1 Gestión Del Conocimiento en Las Organizaciones - Capitulo 1
1 Gestión Del Conocimiento en Las Organizaciones - Capitulo 1
1 Gestión Del Conocimiento en Las Organizaciones - Capitulo 1
en las organizaciones
Fundamentos, metodología y praxis
Ediciones Trea, S. L.
Capítulo 1
Fundamentos conceptuales
de la gestión del conocimiento
Antonio Machado
1. Introducción
Existen verdaderos ríos de tinta sobre el tema de la información. Para una introducción y una revisión
15
de la literatura generada al respecto, puede consultarse, entre otros, M. Pérez-Montoro Gutiérrez: The Phe-
nomenon of Information. A Conceptual Approach to Information Flow, Lanham (Maryland): Scarecrow
Press, 2007.
1. fundamentos conceptuales de la gestión del conocimiento [35]
2. Conceptos básicos
Siempre que se intenta realizar la gestión de algo, de cualquier cosa, nos encon-
tramos con el siguiente primer problema importante: necesitamos saber en qué
consiste ese algo para poder identificarlo y realizar, en un segundo movimiento,
su gestión. No tiene sentido hablar de gestionar una cosa cuando ni siquiera
sabemos qué es lo que se debe gestionar. Al pasar a la gestión, podríamos acabar
gestionando algo que no nos interesa gestionar, malgastando de esa manera dinero
y recursos humanos.
Este mismo problema se repite cuando intentamos implantar un programa de
gestión del conocimiento en una organización. En primer lugar, necesitamos saber
o identificar qué es eso que queremos gestionar. Saber, en definitiva, en qué consiste
el conocimiento para poder identificarlo y discriminarlo de aquello que no es cono-
cimiento y no merece que se inviertan esfuerzos en su gestión.
Y ¿qué es el conocimiento? Cuando intentamos contestar esta pregunta, encon-
tramos que existe una gran confusión conceptual alrededor del término conoci-
miento. Por un lado, y como demuestran las distintas propuestas epistemológicas
defendidas a lo largo de la historia del pensamiento, no existe una única, estan-
darizada y útil definición de conocimiento. Y, por otro, se acostumbra confundir
conocimiento con otros conceptos interrelacionados y asociados, especialmente
con dato e información.
[36] gestión del conocimiento en las organizaciones. fundamentos, metodología y praxis
Por lo tanto, el primer paso correcto para comenzar a asentar de forma ade-
cuada los fundamentos conceptuales que deben sustentar la disciplina de la gestión
del conocimiento es intentar definir el conocimiento y distinguirlo de los datos
y de la información.
Es importante señalar que no es una simple casualidad que cualquier obra gene-
ralista sobre gc que se precie comience, habitualmente, abordando en el primero
de sus capítulos la discriminación entre esos tres conceptos. Esta distinción posee
un peso específico dentro de la disciplina de la gestión del conocimiento, y, en este
sentido, la falta de rigor y la confusión la afecta de forma especial.
Las razones que justifican ese peso específico pueden resumirse de la siguiente
manera. Por un lado, la distinción se presenta como el fundamento básico sobre
el que construir todo el andamiaje conceptual que sustenta y articula la disciplina.
Por otro, la distinción tiene una clara dimensión pragmática, ya que es crítico
tener clara la diferencia entre dato, información y conocimiento para asegurarnos
de que nuestra inversión en un programa de gc esté destinada efectivamente a la
gestión del conocimiento y no a la gestión de datos o de información; gestiones,
estas dos últimas, que reclaman recursos y tratamiento distintos a los implicados
en la gestión de los activos cognitivos.
Además, en estrecha relación con esta distinción, aparece una operación crítica de
cuya ejecución depende en gran parte el éxito de las operaciones posteriores implicadas
en un programa de gc: la identificación del conocimiento en el seno de las organizacio-
nes.16 No es posible implementar un programa de gestión del conocimiento si antes no
estamos seguros de que aquello que queremos gestionar es genuino conocimiento.17
En lo que queda de apartado, definimos y tratamos, primero, las diferencias
entre los conceptos de dato, información y conocimiento.18 En un segundo movi-
cional, se puede consultar, entre otros, M. Pérez-Montoro Gutiérrez: «The Knowledge Identification Pro-
blem. Scope and Consequences in Network Society», en European Commission (Information Society
Directorate General [dg infso]), National Science Foundation (nsf) and Organisation for Economic Co-
operation and Development (ocde): Network of Knowledge. Research and Policy for Knowledge-Based
Economy [en línea], 2004, Bruselas, <ftp://ftp.cordis.lu/pub/ist/docs/perez_montero_the_knowledge_identi
fication_problem_workshop_brussels_7_and_8_june_2004.pdf>. [Consulta: 21 de septiembre del 2004.]
