Aborto Viviente Las Primas Aurora Venturini

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“Aborto viviente”: cuerpo y escritura en la

configuración de la identidad
PÉREZ CORTI, Sol / Facultad de Filosofía y Letras, UBA - [email protected]

Tipo de trabajo: ponencia

» Palabras clave: aborto viviente - Las primas – biopolítica- cuerpo- escritura

› Resumen

El siguiente artículo explora el vínculo entre aborto y literatura así como los acercamientos que esta
propone y permite sobre el tema. A lo largo del análisis se busca evidenciar cómo el abordaje del discurso
literario sobre el aborto se contrapone al que realizan los discursos disciplinares establecidos (la medicina,
el derecho, la religión, etc.) y retoma elementos que allí se descartan. Entender al aborto como tema
complejo cuyas múltiples aristas resultan difíciles de abarcar integralmente es necesario para
problematizar y deconstruir los discursos que se jactan de explicarlo. A pesar de sus diferencias, es
posible leer como constante semiótica en estos discursos al aborto como metáfora de lo inconcluso, de lo
investido con la carga negativa de lo que debe descartarse. Si el cuerpo es el marco de inteligibilidad de lo
humano, los abortos –con su corporalidad inacabada– ponen en crisis, siguiendo a Giorgi, esta forma de
individuación. A través del análisis de la novela Las primas, de Aurora Venturini, el artículo propone la
categoría de “aborto viviente” para indagar en las formas en que la literatura lee a los cuerpos inacabados
que sobrevivieron al aborto no como “fracasos”; sino como potencias de variación de la vida, capaces de
proyectar nuevos modos de subjetivación.

› Presentación: el aborto y sus discursos


Resulta imposible delimitar al aborto como tema de un campo discursivo específico: los intentos de
abordar su complejidad son múltiples e interdisciplinarios y, particularmente, la incapacidad de
desarrollar de forma íntegra todos los aspectos que abarca –junto a la tendencia de los discursos
disciplinares establecidos (el derecho, la medicina, la religión, la ética) de reducir la discusión a su
carácter legal, médico y al debate moral sobre el acto de abortar (Salles, 2008:247)– lo transforman en un
fenómeno que parece sólo poder iluminarse parcialmente. Por otra parte, la “cuestión del aborto” que
domina el debate público pone el foco en los abortos inducidos y no problematiza sus dimensiones
simbólicas. Hacer referencia, por ejemplo, a “proyectos abortados” para referirse a aquellos que no
llegaron a desarrollarse o que fracasaron antes de nacer (Klein, 15) despliega un régimen de imaginarios
específicos alrededor del tema: algo que se aborta es algo que no se lleva a término; el aborto deviene
metáfora de lo inconcluso que –debido, precisamente, a su falta de conclusión– debe o debería
descartarse. Ahora bien, ¿qué implicancia tiene esta idea de incompletud cuando se imprime sobre ciertas
subjetividades? Una lectura biopolítica de la cuestión permite señalar cómo la incompletud del aborto, la
interrupción o desviación de la corporalidad normativizada que supone, suspende

“ese principio de individuación que llamamos “el cuerpo” y que funciona social y políticamente
como sede del yo y como ontología del individuo: la sede de lo propio, de lo propio del yo y de
la propiedad como principio humanizador, como norma de lo humano” (Giorgi, 115)

Si, siguiendo a Giorgi, es posible leer al aborto como el rompimiento del principio de individuación del
cuerpo y de la propiedad-de-sí como principio humanizador, queda entonces preguntarse: ¿qué clase de
corporalidades son las abortadas, qué clase de individuación acontece allí donde se escapa a la lógica del
cuerpo acabado, donde los cuerpos son ex-propiados en la apertura de su falta de normatividad? Cuando
un cuerpo transgrede la norma y trastoca sus modos de subjetivación, lo monstruoso emerge como
categoría de inteligibilidad. Lo monstruoso, con su doble transgresión del pacto cívico y natural –un
cuerpo que no cumple con la norma viola tanto las leyes jurídicas como las naturales (Foucault, 2014) y
su distancia con respecto a “lo natural” demanda nuevas formas de ley que puedan adaptarse a su
individualidad específica–, queda ligado a las figuraciones del aborto en la literatura cada vez que ésta
pone en escena cuerpos que cargan con la marca de lo irresuelto y que desnudan tensiones con el campo
de cuerpos “acabados” y funcionales normativamente. Con el objetivo, entonces, de dar cuenta del nuevo
reparto de lo sensible –valiéndonos de la expresión rancièreana– que la literatura puede ofrecer a las
discusiones sobre el aborto; se analizará la novela Las primas, de Aurora Venturini, valiéndonos de la
categoría de “aborto viviente”: corporalidad monstruosamente inacabada o desviada de los parámetros
normativos, capaz de desarmar y reinventar los modos de subjetivación hegemónicos y de multiplicar la
potencia de variación de la vida.

