De Pablo Maroto PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 28

Teresianum 52 (2001/1-2) 113-140

EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGÍA ESPIRITUAL


Siglo XX. De la Teología ascética y m ística a la
Teología espiritual

DANIEL DE PABLO MAROTO

Introducción
En la prim era conferencia de este congreso de Roma hemos
escuchado el iter seguido por la Teología espiritual en su proceso
histórico. Me toca a mí trazar su historia en el siglo XX para dar
respuesta -así lo deduzco del título- al menos a dos cuestiones.
Primera, constatar el cambio de titulación de un tratado que
comenzó llamándose Teología mística, luego Teología ascética y
Teología mística, Teología ascético-mística, Teología de la perfec­
ción cristiana y, finalmente, Teología espiritual o Espiritualidad.
Y segunda, y más importante, hacer una lectura en profundidad
buscando las razones del cambio, o sea, interpretar el hecho
histórico. Esta segunda propuesta es la tarea más difícil y com­
prometida, más expuesta al subjetivismo, pero tam bién la más
interesante para la historia de la espiritualidad.
Antes de desarrollar el tema, parto de una convicción: la
espiritualidad, como reflexión sistemática de la vida espiritual,
es la más antigua de las teologías. Fueron los Padres de la
Iglesia, los que, leyendo la Escritura para vivirla y comentarla,
estructuraron un camino cristiano en coherencia con la fe cris­
tiana profesada. Esas lecturas de la Escritura, plurales de senti­
do, en una semiótica no sólo lingüística sino teológica dieron pie
a las distintas ram as del saber teológico; y de la lectura anagògi­
ca del texto sagrado nació lo que hoy llamamos Espiritualidad o
Teología espiritual.

1. Los contextos religiosos


Aludo solamente a aquellos contextos históricos que consi­
dero necesarios para entender no sólo el cambio de título de un
114 DANIEL DE PABLO MAROTO

tratado teológico, sino el resurgir del interés por la espirituali­


dad en el siglo XX, como constata cualquier historiador. Las
causas sabemos que son variadas y no se pueden resum ir en
pocas líneas.
Quizá valga la pena recordar como prim er punto de refe­
rencia la encíclica de León XIII Divinum illud m unus (9 de mayo
de 1897) en la que llama la atención sobre la presencia santifi­
cante del Espíritu Santo en la Iglesia de la que es el alma, según
expuso san Agustín y recuerda el Papa (n. 8). Y también vive en
los creyentes mediante sus dones, carismas y la inhabitación
(nn. 8, 11-12). Se lam enta el Papa del olvido e ignorancia que
tienen los cristianos del Espíritu Santo e invita a los pastores de
almas que fomenten su conocimiento y su devoción (n. 13) y
ordena que se hagan oraciones especiales en torno a Pentecostés
para conseguir la unión de los cristianos, con un fin claramente
ecuménico, sentimiento poco frecuente en aquel momento (n.
16). Fueron unas premisas cuyo desarrollo en los años posterio­
res sería conveniente docum entar mejor que lo está hoy. Lo cier­
to es que por esas mismas fechas se inició un movimiento espi­
ritual que ha ido in crescendo durante todo el siglo XX. No olvi­
demos que la espiritualidad no es más que la vida en el Espíritu
Santo y que tiene uno de sus fundamentos en la piedad trinita­
ria y pneumatocéntrica.
Por otra parte, nadie duda hoy que el dinamismo espiritual
del siglo XX está también vinculado a la llamada “cuestión
mística”, que generó un verdadero "movimiento místico”. Pocas
veces un debate entre teólogos, aparentem ente inútil por
abstracto sobre cuestiones místicas, habrá tenido un final tan
feliz y de tanta trascendencia para la vida espiritual del pueblo
cristiano. Y es que aquellas aparentes logomaquias de los espe­
cialistas encerraban insospechadas consecuencias prácticas
para la vida espiritual. Tocaban la sustancia de la fe y la entraña
del ser cristianos, el fin último de la vida y la teología espiritual,
que es la unión transform ante del creyente en Dios y los cami­
nos para conseguirla. Los "espirituales” y los teólogos procla­
m aron que la vida espiritual, para un desarrollo en plenitud,
necesita ser vivida en su dimensión mística. De todo ello existe
una amplia y polémica literatura1.

1 No me extiendo en el debate porque de ello se hablará explícitamente


en este congreso en una "comunicación” de Ciro García, y se sigue bien en
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 115

Menos frecuente es filiar ese despertar de la espiritualidad


con otro de los grandes fenómenos culturales de comienzos del
siglo, el “modernismo”, sistema de pensamiento complejo, con
implicaciones filosóficas y teológicas evidentes, pero también
espirituales que no siempre han tenido en cuenta los teólogos
espirituales y los historiadores de la espiritualidad. Es una de las
tareas pendientes, siempre que incluyamos entre los m odernis­
tas no sólo a filósofos y teólogos, sino también a algunos litera­
tos y pensadores. Conceptos como el "sentimiento” religioso, la
apelación a la experiencia de Dios en la inmanencia del ser, la
búsqueda de un Dios más personal e íntimo, más allá de la
estructuración dogmática de la fe, una religiosidad de pocos
ritos y mucha interioridad, pueden ser explorados y aprovecha­
dos en una historia de la espiritualidad y en la m isma teología
espiritual sistemática2.
Curiosamente, mientras en Roma se reprimía duram ente el
movimiento modernista, y se condenaba sin piedad a sus princi­
pales autores, surgía en la periferia y tomaba auge el llamado
"movimiento místico”. ¿Era la respuesta del Espíritu a la Iglesia
institucional? Pregunta inquietante, sin duda. No olvidemos que
el dominico P. Juan González Arintero, uno de los pioneros del
"movimiento místico”, defensor de la mística como término nor­
mal de la vida cristiana, fue, al mismo tiempo, defensor de una
Iglesia que progresa dogmáticamente. En el convento de San

su documentado trabajo Corrientes nuevas de Teología espiritual, Madrid,


Studium, 1971, pp. 13-57. Aporté algún dato en mi escrito "La teología
española desde 1850 al 1936”, en M. Andrés (Dir.), Historia de la teología
española, II, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1987 pp. 621-624,
con notas de p. 656. La última aportación que conozco es la de M. B e ld a -
J. S esÉ , La “cuestión m ística”. Estudio histórico-teológico de una controversia,
Pamplona, Eunsa, 1998.
2 Los documentos pontificios que atacan el Modernismo, verdadera
obsesión de Pío X y su pontificado, son dos, la encíclica Pascendi (8 sep­
tiembre 1907) y el "Motu Proprio” Sacrorum Antistitum (1 septiembre 1910),
imponiendo un juramento antimodernista a curiales, profesores, pastores,
etc. Les había precedido el decreto Lamentabili (3 julio 1907). Baste esa mera
alusión al Modernismo desde la angulación espiritual porque el tema exce­
de mi exposición. Como literatura de acceso, pueden verse las alusiones de
A. Guerra, "Situación espiritual contemporánea”, en AA. W ., Teología espiri­
tual: reflexión cristiana sobre la praxis", Madrid, Editorial de Espiritualidad,
1980, pp. 106-116. Información más amplia y bibliografía, en André Boland,
"Modernisme”, en ÜSp 10 (1980) 1415-1440. Id., La crise modemiste hier et
aujourd’ hui. Un parcours spirituel, París, Beauchesne, 1980.
116 DANIEL DE PABLO MAROTO

Esteban de Salamanca, como profesor de eclesiología, había con­


cebido un grandioso plan teológico sobre la Iglesia que ha resul­
tado ser una visión profètica y actual, redescubierta en el
Vaticano II y que culminó en una obra de título comprometido
para aquel momento: Desenvolvimiento y vitalidad de la Iglesia.
Comenzó publicando dos volúmenes dedicados a los
Mecanismos divinos de los factores de la evolución eclesiástica
(1908) y Evolución mística (1908). Y culminó la obra en 1911 con
otros dos dedicados a la Evolución orgánica y la Evolución doc­
trinal. Fue sobre todo en la Evolución mística donde expuso el
tema debatido entre los teólogos sobre la unidad y la unicidad del
camino espiritual, que siempre concluye en su faceta mística.
Pues bien, en 1909 fue nom brado prim er profesor de ecle­
siología en el Angelicum de Roma, cargo que no mantuvo el
curso siguiente, probablemente porque, entre otras razones, fue
acusado de espíritu modernista. De hecho, esta obra rozó la con­
dena rom ana y la inclusión en el Indice de libros prohibidos3.
Habría que tener en cuenta tam bién otros contextos religio­
sos desde la tercera década del siglo XX, sobre todo el retorno a
las fuentes de la teología y la espiritualidad: la Biblia, la liturgia
y el encuentro con los Santos Padres de la Iglesia. La nouvelle
théologie recogió las mejores esencias del pasado y confrontó la
teología con la razón y con la modernidad, y sobrevivió en la
teología del Vaticano II. A pesar de que en el concilio no se habló
mucho de espiritualidad y de teología espiritual, sin embargo,
como evolución o como contraste con sus enseñanzas, el
posconcilio ha sido rico en iniciativas espirituales, creando una
literatura copiosa y original. Mirado a la distancia de años, se
puede decir que la espiritualidad como prom oción de la vida
espiritual en un "resto” eclesial cualificado y como ciencia teoló­
gica ha dado frutos abundantes. Sin embargo, hay que recono­
cer que muchos de los indicadores que a veces se presentan

