Historia de La Prensa Escrita

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Historia De La Prensa Escrita

Los antecedentes de la prensa escrita se remontan al Imperio Romano. El


primer producto periodístico fue una hoja de noticias que circulaba por la
antigua Roma, llamada Acta diurna. Se publicó semanalmente desde el año
59 a.C. e informaba sobre hechos políticos y sociales. Otras publicaciones
romanas que también se podrían considerar como precedentes del
periodismo son la Acta Senatus y los Annales maximi.
Siglos más tarde, hacia el año 713, existió en China una publicación del
gobierno imperial a la que llamaron Noticias mezcladas. Mientras, en la
Europa medieval, surgieron los avisos, páginas escritas a mano que se
colgaban en lugares públicos. Ya en el siglo XIII, se creó en Inglaterra
la Nouvelle manuscrite para la difusión de noticias.
LA TIPOGRAFÍA
La llegada de la tipografía (imprenta de tipos de metal) de Johannes
Gutenberg, en el siglo XV, supuso una gran revolución para la publicación
de material escrito. Pronto, empezaron a aparecer hojas con información
sobre puertos, eventos políticos, sucesos... El primer periódico impreso
fue Nurenberg Zeitung, y se publicó en Alemania en 1457.
Poco a poco, estas publicaciones fueron adquiriendo una periodicidad
determinada, bien diaria, semanal, y en el siglo XVII, se extendieron por
toda Europa y América los periódicos publicados regularmente. Entre
otros, en 1615, nació el Frankfurter Journal, de Alemania; en 1622, el
periódico inglés Weekly News; en 1640, la Gazzeta Publica, de Italia; en
1641, la Gaceta semanal, de Barcelona, y en 1661, La Gaceta, de Madrid...
Anterior a este último es el Post-och Inrikes Tidningar, de Suecia, el
periódico más antiguio del mundo que aún hoy continúa editándose, y que
fue publicado por primera vez en 1645.
En el siglo XIX, se inventaron y perfeccionaron la prensa de vapor
(utilizada por primera vez por el diario The Times), la fotografía, el
telégrafo y, en especial, la rotativa y la linotipia. De esta manera, se pudo
automatizar la impresión, ganando en velocidad. Los avances técnicos y el
aumento de la alfabetización condujeron a una demanda creciente de
periódicos, poniendo en circulación millones de ejemplares a diario.
Paulatinamente, los países occidentales fueron regulando la prensa e
instaurando leyes en las que se reconocía la libertad de expresión.
Asimismo, organizaron su estructura informativa en torno a agencias
estatales de noticias, que pasaron a ser los mediadores entre los gobiernos y
los periódicos.
MASS MEDIA
Fue en el siglo XIX cuando nació el periodismo tal y como hoy se conoce y
cuando los periodistas adquirieron categoría de profesionales. Asimismo, la
publicidad supuso un antes y un después en las publicaciones periódicas.
Muchos diarios redujeron su precio y pasaron a financiarse mediante la
entrada de anuncios, llegando así a un número mucho mayor de lectores.
La información se convertía en mass media y, poco a poco, aparecieron las
primeras industrias o grandes grupos del mundo de la prensa: Bennet,
Pulitzer, Hearst...
De esta manera, los periódicos llegaron a ser instrumentos de gran
influencia y poder. Durante las guerras mundiales, por ejemplo, los
periodistas colaboraron con los diferentes ejércitos, sirviendo de máquina
de propaganda e inventando informaciones para mantener ilusionados a los
combatientes y a la sociedad civil.
Tras la II Guerra Mundial, se desarrolló la teoría de la responsabilidad
social de los medios y surgieron periódicos de élite de información general
que impulsaron el análisis de los hechos y la documentación
exhaustiva. The Times fue el modelo de este periodismo que se extendió
también a otros medios.
A lo largo del siglo XX, la prensa escrita ha tenido que competir con otros
formatos para divulgar información: la radio, la televisión y las nuevas
tecnologías. Se han escuchado voces acerca de la desaparición de los
diarios tradicionales, aunque, de momento, miles de diarios publican sus
ediciones cada mañana. No obstante, las publicaciones periódicas (diarios,
semanales...) se han adaptado a los nuevos tiempos y cuentan con sus
respectivos webs en Internet.

