La Inspeccion Ocular
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La Inspeccion Ocular
INSTITUTO DE CIENCIAS
CRIMINALÍSTICAS Y CRIMINOLOGÍA
Inspección Ocular
Formación Criminalística I - Unidad Nº 6 -
El lugar de los hechos. Inspección ocular. Metodología de trabajo y protección del lugar del hecho.
Observación, fijación, recolección y análisis de indicios. El acta de inspección ocular. La planime-
tría. La fotografía en el lugar del hecho. La reconstrucción del hecho. Cadena de Custodia.
Introducción.
La problemática de la inseguridad sumada a la sensación de impunidad, actual-
mente, ocupa un lugar preponderante en la sociedad, exigiendo soluciones rápidas,
eficaces e inmediatas en la resolución de los casos criminales.
Por este motivo es importante la optimización del proceso penal, especialmente
lo pertinente a la investigación preliminar del suceso; resultando imprescindible do-
tar a esa etapa de investigación con herramientas científicas a fin de lograr resultados
exitosos y eficientes, reduciendo al máximo posible el margen de error en el manipu-
leo del lugar del presunto hecho delictuoso.
Se debe tener presente que ante la ocurrencia de un hecho delictivo es necesario
desplegar un conjunto de medidas tendientes a establecer la verdad real. Donde la
Justicia (órgano del Estado que aplica el derecho) requiere el auxilio de otras ciencias
o artes que le permiten, a través de sus conocimientos, cumplir con su misión funda-
mental.
En tal sentido, la Criminalística al ocuparse del descubrimiento y de la comproba-
ción científica del delito, es decir, al ser capaz de transformar un simple indicio en
prueba, a través de métodos experimentales o positivos, deviene en auxiliar de vital
importancia para la justicia, toda vez que permite reconstruir el cómo, el dónde, el
cuándo y establecer la individualización del o los autores del delito. (Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos de la Nación Argentina, 2004) .
De esta manera y tal como se expone, queda claro que el saber criminalístico, ávi-
do de encontrar la verdad real, brinda una inestimable colaboración al proceso judi-
cial con el propósito de que el hecho delictuoso cometido no quede impune. Com-
prueba científicamente la existencia del hecho punible y aporta determinaciones pre-
cisas relacionadas con la forma en que el delito se ha perpetrado. Así, se pueden des-
tacar la cronología de los sucesos, los medios utilizados, la individualización de la o
las personas intervinientes, la concordancia entre los indicios y la realidad de los he-
chos observada a través de la lógica aplicada mediante una metodología de análisis
retrospectivo.
Sin perjuicio de lo supra mencionado, en la práctica se aprecian serias carencias y
defectos que impactan de forma determinante en el proceso judicial y elevan el alto
índice del rubro “delitos sin resolver”. En muchos casos estos déficits se relacionan
con la ausencia de criterio científico aplicado a las labores preliminares de la investi-
gación, omitiendo reglas básicas de procedimientos para la aplicación de sencillas,
pero ineludibles rutinas procedimentales.
De allí la importancia que cobra realizar una completa y adecuada “cadena de
custodia”, dado que el resguardo, la protección y conservación del lugar del hecho y la
Al consultar las diversas bibliografías que tratan la temática, podemos ver que
son muchas las denominaciones que se realizan sobre este espacio físico que, sim-
plemente, llamamos “lugar del hecho”. No obstante ello, las conceptualizaciones que
se aplicaron a través de la historia resultan ser casi las mismas, diferenciándose unas
de otras por las corrientes de pensamiento que regían la época y que construían los
paradigmas y teorías científicas; como así también por la ubicación geográfica en que
se encontrase el autor. Así podemos ver que, entre tantas otras, nos encontramos con
denominaciones tales como (Kvitko, 2006):
Descripción del ambiente (Romanense).
Diligencia del levantamiento del cadáver (Casper, Martínez Murillo).
Alzamiento de cuerpos humanos (Locard).
Escena de la muerte (Werner Spitz).
Escena de los hechos (Acosta Guzmán).
Inspección jurídica del local del crimen y del cadáver (Afranio Peixoto).
Inspección y fijación del sitio del suceso (Mac Iver).
Lugar de los hechos (Lorente Acosta, Moreno González).
Lugar del hecho (Raffo).
Lugar del suceso (Balthazard, Castellanos, Smith).
De esta manera apreciamos que existe tanta diversidad de denominaciones como
autores tratan el tema. Lo que debe primar aquí no es la denominación propiamente
dicha, sino la conceptualización que hagamos de ese “espacio”; considerando siempre
los aspectos que son comunes a todas ellas.
Por eso diremos que “la escena del crimen o lugar del hecho, es aquella porción de
espacio donde se materializó el acto, susceptible de revelarse por vestigios objetivamen-
te constatables; es la fuente por excelencia de los indicios pesquisables inmediatamente,
capaces de posibilitar el esclarecimiento del hecho” (Silveyra, 2006).
En palabras de Machado Schiaffino (1995) podemos apreciar que el lugar no tie-
ne forma ni extensión determinable a priori, sino que está definido en su configura-
ción y extensión por la cantidad, por la importancia y por la localización de los vesti-
gios útiles que pueda encerrar, siempre dependiendo del hecho en particular a anali-
zar.