17
Esta puede ser una de las líneas de investigación abiertas más interesantes dentro de la gc. Sin ir más lejos,
por ejemplo, en este tema se ha trabajado dentro del proyecto Knowledge Assets Identification and Methodology
of Implementation in Organizational Knowledge Management (kaimi), que se ha desarrollado gracias a la finan-
ciación económica del Internet Interdisciplinary Institute (in3) de la Universitat Oberta de Cataluña.
18
Algunas de las ideas que sustentan ese análisis se encuentran esbozadas en M. Pérez-Montoro Gutié-
rrez: «El documento como dato, conocimiento e información», Tradumática [en línea], núm. 2 (2003), issn:
1578-7559, <http://www.fti.uab.es/tradumática/revista>. [Consulta: 30 de diciembre del 2003.]
1. fundamentos conceptuales de la gestión del conocimiento [37]
2.1.1. Dato
19
En un contexto más general, en el de la teoría de la información, podemos identificar la expresión
dato como sinónima de señal.
[38] gestión del conocimiento en las organizaciones. fundamentos, metodología y praxis
pueden ser considerados como ejemplos típicos de datos dentro del contexto
de las empresas.
Con el ánimo de sistematizar, podemos recoger esta propuesta a partir de la
siguiente definición:
Según la ideas de Max H. Boisot (Knowledge Assets, o. cit.), estrictamente hablando, los datos son
20
una discriminación entre estados físicos; cada uno de los diferentes estados alternativos de un sistema.
1. fundamentos conceptuales de la gestión del conocimiento [39]
2.1.2. Información
21
Apoyándose, normalmente, en la potencia de búsqueda y recuperación que ofrece la utilización de la
lógica de los operadores booleanos y la de un índice inverso.
22
Esto ocurre, evidentemente, en aquellos sgbdd en los que no se ha implementado un thesaurus como
recurso para mejorar la recuperación de información.
23
Estrictamente hablando, la información es una proposición verdadera asociada a un objeto físico (a
un dato o señal) en la que se afirma que ha ocurrido algo. Una proposición, en este contexto, debe ser en-
tendida como un pensamiento, idea, objeto abstracto no lingüístico (de naturaleza conceptual) dotado de un
valor de verdad, susceptible de ser verdadero o falso. Para profundizar acerca de la naturaleza del fenómeno
de la información, pueden consultarse, entre otros, F. I. Dretske: Knowledge and the Flow of Information,
Cambridge (Massachusetts): The mit Press/Bradford Books, 1981, y M. Pérez-Montoro Gutiérrez: The
Phenomenon of Information..., o. cit.
[40] gestión del conocimiento en las organizaciones. fundamentos, metodología y praxis
Insistimos en remarcar el tipo de contexto para indicar indirectamente que la mayoría de los datos
24
que circulan, por lo general, en el seno de una organización suelen ser de tipo convencional y, por tanto, que
esa codificación es también de naturaleza convencional (no natural). Fuera de los contextos, la naturaleza de
esa codificación puede ser de tipo no convencional. En esos escenarios, decimos que existe un vínculo o una
regularidad (habilitadora de información) de tipo no convencional (o natural) que pone en relación el dato
o señal y el acaecimiento (situación, hecho) sobre el que este informa.
1. fundamentos conceptuales de la gestión del conocimiento [41]
dad (en este caso convencional) y que conecta la aparición de esos caracteres en
el panel con el hecho de que el próximo tren para Mataró sale a las 10:45 por el
andén número 8 (cada vez que aparece eso en el panel, es cierto que ese tren saldrá
a esa hora y por ese andén en concreto).
Una vez ilustrada la definición a partir de los ejemplos, es importante distinguir
entre dos fenómenos que se encuentran en relación estrecha, pero que a la vez son
claramente distintos: transportar información y adquirir información. Transportar
información es una propiedad que poseen los datos gracias a la existencia de claves
de codificación. Adquirir información, en cambio, es una propiedad que poseen
los individuos (o agentes) que ejemplifican, cuando son capaces de asimilar a
partir de su stock previo de conocimiento, la información que transporta un dato
al interpretar ese dato a la luz de la clave de codificación que está en juego.
En nuestros ejemplos, también se puede producir esa adquisición de informa-
ción. Así, yo (un agente), por ejemplo, puedo ser capaz de adquirir la información
de que la cotización del bbva ha subido en un 2,5 % cuando veo en mi pantalla el
conjunto de caracteres «bbva: + 2,5» porque conozco la clave de codificación o
regularidad que sustenta esa información asociada a ese dato o sintonizo con ella.
O en otros términos, porque soy consciente de que siempre que ocurre eso en mi
pantalla es cierta esa subida. En el caso de la estación, yo (un agente) soy capaz de
adquirir la información de que el próximo tren para Mataró sale a las 10:45 por
el andén número 8 cuando veo en el panel la disposición de las tablillas «Mataró:
10:45/8» gracias a que conozco la clave de codificación o regularidad que sustenta
esa información asociada a ese dato o sintonizo con ella. Sé que siempre que aparece
eso en el panel es cierto que ese tren saldrá a esa hora por ese andén.