El siglo XVI estuvo colmado de célebres creaciones, ilustres


individualidades y acontecimientos. Cultivaron el sensacionalismo y lo
fantástico, así como lo espectacular de las ceremonias cortesanas.4 Europa
iría entrando de manera progresiva en una fase que los estudiosos de la
materia han denominado protoperiodismo, periodo que vio su consagración
en el siglo posterior.

Con la llegada del Barroco en el siglo XVII se superan todas las


expectativas previstas en épocas anteriores. Desde un punto de vista
económico, los diversos estados europeos se encontraban inmersos en una
profunda crisis, fruto de las continuas revueltas sociales, los duros
conflictos políticos y las guerras de religión. Sin embargo, en ningún
momento esta situación influiría de manera negativa en el mundo del
protoperiodismo. A un ritmo vertiginoso los medios de información del
siglo anterior se consolidarían, generalizando de esta manera el periodismo.

A esto contribuyeron en buena medida las Gacetas, publicaciones


semanales. Dejando a un lado la Gazette Française de Marcellin Allard y
Pierre Chavalier (1604) aparecen como zonas destacadas en la producción
de gacetas los Países Bajos y el Imperio alemán. Fue en Amberes donde
surgió el modelo que posteriormente imitaría el resto de los estados
europeos, la Nieuwe Antwersche Tijdinghe, en francés y flamenco,
publicado bajo el amparo de los archiduques Alberto e Isabel. En un
comienzo estas gacetas serían impresas por medio de iniciativas privadas.
Sin embargo, las monarquías verían pronto un medio de propaganda en
estas gacetas, sometiéndolas a su antojo. Dentro del ámbito nacional en
España, estas publicaciones gozaron de gran influencia, surgiendo las
primeras en Madrid y Sevilla en 1661.

La llegada del siglo XVIII trajo consigo la Ilustración o Siglo de las Luces.
Una nueva mentalidad azotó Europa, una mentalidad la cual tenía como
objetivo sacar a la población de las tinieblas de la ignorancia en la cual
vivían día tras día. Francia ocuparía entonces el centro de la cultura
europea y por ende, mundial, mientras Gran Bretaña, que se postulaba
como la gran tierra de la libertad, sufría su primera revolución industrial.
Sería precisamente en tierras inglesas donde apareciera el primer diario
entendido como tal, The Daily Courant (1702) de Samuel Buckeley, donde
se apostó de lleno por la independencia y la objetividad informativa a la par
que se intentó concebir este mundo desde una perspectiva empresarial. Por
su parte, el clima ideológico de la época motivó un periodismo de opinión,
más creativo, por el cual apostarían personajes como Daniel Defoe, autor
de Robinson Crusoe y fundador de The Weekly Review (1704-13) o
Jonathan Swift, autor de Los viajes de Gulliver y editor del Examiner.

El periódico se convirtió, con ayuda de la configuración y creación


histórica de las sociedades modernas, en un actor político y social que se
encuentra actualmente participando tanto en un universo periodístico como
en un campo político y cultural al que llega a través de su participación en
la esfera pública. La prensa encuentra su lugar dentro de la historia
sociocultural y política, donde se considera como un privilegio ya que
muestra cuales son las prácticas culturales desarrolladas en cada momento
y los posibles significados que surgen de esta. También, como fuente de
información, ocupa un lugar clave en la reflexión histórica que permite
centrarse en conocer aspectos de los distintos procesos históricos para
comprenderlos.5

