Robert Provine
Robert Provine
Robert Provine
Popularmente, la risa y la sonrisa se asocian con la felicidad y el buen humor, sin embargo
no constituyen medidas del humor fiables. Según recientes estudios, la risa es un
mecanismo de comunicación. De esto se desprende que el factor desencadenante de la risa
no es la felicidad o la alegría en sí mismas, sino el hecho de que exista, al menos, otra
persona que pueda recibir el mensaje, en forma de balbuceo lúdico. Se ha comprobado que
la relación entre la risa en sociedad y la risa en soledad es de 30 a 1. Literalmente,
necesitamos que haya más personas, y que se puedan reír, para reírnos.3n. 4
Estudio de campo
Provine buscó adoptar una «táctica naturalista y descriptiva» para revelar los disparadores
subconscientes y las raíces instintivas de la risa. Inicialmente observó a sujetos en su
laboratorio, pero encontró que la risa era demasiado frágil, ilusoria y variable bajo
escrutinio directo. Por ello, decidió observar la aparición de risa natural y espontánea en la
vida diaria. Empezó a escuchar y grabar a escondidas la risa conversacional (aquella que
sigue típicamente al discurso de la conversación un segundo después), documentando 1200
episodios, y estudió más tarde los patrones de quiénes reían y cuándo, para analizar sus
cualidades. Su conclusión fue que para que se produzca risa es necesaria más de una
persona, siendo el elemento mínimo una díada, un hablante y un oyente (excepto en el caso
de un espectador que ríe a carcajadas viendo la televisión, por ejemplo).
Sorprendentemente, Provine encontró que los hablantes ríen más que sus oyentes. La risa
tendía a seguir un ritmo conversacional natural, salpicando el discurso tras declaraciones
completas, y especialmente tras cambios de volumen o entonación. Lo más interesante fue
que menos de la cuarta parte de los comentarios previos eran realmente humorísticos.
Provine sugiere que la risa sincroniza los cerebros del hablante y el oyente, de tal modo que
sirve como una señal para las zonas receptivas del lenguaje, tal vez conmutando la
activación entre estructuras cerebrales competitivas de la cognición y la emoción.18
Probablemente, las cosquillas son la forma más antigua y segura de estimular la risa. Las
cosquillas y la risa son unas de las primeras formas de comunicación entre la madre y el
bebé. La risa aparece entre los tres y medio a cuatro meses de vida, es decir, mucho antes
que el habla. Por este motivo, la madre utiliza las cosquillas para estimular la risa del bebé
y establecer así una comunicación. La risa a su vez estimula a la madre a continuar
haciendo cosquillas, hasta que llega un momento en que el bebé empieza a quejarse,
momento en el que la madre se detiene.3
Por el mismo motivo que es más difícil reírse en solitario, también es difícil que una
persona se haga cosquillas a sí misma. Las cosquillas constituyen una parte importante del
juego, de manera que, cuando se le hacen cosquillas a una persona, no sólo intenta
escaparse y se ríe, sino que intenta devolverlas. En el proceso de dar y recibir cosquillas, se
tiene una especie de programación neurológica que hace que las personas establezcan
vínculos, y sucede lo mismo con el sexo. Las axilas, las palmas de las manos y las plantas
de los pies son zonas cuya estimulación mediante cosquillas produce la risa con mayor
facilidad.3
La risa es contagiosa
El sexo
Tanto los hombres como las mujeres se ríen en la misma medida. No obstante, la situación
que produce más risa es cuando un hombre habla con una mujer, o viceversa, y en esta
situación la mujer es la que lidera la risa y el hombre el líder de producción de la risa. Al
igual que ocurre con el habla, la risa de las mujeres presenta en general un tono más agudo
que la de los hombres. Una de las características de los hombres más atractivas para las
mujeres es el sentido del humor, aunque no precisamente la capacidad de reírse. Es decir, la
mujer busca a un hombre que la haga reír y que no se ría demasiado.3
La relación entre la risa y los sucesos del mundo está modulada por la cultura y la
sociedad.20 Actualmente, relacionamos la risa con la idea de «ser feliz y sentirse bien». Sin
embargo, Platón y Aristóteles, entre otros autores que escribieron sobre la risa, tenían una
visión más oscura sobre ella. Ellos, por ejemplo, encontraban divertidas las ejecuciones
públicas, algo que actualmente es políticamente incorrecto, del mismo modo que también
se reían, además de con las personas de su grupo, de personas de otros grupos, como por
ejemplo, otras etnias o razas. En la actualidad, nuestro propio lenguaje matiza tal
diferencia: no es lo mismo reírse con alguien, que reírse de alguien. Para Robert Provine, la
risa ridiculizadora es un mecanismo instintivo ancestral diferente de la risa de grupo que
servía para modular la conducta de los individuos que no pertenecían al grupo propio, con
la finalidad de que éstos se adaptasen y se integrasen en el mismo.3 La antropóloga Verena
Alberti utiliza los términos «risa de acogida» y «risa de exclusión».20
