LIBRO Honrando A Dios

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Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú

creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.


Apocalipsis 4:11

HONRANDO A DIOS

Autor
Pastor Carlos Suárez Corcho
AGRADECIMIENTOS

Al Espíritu de Dios por impactar mi vida, enseñarme y darme siempre el


deseo para honrar a mi Dios y Padre Celestial. A todos lo que dieron su
aporte en mi vida y así tener una vida espiritual dedicada a servirle para su
honra y gloria.
INTRODUCCION

“Sí, pues, soy yo Padre ¿dónde está mi honra?, Y si soy Señor, ¿dónde está mi
temor?” (Malaquías 1: 6)

El propósito del hombre en la tierra es glorificar a Dios, agradarle en todo,


conocerle íntimamente y deleitarse en Su presencia. Todo lo que hacemos,
debe ser para su Gloria y Honra y el avance de su Reino.
Pero por falta de temor en la gente, no lo honrar como es debido. Por eso
vemos manifestaciones en el culto y servicio a Dios con poco ánimo, eficiencia
y verdad.
En el libro de Malaquías 1:6 el Señor se pregunta ¿Dónde esta mi honra? Si
Dios se hace esta pregunta es porque sus hijos no le están honrando como
debe ser.
La vida cristiana debe manifestar en todo momento honra a Dios Padre
porque debemos ser conscientes de su omnipresencia o presencia en todo
lugar, ósea que no hay lugar donde no lo podamos honrar. Así que todo lo que
hagamos debe estar impregnado la honra a nuestro Dios.
1. RESPETANDO LA PRESENCIA DE DIOS EN CASA

Hay muchas maneras en la que debemos honrar a Dios y el primero es de


respetar Su casa y tener una actitud de reverencia cuando nos acercamos a
Él, tanto en la oración como en la alabanza. La alabanza y la adoración deben
ser dirigidos hacia Dios y no solamente para disfrutar de una bendición o tener
una experiencia religiosa.
Dios honra, a los que le honran y visita a los que realmente anhelan Su
presencia y aprecian Su palabra más que el oro.

El que sacrifica alabanza me honrará;


Y al que ordenare su camino,
Le mostraré la salvación de Dios.
Salmo 50:23

Entrad por sus puertas con acción de gracias,


Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre.
Salmo 100:4
2.HONRANDO A DIOS EN NUESTRA FORMA DE
HABLAR
También podemos honrar a Dios en nuestras conversaciones, poniendo freno
a la lengua. Reconociéndole como Él que oye cada conversación y Él que
comprende cada deseo de nuestros corazones.

Viviendo como si Dios no estuviera presente, es perder grandes beneficios. Él


está presente (omnipresente) en cada momento, y tiene interés en cada
situación, aun en las cosas que parecen insignificantes. Le honramos cuando
practicamos Su presencia y estamos conscientes de que Él oye nuestras
conversaciones. El salmista dijo:
“Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de
ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.” (Salmo 19:14)

Honramos a Dios en consultarle antes de tomar decisiones. No lanzándonos y


tomando pasos y luego pidiendo su bendición sobre lo que ya hemos
decidido, sino reconociéndole en todos nuestros caminos y El guiara nuestros
pasos.
“Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus
veredas.” (Proverbios 3:6)
4.HONRANDO A DIOS CON NUESTRO CUERPO

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros,
el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y
en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. (1 Corintios 6:19,20)

Cualquier área de nuestra vida donde no hay disciplina o no está sujeta al


Señorío de Cristo puede desembocarse y dominarnos. A esto lo llama el
apóstol Pablo, “pasiones desordenados”. La glotonería que produce
obesidad mórbida, el uso de tabaco, el exceso de alcohol, la adición al café y
los dulces, deseos desordenados sexuales, dañan el cuerpo y pueden dar
lugar a enfermedades y ataduras.
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de
amor y de dominio propio. 2 TIMOTEO 1:7

El propósito del dominio propio es de fortalecernos espiritualmente para poder


vencer al pecado, la carne y la influencia negativa del mundo. De poder huir
de la corrupción que hay en el mundo por medio de las concupiscencias.
San Pablo dijo: “Huid de la fornicación” Huid de las pasiones juveniles. Para poder huir
de un peligro uno tiene que estar en forma para correr. Para pelear la buena batalla de
la fe, tenemos que ser disciplinados. Pablo escribiendo a Timoteo dijo: “disciplínate a ti
mismo para la piedad” (1ª Timoteo 4:7-8).

Parte de nuestra disciplina es despojándonos de todo pecado y de los pesos


y cosas innecesarios que impiden nuestra carrera.
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestra tan grande nube
de testigos, DESPOJÉMONOS de TODO PESO y del pecado que nos asedia, y
corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.”
(Hebreos 12:1)

El Espíritu Santo, nos provee de la virtud del dominio propio. El que tiene el
Espíritu Santo tiene el potencial de la auto-disciplina. El pecado no se
enseñorea de nosotros. No obstante, Dios quiere que pongamos toda
diligencia en colaborar con el Espíritu Santo.

