Un Camino (George Gillespie)

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UN CAMINO

Razones bíblicas para tener la misma adoración y el mismo orden en


la iglesia

George Gillespie (1613-1648)

“Y les daré un mismo corazón, y un solo camino, para que me teman todos los
días”

JEREMIAS 32.39.

Uniformidad Bíblica para la Iglesia

Introducción

Lo que viene a seguir es un extracto actualizado de un ensayo escrito por George


Gillespie (1613-1648). Gillespie fue uno de los líderes de la iglesia escocesa
durante el tiempo del avivamiento y reforma. Él fue un predicador poderoso y
elocuente, más es conocido como un escritor claro y lógico.

Un formidable polemista, él defendió principios bíblicos en la Asamblea


de Westminster. La Asamblea lanzó los fundamentos para una completa reforma
bíblica. Debería de haber una forma de doctrina, una adoración y una forma de
gobierno en todas las Islas Británicas. Esto fue el fruto de la Liga y Pacto
Solemnes (1643).

Gillespie era un apasionado defensor de tal unidad. Él demuestra, en el


siguiente extracto, que las Escritura la exigía. Él estaba expresando la mente de
la iglesia escocesa en aquel tiempo de avivamiento y reforma.

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La iglesia de Escocia llamó a la uniformidad de “nuestro principal deseo,
oraciones y esmero”. El deseo de ellos era que como el “Señor es uno, así Su
nombre debe ser uno entre nosotros; y que la misericordia y la verdad, la justicia
y paz encontrándose y besándose puedan habitar en este país”. [Salmo 85:10]

La uniformidad solo podría estar fundamentada en la reforma. Estas


cosas eran tan difíciles en sí mismas “que la mano del Dios Altísimo, que ahora
está comenzando a ser extendida en esta tierra, debe hacerla acontecer”.

Hoy en día, la diversidad en la adoración y en la práctica es


frecuentemente defendida. La búsqueda por apenas un camino en tales
cuestiones es considerada desnecesaria, intangible y divisoria.

La verdadera uniformidad resulta del principio bíblico de adoración.


Nada debe ser instituido en la adoración a Dios a no ser aquello que el propio
Dios autorizó. Uniformidad que sigue este principio trae a los creyentes para más
cerca de Cristo como el Rey y Cabeza de la Iglesia.

La uniformidad es unificadora. Debemos estar “(…) unidos en una


misma mente y en un mismo parecer” (1 Corintios 1.10). Esto viene por el
caminar en una “misma regla” y sintiendo “la misma cosa” (Filipenses 3.16).

Gillespie defendió que cualquier uniformidad debe basarse en cosas que


sean “expresamente fundamentadas y autorizadas por la Palabra de Dios, o, por
consecuencia necesaria, y extraída de ella”.

Él rechaza la conformidad con aquello que es contra la Palabra de Dios


o con aquello que no es exigido por ella en cuestiones de conciencia. En el tiempo
de Gillespie, este tipo de conformidad no bíblica fue impuesta por los
episcopales. Ellos admitieron abiertamente que aquello que estaban imponiendo
eran invenciones humanas.

George Gillespie afirmó que la iglesia es “verdadera o hipócrita” en


relación directa con lo que ella hace, si está o no mezclando “invenciones
humanas en la santa adoración a Dios”.

En 1648, Gillespie se tornó ministro de la Catedral de Saint Giles en


Edimburgo, y moderador de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia. Él
murió de tuberculosis en diciembre del mismo año.

Él describió su ministerio de diez años, como “apenas un momento”.


Cuando estaba muriendo, él se negó a ser elogiado por su trabajo. Él dijo: “todo
lo que hice no puede soportar la piedra de toque de Su justicia; todas estas cosas
son apenas abominaciones y son como cosa inmunda, cuando ellas son
consideradas en relación a Dios. Cristo es todas las cosas, y yo no soy nada”.

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Uniformidad en la Escritura
Uniformidad en el Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento muestra una significativa uniformidad, a un nivel


sorprendente. Este fue el caso tanto en el contenido como en la forma de
adoración y servicio de Dios.

1. Pascua. “El décimo cuarto de este mes, entre las dos tardes, la
celebrareis a su tiempo; conforme a todos sus ritos y conforme a todas
sus leyes la celebrareis” (Números 9.3). “La misma ley será para el
natural, y para el extranjero que habitare entre vosotros” (Éxodo 12.49).

2. Sacrificio. Vea las reglas para los sacrificios en los primeros siete
capítulos de Levítico.

3. Lectura de la Escritura. “Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene


en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas” (Hechos 15.21).