3 Cf. Daniel De Pablo Maroto, "La teología en España desde 1850 a


1936", en Melquíades Andrés (Dir.), Historia de la teología española, II, 1987,
pp. 612-615. Y recogen más datos y bibliografía actual M. Belda - J. Sesé, La
“cuestión m ística’..., pp. 117-133. Cf. también S. Plaza Aguilar, La evolución
doctrinal de la Iglesia según el P. Juan González Arintero, O.P., Salamanca,
UPSA, 1998. Bibliografía arinteriana, ib., pp. 74-76.
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 117

como revival de la espiritualidad son demasiado ambiguos para


tomarlos en serio4.

2. La ascética y la m ística (1900-1950).


Si recuerdo estos hechos no es para hacer historia completa
de los mismos, sino para resaltar que lo que se debatía en la lla­
m ada "cuestión mística” iba a incidir, en la prim era m itad del
siglo XX, en la titulación de las cátedras de espiritualidad, en las
revistas y diccionarios especializados, en los prim eros manuales,
no sólo en los títulos de portada, sino en su arquitectura inter­
na, en la selección temática, en la metodología, dedicados en su
mayoría a la "ascética” o a la "mística", como única o doble vía
de santidad. En ese tiempo la terminología “espiritualidad” o
"teología espiritual” era más bien rara, contando con algunas
excepciones. Para com probar la persistencia de esos títulos sigo
dos pistas de análisis. Primera, la documentación de la Santa
Sede sobre los planes de estudios en los seminarios y facultades
teológicas. Y segunda, los manuales, revistas y diccionarios que
son los principales instrumentos pedagógicos para profesores y
alumnos que serán, al mismo tiempo, los educadores del pueblo
cristiano.
La "espiritualidad”, bajo cualquier nom enclatura (ascética,
mística, teología espiritual, etc.), es al mismo tiempo vida y tra­
tado, con más o menos enjundia teológica. Es ésa misma espiri­
tualidad la que los seminaristas y sacerdotes leyeron en los
manuales y revistas y oyeron a los profesores de la asignatura.
La m isma que llegaba al pueblo retraducida ya en otras media­
ciones. Es cierto que las normas oficiales no dan el perfil exacto
de la formación de los seminaristas y sacerdotes en la vida real;
pero son al menos un buen termómetro para m edir la im por­
tancia o el desinterés por el tratado teológico sobre la vida espi­
ritual.

4 Al tema dediqué unas páginas en m i obra El camino cristiano. Manual


de teología espiritual, Salamanca, Universidad Pontificia, 1996, pp. 34-39.
También S. Gamarra, Teología espiritual, Madrid, BAC, 1994, cap. 2 ,1-II, pp.
23-33.
118 DANIEL DE PABLO MAROTO

a) Docum entos oficiales: papas y congregaciones roma­


nas.
El prim er documento que interesa es una carta circular de
la Sda. Congregación de Obispos y Regulares dirigida a los obis­
pos de Italia con "un programa general de estudios para unifor­
m ar y mejorar la enseñanza en los seminarios”. Está firmada
por el prefecto, cardenal Ferrata, el 10 de mayo de 1907, aunque
el documento lleva la fecha del 5 de mayo de ese mismo año5.
Los estudios de teología com prendían las siguientes materias:
"Lugares teológicos, Introducción general y especial a la Sda.
Escritura, Exégesis bíblica, Teología dogmática y sacramentaría,
Teología moral y pastoral, Instituciones de derecho canónico,
H istoria eclesiástica, Lengua hebrea, Lengua griega,
Arqueología y arte sacra, Elocuencia sagrada, Patrística y Sda.
Liturgia”6.
Los estudios de teología duraban un cuadrienio a razón de
20 horas lectivas semanales de lunes a sábado con el jueves
como día de descanso. Es im portante notar, para nuestro propó­
sito, que todavía en este tiempo (1907) no se hace mención algu­
na a la espiritualidad o a la ascética y mística como asignatura
especial para los aspirantes al sacerdocio. Esto no significa que
en los seminarios de otras naciones no se estudiase la materia,
algo que debe controlarse en cada caso7. Sólo anotamos que

5 Texto completo en Acta Sanctae Seáis (= ASS) 40 (1907) 336-343,


Programma generóle studiorum a Pió PP. X approbatum pro ómnibus Italiae
Seminariis. Publicado como documento aparte, Programma e norme per l’
ordinamento scolastico, educativo e disciplinare dei Seminan d ’ Italia, Roma,
1908.
6 ASS, 40 (1907) 340. En los cuadros B y C la distribución en los días de
la semana y el número total de horas de clases de cada una de las asignatu­
ras, pp. 342-343.
7 Para España se puede consultar V. Cárcel Ortí, “Estado material,
académico y moral de los seminarios españoles durante el siglo XIX”,
Seminarios 26 (1980) 267-432. Es un informe de Antonio Vico, secretario de
la Nunciatura de Madrid en tiempos del nuncio Angelo Di Pietro: Informe
sobre la situación de los seminarios españoles hasta el 31 de diciembre de
1891". Ib., pp. 277-432. Un dato sintomático, además de curioso es que el
manual de espiritualidad del Francisco Naval, Curso de teología ascética y
mística, publicado en 1915, está escrito "para servir de texto en los cursos de
Ascética y Mística que se hallan establecidos en algunos seminarios y junio-
rados de institutos religiosos de clérigos...". Uso la segunda edición, Madrid,
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 119

desde Roma no se sentía la necesidad de incorporarla a la for­


mación del clero. ¿Bastaba con la moral, el derecho canónico y
la pastoral como ciencias prácticas? No olvidemos que para
algunos la ascética y la mística eran más un arte para dirigir a las
almas que una ciencia teológica. De hecho, por ejemplo, la pri­
mera obra de A. Saudreau, pionero de la "cuestión mística”,
tenía esa finalidad, como consta del subtítulo: Les degrés de la vie
spirituelle. Méthode pour diriger les âmes suivant leurs progrès
dans le vertu (Angers, 1896).
Posteriormente, retorna en la Santa Sede la preocupación
por los seminarios de Italia: la escasez de vocaciones al sacerdo­
cio, el estudio de las causas, los métodos para conseguir candi­
datos, etc., y hace una nueva propuesta de estudios eclesiásticos.
El documento es de la Sda. Congregación Consistorial, Le visite
apostoliche, del 16 de julio de 1912, como conclusión de las visi­
tas oficiales a los seminarios el año anterior. Recuerdan los auto­
res del documento que siguen en vigor las "normas pontificias”
de la Congregación de Obispos y Regulares, de las que hemos
hecho m ención8. ¿Quizá porque no se cumplían?
Propone para los estudios de la teología como "materias
principales" la "Dogmática en sus diversas ram as o tratados, la
Moral, la Sda. Escritura y la Historia eclesiástica”. Y como
"materias secundarías" el "griego bíblico, el hebreo, la elocuen­
cia sagrada, la patrística, la liturgia, la arqueología y arte sacra,
el canto gregoriano”, dedicándoles un tiempo prudencial pero
sin im pedir el estudio de las m aterias principales. Especifica que
la m oral incluya el derecho canónico y nociones de sociología,
que no se omita el elemento sobrenatural en la historia de la
Iglesia, la enseñanza en latín, la selección de profesores y los
manuales que estén controlados por la Santa Sede, señal de que
los peligros del modernismo todavía acechaban, etc.9. De nuevo
notamos la ausencia de los estudios específicos de espiritualidad
o de ascética y mística en los program as oficiales de formación
clerical ni siquiera incluidos en la dogmática o la moral.

