El Oraculo de Delfos
El Oraculo de Delfos
El Oraculo de Delfos
Delfos muestra las ruinas del que en su día fue el oráculo más famoso del
mundo. A 600 metros de altura respecto al nivel del mar, el lugar estuvo
consagrado inicialmente a la diosa de la tierra, Gea.
Zeus soltó dos águilas desde los extremos de la tierra y ambas se cruzaron en
Delfos, señalando el centro del mundo. Allí fue situada una piedra conocida
como el onfalos ("el ombligo"). Otra leyenda afirma que su hijo Apolo mató en el
lugar a una monstruosa serpiente llamada Pitón y asentó su oráculo en el lugar
que ocupaba el de Gea, utilizando a una sacerdotisa llamada Pitonisa, como
médium para responder a los visitantes.
En un principio la pitonisa era una joven sacerdotisa virgen, pero cuando una
de ellas fue raptada y violada se decidió utilizar a mujeres de más de cincuenta
años. Llegaron a ser necesarias tres, que se turnaban para responder las
preguntas.
Las respuestas solían ser más consejos que verdaderas predicciones, y eran
tan famosas por su ambigüedad como por sus aciertos, que no sólo elevaron a
Delfos a la consideración del oráculo más fiable, sino que lo hicieron
mantenerse en este lugar durante varios cientos de años.
A Nerón le advirtió que desconfiara del año 73, pero no se refería a su propia
edad sino a la de Galba, sucesor suyo, que por entonces tenía esa edad.
Independizado en el 589 a.C. se vio afectado por las rivalidades entre las
grandes ciudades y por dos guerras santas que sirvieron para saquearlo. La
politización del oráculo, que protagonizó su actividad en los últimos siglos antes
de nuestra era, le restó credibilidad y comenzó su decadencia. En el siglo II
a.C. fue conquistado por Roma, y Nerón saqueó en torno al 60 d.C. más de
500 estatuas del oráculo. También Sila y los emperadores cristianos
contribuyeron con sus expolios a acelerar el ocaso del lugar.
Fue oficialmente clausurado por Teodosio hacia 385, pero algunos años antes
el propio oráculo había dejado clara su situación ante una consulta del
emperador Juliano:
"Dile al rey esto: el templo glorioso ha caído en ruinas; Apolo ya no tiene techo
sobre su cabeza; las hojas de los laureles están silenciosas, las fuentes y
arroyos proféticos están muertos."
La Via Sacra ascendía con sus revueltas por el monte Parnaso hasta alcanzar
el magnífico santuario de Apolo. Había un teatro de mármol blanco, un estadio
con 7000 plazas, un gimnasio, y una serie de pequeños templos llamados
tesoros y edificados para albergar las ofrendas con que los diferentes estados
agradecían a Apolo las predicciones obtenidas.
Detrás del santuario hay una vertiginosa pendiente que desciende hasta el
barranco de Pleistos. El valle está cubierto por el que se afirma que es el mayor
olivar del mundo y se prolonga hasta el mismo golfo de Corinto.