Por tanto, como ya apuntamos en el análisis del concepto de dato, podemos
afirmar que un mismo dato (o señal) puede informar o no de algo a un agente
concreto dependiendo del stock previo de conocimiento del agente. Es decir, depen-
diendo, respectivamente, de si conoce o no la clave de codificación que permite
que el dato transporte esa información.
2.1.3. Conocimiento
25
Esta característica ayuda a distinguir los estados mentales del sujeto que se corresponden con el co-
nocimiento de aquellos que se corresponden con meras creencias que no alcanzan el nivel epistémico nece-
sario para poder identificarlas como conocimiento.
1. fundamentos conceptuales de la gestión del conocimiento [43]
29
Estrictamente hablando, la información debería identificarse con una proposición, con un contenido
proposicional dotado de un valor de verdad.
30
Es interesante señalar que la distinción entre los conceptos de dato, información y conocimiento que
acabamos de introducir debe ser entendida, desde una perspectiva filosófica profesional, como una propues-
ta realista. La clave para considerarla realista es que intenta explicar la información sin apelar a los estados
mentales de un agente, sin hacerla depender de los receptores, sino de la relación entre la señal o dato y
aquello sobre lo que este informa.
1. fundamentos conceptuales de la gestión del conocimiento [45]
Una vez que hemos esbozado la distinción entre los conceptos de dato, infor-
mación y conocimiento, nos queda describir, aunque sea de una forma breve,
cuál es el papel que desempeña el concepto de documento dentro de todo este
escenario.31
Comencemos definiendo qué es un documento. En términos generales, podemos
afirmar que los documentos siempre se han visto involucrados en la actividad
intelectual del ser humano. Desde el principio de la historia del pensamiento, el
hombre ha utilizado una serie de objetos o materiales donde poder plasmar y
almacenar aquello que pensaba o sentía. Las pinturas rupestres, las tabletas de
arcilla mesopotámicas, los muros de los edificios sagrados egipcios, los papiros,
los pergaminos o, posteriormente, el papel son claros ejemplos de ese tipo de
objetos o materiales. En la actualidad, con el desarrollo de las tecnologías de la
información y la comunicación, se está apostando cada día más por los formatos
electrónicos para recoger nuestra producción intelectual.
Para referirnos a todo este tipo de objetos o materiales utilizamos normalmen-
te el término documento. O, dicho de otra manera, podemos identificar como
documento todo aquel soporte donde se represente algún tipo de información. En
este sentido, podemos incluir bajo el concepto de documento una hoja de papel
escrito, un libro, una fotografía, una cinta de video, un dvd, un archivo creado
con un procesador de textos, una base de datos o una página web. Expresándolo
en forma de definición:
31
Esta descripción nos permitirá abordar más adelante y con mayores garantías conceptos tan centrales
dentro de la praxis de la gestión del conocimiento como el de contenido (documentos resultantes de la re-
presentación de un conocimiento).
[46] gestión del conocimiento en las organizaciones. fundamentos, metodología y praxis
Decimos «especial», ya que los documentos coinciden exclusivamente con conjuntos de datos que
32
33
Es importante señalar que nos estamos refiriendo solo al conocimiento de tipo explícito. Como
veremos, el conocimiento de tipo tácito, en cambio, necesita un tratamiento muy diferente. Para transmi-
tir el conocimiento tácito, es imprescindible el contacto humano entre los que lo poseen y los que quieren
acceder a él. De esta manera, las estrategias para gestionar ese tipo de conocimiento en el seno de las or-
ganizaciones suelen ir encaminadas a fomentar el intercambio a través de comunidades de práctica, ferias
de conocimiento o, simplemente, a crear una cultura organizacional que facilite los contactos informales
entre sus miembros.
[48] gestión del conocimiento en las organizaciones. fundamentos, metodología y praxis
Para una revisión, aunque sea parcial, de algunas de las diferentes maneras de entender todos estos
34
conceptos, puede consultarse, por ejemplo, J. Kemp y otros: «KM Terminology and Approaches», en Euro-
pean Knowledge Management Forum: IST-2000-26393 [en línea], 2002, <http://www.knowledgeboard.
com/library/deliverables/ekmf_d31_v08_2002_02_26_cezanne.pdf>. [Consulta: 28 de junio del 2007.]
35
Véanse, por citar unos pocos ejemplos, I. Nonaka y H. Takeuchi: The Knowledge Creating Compa-
ny, o. cit.; T. Davenport: Information Ecology, Oxford: Oxford University Press, 1997; Keith Devlin: Info-
Sense. Turning Information into Knowledge, Nueva York: W. H. Freeman and Company, 2001; T. Davenport
y L. Prusak: Working Knowledge, o. cit.; D. A. Wilson: Managing Knowledge, Oxford: Butterworth-Heine-
mann & Institute of Management, 1996, o S. H. Webb: Knowledge Management: Linchpin of Change,
Londres: Aslib, 1998.