Así, el “lugar del hecho” puede estar integrado por uno o varios espacios físicos,
que pueden o no interrelacionarse por los actos del acontecimiento investigado. Este
espacio se caracteriza también por la presencia de elementos, rastros y/o indicios que
puedan develar las circunstancias o características de lo allí ocurrido.
A este sitio lo denominaremos “escena del crimen” cuando la naturaleza, circuns-
tancias y características del acontecimiento permitan sospechar la comisión de un
delito. Por esta razón, al llegar al lugar, siempre debe primar en nosotros el pensa-
miento que estamos frente a una potencial escena del crimen, hasta tanto se pueda
determinar lo contrario.
Ahora bien, el lugar del hecho, como lo venimos definiendo, constituye el espacio
físico donde son encontrados cadáveres, restos humanos o cualquier otro tipo de in-
dicio que permita inferir que allí se cometió un delito. Pero estas circunstancias, tal
como lo explica el Dr. Kvitko “no indican, por sí, si se trata del lugar donde se ha perpe-
trado un homicidio o acaecido la muerte por cualquier otra causa, es decir el lugar del
suceso o lugar primario, denominado por los antiguos “in loco mortales”, o por el con-
trario, corresponde al lugar donde se produce el hallazgo, ello es, el lugar secundario,
habiéndose producido la muerte en otro lugar” (Kvitko, 2006).
Guzmán refuerza esta clasificación geográfica del lugar del hecho al especificar
que de acuerdo al sitio de la actividad criminal, se etiqueta al lugar original como el
escenario criminal primario, y cualquier otro subsecuente como secundario. Esto no
infiere prioridad o importancia a la escena, simplemente es una designación de se-
cuencias de locaciones que nos permitirán ubicar la secuenciación de los hechos.
La definición que se haga sobre el lugar del hecho no debe establecer límites ina-
movibles, el investigador no debe abstraerse en una única conceptualización sino que
debe estar evaluando constantemente y cambiando su teorización sobre la llamada
“escena del crimen”, de modo tal que le permita construir nuevas hipótesis de trabajo
en cualquier instancia del proceso de investigación criminal del lugar de los hechos.
Por último, se debe tener siempre presente que el lugar del crimen, tal como si
fuera un libro lleno de vestigios materiales, relata la historia de la infracción cometida
en esa zona, y por eso, si se lo sabe leer, nos proporcionará la identidad del autor o de
sus autores.
Este relato frecuentemente es hermético, confidencial, criptográfico; resultando
su lectura y su exacta inteligibilidad accesible sólo a aquellos que estuvieren técnica-
mente capacitados para descifrarlos. Pero no por ello deja de ser un libro frágil, cuyas
fojas pueden también perderse fácilmente, sin posibilidad de restauración cuando es
tocado por un lector inhábil o simplemente por un experto distraído. Por eso mismo,
la ley penal objetiva establece que su examen será hecho por Peritos Oficiales, y dis-
pone en forma imperativa, que la autoridad diligenciará los medios necesarios para
que no sea alterado el estado de las cosas, antes de la llegada de los investigadores,
pudiéndose realizar la instrucción, tomas fotográficas y esquemas ilustrativos que
correspondan (Silveyra, 2006).
determine la necesidad de extender los perímetros de la zona más allá de los límites a
los cuales se les atribuyó la más alta prioridad en una primera instancia.
La persona (funcionario policial o investigador) que primero arribe al lugar del
hecho, sea por iniciativa propia, por denuncia o por orden de autoridad competente,
es el responsable de la protección inicial del espacio físico y de todos los elementos
que allí se encuentren.
Edmond Locard expresó al respecto que el principio más esencial en las pesqui-
sas, es que sean en escaso número las personas que las efectúen sobre el terreno. In-
clusive cuando el delito cometido sea de tal naturaleza que despierte la curiosidad
pública, es preciso eliminar rigurosamente a todos aquellos cuya presencia en el te-
rreno sea inútil, cualesquiera que sean sus títulos o cargos jerárquicos ostente, para
permanecer en el lugar del hecho. Y hasta es preferible que los mismos jueces, fiscales
y funcionarios públicos dejen libre el espacio a los investigadores durante las prime-
ras tareas a realizar en la escena. (Kvitko, 2006).
Al proteger la escena se busca resguardar las condiciones físicas en que lo dejó el
autor. Por este motivo, todo lo que resulte de las actuaciones primarias afectará de
manera positiva o negativa en las demás tareas a diligenciar en la investigación cientí-
fica del caso.
Al proteger el lugar del hecho el fin perseguido es que el lugar permanezca exac-
tamente igual a como lo dejó el autor. Las condiciones del cadáver, si lo hubiera, así
como la totalidad de las evidencias presentes, deben conservar su exacto lugar de
situación, así como su posición y estado. Esto toma fuerza, cuando recordamos la
afirmación que realizara Carlos Rougmagnac1: “no hay malhechor que no deje detrás
de él alguna huella aprovechable”; más si consideramos el principio de intercambio,
siempre presente en todo hecho.