Según el científico, esa es la razón por la que la gente ríe en circunstancias embarazosas o
desagradables. Afirma que la risa es un instrumento para cambiar el comportamiento de los
demás. En una situación embarazosa, como una disputa, la risa representa un gesto de
apaciguamiento, una forma de disminuir la ira y la tensión. Si la otra persona logra
contagiarse, se disipa el riesgo de confrontación.3
Las observaciones de Provine le sugirieron que el rango social determina los patrones de
risa, especialmente en el lugar de trabajo; los jefes provocan fácilmente carcajadas de sus
subordinados y hacen bromas a costa de ellos, lo que sugiere que el fenómeno es
generalmente una respuesta de sumisión al dominio.18
Según Robert Provine, los lingüistas y estudiosos del lenguaje no prestan a la risa la debida
atención, mientras que sí lo hacen respecto al papel que juega en la producción del sonido
la fisiología de la laringe y de diversas partes de las vías vocales. En sus propias palabras:
La risa forma parte del vocabulario universal humano, y si queremos comprender cómo el
cerebro produce el sonido deberíamos analizar comportamientos que todo el mundo tiene
de la misma manera; o sea, que estudiar la risa —si queremos comprender el
comportamiento humano— será como usar el E. coli, o la mosca de la fruta, para
comprender el mecanismo de la genética. En lugar de afrontar la inmensa complejidad de la
naturaleza, intentamos concentrarnos en una pequeña molécula, que es una parte, a la que
se puede acceder mejor.3
Robert Provine
Perspectiva filosófica
Albert Einstein. Figura emblemática de la ciudad de Ulm, basada en una fotografía que le
fue tomada al científico el 14 de marzo de 1951 por el fotógrafo Arthur Sasse, quien le
pidió a Einstein que posara para él a la salida de una fiesta por su 72º cumpleaños.
La frivolidad atribuida a la risa, según el sociólogo, proviene del hecho de que lo cómico y
lo serio son mutuamente excluyentes, de tal modo que una broma en una situación seria se
considera, precisamente, eso, frívola. En sus propias palabras: «Las personas que escriben
libros sobre lo cómico son blancos legítimos de la parodia, la sátira y otras modalidades
agresivas de respuesta humorística frente a una sociedad intolerable».21
De la superficialidad, por otra parte, podemos hacer constancia con buenos ejemplos
procedentes nada menos que del Diccionario de la lengua española, vestigios de la antigua
concepción de la risa que, más que facilitar su definición, producen su aparición en el
lector:22
Otro ejemplo —quizás más preocupante—, es la ausencia de una entrada para la expresión
«sentido del humor». Y el problema se repite en la lengua inglesa con el Oxford English
Dictionary, como muestra Berger en su libro Risa redentora.23
En nada se manifiesta más claramente una personalidad que en aquello de lo que se ríe.20
Goethe
En palabras de Berger, «lo cómico es la visión del mundo más seria que existe».24 Berger,
de inclinación religiosa y quizás influido por el pensamiento de Kierkegaard, a quien cita
numerosas veces en su libro, sostiene que lo cómico es una promesa humana de redención,
y que la fe religiosa es la intuición de que se cumplirá dicha promesa.25
Perspectiva social
Varios estudios apuntan hacia el carácter transgresor socialmente aceptado de la risa, que,
dentro de ciertos límites, quebranta las normas sociales y culturales para convertirse a su
vez en otra norma. Asimismo, el carácter desordenado de la risa actúa como agente
liberador —casi redentor, afirma la antropóloga Verena Alberti— frente a las presiones
sociales. En cambio, Erving Goffman y Gregory Bateson postulan, más que la mera
transgresión de las normas, la existencia en la sociedad de un nivel metacomunicativo en el
que «todo vale», dentro del cual, «la vida es un juego».20
Peter Berger expresa lo mismo con otras palabras, al decir que «lo cómico está por encima
del bien y del mal». Retomando el pensamiento de Alfred Schütz, Berger describe la
realidad como compuesta por distintas parcelas finitas de significado excluyentes entre sí,
tal es el caso del humor, el erotismo, el arte, los sueños o el juego; cuando pasamos de una
parcela a otra, lo hacemos bruscamente, mediante una especie de salto; y la lógica que
impera en cada una de ellas es incompatible con la del resto. De entre esas parcelas, la de la
vida cotidiana es la que se ha impuesto en nosotros como la principal. Esa es la razón —
argumenta—, por la que, cuando regresamos a ella, sentimos la necesidad de aclarar a los
demás, o a nosotros mismos, que «todo fue una broma», o que «ahora vamos a hablar en
serio».26 En definitiva, al hacerlo estamos intentando recuperar el control de aquella parcela
que hemos decidido vivir como la «auténtica»:
Autores como Viveka Andelswärd (1989), Robert Provine (1993) y Phillip Glenn (2003)
apoyan el carácter social de la risa.7 Según Provine y Fischer (1989), la risa propiamente
dicha depende mucho más del ambiente social que la sonrisa y el habla.7