El Perdón

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EL PERDÓN

El Perdón muchas veces es superficial y al hacerlo prontamente nos


privamos de una serie de posibles aprendizajes.

Los seres humanos somos organismos con sistemas de regulación interna tanto
biológicos como psicológicos, los mismos que posibilitan la vida, así también
estamos en inter-relación con otros organismos, siendo todos parte de un sistema
mayor que nos contiene y que también tiene diferentes modos de regulación como
el clima, las leyes físicas, los sistemas de regulación social, entre otras.

Hay situaciones vinculares en que sentimos que hemos sido víctimas de algún tipo
de abuso, y como consecuencia nos resulta natural sentir enojo y dolor, sin
embargo, muchas veces estas emociones no son legitimizadas ni expresadas (con
frecuencia ocurre por desconocimiento de su función) generando así las
condiciones para que éstas se cristalicen convirtiéndose en resentimiento,
quedando así, ligados a la persona que nos infligió el daño o a la situación.

Cuando estamos resentidos, en el proceso terapéutico, se nos guía a que en


primer lugar expresemos nuestro dolor y enojo, y luego se nos invita a que lo
perdonemos; aquí es necesario tener en cuenta dos aspectos, primero no siempre
se está en posibilidades de soltar y perdonar (siendo necesario explorar este
hecho) y segundo ¿qué de útil tiene perdonar?

Desde mi punto de vista, veo que el perdonar puede algunas veces ser superficial,
y no me parece lo más útil como única y exclusiva resolución. Lo que planteo sea
quizás más doloroso, pero siento que finalmente será de mayor utilidad, y que
luego estaré en mejores condiciones de poder resolver la situación o perdonar.

El perdonar consiste en soltar el dolor, el sentimiento de impotencia y la rabia para


recuperar las esperanzas, la confianza y la tranquilidad. El perdonar nos abre
nuevamente, al amor.

1. Ser capaz de reconocer los sentimientos y enfrentarlos de manera abierta.


Saber cómo se siente acerca de lo que pasó y ser capaz de reconocer qué es
lo que no le está permitiendo sentirse bien. También resulta efectivo para
sanar, compartir la historia y los sentimientos dolorosos con otras personas.
2. Comprometerse consigo mismo y hacer lo necesario para sentirse
mejor.  El perdón es para el que perdona, para nadie más.
3. Perdonar no significa necesariamente reconciliarse con la persona que
provocó el daño, o la apología de sus acciones. Lo importante es recuperar la
paz. El perdón puede ser definido como la “paz y la comprensión que vienen al
dejar de culpar al que te ha herido, al menos, tomar la experiencia de manera
menos personal para ayudarnos a transformar el rencor.”
4. Obtener la perspectiva correcta de lo que está sucediendo. Reconocer que
la mayor dificultad proviene de los sentimientos heridos, pensamientos y
malestar físico que está sufriendo ahora, no por la ofensa que sufrió hace unos
minutos o hace muchos años. El perdón ayuda a curar los sentimientos
lastimados.
5. Practicar alguna técnica de manejo de estrés para calmarse y reducir la
respuesta.
6. En el momento en que sienta malestar por la experiencia dolorosa que
vivió, de lucha.
7. Aceptación de que la vida no es justa. Renunciar a expectativas. Reconocer
que a todos nos pasan cosas supuestamente dolorosas en donde tocamos
impotencia. La misión del humano no es ajustar la balanza y castigar a otros,
sino aprender a gozar de la vida, entablar relaciones sanas y ayudar a los
demás y ser feliz.
8. La vida bien vivida es el mejor de los aprendizajes y modelajes que
podemos reproducir en nuestras vidas. Esto en lugar de centrarse en los
sentimientos heridos y la venganza hacia quién le causó el dolor.
9. Aprender a encontrar el amor, la belleza y la bondad a su alrededor.
10. El perdón es un poder personal, y sobre todo el perdonarnos porque somos
exactamente como somos.

La pregunta que debo de hacerme antes de intentar perdonar es:

 ¿Qué aspectos de mi persona, que características –psicológicas y


emocionales- contribuyeron o facilitaron para que me pase lo que me
pasó?