Los cafés fueron los centros más importantes de circulación de periódicos,


donde la gente se reunía a comentar las noticias, y a partir de ese momento
la distribución se hacía por medio de pregoneros.6 Ante tal desarrollo
surgió uno de los pilares de los estados democráticos, la opinión pública.
De nuevo Inglaterra tomó protagonismo por la aprobación del Libel Act
(1792), la primera ley de prensa burguesa, y por ser el lugar donde apareció
a finales de siglo la prensa de negocio. Junto a lo anterior, la revolución
industrial y la aparición del ferrocarril, se erigieron bastiones que
permitieron hacer de la Inglaterra de finales del siglo XVIII el emblema del
periodismo moderno, a lo que en gran medida contribuyó la aparición de
The Daily Universal Register, posteriormente denominado The Times
(1788), que inauguró una nueva etapa en la comunicación en prensa.

En lo que respecta a España, no fue hasta este siglo cuando comenzó la


andadura de la prensa escrita. Los periódicos estaban únicamente al alcance
de los bolsillos más adinerados pues a diferencia de lo sucedido en
Inglaterra, la única fuente de ingresos para los editores se hallaba en la
venta pues no existiría publicidad hasta el siglo siguiente. En cualquier
caso, el papel jugado por la prensa en este periodo se antojó determinante a
la hora de la difusión de las ideas ilustradas propias de la época. Entre estos
primeros periódicos destacó El Diario de los Literatos de España (1737),
publicación de carácter cultural que duraría pocos años. Mientras, otro
género importante fue aquel de la prensa económica, en especial El
Semanario Económico (1765-1766) en el cual se difundieron las ideas
ilustradas relacionadas con este ámbito de la sociedad.

Con la llegada del siglo XIX, un clima revolucionario sobrevolaba las


cabezas de todos y cada uno de los ciudadanos europeos. Los periódicos de
ideología liberal luchaban de forma encarnecida contra los intentos por
restaurar el absolutismo tras el vendaval que trajo al Viejo Continente el
general francés Napoleón Bonaparte. De esta forma, dichas publicaciones
se erigieron como estandartes en las revoluciones tanto de 1830 como de
1848, la comúnmente conocida como Primavera de los Pueblos. El
transcurso del siglo traería consigo el triunfo del liberalismo y con ello, el
reconocimiento de la libertad de expresión y la puesta en práctica de
diversas leyes de prensa. Sería precisamente en este mismo siglo cuando
surgieran las agencias de noticias y de publicidad, siendo la inglesa Reuters
la primera en fundarse (1851). Aparecerán entonces un gran número de
periódicos para todo tipo de público y bolsillo: de gran calidad y elevado
precio, más baratos y sensacionalistas así como radicales, destinados a la
ingente proletaria de la época.

Dentro de la prensa anidan una industria, un medio de información y


entretenimiento, un servicio y un instrumento de influencia política. Sin
embargo la prensa y los medios de comunicación, antes que nada, tienen
que ver con el poder. La historia de la prensa está remarcada por una serie
de intereses políticos y sociales que han ido jugando con la humanidad
desde muchos siglos atrás. El papel de la prensa ha ido ligado a un hilo
conductor a través de la historia que se denomina conflictos bélicos.8

En España, la primera mitad de siglo vino marcado por la Guerra de la


Independencia y posteriores consecuencias en lo que a venideros regímenes
políticos se refiere. El Gobierno Provisional de Cádiz trajo consigo la
libertad de prensa y la aparición de múltiples publicaciones de diversas
tendencias como el liberal El Robespierre español, el afrancesado La
Gaceta de Sevilla o el anticonstitucional El Censor General. La vuelta de
Fernando VII supuso el fin de dicha actividad, reiniciándose ésta con su
muerte. Sin embargo, no será hasta el periodo posterior a la Gloriosa
cuando de nuevo surgieran numerosas publicaciones, favorecidas en gran
parte por la libertad de prensa otorgada por la Constitución de 1869. De
esta manera, comenzó la difusión no sólo de los primeros periódicos
obreros, sino que también apareció en escena la prensa femenina.9