A modo de poder puntualizar algunas consideraciones a tener en cuenta al me-
mento de realizar las tareas de protección y aseguramiento, mencionamos a Rafael
Moreno González, cuando señala que:
La primera persona que tenga conocimiento del hecho, cuidará de que el
estado de los lugares sea conservado sin cambio alguno, y que nadie to-
que nada en él.
Si el delito se ha cometido en un cuarto, todas las vías de acceso a él serán
cerradas y vigiladas, a fin de que nadie entre.
Si el caso se cometió en un campo o lugar aislado, el acceso quedará
prohibido para el público en un radio de, por lo menos, cincuenta a cien
metros a la redonda.
Nadie podrá entrar al lugar si no tiene alguna relación directa en la pes-
quisa o la función a cumplir por esa persona resulta indispensable para
las tareas investigativas.
Aquellos agentes que sean los primeros en entrar a la escena del crimen,
se deben abstener de tocar o mover los muebles, utensilios, y sobre todo
aquellos objetos de superficies lisas.
No se deben remover o cambiar de lugar los cadáveres.
Se evitará lo más que sea posible el andar por la escena del crimen, y se
indicarán en los informes los nombres de las personas que han ido al lu-
gar de los hechos, antes que el funcionario judicial.
La persona que tenga la responsabilidad de la protección y aseguramiento
del lugar del hecho debe actuar, en un primer momento, como “observa-
dor coordinador” en el lugar, y llevará a cabo la selección de las áreas por
las que estará permitido transitar el resto del personal.
Por estas razones nunca debemos dejar de lado la condición de que esta protec-
ción inicial de la escena del crimen debe mantenerse hasta que la autoridad compe-
tente disponga lo contrario; ya que una vez logrado un correcto resguardo del lugar,
la misma, indicará que se comience con las tareas investigativas.
debe servir como valla para impedir el acceso a toda persona que pretenda ingresar
al recinto, y de esta manera cumplir con el cometido de resguardar el lugar del hecho.
En cuanto a las personas que inevitablemente tuviesen que acceder al perímetro
asegurado, o a los lugares en los que se ha registrado la existencia de elementos, ras-
tros y/o indicios, deben ser perfectamente identificadas a efectos de que no los modi-
fiquen, alteren o contaminen. Asimismo se las debe controlar estrictamente para que
no incorporen a la zona comprendida elementos extraños que puedan interferir con
la investigación.
En el caso de que existan personas heridas, el objetivo prioritario es tanto garan-
tizar que las personas heridas reciban atención médica como minimizar la contami-
nación de la escena. Por lo que se debe realizar:
A. Evaluar a la víctima a fin de encontrar signos vitales.
B. Llamar al personal médico.
C. Prestarle los primeros auxilios y realizar las gestiones tendientes a su tras-
lado inmediato a un centro asistencial, debiendo fijar la posición del cuer-
po a través de tomas fotográficas. De no ser esto posible por alguna razón
particular del caso, se debe demarcar con una tiza o algún elemento el lu-
gar en el cual se encontraba la víctima, preservando el lugar demarcado
por cualquier elemento, rastro y/o indicio que se pudiera hallar. Solucio-
nada la emergencia se debe proseguir con el trabajo en el lugar.
D. Realizar una observación rápida de la víctima a fin de constatar su condi-
ción general, la naturaleza de sus lesiones, su posición y su vestimenta. En
la medida de lo posible, apuntalar lo observado, ya que a posteriori la me-
moria nos puede jugar una mala pasada y olvidar detalles que resulten de
vital importancia para la investigación.
E. Guiar al personal médico por los lugares que deben transitar, a fin de mi-
nimizar la contaminación de la escena del crimen.
F. Señalar cualquier tipo de prueba o potencial prueba e instruir a los pre-
sentes a fin de minimizar el contacto con ésta (por ejemplo: garantizar que
el personal médico preserve la ropa y los efectos personales sin cortar los
orificios de bala o los cortes de arma blanca o elemento corto punzante) y
documentar los movimientos de personas u objetos realizados por el per-
sonal médico.
G. Instruir al personal médico para que no limpie ni modifique la escena, a fin
de que se evite el movimiento o la alteración de objetos originados dentro
de la misma.
H. Registrar el nombre y matrícula del profesional médico interviniente, de-
signación del centro asistencial al que pertenece y teléfono del mismo, así
como nombre y domicilio del lugar donde se trasladará a la víctima, ya que
se puede requerir esta información para ulteriores actividades durante la
investigación.
Escena
Evidencia
Física
Víctima Sospechoso
Refiere un conocido aforismo romano que “una mínima mutación del hecho puede
cambiar totalmente un derecho”; es por eso que resulta de vital importancia para el
éxito final de la investigación tener siempre presente que un mínimo cambio en el
lugar del hecho puede llegar a modificar la interpretación real de los hechos allí ocu-
rridos.
Así, la investigación criminalística del lugar donde aconteció el hecho constituye
la respuesta fáctica de las Ciencias Criminalísticas, resultando ser el pilar donde des-
cansa la fuente primordial de datos de trascendental importancia para la colección y
estudio de las evidencias físicas que poseen características identificatorias y recons-
tructoras. Dicho de otro modo, la respuesta fáctica aludida es la actividad técnica y
metódica de la criminalística aplicada al escenario del crimen, con el objeto de captar
la mayor información indiciaria, razonarla inductiva y deductivamente, para luego
suministrarla a los laboratorios forenses. (Sotelo & Pachamé, 2014).
