LA
LA
Al enfocar la situación del hombre de la ciudad, López señala que la degeneración en las
ciudades, sobre todo en lo psicológico, ha ocurrido a saltos, a diferencia de la forma gradual en
que ha ocurrido en los campos. En este sentido, agrega:
La gimnasia mental continua de la vida urbana mantiene el cerebro de manera que es lo último
que sucumbe en la ruina del organismo. El cuerpo se va extenuando de generación en
generación y todavía próximo a inutilizarse derrama en él la inteligencia sus postreros fulgores
como los de la lámpara al quemar las últimas gotas de aceite. La catástrofe sobreviene de
sorpresa. Súbitamente aparecen los desórdenes nerviosos, y los hijos de hombres de buen
juicio, últimos retoños de una raza debilitada, nacen neuróticos, afligidos de extrañas manías,
con propensión tenaz a la locura, que se desarrolla en el tránsito difícil de la puerilidad a la
adolescencia, o en cuanto violentas emociones conmueven su ánimo. Se podrían citar ya
familias enteras cuyos miembros adolecen de trastornos mentales; y otras con el sistema
nervioso tan quebrantado que carecen de muchas de las condiciones necesarias para alcanzar
o mantener el bienestar, perdidas ya la iniciativa y la constancia, y tupida la comprensión de
manera que no les permite el entendimiento completo y el dominio de los asuntos que les
interesan. (López, op. cit., p. 39).
Como vía de regeneración, López propone el retorno a una alimentación abundante, sana,
nutritiva, y consumida a intervalos regulares. Según López, "La raza es buena, tenaz y conserva
todavía en embrión las excelentes condiciones que extingue durante el crecimiento la mala
alimentación. Obsérvese con cuidado a nuestros niños. Tienen inteligencia sutilísima; son
vivaces, fuertes, ágiles. Pero a medida que van desarrollándose en un medio desfavorable por
la escasez de nutrición, esas bellas cualidades se atenúan o se borran en vez de aquilatarse, y
sucede muchas veces que quien fuera un lince a los ocho años, a los veinte es casi un topo.
¡Qué espirituales, qué hermosas, qué fuertes serán las generaciones futuras si se las cría de
hoy en adelante con educación griega, dotándolas de cuerpo vigoroso y bello, para que el alma
tenga instrumento hábil con qué manifestarse en todas formas" (López, 1991, p. 41).
Hoy, a 113 años de la publicación original de "La Alimentación y las Razas", no se necesita de
mucho análisis para determinar la debilidad explicativa de la tesis de José Ramón López a
causa de su reduccionismo y unilateralidad. Más interesante es saber que un contemporáneo
de López, Rafael J. Castillo, desmontó pieza por pieza todo el aparato argumentativo contenido
en "La Alimentación y las Razas", desde los supuestos hechos usados como elementos de
prueba hasta la urdimbre lógica propiamente dicha de los argumentos de su autor, poniendo
de manifiesto las debilidades tanto empíricas como inferenciales de la tesis mencionada
(Véase López, op. cit., pp. 337-398).
En 1940 comienza una etapa nueva para el estudio de la psicología en República Dominicana.
Fue durante ese año cuando por primera vez se empezó a enseñar algunas asignaturas
psicológicas en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Santo Domingo, entonces la única
universidad del país. El Dr. Fabio A. Mota, médico de amplia cultura filosófica, profesor de
Psiquiatría en la Facultad de Medicina, enseñaba un curso de Psicología Anormal a los
estudiantes de Filosofía, mientras que el Dr. Salvador Iglesias, graduado en Filosofía en Roma y
con cursos de Psicología en varias universidades norteamericanas, enseñaba los cursos de
Psicología General, Aplicada y Educativa.
Siente la cortesía y la amabilidad en su sangre. Es generoso, sobre todo con los extraños, y le
encanta prestar servicios, tanto por lo que puedan beneficiar a quien los reciba como por
experimentar la sensación protectora. Disculpa los agravios y desdenes y no guarda rencor
largo tiempo.
