Discurso de Angostura (1819) PDF

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Mentoring Doubront Academy 2019 –

Fuente extraída del original Archivo Reservados todos los derechos.


del Libertador. Volumen 100-B, folios
https://mentoringdoubront.wordpress.com/
1 – 32. Letra de Jacinto Martel.
https://luisdoubrontg.school.blog/

https://marceldoubront.jimdo.com/
Nota del AGN. Esta es una
transcripción literal del manuscrito Permitido el uso sin fines comerciales.
original del Discurso de Angostura,
por ello, encontrará el lector, algunas
Catalogización de la Fuente
anomalías en la ortografía y en la
redacción del texto. Mentoring Doubront Academy (2019).
Discurso de Angostura, Proclama del
Libertador. Venezuela: Edición Electrónica.

2019
DOCUMENTO 3589. DISCURSO DE ANGOSTURA, PRONUNCIADO
POR EL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR EL 15 DE FEBRERO DE
1819, EN EL ACTO DE INSTALACIÓN DEL SEGUNDO CONGRESO
DE VENEZUELA.*
DISCURSO DEL GENERAL SIMON BOLÍVAR
AL CONGRESO DE VENEZUELA

Señor. ¡Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha


convocado la Soberanía Nacional para que ejerza su voluntad absoluta! Yo,
pues, me cuento entre los seres más favorecidos de la Divina Providencia, ya
que he tenido el honor de reunir a los Representantes del Pueblo de
Venezuela, en este augusto Congreso, fuente de la autoridad legítima,
depósito de la voluntad soberana, y árbitro del destino de la Nación.

Al transmitir a los Representantes del Pueblo, el poder supremo que se me


había confiado, colmo los votos de mi corazón, los de mis conciudadanos, y
los de nuestras futuras generaciones que todo lo esperan de nuestra
sabiduría, rectitud y prudencia. Cuando cumplo con este dulce deber, me
liberto de la inmensa autoridad que me agobiaba; como de la responsabilidad
ilimitada que pesaba sobre mis débiles fuerzas. Solamente una necesidad
forzosa, unida a la voluntad imperiosa del pueblo, Pueblo me habría sometido
al terrible y peligroso encargo de Dictador Jefe Supremo de la República. Pero
ya respiro, devolviéndoos esta Autoridad, que con tanto riesgo, dificultad y
pena, he logrado mantener en medio de las tribulaciones más horrorosas que
pueden afligir a un Cuerpo Social.

No ha sido la época de la República, que he presidido, una mera tempestad


política, ni una guerra sangrienta, ni una anarquía popular; ha sido, sí, el
desarrollo de todos los elementos desorganizadores; ha sido la innundación
de un torrente infernal que, ha sumergido la tierra de Venezuela. ¡Un hombre!
y un hombre como yo! ¿Qué Diques podría oponer al ímpetu de estas
devastaciones?, En medio de este piélago de angustias no he sido más que un
vil juguete del huracán revolucionario que me arrebataba como una débil paja.
Yo no he podido hacer, ni bien, ni mal: fuerzas irresistibles han dirigido la
marcha de nuestros sucesos; atribuírmelos no sería justo, y sería darme una
importancia que no merezco. ¿Queréis conocer los autores de los
acontecimientos pasados y del orden actual? consultad los anales de España,
de América, de Venezuela: examinad las Leyes de Indias el régimen de los
antiguos mandatarios: la influencia de la Religión y del dominio extranjero:
observad los primeros actos del Gobierno Republicano: la ferocidad de
nuestros enemigos; y el carácter Nacional. No me preguntéis sobre los efectos
de estos trastornos para siempre lamentables: apenas se me puede suponer
simple instrumento de los grandes móviles que han obrado sobre Venezuela.
Sin embargo mi vida, mi conducta, todas mis acciones públicas y privadas son
del dominio del Pueblo. ¡Representantes! vosotros debeis juzgarlas. Yo someto
la historia de mi mando a vuestra imparcial decisión, nada añadiré para
excusarla; ya he dicho cuanto puede hacer mi apología. Si merezco vuestra
aprobación, habré alcanzado el sublime título de buen ciudadano preferible
para mí, al de Libertador que me dio Venezuela, al de Pacificador que me dio
Cundinamarca, y a los que el Mundo entero me puede dar.

Legisladores: yo deposito en vuestras manos el mando Supremo de Venezuela.