Con la llegada de los últimos compases del siglo aparecería la llamada


prensa de masas, lo que dio lugar al new journalism o nuevo periodismo
tanto en EE. UU. Como en algunos países europeos. Se conocerá entonces
una tirada no experimentada nunca antes, con un amplio espacio dedicado a
la publicidad. Será precisamente este último factor aquel que determine el
bajo coste de las publicaciones. Desde este preciso instante, la prensa se
convertirá en un arma de doble filo, capaz de manipular a toda una
sociedad. En este contexto aparecería la fórmula amarillista, fórmula que
terminó por sucumbir ante la aparición de diarios de información general
según el modelo del New York Times, como sería el caso de Le Figaro en
Francia o Il Corriere della Sera en Italia.

Con la llegada del siglo XIX, un clima revolucionario sobrevolaba las


cabezas de todos y cada uno de los ciudadanos europeos. Los periódicos de
ideología liberal luchaban de forma encarnecida contra los intentos por
restaurar el absolutismo tras el vendaval que trajo al Viejo Continente el
general francés Napoleón Bonaparte. De esta forma, dichas publicaciones
se erigieron como estandartes en las revoluciones tanto de 1830 como de
1848, la comúnmente conocida como Primavera de los Pueblos. El
transcurso del siglo traería consigo el triunfo del liberalismo y con ello, el
reconocimiento de la libertad de expresión y la puesta en práctica de
diversas leyes de prensa. Sería precisamente en este mismo siglo cuando
surgieran las agencias de noticias y de publicidad, siendo la inglesa Reuters
la primera en fundarse (1851). Aparecerán entonces un gran número de
periódicos para todo tipo de público y bolsillo: de gran calidad y elevado
precio, más baratos y sensacionalistas así como radicales, destinados a la
ingente proletaria de la época.

Dentro de la prensa anidan una industria, un medio de información y


entretenimiento, un servicio y un instrumento de influencia política. Sin
embargo la prensa y los medios de comunicación, antes que nada, tienen
que ver con el poder. La historia de la prensa está remarcada por una serie
de intereses políticos y sociales que han ido jugando con la humanidad
desde muchos siglos atrás. El papel de la prensa ha ido ligado a un hilo
conductor a través de la historia que se denomina conflictos bélicos.8

En España, la primera mitad de siglo vino marcado por la Guerra de la


Independencia y posteriores consecuencias en lo que a venideros regímenes
políticos se refiere. El Gobierno Provisional de Cádiz trajo consigo la
libertad de prensa y la aparición de múltiples publicaciones de diversas
tendencias como el liberal El Robespierre español, el afrancesado La
Gaceta de Sevilla o el anticonstitucional El Censor General. La vuelta de
Fernando VII supuso el fin de dicha actividad, reiniciándose ésta con su
muerte. Sin embargo, no será hasta el periodo posterior a la Gloriosa
cuando de nuevo surgieran numerosas publicaciones, favorecidas en gran
parte por la libertad de prensa otorgada por la Constitución de 1869. De
esta manera, comenzó la difusión no sólo de los primeros periódicos
obreros, sino que también apareció en escena la prensa femenina.9

Con la llegada de los últimos compases del siglo aparecería la llamada


prensa de masas, lo que dio lugar al new journalism o nuevo periodismo
tanto en EE. UU. como en algunos países europeos. Se conocerá entonces
una tirada no experimentada nunca antes, con un amplio espacio dedicado a
la publicidad. Será precisamente este último factor aquel que determine el
bajo coste de las publicaciones. Desde este preciso instante, la prensa se
convertirá en un arma de doble filo, capaz de manipular a toda una
sociedad. En este contexto aparecería la fórmula amarillista, fórmula que
terminó por sucumbir ante la aparición de diarios de información general
según el modelo del New York Times, como sería el caso de Le Figaro en
Francia o Il Corriere della Sera en Italia.