1. fundamentos conceptuales de la gestión del conocimiento [49]
Hasta aquí llegaría la presentación del análisis que creemos que se sigue, en
términos generales, de las ideas expuestas en las obras señaladas. Pasemos ahora
a evaluar este análisis en todo su conjunto.36
Comencemos comentando los principios con los que abríamos la presentación
de la propuesta del modelo estándar. El primero de los principios, el principio e),
creemos que debe ser considerado correcto. Su justificación se fundamenta, prin-
cipalmente, sobre las consecuencias pragmáticas o de gestión que hemos indicado.
El segundo de los principios, el principio f), en cambio, creemos que es erróneo.
La justificación de esta consideración la presentaremos al final del apartado a la
luz de las ideas que introduciremos a continuación.
Pasemos a la evaluación del análisis del concepto de dato. En términos generales, y
aunque no aparezca explicitado, podemos considerar este análisis correcto. De hecho,
es compatible con lo que en nuestra propuesta hemos defendido y argumentado.
Centrémonos ahora en el análisis que desde el modelo estándar se hace del con-
cepto de información. A diferencia del concepto de dato, no podemos considerar
correcta la definición de información defendida por estos autores. Las razones
que justifican esta afirmación son de diversa índole.
En primer lugar, al identificar la información con aquel subconjunto de datos
que son significativos para el receptor de ellos, dinamita una posible frontera entre
los datos y la información. Si se nos permite esta expresión tan redundante: tanto
los datos como la información son datos. Al poner un criterio tan subjetivo como
este, en muchas ocasiones no podremos discriminar cuándo algo deja de ser un
dato y pasa a convertirse en información. Siempre dependerá respecto a qué
receptor lo evaluamos. Y esto tiene consecuencias pragmáticas importantes, ya
que si hacemos caso a esa propuesta, continuamente estaremos corriendo el riesgo
de no saber, en el contexto de una organización, si lo que estamos gestionando son
genuinos datos o, en cambio, es información; o si cambiamos de receptor desde
el cual evaluar el proceso, podemos dejar instantáneamente de estar gestionando
datos y pasar a gestionar información (o viceversa).
Algunas de las ideas básicas sobre las que se fundamenta esta evaluación se encuentran defendidas en
36
3. Tipología de conocimientos
Como señalábamos al comienzo del apartado anterior, siempre que se intenta reali-
zar la gestión de algo, de cualquier cosa, nos encontramos con el problema importante
de saber en qué consiste ese algo para poder identificarlo y realizar, en un segundo
movimiento, su gestión. Pero, una vez que tenemos solucionado este problema, auto-
máticamente aparece una segunda dificultad y no de menor entidad: esa gestión debe
intentar ajustarse a la naturaleza y características de aquello que se quiere gestionar.
De esta manera, por ejemplo, no es lo mismo gestionar (no es el mismo tipo de ges-
tión) el almacén de un supermercado que la plantilla de trabajadores de una empresa
multinacional; la naturaleza de lo gestionado reclama un tipo diferente de gestión.
Este mismo nuevo problema se repite cuando intentamos implantar un pro-
grama de gestión del conocimiento en una organización. Como existen distintos
tipos de conocimiento en el mismo contexto de una organización, hemos de tener
en cuenta la especial naturaleza de cada uno de ellos para poder diseñar la gestión
más adecuada. O dicho en otros términos: cada tipo de conocimiento, debido a
sus peculiaridades, reclama una gestión particular. Por tanto, lo que se sigue de
este razonamiento es que uno de los primeros pasos por realizar es identificar la
tipología de conocimiento existente en el contexto de una organización.
Desde los orígenes de la historia del pensamiento, han ido apareciendo multitud
de propuestas que intentan clasificar los diversos tipos de conocimiento existen-
tes. En este sentido, por ejemplo, desde el campo de la epistemología clásica, se
defiende una clasificación que, por su solidez y alcance explicativo, se encuentra
consolidada dentro del panorama filosófico contemporáneo.37
37
Para introducirse en la propuesta de clasificación de los diversos tipos de conocimiento que se ofrece desde
el ámbito de la epistemología, se puede consultar, entre otras, la obra S. Sturgeon, G. G. F. Martin y A. C. Crayling:
«Epistemology», en A. C. Crayling (ed.): Philosophy 1, Oxford: Oxford University Press, 1998, cap. 1.
1. fundamentos conceptuales de la gestión del conocimiento [53]
38
Dentro de la filosofía profesional, este tipo de conocimiento es conocido por la expresión conoci-
miento de re.
39
Este tipo de conocimiento suele ser el principal objeto de estudio de la epistemología filosófica. Si
recuperamos de nuevo el lenguaje técnico de la filosofía profesional, es conocido también por la expresión
conocimiento de dicto.
40
Recordemos que, técnicamente, una proposición es un objeto conceptual no lingüístico dotado de un
valor de verdad (la verdad o la falsedad).