Resulta significativo también, tener presente que el lugar del hecho siempre mos-
trará dos características antagónicas bien diferenciadas si nos referimos desde el
punto de vista físico del lugar propiamente dicho. Esto es, respecto a su ubicación y
contexto geográfico y/o edilicio. Así tendremos dos tipos de lugares para analizar:
Lugares abiertos: son aquellos en donde no hay una delimitación clara-
mente definida, sea artificial o natural, en las cercanías próximas en donde
se cometió el hecho a investigar; son los hechos ocurridos “al aire libre”.
Presentan la particularidad de que todo lo que se halle en el escenario es-
tán en continuo riesgo de ser alterados por los eventos externos tales co-
mo los meteorológicos, la fauna del lugar y las propias actividades huma-
nas que se realizan en cercanías del lugar.
Lugares cerrados: en contraposición al anterior, estos resultan ser los que
sí presentan los límites claramente definidos; son los hechos ocurridos
“puertas adentro”. Generalmente suceden en el interior de una habitación,
de una vivienda, de un comercio, etcétera. En estas escenas se debe pres-
tar gran interés a los lugares de ingreso y egreso que el recinto posee, da-
do que allí convergerán múltiples factores que nos permitirán encontrar
indicios esenciales que ayudarán a dilucidar los hechos.
Independientemente de las clasificaciones que hagamos, el tipo de lugar del he-
cho será determinado por los especialistas que trabajen en él, y lo harán sobre la base
de los indicios allí encontrados y respecto de las particularidades que la zona presen-
ta al momento de la llegada. Nunca se debe olvidar que cada lugar es un espacio único
en un momento determinado: el momento en que se realiza la investigación criminal
de la escena del crimen.
Para que la investigación criminal se desarrolle de manera óptima, es acertado
adoptar una correcta metodología que nos permita resguardar el lugar del hecho de
forma tal que se logre minimizar la posibilidad de alteración y/o modificación del
escenario a analizar. Para ello el investigador deberá separar la escena del crimen, en
tres zonas cuyos límites estarán fijados de acuerdo a las características del suceso:
Zona interior crítica o Perímetro pericial: sector dentro del cual es muy pro-
bable que existan elementos, rastros y/o indicios altamente relacionados
con el hecho que se investiga. Delimita el lugar donde solo deberán ingresar
los especialistas forenses y aquellas personas que por su cargo (Juez, Fiscal,
Testigo, etcétera) necesite apersonarse para corroborar los hechos.
Zona exterior restringida o Perímetro judicial-policial: sector de libre circu-
lación y permanencia en el cual deben agruparse los instructores, secreta-
rios, personal policial que desarrolla tareas investigativas como también el
personal jerárquico de las fuerzas de seguridad. En esta área además podrá
permanecer todo el personal que dará apoyo directo a la labor pericial,
quedando a la espera de la solicitud por parte de los Peritos actuantes a fin
de desarrollar su labor específica. También es en este sector del terreno
donde se encontrarán los diversos equipamientos, elementos y herramien-
tas que los especialistas necesitan para relevar la escena.
Zona exterior amplia o Perímetro Público: sector de libre circulación y per-
manencia para toda persona ajena a la investigación del hecho. Esta es la
zona donde permanecerán quienes estén interesados en el suceso criminal
(curiosos), vecinos, familiares y amigos de la víctima, periodistas de medios
masivos de comunicación, sean gráficos y de televisión. Siempre es reco-
mendable observar las personas que se encuentren en esta zona, ya que
muchas veces el victimario regresa a la escena para contemplar su “obra”
como también intentar reunir información de los avances de la investiga-
ción.
Perímetro
Pericial
Perímetro
Judicial-Policial
Perímetro
Público
Algo que no debemos olvidar es que, si bien es cierto que resulta conveniente el
ingreso al perímetro pericial de la menor cantidad posible de personas (recordemos el
“principio de intercambio”) no se debe producir la denominada “promiscuidad peri-
cial”. Esta es una circunstancia que acontece cuando se le asigna a un solo Perito más
funciones de lo que su especialidad le permite realizar.
En ocasiones vemos a un Perito efectuar múltiples tareas en la escena, labores
que debieran de ser practicadas por más de un profesional, incluso por tres o cuatro
de ellos. Al suceder esto logramos un resultado totalmente negativo a los intereses de
la investigación, habida cuenta de que el especialista actuará siempre, en primer lu-
gar, en base a su especialidad, aquella en la cual se formó y luego, en las otras que le
hayan sido encomendadas. (Sotelo & Pachamé, 2014).
Como ejemplo de lo mencionado basta citar el caso hipotético en que al Perito Ba-
lístico se le encomienda, además de cumplir con las tareas propias de su especialidad
(levantamiento de proyectiles, armas de fuego, etcétera), llevar a cabo la recolección
de indicios biológicos (restos de sangre, pelos, semen, entre otros); o bien realizar los
croquis planimétricos del lugar y hasta incluso oficiar de conductor del móvil crimi-
nalístico. Así es cómo se suscitan confusiones, distracciones, descuidos y errores en la
investigación criminal del lugar del hecho, máxime aun cuando además el Perito debe
permanecer atento a la interacción con el personal judicial, sea el Juez, el Fiscal o sus
secretarios.