› Cuerpos incómodos: Yuna, sus hermanas y sus primas


Las primas, de Aurora Venturini, despliega un abanico de cuerpos discapacitados, deformes y
disfuncionales: una hermana que sentada se asemeja a “un bicho jorobado de piernecitas cortas y brazos
increíbles” (13), siempre “torpe y seguida de cueterías y eructos” (26); una prima “liliputiense” con cara
de “manzana deliciosa” (80); otra prima “con seis dedos en cada pie y una excrecencia en la mano
derecha que casi semejaba un dedito más” (39). Estos cuerpos excesivos e irregulares, que rompen con
los parámetros normativizados de la corporalidad humana, se focalizan en detalle a lo largo de la novela.
De esta manera, el lenguaje explora lo deforme y, en el intento de aprehender en la escritura las imágenes
de estos cuerpos, la necesidad de narrar a la deformidad deriva en una reinvención poética de la lengua,
donde la voz de la narradora Yuna trastoca las estructuras sintácticas y las gramáticas instituidas. Si las
condiciones de existencia de la modernidad generan un modo de aprehender el cuerpo que lo tiene en
cuenta fundamentalmente –y, casi de manera exclusiva– en los momentos en los que “deja de cumplir con
sus funciones habituales, cuando desaparece la rutina de la vida o el «silencio de los órganos»” (Le
Breton, 122) y, si como sostienen Le Breton y Elias, el “proceso de civilización” de nuestras sociedades
está marcado por el esfuerzo de bloquear los fluidos, olores y sonidos que emanan nuestros cuerpos (Le
Breton,123); en Las primas, el texto funciona como orquesta escatológica. Su repertorio de cuerpos
ruidosos demanda una constante atención, una focalización sobre ellos para tratar de ordenar –aunque sea,
mínimamente– la desestabilización que con su existencia imprimen sobre el mundo. Así, estos cuerpos
aparecen bajo el signo del “aborto viviente” que previamente bosquejamos: en palabras de la madre de la
protagonista, “error[es] de la naturaleza” y “monstruos” (12).
La narradora, Yuna, a diferencia de sus pares de la familia, no tiene ninguna discapacidad física visible.
De hecho, en contraste con las demás primas y hermanas, tiene una belleza peculiar, “como la chica de la
corbata de Modigliani” (Venturini, 39) –si bien en el “alargamiento” de la figura de esa referencia ya se
realiza un deslizamiento por fuera del paradigma canónico de belleza–. A pesar de que a simple vista su
“minusvalía” no se nota, ésta queda en evidencia en el plano cognitivo cada vez que intenta entablar una
conversación: “la palabra hablada se imbecilizaba al ser expelida por mi boca” (Venturini, 63). Una vez
que esto se aclara, es a través de la configuración material de su escritura y de su narración que sabemos
algo sobre su “estado”. Así, su subjetivación y caracterización como monstruo se da por medio de su
escritura y de su sintaxis disruptiva, que da cuenta no sólo de su monstruosidad, sino también, como
decíamos previamente, de la monstruosidad que la rodea. La materialidad de la escritura funciona
entonces como movimiento que da un cuerpo a esa disfunción –o potencia– no inscripta con marcas
físicas visibles; un cuerpo que le permite tantear los límites irregulares de su subjetividad y poder hablar
de sí “desde afuera”. Su desdoblamiento subjetivo en el lenguaje autobiográfico y en la autoobservación
evidencian el carácter paradójico de Yuna: ella es un monstruo no sólo porque su capacidad de expresión
oral es deficiente; sino también porque es capaz de escribir(se) descomponiendo las estructuras del
lenguaje y de autodefinirse como tal apropiándose de los discursos que habitualmente la juzgan. En el
relato, la voz y la escritura de Yuna son las que dan cuenta de su cuerpo y de sus movimientos en órdenes
sintácticos de largo aliento, abiertos, que hacen que la narradora se maree, se agote, que le falte el aire,
que nos aclare “qué fatigada estoy por puntuaciones y comas imprescindibles para respirar que de otra
manera me ahogaría” (Venturini, 69).
Esa voz –con su amplio espectro de efectos– es la escritura que corporiza y subjetiva a Yuna articulándola
sobre un discurso disruptivo, plagado de silencios y ahogos que construyen su anormalidad. Cuando la
escritura de Yuna se hace cuerpo, la inestabilidad del “aborto viviente” pone en crisis los límites entre
cuerpo y escritura, los reafirma y difumina visibilizando siempre su relación –problematizando, como