Las personalidades dominicanas de más calidad son sencillas, modestas, cordiales y amables,
dentro de un marco de gran dignidad. Las ficticias son de una fatuidad y orgullo
compensadores de su vacío interior. (Sáinz, 1945, pp. 181-183).
Posiblemente hay muchos dominicanos a los que la descripción anterior se ajuste de un modo
más o menos exacto. Pero posiblemente también hay muchos puertorriqueños, cubanos,
haitianos, etc. para los que la misma descripción es válida. La razón de esto es que
descripciones de ese tipo se basan en rasgos o características que ocurren con mucha
frecuencia en cualquier población humana. El simple hecho de que cada persona conozca
algunos casos para los que una descripción es válida, produce una ilusión de validez que
insensibiliza al observador frente a evidencias falseadoras. Mientras más universales sean las
características incluidas en la descripción, mayor es la probabilidad de que ésta sea
considerada válida, pues habrá un número mayor de casos en cualquier población a los que
dicha descripción es aplicable; se trata del "efecto Barnum", nombre con el que designó Meehl
(1956) la fácil aceptación de que gozan las interpretaciones de la personalidad basadas en
descripciones muy generales (Snyder et al., 1977). Por otra parte, hablar de un pueblo como
una realidad homogénea es incompatible con las diferencias debidas a las expectativas
culturales vinculadas al sexo, la edad, la clase social y el nivel educativo, y descansa en un error
de analogía, al pretender construir un discurso psicológico razonando por analogía a partir del
universo geográfico, jurídico y político. A pesar de las limitaciones señaladas, que son
comunes a la mayoría de los trabajos publicados sobre el carácter nacional (Barnouw, 1967;
Béjar, 1966), los ensayos del profesor Sáinz reflejan una sólida cultura filosófica y una gran
familiaridad con las teorías psicológicas predominantes en Europa durante la primera mitad
del siglo XX. Es lamentable que sus trabajos no provocaran el interés de los pocos
interlocutores calificados en Psicología que había entonces en el país.
Un año después, 1946, el Dr. Antonio Román Durán, psiquiatra español exiliado en República
Dominicana, publicó entre enero y febrero, en el Diario La Nación, seis artículos sobre diversos
temas, tales como la tartamudez desde un punto de vista psicodinámico, la conducta del
jugador, los instintos, la masculinidad y la femineidad, el alcoholismo y las toxicomanías. Ese
mismo año, Rafael Fco. González publicó en la Revista Jurídica Dominicana una artículo sobre
el Psicoanálisis y el Derecho Penal (González, 1946).
En 1950, el dominicano Enrique Patín, Dr. en Derecho y Filosofía, publicó un opúsculo que
contenía dos ensayos (Patín, 1950). El primero y más extenso trata de los complejos del
pensamiento dominicano y el segundo sobre el alma de nuestra plebe. El autor suscribe la
tesis de la existencia del alma colectiva, y señala que así como los sujetos padecen de
prejuicios o de trastornos psicopatológicos, tal sucede con las almas colectivas. Un complejo
es definido como "un conjunto de pensamientos prejuiciosos que siguen orientación
determinada y están dotados de cualidades comunes entre sí" (Patín, op., cit., p. 7). A manera
de resumen sobre los complejos del pensamiento dominicano, el autor señala:
El pensamiento popular dominicano es afectado por una serie de conjuntos de prejuicios que
hemos denominado completos. Estos nos inducen a juzgar superior todo lo extranjero por el
solo hecho de serlo. A darle sentido colonial a nuestras cosas políticas, sociales o nacionales.