 A partir de este punto, del reconocimiento de estos aspectos, entra en juego


mi responsabilidad, en el sentido de qué hago yo con estas características o
aspectos míos que intervinieron en lo que pasó ¿Los asisto y propicio su
curación y crecimiento o los mantengo igual, o incluso por ignorancia los
enfermo más?

Esto debe ser tomado con cuidado y no ser una excusa para sentir culpa
disfuncional que sólo produzca malestar innecesario.

Lo que propongo es descubrir que aspectos de mi persona funcionaron como


facilitadores, para que ocurra lo que me ocurrió, de este modo puedo iniciar la
transformación de aquellos aspectos, a quienes hoy puedo identificar gracias a lo
ocurrido. Al  reconocerles su existencia -en las condiciones de experimentación y
aprendizaje que nos propone la terapia- podemos aprender a brindarles asistencia
(amor e información) desde otros aspectos más crecidos de nuestro ser.

Si el perdón se produce muy pronto o de una manera superficial, me volverá a


ocurrir una situación similar, que ponga en evidencia aquello que sigue sin
resolverse dentro de mi ser. Un desacuerdo que “ya” habita en mí.

Esto se puede graficar del modo siguiente: tengo características psicológicas y


emocionales que me permiten adaptarme y desarrollarme en mi entorno,
asimismo tengo aspectos carenciados (menos crecidos) que no me permiten
lograr esa adaptación creativa, y son estos aspectos, muchas veces,  los que se
ponen en evidencia cuando una persona del entorno me infringe algún daño.

Por ejemplo: puede que haya ocurrido determinada situación, porque tengo
un aspecto dependiente (una parte de mi ser que experimenta esa sensación de
dependencia) que no pone límites claros por miedo a sentirse abandonado  o
sentirse rechazado, por lo tanto, permite en muchas ocasiones la invasión de su
autonomía sintiéndose luego lastimado.

Entonces probablemente si coloco frente a mí (en el espacio terapéutico) a este


aspecto dependiente (personificado) sienta cólera al verlo, y le diga: ¡siempre
ocurre lo mismo por culpa tuya!, ¡No quiero verte, no quisiera que
existas!; provocando que este aspecto dependiente se sienta cada vez peor,
incrementando su necesidad de depender de figuras del exterior (de mi entorno).
Este diálogo que estoy describiendo en este momento, se da entre dos aspectos
de mí ser, y son conocidos como diálogos intra-personales y ocurren todo el
tiempo, tengamos o no conciencia de ello.
Cuando identifico claramente estos aspectos (carenciados), estoy en mejor
posibilidad de auto asistirme, de facilitar que estos aspectos evolucionen hacia
estados de mayor madurez.

Cuando me percato de que puedo contribuir al crecimiento de estos aspectos míos


o a su permanencia, o incluso generarles mayor sufrimiento, el diálogo cobra otro
matiz; entonces ya frente a mí, le podría expresar: No sabía el daño que te hacía
tratándote de este modo, me siento en desacuerdo con la manera como
sientes aquí y ahora, me gustaría asistirte de manera que tú sientas que en
primer lugar reconozco que existes y que también te ayudo a sentirte en un
estado mejor, dado que tú también quieres evolucionar hacia ese estado de
independencia.

Por otro lado, al permitirme personificar y actuar los aspectos que facilitaron que
ocurriera lo que me ocurrió (los aspectos carenciados), descubro
vivencialmente sus necesidades aprendo a existir desde este lugar, de modo que
cuando surgen ya no son espacios oscuros y desconocidos para mí.

Entonces personificando el aspecto dependiente podría responder: Con tu trato


inicial sólo me generabas mayor dolor y eso ayudaba poco, a mí también me
gustaría sentirme con mayor independencia para poder poner límites claros
sin tanto temor a sentirme abandonado, con este último trato que me das,
me siento acompañado…

Es desde esta perspectiva de poder auto asistir a estos aspectos (míos)


carenciados, que considero que se puede iniciar el proceso de dejar partir al que
nos encamina el perdón.

Sin embargo, quiero señalar que parte de la madurez es reconocer aquello que
puedo modificar y aceptar aquello que escapa a mis posibilidades. Es decir, no
todos los diálogos, desde un inicio, tienen un desenlace de comprensión, muchos
de ellos necesitarán de tiempo e instrumentación para lograrlo, o de la aceptación
en el aquí y ahora de la imposibilidad para modificarlo.