1919, p. 8. Supongo que el texto procede de la primera. Queda abierta la


puerta a más profundas investigaciones en este punto.
8 Cf. en Acta Apostolicae Sedis (AAS) 4(1912) 491-498. Referencia en pp.
491-492. La normativa más importante puede verse también en Enchiridium
Clericorum. Documenta Ecclesiae sacrorum alum nis instituendis (=
EnchCler), Romae, Typis Poliglottis Vaticanis, 19752, nn. 1301-1317.
9 AAS 4 (1912), pp. 496-498.
12 0 DANIEL DE PABLO MAROTO

En mi indagación personal por los índices generales de los 43


volúmenes de la Acta Sanctae Sedis (1865-1908) no he encontra­
do nada especial durante esos largos años referido a los estudios
de espiritualidad en los centros de estudios eclesiásticos, semi­
narios diocesanos y facultades de teología. La documentación
pontificia, tanto del papa como de las congregaciones romanas,
es escasa10. Quiere esto decir que en el último cuadrante del siglo
XIX y en las dos primeras décadas del siglo XX el impulso de los
estudios sobre la espiritualidad no vino de Roma, sino de la peri­
feria, especialmente del clero secular y regular. Esta constata­
ción negativa es im portante para tejer la historia de la espiritua­
lidad en el siglo XX.
Se suele citar como verdaderamente influyente en el desa­
rrollo de la teología espiritual un texto de Pío X, el "Motu pro-
prio” Sacrorum Antistitum, del 1 de septiembre de 1910, docu­
mento en el que retorna el problema modernista, pone en guar­
dia contra sus peligros teniendo en cuenta tam bién la formación
integral de los candidatos al sacerdocio en los seminarios en los
que deben resplandecer la virtud y la ciencia. En ese contexto, y
muy accidentalmente, recuerda que “como a los clérigos ya se
les imponen suficientes y graves estudios, como los que se refie­
ren a las sagradas Escrituras, a los principios de la fe, a las
costumbres, a la ciencia de la piedad y de los oficios (deberes), que
llaman ascética, o a los que se refieren a la historia de la Iglesia,
al derecho canónico, a la elocuencia sagrada...”, en consecuen­
cia, les prohíbe leer periódicos diarios o comentarios (revistas)
para que no pierdan el tiempo y se distraigan de sus estudios11.
Leído el texto en su contexto no acierto a ver cómo se le ha
dado tanta importancia en el devenir de la espiritualidad como
ciencia, como si hubiese sido ocasión para que se creasen con
posterioridad las cátedras de Ascética y Mística en el ateneo
Angelicum (1917) y en la Universidad Gregoriana (1918), cen­
tros universitarios de Roma, dirigidos por los dominicos y jesui-
tas respectivamente. Lo históricam ente cierto es que las cáte­
dras se fundaron en esas fechas indicadas. Lo que falta por

10 Cf. Acta Sanctae Sedis Ephemeridis (1865-1908), Index generalis per


Sacerd. Caesarem Pecorari opportune redactus, Romae, Typis Societatis
Typ. Editricis Romanae, 1909, xii-735 pp.
11 Cf. en AAS 2 (1910) 668. Texto completo, en pp. 666-668.
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 121

dem ostrar es que dependan del documento pontificio aludido12.


Es cierto que el Papa Benedicto XV, en carta al P. Octavio
M archetti (10 noviembre 1919), se congratuló con él por haber
creado la cátedra de "Teología ascético-m ística” en la
Universidad Gregoriana de Roma en el curso anterior (1918),
porque no existían de hecho estudios especiales de espirituali­
dad sobre la perfección cristiana en los cursos ordinarios. La
finalidad, según el papa, era "dar al clero una formación religio­
sa más profunda con el estudio científico y práctico de las prin­
cipales cuestiones relacionadas con la perfección cristiana”13.
Los documentos pontificios y de las Congregaciones rom a­
nas posteriores a estas fechas y hechos son más im portantes
para la evolución de la espiritualidad como tratado teológico y
como asignatura en los programas de estudios universitarios.
Aludo a ellos destacando la preferencia por una u otra titulación:
Ascética, Mística, Espiritualidad, Teología espiritual, etc.
Así, por ejemplo, la Sda. Congregación de Seminarios y
Universidades envió a los obispos de Italia un Ordinamento dei
Sem inan (26 abril 1920) en el que, entre otras cosas, organiza
los programas del curso teológico, siguiendo una normativa pre­
cedente, del papa León XIII y el código de derecho canónico
(1917), distinguiendo las m aterias principales (dogmática,
moral, Escritura, derecho canónico e historia eclesiástica) de
otras secundarias o complementarias (liturgia, pastoral, patrísti­

12 Así lo afirmó, por lo que yo conozco el primero, A. Huerga, "Teología


espiritual y Teología escolástica". Revista Española de Teología 26 (1966) 12.
Según él, Pío X, en Sacrorum Antistitum, "urge la enseñanza de la Ascética y
Mística en los seminarios”. Y después, la secuencia tan repetida, hasta con
errores, por autores posteriores: que Benedicto XV aprobó esa decisión e
introdujo esa disciplina en los ateneos eclesiásticos romanos; que en 1920
(en realidad, en 1919) felicitó al P. Octavio Marchetti por haber cumplido el
consejo de san Pío X con la creación de una cátedra de espiritualidad en la
Gregoriana. Y finalmente, el ingreso de la asignatura en el curriculum de las
Facultades teológicas con la Deus Scientiarum Dominas de Pío XI (1931). Cf.
ib., pp. 12-13. Esto m ism o repite C. García, Corrientes nuevas de Teología
espiritual, p. 25. Le sigue casi a la letra, A. Guerra en “Teología espiritual, una
ciencia no identificada", en AA. W , Teología espiritual: reflexión cristiana
sobre la praxis, Madrid, EDE, 1980, p. 12. Y en Introducción a la Teología
espiritual, Santo Domingo, 1994, p. 27. Federico Ruiz, Caminos del Espíritu,
Madrid, EDE, 19985, p. 58. Y otros.
13 Cf. texto en AAS 12 (1920) 29-31. Texto citado, p. 29. También en
Enchiridium Clericorum, n. 1548, nota 4, p. 542.
122 DANIEL DE PABLO MAROTO

ca, arqueología, elocuencia sacra, canto eclesiástico, etc.).


Im portante para nuestro propósito es constatar que para los
redactores del documento la espiritualidad es un apéndice de la
moral: "Complemento de la moral es la Teología Ascética y
Mística, indispensable para la dirección de las alm as”14, lo cual
no deja de ser una opinión curiosa, y por supuesto muy discuti­
ble y discutida. Pero un precioso indicador de la poca identidad
que todavía tenía la espiritualidad como tratado teológico.
De parecido tenor es el documento que el mismo dicasterio
romano envió a los obispos alemanes del 9 de octubre de 1921.
En él la espiritualidad sigue siendo un complemento de la teo­
logía moral, pero añade algunos matices altam ente significati­
vos a favor de la espiritualidad: "El estudio de la teología moral
debe ser realizado y perfeccionado (absolví et perfici debet) con
el estudio de la teología Ascético-Mística, para que los sagrados
pastores puedan dirigirse a si mismos y las almas que tienen
encomendadas, y así puedan conseguir el premio de la plena vir­
tud y santidad {et ad omnem virtutis et sanctitatis laudem escole-
re valeant)”15.
De mayor trascendencia para nuestro propósito fue la
Constitución apostólica Deus scientiarum Dominas, del papa Pío
XI (24 mayo 1931), en la que se organizan los estudios eclesiás­
ticos a im partir en las facultades de teología de todo el mundo.
Los estudios teológicos duraban cinco años (art. 31) entre disci­
plinas principales, auxiliares y especiales (art. 33). El program a
com pleto de las asignaturas está determ inado en las
Ordinationes de la Congregación de Seminarios y Universidades
(12 junio 1931). Entre las principales siguen contándose la teo­
logía (fundamental y dogmática), moral, Sda. Escritura, historia
eclesiástica y derecho canónico. Y entre las auxiliares la Ascética,
junto con las lenguas griega y hebrea, la liturgia y teología orien­
tal. Y, en el apéndice I, se ofertan algunas especiales, como la
Teología mística. Por el elenco de m aterias ofrecido, puede dedu­
cirse que la "mística” era un tema bastante marginal en la ca­
rrera teológica, aunque es verdad que tam bién se colocan en este