A sentirnos afectados por las condiciones geográficas de nuestra Patria. A creernos
amenazados por Haití o a reputar como despreciables o perjudiciales las cosas haitianas. A
considerar como superiores las personas o las cosas de una región por el solo hecho de
pertenecer a ella. A adoptar ideas y costumbres típicamente yankis, por reputarlas originales y
superiores a las nuestras. Y, por último, a identificarnos con la crisis cultural europea,
provocada por las dos últimas guerras mundiales (Patín, op. cit., pp. 44-45).
Patín considera que a los dominicanos nos falta una noción clara de lo que somos como pueblo
y de cuál es nuestra psicología, pues aunque sabemos lo que somos geográfica e
históricamente, todavía no disponemos de una obra que nos diga desapasionadamente lo que
somos, psicológicamente hablando. A fin de superar los complejos que lo aquejan,
El pueblo dominicano necesita de una ideología sabia que le dé conciencia de su propio valor,
que le quite de los ojos la bruma que empaña su visión. La carencia que hay en nosotros de
hombres de pensamiento dificulta la empresa. Por lo regular la mayor parte de nuestra
juventud se inclina al Arte, muy pocos se entregan al cultivo de la Filosofía o la Ciencia.
Conocer lo que somos; saber lo que fueron nuestros antepasados; valorar certeramente sus
actos; apreciar con exactitud lo que valemos, tal es lo que esperamos que nuestros hombres
de estudio nos hagan aprender. (Patín, op. cit., pp. 28-29).
Sexo y estómago son los polos vitales de su vida. En ninguna parte como en el arrabal ejerce el
estómago su atroz tiranía. El hombre vulgar sólo vive para satisfacer, principalmente, sus
necesidades alimenticias y sexuales.
Después del estómago, el más poderoso tirano de nuestra plebe es el sexo. En nadie como en
ella tiene éste tanto poder. La sexualidad se le exacerba de modo extraordinario. (Patín, op.
cit., p. 32).
Entre las características que el autor atribuye a los habitantes de los arrabales sobresalen la
falta de higiene, la sensualidad, la concupiscencia, el egoísmo, la catatimia, la inmoralidad, la
irracionalidad, la bullanguería, la extroversión, la superstición, la obscenidad y el
sadomasoquismo.
Los planteamientos del Dr. Patín sobre lo que él llama "complejos del pensamiento
dominicano" atribuyen al pensamiento dominicano una serie de prejuicios vinculados a
nuestras condiciones geográficas, históricas y económicas. Pero esta tesis está expuesta a dos
dificultades importantes. La primera es inherente al concepto de "pensamiento dominicano" y
su carácter más de sujeto lógico que de sujeto real; la segunda es que los mencionados
prejuicios parecen ser deducidos de las condiciones geográficas, históricas y económicas de la
República Dominicana más que constatados a través de observaciones sistemáticas
independientes. Por otra parte, las características atribuidas por el autor a los habitantes de
los arrabales configuran un estereotipo muy difundido en los estratos sociales más elevados de
la sociedad dominicana, probablemente resultante de observaciones anecdóticas
interpretadas a la luz de prejuicios de clase social. Sólo estudios comparados permitirán
determinar en que medida los rasgos señalados caracterizan de manera exclusiva o
predominante a los habitantes de los arrabales de Santo Domingo.
Desde que el genial Estagirita escribió "De anima" y las monografías incluidas en los "Parva
Naturalia", hasta los tiempos actuales, la Psicología ha hecho enormes progresos. Pero es
necesario unificar el pensamiento psicológico, para darse su hondo y auténtico sentido
humano. Existen demasiadas escuelas localistas y demasiadas tendencias individualistas de
pseudooriginalidad, en las cuales las diferencias son a veces de nombre, produciendo la
natural anarquía y desorientación. La ciencia psicológica ha crecido extraordinariamente, y es
hora de agrupar todas sus corrientes y todas sus fecundas y provechosas investigaciones en las
dos únicas formas de considerar, en mi modesta opinión, el hecho psíquico: la científica,
fundada en la experiencia y la experimentación; y la filosófica, basada en la intuición metafísica
y la reflexión, con el auxilio de la ciencia. (Actas, p. 10).