sosteníamos al principio de este artículo, la categoría de cuerpo como principio de individuación–: a
veces, la puntuación que marca el tempo y estructura la escritura se corresponde con la oxigenación y la
respiración del cuerpo –“tengo ganas de respirar y hago paréntesis puntual” (Venturini, 57)–; otras veces,
la distinción entre cuerpo y mente (escritura) se recupera en pos de la construcción de una identidad dual
(es decir; una identidad corporal, donde el discurso se desordena e imposibilita, y otra escritural, donde el
monólogo interior le permite hilvanar ideas narrativamente) –“ya dije que por dentro de mi psiquis sabía
detalles y formas, que era muy distinta a la boba de afuera que hablaba sin punto ni coma porque si ponía
punto o coma perdía la palabra hablada” (Venturini, 54)–. Son precisamente los mecanismos narrativos
derivados del monólogo los que permiten a Yuna contar su historia, construir su relato autobiográfico e,
incluso, escapar de las restricciones y clasificaciones médicas que desde pequeña le diagnostican que
“leía dislálicamente” (Venturini, 18) y le impiden apropiarse del discurso “elevado”: “cuando pienso
pronuncio [y, podríamos agregar, escribo] vocablos finos y cultos que se me niegan en la palabra
hablada” (Venturini, 51). Mientras los discursos hegemónicos de la educación y la medicina deslegitiman
el discurso del monstruo y le impiden esbozar narrativas identitarias, la interdependencia entre cuerpo y
escritura en Yuna es la condición de posibilidad para que el relato autobiográfico pueda construirse y
emerja así una subjetivación singular, distinta a la que le imprimen la educación formal y la medicina.
A través de la subjetivación de su escritura, Yuna se configura como un “aborto viviente” que habilita una
carga positiva: su capacidad creadora, su talento para las artes plásticas. Así, el “aborto viviente” logra
hacerse presente y validar a su existencia; a pesar del margen silencioso al que el sistema capitalista
pretende relegar a estos cuerpos por su “inutilidad” (Boltanski, 148). Yuna pasa a ser reconocida como
pintora y, aunque su profesor tenga que hablar por ella a veces, consigue poner en cuestión todos los
discursos de las “gentes llamadas normales” (Venturini, 31) que permanentemente la desacreditan: si el
vínculo entre cuerpo y escritura es lo que le permite tener una voz, la pintura es aquello que le permite ser
escuchada y abrir distintos horizontes hacia la configuración de una nueva sensibilidad.
Tal como se expuso, la figura del “aborto viviente” funciona en Las primas como matriz de sentido para
leer las configuraciones subjetivas de personajes representados como seres que no deberían haber nacido
y vivido. Su existencia los ubica por fuera de la normatividad estética, biomédica, sociopolítica, mediática
y económica: son figuras revulsivas para el sistema social imperante. Según Boltanski, desde mediados
del siglo XIX, con el estado moderno industrial, “se puede detectar una política de procreación que tiene
por objeto la producción de buena calidad y en un número balanceado” (Bohlender, 259). Desde esta
perspectiva, las intervenciones en salud pública reproductiva a partir de ese momento tendrían como
objetivo aceptar sólo “a aquellos seres que se puede esperar que cumplan un rol funcional al interior de la
sociedad nacional” (Bohlender, 259). Quienes se apartan de ese promedio utilitario propuesto como ideal,
como los denominados “débiles mentales”–por dar sólo un ejemplo– pueden pensarse desde el oxímoron
del “aborto viviente”: se trata de cuerpos residuales para el sistema de producción y de consumo, cuyas
voces sólo pueden constituirse por fuera de los discursos hegemónicos. Si bien esta lectura carga a estos
cuerpos monstruosos de un valor negativo, es interesante reconocer la positividad de su potencia de
variación (Giorgi, 2009:324); su capacidad de poner en crisis a los dispositivos que intentan normalizar la
vida, ignorando y excluyendo la multiplicidad de su diferencia. El cuerpo escrito de Yuna es un ejemplo
de las torsiones y variantes que puede presentar el “aborto viviente”: su corporalidad disruptiva da cuenta
del caos y del desorden de la vida, de su posibilidad de error, de su potencia de variación; a pesar de que
los discursos hegemónicos que tienen a “lo humano” como eje categórico pretenden ignorar esto.