Deseo agregar que lo planteado en este artículo, es sólo una esfera de la


experiencia del resentimiento, haciéndose necesario resolverlo también en su
función inter personal para lo cual podríamos bien apoyarnos en los diez pasos
que nos propone el Dr. Héctor Salama Penhos, los cuales a continuación
brevemente detallo:
 

DIEZ PASOS PARA RESOLVER LOS RESENTIMIENTOS

1         Rastreo: Se le pregunta al individuo si tiene resentimientos con alguna


persona significativa de su vida y que desee resolver.

2         Ubicación: Se investiga de dónde proviene y a quién le pertenece.

3         Confrontación : Se le sugiere al consultante que respire profundamente 3


veces y establezca el contacto con su zona interna, luego se le pide que visualice
a la persona con quien tiene rencor y cuando lo consigue se le dice que exprese
los resentimientos negativos que conserva hacia éste. La frase es: Estoy
resentido/a contigo porque…

4         Comprensión: Este paso implica el comprender la conducta desagradable


para nosotros de la persona significativa, su contexto y su historia personal. Esto
significa que lo mejor que esa persona podía hacer fue lo que hizo. La frese
es: comprendo que lo que hiciste fue lo único que podías hacer con lo que
tenías.

5        Aceptación: Este paso sirve para aceptar que la otra persona es la única


responsable de lo que hizo o dijo. La frase es: acepto que lo que dijiste o hiciste
te pertenece, por lo que te lo regreso.

6        Diferenciación: Se hace la diferenciación entre el individuo y la persona


con la que tiene resentimientos. La frase es: yo soy yo y tú eres tú.

7         Perdón: Cuando perdonamos a quien nos hizo daño estamos


comprendiendo y aceptando que su actuación le pertenece a ella y nos prepara
para liberarnos. La frase es: te perdono.

8         Liberación: En este paso sentimos placer en liberar la creencia unida al


afecto displacentero y dejamos libre la energía bloqueada que estaba unida a la
persona significativa quedándonos con el amor, si es lo que deseamos conservar.
En este paso el consultante libera energía con una respiración a la que he
llamado, respiración de asimilación. La frase es: te libero de mí y me libero de ti.
9         Amor: Aquí lo que hacemos es decirle al consultante que se quede con la
parte positiva del introyecto. La frase es: conservaré de ti… y señala todo aquello
que si le agradaría mantener consigo.

10         Cierre: Por último, se hace el cierre para finalizar con el cuarto cuadrante


del ciclo o retroalimentación. La frase es: cómo me siento y que aprendo.

Aprender a legitimizar nuestro dolor y expresar nuestro enojo (Biológico y


Psicológico) requiere se examine y actualice una norma interna, y es lo que
comúnmente llamamos “introyectos”, y se accede a ella respondiendo a la
pregunta siguiente: ¿Cuál es el aprendizaje que impidió y que impide que yo
exprese “que me siento dolido y que me siento enojado” –cuál es esa
norma-?

Para concluir diré  que otra esfera del resentimiento, que vale la pena explorar, es
la  relación que mantienen mi evaluador interno y mi aspecto resentido, ya que
este evaluador interno puede empeorar mi estado de resentimiento o enojo
cronificado, diciéndole por ejemplo: “mírate cómo estás, ni siquiera puedes
expresar tu molestia”, o “eres una mala persona por sentir enojo, él (ella) era
tan bueno (buena)”, etc.

Considero el resentimiento como un  síntoma, como una señal que nos indica
algunos aprendizajes que se hacen necesarios transitar, un síntoma  como
cualquier manifestación corporal o emocional. El cual nos conduce a explorar la
relación que mantengo con ciertos aspectos carenciados, los aprendizajes que
impiden reconozca y exprese mi dolor y enojo, la manera como evalúo a mi
aspecto resentido, y la exploración del vínculo interpersonal.

Bibliografía:

 La sabiduría de las emociones. Norberto Levy. Editorial: Plaza & Janés


Editores, S.A.

 La mirada contemplativa. Eduardo Carabelli. Material de la escuela del


Centro Gestáltico de San Isidro, Buenos Aires – Argentina.
 Un primer contacto con la gestalt.  Alberto Isaac Sánchez. Editado por el
Centro Gestáltico de Perú.

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