La preocupación por la falta de unidad del pensamiento psicológico ha sido una constante
durante el primer siglo de existencia de la psicología científica, y merece destacarse el hecho
de que un intelectual dominicano, ajeno al quehacer psicológico, expresara en 1953 una
preocupación que ya habían expresado Bühler, Vygotsky y Krueger en diferentes ocasiones, y
que seguiría siendo objeto de reflexiones y debates muchos años después (Ardila, 1983;
Betancourt, 1983; Koch, 1969, 1981; Pérez Gómez, 1983; Staats, 1983).
Estos tres últimos trabajos constituyeron la mejor aportación de los profesionales dominicanos
al Primer Congreso Interamericano de Psicología; y no es extraño que esa aportación ocurriera
en asuntos metapsicológicos, dada la ausencia de profesionales de la Psicología para esa época
en República Dominicana. El trabajo del Dr. Lockward es importante más por el problema en sí
que por el tratamiento que se da al mismo. El problema del alcance y los límites de las
matemáticas aplicadas a la Psicología ha sido objeto de un prolongado debate entre los
psicólogos. El Dr. Lockward trata el problema al margen de las principales posiciones teóricas
en torno a la medición psicológica, desconociendo, por razones obviamente comprensibles,
importante literatura ya publicada sobre el problema (Comrey, 1950; Stevens, 1946).
El Dr. Andrés Avelino García, a quien el Dr. Oswaldo Robles, filósofo y psicólogo mexicano,
presentó ante los delegados al Primer Congreso como uno de los tres pensadores originales
que para esa época había dado Hispanoamérica, compartiendo el honor con José Vasconcelos
de México y Francisco Romero de Argentina, disertó con la profundidad propia del verdadero
filósofo sobre los problemas antinómicos de la categorial "conciencia". Para el Dr. Andrés
Avelino García lo que distingue a los problemas filosóficos de los problemas científicos es que
mientras estos últimos son problemas nómicos de inequívoca solución comprobable con datos
sensibles, los primeros son problemas antinómicos susceptibles por lo menos de dos
soluciones opuestas, contradictorias, de posible, igual y excluyente validez. Según el Dr.
Andrés Avelino García, la ciencia trabaja con entes considerados como realidades; la filosofía
no trabaja con entes sino con categoriales de pensamientos sobre entes. En este sentido, la
conciencia no es una categorial para el psicólogo científico, sino una realidad óntica
indubitable; en cambio, para el filósofo la conciencia no es una realidad óntica de evidencia
absoluta, sino una categorial antinómicamente problemática, que debe ser discutida y de la
cual no podemos tener una evidencia absoluta. El Dr. Andrés Avelino García discute los
problemas antinómicos de la existencia y el ser de la conciencia, algo que a su juicio no puede
hacer el psicólogo científico, porque:
Los planteamientos del Dr. Andrés Avelino García se inscriben en la exigencia de lo que Husserl
llamó Psicología Eidética cuya función no es sustituir a la Psicología empírica sino precederla
con un esfuerzo reflexivo mediante el cual se elaboren las nociones fundamentales de las que
deberá servirse la psicología empírica; esta última persigue el conocimiento de los hechos,
pero la definición de las nociones que servirán para elaborar esos hechos es obra de la
reflexión eidética. Merleau-Ponty (1977) ilustra la función de la reflexión eidética de la
siguiente manera:
Pues bien, después de la revolución introducida por Einstein con la teoría de la relatividad; por
Planck con la teoría de los quanta; por Heisenberg con su "principio de indeterminación" y por
la termodinámica y la teoría de la radiación, la física y su instrumento la matemática moderna,
han construido un tipo de saber mucho más flexible: la ciencia de los "observables
estadísticos". No existe una sola mecánica, ni una sola geometría, sino que son posibles varias
mecánicas y varias geometrías, es decir, varias matemáticas. Pero lo importante del caso es
que esto es posible porque el "instrumento" mismo se ha modificado: ya hoy en día se sabe
que no existe una sola lógica que sea la única necesariamente válida. Los principios de la
lógica clásica (contradicción, identidad, disyunción) son hoy día considerados sólo como
teoremas; si se toman como axiomas se cierra la posibilidad de constituir deductivamente una
lógica donde quepan todos los descubrimientos que modernamente han tenido lugar en física.