14 Texto complejo en S. C. dei Seminari e delle Università degli Studi,


Ordinamento dei Seminari, Roma, 1920, pp. 2-36. también en EnchCler,
1518-1554. Texto citado, n. 1548. No lo reproduce la AAS.
15 Vixdum haec Sacra Congregano. En EnchCler, n. 1573. No lo reprodu­
ce la AAS.
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 123

apartado la mariología, teología pastoral, teología litúrgica,


catequética, historia del dogma, y otras varias16.
La im portancia del documento está en que por prim era vez
se imponen los estudios sistemáticos de espiritualidad como asig­
natura obligatoria en los centros superiores de estudios teoló­
gicos de todo el mundo. La distinción entre "ascética" y "místi­
ca” en los program as y el relegar la mística a un segundo plano
tiene menos im portancia porque estamos en una época en que
muchos autores trataban bajo cada uno de los dos términos todo
el camino espiritual. Esa ambigüedad de la terminología la
detectó un cronista de excepción como fue el P. José de Guibert
desde su cátedra romana, además contemporáneo de los hechos.
Por eso vale la pena citar su testimonio.
“Si tras estas breves indicaciones históricas queremos preci­
sar el valor de las palabras ascética y mística entre los teólogos
contemporáneos, hallaremos tanta diversidad de opiniones que
nos desconcierta”. Y por eso, después de haber condensado las
tendencias contemporáneas, concluía: "Como, no obstante, la
desigual propiedad de estas tres acepciones de ascética y mística
son indistintam ente usadas por los teólogos, sin que sea posible
fijar reglas precisas para su empleo, muchos autores prefieren
reunir ambas palabras y rotular sus tratados con ellas: Teología
ascética y mística, cuidándose por lo general de avisarnos lo que
entienden por una y otra en su escrito, por ejemplo, Vives y Tutó,
Naval, Tanquerey, Garrigou-Lagrange, como lo hizo ya en el
siglo XVII Dobrosielski... Otros autores, cada vez más num ero­
sos emplean la expresión Teología espiritual para designar el
estudio teológico de las cuestiones relativas a la vida espiri­
tual”17.
La documentación oficial posterior, de m enor importancia,
m antendrá invariada la terminología y seguirá usando ascética y
mística en el sentido ambiguo que tenía en los autores de espiri­
tualidad. Serán necesarios los trabajos preconciliares y concilia­
res del Vaticano II para que iniciase una nueva andadura. Pero
estamos ya en otro momento histórico que necesita un apartado
diferente.

16 Cf. en AAS 23 (1931) 241-262 (Constitución) y 263-284


(Ordinationes). Textos citados o aludidos, pp. 255, 271 y 281.
17 J. De Guibert, Lecciones de Teología espiritual, Madrid, Razón y Fe,
1953, pp. 24 y 26.
124 DANIEL DE PABLO MAROTO

b) M anuales, revistas y diccionarios de espiritualidad.


El elenco de instrum entos pedagógicos y de trabajo que
ofrezco no tiene otro fin que constatar la existencia de una ram a
de la teología, la espiritualidad, que no sólo buscaba su identi­
dad, sino que se presentaba con unos títulos bastante uniformes,
la misma que encontramos en la documentación oficial. Antes
del siglo XX, la espiritualidad era conocida de diferente manera.
Pionero en el uso de una triple terminología fue el franciscano
polaco Crisòstomo Dobrosielski, en su Sum marium asceticae et
mysticae theologiae al menten D. Bonaventurae (Cracovia, 1 6 6 5 ),
en la que tam bién aparece el título de Theologia spiritualis. Un
autor decisivo fue el jesuita Juan Bautista Scaramelli (+ 1 7 5 2 )
con su Directorio ascético y Directorio místico. De finales del
siglo XIX son las obras del sulpiciano Jerónimo Ribet (+ 1 9 0 9 ),
autor de La mystique divine ( 1 8 8 3 ) y L ’ ascétique chrétienne
(1 8 8 7 ); del dominico André Marie M eynard (+ 1 9 0 4 ), quien
publicó un Traité de la vie intérieure ( 1 8 8 5 ), en dos volúmenes,
Théologie ascétique y Théologie mystique1*. Una excepción repre­
senta el pionero de la polémica sobre la “cuestión mística”, m on­
señor Augusto Saudreau, autor de un Manuel de Spiritualité
(París, 1 9 1 6 ), posiblemente uno de los primeros en usar en nues­
tro siglo el térm ino “espiritualidad”19.
No es necesario fijar una lista completa de los manuales de
espiritualidad en las tres primeras décadas del siglo, pero sí vale
la pena recordar algunos de los más principales.
- A g u illó L ó p e z , Jerónimo, Teología ascético-mística, Barcelona,
1903.
A u r e lia n u s a S S m o . S a c r a m e n to , Cursus ascéticas, 3 v o ls., I: Via
purgativa (1 9 1 7 ), Via illuminativa (1 9 1 8 ), Via unitiva (1 9 1 9 ).
C r is ó g o n o d e J e s ú s S a c ra m e n ta d o , Compendio de ascética y

18 Sobre todos estos autores, cf. Aimé Solignac, "Spiritualité”, en DSp 14


(1990) 1156. Curiosa afirmación también de que las primeras "cátedras” de
teología mística existían después de 1650 en los centros de estudios de los
carmelitas y franciscanos. Cf. ib., 1156-1157.
19 Cf. Aimé Solignac, "Spiritualité”, en DSp 14 (1990) 1152. A. Saudreau
es un prolífico autor de obras de espiritualidad a finales del siglo XIX y pri­
meras décadas del XX. Cf. en M. Belda- J. Sesé, La “cuestión m ística”, pp.
37-41. Estudio completo sobre su vida, obras, actuación en el movimiento
místico, pp. 33-88.
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 125

mística, Avila, 1933.


- d e G u ib e r t, Joseph, Theologia spiritualis asceticae et mysticae,
Romae, 1937.
- D e n d e r w in d e k e , Adolphus A., Compendium theologiae ascéticae
ad vitam sacerdotalem et religiosam rite instituendam, Honk-
Kong, 1921.
- F a r g e s , Albert, Les voies ordinaries de la vie spirituelle. Traité de
théologie ascétique, Paris, 1925.
- H e e r in c k x , O . M., Introductio in theologiam spiritualem asceti-
can el mysticam, Torino-Roma, Marietti, 1931.
- I g h in a , Andrés, Istituzioni di Teología ascética e mística,
Mondovi, 1882.
- M e s c h l e r , M., Aszese und Mystik, Freiburg im Brisgau, 1917.
- M u ra w s k i, Friedrich., Die ascetische Teheologie, Kösel- Pustet,
München, 1928.
- N a v a l, F., Curso de teología ascética y mística, Madrid, Editorial
del Corazón de María, 1915. Traducción al latín, Theologiae
Asceticae et Mysticae cursus, Romae, 1920.
- P e t i t o t , H., La doctrine ascétique et mystique intégrale, 1930.
- P o u la in , A. F., Des grâces d’oraison. Traité de théologie mystique,
Paris, 1901. Muchas ediciones.
- S a u d r e a u , A., Les degrés de la vie spirituelle. Méthode our diriger
les âmes suivant leur progrès dans le vertu, Anger, 1896. Muchas
ediciones. Puede ser tenido por manual completo del proceso de
la vida espiritual por las tres vías y los tres grados.
- T a n q u e r e y , A. A, Précis de théologie ascétique et mystique, Paris -
Roma, Desclée, 2 vols., 1923-1924.
- V iv e s y T u tó , E., cardenal, Compendium Theologiae ascetico-
mysticae, Romae, 1908.
- V o n H e r t l i n g , L ., Lehrbuch der ascetischen Theologie, In s b ru c c k ,
1930. Traducción latina. Teología ascética, Roma, 1939.
- Z a h n , J., Einfürung in die christiche Mystik, Paderborn, 1908.
- Z im m e rm a n n , Otto, Lehrbuch der Aszetik, Freiburg i. Brisgau,
Herder, 192920.

20 Cf. Algunos de los manuales con predominio de la ascética o la místi­


ca, en J. De Guibert, "Ascétique” (Théologie ascétique), en DSp 1 (1937)
1011-1014. Los principales manuales de este siglo pueden verse en Atanasio
G. Matanic, La spiritualità come scienza. Introduzione metodologica allo stu­
dio della vita spirituale cristiana, Cineselìo Bàlsamo (MI), 1990, pp. 141-155.
126 DANIEL DE PABLO MAROTO

A estos manuales habría que añadir las Revistas de espi­


ritualidad, cuyos títulos son tam bién significativos de las ten­
dencias de la espiritualidad en las tres prim eras décadas del
siglo XX. Las cito por orden de aparición.
- La Vie spirituelle - Dominicos, Saint-Maximin/ Paris - 1919.
Llevaba el subtítulo "Ascétique et Mystique”. En 1947: un
Supplement.
- Revue d ’ Ascetique et de Mystique, Jesuítas, Toulouse - 1920.
- La vida sobrenatural, Dominicos de Salamanca - 1921.
- Zeitschrift für Aszese und Mystik, Jesuítas de Austria y
Alemania - 1925. Desde 1947: Geist und Leben.
- Vita cristiana, dominicos, Florencia - 1929.
Existieron, además, otras nacidas en los cuatro primeros
decenios del siglo XX con títulos diversos y sin implicarse tanto
en la polémica de fondo sobre la ascética y la mística y asu­
miendo títulos más genéricos. Por ejemplo, Manresa (1925), de
los jesuitas de Barcelona. El Monte Carmelo (1900), de los car­
melitas descalzos de Burgos (España) y otras varias.
Como instrumento de trabajo, necesario para todos los estu­
dios de espiritualidad en temas históricos y doctrinales, y que
resuelve el problema de la terminología integrando, como el
m anual del P. De Guibert, las dos que se debatían es el
Dictionnaire de Spiritualité ascétique et mystique, que comenzó a
publicarse en París, Beauchesne, 1932 y ha concluido en 1995.
Todos los grandes Diccionarios hoy en uso son posteriores a 1950.