Vuestro es ahora el gusto deber de consagrarlos a la felicidad de la República:
en vuestras manos está la balanza de nuestro destino, la medida de nuestra
gloria: ellas sellarán los Decretos que rigen nuestra Libertad. En Este momento
el Jefe Supremo de la República no es más que un simple ciudadano; y tal
quiere quedar hasta la muerte. Serviré sin embargo en la carrera de las armas,
mientras haya enemigos en Venezuela. La continuación de la autoridad en un
mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los Gobiernos
Democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas
populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo
en un mismo ciudadano el Poder: el Pueblo se acostumbra a obedecerlo, y él
se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un
justo celo es la garantía de la Libertad Republicana, y nuestros Ciudadanos
deben temer con sobrada justicia que el mismo Magistrado que los ha
mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente.
Ya, pues, que por este acto de mi adhesión a la Libertad de Venezuela puedo
aspirar a la gloria de ser contado entre sus más fieles amantes, permitidme
Señor que exponga con la franqueza de un verdadero Republicano mi
respetuoso dictamen en este proyecto de constitución que me tomo la libertad
de ofrecerlo en testimonio de la sinceridad y del candor de mis sentimientos.
Como se trata de la salud de todos, me atrevo a creer que tengo derecho para
ser oído por los Representantes del Pueblo. Yo sé muy bien que vuestra
Sabiduría no ha menester de consejos, y se también que mi proyecto acaso os
parecerá erróneo, impracticable. Pero, Señor, acepta con benignidad este
trabajo que más bien es el tributo de mi sincera sumisión al Congreso, que el
efecto de una levedad presuntuosa. Por otra parte siendo vuestra funciones la
creación de un cuerpo político, y aun se podría decir, la creación de una
sociedad entera rodeados de todos los inconvenientes que presenta una
situación la más singular y difícil, quizás el grito de un ciudadano puede
advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido.

Uncido el Pueblo Americano con el triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y


del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de
tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido, y los ejemplos
que hemos estudiados, son los más destructores. Por el engaño se nos ha
dominado más que por la fuerza, y por el vicio se nos ha degradado más bien
que por la Superstición. La Esclavitud es la hija de las Tinieblas, un Pueblo
ignorante es un instrumento ciego de sus propia destrucción: la ambición, la
intriga abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de
todo conocimiento político, económico o civil: adoptan como realidades las
que no son puras ilusiones; toman la licencia por la Libertad; la traición por el
Patriotismo, la venganza por la justicia. Semejante a un robusto ciego que
instigado por el sentimiento de sus fuerzas, marcha con la seguridad del
hombre más perspicaz, y dando en todos los escollos no puede rectificar sus
pasos.

Un Pueblo pervertido si alcanza su Libertad, muy pronto vuelve a perderla;


porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la
práctica de la virtud que el imperio de la Leyes es más poderoso que el de los
tiranos, porque son mas inflexibles y todo debe someterse a su benéfico rigor:
que las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de la Leyes que
el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la Libertad. Así, Legisladores,
vuestra empresa es tanto más ímproba, cuanto que tenéis que sustituir a
hombres pervertidos por las ilusiones del error, y por incentivos, [novicios]. La
Libertad dice Rousseau, es un alimento suculento, pero de difícil digestión.
Nuestros débiles conciudadanos tendrán que enrobustecer su espíritu mucho
antes que logren digerir el saludable nutritivo de la Libertad. Entumidos sus
miembros por las cadenas, debilitada su vista en las sombras de la
Mazmorras, y aniquiladas por las pestilencias serviles, ¿serán capaces de
marchar con pasos firmes hacia el augusto templo de la Libertad? ¿Serán
capaces de admirar de cerca sus esplendidos Rayos, y respirar sin opresión el
éter puro que allí reina?

Meditad bien vuestra elección Legisladores. No olvideis que vais a echar los
fundamentos a un Pueblo naciente que podrá elevarse a la grandeza que la
naturaleza le ha señalado, si vosotros proporcionáis su base al eminente
rango que le espera. Si vuestra elección no está presidida por el genio Tutelar
de Venezuela que debe inspirarlos el acierto al escoger la naturaleza y la
forma de Gobierno que vais a adoptar para la felicidad del Pueblo; si no
acertáis, repito, la Esclavitud será el término de nuestra transformación.