Y es que lo deductivo, la lógica, no es una estructura "necesaria" de la razón - como se creyó -
sino sólo una "función de hecho", que puede ser o puede no ser aplicada según el caso
(Sánchez, 1955, pp. 633-634).
El panorama descrito revela que las ciencias particulares son productos culturales, históricos,
cuyos contenidos tienen vigencia sólo en forma relativa y temporalmente limitada, lo cual
permite concluir que no hay verdades científicas absolutas, sino operacionales, relativas y
provisionales. Pero donde el Dr. Sánchez ve el tendón de Aquiles del conocimiento conceptual
es en el campo de la subjetividad. La subjetividad no es conceptual; lo conceptual es producto
de una actitud objetivadora. Mientras el conocimiento objetivo y conceptual nos llega por la
vía de la esencia, el verdadero conocimiento de nosotros mismos nos viene por la vía del ser,
que es la vía de la existencia real. Por eso, cuando queremos conocernos conceptualmente, ya
no nos conocemos como vida sino como "cosa". En este sentido, el Dr. Sánchez agrega:
"Cuando el filósofo o el psicólogo se analizan y se estudian, se objetivan; el pensamiento
´cosifica´la conciencia y entonces ya no conocemos que somos sino que tenemos una ´idea´de
lo que somos. Y por eso toda la filosofía y la psicología científicas están cargadas de ese
inaceptable logicismo objetivo que escamotea lo real y cosifica la vida" (P. 635). Después de
señalar la insuficiencia de la observación y del experimento como métodos de la psicología,
porque no pueden atrapar lo íntimo, lo subjetivo, lo no aparente, el Dr. Sánchez señala con la
misma franqueza que la introspección altera o destruye la objetividad a causa de la acción
inevitable del sujeto. Frente a las limitaciones de la observación externa y de la introspección
para el conocimiento de la subjetividad, el Dr. Sánchez explora la vía del místico, la cual
presupone un vacío mental, una oscuridad sentimental, como requisito para el verdadero
sentimiento de sí mismo, pues todo concepto es mediación e implica distancia. Toda su
exposición sobre el yo y sobre las condiciones de su conocimiento discurre en el contexto del
conocer del místico. Volviendo a la psicología y a sus posibilidades de llegar al fondo mismo de
la realidad humana, el Dr. Sánchez sostiene que si la psicología ni siquiera ha logrado
convertirse en una ciencia natural, más difícil aún será convertirla en ciencia del espíritu, dada
la resistencia del hombre al conocimiento de sí mismo. Después de señalar que la psicología
no cuenta con un cuerpo de leyes para interpretar los fenómenos psíquicos, el Dr. Sánchez
distingue entre lo que él llama causalidad "macroscópica" de la física y la causalidad "atómico-
dinámica" de los procesos psíquicos. Al referirse al lugar de la psicología en la cultura y a su
papel en la civilización, el Dr. Sánchez señala:
Muchos de los problemas planteados por el Dr. Sánchez constituyen temas en discusión entre
los defensores de una perspectiva científico-naturalista en Psicología y los que prefieren una
psicología fenomenológica. Por ejemplo, el problema de las limitaciones del pensamiento
conceptual y del alcance de las experiencias no conceptualizadas fue el centro de un debate
psicológico trece años después del Primer Congreso Interamericano de Psicología (Brody &
Oppenheim, 1966; Giorgi, 1970; Henle & Baltimore, 1967; Zaner, 1967).