3. Teología espiritual y espiritualidad (1950-2000)


Aunque no se pueden poner fronteras cronológicas a la
historia, es cierto que en el campo de la espiritualidad, como en
el de las demás ciencias eclesiásticas, comienza a sentirse un
cambio sustancial desde los años cuarenta del siglo XX. Quizá la
encíclica Humani generis, de Pío XII (12 de agosto de 1950), sea
el indicador más alarm ante de lo que acontecía en el interior de
la Iglesia católica y en su teología. El epígrafe inicial es sin­
tomático: "Encíclica sobre las falsas opiniones contra los funda­
mentos de la doctrina católica"21. El otro punto de referencia es
el concilio Vaticano II, desde su preparación rem ota hasta su
conclusión (1959-1963).
21 Cf. en AAS 42 (1950) 561-578.
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 127

a) Documentos oficiales
Por lo que se refiere a la espiritualidad, vamos a seguir la
documentación de la Santa Sede fijándonos particularm ente en
la terminología usada en los documentos "oficiales”. Es intere­
sante sobremanera seguir las discusiones en el concilio Vaticano
II para acomodar los viejos programas de estudios eclesiásticos
a las necesidades espirituales, culturales y pastorales de los nue­
vos sacerdotes. El problema del aggiomamento tam bién llegó a
los seminarios y las facultades de teología. No quisiera pecar de
ignorante, pero me parece que está por hacer una exploración
en profundidad de todos los debates previos a la publicación del
actual decreto Optatam lotius, sobre la formación sacerdotal.
Me refiero al iter seguido desde las primeras propuestas que lle­
garon de todo el mundo a Roma, las sucesivas redacciones del
esquema (al menos 7), los modos y retoques al texto hasta la
aprobación definitiva el 28 de octubre de 1965. Por supuesto yo
no lo voy a hacer, pero dejo constancia de la sugerencia para
futuros trabajos.
Se sabe por la intrahistoria del Concilio que en los primeros
esquemas sobre los estudios académicos de teología, para una
buena formación de los futuros sacerdotes, se trataba de intro­
ducir la Teología espiritual dentro de los programas "para que les
sirva -decían- en la propia santificación y como ayuda eficaz en
la dirección de las almas”, idea que no es nueva en los docu­
mentos oficiales. Después se fueron perfilando nuevas redaccio­
nes del esquema inicial hasta que la alusión desapareció en el
documento final aprobado por los obispos en 1965. Sí es cierto
que en él se habla de la "formación espiritual” de los sem inaris­
tas, de que "ha de estar estrechamente unida a la doctrina y
pastoral”, pero todo encomendado al director espiritual, no al
profesor de espiritualidad (OT, 8). Por otra parte insiste también
el documento final en que los alumnos, para un buen ejercicio
del ministerio pastoral, deben formarse en la "dirección espiri­
tual de las alm as” (OT, 19)22. En los documentos finales del
Concilio una sola vez aparece el término de Teología espiritual

22 Algo ha tratado del tema, aunque pienso que de modo insuficiente y


que puede estudiarse más a fondo, G. Rambaldi, "Sollecitazioni del magi­
stero per lo studio della teologia spirituale”, Seminarium 26 (1974), espe­
cialmente pp. 33-38.
128 DANIEL DE PABLO MAROTO

(SC, 16). Eso no significa que esté ausente el problem a de la


espiritualidad en los documentos conciliares.
El trabajo que no hizo el Concilio se lo encomendó a las
Conferencias episcopales para que acomodasen los estudios
eclesiásticos a las respectivas circunscripciones, pero eso no
excusa la preterición hecha en los documentos oficiales que tie­
nen que tener unas razones más profundas.
En 1968, poco después de la clausura del Concilio, la Sda.
Congregación para la educación católica, publicó unas Normae
quaedam en las que aparece la Teología espiritual descrita como
"la parte de la teología que describe la historia de la salvación,
siempre en acto, y se realiza y manifiesta en la vida ascético-
mística de los fieles que tienden a la perfección cristiana”. Y
durante el Concilio, en 1964, y antes de la promulgación de la
Optatam totius (1965), la Sda. Congregación de seminarios
encomendaba a la Teología espiritual "indagar profundam ente y
exponer todo lo que se refiere a la vida ascética y a los fenóme­
nos de la vida mística"23.
Para ayudar en esa misión a las Conferencias, la Sda.
Congregación para la educación católica elaboro una Ratio fun-
damentalis institutionis sacerdotalis (6 enero 1970) en la que,
entre los estudios a im partir en los cursos de teología enum era
la Teología espiritual, pero no con entidad propia, sino como
complemento de la Teología moral: "Haec doctrina moralis com­
p le to in theologia spirituali”. Y especifica los contenidos, entre
otros, de dicha asignatura: "teología y espiritualidad del sacer­
docio y de la vida consagrada mediante el cumplimiento de los
consejos evangélicos, para que puedan dirigir a los hombres,
según su estado, por el camino de la perfección”24. Sigue oficia­
lizando la terminología de Teología espiritual, ya usada en el pre­
concibo y el Concilio, pero no se avanza nada en la identidad
tem ática de la espiritualidad como teología, además de hacerla
un apéndice de la teología moral, que quedaría privilegiada25.

23 Cf. en G. Rambaldi, a. c., p. 21. Estas Normae quaedam fueron aboli­


das en 1979 por la Constitución apostólica Sapientia cristiana de Juan Pablo
II (15 de abril de 1979). Cf. AAS 71 (1979) 476.
24 Cf. en AAS 62 (1970) 371.
25 La situación caótica en que quedó la Teología espiritual después del
Vaticano II la he recordado en m i obra El camino cristiano. Manual de teo­
logía espiritual, Salamanca, UPSA, 1996, pp. 92. Cf. A. Huerga, “El método
en Teología espiritual", Seminarium 26 (1974) 246. La razón de dedicar todo
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 129

Lo mismo sucede con un largo documento de la Sda.


Congregación para la educación católica, La formación teológica
de los futuros sacerdotes (22 de febrero 1976), en el que se habla
de "vida espiritual" (n. 83), de "ascética y mística cristiana", que
describe las leyes del "proceso espiritual", una dimensión espiri­
tual que no debe olvidar la moral (n. 100). Y recuerda, muy tan­
gencialmente, la Teología espiritual como "materia auxiliar" den­
tro de la carrera teológica (n. 114). Si bien es verdad que tam ­
bién dice que "la espiritualidad que nace de una vida de fe es
como una dimensión interna de la teología, a la cual da un sabor
sobrenatural” (n. 73). Se va abriendo el espectro de títulos diver­
sos para la ciencia del Espíritu, pero se avanza poco en el apre­
cio por la teología espiritual como asignatura dogmática.
En la constitución apostólica de Juan Pablo II, Sapientia
christiana (15 abril 1979) se organizan de nuevo los estudios
teológicos en las facultades de teología y no se hace mención de
la espiritualidad. Aunque en las Normae applicativae de la
mism a constitución, elaboradas en la Congregación para la edu­
cación católica, se mencionan como asignaturas "obligatorias"
en el curso institucional la Teología moral y espiritual (art. 51, Io,
b). Y para el segundo ciclo, licenciatura y doctorado, se prevén
los "estudios de espiritualidad”, como posible área de especiali-
zación en las facultades de teología o institutos (Apéndice II, n.
26)26. Hoy existen, además de Institutos de espiritualidad, con­
sagrados enteram ente a im partir clases de espiritualidad, ya
desde los años cincuenta, y bienios con especialización en
Teología espiritual.
Por añadir un apunte final referido a España, la Conferencia
Episcopal Española elaboró el documento El plan de formación
de los seminarios mayores. La formación para el ministerio pres­
biteral (Madrid, 1986). En él se dividen las asignaturas teológi­
cas por “áreas": filosofía, teología fundamental, Sda. Escritura,
teología sistemática y teología pastoral. Dentro de la “teología
sistemática" figura la dogmática sistemática y la historia de la

ese número de la Revista a "La enseñanza de la Teología espiritual" es sin­


tomático: la “constatación de una cierta ausencia de la teologia espiritual en
los programas de los estudios teológicos, atribuyéndolo el autor de la “intro­
ducción” (R. Moretti), entre otras razones, a la falta de identidad de la mate­
ria. Cf. pp. 3-4.
26 Texto de la Sapientia cristiana, en AAS 71 (1979) 469-499. Las
Ordinationes, ib., pp. 500-521. Los textos aludidos, en pp. 513, 517 y 521.
130 DANIEL DE PABLO MAROTO

