Historia de La Prensa Escrita
Historia de La Prensa Escrita
Historia de La Prensa Escrita
La llegada del siglo XVIII trajo consigo la Ilustración o Siglo de las Luces.
Una nueva mentalidad azotó Europa, una mentalidad la cual tenía como
objetivo sacar a la población de las tinieblas de la ignorancia en la cual
vivían día tras día. Francia ocuparía entonces el centro de la cultura
europea y por ende, mundial, mientras Gran Bretaña, que se postulaba
como la gran tierra de la libertad, sufría su primera revolución industrial.
Sería precisamente en tierras inglesas donde apareciera el primer diario
entendido como tal, The Daily Courant (1702) de Samuel Buckeley, donde
se apostó de lleno por la independencia y la objetividad informativa a la par
que se intentó concebir este mundo desde una perspectiva empresarial. Por
su parte, el clima ideológico de la época motivó un periodismo de opinión,
más creativo, por el cual apostarían personajes como Daniel Defoe, autor
de Robinson Crusoe y fundador de The Weekly Review (1704-13) o
Jonathan Swift, autor de Los viajes de Gulliver y editor del Examiner.
Más allá de estos dossiers futuristas están los datos. Y la propia Asociación
de Editores de Diarios Españoles (AEDE) viene recogiendo
sistemáticamente en su Observatorio ese declive de la prensa escrita tanto
en ejemplares vendidos como en ingresos publicitarios.
Con una caída tan importante de las ventas, los ingresos por publicidad sólo
podrían correr una suerte parecida. En la tabla donde se muestran los
ingresos de El País, El Mundo, La Vanguardia, ABC, El Periódico y La
Razón, los descensos entre 2008 y 2006 son generalizados y de una cierta
consistencia. Y les aseguro que en 2009 y 2010 la situación no ha
mejorado.
Desde la perspectiva de una empresa como la nuestra que edita, entre otros
productos, un medio digital, ese declive nos parece incontestable, y cada
vez a una mayor velocidad, pero no tenemos tampoco interés en predecir
ninguna catástrofe. Estamos convencidos de que el modelo de la prensa
escrita tal y como está concebido actualmente no tiene futuro y de que los
cambios se producirán a un ritmo que sorprenderá a propios y extraños, y
que de esos cambios ira naciendo un nuevo escenario en el que la
información digital será preeminente.
En esta situación, resulta como poco algo hipócrita la respuesta que los
propios actores y los respectivos gobiernos pretenden ofrecer a la crisis del
sector. Unos y otros parecen haber decidido que mientras caiga del cielo la
solución, lo mejor es ir recibiendo ayudas públicas, que esas les cuestan
poco dinero a los tradicionales grupos de comunicación y les dan votos,
supuestamente, a los responsables políticos.