4. La conducta y los servicios de los sacerdotes y levitas (1 Crónicas


23.26; Lucas 1.8-9).

Hay ejemplos similares que podrían ser dados en otros casos.

Uniformidad en el Nuevo Testamento

La uniformidad fue profetizada acerca de la iglesia del Nuevo Testamento, de


que Dios le daría tanto un camino como un corazón (Jeremías 32.39). No apenas
habría un único Señor, más Su nombre sería uno en el periodo del Nuevo
Testamento (Zacarías 14.9). Somos exhortados a caminar por la misma regla
según todo cuanto hemos alcanzado. Eso significa que debemos aplicarnos a la
uniformidad y no a la diversidad en aquellas cosas, buenas y rectas, sobre las
cuales estamos de acuerdo (Filipenses 3.16).

Uniformidad en la adoración del Nuevo Testamento

El apóstol Pablo, ¿no afirma y ordena la uniformidad en la adoración a Dios? “Si


habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y
uno interprete” (1 Corintios 14.27). “Pues Dios no es Dios de confusión sino de
paz. Como en todas las iglesias de los santos” (verso 33). “Pero hágase todo
decentemente y con orden” (verso 40). Él limita a los profetas a dos o tres y de
la misma manera a aquellos que tenían el don de las lenguas (verso 29).

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¿No fue una uniformidad significativa el hecho de él instruir a cada
hombre que ora o profetiza tener su cabeza descubierta y que toda mujer de
cubrirla (1 Corintios 11.1-16)?

Uniformidad en el orden del Nuevo Testamento

¿No da el mismo apóstol varias reglas además de enseñar sobre la fe y los deberes
prácticos de la vida cristiana? Las reglas son dadas para ser seguidas en la
ordenación y admisión de presbíteros y diáconos para el oficio. También hay
otras reglas sobre las viudas, acusación contra presbíteros, disciplina en la iglesia
por la amonestación y censura, y otras cosas pertenecientes a la forma de
gobierno.

Pablo exige, hasta aun, uniformidad entre las iglesias de Galacia y


Corinto en cuanto al día exacto para la ofrenda voluntaria: “En cuanto a la
ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las
iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga
aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no
se recojan entonces ofrendas” (1 Corintios 16.1-2).

Conformidad Antibíblica
La palabra “uniformidad” se volvió repugnante para varias personas que, hoy,
defienden la libertad y la tolerancia. Es tan repugnante como la palabra
“conformidad” era en los tiempos de episcopado.

Confieso que mi amor y deseo por la uniformidad no me hizo abandonar


a mi antigua oposición a la conformidad episcopal de forma alguna.
Conformidad episcopal limitó las conciencias de los hombres a practicar ciertos
rituales. Aunque estos fuesen o ilícitos o indiferentes, eran ordenados bajo
amenaza de castigo.

La Liga y Pacto Solemnes nos obliga a trabajar para traer las iglesias de
Dios, en los tres reinos, para una más próxima unidad y uniformidad. Esto debe
ser alcanzado a través de la adopción de una confesión de fe, una forma de
adoración, una forma de gobierno de la iglesia y catecismo.

Las siguientes diferencias entre la conformidad episcopal y la


uniformidad presbiteriana, deben ser observadas con cuidado.

Culto Inventado

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Los episcopales siguieron el ejemplo de las religiones paganas y del catolicismo
romano. Ellos inventaron ceremonias y un esplendor de pompa externa y
respetabilidad. Ellos convirtieron el Reino de Dios en una apariencia exterior.

Deseamos apenas mantener la antigua simplicidad apostólica. Cuanta


menos ceremonia, mejor. La mente de las personas es fácilmente apartada y
distraída de los deberes espirituales interiores, cuando hay ritualismo.

Cosas Ilícitas

Conformidad episcopal consistía en muchas cosas que eran ilegítimas y


contrarias a las Escrituras. Muéstrenos cualquier cosa semejante en cualquier
parte de nuestra uniformidad y tal cosa no será vista nuevamente. La exigencia
de la uniformidad en las cosas ilícitas solo aumenta la culpa del pecado.

Conformidad con el Romanismo

Episcopales eran conformados al catolicismo romano. Nosotros nos


conformamos al ejemplo de las mejores iglesias reformadas. Eso difiere tanto de
la práctica episcopal como una mujer modestamente vestida difiere de alguna
vestida como una prostituta.