Iglesia, y una subsección de "praxis cristiana", en la que se


incluye la teología moral fundamental, moral de la persona,
moral social y derecho canónico, y -¡cómo no!- la Teología espi­
ritual. Hoy se tiende a incluir dentro de la "praxis" también a la
teología pastoral, pero son detalles que aquí nos interesan poco.
Es im portante constatar que la espiritualidad integral, la ascéti­
ca y la mística con un nuevo título unificado, tiene, por prim era
vez, autonom ía dentro de un plan integral de estudios teológicos
y formando parte de una “teología sistemática", no como un
apéndice de la teología moral. Quizá sean más discutibles los
"temas” o tarea asignada por los obispos españoles a la Teología
espiritual: “Historia de la espiritualidad. Figuras señeras, clási­
cos españoles. Etapas de la vida espiritual. El discernimiento
espiritual. Sentido pascual de la vida cristiana. Teología de la
vocación y su discernimiento. Oración litúrgica y personal.
Espiritualidad del presbítero diocesano secular (¡)” (cf. n. 34)27.
Y por fin, casi como dato anecdótico, se puede traer a cola­
ción que en la misma encíclica de Juan Pablo II, Veritatis
Splendor (6 agosto 1993), se vuelve a hablar de "ascética y m ísti­
ca”, que describe las "leyes del progreso espiritual”. Esta misión
la comparte con la teología moral, adquiriendo ésta por ello una
"importancia espiritual interna” (n. 111)28. La terminología espi­
ritual sigue siendo confusa desde las altas instancias de la Iglesia
hasta los estudios de los especialistas. Y eso mismo constatare­
mos a continuación.
b) Manuales, revistas y diccionarios
Como advertí en el apartado anterior, aludo aquí a los
instrumentos de trabajo para el teólogo espiritual con el fin de
constatar un cambio de terminología en la ciencia del Espíritu
o, en algunos casos, la persistencia de la misma. Evidentemente
no son todos, pero creo que sí los principales. Sigo el orden
alfabético, todos publicados en la segunda m itad del siglo XX.

27 Los últimos documentos reseñables, La formación de los sacerdotes en


la situación actual. “Lineamenta”para la reflexión ante el sínodo de los obispos
de 1990. Y el Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, de la Sda.
Congregación del clero (1994), cf. en mi obra El camino cristiano, p. 94.
28 AAS 85 (1993) 1220. Remite al documento de la Sda. Congregación
para la educación católica, La formación teológica de los candidatos al sacer­
docio (22 de febrero 1976), n. 100.
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 131

AA. W., Compendio di teologia spirituale in onore di Jordan


Aumann, O.P., Roma, PUST, 1992.
AA. W., Teología espiritual: reflexión cristiana sobre la praxis,
Madrid, Editorial de Espiritualidad, 1980.
A r r e s e , M . B., Suma de la vida espiritual. Ascética y mística,
Salamanca, San Esteban, 19823.
A r z u b ia l d e , S . G ., Theologia Spiritualis. El camino espiritual del
seguimiento a Jesús, Madrid, UPCM, 1989.
A u m a n n , J., Spiritual Theology, London, Sheed and Ward, 1980.
B e n ig a r , A ., Compendium Theologiae spiritualis, Roma,
Segreteria delle Missioni OFM., 1959.
B e r n a r d , Ch. A., Teología espiritual. Hacia la plenitud de la vida
en el Espíritu, Madrid, Atenas, 1994 (trad. del original italiano,
Paoline, 1989).
B o u y e r , L., Introduction la vie spirituelle. Précis de théologie ascé-
tique et mystique, Toumai, 1960.
C a saldaliga , P. - V ig il , J. M., Espiritualidad de la liberación,
Santander, Sal Terrae, 1992.
Cox, M., Handbook of Christian Spirituality, San Francisco, CA,
Harper and Row, 1985.
C u s k e l l i , E . J., Un corazón para conocerte. Guía práctica de la
vida espiritual, Santander, Sal Terrae, 1969.
D a g n in o , A ., La vita interiore, M ila n o , P a o lin e , 1 9 6 8 4.
D e P ablo M a r o t o , D ., El camino cristiano. Manual de Teología
espiritual, Salamanca, Universidad Pontificia, 1996.
E s p e ja , J., Espiritualidad y liberación, Salamanca-Lima, 1986.
E s p e ja , J., La espiritualidad cristiana, Estella, Verbo Divino,
1992.
E sq u er d a B if f e t , J., Caminar en el amor. Dinamismo de la vida
espiritual, Madrid, Atenas, 1989.
F erlay , P h ., Compendio de la vida espiritual, Valencia, Edicep,
1990.
G a lilea , S., El camino de la espiritualidad, Bogotá, Paulinas,
1990.
G a m a rra , S., Teología espiritual, Madrid, BAC, 1994.
G io ia , M . (E d .), Teologia spirituale. Temi e problemi. In dialogo
con Charles A. Bernard, Roma, A .V .E ., 1991.
G o n z á l e z , L. J., Liberación para el amor. Ensayo de teología espi­
ritual, México, Ed. Progreso, 1985.
G o z z e l in o , G ., En la presencia de Dios. Elementos de Teología de
la vida espiritual, Madrid, CCS, 1994 (originai italiano, Leumann
[Torino] Elle-Di-Ci, 1989).
DANIEL DE PABLO MAROTO

G u e r r a , A ., Introducción a la Teología Espiritual, Santo Domingo


(R.D.), EDECA, 1994.
G u t ié r r e z , G ., Beber en su propio pozo. En el itenerario espiritual
de un pueblo, Salamanca, Sígueme, 1984.
H a u s e r , R. J., In his Spirit: a guide to today’s Spirituality, New
York, Paulist Press, 1982.
J a é n , N., Hacia una espiritualidad de la liberación, Santander, Sal
Terrae, 1987.
J u an es , B., Espiritualidad cristiana hoy, Santander, Sal Terrae, 1967.
J u b e r ía s , F., La divinización del hombre, Madrid, Cocuisa, 1972.
K a s c h m it t e r , W. A., The Spirituality of the Catholic Church,
Houston, Tex., Lumen Christi Press, 1982.
L a n z , A r n a l d o , Lineamenti di ascetica e mistica, Milano, Vita e
Pensiero, 1953.
M a r c h e t t i , A l b in o (Del B. Gesù), Ascetica e mistica, Padova, Il
Messaggero de S. Antonio, 1954. Después cambiò de título:
Compendio di teologia spirituale, Torino, Marietti, 1966.
M atanic , A. C., La spiritualità come scienza. Introduzione meto-
dogogica allo studio della vita spirituale, Cinesello-Balsano
(Milano), Paoline, 1990.
P h il ip p e , P. P., La vie de prióre. Essai de Théologie Spirituelle,
P a ris , M a rn e , 1 9 9 3 .
R iv e r a , J. - I r a b u r u , J. M., Espiritualidad católica, Madrid,
CETE, 1982.
Rizzi, A., Dio in ricerca dell’uomo. Rifare la spiritualità, Roma,
Paoline, 1987.
R oyo M a r ín , A. Teología de la perfección cristiana, M a d r id , BAC,
1954.
Ruiz S alvador , E, Caminos del Espíritu. Compendio de teologia
espiritual, Madrid, Editorial de Espiritualidad, 1974. varias edi­
ciones posteriores hasta la 5a en 1998, siempre con el mismo
título.
S a g n e , J. C., Traite de Théologie Spirituelle. Le secret du Coeur,
Paris, Ed. du Chalet, 1992.
S e c o n d in , B. - G o f f i , T. (Eds.), Corso di spiritualità. Esperienza.
Sistematica. Proiezioni, Brescia, Queriniana, 1989.
S o b r in o , J., Liberación con espíritu. Apuntes para una nueva espi­
ritualidad, Santander, Sal Terrae, 1985.
S p id l ik , T., Manuale fondamentale di spiritualità, Casale
Monferrato, Piemme, 1993.
T hels, G., Sainteté chrétienne. Précis de théologie ascétique, Thielt,
1958. Después lo rehizo con el título siguiente.
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 133