Solo la Democracia, en mi concepto, es susceptible de una absoluta Libertad;


pero ¿cuál es el Gobierno Democrático que ha reunido a un tiempo poder,
prosperidad, y permanencia? ¿Y no se ha visto por el contrario la Aristocracia,
la Monarquía cimentar grandes y poderosos Imperios por siglos y siglos?, ¿Qué
Gobierno más antiguo que el de China?, ¿Qué República ha excedido en
duración a la de Esparta, a la de Venecia? ¿El Imperio Romano no conquistó la
tierra? ¿No tiene la Francia catorce siglos de Monarquía? ¿Quién es más grande
que la Inglaterra? Estas Naciones; sin embargo, han sido ó son aristocracias y
Monarquías.
A pesar de tan crueles reflexiones, yo me siento arrebatado de gozo por lo
grandes pasos que ha dado nuestra República al entrar en su noble carrera.
Amando lo más útil, animada de lo más justo, y aspirando a lo más perfecto al
separarse Venezuela de la Nación Española, ha recobrado su Independencia, y
su Libertad, su igualdad, su Soberanía Nacional constituyéndose en una
República Democrática, proscribió la Monarquía, las distinciones, la Nobleza,
los fueros, los privilegios: declaró los derechos del hombre, la libertad de
obrar, de pensar, de hablar, y de escribir. Estos actos inminentemente
liberales jamás serán demasiado admirados por la pureza que los ha dictado.
El primer congreso de Venezuela ha estampado en los anales de nuestra
legislación con caracteres indelebles, la majestad del Pueblo dignamente
expresada al sellar el acto social más capaz de formar la dicha de una Nación.

Necesito de recoger todas mis fuerzas para sentir con toda la vehemencia de
que soy susceptible, el Supremo bien que encierra en sí este código inmortal
de nuestros derechos, y de nuestras Leyes. ¡Pero como osaré decirlo! ¿Me
atreveré yo a profanar con mi censura las tablas sagradas de nuestras
Leyes…..? Hay sentimientos que no se pueden contener en el pecho de un
amante de la Patria, ellos rebosan agitados por su propia violencia; y a pesar
del mismo que los abriga, una fuerza imperiosa los comunica.

El sistema de Gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de


felicidad posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma de
estabilidad política. Por las leyes que dictó el primer Congreso tenemos
derecho de esperar que la dicha sea la dote de Venezuela; y por las vuestras,
debemos lisonjearnos que, la seguridad y la estabilidad eternizarán esta dicha.
A vosotros toca resolver el Problema ¿Cómo después de haber roto todas las
trabas de nuestra antigua opresión, podemos hacer la obra maravillosa de
evitar que los restos de nuestros duros hierros, no se cambien en armas
liberticidas? Las reliquias de la Dominación Española permanecerán largo
tiempo antes de que lleguemos a anonadarlas: el contagio del Despotismo ha
impregnado nuestra atmosfera, y ni el fuego de la guerra, ni el específico de
nuestras saludables Leyes, han purificado el aire que respiramos. Nuestras
manos ya están libres, y todavía nuestros corazones padecen de las dolencias
de la servidumbre. El hombre, al perder la Libertad, decía Homero, pierde la
mitad de su espíritu.

Un Gobierno Republicano ha sido, es, y debe ser el de Venezuela; sus bases


deben ser la soberanía del Pueblo, la división de los Poderes, la Libertad civil,
la proscripción de la Esclavitud, la abolición de la Monarquía y de los
privilegios. Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un
todo, la especie de los hombres, las opiniones políticas, y las costumbres
públicas. Luego extendiendo la vista sobre el vasto campo que nos falta por
recorrer, fijemos la atención sobre los peligros que debemos evitar. Que la
Historia nos sirva de guía en esta carrera. Atenas la primera nos da el ejemplo
más brillante de una Democracia absoluta, y al instante la misma Atenas nos
ofrece el ejemplo más melancólico de la extrema debilidad de esta especie de
Gobierno. El más sabio Legislador de Grecia no vio conservar su República
diez años, y sufrió la humillación de reconocer la insuficiencia de la
Democracia absoluta para regir ninguna especie de sociedad, ni aun la más
culta, Morigena y limitada, porque solo brilla con relámpagos de Libertad.
Reconozcamos, pues, que Solón ha desengañado al Mundo; y le ha enseñado
cuán difícil es dirigir por simples Leyes a los hombres.

