos.
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