41
Contenida, principalmente, en M. Boisot: Knowledge Assets, o. cit.
[54] gestión del conocimiento en las organizaciones. fundamentos, metodología y praxis
42
Es importante señalar que el conjunto de las seis categorías propuestas no pretende ser una clasifica-
ción que cumpla los requisitos que desde la teoría de conjuntos se le exige a toda clasificación. En este sen-
tido, por ejemplo, un mismo conocimiento puede ser simultáneamente clasificado como tácito, individual e
interno.
43
La distinción entre estos dos tipos de conocimiento fue introducida por el filósofo Michael Polanyi
en sus obras Personal Knowledge, Chicago: The University of Chicago Press, 1962 y Human Knowledge,
Chicago: The University of Chicago Press, 1966.
1. fundamentos conceptuales de la gestión del conocimiento [55]
casos se identifica con las habilidades del sujeto. Normalmente, se encuentra cons-
tituido por la suma del conocimiento técnico de la persona (su know-how) y los
modelos mentales que esta presenta interiorizados. Su principal característica es
ser difícilmente transmisible o comunicable y, por tanto, no accesible a otros indi-
viduos de una forma directa. Para señalar que alguien, A, posee un conocimiento
de este tipo, solemos utilizar la expresión «A sabe P» (donde P acostumbra ser
un verbo). De esta manera, saber nadar, saber ir en bicicleta, saber conducir un
automóvil, saber hablar en público o saber articular y dirigir un grupo de personas
son varios ejemplos de este tipo de conocimiento.
El conocimiento explícito, en cambio, se caracteriza por ser directamente codi-
ficable en un sistema de representación, como el lenguaje natural por ejemplo.44 En
este sentido, es de fácil transmisión o comunicación y, por lo tanto, sí es accesible
a otros individuos de una forma directa. Para señalar que alguien, A, posee un
conocimiento de este tipo, solemos utilizar la expresión «A sabe que P» (donde P
acostumbra ser un enunciado). De esta manera, saber que el agua es H2O o saber
que, cuando a la fotocopiadora se le enciende la luz roja, hay que sustituir el
recambio de tinta, son dos ejemplos de este tipo de conocimiento.45
Es importante señalar que, a la luz de esta distinción, no se pueden confundir
los siguientes dos tipos de conocimiento relacionados con el tema de las acciones:
saber realizar cierta actividad concreta y saber formular las propiedades de esa
actividad. Saber realizar cierta actividad concreta debe ser identificado como un
conocimiento de tipo tácito. Saber jugar al fútbol, saber andar en bicicleta o saber
hablar una lengua son ejemplos de este tipo de conocimiento. Saber formular las
propiedades de esa actividad, en cambio, no puede identificarse como un conoci-
miento de tipo tácito, sino que tiene que identificarse como conocimiento explícito.
44
En este sentido, es importante recordar que en muchas ocasiones, en el seno de una organización, este
tipo de conocimiento no solo reside en la cabeza de las personas, sino que también aparece representado en
documentos.
45
De todas formas, como señala Karl E. Sveiby («The Tacit and Explicit Nature of Knowledge», en
J. W. Cortada y A. I. Woods: The Knowledge Management Yearbook 1999-2000, Woburn: Butterworth-
Heinemann, 1999, pp. 18-27) siguiendo a Polanyi, en cada actividad cognoscitiva (en cada conocimiento)
se ven involucrados dos niveles o dimensiones de conocimiento distintos y disjuntos: el conocimiento sobre
el objeto o el fenómeno (conocimiento focal) y el conocimiento que se usa como herramienta para apre-
hender lo que se conoce (conocimiento tácito). Así, por ejemplo, cuando leemos, la atención sobre el texto
y las palabras escritas podría identificarse como conocimiento focal, y el vocabulario o las reglas sintácticas
y semánticas, en cambio, como conocimiento tácito. En este sentido, hemos de considerar los dos tipos de
conocimiento como complementarios, como un binomio articulado donde el tácito actúa de background
para que se produzca el focal. En definitiva, a la luz de este binomio, todo conocimiento es tácito o posee
una importante dimensión tácita.
[56] gestión del conocimiento en las organizaciones. fundamentos, metodología y praxis
Conocer las tácticas y sistemas del fútbol, conocer las leyes de la física que explican
cómo se puede ir en bicicleta o conocer la sintaxis, semántica y pragmática de una
lengua son ejemplos de este tipo especial de conocimiento.