Por esta razón no debemos escatimar recursos humanos que realicen la investi-
gación del escenario del crimen, pero tampoco abusar de ellos.
E. Tomar nota de los elementos, rastros y/o indicios a medida que se relevan y
dar las indicaciones para su posterior fijación y descripción.
F. Registrar la ausencia de los elementos, rastros y/o indicios que, de acuerdo
a las características del hecho, se supone deberían encontrarse en el lugar y
no fueron hallados.
Entre las cosas que el responsable de realizar la inspección ocular debe anotar, no
puede dejar de lado las siguientes:
A. Recibir y analizar toda la información que ha sido relevada por quienes lo
precedieron en la escena, siendo de vital importancia la primera persona
que llegó a la escena, sin importar que ésta sea civil o agente policial.
B. Determinar respecto del lugar del hecho: ubicación geográfica, característi-
cas generales del lugar, vías de acceso y condiciones climáticas imperantes
en ese momento, de iluminación y de visibilidad con el fin de caracterizarlo
adecuadamente.
C. Observar todas las áreas cercanas y distantes alrededor de los principales
elementos, rastros y/o evidencias desplazándose con sumo cuidado, em-
pleando la técnica que considere más adecuada para su recorrido.
D. Revisar detenidamente el piso o soporte y los objetos que se encontraren en
el mismo y prestar considerable atención a la ruta o camino a ser tomado
hacia el punto focal de la realización del hecho.
Cuando se traten de lugares abiertos, hay que:
A. Planificar el reconocimiento detallado del lugar, prestando considerable
atención a la ruta o camino a ser tomado hacia el punto focal de la investiga-
ción, esto es, hacia el lugar que consideramos más rico en cuanto a indicios
que, generalmente, coincide con el lugar de la escena en que se desarrolla-
ron las acciones principales del delito.
B. Tener particular cuidado en el recorrido pues los elementos, rastros y/o in-
dicios que se encuentren en el suelo son susceptibles de ser subestimados o
pisados. Se debe recorrer un camino de ida y en lo posible, al regresar, res-
petar el mismo trayecto; de esta manera pisaremos sólo en un lugar deter-
minado del escenario, reduciendo así las posibilidades de contaminación o
destrucción de los indicios.
C. Seguir, de ser posible, la ruta de aproximación que ofrezca menor probabili-
dad de haber sido tomada por el presunto autor y/o partícipes del hecho.
D. Examinar y registrar si existen daños en la vegetación de la zona; ya que si la
hubiere podrá deducirse el probable camino tomado por el presunto autor
y/o partícipes, contribuyendo, posteriormente, a la reconstrucción del he-
cho.
2) Investigación en espiral o circular: este sistema comienza con un punto focal selec-
cionado; es decir que tenemos un punto geográfico de partida, el que se elegirá, a
criterio del investigador a cargo, de acuerdo al contexto particular de la escena que
se tenga que analizar. La técnica consiste en que los encargados de la búsqueda se
desplazan hacia fuera en forma de espiral cada vez más amplia. Esta metodología
de trabajo permite que pueda emplearse una dirección en sentido horario o con-
trario a las agujas del reloj, siendo conveniente también adoptar el proceso inver-
so. Lo importante de esta metodología es sistematizarla.
3) Método por franjas: este resulta ser una de las técnicas más adecuadas para cubrir
grandes superficies geográficas o de espacios abiertos. Se debe tener presente que
para realizarlo de manera cabal, es preciso contar con gran cantidad de recursos
humanos que, dependiendo de la cantidad de terreno a cubrir, tendrán un mínimo
de tres agentes analizando la escena. De esta manera, cuando cualquiera de los in-
vestigadores encuentra alguna evidencia, llamará al coordinador del equipo y re-
5) Método por zonas o sectores: la zona se divide en sectores, donde un solo investiga-
dor puede inspeccionar cada zona en forma simultánea de manera minuciosa. Es
utilizada generalmente para el abordaje de un lugar cerrado. El esquema de trabajo
de este método no implica que cada sector o zona delineada represente una habi-
tación entera; sino que por el contrario, es la habitación la que debe ser “dividida”
en sectores para luego inspeccionar íntegramente cada uno de ellos. Esta segmen-
tación del lugar del hecho no debe trasmitirse en la realidad como compartimien-
tos estancos unos de otros, ni tampoco deben colocarse perímetros físicos (cintas,
barreras, etcétera) que los separen, más bien, los investigadores deben poder mo-
verse libremente por la escena, pasando de un sector a otro cuantas veces fuera
necesario. Esta división de zonas la realizan los investigadores de manera mental,
Lic. Sebastián Streuli 17
Inspección Ocular
Formación Criminalística I – Unidad Nº 6
ZONAS ALEDAÑAS
C B C
B A B
C B C
ZONAS CONTIGUAS ZONA DE IMPORTANCIA
SECTOR PRINCIPAL DEL HECHO
Sin importar cuáles de los métodos utilicemos para analizar la escena de un cri-
men, debemos tener siempre presente la siguiente premisa:
“Encontrar la mayor cantidad de indicios en el menor tiempo posible”.