Nuestro Congreso fue un éxito. Fue un éxito porque correspondía a una necesidad. Era ya
hora de reunir en una conferencia a los psicólogos del Norte con los del Centro y del Sur; ya
era imposible continuar separados, o como se dice en Norteamérica; "segregados". Ha
quedado demostrado de una vez para siempre, señoras y señores, que una tal colaboración no
sólo es posible, sino que ya es una realidad (Actas, p. 693).
Creo expresar el sentir de todos nosotros al afirmar que los delegados de la República
Dominicana supieron demostrar que están a punto de entrar en el gran concierto internacional
de los estudios psicológicos, que son perfectamente maduros para esta tarea, y que sólo falta
ya una pequeña chispa para que sus inicios fecundos se plasmen en trabajos que llamarán la
atención de los psicólogos del mundo entero. Y si con la presencia de tantos distinguidos
delegados del Norte y del Sur hemos podido contribuir a que la psicología dominicana se
convierta sin demora en otra hermosa rama de la psicología americana, creo que todos
consideramos nuestros esfuerzos como colmados con creces (Actas, p. 692).
Así concluyó el Primer Congreso Interamericano de Psicología. Aparte del interés por la
Psicología que ciertamente despertó en uno que otro joven dominicano, dicho Congreso no
tuvo ningún efecto desencadenante inmediato del potencial entonces latente en algunos
dominicanos para el estudio de la Psicología. Es muy probable que la ausencia en el país de
personal con estudios profesionales completos en Psicología impidiera aprovechar la
coyuntura del Congreso para iniciar dichos estudios en la única universidad dominicana de
entonces; en otros términos, el clima cultural y científico del país no estaba todavía maduro
para el desarrollo de la psicología como ciencia y profesión. Un dato revelador es que en los
años que siguieron al Congreso sólo hubo en el país una manifestación escrita en el campo de
la Psicología. La misma fue un trabajo titulado "Proceso Psicopatológico de los Actos
Violentos", escrito por el entonces bachiller Tirso Mejía-Ricart. Dicho trabajo fue galardonado
con el premio de la Facultad de Medicina, y publicado en los Anales de la Universidad de Santo
Domingo en 1957. Una etapa nueva para la Psicología en República Dominicana se inició en
1967 con la creación de los primeros departamentos de Psicología en dos universidades
dominicanas. Este es el verdadero comienzo del estudio sistemático de la Psicología en
República Dominicana.
Quizás llame la atención el hecho de que un país sin tradición de ejercicio profesional en
Psicología comenzara con dos programas de formación de psicólogos. Probablemente hubiera
sido más provechoso para la Psicología en República Dominicana la colocación de todos los
recursos humanos disponibles en 1967 al servicio de un solo programa, pero la rivalidad
existente entonces entre los más altos niveles de dirección de las dos universidades impedía
cualquier tipo de colaboración interinstitucional; hay que señalar que esa rivalidad fue
disminuyendo gradualmente hasta prácticamente desaparecer a mediados de los años
setenta, y posteriormente hubo psicólogos graduados en la UASD que fueron profesores en el
Departamento de Psicología y Orientación de la UNPHU, así como psicólogos graduados en la
UNPHU que fueron profesores en el Departamento de Psicología de la UASD. Por otra parte, la
apertura casi simultánea de dos programas de formación de psicólogos tuvo un efecto positivo
importante: permitió reflejar desde un principio en el país la característica heterogeneidad de
enfoques que ha marcado a la Psicología en su corta historia como ciencia y profesión. Antes
de entrar en los detalles que configuran la principal diferencia entre los programas de
formación de psicólogos de la UASD y de la UNPHU, es preciso señalar que ambas
universidades comenzaron con programas provisionales cuyos perfiles definitivos se alcanzó al
cabo de dos o tres años de ligeros cambios y afinamientos. En la versión definitiva del plan de
estudios para obtener el título profesional de Licenciado en Psicología, el Departamento de
Psicología de la UASD expresó su concepción sobre la Psicología como ciencia y como
profesión, y de ahí derivó la dirección que debía seguir la formación profesional del psicólogo.
