Doctrinas Éticas
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Doctrinas Éticas
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Síntesis tomada de “Razón práctica y dimensión ética del ser humano: Principales teorías éticas”
[http://goo.gl/yknzbT] y “Principales teorías éticas”
[http://www.filosofia.net/materiales/sofiafilia/eec/eec_26.html]. Acceso: 11 de febrero 2020
PUCE Ambato- 2020 Mtr. José Guerra Carrasco Para uso de maestrantes
moral, naturalismo
ético, utilitarismo,
hedonismo
¿Qué debo hacer? Debo actuar de Formal Formalismo, ética
acuerdo con una discursiva
norma que puede
ser ley universal
Debo hacer esto, Material Eudemonismo,
porque es lo bueno hedonismo,
estoicismo,
utilitarismo,
naturalismo ético
¿Cuáles son la Las que tiene Teleológica Eudemonismo,
acción correcta? consecuencias que hedonismo,
se acercan al bien naturalismo ético,
utilitarismo
Las que es correcta Deontológica Formalismo, ética
en sí misma, al discursiva
margen de su
consecuencia, pues
cumple con el deber
¿Puedo conocer lo Si Cognoscitiva Intelectualismo
que está bien y moral,
debo hacer? eudemonismo,
hedonismo,
Utilitarismo,
formalismo, ética
discursiva
No No cognoscitiva Emotivismo
árbol; el huevo un pollo... No puede ser menos en el caso del hombre; si lo que lo
distingue es su capacidad racional, su fin natural es la actividad racional. Así, la máxima
felicidad humana reside en lo que le es esencial por naturaleza: la vida contemplativa -
conocer la naturaleza y a Dios- y la conducta prudente -elección del término
medio entre el exceso y el defecto-.
Hedonismo. Viene del griego hedoné, que significa placer. Es hedonista la
doctrina que identifica el placer con el bien, y concibe la felicidad en el marco de la vida
placentera. Aunque existen muchas teorías, suelen diferir entre ellas por la definición de
placer. Los cirenaicos planteaban que el fin de la vida era el placer, entendido en sentido
positivo como goce sensorial, algo sensual y corporal, y no como fruición intelectual ni
como mera ausencia de dolor. El epicureismo identifica placer con felicidad,
pero definiendo el placer como ausencia de dolor; no se trata, pues, de buscar el placer
sensual del cuerpo, sino la ausencia de pesar en el alma, algo que logra el sabio que se
conduce razonablemente y no que escoge placeres aparentes. “El principio y la raíz de
todo bien es el placer del vientre... No sé qué idea me forjaría acerca del bien si
suprimiese los placeres del beber y del comer, del oído, la vista y los de Venus”
(Epicúreo).
Estoicismo. En un sentido amplio, pueden considerarse estoicas las doctrinas
éticas que defiendan la indiferencia hacia el placer y el dolor externo, y la austeridad en
el propio deseo. En sentido estricto, el estoicismo es la corriente grecorromana iniciada
por Zenón que se basa en una particular concepción del mundo: éste está gobernado por
una ley universal (logos) que determina el destino de lo que en él acontece, tanto para la
naturaleza como para el ser humano. Por tanto, el ser humano está limitado por
un destino que no puede controlar y al que sólo puede resignarse. Esa es la razón de que
la conducta correcta sólo es posible en una vida tranquila, conseguida gracias a la
ecuanimidad del alma, es decir mediante la insensibilidad al placer y hacia el dolor, que
sólo será alcanzable con el conocimiento de la razón universal, o destino que rige la
naturaleza.
Naturalismo ético. Se puede calificar de naturalista toda teoría ética que
defienda la existencia de una ley moral, natural y universal, que determina lo que está
bien y lo que está mal. Esa ley natural es objetiva, pues, aunque el ser humano puede
conocerla e interiorizarla, no es creación suya, sino que la recibe de una instancia
externa. Tomás de Aquino es quien mantiene de forma más convincente el naturalismo
ético. Para él, Dios crea al ser humano a su imagen y semejanza y, por ello, en su
naturaleza le es posible hallar el fundamento del comportamiento moral. Las personas
encuentran en su interior una ley natural que determina lo que está bien y lo que está
mal, gracias a que participa de la ley eterna o divina.
