De Pablo Maroto PDF
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Introducción
En la prim era conferencia de este congreso de Roma hemos
escuchado el iter seguido por la Teología espiritual en su proceso
histórico. Me toca a mí trazar su historia en el siglo XX para dar
respuesta -así lo deduzco del título- al menos a dos cuestiones.
Primera, constatar el cambio de titulación de un tratado que
comenzó llamándose Teología mística, luego Teología ascética y
Teología mística, Teología ascético-mística, Teología de la perfec
ción cristiana y, finalmente, Teología espiritual o Espiritualidad.
Y segunda, y más importante, hacer una lectura en profundidad
buscando las razones del cambio, o sea, interpretar el hecho
histórico. Esta segunda propuesta es la tarea más difícil y com
prometida, más expuesta al subjetivismo, pero tam bién la más
interesante para la historia de la espiritualidad.
Antes de desarrollar el tema, parto de una convicción: la
espiritualidad, como reflexión sistemática de la vida espiritual,
es la más antigua de las teologías. Fueron los Padres de la
Iglesia, los que, leyendo la Escritura para vivirla y comentarla,
estructuraron un camino cristiano en coherencia con la fe cris
tiana profesada. Esas lecturas de la Escritura, plurales de senti
do, en una semiótica no sólo lingüística sino teológica dieron pie
a las distintas ram as del saber teológico; y de la lectura anagògi
ca del texto sagrado nació lo que hoy llamamos Espiritualidad o
Teología espiritual.
a) Documentos oficiales
Por lo que se refiere a la espiritualidad, vamos a seguir la
documentación de la Santa Sede fijándonos particularm ente en
la terminología usada en los documentos "oficiales”. Es intere
sante sobremanera seguir las discusiones en el concilio Vaticano
II para acomodar los viejos programas de estudios eclesiásticos
a las necesidades espirituales, culturales y pastorales de los nue
vos sacerdotes. El problema del aggiomamento tam bién llegó a
los seminarios y las facultades de teología. No quisiera pecar de
ignorante, pero me parece que está por hacer una exploración
en profundidad de todos los debates previos a la publicación del
actual decreto Optatam lotius, sobre la formación sacerdotal.
Me refiero al iter seguido desde las primeras propuestas que lle
garon de todo el mundo a Roma, las sucesivas redacciones del
esquema (al menos 7), los modos y retoques al texto hasta la
aprobación definitiva el 28 de octubre de 1965. Por supuesto yo
no lo voy a hacer, pero dejo constancia de la sugerencia para
futuros trabajos.
Se sabe por la intrahistoria del Concilio que en los primeros
esquemas sobre los estudios académicos de teología, para una
buena formación de los futuros sacerdotes, se trataba de intro
ducir la Teología espiritual dentro de los programas "para que les
sirva -decían- en la propia santificación y como ayuda eficaz en
la dirección de las almas”, idea que no es nueva en los docu
mentos oficiales. Después se fueron perfilando nuevas redaccio
nes del esquema inicial hasta que la alusión desapareció en el
documento final aprobado por los obispos en 1965. Sí es cierto
que en él se habla de la "formación espiritual” de los sem inaris
tas, de que "ha de estar estrechamente unida a la doctrina y
pastoral”, pero todo encomendado al director espiritual, no al
profesor de espiritualidad (OT, 8). Por otra parte insiste también
el documento final en que los alumnos, para un buen ejercicio
del ministerio pastoral, deben formarse en la "dirección espiri
tual de las alm as” (OT, 19)22. En los documentos finales del
Concilio una sola vez aparece el término de Teología espiritual