- T h il s , G ., Existencia y santidad en Jesucristo, Salamanca,


Sígueme, 1986 (original francés, París, 1982).
T r u h l a r , C. W ., L’esperienza mistica. Saggio di teología spirituale,
Roma, Città Nuova, 1984.
w e is m a y e r , J., Vida cristiana en plenitud, Madrid, Paulinas, 1990
(original alemán, Insbruck-Wien, Tirolia, 1983).
Algunas Revistas antiguas, de la prim era etapa del siglo XX,
cam biaron significativamente de nombre y otras nuevas nacie­
ron con títulos acomodados a la nueva nomenclatura. Entre las
prim eras se cuentan las siguientes:
- Revue d' Ascetique et de Mystique, Jesuítas, Toulouse - 1920.
Desde 1972: Revue d ’H isloire de la Spiritualité. En 1977 dejó
de publicarse.
- Vita cristiana, dominicos, Florencia - 1929. Ha tenido varios
cambios. 1956-1969: Rivista di Ascetica y Mística. 1970-1975:
Santa Caterina da Siena. Periodico di vita cristiana. 1975...:
Revista di Ascetica e mistica.
- Zeitschrift für Aszese und Mystik, Jesuítas de Austria y
Alemania - 1925. Desde 1947: Geist und Leben.
Sin embargo, las nacidas después de los años 40 evitan las
palabras controvertidas: ascética y mística, y asumen términos
más universales y pacíficamente aceptados como "espiritual”,
"espiritualidad”, "vida espiritual”, etc. Así, por ejemplo:
- Revista de Espiritualidad (1941), de los carmelitas descalzos
de Madrid, la prim era que incorporó la palabra controverti­
da de “espiritualidad” en su título.
Teología espiritual (1957), de los dominicos de Valencia.
- Rivista di vita spirituale (1947), de los carmelitas descalzos
italianos.
- Revista agustiniana dé Espiritualidad (1960), de los padres
agustinos de la Rioja - España.
- Spiritual Life (1955), de los carm elitas descalzos de
Washington.
- Spirituality Today (1978), de los dominicos de Chicago
(USA), procedente de otra con el título de Cross and Crown
(1949).
- Vida Espiritual (1962), de los carm elitas descalzos de
Colombia.
- Studies in formative Spirituality (1980, Pittsburg - USA).
- Studies in Spirituality (1991 - Nimega - Holanda).
134 DANIEL DE PABLO MAROTO

- Espíritu y Vida (1993 - Santo Domingo - República


Dominicana).
Lo mismo digamos de los diccionarios, como consta en los
más importantes, además del Dictionnaire de Spiritualité ascéti-
que et mystique, París, Beauchesne, 1932-1995.
A n c il l i , E. (Dir.), Dizionario dì spiritualità dei laici, 2 vols., Milano,
1981.
A n c il l i , E. (Dir.), Dizionario Enciclopedico di Spiritualità, 3 vols.,
Roma, Città Nuova, 19902-
D in z e l b a c h e r , P., Dictionnaire de la mystique, Tumhout, Brepols,
1993 (originai, alemán).
- D o w e y , M., The New Dictionary of Cacholic Spirituality,
Collegeville, Minesota, A. Michael Glazier Book, 1993.
F io r e s , S. d i - G o f f i , T. (Dir.), Nuevo Diccionario de Espirituali­
dad, Madrid, Paulinas, 1983. edición italiana, Roma, 1979.
- S c h ü t z , C h . (Dir.), Praktisches Lexikon der Spiritualität, Freiburg
im Breisgau, Herder, 1988.
- T h r u l a r , V., I concetti fondamentali della Teologia Spirituale,
Brescia, Queriniana, 19812.
- W a k e f ie l d , G. S. (Dir.), A Dictionary of Christian Spirituality,
London, SCM., 1983.
Repasando los títulos de los Manuales, Revistas y
Diccionarios de espiritualidad se nota un cambio progresivo en
su titulación, predominando, casi con exclusividad en las tres
prim eras décadas, el de Ascética y Mística y, a partir de esa fecha,
se van introduciendo el de Teología espiritual, Teología de la per­
fección cristiana, Espiritualidad, etc. El lector moderno de esa
literatura recibe la misma impresión que un viajero que cruza en
tren diversas fronteras europeas notando la fusión de las distin­
tas lenguas y el predominio de una sobre otra en proporción
directa de la cercanía o lejanía de las mismas. Un ejemplo de
simbiosis de ambas nomenclaturas se da, curiosamente, en el P.
De Guibert, quien tituló la refundición de sus apuntes de clase
en la Universidad Gregoriana de Roma (desde 1926) Theologia
spiritualis asceticae et mysticae, Roma 1937. Eso mismo aconte­
ció con el más im portante diccionario de espiritualidad de todos
los siglos y que lleva por título Dictionnaire de Spiritualité
Ascétique et Mystique, que comenzó en 1932 y ha concluido en
1995 sin variación en su título originario. Como es sabido, el P.
De Guibert fue uno de sus fundadores.
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 135

4. Reflexiones finales. Sentido del cam bio de titulación


El cambio de nomenclatura, de la Teología ascética y mística
a la Teología espiritual, no fue la imposición de una moda capri­
chosa, sino algo con profundo sentido y de m ucha trascenden­
cia. Me atrevería a decir que tiene varios significados y lecturas.
Posiblemente sea una de las claves de interpretación de la espi­
ritualidad como tratado teológico en el siglo XX. Pero cualquie­
ra que sea la interpretación que demos al cambio de titulación,
teología ascética, mística, espiritualidad, teología espiritual, teo­
logía de la perfección cristiana, es innegable que la espiritualidad
ha tenido una importancia suma en la formación sacerdotal de
nuestro siglo XX a través de las cátedras, manuales, revistas, dic­
cionarios, etc., cuyas doctrinas pasaban después a la vida espiri­
tual del pueblo a través del trabajo pastoral de los sacerdotes en
los seminarios y en las parroquias. Creo que la espiritualidad,
identificada en la vida cotidiana de los buenos cristianos, menos
"identificada” como tratado teológico, según escribió Augusto
Guerra hace años, ha seguido un camino, a veces tortuoso, a
veces más seguro y tranquilo. En cien años ha pasado de ser
nada a mucho, y esto desde la controversia, el crecimiento, el
olvido, el resurgimiento y una cierta plenitud en nuestros días.
Asistiendo a muchos debates en el campo de la espirituali­
dad, a veces tengo la impresión de que teorizamos demasiado
sobre ella, de que convertimos en temas y problemas, abstractos
y teóricos, algo que es vida, realidad existencial. Como si el teó­
logo de oficio fuese por un camino y el espiritual por otro.
Pensemos, por ejemplo, en el debate sobre la "imitación” o el
"seguimiento" de Cristo. Pablo utiliza el “seguimiento”, los
Sinópticos, la "imitación". Los antiguos Padres de la Iglesia, los
grandes místicos medievales y modernos, han usado la doble
terminología y han vivido las dos dimensiones sin problem atizar
sobre ellas. Lo mismo se puede decir de las discusiones sobre la
vida activa y contemplativa, los estados de vida, las relaciones
entre la teología dogmática y moral con la teología espiritual; de
si el tratado es una ciencia teológica identificada o no, la misma
religiosidad popular, etc. No niego que las discusiones y los
debates clarifiquen muchos aspectos de la vida espiritual, de la
espiritualidad como ciencia teológica, pero insisto en que la vida
es mucho más sencilla.
Puestas estas premisas, que me he permitido como una
136 DANIEL DE PABLO MAROTO

