Discurso de Angostura (1819) PDF
Discurso de Angostura (1819) PDF
Discurso de Angostura (1819) PDF
https://marceldoubront.jimdo.com/
Nota del AGN. Esta es una
transcripción literal del manuscrito Permitido el uso sin fines comerciales.
original del Discurso de Angostura,
por ello, encontrará el lector, algunas
Catalogización de la Fuente
anomalías en la ortografía y en la
redacción del texto. Mentoring Doubront Academy (2019).
Discurso de Angostura, Proclama del
Libertador. Venezuela: Edición Electrónica.
2019
DOCUMENTO 3589. DISCURSO DE ANGOSTURA, PRONUNCIADO
POR EL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR EL 15 DE FEBRERO DE
1819, EN EL ACTO DE INSTALACIÓN DEL SEGUNDO CONGRESO
DE VENEZUELA.*
DISCURSO DEL GENERAL SIMON BOLÍVAR
AL CONGRESO DE VENEZUELA
Meditad bien vuestra elección Legisladores. No olvideis que vais a echar los
fundamentos a un Pueblo naciente que podrá elevarse a la grandeza que la
naturaleza le ha señalado, si vosotros proporcionáis su base al eminente
rango que le espera. Si vuestra elección no está presidida por el genio Tutelar
de Venezuela que debe inspirarlos el acierto al escoger la naturaleza y la
forma de Gobierno que vais a adoptar para la felicidad del Pueblo; si no
acertáis, repito, la Esclavitud será el término de nuestra transformación.
Necesito de recoger todas mis fuerzas para sentir con toda la vehemencia de
que soy susceptible, el Supremo bien que encierra en sí este código inmortal
de nuestros derechos, y de nuestras Leyes. ¡Pero como osaré decirlo! ¿Me
atreveré yo a profanar con mi censura las tablas sagradas de nuestras
Leyes…..? Hay sentimientos que no se pueden contener en el pecho de un
amante de la Patria, ellos rebosan agitados por su propia violencia; y a pesar
del mismo que los abriga, una fuerza imperiosa los comunica.
Todos los Pueblos del Mundo han pretendido la Libertad, los unos por las
armas, los otros por las Leyes, pasando alternativamente de la Anarquía al
Despotismo, o del Despotismo a la Anarquía: muy pocos son los que se han
contentado con pretensiones moderadas, constituyéndose de un modo
conforme a sus medios, a su espíritu y a sus circunstancias.
No aspiremos a lo imposible, no sea que por elevarnos sobre la Región de la
Libertad, descendamos a la región de la Tiranía. De la Libertad Absoluta se
desciende siempre al Poder absoluto, y el medio entre estos dos términos es
la Suprema Libertad Social. Teorías abstractas son las que producen la
perniciosa idea de una Libertad ilimitada. Hagamos que la fuerza pública se
contenga en los límites que la razón y el interés prescriben: que la voluntad
nacional se contenga en los límites que un justo poder le señala: que una
Legislación civil y criminal análoga a nuestra actual constitución domine
imperiosamente sobre el Poder judiciario, y entonces habrá un equilibrio, y no
habrá el choque que embaraza la marcha del Estado; y no habrá esa
complicación que traba, en vez de ligar la Sociedad.
El amor a la Patria, el amor a las Leyes, el amor a los Magistrados, son las
nobles pasiones que deben absorber exclusivamente el alma de un
Republicano. Los venezolanos aman la Patria, pero no aman sus Leyes; porque
estas han sido nocivas y eran la fuente del mal: Tampoco han podido amar a
sus Magistrados porque eran inicuos, y los nuevos apenas son conocidos en la
carrera en que han entrado. Si no hay un respeto sagrado por la Patria, por las
Leyes, por las Autoridades, la sociedad es una confusión, un abismo: es un
conflicto singular de hombre a hombre, de Cuerpo a Cuerpo.
Para sacar de este caos nuestra reciente República, todas nuestras facultades
morales no serán bastantes sino fundimos la masa del Pueblo en un todo: la
composición del Gobierno en un todo, la Legislación en un todo, y el espíritu
nacional en un todo. Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa. La
sangre de nuestros ciudadanos, es diferente, mezclémosla para unirla, nuestra
constitución ha dividido los Poderes, enlacémoslos para unirlos: nuestras
Leyes son funestas reliquias de todos los despotismos antiguos y modernos,
que este Edificio monstruoso se derribe, caiga; y apartando hasta sus ruinas,
elevemos un templo a la Justicia, y bajo los auspicios de su santa inspiración,
dictemos un código de Leyes Venezolanas. Si queremos consultar
monumentos y modelos de Legislación, la Gran Bretaña, la Francia, la América
Septentrional los ofrecen admirables.
La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor Paternal del
Congreso. Moral y luces son los Polos de una República: moral y luces son
nuestras primeras necesidades. Tomemos de Atenas su Areópago, y los
guardianes de las costumbres y de las Leyes; tomemos de Roma sus Censores
y sus Tribunales domésticos, y haciendo una santa alianza de estas
instituciones morales, renovemos en el Mundo la idea de un Pueblo que no se
contenta con ser Libre y fuerte, sino que quiere ser virtuoso. Tomemos de
Esparta sus austeros establecimientos y formando de estos tres manantiales
una fuente de virtud, demos a nuestra República una cuarta potestad cuyo
dominio sea la infancia y el corazón de los hombres, el espíritu público, las
buenas costumbres, y la moral Republicana. Constituyamos este Areópago
para que vele sobre la educación de los niños, sobre la instrucción Nacional;
para que purifique lo que se haya corrompido en la República; que acuse la
ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la patria el ocio la negligencia, de
los ciudadanos: que juzgue de los principios de corrupción, de los ejemplos
perniciosos. Debiendo corregir las costumbres con penas morales, como la
Leyes castigan los delitos, con penas aflictivas, y no solamente lo que choca
contra ellas, sino lo que las burla; no solamente lo que las ataca, sino lo que la
debilita, y no solamente lo que viola la Constitución, sino lo que viola el
respeto público.
La jurisdicción de este Tribunal verdaderamente Santo, deberá ser efectiva con
respecto a la educación, y a la instrucción, y de opinión solamente en las
penas y castigos. Pero sus anales o registros donde se consignen sus actas y
deliberaciones, los principios morales y las acciones de los Ciudadanos, serán
los libros de la virtud y del vicio. Libros que consultará el Pueblo para sus
elecciones, los Magistrados para sus resoluciones, y los jueces para sus
juicios. Una institución semejante por más que parezca quimérica, es
infinitamente más realizable que otras que algunos Legisladores antiguos y
modernos han establecido con menos utilidad del género humano.