No seamos presuntuosos, Legisladores; seamos moderados en nuestras


pretensiones. No es probable conseguir lo que no ha logrado el género
humano: lo que no han alcanzado las más grandes y sabias Naciones. La
Libertad indefinida, la Democracia absoluta, son los Escollos donde han ido a
estrellarse todas las esperanzas Republicanas. Echad una mirada sobre las
Repúblicas antiguas, sobre las Repúblicas modernas, sobre las Repúblicas
nacientes, casi todas han pretendido establecerse absolutamente
Democráticas, y a casi todas se les ha frustrado sus justas aspiraciones. Son
laudables ciertamente hombres que anhelan por instituciones legitimas y por
una perfección social; pero ¿quién ha dicho a los hombres que ya poseen toda
la sabiduría, que ya practican toda la virtud, que exigen imperiosamente la liga
del poder con la justicia?. Ángeles, no hombres pueden únicamente existir
libres, tranquilos, y dichosos, ejerciendo todos la Potestad Soberana.
Ya disfruta el Pueblo de Venezuela de los derechos que legítima y fácilmente
puede gozar, moderemos ahora el ímpetu de las pretensiones excesivas que
quizás le suscitaría la forma de un Gobierno incompetente para él:
abandonemos las formas federales que no nos convienen: abandonemos el
Triunvirato del Poder Ejecutivo, y concentrándolo en un Presidente,
confiémosle la autoridad suficiente para que logre mantenerse luchando
contra los inconvenientes anexos a nuestra reciente situación, al estado de
guerra que sufrimos, y a la especie de los enemigos externos y domésticos
contra quienes tendremos largo tiempo que combatir. Que el Poder Legislativo
se desprenda de las atribuciones que corresponden al Ejecutivo, y adquiera no
obstante nueva consistencia, nueva influencia en el equilibrio de las
autoridades.

Que los tribunales sean reforzados por la estabilidad y la Independencia de los


jueces, por el establecimiento de Jurados, de códigos Civiles y Criminales que
no sean dictados por la antigüedad, ni por Reyes conquistadores, sino por la
voz de la naturaleza, por el grito de la Justicia, y por el Genio de la sabiduría.

Mi deseo es que todas las partes del Gobierno y Administración, adquieran el


grado de vigor que únicamente puede mantener el equilibrio, no solo entre los
Miembros que componen el Gobierno sino entre las diferentes fracciones de
que se compone nuestra Sociedad. Nada importaría que los resortes de un
sistema político se relajasen por su debilidad, si esta relajación no arrastrase
consigo la disolución del cuerpo social, y la ruina de los asociados. Los gritos
del género humano en los Campos de Batalla, ó en los campos tumultuarios,
claman al cielo contra los inconsiderados y ciegos Legisladores que han
pensado que se puede hacer impunemente ensayos de quiméricas
instituciones.

Todos los Pueblos del Mundo han pretendido la Libertad, los unos por las
armas, los otros por las Leyes, pasando alternativamente de la Anarquía al
Despotismo, o del Despotismo a la Anarquía: muy pocos son los que se han
contentado con pretensiones moderadas, constituyéndose de un modo
conforme a sus medios, a su espíritu y a sus circunstancias.
No aspiremos a lo imposible, no sea que por elevarnos sobre la Región de la
Libertad, descendamos a la región de la Tiranía. De la Libertad Absoluta se
desciende siempre al Poder absoluto, y el medio entre estos dos términos es
la Suprema Libertad Social. Teorías abstractas son las que producen la
perniciosa idea de una Libertad ilimitada. Hagamos que la fuerza pública se
contenga en los límites que la razón y el interés prescriben: que la voluntad
nacional se contenga en los límites que un justo poder le señala: que una
Legislación civil y criminal análoga a nuestra actual constitución domine
imperiosamente sobre el Poder judiciario, y entonces habrá un equilibrio, y no
habrá el choque que embaraza la marcha del Estado; y no habrá esa
complicación que traba, en vez de ligar la Sociedad.

Para formar un Gobierno estable se requiere la base de un espíritu nacional


que tenga por objeto una inclinación uniforme hacia dos puntos capitales,
moderar la voluntad general, y limitar la autoridad pública: los términos que
fijan teóricamente estos dos puntos, son de una difícil asignación; pero se
puede concebir que la regla que debe dirigirlos, es la restricción, y la
concentración recíproca a fin de que haya la menor frotación posible entre la
voluntad, y el Poder legítimo. Esta ciencia se adquiere insensiblemente por la
práctica y por el estudio. El progreso de las luces es el que ensancha el
progreso de la práctica, y la rectitud del espíritu, es la que ensancha el
progreso de las luces.