Fijación del lugar del hecho.
La fijación del lugar del hecho es la etapa que se debe realizar a continuación de
la inspección ocular; mediante la cual se detectarán la presencia de evidencias físicas
asociadas al hecho investigado.
La documentación del lugar del hecho es extremadamente importante, por lo que
la norma de oro a seguir es: “no toque, mueva o altere ningún elemento que consti-
tuya evidencia, hasta que documente la escena”. (Guzmán, El examen en el
escenario del crimen, 2010).
La correcta fijación documentada de la escena del crimen garantizará su preser-
vación, la integridad de la investigación y la posibilidad de tener un registro perma-
nente de lo que se vio al llegar al lugar; lo que permite realizar evaluaciones posterio-
res para lograr una reconstrucción histórica del suceso.
Esta actividad (fijación) debe tener un orden establecido por el investigador, a fin
de que los distintos procedimientos se realicen sin alterar las evidencias. La actuación
de los agentes o funcionarios de la policía científica y/o de los peritos designados ex-
presamente debe ser coordinada para que cada uno de ellos realice su tarea en un
orden preestablecido sin menoscabar la actividad de los demás profesionales.
Comúnmente, los métodos de fijación más usuales son: la descripción escrita (Ac-
ta de inspección ocular), el croquis, los planos (Planimetría) y la fotografía. De todas
maneras, éstos no son los únicos instrumentos que se pueden utilizar para fijar la es-
cena del crimen, pero sí son los más reconocidos y aceptados ya que otros métodos
que fueran procedentes (filmaciones, grabaciones de voz, etcétera) quedarán a crite-
rio de la autoridad judicial o del ministerio público ser incorporados al proceso.
Descripción escrita.
La descripción escrita consiste en la narración por escrito de lo que se encuentra
en el lugar del hecho.
Este procedimiento, para Nicéforo, “es la edad de piedra de la historia de la ins-
pección ocular”, ya que acompaña a la misma desde sus inicios y nunca debe aplicarse
por sí solo si se pretende dar una versión exacta del lugar del hecho, de modo que
pueda ser perfectamente reconocida e interpretada por los destinatarios. (Albarracín,
1971).
De esta manera, la descripción escrita debe realizarse respetando el mismo orden
en que se llevó a cabo la inspección ocular, es decir: de lo general a lo particular, de lo
particular al detalle y del detalle al mínimo detalle.
Esta descripción escrita debe, al menos, integrar características, ubicación geo-
gráfica, orientación, dimensiones y formas, elementos y su distribución, descripción y
ubicación precisa de cada elemento, rastro y/o indicio que se observe y todo lo rela-
cionado con el hecho investigado. Debiendo reunir los siguientes requisitos:
A. Formalizarse en un Acta que puede ser labrada por el juez y/o el fiscal asisti-
dos por un secretario o por investigador, quienes deben convocar a dos testi-
gos, que en ningún caso pueden pertenecer al grupo que realiza las tareas in-
vestigativas.
B. Consignar, como mínimo, en el Acta que se labre: fecha, hora de comienzo y de
cierre de la descripción; nombre, apellido y función de las personas intervi-
nientes. En el caso de los testigos se debe incorporar también su domicilio y ti-
po y número de documento de identidad, no pudiendo convocarse en tal carác-
ter a aquellas personas que a tenor de la ley procesal local se encuentren im-
pedidas de serlo.
C. Toda enmienda, interlineado o sobrerraspado en el acta debe salvarse al con-
cluir la misma; y esta salvedad debe ser colocada antes de la firma de los testi-
gos, con esto se demostrará que ellos dieron fe del error testado.
D. Ser precisa, detallada, realista e imparcial a efectos de permitir a la persona
que la lea formarse una imagen mental clara del lugar y de la ubicación de los
rastros detectados, aunque ella nunca haya estado en el lugar.
E. Registrar en el momento en que se lleven a cabo las pruebas pasajeras (olores,
ruidos, etcétera) y las condiciones climáticas (temperatura, estado del tiempo)
y de visibilidad.
F. Finalizada el Acta se debe leer y, posteriormente, proceder a su firma por todos
los intervinientes, debiendo dejarse constancia expresa de la negativa de al-
guno de ellos.
Resulta oportuno señalar que en esta instancia de la investigación es sumamente
indispensable contar con notas o apuntes confeccionados con anterioridad, en las eta-
pas iniciales. Estos escritos se consideran el núcleo de todas las técnicas de documen-
tación de la escena, sin importar qué métodos adicionales se empleen, debiendo ser
precisos y legibles, comenzando con la fecha y hora en que se comenzó la asignación,
como así también su finalización. Se deben dejar constancia de los hechos, observa-
ciones, declaraciones de víctimas y testigos, evitando hacer conclusiones y evaluacio-
nes con ellas. (Guzmán, Manual de Criminalística, 2011).
Croquis.
El croquis es un dibujo que el investigador realiza, a mano alzada, del lugar del
hecho de modo esquemático y orientado (con referencia de los puntos cardinales),
conteniendo leyendas explicativas, medidas reales, pero sin usar una escala determi-
nada. Este dibujo constituirá el antecedente para la posterior confección del respecti-
vo plano (planimetría).