Existen importantes razones que justifican la no identificación de estos dos
tipos de conocimiento. Por un lado, saber realizar una actividad no implica nece-
sariamente saber formular las propiedades que rigen esa actividad. Un ejemplo
claro de esta no implicación lo encontramos en esos brillantes e intuitivos jugadores
de fútbol que no entienden de tácticas ni de estrategias: saber jugar al fútbol no
implica necesariamente conocer las tácticas y sistemas del fútbol. O de una forma
más intuitiva: saber andar en bicicleta no implica necesariamente conocer las leyes
de la física que explican cómo se anda en bicicleta, o saber hablar una lengua no
implica necesariamente, como demuestran los niños de seis años que hablan una
lengua a la perfección, conocer la sintaxis, semántica y pragmática de esa lengua
de modo explícito. Y, por otro lado, saber formular las propiedades que rigen una
actividad tampoco implica saber realizar esa actividad. En el mundo del fútbol,
encontramos ejemplos en el caso de esos entendidos (como entrenadores de equi-
pos de primera línea) que, a su vez, son mediocres o pésimos jugadores. Porque
conocer las tácticas y sistemas del fútbol no implica necesariamente saber jugar
a fútbol. Tampoco conocer las leyes de la física que explican cómo se puede ir en
bicicleta implica necesariamente saber andar en bicicleta. Si esto fuera cierto, por
el mero hecho de ser licenciados en física, ya sabríamos andar en bicicleta. Pero,
no es así. Como no lo es tampoco el hecho de que conocer la sintaxis, semántica
y pragmática de una lengua nos lleve necesariamente a saber hablar esa lengua. Y
si no, que se lo pregunten a todas esas personas no anglosajonas que llevan toda
la vida estudiando la sintaxis y la gramática del inglés y no terminan de hablarlo
con corrección.
Una vez aclarada la distinción entre tácito y explícito, es interesante describir
cómo se puede transitar entre esos tipos de conocimiento. Como algunos autores
defienden,46 es posible pasar de un tipo de conocimiento al otro ejecutando una
serie de operaciones.
Así, por ejemplo, para pasar de tácito a tácito, para conseguir que una perso-
na posea un nuevo conocimiento tácito que ya posee otra persona, es necesario
realizar un proceso de socialización (de contacto entre las personas). En ese
46
Ikujiro Nonaka e Hirotaka Takeuchi (en I. Nonaka: «The Knowledge Creating Company», en Har-
vard Business Review on Knowledge Management, Boston: Harvard Business School Publishing, 1991,
pp. 21-46, e I. Nonaka y H. Takeuchi: The Knowledge Creating Company, o. cit.).
1. fundamentos conceptuales de la gestión del conocimiento [57]
caso, una persona consigue hacerse con un conocimiento tácito de otra persona
mediante la observación y la práctica. Hay que tener en cuenta que, a lo largo de
toda esta operación, no se obtiene una percepción directa del proceso de trans-
ferencia. Y que también es una forma limitada de transmisión de conocimiento.
El aprendizaje de una lengua por parte de un niño podría ser un ejemplo claro
de esta operación.
Para pasar de tácito a explícito, en cambio, para conseguir que una persona
que posee un conocimiento tácito lo convierta en explícito, es necesario poner en
marcha un proceso de representación y expresión (de externalización y de con-
ceptualización). En esta ocasión, lo que se consigue es expresar un conocimiento
tácito y que se pueda, si existe posteriormente la oportunidad, compartir con la
otra persona. Un ejemplo de esta operación lo encontramos cuando enseñamos
a alguien a multiplicar: en un primer momento tenemos ese conocimiento (el de
la multiplicación) en forma tácita, después conseguimos expresarlo (verbalizarlo:
multiplicar un número por otro consiste en sumar el primero tanta veces como
indica el segundo) para hacerlo explícito y poder después, si lo encontramos opor-
tuno, transmitírselo a esa persona que quiere aprender a multiplicar.
En el caso del tránsito explícito a explícito, para conseguir que una persona
posea un nuevo conocimiento explícito que ya posee otra persona, la operación
implicada es la de compartimiento. Ese proceso se suele realizar utilizando la
intermediación de una representación de ese conocimiento, normalmente, un
documento. Así, si queremos transmitirle a alguien el conocimiento de que la
molécula de agua se encuentra formada por dos átomos de hidrógeno y uno de
oxígeno, lo que hacemos es utilizar una proferencia del lenguaje natural (un
enunciado del español, por ejemplo) como representación mediadora en esa
transmisión.
Por último, para pasar de explícito a tácito, para conseguir que una persona
convierta en un nuevo conocimiento tácito (que haga suyo, que interiorice, que lo
transforme en una habilidad) un conocimiento explícito que ya posee, se realiza
un proceso de interiorización y puesta en práctica de ese conocimiento. Mediante
este proceso se produce la internalización de un conocimiento explícito hasta
tal punto que se incorpora de manera inconsciente a las ideas que rigen el com-
portamiento de un individuo. Un ejemplo de este proceso lo encontramos cuando
aprendemos a sumar: primero alguien nos explica explícitamente el mecanismo
de la suma, después, tras la práctica y la repetición, conseguimos interiorizarlo y
convertirlo en conocimiento de tipo tácito.
