Lectura Fantástica
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EL VAGABUNDO
Elena y María paseaban una luminosa mañana de sábado por el parque. La
verdad es que estaban muy aburridas, hacía algo de calor y no le apetecía jugar a
nada. Entonces, un viejo con aspecto de vagabundo y cara de no haber comido en
tres semanas se puso delante de ellas extendiendo la mano:
-Por favor, dadme algo de comer que Dios os lo pagará.
Elena recordó que en su bolsillo derecho llevaba el pastelito que había cogido
del armario antes de salir. Realmente le daba un poco de pena aquel hombre y
aunque era su merienda preferida, sin pensarlo dos veces la puso sobre la mano
arrugada y sucia del mendigo.
Siguieron su paseo hasta que oyeron una voz.
-¡Eh, niñas!- era un guardia joven y fuerte pero que misteriosamente tenía los
ojos del mendigo- He visto lo que habéis hecho. A los chicos generosos les cuento
mi secreto. Al final del parque, detrás de los tres abetos está mi pequeño jardín
mágico: las piedras son caramelos y turrón, las flores bizcocho y nata y las ramitas
chocolate y menta.
Así fue, era todo como el guardia había dicho. Las niñas comieron hasta hartarse.
Después llenaron sus bolsillos con todas aquellas golosinas y corrieron a casa para
mostrarlas a mamá. Sin embargo cuando sacaron el tesoro, sólo era un puñado de
tierra y unos mustios pétalos de flor. Nunca más vieron al mendigo, ni al guardia, ni
los tres abetos del jardín mágico.