El amor a la Patria, el amor a las Leyes, el amor a los Magistrados, son las
nobles pasiones que deben absorber exclusivamente el alma de un
Republicano. Los venezolanos aman la Patria, pero no aman sus Leyes; porque
estas han sido nocivas y eran la fuente del mal: Tampoco han podido amar a
sus Magistrados porque eran inicuos, y los nuevos apenas son conocidos en la
carrera en que han entrado. Si no hay un respeto sagrado por la Patria, por las
Leyes, por las Autoridades, la sociedad es una confusión, un abismo: es un
conflicto singular de hombre a hombre, de Cuerpo a Cuerpo.
Para sacar de este caos nuestra reciente República, todas nuestras facultades
morales no serán bastantes sino fundimos la masa del Pueblo en un todo: la
composición del Gobierno en un todo, la Legislación en un todo, y el espíritu
nacional en un todo. Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa. La
sangre de nuestros ciudadanos, es diferente, mezclémosla para unirla, nuestra
constitución ha dividido los Poderes, enlacémoslos para unirlos: nuestras
Leyes son funestas reliquias de todos los despotismos antiguos y modernos,
que este Edificio monstruoso se derribe, caiga; y apartando hasta sus ruinas,
elevemos un templo a la Justicia, y bajo los auspicios de su santa inspiración,
dictemos un código de Leyes Venezolanas. Si queremos consultar
monumentos y modelos de Legislación, la Gran Bretaña, la Francia, la América
Septentrional los ofrecen admirables.

La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor Paternal del
Congreso. Moral y luces son los Polos de una República: moral y luces son
nuestras primeras necesidades. Tomemos de Atenas su Areópago, y los
guardianes de las costumbres y de las Leyes; tomemos de Roma sus Censores
y sus Tribunales domésticos, y haciendo una santa alianza de estas
instituciones morales, renovemos en el Mundo la idea de un Pueblo que no se
contenta con ser Libre y fuerte, sino que quiere ser virtuoso. Tomemos de
Esparta sus austeros establecimientos y formando de estos tres manantiales
una fuente de virtud, demos a nuestra República una cuarta potestad cuyo
dominio sea la infancia y el corazón de los hombres, el espíritu público, las
buenas costumbres, y la moral Republicana. Constituyamos este Areópago
para que vele sobre la educación de los niños, sobre la instrucción Nacional;
para que purifique lo que se haya corrompido en la República; que acuse la
ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la patria el ocio la negligencia, de
los ciudadanos: que juzgue de los principios de corrupción, de los ejemplos
perniciosos. Debiendo corregir las costumbres con penas morales, como la
Leyes castigan los delitos, con penas aflictivas, y no solamente lo que choca
contra ellas, sino lo que las burla; no solamente lo que las ataca, sino lo que la
debilita, y no solamente lo que viola la Constitución, sino lo que viola el
respeto público.
La jurisdicción de este Tribunal verdaderamente Santo, deberá ser efectiva con
respecto a la educación, y a la instrucción, y de opinión solamente en las
penas y castigos. Pero sus anales o registros donde se consignen sus actas y
deliberaciones, los principios morales y las acciones de los Ciudadanos, serán
los libros de la virtud y del vicio. Libros que consultará el Pueblo para sus
elecciones, los Magistrados para sus resoluciones, y los jueces para sus
juicios. Una institución semejante por más que parezca quimérica, es
infinitamente más realizable que otras que algunos Legisladores antiguos y
modernos han establecido con menos utilidad del género humano.

Dignaos Legisladores acoger con indulgencia, la profesión de mi conciencia


política; los últimos votos de mi corazón, y los ruegos fervorosos que a
nombre del Pueblo me atrevo a dirigir. Dignaos conceder a Venezuela un
Gobierno eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente
moral, que encadene la opresión, la anarquía; y la culpa. Un Gobierno que
haga reinar la inocencia, la humanidad, y la Paz. Un Gobierno que haga
triunfar bajo el imperio de las leyes inexorables, la igualdad y la Libertad.

¡Señor empezad vuestras funciones, yo he terminado las mías!

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