[58] gestión del conocimiento en las organizaciones. fundamentos, metodología y praxis
Por un lado, existía —y, en parte, todavía existe— una escuela de gc que entien-
de el conocimiento como un proceso.47 Puede ser identificada como la escuela más
oriental (o japonesa) —derivada de las ideas defendidas, entre otros, por Nonaka
y Takeuchi, por citar algunas cabezas visibles— y centraba sus investigaciones
en el conocimiento tácito y su creación, nutriéndose de disciplinas teóricas como
la psicología, la sociología o la pedagogía. Dentro de esta escuela, se concibe
la empresa no de una manera mecanicista, sino como un organismo vivo que
interacciona con el entorno. En este contexto, el conocimiento se entiende más
como un proceso psicológico, se lo relaciona con la experiencia y se defiende la
posibilitación de este y de los procesos de socialización como operaciones centrales
para su gestión. Dentro de este enfoque, las acciones encaminadas a la gestión
del conocimiento en el contexto de las organizaciones suelen realizarse desde el
departamento de recursos humanos.
Por otro lado, existía —y, en parte, continúa existiendo— una escuela que
entiende el conocimiento como un objeto.48 Se trataba de la escuela más occiden-
tal —derivada de las ideas defendidas por Davenport y Prusak, por citar solo un
par de autores— y ha centrado sus investigaciones en el conocimiento explícito
y su gestión, nutriéndose de disciplinas teóricas como la teoría y la gestión de la
información. Dentro de esta segunda escuela, se identifica la empresa como una
máquina de procesar información. En este contexto, el conocimiento se entiende
como una producción obtenida a partir de la gestión adecuada de la información, y
el valor de este se consigue cuando se logra transformar en conocimiento explícito,
representado en documentos que pueden ser tratados y gestionados. Dentro de
este enfoque alternativo, las acciones encaminadas a la gestión del conocimiento
en el contexto de las organizaciones suelen realizarse desde el departamento de
sistemas y gestión de la información.
Como cabría esperar, la tensión entre las dos escuelas se ha ido disipando
en los últimos años y hoy en día son ya pocos los consultores que no intentan
combinar simultáneamente y en una misma estrategia las ventajas que ofrecen los
dos enfoques implementando soluciones que van desde el ámbito de los recursos
humanos hasta el de la gestión de la información, pasando por el territorio de los
desarrollos tecnológicos.
47
Knowledge-process group, como lo denomina Karl E. Sveiby (en What is Knowledge Management?,
Brisbane: Sveiby Knowledge Associates, 2001).
48
Knowledge-object group, como lo denomina Karl E. Sveiby (en What is Knowledge Management?,
o. cit.).
[60] gestión del conocimiento en las organizaciones. fundamentos, metodología y praxis
Tácito A Explícito
INTERNALIZACIÓN COMPARTIMIENTO
Explícito actuar informar y formar
3.2. C
onocimiento individual frente a conocimiento organizacional
o corporativo
49
Por ejemplo, Karl Weick y Karlene Roberts (en «Collective Mind Organizations: Heedful Interrela-
ting on Flight Decks», Administrative Science Quarterly, vol. 38 [1993], pp. 357-381).
[62] gestión del conocimiento en las organizaciones. fundamentos, metodología y praxis
CONOCIMIENTO EXPLÍCITO
conocimiento conocimiento
CONOCIMIENTO INDIVIDUAL corporativo individual
CONOCIMIENTO INTERNO
convertir objetivos,
CONOCIMIENTO EXTERNO
organización
De una forma exagerada, y como me señaló uno de los asistentes a una charla que impartí a unos
50
alumnos de posgrado de una universidad latinoamericana, la gestión del conocimiento podría ser identifica-
da como la cumbre del sistema capitalista: la empresa, respecto al trabajador, posee, ya no solo su tiempo,
sino incluso su parte más íntima: su mente y los contenidos de ella. Algo así como lo que se intentaba impo-
ner en el Gran Hermano; en el de Orwell, no en la versión televisiva, evidentemente.
51
Como se propone, por ejemplo, en P. Martín Mejías: Gestión del conocimiento, o. cit.
1. fundamentos conceptuales de la gestión del conocimiento [65]
ción, puedan ser accesibles y compartidos por todos sus miembros. Si esto es
así, la gestión del conocimiento posee una importante dimensión documental
al incluirse, como parte fundamental del programa, una gestión eficaz de los
documentos que representan esos conocimientos implicados. Y esa dimensión
debe ser considerada importante hasta tal punto que, si bien es cierto que es
posible implementar en el contexto de una organización un sistema de gestión
documental sin tener que desarrollar en ningún momento un programa de
gestión del conocimiento, la condición inversa es rotundamente falsa: resulta
del todo imposible implementar adecuadamente un programa de gc en el
contexto de una organización si no se tiene en cuenta y no se aborda de una
manera satisfactoria esa dimensión documental que acabamos de señalar.52
Y, en este sentido, los especialistas en gestión documental y gestión de la
información adquieren un papel relevante en la implementación de este tipo
de programas.