En este sentido, señalaba:
Como ciencia, la Psicología es relativamente joven, muy heterogénea y con un bajo nivel de
integración. Partiendo de esa realidad, la enseñanza universitaria de la Psicología debe ser un
permanente ejercicio crítico, más que una simple transmisión de conocimientos. En este
sentido, el estudiante deberá ser dotado de las herramientas conceptuales y metodológicas
indispensables para discernir lo científico de lo no científico en el panorama complejo y
cambiante de la psicología contemporánea.
Como profesión, la Psicología nació divorciada de la psicología como ciencia. En este sentido,
muchas de las técnicas y procedimientos vigentes en la práctica profesional de la Psicología se
han desarrollado al margen de la investigación científica sobre la conducta humana.
Dicho programa fue modificado en 1991, después de varios años de análisis y evaluación, a fin
de adaptarlo mejor a los requerimientos de la sociedad; para lograrlo, se diseñó un programa
que sin menoscabo de la formación científica, busca fortalecer el entrenamiento
profesionalizante, incluyendo en los estudios diversos énfasis o menciones en Psicología
Clínica, Organizacional, Escolar, Social y del Desarrollo; además se extendió la duración del
programa a nueve semestres, a fin de dedicar el último semestre a un entrenamiento
profesionalizante supervisado.
Aunque dos programas destinados a otorgar un mismo título profesional deben por fuerza ser
más semejantes que diferentes, algunas presencias, ausencias y énfasis en los programas
mencionados reflejan diferencias dignas de tenerse en cuenta. En este sentido, mientras el
programa original de la UNPHU reflejaba el enfoque humanístico de la Psicología con su énfasis
en la antropología filosófica, el programa de la UASD reflejaba el enfoque científico-natural de
la psicología con su énfasis temprano en el estudio de la conducta animal y en el análisis
funcional de la conducta. La ocasión es propicia para señalar que dos cursos de Análisis
Funcional de la Conducta en el primer año del programa de formación profesional y dos cursos
de Modificación de Conducta en el último año fueron suficientes para que se hablara de la
"orientación conductista" del programa de la UASD: En realidad, esos cursos representaban
menos del 8% del programa, aunque es cierto que durante algunos años tuvieron un impacto
mucho mayor que el correspondiente a su peso cuantitativo. Menos citado es el hecho de que
el programa de la UASD desde su inicio dedicó un curso completo (Psicología Contemporánea)
al estudio del debate sobre los fundamentos de la psicología contemporánea que se inició en
el Simposio de Rice (Wann, 1964) y con la posterior publicación de un artículo sobre las
principales tensiones en Psicología entre los métodos del Conductismo y la Fenomenología
(Brody & Oppenheim, 1966), y que continuó durante la década siguiente (Zaner, 1967; Henle &
Baltimore, 1967; Brody & Oppenheim, 1967; Day, 1969; Giorgi, 1970; Lichtenstein, 1971;
Corriveau, 1972; Giorgi, 1975); y poco mencionado también es el hecho de que el programa de
la UASD fue el primero en el país en dedicar un curso al estudio de los procesos mentales
superiores (Procesos Cognoscitivos), además del papel central de las teorías de Freud y Allport
en el curso de Psicología de la Personalidad, y de la orientación exclusivamente rogersiana con
que por más de una década se enseñó el curso de Entrevista Psicológica. Toda la información
anterior sólo es importante a la luz de la necesidad de destruir el estereotipo ampliamente
difundido en círculos académicos del país sobre el "carácter conductista" del programa de la
UASD.
