El Oraculo de Delfos

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Emplazado en un agreste paraje del golfo de Corinto, en la Grecia central,

Delfos muestra las ruinas del que en su día fue el oráculo más famoso del
mundo. A 600 metros de altura respecto al nivel del mar, el lugar estuvo
consagrado inicialmente a la diosa de la tierra, Gea.

Zeus soltó dos águilas desde los extremos de la tierra y ambas se cruzaron en
Delfos, señalando el centro del mundo. Allí fue situada una piedra conocida
como el onfalos ("el ombligo"). Otra leyenda afirma que su hijo Apolo mató en el
lugar a una monstruosa serpiente llamada Pitón y asentó su oráculo en el lugar
que ocupaba el de Gea, utilizando a una sacerdotisa llamada Pitonisa, como
médium para responder a los visitantes.

En un principio la pitonisa era una joven sacerdotisa virgen, pero cuando una
de ellas fue raptada y violada se decidió utilizar a mujeres de más de cincuenta
años. Llegaron a ser necesarias tres, que se turnaban para responder las
preguntas.

Existen dos explicaciones para explicar el funcionamiento del oráculo. Una


afirma que la pitonisa entraba en trance masticando hojas de laurel. Otra, la
más aceptada, que se reclinaba sobre un trípode colgado en el abismo de una
grieta sagrada de la que emanaban vapores tóxicos. Por influencia suya emitía
sonidos y palabras incoherentes que los sacerdotes interpretaban como
respuestas de Apolo.

Peregrinos de toda Grecia e incluso extranjeros se acercaban al oráculo


caminando desde Atenas o en barco hasta el puerto llamado Itea en la
actualidad. Llegados al magnífico templo de Apolo ascendiendo el Monte
Parnaso por la Via Sacra, se purificaban en las aguas de la fuente de Castalia.
Entonces salpicaban una cabra con agua fría y si temblaba con todo el cuerpo
era sacrificada y el peregrino autorizado a hacer su pregunta. Luego pagaba su
tarifa y esperaba a ser atendido. La pitonisa recibía la pregunta escrita en una
tablilla y entraba en trance para responderla. Un sacerdote interpretaba los
balbuceos y la escribía en verso entregándosela al peregrino.

Las respuestas solían ser más consejos que verdaderas predicciones, y eran
tan famosas por su ambigüedad como por sus aciertos, que no sólo elevaron a
Delfos a la consideración del oráculo más fiable, sino que lo hicieron
mantenerse en este lugar durante varios cientos de años.

El espartano Phalantos consultó al oráculo sobre la expedición colonizadora de


Italia que iba a comenzar, y recibió como respuesta que tomaría Tarento tan
pronto como sintiera caer la lluvia de un cielo claro. El conquistador comprendió
el oráculo cuando sintió en su cuello las lágrimas de su mujer Aithra (que
significa "cielo claro").

A Nerón le advirtió que desconfiara del año 73, pero no se refería a su propia
edad sino a la de Galba, sucesor suyo, que por entonces tenía esa edad.

Pero no todo eran imprecisiones. El escéptico Creso, rey de Lidia, quiso


asegurarse de la fiabilidad del oráculo antes de confiar en él, y así envió
emisarios a varios oráculos para preguntarles en el mismo momento qué
estaba haciendo el rey. Sólo Delfos acertó en la respuesta: hirviendo una
tortuga y un cordero en un caldero de cobre. Creso recompensó al oráculo con
valiosos regalos y se atrevió a una pregunta crucial: ¿qué sucedería si atacaba
a los persas?. La respuesta fue que destruiría un gran imperio. Pero ese
imperio fue el de Creso.

Independizado en el 589 a.C. se vio afectado por las rivalidades entre las
grandes ciudades y por dos guerras santas que sirvieron para saquearlo. La
politización del oráculo, que protagonizó su actividad en los últimos siglos antes
de nuestra era, le restó credibilidad y comenzó su decadencia. En el siglo II
a.C. fue conquistado por Roma, y Nerón saqueó en torno al 60 d.C. más de
500 estatuas del oráculo. También Sila y los emperadores cristianos
contribuyeron con sus expolios a acelerar el ocaso del lugar.

Fue oficialmente clausurado por Teodosio hacia 385, pero algunos años antes
el propio oráculo había dejado clara su situación ante una consulta del
emperador Juliano:

"Dile al rey esto: el templo glorioso ha caído en ruinas; Apolo ya no tiene techo
sobre su cabeza; las hojas de los laureles están silenciosas, las fuentes y
arroyos proféticos están muertos."

Las excavaciones arqueológicas de Delfos comenzaron en 1893 bajo la


dirección de Théophile Homolle, jefe de la Escuela Francesa de Arqueología de
Atenas. Para poder comenzar los trabajos, fue necesario realojar en otro lugar
a los pobladores de la zona.

La Via Sacra ascendía con sus revueltas por el monte Parnaso hasta alcanzar
el magnífico santuario de Apolo. Había un teatro de mármol blanco, un estadio
con 7000 plazas, un gimnasio, y una serie de pequeños templos llamados
tesoros y edificados para albergar las ofrendas con que los diferentes estados
agradecían a Apolo las predicciones obtenidas.

Entre todos ellos destaca el de los atenienses, cubierto de inscripciones con la


gloria de Atenas y agradecimientos de sus pobladores al oráculo. Fue
construido poco después de la victoria contra los persas en la batalla de
Maratón (490 a.C.) y reconstruido pieza a pieza a principios de nuestro siglo.

Del templo de Apolo apenas se conservan algunas columnas. Fue reconstruido


en 546 y 373 a.C. tras haber sido destruido por un incendio y un terremoto. En
su interior operaba la pitonisa, aunque no se sabe exactamente dónde, y no se
ha encontrado la famosa grieta de la que provenían los vapores sagrados.

Detrás del santuario hay una vertiginosa pendiente que desciende hasta el
barranco de Pleistos. El valle está cubierto por el que se afirma que es el mayor
olivar del mundo y se prolonga hasta el mismo golfo de Corinto.

El edificio más bello de Delfos se denomina Thólos y es una rotonda de


columnas del siglo IV cuya su finalidad aún no ha sido aclarada. Forma parte
del santuario de Atenea, construido en el siglo VI y que tiene también dos
tesoros y un templo del siglo IV.
El estadio es el mejor conservado de Grecia y en él se celebraban los juegos
píticos. Originalmente eran un concurso musical que se celebraba cada ocho
años pero a partir del 582 a.C. se festejaron cada cuatro años y comprendían
certámenes poéticos y dramáticos, así como carreras y ejercicios atléticos.

Al ganarlos en el 475 a.C., el príncipe siciliano Polyzelos ofrendó el famoso


auriga de Delfos, una estatua de bronce de tamaño natural que se encontraba
en un carro arrastrado por caballos y que fue exhumada en 1896.

Actualmente se conserva en el museo junto con otras piezas de gran interés y


valor, como la esfinge de Naxos, los mellizos de Argos, el tolo de Marmaria, las
esculturas de los tesoros y una copia romana del ónfalo o piedra que señalaba
en Delfos el ombligo del mundo.

"Conozco el número de los granos de arena, y la medida del mar; entiendo a


los idiotas y oigo a aquel que no habla"

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