Con la llegada del siglo XIX, un clima revolucionario sobrevolaba las


cabezas de todos y cada uno de los ciudadanos europeos. Los periódicos de
ideología liberal luchaban de forma encarnecida contra los intentos por
restaurar el absolutismo tras el vendaval que trajo al Viejo Continente el
general francés Napoleón Bonaparte. De esta forma, dichas publicaciones
se erigieron como estandartes en las revoluciones tanto de 1830 como de
1848, la comúnmente conocida como Primavera de los Pueblos. El
transcurso del siglo traería consigo el triunfo del liberalismo y con ello, el
reconocimiento de la libertad de expresión y la puesta en práctica de
diversas leyes de prensa. Sería precisamente en este mismo siglo cuando
surgieran las agencias de noticias y de publicidad, siendo la inglesa Reuters
la primera en fundarse (1851). Aparecerán entonces un gran número de
periódicos para todo tipo de público y bolsillo: de gran calidad y elevado
precio, más baratos y sensacionalistas así como radicales, destinados a la
ingente proletaria de la época.

Dentro de la prensa anidan una industria, un medio de información y


entretenimiento, un servicio y un instrumento de influencia política. Sin
embargo la prensa y los medios de comunicación, antes que nada, tienen
que ver con el poder. La historia de la prensa está remarcada por una serie
de intereses políticos y sociales que han ido jugando con la humanidad
desde muchos siglos atrás. El papel de la prensa ha ido ligado a un hilo
conductor a través de la historia que se denomina conflictos bélicos.8

En España, la primera mitad de siglo vino marcado por la Guerra de la


Independencia y posteriores consecuencias en lo que a venideros regímenes
políticos se refiere. El Gobierno Provisional de Cádiz trajo consigo la
libertad de prensa y la aparición de múltiples publicaciones de diversas
tendencias como el liberal El Robespierre español, el afrancesado La
Gaceta de Sevilla o el anticonstitucional El Censor General. La vuelta de
Fernando VII supuso el fin de dicha actividad, reiniciándose ésta con su
muerte. Sin embargo, no será hasta el periodo posterior a la Gloriosa
cuando de nuevo surgieran numerosas publicaciones, favorecidas en gran
parte por la libertad de prensa otorgada por la Constitución de 1869. De
esta manera, comenzó la difusión no sólo de los primeros periódicos
obreros, sino que también apareció en escena la prensa femenina.