Los croquis completan las anotaciones, no las sustituyen. Éstos refrescan la me-
moria del evento y proveen un registro permanente del incidente. Las distancias se
documentan mejor con la creación de dibujos o esquemas significativos, confecciona-
dos rápidamente que contengan todas las dimensiones anotadas con precisión.
(Guzmán, El examen en el escenario del crimen, 2010).
Por esta razón, el croquis debe:
A. Reflejar las dimensiones reales del lugar, distribución del escenario y localiza-
ción de víctima/s, objetos y rastros del hecho investigado susceptibles de re-
gistro.
B. Indicar, previa determinación, la dirección cardinal. Preferentemente se debe
consignar el punto cardinal Norte.
C. Incorporar el área circundante al lugar del hecho, anotando cualquier circuns-
tancia que pueda tener relación con el hecho que se investiga.
D. Relacionar los elementos físicos del lugar y numerarlos.
E. Registrar, previo a su levantamiento y traslado, la ubicación de los indicios.
F. Registrar la distancia de los edificios aledaños, si los hubiera.
G. Todo croquis debe contar con una leyenda explicativa o referencia que debe fi-
gurar al pie o al costado del mismo.
Ejemplo de croquis
Plano.
El plano o planimetría propiamente dicha, basada en los apuntes del croquis o
bosquejo realizado en el lugar de los hechos, consiste en dibujar toda la superficie de
la escena, con una visión clara, sencilla y sistemática de la posición del cadáver, la po-
sición de las armas, impactos, muebles, manchas, etcétera. Se deberá tomar en cuenta
la exactitud de las medidas, empleando el sistema métrico para establecer la verosi-
militud de la reproducción de la escena del hecho. Todas las medidas del escenario,
sean del croquis o bosquejo o del dibujo terminado, deben ser exactas; no se debe
medir la distancia por pasos o por tramos de zapato, sino que hay que realizarlo con
cinta métrica metálica. “La pistola fue encontrada a 45 centímetros de la pared Norte y
a 76 centímetros de la pared Este de la habitación” es más específico que decir “la pis-
tola estaba tirada en una esquina de la habitación”. (Guzmán, El examen en el
escenario del crimen, 2010).
El plano debe permitir efectuar una adecuada reconstrucción del lugar del hecho
pues, a través de él, es posible ubicar el lugar exacto en que fueron hallados cada uno
de los elementos, rastros y/o indicios al momento de la inspección ocular.
El padre de la Criminalística, Hans Gross, al respecto estableció una serie de re-
glas que se debía respetar al confeccionar una planimetría; y no por antigua que sea
esta referencia podemos decir que hoy esté en desuso, por el contrario, sigue tenien-
do la misma vigencia que en aquellos primero años vanagloriosos de las Ciencias Cri-
minalísticas. La regla especifica que:
El plano debe estar orientado de acuerdo con los puntos cardinales.
El dibujante o planimetrista debe tomar personalmente las medidas.
El plano no debe estar sobrecargado, no debe contener nada que no esté rela-
cionado con el hecho investigado, ya que las fotografías se encargan de tomar
esos detalles.
El planimetrista no debe confiar en su memoria para acotar o enmendar algo
que debe figurar en el croquis.
El plano debe ser confeccionado a escala. A mayor extensión a representar,
menor será la escala a emplear. La escala debe consignarse en el plano para su
total y mero interpretación.
Repasando lo visto hasta aquí, el plano o planimetría del lugar del hecho es un di-
bujo que, para ser considerado como tal, debe reunir las siguientes características:
Escala: se debe dibujar a escala, entendiéndose por ésta, la reducción proporcio-
nal que se hace de las dimensiones reales que se toman del lugar del hecho.
Esquematicidad: debe contener únicamente aquello que se considera esencial pa-
ra la investigación, es decir los elementos, rastros y/o indicios que dan cuenta del
hecho sucedido y la identidad de sus participantes.
Orientación: se debe tomar como referencia el norte magnético.
Ejemplos de planos
Fotografía.
Es pertinente aludir la técnica fotográfica dentro del contexto de la investigación
criminalística; por ello resulta preciso conceptualizar la disciplina de la fotografía
forense. Podemos decir que es el arte o proceso de reproducir imágenes en una superfi-
cie plana y tiene por objeto la fijación fotográfica de la escena del hecho, con la finali-
dad de describir un lugar, relacionarlo con el estado en el que ha quedado la víctima,
ubicación del instrumento del delito, las evidencias y objetos que fueron encontrados
relacionado con el hecho (Guzmán, El examen en el escenario del crimen, 2010).
El valor de la fotografía en el trabajo de investigación del lugar del hecho es in-
menso, ya que nos permite retrotraernos a la escena de los hechos cuantas veces que-
2 El plano de proyección vertical o con rebatimiento de paredes en proyección horizontal se utiliza para lugares
cerrados, y servirá para indicar la posición de elementos de juicio en toda la habitación. Para interpretar co-
rrectamente este sistema deberá imaginarse una habitación sobre cuyo piso se dibuja el contorno de todos los
objetos que contiene.
Cadena de custodia.