› Reflexiones finales, posibles perspectivas

La carga de “fracaso” que conlleva todo aborto según Boltanski remite a la carga negativa de lo que se
percibe como “incompleto”. Aquello que no se concluye queda relegado a circuitos no legitimados,
invisibilizados, que se vinculan en los imaginarios dominantes a lo abyecto y lo monstruoso. En este
sentido, la literatura y el arte en general (si tomamos también como ejemplo la pintura de Yuna) aparecen
como alternativas que pueden darle un cierto espesor sensible a esas existencias imposibles y hacerlas
pensables en su complejidad. El aborto implica opacidad, especialmente en los ámbitos que lo tratan
como si fuera dominio de un saber específico –tal como la medicina, la religión, la bioética, el derecho, la
sociología, etcétera–. En tanto tema controvertido y todavía en profundo debate, el aborto es un terreno
fértil para observar un sinfín de negociaciones simbólicas. Ahora bien, en Las primas es posible ver cómo
la literatura no pretende abogarse la transparencia (imposible de alcanzar) que estos discursos
hegemónicos suelen atribuirse al referir al tema: por el contrario, la literatura trabaja sobre los núcleos de
su opacidad; asume y visibiliza la turbulencia de lo no aprehensible, lo que escapa a las categorías
normativas de los sistemas imperantes.
Por otra parte, si el cuerpo aparece como “única certeza” en las obras de la Nueva Narrativa Argentina
(Drucaroff, 424); la categoría de “aborto viviente” puede ser útil para iluminar las configuraciones
específicas de singularidades monstruosas y sus tensiones con el campo social. En este sentido, el
discurso literario sobre el aborto no sólo propone una destitución de los órdenes establecidos por
disciplinas como la biología y el derecho; sino que, también, recupera las imágenes de estos “restos”
corporales que no son ni económica ni políticamente productivos para la hegemonía y las carga de
positividad creativa, la potencia necesaria para problematizar y proyectar nuevos dispositivos. Queda
entonces pensar, para próximas lecturas y escrituras, como tarea política de la literatura una construcción
de sensibilidad, cimentada en la propuesta de nuevos esquemas de pensamiento que apuesten a la
potenciación de las singularidades y la multiplicidad.
Bibliografía
Bohlender, Matthias. (2008). “La procreación humana. La sociología del aborto de Luc Boltanski”, en Revista de
Sociología. 0716-632X Chile. Disponible en:
http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/sociologia/articulos/22/2212-Bohlender.pdf [consultado por última vez
el 8/10/2016].

Boltanski, Luc. (2007). Soziologie der Abtreibung: Zur Lage des fötalen Lebens. Frankfurt a. M., Suhrkamp.

Drucaroff, Elsa. (2011). Los prisioneros de la torre. Política, relatos y jóvenes en la postdictadura. Buenos Aires,
Emecé.

Foucault, Michel. (2014). Los anormales. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2014.

Giorgi, Gabriel. (2009). “Política del monstruo” en Revista Iberoamericana, ISSN: 2154-4794. EEUU

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Klein, Laura. (2005) Entre el crimen y el derecho. El problema del aborto. Buenos Aires, Booket.

Le Breton, David. (2002). Antropología del cuerpo y modernidad. Buenos Aires, Nueva Visión.

Rancière, J. (2014). El reparto de lo sensible. Estética y política. Buenos Aires, Prometeo Libros.

Salles, A. L. F. (2008). “VII: El aborto”, en Bioética. Nuevas Reflexiones sobre debates clásicos. Buenos Aires, Fondo
de Cultura Económica.

Venturini Aurora, Las primas, Literatura Random House, Buenos Aires: 2014

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