Al finalizar el Ciclo Técnico (los primeros seis semestres más una Monografía, ERA), el
estudiante manejará los procedimientos de investigación psicológica así como las técnicas
básicas de la medición de la conducta, obteniendo el título de TECNICO EN PSICOMETRIA. Al
finalizar la carrera (diez semestres más un Trabajo de Grado, ER), el estudiante obtendrá el
título de LICENCIADO EN PSICOLOGIA CLINICA, PSICOLOGIA ESCOLAR o PSICOLOGIA
INDUSTRIAL, según el área de especialización (Departamento de Psicología UNPHU, 1983).
Sin pretender ofrecer una panacea a los complejos problemas que rodean el proceso de
formación profesional en la carrera de psicología, creo que la discusión debe comenzar por la
relación entre la psicología como ciencia y la psicología como profesión. A diferencia de la
medicina y la ingeniería, que en sí mismas no son ciencias sino profesiones basadas en la
integración y la aplicación de conocimientos generados por diferentes disciplinas científicas, la
psicología conjuga en sí misma la doble condición de ciencia y profesión. Es por ello que,
desde mediados del siglo XX se ha sostenido que una persona que se llame profesional de la
psicología debe, primero que todo, ser científica Raimy, 1950). El modelo de formación
profesional que se deriva de esta convicción implica que un verdadero profesional de la
psicología debe familiarizarse con la aplicación del método científico en un grado tal que un
simple profesional debe ser un científico-profesional de la psicología.
Rosenzweig (1992) incluyó a la República Dominicana entre los países cuya psicología muestra
un énfasis en la aplicación y la práctica, lo cual implica que no es posible la adopción pura y
simple del modelo de adiestramiento profesional previamente descrito. Además, sería inútil
pretender conseguir en menos de cinco años y con estudiantes a tiempo parcial lo que con
estudiantes a tiempo completo y en mejores condiciones de adiestramiento requiere
aproximadamente siete años.
Aunque cada país de América Latina ha hecho su propia discusión sobre la formación
profesional del psicólogo, la elaboración de un modelo latinoamericano para el adiestramiento
profesional en psicología ocurrió en la primera conferencia latinoamericana sobre
adiestramiento en psicología, celebrada en Bogotá en diciembre de 1974 (Ardila, 1978). El
llamado modelo latinoamericano propone un período de formación de cinco años, al término
del cual, el estudiante, previa presentación de una tesis de grado, obtiene el título de psicólogo
que le califica para laborar en cualquier área de la profesión sin necesidad de un
perfeccionamiento adicional. Aunque pone énfasis en los aspectos profesionales aplicados, el
modelo latinoamericano considera que el psicólogo debe ser tanto un científico como un
profesional. Según este modelo, la formación debe darse en todas las áreas de la psicología, y
aunque en los últimos semestres se promueva la especialización, esta última no debe aparecer
en el título, que será el de Licenciado en Psicología o el de Psicólogo, sin ninguna otra mención.
Con excepción de la duda en torno a la posibilidad de que en cinco años se pueda preparar un
psicólogo que, sin necesidad de adiestramiento adicional, sea capaz de trabajar en todos los
campos del ejercicio profesional de la psicología, creo que el modelo latinoamericano, con su
énfasis en los aspectos aplicados de la profesión y la insistencia en su fundamentación
científica, constituye un punto de referencia útil en la discusión sobre la formación profesional
en la disciplina.
Los niños y las doncellas andaban desnudos, mientras que los hombres y las
mujeres casadas usaban un manto de algodón para cubrir sus genitales,
manteniendo el pecho al descubierto.
La salud de los aborígenes estaba a cargo del behique, buhitu o curandero: rito
de la cohoba
El primer psicólogo clínico que desarrolló consulta privada fue el Lic. Atahualpa
Soñé.
Psicología industrial
Psicología forense
Primeras escuelas de psicología
La primera Escuela de Psicología (llamado inicialmente Departamento de
Psicología) en nuestro país surgió el 14 de julio de 1967 en la Universidad
Autónoma de Santo Domingo (UASD), su fundador y primer director fue el Dr.
Tirso Mejía-Ricart.