El que no se disciplina en las cosas lícitas (las comidas, el gasto de dinero, el


sexo, etc.) no tendrá fuerza para resistir lo que es ilícito. El que alimenta la
naturaleza carnal en un área, será débil en otra. El que no domina la carne en
un punto da lugar a ser vencido en otro. La ociosidad y la abundancia de
cosas materiales debilitan al espíritu y combaten contra el espíritu y
adormecen la conciencia y produce sordera a la voz de Dios.
El peligro en todo esto, además de debilitarnos e impedirnos el crecimiento
espiritual, es que si no ponemos el cuerpo en sujeción, podemos llegar a ser
descalificados. En vez de un vaso de honra, seremos vasos de usos viles y no
útiles en el Templo de Dios.

“Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a


vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio;
al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad…” (2ª Pedro 1:5-6)

El propósito de la auto-disciplina o el dominio propio es en primer lugar de


honrar y glorificar a Dios y en segundo lugar de dar buen testimonio y de no
ofender a la conciencia de otros más débiles y en tercer lugar que crezcamos
fuertes espiritualmente y no ser descalificados. Pablo hablando a los Corintios
habla de la disciplina cristiana y lo compara con los que entrenan y compiten
en deportes:

La Iglesia primitiva era una Iglesia disciplinada, unida en amor y propósito,


unidos en contra de la persecución y unidos en su avance contra las puertas
del infierno. Una Iglesia con un solo propósito, disciplinado y consagrado a los
intereses del reino de Dios será invencible. No hay vocación más digna que
ser portador del mensaje de esperanza, ni honra mayor que ser un embajador
de Cristo.
5.HONRANDO A DIOS CON NUESTRO DINERO
“Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y
serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de
mosto.” (Proverbios 3:9-10)

La forma en la que invertimos el dinero es una clara indicación de lo que


valoramos. Si entendemos que es Dios quien nos da la capacidad de ganar
dinero y que es Él que suple todas nuestras necesidades, según Sus
riquezas, entonces es natural que honremos a Dios con nuestras ofrendas y
diezmos. El diezmar honra a Dios. Con el diezmo y las ofrendas reconocemos
que todo le pertenece a Dios y que somos suyos.
“Y Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, y su exclusiva posesión,
como te lo ha prometido, para que guardes todos sus
mandamientos.” (Deuteronomio 26:18)

El rehusar diezmar y ofrendar revela el amor al dinero, el amor al mundo y la


falta de amor hacia el Señor. Muestra la falta de reconocer al Señor como
fuente de todo lo que tenemos. Muestra la falta de fe en las promesas del
Señor que dijo:
“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en
vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a
medir.” (Lucas 6:38)

Reconozcamos que toda buena dádiva viene de arriba, honrando a Dios con
nuestros diezmos y ofrendas, porque todo viene de Su mano. Devolvamos a
Dios lo que le pertenece como ofrenda de gratitud. Honremos a Dios con
nuestros bienes con las primicias de nuestra ganancia.
El que reconoce que es solamente un administrador de sus bienes y un
mayordomo que tiene que dar cuenta de su mayordomía, entonces no le es
cosa extraña el honrar a Dios en la manera en que gasta el dinero, o invierte y
diezma. El que gasta sin reconocer el Señorío de Cristo sobre sus
pertenencias, no le honra y no debe esperar que Dios le honre y multiplique su
semilla.

Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en
esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y
derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni
vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos.
Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice
Jehová de los ejércitos. (Malaquías 3:10-12)
6.HONRANDO A DIOS ENSEÑANDO A NUESTROS
HIJOS A HONRARLO.

Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;


y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el
camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos;
y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. (Deuteronomio 6:6-9)

Dios quiere que las próximas generaciones aprendan y mantengan la honra a


su nombre, por eso desde el antiguo testamento Dios estableció que los
padres debían repetirles las ordenanzas y mandamientos a sus hijos.

Garantizar que las próximas generaciones honren a Dios va a determinar su


éxito, porque las mantiene bajo pacto y así nada le va a impedir alcanzar el
destino profético.

Aquellos siervos que no enseñaron a sus hijos a honrar a Dios, hizo que sus
generaciones desaparecieran o fueran excluidas de su bendición. Uno de
esos casos es la casa del sacerdote Elí, quien sus hijos no hicieron lo correcto
y esto se debe a que no aprendieron o no fueron enseñados, lo cual hizo que
no pudieran seguir en el sacerdocio la familia de Elí.

Y el mensajero respondió diciendo: Israel huyó delante de los filisteos, y también fue
hecha gran mortandad en el pueblo; y también tus dos hijos, Ofni y Finees, fueron
muertos, y el arca de Dios ha sido tomada.
Y aconteció que cuando él hizo mención del arca de Dios, Elí cayó hacia atrás de la silla
al lado de la puerta, y se desnucó y murió; porque era hombre viejo y pesado. Y había
juzgado a Israel cuarenta años. (1 Samuel 4:17,18)
CONCLUSIONES
Hoy y siempre debemos estar entendidos que con nuestra vida debemos honrar a Dios,
con lo que tenemos y con lo que hacemos. Porque Dios debe ser todo para nosotros.

El que sacrifica alabanza me honrará;


Y al que ordenare su camino,
Le mostraré la salvación de Dios.
Salmos 50:23

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