Con la llegada de los últimos compases del siglo aparecería la llamada


prensa de masas, lo que dio lugar al new journalism o nuevo periodismo
tanto en EE. UU. como en algunos países europeos. Se conocerá entonces
una tirada no experimentada nunca antes, con un amplio espacio dedicado a
la publicidad. Será precisamente este último factor aquel que determine el
bajo coste de las publicaciones. Desde este preciso instante, la prensa se
convertirá en un arma de doble filo, capaz de manipular a toda una
sociedad. En este contexto aparecería la fórmula amarillista, fórmula que
terminó por sucumbir ante la aparición de diarios de información general
según el modelo del New York Times, como sería el caso de Le Figaro en
Francia o Il Corriere della Sera en Italia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la prensa fue utilizada por los
ejércitos beligerantes de manera que no mostrase en ningún momento la
realidad que les rodeaba con el único fin de mantener viva la esperanza de
la población. Sin embargo, este falseamiento de la información fue
desenmascarado por los europeos, quienes entraron en conflicto con la
prensa escrita. Así se llega al convulso periodo de entreguerras, y al
establecimiento de dos modelos de información: de un lado se establecería
aquel propio de los totalitarismos, los cuales convirtieron a los medios en
su principal arma, mientras que por otro lado, países de tradición liberal,
como es el caso de Inglaterra, mantuvieron vigente la libertad de expresión.
Al igual que había sucedido previamente, los combatientes en la II Guerra
Mundial tomaron los medios de comunicación disponibles. El mejor
ejemplo se encuentra en la propaganda que utilizó el nazismo,
denominada propaganda nazi.
En España, los efectos de la guerra y el control de los medios se vieron
reflejados en el territorio español en los sucesos correspondientes a la
guerra civil "No obstante, esta situación no fue exclusiva del exterior de
nuestras fronteras, sino que se habría dado con anterioridad en el conflicto
fratricida acaecido en España a finales de los años 30".10
Durante cualquier conflicto bélico, cada bando monopoliza la información
a su gusto con un único objetivo: ganar la guerra. En el caso de España, la
prensa pasó a ser portavoz del poder; convirtiéndose así un mismo
periódico (según el avance de cada bando) en el portavoz del Partido
Comunista y a posteriori en órgano de la Falange Española. El periódico
ABC (que seguía una línea editorial monárquica) sirve para ilustrar un
ejemplo sobre esta situación, donde aparece con un corte abiertamente
republicano y antimonárquico durante el control de los republicanos en
Madrid. 11
Tras el periodo de las grandes guerras, el periodismo se tornó un medio
objetivo. A la prensa escrita le acompañarían en su camino otros dos
medios, la radio y la televisión. Los Estados defenderían entonces los
derechos propios de la comunicación mediante la firma de tratados y
convenios internacionales de obligado cumplimiento para todos los
firmantes, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
En el contexto de las sociedades mediatizadas, la prensa escrita representa
el gran magma de estudio de las transformaciones socioculturales de los
grupos sociales que propicia la evolución de los géneros discursivos y la
creación de una red de producción de discursos. 
La prensa escrita y la producción social de la comunicación son dos
elementos que han ido ligados a lo largo del tiempo con un único objetivo:
el estudio de las relaciones que existen entre la comunicación pública y el
cambio de las sociedades. La información que se crea con el objetivo de ir
destinada al conjunto de la comunidad es un fenómeno de producción
social, donde se institucionaliza el tratamiento y el uso del elemento más
cercano a la prensa escrita: la comunicación pública. Manuel Martín
Serrano afirmó que “Los media organizan la visión de la realidad en
ámbitos cuidadosamente separados a nivel narrativo, que he denominado
“mundos”".1ç Esos mundos separan el ámbito público del privado,
mostrando así cómo estos cambian y evolucionan sus significados con
respecto a las transformaciones históricas que se han ido sucediendo en
todas las sociedades y que, al fin y al cabo, han sido reflejadas en la prensa
escrita.
Otro elemento colindante es la construcción social del acontecimiento en la
prensa escrita. La prensa contribuye a la construcción de hechos y perpetúa
las denominaciones de acontecimientos que cuentan con “la memoria de la
actualidad”. El discurso mediático se caracteriza tanto por “lo que dice,
como por lo que no dice”. Las figuras de estilo, alusiones y demás palabras
basadas en el sobre-entendimiento han estado ligadas a la prensa desde