Por último, la tercera de las consecuencias extraíbles de la definición se encuen-
tra relacionada de forma estrecha con una de las limitaciones de la disciplina.
Como algunos autores señalan,53 es importante remarcar que existe una parte del
conocimiento tácito involucrado en las organizaciones que es imposible convertir
en conocimiento corporativo como aquí lo hemos entendido. Ciertas habilidades,
como saber coordinar un equipo de personas o poseer una alta y valiosa capacidad
de negociación, podrían ser identificadas como dos claros ejemplos de este tipo
especial de conocimiento. Por suerte o por desgracia, la naturaleza especial de
ese conocimiento tácito lo hace totalmente incompatible con las operaciones que
conforman la definición de gestión del conocimiento que hemos introducido. O
dicho de otra manera: este tipo especial de conocimiento no puede ser directamente
gestionado en el sentido descrito. La única alternativa para poder aprovecharlo
y revertirlo en el resto de la organización pasa por intentar crear las condicio-
nes apropiadas para que este pueda generarse y el contexto adecuado para que,
mediante procesos de socialización, pueda hacerse accesible y compartible por el
resto de la comunidad.
Como veremos, esta dimensión documental y su implementación será tratada con más detalle en el
52
Una vez que ya tenemos en nuestras manos una definición funcional de gestión
del conocimiento, es importante abordar, aunque sea de forma breve, el papel de
una de las variables con más peso dentro de los proyectos en los que se pretende
extraer el máximo rendimiento al conocimiento: el aprendizaje.
54
Como se señala, entre otros, en P. Martín Mejías: Gestión del conocimiento, o. cit.
[68] gestión del conocimiento en las organizaciones. fundamentos, metodología y praxis
CONCIENCIA INCONCIENCIA
Figura 1.4. El proceso de aprendizaje (adaptado de P. Martín Mejías: Gestión del conocimiento,
Barcelona: Ediuoc, 2002)
de lo que aún no hemos llegado a ser conscientes (del conocimiento que todavía
hemos de adquirir: saber andar en bicicleta) y también somos incompetentes (no
sabemos andar en bicicleta).
Superada esa primera fase, tomamos la bicicleta en nuestras manos y comen-
zamos el verdadero proceso de aprendizaje. En esta segunda fase, entramos en un
estadio de descubrimiento: somos novatos que ya empezamos a ser conscientes de
lo que todavía nos queda por aprender y, a la vez, incompetentes respecto a ese
saber que todavía no hemos aprendido.
En la tercera de las fases, después de caernos en diversas ocasiones y arañarnos
las rodillas y los codos, somos capaces de mantenernos en equilibrio. Sin embargo,
desgraciadamente, apenas nos distraemos, caemos al suelo. En esta fase entramos
en un estadio de aprendizaje: somos aprendices que ya hemos conseguido ser cons-
cientes de lo que vamos aprendiendo y también comenzamos a ser competentes
en el manejo de la bicicleta.
El proceso se completa entrando en la última fase, perteneciente más a un
escenario de posaprendizaje. En esta fase, hemos refinado nuestra habilidad y ya
sabemos andar en bicicleta perfectamente. Ya somos capaces de mantenernos en
equilibrio sin ser conscientes de ello y del esfuerzo que esto supone. Entramos,
en definitiva, en un nuevo y último estadio de maestría: ahora ya somos expertos
o maestros que hemos hecho inconsciente (hemos interiorizado) la habilidad de
andar en bicicleta (montamos en bicicleta de una manera casi intuitiva) y, a la vez,
también somos altamente competentes respecto a esa habilidad adquirida.
[70] gestión del conocimiento en las organizaciones. fundamentos, metodología y praxis
55
Como se señala en P. Martín Mejías: Gestión del conocimiento, o. cit.
1. fundamentos conceptuales de la gestión del conocimiento [71]
56
Es importante destacar que el tema de los procesos de aprendizaje en el ámbito de la gestión empre-
sarial ha adquirido tanta importancia y vigencia que se ha llegado a acuñar la expresión organizaciones
aprendientes (o inteligentes) para designar a aquellas organizaciones donde el aprendizaje se entiende y se
utiliza en forma continua como una fuente de valor para esa propia organización. El creador de esta expre-
sión fue Peter Senge, uno de los teóricos más importantes del aprendizaje en las organizaciones. Su obra
principal, The Fifth Discipline: The Age and Practice of the Learning Organization, Londres: Century Busi-
ness, 1990, marcó un hito en las teorías de gestión empresarial y tuvo su secuela con The Fifth Discipline
Fieldbook: Strategies and Tools for Building a Learning Organization, Nueva York: Currency Doubleday,
1994. Este especialista es el líder de la red internacional Society for Organizational Learning (sol, <http://
www.learning.mit.edu>), creada en 1991 en el mit, cuyo principal objetivo es el desarrollo del aprendizaje
y el conocimiento en las organizaciones.