Espontaneísmo vitalista. Nietzsche es el principal representante de esta
corriente. Él afirmaba que la ética no depende de las reglas, sino que es “fabricada” por
el instinto de poder que tienen los hombres, con su tendencia a ejercer dominio sobre los
demás. Y como el deseo de poder es permanente, no hay límites para ese instinto. El
hombre, dice él, tiene la “obligación” de buscar la realización de esta espontaneidad
vital sin que nada ni nadie se lo impida.
PUCE Ambato- 2020 Mtr. José Guerra Carrasco Para uso de maestrantes
Formalismo. Es formal el sistema que cree que la moral no debe dar normas de
conducta, sino limitarse a establecer cuál la característica de toda norma moral. Según
Kant, sólo una ética así es universal y garantiza la autonomía moral del ser humano,
libre y racional. La ley moral no puede ser impuesta desde fuera (ni por la naturaleza ni
por la autoridad), sino que debe ser la razón la que se da a sí misma la ley. Si la razón
legisla sobre sí misma, la ley será universal, es decir válida para todo hombre y podrá
establecer la forma correcta de actuar, mediante imperativos categóricos
incondicionados, que se diferencian de los imperativos hipotéticos, propios de la ética
material, que expresan una norma que sólo tiene validez como medio para alcanzar un
fin. “El imperativo categórico kantiano obra de tal modo que la acción pueda
convertirse en ley universal”, por lo tanto, no depende de ningún fin y no dice qué
tenemos que hacer, sino que es un criterio para saber qué norma es moral y cual no.
Sólo es moral la norma que es universalizable.
Emotivismo. Por emotivismo se entiende la teoría que considera que el juicio
moral surge de emociones. Según esta corriente, la moral no pertenece al ámbito
racional, ni puede ser objeto de discusión o argumentación. Por lo tanto, no existe lo que
se ha llamado ‘conocimiento ético’. David Hume, uno de sus representantes, afirma que
las normas y juicios morales surgen del sentimiento de aprobación o rechazo que
suscitan en nosotros ciertas acciones. Así, una norma como “debes ser sincero” o un
juicio moral como “decir la verdad es lo correcto”, se basan en el sentimiento de
aprobación que provoca la acción sincera y en el sentimiento de rechazo que genera la
acción engañosa. Para los emotivistas, el juicio moral tiene la función de suscitar esos
sentimientos no sólo en uno, sino en el interlocutor quien también es influenciado en sus
sentimientos por ese juicio y esa norma moral. “Observa qué consecuencia provocas y
sabrás la que es buena”, es la frase que resume la idea general del emotivismo.
Utilitarismo. Es una teoría ética cercana al eudemonismo y al hedonismo, pues
defiende que el fin humano es la felicidad o el placer. Por ello, las acciones y normas
deben ser juzgadas de acuerdo con el principio de utilidad o de máxima felicidad. Al
igual que las anteriores, es una ética teleológica, pues valora las acciones como medios
para alcanzar un fin. La acción es buena cuando su consecuencia es útil (acercan a la
felicidad) y es mala cuando su consecuencia no lo es (alejan de ella). Según John Stuart
Mill, la principal diferencia con el hedonismo es que el utilitarismo trasciende el ámbito
personal: no entiende por felicidad el interés o placer personal, sino el máximo
provecho para el mayor número de personas. El placer es un bien común. Mill distingue
entre placeres inferiores y superiores; el placer es más estimable si promueve el
desarrollo moral.
Al utilitarismo se le objeta que el principio de utilidad justifica la imposición de
un sufrimiento a la minoría, lo que irían en contra del principio de justicia. ¡No es
legítimo que la felicidad de muchos sea a costa del sufrimiento de pocos! En ese
sentido, afecta la eticidad de las acciones humanas. Por ejemplo, es universalmente
aceptado que matar a un indefenso es reprobable. Pero, si la sociedad ve necesario matar
a una persona de la que ya no espera nada, el utilitarismo no lo vería ilícito ya que no
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