antaño, demostrando así que estas ilustran todo tipo de acontecimientos y
los dotan de un valor más emocional y social que toponímico y temporal.
Por ejemplo, podríamos mencionar el suceso de Hiroshima o el 11 de
septiembre, acontecimientos que debido a su construcción social y de
actualidad, han sido tintados con valores más emocionales que meramente
informativos. Estos sustantivos de acontecimiento juegan un papel clave en
la memorización cotidiana de denominaciones y representaciones de ciertos
sucesos que ocurren en el día a día de las sociedades y que,
inevitablemente, ilustran la historia de la prensa escrita.
Antecedentes de la prensa en Rep. Dom
Los medios de comunicación en República Dominicana no solo surgen
como consecuencia de las necesidades de información y de las condiciones
de materialidad de la industria, sino que en el caso nuestro nacen casi
paralelamente al desarrollo de las acciones sociales y culturales de un Santo
Domingo demandante, pujante, cambiante y con procesos históricos muy
vinculados a una realidad política y económica específicas.
Así lo señala Filiberto Cruz, catedrático universitario, comunicador social y
escritor, ente otros, en su obra “Historia del Periodismo Dominicano”.
“Rara vez encontraremos un periodismo desvinculado de las actividades
más atractivas en que se ven envueltas las sociedades modernas en su
diario vivir. Aunque el periodismo es un oficio para investigar y difundir
noticias con objetividad e imparcialidad, desde su nacimiento lo
encontramos muy asociado a los procesos políticos dominicanos, más
adelante se vinculó con fuerza a las actividades sociales y culturales que
florecieron a finales del siglo diecinueve, y más tarde, a lo largo del siglo
XX, redondeó su participación en las actividades de promoción comercial
que acarreó el desarrollo de la economía dominicana”.
Esta nueva realidad, que tiene orígenes similares en los distintos países de
América Latina, pero que se replica de forma diferente en cada uno de
ellos, a través de una materialidad signada por lo cultural, lo histórico y lo
económico, se ha ido acercando a los dominicanos producto de los
procesos de industrialización y, de forma particular, del impacto de la
tecnología en los medios de comunicación, lo que ha dado como resultado
el dominio de las TIC’s.
Esto ha servido de compuerta abierta a nuevos mercados en lo relativo a
medios de comunicación y ampliación de los que ya teníamos, a nuevos
nichos de explotación económica y a nuevas filosofías vinculadas con el
mercado, a lo que se suma la llegada de las redes sociales, otorgando un
nuevo concepto proyectual y nuevas dimensiones de los usos tecnológicos
y las facilidades que estos otorgan para acercarnos a la materialidad del
mundo a través de una realidad virtual.
Este proceso de transformación, de manera particular en República
Dominicana, ha consolidado y transformado el poder de los medios, pero
además, y de manera negativa, con la entrada de los medios virtuales y de
las redes sociales, ha ido modificando el concepto ideológico que los
sustentaba, deviniendo en una visión más difusa, más sustentada en los
lineamientos del mercado que en los principios éticos, ya que estos están
cada vez menos presentes en los procesos de institucionalización, aunados
a una idea de democratización cultural que contribuye cada vez más al
deterioro de la propia cultura, la visión de conocimiento y la identidad.
La actual incidencia de los medios de comunicación en la sociedad
dominicana es un fenómeno cultural resultante de los cambios y del
nacimiento de nuevas necesidades informativas, en la que el ser humano ya
no quiere ser sujeto pasivo de la historia, sino que quiere participar en su
construcción, ser el factor determinante de la misma, reforzar su
individualidad a través de la suma de muchas subjetividades comunes.
Los medios, en su interés por satisfacer las necesidades de información,
han favorecido, tal vez en su interés de no verse del todo desplazados por
las redes sociales, no solo la difusión de hechos y realidades que, de otra
manera posiblemente hubiesen quedados ocultos para la población, sino
que también permitieron una reinterpretación de los mismos a partir de las
realidades culturales, sociales, políticas y económicas que estaban y todavía
están reacomodándose en nuestro territorio.
Dificultades de la prensa en la actualidad.
El debate sobre el futuro de la prensa a raíz de la emergencia de los medios
digitales y las redes sociales es hoy un debate vivo en nuestra sociedad.
Prácticamente no pasa un día sin que nos encontremos con algún informe
de futuro más o menos serio, más o menos interesado, más o menos
oportunista.