Una cadena de custodia registra la totalidad de los movimientos que realiza la
evidencia durante el proceso judicial. Es la historia de vida del elemento de juicio
desde el momento en que fue descubierto hasta que no es más útil para la resolución
del caso. La continuidad completa en la cadena de custodia es esencial para la admisi-
bilidad de la evidencia en los procedimientos judiciales. (Guzmán, El examen en el
escenario del crimen, 2010).
Si consideramos que la investigación realizada en la escena del hecho, pretende
determinar no solo su existencia y etiología, sino también precisar la participación del
o los sujetos intervinientes, a fin de desentrañar la verdad real que subyace al mismo,
se debe poner vital importancia en el rigor científico que rige el tratamiento de los
indicios relacionados con el hecho, los cuales, desde el primer contacto con el investi-
gador, dan origen al material probatorio; siempre ajustándose estrictamente a las
exigencias legales. (Bruqueta Correa & Brabo Guerra, 2013).
Resulta necesario tener presente el tratamiento que países latinoamericanos le
han dado al tema a través de sus Cuerpos Legales, tal es el caso del Código de Proce-
dimiento Penal de Colombia, del año 2001, el cual establece en su artículo 288 que “se
debe aplicar la cadena de custodia a los elementos físicos materia de pruebas, para ga-
rantizar la autenticidad de los mismos, acreditando su identidad y estado original, las
condiciones u personas que intervinieron en la recolección, envión, manejo, análisis, y
conservación de estos elementos y así mismo, en los cambios hechos en ellos por cada
custodio”.
También el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, por medio de su Ma-
nual para la investigación de la evidencia física y requisa de la escena del crimen se ha
pronunciado al respecto, enfatizando que “la cadena de custodia constituye la fuerza o
cualidad probatoria de toda evidencia que se presente en un proceso judicial”.
Siguiendo esta línea de ideas, otros autores, como es el caso del ecuatoriano Gus-
tavo Zárate, han señalado que la cadena de custodia “es el conjunto de procedimientos
tendientes a garantizar la correcta preservación de las evidencias encontradas en el
lugar de los hechos, durante todo el proceso investigativo, y que dentro de la etapa del
juicio, servirá de prueba para que el tribunal de justicia decida sobre la responsabi-lidad
o inocencia del acusado”; o como el abogado colombiano Daniel Bautista Vergara que
refiere diciendo que “es el conjunto de procedimientos que se deben emplear para ma-
nipular técnica y adecuadamente los elementos materiales o evidencias físicas a fin de
conservarlas y preservar su autenticidad tal como se encuentran o llegan a la investiga-
ción, hasta que termina el proceso por orden de autoridad competente”.
Asimismo, en el Manual Único de Policía Judicial de Colombia, Pedro López Calvo
establece que “es el procedimiento que garantiza la autenticidad (e indemnidad) de los
elementos materiales de prueba recolectados y examinados, asegurando que pertenecen
al caso investigado, sin confusión, adulteración o sustracción; es desplegado por funcio-
narios y personas bajo cuya responsabilidad se encuentran los elementos probatorios,
iniciándose con la autoridad que inicialmente protege la escena del crimen, quien los
recauda y finaliza con los diferentes funcionarios judiciales. Implica que estos elementos
de prueba se mantendrán en lugar seguro y protegidos, sin que puedan tener acceso a
ellos personas no autorizadas”. (Torales, 2012).
Por la importancia radical que reviste esta temática dentro del proceso judicial,
para que el investigar logre mantener una cadena de custodia segura de los elemen-
tos de juicio, indefectiblemente deberá tener presente:
A. Marcar cada elemento que va a ser identificado, de tal manera de no destruir
ningún valor de evidencia del elemento.
B. Ingresar el indicio a la cadena mencionada una vez hallado, asegurándose
que su número de identificación coincida con el registrado y el que figura en
el croquis y demás anotaciones que se hallan realizado.
C. Asegurar que se registre apropiadamente la información en la cadena de cus-
todia, en cada etapa del manejo de la evidencia o cuando se la transfiere de
persona a persona, documentado la razón del traspaso y fundamentándolo.
D. Almacenar los elementos en bóvedas seguras o salas especiales con acceso de
personas limitado.
E. Limitar el número de personas que estén involucradas con el movimiento y
manipuleo de la evidencia.
F. Cuanto más larga sea la cadena, más potencial habrá de que exista debilidad
en algún punto y por ende, se rompa, perdiendo así la fuerza probatoria de la
evidencia.
Bibliografía.
- Bruqueta Correa, G., & Brabo Guerra, R. (2013). Reflexiones en el campo de la Criminalística.
Corrientes, Argentina: Mave Editora.
- Kvitko, L. (2006). Escena del crimen. Estudio médicolegal y criminalístico. Buenos Aires,
Argentina: La Rocca.
- Locard, E. (1963). Manual de técnina policíaca. (Cuarta ed.). Barcelona, España: José
Montesó.
- Silveyra, J. (2006). Investigación científica del delito (Vol. 1). Buenos Aires, Argentina: La
Rocca.
- Soderman, H., & O´Connel, J. (1972). Modernos métodos de investigación policíaca. Distrito
Federal, México: Limusa.
- Sotelo, N., & Pachamé, J. (2014). Criminalística de campo. Universidad Nacional de La Plata.
La Plata: Campus Virtual Latinoamericano.