Superstición

Las ceremonias sagradas por las cuales la conformidad episcopal fue


principalmente compuesta, eran idólatras o supersticiosas. Una vez que estas
cosas no eran necesarias, no deberían haber continuado, sino abolidas. Ezequías
tuvo que hacer eso con la serpiente de bronce. No hay nada de esto en la
uniformidad presbiteriana. Ninguno puede ordenar un rito religioso y sagrado o
cosas que no son Escriturales ni necesarias. No hay nada idólatra o supersticioso
[en nuestra uniformidad]. Si cualquier cosa como esta pudiere ser encontrada,
confesaré que debe continuar.

Ofensivas

Los Episcopales impusieron a practicar ceremonias que ellos reconocían no ser


apenas indiferentes, sino ofensivas. Muchos millares de personas temerosas a
Dios las consideraban ilícitas y contrarias a las Escrituras. Ellas se sentían
ofendidas por estas ceremonias. Nuestro principio es que hasta las cosas que son
indiferentes no deben ser practicadas si ellas fueren un escándalo y una ofensa
para los piadosos.

Libertad de Conciencia
Imposición en la Conciencia

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La práctica episcopal fue destructiva para la verdadera libertad cristiana. Ella
destruyó la libertad de la conciencia y práctica. Hombres, fuertemente
compelidos, en la práctica y en la conciencia, por la voluntad y autoridad de los
legisladores apenas. “Obedezcan a aquellos que gobiernan sobre ustedes” era su
grande argumento para convencer conciencias. “Así haré, así ordenaré, lo que
agrada permanece por alguna razón”.

Dijimos que ninguna de las reglas de la iglesia debe limitar la conciencia,


a menos que tenga la autoridad que viene de la Palabra de Dios. Ellas deber ser
fundamentadas y exigidas por la Palabra de Dios. Reglas sobre cosas indiferentes
no pueden ser obligatorias si tales cosas pueden ser descuidadas sin escandalizar
o demostrar cualquier desprecio por la autoridad de la iglesia.

Mandamiento de Hombres

Los mandamientos episcopales “(…) en conformidad a mandamientos y


doctrinas de hombres” (Colosenses 2.22). “Pues en vano me honran, enseñando
como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mateo 15.9). Esto se refiere a las
ceremonias enseñadas por los fariseos tales como las manos, cuerpos, mesas,
etc., para significar santidad.

Condenamos todas las ceremonias de significado religioso concebidas


por los hombres. Estas añaden a la Palabra de Dios. Añadir a la Palabra de Dios
es tan prohibido como quitar cualquier parte de ella. Que muchos de aquellos
que se oponen a nuestra uniformidad examinen si su propia práctica incluye
ceremonias de invención humana, sin autoridad bíblica.

Defendemos que la iglesia no tiene poder para especificar u ordenar


cualquier cosa perteneciente a la religión. Hay circunstancias que pertenecer al
orden y a la decencia exigida en todas las sociedades y a las acciones humanas.
Estas cosas son tantas y tan variadas, de acuerdo con los tiempos y lugares, que
no podrían ser especificadas en la Escritura. La iglesia solo puede ordenar en
armonía con las reglas generales de la Palabra.

Además de tales circunstancias, no hay cualquier parte substancial de la


uniformidad pactual que no sea expresamente ordenada por la Palabra de Dios o
sacada de ella por consecuencia necesaria. Tales cosas, por tanto, no son
mandamientos de hombres, más de Dios.

Yo podría mencionar más diferencias, más estas son más que suficientes.
Ellas demuestran que la conformidad episcopal y la uniformidad presbiteriana
son tan opuestas una a la otra como la oscuridad y la luz, el negro y el blanco, lo
amargo y lo dulce, el mal y el bien.

Nota sobre las circunstancias de la adoración

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Las circunstancias son distinguidas de los elementos de Culto. Los elementos
son aquellas cosas que son ordenadas en el Culto a Dios. Los elementos incluyen
la predicación, alabanza, lectura de las Escrituras y los sacramentos, etc. La
distinción es hecha por la Confesión de Fe de Westminster en el Capítulo I.VI.

Las circunstancias son las cosas que no son expresamente ordenadas,


más que sin las cuales la adoración no puede acontecer, tales como la
iluminación, un local combinado y el tiempo. Estas cuestiones son regidas por
los principios generales de hacer todas las cosas decentemente y con orden, para
edificación. Tales cosas no deben tener significados religiosos en sí mismas.

Nota sobre la consecuencia necesaria

La consecuencia necesaria es parte de la correcta interpretación de las Escrituras.


Es también referido en la Confesión de Fe de Westminster en el Capítulo I.VI.
Esto es simplemente el extraer o inferir el significado pretendido de las
Escrituras.

Tales conclusiones no deben contradecir el resto de las Escrituras. Estas


son tanto la Palabra de Dios como las declaraciones expresas dentro de las
Escrituras.

Fuente: publicacoesopacto.com

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