licencia banal, vayamos al caso que nos ocupa: el significado del


cambio de titulación de la espiritualidad. Formulo las siguientes
"conclusiones”, que vienen a ser también, en ocasiones, deduc­
ciones de lo que he expuesto más arriba.
1. Decisiones oficiales
La Santa Sede ha utilizado en este siglo una terminología
variada, según el uso que los teólogos espirituales hacían de ella:
ascética, mística, teología espiritual, espiritualidad, vida espiri­
tual. No impone nada, sino que asume lo existente. Los docu­
mentos "oficiales” en este caso no son normativos. Eso mismo
sucede al proponer el modo de hacer teología espiritual: no
impone métodos, fuentes, temas y programas de la asignatura.
Interviene mucho menos que en otras m aterias tenidas por más
principales, como la teología dogmática, la Sda. Escritura, el
derecho canónico, la historia de la Iglesia y la moral. Con fre­
cuencia ha ignorado o minusvalorado la espiritualidad en bene­
ficio de la moral, a la que la ha subordinado. O ha prejuzgado
tem as debatidos como las relaciones de la moral con la espiri­
tualidad o el debate sobre el "problema místico”, dividiendo la
teología espiritual en ascética y mística. Resulta extraño que
hasta fecha tardía siga hablando todavía de ascética y mística.
2. La ascética y la m ística
Existen dos períodos claram ente diferenciados. Con ante­
rioridad a los años treinta, predom ina la titulación de ascética y
mística, dentro de una ambigüedad de los temas tratados por los
distintos autores. A partir de esa fecha, comienza a aparecer la
Teología espiritual o términos parecidos. Se hace com ún en los
años sesenta, con raras excepciones, y es infrecuente el de ascé­
tica y mística. Eso es lo que dem uestran los títulos de los
manuales, revistas y diccionarios citados en los dos períodos.
3. Ambigüedad de la espiritualidad
Una de las razones de la diversa nom enclatura quizá esté en
la esencia de la misma espiritualidad: su ambigüedad; pero no
en el sentido peyorativo del término, sino como inherente a la
polivalencia sem ántica de la palabra y la realidad que expresa, la
existencia de tantos cristianos santos. Después la rica tem ática
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 137

tan rica que puede incorporarse en un tratado de espiritualidad,


prácticam ente todos los temas de la teología dogmática, muchos
de la moral y de la Sda. Escritura. Además, la ordenación de los
temas no tiene por qué ser uniforme, y de hecho en cada m anual
se organizan de una manera, como puede verse en los existentes
hoy en el mercado. Lo im portante es que no falten los principa­
les y que el autor justifique el orden en que los trata.
4. Definir cuanto antes sus propios lím ites v fronteras
Ante el cambio ya realizado de la ascética y mística a la
Teología espiritual, debe definir cuando antes sus fronteras, o lo
que es lo mismo, su objeto material y formal, su tem ática y el
modo de analizarlos. Es decir, salir cuanto antes y lo mejor posi­
ble de su ambigüedad y configurase como un tratado teológico
que explique el proceso del ser cristianos desde el dinamismo
del Espíritu Santo. Es decir, constituirse en una teología de la
santidad cristiana, o teología de la vida cristiana. Más allá de las
discusiones entre teólogos, hay tem as que no son tratados de
hecho por el teólogo dogmático ni por el moralista o son trata­
dos de m anera diferente. Esos temas y esa modalidad son los
que debe desarrollar el teólogo espiritual que busca la especifi­
cidad de la teología espiritual. Pero esto no puede considerarse
como una "suplencia” de otras ciencias eclesiásticas, sino verda­
deros "complementos" de orden teológico e histórico que per­
feccionen lo expuesto por el dogmático y el moralista.
Una prueba de que la espiritualidad buscaba, desde finales
del siglo XIX, su estatuto científico dentro de los tratados teoló­
gicos y su propia identidad es el proceso de cambio en la nom en­
clatura, que es lo que he intentado docum entar en el iter pre­
sentado en las páginas precedentes.
5. Superación del "problema m ístico
Si la titulación de ascética y mística en las prim era decadas
del siglo XX hacían una referencia explícita a los problemas de
fondo debatidos en "la cuestión mística”, el uso de la Teología
espiritual indicaba el fin de los mismos y la aceptación implícita
de la llamada universal a la vida mística o al menos la necesi­
dad de la dimensión mística para ser cristianos, bien fuese por
agotamiento de las fuerzas en litigio, o porque otras preocupa­
ciones llenaban el horizonte cultural de Europa en el tiempo
138 DANIEL DE PABLO MAROTO

inmediato a la segunda guerra mundial; o porque, finalmente, se


habían clarificado los temas espirituales. Con ello se evitaba la
bipolaridad del camino espiritual y se insistía en la unicidad de
vía. Los tratados de Teología espiritual o Teología de la perfección
cristiana y otros títulos que exponían la vida según el Espíritu,
salvo excepciones, soslayaban los problemas de fondo del “pro­
blema místico”. El cambio de títulos es señal de un cambio de
paradigma espiritual.
En consecuencia, la evolución del título del tratado serenó
los ánimos de los contendientes y permitió a los teólogos espiri­
tuales seguir debatiendo otros temas, como la estructura inter­
na del manual, el estatuto científico de la espiritualidad, el méto­
do, las fuentes, el objeto propio, las relaciones de la teología
espiritual con la teología dogmática y la moral; la configuración
espiritual de un cristiano santo desde una antropología teológi­
ca renovada; el quehacer temporal de los espirituales en un
mundo cada vez más complejo y con una teología de la libera­
ción en marcha; la autocrítica y defensa de la espiritualidad en
una época de cambios; y un sinfín de problemas algunos de los
cuales todavía están, o deberían estar, esperando una respuesta
en libros, publicaciones, congresos, etc. El nuestro debería ser
un foro internacional para la discusión de estos problemas alu­
didos. El futuro dirá si los planteamientos están bien hechos o
ha sido una ocasión perdida.
6. Inviabilidad hoy del proyecto de ascética y m ística
Hoy no parece procedente el seguir utilizando la ascética y
la mística para designar un tratado de espiritualidad, no sólo
porque sería volver a un pasado ya superado y olvidado, sino
porque rompe el esquema unitario del camino cristiano, que
contiene, entreverados, elementos ascéticos y elementos místi­
cos, pero no de modo sucesivo o diacrònico, como si el camino
cristiano tuviese "vías” o “grados” que se recorren sucesivamen­
te en el tiempo, sino de modo sincrónico. Por otra parte, la ascé­
tica y la mística son dimensiones del vivir cristiano, facetas de
una existencia hum ana sobrenaturalizada. Seguir hoy hablando
de “ascética” y "mística” crearía confusión y más problemas que
soluciones. Además, se le podrían poner las mismas objeciones
que al proceso del crecimiento espiritual medido por “grados” o
"vías”. Después del Vaticano II, con su propuesta de santidad
para todos los bautizados, alimentados por los mismas fuentes
EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGIA ESPIRITUAL 139

santificadoras, es difícil m antener esa duplicidad de vías29. Por


eso es más coherente desarrollar los tem as de la vida cristiana
en un tratado de Teología espiritual o en un buen m anual de
Espiritualidad, que hace referencia directam ente al Espíritu
Santo, aunque cualquiera de los términos puede ser cuestiona­
ble30.
7. Mirando al futuro
Desde la perspectiva del siglo XXI, y una vez pasada la época
de las controversias, cada autor suele ser bastante libre para
organizar el esquema del manual, aplicar unos títulos con pre­
ferencias a otros, creando a veces confusión porque a veces se
llama "manual” de espiritualidad a cualquier obra que desarrol­
la un solo tem a de la vida espiritual.
Quiero aprovechar tam bién la ocasión para recordar que
nuestros "manuales” no pueden, ni deben, contener todos los
temas que se refieren a la vida según el Espíritu, a la espirituali­
dad. No olvidemos que un manual de teología espiritual es un
intento de estructurar desde la ciencia teológica una personali­
dad cristianam ente m adura con sus elementos esenciales cons­
titutivos: el sujeto que se hace santo, la antropología sobrenatu­
ral, la especificidad de la vida y experiencias cristianas, las for­
mas sociales y eclesiales en que se puede vivir la experiencia, las
mediaciones más importantes para conseguir la meta, etc. Pero
no puede analizar todos los comportamientos cristianos de
todos los sujetos que se hacen santos.
Coherente con esta afirmación, me atrevería a proponer la
idea de que en el futuro, junto al manual que trata de la espiri­
tualidad en general, de modo sistemático y académico, le siga
otro que trate de la espiritualidad particular o especial, en el que
se especifique una espiritualidad de situación y de circunstan­
cias, teniendo en cuenta no sólo los condicionantes del sujeto,
sino el ambiente plural en el que se puede encontrar y los distin­
tos medios que pueden utilizar. La santidad es una, no única ni

29 Cf. en mi obra El camino cristiano. Manual de teología espiritual, pp.


145-155.
30 Cf. A. Matanic, La spiritualità come sciencia. Introduzione metodoló­
gica allo studio della vita spirituale cristiana, Cinisello Bàlsamo (MI), 1990,
pp. 37-39.
140 DANIEL D E PABLO MAROTO

universalmente válida para todos y en cualquier circunstancias.


En esto nos pueden servir de ejemplo los tratados de moral, de
pastoral y de liturgia, ciencias todas pertenecientes a las "teo­
logía práctica”.

También podría gustarte