Esta semana, nosotros mismos nos hacíamos eco del análisis de una


consultora norteamericana, Future Exploration Network, donde se ponía
fecha de caducidad a la prensa escrita en sus formatos actuales por países o
regiones del mundo.
Debo decir que este tipo de previsiones las suelo tomar con muchísima
precaución. Si ya resulta difícil entender lo que está ocurriendo en el
presente, deducir lo que nos puede deparar el futuro, aunque sea cercano,
me parece una aventura. Otra cosa es reconocer que si la fuente del trabajo
es solvente puede aportar indicios que sería idiota no tener en
consideración.

Más allá de estos dossiers futuristas están los datos. Y la propia Asociación
de Editores de Diarios Españoles (AEDE) viene recogiendo
sistemáticamente en su Observatorio ese declive de la prensa escrita tanto
en ejemplares vendidos como en ingresos publicitarios.

En el cuadro se observa en las cifras de septiembre referidas a los cinco


mayores diarios españoles como, salvo La Vanguardia, las ventas les han
caído fuertemente a todos ellos. Si nos vamos a los diarios económicos, el
panorama es desolador: Expansión tira 37.505 ejemplares, aunque sólo
vende 28.000; Cinco Días y El Economista se han convertido en diarios
semigratuitos, en los que las ventas son casi testimoniales.

Con una caída tan importante de las ventas, los ingresos por publicidad sólo
podrían correr una suerte parecida. En la tabla donde se muestran los
ingresos de El País, El Mundo, La Vanguardia, ABC, El Periódico y La
Razón, los descensos entre 2008 y 2006 son generalizados y de una cierta
consistencia. Y les aseguro que en 2009 y 2010 la situación no ha
mejorado.

Desde la perspectiva de una empresa como la nuestra que edita, entre otros
productos, un medio digital, ese declive nos parece incontestable, y cada
vez a una mayor velocidad, pero no tenemos tampoco interés en predecir
ninguna catástrofe. Estamos convencidos de que el modelo de la prensa
escrita tal y como está concebido actualmente no tiene futuro y de que los
cambios se producirán a un ritmo que sorprenderá a propios y extraños, y
que de esos cambios ira naciendo un nuevo escenario en el que la
información digital será preeminente.

No hay hoy prácticamente nadie que honestamente niegue esa evolución.


No lo hace, por ejemplo, José Manuel Lara que afirmaba hace poco que él
era un firme convencido del futuro de la prensa escrita, pero que reconocía
que no sabía cuál sería ese futuro. Bueno, es una forma de decirlo. Más
recientemente, era Bieito Rubio, flamante director del ABC quien
pronosticaba que en el futuro solo sobrevivirían dos grupos de
comunicación en España, uno de centro-derecha, seguramente pensaba en
el suyo, y otro de centro izquierda. El director de ABC hacía estas
afirmaciones convencido de que en España “existe una clarísima burbuja
mediática”. Y de burbujas, en este país, desgraciadamente empezamos a
tener un amplio conocimiento.

En esta situación, resulta como poco algo hipócrita la respuesta que los
propios actores y los respectivos gobiernos pretenden ofrecer a la crisis del
sector. Unos y otros parecen haber decidido que mientras caiga del cielo la
solución, lo mejor es ir recibiendo ayudas públicas, que esas les cuestan
poco dinero a los tradicionales grupos de comunicación y les dan votos,
supuestamente, a los responsables políticos.

Desde la AEDE no paran de darle vueltas a cómo vestir esa vergonzosa


petición de ayudas: que si dar dinero por ejemplares vendidos, que si
rebajar el IVA, que si alguna que otra ventaja fiscal, que si aumentar las
subvenciones… No deja de resultar tristemente curioso como en Catalunya,
el gobierno que entró diciendo que iba a acabar con el volumen y
discrecionalidad de subvenciones públicas que recibían los grandes medios
de comunicación del país ha acabado sucumbiendo y, en dirección
contraria a lo prometido, mejorándoles sus cuantiosos favores.

La crisis económica, y no la propia del sector, parece hoy la única


esperanza de que ese estado de cosas entre en una línea de racionalidad. Al
final todas las burbujas acaban pinchando, incluso las que concitan tantos
intereses como los que mueven a complicidad a algunos medios y los
diferentes gobiernos.

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